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232 1kstilnonio Parte 11 JUA11l TAUSK

Referencias y citas bibliográficas Testimonio de la Clínica

Aulagnier, Piera: El aprendiz de historiador y el maestro ·


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sidad Nacional Autónoma de México, 1972, México D. F. sentarles al doctor Fernando Ulloa, médico, psicoana>
Lacan, Jacques: Seminario Las Psicosis, Paidós, 1982, lista, referente obligado del psicoanálisis en la Argeri:· ..
Buenos Aires. tina. Autor de numerosos textos y ensayos: Ustedes tra":·
Maimónides: Guía de los perplejos, Dirección General de bajaron bibliografía de la que es autor, referida a las
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Buenos Aires. Lic. JuaD:';"'rausk: En el '67, después de"la noche de ..
Nerváez, Guido: En torno a la psi.cosis, Tekné, 1989, Bue- los bastones largos", se desplomó la Carrera de Psico~
nos Aires. logía -por ese entonces no era Facultad. Quedó vacía~ .
Perrier, D.: El cuento de la buena pipa, Petrel, 1978, Bar- da de su equipo docente, el que fue reeríl:Plazado ¡:íoJ'
celona. fantoches. Uno de los desplazados fue Fernando Ull?a; ,, ..,:.;.51\'#
Silvestre Michel: "Transferencia e interpretación en las •quien tenía a su cargo por ese entonces la cátedra de
psicosis", en Psicosis y psicoanálisis, Manantial, 1985, Psicología Clínica de Adultos, antecésora de ésta: QÜfo:,·
Buenos Aires. nes quedamos a mitad de camino en esa época sen ti:'.
"Talmud Babilonio'', Pirke Abot, Siglo II, en Sidur, Conse- mos haberlo perdido, como también a José Bleger; Di~
jo Mundial de Sinagogas, 1965, Buenos Aires. vid Liberman, José Itzigson y otros. Escucharlo nó'y.,, · :;¿,
Tustin Frances: Estados autísticos en los niños, Paidós restaña esa herida. Sigue estando en su casa .. , ¡;•>ilif"~ :. '':''·•"*.
1987, Buenos Aires.
. . .. . , : '.·,::g:,¿;~;¿¡~¡
Van Gogh, Vincent: Cartas a Theo, Goncourt, 1980, Bue- . Dr. Fernando Ulloa: Bu~n~s n?ches. ~uchiui ~~}.;,-~'ú~i,.f~
nos Aires. cia¡¡ a Juan y a Dardo por la mvitac16n. Fm profesor e1L. :/e::;;:'~
esta cátedra a comienzos de los años '60 y luego en·,...,
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'70, ambas décadas interrumpidas por bastoi:_azos rnáf>.º.··:·!~.. ,


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234 Thstimonio de FERNANDO ULLOA TESTIMONIOS DE LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA 235
Cuando hace alrededor de siete años, en esta misma explícitamente no fuera esa una. demanda.,. de ellos, aun-
cátedra tuvieron la gentileza de invitarme, me pidieron que en el fondo era la base de su investigación-, ya des-
que abordara el modo según el cual había organizado, en pués de esas primera entrevistas y de haberlas discuti-
mi propia experiencia, eso que doy en llamar el "pasaje do, empezaron a tener una experiencia que les permitió
de la profesión al oficio", por lo cual enfaticé en esa opor- organizar sus expectativas de un modo· diferente. Sus ex-
tunidad mi propio recorrido en los comienzos novatos de pectativas acerca de lo que ocurriría en un hospital. Para
mi profesión. Precisamente, tiempo después, la cátedra el caso fue útil apelar a un concepto clíriico que denomino
me distinguió nuevamente con la propuesta de discutir, precisamente las cinco condiciones de la eficacia clínica,
en una suerte de presentación, mi libro "La novela clínica respecto de las cuales me extiendo en el libro que cité.
psicoanalíticá", que lleva por subtítulo "Historial de una La primera de ellas alude, precisamente, al modo según
práctica". Es en esta publicación donde doy cuenta in ex- el cual se van ordenando las propias éxpectativas ante
tenso de mi experiencia. Pero pienso que hoy, para quie- cualquier acto clínico en el que un operador va a incluir-
nes están más próximos a recibirse, como es el caso de se a partir de los datos, escasos o precisos, que sobre. ese
muchos de ustedes, resulta insuficiente el relato de lo que campo tiene. 'Esto es importante, las expectativas exis-
fueron esos comienzos. Las condiciones actuales son muy ten porque siempre existe una información acerca de lo
distintas, más difíciles, por muchas razones. que será esa entrevista, aunque esa información aluda a
Recuerdo que en Jos años '70, siendo yo profesor de esta un prejuicio, a un nivel más bien fantaseado.
materia, dos chicas y un muchacho recién recibidos de psi- Se trata de confrontar lo esperado con lo que realmen~ .
cólogos m.e pidieron alguna recomendación para entrar en te ocurre. Y gracias a esa operación, no quedar desconcer'
un hosprtal. Les pedí que me trajeran una lista de los diez tado cuándo Jo acontecido no se ajusta a lo p¡;evisto, cual, ·
hospitales que más les interesaban, algo que posiblemente quiera sea el grado de precisión o de imprecisión de esa
les habrá hecho suponer que yo tenía una gran influencia, expectativa. Es entonces posible tener una medida orien~ ·.< ·:;
cosa que para nada era así. Cuando vinieron con la lista, les tadora para una lectura que se pretenda ~línica con ciert~ '.;,o'F.'ii
propuse transformar la búsqueda de trabajo en un trabajo nitidez no confusional entre lo que se había previsto yJo .''.{.{·~
de campo desde una perspectiva clínica, no ajena a lo que que realmente está aconteciendo. Lectura que permite ajus' \~·i···r
había sido su formación, lo cual implicaba poner en juego, o tar pertinentemente el comportamiento clínico con mucha :;1·~'.·Í
al menos no desmentir, los conocimientos adquiridos en esta más chance de eficacia. A esta condición la denomino'S¡Uio' >,~
formación. Les sugerí que visitaran esos diez hospitales, no zás un poco ambiguamente- capacidad de predicción~y;Iió ,;:.e<,?!
tanto desde la perspectiva de una inserción en ellos, sino porque uno tiene que sobre imprimir sus expectativásrso~·'!r;C~
procurando averiguar qué ocurría con un psicólogo recién bre el campo, sino todo lo contrario, hacer el ajúste','éntré .i~'i!
recibido cuando pretendía iniciar su práctica hospitalaria. lo que uno esperaba y aquello con lo que se encuentra:'. @:·; · ·
Convinimos en que después de las tres o cuatro primeras En una etapa ulterior, ya más avanzadas la·s éntfévls~.::
entrevistas, conversaríamos acerca de lo ocurrido, espe- tas, advirtieron que el objetivo original de la foserci6~'t
cialmente de lo que les había ocurrido a ellos. h"cispitalaria se iba haciendo más accesible. Finalménte·;Jo\
En un primer momento no pasó nada desde el punto lograron, ajustándose a esta idea de transformar.Já-Ü>us!'
de vista de Ja inserción. No obstante -más allá de que queda de trabajo en un trabajo de campo, ld cual impÚcó· ...
;<:'.~J':-.:;;
T:EIUV/;J/JJO L!LLOA_

rne detenga en los li:r1eamie:ntn' _ , . """" . _ , ' __ -···


hospitales previstos. , ]' . ~ d 1 s generales
l ogia e 1mca, ues e a Persnect'va d · . • ,,,. de la~·-"'~ . .
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- • ' e m:u::1ucl ' ·~--"
Pues bien, este es en cierta form 1 espíritu lo que tico y sugiriendo poner en iuego 1'o·p·0·· · , . ·.~.. Jm.~ . ·· .
" oo o·mum ·"· .
quiero transmitir esta noche. Desde ya, hay muchos mo- teng.an adqui:rído ustedes en esta persn& e·
, .
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,.~c.1ve~·quli\'~-
i!!l)lá.
tivos por los cuales actualmente no repetiría para uste- s":puesto no es la un1ca, para es~ t:r'.'-~~ntó de:~
des aquel consejo. No sólo porque la oferta de profesiona- y vocac10nes en el contexto de lo. imciac10n profesim:i.ru:'~ff>!·.
les psi es mucho mayor -ése no es el principal obstáculo-- Dardo Turnas me comentó que muchos de ustedes·~~···.•··-''=
que como pretenderé poner en evidencia en mi charla- está tán enojados con el psicoanálisis. Tambien, en alguu~iif:;;,
mucho más relacionado con la articulación entre factores ocasiones, suelo estarlo yo, pero más que con la discipli~"·1f
vocacionales que mueven ·un cometido, y factores ocasio- na, con aquellos psicoanalistas que olvidan la importan~ · •..
nales donde, a título de oportunidad, ejercer tal cometi- cía de ajustar el principio básico de la abstinencia a otro·
do. De cualquier manera es cierto que la multiplicidad de principio básico,. sobre todo cuando el psicqaná1isis abor"
razones ajenas a la clínica, razone_s de nat"raleza_ s_o_cioe-_ da las cuestiones del campo social; el principfo de• Ia per•
conómica y cultural, afectan el desarrollo de las prácti- tinencia. Si la abstinencia se fi1ndamenta en todo lo qú:e
cas asistenciales tanto públicas como privadas, y hacen se puede hacer desde un legítimo no ha~er, Ia p:ertin:en-
ardua, por momentos, la sola ·intención de sostener una cia se ajusta más a aquello que sí es necesario hacer,. se~
perspectiva clínica que no resulte bastardeada por estas gún cúáles sean las condiciones del campo en las: euales :
incidencias extraclínicas. Ustedes conocen esos factores alguien pretende sostenerse como analista. To:do esto co-
que abarcan tanto los efectos negativos de la globalización, bra valor ei;r aquellas circunstancias en las que eI cii.nico
el asistencialismo como elemento político, y todas las va- ya no trabaja como "local", protegido por el ámbito al que
riables de prácticas comerciales en el campo de 1.a salud, está acostumbrado, sino que debe funcionar como· "vis]:
de modo que no voy a extenderme al respecto. .1¡ tante'', en un campo social que por la muitipli:cidad de
Pero sí me importa, en este punto, subrayar lo que en factores que lo componen suelo denominiÍ.r "campo de fa :
cierta forma acabo de introducir. Me refiero a cómo jue- numerosidad social", algo más abarcativo que hablál7 de
gan en el pasaje de una práctica estudiantil a una prácti-
ca profesional -y aún en la opción acerca de qué estudiar
J psicoanálisis de fas instituciones, como suele ser frecÚen:
te. En realidad, el término numerosidad social no: alude,,
o qué cursar-, Jos ya mencionados factores vocacionales tanto ¡1 las características del campo, sinu al he~h'O: qut?~!,:;
y ocasionales. Se diría que son estos últimos los que sue- trabajo de un analista en estos campos siempre implí.<:,~-~·
len prevalecer en las condiciones propias del contexto una· tarea con sujetos multiplicados, si bien está tra · · · ·
actual: Retomando entonces aquel consejo, bajo una for- jando, está operando, en el uno a uno de cada sujeto/a
ma conceptual -y admitiendo que mi propia eirperiencia que estO no responda explícitamente a una.deten&u:'
no puede tener sino un valor de orientación relativ~, di- modalidad téénica. Pero es ahí donde se apunta"' '
ría que la confrontación entre estos dos tipos de factores numerosidad·.social que bien podría Uamarsecbn· ·
no debe relegar ni desmentir la propia lectura clínica de dad de sujetos. ··~ ·
la realidad, no debe operar sólo por la vía de una estrate- Con frecuencia· afirmo que ser p·sieoama!is{
gia administrativa. Por lo cual entiendo corresponde que nada más que un rumor, . •.
pGr más títruos:y)m. ··
238 Testimonio de FERNANDO ULLOA TESTIMONIOS DE LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA 239

que se puedan exhibir. Ei caso es poder estar psicoana- Por otro, el de la clínica psicoanaiíticá, que de Ja mano
lista cuando es pertinente hacerlo. Y para ello, desde de la abstinencia pertinente se ha alejado de los legíti-
una perspectiva clínica, resulta importante no practi- mos caminos médicos; ya no se trata de.una clínka glo-
car teorías sobreimprimiéndolas en un determinado cam- bal, sino que privilegia el fragmento, puesto que es de esta
po, sino conceptualizar las prácticas desde el nivel teó- forma como suelen presentarse las producciones del in-
rico que cada uno haya logrado. Es lo que designo como consciente como puntos de referencia importantes para
el matiz pertinente de una abstinencia, lo que -como ya una lectura clínica. Tal es el estatuto de los sueños, los
señalé- viene a quedar situado entre todo lo que se pue- síntomas, los actos fallidos y otras tantas brechas por ·
de hacer cuando uno opta clínicamente por no hacer al- donde accedemos a esa "otra escena": Y si bien no se trata
gunas cosas y todo lo que hay que hacer cuando uno se de una clínica de cuidados, sino de transferencia, ésta
ajusta pertinentemente a las características que ese cam- requiere una cuidadosa atención, fundarrientalmente para
po demanda. En el campo social la abstinencia no queda no hacer uso de ella como poder personal. No es una clí-
torpemente definida en un ponerse al frente y guardar nica de prescripciones ni consejos, sino una clínica de
silencio. Es claro que en estos casos el psicoanálisis suele acto, de palabras con finalidad interpretátíva.-
pasar por el propio psicoanalista. Si tengo ocasión, algo Una vez establecidas estas distinciones, conviene te-
voy a decir al respecto más adelante. ner en cuenta que no hay linajes clínicos,_puros. Así; des-
Recuerdo que en la década del '70, segundo período de esta concepción de la clínica que no se atiene a la pu-
durante el cual estuve al frente de esta cátedra, propuse reza, sinÓ que considera lo pertinente de la intervención
cambiar su denominación por el de "Metodología Clíni- como un recurso instrumental en cada momento, quiero
ca", quizás en función de mi interés personal por el tema. proponerles algunos lineamientos generales de la meto-
Una metodología no sólo aplicada al psicoanálisis, aun- dología clínica que, según entiendo, pueden acompañar-
que obviamente no podía sino estar profundamente atra- los en este pasaje de la condición de estudlantes a la pro-
vesada por mi propia condición de psicoanalista. 1 fesionalidad sin desmentir, precisamente, sus fundamertc
Entiendo la metodología clínica como una manera de tos. Yo no diría que les va a ser muy directa y fácil:la.
.1
leer y procesar los datos de un campo en función de obje- aplicación de lo que vengo diciendo en esto de las ocac
1.ivos propios de la operación. Para situar sus bases, con- siones y las vocaciones a la propia práctica· de ustedes.
viene recordar que hay dos linajes clínicos. Sí diré que cuando hablo de todo esto lo estoy haciendo·
Por un lado, aquél originado en la medicina, donde la desde un ideal clínico, cuyos lineamientos más generales
~línica es holística y procura hacer una lectura global de pretendo transmitir. ·· .. · · ··· · ··- · '; ' ': é?·i1f;or~.i
los datos del campo. Cualquiera de nosotros, cuando ape- De .hecho ustedes, como clínicos, siempre se van·a,en":
.amos a un médico, nos encontramos con tres condiciones contrar con lo que llamaría la lectura ordenadora del\sU',!':"'
fundamentales de su clínica. La lectura global de nuestra ceder diagnóstico y la construcción conjetural del atonté•"''·~"~'
¡ cer pronos' t 'ico. · · · ·.-:1:~.(.'¡q,h_,__..·:-;c~,;::~-;
.,, ,,,,_.,. " ·.-.~:
dolencia, los suministros necesarios para nuestro cuidado
r prescripciones farmacológicas, o sea los medicamentos, El suceder es inherente al pensamiento deductivo,::;;;~0 ·
i los que se suman las recomendaciones o consejos a se- aquel que hace posible, a partir de princlpios: que dan!{·;:~
:;uir. Esta es la legitimidad de la clínica médica. cuenta de una situación determinada, hacer una' lecthi-a;:<
240 Testimonio de FERNAJIDO ULLOA
como un determinado tipo de actividades, un campo es-
diagnóstica. En cambio a un pronóstico se lo construye. pecífico del quehacer, sino que estoy enfatizango en la
Claro que aquí es importante hacer la salvedad que no se palabra vocación, una manera de hacer l;s cosas. Podría
trata, ni en la clínica ni, en general, en el pensamiento decir que aludo a una manera ética y eficaz de operar dí-
crítico, de dibujar un futuro preestablecido, sino que esa nicam ente, considerando que como clínicos -y \obre
construcción de hecho orientada hacia un resultado, se todo en el campo psicoanalítico-, no tenemos un proyecto
ajusta más a la idea del bosquejo. En el bosquejo el final para el paciente, pero sin embargo esa aetitud abstinen-
siempre tiene algo imprevisto, algo propio de todo acon- te-pertinente puede representar una mar;:a fuerte en ~a
tecer futuro. Claro que en ese final es posible reconocer construcción o el curso que el paciente haga de su propio
distintas marcas de lo que aconteció en ese bosquejo. proyecto. Sobre todo -y esto vale e_special;11e~te para el
Lo anterior resulta importante en relación al diag- psicoanálisis- cuando pensamos mas en _!;ex:m1nos de un
nóstico que cada uno de ustedes puede leer acerca de lo analizante que en términos de nuestro analizado.
que ha venido sucediendo en ustedes mismos en cuanto Sé que la palabra proyecto no es la i::alahra,~ás ade-
a la capacitación personal de la que han sido objeto, o de cuada en lo que. concierne al quehacer ps1coanal~tico. Pero
las que han sido sujetos, y esto no es poca diferencia, en la ocasión la encuentro suficientemente grafica para
sobre todo advirtiendo cómo ha incidido o no sobre us- esclare.cer lo que pretendo transmitir. Cuando hablo de
tedes. En todo caso, el acontecer pronóstico a construir proyecto estoy pensando en la incidencia,_tanto en el dí"
-ahora aplicado al pasaje desde la práctica de estudian- nico como en el clinado, de una actividad que esté regula~
te a la profesional-, estará radicalmente afectado según da por un deseo no traicionado como por-.un compromiso
cómo se hayan hecho jugar hasta ahora -y sobre todo que está más referido a los otros, a lo social. · · · ' : .
cómo habrán de jugarse en el futuro-, los factores oca- Encuentro oportuno insistir un poco JI1ás ~n est? del . _
sionales y vocacionales. suceder y el acontecer. Si el término si¿.ce;Ier re~mte a
Cuando hablo de factores ocasionales y vocacionales, sucesivo a la consecuencia de algo prev10, la impor-
no incluyo necesariamente en esa diferenciación una je- tancia d~l acontecer reside en su apela\:i?n a un nuevo
rarquía a favor de uno o de otro. Se trata sí de considerar linaje, a un registro inaugural, donde se jue~an efec,~ •::'.;:'•·
cómo se articulan ambos, cómo alguien puede o no trans- tos que apuntan al futuro, tanto para el clínico como
formar las ocasiones en algo más que una mera oportuni- para ·el clinado. :•. -,;.: ~ · ;~
dad asumida al costo de tener que ajustarse a las condi- En· este sentido, el suceder estaría más ligado·a la: di:: , .]:
ciones de la misma, o por el contrario, qué posibilidades mensión ocasional, en la que tenemos oportunidad de m:, · .; _
tiene de trabajar esa ocasión, de asumir esa tarea, de abor- cluirnos; en tanto el acontecer resulta más próximo_"!('}~, . ,' /~.••
dar ese paciente, tal vez en condiciones que se apartan vocación definida como ya lo he dicho, como mia-m:a:ner:t.. ,;.~·:,.
de las expectativas de ustedes, cómo pueden trabajar des- de hace; las cosas que prevalentemente. r~sp?ta'la ~~!TI1~;¿}'k~i
de una perspectiva clínica más ajustada a lo que entien- laridad del campo sobre el que operamos, aun cuando acepe._::...•::?_
dan por vocación. . te que las trazas vocaciona~es del operad(jr tienen·-ef~~tó·~_p·i:':'." :f¡
Debo decir entonces al¡¡¡o:'respecto de la vocación. Lo sobre ese campo. De cualqmer r:i:mera, es_a_ f?rm~ ~,e h~c~r ; >~
que estoy tomando en cuenta en relación con este térmi- las cosas regula la ardua relacwn entre no traicmnar '.et·: ·•.j¡
~
no no alude tanto a la tradicional perspectiva que la define
-. : '';- " y
242 Testimonio de FERNANDO ULLOA TESTIMONIOS DE LA CLÍNICA PSI~~ ;se:···.Ar··
AL,, ··· ··lT--(117
· · !lw ,•:~
deseo y no traicionar el compromiso, sin olvidar que de ese tren , y. recordó
. que a los .catorce·a-
. . -
nos un.campanero
ajustarnos sólo a la idea corsaria de nuestro deseo, como lo habia invitado a una ~ov1hzaci6n estudiantil. Enton- .
Edipo, vamos al muere. Pero si sólo nos ajustamos al com- ces, en ese recuerdo, se d10 cu~nta de que ése había sido,
promiso con el o los otros, es muy probable que la muerte posiblemente, el primer paso e :un proceso c¡úele>abrió
sobrevenga ... por aburrimiento. una visión del mundo y de sí mismo en ese mun~o. ul1
Esa clínica de la lectura diagnóstica y de la construc- paso que lo condujo a una decidida lucha contra los' na-
ción pronóstica, del suceder y del acontecer, es inherente zis, un francés de la resistencia. Así, desde ese presente
al pensamiento crítico, pero hay además en esta formula- que resignificaba el pasado y le daba coherencia, encon"
ción un término clave, que merecería nos detuviéramos tró la fuerza necesaria para construir un pronóstico dis-
largamente en él. No haré sino mencionarlo para ubicar- tinto al de morir en un campo de concentración. No sé
lo en este contexto. · bien cómo terminó la historia, pero en todo caso el
Si el suceder tiene que ver prevalentemente con el maquisard vivió para contarla. No cabe¡:duda que la fuer-
pasado, en tanto el acontecer se reporta a la conjetura, al te vocación como una manera de sef y de hacer, trans-
futuro, al conocimiento con él inaugurado, en el presente formó la adversa ocasión de aquel sµjeto.
clínico, en cualquier momento en el que se produzca un _ Deleuze, por su parte, define muy bien este tema del
acto clínico, se resignifica el pasado, se conjetura el futu- devenir, tan vinculado a lo que nos importa hoy.· "Alicia
ro -dimensión diagnóstica- y se construye la visión que -la del País de las Maravillas-" (nos dice) "es más gran:
desde .el presente se extiende tanto al ayer como al ma- de que cuando era más chica y más chica que cuando sea
ñana. Y con esto puedo introducir el término que consi- más grande ...". Como parangón no es i:p.alo, y hasta resul".
dero clave, el devenir. El devenir es algo esencial tanto en ta auspicioso en Jo que hace a la situación de aquellos que
la clínica psicoanalítica como en la capacitación de un clí- hoy son más grandes que cuando empezaron la formación.
nico, que va atravesando ocasiones trabajadas desde su universitaria ... y más chicos que la;dimenslón profesiO"
manera de ser, desde su vocación. nal a la que aspiran. ' _) <JiiJ< . ,,.
Tengo al respecto una anécdota que hace mucho me Desde este concepto del devenir, inherente a la clíIJ,i~>J:;/;
contó mi amiga Mimi Langer y que en ese momento ver- ·ca, y ubicados en el momento actual, pienso que les coLyf'i;
daderamente me conmovió, tal vez por haber tenido en rresponde a ustedes preguntarse cuándo se subieron r-::(f..Y'f\
mí un efecto de interpretación. Eran los tiempos difíciles qué fue lo que los subió- al tren de la psicología, ·en)IJ;ic ·
de la represión militar del los años '70. Se trata de la his- perspectiva de esa re.significación de la que hablani9s)•• '
toria de un maquis, de un combatiente de la resistencia Importa definir si lo hicieron en una situación pcasiQD;iJ,l .. ~ ••
francesa, que preso en un tren, va con destino a un campo o. si fueron Jos determinantes del deseo vocacionaJ:ql1~ :<;
de concentración. Piensa entonces que tendría mayores se jugaron allí. Sin esa perspectiva histórica, la VE!ci!~i:•~;.;
chances de salvarse si aceptara que si bien su situación ción se)nstala; si es posible acceder a esa historia,,.JJ,!l.~~¡
actual era desgraciada, tenía .cierta lógica el hecho de actitud hacia la construcción pronóstica puede :sef;·bas~
encontrarse allí, en ese tren, dada la índole de sus activi- tante distinta. · : '"':úü;;:r,,fü~:~,~j
dades y los riesgos asumidos en la Resistencia. Se pregun- <Estuve viviendo afuera por tiempdsae..___. la tiraníamilitaxii:'
- - . -.,.,., -·,;. ,
0
'J
:~--~·:r

tó, desde ese presente trágico, cuándo se había "subido" a época en la que tantos tuvimos que hacerlo. A mi xe¡fr:e.sp,~;;:~
~-.:_·:>{r11~jJ
formé parte del Movimiento SoHdiuib de Salud Mental. es cuestión en ella del dinamismo propio del malestar en
En algún momento, dentro de rrús adtividndcs, me ocupé de la cultura -este concepto freudiano a mi entender parti-
selecciona~ terapeutas para trabajar con familiares de víc- cularmente útil-, proveniente de la tensión que a nivel
timas de la represión y otros organismos de Derechos intra e intersubjetiva genera la doble condición'<de ser a
Humanos._ Los candidatos voluntarios ~nm muchos y se un tiempo hechura y hacedor de la cultura. En la mortifi-
trataba de hacer una buena selección; en .función de la cación, asunto sobre el cual no puedo extenderme aquí,
naturaleza delicada y ardua de una clínica necesariamen- ese malestar se ha trocado en malestar hecho cultura. En
te atravesada por la tragedia. Les preguntaba entonces esas situaciones se oye decir, de modo implícito o explíci-
.
a qmenes '
se proponían para la función,''<•n qué momento' to, más o menos lo siguiente: aquí las cosas fueron, son y
pensaban que se habían subido al tren de los Derechos serán así. En la mortificación, el sufrimiento ha hecho
Humanos o en todo caso, ·cuáles eran en su parecer los costumbre. Se diría que impera una luz•mortecina, a modo
antecedentes que justificaban el hecho de proponerse de conciencia de una situación donde d pasado, continua-
ahora para esta tarea. Se trataba de datos que revestían mente actualizado, se hace pasado continuo y anula tanto
para mí cierta importancia, en relaoi-ón con la coheren- el necesario-presente donde se resignifica el ayer, como
cia vocacional necesaria para uni')a.ctividad particular- el acontecer del mañana, es decir, anula el devenir donde
mente difícil. Coherencia' ideolói;Í~a -en el sentido más el tiempo fluye como fluye el pensamiento.· · ·. •. · \
·fuerte del término-, ~.a.samento pat• .na. capacitación Una situación de esas características, las de las neu~
eficaz y'aJustada a la etica de una tat~ c0mo la que nos rosis actuales, puede resultar una trampa mortal_ par~ el . ..
proponíamos llevar adelante. ·.. · e joven clínico -y aun para el clínico avezado- que ~nscn~~
Me doy cuenta que me he extendid~ inás de lo que me allí su práctica. Pensemos por ejemplo en un res1dei;ite .°,
había propuesto solamente mencionar entorno a este tema en un concurrente, con todas las motivaciones vocac10Iia' .
del devenir. y lo voy a retomar, puesto que me parece les y sus expectativas para aprove~har la ocasión,_ corit~l · .,
muy articulado, predsamente desde su.ausencia, con una dos sus recaudos éticos, que se ve inmerso en una cultu_i:-ª••<;.:~
figura de la psicopatologia freudiana pre-psicoanalítica, mortificada, por definición cultura corrupta Y c?i:iuj>~óta.E!~
las neurosis actuales. Freud las describió relacionándo- tanto de principios éticos como de deseos vocac10nales Y -; -:'l
las con trastornos de la economía libidinal, antes de po- también de actitudes solidarias. Este joven concurren:~. f
ner en marcha teórica y metodológicamente las posibili- te o residente, pero insisto que otro tanto cáb"<F~écir'd~ · ·
dades de la clínica psicoanalítica, razóñ por la cual esas alguien con más experiencia acumulada, au:ique_.~~- ·~~~. ·
neurosis parecían situarse por afuer:a de la transferencia corrupto pasa a ser i,m engranaje de esa s~t1la~10!,1:_?°,: ..:,1
y su posibilidad de análisis, Hoy no diríamos lo mismo; rrupta. Le resultará· entonces arduo lograr que 13: C~!!;~. ~
aunque es una figura aJgo"én desusf> resulta, al menos en dición novedosa de su preseneia dé cabidá al' presep.te;;,;,;¡
mi experiencia, una concéptualizaoi.(ín recuperable con necesario -al devenir'-' y haga posible que lá pjofeifül'.jr~?I
beneficio cuando se interviene desde una ·p"rspectiva psi·· nalidad se oriente hacia el oficio. · ·' · ·· : :• e:· ·:•:;?;~<;¿ ;¡
coanalítica en el campo social, específicamente en el tra- En seguida me ocuparé de esta profesió1_1 ad-vi:u~~d3:.• f
bajo con las comunidades muy morti!ÍCifda8, situación eme oficio, pero antes diré que encuentro con frecuenc1a.,la
defino en términos de "cultura de la~¡wrtificación".
.. . Ya ·no situación descrita, cuando me ocupo como

•.
246
Testimonio ck FERNANDO ULLOA TESTIMONIOS DE LA CLÍNICA PSICOANALÍTIC.4 z}ff .717
~~~~:::.'.:'....:=.:::...::=-=:::=.::::.o-=-=.:.=:::::.:::::=::.::.::.:.::.o.;:_~~~~-=..:..:..

de la salud mental de los equipos de salud -incluidos Vaya esta anterior referencia histórica a modo de in-
los de salud mental-. Lograr revertir la mortificación troducción del recorrido por las tres etapas que .considero
actualizada, es uno de los ejes de mi quehacer en ese fundamentales en este proceso de capacitación, cualquie-
campo Y con menor frecuencia, aunque la tarea re- ra sea el oficio, pero prevalentemente cuando se ~rata del
sulte particularmente importante, en los ámbitos de oficio clínico y por supuesto que habJo desde mi expe-
aprendizaje. .
riencia en la clínica psicoanalítica.
A veces, cuando ese trabajo tiene cierto éxito se Cada una de estas etapas se singulariza en función
.
crean en esas comumdades '
tan atravesadas por las neu- de determinadas características. ·
rosis actuales, bolsones más o menos protegidos, más Una primera etapa es la del noviciado. Correspon-
o menos acorralados, donde existen condiciones de de a los primeros pasos en el recorrido hacia la adqui-
prof~sionalidad que oficia, esto es, donde se diría que sición de una experiencia profesional. Aunque parezca
la vida pasa por ese quehacer. Precisamente porque curioso , es en el noviciado donde un' r sujeto' va adqui-
el ?fic10 es una manera de vivir. Y entonces ser engra- riendo, tal vez, su mayor urdimbre profesional. Una eta-
naje de un sistema corrupto supone comportamientos pa que resujta trascendente en cuanto a la economía
por momentos satisfactorios en cuanto a los valores de esfuerzos, a la ética, porque es el momento en el cual,
éticos, profesionales y ·vocacionales puestos en juego. para sostenerse desde su inexperiencia, el novicio pro-
Otr~s veces supone dudas acerca del propio compor- fesa a la manera de maestros y modelos vivientes, en
tamiento. Y otras veces un malestar que denuncia la un juego de identificación donde podiía decirse que él
contaminación de la corrupción. Pues bien, en esos es lo que en él hicieron esas identificaciones, tanto en
bolsones de oficio, si las cosas funcionan bien es fac- el sentido positivo como en el negativo, en función de
tible que esas cavilaciones que van de la satisf~cción a las marcas que se fueron estableciendo a, lo largo :del
la duda o.ª la franca incomodidad puedan ser impor- proceso de aprendizaje. Si bien estas identificaciones
tante motivo de palabra. El crear esas condiciones es constituyen andamiajes de sostén, la singularidad de!
parte de mi trabajo.
estilo que irá tallando este clínico no depende preva_-
Y ya que hablamos de oficio, voy a insistir a modo lentemente de estos andamiajes, sino de marcas. mu"
de mtro~i.:cción de lineamientos más precisos, en que cho más importantes y antiguas. Con ambas materiás ,
las condic10nes de hoy son bastante más difíciles que irá construyendo su singularidad. " .._,,.-¡iJ }
las de los años '60, cuando tomé contacto .por primera Cuando se tiene la suerte de escapar delefectq
!
vez con esta cátedra de Psicología Clínica de Adultos
también cuando lo hice por segunda vez, en los año~
atrapante de esas identificaciones, que en todo caso ·Pº" . '
drán funcionar como la marca en el orillo, pero nunca c9mo ·e,,·
70. No obstante, también teníamos nuestras dificul- el orillo de una marca, se accede a un período muy1átgo,.¡ .. fi
tades. Por ejemplo, fue un largo y arduo esfuerzo con- el de los amores teóricos, en el cual, más allá de la,~-~E'.3'.~st~'.~
s:guir la legitimación del ejercicio profesional del.psi- misiones directas y de las identificaciones con figura~;J.it':i'~
cologo, estatuto obtenido gracias a esas primeras ca- vientes, el sujeto se abre ~ la lectura: a la biblfo:gr~fí~t\j
madas y ª.las asociaciones y colegios en los que se fue-
ron organizando los psicólogos. u.niversal, acuñan~o ademas las propi,~s conce.p.t. u.,,a,lA~.ª.·...~.-~':"it
c10nes -que tendran o no estatuto te.Qnco, en t~~</~:~~so·.~
. _·.·,,.:,_··.·,~~~:~~~:;::~
. r·-·.
248 Testimonio&, FERNANDO ULLOA TESTIMONIOS DE LA CLÍNICA PSICO~ALÍTICA •
con el tiempél podrán alcanzarlo-, pero sobre todo se abre _Y hablando de estilo_, en ~odo caso del ~o propio; quie-
a la construcción de lo que suelo llamar las herramientas ro mcorporar algo que imphca apartarme en'de:rta medi-
personales y domésticas de la práctica clínica de cada uno. da de lo que vengo diciendo y luego retomaré:;:.-b;;¡j._,~:.:~ ..
No puedo extenderme demasiado sobre esta idea de las Ocurre que tengo el registro de haber olvidmi<Falgo
herramientas. También aquí remito al texto en el que me que quería decirles y que· debo estar juzg_ando como im-
vengo sosteniendo. portante. Es una sensación fuerte la de_esté momentO.
El período de los amores teóricos puede durar toda la Pero cuando la transmisión habla al azar de la memoria
vida y un problema fundamental en él, especialmente en y sus vicisitudes, pone en juego la temporalidad deLin'
lo que concierne al psicoanálisis, es el de las pertenen- consciente -de allí los olvidos, los actos-fallidos las ,re"
cias. Algunas de ellas son oportunistas, en la medida que peticiones, etc.-, es decir, pone en juego un campotrañs:
el azar determina la adhesión a tal o cual pensamiento ya ferencial donde ocurren estas cosas, este presunto o real
sea por una cuestión de época, ya sea por el nicho ecoló- olvido al que estoy aludiendo. Este es ef~recio que ·coro'
gico en que alguien ha venido a pertenecer. Tenemos en- porta una transmisión psicoanalítica d9J psicoanálisis.
tonces la sucesión de freudianos, kleinianos, pichonianos, · Si recordamos el modo en que Freud definía- fa:. transfe:
lacanianos ... , otros tantos profesionales que siguen atra- rencia, a partir de su famoso aforismo "repetir para no
pados en identificaciones, donde falta un trabajo sobre sí recordar", sabemos que también puede induir lo contra'
mismo y se configura un perfil curioso que doy en llamar rio, esto es, recordar en la medida que-se advierte la
iano -por aquello de freudiano, kleiniano ... -, el de una resistencia repetidora ...
clínica identificada con el rigor de la letra teórica y quizá En todo caso, este verdadero "exponercse", este ha:
también el de una práctica identificada con el sufrimien- blar al azar de la memoria y sus sorpresas, resulta algo
to y la invalidez del paciente, pero sin tener el operador distinto de la transmisión del psicoanálisis más ajusta"
clínico una fuerte presencia -algo ya señalado como im- da a un modelo académico, que de hecho tiene también
portante en el establecimiento del devenir. su legitimidad, donde precisamente se repite para· re:·
Aunque parezca un poco vago lo que digo, la práctica cordar, para fijar algunos conceptos nodalªs. Todo lo cual,•
demuestra hasta qué punto un clínico puede transformar- insisto, no deja de tener un legítimo lugar, y esto sin:
se en mero militante de una teoría, prácticamente sin crea- olvidar que su estatuto bien puede ~er el del recúerdo
tividad autónoma; es la teoría la que le otorga identidad encubridor. Claro que este encubrimiento además' de
y es en ese sentido que los amores teóricos siguen ope- tapar, funciona a la manera de mojón, de señalamiento ·
rando como soportes, como andamiajes, sin que haya al del yacimiento encubierto.
respecto un suficiente procesamiento personal. De todos modos, quiero decirles algo más antes'de"re2
En este sentido, en la medida que se produzca esa aper- tomar aquello de los distintós momentos en la capaéita'~
tura a la que nos referimos, es en esta etapa, la de los ción de un clínico, momentos que de hecho se vuelvenrá
amores teóricos, que tiene lugar el apoderamiento de la establecer cada vez que un clínico se enfrenta con unrcoS . ·""''e'"
propia singularidad por parte del sujeto, quien comienza nacimiento nuevo, con un proceder nuevo, en el "que' se
entonces a crear su estilo, del que pasan a ser tributarias inicia novato ya avanzado. Es decir, en cualquier mori1el1'
las opciones que va haciendo. to nos podemos encontrar repitiendo un noviciadó
,,,,-,
Ji:'Elnté
.
-
.
1
250 251

a un saber nuevo. Insisto en que estas digresiones ilus- posibilidad de ir al martirio, a menos que el excluido se
tran un estilo posible de Ja transmisión del psicoanálisis llamara a silencio.
y que todo estilo es, por otra parte, una manera personal Pues bien, esta es Ja palabra que quiero emplear. En
de proceder. Lo subrayo tal vez para que se reconcilien estas condiciones, lo primero que tien¿: que hac<lr un ana-
con el psicoanálisis como disciplina cuya presencia pue- lista, en cierta forma y aunque resulte equívoco lo que
de ir más allá de la situación bipersonal o bicorporal clá- voy a decir, es llamarse a silencio, es no predicar el psi-
sica, para extenderse al ámbito de Ja "numerosidad so- coanálisis. De hacerlo, seguramente va al martirio, no sé
cial", nominación que como ya dije, alude a que el tercero si el suyo propio, pero sí al menos el de Ja impertinente
corporalmente excluido de Jos dispositivos habituales, no práctica analítica. En todo caso, podrá hacer el intento
sólo está presente aquí como sujeto, es decir en cuerpo y de operar desde su condición de psicoanalista ajustado a
alma, sino que además puede estar multiplicado por tan- pertinencia. Operar de una manera q)!e le permita recu-
tos sujetos como estén presentes. perar su capacidad de interpretar cHnicamente. Tal vez
En ese contexto, el de trabajar en la numerosidad so- una clínica que no desmintiendo el psicoanálisis llegue a
cial, se da una paradoja que también, de hecho, encon- tener una opera11cia psicoanalítica no banalizada. Por ejem-
tramos aquí esta noche, una paradoja que acontece cada plo, interpretar en el sentido teatral,~como se interpreta
vez que un analista es convocado o tal vez tolerado, pero un rol. Interpretar la función de un analista -o aquella si-
pertinenfemente no es demandado en su idoneidad es- tuación ilustrada por el hecho de no predicar el psicoaná'
pecífica en cuanto a la instrumentación interpretativa. lisis, ilustrada por todo lo que no se hace-; por ejemplo, no
El análisis pasa entonces por sí mismo o, en todo caso, tomar roles complementarios, esos roles vacantes en el
está presente en Ja forma de asumir un estilo, de asu- ámbito donde está trabajando, sino interpretar simplemen; ·
mir, por ejemplo, este olvido al que aludo, este olvido de te un rol desde la abstinencia pertinente. Aquélla en fun:·
algo que iba a decirles. Es más, puede ser también el ción de la cual sabe lo que tiene y no ti~e que hacer -y que .
sentimiento de algo que aparece en mí bajo esta forma, no se corresponde con estar impertinentemente callad.QL.;
cuando ni siquiera alcanzó a tener el estatuto necesario Esta situación de interpretar un rol en el senticfo'
para una rememoración. actoral, de un modo prevalen te por lo que no se hacé; :•. ~
De cualquier modo, si un analista, en esas condicio- incrementa mucho otro nivel interpretativo como es . e!
nes, es convocado, es tolerado, enfrenta una paradoja, que se refiere a la lectura de un texto. Se trata, concreta·:'.
como decía, ya que no es demandado en sus funciones in- mente, de interpretar un texto, el que supone .ese .campo:
terpretativas. Esto reproduce cierta circunstancia que en qué dice ese texto, qué deja de decir,. qué co11tradic<0.J<t ·'
la Edad Media llevaba un nombre latino,partibus infidelis. escena observada. Es en esta circunstancia cionde ·pri:.a;· <'{
Se designaba así a la situación que afectaba a ciertos cu- nalista incrementa sus posibilidades de lectura, en;prü.:;;;;.t
ras díscolos, cuya opción por los pobres, o cuya solidari- mer lugar de aquello que a él mismo le acontece :-=por.;.e.íio.·;F.¡i
dad empezaba a molestar al señor de la comarca o a las digo que en esas condiciones el análisis pasa por uno ri:il~J~:\{
autoridades eclesiásticas. Éstas alejaban al rebelde pro- mo- y también la lectura de lo que en el campo está su.c.~;,i:J,¡:
poniendo enviarlo a predicar en tierra de infieles -de allí diendo. Es aquí donde, tal vez, la lectura debe P:one{!ll.ftjj
la designación latina-, misión que comportaba una alta acento en el pasaje de! suceder repetitivo al linaje;g.eJ:··:¡f
Tcstinionio de FERlilANl)Q ULLOA TESTIMONIOS DE LA ' ·
CLINJCA PSICOANALfTiéA)
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.. z5s:§c''.f;!~ > ':

acontecer abriendo otra perspectiva. El analista tiene concebir la práctica psicoa11alíti . ~ ·- --"--'..?::_:~S:::·. ~~~-~;}~
entonces Ja chance de aproximar las palabras pertinen- cial, mostrando posibles camino": ;;a~-,:,''?'me~dad
1
:a.o; .:. . 3;;;\
tes para decir acerca de lo que ahí ocurre. Este d.ecir con- ca de ustedes en otros campos q' ue l 'd l lDl!<!tt:ió!l ~~' ' '•,e(ff¡
-
dccir. b', . os e consw!orfu"·"'- . ··.:•""
figura UT1a estritctura h(tblada de lo percibido que es la 1 que tam ien pueden pensar en el campo'ooclftl¡,,!;!,:,~.~-,,:_\;ijl
manera como se define una interpretación psicoanalítica Sigo entonces con lo que -venía desa:?rollandot·~ll;t~::~'.~;,.:.?,;~
pertinente, en este caso referida a lo que ocurre en un Al noviciado y sus identificaciones, decía ~-1 ';~-. ·_ .;.;,~,¡:+;~./;'~. _~"':'f'-·
campo y no a un sujeto en particular. , d d 1 t , . 1 ' e ·Blglílha!,_,-·::l'(,
per10 o e os am~res eor1cos, a o ~arg<[.del Cual ;_.-_un·o'tfd:~~I~'-_"·
Tendría que agregar que en estas condiciones que ha- lo que hace. En cierto modo, las digresiones anterior-<•.·::··"
cen al análisis planteado en el contexto de la numerosidad 1·¡ ustranan
• .
prec1samen t es
e es t o, en cuanto al estilo y:a"lif\~~-:
social -algo que en cierta forma está presente acá-, con transmisión, en relación con el arduo pasaje de 1á pré.c:.·:::J.
el compromiso personal, con ese exponerse, uno logra tica novicia a la condición profesional. ' ,.;,u · : :.,,:¡~~
tal vez crear una condición de resonancia íntima que Esta condición de ser lo que uno hace puede exten- ·~~:~
tiene llegada no tanto a la estructura formal, colectiva, derse a lo largo de toda una vida, ya se-trate del oficio ·•,j
sino a Ja singularidad de cada sujeto_ En última instan- psicoanalítico o ·de otro. También sucede que en deter' -_~l
cia, el psícoanálisis en u11a situació11 colectiva opera siem_·· minado momento alguien entra en crisi(_con lo que hace ·'
pre sobre los sujetos multiplicados en la numerosidad. y se cuestiona pensando que esto será así hasta la muer-
Mencioné al pasar el término resonancia íntima, algo te_ Se trata de algo que ocurre en todo o}icio que se pre-
que en realidad aparece cuando ha retrocedido la inti- cie de ser vocacional. '-- ·
midación que puede impregnar, tal vez inadvertidamen- Esta crisis se corresponde con algo que denomino el
te, un campo social. Quizás el beneficio de ese hablar al período del desierto_ Hago así referencia•a] desierto que
azar de la n1emoria y sus ·vicisitudes, quizás ese campo en la Edad Medía -o quizás antes, de hecho a;,tes- los
transferencia] de ida y vuelta que se va dando entre anacoretas elegían como refugio para med_itar. En el con-
quien se expone y aquellos a quienes se expone -se tra-· texto que·- nos interesa, puede tratarse de un desierto
ta, insisto, de un campo transforenciaI de ida y vuelta acompañádo, donde el sujeto comienza a recorrer su pro-
donde tal vez el mayor sufrimiento sea el de quien in- pia memoi:ia,i sus propias huellas, las de su historia y
tenta decir algo acerca de lo que ahí acontece·-, es que. cobra especi_al-relieve la cuestión del propio análisis,
va retrocediendo esa intimidad y se crea la necesaria tema ahcuaT no me he referido aquí pero que resulta
resonancia íntima para que aquello que alguien dice en- fundamental?'quedó en cierta medida ilustrado por esa
cuer1tre una resonancia, en coincidencia o e11 disjd.en· paradoja·:ailaique me refiriera, aquéila donde el analista
cia 1 llUe su1)ere las co11dicio1Jes de predicar eJ1 e-1 cles1er- es ~o.ri~Oca.~?.1Jl8~0-;n.o d?mandad~, situación q11e compor~
to. lJn. desierto IJ_o solarner.tte de oírlos sordos, sino y er1 ta un. c1erto, ~ufr1m1e:nto en st.1 rol y dond.e el análisis pasa
g·e:r1eraJ; un desierto 1rLt1o::loº por sí íffi_~~~~~~í?.lt0rfi Riviere solía decir q.ue la coi1duc·"
Poclría extc.r1derrne pero te:ng·o q11e i+~n,_ta de ·toda:r::n.~~t1acióx1 legitim.gme11te J::lsicdá:nalítics: tan1_·-
q·ue ven.fa ·plE1.r1tc.a11d.o f'.:T1 ::-uax1to a los n1ome:ntos e~n el ofi- biér1 · --
1
cio< '1 al vez sin. proponérrnelo n111y exp'lícitan1entei Lodo que e:stilo et\,.
esto resulta Inás bie11 una· ·n1ostracióu. de rni I11a.nera de dE'.;~~j¡f~~'~•b1los r0.e11via a cs·l-iÚ$te,·-e'J i tri:.Irr.iénto
118
254 Testimonio de FERNANDO ULLOA TESTIMONIOS DE LA CLÍNICA PSICOANAL:7';Í:Tl~C::°'.A:-'-.-."""-'"·-~z-':'5"'5¡¡¡
....¡¡¡-·-¡¡¡·iíiiii"i?iillifl?I

con el que se escribieron las primeras letras en Ja arcilla. remite a las pqlabras de un monje sajón de[s. XII, Hugo
En este sentido, podemos decir que en esta tercera eta- Saint Víctor, curiosamente la inversa del célebre escri-
pa, en este período del desierto tal vez, recorremos las tor francés, Víctor Hugo. Este hombre dics:. "Aquél que
letras de la propia historia con ese estilete, a la manera ama y necesita su tierra natal, aun es débil". Está 1¡,laro
de aquel maqúis que se preguntaba en qué momento se que Jo de débil no es una descalificación, sino una legiti-
había subido a ese tren y desde esa pregunta resignifica- midad. Podríamos situar en· estos térmiños el período
ba su pasado y abría ciertas conjeturas sobre su accionar del noviciado y su legitimidad, el período -que ustedes
futuro. De ese desierto volvemos cambiados, con un esti- están viviendo, donde todavía es necesaria .e..sa tierra na-
lo propio; yo suelo afirmar, con cierta contundencia en la tal, protectora de la identificación, y de hecho de los
formulación, que volvemos con un oficio -y un oficio es claustros. Después agrega: "Pero aquél para quien todo
una manera de vivir. el territorio es propio territorio, es más ,f~me". Pode-
A esta tercera etapa no siempre se puede acceder. A mos situar aquí ese largo período de loscamores teóri-
veces creemos haberlo logrado y los hechos nos demues- cos, donde uno se afirma en lo que hace, donde uno, en
~ran que no es así. Parece utópico que intentemos en ella el hacer, es más local que visitante. Y por -óltimo afirma:
ya no ser lo que hacemos, sino hacer lo que somos. Una "Pero es perfecto (lo de perfecto pareciera remitir a la
diferencia e,n función de la cual la muerte ya no figura condición de monje) aquél para quien todo·el territorio,
como algo instalado, es decir no vivimos hacia la muerte todo el planeta es extraño". Se dijera que- alude así a
sino que -al menos como pretensión-, procuramos vivir quien no zozobra en la costumbre, en el hábito, y man-
hasta la muerte. Todo esto, claro está, con un poco de suer- tiene la curiosidad por saber, sin dejar queJ::a cotidianei-
te. En esto consiste ese hacer lo que somos. dad vele el campo. Pero tampoco retrocede ante lo que
Estas cosas parecen un tanto ideales, pero diría que resulta muy diferente de su saber establllc~do .. Si en el
no se trata tanto de ideales como de intenciones. Es que primer caso lo cotidiano no vela, en el segundo no veda.
el psicoanálisis, sustancialmente, es una intención. Lo Es así que el saber curioso resulta de un especial valor
es la asociación libre, en rigor imposible, lo es la tensión en lo que hace a la clínica.
libremente flotante que también merece el mismo califi- En el curso de estos últimos años, me estoy ocupando
cativo. Mas la intención de hacerlo es lo que hace a la de la crueldad desde la perspectiva clínica psicoanalíti-
diferencia, que hace a la calidad de una situación psico- ca, sobre todo de ese saber que es el opuesto al saber cu-
analítica. Bien puede caberle a las afirmaciones ante- rioso, me refiero al saber cruel. Un saber, debo decirlo,
riores el carácter de intención de una manera de vivir el que mal puede llamarse saber y que a veces· atraviesa los
oficio. Intención que en todo caso, también aquí, hace a actos terapéuticos, aún Jos psicoanalíticos. -
la diferencia. Muchas veces convivimos con la crueldad sin darnos
Hace poco, leyendo un texto de Graciela Esperanza, cuenta, es una convivencia en conniuencia;]érmino este
que reúne siete u ocho entrevistas a distintos escritores que en rigor significa ojos cerrados y aun guiño cómpli-.
europeos y americanos bajo el título "Razones intensas" -li- ce. Como clínicos tenemos que estar muy.r:"Jtentos, pÓrc;.
bro que les recomiendo- encontré algo curioso en rela- que con frecuencia nuestra propia disposición a la cn1~l'.
ción con lo que estoy diciendo. Se trata de una cita que dad, disposición que bien puede decirse es ----universal'en.,
• ;• .-. ;-¡_,_ ,_._'
. ,,~~lii'~i~.~.·-
grados distintos de latencia o de actividad en todo suje-
TESTIMONIOS DE LA CLÍNICA PS!COANALfT!CA · \ ' , , ,,: ,
257~:"'~'
to, aunque ni cabe aquí desarrollar en extensión el tema , Cuando en 1960 me h. · ·. ·. • •:;+•'"'.:',::•. ,
' , . ice cargo de esta,c¡i•...,,¡....; •·. • .. ·;., - ,
genera en nosotros verdaderos escotomas, puntos cie- fue en el 61, pense que me gustan' , · . , .~........ ""'QWU.,:. '.,
gos en función de los cuales no advertimos nuestra pro- clínicos que se parecieran mucho a auncontnbwr , " -""""', ;;t'.
· . . ; a,~o~~/' •"
pia arbitrariedad cruel. , conoc1"d o t.iempo an t es, cuando era personl!Jeqtteha···
bia m'tl. · , ', . -·· ··· · .. ····'
~,:, ••· '
. . . . . , " ioo.rocl~fi: ·~
En todo caso diría que el saber cruel, con diferentes c1b1do en el Hospital P1rovano. 1:- ese h<lspita.l~:U~góY ,_
grados de intensidad, tiende a excluir, odiar y también hombrhe qube vedma de c:na comumdad agraria;Clltramei'{
llega al extremo de desplegar diferentes formas de elimi- te un om re e consejo No era sacerdot"~ · ,_ ,, ,,,. ~
. . ; . '" no:era•polí
nación:, Elimina al otro de la condición de prójimo o de la CO, no era med!CO, era SI, tal vez Slll advertirlo;' bastán
cond1c10n de sujeto humano y también -y de esto hay so- poeta. El vino a morir al hospital gravem.ente enferfu
brados Y próximos ejemplos en nuestra sociedad-, lisa y Con el tiempo, esto lo relato en la Novelp. Clínica'' ter-"· -
-
..
-~ ._,' ""
llanamente lo elimina de la vida miné llamándolo don Pascual. Una suerüi de síntesiií'.d~'<•'
De cualquier manera, esto no es sino un paréntesis distintos personajes de cuya maestría por-aquellos años ·
para afirmar que en ese tercer período, cuando todo el me fui beneficiando. Tal vez correspondían' a esas iden-' \, ..
P_laneta se hace extraño en el decir del antiguo monje sa- tificaciones propias del noviciado. .•
1 A poco de su llegada comenzó a tener una curiosa in:
JOn que pretendo recuperar: en la mostración de lo que es '
el afianzamiento del saber clínico, debe prevalecer el sa- 1
fluencia sobre sus compañeros de sala, también se aproxi-
ber curioso. Me importa destacar en la palabra curiosi- maron bastante al comienzo algunos de los integrantes
dad su cercanía -no necesariamente etimológica- con la del plantel de enfermería, de mantenimiento, de limpie-
palabra cura. No hay cura psicoanalítica sin el desplie- za, y luego empezó a llegar gente de su pueblo a verlo.
gue de la curiosidad. Esto era más ocasional. Como dije, se trataba de un hom-
Y hablando de curiosidad como motor del saber tam- bre de consejo en su comunidad, se diría 'un hombre sa-
bién cabe, aun brevemente, consignar tres moment~s. Un bio. Los días que yo estaba de guardia en el hospital solía
primer momento en el cual, frente a un conocimiento ex- ir a charlar con él, y en ocasiones tomaba,~puntes sobre
traño, tendemos a confundirnos, y eso puede llevarnos a lo hablado. Notas que quedaron perdidas y que un día,
rechazar nuestro interés; un segundo momento, cuando bastantes años después, cuando me hice cargo por prime-
ya se ha dado la coincidencia de algún fragmento de ese ra vez de esta cátedra, más que releer fui reconstruyen-
nuevo saber con el nuestro y tendemos a velar todo lo do. En esa lectura-rememoración se füe dibujando la pri·
nuevo, reduciéndolo a esa suerte de comprensión que ya mera enseñanza, al advertir que prácticamente yo no ha-
en otro momento identifiqué con el diagnóstico prematu- bía registrado sus palabras, pero sí el recuerdo de lo's
ro. Es claro que ahí se pierde lo valioso de lo distinto. pensamiento~ que promovía en mí su sabiduría. Para un
Superados esos dos obstáculos, el saber curioso no sólo oficio clínico; sobre todo en función de transmisión,. en
penetra lo nuevo, sino que lo nuevo, lo distinto, nutre v cierta forn1a la transr:nisión fi)Cu.rre en acto
enriquece lo ,nuestro. " nico, esto resulta importante. No es impot-
,,
Bueno, voy a ir seleccionando algunos temas porque tanteJo que un analista dice, como que promueve, y en
se acaba el tiempo. eso se afirma la condición de analizante del que es s'ujeto
de un análisis. Pero insisto que esto es imporlante en una
258 Testimonio de FERNANDO ULLOA TESTIMONIOS DE LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA 259

transmisión y ojalá ustedes no tiendan a anotar lo que yo La segunda es la actitud no normativa. ¿Qué quiere
digo, sino más bien las cosas que en ustedes se disparan decir esto? Se trata de no quedar ubicado;respecto del
como propio pensamiento. paciente, en una posición superyoica, normativa, lo~ual
Entonces, a partir de aquellas notas y lo que fui evo- no equivale de por sí a transformarse en..-Un cómplice.
cando,, sobre todo de lo que fui evocando, organicé las que Fundamentalmente, esta actitud no normativa permite
di en llamar las cinco condiciones de eficacia clínica, que evitar un diagnóstico prematuro, deja abierta la alter-
me parecen bastante importantes en este intento de trans- nativa de una comprensión más abarcativáY certera que
formar el pasaje, no solamente a una práctica profesio- la del diagnóstico precoz. El diagnóstico prematuro pue-
nal, sino del noviciado a los amores teóricos, en el reco- de ser clínicamente catastrófico, en la medida que a par-
rrido que hace al oficio sin desmentir la clínica. Un reco- tir de una pequeña comprensión de lo que muestra el
rrido en el que se pueden reconocer esos distintos mo- paciente, tal vez una comprensión legítimá, podemos ta-
mentos signados por ser lo que nos hicieron, resultado de ponar toda otra posibilidad de acceso. Cuando hablé del
nuestras identificaciones. Ser lo que hacemos, algo que saber curioso, hice referencia a esta éuestión.
en sí ya es un buen logro y que en algunos casos abre la Algo de esto debió haber ocurrido con aquellos jóve-
posibilidad de hacer lo que somos, en tanto asunción de nes psicoanalistas que recorrían los hosp}tales y que
un estilo clínico personal, por cierto elaborado, y al· ser- frente a los primeros elementos con los que se encontra-
vicio de aquél de quien clínicamente nos ocupamos. ron tendían hacia un diagnóstico de compr-ensión total
De la primera de esas condiciones ya hablamos al co- negativa, que obstruía las posibilidades de~seguir leyen-
mienzo, cuando me refería a esos muchachos recién re- do toda la riqueza de lo que allí ocurría.
cibidos que querían entrar en un hospital. Se trata de Esta cuestión es muy importante porq€_~ coµstituye,
organizar las propias expectativas acerca de lo que va a además, uno de los fundamentos del pensamiento críti-
ocurrir, algo muy importante que suelo llamar capaci- co. Cuando queremos hacer un debate de .id,eas, convie-
dad de predicción, pero que no supone un condiciona- ne dejar de lado las más férreas convicciones y conside-
miento, sino precisamente una confrontación entre aque- rar los papers mejor organizados, los más canónicos, sólo _-."-'

llo que uno pensaba que iba a ocurrir y Jo acontecido, a título de borradores, bosquejos susceptibles de ser en-
que por lo general es diferente. Esta confrontación tie- riquecidos por otras lecturas además de la propia; Di-
ne el valor de una medida -medida clínica- que nos ubi- cho de otra ma'nera, se trata de no pretender practicar· ó
ca en lo que está ocurriendo, sin confundirnos ni imponer teorías que opaquen y distorsionen el campo.'a
desorganizarnos. En esto reside su importancia, porque explorar, sino de resignificar, de conceptualizar la prácc
cuando nos desorganizamos no sabemos a qué atenernos tica a partir de la excelencia teórica adquirida, cualquiera
Y entonces nos atenemos a las consecuencias -posición sea el nivel que ésta adquiera. En la lectura de un cam"
cercana a la del idiota tal como la definieron los griegos. po clínico las mejores teorías se diría que funcionán alá
Así considerada no constituye un insulto ni un cuadro manera de los restos diurnos, tan útiles pai·~ abordar ,·····é".,,"'":;
neuropsiquiátrico, sino una alineación momentánea don- compresión o al menos la exploración de un sueño: . ,
de alguien, no sabiendo a qué atenerse, termina atenién- Insistiría en el hec.ho que adoptar esta po~ición impli;;, ; ' ·
dose a las consecuencias. ca tender difícilmente a dibujar un pronóstico. En'todÓ~":;f:~;;§;t'
260 Testimonio de FERNANDO ULLOA TESTIMONIOS DE LA CLiNICA PSICOANALÍTICA 261
caso. desde el pensamiento crítico y desde la clínica psi- distinta de pensar la utopía, en otros términos que los
coa;ialítica, que también supone un proceder crítico, po- que la definen como algo sin lugar, sin tópica hoy.
demos ir bosquejando un acontecer que rompa el suceder Este negarse a aceptar lo que niega -oculta- las ;,faU-
d!agnóstico repetitivo o cristalizado. En esa posición de sas del obstáculo, configura una suerte de utopía con tó-
ir bosquejando,
.
uno se encuentra ' tal vez ' con un resulta- pica hoy, no en un mañana deseado pero tal vez
do sorpresivo que incluye sin embargo muchos elementos imposiblemente distante. Sin embargo, con esto no des-
del bosquejo -algo muy diferente de pretender dibujar un merezco el antiguo anhelo utópico que mueve a los hom-
resultado determinado. Este último, además de no ser bres, pero es cierto que es más factible arribar a ese ma-
posible, tampoco resulta acorde con una pretensión ética ñana, a esa construcción pronóstica en tanto ese negar
re~pecto del paciente; de él siempre es el proyecto que sea negar lo que oculta. Se trata entonces de, un acto diag-
ah1 se Juega y la proyección pronóstica. nóstico, en el sentido más fuerte.
La tercera condición -voy a abreviarla dada la esca- Finalmente, y también de una manera breve, la quinta
sez de tiempo-\ se refiere a las contradicciones dadas condición se refiere al vínculo entre teoría..y práctica, en
en cualquier discurso, incluso en el mío de este momen- este juego en el qiie aquel uno es lo que hace; llega a trans-
to. Es frecuente, de una manera más o menos notoria formarse en uno hace lo que es. Algo que sería ilustrable de
advertir algún aspecto a interrogar en él desde esta con~ una manera sencilla. En efecto, algunos de ustedes me co-
tradicción, algo que resulta importante en una lectura nocen bastante, otros muy poco y algunos me ven por pri-
diagnóstica. Suelo denominar a estas contradicciones re- mera vez. Es algo que suele ócurrir en un consultorio, don-
laciones ir¡,sólitas de un paciente podría decirme, "Doctor, yo no sé nada de
· Como.les dije, ~o me puedo extender mucho al respec- usted". Y esto en rigor es cierto, no sabe nada, o DJUY poco,
to pero son puntos del discúrso que en su contradicción de mi vida personal. Pero yo también podría decirle, "Bue-
abren brechas importantes en la lectura. no, yo soy lo que estoy haciendo con usted, y sobre todo,
La cuarta condición es casi utópica en tanto supone pretendo hacer lo que soy". Ésta es una con..dición esencial
definir el obstáculo por lo positivo, por lo que resulta ser en la eficacia clínica. Uno es lo que dice, por lo menos pre-
Y no por lo que no es. ¿Por qué utópica? Porque se trata tende que así sea, casi como un sello personal de toda prác-
de no negar aquello que niega la realidad. Es esto un do- tica que afirmada en esta condición es práctica firmada.
ble juego inverso al habitual de la renegación, aquella que Para terminar, diría que desde esta perspectiva que "
además de negar, niega que niega; En función de ésta se trato de poner en evidencia -o quizás sólo de sugerir-, en
niegan, por ejemplo, las condiciones hostiles en las que el juego de los factores ocasionales y vocacionales, tal vez
se está viviendo, y además se niega que se niega. Se gene- resulte más fácil que la vocación no quede apresada en
~ª .así un~ verdadera amputación del aparato psíquico que una ocasión adversa, sino que logremos marcar nuestras
CleJa al SUJeto, como ya lo dije, en la posición del idiota, de propias trazas en cualquier ocasión.. pero no "en ocasió_,n_""'
º

aquél que se atiene inevitablemente a las consecuencias cualquiera ... "º Muchas gracias. .. "~~~~
porque no sabe a qué atenerse. 1

Fer[;~~:í~
1-
·. · Todo esto, que se incluye en los lineamientos genera- Lic. Dardo Tu.mas: Muchísimas gracias
les de la metodología clínica, aproxima una manera
Realmente ha sido un placer111 -e \~ ~...~.z:·'',,,·i··.
.

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