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Bolivia atraviesa una crisis desde las elecciones del 20 de octubre, cuyo
resultado rechazó la oposición, frustrada por la falta de apoyo popular a su
proyecto. La oposición es bifronte: republicanismo lavado de antipolítica y
ciudadanismo, y ultraderecha religiosa empresaria. El feminismo indígena
tiene críticas a Evo, pero defiende el proceso iniciado por el MAS en 2006,
del que se sienten parte. El temor es que la violencia desatada desde sectores
racistas y fascistas termine en el crecimiento justamente de los grupos
antiderecho.
Por Vanina Escales para LatFem
Las elecciones en Bolivia dieron a Evo Morales ganador en el conteo oficial, por
10,5% de diferencia con el candidato de la oposición, Carlos Mesa. Los primeros
datos del escrutinio hacían pensar en la posibilidad de una segunda vuelta, de ahí
el envalentonamiento de Mesa y los sectores de derecha neoliberal liderados por
Luis Fernando Camacho para condenar los datos, denunciar fraude y empujar al
país a una crisis política, con altísimas dosis de violencia y más de dos semanas
de huelga. El vicepresidente Álvaro García Linera invitó a los sistemas
internacionales que quieran auditar el conteo que se acerquen a Bolivia a
hacerlo. La OEA concluyó que hubo irregularidades en los comicios en Bolivia y
Evo Morales convocó a nuevas elecciones. Luego en la tarde del domingo
renunció a la presidencia.
La oposición se mantiene en una posición intransigente y de amenaza a la
democracia y las instituciones a las que no pueden llegar a través del voto.
No aceptan las auditorías externas, ni la –innecesaria– segunda vuelta, solo
la renuncia de Evo y el fin del proceso social y político del que Evo y García
Linera son cabezas visibles, pero que es producto y está sostenido por un
vasto tejido de organizaciones sociales plurinacionales.
Carlos Mesa ya fue presidente de Bolivia, cargo al que llegó desde el riñón político
de Sánchez de Lozada, el fugado expresidente hacia los EEUU después de una
masacre. Su posición es la de un equilibrista que convoca desde la antipolítica gris
y el ciudadanismo republicano. A Luis Fernando Camacho le dicen “El Macho”, es
un líder civil del Comité Pro-Santa Cruz, una agrupación de empresarixs,
entidades vecinales y laborales de derecha. Camacho redactó él mismo una carta
de renuncia y voló a La Paz para que el presidente Evo Morales la firmara.
Las y los militantes del MAS han salido a las calles a marchar, a defender el
gobierno electo y el proceso iniciado en 2006. Las agresiones que enfrentan
–golpes y humillaciones– tiene muchos frentes, ya que estos grupos
armados responden a diferentes fuerzas de la derecha, envueltas en estos
días en la disputa por quién lidera el golpe de Estado. Entre quienes piden
que se respete el resultado de las elecciones están las bartolinas, las cientos
de miles de mujeres organizadas en la Confederación Nacional de Mujeres
Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia -Bartolina Sisa. Días atrás
marcharon en Cochabamba y un grupo se mantiene en vigilia en La Casa
Grande del Pueblo, la sede del Ejecutivo, para protegerla de grupos
violentos.
Para muchas feministas populares, el gobierno de Evo no terminó con las políticas
extractivistas ni con la matriz capitalista de la economía del país ni con los contratos con
las transnacionales. Sin embargo, salen en defensa de un proceso que les pertenece. “Si
no hubiera habido este proceso no podríamos haber reconocido el racismo, el fascismo,
la explotación. Entendemos que falta, pero reconocemos las transformaciones”, dice
Guzmán. Esas transformaciones, aunque no todas, implican que las wawas tengan
educación y puedan llegar a la universidad, una hipótesis imposible quince años atrás.
Al mismo tiempo que las feministas indígenas defienden un proceso del que
forman parte como organizaciones sociales, rechazan consignas de la antipolítica
como “son lo mismo”, que provienen de un sector del feminismo que pide la
renuncia de Evo. A ese feminismo, las indígenas lo llaman colonial, “porque las
feministas no estamos por encima de lo que está pasando, hay una pugna por un
proyecto político que hemos construido y necesitamos posicionarnos ante el
proceso, con un feminismo situado e interseccional”.
https://latinta.com.ar/2019/11/bolivia-feministas-indigenas-rechazan-golpe-estado/