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Bolivia: las feministas indígenas repudian el golpe de Estado

11 noviembre, 2019 by Redacción La Tinta

Bolivia atraviesa una crisis desde las elecciones del 20 de octubre, cuyo
resultado rechazó la oposición, frustrada por la falta de apoyo popular a su
proyecto. La oposición es bifronte: republicanismo lavado de antipolítica y
ciudadanismo, y ultraderecha religiosa empresaria. El feminismo indígena
tiene críticas a Evo, pero defiende el proceso iniciado por el MAS en 2006,
del que se sienten parte. El temor es que la violencia desatada desde sectores
racistas y fascistas termine en el crecimiento justamente de los grupos
antiderecho.
Por Vanina Escales para LatFem

Desde 2009 en adelante, la región latinoamericana está tensionada por golpes de


estado de corte institucional, fogoneados y traccionados por quienes no pueden
ganar elecciones por medio del apoyo popular. Desde Zelaya en 2009 en
Honduras a Dilma en Brasil en 2016, sus gobiernos fueron reemplazados por
simulacros de democracia. Ahora llegó la amenaza para Bolivia. El contexto social
y económico de la región, una de las más desiguales del planeta y con millones de
personas sumergidas en la pobreza, lleva a la pregunta de cómo medir la calidad
democrática ante la avanzada neoliberal, por vías en muchos casos ilegítimas.

Las elecciones en Bolivia dieron a Evo Morales ganador en el conteo oficial, por
10,5% de diferencia con el candidato de la oposición, Carlos Mesa. Los primeros
datos del escrutinio hacían pensar en la posibilidad de una segunda vuelta, de ahí
el envalentonamiento de Mesa y los sectores de derecha neoliberal liderados por
Luis Fernando Camacho para condenar los datos, denunciar fraude y empujar al
país a una crisis política, con altísimas dosis de violencia y más de dos semanas
de huelga. El vicepresidente Álvaro García Linera invitó a los sistemas
internacionales que quieran auditar el conteo que se acerquen a Bolivia a
hacerlo. La OEA concluyó que hubo irregularidades en los comicios en Bolivia y
Evo Morales convocó a nuevas elecciones. Luego en la tarde del domingo
renunció a la presidencia.
La oposición se mantiene en una posición intransigente y de amenaza a la
democracia y las instituciones a las que no pueden llegar a través del voto.
No aceptan las auditorías externas, ni la –innecesaria– segunda vuelta, solo
la renuncia de Evo y el fin del proceso social y político del que Evo y García
Linera son cabezas visibles, pero que es producto y está sostenido por un
vasto tejido de organizaciones sociales plurinacionales.

Carlos Mesa ya fue presidente de Bolivia, cargo al que llegó desde el riñón político
de Sánchez de Lozada, el fugado expresidente hacia los EEUU después de una
masacre. Su posición es la de un equilibrista que convoca desde la antipolítica gris
y el ciudadanismo republicano. A Luis Fernando Camacho le dicen “El Macho”, es
un líder civil del Comité Pro-Santa Cruz, una agrupación de empresarixs,
entidades vecinales y laborales de derecha. Camacho redactó él mismo una carta
de renuncia y voló a La Paz para que el presidente Evo Morales la firmara.

(Imagen: Agencia Boliviana de Información)


Adriana Guzmán, de Feminismo Comunitario Antipatriarcal, denuncia un golpe
cívico y religioso. Los “comités cívicos” pusieron un plazo al presidente Morales
para que renuncie. Se trata de grupos autodenominados pomposamente “en
defensa de la democracia”, reductos racistas que ya en 2008 financiaron a grupos
armados. Hoy, una parte de esos grupos aterroriza a la gente como grupo de
choque paraestatal, patean a mujeres de pollera en Santa Cruz y a quienes
identifican como indígenas partidarixs del Movimiento Al Socialismo. Lxs heridxs,
en general indígenas, no son atendidos en los hospitales porque lxs médicxs se
identifican con los comités cívicos y niegan atención.

La Asamblea Feminista y Diversa de Santa Cruz denunció que “la oposición ha


declarado la segunda vuelta sin finalizar el conteo y los comités cívicos se han
encargado de polarizar al pueblo”. Las más de dos semanas de paro significan en
la práctica “bloqueos, contrabloqueos, violencias y enfrentamientos” y un paro
orquestado desde la elite “que no ha sido consensuado con los sectores
populares, los precios en los mercados van subiendo y quienes la sufren son los
enfermos y la gente pobre que vive del día a día: comerciantes, pacientes de
cáncer, trabajadoras del hogar, trabajadoras sexuales, ambulantes”.

Las y los militantes del MAS han salido a las calles a marchar, a defender el
gobierno electo y el proceso iniciado en 2006. Las agresiones que enfrentan
–golpes y humillaciones– tiene muchos frentes, ya que estos grupos
armados responden a diferentes fuerzas de la derecha, envueltas en estos
días en la disputa por quién lidera el golpe de Estado. Entre quienes piden
que se respete el resultado de las elecciones están las bartolinas, las cientos
de miles de mujeres organizadas en la Confederación Nacional de Mujeres
Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia -Bartolina Sisa. Días atrás
marcharon en Cochabamba y un grupo se mantiene en vigilia en La Casa
Grande del Pueblo, la sede del Ejecutivo, para protegerla de grupos
violentos.

Para muchas feministas populares, el gobierno de Evo no terminó con las políticas
extractivistas ni con la matriz capitalista de la economía del país ni con los contratos con
las transnacionales. Sin embargo, salen en defensa de un proceso que les pertenece. “Si
no hubiera habido este proceso no podríamos haber reconocido el racismo, el fascismo,
la explotación. Entendemos que falta, pero reconocemos las transformaciones”, dice
Guzmán. Esas transformaciones, aunque no todas, implican que las wawas tengan
educación y puedan llegar a la universidad, una hipótesis imposible quince años atrás.

Desde la Asamblea Feminista reclaman una “democracia plena donde tengan


lugar nuestras demandas” y desde la tribuna libre de Muy Waso, plataforma
feminista de Bolivia, reclaman a Evo por izquierda: el fraude fue la promesa de
revolución. La activista María Galindo, de Mujeres Creando, señala que la crisis
es de la democracia liberal representativa y de la forma partido. Lee las posiciones
de Fernando Camacho y de Evo como complementarias y propone formas de
representación política no partidarias, para nuevos sujetos sociales. Chris Eguez,
artista trans, se mantiene al margen del MAS y de quienes disputan el gobierno, y
dice en voz alta lo que es un temor extendido: que los grandes ganadores de
esta crisis sean los grupos antiderechos y fundamentalistas, la avanzada de
su proyecto nacionalista-cristiano con base en la familia patriarcal, la
heterosexualidad como norma y la maternidad obligatoria. Es que, por
izquierda, no aparecen figuras disputando el Estado, solo aparecen por
derecha, con lo cual la pregunta por quién saldrá ganando ante una posible
caída de Evo tal vez sea demasiado retórica y su respuesta, obvia.

La feminista Diana Vargas está expectante y demanda una crítica dentro de la


universidad publica “a esta derecha fascista que está entrando igual que en
Brasil”. Para ella, lxs universitarixs entre lxs que se incluye, han sido -luego de
años de educación por parte de profesorxs reaccionarixs- despolitizadxs,
indivisualizadxs y desclasados. “Hoy creemos no ser de la clase que somos y
deberíamos ser responsables con la memoria y con la palabra también”, dice a
LatFem. Desde su perspectiva, lxs universitarxs no se están viendo entre sí, como
para saber qué están pidiendo en las calles. Para Vargas, “la autonomía de la
Universidad Mayor de San Andrés está siendo usada como escudo para albergar
fascistas, discursos racistas y de derecha”.

Jimena Tejerina es feminista comunitaria y no duda de que están en las puertas


de un golpe de Estado. “Estamos viviendo momentos terribles”, dice en una frase
que se repite desde distintas voces bolivianas, que ven con consternación los
saqueos y a lxs opositores que cubren las cámaras de seguridad para que no
haya registro de la violencia ejercida. “En lo personal no sé cuál es la salida
política a esta crisis, internamente decimos que el presidente termine su mandato”,
pero el escenario de las últimas horas es de opositorxs que piden a la policía
amotinarse contra el gobierno. Para Jimena y el colectivo feminista en el que
milita, Bolivia está frente a una derecha muy peligrosa, “que se había articulado en
torno de un candidato, pero ahora ha prescindido del candidato y quien lidera las
movilizaciones está extraído de la élite, de la oligarquía boliviana, de familia
golpista”.

Al mismo tiempo que las feministas indígenas defienden un proceso del que
forman parte como organizaciones sociales, rechazan consignas de la antipolítica
como “son lo mismo”, que provienen de un sector del feminismo que pide la
renuncia de Evo. A ese feminismo, las indígenas lo llaman colonial, “porque las
feministas no estamos por encima de lo que está pasando, hay una pugna por un
proyecto político que hemos construido y necesitamos posicionarnos ante el
proceso, con un feminismo situado e interseccional”.

https://latinta.com.ar/2019/11/bolivia-feministas-indigenas-rechazan-golpe-estado/

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