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Coordinación Socialista Latinoamericana es una organización socialista internacional, a
nivel latinoamericano, actualmente poco activa en comparación a otras organizaciones
similares como el Comité de la Internacional Socialista para América Latina y el Caribe o
el Foro de Sao Paulo.
Historia[editar]
A fines de 1980, se encomendó al Partido Socialista del Uruguay la preparación de un
Proyecto de Seminario de confrontación ideológica, seminario que finalmente se realizó
en Lima, durante los días 16 al 18 de abril de 1984, organizado por el Partido Socialista
Revolucionario del Perú. En dicho evento se aprobó el «Documento de Lima» (que recogió
cuatro tesis fundamentales: Socialismo y nación, Socialismo y Democracia, Bloque Social
Alternativo y Unidad Latinoamericana), indicativo del alto grado de identidad política de más
ambiciosos contenidos.
Ganada la democracia política en el Uruguay y la legalidad de su Partido Socialista, esta
organización promovió la realización de dos Reuniones de Trabajo a fin de cumplimentar la
agenda de Lima. Ya en enero de 1986 se convocó a la Primera Conferencia Política del
Socialismo Latinoamericano, que se realizó en Montevideo, entre los días 11 y 13 de abril.
Coordinadora Socialista Latinoamericana interactúa frecuentemente con el Foro de Sao Paulo
y con COPPPAL.
A la primera conferencia mencionada asistieron como ponentes el Partido Socialista de
Uruguay, el Partido Socialista de Chile, el Partido Socialista Revolucionario del Perú,
el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP) de Venezuela y el Partido Socialista
Popular de Argentina, así como diversos partidos comunistas,
partidos socialdemócratas europeos, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y
otras. Se llamó a la solidaridad con los pueblos árabes como Libia y Palestina, con las
naciones latinoamericanas como Cuba, Nicaragua y Chile, y se rindió homenaje a los líderes
del socialismo latinoamericano Salvador Allende, Vivian Trías y Marcelo Quiroga Santa Cruz.
En la segunda conferencia de Lima, 23 de junio y 24 de noviembre de 1986, el primer
Secretario electo resolvió convocar a la Segunda Conferencia Política del Socialismo
Latinoamericano (ciudad de México, 15 al 17 de mayo de 1987), bajo el patrocinio del
naciente Partido Mexicano Socialista, uno de cuyos integrantes, el Partido Socialista Unificado
de México, ya había participado en la Primera Conferencia como invitado.
Participaron dos nuevos miembros, Movimiento Socialista "Firmes" de Colombia y Partido
Socialista Ecuatoriano, tres partidos que procesan su incorporación plena PMS de México,
PS1 de Bolivia y Partido Socialista Costarricense, y diversas organizaciones amigas invitadas
(COPPPAL, Frente Sandinista de Liberación Nacional, Partido Comunista Cubano, Frente
Farabundo Martí de Liberación Nacional, Partido Social Demócrata de Guatemala, Partido
Comunista de la Unión Soviética, Partido Socialista de Estados Unidos, Liga Comunista de
Yugoslavia, Baaz de Irak, Organización para la Liberación Palestina, Mapam, Frente Polisario,
etc.). Eventualmente se les uniría el Movimiento al Socialismo de Venezuela, el Movimiento
Bolivia Libre y Frente Amplio de Uruguay.
Primera Conferencia[editar]
En la Primera Conferencia se abordó el siguiente temario:
1. Perfiles históricos del socialismo latinoamericano (ponente Partido Socialista de Chile).
2. Deuda externa e integración (ponente: Partido Socialista de Argentina).
3. Organización permanente (ponente: Partido Socialista del Uruguay).
Participaron Partidos Socialistas de ocho de los diez países sudamericanos convocados y
unos 15 observadores (socialdemócratas europeos, partidos comunistas, la OLP y MAPAM
entre otros).
La conferencia aprobó los documentos básicos, así como diversas declaraciones -
compromisos de solidaridad con Chile, Paraguay, El Salvador, Nicaragua, Libia y demás
pueblos árabes; y en cumplimiento de los Estatutos de la nueva organización regional creada,
la Coordinación Socialista Latinoamericana-CSL, eligió al primer secretario.
Presidió la Conferencia una Mesa así integrada: Presidente: José E. Díaz (Partido Socialista
del Uruguay); Vicepresidentes: Fernando Sánchez (PSR de Perú) y Jesús Paz Galárraga
(MEP-PS de Venezuela; Secretarios: PS de Chile y PRF de Paraguay. Y bajo la invocación de
tres forjadores del socialismo latinoamericano en su concepción actual, Salvador Allende,
Vivian Trías y Marcelo Quiroga Santa Cruz, se designó una Presidencia de Honor integrada
por ilustras compañeros de extensa y fecunda militancia: José Pedro
Cardoso (Uruguay), Alicia M. De Justo (Argentina), Raúl Ampuero Díaz (Chile), Manuel
Agustín Aguirre (Ecuador) y Gerardo Molina Ramírez (Colombia).
Segunda Conferencia[editar]
Luego de reunirse por dos veces durante el primer año de ejercicio (Lima 23 de junio y 24 de
noviembre de 1986), el primer Secretario electo resolvió convocar a la Segunda Conferencia
Política del Socialismo Latinoamericano (ciudad de México, 15 al 17 de mayo de 1987), bajo el
patrocinio del naciente Partido Mexicano Socialista, uno de cuyos integrantes, el PSUM, ya
había participado en la Primera Conferencia como invitado, y había solicitado el estatuto de
Observador Permanente de la CSL. Participaron dos nuevos partidos miembros (MS "Firmes"
de Colombia y PSE-PSRE de Ecuador), tres PS que procesan su incorporación plena (PMS
de México, PS1 de Bolivia y Partido Socialista Costarricense de Costa Rica) y diversas
organizaciones amigas invitadas (COPPPAL, FSLN, PCC, FDR-FMLN, PSD de Guatemala,
PCUS, PSUA, Liga Comunista de Yugoslavia, PS Baas de Irak, OLP, MAPAM, Frente
POLISARIO, etc.)
La II Conferencia aprobó el primer informe, balance y rendición de cuentas de la Secretaria
General y los documentos sobre "América Latina y el Espacio Socialista" y "La CSL y sus
relaciones internacionales", numerosas resoluciones de solidaridad y de trabajo, y un
ambicioso programa de actividades anuales, y reeligió el Secretario para el segundo ejercicio,
agregando dos Vicepresidencias: PSE de Ecuador y PMS de México.
Tercera Conferencia[editar]
La Tercera Conferencia se reunió en Lima, Perú, del 28 al 30 de octubre de 1988. No bien
instalada, con la asistencia de casi todos sus miembros y numerosos invitados, resolvió
denominarse "Salvador Allende: socialismo y democracia", en homenaje a su mártir
emblemático en el 80º aniversario de su natalicio. Eligió la mesa integrada por Alfredo
Filomeno (PSR de Perú) como presidente, los diputados Amalia García (PSM de México) y
Hernán Rivadeneira (PSE de Ecuador) como Vicepresidentes; Luis Jerez y Eduardo Loyola
(PS de Chile) como secretarios y designó la siguiente Presidencia de Honor: Raúl Ampuero
Díaz (Chile), Gerardo Molina (Colombia), Manuel A. Aguirre (Ecuador), Valentín Campa
(México), David Tejada Mercado (Perú), José Pedro Cardoso (Uruguay) y Luis Beltrán Prieto
(Venezuela).
Aprobó el informe, balance y rendición de cuentas de la Secretaría General, algunas
modificaciones en el Estatuto, dos documentos ("La democracia en América Latina y los
nuevos desafíos" -que también incluimos en este folleto- y ""EE.UU., el narcotráfico y la
estrategia imperialista"), así como numerosas declaraciones de solidaridad y de trabajo, entre
ellas la "Declaración de Lima".
La III Conferencia, según lo habilitaba una modificación estatutaria, resolvió integrar tres
Regionales con un Secretario Regional encargado de las labores ejecutivas encomendadas
por la Secretaría General de la CSL:
a) Sur: PSP de Argentina (Secretaría Regional), PT, PSB y PDT de Brasil, PS de Chile y
PS de Uruguay;
b) Centro: MBL (Secretaría Regional) y PS1 de Bolivia, PSE de Ecuador, PSR de Perú,
MAS y MEP de Venezuela, MS "Firmes" de Colombia, y
c) Norte: PMS de México (Secretaría Regional) y PSC de Costa Rica.
Finalmente eligió el nuevo Secretario. El evento fue inaugurado públicamente en un brillante
acto de masas, efectuado el 28 de octubre de 1988, en el Anfiteatro del Centro Cívico de
Lima, donde hicieron uso de la palabra los salientes presidente y secretario general de la CSL,
Gral. (R) Leonidas Rodríguez Figuera (Perú) y diputado nacional Dr. José E. Díaz
(Uruguay), Basilio Constantinea (PASOK de Grecia) por los invitados, y el líder de la IU del
Perú y ex alcalde de Lima, Alfonso Barrantes.
Cuarta Conferencia[editar]
Se reunió en Santiago de Chile entre el 26 y el 28 de abril de 1990. La Mesa de la Conferencia
estuvo presidida por Fernando Sánchez, Secretario General de la CSL, y por los
representantes del partido anfitrión, Hernán Vodonovic y Hernán del Canto, vicepresidente y
secretario de Asuntos Internacionales del Partido Socialista Chileno. Asistieron representantes
de ocho partidos miembros: PSE de Ecuador, PRD de México, PSR de Perú, quienes también
participaron en los actos conmemorativos de un nuevo aniversario del partido anfitrión. Las
principales resoluciones de la Conferencia fueron:
Quinta Conferencia[editar]
Se reunió en Montevideo el 24 y 25 de mayo de 1995, con la presencia de los siguientes
partidos miembros: PSP de Argentina, MBL de Bolivia PT y PDT de Brasil, PS de Chile, PSE
de Ecuador, PRD de México, PS de Uruguay y MAS de Venezuela.
Por consenso, se aprobó la Declaración de Montevideo y se eligió a las siguientes autoridades
por el período estatutario de dos años (1995-97): Presidente Dr. Víctor Granda (PSE,
Ecuador); vicepresidentes: Lc. Jorge Calderón Salazar (PRD, México), Dr. Guillermo Estévez
Boero (PSP, Argentina) y Víctor Hugo D¨Paola (MAS, Venezuela; Secretario General: Dr. José
E. Díaz (PS, Uruguay).
Sexta Conferencia[editar]
En Quito, durante los días 22, 23 y 24 de mayo de 1997, se realizó la Sexta Conferencia con
la presencia de delegados de los Partidos: Socialista Democrático y Socialista Popular de
Argentina; del MBL de Bolivia, del PS y PT del Brasil; del PS de Uruguay, del PS de Chile; del
MAS y el MEP de Venezuela y el PS Frente Amplio de Ecuador. En los 3 días de
deliberaciones se trataron los temas: "Desarrollo sostenible y alternativa progresista
latinoamericana", "Perfiles históricos del socialismo de cara al siglo XXI" y "Reforma del
Estado en América Latina. Gobernabilidad y Democracia".
Se incorporó como miembro pleno de la CSL, el PSD de Argentina. Al finalizar el evento se
emitió la "Declaración del Pichincha", se efectuó un homenaje por el 25 y 30 aniversarios
respectivos de las muertes heroicas de Salvador Allende y Ernesto "Che" Guevara, y se
concluyó con la elección del nuevo Secretario de la CSL: Presidente: Marco Aurelio García,
PT Brasil; Vicepresidentes: Víctor Hugo D'Paola, MAS Venezuela; Hernán del Canto, PS
Chile; Guillermo Estévez Boero, PSP, Argentina; Secretario General: Hernán Rivadeneira
Játiva, PS-FA Ecuador, quien, posteriormente, al ser designado en su país Ministro del
Tribunal Constitucional renunció a la Secretaría de la CSL asumiendo dicha función el
Secretario de RRII del PS-FA, Germán Rodas Chaves, cuya función fue ratificada por la CSL,
reunida en el entorno del Foro de São Paulo en Managua, en febrero de 2000.
Encuentro de la CSL
Con ocasión del X Encuentro del Foro de Sao Paulo, reunido en la ciudad de La Habana del 4
al 7 de diciembre de 2001, se reunió también la Coordinación Socialista Latinoamericana.
Estuvieron presentes el Partido de los Trabajadores y el Partido Socialista de Brasil, el Partido
Socialista Popular de Argentina, el Partido Socialista de Uruguay, el Movimiento Bolivia Libre,
el Partido Socialista Revolucionario del Perú, el Partido Socialista - Frente Amplio del Ecuador
y el Partido de la Revolución Democrática de México.
Entre la resoluciones fundamentales asumidas en este enclave socialista Latinoamericano
valen destacar las siguientes:
Séptima Conferencia[editar]
El 21 de julio de 2014 bajo la consigna "Partidos socialistas,Relaciones internacionales e
integración regional", se llevó a cabo la séptima conferencia de la CSL en la ciudad de
Montevideo. Las delegaciones participantes fueron, PRD de México, P. Socialista de
Argentina, PSB de Brasil, P. Socialista de Uruguay, P-MAS de Paraguay, P. Socialista de
Perú, P. Rev. Febrerista de Paraguay, P. Socialista de Chile y País Solidario de Paraguay.
Como principales puntos extraídos de dicha conferencia se pueden enunciar :
2
Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad Simón Bolívar.
Venezuela
eept2002@hotmail.com, jpenac@usb.ve
Resumen
INTRODUCCIÓN
El PSL cavila en torno a lo concreto de los problemas que la vida presenta a nuestra
gente, más específicamente los problemas del subdesarrollo: exclusión, violencia,
explotación, desigualdad social, dependencia, etc., y dentro de su heterogeneidad,
evoluciona en función de la identidad asumida por los movimientos sociales y los
pensadores de nuestros pueblos; en respuesta a un anhelo de mayor emancipación,
cohesión social y participación política en la región.
Se exponen por ello los principales elementos constitutivos de esta nueva visión
socialista de las relaciones intra-organizacionales, contrastándolos con la tradición
heredada; escudriñando particularmente las nuevas maneras como deben ser
abordadas las relaciones capital-trabajo al interior de las organizaciones.
El PSL en el siglo XXI, no surge como una práctica esotérica, ajena a los procesos de
cambio y transformación radical que están viviendo nuestras realidades. Su aparición
(re-aparición, en strictu sensu) se considera derivada del fracaso de la actual fase del
desarrollo capitalista mundial, en particular el estruendoso desastre dejado por la
aplicación del recetario neoliberal en el subcontinente en las últimas décadas del siglo
pasado. Donde “ sólo en América Latina y el Caribe hay más de 200 millones de
pobres, de los que 53 viven en pobreza crítica” (Mena, 2008). El legado neoliberal es
el de un mundo de acciones terroristas, catástrofes ambientales, amenazas de
pandemias (como el sida y la gripe aviar), guerras energéticas y étnicas, y colapso
financiero global, entre otras.
Esta urgencia se deriva del fracaso del capitalismo como sistema económico capaz de
dar soluciones a las necesidades de los seres humanos del común y no sólo a una
pequeña élite. Ello es cada vez más patente a pesar de toda la parafernalia ideológica
y comunicacional que intenta mostrar lo contrario. Según la Organización de Naciones
Unidas para la Alimentación en el Mundo:
Hay 854 millones de personas hambrientas para las que hoy no hay forma de
garantizar los alimentos de forma sostenible, por el acceso de los alimentos en una
sociedad que estimula el uso de los alimentos para producir combustibles. Informes de
la ONU, revelan que los países más pobres sólo en año 2007 pagaron un 25% más que
el año anterior por igual volumen de alimentos, mientras Estados Unidos dedica el
30% de su producción de granos a la elaboración de biocombustibles. El capitalismo
muestra un esquema de reproducción social ya insostenible con la existencia de 1.300
millones de pobres [extremos] en el mundo de los que el 60% son mujeres, sólo en
América Latina y el Caribe hay más de 213 millones de pobres, de los que 53 millones
viven en pobreza crítica (Mena, 2008).
En adición a lo anterior, no es superfluo señalar que aquellos seres humanos que han
tenido la suerte de recibir los beneficios que las sociedades opulentas ofrecen a la
mayoría de sus ciudadanos, en general se encuentran abrumados por una manera de
vivir que engendra una permanente angustia existencial, reduce la trascendencia
espiritual al más ramplón de los consumismos y aliena al sujeto, imposibilitándolo para
asumir dentro de la sociedad una manera de vivir cultural y sicológicamente más
enriquecedora. Nuevamente, solo una nueva concepción de sociedad que permita
reestructurar sobre la base del esfuerzo colectivo el proceso de emancipación de las
mayorías y su pleno desarrollo, ofrece salidas para esta negación del desarrollo
integral de los seres humanos.
No en contraste con lo dicho, sino para mayor escándalo de cualquier ser humano con
conciencia, atiéndase a que, conjuntamente con esos estigmas del capitalismo y en
este mismo planeta, segundo a segundo, apenas unos pocos miles de
familias acumulan privadamente, para su disfrute particular y exclusivo, riquezas
suficientes como para que esos cuatro mil millones de personas que viven en la
pobreza pudiesen salir de inmediato de su precaria situación.
A la luz de lo dicho, lo primero que debe rescatarse como valioso en el PSL es justo
eso, que es un pensamiento socialista, en todo el sentido que la palabra inicialmente
evoca: un pensamiento claramente anticapitalista (Galat, 2005; Rangel, 2007;
Harnecker 2003a, 2007; López Sánchez, 2006). No se trata de un sucedáneo que se
disfraza de socialista (al estilo socialdemócrata o de cualquiera de las otras propuestas
reformistas que tanto abundan en el planeta).
En efecto, el PSL rescata la crítica más radical a los elementos más caros al
capitalismo, apuntando a lo más esencial de su fracaso. ¿Qué debe ser dejado atrás y
sustituido?:
Sobre esas tesis del capitalismo, desmontadas por un grupo considerable de teóricos
en la actualidad, se ha apuntalado un sistema que, al tiempo que produce toda la
riqueza que se pueda imaginar, segrega y margina a la inmensa mayoría de la gente.
No es poco lo que se perdería para los privilegiados, si el socialismo aupado desde el
PSL lograse ser implantado y las suprimiese.
Pero el capitalismo sigue siendo muy dinámico y hoy en día (incluso en medio de su
crisis) está generando las más ingentes riquezas a favor de minorías privilegiadas del
planeta. Ese dinamismo del sistema señala que no ha agotado todavía todas sus
posibilidades de realización como organización económica. Hay que recordar que
incluso en sus crisis más intensas durante el siglo XX, fue capaz de desarrollar salidas
creativas que, respetando su esencia explotadora, lo rescataron de la hecatombe y lo
relanzaron a cotas cada vez más altas de productividad y acumulación privada de
plusvalía.
Pero la incapacidad del capitalismo para garantizar una vida mínimamente digna a casi
toda la humanidad y el peligro que representa para la sobrevivencia del planeta, son
de una magnitud tal que obligan a acelerar su sustitución por otras reglas de
funcionamiento de la sociedad. No se puede esperar por una supuesta sustitución
natural y paulatina del sistema, una vez agote sus fuerzas y sea evidente para todos
que ya no va más.
El reto del PSL es, justamente, contribuir a la construcción de una fuerza que logre
cambiar un sistema que se presenta como muy exitoso, por otro reiteradamente
denostado como fracasado, y que debe en sus nuevas versiones tanto rescatar lo
positivo que puede rastrearse en su historia, como mostrarse en los hechos capaz de
ofrecer beneficios superiores a los que hasta ahora el capital ofrece ‘ para todos’ . Por
supuesto, los beneficios del sistema socio-económico alternativo deben estar
enmarcados en otra concepción del mundo, darse en un marco de valores muy
distintos acerca de la manera en que se debe convivir en sociedad. Deben darse desde
los valores del socialismo.
En el seno del PSL se abordan muchas cuestiones sustantivas que distancian la nueva
sociedad del capitalismo que desea desplazar; pero entre todas ellas existen dos que
definen sintéticamente el proyecto de transformación que se propone con el nuevo
socialismo, y ambas remiten a transformaciones estructurales de largo alcance: el
cambio de propiedad en los medios de producción y el cambio en el modelo de control
democrático de la sociedad (Harnecker, 2003b, Lebowitz, 2006; López Sánchez, 2006;
Peña Cedillo, 2007; Quintero y Méndez, 2007; Ortipozo, 2007; Lanz, 2007; Houtart,
2007). No es el propósito de este trabajo profundizar en esas tesis, pero antes de
pasar a nuestra aproximación a su efecto sobre el DO, se puede señalar muy
brevemente su esencia.
En segundo lugar, el PSL rescata uno de los sellos insustituibles del socialismo: el
cambio en el sistema de propiedad. Se trata de lograr que la propiedad dominante en
la base económica de la sociedad sea la propiedad social sobre los medios de
producción. Se refiere con ello no a la socialización de la propiedad personal o de
cualquier otro tipo, que no esté relacionada con los sistemas de explotación del
trabajo, como siempre se intenta tergiversar. Se trata, por el contrario, de colocar bajo
propiedad colectiva todos aquellos medios para producir bienes y servicios que
incorporan trabajo social, colectivo, pero cuyos beneficios son apropiados
privadamente.
“ Hay que apurar el paso para conformar el poder popular... la conformación del poder
popular pasa primero por la creación de las organizaciones populares, los liderazgos,
desde los niveles más comprometidos en la dirección del país desde el punto de vista
político, económico, militar, social, hasta los niveles más comprometidos ahí en la base
popular” (Chávez, 2006). “ El poder popular es el que tiene que reemplazar a la vieja
sociedad burguesa” (Chávez, 2007). Se trata de “ la revolución ciudadana” (Correa,
2007), y de la conformación democrática de un Bloque Regional del Poder Popular
(Morales, 2006).
En primer término, las tesis que dominan el campo suponen, que entre los seres
humanos predomina un comportamiento racional que supone que las decisiones se
toman con base en la mejor información disponible y para maximizar la utilidad o
preferencias de cada individuo en particular. En esta perspectiva, lo cultural, los juegos
de poder, la cooperación y la incertidumbre, son supuestos falsos y no se integran a
los modelos explicativos. Si bien es común que todos los economistas (y los teóricos
de las organizaciones) que defienden la anterior postura asuman ante las críticas que
la racionalidad “ es limitada” , sus planteamientos siguen suponiendo que se trata tan
solo de una imperfección del caso ‘ ideal’ de racionalidad perfecta.
Algunas variantes más complejas de esta misma postura, suponen que los pactos
sociales solo son válidos en tanto procuran eficiencia, desapareciendo con el tiempo
aquellos que no la logran. Se trata de una variante de la evolución natural (propia de
los modelos “ evolutivos” dominantes en el campo de la economía desde el último
cuarto del siglo pasado). Así, por ejemplo, Williamson y Ouchi (1981), afirman que
“ las consideraciones sobre el poder por lo general ceden ante la eficiencia, por lo
menos en las empresas lucrativas” . Más aún, Williamson es contundente al afirmar
que solo sobreviven en el tiempo las organizaciones que son eficientes, más allá de
cualquier intervención de intereses políticos o sociales.
Las lógicas del capital y sus intereses han marcado el siempre creciente acercamiento
y fusión entre fuerzas productivas, engendrando aproximaciones entre firmas
gigantescas que concentran y centralizan el capital con el apoyo de gobiernos
plutocráticos. En los países del tercer mundo, se ha producido la integración de la
burguesía y la asociación de ésta con trasnacionales para lograr la convergencia de las
fuerzas productivas (Rangel, 2007). Sin embargo, y a pesar de la eficiencia en la
organización de la explotación que han demostrado, se ha comprobado hasta la
saciedad que este tipo de alianza entre “ fuertes” , constituye una forma
organizacional autodestructiva y depredadora del propio sistema al que pertenecen;
debido a la rapidez de reproducción del capital en comparación con la capacidad
reproductiva de la naturaleza (Dierckxsens, 2006), y su esencia explotadora del
trabajo y de la dignidad humana.
Con frecuencia los trabajos clásicos sobre gerencia organizacional limitan las
posibilidades de seleccionar estudios referidos a las contradicciones entre los actores
sociales, ya que perjudican el movimiento en pro de la eficiencia y ponen en evidencia
cómo los trabajadores son colocados en posición de desventaja por los controladores
organizacionales. Además, los científicos sociales en el área mayoritariamente se
niegan a reconocer que interpretan la realidad y dictan prescripciones basados en
teorías de las ciencias sociales sesgadas, destinadas a reforzar el control gerencial y la
reproducción del sistema.
No menos cierto es que aquellos teóricos que se han atrevido a cuestionar las tesis
dominantes, son excluidos de los sistemas académicos y sus posturas son
vilipendiadas y execradas de los pensa de estudios y de los financiamientos de
investigación. Por ello no es de extrañar que los teóricos de las organizaciones no
mencionen la mayor parte de las características indeseables de la sociedad capitalista
moderna, presenten la apariencia de neutralidad de valores y encubran la tendencia
política conservadora que tiene la disciplina. De esta manera han minimizado la
función social de este campo del conocimiento, hasta el punto en que la teoría de la
organización sirve primordialmente al interés dominante del capital, en lugar de a la
sociedad en su conjunto (Jermier, 1982).
Los componentes del sistema axiológico (en construcción), que está llamado a integrar
el PSL y las corrientes teóricas novedosas, consideran como objetivos fundamentales:
la preservación de la vida del hombre en el planeta, la satisfacción de sus necesidades
básicas colectivas y las características esenciales que estimulan el desarrollo
organizacional para la producción, la innovación y el trabajo socialmente útil, sin
explotación. La tabla 1 resume lo que podrían ser algunos de los componentes de ese
nuevo sistema axiológico.
Tabla 1
A la luz de lo dicho hasta aquí, se presentan unas ideas generales derivadas de una
línea de investigación que apenas se está iniciando en Venezuela, a través de la cual
se intenta desarrollar a plenitud una propuesta sobre el DO consustancial con los
procesos de transformación asociados al PSL. Las tesis que se presentan sucintamente
a continuación, derivadas del contraste con las tesis dominantes en el área,
representan el punto de partida para la construcción de esa nueva propuesta para la
teoría y la práctica del DO.
a. Necesidad del predominio del análisis político-social, en contraste con el
análisis solamente basado en el racionalismo económico
Más en general, se ha hecho evidente desde finales del siglo XX, que las grandes
potencias capitalistas invierten profusamente en fortalecer culturas capaces de
coordinar actividades, para perfeccionar los procesos de acumulación global del capital
y de explotar más eficientemente las habilidades de los trabajadores. Esta
intencionalidad se encuentra detrás de la generalización de las redes, ya que han
demostrado su alta capacidad para portar competencias compartidas (lo que
representa conocimiento tácito colectivo invalorable).
Justamente, desde sus inicios una de las claves del éxito productivo del capitalismo ha
sido la organización eficiente de esfuerzos productivos colectivos, cooperativos (hay
que recordar el análisis de Marx acerca del impacto de los grandes galpones donde
podían agruparse los trabajadores con un muy superior control supervisorio que el que
lograba el capitalista cuando los trabajadores laboraban desde sus hogares).
c. Rescatar la visión histórica, con los pies sobre la tierra, de los hechos
organizacionales
Nota
Opinión
13/05/2010
-A+A
El socialismo aun está muy distante de los gobiernos de América Latina, por lo menos es lo que
han dicho algunos de los teóricos e investigadores que estuvieran en las Jornadas Bolivarianas de
2010, cuyo tema fue justamente éste.
En el análisis de uno de los creadores del término “Socialismo del Siglo XXI”, este es una forma de
gobierno que no ha encontrado acogida en la vida de los países que están en la punta de lanza de
los cambios estructurales. Según Heinz Dieterich, los gobiernos como los de Venezuela, Bolivia
y Ecuador, además de los avances en los procesos de transformación aún no han creado
mecanismos de consolidación de lo que define como el socialismo. “Es cierto que la discusión
acerca del socialismo del siglo XXI empezó en Venezuela, hubo un gran debate pero no ha
redundado en profundidad. Eso significa que allí no hay avances en la consciencia anticapitalista”.
Heinz también aclaró que en Venezuela, bajo el mando de Chávez, de hecho el gobierno avanzó
en los mecanismos de la democracia, garantizando más poder para el pueblo, como en el caso del
ejercicio del referendo. “Hay elecciones limpias, hay mucha participación popular, pero la
economía sigue siendo la del mercado. No hay, por lo tanto, socialismo, la empresa privada sigue
siendo fundamental, los medios de comunicación son privados”.
Heinz dice que Venezuela sigue los preceptos del llamado nacional/desarrollismo, exactamente
como lo hicieran Getúlio Vargas, en Brasil, Domingo Perón, en Argentina, Lázaro Cárdenas, en
México, Salvador Allende, en Chile y hasta el mismo Bolívar, después de la independencia. “Ellos
seguían el modelo de la Gran Bretaña, de un capitalismo protegido por el Estado. Y para los
ingleses fue muy bueno, les ha dado mucho poder. Ellos tenían el discurso del libre comercio, pero
eso era para los otros, no para ellos”. El teórico alemán insiste que ese es el modelo también
seguido por Brasil, Argentina, y otros llamados “progresistas”. “Lula y los demás están inmersos en
un modelo que fue extraordinario, y ese era también el debate entre los independentistas. Bolívar
quería el sistema inglés y sus enemigos querían el libre comercio, eran los neoliberales en aquel
entonces. Fueran los vencedores”.
Según Heinz, los gobiernos latinoamericanos que, en el curso de la historia, se decidieron por un
nacionalismo/desarrollista fueron los que más se acercaron al pueblo, los que avanzaron, y eso
explica las dictaduras.
Hoy se puede ver una nueva fase de desarrollo en América Latina que, sin lugar a dudas, empieza
con Hugo Chávez, en Venezuela y después continúa en Bolivia y Ecuador. Es un desarrollo
endógeno, una propuesta de valorización de las cosas nacionales, de inversiones en el mercado
interno, seguido de transformaciones estructurales importantes en la salud, educación, en la
organización popular comunitaria, en el propio poder. “La oligarquía no podía combatir a Chávez
acusándole de desarrollista, no tendría eco, entonces se aprovechó del hecho de que el presidente
empezó a hablar del socialismo. Acusar a Chávez de socialista les asustaría a los conservadores.
Pero no hay socialismo en Venezuela. Lo que si hay, es un nacional desarrollismo, que tiene sus
avances es muy cierto, pero no es socialismo”.
¿Que es el socialismo?
La idea del socialismo es eminentemente europea y aparece, según Engels, por el siglo XV, tras
las propuestas del las revueltas campesinas de Inglaterra y de Alemana (como Thomas Münzer,
por ejemplo). La sistematización del concepto, en su versión utópica, aparece en los siglos XVI y
XVII, como un sistema ideal para organizar la sociedad consolidada en la igualdad entre las
personas, en la distribución de las riquezas y en la buena vida para todos. En el siglo XVIII,
teóricos como Morely y Mably proponían una manera espartana de vivir, que garantizaba la libertad
y la igualdad, pero quitaba el gozo de vivir. Un poco más tarde llegaran los llamados “utopistas”
como Saint-Simon, Fourier y Owen, que planteaban la abolición de las clases y vida plena para
todos. Según Engels, el problema con los utopistas es que no proponían los cambios desde una
clase especifica, como el proletariado. Ellos reconocían la sociedad burguesa, del capitalismo
emergente, como una cosa mala, injusta, pero creían que no todo salía bien porque aún no había
nacido el “hombre genial”, gobernado únicamente por la razón. Con la llegada de ese hombre todo
podría cambiar y seria instaurado el “Estado de la razón”. Sus límites, enfatiza Engels, estaban
determinados por la aun incipiente producción capitalista. Creían ellos que bastaba difundir la idea
de que el socialismo era la expresión de la verdad, de la razón y de la justicia para que este se
concretara.
Más tarde, Marx va a proponer lo que llamó el socialismo científico, calcado en la razón, es verdad,
pero con historicidad, ya basado en el análisis de un capitalismo real, desarrollado, que había
incorporado la gran industria y que mostraba los males de la división de clase. Observando las
multitudes explotadas y sin nada que vivían en el siglo XIX, las huelgas que crecían entre los
trabajadores, las luchas obreras, Marx comprendió que el socialismo no era algo nacido solo en el
campo de la razón, sino producto necesario de las luchas entre las clases formadas históricamente
en el modo de producción capitalista. Basado en este criterio pensó que había que constituir un
sistema para explicar esa sociedad capitalista y entonces, sí, desde esta materialidad, plantear un
nuevo modo de organizar la vida. Marx discrepaba de los utopistas que únicamente criticaban el
mundo burgués, sin, todavía explicarlo, para que, entendido, pudiese ser superado.
Así, en el desvelamiento del sistema de dominación capitalista, Marx muestra que el socialismo es
una forma de vida que solamente puede ser planteada y construida por la clase dominada, que era
en aquellos días el proletariado. De esa forma, la sociedad socialista seria entonces aquella que
aboliría la propiedad privada, terminaría con la explotación, reconocería el carácter social de la
producción, socializaría los medios de producción, extinguiría las clases. En la vida real, como lo
esclarece Engels, sería una manera de organizar la vida en la cual, a través de un sistema de
producción social, seria asegurado a todos los miembros de la sociedad, una existencia que,
además de satisfacer sus necesidades materiales, aseguraría el libre y completo desarrollo de sus
capacidades físicas e intelectuales.
La idea del socialismo del siglo XXI empezó a caminar por América Latina desde la reflexión del
profesor de la UNAM, Heinz Dieterich. Según él, los nuevos tiempos demandan reformular el
concepto. “Con Marx aparece el socialismo científico, basado en el materialismo dialéctico, que en
última instancia significa que todo está en movimiento. Materialismo significa que tú reconoces un
mundo fuera de ti, objetivo, independiente del observador, y dialéctico se refiere al movimiento. Lo
único que existe en el universo es la materia, ella tiene extensión física e ahí nace el espacio, tiene
corporalidad y está en constante movimiento, lo que significa cambio. Por eso es ridícula la idea de
Francis Fukuyama, porque es contraria al axioma del cosmos. Conocer ese movimiento presupone
que podemos prever los desastres económicos, así como podemos prever los huracanes. ¡Eso es
ciencia!”.
El teórico alemán radicado en el México recordó que Lenin intentó implementar el socialismo,
experimentar en la práctica, pero las condiciones no lo permitirán, apareciendo entonces el
bolchevismo, la economía planificada. Eso ha colapsado y hoy ahí está otra concepción del
socialismo, que llama de l siglo XXI. “Es una democracia participativa, con economía planificada en
el valor del trabajo y no en el valor de mercado. Son cosas muy diferentes. Por ejemplo, en
ninguna constitución del mundo es el pueblo quién decide si el país se va a la guerra. La decisión
está en la mano de una pequeña elite. En esa democracia burguesa, el dinero tiene una influencia
tremenda. Ejemplo: la tasa de millonarios en los Estados Unidos es el 1% de la población, pero en
el Congreso es de 60% a 90%, o sea, es una plutocracia. Mandan los ricos, que son la minoría”. A
causa de ello, un sistema de voto secreto y universal por si solo no significa democracia.
El socialismo del siglo XXI plantea otra forma de organizar la vida, democratizando no solo la
política – con otras formas de participación popular y no solamente la elección ritual – sino también
la economía, la cultura y el poder militar. “El presupuesto debería ser decidido por la población,
otras cuestiones de la economía también. Con la televisión y la Internet se podría informar y formar
ciudadanos”.
Esa minoría que hoy manda en el mundo pretende seguir apostando a la economía de mercado,
creyendo que el mercado tiene mas eficiencia para coordinar el proceso, que esa es una área
compleja y no puede quedarse en las manos de un partido o de las gentes. En eso no se puede
creer más. “Hay que clarificar esa mentira. En la Unión Soviética el socialismo no ha naufragado
por cuenta de la planificación. Toda la economía es planificada, incluso la del mercado. Hasta en el
neolítico 10 personas tenían que planificar como cazar un animal. En el capitalismo también se
planea. Pero tanto en el socialismo soviético como en el capitalismo era y es una minoría la que
hace eso. No había consulta al pueblo. En el socialismo del siglo XXI tiene que existir esa
participación, esa planificación tiene de ser democrática”.
Heinz también avanza en la proposición de otra medida del trabajo. Hoy, el valor del mercado es
una expresión de poder, el aumento de sueldo solamente viene si existe un sindicato fuerte, luchas
descomunales, competencias. Los empresarios tienen el poder, dirigen y controlan la economía.
En el socialismo se puede tener otra medida de valor, la cantidad de energía, la cantidad de
información o valor del trabajo. “En el socialismo del pasado la propiedad privada era considerada
algo muy malo, había que acabar con ella. Los socialdemócratas hallaron una manera de
mantenerla. Decían: ellas siguen privadas pero pagan impuestos que serán distribuidos para toda
la gente. No ha sido cierto. En el socialismo del siglo XXI, no importa quien tiene los medios si
quitamos a los empresarios la facultad de explotar al trabajador. Cada trabajador tiene derecho al
valor total de su trabajo. Si uno trabaja 40 horas, recibe productos y servicios iguales a las de 40
horas. Lo que no puede haber es la permisión para enriquecerse”.
En el socialismo del siglo XXI, dice Heinz, tampoco puede haber un partido único, porque se trata
de llevar al pueblo más democracia. Hoy la conformación de clases es diferente a la del tiempo de
Marx. “En esa fase de transición es necesario organizar las fuerzas en un centro común, un centro
de gravitación común, pero no único, como es el Frente Amplio, en Uruguay. No es un partido
único. No queremos monopolios ni en los partidos ni en la economía”.
En América Latina
Ese espacio geográfico que hoy nominamos “Américas” fue reconocido por los europeos en los
estertores del siglo XV, cuando por aquellas tierras ya empezaba a declinar la llamada Edad
Media. Los miles de reinos que luchaban entre si se iban juntando, preanunciando lo mas tarde
serian las naciones. Era un tiempo de cambios y las tierras encontradas en el camino a las Indias
habrían de acelerar estos cambios, financiando, incluso, la revolución industrial inglesa que fue el
detonador de la consolidación del modo capitalista de producción. Pero el desconocimiento de los
europeos nunca ha significado que por acá, las gentes que habitaban ese territorio fuesen pueblos
sin historia, como llegó a decir Marx. Grandes civilizaciones habían florecido, muchas de ellas
hasta más avanzadas en la organización de la vida que la Europa de aquello entonces. Aún
así, los conquistadores no estaban dispuestos a cualquier “encuentro de culturas” y toda esa
historia de las gentes originarias fue descartada como “barbarie”, “salvajismo”, “ignorancia”. Los
que invadirán las tierras de Abya Yala solo querían saquear las riquezas y nunca han reconocido
como iguales a los pueblos autóctonos. Cuando el sistema colonial se instaló, implantó igualmente
el modo de vida de Europa, aplastando la cosmovisión autóctona, destruyendo los pueblos,
sometiendo a los sobrevivientes.
Ese dominio se ha consolidado, pero hubo muchas luchas. Desde la invasión innumerables
pueblos se han rebelado, en la resistencia, en la tentativa de recuperar sus territorios, su modo de
vida. Ellos acabaron vencidos, pero cuandp toda la gente pensaba que estaban derrotados, ellos
iban constituyendo, en el silencio de la opresión, sus estrategias de sobre-vivencia. Y, cuando
nadie lo esperaba, en el contexto de lo que los entreguistas y Europa llamaron la “celebración de
los 500 años”, surge, de las profundidades de esa Abya Yala, el grito de las gentes
originarias. “Nada hay que celebrar si no la llegada de un nuevo ciclo. El pachakuti esperado”,
decían las gentes autóctonas.
Pablo Dávalos habla de una ontología política del movimiento indígena que actúa en la radicalidad,
opuesta al ser moderno, que propone la alteridad, o sea, la capacidad de las personas de vivir
juntas, respetando, de verdad, el otro. “En la sociedad burguesa, e incluso en la izquierda, no se
concibe al indio con vida y deseos propios. Parece que siempre hay que tener una mano
controlando. Pero la historia está ahí para probar que los grandes movimientos políticos de los
años 90 y esta primera década del tercer milenio tiene una asignatura indígena. La izquierda no lo
ve, porque los indios no están en sus manuales de desarrollo”.
Esa declaración aporta otro nudo, que en esta parte del planeta, hay que desatar. Con una
población indígena bastante significativa, la América Latina está proponiendo otras formas de
organización de la vida que no aparecen en los textos de los grandes pensadores socialistas.
Porque, al final, pocos han tenido en cuenta esas propuestas teóricas que nacen de la vivencia
originaria. Incluso en las experiencias transformadoras como la de Venezuela, Bolivia y un poco de
Ecuador, poco espacio se ha dado a la cosmovisión de los pueblos autóctonos. “En nuestra
Constitución (de Ecuador) logramos muchas victorias, como establecer los derechos de la
naturaleza y colocar nuestro concepto político de organización que es el Sumak Kawsai, pero, en
realidad, no es de hecho comprendido. Basta ver cómo el gobierno de Rafael Correa está tratando
la cuestión del agua hoy, sin respetar la decisión de los pueblos originarios”, dice Pablo.
Es importante tener en cuenta que entre las comunidades originarias que florecen en la región que
va desde Venezuela hasta la Patagonia, siguiendo la columna vertebral latinoamericana, que son
los Andes, las palabras que designan la organización de la vida son otras. No se habla de
socialismo o desarrollo (palabras y conceptos nacidos en Europa). Se habla de “sumak kawsai”,
que en la lengua quechua significa “régimen de buen vivir” y expresa una propuesta compleja de
organización.
Pablo dice que en el sistema capitalista, y en la era moderna, de concepción europea, la idea de
progreso está vinculada a la noción de “ir adelante”, ya que el tiempo se expresa de forma lineal:
pasado (ayer), presente (hoy) y futuro (mañana). Así, las gentes, para creer que son modernas,
necesitan avanzar al futuro. Ya en la comprensión del tiempo de los originarios el tiempo se curva.
La misma palabra que designa pasado es utilizada para decir futuro, la vida se expresa en ciclos.
También en la cosmovisión de gran parte de los pueblos andinos no existe la posibilidad de la
acumulación, tanto que si alguien tiene algún lucro, se siente obligado a destruir ese lucro,
haciendo una gran fiesta colectiva. Todo lo que sobra precisa ser compartido comunitariamente. Y,
en el fondo de todo eso está la capacidad del hombre de vivir en armonía con la naturaleza. Eso es
una manera de vivir que se confronta directamente con el sistema capitalista. Y es la manera
originaria, consubstanciada en el sumak kawsai, originaria de Abya Yala . “¿Y los marxistas, las
gentes de la izquierda, pueden entender eso?, ¿pueden respetar esa forma de mirar el
mundo?, ¿pueden incluir ese modo de ser en sus manuales?
El pachakuti
Para los incas, cuando llegaron acá los conquistadores, se inauguró el ciclo del pachakuti, que
significa “el mundo al revés, el mundo en el caos”. Hoy, con las transformaciones que toman forma
en América Latina, los levantamientos de los pueblos originarios y la percepción de que la
preservación de la naturaleza es también una cuestión de sobrevivencia de la especie, se está
viviendo el inicio de un nuevo pachacuti, “el mundo al revés”, de nuevo, pero de esa vez con las
gentes organizando la vida. Y no solamente los indígenas, sino también los empobrecidos de todos
los colores. Es la idea del tiempo que se curva, otro empezar, la salida de un tiempo de caos al
tiempo de armonía. Debido a esa creencia, las comunidades fortalecen las luchas en defensa de la
Pacha Mama, que es, en última instancia, la defensa de la vida misma.
En lo que toca al mundo no-indio, los intelectuales de izquierda tendrían que enfrentar ellos
mismos un “pachakuti”, un desordenamiento mental que fuese capaz de comprender esa forma de
mirar el mundo. Cuando acá llegaran los invasores, con sed de oro, hasta había un motivo para no
respetar las culturas locales. Pero hoy, y desde la izquierda, eso no puede pasar. Y es el
socialismo es el que ordena y define las reivindicaciones de la mayoría, como ya decía José
Carlos Mariategui, esta es la hora de incorporar aquello que es esencial para las gentes originarias
como el establecimiento del Estado Plurinacional, estatuto jurídico que reconoce a las
comunidades tradicionales originarias como sujeto histórico y político real. Eso implica, un cambio
radical de perspectiva, principalmente en un país como Brasil, donde las comunidades autóctonas
fueran prácticamente aniquiladas, las que sobreviven viven tuteladas por el Estado como si fueran
incapaces de organizar sus vidas de forma autónoma.
Al final, lo que quedó de los debates de cuatro días en Florianópolis, Brasil, fue ese desafío. La
capacidad de la izquierda revolucionaria de Abya Yala de develar las fuerzas y los sujetos que
actúan en el mundo de hoy, y la necesidad de definir el concepto de socialismo, pero no con las
facetas alegres de la pos-modernidad que usa lo multicultural como aceptación acrítica de lo que
ahí está, sino con el colorido de la “wiphala”, la bandera del movimiento originario, incorporando en
eso concepto las demandas de estos pueblos que no quieren ser vistos más como “actores
sociales”, de los que habla el texto escrito por otra persona, sino como “autores sociales” de su
propia historia, escribiendo ellos mismos su propia historia. De esta forma, quizá, en este espacio
geográfico se pueda constituir, con el aporte de todos los que aquí viven, sueñan y luchan por
cambios, el socialismo indo-americano, como quería Mariátegui, o, en fin, el sumak kawsai (el buen
vivir).
Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
1. Resumen
2. Introducción
3. Desarrollo del tema
4. Las críticas a la sociología científica y la sociología crítica o comprometida
5. Críticas a la sociología crítica o comprometida
6. Ostracismo de la teoría de la dependencia y auge del pensamiento neoliberal
en América del Sur y la caída del Muro de Berlín en el Este de Europa
Resumen
Este trabajo monográfico se centra en analizar la evolución de la sociología latinoamericana y
sus diferentes escuelas de pensamiento. En lo que hace, fundamentalmente a sus propuestas
teóricas de cambio social en el continente latinoamericano. Este análisis esta enmarcado
dentro del contexto histórico regional, continental y mundial. En que se difundieron y
desarrollaron las teorías de las diferentes escuelas sociológicas latinoamericanas. El análisis
arranca desde los años cincuenta del siglo pasado hasta fines de la década de los noventa.
Introducción
Este trabajo tiene como finalidad no una historia detallada de la sociología latinoamericana,
sino un resumen de los aportes y criticas realizadas por las diferentes corrientes sociológicas de
análisis que parten desde los fines de la década de los cincuenta y los sesenta hasta la década de
los noventa del siglo XX. Que son las que han conformado el desarrollo de la sociología en
nuestro continente.
El elemento histórico esta presente, dado que las teorías que el trabajo hará mención, se
vinculan a contextos políticos, económicos y sociales de las sociedades latinoamericanas. El
tratar de resumir los aportes sociológicos en forma meramente abstracta e inconexa, sería caer
en una mera pseudo- descripción histórica que no es la intención de este resumen.
Por último, a modo de consideraciones finales, se tratara el panorama actual de la sociología
latinoamericana y su situación de crisis de los paradigmas modernizante, que es la de la
sociología en general.
Introducción
(1) rechazan la idea de que el mercado deba tener prioridad para el Estado
y dominar a éste, es decir, que la lógica de la clase capitalista de
maximización del beneficio deba dar forma a las políticas públicas. El
colapso del capitalismo de mercado en la recesión de 2000-2002 y el
empobrecimiento masivo desacreditaron la doctrina de los mercados
racionales, a medida que crecían las quiebras empresariales y bancarias,
que la clase media perdía sus ahorros, y las calles y plazas se llenaban de
obreros y campesinos desempleados;
(2) los gobiernos del socialismo del siglo XXI condenan la desregulación de
la economía que condujo al auge de los especuladores en detrimento del
capitalismo productivo. Bajo la égida de los dirigentes neoliberales, la
legislación reglamentaria adoptada desde la Gran Depresión fue derogada y
en su lugar las políticas de control de capitales y la supervisión financiera se
suspendieron en favor de un sistema de autorregulación, en el que los
agentes del mercado establecieron sus propias normas, lo que condujo,
según sus críticos, a la especulación, las estafas financieras y el saqueo de
las tesorerías públicas y privadas;
(5) el socialismo del siglo XXI asegura que los gobiernos neoliberales
entregaron las palancas de la economía a banqueros privados y extranjeros
(como el FMI) que impusieron medidas deflacionarias en lugar de reflotar la
economía a través de transfusiones de gasto público. Los dirigentes
políticos de centro-izquierda utilizan esta crítica del neoliberalismo y la
promesa implícita de una ruptura futura decisiva con el capitalismo
neoliberal, sin comprometerse a una ruptura concreta con el capitalismo de
otras variedades;
(1) el socialismo del pasado estaba dominado por una burocracia de mano
dura, que realizaba una mala asignación de recursos y ahogaba la
innovación y la elección personal;
(2) el viejo socialismo era profundamente antidemocrático, tanto en la forma
de gobierno, como en la organización de elecciones y el Estado de partido
único. La represión de los derechos civiles y de todo tipo de mercado forma
parte de la narrativa del socialismo del siglo XXI;
(3) el socialismo del siglo XXI relaciona la democracia como sistema con la
vía electoral al poder o la alternancia en el gobierno; condena los cambios
de gobierno producidos por la lucha armada, y especialmente los
movimientos guerrilleros, aunque los tres gobiernos adscritos al socialismo
del siglo XXI llegaron al poder mediante elecciones que siguieron a
levantamientos populares;
(4) uno de los principales argumentos de los gobiernos del socialismo del
siglo XXI es que en el pasado, los socialistas no tenían en cuenta las
especificidades de cada país. Concretamente, destacan las diferencias en
materia racial, étnica, geográfica, cultural, de tradiciones y práctica histórica,
etc. que ahora son tenidas en cuenta en la definición de socialismo del siglo
XXI;
(5) en relación con el punto anterior, el socialismo del siglo XXI hace
hincapié en la nueva configuración global de poder del presente siglo, que
da forma a las políticas y potencialidades del nuevo socialismo. Entre los
nuevos factores citan la desaparición de la antigua URSS y la conversión de
China al capitalismo; el descenso relativo de una economía mundial
centrada en EE.UU.; el crecimiento de Asia, especialmente China; la
emergencia de iniciativas regionales promovidas por Venezuela; el aumento
de los gobiernos de centro-izquierda en toda América Latina, y unos
mercados diversificados, en Asia, en América Latina, Oriente Próximo y
otros lugares;
(6) los gobiernos del socialismo del siglo XXI afirman que la nueva
configuración de la sociedad y el Estado no es una copia de otros Estados
socialistas, pasados o presentes. Es casi como si cada medida, política o
institución fuese un diseño del actual régimen. La originalidad o novedad es
un argumento que permite reforzar la legitimidad del régimen ante las
críticas externas e internas de la derecha anticomunista, y permite también
descartar las críticas de fondo de la izquierda;
(7) los gobiernos del socialismo del siglo XXI hacen hincapié en el hecho de
que el liderazgo no tiene vínculos pasados o presentes con el comunismo, y
en el caso de Bolivia y Ecuador rechazan abiertamente el marxismo como
instrumento de análisis o como base de formulación de políticas. La
excepción es el presidente Hugo Chávez, cuya ideología es una mezcla de
marxismo y nacionalismo vinculado al pensamiento de Simón Bolívar. Tanto
Rafael Correa como Evo Morales evitan las divisiones de clase, y les
contraponen la revolución ciudadana contra una oligarquía de partidos
corrupta, en el caso del primero, y las comunidades indígenas andinas
culturalmente oprimidas contra una oligarquía “europea”.
Si bien los gobiernos del socialismo del siglo XXI afirman, más o menos
claramente, lo que no son y lo que rechazan del pasado, a izquierda como a
derecha, a la vez que plantean en términos generales lo que son, sus
prácticas, políticas y configuraciones institucionales arrojan serias dudas
sobre sus pretensiones revolucionarias, su originalidad y su capacidad para
satisfacer las expectativas de su electorado popular.
Hoy Venezuela es una economía mixta, con un sector privado que sigue
siendo predominante en bancos, agricultura, comercio y comercio exterior.
La propiedad estatal ha crecido, y las prioridades sociales nacionales dictan
la asignación de los recursos petroleros. Si bien la economía mixta de
Venezuela se asemeja a las economías de la primera época posterior a la
Segunda Guerra Mundial en Europa, hay una diferencia clave: el Estado
posee el sector de exportación más lucrativo y la principal fuente de
ingresos de divisas.
Mientras que los publicistas de socialismo del siglo XXI han hecho hincapié
en las nacionalizaciones de las empresas de petróleo de los anteriores
propietarios, no dan cuenta del creciente número de nuevas empresas
conjuntas establecidas con compañías transnacionales de China, Rusia,
Irán y la Unión Europea. En otras palabras, mientras que el papel de
algunas transnacionales de EE.UU. ha disminuido, la inversión de capital
extranjero en los sectores de la minería y el petróleo se ha incrementado,
especialmente en los extensos yacimientos del Orinoco. Aunque el cambio
de socios de inversión en el ámbito del petróleo reduce la vulnerabilidad
estratégica de Venezuela a las presiones de EE.UU., no por ello se potencia
el carácter socialista de la economía. Las empresas conjuntas añaden peso
al argumento de que la economía basada en empresas de propiedad
público-privada se aproxima al modelo de la socialdemocracia de mediados
del siglo XX.
Ecuador
En Ecuador, el presidente Correa ha adoptado la retórica del socialismo del
siglo XXI y ha ganado credibilidad con varias de sus iniciativas de política
exterior, entre otras la terminación del contrato de arrendamiento a EE.UU.
de la base militar de Manta, el cuestionamiento de una parte de la deuda
externa contraída por los gobiernos anteriores, la crítica de las incursiones
transfronterizas de Colombia y el asalto militar de un campamento
clandestino de la guerrilla colombiana, así como su crítica a los tratados de
libre comercio con EE.UU. y su apoyo al programa de integración regional
de Venezuela, el ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas).
Numerosos medios, entre otros el New York Times, el Financial Times y
periodistas de izquierda, del Norte y el Sur, han calificado al presidente
Correa como parte de una “nueva ola de presidentes izquierdistas.”
Triplicar las reservas ante una continuidad de los niveles de pobreza del 60
por ciento de la población indígena, en su mayoría rural, es una política
nueva para cualquier gobierno que se pretenda socialista. Ni siquiera otros
países capitalistas contemporáneos de América del Norte y la Unión
Europea han sido tan ortodoxos como el régimen político revolucionario de
Morales.
La estrategia económica del gobierno se basa en una triple alianza entre las
transnacionales agroindustriales y de minerales, los capitalistas de las
pequeñas y medianas empresas, y los movimientos indígena y sindical.
Morales ha invertido millones de dólares en subvencionar a las
denominadas cooperativas, que son en realidad propiedades privadas de
minas de pequeño y mediano tamaño que explotan el trabajo asalariado con
remuneraciones iguales o inferiores al salario normal de los mineros de las
grandes explotaciones.
EE.UU. logró forzar la ruptura del frente popular y la ilegalización del Partido
Comunista de Chile, y dio su apoyo al golpe de Fulgencio Batista en Cuba, y
las dictaduras de Papá Duvalier en Haití y de Rafael Trujillo la República
Dominicana. El ascenso de la extrema derecha, el derrocamiento de
gobiernos de centro-izquierda y la sangrienta represión de sindicatos y
movimientos campesinos consiguieron asentar la hegemonía de EE.UU., la
aceptación de las políticas de Guerra Fría de este país, y abrió la puerta a la
invasión económica de las corporaciones.
Sin embargo, todos menos la revolución cubana tuvieron corta vida. Incluso
en pleno giro a la izquierda de los años 60 y 70, EE.UU. y sus satélites
militares intervinieron enérgicamente para revertir la perspectiva de los
cambios sociales progresistas. El gobierno del brasileño Goulart cayó ante
un golpe militar respaldado por EE.UU., en 1964; éste fue precedido por el
derrocamiento de Juan Bosch en 1963 y seguido por la invasión militar
estadounidense contra la revolución restauradora dominicana de 1965-66;
un golpe militar respaldado por EE.UU. en Bolivia derrocó a Torres en 1971;
y Salvador Allende fue derrocado por un golpe conjunto CIA-militares en
1973, seguido por Velasco en 1974, y Perón en 1976. La prometedora y
profunda oleada de izquierda había terminado por el resto del siglo XX.
Uno de los factores clave para revertir las pasadas oleadas de gobiernos de
izquierda en América Latina fue el poder económico y la capacidad
intervencionista de EE.UU..
Conclusión
La cuestión de si el socialismo del siglo XXI es mejor o peor que el del siglo
XX depende de qué versiones de cada uno elijamos como términos de
comparación, y qué dimensiones políticas seleccionemos en nuestra
evaluación comparativa.
En primer lugar no existe un modelo único del socialismo del siglo XX, a
pesar de la ecuación fácil que lo identifica con la variante soviética. Ha
habido fundamentalmente cuatro tipos radicalmente diferentes de
regímenes socialistas en el siglo XX, que a su vez tenían una composición
interna variada:
(1) los gobiernos revolucionarios de partido único, que incluyen Cuba, Corea
del Norte, China, Vietnam y la URSS. Los cuatro primeros combinaron las
luchas por el socialismo y las luchas de liberación nacional, y se
configuraron en forma independiente de la URSS, a la vez que mostraron en
diferentes momentos un grado mayor y menor de apertura al debate y las
libertades individuales. Los cuatro tuvieron que combatir invasiones de
EE.UU. y todos estuvieron sujetos a embargos y fuertes campañas de
desestabilización que requirieron medidas de seguridad de alto nivel;
(2) los gobiernos revolucionarios socialistas con elecciones multipartido:
Chile (1970-1973), Granada (1981-1983), Guyana (1950), Bolivia (1970-
1971) y Nicaragua (1979-1989). Fomentaron la competencia partidista y las
cuatro libertades incluso a expensas de la seguridad nacional. Todos fueron
objeto, con éxito, de intervenciones militares, golpes militares y embargos
económicos promovidos por Estados Unidos;
Asimismo hay variaciones significativas entre los socialismos del siglo XXI.
Propiedad pública
Reforma agraria
La única área en la que el socialismo del siglo XXI tiene una ventaja
evidente es en la promoción de las libertades individuales y los procesos
electorales. Hay una mayor tolerancia del debate público, las elecciones
competitivas y los partidos políticos de la que se toleró en algunas variantes
de socialismo del siglo XX.
Tal vez la imagen radical del socialismo del siglo XXI sea el resultado de su
contraste con los anteriores gobiernos extremistas de derecha que
gobernaron durante el cuarto de siglo anterior. La etiqueta socialista
colocada a estos gobiernos por Washington y los medios de comunicación
occidentales representa una nostalgia de un pasado de sumisión política sin
trabas, saqueo económico no reglamentado y fuerte represión de los
movimientos populares, en lugar de un análisis empírico de sus políticas
socioeconómicas.
A pesar de que el socialismo del siglo XXI es menos radical y tal vez diste
de las definiciones comúnmente aceptadas de la política socialista, sigue
siendo un dique de contención del militarismo e intervencionismo de
EE.UU., ha puesto un tope al control de los recursos naturales y
proporciona una mayor tolerancia para la organización de movimientos
sociales.