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APORTES DE PAULO FREIRE Y ORLANDO FALS BORDA A LOS PROCESOS

PSICOSOCIALES

CECILIA BRAVO BUSTAMANTE

TUTORA:

LUISA FERNANDA ZAPATA ÁLVAREZ

FUNDACION UNICLARETIANA

ESPECIALIZACION GESTION DE PROCESO SPICOSOCIALES

MAYO - 2018

En la Psicología Social se hace difícil describir de manera ordenada, así sea


cronológicamente o desde un punto de vista ideológico (Munné, 1986), los postulados de
varios de sus principales autores, pues, tal como ocurre en todo proceso de desarrollo, sus
postulados y teorías presentan transformaciones a medida que pasa el tiempo, haciéndolos
generalmente más complejos. Esto es problemático en la medida que algunos conceptos o
teorías desbordan cualquier categoría clasificatoria ubicándose en varias de ellas al mismo
tiempo, o bien, se relacionan tan fuertemente entre sí que no se distinguen con claridad sus
límites. Sin embargo, y con una mirada pedagógica, se han definido varias tipologías para
tratar de organizar los conceptos en la psicología social, como por ejemplo la
categorización descrita por Blanco (1985) en la cual organiza el conocimiento en cinco
tradiciones teóricas (la Individual, la Grupal, la Institucional, la Lewiniana y la Histórico
dialéctica).

Los componentes comportamentales del proceso de fortalecimiento son las acciones de


carácter participativo que se realizarán para influir sobre los sistemas sociales y políticos
del entorno en el cual se realiza un proyecto comunitario, y para la realización de un
proyecto y poder ejecutarlo hay que pasar muchas etapas para llegar a intervenir y llevarlo
a cobo, pues el presupuesto vale mucho y hay que buscar el apoyo estatal, departamental o
municipal, al llevar a cabo un proyecto con la comunidad todos los participantes tienen que
estar de acuerdo con fin del proyecto para poder ejecutarlo. Es decir, que toda acción, no
solo debe ser ejecutada, sino también planificada, discutida y decidida con la comunidad.

En este sentido tanto la psicología como el trabajo social se convierten en pilares


fundamentales de los diferentes procesos ya que son de su naturaleza ética. La situación
que vive el mundo actual sumergido en violencia social, guerras internas, provocaciones
entre países y otras formas de conflictos, son una evidencia de la necesidad que generar
procesos que busque la construcción de una mejor sociedad.

El presente trabajo busca analizar los aportes en materia de procesos psicosociales, que han
hecho PAULO FREIRE Y ORLANDO FALS BORDA, como manera de fortalecer los
conocimientos que se adquieren para la formación en esta materia, y focalizar mejor los
diferentes conceptos que llevan a enfocar las acciones de los procesos mismos a la hora de
brindar la atención. Fundamentar los procedimientos dentro de los métodos de intervención
empleados en cada caso según las condiciones y particularidades de una situación. El
abordaje de nuevas formas de pensamientos y el planteamiento de soluciones basadas en
sus criterios.

Es entendible la evolución que ha tenido la sociedad mundial, la aparición y desarrollo de


las nuevas tecnologías y formas de comunicación que han cambiado las formas de
pensamiento y costumbres de los seres humanos de manera individual y grupal. Así mismo
han aparecido nuevos elementos problematizadores que merecen ser analizados desde la
perspectiva psicosocial, lo que nos concierne en este caso para una mayor reflexión del
papel del psicólogo y trabajador social.

En la Historia de Educación colombiana existen grandes pedagogos de las Ciencias


Sociales en la Universidad, cuyo pensamiento y acción fue de significativa importancia en
la formación de las generaciones de la segunda mitad del siglo XX, y su proyección en el
progreso y desarrollo de Colombia. Uno de ellos fue el eminente sociólogo y educador
universitario Dr. Orlando Fals Borda (1925-2008), natural de Barranquilla, Profesor de la
Universidad Nacional de Colombia y un gran investigador. Se destacó por sus estudios
sociológicos, educativos, históricos, de cultura regional, de teoría y práctica social,
investigación participativa y ordenamiento territorial. Sus obras “Campesinos de los
Andes” (1955) y “El Hombre y la Tierra en Boyacá” (1957), publicadas en la Década de los
Cincuenta del siglo XX, fueron decisivas para el conocimiento de la sociología y la
psicología colectiva de nuestro pueblo andino de la meseta cundí-boyacense

Orlando Fals Borda (Barranquilla 1925-Bogotá 2008) es considerado el sociólogo


colombiano de mayor reconocimiento en América Latina y otros continentes. Educador,
investigador, escritor y político socialista, dejó una prolija obra y ejerció influencia tanto en
la universidad como en las organizaciones populares, a cuya educación y movilización
dedicó esfuerzos notables. Es autor de la conocida teoría de la Investigación Acción
Participativa (iap) la cual formuló desde 1968 y fue perfeccionando a través de los años y
que se encuentra renovada en sus últimos escritos como Kaziyadu, que significa despertar,
amanecer, en lengua uitoto. Se trató de una rebelión intelectual contra las pautas
investigativas de la universidad, colonizada por lo euroamericano, para fundar la autonomía
de nuestra investigación. Muchas universidades y centros populares adoptaron o se refieren
a la iap, que ha merecido formalización en 10 congresos internacionales desde 1977. Se han
escrito docenas de evaluaciones, comentarios y críticas, dándole vida suelta en la reflexión
social. Por ello, Orlando recibió destacados reconocimientos domésticos e internacionales.
Como apéndice a la quinta edición de Ciencia propia y colonialismo intelectual, proclamó:
irrumpe la investigación militante, basado en la relación dialéctica entre teoría y práctica,
estudio-acción. Allí escribió esta síntesis: En tales circunstancias, el reconocimiento se
obtiene no solo observando

Los procesos sociales concretos en que se ejecuta la inserción (en un determinado sitio o
coyuntura) sino actuando en ellos y militando para provocar cambios políticos, sociales y
económicos en una dirección determinada. Así se adquiere una información fiel y
multidimensional que se niega, por lo general, a los etnólogos clásicos, y que sirve para
estimular el esfuerzo y ganar las metas de los grupos claves.1

Desde su ópera prima, Orlando Fals Borda utilizó la combinación de la sociología y la


historia como un continente complementario por donde discurre la investigación social, en
tanto la conciencia social se arraiga en la conciencia histórica y se explica en el devenir de
las comunidades y los ciclos de las sociedades.

Paulo Freire fue un educador y experto en temas de educación, de origen brasileño. Uno
de los más influyentes teóricos de la educación del siglo XX. ¿Quién es Freire? Sus libros y
artículos llegan a un público cada vez más amplio. Siendo un pensador que busca en lo
posible el marco del diálogo y de la discusión para explicitar sus puntos de vista, su
pensamiento escrito constituye una síntesis difícil de asimilar globalmente y se presta,
como lo ha ido mostrando la experiencia, a numerosas interpretaciones sesgadas. Ciertos
lectores latinoamericanos tienden, por ejemplo, a considerar las concepciones de Paulo
Freire como un catecismo de la toma de conciencia popular o un recetario de la
movilización de masas.

1. Orlando Fals Borda, Ciencia propia y colonialismo intelectual (Bogotá: Carlos Valencia, 1981) 116.

Muchos cristianos creen, por su parte, percibir en las apretadas páginas de sus libros un
humanismo del cambio social por las vías de la conversión (o la iluminación) de los
individuos ciegos o desposeídos. Numerosos europeos constatan en el

pedagogo brasileño ciertos ímpetus «tercermundistas» que descalifican, a ojos de ellos, sus
concepciones y las vuelven ociosas en el contexto de sociedades altamente industrializadas.
Más de un pedagogo confunde el método psicosocial con una versión más o menos
«abrasilerada» de la pedagogía institucional o con un simple sistema de alfabetización, más
barato y eficaz que el método «funcional » de la UNESCO.

Paulo Freire comienza a elaborar su teoría pedagógica en la segunda mitad del siglo XX en
el contexto de una América Latina económicamente dependiente o, como decían los
expertos en economía de entonces, “subdesarrollada”. Las grandes diferencias sociales,
entre las que hay que resaltar la pobreza de importantes sectores de la población,
constituían un hecho común a las naciones de la región. Demográficamente la zona se
caracterizaba por tener, en su conjunto, la natalidad más alta del mundo, una población muy
joven y una proporción de analfabetos que constituía una nota destacada en la compleja
trama de la realidad latinoamericana. El inicio de la década de los años sesenta supuso, en
lo económico, el auge del denominado “desarrollismo”. Se llamó así la teoría que
consideraba el desarrollo como un proceso lineal que parte, justamente, del subdesarrollo
(situación en la que supuestamente se encontraba América Latina) para llegar, después de
atravesar varias etapas, al desarrollo, situado en el extremo final del proceso. El
subdesarrollo aparece, de esta manera, como una carencia que es posible superar con la
condición de ajustarse al modelo de desarrollo que se corresponde con la situación
económica y social lograda por los países hegemónicos. Esta teoría percibió la educación
como un sector auxiliar para sus propósitos económicos. Le adjudicó, como objeto
fundamental de su tarea, la preparación de los “recursos humanos” para lograr llegar al fin
de ese proceso lineal, o sea, al desarrollo, a través de la industrialización. Por lo tanto, el
desarrollismo no supuso sólo una importación de modelos económicos, sino además el
afianzamiento de concepciones pedagógicas que sirvieran a sus fines. Éstas fueron
denominadas por algunos teóricos de la educación, “pedagogías desarrollistas”2. Tanto el
modelo económico como el pedagógico del desarrollismo, ambos importados de los países
ricos, son modelos abstractos, supuestamente válidos para todas las sociedades, que no
tienen en cuenta las singularidades de cada una de ellas. Las pedagogías desarrollistas no se
plantearon las cuestiones de fondo de la educación, es decir, su relación con el contexto
histórico, político y con las estructuras sociales concretas de las naciones latinoamericanas.
De ahí que se diera prioridad en el currículo a todas aquellas cuestiones que tendieran al
logro del crecimiento económico. Con este fin, se propiciaron reformas con las que se
pretendía un rápido adiestramiento de la mano de obra productiva para el proceso de
industrialización. Así, acompañando al desarrollismo, la planificación educativa
internacional, iniciada al comienzo de esta época, tuvo en América Latina un importante
ámbito de experimentación.

La denominada teoría de la dependencia interpretó el atraso de los paí- ses


latinoamericanos de manera muy diferente. Lo atribuyó a la dependencia, que
históricamente ha sufrido la región. Se trataría, según este punto de vista, de un proceso en
el que el Norte ha absorbido al Sur como consecuencia de la subordinación que ha
experimentado esta parte del mundo con respecto a aquélla. La economía de los países del
sur es dependiente en cuanto los centros de decisión están fuera; economía condicionada,
por lo tanto, por otra sociedad a la que Freire denominó sociedad matriz. Ésta establece
imposiciones, la dependiente, en consecuencia, recibe prescripciones. El subdesarrollo no
se corregiría, según esta visión, con la importación de modelos económicos de países
desarrollados, sino con la transformación de las relaciones entre el Norte y el Sur. La crítica
a la situación de dependencia de unos países frente a otros, o de unas clases frente a otras
dentro de un mismo país, estimuló la propuesta de modelos socioeconómicos, políticos y
culturales propios y no a imagen de los países hegemónicos. Freire reflexiona sobre los
conceptos de desarrollo y dependencia aplicados a la realidad latinoamericana y señala que
“es imposible que comprendamos el fenómeno del subdesarrollo sin tener una percepción
crítica de la categoría de dependencia. El subdesarrollo, en realidad, no tiene su «razón»
en sí mismo, sino que, al contrario, su «razón» está en el desarrollo”3

2 Nassif, R. (1984). Las tendencias pedagógicas en América latina (1960-1980). En, Nassif, R.; Rama, G. W. y Tedesco, J. C. (coords.).
El sistema educativo en América latina (pp. 53-95). Buenos Aires: Kapelusz/UNESCO/CEPAL/PNUD, p. 56.

3 Freire, P. (1980). El mensaje de Paule Freire. Teoría y práctica de la liberación, p. 85. Madrid: Marsiega

Pensamiento crítico implica una profunda reflexión, sobre la dinámica social en la que se
maneja el ser humano actualmente, es una apropiación de conocimientos concretos y
específicos sobre la problemática que enfrenta una sociedad, de tal forma que se pueda
hacer de forma argumentada y fundamentada una radiografía de la actualidad, una
valoración que permita establecer las causas de la problemática, significa entonces el
establecimiento de unos criterios en los se pueda organizar una dinámica de atención ante
las situaciones presentadas de e ámbito profesional.

Las teorías críticas que han planteado PAULO FREIRE Y ORLANDO FALS BORDA, son
esa profunda y sustentado análisis social al cual nos hemos referido en el párrafo anterior,
el sentido social que busca organizar la administración del poder político en beneficio de
todos sin distingo de clases sociales.

Los planteamientos críticos van encaminados entre otras cosas a fortalecer los lazos de
hermandad en los seres humanos, se hacen de forma analítica ante la evidente desigualdad
social que marcan la composición de esta nación, buscar entonces esas alternativas de
solución desde las ciencias sociales para estabilizar el comportamiento y desenvolvimiento
de las personas en un ámbito de desarrollo comunitario. Esto no implica la destrucción de
los capitales ni la concepción del establecimiento de formas de comunistas de asociación o
administración de los bienes, sino una reflexión de permita entender las necesidades de los
demás y poder establecer formas de inclusión social en las que todos se puedan desarrollar
en igualdad de condiciones y oportunidades.

La teoría critica entonces, nos permite el análisis de una realidad social para atender desde
nuestra ética profesional, las diferentes situaciones que se presentan en la sociedad.

Desde las ciencias sociales, se puede contribuir a la transformación de las comunidades, a


fortalecer los proceso de desarrollo comunitario, que mejoren la calidad de vida de los
habitantes en materia de convivencia, relaciones interpersonales, relaciones grupales e inter
instituciones que favorezcan la puesta en marcha de proyectos que garanticen la
sostenibilidad social, una sociedad menos desigual culturalmente que se preocupe por su
bienestar social, lo cual implica un cambo en la manera de ver la vida individual y
colectiva.

Nuestro país necesario la intervención psicosocial para ayudar a generar una reflexión
profunda sobre la importancia de una sana convivencia.

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