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En ésta, tanto como la verdad, importan los esfuerzos hechos para alcanzarla.
Eduardo J. COUTURE
PRÓLOGO
1
Según resolvamos la cuestión, estaremos adoptando posición en diferentes
frentes. En lo axiológico, porque dependerá el lugar que le demos al valor verdad en
la escala que orienta al proceso, en lo político, porque según la conclusión a la que
arribemos serán las acciones tendientes a lograr su máxima eficiencia y en lo
filosófico, porque dependerá del fin último que persigamos en el proceso, si éste es o
no la justicia de la resolución, la conclusión a la que arribemos.
Entendemos que para una visión íntegra del problema, debemos analizar el
proceso desde la incorporación de los hechos que harán las partes en la demanda y
contestación, ya que una vez trabada la litis, de la manera en que se haya hecho,
podremos encontrar la primer herramienta para la búsqueda de la verdad en el
mismo o el primer escollo, a veces definitivamente insalvable a ese fin, y verificar
cómo ha de jugar la regla de la congruencia en tal sentido.
2
Capítulo I
La verdad en el proceso
1. Introducción
“…De esto se sigue que la opinión del cardenal Bellarmino era, en todo caso,
falsa, con independencia de las justificaciones que él, en su cultura, haya podido
esgrimir para sostener que las tesis de Galileo no eran fiables. Esa opinión era, en
todo caso, falsa, con independencia del consenso que sobre ella pudiera existir…” 2.
En igual sentido Ferrajoli, citado por Taruffo, sostiene justamente que ninguna
mayoría, ni siquiera la unanimidad de los consensos o de los disensos, puede hacer
verdadero lo que es falso o hacer falso lo que es verdadero 3. Sería importante que
algunos pensadores nacionales leyeran estos autores y comprendieran el concepto.
Es cierto que en el proceso existen reglas sobre pruebas y que los medios y el
tiempo son limitados, pero también lo es que, en principio, no existen especies de
verdad diferentes, de manera que si se comprueba la verdad de un enunciado, este
será cierto dentro del proceso o fuera de él, pero no en distinto grado. Las reglas
sobre la admisión, la práctica y la valoración de las pruebas existentes en el proceso,
podrán limitar o condicionar la búsqueda de la verdad, pero sin dudas, no nos
llevarán al descubrimiento de una verdad diferente de la que se ha de descubrir
fuera del proceso. En todo caso impedirán la obtención de la verdad por limitarnos
las herramientas epistemológicas, pero ello no significa que podamos obtener una
verdad diferente.
Ferrajoli señala que “…La verdad a la que aspira el modelo sustancialista del
derecho penal es la llamada verdad sustancial o material, es decir, una verdad
absoluta y omnicomprensiva en orden a las personas investigadas, carente de límites
y de confines legales, alcanzable con cualquier medio más allá de rígidas reglas
4
TARUFFO, Michele; “Simplemente la verdad”; op. cit., pág. 100.
5
CARNELUTTI, Francesco; “La prueba civil”; trad. de Niceto Alcalá-Zamora y Castillo; Ed. Arayú; Buenos Aires; 1955;
pág. 25.
5
procedimentales… la verdad perseguida por el modelo formalista… es, a su vez, una
verdad formal o procesal, alcanzada mediante el respeto a reglas precisas...” 6.
La cuestión debe ser analizada desde dos puntos de vista que resultan
relevantes7, que conforman lo podemos definir como el valor social de la verdad.
Pero además de ese conjunto de autores que han estudiado más o menos
profundamente el tema, se cuenta entre los partidarios de esta postura a muchos
abogados litigantes cuyo único objetivo es la obtención de la victoria a toda costa y
que no les preocupa otra cuestión ( “…Muchos abogados, , pero poca justicia…” 9), y
otros, que a pesar de pensar diferente, observan que en la práctica sus ideas no
encuentran correspondencia, o aquellos que sin analizarlo demasiado, han concluido,
justamente por esa práctica cotidiana, que no puede creerse en la obtención de la
verdad en el proceso, pero ninguno de ellos se ha planteado seriamente la cuestión y
sus implicancias.
9
CALAMANDREI, Piero; “Demasiados abogados”; traducción de Josep Xirau; Librería El Foro; Buenos Aires; 2003; pág.
73.
8
mundo real, está claro que no se puede alcanzar ningún conocimiento verdadero de
hecho alguno…”10.
10
TARUFFO, Michele; “La prueba de los hechos”; trad. de Jordi Ferrer Beltrán; 4ta. ed.; Madrid; Ed.Trotta; 2011, págs. 31
y 32.
11
TARUFFO, Michele; “La prueba de los hechos”; op. cit., pág. 38.
9
con la estructura del proceso y con el sistema dispositivo del mismo, ya que se
afectan la libertad, la autonomía y la iniciativa individual de las partes. 12
Esta posición nada tiene de filosófico ni de ideológico, sino que parte de una
apreciación práctica: El juez carece de los instrumentos cognoscitivos, del tiempo y
de la libertad de investigación que le permitirían acceder a la verdad de los hechos.
12
Parten del concepto de que el proceso es una Sache der parteien y nada puede interferir con su voluntad.
13
Ver infra Cap. III, pto. 2.
10
Sostienen que las limitaciones legales establecidas en el proceso al uso de los medios
judiciales de conocimiento, por las normas procesales que regulan su producción y la
existencia de pruebas tasadas, hacen que el juez conozca siempre sólo una ‘verdad
formal’ que generalmente no se corresponde con la realidad de los hechos. El
principio dispositivo que permite a las partes la limitación de los hechos de la litis y el
principio preclusivo que limita la actividad epistemológica en el tiempo, coronan la
imposibilidad del acceso a la verdad.
“…Esta tesis, que podría resumirse como ‘sería bonito pero no es posible’
tiene de su parte a la fuerza de la experiencia cotidiana y de numerosos lugares
comunes sobre las imperfecciones y sobre los límites del proceso civil…” 14.
b. Teoría de la irrelevancia.
14
TARUFFO, Michele; “La prueba de los hechos” op. cit., pág. 46.
15
Ver supra Cap. I, pto. 1.
11
coherencia, integridad y concordancia con el sentido común, siendo la verdad de las
narraciones, un valor en el que el proceso no está interesado.
12
y puede suceder que todas pretendan ser verdaderas, pero para decidir cuál de ellas
se aproxima más a la realidad, sigue siendo necesaria la noción de verdad de los
hechos.
“…Con una fórmula sintética, se puede decir que… toda actividad judicial- es
un ‘saber-poder’, es decir, una combinación de conocimiento (veritas) y de decisión
(auctoritas). En semejante entrelazamiento, cuando mayor es el poder, tanto menor
es el saber, y viceversa. En el modelo ideal de la jurisdicción, tal y como fue
concebido por Montesquieu, el poder es ‘nulo’; en la práctica suele ocurrir que lo
nulo es el saber…”17.
16
TARUFFO, Michele; “La prueba de los hechos” op. cit., pág. 62.
17
FERRAJOLI, Luigi; “Derecho y razón – Teoría del garantismo penal”; op. cit., págs. 45 y 46.
13
Esta posición, que parece más difícil de eludir que de sostener, implica una
definición muy comprometida del principio de legalidad y de la administración de
justicia. Habrá que analizar concretamente cada sistema procesal para verificar a la
luz de sus normas, si es posible tal realización en su seno.
“…El estándar de la ‘verdad jurídica objetiva’ hace las veces de una justa
medida objetiva de la verdad en el proceso, a la cual deberá atenerse y buscar
siempre el juzgador, con utilización racional de las formas en pos de la justicia
material del caso…”18.
3. Verdad y prueba.
18
JUNYENT BAS, Graciela; “La búsqueda de la verdad jurídica objetiva en el proceso civil en Córdoba. Nuevas
tendencias”; Ed. Alveroni; Córdoba; 2002; págs. 123 y 124.
19
FERREYRA de DE LA RÚA, Angelina; ‘Verdad procesal’ en “La prueba en el procesos” obra conjunta dirigida por la
autora cit.; Ed. Advocatus; Córdoba; 2007: págs. 33 y ss.
14
Según sea la teoría que se adopte en relación a la verdad y su función en el
proceso, deberá ser el papel correlativo que le otorguemos a la prueba de los hechos
en el mismo.
Así, en primer lugar, todas las teorías que entienden que epistemológica,
ideológica o prácticamente es imposible la obtención de la verdad de los hechos en el
proceso, le otorgarán a la prueba una función irrelevante, carente de toda
importancia y prácticamente prescindible.
20
TARUFFO, Michele; “La prueba de los hechos” op. cit., pág. 84.
15
Estas concepciones, que sostienen la legalidad, la corrección y la justicia de la
decisión como objetivo del proceso, reconocen en la prueba la función propia y
exclusiva de ofrecer los elementos necesarios para la elaboración racional de la
versión de los hechos que aquella definirá como verdadera.
21
TARUFFO, Michele; “Simplemente la verdad”; op. cit., pág. 125.
16
Ferrajoli sostiene que la verdad en juicio, como sustento de la legitimación de
la jurisdicción, requiere “…órganos terceros e independientes de cualquier interés o
poder… por el carácter necesariamente libre y desinteresado de la investigación de
lo verdadero…”22.
“…De modo general, asumir que se debe decidir conforme a derecho significa
introducir un requisito de calidad de la decisión, la cual se vuelve, por consiguiente,
objeto de evaluación también en sí misma, y no sólo como resultado de un
procedimiento potencialmente idóneo para poner término a la controversia…” 24.
No hace falta que incursionemos aquí en las condiciones que debe reunir una
decisión para ser adoptada conforme a derecho, pero es fundamental destacar que
es condición necesaria para que la misma pueda ser ajustada a derecho, que esté
fundada en una determinación verdadera de los hechos.
22
FERRAJOLI, Luigi; “Derecho y razón – Teoría del garantismo penal”; op. cit., pág. 545.
23
Ver infra Cap. III, pto. 2.
24
TARUFFO; Michele; “Simplemente la verdad”; op. cit., pág. 133.
17
6. Verdad y debido proceso.
La otra concepción del debido proceso, entiende que éste existe cuando,
además de haberse asegurado la efectividad de las garantías procesales, se logra
una decisión justa.
18
pues en este caso lo que se obstaculiza o se limita es la justicia de la decisión con
la que el proceso concluye…”25.
7. Verdad e imparcialidad.
Decir que el juez del proceso debe ser imparcial, parece una obviedad. Pero
no lo es tanto, cuando comenzamos a analizar qué debemos entender por un juez
imparcial.
En el marco que venimos analizando, en el que hemos dado por sentado que a veces
en el proceso, las partes no están interesadas en que se descubra la verdad de los
hechos, el juez imparcial es aquél que busca la verdad de los hechos para resolver.
El juez parcial no está interesado en ella y se deja influenciar en la decisión final por
factores extraños a la determinación de la verdad, cualquiera que ellos sean.
25
TARUFFO; Michele; “Simplemente la verdad”; op. cit., pág. 137.
26
TARUFFO; Michele; “Simplemente la verdad”; op. cit., pág. 138.
19
a veces, puede ocurrir que las partes o una de ella, no estén interesadas en la
búsqueda de la verdad de los hechos, cuestión que resulta legítimo en función de
que la misma pueda resultar perjudicial a sus intereses y entonces, no hacen el
aporte probatorio que esperan los partidarios de esta posición. En estos casos, al
juez le resultará imposible descubrir la verdad de los hechos y en consecuencia emitir
una decisión justa.
“…En consecuencia, para ser imparcial, no es necesario que el juez sea pasivo
y neutral en el ámbito del proceso: ser imparciales no significa no tomar posición (es
decir: permanecer neutrales). Por el contrario, ‘la imparcialidad hace referencia a
una posición activa en el juicio’ y ‘da estructura al juicio’, y presupone, por
consiguiente, un rol activo de quien debe –asimismo- ser imparcial. Es posible
entonces, que una actitud activa del juez se traduzca en una búsqueda objetiva e
imparcial de la verdad acerca de los hechos…”27.
8. Verdad y mediación.
27
TARUFFO; Michele; “Simplemente la verdad”; op. cit., pág. 140.
20
leyes que la establecen como instancia voluntaria, como en Córdoba, Chaco y
Mendoza, con diferentes resultados según los sistemas, la materia, etc., pero su
forma de implementación, efectividad y resultados, no son los aspectos que nos
motivaron incorporarla a este estudio, sino el tratamiento de la verdad en su
desarrollo.
28
Recordemos a Franceso Carnelutti, en “La prueba civil”, cuando sentenciaba: “…La verdad es como el agua: o es pura, o
no es verdad…”.
21
búsqueda creativa y cooperativa de la solución del conflicto…” , la verdad puede tener
papel preponderante en el trámite de la mediación.
a. La doctrina clásica.
29
CHIOVENDA, José: “Principios de Derecho Procesal Civil”, trad. por José Casais y Santaló; Ed. Reus; Madrid; 1925; t.
I, pág. 86.
30
CHIOVENDA, José: “Principios de Derecho Procesal Civil”; op. cit.; pág. 95.
31
CARNELUTTI, Francesco; “Instituciones del Proceso Civil”; trad. de Santiago Sentís Melendo; Librería ‘El Foro’;
Buenos Aires; 1997; t. I. pág. 22.
32
CALAMANDREI, Piero; ‘Proceso y Justicia’ en “Instituciones de Derecho Procesal Civil”; trad. de Santiago Sentís
Melendo; E.J.E.A.; Buenos Aires; 1973: pág. 215.
22
b. La doctrina nacional.
Alsina sostiene que “…El verdadero fin del proceso puede inducirse
considerando la actuación del juez y de las partes en el mismo… Para el juez la
satisfacción de un interés individual es objeto mediato, pues el inmediato lo
constituye el restablecimiento del orden público…” 33.
Podetti tampoco incluye a la búsqueda de la verdad dentro del fin del proceso,
limitándose a sostener que “…el fin del proceso es la sentencia que resuelve la
controversia… considerado genéricamente, es público, puesto que sirve para
mantener inalterado el ordenamiento jurídico… considerado específicamente el fin
del proceso es la satisfacción de un interés individual tutelado por el derecho…” 35
Alvarado Velloso, por su parte sostiene que “…la razón de ser del proceso no
puede ser otra que la erradicación de la fuerza en el grupo social para asegurar el
33
ALSINA, Hugo; “Tratado teórico práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial”; Ediar S.A.; Buenos Aires; 1956; t. I;
págs. 403 y 404.
34
PALACIO, Lino Enrique; “Derecho Procesal Civil” 2da. edición; Abeledo-Perrot; Buenos Aires; 1979; t. I, pág. 221.
35
PODETTI, J. Ramiro; “Derecho Procesal Civil y Laboral - Tratado de la Competencia”; Ediar S.A.; Buenos Aires; 1973;
t. I, pág. 31.
36
COUTURE, Eduardo J.; “Fundamentos del Derecho Procesal Civil”; 3ª edic. (póstuma); Ed. Depalma; Buenos Aires;
1958; pág. 10.
37
COUTURE, Eduardo J.; “Introducción al estudio del proceso civil”, 2da. edición; Ed. Arayú; Buenos Aires; 1953; pág.
55.
23
mantenimiento de la paz y de normas adecuadas de convivencia…” y por si quedara
alguna duda sobre la cuestión que nos ocupa, en la nota al pie de página señala “…
Quede en claro que el proceso nada tiene que ver con la búsqueda de la
verdad, como habitualmente se dice de su objeto o de su razón de ser…”38.
Capítulo II
El hecho.
1. Concepto.
“…El hecho ocupa un lugar preponderante en la vida del derecho, ya que todo
vínculo que jurídicamente se anuda o se desata, arranca de un hecho o tiene por
objeto un hecho. No es posible concebir el derecho sin el hecho que lo genere, lo
modifique, lo transforme o lo extinga…”41.
38
ALVARADO VELLOSO, Adolfo; “Sistema Procesal”; Ed. Rubinzal Culzoni; Santa Fe; 2009; t. I., pág. 35 (la negrita es
nuestra).
39
MORELLO, Augusto M.; “La prueba”; Ed. Librería Editora Platense - Abeledo Perrot; Buenos Aires; 1991; pág. 18.
40
PEYRANO, Jorge W.; “El juez y la búsqueda de la verdad en el proceso civil” en www.elateneo.org
41
AGUIAR, Henoch D.; “Hechos y actos jurídicos en la doctrina y en la ley”; Bs. As.; Tipográfica Editora Argentina; 1950;
t. I, pág. 3.
24
cuando éste establece la verdad sobre aquellos. Es así que los hechos serán el
objeto de la prueba, y es en esa vinculación que nos interesa analizarlos, pero los
hechos en sí, no son incorporados al proceso, ya que se trata de sucesos ocurridos
en el pasado, de porciones de experiencia, de los cuales las partes en primer lugar y
el juez luego, realizan narraciones, proposiciones y consideraciones que apuntan a
demostrar la verosimilitud o la inexistencia de su ocurrencia. Se trata entonces de
alegaciones sobre hechos.
Esas alegaciones sobre hechos, deben tener relación con las referencias
fácticas enunciadas a su vez por la norma que pretende sea de aplicación al
conflicto, es decir, la cuestión será determinar no el hecho en sí mismo, sino en la
medida en que éste es el presupuesto de la aplicación de normas en el caso
concreto42.
Por ello, no existe una noción de ‘hecho’ elemental, unitaria y aceptable que
pueda asumirse sin discusión como punto de partida de lo que representa el objeto
de la prueba. No obstante, resulta útil aquí que formulemos algunas consideraciones
sobre los hechos a que nos estamos refiriendo concretamente.
En segundo lugar, no está para nada claro de qué manera las normas jurídicas
individualizan los hechos que califican como institucionales, ni las consecuencias que
de ello se derivan, en función de la vaguedad del lenguaje fáctico utilizado, que dista
mucho de ser simple, uniforme y determinado; y en que no existe claramente un
lenguaje jurídico utilizable, recurriéndose a menudo al lenguaje común. Hay que
tener en cuenta, además, que cuando las partes o un testigo relatan un hecho o
42
TARUFFO, Michele; “La prueba de los hechos” op. cit., pág. 90.
25
incluso el juez, en la decisión, cuando lo da por probado o acreditado, se refieren a
él como realmente existente o verdadero, pero la norma no lo describe así, sino que
refiere a un hecho de cierto tipo, en forma genérica, otorgándole consecuencias
jurídicas.
2. Tipos de hechos.
En tal sentido, una de las distinciones más comunes que realiza la doctrina, es
la de hechos principales o relevantes (que comprende los hechos constitutivos,
impeditivos, modificativos y extintivos45), poniendo de relieve su trascendencia
jurídica por encontrarse en la prótasis del enunciado, como presupuesto de los
efectos previstos por la norma, en contraposición de los hechos secundarios o
simples, que no reciben calificación alguna en la misma 46. Estos sólo tienen
43
CARNELUTTI, Francesco; “La prueba. civil”; op. cit.; pág. 3.
44
CARNELUTTI, Francesco; “La prueba. civil”; op. cit.; pág. 4.
45
CHIOVENDA, Giuseppe; “Instituciones de Derecho Procesal Civil”; trad. de E. Gómez Orbaneja; Madrid; Editorial
Revista de Derecho Privado; 1936; Vol. I, pág. 6.
46
TARUFFO, Michele; “La prueba de los hechos” op. cit., pág. 119.
26
trascendencia jurídica, en cuanto de ellos se pueda deducir o inducir la verdad o
falsedad de los primeros.
Además de los dos grupos referidos, hay un tercero, constituido por todos los
hechos alegados que no son principales ni secundarios, al que se lo califica como
irrelevantes, pues no tienen ninguna trascendencia para la norma utilizada para la
resolución del conflicto, pero que, en determinada circunstancias, si se cambia el
enfoque jurídico y se utiliza otra norma, pueden adquirir trascendencia como hechos
principales o secundarios. Funciona así este grupo, como una ‘reserva de hechos’ de
las alegaciones de las partes.48
Por último, no todos los hechos que son objeto de la prueba en el proceso,
pertenecen al mundo físico, lo que ha dado lugar a que se califique a los hechos en
materiales y síquicos. Los primeros son aquellos que ocurren en el mundo físico y
que ya hemos visto, sólo a veces presentan algunas dificultades probatorias,
mientras que los segundos ocurren en la esfera sicológica, sentimental o volitiva del
sujeto y consisten en cuestiones sentimentales, valorativas, volitivas, cognoscitivas o
de conciencia, cuya prueba presenta particular dificultad, ya que su existencia sólo
puede ser probada por inferencia de otros hechos, que sí se manifiestan
materialmente. A pesar de que en muchos casos las normas que regulan estas
cuestiones, utilizan conceptos abiertos e indeterminados, la doctrina y jurisprudencia
ha generado o integrado conceptos y definiciones que permiten su individualización y
prueba, de manera medianamente razonable y lógica.
50
TARUFFO, Michele; “La prueba de los hechos” op. cit., pág. 143.
28
“…Pensemos siempre que lo primero que necesita el juez es enterarse del
caso. ¿Y cómo se enterará si nosotros no se lo explicamos con acierto? El extravío al
apreciar un hecho o un detalle puede arrastrar una cadena de equivocaciones y
producir un fallo injusto. Despréndese de ahí que el primer cimiento para el acierto
judicial depende de nosotros: de que sepamos exponer o no exponer el caso…”51.
demanda se efectúa por medio de la notificación de un escrito (escrito de demanda). El escrito de demanda debe incluir:…
2. La indicación exacta del objeto y motivo de la reclamación entablada así como una petición precisa…” ; “Código
Procesal Civil Alemán”; trad. por Emilio Etranova Encinas y Miguel Lourdido Miguez; Barcelona; Ed. Marcial Pons; 2001;
pág. 77.
55
ALSINA, Hugo; “Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial”; 2da. ed.; Bs. As.; Ediar S.A, 1961;
págs. 35, 36 y 37.
56
DÍAZ, Clemente A.; “La exposición de los hechos en la demanda”; op. cit., pág. 833.
57
SARTORIO, José; “La ley 50”, Tipográfica Editora Argentina; Bs. As.; 1955; pág. 39 y ss.
58
MALAVER, Antonio E.; “Curso de procedimientos judiciales”; Bs. As., Imprenta de Pablo E. Coni; 1873; t. I, pág. 323.
59
DE VICENTE Y CARAVANTES, José; “Tratado histórico, crítico filosófico de los procedimientos judiciales en materia
civil sobre la nueva Ley de Enjuiciamiento”; Madrid; Imprenta de Gaspar y Roig; 1856; t. II, pág. 26.
30
estarán en su lugar en los escritos posteriores, cuando se haya formalizado
la contienda, y sea necesario combatir todos los argumentos presentados por la
contraria…”60.
60
MANRESA y NAVARRO, José María, Ignacio MIQUEL y José REUS; “Ley de enjuiciamiento civil, comentada y
esplicada”; Madrid; Imprenta de la Revista de Legislación; 1856 ; t. II, pág. 34 y ss.
61
CHIOVENDA, José: “Principios de Derecho Procesal Civil”, trad. por José Casais y Santaló; Ed. Reus; Madrid; 1925; t.
II, pág. 67, expresa: “…En un gran número de casos las dos teorías coinciden, porque muchos derechos no pueden
individualizarse sino mediante indicación precisa del hecho del que nacen…, también en “Instituciones…”; op. cit., pág. 9.
62
ROSEMBERG, Leo; “Tratado de Derecho Procesal Civil”, trad. de Ángela Romera Vera, con la supervisión de Eduardo
B. Carlos y Ernesto Krottoschin; Bs. As.; E.J.E.A.; 1955; t. II, pág. 43; FAIREN GUILLÉN, Víctor; “La transformación de
la demanda en el proceso civil”; Ed. Porto S.L.; Santiago de Compostela; 1949, págs. 26 y ss.
63
PALACIO, Lino Enrique; “Derecho Procesal Civil”; Bs. As.; Ed. Abeledo Perrot; 1977; t. IV, pág. 295.
64
DE SANTO, Víctor; “La demanda y la defensa en el proceso civil”; 2da. edición; Ed. Universidad; Bs. As.; 1981; págs.
118 y ss.
65
CARLI, Carlo; “La demanda civil”; 3ª reimpr.; Ed. Aretua; La Plata (Prov. de Bs.As.); 1991; págs. 85 y ss.
66
DÍAZ, Clemente A., “La exposición de los hechos en la demanda”; op. cit. págs. 835 y 839.
31
b. La naturaleza de la afirmación
Se distingue así, según el acto procesal de que se trate, la actitud que adopta
el postulante, sosteniéndose que “…En la denuncia, el denunciante participa el
conocimiento que tiene de un hecho… sin asumir el carácter de sujeto del proceso,
exigiéndosele solamente que la denuncia no sea calumniosa…, en la demanda, el
demandante también participa el conocimiento de los hechos, pero lo hace
asumiendo el carácter de sujeto del proceso y la carga de la prueba y en tal carácter
asume la responsabilidad de todas las consecuencias del proceso, en tanto puede ser
reconvenido, excepcionado, etc.; finalmente, en el alegato, en la expresión de
agravios, etc., los sujetos del proceso no participan al juez ningún conocimiento que
éste no pueda extraer de su saber jurídico; los hechos aquí se exponen en tanto
probados, de ellos se extraen razonamientos que, como tales pueden tener
influencia o no en la sentencia sin que se produzca ningún agravio si el juez no los
tiene en cuenta o suple…”68.
c. La determinación
67
GOLDSCHMIDT, James; “Teoría General del Proceso”, Barcelona; Ed. Labor; 1936, trad. de Leonardo Pietro Castro;
pág. 119.
68
DÍAZ, Clemente A., “La exposición de los hechos en la demanda”; op. cit. pág. 837.
32
La segunda cuestión que se plantea respecto a los hechos en la demanda, es
qué hechos son los que se deben narrar y cómo debe hacérselo. En tal sentido se
afirma que los hechos deben relatarse de manera de que de ellos surja en primer
lugar la legitimatio ad causam, si es que ésta no puede deducirse indudablemente de
la relación jurídica presentada y en segundo término, deberán relatarse todos los
hechos principales que identifican a ésta y los que producen el estado de
desequilibrio que se compensará mediante el ejercicio de la pretensión 69.
Aquí es conveniente realizar una aclaración fundamental, que tiene que ver
con el sistema dispositivo que domina todo el proceso.
d. La veracidad
69
DÍAZ, Clemente A., “La exposición de los hechos en la demanda”; op. cit. pág. 838.
70
CARNELUTTI, Francesco; “La prueba. civil”; op. cit.; pág. 7.
71
Ver infra Cap. V, pto.2.c.
72
DÍAZ, Clemente A., “La exposición de los hechos en la demanda”; op. cit. pág. 832.
33
veracidad. Pero contra la infracción de este deber no se señala pena alguna y por
ello, el deber de veracidad es una lex imperfecta…” 73.
73
GOLDSCHMIDT, James, “Teoría General del Proceso”, op. cit., pág. 84.
74
“LAS SIETE PARTIDAS del Sabio Rey D. Alfonso el IX”, con glosa del Lic. Gregorio López del Consejo Real de Indias de
S.M.; Imprenta de Antonio Bergnes; Barcelona; 1844: t. II, págs. 60 y 61.
75
“LAS SIETE PARTIDAS del Sabio Rey D. Alfonso el IX”; op. cit., pág. 68.
76
COUTURE, Eduardo J.; “El deber de decir la verdad en juicio civil”; Impresora Uruguaya S.A.; Montevideo; 1938; págs.
21 y 22.
34
conducirse, exigiéndoseles hacerlo “…a estilo llano, verdad sabida y buena fe
guardada’…”77.
No vamos a analizar aquí las contingencias que pueden producirse por las
transformaciones y los cambios que pueden hacerse en la demanda, a partir de la
modificación o ampliación de los hechos, su oportunidad y consecuencias, porque
ello excede el objetivo del presente trabajo, por lo que pasamos a analizar la actitud
del demandado en relación a los hechos expuestos en la demanda 80.
77
COUTURE, Eduardo J.; “El deber de decir la verdad en juicio civil”; op. cit., pág. 22
78
SARTORIO, José; “La ley 50”, op. cit., pág. 45.
79
COUTURE, Eduardo J.; “El deber de decir la verdad en juicio civil”;., pág. 32.
80
Para consulta de estas vicisitudes, CARLI, Carlo; “La demanda civil”; op. cit., págs. 101 y ss.; FRAIREN GUILLÉN,
Víctor, “La transformación de la demanda en el proceso civil”; op. cit., págs. 101 y ss.; DE SANTO, Víctor; “La demanda y
la defensa en el proceso civil”; op. cit.; págs. 137 y ss.
35
Es necesario aquí, analizar las diferentes posiciones procesales que puede
adoptar el demandado ante la demanda, ya que según las mismas, serán los efectos
en relación a los hechos afirmados en aquella. Baste advertir que el demandado
tiene la posibilidad de disponer de los hechos libremente, al igual que el actor 81.
84
CARLI, Carlo;”La demanda civil”; op. cit., págs. 138 y ss.; DE SANTO, Víctor; “La demanda y la defensa en el proceso
civil”; op. cit., págs. 205 y ss.
37
“…La afirmación de las partes vincula al juez en cuanto a la posición del
hecho: de un lado, porque no puede poner una situación de hecho que no haya sido
afirmada por una (cuando menos) de las partes y, de otro, porque no puede dejar
de poner (omitir) una situación de hecho que haya sido afirmada por todas las
partes. La afirmación unilateral (discorde) de un hecho es condición necesaria para
su posición en la sentencia; la afirmación bilateral (concorde) es a tal fin condición
suficiente. Los hechos no afirmados no pueden ser puestos; los hechos afirmados
concordemente tienen que ser puestos…”85
El acuerdo de partes sobre los hechos, los excluye del thema probandum,
tanto respecto de ellas como de las pruebas oficiosas, siempre que se refieran a
cuestiones disponibles, dando origen a lo que llamamos el hecho no controvertido.
85
CARNELUTTI, Francesco; “La prueba. civil”; op. cit.; pág. 9.
86
CARLI, Carlo; “La demanda civil”; op. cit., pág. 141.
87
CARNELUTTI, Francesco; “La prueba. civil”; op. cit.; pág. 8.
38
decretarla de oficio. Debe fallar sobre la base de las afirmaciones hechas por una
parte y asentidas por la otra…”88.
88
CASTRO, Máximo; “Curso de Procedimientos Civiles”; compilado por Pedro Frutos e Ifauro P. Argüello; Ed. Biblioteca
Jurídica Argentina; Buenos Aires; 1926; t. I. pág. 203.
89
1. Generalidades
En ese análisis debe tenerse en cuenta, en primer lugar, la vigencia plena del
principio dispositivo, tanto en la aportación de los hechos fundantes de la pretensión
y de la contestación de la demanda, como viéramos en el capítulo precedente, como
aquí, en relación al ofrecimiento y producción de la prueba, en el que rige el
principio de aportación de parte, consecuencial de aquel. Mención especial en este
sentido merecerá la prueba judicial y las facultades del juez en tal sentido, que
dividen la doctrina en dos corrientes irreconciliables.
“…En consecuencia, resulta evidente que las normas jurídicas que regulan la
actividad probatoria, imponen limitaciones y condiciones que conspiran en contra de
la posibilidad de que pueda alcanzarse en todos los casos judiciales la verdad
absoluta acerca de cómo ocurrieron los hechos en la realidad, pues a diferencia de la
labor que despliega un historiador que, como hemos señalado, procura llegar a la
verdad de lo sucedido sin límite alguno, el juez, en cambio, tiene como función
asignada la de reconstruir los hechos objeto del proceso, y nada más, ‘so riesgo’ de
violar la regla de congruencia (art. 330 CPC), respetando al mismo tiempo, los
91
TARUFFO; Michele; “Simplemente la verdad”; op. cit., pág. 156.
41
límites y condiciones que dispone la ley para garantizar el contradictorio, el equilibrio
de los justiciables (paridad) y la seguridad jurídica…” 92
Ese principio de amplitud de medios, debe estar regulado o limitado por otro
principio, a fin de evitar demoras y gastos innecesarios en el proceso, principio
generado como desarrollo o consecuencia del principio de economía procesal, el
principio de la relevancia93. Todo medio que se muestre a priori como idóneo para
aportar información sobre los hechos objeto de la prueba en el proceso, debe ser
admitido, en tanto no resulte superfluo por probanzas ya aportadas al proceso.
92
PERRACHIONE, Mario Claudio; “Límites que presenta el proceso judicial para la verificación de la verdad material o
histórica. Necesidad de establecer algunas reformas” en Rev. LA LEY CÓRDOBA, t. 2003; pág. 1041.
93
Frustra probatur quod probatum non relevat.
94
PEYRANO, Jorge W.; “El proceso civil”; Ed. Astrea; Buenos Aires; 1978; pág. 62.
42
pretendidas con aquél, siendo entonces su texto original iudex iudicare debet
secundum allegata et probata, non secundum conscientiam.
Couture las define como “…aquellas medidas probatorias que el Juez puede
disponer por propia iniciativa, destinadas a mejorar las condiciones de información
requeridas por la sentencia de cuya génesis lógica forman parte…” 97´.
En tal sentido el maestro Peyrano nos señala que “…La comprobación de que
la completa prescindencia del órgano jurisdiccional durante el desarrollo del proceso
no siempre desemboca en una resolución justa, sumada al hecho de que el Estado
tiene interés en que la litis sea dirimida equitativamente, interés de rango superior al
de los contradictores, motivó la multiplicación de los institutos morigeradores de los
postulados del principio dispositivo…”103.
101
PEYRANO, Jorge W.; “El proceso civil”; Ed. Astrea; Buenos Aires; 1978; pág. 145, refiriéndose al principio de
contradicción, expresa “…juntamente con el dispositivo y el inquisitivo, debe computárselo entre los principios procesales de
mayor contenido ‘político’…”.
102
Ver supra Cap. I, pto. 4.
103
PEYRANO, Jorge W.; “El proceso civil”; op. cit.; pág. 71.
104
BENTHAM, Jeremías; “Tratado de las pruebas judiciales”; trad. del francés por Manuel Ossorio Florit; E.J.E.A.;
Buenos Aires; 1959; Vol. I, pág. 10.
44
prueba da carácter al proceso;… una ley tiene de novedad, de modernidad, lo que
de estos elementos haya en el ordenamiento de la prueba…” 105.
Así Alvarado Velloso afirma que “…el autoritarismo germano concibió la idea
de identificar al juez con un capitán de barco, asignándole el título y las funciones de
un director del proceso… A tal punto que se ha perdido de vista la imparcialidad que
requiere esencialmente la idea del debido proceso…”106.
105
SENTÍS MELENDO, Santiago; “El proceso civil”; E.J.E.A.; Buenos Aires; 1957; pág. 182.
106
ALVARADO VELLOSO, Adolfo; “Garantismo procesal versus prueba judicial oficiosa”; Ed. Juris; Rosario; 2006; pág.
199.
107
DEVIS ECHANDÍA, Hernando; “Compendio de la prueba judicial”; Rubinzal-Culzoni; Santa Fe; 2007; t. II, pág. 51.
45
Compartimos la opinión de Calamandrei al respecto, porque con su
acostumbrada genial sencillez, disuelve definitivamente todo planteo de
cuestionamiento ideológico, sosteniendo que “…el conferir al juez el poder de
escoger y de utilizar por sí los medios de prueba que considere más idóneos para
constatar la verdad en el ámbito delineado por las peticiones de las partes, no está
en oposición con el carácter disponible de la relación controvertida: el poder de
disposición de las partes se manifiesta en señalar los límites del thema probandum,
pero, dentro de estos límites, el reconocer al mismo juez que debe indagar sobre la
verdad de los hechos alegados por las partes una cierta autonomía en la elección de
los métodos de investigación, aparece como una necesidad de orden técnico, que no
tiene nada que ver con el respeto a la voluntad de las partes…” 108
Las facultades probatorias de las partes y los poderes de instrucción del juez,
no forman parte de un todo que deben compartir, en el que si incrementamos la
participación de uno, menguamos la del otro, sino que debe entenderse como
108
CALAMANDREI, Piero; “Instituciones de Derecho Procesal Civil”; op. cit.; t. I, págs. 406 y 407.
109
PICÓ I. JUNOY, Joan; “El juez y la prueba”; op. cit., pág. 103.
46
facultades paralelas y en todo caso subsidiarias las últimas de las primeras, siempre
limitadas por las aportaciones de hecho realizadas por ellas al trabar la litis, debiendo
el pretor respetar a rajatabla el principio dispositivo y la congruencia, tanto al actuar
como al resolver. Esto es garantía suficiente al debido proceso y al derecho de
defensa en juicio.
Pero insistimos en que la iniciativa probatoria del juez tiene límites claros y
concretos, que Picó I. Junoy nos señala precisamente: “…En primer lugar, la prueba
practicada por el juez debe, necesariamente, limitarse a los hechos controvertidos o
discutidos por las partes, en virtud de los principios dispositivo y de aportación de
parte… no pudiendo el órgano jurisdiccional llevar a cabo ninguna actividad
tendiente a investigar o aportar hechos no alegados por las partes, ni fallar
alterándolos, so pena de incurrir en un vicio de incongruencia… En segundo lugar, es
necesario que consten en el proceso las fuentes de prueba sobre las cuales tiene
lugar la posterior actividad probatoria del juez… Y finalmente, en tercer lugar, es
necesario que se respete, en todo momento, el principio de contradicción…” 111.
110
TARUFFO, Michele; “Simplemente la verdad”; op. cit., pág. 204.
111
PICÓ I. JUNOY, Joan; “El juez y la prueba”; op. cit., págs. 117 y 118.
47
contradicción, de controversia, de defensa en juicio o de igualdad procesal 112. Los
segundos, denominados principio preclusivo y su consecuencial de acumulación
eventual, “…suponen que las partes, en las respectivas fases, deban presentar
simultánea y no consecutivamente todas las alegaciones y elementos de prueba que
pertenezcan a estos períodos, sean compatibles o no unos con otros…” 113 Es
indudable su necesidad y la imposibilidad de limitarlos, salvo en relación al plazo de
la prueba, para el que, algunos sistemas prevén una prolongación extraordinaria
motivada en la complejidad, cantidad o dificultad material en la producción, pero no
puede irse más allá por su función ordenatoria y por brindar seguridad jurídica al
proceso.
112
PEYRANO, Jorge W.; “El proceso civil”; op. cit.; pág. 145.
113
MILLAR, Robert Wyness; “Los principios formativos del Procedimiento Civil”, op. cit.; pág. 96.
114
FERRER BELTRÁN, Jordi; “Prueba y verdad en el derecho”; 2da. edic.; Ed. Marcial Pons; Madrid; 2005; pág. 57.
115
GASCÓN ABELLÁN, Marina; “Los hechos en el derecho”; 2da. edición; Ed. Marcial Pons; Buenos Aires; 2004; págs.
126 y 127.
48
No obstante, se puntualizan aquí como una dificultad más, ya que hacen
indudablemente al contexto que otorga el proceso a la función epistémica en la
búsqueda del conocimiento de los hechos.
116
ROSEMBERG, Leo; “La carga de la prueba”, trad. de Ernesto Krottoschin; E.J.E.A.; Buenos Aires; 1956; pág. 11.
117
ROSEMBERG, Leo; “La carga de la prueba”, op. cit.; pág. 11.
49
situación de formarse la propia convicción acerca de la existencia de hechos
relevantes…”118
“…Para todos esos problemas, el juez tiene el deber de obtener todas las
pruebas de una y de otra parte, de la mejor manera posible, de compararlas y de
decidir después su fuerza probatoria. Así, pues, el arte del proceso no es
esencialmente otra cosa que el arte de administrar las pruebas…” 120
118
MICHELI, Gian Antonio; “La carga de la prueba”, trad. de Santiago Sentís Melendo; E.J.E.A.; Buenos Aires; 1961; pág.
175.
119
PERRACHIONE, Mario Claudio; “Límites que presenta el proceso judicial para la verificación de la verdad material o
histórica. Necesidad de establecer algunas reformas”, op. cit., pág. 1042.
120
BENTHAM, Jeremías; “Tratado de las pruebas judiciales”; op. cit.; t. I, pág. 10.
50
superado este inconveniente que se ampliaba día a día con la aparición de nuevas
pruebas científicas, evidentemente no previstas al momento de su descubrimiento,
permitiendo aquellas.
121
TARUFFO, Michele; “Simplemente la verdad”; op. cit., pág. 166.
122
TARUFFO, Michele; “Simplemente la verdad”; op. cit., pág. 174.
51
búsqueda de la verdad y la obtención de una resolución justa en el proceso, y
entonces, los hacen prevalecer ante éstos. Conforman este grupo las excusaciones a
declarar como testigo por razones de parentesco o sobre hechos que a cuyo
conocimiento se llegó por razones de su ministerio, oficio o religión, en los que las
razones que se invocan en cada caso es el valor tutelado a través del derecho a
negarse a prestar testimonio por sobre el valor de la determinación de la verdad de
los hechos del juicio.
Las pruebas tasadas o pruebas legales, son reglas sobre prueba que versan
sobre el resultado probatorio, determinando el mismo en relación a uno o diversos
medios de prueba. A diferencia del sistema de la libre valoración de la prueba que
confía en el juez la determinación del resultado probatorio de los medios de prueba
aportados a la causa, el sistema de la prueba legal reduce al mínimo esa función. 124.
123
TARUFFO, Michele; “Simplemente la verdad”; op. cit., pág. 194.
124
FERRER BELTRÁN, Jordi; “Prueba y verdad en el derecho”; op. cit., pág. 44.
52
“…En la prueba legal el momento probatorio preséntase a la consideración del
legislador más bien que a la del juez; el legislador, partiendo de consideraciones de
normalidad general, fija abstractamente el modo de recoger determinados elementos
de decisión, sustrayendo esta operación lógica a las que realiza el juez para formar
su convicción…”125.
De manera que la prueba legal o tasada, se erige como una dificultad más y a
veces como un impedimento en la búsqueda de la verdad de los hechos.
125
CHIVOENDA, José; “Principios de Derecho Procesal Civil”; op. cit. t. II, pág. 282.
126
SENTÍS MELENDO, Santiago; “La prueba”; op. cit.; págs. 252 y 253.
53
Capítulo IV
La valoración de la prueba.
1. Generalidades
127
TARUFFO, Michele; “La prueba de los hechos”; op. cit.; pág. 388, nos dice que “…se trataba de un método para
racionalizar la valoración de la prueba y, más en general, el juicio de hecho, reduciendo tendencialmente a cero el peligro
ínsito en la arbitrariedad subjetiva del juez y eliminando, por otra parte, las’ pruebas irracionales’ basadas en el principio
del ‘juicio de Dios’…”.
54
juristas italianos de los siglos XII y XIV y alcanzan su plena manifestación en las
‘Conclusiones probationum’ de Mascardus de 1588128. La resolución dependía de una
operación matemática cuyo resultado, de resultar positivo, establecía la ‘verdad’ de
los hechos y de resultar negativo, determinaba su falsedad. 129 Las Siete Partidas de
Alfonso IX, adoptaban este sistema.130
Taruffo advierte que una vez consolidada la Revolución Francesa, este criterio
que se impuso en el ámbito procesal penal, se difundió rápidamente y sin control
128
MILLAR, Robert Wyness; “Los principios formativos del Procedimiento Civil”, trad. de Catalina Grossmann: EDIAR
S.A.; Buenos Aires; 1945; pág. 125; detallando algunas pruebas legales, expresa: “…A consecuencia de esta ‘tentativa
escolástica de resolver todo a priori’, se presentó como un complejo de reglas aritméticas. El testimonio de un solo testigo,
en sí, no tiene valor alguno; dos testigos intachables (testes classici) constituyen prueba plena (plena probatio): he aquí el
módulo principal de su progresión…”.
129
TARUFFO, Michele; “La prueba”, trad. de Laura Manríquez y Jordi Ferrer Beltrán; Ed. Marcial Pons; Madrid; 2008;
pág. 133 y 134.
130
LOPEZ, Gregorio; “LAS SIETE PARTIDAS del Sabio Rey D. Alfonso el IX”; op. cit.; t. II, pág. 329, donde en la Partida
3ª, tít. 16, se expresa: “Ley 32: Quantos Testigos ha menester, para prouar en cada pleyto. Dos testigos que sean de buena
fama, e que sean atales que los non puedan desechar por aquellas cosas que mandan las leyes deste nuestro libro, abonada
para prouar todo pleyto en juyzio,…”2
131
TARUFFO, Michele; “La prueba”, op. cit., pág. 135.
132
FERRAJOLI, Luigi; “Derecho y razón – Teoría del garantismo penal”; op. cit.; pág. 139.
55
racional, al fuero civil, generando resoluciones puramente subjetivas y
sustancialmente arbitrarias, lo que nada tiene que ver con la determinación de la
verdad de los hechos en el proceso. En cambio, cuando el sistema se racionalizó, “…
el principio opuesto, de la prueba libre o de la libre convicción, presupone la
ausencia de aquellas reglas e implica que la eficacia de cada prueba para la
determinación del hecho sea establecida caso a caso, siguiendo criterios no
predeterminados, discrecionalmente y flexibles, basados esencialmente en
presupuestos de la razón…”133.
133
TARUFFO, Michele; “La prueba de los hechos”; op. cit.; pág. 387.
134
SENTÍS MELENDO, Santiago; “La prueba”; op. cit.; págs. 247 y 248.
135
COUTURE, Eduardo J.; “Fundamentos del Derecho Procesal Civil”; op. cit.; pág. 273.
136
SENTÍS MELENDO, Santiago; “La prueba”; op. cit.; págs. 257, expresa: “…De la posición de aquellos dos maestros
me ocupé hace ya varios años; y poco, o nada, es lo que debe modificar: acaso acentuar mi negativa a considerar como
verdaderas pruebas las denominadas pruebas legales, lo que hace que el sistema de la sana crítica no aparezca para mí,
como intermedio, sino como único…”.
137
COUTURE, Eduardo J.; “Estudios de Derecho Procesal Civil”; Ed. Lexis Nexis; Buenos Aires; 2003; t. II, págs. 124 y
125.
56
de la sana crítica que “…estas reglas no pueden ni deben ser otras que las
consignadas en las leyes antedichas, por ser conformes a lo que la razón y el sentido
común aconsejan…”138. Caravantes por su parte, señala como antecedente “…el art.
82 del decreto de 20 de junio de 1852, sobre jurisdicción de Hacienda, sobre el juicio
acerca de la certeza de los hechos, ha de formarse en esta clase de procesos por las
reglas ordinaria de la crítica racional…”139.
138
MANRESA y NAVARRO, José María, Ignacio MIQUEL y José REUS; “Ley de enjuiciamiento civil, comentada y
esplicada”; op. cit., t. II, pág. 387.
139
DE VICENTE Y CARAVANTES, José; “Tratado histórico, crítico filosófico de los procedimientos judiciales en materia
civil sobre la nueva Ley de Enjuiciamiento”; op. cit.; t. II, pág. 246.
140
COUTURE, Eduardo J.; “Estudios de Derecho Procesal Civil”; op. cit.; t. II, pág. 130.
141
COUTURE, Eduardo J.; “Estudios de Derecho Procesal Civil”; op. cit.; t. II, pág. 131.
57
observación se han inducido y que, por encima de estos casos, pretenden tener
validez para otros nuevos…”142, definición que ha sido adoptada prácticamente por
toda la doctrina.
142
STEIN, Friedrich; “El conocimiento privado del juez”; Centro de Estudios Ramón Areces; España, s.d.; pág. 22, citado
por Hugo Fernando Conterno; “Máximas de la esperiencia”; en Foro de Córdoba, Suplemento de Derecho Procesal, Año
III, 2005, Nº 5, pág. 12.
143
Ver supra Cap. I, pto. I.
144
TARUFFO, Michele; “La prueba”, op. cit., pág. 30.
145
ROSEMBERG, Leo; “La carga de la prueba”, trad. de Ernesto Krottoschin; Bs. As.; E.J.E.A.; 1956; pág. 165.
146
NIEVA FENOLL, Jordi: “La valoración de la prueba”; Ed. Marcial Pons; Buenos Aires; 2010; pág. 211.
58
concepto nos acercó históricamente a la esencia del razonamiento probatorio lógico y
que por ello no debe ser desdeñado en sí mismo sino que se debe hacer un esfuerzo
para darle, en cada caso, su contenido concreto.
Es necesario en esta sede dejar absolutamente en claro, una vez más, que en
el proceso civil, como en todos los órdenes de la vida, es sólo alcanzable una verdad
relativa, nunca absoluta, por lo que el juez al resolver, debe siempre hacer una
valoración de la prueba que lo aproxime al convencimiento sobre la verdad o la
falsedad de las afirmaciones de los hechos realizadas por las partes. El análisis de
esta situación ha preocupado a la doctrina desde los estudiosos clásicos de nuestra
ciencia, hasta los más actuales exponentes.
147
COUTURE, Eduardo J.; “Vocabulario Jurídico”: 4ª edición; Ed. B de f; Montevideo; 2010; pág. 583.
148
CALAMANDREI, Piero; ‘Verdad y verosimilitud en el Proceso Civil’, en “Instituciones de Derecho Procesal Civil”; op.
cit.; t. III, pág. 316.
59
más allá de las objeciones etimológicas que le señala parte de la doctrina
moderna149, precisando justamente la relatividad del conocimiento que puede
adquirirse en el proceso civil y la situación en que se encuentra el juez, a quien no le
es permitido, como al historiador, permanecer incierto respecto de los hechos sobre
los que tiene que resolver y que además debe hacerlo en grado de certeza. Señala
en tal sentido que “…lo que vemos, sólo es lo que nos parece que vemos. No es
verdad, sino verosimilitud: es decir, apariencia (que puede ser también ilusión) de
verdad…”150.
149
TARUFFO, “La prueba de los hechos” op. cit., pág. 167 y ss.
150
CALAMANDREI, Piero; ‘Verdad y verosimilitud en el Proceso Civil’, en “Instituciones de Derecho Procesal Civil”; op.
cit.; t. III, pág. 319.
151
CALAMANDREI, Piero; ‘Verdad y verosimilitud en el Proceso Civil’, en “Instituciones de Derecho Procesal Civil”; op.
cit.; t. III, págs. 351 y 352.
60
Capítulo V
La decisión judicial.
1. Su génesis
152
CARNELUTTI, Francesco; “La prueba civil”: op. cit.; pág. 4.
153
CARNELUTTI, Francesco; “Cómo se hace un proceso”; trad. de Santiago Sentís Melendo y Marino Ayerra Redín;
E.J.E.A.; Buenos Aires; 1959: pág. 141.
154
TARUFFO, Michele; “Simplemente la verdad”; op. cit., pág. 221.
155
PERRACHIONE, Mario Claudio; “Límites que presenta el proceso judicial para la verificación de la verdad material o
histórica. Necesidad de establecer algunas reformas”; op. cit.; pág. 1042.
61
Aquí se produce un ejercicio de doble mano, ya que los hechos de la situación
singular son los que nos llevan a elegir la norma aplicable a su resolución y su
interpretación, y luego ella lo guiará en el análisis de los hechos de la causa y de las
pruebas producidas.
2. La congruencia.
156
TARUFFO, Michele; “Simplemente la verdad”; op. cit., pág. 252.
157
TARUFFO, Michele; “Simplemente la verdad”; op. cit., pág. 274.
62
La congruencia158 procesal es un instituto que establece los límites de la
decisión del juez, manifestándose como la correlación entre las postulaciones de las
partes y aquélla. Según Enderle “…la congruencia constituye un módulo de
directivas dirigidas decididamente al órgano jurisdiccional para que, en razonable
adscripción y funcionalidad al mismo, propenda con su ajuste, indirectamente, a la
justicia de la decisión…”159.
El principio tiene su fuente en las Partidas de Alfonso el Sabio, cuya Ley 16 del
Título XXII de la Partida III, se titulaba “…Cómo non deue ualer Juyzio que da el
Judgador sobre cosa que non fue demandada ante el…” , expresando el Lic. López en
su comentario “…siendo tres los puntos en los cuales debe ser la sentencia conforme
con el libelo, esto es, la cosa, la causa y la acción… Si la sentencia proferida se
estiende á mas de lo pedido, es ipso jure nula,…” 161. Este principio se omitió
originariamente en forma expresa en la Ley de Enjuiciamiento Civil española de
1855, pero como su art. 61 sólo establecía que “…Las sentencias deben ser claras y
precisas, declarando, condenando ó absolviendo de la demanda…” , sus
comentaristas sostenían que a pesar de no estar expresamente dispuesto, el texto
del artículo en comentario establece tácitamente que “ha de haber congruencia entre
aquella y esta; ha de ser la sentencia conforme a la demanda…” 162. Esto fue resuelto
con la modificación de 1881, “…que estatuye en su art. 359: ‘…las sentencias deben
ser claras, precisas y congruentes con las demandas y con las demás pretensiones
deducidas oportunamente en el pleito…”163.
158
Del latín congruentia o congruere, que significa conformidad, coincidencia; Según la R.A.E.: conveniencia, coherencia,
relación lógica/ Conformidad entre los pronunciamientos del fallo y las pretensiones de las partes formuladas en juicio.
159
ENDERLE, Guillermo Jorge; “La congruencia procesal”; Rubinzal-Culzoni; Santa Fe; 2007: pág. 53.
160
ENDERLE, Guillermo Jorge; “La congruencia procesal”; op. cit.; pág. 16.
161
LOPEZ, Gregorio; “LAS SIETE PARTIDAS del Sabio Rey D. Alfonso el IX”; op. cit.; t. II, pág. 545.
162
MANRESA y NAVARRO, José María, Ignacio MIQUEL y José REUS; “Ley de enjuiciamiento civil, comentada y
esplicada”; op. cit., t. I, págs. 201 y 202.
163
PEYRANO, Jorge W.; “El proceso civil”; op. cit.; pág. 63, con cita de Abraham Reicer, ‘La congruencia en el proceso
civil’, en ‘Revista de Estudios Procesales’, Nº 5, p. 17.
63
En la legislación clásica, ha sido pilar del proceso civil y sigue siéndolo en
todos los sistemas actuales cuyos regímenes de gobierno respetan el estado de
derecho y la propiedad privada.
a. El ejercicio de la acción
Nadie puede promover acción sino sólo el particular legitimado y por su sola
voluntad. Esta consecuencia se enunciaba antiguamente con los brocárdicos ne
procedat iudex ex officio (no procede juicio de oficio) y nemo iudex sine actore (no
hay juicio sin actor). Rocco nos señala “…Principio que no sólo es válido para el
primer acto con que se ejercita el derecho de acción, sino para toda la serie de los
actos, mediante los cuales este derecho se actúa a través de todo el proceso…” 165, lo
que nos lleva a la siguiente consecuencia.
b. El impulso procesal
Si sólo la parte puede iniciar el proceso, sólo la parte puede seguirlo o instarlo.
Esta consecuencia es coherente con el instituto de la perención que busca evitar la
duración indefinida del proceso, pero no con algunas facultades de instancia de oficio
que varios sistemas han incorporado en tiempos relativamente recientes, que
desnaturalizan al principio (dispositivo) y a su institución correlativa (la perención).
No se comprende cómo ha de declararse la perención en un proceso en el que la
164
CALAMANDREI, Piero; “Instituciones de Derecho Procesal Civil”; op. cit.; t. I, pág. 403.
165
ROCCO, Alfredo; “La sentencia civil – La interpretación de las leyes procesales”; Librería El Foro; Buenos Aires; 2003;
pág. 166.
64
instancia no esté a cargo exclusivo de la parte y menos aún que sea el juez quien la
declare, ahora corresponsable de la misma, lo que lo coloca como juez y parte de la
cuestión. El tema se plantea, por su importancia, pero nada más, por exceder el
objetivo del presente estudio.
166
Ver infra Capítulo II, pto. 3.
167
MILLAR, Robert Wyness; “Los principios formativos del Procedimiento Civil”, op. cit., pág. 59.
168
PICÓ I. JUNOY, Joan; “El juez y la prueba”, 2ª ed.; Ed. Bosch; Barcelona: 2012; pág. 82.
65
correspondencia perfecta entre los actos en que aquella facultad se desarrolla y el
acto con el que esta obligación se cumple…”169.
“…El juez debe ‘construir’ (o reconstruir) los hechos sobre la base de los
elementos de los que dispone, es decir: a) las alegaciones relativas a los hechos
principales y secundarios realizadas por las partes; b) las informaciones que resultan
de las actuaciones procesales, y en particular de las pruebas… y c) las nociones
proporcionadas por la experiencia y por el sentido común…”170
Tal como hemos dejado dicho, puede ocurrir que ambas partes incorporen a la
litis hechos falsos, lo que impedirá seguramente el acceso a la verdad o el
conocimiento de la realidad de los hechos invocados por parte del pretor.
Capítulo VI
169
ROCCO, Alfredo; “La sentencia civil – La interpretación de las leyes procesales”; op. cit.; pág. 167.
170
TARUFFO, Michele; “Simplemente la verdad”; op. cit., pág. 230.
66
Conclusiones.
68
puede haber una decisión justa, si los hechos que la motivan no resultan verdaderos
y entendemos entonces que sólo así se puede hacer realidad el mandato
constitucional de nuestro preámbulo que nos impone “…afianzar la justicia…” o aquel
principio fundamental enunciado por Ulpiano de “…dar a cada uno lo suyo…”.
BIBLIOGRAFÍA
69
1. AGUIAR, Henoch D.; “Hechos y actos jurídicos en la doctrina y en la ley” ; Bs.
As.; Tipográfica Editora Argentina; 1950.
5. BENTHAM, Jeremías; “Tratado de las pruebas judiciales” ; trad. del francés por
Manuel Ossorio Florit; E.J.E.A.; Buenos Aires; 1959.
8. CARLI, Carlo; “La demanda civil”; 3ª reimpr.; Ed. Aretua; La Plata (Prov. de
Bs.As.); 1991.
10. CARNELUTTI, Francesco; “Instituciones del Proceso Civil”; Librería ‘El Foro’;
Buenos Aires; 1997.
12. CARNELUTTI, Francesco; “Teoría General del Derecho”, trad. por Francisco
Javier Osset, 3ª ed.; Madrid; Ed. Rev. De Der. Priv.; 1950.
70
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