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¿Cómo pensar la empresa

de Louis Althusser?

por Alain Badiou

Ya que me es dado concluir, quisiera primeramente expresar hasta que punto me siento
feliz por este coloquio. Que el nombre de Althusser sea pronunciado aquí, en Viena; que este
nombre no sea ligado a un caso patológico sino a un pensamiento, a una obra; que esta obra
sea estudiada en detalle, con precisión y pasión; que haya habido un público constante y
atento; todo eso es excelente. Agradezco vivamente a los organizadores y, entre ellos, a aquella
sin la cual este pequeño acontecimiento no habría existido: Isolde Charin.
A continuación quisiera decir que estoy en desacuerdo con casi todo lo que aquí se ha
defendido estos últimos días. Igualmente esto es muy bueno. Quisiera explicar porqué.

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Creo que dos ideas han dominado la mayoría de las intervenciones.


La primera es situar a Althusser en relación al marxismo.
La segunda es buscar en Althusser una teoría del sujeto.
Sobre el primer punto pienso, para decirlo todo abruptamente, que el marxismo no existe.
Sylvain Lazarus ha mostrado aquí mismo que entre Marx y Lenin no hay continuidad y desarrollo,
sino ruptura y fundación. Igualmente hay ruptura entre Stalin y Lenin, después entre Mao y Stalin.
Althusser es todavía otra tentativa. Lo que complica el cuadro es que todas estas rupturas son cada
una de ellas de naturaleza diferente. Todo esto hace que “marxismo” es el nombre (vacío) de un
conjunto absolutamente inconsistente, cuando se lo refiere -como se lo debe hacer- a la historia de
las singularidades políticas.
Por otra parte se observará que el proyecto de una “filosofía marxista”, en un tiempo anunciada
por Althusser, ha sido por él abandonada. Althusser explica perfectamente, en Lenin y la filosofía,
que Marx y Lenin no fundan una nueva filosofía, sino una nueva práctica de la filosofía, lo que es
muy diferente y reenvía a la política.
Esto quiere decir que es imposible entrar en la obra de Althusser si se la considera como un
“caso” del marxismo, o como el testimonio (inacabado) de una filosofía marxista. Para entrar en
Althusser es necesario considerar la singularidad de su empresa y los objetivos totalmente
particulares que son los suyos.
Entonces, la cuestión previa es: ¿Cómo, a partir de qué lugar de pensamiento, se puede asir la
singularidad de Althusser? ¿Cómo hacerla sin a priori y especialmente sin el a priori del marxismo?

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Sobre el segundo punto, pienso lo siguiente: no hay en Althusser, y allí no puede haberla, una
teoría del sujeto.
Para Althusser, toda teoría procede por conceptos. Ahora bien, “sujeto” no es un concepto. Este
tema está desarrollado con mucha claridad en Sobre la relación de Marx a Hegel. Cito: el concepto de
proceso es científico, la noción de sujeto ideológica. “Sujeto” no es el nombre de un concepto sino el
de una noción, es decir, el indicador de una inexistencia. No hay su jeto ya que sólo hay procesos.
La tentativa de completar sobre este punto a Althusser por Lacan es, desde mi punto de
vista, impracticable. Hay en Lacan un concepto teórico de sujeto, que incluso tiene un estatuto
ontológico. Puesto que el ser del sujeto es el acoplamiento del vacío y del objeto a. Nada de eso
hay en Althusser, para quien el objeto existe aún menos que el sujeto. Althusser escribe:
”Objeto = reflejo especular del sujeto”. ¡El objeto es la imagen de una inexistencia! El proceso sin
sujeto lo mismo se cumple como proceso sin objeto.
En estas condiciones, la segunda cuestión previa es la siguiente: si no hay sujeto, si sólo
hay procesos sin sujeto, ¿cómo distinguir la política de la ciencia de los procesos sin sujeto,
ciencia que es la Historia, bajo la forma del materialismo histórico? ¿Cómo distinguir la política
de la ciencia (del materialismo histórico) sin, por supuesto, reducirla a la ideología?
Ahora bien, que la política no sea ni la ciencia ni la ideología es afirmado constantemente
por Althusser:
- En 1965, distingue la práctica política de la práctica ideológica y de la práctica científica.
- En 1968, explica que todo proceso está “bajo relaciones”, relaciones que pueden ser las
relaciones de producción, pero que también, añade, de otras relaciones: políticas, o ideológicas,
aquí otra vez distinguidas.
Más aun: Althusser plantea que no han realmente penetrado el pensamiento del proceso
bajo relaciones sino “los militantes de la lucha de clases revolucionaria”. Luego , el verdadero
pensamiento del proceso es detentado por los practicantes de la política.
Hay finalmente tres puntos de los que es absolutamente preciso capturar la unidad:

1. La política es distinta de la ciencia como de la ideología.


2. No es la noción de sujeto quien puede fundar estas distinciones.
3. Es a partir de la política que la noción de “proceso bajo relaciones” es pensable.
Entonces sostenemos que toda relación “pensante” a Althusser debe tratar previamente dos
cuestiones:
1. Aquella de la singularidad de su empresa, concebida de otra manera que como un caso
del nombre vacío “marxismo”.
2. Aquella, en el interior de esta singularidad, de la política como proceso sin sujeto, la
única capaz en su dimensión militante, de dar acceso al pensamiento de lo que es, en general,
un proceso sin sujeto.
Quisiera, en la línea fuertemente fijada por Sylvain Lazarus, dar algunas indicaciones sobre
estas dos cuestiones previas.

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El lugar de donde habla Althusser es la filosofía. Como toda filosofía la de Althusser se
propone dar una definición de la filosofía. Ahora bien, cada uno sabe que Althusser ha dado
(por lo menos) dos definiciones de la filosofía.
La primera es: “teoría de la práctica teórica”. Esta primera definición queda en el cuadro del
Materialismo Dialéctico como síntesis formal de los procesos del pensamiento.
La segunda es: “representación de la lucha de clases ante las ciencias”. Es decir,
representación, ante las ciencias, de la política.
Esta segunda definición quiere decir que la actividad filosófica está suspendida a la política,
a la clarificación política, como a su condición mayor. Por lo que el proyecto de Althusser
deviene el siguiente: ensayar, pensar en el elemento de una ruptura filosófica las características
de la política después de Stalin.
¿Por qué este proyecto es sostenible? Precisamente porque lo que sucede en la filosofía está
orgánicamente ligado a la condición política de la filosofía. Se puede, en consecuencia, tratar a
la filosofía, en el interior de ella misma, como una suerte de aparato registrador de su condición
política. En particular, una posibilidad filosófica nueva se puede dejar descifrar, es cierto que al
precio de una “torsión” compleja, como el índice intra-filosófico de un movimiento real de la
condición política. Althusser espera que una nueva actividad filosófica va a prestar testimonio
de lo que está en tren de devenir pensable en la política después de Stalin.
Para asir todos los matices de este proyecto, es decisivo no confundirlo con aquel de una
filosofía política. La cuestión no es que la filosofía sea el lugar en donde pensar la política
después de Stalin. En realidad, únicamente los militantes políticos piensan efectivamente la
novedad política. Lo que la filosofía puede hacer es registrar en la apertura de posibilidades
filosóficas desapercibidas anteriormente el signo de una “pensabilidad” (como dice Lazarus)
reabierta de la política a partir de ella misma. Althusser sabe bien que quienquiera que
pretenda que la filosofía piense directamente la política (generalmente bautizada para esta
ocasión “lo político”) no hace sino someter la filosofía a la objetividad del Estado. Si la filosofía
puede registrar lo que adviene en la política, es justamente porque no es una teoría de la
política, sino una actividad de pensamiento sui generis que se encuentra bajo condición de los
acontecimientos de la política real (acontecimientos de la lucha de clases en el vocabulario de
Althusser).
Es para hacerle asumir su función sismográfica, respecto de los movimientos reales de la
política pensable, que Althusser va a ordenar la filosofía en un dispositivo totalmente
particular:
-La filosofía no es una teoría, sino una actividad separadora, un pensamiento de las
distinciones del pensamiento. En consecuencia ella no puede de ninguna manera teorizar la
política. Pero puede trazar nuevas líneas divisorias, pensar nuevas distinciones que verifiquen
el “agitarse” de la condición política.
-La filosofía no tiene objeto. En particular, el objeto “política” no existe para ella. La filosofía
es un acto cuyos efectos son estrictamente inmanentes. Es el descubrimiento de nuevos
posibles “en acto” que hace torsión hacia la condición política.
-La filosofía está protegida del peligro de confundir Historia y política (o sea ciencia y
política) por el hecho de que ella misma está desprovista de historia. La filosofía autoriza una
percepción no historicista de los acontecimientos de la política.
Sobre todos estos puntos, la singularidad filosófica de Althusser es extremadamente fuerte,
y está lejos de haber aportado todos sus efectos. Toda filosofía realmente contemporánea debe
partir de las tesis singulares por las cuales Althusser identifica la filosofía.

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Si el proyecto de Althusser es identificar a la política a partir de sus efectos inmanentes en
la actividad filosófica, el primer estadío de este proyecto es mostrar cómo la política se
distingue tanto de la ideología como de la ciencia. Mostrarlo por actos (es decir, por tesis) de
carácter filosóficos.
La ciencia es caracterizada, por Althusser, por la construcción conceptual de sus objetos. Si
“objeto”, tomado en general, es una noción ideológica (correlacionada a la inexistencia de
sujeto), “objeto”, en otro sentido, correlacionado esta vez, en ausencia de todo sujeto, a
“objetividad”, designa el núcleo mismo de la práctica científica. La ciencia es un proceso sin
sujeto con objetos y la objetividad es su norma propia. Distinguir la política de la ciencia, es
ante todo reconocer que la política, de igual modo que la filosofía, no tiene objeto y no está
sometida a la norma de la objetividad. Althusser designa la norma no objetiva de la política por
las expresiones “toma de partido”, “posición (de clase)”, o “actividad militante (revolucionaria)”.
La ideología (burguesa) se caracteriza por la noción de sujeto, cuya matriz es jurídica y
sujeta al individuo a los aparatos ideológicos del Estado: es el tema “la interpelación como
sujeto”. Es capital que la ideología, cuya materialidad está dada por los aparatos, es una noción
estatal, y no una noción política. El sujeto, en el sentido de Althusser, es una función del
Estado. No habrá, en consecuencia, sujeto político, porque la política revolucionaria no puede
ser una función del estado.
Toda la cuestión es entonces la siguiente: ¿cómo designar el espacio singular de la política,
si está sustraído al objeto y a la objetividad (la política no es una ciencia) así como al sujeto (la
política no es la ideología, no es una función del Estado)?
Prácticamente, y evidentemente de manera inacabada, Althusser procede, sobre esta
cuestión decisiva, de dos maneras.
1. “Clase” y “lucha de clases” son los significantes que constantemente, “taponan” la
identidad huidiza de la política. Estos son los nombres de la política, en la medida en que
“lucha” indica que allí no hay un objeto, y que “clase” indica que tampoco allí hay un sujeto
(puesto que Althusser se opone, en el campo de la Historia, a toda idea de un proletariado-
sujeto). Este señalamiento nominal es forzosamente provisorio, incluso dudoso, por una fuerte
razón puesta anteriormente por Lazarus: la palabra “clase” es circulante, induce un equívoco
entre la ciencia de la Historia (en la que es un concepto que reenvía a la construcción de un
objeto) y la política.
2. Por las expresiones como “toma de partido”, “elección”, “decisión”, o “militante
revolucionario”, Althusser indica que lo que está en juego en la política es completamente del
orden de lo subjetivo.
Decimos que el punto a donde Althusser nos conduce, sin que se pueda decir que él lo
reflexiona, es el siguiente: ¿se puede pensar que hay lo subjetivo sin sujeto? Y añadimos: lo
subjetivo sin sujeto que tampoco se da en la figura (científica) del objeto.
Es hacia ese enigma de lo subjetivo sin sujeto como indicador intra-filosófico de la política
que va, de hecho, todo lo que conviene llamar el dispositivo tópico de Althusser.
En la doctrina del “Todo ya ahí”, la estructuración tópica hace aparecer tres cosas
capitales:
1. Una determinación materialista por la economía, que es un principio de estabilidad
masiva. En realidad, la economía es la figura de la objetividad, el lugar del objeto, y en
consecuencia el lugar de la ciencia.
2. Síntesis ficticias, portadoras por los individuos, que son inexistentes nominales. Es el
lugar del sujeto, el lugar de la ideología. Es también el lugar del Estado en su extensión
operatoria, en su “captura” sobre los cuerpos singulares, en la existencia funcional (y no
principalmente objetiva) de sus aparatos.

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3. Sobredeterminaciones acontecimientales, catástrofes, revoluciones, novedades, devenir
principal de lo no-principal. Ahí está la materia real de la toma de partido, la chance de un
militante, el momento de elección.
La sobredeterminación pone lo posible a la orden del día, mientras que el lugar económico
(objetividad) es el de la estabilidad reglada, y que el lugar estatal (subjetividad ideológica) hace
funcionar a los individuos.
La sobredeterminación es, en verdad, el lugar político. Y es necesario decir que es del orden
de lo subjetivo (elección, toma de partido, militante) si bien él no comporta ningún efecto de
sujeto (tales efectos son estatales), ni se comprueba o construye ningún objeto (semejantes
objetos sólo existen en el campo de la ciencia).
¿Qué es preciso entender aquí por “subjetivo” sin sujeto ni objeto? Es, en la figura material
militante, un proceso de pensamiento homogéneo, no determinado por la objetividad
(científica), ni cautivo del efecto de sujeto (ideológico). Este proceso está basculado, en el lugar
de la sobredeterminación, hacia lo posible, y bajo una toma de partido, una prescripción, que
nada garantiza, ni en el orden objetivo de la economía, ni en el orden estatal del sujeto, pero
que puede trazar en la situación una trayectoria real.
Althusser no ha pensado este lugar como hoy intenta hacerlo Lazarus en una gestión
fundadora que abandona el rodeo filosófico. Pero Althusser ha buscado una tópica especulativa
que ensanchando o, como él lo dice, completando, la visión de Marx y de Engels, haga posible
su pensamiento. No directamente (puesto que Althusser, en realidad, no hacía política), sino el
elemento inducido por el registro filosófico.
Para la época ya era mucho, y fija aun hoy nuestras tareas de pensamiento. Sólo por él,
este admirable esfuerzo aún innombrado (pensar lo subjetivo sin sujeto) merece que le
rindamos a Louis Althusser el más riguroso homenaje.

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