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La interpretan como respuesta al miedo que sienten los padres de familia de hablar
sobre sexualidad con sus hijos. El tema actúa como resistencia para que aborden
las diferentes temáticas con plena libertad y llenen de confianza a sus niños y niñas,
quienes al verse rodeados de padres conocedores y expresivos del tema
descargarían todas sus inquietudes sobre ellos, pues en el fondo saben del amor
que sus padres le tienen y de que quieren lo mejor para ellos.
Al hablar de sexualidad los primeros que se cohíben son los padres de familia,
quienes con la actitud que generalmente asumen parecen huir despavoridos de una
realidad latente, como si el huirle los eximiera de la responsabilidad de educar bien
sexualmente a sus hijos.
El miedo que sienten los padres es captado por medio de las percepciones de sus
hijos, lo cual a su vez se traduce en la falta de un clima de confianza de los niños y
niñas que le permitan expresar libremente sus sentimientos, percepciones o
deseos. A su vez esta falta de confianza en los niños y niñas le genera miedos de
comunicarles inquietudes propias de la sexualidad por la actitud que puedan asumir
sus padres cuando se las cuenten.
Hay dos aspectos sumamente interesantes que abordan las autoras y que
contribuyen mucho en la comprensión del tema. El primero de ellos, es el dar
información sexual a los niños y niñas de 6 a 11 años sin el temor de que con ello
se le estén “abriendo los sentidos”, hay que entender que dar una correcta
educación sexual no es adelantarse a los acontecimientos (Hernández y Jaramillo,
p.50), ni estimular una sexualidad que no sea acorde a su edad. Más bien significa
que los niños y niñas vayan comprendiendo los cambios corporales, sus relaciones
con los demás niños y niñas, el comportamiento de los demás, etc. Todo esto
redunda de manera positiva en las relaciones socio-afectivas tanto a nivel familiar
como social, principalmente en las que establecen en la escuela. Es de mucha
importancia que los niños y niñas vayan al compás de sus conocimientos con
respecto a sus cambios corporales, pues ello conlleva a que vivan con salud,
creatividad y alegría (Hernández y Jaramillo. p.54). Además cuando en sus
interrelaciones con los demás niños y niñas de su edad o con personas mayores,
escuchen o tengan información sobre sexualidad antepondrán los conocimientos
adquiridos a través de sus padres, o de personal especializado cuando éstos no
asuman tal procedimiento.
El segundo aspecto, que también es de gran importancia para la comprensión de la
temática, es la del saber escuchar por parte de los padres y enseñarles a sus hijos
a escucharse a sí mismos y a escuchar a los demás. El saber escuchar a los niños
y niñas de 6 a 11 años significa no sólo lo referente a las expresiones de sus
palabras, sino a sus gestos, comportamientos y juegos. Hay que desarrollar la
empatía padres-hijos, pues ello genera confianza en los individuos y la
manifestación sin temores de sus dudas e inquietudes con respecto a la educación
sexual.
REFERENCIA BIBLIOGRAFICA