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Vale mencionar que unos meses antes, el gobierno flexibilizó y condonó el pago de
una deuda de cerca de 4.295 mil millones de dólares, que los empresarios mantenían con el
fisco, es decir, una deuda de monto equivalente al endeudamiento que ha asumido con el
FMI.
Al día siguiente de decretadas las medidas, comenzaron las protestas en las calles, con
un llamado a paro nacional por parte de trasportistas y el llamado a la protesta por parte de
diferentes organizaciones sociales. Apenas dos días después de iniciadas las protestas, y a
pesar de su discurso disposición al diálogo, el gobierno declaró estado de excepción (decreto
número 884), lo cual restringe derechos civiles y políticos como libertad de circulación,
libertad de reunión, libertad de expresión e inviolabilidad del domicilio. El martes 8 de
octubre, se recrudeció la política represiva a través del decreto 888, que estableció un toque
de queda entre las 8 p. m. y 5 a. m., en las inmediaciones de edificios públicos y otras zonas
consideradas estratégicas.
La movilización popular en contra de las medidas económicas ha sido extraordinaria,
en especial en la zona de la sierra ecuatoriana, donde habita mayor parte de población
indígena del país, la cual ha sido clave en este levantamiento popular. La Confederación
Nacional de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) ha llamado a la movilización
de sus bases y estas han respondido en todas las regiones, realizando tomas de calles,
asambleas, protestas en plazas y sobre todo realizando larguísimas marchas y caminatas para
concentrarse en la capital.
Sin embargo, el gobierno ha acudido a distintas estrategias discursivas para
deslegitimar las protestas. Inicialmente minimizó la movilización al considerarla un paro de
transportistas mafiosos que quieren enriquecerse con los subsidios. Luego declaró que se
trata de una conspiración impulsada desde el exterior por el expresidente Rafael Correa y por
Maduro desde Venezuela. También se ha apelado al regionalismo en la zona de la costa
(planteando que se trata de población de la sierra que quiere sembrar el caos e invadir las
prosperas y pacíficas ciudades costeñas), o directamente a un discurso racista que tilda de
vándala y violenta a la población indígena. El día de ayer Ministro de la Defensa Oswaldo
Jarrín declaró que se trata de grupos terroristas que están amenazando la seguridad del país
y que se va a comenzar a recurrir a armamento letal y no ya solamente a armamento
antimotines.
Hasta la mañana del día sábado las organizaciones sociales han reportado 27 muertos
en enfrenamientos con el ejército y la policía, 860 personas heridas de gravedad y 1.430
heridas leves, 120 personas desaparecidas (entre estas 62 son menores de edad), y más de
1.800 personas detenidas en recintos policiales, muchos de las cuales han reportado tortura
y malos tratos.