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TRASTORNOS DEL DESEO SEXUAL (TDS)

Los trastornos del deseo sexual se refiere al bajo anhelo que tiene el ser humano hacia los
temas relacionados con la sexualidad estos se dividen en:

1. Trastorno de Deseo Sexual Hipoactivo (DSI)

se caracteriza por el poco interés sexual. Recibe también el nombre de apatía sexual, lo que
se traduce en dificultades para tomar la iniciativa a las relaciones sexuales, o para responder
al deseo de su pareja. También implica el desinterés total por la masturbación,
ensoñaciones y fantasías sexuales, y la falta de sensación de frustración si no se puede dar
rienda suelta a la sexualidad.

El deseo sexual inhibido es más frecuente en las mujeres con una cifra global entre un 40 y
50% y es principal causa que acude a la consulta, también Según indica el estudio Wishes
(Women’s International Sexuality and Health Survey), el 66 % de las mujeres
menopáusicas presentan deseo sexual hipoactivo. Por el contrario, ocurre en alrededor de
un 10% de los hombres, pero aunque rara vez acuden a consulta por este problema, siempre
algunos estarán dispuestos a asistir a una consulta sin importar que encuentren humillante
reconocer su falta de interés sexual.

Se encuentran diferentes tipos de trastorno sexual hipoactivo entre esos están:

 Deseo sexual inhibido general: falta general de apetito sexual.


 Deseo sexual inhibido selectivo: la falta de interés está restringida a una persona pero no
a otras.
 Deseo sexual inhibido primario: cuando esta falta de interés siempre ha estado presente
en la persona.
 Deseo sexual inhibido secundario: cuando esa falta de interés se ha desarrollado
posteriormente a partir de ciertas experiencias.

2. Trastorno por aversión al sexo

Es la aversión extrema persistente hacía la evitación de prácticamente todos los contactos


sexuales genitales con una pareja sexual. La alteración provoca malestar acusado o
dificultades en las relaciones interpersonales. Suele llegar a ser fobia al sexo.

Causas

Una persona sana se interesa por la sexualidad, sobre todo después de llegar a la pubertad,
pero cuando la persona carece de esta, la respuesta sexual del hombre o la mujer se ve
afectada por diferentes factores entre los más comunes del DSI y la aversión al sexo se
encuentran los siguientes:

 Haber tenido una educación sexual muy restringida con experiencias sexuales
traumáticas o negativas, como la violación, el abuso sexual o a conceptos religiosos
muy arraigados en la infancia, donde imperaban la culpa y el castigo por el pecado
de ser sexuados.
 Dificultades en la relación de pareja, que pueden tener problemas de comunicación
y fracasos amorosos que pueden inhibir el deseo. Ataques o desórdenes de pánico,
que crean una sensación tan angustiante, opresiva y restrictiva, que pueden anular
totalmente la vida erótica.
 Las personas que no sienten necesidades sexuales como fantasías sexuales, que no
se masturban y no se excitan en situaciones sexuales favorables tienen problemas de
DSH.
 El miedo a fracasar durante el acto sexual, ya sea por eyacular precozmente o
dificultad para conseguir la eyaculación durante el coito.
 El aburrimiento sexual provocado por la rutina en las conductas y hábitos sexuales y
no tener deseos de salir con personas del sexo opuesto lo cual puede enfriar el deseo
sexual.
 Mantener relaciones sexuales sólo para cumplir con sus deberes maritales, pero no
las desean ni las disfrutan.
 Tener una falta de tiempo para que la pareja pueda estar a solas.
 Cumplir un trabajo de verdaderos adictos con una dedicación absoluta
(workalcoholic) y con estrés laboral.
 Depresión, ansiedad, desengaños amorosos.
 Uso de psicotropos, antidepresivos, alcohol, opiáceos, etc.
 Tener síntomas de climaterio o con menopausia quirúrgica.
 Causas orgánicas como trastornos endocrinos, insuficiencia renal, diabetes, etc.

Diagnóstico

Para poder precisar que estamos en presencia de este tipo de dificultad, es necesario realizar
una historia clínica detallada. Conocer la vida sexual previa de la persona que va a consulta.
Cómo era su sexualidad antes de tener pareja, cómo eran sus ganas cuando comenzó su
vida sexual, desde cuándo comenzó a disminuir el deseo y cómo es su apetito habitual. La
paciente debe precisar qué entiende por no tener ganas, también debe responder algunos
interrogantes como si determinadas prácticas sexuales no la motivan, si su compañero no
la estimula como ella desearía, si el sexo se ha vuelto muy rutinario y ya no la enciende, si
el compañero la presiona para que responda sexualmente, o si por más que el compañero se
esmere en prepararla adecuadamente no le vienen ganas de tener una relación sexual, le
resulta imposible excitarse y hasta se molesta.
Tratamiento

Lo más indicado es acudir al médico sexólogo en busca de ayuda, para recibir el


tratamiento específico y también evitar otros trastornos o disfunciones en la relación y en la
persona derivados de la cronificación del problema. El tratamiento debe estar dirigido hacia
los factores que pueden estar reduciendo el interés sexual, posteriormente se recibe
tratamiento específico y se también evitan otros trastornos o disfunciones en la persona
derivados de la cronificación del problema. Algunos de estos son:

En cuanto la evaluación médica y los exámenes de laboratorio con frecuencia no revelan


una causa física. Sin embargo, pueden aclarar algunos síntoma por lo que se recomienda
verificar los niveles de testosterona tanto en los hombres como en mujeres, particularmente
en aquellos hombres que presentan DSH.

El examen se realiza mediante una muestra de sangre, que debe obtenerse antes de las
10:00 a.m., momento en el cual los niveles de hormonas masculinas se encuentran en su
punto más alto. Es probable que la entrevista con un especialista en terapia sexual revele las
posibles causas.

Los ejercicios Kegel pueden ayudar a estimular el deseo sexual, como tal son para reforzar
el tono y la respuesta del músculo pubocoxígeo alrededor de la vagina, esto contribuye a la
sensación sexual y al orgasmo femenino. Para realizar este ejercicio, comprima y afloje
alternativamente el pubocoxígeo y detenga el flujo urinario a media micción. Se
recomienda ejercitar este músculo 20 o más veces al día.

El tratamiento de bioautorregulación consiste en aplicar sensores a la zona genital, anal o


ambas, que miden las señales eléctricas asociadas con la contracción y la relajación de los
músculos del fondo pelviano. La persona recibe una señal, como un tono de luz o sonoro, al
apretar los músculos adecuados, lo cual le permite identificar y ejercitar sistemáticamente
el músculo pubocoxígeo.

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