Sie sind auf Seite 1von 11

BIENES Y DERECHOS REALES

PATRIMONIO
Definición. -El patrimonio se ha definido como un conjunto de obligaciones y derechos
susceptibles de una valorización pecuniaria, que constituyen una universalidad de derecho
(universitas juris).
Según lo expuesto, el patrimonio de una persona estará siempre integrado por un conjunto de
bienes, de derechos y, además, por obligaciones y cargas; pero es requisito indispensable que
estos derechos y obligaciones que constituyen el patrimonio sean siempre apreciables en
dinero, es decir, que puedan ser objeto de una valorización pecuniaria.
Elementos del patrimonio. -Dos son los elementos del patrimonio: el activo y el pasivo:
a) El activo se integra por el conjunto de bienes y derechos apreciables en dinero, y
b) El pasivo por el conjunto de obligaciones y cargas también susceptibles de valorización
pecuniaria.
Los citados bienes y derechos de carácter patrimonial se traducen siempre en derechos reales,
personales o mixtos (con caracteres reales y personales a la vez) y, en tal virtud, el activo de
una persona quedará constituido por derechos reales, personales o mixtos.
A su vez, el pasivo se constituye por obligaciones o deudas que son el aspecto pasivo de los
derechos personales, es decir, contemplados desde la posición del deudor, y cargas u
obligaciones reales, distintas de las personales, que también son susceptibles de estimación
pecuniaria.
¡La diferencia entre el activo y el pasivo de una persona arroja su haber patrimonial, si el
primero es superior al segundo, o su déficit patrimonial, en caso contrario.
A su vez, el haber y el déficit nos permiten determinar los conceptos jurídicos de solvencia
e insolvencia. Se dice que hay solvencia, cuando el activo es superior al pasivo, y que hay
insolvencia en el caso contrario. En otras palabras, el artículo 1657 del Código Civil, dice:
“Hay insolvencia cuando la suma de los bienes y créditos del deudor, estimados en su justo
precio, no iguala al importe de sus deudas. La mala fe, en este caso, consiste en el
conocimiento de este déficit”.
Teorías sobre el patrimonio. - Fundamentalmente existen dos teorías sobre el patrimonio,
1. la llamada clásica, que también podríamos designar con el nombre de Teoría del
patrimonio-personalidad, y 2. la teoría moderna. llamada teoría del patrimonio-afectación.
1. Teoría clásica o del patrimonio-personalidad. - Para la escuela clásica francesa
(escuela de la exégesis), e! conjunto de bienes, derechos, obligaciones y cargas que
integran el patrimonio, constituyen una entidad abstracta, una universalidad de
derecho, que se mantiene siempre en vinculación constante con la persona jurídica.
El patrimonio se manifiesta como "una emanación de la personalidad y la expresión
del poder jurídico de que una persona se halla investida como tal". Precisamente esta
vinculación estrecha entre el patrimonio y la persona. permitió a la escuela clásica la
formación del concepto de patrimonio, como una emanación de la personalidad, a tal
grado, que la crítica que se ha esta doctrina-descansa fundamentalmente en el hecho
de que se deriva la noción de patrimonio de la noción de persona.
Aubry y Rau, entre otros autores de la escuela clásica, mencionan los siguientes principios o
premisas fundamentales en esta materia:
a) Sólo las personas pueden tener un patrimonio, porque sólo ellas pueden ser capaces
de tener derechos y obligaciones.
b) Toda persona necesariamente debe tener un patrimonio. El patrimonio, como una
entidad abstracta, comprende no sólo los bienes presentes, sino también los bienes
“in potentia”, o por adquirir. Es decir, no supone necesariamente una riqueza actual,
pues para la escuela clásica la noción de patrimonio corresponde a la aptitud de poseer
en un momento dado, de tener bienes y derechos y reportar obligaciones. Debe verse
sólo la posibilidad del sujeto de tener ese conjunto de bienes, derechos y obligaciones,
o en otras palabras, de tener la aptitud o capacidad para ser titular de los mismos.
c) Toda persona sólo puede tener un patrimonio; nunca podrá tener dos o más
patrimonios. Es decir, el patrimonio como la persona es indivisible. De esta suerte, el
patrimonio será una universalidad de derechos y obligaciones, con relación a una
persona determinada. El atributo de unicidad es inherente al mismo concepto de
universalidad; siempre aquellos derechos y obligaciones que corresponden a un sujeto
tendrán que agruparse, vincularse y referirse a una persona, constituyendo un todo.
Por ser el patrimonio una emanación de la misma persona participa de los atributos
de unidad e indivisibilidad que caracterizan a ésta.
d) El patrimonio es inalienable durante la vida de su titular. Este es el principio llamado
también de la inalienabilidad del patrimonio. No puede existir una enajenación total
del patrimonio durante la existencia de la persona a que corresponda, porque seda
tanto como admitir que puede enajenarse la personalidad. Sólo por la muerte de la
persona física existe una transmisión total del patrimonio a sus herederos,
exceptuando los derechos y obligaciones que concluyen con la muerte; durante la
existencia de la persona, pueden existir transmisiones a título particular, y no a título
universal, aunque se enajenen todos los bienes y obligaciones presentes.
La universalidad jurídica. El conjunto de bienes, derechos, obligaciones y cargas de una
persona apreciables en dinero constituye una universalidad jurídica. La cual integra el
patrimonio; es decir, si el conjunto no forma una universalidad jurídica, no es un patrimonio;
existen en el derecho masas de bienes que se llaman universalidades de hecho, pero no son
patrimonios. La persona podrá tener distintas universalidades de hecho, pero sólo un
patrimonio que se presenta como único, indivisible y abarcando tanto el conjunto de bienes
presentes, como los bienes, derechos y obligaciones futuros. Es decir, el concepto de
universalidad se extiende en el tiempo y en el espacio. En el tiempo, porque comprende todos
los bienes, derechos, obligaciones y cargas que la persona tenga o pueda tener en el futuro;
en el espacio, porque abarca absolutamente todo aquello que tiene un valor pecuniario; no
importa que se trate de bienes heterogéneos, de masas autónomas de bienes destinadas a fines
económicos diversos.
Universalidad de hecho. -Esta entidad abstracta, puede existir como universalidad de hecho
o como universalidad jurídica. La universalidad de hecho es también una entidad con vid~
independiente de sus elementos, pero se distingue de la universalidad jurídica en que sólo
comprende una masa de bienes destinados a un fin económico; en cambio, la universalidad
jurídica es, sobre todo, un conjunto de derechos y obligaciones, imputables a la persona, que
tienen vida independiente desde el punto de vista del derecho de los elementos activos y
pasivos que la constituyen.
2. Teoría del patrimonio afectación. - Este conjunto de excepciones, tanto con
respecto a la indivisibilidad cuanto, con relación a la inalienabilidad del patrimonio,
ha dado origen a la llamada doctrina moderna sobre el patrimonio, tal como la
denominan Planiol, Ripert y Picardo.
Conforme a esta doctrina, la noción de patrimonio ya no se confunde con la de personalidad,
ni se le atribuyen las mismas características de indivisibilidad e inalienabilidad propias de la
persona, sin dejar por ello de existir relación entre estos conceptos, pero no de identidad o de
proyección del concepto de persona sobre el de patrimonio, de tal manera que éste sea una
emanación de aquélla.
El patrimonio actualmente se ha definido tomando en cuenta el destino que en un momento
dado tengan determinados bienes, derechos y obligaciones, con relación a un fin jurídico,
gracias al cual se organizan legalmente en una forma autónoma. O como dicen los citados
autores, el patrimonio de afectación es “una universalidad reposando sobre la común
destinaci6n de los elementos que la componen, o más exactamente, un conjunto de bienes y
de deudas inseparablemente ligados, porque todos ellos se encuentran afectados a un fin
económico, y en tanto que no se haga una Iiquidaci6n, ¡no aparecerá e! valor activo neto".
De esta suerte, siempre que encontremos un conjunto de bienes, derechos y obligaciones
destinados a la realización de un fin determinado, sea de naturaleza jurídica o económica,
estaremos en presencia de un patrimonio por cuanto que se constituye una masa autónoma
organizada jurídicamente en forma especial, tal como sucede en el patrimonio de familia, en
el fundo mercantil, en el patrimonio del ausente, o en el régimen de las sucesiones en el cual
encontramos que el patrimonio del de cujus (al difunto de cuya herencia se trate) constituye
una masa autónoma de bienes distinta de los patrimonios personales de los herederos, con
los cuales no se confunde, quedando sujeta a una organización jurídica especial para realizar
un fin determinado, de naturaleza tanto económica como jurídica, consistente en la
liquidación del pasivo hereditario, y en la transmisión a los herederos, y en su caso a los
legatarios, del haber hereditario líquido.
De lo expuesto se desprende que, como la persona puede tener diversos fines jurídico-
económicos por realizar, o el derecho puede afectar en un momento dado un conjunto de
bienes para proteger ciertos intereses (patrimonio de familia o fundo mercantil) o lograr la
continuidad jurídica de la personalidad y del patrimonio (casos de ausencia y de sucesión
hereditaria), pueden existir y de hecho existen conforme a esta doctrina, distintos patrimonios
en una misma persona, como masas autónomas de bienes, derechos y obligaciones, y puede
también transmitirse su patrimonio por acto entre vivos, especialmente por contrato.
Derechos patrimoniales y no patrimoniales. Como la persona tiene un conjunto de
derechos que no siempre tienen carácter pecuniario, resulta de aquí que no todo lo que la
persona soporta o tiene constituye derechos de carácter patrimonial. Por lo tanto, podemos
hacer una clasificación entre derechos patrimoniales y no patrimoniales. Serán patrimoniales
aquellos derechos susceptibles de apreciación en dinero, y no patrimoniales los que no
puedan apreciarse pecuniariamente. Como el patrimonio está constituido por un activo y por
un pasivo, la diferencia entre ambos arroja el haber líquido y el déficit patrimonial.
OBLIGACIONES PROPTER-REM Y DERECHOS REALES IN FACIENDO
Las obligaciones propter rem (las obligaciones "a causa de la cosa") son aquellas derivadas de
la titularidad de un determinado derecho real. Literalmente, las obligaciones "a causa de la
cosa" existen como consecuencia de un derecho real previo. Esta figura jurídica suele
estudiarse desde la perspectiva de las obligaciones de hacer impuestas por derechos reales
(derechos reales in faciendo).
Aun cuando normalmente el contenido del derecho real es puramente negativo, pues sólo
impone a los extraños a él, o sujetos pasivos, obligaciones de no hacer o de sufrir el derecho
real del otro, hay también casos en que impone prestaciones de hacer. Son ejemplo de ello,
en las legislaciones históricas, la servidumbre romana oneris ferendi (obliga al dueño
sirviente a hacer algo a favor del dominante; y no tan sólo a dejar hacer o a abstenerse de
ejercer un derecho), que como excepción al principio servitus in faciendo consistere nequit
(la servidumbre no consiste en un hacer activo por parte del dueño del fundo gravado, si no
en una abstenerse de hacer, o padecer lo que otro haga), obliga al propietario del fundo
gravado a realizar un acto positivo, cuál era el de reparar y conservar el muro o apoyo (el
reficere parietem), y las cargas territoriales (Reallasten) del Derecho Germánico, que
otorgaban facultad de exigir al poseedor de un fundo ciertas prestaciones periódicas,
consistentes en servicios, frutos o dinero.
¿Cuándo nace la obligación?
La doctrina científica está dividida en cuanto a la apreciación de la verdadera naturaleza de
estas figuras. Para algunos autores más que de derechos reales puros y simples se trata de
relaciones complejas en las que la obligación es accesoria del derecho real o está ligada y
coordinada con él.
Las servidumbres positivas o las cargas reales se reducen, según ellos, a simples obligaciones
en las que el sujeto está determinado por la posesión del fundo (obligaciones propter rem).
Pero para otros escritores de gran autoridad nada se opone, en teoría, a la admisión de
verdaderos derechos reales in faciendo, ya que en las indicadas figuras se grava directamente
el fundo y sólo mediatamente la persona que se encuentra en relación con él y que puede
desembarazarse de la obligación abandonando la finca.
La doctrina que acepta la existencia del derecho real in faciendo se asienta en una concepción
distinta de la posición de los terceros. El propietario gravado con un derecho real
(servidumbre, por ejemplo), no debe ser considerado simplemente como un tercero
cualificado, es decir, alguien que dentro del inmenso campo de los terceros que han de
respetar el derecho real se destaca con más relieve que los demás, sino que es sujeto de una
auténtica conducta, de una auténtica prestación de hacer (aunque sea en forma negativa, de
no hacer o de dejar hacer). No debe de existir, por tanto, inconveniente en que esa misma
conducta sea positiva, consista en un hacer para que aquel titular consiga la satisfacción de
su interés.
La doctrina dominante rechaza la concepción del derecho real in faciendo por opuesta a la
misma esencia del derecho real. Desde el momento en que el titular necesita de la cooperación
del obligado para la satisfacción de su derecho, es claro que faltaría la idea del poder directo
sobre la cosa para esta finalidad. Otra cosa completamente distinta es que el propietario o
titular de un derecho real esté obligado a realizar una determinada prestación positiva por
razón de su misma titularidad, que imprime unos caracteres especiales a la relación
obligatoria, llamada por ello propter rem u ob rem o bien simplemente obligación real.
¿Quién es el obligado?
Las obligaciones propter rem son las que generan a cargo del obligado un auténtico deber de
prestación, como cualquier otra relación obligatoria.
Su particularidad se halla fundamentalmente en que el sujeto pasivo de esa obligación se
individualiza por su posición jurídica: titular de un derecho real sobre una cosa (dominio o
ius in re aliena). Quien ostente en cada momento esa posición es el obligado a ejecutar la
prestación. También desde el lado del acreedor concurre aquella nota frecuentemente. Así,
por ejemplo, en materia de servidumbres permite la ley que el dueño del predio sirviente se
obligue, al constituirse la misma, a costear las obras necesarias para su uso y conservación.
Estamos ante una obligación, que tendrá como sujeto pasivo a quien sea dueño de la finca
sirviente (no Juan o Pedro como personas individualizadas, sino el que reúna la cualidad de
dueño del predio sirviente, sea quien sea).
Características
Las obligaciones "propter rem" se caracterizan consiguientemente por:
a) Accesoriedad de una determinada titularidad jurídico-real;
b) Especial designación del sujeto pasivo, a través de la titularidad de un derecho real;
c) Renuncia y abandono liberatorio;
d) "Transmisión del derecho real", sin que sea preciso una especial voluntad encaminada
a producir la transmisión pasiva de la obligación, sino que basta la voluntad de
transmitir el derecho real para que a tal transmisión acompañe la de las obligaciones.
DERECHOS REALES INFACIENDO
La característica principal que define los derechos reales es su absolutidad, lo que supone la
obligación de respeto y aceptación de los mismos por toda persona ajena a su titularidad,
pero sin imponer obligaciones concretas sobre la misma cosa a personas determinadas.
Sin embargo, existen situaciones en las que no sólo se impone la obligación de respeto “erga
omnes” (significa "respecto de todos" o "frente a todos", utilizada en derecho para referirse
a la aplicabilidad de una norma, un acto o un contrato), sino que además se imponen a
determinadas personas ciertas obligaciones derivadas de su relación con la cosa: son los
llamados “derechos reales in faciendo”.
La palabra faciendo proviene del latín, del verbo facio (feci factum), que significa hacer. La
expresión viene a significar de forma un poco libre “obligaciónd de hacer algo” que, como
venimos explicando, se impondría a una persona respecto a la cosa.
Como casos de derechos reales “in faciendo” se citan la servidumbre “oneris ferendi” del
derecho romano, las cargas territoriales del derecho germánico, y en nuestro derecho, las
servidumbres positivas que impongan al dueño del predio sirviente la obligación de hacer
algo por sí mismo, y aquéllos gravámenes y otros semejantes, que imponen al poseedor del
fundo la obligación de pagar una prestación periódica.
LOS BIENES Y SU CLASIFICACIÓN

Bien en sentido Jurídico y en sentido económico. Desde un punto de vista jurídico, la ley
entiende por bien todo aquello que pueda ser objeto de apropiación. Este significado es
distinto del económico, pues en este sentido, bien es todo aquello que pueda ser útil al
hombre. Por tanto, aquellos bienes que no puedan ser objeto de apropiación, aun cuando sean
útiles al hombre, no lo serán desde el punto de vista jurídico. En la naturaleza existen gran
cantidad de bienes que no pueden ser objeto de apropiación, tales como el aire, el mar, los
astros, etc., etc.
En derecho se dice que son objeto de apropiación todos los bienes que no están excluidos
del comercio, y conforme al artículo 791 del Código Civil este criterio ha sido adoptado
expresamente por nuestra legislación. Según el artículo 792, “Están fuera del comercio, por
su naturaleza, las cosas que no pueden ser poseídas por algún individuo exclusivamente, y
por disposición de la ley las que ella declare irreductibles a propiedad particular”.
Criterios de clasificación de los bienes. En el derecho se hacen distintas clasificaciones de
los bienes. En realidad, le importan al derecho, desde el punto de vista de su clasificación,
sólo para fijar ciertas reglas que, tomando en consideración la naturaleza de estos, organiza
a éstos con modalidades jurídicas distintas. Las clasificaciones que tanto en la doctrina como
en la legislación se han hecho de los bienes, son de dos clases fundamentales: 1. Las relativas
a las cosas o bienes corporales, y 2. Las relativas a los bienes en general, abarcando tanto
las cosas o bienes corporales, como los incorporales o derechos.
Los bienes corporales se clasifican desde tres puntos de vista:
1. Fungibles y no fungibles
Esta clasificación interesa tanto a la materia relativa a los bienes, como a la referente a las
obligaciones y contratos.
Son bienes fungibles aquellos que tienen un mismo poder liberatorio, es decir, que sirven
como instrumento de pago con un mismo valor y que, por lo tanto, pueden ser reemplazados
en el cumplimiento de las obligaciones. En la doctrina no es necesario que los bienes
fungibles sean muebles; generalmente se trata de muebles, pero es posible encontrar
fungibles entre los inmuebles, cuando por su naturaleza tienen un mismo poder liberatorio.
Planio y"Ripert citan el ejemplo de una compañía fraccionadora que presenta lotes
exactamente iguales por su calidad y extensión y que, por lo tanto, tienen valor equivalente.
La clasificación que abarca tanto a los bienes corporales como a los incorporales comprende:
a) Bienes muebles e inmuebles; b) Bienes corpóreos e incorpóreos; c) Bienes de dominio
público y de propiedad de los particulares.
2. Consumibles por el primer uso y cosas no consumibles.
Cosas consumibles por el primer uso son aquellas que se agotan en la primera ocasión en que
son usadas. No permiten un uso reiterado o constante, sólo pueden, por su naturaleza, cumplir
un primer uso; por ejemplo: los comestibles. Cosas no consumibles son aquellas que permiten
un uso reiterado y constante.
Se ha confundido en la doctrina y en la legislación la consumibilidad con la fungibilidad.
Generalmente toda cosa fungible es consumible, pero encontramos cosas fungibles que no
son consumibles, e inversamente cosas consumibles que no son fungibles. Esto depende de
que la consumibilidad se establece como cualidad inherente a la cosa misma, y la
fungibilidad como relación de comparación. De esta suerte, cuando sólo exista una cosa
consumible sin que haya otra con respecto a la cual se pueda comparar, Se dirá que no es
fungible; por ejemplo, la última barrica de vino de una cosecha. La industria moderna en la
actualidad produce gran cantidad de cosas fungibles que no son consumibles, por ejemplo,
las piezas de las maquinarias exactamente iguales que se producen al por mayor, que son
fungibles y tienen el mismo poder liberatorio.
3. Bienes de dueño cierto y conocido y bienes abandonados o cuyo dueño se ignora, y
bienes sin dueño
La última clasificación de las cosas distingue los bienes de dueño cierto y conocido de los
bienes sin dueño, abandonados o cuyo dueño Se ignora.
En nuestro código vigente se establecen subdivisiones según que se trate de bienes muebles
o inmuebles.
Los muebles abandonados o perdidos se llaman "mostrencos", los inmuebles cuyo dueño se
ignora, Se denominan "vacantes".
Tratándose de inmuebles que no tengan dueño conocido y cierto, como no es posible la
apropiación, o la ocupación de estos, el descubridor debe denunciar al Ministerio Público su
existencia, quien ejercitará la acción correspondiente para que sean adjudicados al Fisco
Federal cuando estén dentro del territorio.
DISTINTAS CLASIFICACIONES DE LOS BIENES
Bienes muebles e inmuebles. -Trataremos primero de los inmuebles.
Una primera clasificación dentro de esta categoría de los bienes es la que los divide en
muebles e inmuebles. Esta es, de todas las divisiones, la que tiene mayor importancia en el
derecho y a la que, por consiguiente, dedicaremos mayor extensión.
Definición. La distinción en muebles e inmuebles debería partir de la naturaleza de las cosas,
de tal suerte que serían muebles aquellos que pueden trasladarse de un lugar a otro, ya sea
por sí mismos, como los animales, semovientes, o por efecto de una fuerza exterior.
En cambio, los inmuebles serían aquellos que no pueden trasladarse de un lugar a otro; la
fijeza es lo que les daría dicho carácter. Este es el concepto que se deriva de su constitución
física o corporal, pero no ha sido el fundamental, ni lo fue en el antiguo derecho, ni se
presenta en la actualidad como base exclusiva para la clasificación. En el antiguo derecho,
en realidad, no fue la fijeza o movilidad la que permitía esta clasificación. En el derecho
moderno se comprueba que, además de la distinción que se deriva de la naturaleza inherente
a los bienes, se admiten categorías de cosas inmuebles por consideraciones ajenas y aun
contrarias a la misma naturaleza de ellas, bien sea por disposición de la ley, o tomando en
cuenta el destino o afectación de las cosas.
De todas las clasificaciones que se hacen en el derecho, ésta es la que tiene mayor
importancia, porgue se manifiesta en los siguientes puntos de vista:
I. El régimen de los inmuebles es un régimen jurídico especial que loma en cuenta las
ventajas de la inmovilización o fijeza para crear un registro. un sistema de publicidad.
de requisitos y de garantías que no es factible tratándose de muebles. Para los
inmuebles se establece el Registro Público de la Propiedad, que en la actualidad tiene
aceptación para ciertos muebles, aquellos que se identifican en forma indubitable por
marca y número.
II. La naturaleza inmueble establece reglas para fijar la competencia de acuerdo con el
fuero de ubicación de la cosa. Permite considerar como juez competente para ejercitar
acciones reales al del lugar en donde el inmueble se encuentra.
III. También facilita la aplicación de la ley, en los conflictos internacionales O de una
confederación de Estados; se aplica el principio de que la ley del lugar del inmueble
es la que rige la situación del mismo.
IV. En lo referente a la capacidad, el legislador ha establecido una especial para la
enajenación de los inmuebles distinta de la que se requiere para los muebles: por
ejemplo, los menores emancipados tienen capacidad para enajenar muebles, pero no
para enajenar inmuebles ni para constituir derechos reales sobre los mismos.
V. En cuanto a la forma se hacen constantes distinciones tratándose de muebles y de
inmuebles; la principal es que toda enajenación de inmuebles requiere mayores
formalidades que la de muebles.
Bienes inmuebles. -Una vez vista la importancia y las consecuencias que se derivan en el
derecho de esta gran clasificación, pasaremos a analizar qué se entiende por bienes inmuebles
y cuántas clases existen. En el derecho moderno los bienes son inmuebles no sólo por su
naturaleza, sino también por su destino o por el objeto al cual se aplican; esto quiere decir
que no se toma exclusivamente como criterio, la fijeza o imposibilidad de translación de la
cosa de un lugar a otro, para derivar de ahí el carácter inmueble de un bien. Ese carácter se
fija, bien sea por la naturaleza de las cosas, por el destino de estas o por el objeto al cual se
apliquen.
De esta suerte se distinguen tres categorías de inmuebles:
1. Inmuebles por naturaleza.
Son aquellos que por su fijeza imposibilitan la traslación de un lugar a otro. Esta primera
subdivisión se aplica exclusivamente a los bienes corporales, es decir, a las cosas; se incluyen
la tierra, los edificios, toda clase de construcciones, o de obras tanto en el suelo como en el
subsuelo, que implican la fijeza de materiales con permanencia, y que imposibilitan su
translación; los árboles que están adheridos a la tierra y las cosechas o frutos pendientes que
no se han separado por cortes regulares; se comprenden también las diferentes partes que
vienen a completar un inmueble, por ejemplo, los balcones, las ventanas, las canales, tos
elevadores de un edificio; todo ese conjunto de partes integrantes del inmueble que, como un
todo, quedan adheridas en forma permanente, de tal suerte que no pueden separarse sin
destrucción o daño del mismo.
2. Inmuebles por destino
Son aquellos muebles por su naturaleza pertenecientes al dueño de un inmueble, que por ser
accesorios del mismo y necesarios para su uso y explotación, la ley los ha reputado
inmuebles. Este es uno de los grupos más importantes, que no obedece ya a la naturaleza de
las cosas, pues la ley toma en cuenta sólo su carácter accesorio y necesario para la
explotación. Los inmuebles por destino se subdividen en cuatro clases, tomando en cuenta la
naturaleza de explotación del inmueble y la sujeción material del mueble.
Existen cuatro principales formas de explotación de los inmuebles: Agrícola, industrial,
comercial y civil; de aquí que haya cuatro clases de inmuebles por destino, según que sean
accesorios para una explotación agrícola, industrial, comercial o civil. La ley distingue en
realidad las dos primeras formas de explotación agrícola e industrial, y con relación a ellas
enumera los principales inmuebles por su destino, pero, además, en los términos tan amplios
de la ley, también caben las dos últimas formas que citamos: explotación comercial y civil,
para derivar de ahí la existencia de un conjunto de inmuebles.
3. Inmuebles por el objeto al cual se aplican.
El tercer grupo que hemos establecido en la clasificación de los inmuebles se refiere a los
derechos reales constituidos sobre inmuebles. En nuestra legislación esta categoría de
inmuebles por el objeto al cual se aplican, sólo se refiere a los derechos reales y no a los
personales.
Los derechos reales pueden recaer a la vez sobre muebles o inmuebles, o sólo sobre unos u
otros. En estos casos, cuando el derecho real se constituye sobre un inmueble, se reputa
inmueble y cuando se constituye sobre un mueble, se considera mueble.
El usufructo puede recaer sobre muebles o inmuebles; por tanto, puede reputarse, según el
caso, mueble o inmueble.
El uso recae sobre inmuebles y sobre muebles.
La habitación sólo se constituye sobre inmuebles; en tal virtud, siempre será derecho
inmueble
Lo mismo las servidumbres
La hipoteca es un derecho real accesorio que generalmente recae sobre inmuebles, derecho
en que, sobre todo a partir del código vigente, aumentan los casos en que se constituye sobre
muebles
La prenda sólo recae en bienes muebles, en tal virtud, siempre tendrá la categoría de mueble.
Al lado de los derechos reales, en la doctrina francesa se hace el análisis de los derechos
personales y se distingue según que el objeto de la obligación sea dar, hacer o no hacer.
En nuestra legislación los derechos personales siempre son bienes muebles; en el derecho
francés, cuando tienen por objeto una obligación de dar, se hace la distinción según que
recaigan sobre un mueble o un inmueble; cuando tienen por objeto la transmisi6n o concesión
del uso de un inmueble, se consideran inmuebles; en cambio, cuando tienen por objeto un
mueble, se les reputa muebles.
Bienes muebles. -Los muebles se clasifican en el código en dos categorías; la doctrina
distingue tres:
1. Muebles por su naturaleza; n. Muebles por determinación de la ley, y III. Muebles por
anticipación.
En el artículo 797, se definen los muebles por su naturaleza y se dice que " Son muebles por
su naturaleza los cuerpos que pueden trasladarse de un lugar a otro, ya se muevan por sí
mismos, ya por efecto de una fuerza ajena". En el mismo Código se consideran muebles por
determinación de la ley, las obligaciones y los derechos y acciones que tienen por objeto
cosas muebles o cantidades exigibles por acción personal.
Bienes corporales e incorporales. -Dentro de la división que hemos hecho estableciendo
dos categorías, primera, la relativa a las cosas y segunda a los bienes, se distinguen los bienes
corporales y los incorporales, es decir, cosas, por una parte, y derechos por la otra. Esta
clasificación que distingue entre bienes corporales e incorporales viene desde el derecho
romano. Los romanos consideraron bienes incorporales tanto a los derechos reales como a
los personales; pero la propiedad, la confundieron con la cosa, y sólo se nota la diferencia al
tener que expresar la naturaleza de cada derecho indicando la distinción entre el derecho y la
cosa.
Bienes de dominio público y bienes propiedad de los particulares. - Pasaremos a la última
clasificación que hemos hecho de los bienes, es decir, la que se distingue según la persona
del propietario: en bienes de dominio público y propiedad de los particulares. Esta
clasificación está reglamentada en el Código, artículo 805, bajo el rubro de "De los bienes
considerados según las personas a quienes pertenecen". Los bienes de dominio público se
subdividen en tres grupos:
I. Bienes de uso común;
II. Bienes destinados a un servicio público
III. Bienes propios del Estado.
En el Código anterior se distinguían sólo dos clases de bienes del poder público: los
destinados a un uso común y los propios del Estado; no se hablaba de los bienes destinados
a un servicio público, pue, se les clasificaba como de uso común o como propios del Estado.
Esta distinción es importante en virtud de que se establece un régimen jurídico especial para
los bienes de dominio público. El derecho de propiedad que ejercen los particulares sufre
verdaderas modificaciones cuando el titular es el Estado, al grado de que se llega a discutir
si en realidad existe un derecho de propiedad sobre los bienes de dominio público.
A este respecto ha habido dos teorías (G, Fraga, Derecho Administrativo, págs. 307 y 308),
una primera que dice que el Estado sí ejercita un derecho de propiedad sobre los bienes del
poder público, pero sufriendo modificaciones importantes, principalmente al declarar cierta
clase de bienes como inalienables e imprescriptibles.
Hay una segunda doctrina, que dice que el Estado no ejerce un derecho de propiedad, sino
simplemente de vigilancia sobre los bienes del poder público. Por último, también se ha
llegado a afirmar que el Estado no puede considerarse como el titular, pues simplemente se
trata de un conjunto de bienes que no pertenecen a propietario determinado, cuyo régimen
jurídico se determina por una afectación que hace la ley para el uso común o para un servicio
público.
En el Código se distinguen tres categorías de bienes del poder público que ya las hemos
enumerado; los bienes de uso común y los destinados a un servicio público, siguen un
régimen jurídico semejante, distinto del de los bienes propios del Estado. Son inalienables e
imprescriptibles, pero por lo que se refiere a los bienes de uso común, este carácter es
permanente; en cambio, los destinados a un servicio público lo son mientras no se desafecten.

Das könnte Ihnen auch gefallen