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¿Cuánto vale una mercancía? La teoría mercantilista, pensando que valor y precio son
la misma cosa, explica que los precios se elevan cuando hay escasez de mercancías o
abundancia de dinero -situación que es descrita por la teoría económica posterior
como oferta menor que demanda- y que los precios disminuyen cuando abundan las
mercancías o escasea el dinero -situación descrita como oferta mayor que demanda-.
Decir que la escasez eleva el precio es explicar una variación, decir que poca
demanda disminuye el precio es explicar otra variación, y reconocer que si la
demanda y la oferta están en equilibrio el precio permanece constante también es
explicar una variación nula. De esta manera se explican las variaciones de los precios;
pero, ¿cómo saber el precio de una mercancía cuando la oferta y la demanda son
iguales? Como hay mucha demanda en diciembre, se eleva el precio de los bienes; en
enero hay pocas ventas y los bienes se compran con menos dinero; en tiempos
normales los precios tienden a ser estables; ¿Cómo explicar, entonces, que hay un
precio de equilibrio en tiempos normales y que no varía a causa del mercado?
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dependen de las fluctuaciones de la oferta y la demanda, y estos precios son mayores
que el precio natural cuando la demanda excede la oferta, y que los precios quedan
por debajo del natural cuando es la oferta la que excede a la demanda. Como se ve, la
economía política está de acuerdo con los mercantilistas al explicar las variaciones de
los precios efectivos o de mercado alrededor de un precio de equilibrio, de reposo y
estabilidad; pero, ¿cómo explicar su precio intrínseco no asignado por el mercado, que
tampoco varía por el mercado, y que debe corresponder al equilibrio de oferta y
demanda?
En realidad no había explicación pues los precios de mercado oscilan alrededor del
punto de equilibrio y en situación de equilibrio permanecen constantes, es decir,
conservan el precio que las mercancías tengan antes de considerar las relaciones entre
oferta y demanda. Se advierte que los mercantilistas no explicaron los precios
intrínsecos: solo explicaron las variaciones del precio de mercado, que es equivalente,
en su lenguaje, a explicar las variaciones del valor. Ahora se trata de explicar el precio
cuando oferta y demanda son iguales, llámese intrínseco, primario, estable o natural.
La idea general es que este precio corresponde al valor, que este precio está
determinado por el valor, que la teoría del valor es necesaria para explicar el precio
que existe en el mercado cuando la escasez no opera. El análisis del precio de
equilibrio, del precio que no depende de la oferta y la demanda, no fue dado por los
mercantilistas pues no tuvieron una teoría del valor. Si se tiene una teoría del valor, es
preciso distinguir entre valor y precio, y este último debe ser explicado por esa misma
teoría del valor.
Una vez se conoce qué es mercancía, es obligatorio llevarla al mercado y decir por
qué se cambia y en qué cantidad. Si llevamos al mercado un objeto A y suponemos
que lo cambiamos por B, la cantidad de B la podemos saber por los precios. Al fin y al
cabo decir que A vale cien pesos y que B vale cincuenta pesos es decir que podemos
intercambiar una unidad de A por dos unidades de B; como el precio depende del
valor, esto simplemente significa que los cambiamos cuando tienen el mismo precio
(en este caso cien pesos), cuando valen lo mismo. Y porque valen lo mismo las
podemos intercambiar, ya que valor es la cualidad de las mercancías que las hace
aptas para ser mercadeadas. Para que los agentes del mercado efectúen el intercambio
es necesario que los objetos que van a comerciar existan previamente con sus
respectivos valores. Lo que cada persona produce y consume está desprovisto de
valor, ya que lo necesita y, por tanto, no lo usa para adquirir algo a cambio. En otras
palabras, para que una cosa pueda ser mercancía se requiere que exista ya cargada de
valor y, al mismo tiempo, siendo el valor una cualidad de la mercancía, solo puede
existir en el mercado mismo. Los mercantilistas solo vieron el valor en el mercado y
lo confundieron con el precio y no lograron explicar ni el uno ni el otro; ahora nos
interesa analizar el valor con anterioridad al cambio y como condición para que el
mercado pueda existir; ahora se trata de analizar el precio de equilibrio, el precio con
el cual la mercancía ingresa al mercado, y para explicar ese precio intrínseco se
requiere salir del mercado.
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Hubo consenso en salir del mercado y buscar el valor en el consumo, pero con
enfoques distintos y, por tanto, con diferentes resultados: unos pensadores eligieron el
camino de enfatizar no las cualidades del objeto que llevan al mercado sino las
cualidades del objeto recibido en el intercambio, privilegiando el punto de vista de
quien necesita la mercancía, la desea y la valora por útil hasta el punto de renunciar a
la mercancía que posee; otros pensadores eligieron el camino de enfatizar en las
cualidades del objeto que llevan al mercado cargándolo de valor no por sus cualidades
útiles, pues es la mercancía de la cual se desprenden y cuyo valor les sirve para definir
cuantas mercancías apetecidas pueden obtener. Los primeros, denominados
utilitaristas, analizaron el valor desde el punto de vista de los demandantes; los
segundos, los fisiócratas, lo hicieron desde el punto de vista de los oferentes; el
producto fue la existencia de dos teorías del valor: se analiza el valor a partir del
cambio de objetos útiles o se analiza el valor a partir de la formación de las
mercancías.
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Esta teoría fue rebatida al presentarse la paradoja del aire y el diamante: pues en
verdad el aire es mucho más útil que el diamante, tanto que es indispensable para vivir
mientras que el diamante puede considerarse superfluo o al menos como un bien de
lujo, por lo cual el diamante debe valer menos que el aire y, sin embargo, el aire no
vale nada mientras que los diamantes son muy caros. De ahí que esta teoría no se
sostuvo; la paradoja fue demoledora pues mostró que la teoría mercantilista era más
convincente, ya que la escasez parece tener una relación más estrecha con los precios.
Aunque en ese momento el utilitarismo fue sepultado, sus adeptos lo revivieron con
nuevo vigor muchos años después cuando encontraron cómo explicar la conexión
entre utilidad y escasez, lo que será estudiado en la siguiente lección.
Los fisiócratas distinguen entre bienes y riqueza. Los bienes, como el aire que
respiramos, nos los da la naturaleza, son comunes a todos los hombres, no son
negociables y, por tanto, no tienen valor, y esta es la realidad que circunda al hombre
antes de cualquier comercio. La riqueza, constituida por mercancías, aparece cuando
se renuncia a los bienes para convertirlos en mercancías y este proceso de
construcción del valor por el comercio requiere un consumo de bienes, pues el
comercio incurre en gastos de transporte, conservación, transformación, venta: los
bienes se consumen en su proceso de transformación en riqueza. Para los fisiócratas la
formación del valor en el cambio se hace costosa y no depende de si satisface pocas o
muchas necesidades. Así, el valor se forma y crece por el consumo ya sea el de los
bienes que entran directamente en el proceso de producción y comercialización, ya
sea el de los bienes que aseguran la subsistencia del obrero y del empresario; por
tanto, el valor depende del costo, de los gastos necesarios para producir y mercadear
la riqueza.
Las cosas que tienen un gran valor en uso tienen comúnmente escaso o
ningún valor de cambio, y, por el contrario, las que tienen un gran valor en
cambio no tienen, muchas veces, sino un pequeño valor en uso, o ninguno.
[...] El precio real de cualquier cosa, lo que realmente le cuesta al hombre
que desea adquirirla, son las penas y fatigas que su adquisición supone. Lo
que realmente vale para el que ya la ha adquirido y desea disponer de ella,
o cambiarla por otros bienes, son las penas y fatigas de que lo librarán, y
que podrá imponer a otros individuos. Lo que se compra con dinero o con
otros bienes, se adquiere con el trabajo, lo mismo que lo que adquirimos
con el esfuerzo de nuestro cuerpo” (Smith, 1958, 30-31).
Cuando doy 2.000 veces más tela por una libra ponderal de oro de lo que
doy a cambio de una de hierro ¿prueba esto que yo atribuyo 2.000 veces
más utilidad al oro que al hierro? No, ciertamente; prueba únicamente,
como lo ha admitido M. Say, que el costo de producción del oro es 2.000
veces mayor que el costo de producción del hierro (Ricardo, 1959, 212).
El trabajo que mide el valor es un concepto social, por lo cual la expresión de que el
valor depende del trabajo socialmente necesario no puede reducirse a una contabilidad
individual; el trabajo social se contrapone al tiempo de trabajo individual y arbitrario,
porque no puede ocurrir que alguien se demore más tiempo con el objeto de cobrar
más caro. Existe siempre un valor que es el promedio social y necesario de los
trabajos incorporados de acuerdo con las condiciones de la productividad y del
mercado, aunque alrededor de tal promedio se sitúen las diferencias individuales.
Quienes estén en el promedio invierten una cantidad de trabajo igual a la necesaria, y
ven retribuido su trabajo al vender las mercancías; quienes incorporen a la mercancía
una cantidad de trabajo inferior a la necesaria, dado que esta última determina el
valor, obtienen una ganancia adicional que corresponde exactamente a la pérdida de
quienes, en el otro extremo del promedio, han trabajado más de lo necesario. Si tres
productores trabajando cada uno durante un día producen tres camisas, siendo la
contribución del primero 1 ½ camisas, la del segundo 1 camisa y la del tercero ½
camisa, cada camisa vale un día de trabajo. El que produjo una camisa coincide con el
promedio y recupera el valor de la camisa al venderla; el que produjo 1 ½ camisas en
un día de trabajo las vende por su valor obteniendo una valor adicional de medio día,
que corresponde a la pérdida de quien solo produjo media camisa. Como el mercado
es un mecanismo de distribución, la teoría de valor analiza también la distribución de
valores que se deriva de la ley de intercambio de valores iguales, y esto permite
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explicar que de tal distribución saldrán ganando quienes hacen progresar la
productividad económica a expensas de quienes se ubican por debajo del promedio
social, y esto es válido tanto para los agentes económicos individuales como para los
países.
Para explicar los precios, que son fenómenos del mercado, hay que abrir unos puentes
de comunicación entre estos y el valor. Lo primero es entender que el precio depende
del valor y este es alto o bajo según el trabajo necesariamente incorporado y de
acuerdo con el estado tecnológico y productivo de cada sociedad. El producto de un
día vale X y el producto de dos días vale 2X y, por tanto, debe tener un precio doble
respecto del primero; si el precio del primero fuera dos mil pesos, el segundo sería
cuatro mil pesos, y si hubiera sido cinco mil, el segundo valdría diez mil pesos. En
palabras breves: los precios son proporcionales a los valores. La teoría afirma que las
mercancías tienen valor, explica la medición de ese valor y, por tanto, las diferencias
en los precios, pero todavía no define el precio y no precisa cuál es el precio de cada
mercancía, precisamente porque estas últimas expresiones pertenecen al mercado.
Decir que los precios dependen del tiempo de trabajo socialmente necesario es una
tesis basada en los costos de producción pero todavía lejana al mercado; para
acercarnos al mercado y tener un análisis más aterrizado del valor y del precio
debemos pasar por dos filtros o puentes: el primero es el valor de cambio que nos
ubica en el mercado, y el segundo es el concepto de dinero que enlaza esta teoría del
valor-trabajo con los precios.
Quien lleva sus mercancías al mercado debe proclamar por cuál mercancía quiere
cambiarla y en qué cantidad; cuando exprese esa cantidad estará afirmando el valor de
cambio, estará diciendo cuánto vale su mercancía en términos de otra, y este hecho
muestra que las mercancías, al hablar el lenguaje del mercado, no confiesan su valor
absoluto medido en tiempo de trabajo sino su valor relativo medido en términos de la
mercancía que quieren obtener. El oferente que lleva al mercado su producto y quiere
cambiarlo por otro, requiere de un demandante que relacione su mercancía con la de
él, requiere de la relación de cambio con otro producto o con aquel objeto que algunos
denominan dinero. El análisis del mercado debe descifrar el hecho de que en el
intercambio el valor absoluto no es visible y sin embargo él gobierna las relaciones
cuantitativas en que se cambian las mercancías. En primer lugar se trata de la división
social del trabajo: quien trabaja para producir A no necesita A, y quien produce B no
necesita B; sin embargo el primer productor desea B y el segundo A, siendo el
mercado el lugar donde se intercambian objetos útiles diferentes: el que el valor de
uso de A sea diferente del valor de B es la condición primera para efectuar el cambio.
En segundo lugar se cambian los objetos destinados al mercado, los productos del
trabajo organizado para producir mercancías, es decir, se comercian cosas cargadas de
valor. En tercer lugar A se cambia por B cuando el valor de A es igual al valor de B; si
el valor de A fuera el doble de B se cambiaría una unidad de A por 2 unidades de B, es
decir, que se cambian valores iguales pero valores de uso diferentes; esto muestra que
el valor no está determinado por el valor de uso aunque la utilidad de un objeto sea un
requisito para ser demandado y comercializado.
Todo lo anterior puede resumirse en un ejemplo: sea un día de trabajo para producir
una corbata y sea un cuarto de día de trabajo para producir una gaseosa; esto permite
intercambiar 1 corbata por 4 gaseosas, porque valen lo mismo, y expresar esta
igualdad así:
1 corbata = 4 gaseosas
Esta indiferencia hacia los productos como objetos útiles permite pasar de un sector a
otro con tal de obtener mercancías vendibles con la mejor ganancia; y esta movilidad
y libertad comercial hace que el mercado siempre esté en una búsqueda de su punto
de equilibrio donde los precios corresponden al valor.
¿Cuántos valores relativos puede tener una mercancía? Como la corbata del ejemplo
anterior se puede intercambiar por todos los objetos y en las cantidades adecuadas a la
ley del valor, habrá tantos valores relativos como mercancías haya en el mercado: la
corbata puede valer cuatro gaseosas, un pantalón, veinte cigarrillos, un décimo de
automóvil, un collar, cinco yucas, etc. Pero todos estos valores relativos son una
posibilidad, lo cual obliga a mirar más detenidamente lo que pasa en el mercado. Para
que el valor relativo tenga sentido debe expresarse en una mercancía que realmente se
quiere obtener: si la corbata no quiere cambiarse por yuca no llegará al mercado
diciendo que vale cinco yucas, y si dice que vale un collar es porque quiere cambiarse
por un collar. Por eso, afirmación válida para cualquier artículo que llegue al mercado,
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no hay muchos valores relativos, porque la mercancía que cuenta su valor lo hace en
términos de la mercancía apetecida, de la mercancía por la cual quiere cambiarse.
Pero no solo se dice por qué objeto se quiere cambiar, también se involucra la
cantidad y de esta manera la mercancía apetecida se utiliza para medir el valor.
Las mercancías tienen valor por ser productos del trabajo que las destina al cambio;
para cumplir su destino quieren cambiarse por la mercancía que escogen para expresar
la magnitud de su propio valor. Este valor relativo, por tanto, está determinado por el
trabajo socialmente necesario para producir ambas mercancías, por el valor de las dos
mercancías y depende de que se cumpla la situación de equilibrio; en el ejemplo
propuesto, el valor relativo de la corbata se analiza a partir del valor de ella misma,
del valor de la gaseosa y también del cumplimiento del intercambio equivalente.
Como regla general y en situación de equilibrio, el valor relativo de una mercancía
depende de su propio valor en forma directamente proporcional y depende del valor
de la mercancía apetecida en forma inversamente proporcional.
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El dinero y los precios de equilibrio
Las mercancías son objetos del mercado que se cambian de acuerdo con su valor y en
cantidades que cumplen la ley de la equivalencia, es decir, se intercambia una
cantidad de trabajo por otra igual, con lo cual el trabajo se paga con trabajo aunque
aparezca como el cambio de producto por producto; al permutar valores iguales se
asegura cierta equidad en el mercado. El valor de la mercancía expresado en términos
de otra es el valor relativo propio del lenguaje del mercado, cuyo sentido estriba en
utilizar otra mercancía para expresar el valor, y esta otra mercancía es el objeto
apetecido. ¿Es este un análisis del trueque? ¿El valor relativo y sus leyes solo existen
y operan en el trueque? La respuesta está en las características del objeto apetecido
que expresa el valor.
Cuando se cambia mercancía por dinero, se cambia tiempo de trabajo por tiempo de
trabajo, por lo cual el dinero es, en primer lugar, un objeto que se produce para llevar
al mercado, una mercancía que tiene valor; en segundo lugar, el dinero es la
mercancía por la cual todas las demás se cambian; y en tercer lugar este objeto,
codiciado por todos, que todos lo reciben y que por eso mismo facilita que el mercado
fluya sin las complicaciones del trueque, también cumple con las leyes del valor, es
decir, vale lo mismo que las mercancías por las cuales se cambia. Este es el mismo
dinero-mercancía de los mercantilistas metalistas. De ahí que el dinero que vamos a
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utilizar para explicar los precios es el oro apetecido por los comerciantes, producido
por los mineros, mercancía que tiene valor como cualquier otra en los términos
explicados hasta ahora.
El dinero es usado por todas las mercancías para expresar y medir su propio valor: la
expresión del valor de las mercancías en dinero es precisamente el precio. Así, el
precio está regido por las mismas leyes que regulan el valor relativo, esto es, depende
en forma directa del valor de las mercancías y en forma inversa del valor del dinero, y
su medición precisa se realiza en condiciones de equilibrio como se explica con ayuda
de las siguientes tablas.
Tabla 1. Precio según el valor de la mercancía
Situación 1 día de T = 1 día de T Valor corbata Valor dinero en Precio en gramos
x corbatas = y gramos de en días días de oro
oro
A 1 corbata = 1 gramo de oro 1 1 1
B ½ corbata = 1 gramo de oro 2 1 2
C 2 corbatas = 1 gramo de oro ½ 1 ½
Esta es solo una ilustración de la tesis general de que el precio de una mercancía
cambia en la misma proporción en que cambia su valor cuando el valor del dinero
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permanece constante. No sólo el precio de una mercancía será mayor o menor que el
precio de otra si su valor es mayor o menor, sino que una mercancía que suba o baje
su valor, elevará o disminuirá su precio cuando el valor del oro permanezca constante;
esto es válido para cualquier mercancía y solo para aquella que altere su valor. En
síntesis, el precio de las mercancías es proporcional a su valor.
Después de analizar por partes, podemos reunir los análisis anteriores para dar una
regla general: si la historia de todos los países nos muestra que mejora su tecnología
productiva y, por tanto, disminuye el valor de sus mercancías, quiere decir que las
mercancías tienden a bajar su precio; y al mismo tiempo tienden a elevar su precio
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cuando decrece el valor del dinero. Que los precios se incrementen o disminuyan
depende en cada caso particular del efecto neto entre estas dos fuerzas. La siguiente
tabla ilustra algunas posibilidades.
GUÍA DE ESTUDIO
1. Distinga entre:
Valor de uso y valor de cambio.
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- Trabajo socialmente necesario y trabajo individual.
- Valor y valor relativo.
- Mayor valor y mayor precio.
FOUCAULT, Michel (1989) Las Palabras y las Cosas, Siglo XXI Editores, 19ᵃ
Edición. Capítulo sexto.
ROBERT, Jozsef (SF) Historia del Dinero, Ediciones Raza, Bogotá. Capítulo I.
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