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RESUMENES
Cohorte dinámica: consideran la entrada y salida de nuevos sujetos de estudio durante la fase
de seguimiento, por lo que el número de miembros puede variar durante el tiempo del
estudio.
Cohorte prospectiva: los participantes del estudio son seguidos por el investigador hasta la
presentación del evento objeto de estudio. Así, el resultado de la exposición se valora de
manera concurrente, y la calidad de las mediciones puede ser controlada por los
investigadores.
Caso cohorte: la definición tanto del caso como del control se encuentra anidada en una
cohorte fija, definida en tiempo, espacio y lugar.
Caso-caso: en esta variante se realiza una comparación entre el mismo individuo, esto es, se
compara la exposición durante el periodo en que el evento no ha ocurrido (periodo de
control), con la exposición durante el periodo en que el evento ocurre (periodo de riesgo).
ECCA con diseño paralelo: los participantes reciben un tratamiento, que ha sido
asignado aleatoriamente, durante todo el tiempo del estudio.
ECCA con aleatorización simple: mediante un equipo de cómputo se genera una lista
aleatoria de números. No obstante, la persona que tiene acceso a esta lista es
independiente del grupo que asigna las intervenciones y recluta los participantes.
ECCA con aleatorización en bloques: se diseñan bloques con un número de celdas fijo
en donde cada uno contiene en cada celda una de las alternativas de tratamiento y
dentro de cada bloque existe un número balanceado de los posibles tratamientos.
ECCA con aleatorización estratificada: a priori se identifican los factores que pueden
modificar el desenlace de manera diferencial. Generalmente las variables más
utilizadas para realizar estratificación son la edad y el sexo.
Análisis por intención a tratar: los participantes son analizados de acuerdo con
la asignación original del tratamiento.
Las pruebas diagnósticas tienen dos atributos principales que son la confiabilidad y la validez.
Confiabilidad
Acuerdo o concordancia: procedimiento que evalúa las diferencias entre los datos obtenidos a
partir de dos mediciones. El procedimiento más usado para establecer la concordancia es el
límite de acuerdo de Bland y Altman que consiste en una representación gráfica de la
diferencia de las mediciones y el promedio obtenido tras realizar dos mediciones de una
misma característica. Se reporta con las mismas unidades en que los datos fueron obtenidos.
Reproducibilidad: característica determinada al realizar dos o más veces la misma prueba para
establecer un diagnóstico. Es un reflejo de la estabilidad que presentan los resultados cuando
la prueba se realiza en condiciones similares. Puede ser evaluada interobservador, cuando se
quiere conocer la variabilidad de las mediciones realizadas entre dos o más personas;
intraobservador, cuando una misma persona realiza una misma medición más de una vez en
diferentes momentos de tiempo; entre métodos, cuando se quiere determinar qué tanto se
corresponden las mediciones realizadas sobre un sujeto a obtenidas partir de instrumentos
diferentes y prueba- reprueba cuando se quiere establecer la consistencia luego de aplicar de
manera repetida una misma prueba en una misma persona en dos momento de tiempo
diferentes.
La reproducibilidad de una prueba puede ser medida a través del Coeficiente de Correlación
Intraclase (CCI) utilizado cuando hay dos o más variables continuas o el índice Kappa cuando se
tienen variables dicotómicas. Tanto el CCI como el índice kappa pueden tomar valores entre 0
y 1. La interpretación de los valores se observa a continuación:
Validez
Si bien la validez involucra más de un aspecto, a saber: validez de contenido, que hace
referencia a que los ítems que constituyen una prueba puedan representar la dimensión de la
realidad que se espera medir; validez de constructo que hace referencia a la verificación de
una hipótesis; validez facial, si los ítems de una prueba y / o instrumento son comprensibles
por parte de las personas a quienes se les va a aplicar y la validez de criterio que corresponde a
la verificación de los valores obtenidos por una prueba diagnóstica frente a los valores
reconocidos por todos como verdaderos, por ello se hace necesario tener un comparador o
Gold estándar.
validez de criterio, viene determinada por los siguientes elementos que deben ser
interpretados por los profesionales de la salud:
Interpretación LR
Los ensayos clínicos controlados conocidos también como estudios clínicos experimentales,
son estrategias diseñadas para evaluar la eficacia de un tratamiento en el ser humano
mediante la comparación de la frecuencia de un determinado evento de interés clínico (o
desenlace) en un grupo de enfermos tratados con la terapia en prueba con la de otro grupo de
enfermos que reciben un tratamiento control. Ambos grupos de enfermos son reclutados y
seguidos de la misma manera y observados durante un mismo periodo de tiempo. La esencia
de los ensayos clínicos es que el propio investigador decide qué individuos serán sometidos al
tratamiento en prueba (grupo experimental) y quiénes estarán en el grupo comparativo (grupo
control o de contraste). Es justamente esta propiedad la que distingue a los ensayos clínicos
experimentales de los estudios observacionales (de cohortes) ya que en éstos el propio
paciente o su médico tratante decide quién se somete (y quién no) a la maniobra en
evaluación; esta decisión obedece a múltiples razones, algunas estrechamente ligadas al
pronóstico de la enfermedad.
El punto esencial es que cualquiera que sea el origen de las hipótesis del posible beneficio de
una terapia, éstas deben probarse, y demostrarse como ciertas, mediante estudios clínicos; es
decir, mediante la observación sistematizada y objetiva de su efecto en seres humanos que la
reciben, y su comparación con lo que habitualmente sucede en un grupo de enfermos sin la
terapia.
Es necesario que tengamos los elementos para evaluar si los resultados representan una
estimativa no sesgada del efecto de la intervención o, si por el contrario, son conclusiones
falsas determinadas por algún error sistemático. A continuación se describen los principales
componentes, porque no son los únicos, que determinan la validez interna de un ensayo
clínico.
La decisión de a cuál grupo pertenecerá debe ser ajena a cualquier predisposición, o prejuicio,
del investigador y la mejor manera de lograrlo es mediante el empleo de un proceso aleatorio:
es únicamente el azar quien se encarga de asignar a los sujetos.
Es justamente mediante el sorteo (también conocido como asignación aleatoria de la
maniobra, que sólo puede hacerse en un estudio experimental) que se pretende que todos los
pacientes tengan la misma oportunidad de recibir el tratamiento en prueba; de tal suerte que
las diferencias en el desenlace clínico entre los sometidos (o no) al tratamiento sean
explicables únicamente por este hecho y no por otros determinantes ajenos a la maniobra en
estudio. Resulta interesante que fue mediante un enorme estudio experimental en humanos,
aleatorizado, multicéntrico y publicado en 1987, que se logró demostrar tanto que a los
pacientes así operados en realidad les va peor que a los tratados únicamente con
medicamentos en el periodo posoperatorio inmediato, como que la evolución clínica a largo
plazo era idéntica entre los sometidos o no a la revascularización quirúrgica.
La evolución clínica de los enfermos obedece a múltiples causas, el tratamiento sólo es una de
ellas; de tal forma que es común que la gravedad de la enfermedad, la presencia de
comorbilidad y toda una gama de determinantes pronósticos (unos que podemos identificar y
otros muchos que desconocemos) hagan que tengamos una falsa impresión de las bondades
(perjuicios) de los tratamientos que ofrecemos. Es por ello que las decisiones de los médicos,
basadas en información proveniente de estudios observacionales (o de experimentales no
aleatorizados) estén propensos a caer en este tipo de errores. De hecho, se ha documentado
que los estudios en los que el tratamiento se ha asignado por cualquier otro método que no
haya sido un sorteo tienden a mostrar efectos de mayor beneficio (y frecuentemente falsos)
que lo observado en los ensayos clínicos aleatorizados.
La ventaja de la aleatorización es que logra, si el tamaño de la muestra es suficientemente
grande, que los determinantes de la evolución de los enfermos (tanto los conocidos como los
desconocidos) estén distribuidos de manera equilibrada entre el grupo de enfermos que
reciben la maniobra bajo estudio (grupo experimental) y los que no la reciben (grupo control).
Todo paciente que ingresa al ensayo debe ser tomado en cuenta en el análisis y conclusiones;
de lo contrario, si un número importante de ellos se reporta como “sin seguimiento suficiente”
la validez del estudio se verá seriamente cuestionada. Mientras más individuos se pierden
mayor será la posibilidad de sesgo en el estudio debido a que los pacientes que no completan
su seguimiento pueden tener un pronóstico diferente al de quienes sí permanecen hasta el
final del estudio. Las pérdidas en el seguimiento pueden obedecer a la aparición de eventos
adversos al medicamento en estudio, a una mala respuesta al mismo, a muerte, etcétera o, al
contrario, porque tienen una evolución particularmente benigna y su bienestar hace que no
regresen a sus evaluaciones. Así, al ocurrir esto se puede tener una impresión distorsionada de
las bondades (o de su ausencia) del tratamiento bajo prueba.
Es justamente este principio de incluir en el análisis a todos los pacientes, tal como fueron
asignados de acuerdo con el sorteo, el que define el análisis de “intención a tratar”. Esta
estrategia metodológica conserva el valor de la aleatorización, es decir, el de lograr que los
pacientes con diferentes pronósticos de la enfermedad queden igualmente distribuidos en los
grupos (brazos) del ensayo.
Evitar que las expectativas de los pacientes y de sus evaluadores influyan en la medición de los
desenlace
Igual que los investigadores, los enfermos que saben que están recibiendo un nuevo
tratamiento en experimentación generalmente tienen una idea prejuiciada sobre su eficacia. n
estas condiciones, y cuando los investigadores conocen quién de sus pacientes del estudio
recibe el tratamiento experimental y quién no, se pueden sesgar los resultados al hacer una
búsqueda diferencial de los desenlaces o al dar interpretaciones diferentes a los hallazgos. La
mejor manera de evitar este tipo de errores es mediante el enmascaramiento, que no es otra
cosa que tratar de que ni el enfermo ni el investigador que lo evalúa (doble cegamiento) sepan
si aquél se encuentra recibiendo la terapia en prueba o la intervención de contraste. Esto
habitualmente se logra administrando un placebo (o la terapia habitual) con apariencia, sabor
y textura indistinguibles de la terapia experimental. De no ser posible esto, y si el tipo de
desenlaces a medir lo amerita, habrá que diseñar una estrategia en la que el investigador que
los evalúa desconozca a qué grupo de estudio pertenecen sus pacientes.
Brindar igual atención médica, fuera de la terapia en estudio, a los grupos del ensayo
Si los cuidados médicos, incluyendo otras terapias diferentes a la que se estudia, se dan de
manera diferente en el grupo experimental que en el control se corre el riesgo de
comprometer seriamente los resultados del ensayo al cometer el sesgo denominado de
“cointervención”; es decir, será difícil distinguir qué tanto de la diferencia (o no diferencia)
observada entre los grupos es efecto de la terapia en estudio vs. consecuencia de una atención
médica diferencial. Una manera de evitar este tipo de error sistemático puede ser mediante el
diseño de un ensayo doble ciego.
¿Qué determina que sus resultados sean aplicables a otros grupos de enfermos?
Una de las principales motivaciones que lleva a un investigador a realizar un ensayo clínico es
el deseo de que la terapia experimental eventualmente sea utilizada por otros médicos, en
otros sitios, como una medida útil y que se brinde para el beneficio real del mayor número de
enfermos. Esto dependerá fundamentalmente de tres aspectos:
1. de qué tanto se parezcan los enfermos que estudia a los enfermos en quienes
posteriormente se quiera extrapolar la experiencia obtenida en el ensayo clínico. Esto
depende del rigor en la selección de los sujetos a incluirse en el experimento; mientras
más criterios de inclusión sea necesario cumplir menos posibilidades de que los
resultados sean aplicables a otras poblaciones de enfermos. De hecho, el investigador
suele enfrentarse al dilema de que por querer estudiar a una población relativamente
homogénea de enfermos que le permita incrementar la eficiencia de su estudio (es
decir, demostrar con claridad un efecto benéfico de la terapia experimental con el
menor número de enfermos y costos posibles) establece criterios de inclusión al
estudio demasiado estrictos que lo alejan de las características del quehacer médico
cotidiano: de la “vida real”
2. del desenlace que se haya elegido para valorar la eficacia de la terapia experimental.
Habitualmente y por razones de eficiencia, el investigador suele elegir mediciones
fisiológicas, bioquímicas, microbiológicas (o de otra estirpe) más fáciles de medir, en
corto tiempo y con menos pacientes como sustitutos de desenlaces clínica o
socialmente más importantes (como puede ser la calidad de vida o la supervivencia)
bajo el supuesto de que aquéllas pueden predecir éstos. Así, no es raro que en los
estudios experimentales se evoque el beneficio de una nueva terapia porque ésta
mejora las pruebas de función respiratoria, o porque disminuye la carga viral en el
plasma, o los niveles séricos de colesterol (por mencionar sólo algunos ejemplos),
asumiendo que al lograrlo los enfermos vivirán más tiempo y mejor. Es necesario ser
cauteloso en la selección de los resultados a evaluar y que sean realmente importantes
para los individuos y para la sociedad; de lo contrario, se corre el riesgo de promulgar
la bondad de una terapia nueva porque mejora una medición intermedia, pero que a
la larga se demuestre su efecto nocivo en desenlaces clínicamente más importantes o
incluso en la supervivencia de los sujetos.
3. de que la intervención que se evalúa sea única y precisa, como lo es un medicamento.
En este caso su reproducción por otros investigadores (u otros médicos) es fácil. Por el
contrario, hay tratamientos que implican varios elementos cambiantes o que
demandan un grado de habilidad muy particular de quien realiza la maniobra (como
sería el caso del manejo médico de un cierta entidad clínica en un determinado
ambiente, una intervención quirúrgica, un programa educativo, etc.) cuyos efectos no
necesariamente serán los mismos cuando son realizados por otros médicos o
investigadores.
¿Cómo se analizan sus resultados?
Teniendo en cuenta los siguientes cuadros:
Para que un estudio clínico experimental sea éticamente justificable debe cumplir la
premisa de que, al momento del inicio del estudio, no haya evidencia de que alguno de
los tratamientos ofrecidos en cada brazo (o grupo del ensayo, incluyendo el control)
sea superior al(os) otro(s). No es raro que al plantearse la conducción de un estudio
clínico experimental surja la inquietud de que a los participantes no se les esté
ofreciendo la mejor opción terapéutica conocida; es decir, que se les está privando de
una terapia experimental novedosa y superior a lo ya conocido o, por el contrario, que
se les esté exponiendo a un nuevo tratamiento de dudosa utilidad y seguridad. En
efecto, el estudio no sería ético si se tiene la suficiente información de que uno de los
tratamientos es más eficaz (o dañino); pero si en verdad se desconoce si el tratamiento
en evaluación es el óptimo, no habría justificación para dicha preocupación; en
muchos centros de investigación del mundo el consentimiento informado y los
comités institucionales de investigación en humanos han venido a constituir
importantes salvaguardas de la ética. El consentimiento informado es requerido por la
mayoría de las agencias financiadoras de proyectos de investigación experimental en
seres humanos así como por las revistas científicas y habitualmente es obligatorio que
sea firmado por el participante. El consentimiento informado implica que al individuo
se le da la oportunidad de preguntar y enterarse de la naturaleza y detalles del estudio
y se hace de su conocimiento que goza de entera libertad para decidir si participa en el
estudio clínico así como de que no habrá ningún tipo de represalia (o cambio en su
atención médica) si decide no hacerlo, o si abandona el estudio antes de lo
programado. Sin embargo, a pesar de estos requisitos, y dada la creciente complejidad
de los protocolos de los estudios experimentales, no es rara la circunstancia en la que
el sujeto participante no llegue a estar completa y claramente informado.
La principal ventaja que ofrecen los ensayos clínicos controlados (especialmente los
que son mediante un sorteo) es que asignan la maniobra experimental (el tratamiento
en prueba) independientemente de determinantes pronósticos o de la selección de la
muestra; Además, el diseño experimental facilita el enmascaramiento de los individuos
participantes y de sus evaluadores (doble cegamiento) ya que en un estudio
observacional los tratamientos generalmente son decididos y prescritos abiertamente
por los médicos tratantes.
3 RESUMEN
HISTORIA
1. Es el control de las condiciones bajo estudio, esto es, la selección de los sujetos, la
manera como el tratamiento es administrado, la forma en la que las observaciones son
obtenidas, los instrumentos usados para realizar las mediciones; los criterios de
interpretación deben ser implementados lo más uniforme y homogéneamente posible.
2. Debe haber una maniobra de intervención bajo estudio y al menos un grupo control.
3. Los participantes en el estudio deben ser asignados en forma aleatoria a los grupos de
intervención; esto es, ningún investigador, clínicos participantes, o sujetos de estudio,
deben participar por sí mismos en la decisión del tratamiento que ellos recibirán.
Existen dos tipos de controles, los pasivos (negativos) y los activos (positivos). Un control
negativo significa la inclusión de un producto inocuo, cuya preparación por sí misma es similar
en presentación, tamaño, color, textura y sabor a la de la preparación activa.
Asimismo, por el tipo de aleatorización, los ECCA pueden ser aleatorizados y no aleatorizados.
Existen al menos tres tipos de asignación de la intervención: fija, dinámica y adaptativa. Por el
tamaño de muestra, los ECCA pueden clasificarse en fijos y secuenciales; finalmente, por el
número de sedes, pueden ser de sitio único y multicéntricos (cuadro I). A continuación
describiremos los ECCA por estructura de tratamiento
En los ECCA de tipo paralelo, los sujetos de estudio siguen el tratamiento al que han sido
asignados al azar durante el tiempo que dure el ensayo.
En los ECCA de tratamiento sucesivo cada sujeto es asignado al azar a un grupo que sigue una
secuencia de tratamiento previamente determinada, de manera que cada persona recibe más
de un tratamiento. La forma más frecuente es el diseño de tratamiento sucesivo en dos
periodos, con un primer tratamiento seguido de un segundo. Entre el primero y el segundo se
deja un periodo sin tratamiento, de forma que se disipen los efectos residuales del primero.
Diseños alternativos
Diseño factorial
La evaluación de dos o más intervenciones en el mismo ECCA puede ser implementada usando
un diseño de tipo paralelo. Sin embargo, se requiere aumentar el tamaño de muestra y puede
ser ineficiente, especialmente si hay también interés en considerar combinaciones de las
intervenciones. El diseño alternativo en esta situación es de tipo factorial, donde se pueden
asignar de manera aleatoria dos o más intervenciones en forma independiente, siempre y
cuando no exista una interacción; de tal manera que los sujetos pueden no recibir ninguna
intervención, una de ellas o eventualmente todas.
Diseño de equivalencia
Se ponen en práctica para demostrar que dos tratamientos son efectivamente similares
respecto a la respuesta del paciente. Son diseños no sesgados que evalúan diferencias en
tratamiento cercanas a cero y con un estrecho intervalo de confianza. Se ponen en práctica
porque existen tratamientos que pueden diferir en seguridad, efectos adversos, conveniencia
de administración, costos, entre otras características; y el hecho de mostrar “equivalencia”
tiene importancia para el uso subsiguiente de uno o ambos tratamientos.
Cegamiento
Desde entonces, los ensayos clínicos aleatorizados con placebo han sido controversiales,
especialmente cuando los participantes son asignados de manera aleatoria en una de sus
ramas [placebo por ejemplo] y por lo tanto se les priva del tratamiento efectivo.16,17 En los
ensayos clínicos el placebo se traduce en tratamientos de control con similar apariencia a los
tratamientos en estudio, pero sin su actividad específica.
Aleatorización
Métodos de aleatorización
La aleatorización requiere un mecanismo gobernado por el azar para asignar las maniobras (los
tratamientos) a los sujetos bajo investigación. Los ensayos clínicos reales deben utilizar
métodos verificables de aleatorización, de tal manera que después del estudio el investigador
pueda demostrar que la asignación se mantuvo libre de sesgo.
Debido a lo tedioso que puede resultar efectuar la asignación manual, cuando se trata de una
gran cantidad de sujetos y que de acuerdo con algunos investigadores puede ser sujeta de
algunos tipos de sesgo, cuando sea posible, una computadora debe producir la lista de
aleatorización. La persona que trabaja en el equipo de cómputo para generar la lista de
aleatorización debe ser ajena a las personas que reclutan y valoran a los participantes en la
investigación.
Este método, aunque considerado por muchos investigadores como estándar, puede ser
sujeto a violación, especialmente en estudios no cegados. Un investigador que desea que
determinado tipo de pacientes ingresen a una rama específica del estudio puede observar a
contraluz el contenido del sobre o incluso abrirlo y volverlo a cerrar. Lo anterior ha generado
que muchos estudios en la actualidad adopten códigos de aleatorización generados vía
telefónica, por fax o encriptados a través de sistemas de cómputo.
Una de las desventajas de este tipo de aleatorización es que cuando las muestras son
pequeñas por lo general se producen desbalances en el número de sujetos asignados a cada
tratamiento, pudiendo asignarse un mayor número de sujetos a determinada maniobra.
En este método se ensambla una serie de bloques, formados por un número determinado de
celdas, en las cuales se incluyen los distintos tipos de tratamiento. El número de bloques
estará determinado por el número de participantes a incluir en el estudio y el número de
celdas que se haya decidido incluir en cada bloque. Cada bloque contendrá en cada celda una
de las alternativas de tratamiento y dentro de cada bloque deberá existir un número
balanceado de los posibles tratamientos (cuando por fines éticos y de seguridad se considera
conveniente asignar el doble o triple de pacientes a una determinada maniobra, se dice que se
trata de una aleatorización en bloques desbalanceados, ya que existirá el doble o triple de
celdas en cada bloque de uno de los tratamientos).
Aleatorización estratificada
Los diseños más simples de los ensayos clínicos controlados consideran la inclusión de un
predeterminado número de individuos bajo estudio, los cuales son asignados en alguna de las
formas tradicionales ya descritas a alguno de los tratamientos de interés con igual
probabilidad para cada paciente de recibir una u otra modalidad terapéutica. En forma cada
vez más frecuente, tanto la manera como los sujetos de estudio son asignados a los
tratamientos, como la forma en la que se decide terminar el estudio se basan en la
información que se va generando y acumulando durante el progreso del estudio.
Los ensayos clínicos aleatorizados son analizados por un método estándar llamado “intención
de tratar”, esto es, todos los sujetos aleatorizados son analizados de acuerdo con la asignación
original del tratamiento y todos los eventos son contados contra el tratamiento asignado. Con
base en este principio, todos los estudios aleatorizados deberían ser analizados bajo este
concepto, ya que el análisis apoyado por la aleatorización mantiene la comparabilidad a través
de los grupos de intervención. Si el análisis excluye a participantes después del procedimiento
de aleatorización, (por razones tales como sujetos que no reciben el tratamiento originalmente
asignado o el participante muere antes de que el tratamiento sea dado) se puede introducir un
sesgo, ya que los grupos de intervención se verán afectados por la falla en el cumplimiento del
diseño que tomó originalmente en consideración la aleatorización, el tamaño de la muestra y
el blindaje de los grupos.
Entre las razones más comunes para que pacientes aleatorizados sean excluidos está el que no
se consideren elegibles, posterior al procedimiento aleatorio.
Otra de las razones para la exclusión de pacientes en el análisis primario aparece cuando los
pacientes no cumplen apropiadamente con la intervención especificada en el protocolo (falta
de apego al tratamiento).
Pérdidas en el seguimiento
Aunque apropiadamente planeado para tener un mayor tamaño de muestra que compense
pérdidas en el seguimiento, cuando éstas ocurren, el estudio puede sufrir pérdida de poder
estadístico y aumentar la posibilidad de introducir un sesgo, primordialmente cuando la
pérdida no es resultado del azar.
Debido a que muchos ensayos clínicos usan como resultados variables clínicas que son
evaluadas por largo tiempo y aumentan los costos, algunos investigadores han visto
alternativas para obtener ensayos clínicos más cortos y más pequeños a través del uso de una
variable respuesta sustituta del resultado clínico. Un requerimiento para obtener esta variable
sustituta es que debe ser predictiva del resultado clínico.
Aunque se han propuesto criterios estadísticos para validar las variables subrogadas, la
experiencia con su uso es limitado. En la práctica, la fuerza de la evidencia para la sustitución
depende de tres aspectos: a) la plausibilidad biológica de la relación entre la variable
clínica/variable subrogada; b) la demostración en estudios epidemiológicos del valor
pronóstico para la variable clínica, y c) evidencia de ensayos clínicos acerca de que el efecto del
tratamiento sobre la variable sustituta corresponde al efecto sobre la variable clínica. La
interpretación de un ensayo que utiliza como base una variable subrogada debe ser hecha en
el contexto del número de individuos en riesgo y considerar las conclusiones con mucha
precaución.
Resultados múltiples
Aunque comúnmente es usado como variable respuesta primaria un evento único en los
ensayos clínicos, en muchos otros la variable respuesta es una combinación de diversos
eventos o se requieren múltiples mediciones de condiciones inherentes al tratamiento de
prueba (otros serían múltiples comparaciones de tratamientos, mediciones repetidas, análisis
por intervalos), incluyendo desde características clínicas como morbilidad, síntomas, calidad de
vida, efectos colaterales del tratamiento, hasta utilización y costos de los servicios de salud. Es
muy importante mencionar en el protocolo la pre-especificación de prioridades en respuestas
múltiples. Tradicionalmente se recomienda que sea diseñada en el protocolo una variable
resultado primaria y las otras variables definirlas como secundarias o terciarias. E
el ensayo es, bajo estas condiciones, ponderado y monitoreado sobre las bases de una variable
de resultado primaria
Otros métodos propuestos para analizar resultados de múltiples variables son el uso de
componentes principales y de análisis factorial.
Frecuentemente, la variable primaria está relacionada con otras variables de interés en las
cuales puede ser importante evaluar el efecto del tratamiento al interior de subgrupos de
sujetos. Tales características pueden ser la edad, el género, o se deben a que los sujetos fueron
tratados en diferentes centros (ensayos multicéntricos). Otra razón puede ser probar la
consistencia interna de los resultados entre las diferentes categorías. Cualesquiera que pueda
ser la razón, es común dividir a los grupos aleatorizados en categorías o subgrupos para
comparaciones de la intervención al interior de ellos. La confiabilidad de este análisis es pobre
debido a problemas de multiciplicidad y a que los grupos generalmente son pequeños, en
comparación con la muestra completa; por este motivo, el número de subgrupos debe
mantenerse en un mínimo posible y preespecificarse en el protocolo como medida de
incremento en la credibilidad de los resultados, pues el manejo de la hipótesis refleja un
conocimiento biológico a priori más que una argumentación de resultados a posteriori. Por
todos los motivos expuestos, los resultados de un análisis de subgrupos deben interpretarse
de acuerdo con un análisis exploratorio, generador de hipótesis y nunca como un resultado
definitivo. Estas recomendaciones aparentemente fáciles de extrapolarse a los diseños, no han
sido del todo aceptadas y análisis e interpretaciones inapropiadas de resultados siguen
ocurriendo como lo muestran Brookes y colaboradores52 en su estudio de simulación para
cuantificar el riesgo de mala interpretación de resultados en este tipo de análisis.
Por último, en este análisis, las técnicas más utilizadas comprenden regresión lineal, árboles de
regresión y estimaciones bayesianas en caso de requerirse ajuste de sesgos.
Estudios de superioridad
Estudios de no inferioridad
En contraste con los estudios de superioridad, estos ensayos pretenden mostrar que la
intervención experimental no es peor que el tratamiento estándar (pero no pretende mostrar
superioridad) con algún margen de indiferencia. Adicionalmente, los investigadores deben
demostrar que el nuevo tratamiento es mejor que el placebo en caso de que el ensayo tenga
un brazo placebo. La conducción de un análisis de este tipo debe ser de muy alta calidad para
detectar diferencias significativas; asimismo, debe tener un efectivo control de la intervención,
sin olvidar que el margen de indiferencia no se basa en criterios estadísticos sino en la
importancia médica del tratamiento en el contexto de intercambio riesgo/beneficio
Métodos estadísticos
Diversos diseños de análisis se han utilizado para evaluar las diferencias existentes entre los
grupos sometidos a un tratamiento nuevo para compararlo con un placebo o un tratamiento
convencional. La selección apropiada del análisis y la pre-especificación en el protocolo de
estudio es un reto que muchos investigadores no toman en cuenta.
Los métodos de análisis estadísticos han evolucionado en años recientes, desde el tradicional
análisis de supervivencia con sus estimaciones, hasta modelos más complejos vistos en los
incisos previos, sin olvidarnos del análisis por riesgos competitivos (no censura el evento, por
ejemplo, muerte por otras causas, sino que toma en consideración su incidencia acumulada).
Descripción de los grupos de comparación
Un primer análisis que se efectúa en los ensayos clínicos controlados es comparar los grupos
de tratamiento en sus condiciones basales y que generalmente son características
demográficas (por ejemplo: edad, género), medidas antropométricas (ejemplo, masa corporal)
condiciones inherentes a su estado clínico (ejemplo, severidad de enfermedad, control
metabólico,) y otras variables pronósticas relacionadas con la variable re sultado primaria.
Generalmente presentadas como medidas de resumen (medias, medianas) y dispersión
(desviaciones estándar, rangos) en variables continuas y en porcentajes para las variables
categóricas. Esta comparación también es útil para describir la muestra de sujetos que
entraron al estudio.
El método estadístico usado para comparar dos medias en los diferentes grupos de
tratamiento es la prueba de t de Student. Esta prueba compara la media de dos grupos de
variables continuas y expresa la probabilidad de que cualquier diferencia sea debida al papel
del azar (acepta la hipótesis nula) o que las diferencias son reales (rechaza la hipótesis nula).
Dos supuestos básicos tiene la prueba de t: a) que los datos en ambos grupos siguen una
distribución normal y, b) que para muestras no pareadas la varianza para cada grupo es igual.
Cuando estos supuestos no se cumplen se recomienda el uso de pruebas no paramétricas
Cuando la variable tiene valores binarios (ejemplo, curación o muerte) se puede calcular la
proporción del evento para cada grupo de tratamiento. El estadístico más común es la prueba
de Ji cuadrada
Análisis de supervivencia Es el método estándar para analizar el tiempo que transcurre entre
un evento inicial (que determina la inclusión del individuo en el estudio) y un evento final
(genéricamente llamado falla) que ocurre cuando el individuo presenta la característica para
terminar el estudio (muerte, alta de la enfermedad, etc.). Se trata de un método flexible y
puede medir múltiples eventos por sujeto, así como tomar en consideración en el análisis la
información completa y parcial cuando así lo determina la ocurrencia de censuras (administrati
vas, por término del estudio o logro del número de sujetos requeridos, y no administrativas,
por pérdidas en el seguimiento.
Para medir diferencias en las curvas de supervivencia entre los grupos de comparación se
toma en consideración los criterios de la prueba de Mantel y Haenszel (llamada también
prueba de Long-Rank)59 quien pondera cada evento por igual y está cercanamente
relacionada con las pruebas estadísticas del modelo de Cox.
Este modelode Cox o de riesgos proporcionales, ofrece la ventaja de contabilizar las variables
basales y pronósticas y su estimador (función de hazard) es la tasa instantánea de morir para
aquellos sujetos que sobrevivieron hasta el tiempo t. Este modelo especifica cómo cambia la
función de riesgo básica (individuos con nivel de covariables cero) respecto de aquellos con
covariables distintas de cero. Este cambio lo especifica el parámetro asociado a cada factor
introducido al modelo y se interpreta como el cambio esperado en el cociente de riesgos entre
un individuo en la población básica y uno fuera de ella, asumiendo que la razón de riesgos,
para cualquier variable X, es constante a través del tiempo.
Otros métodos de análisis
Regresión
El análisis de regresión mide la fuerza de asociación de una relación entre dos variables cuando
una depende de la otra, bajo el supuesto de que esta relación es lineal. Si el análisis requiere
que más variables sean estudiadas se puede extender el modelo a un análisis de regresión
lineal múltiple.
Un ensayo clínico exitoso depende, entre muchos factores, del proceso de obtención del
consentimiento informado (CI). de acuerdo con estándares internacionales, el CI consiste en
una decisión de participar en una investigación hecha por un individuo competente que ha
recibido la información necesaria, la ha comprendido adecuadamente y, después de
considerar la información, ha llegado a una decisión sin haber sido sometido a coerción,
intimidación ni a influencias o incentivos indebidos.
la garantía de que la información fue comprendida por el participante para que, finalmente,
otorgue la firma en el documento de CI, ya sea el sujeto o su representante legal, aspectos que
han sido estandarizados por organizaciones internacionales.
Comités de ética
Los CE existen para asegurar, en primer lugar, que la investigación propuesta responda a las
necesidades de salud de la población; en segundo lugar, que no exponga a los participantes a
riesgos inaceptables e innecesarios y, en tercer lugar, que los participantes potenciales
tendrán la garantía de ser completamente informados y, por lo tanto, tener la capacidad para
evaluar las consecuencias previstas de su participación y decidir entonces su ingreso al estudio,
mediante un consentimiento genuino.
Las recomendaciones de ICH están divididas en cuatro categorías, con temas específicos en
cada una: Q, para Calidad, S para Seguridad, E para Eficacia y M para temas multidisciplinarios.
En la sección ICH de eficacia se encuentran todos los temas relacionados con aspectos clínicos.
Los lineamientos de las BCP son el estándar que se sigue durante el desarrollo de proyectos de
investigación clínica. A este respecto, se encuentran claramente especificadas las
responsabilidades y funciones del investigador y del patrocinador, los contenidos básicos del
protocolo de investigación del ensayo clínico, el manual del investigador y los documentos
esenciales para la conducción de un estudio clínico. Aquí se cubren todos los aspectos de
preparación, monitoreo, reporte y archivo de estudios clínicos e incluye los lineamientos de
BPC de la Unión Europea, Japón, EUA, Australia, Canadá, los Países Nórdicos, y la OMS, que
deben ponerse en práctica cuando se generan datos clínicos que se pretenda someter a
autoridades regulatorias o en cualquier proyecto de investigación clínica que pueda tener un
impacto en la seguridad y bienestar de los sujetos participantes.
Conclusiones
Los ensayos clínicos aleatorizados son los estudios más cercanos al método experimental, por
lo que forman el paradigma de la investigación epidemiológica. Representan el diseño con el
nivel más alto de causalidad, donde el investigador tiene control sobre la exposición, son
prospectivos, tienen la ventaja de que en teoría se pueden evitar sesgos, tienen un elevado
nivel de comparabilidad de poblaciones (confusión) y de información. Su práctica, sin embargo,
es muy compleja y en países en desarrollo se debe priorizar, además de los aspectos
metodológicos, la garantía de asegurar los derechos de los pacientes.