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PEARSON, Frederic S. y
ROCHESTER, J. Martin
Relaciones internacionales.
Situación global en el siglo XXI
Santa Fe de Bogotá, Colombia
McGrawH iii, 2000.
34 INTRODUCCIÓN
enfilaron el uno contra el otro, a pesar de los disturbios politicos de carácter domésti
co que tuvieron lugar entre las dos guerras. La textura de la política internacional
permanece constante en muy alto grado, los patrones se vuelven recurrentes y los
eventos se repiten en forma interminable. Las relaciones internacionales que existen
en un momento dado muy rara vez cambian rápidamente en tipo o en calidad .
3
Quizá el planteamiento más conocido, que con mayor frecuencia se encuentra en la litera
tura sobre esta materia y que refleja la escuela histórica del déji vn, pertenece al filósofo
BREVE VISIÓN DEL PASADO: EL DESARROLLO HISTÓRICO 35
George Santayana quien advirtió que “aquellos que no pueden recordar el pasado están
condenados a repetirlo”
.
4
SUI GÉNERIS
Es obvio que, estrictamente hablando, los eventos nunca se repiten la misma forma; como
lo dijo el antiguo filósofo griego Heráclito, no se puede caminar dos veces en el mismo río.
Como mínimo, siempre son distintas las personalidades individuales que participan en
los diversos eventos. Más importante aún, también es obvio que el ambiente en que tie
nen lugar las relaciones internacionales, en sí mismo, está sujeto a cambio. A lo largo del
tiempo se han presentado innumerables desarrollos en el campo de las relaciones interna
cionales, que harían al mundo de hoy irreconocible a primera vista para los hombres de
Estado del siglo XVIII o XIX o aún para aquellos que participaron en los eventos de este
siglo: la invención de armas de destrucción masiva capaces de arrasar países enteros, la
negociación de un tratado para evitar un choque de potencias en el espacio sideral, las
crisis ambientales o las explosiones demográficas, los secuestros por parte de grupos revo
lucionarios, la colonización de Coca-Cola en el mundo entero, las comunicaciones
satelitales instantáneas entre dos lugares diametralmente opuestos del mundo y el creci
miento de las corporaciones multinacionales, son algunos de los muchos desarrollos que
podrían mencionarse.
DÉJÁVU
Aun cuando las personalidades particulares y las condiciones que rodean los diversos eventos
de las relaciones internacionales pueden cambiar con los años existen, sin embargo, algu
nos elementos comunes y paralelos que pueden encontrarse a través de diferentes peno
dos en la historia de las relaciones internacionales. Aun cuando los eventos nunca pueden
repetirse en forma exacta, no hay duda de que ellos pueden compartir una cierta simili
tud. En realidad, existe el supuesto de que los eventos individuales no son únicos y de que
indefectiblemente se presentan patrones identificables de comportamiento internacional
que permiten desarrollar cierto conocimiento útil sobre las relaciones entre los países; de
otra forma, no habría lecciones para aprender derivadas del estudio de estas materias y,
por tanto, no existiría una perspectiva que pudiera desprenderse de la historia.
Las guerras continúan aun cuando la naturaleza de las armas ha cambiado en forma
radical. Los procesos de la diplomacia continúan aun cuando ahora se trate de una nego
ciación sobre un territorio del espacio sideral. A lo largo de la historia, las presiones que
produce el crecimiento de la población sobre los recursos han sido causa de fricciones en
las relaciones internacionales, aun cuando ellas ahora sean de naturaleza y magnitud
diferente de lo que eran en el pasado. Si bien es cierto que el secuestro de aviones es un
36 INTRODUCCIÓN
VISIÓN LATERAL
HECHOS HISTORICOS
E El mventor de la dinamita
Alfred Nobel, iniciador del Premio Nobel de Paz, en 1866
es más intrincada, más acelerada y más difícil de prevenir o de eliminar. Las naciones y la
gente en general, aún registran malos entendimientos y malas percepciones de sus mu
tuas acciones, aun cuando la avanzada tecnología de las comunicaciones proporciona una
información mucho mayor y más rápida acerca del mundo, de la que se obtenía anterior
mente. Y nuevas formas de organizaciones humanas se pueden desarrollar, pero las viejas,
tal como las naciones-Estado, persisten al lado de ellas.
En pocas palabras, algunas características de las relaciones internacionales son más
permanentes, más duraderas y menos sujetas a cambios que otras. El cambio no es
tan dominante como lo sugiere la escuela del sui géneris y tampoco tan insignificante
y superficial como lo plantea la escuela del déjd vii. En las relaciones internacionales
se observan continuismos importantes, pero también se observan importantes cam
bios. “Las nuevas generaciones comienzan la historia, la grama crece nuevamente so
bre los campos de concentración y sobre los campos de la batalla. Nuevas divisiones
surgen entre los viejos compañeros de lucha, mientras las heridas del conflicto sanan,
los hijos de los enemigos se casan y dan origen a nuevas generaciones con sus propias
afinidades y diferencias, y con sus propios odios y amores”
.
5
portantes (“variables”) del sistema internacional están las siguientes: (l)la naturaleza de
los actores (naciones-Estado y actores no estatales); (2) la distribución del poder (el equili
brio entre los diversos actores principales o la dominación por parte de uno o dos de éstos);
(3) la distribución de la riqueza (la magnitud de la “diferencia” entre los actores ricos y los
actores pobres); (4) el grado de polarización (la flexibilidad o la rigidez de las alianzas); (5)
los objetivos de los actores (su grado de preocupación por la adquisición de nuevos territo
rios u otros objetivos); (6) los medios a disposición de los actores para el logro de sus
objetivos (la naturaleza de la tecnología de las armas, por ejemplo); y (7) el grado de inter
dependencia (en términos tanto de la “interconexión” —el comercio general de bienes y
servicios, los movimientos de población a través de las fronteras y el flujo de comumcacio
nes a través de las mismas— como de la “sensibilidad y vulnerabilidad mutua” —los
efectos potenciales de las acciones sobre otros países)—
. Enseguida se examinará la for
8
ma y la medida en que han cambiado estas características de las relaciones internaciona
les a través de los años.
EL NACIMIENTO DE LA NACIÓN-ESTADO
Es importante tener en cuenta que desde una perspectiva histórica de largo plazo, la na
ción-Estado es una institución relativamente reciente en la sociedad humana; ni siquiera
llega a los 400 años, lo cual no es mucho si se compara con 5.000 años de historia más o
menos conocida de la existencia del hombre en la tierra. La raza humana había poblado
este planeta por aproximadamente un millón de años antes del siglo XVII. Sin embargo, el
hombre había tenido otro tipo de organización política tal como las tribus, las ciudades-
BREVE VISIÓN DEL PASADO: EL DESARROLLO HISTÓRICO 39
Estado y los imperios, más no las naciones-Estado. El investigador puede leer los escritos
de Tucídides acerca del sistema de ciudad-Estado en la antigua Grecia, el cual se prolongó
desde el año 800 a.C hasta el año 322 a.C.; puede leer también los escritos de Kautilya
acerca del sistema del antiguo Estado Indio, bajo el Imperio Mauryan, entre los años
325 a.C y 183 a.C. y por supuesto las observaciones de Maquiavelo acerca del sistema
de la ciudad-Estado en la Italia del Renacimiento, durante el siglo XV de nuestra era.
La historia de la humanidad puede interpretarse como la búsqueda de una óptima
unidad política con el péndulo oscilando entre dos extremos: uno constituido por un
orden único y universal (por ejemplo, los imperios de Roma y Alejandro el Grande) y
el otro por un conjunto de entes políticos más pequeños y altamente fragmentados
(por ejemplo la serie de ciudades amuralladas y otras entidades políticas que tipificaron
la Edad Media)
.
9
En Europa, por ejemplo, en el año 1600 existían elementos tanto de fragmentación
como de universalismo. Los primeros se hicieron evidentes en las jurisdicciones de
entes políticos semi-soberanos, presididos por diversos señores feudales y príncipes,
mientras los segundos se manifestaron en la autoridad del Papa y del Sacro Emperador
Romano, quien aspiraba a detentar la suprema autoridad tanto espiritual como civil.
En pocas palabras, el escenario político de Europa consistía en formas gubernamenta
les de ducados, ciudades independientes, Estados feudales, reinos, territorios eclesiás
ticos y otras muchas y diversas unidades que se entrelazaban en una jerarquía bastante
compleja. Mientras reyes y reinas se sentaban en los tronos de Inglaterra y de Francia,
su autoridad era puesta en duda por los príncipes locales y por los poderes papales de
Roma’ .
Sin embargo, a medida que se acercaba el año 1648, el panorama político fue cambian
do, el poder de la pólvora y de las armas hacía cada vez menos viables y, por el contrario,
más vulnerables las ciudades amuralladas como unidades de organización política capaz
de proteger a sus moradores. Adicionalmente, la creciente clase de mercaderes capita
listas fue encontrando que el sistema feudal, con sus caóticas relaciones jurisdiccibna
les, era poco operativo en términos de facilitar un volumen creciente de comercio; por
otra parte, los comerciantes se vieron atraídos por la idea de un gobernante único que
presidiera dentro de un territorio determinado en el cual prevaleciera un conjunto
común de normas legales, una moneda estándar y unidades de peso y medida también
estándai que al mismo tiempo condujeran a reducir el costo de las transacciones co
merciales. Esta pequeña clase media de burgueses comerciantes que iba en aumento,
comenzó a difundirse y a inclinarse hacia las prerrogativas de reyes y reinas en lugar
de hacerlo hacia aquellas propias de la nobleza, propietaria de las tierras. Por otra parte,
la autoridad del Papa y del Sacro Emperador Romano, que siempre existió más en la teoría
que en la realidad, se iba haciendo cada vez más marginal. Así pues, el orden feudal estaba
agonizando.
Estas tendencias culminaron en el año 1648 con la Paz de Westfalia, simbolizando un
conjunto de acuerdos fundamentalmente novedosos, basados en la soberanía de la na
ción-Estado. En la consolidación de este poder en contra de los príncipes locales y repu
diando cualquier sumisión a una autoridad superior de carácter religioso fuera de su
territorio, los monarcas nacionales parecían rechazar las fuerzas tanto de la fragmenta
ción como del universalismo que había caracterizado épocas pasadas. Como se verá más
adelante, el desarrollo de la nación-Estado no ha sido un fenómeno parejo, toda vez que
las primeras aparecieron en el siglo XVII, y otras (como Alemana e Italia), se materializa
ron sólo hasta mediados del siglo XIX; más aún otras, como muchas sociedades en Africa
y Asia, aparecieron a mediados del siglo XX. Como se verá con mayor detalle más adelan
te, la nación-Estado ha podido sobrevivir no obstante las fuerzas tanto centrífugas (aque
llas que tienden a la fragmentación) como las fuerzas centrípetas (aquellas que tienden
hacia el universalismo).
40 INTRODUCCIÓN
do”. Esto se hace no para agregar más confusión a una terminología de por sí
confusa sino má bien para resaltar el hecho de que durante más de tres siglos
ha existido un impulso permanente por alcanzar una cierta congruencia entre
los límites del Estado y de la nación y, por último, para hacer del Estado y de la
nación una sola entidad, tanto en las mentes como en el corazón de las gentes.
PODER Y RIQUEZA
Aun cuando existieron entidades independientes fuera de Europa tales como China
y
Japón, y posteriormente los Estados Unidos, la política internacional en este periodo esta
ba representada esencialmente por la política europea. El poder, en términos de la capaci
dad militar y de otros factores de este mismo tenor, se distribuía en forma bastante similar
entre los diversos Estados dominantes de Europa, incluidas Inglaterra, Francia, Austria,
Suecia, España, Turquía y, a medida que pasó el tiempo, fue compartido por Prusia
y
Rusia. (El poder es un concepto tan importante en el estudio de las relaciones internacio
nales como son los de Estado o nación y puede sin duda constituir fuente de mucha
confusión. Ver el recuadro de las páginas 43-45 para una visión precisa de los problemas
propios de establecer el poder nacional tanto en el pasado histórico como en los tiempos
actuales).
Los Estados europeos no solamente eran similares en cuanto a su poder sino también
en cuanto a su riqueza. Estos dos conceptos tendían a ir de la mano en la medida en que
el poder se ejercía principalmente a través de las hazañas militares las cuales, a su turno,
implicaban necesariamente el soporte económico. En un momento en que la Revolución
Industrial aún no estaba en pleno desarrollo, todos los Estados tenían un grado de riqueza
bastante similar y las diferencias entre ellos no eran tan grandes como las disparidades
que se fueron desarrollando con el tiempo.
Siempre existió la posibilidad de que un determinado Estado no estuviera satisfecho
con el poder que tenía o con su posesión de riqueza y entonces podría amenazar la sobera
BREVE VISIÓN DEL PASADO: EL DESARROLLO HISTÓRICO 43
El poder ha sido definido en varias formas. Hans Morgenthau lo definió como “el
control del hombre sobre las mentes y las acciones de otros hombres”; Karl
Deutsch como la “habilidad para imponerse en el conflicto y sobreponerse a los
obstáculos”; y Robert DahI como la “habilidad de un actor para obtener que otro
haga algo que de otra manera no haría”.
1
El concepto de poder ha adquirido diferentes significados en el campo de las
relaciones internacionales, dependiendo del contexto en que se utilice. Para los
actores nacionales normalmente es la fuerza existente en un país, esto es, se le
asigna una connotación de “activo” o de un bien que posee el Estado en cierta
magnitud, o también se ve como una “meta”, algo de lo cual el Estado desea
más. En el campo de las interacciones entre los Estados, con frecuencia se refiere
a la capacidad relativa y a la manera en que cada Estado trata de lograr el control
sobre el comportamiento de otro, o sea, las herramientas de carácter económico,
militar y de otra naturaleza por las cuales se puede ejercer cierta influencia. En el
contexto del sistema internacional, tal como se analiza en este capítulo, normal
mente se refiere al patrón de estratificación formado por la distribución global
del poder entre los Estados.
Una cosa es definir el poder y otra es tratar de medirlo en forma tal que se
puedan emitir conceptos adecuados acerca de cuáles Estados son poderosos y
cuáles no lo son tanto. En este proceso de medir el poder, el analista se encuentra
con diversos problemas, cualquiera que sea el contexto dentro del cual se anali
ce. En lo que se refiere al actor, muchos trabajos clásicos han intentado definir
las “bases” del poder nacional, ciertos atributos nacionales de los cuales presu
miblemente depende la capacidad del Estado para influir sobre otros. En forma
casi invariable la lista de elementos incluye aspectos geográficos (tamaño del
país, localización y recursos naturales); aspectos de población (esto es, los rela
cionados con el tamaño, la homogeneidad y el nivel de educación); capacidad
económica (medida por el Producto Nacional Bruto y el grado de industrializa
ción) y capacidad militar (representada por la cantidad y calidad del armamento
y por el número de efectivos en armas). Los países que poseen un área territorial
considerable, una gran población, capacidad económica y militar, recursos natu
rales adecuados al mismo tiempo que un alto nivel de desarrollo económico y
tecnológico tradicionalmente han sido considerados “poderosos” por definición,
ya sea que aprovechen o no tales ventajas.
Otro de los problemas propios de la medición es el de decidir sobre el grado de
importancia a asignar a cada uno de estos factores; existen algunos analistas que
argumentan que ciertos atributos han sido erróneamente omitidos de la lista,
hasta el punto de que ella puede llegar a ser infinita. También existen analistas
que abogan por la inclusión de otros elementos más “suaves” y de imposible
medición tales como el carácter y la moral nacionales. Otros manifiestan que la
importancia de estos factores puede variar de un periodo a otro. Por ejemplo,
características territoriales como una gran masa de tierra, la localización en una
isla o una topografía montañosa, pudieron conferir cierto poder, al menos en lo
que se relaciona con la invulnerabilidad de un ataque en el siglo XVIII, pero son
sin duda menos significativos en una época de misiles balísticos intercontinentales.
Así mismo, una gran población podía ser el elemento sine qua non para estable
cer el poderío de un país en el siglo XIX y principios del siglo XX para producir
44 INTRODUCCIÓN
toneladas de armas y generar millones de soldados para las fuerzas militares, pero
estos elementos pueden ser menos cruciales en una época de producción indus
trial masiva de material bélico en forma automatizada. Otros aun pueden argu
mentar en forma diferente, diciendo que un terreno escabroso y difícil de dominar
y una gran población pueden constituir hoy, más bien, obstáculos formidables
para defenderse de un agresor, aun en la época moderna y como sucede en el caso
de la guerra de guerrillas.
Aun cuando el poder de un país puede estar asociado tanto con su población
como con sus recursos materiales, el poder y las reservas no son exactamente la
misma cosa. Aquí es donde se debe tener en cuenta el contexto de interacción,
como sucede también en otros campos de la vida; el “más débil” algunas veces
gana en el campo de las relaciones internacionales, pues el otro país, en una posi
ción aparentemente favorable es incapaz de trasladar sus recursos para lograr la
dominación del contendor. El “tigre de papel” es un fenómeno bien conocido en
el campo de las relaciones internacionales. También en relación con la forma de
interactuar, el ejercicio del poder puede tomar muchas formas que van desde la
persuasión moral y la coerción económica hasta la amenaza o el uso real de la
fuerza militar. Algunos atributos nacionales pueden ser relevantes en ciertas for
mas del gobierno pero no en otras, y ciertos tipos de actitudes por parte de los
gobernantes pueden ser comunes en algunas eras de la historia y menos comunes
en otras.
En lo que respecta a un contexto sistémico, los académicos, dependiendo de la
era histórica que estén analizando, están acostumbrados a caracterizar la distribu
ción global del poder en términos ya sea de equilibrio entre algunos grandes po
deres o de la hegemonía que puedan ejercer uno o dos de ellos. Con frecuencia, a
los poderes de mayor importancia se les conoce como “polos” hacia los cuales se
inclinan para su protección otros Estados de menor poderío y en este caso el siste
ma mismo se clasifica como de “polaridad”, esto es, como la concentración de
poder en unos pocos países (por unipolaridad se entiende un centro de poder,
como bipolaridad dos centros y como multipolaridad varios centros de poder).
La “polaridad” se distingue aquí de lo que se denomina “polarización”, la cual
se refiere a la rigidez o flexibilidad de las alianzas entre Estados, dentro de un
sistema.
Con frecuencia se hacen algunas distinciones adicionales entre “grandes poten
cias”, “potencias medianas” y “pequeñas potencias”, usualmente basándose en la
posesión de los ya mencionados atributos nacionales, que supuestamente están
asociados con el poder. Sin embargo, los países conocidos como “potencias”, no
necesariamente actúan en todas las circunstancias haciendo despliegue de su po
der. A menudo es difícil determinar dónde trazar la línea divisoria entre una “po
tencia media” y “una potencia menor” y asignar cada Estado a una determinada
categoría. Es más seguro intentar establecer la estructura general del poder en un
sistema internacional más que tratar de identificar la posición exacta de cada Esta
do en cuanto al poder que cada uno de ellos detenta. En realidad, no obstante los
problemas de medición y los desacuerdos que se han citado, existe un consenso
bastante amplio entre los académicos de este tema respecto a la naturaleza de
la estructura de poder en los tres sistemas internacionales analizados en este
capítulo.
El propósito al hacer estos comentarios es el de dejar en claro que el poder es
un concepto más complejo de lo que generalmente se sugiere en el tratamiento
de este tema en las discusiones de la vida cotidiana. La clase de problemas que se
han anotado no solamente complican los esfuerzos de los académicos para anali
zar el poder, sino también complican los cálculos que sobre esta materia y en su
BREVE VISIÓN DEL PASADO: EL DESARROLLO HISTÓRICO 45
1Hans J. Morgenthau, Politics Among Nations, Sth ed. (New York: Knopf, 1973), p. 28; Karl W. Deutsch,
“Qn the Concepts of Politics and Power”, Journal of International Affairs, 21(1967), p. 334; Robert A.
Dahi, “The Concept of Power”, Behavioral Science, 2 (July 1957), p. 203.
GRADO DE POLARIZACIÓN
Para que el balance de poder operara como estaba previsto, se requería un grado relativa
mente bajo de polarización, esto es, un alto grado de flexibilidad en las alianzas entre los
países, en tal forma que éstos pudieran cambiar la orientación de sú poder rápidamente, y
de un lado a otro, como contrapeso a los agresores que pudieran presentarse. El sistema
internacional en esta época fue en realidad bastante flexible, en el sentido de que los
poderes europeos y otros actores del sistema no cayeron dentro del rígido campo de las
armas en polos opuestos y envenenados unos contra otros, sino que más bien eran recep
tivos a hacer y a deshacer alianzas frecuentemente, tal como lo requirieran las situaciones
especificas a que se enfrentaran. Aun cuando había enormes intrigas dentro de los pala
cios de gobierno, en negociaciones y charlas, y en las maniobras militares asociadas con el
equilibrio de poder en esa época, el sistema clásico operó en forma bastante efectiva, si
bien imperfecta, como un vehículo para mantener la estabilidad del sistema internacio
nal. Este hecho se presentó no necesariamente como un intento consciente por parte de
los Estados para mantener el orden sino como un producto natural de sus preocupaciones
acerca de la seguridad mutua’
.
2
Dos factores específicos contribuyeron a la flexibilidad del sistema y a la operación de
los mecanismos de equilibrio de poder. Uno fue la concentración de la autoridad para la
toma de decisiones en manos de unos pocos soberanos, en forma tal que las determinacio
nes acerca de las alianzas, tanto para hacerlas como para deshacerlas, podían tomarse
fácilmente sin necesidad de acudir a la consulta o la aprobación del pueblo. El segundo fue
la no existencia de diferencias ideológicas notables entre los principales actores; si ellas
hubieran existido, algunas alianzas potenciales habrían sido incompatibles, las que a su
turno habrían inhibido el cambio de aquellas que se requerían para el establecimiento de
los equilibrios de poder. Todos los líderes de los Estados europeos no solamente eran con
servadores y habían crecido en tradiciones culturales similares, sino que también en mu
chos casos estaban emparentados por vínculos matrimoniales y familiares. La combinación
46 INTRODUCCIÓN
OBJETIVOS Y MEDIOS
En muchos sentidos, los monarcas de Europa hablaban la misma “lengua”. Compartían
en particular un conocimiento común de las “reglas del juego” reinantes en la política
internacional de la época: (1) no interferir en los asuntos internos de otro país en forma
alguna que pudiera desestabilizar las instituciones monárquicas y (2) no permitir que un
Estado alcanzara un poder dominante en el sistema, a menos que fuera en el propio. Los
objetivos de los Estados en la era clásica no eran tanto nacionales como personales de los
diversos gobernantes; esto es, fortalecer la riqueza, el poder y el prestigio de la dinastía.
Las casas reales de Europa compartían tanto la sangre como los valores, pero también
se registraban entre ellas conflictos de intereses. Todos los gobernantes experimentaron el
dilema de la seguridad tal como les sucedió a los de generaciones posteriores. Ellos sintie
ron también la necesidad de un mayor poder para incrementar la seguridad de la nación,
aun cuando la búsqueda del mismo tendía a hacer mayores los sentimientos de inseguri
dad. Aun cuando algunos gobernantes poseían sin duda aspiraciones hegemónicas, los
objetivos que buscaban eran relativamente limitados, debido en parte a la escasez de los
medios disponibles para tratar de obtener objetivos nacionales. Aquello que estaba en
juego y por lo cual se luchaba en las guerras consistía usualmente en unas pocas cuadras
de terreno —Alsacia u otra provincia—, muchas de las cuales cambiaban a menudo de
mano sin que sus habitantes tuviesen oportunidad de desarrollar una identidad nacional.
La era clásica internacional no se conoció entonces como una era de paz sino como una
era en la cual los violentos conflictos internacionales que ocurrieron, fueron en efecto
asuntos menores entre monarcas que reflejaban feudos de sangre o rivalidades entre caba
lleros, en contraste con las sangrientas guerras entre sociedades enteras, las cuales se
vinieron a ver en eras subsiguientes.
En tanto que un líder nacional podía desear el hundimiento y la eliminación total de
otro, la elegancia, la etiqueta, las buenas maneras y las realidades de un poder militar
limitado tendían a dictar otro tipo de comportamiento. Para efecto de la guerra y del fuego
de los fusiles, los monarcas dependían de ejércitos pequeños y muy costosos que consis
tían generalmente de mercenarios extranjeros, cuya lealtad era muy dudosa y cuya deser
ción era muy frecuente. La tecnología militar de que disponía —mosquetes y cañones
cargados de pólvora— era suficientemente mortal, pero relativamente sencilla y aplicable
solamente en pequeña escala, si se compara con las situaciones que se vivieron en el siglo
XIX y por supuesto en el XX. Durante el tiempo de guerra, las masas eran fundamental
mente observadores inocentes, que eran violados, saqueados y sometidos al pillaje pero
que no tenían ningún interés económico real en el resultado de los conflictos. Su situación
política y económica no estaba sujeta a mayores cambios, cualquiera que fuera la suerte
del soberano y, más aún, no les importaba quién era su soberano.
GRADO DE INTERDEPENDENCIA
Todo esto llegó a la composición de un sistema internacional que registraba una curiosa
mezcla de parroquialismo y cosmopolitismo. Mientras las elites de Europa viajaban y
cruzaban libremente las fronteras nacionales, las masas sabían muy poco acerca del mun
do exterior, de lo que había fuera de sus ciudades y sus villas y mucho menos sabían aun
de lo que existía más allá de las fronteras nacionales. Mientras los monarcas dependían en
BREVE VISIÓN DEL PASADO: EL DESARROLLO HISTÓRICO 47
gran medida del oro y otros recursos que venían del Nuevo Mundo más allá de los océa
nos, para financiar sus ejércitos profesionales, las naciones-Estado de este periodo eran
entes bien definidos y económicamente autosuficientes y que sólo en muy pequeña medi
da dependían del comercio internacional. Mientras el contagio de las epidemias y enfer
medades superaba las fronteras con gran rapidez, los procesos de difusión de la cultura y
de otras materias ocurrían en forma sumamente lenta. La tecnología de las comunicacio
nes era aún muy primitiva y mantenía las regiones del mundo totalmente aisladas de los
desarrollos de otras, en tal forma que era muy baja la probabilidad de que las actividades
revolucionarias y terroristas se convirtieran fácilmente en epidemias mundiales. Mientras
las consideraciones del equilibrio de poder creaban aspectos de interés mutuo en la esfera
militar, la primitiva naturaleza de la tecnología de las armas —en contraste con periodos
posteriores— significaba que los aliados no estaban ligados por la necesidad de efectuar una
planeación y un entrenamiento coordinado de sus fuerzas militares; por otro lado, no existía la
preocupación en el sentido de que una decisión fatal que tomase un bando podría significar el
aniquilamiento de ambos. En pocas palabras, el sistema clásico internacional se caracterizó
por un bajo grado de interdependencia entre los Estados, en términos de su “interconexión” (el
simple volumen de transacciones a través de las fronteras) y de la “mutua sensibilidad y
vulnerabilidad” (los efectos potenciales de las acciones de un país sobre otro).
Sin embargo, muchas de estas condiciones ya habían comenzado a cambiar en las pos
trimerías del siglo XVIII. La Revolución Francesa, que tuvo lugar en 1789, no solamente
constituyó el presagio de la caída de la monarquía francesa sino que también puso en
movimiento ciertas fuerzas que vinieron a establecer posteriormente una nueva era en la
política internacional.
Aun cuando la Revolución Francesa fue precedida una década por la Revolución America
na, el “disparo que se oyó en todo el mundo” e inició la revolución de las trece colonias
contra la dominación británica no fue tan sonoro como el vendaval de La Bastilla en París
y tampoco constituyó un quiebre tan revolucionario para el desarrollo del sistema interna
cional. La razón fue simple: Francia en ese momento constituía parte integral del sistema
de Estados europeos que dominaba la política de la época, mientras los Estados Unidos
eran un Estado aún muy inmaduro y localizado en la periferia. Los aspectos distintivos del
sistema internacional de “transición” que salió a la luz al fin del siglo XVIII y que tuvo
permanencia hasta 1945, radicaban precisamente en el hecho de que el mismo constituyó
un puente entre la era clásica y la era posterior a la segunda guerra mundial. Este sistema
de transición mantuvo algunas características del primero mientras introdujo algunas
otras que presagiaban el segundo sistema. La era transicional fue como un “prisma” a
través del cual pasaron ciertos elementos del pasado que se refinaron y se moldearon, y del
cual emergió un nuevo ambiente —un nuevo escenario— alrededor del cual giraban las
relaciones internacionales’
.
4
ACTORES
Con la Revolución Francesa, la cual en último término trajo al poder a Napoleón Bonaparte,
se inició una época de nacionalismo que se continuaría hasta bien entrado el siglo XX. El
nuevo nacionalismo se basaba en una relación más firme entre el gobierno central del
Estado y los gobernados, especialmente una muy importante relación emocional entre
estos dos partícipes, que a su turno se fue creando por una injerencia cada vez más cre-
1
48 INTRODUCCIÓN
ciente de las masas en la vida política del país. Fue el nuevo nacionalismo el que capacitó
a Napoléon Bonaparte —quien aparentaba ser un hombre del pueblo mientras portaba
trajes de emperador—, lo que le permitió reclutar un ejército masivo de ciudadanos a
través del enfilamiento en armas de jóvenes franceses y la movilización de la nación fran
cesa como respaldo de sus actividades militares en el exterior. El nacionalismo francés
tuvo el efecto no intencionado de provocar iguales corrientes en Otros Estados que se
vieron amenazados. En Gran Bretaña y otras sociedades, los gobernantes encontraron que
una vez que ellos acudían al sentimiento de nacionalismo, habían abierto las puertas a las
presiones democráticas empezando a contar con la lealtad y el respaldo de la clase media
y de la población en general, que muy probablemente se solidificaría cada vez más, a
medida que el gobierno pudiera proyectar una imagen de atender y escuchar las demandas
populares. Si el crecimiento de la democracia de las masas significaba que los líderes
tenían que ser más sensibles a escuchar la opinión del pueblo a efecto de formular la
política internacional, también significaba que ellos potencialmente podían contar en for
ma creciente con las capacidades militares y económicas que les podía ofrecer la sociedad
en el campo de la política internacional. Aun cuando la plena operancia de las institucio
nes democráticas se desarrolló sólo gradualmente y en forma dispareja tanto en Europa
como en otras áreas del inundo durante la era de transición, los gobernantes pudieron
pregonar que actuaban cada vez más en nombre de las masas, siguiendo un camino que
sus predecesores en el periodo clásico no pudieron recorrer’
.
5
Los impulsos nacionalistas condujeron a la aparición de nuevos Estados en el mapa del
mundo. Algunos lograron su independencia de los poderes coloniales (por ejemplo, los
Estados latinoamericanos en los primeros años del siglo XIX en sus revoluciones contra la
corona española) y otros emergieron a través de unificaciones políticas de grupos
culturalmente similares que previamente habían estado sólo ligeramente asociados (por
ejemplo, las confederaciones de pueblos de habla alemana e italiana que formaron los
Estados modernos de Alemania e Italia a mediados del siglo XIX). Aun cuando los impul
sos nacionalistas llevaron a la liberación de muchos pueblos, tales como la independencia
de Rumania de la dominación turca en 1878, los mismos impulsos produjeron una nueva
ola de imperialismo europeo que resultó en la dominación de otros pueblos en Africa y en
otras partes del mundo. Las presiones por la “autodeterminación” de las naciones se fue
ron haciendo cada vez más fuertes, especialmente después de la primera guerra mundial
cuando Polonia y Hungría lograron su independencia, simultáneamente con otros Esta
dos. Aun cuando durante la era de transición se produjo un incremento considerable en el
número de naciones independientes —cuando existían tan sólo algo más de 50 naciones-
Estado en 1945— tal incremento fue el preludio de una proliferación explosiva en la era
subsiguiente, particularmente en Africa y en Asia (ver figura 2.1 donde se aprecia la ten
dencia histórica en el crecimiento del número de naciones-Estado, el cual muestra su
mayor crecimiento en la era de transición).
Aparte de la proliferación de naciones-Estado, la era de transición también registró la
proliferación de otro tipo de actores, particularmente de seres humanos individuales. Fue
durante este periodo, en 1830, cuando la población mundial alcanzó una cifra récord de
mil millones de habitantes, completándose el segundo millar de millones solamente cien
años más tarde, en 1930. Debe anotarse que la mayor parte del incremento de la pobla
ción en este periodo se produjo fundamentalmente por la rebaja en las tasas de mortalidad
en Europa y en Norteamérica, como resultado de los descubrimientos en el campo médico
y en general en el campo de la salud, que acompañaron los procesos de industrialización
en el Hemisferio Norte del globo. Sin embargo, precisamente cuando la proliferación de
las naciones fue aún más explosiva después de la segunda guerra mundial y concentrada
en el Hemisferio Sur, la humanidad simultáneamente multiplicó sus tasas de crecimiento
alcanzando la cifra de cuatro mil millones en 1975 y cinco mil millones una década más
tarde. Este último hecho fue el resultado de la transferencia de tecnología médica a los pobla
BREVE VISIÓN DEL PASADO: EL DESARROLLO HISTÓRICO 49
U
L-)
Ld
0
-D ci)
z
Figura 2.1
El crecimiento de las naciones-Estado en el sistema internacional
Las cifras representan el “tamaño promedio del sistema” para un determina
do periodo. Para los periodos entre 1816 y 1919, las “naciones-Estado” se
definieron como unidades territoriales con población mínima de 500.000
personas, reconocidas como Estados por Inglaterra y Francia. Para los peno-
dos de 1919 hasta el presente, se definieron como tales las unidades territo
riales que tenían al menos 500.000 personas y que eran reconocidas por dos
de los principales poderes existentes en aquel momento, o que pertenecían a
la Liga de las Naciones o a las Naciones Unidas. Debido al establecimiento de
una población de 500.000 personas como línea divisoria, aproximadamente
treinta “pequeños Estados” no se encuentran incluidos en el periodo 1986-
1995. Esta información ha sido tomada de J. David Singer et al, Explaining
War (Beverly Hills, Calif.: Sage, 1979), p. 65; y Arthur 5. Banks, Political
Handbook of the World 1992 (Binghamton, N.Y.: CSA Publications, 1992).
dores de África, Asia y América Latina. (Ver figura 2.2. sobre las tendencias de la población
donde también se observa el fuerte incremento registrado en la era de transición.)
PODER Y DINERO
La creciente industrialización que se presentó en Europa y América en el siglo XIX y en los
primeros años del siglo XX contribuyó a que se incrementara la disparidad de riqueza
entre las sociedades del Hemisferio Norte y las del Hemisferio Sur. Aun cuando histórica
mente “la brecha entre los ricos y los pobres” siempre ha existido dentro de las sociedades,
la brecha o diferencia que comenzó a formarse entre ellas durante la era de transición,
50 INTRODUCCIÓN
WC
6
‘o E 5
4
-o
o 3
2
1
O
1750 1800 1850 1900 1950 2000 2050
Año
Figura 2.2
Crecimiento de la población mundial
Tabla 2.1
GRANDES PODERES EN EL SISTEMA INTERNACIONAL 1700-1 945
historiador Geoffrey Barraclough, el año 1900 representó al mismo tiempo el punto cul
minante de un mundo centralmente europeo y el inicio de su declinar: “[mientras] en el
año de 1900 la civilización europea eclipsaba la tierra” el periodo entre 1900 y 1945
“correspondió a uno de tremenda confusión en el cual un nuevo sistema luchaba en su
nacimiento contra un sistema que se defendía por permanecer con vida”
. Para finales de
9
la era de transición no solamente Inglaterra sino también los Estados europeos habían
sido, a su turno, eclipsados por los Estados Unidos y la Unión Soviética’
, sino que tam
9
bién se registraba el hecho de que centros de poder no europeos, tales como China, co
menzaban a surgir amenazantes en el panorama político internacional.
GRADO DE POLARIZACIÓN
Además de involucrar a los poderes distintos de Europa en el foro de la política internacio
nal, la era de transición inyectó por primera vez en la historia un conflicto ideológico —la
competencia entre filosofias políticas antagónicas— en el campo de las relaciones interna
cionales y presagió la polarización que habría de ocurrir en el mundo en el periodo poste
rior a la segunda guerra mundial. En la mitad del siglo XIX, Carlos Marx escribió sus
obras dirigidas a las clases trabajadoras del mundo para unificar a los países con el estan
darte del comunismo en contra de los gobernadores “burgueses”. Aun cuando Marx pre
veía en último término una sociedad sin clases y sin Estado, la historia no le dio la razón
y la evolución del mundo ha sido diferente. Combinada con las fuerzas del nacionalismo,
las fuerzas ideológicas crearon un ambiente cada vez más difícil en las relaciones entre los
Estados. A principios de la era de transición, el sistema internacional estaba polarizado
entre los ejércitos napoleónicos que buscaban la difusión de la Revolución Francesa en el
territorio europeo y los ejércitos de los monarcas conservadores de Europa, quienes lucha
ban por contener la ola revolucionaria.. Al final de esta era los Estados Unidos, bajo la
dirección de Woodrow Wilson, y la Unión Soviética, bajo la dirección de Lenin,
intercambiaban diatribas acerca de los méritos relativos de la democracia capitalista como
filosofía opuesta al comunismo; esta lucha continuó en las posiciones antagónicas de
52 INTRODUCCIÓN
ras, no se presentó una lucha en el plano internacional. Las líneas de batalla en las pocas
guerras que se produjeron en ese periodo no se dibujaron claramente dentro del marco
ideológico (por ejemplo: en la primera guerra mundial se unieron las democracias de Gran
Bretaña, Francia y los Estados Unidos con la Rusia de ese momento, considerada como el
país conservador por excelencia, en contra de Alemania y Austria consideradas igualmen
te conservadoras). En realidad, la lucha por diversos caminos para lograr una mejor posi
ción dentro del conjunto de los Estados europeos en las vísperas de la guerra en 1914, se
asimilaba a las maquinaciones entre los monarcas europeos por lograr un mejor equilibrio
de poder en el sistema clásico, exceptuando, sin embargo, que el advenimiento de las
democracias populares y de la tecnología militar moderna parcialmente le había restado
flexibilidad al proceso de toma de decisiones en la era transicional
.
20
OBJETIVOS Y MEDIOS
Los cien años que transcurrieron entre el Congreso de Viena, que puso fin a las guerras
napoleónicas en 1815, y el comienzo de la primera guerra mundial en 1914, han sido
recordados como un periodo de relativa paz en las relaciones internacionales, con el regís
tro de algunas guerras menores, pero no importantes. Aun cuando el fervor nacionalista
de aquella época amenazó con resultar en un conflicto violento, los principales poderes
estaban en capacidad de evitar confrontaciones militares directas, parcialmente mediante
la sublimación de energías chauvinistas a través de la adquisición colectiva de territorios
en Africa y en otras partes del mundo. El imperialismo fue una respuesta a la doble
necesidad de pacificar unas gentes inquietas en sus respectivos países y asegurarles acceso
a las fuentes de materias primas y a los mercados asociados con el crecimiento de la
industrialización en los últimos años del siglo XIX. Los objetivos de los principales países
—que consistían fundamentalmente en la adquisición de nuevos territorios— no fueron
diferentes de los que se perseguían en la era clásica; sin embargo, eran mucho más
expansionistas y estaban caracterizados más por el logro de la gloria y el bienestar de la
nación que por las ambiciones de un determinado líder. Los objetivos imperialistas pudie
ron acomodarse sin mayor conflicto en la medida en que existió suficiente territorio para
colonizar, situación que en efecto ya no se presentaba en 1914.
En este último año ya se había agotado el territorio disponible y se había borrado el
recuerdo de los horrores de las guerras napoleónicas, en las cuales la participación de la
totalidad del pueblo francés, en el esfuerzo de guerra, resultó en la muerte de un in
menso número de ciudadanos franceses. Las nuevas generaciones estaban más impre
sionadas por las rápidas y no dolorosas victorias obtenidas por los prusianos en la
guerra de las siete semanas contra Austria en 1866. Sin embargo, “el siglo de la paz”
transcurrido entre 1815 y 1914 —incluyendo la “fácil” victoria prusiana obtenida me
diante la aplicación innovadora del ferrocarril, del telégrafo y de los rifles de carga
sencilla— ocultó el crecimiento de arsenales mucho más mortales de fuerza militar
que fueron acumulando los Estados como medios potenciales para respaldar su políti
ca exterior
. La movilización masiva de ejércitos junto con la aplicación de la ciencia
2
BREVE VISIÓN DEL PASADO: EL DESARROLLO HISTÓRICO 53
y la tecnología a la guerra produjeron en último término una guerra mundial sin prece
dentes que finalmente terminó en 1918, cuatro otoños después de que el kaiser alemán
hubiera prometido que sus ejércitos volverían a casa “antes de que cayeran las hojas”
. La
22
guerra total, como fue denominada la primera guerra mundial —la cual se peleó con gases
venenosos, ametralladoras, submarinos y aviones que vinieron a complementar el uso de
los rifles y las bayonetas— fue poca cosa en comparación con la segunda guerra mundial
que se produjo tan sólo una generación después. Esta última tuvo una duración de seis
otoños, entre 1939 y 194523. Aun cuando el horror de la primera guerra mundial no
logró imprimir una marca permanente en las mentes de los gobernantes de la época,
las armas empleadas en la segunda guerra mundial, que literalmente cubrieron la
tierra, dejaron sin duda una impresión más indeleble. Una era histórica que comenzó
con la nueva importancia atribuida a ejércitos masivos que caminaban grandes distan
cias dio paso a la era atómica (ver figura 2.3 sobre las tendencias en el alcance y poder
destructivo de las armas)
.
24
GRADO DE INTERDEPENDENCIA
Mientras la era de transición registró el arribo de la guerra total, también fue testigo de la
llegada de una creciente interdependencia entre los Estados, particularmente en la esfera
económica; este desarrollo se vio interrumpido por las dos guerras mundiales, pero vino a
presentarse de nuevo en el periodo posterior a la segunda guerra mundial. El surgimiento
simultáneo de la guerra total y la interdependencia económica constituyó al principio un
hecho paradójico pero posteriormente se demostró que esos dos fenómenos podrían co
existir en el mismo sistema. Aun cuando la interdependencia comercial entre los países
de Europa había llegado a ser tan importante al fin del siglo XIX que algunos observadores
de la época asumían que la guerra entre ellos no era posible pues se distorsionarían tre
mendamente sus economías, la primera guerra mundial demostró que los impulsos polí
ticos pueden ser mucho más fuertes que las situaciones de carácter económico. En el
periodo entre las dos guerras, entre 1919 y 1939, la interdependencia económica entre los
Estados industrializados era de tal naturaleza que hizo posible la diseminación mundial
de una gran depresión; éste fue un elemento que sin duda se sumó a las grandes tensiones
que resultaron en la segunda guerra mundial.
El punto que se desea poner de presente es que la interdependencia no es algo que
apareció ayer; fue un proceso que ya presentaba mucha fuerza al fin del siglo pasado y que
ya tenía implicaciones bastante inciertas para el orden mundial. Como lo ha anotado
Kenneth Waltz, en algunos aspectos la interdependencia económica fue mayor antes
de la primera guerra mundial (particularmente si se utiliza el concepto de “exportacio
nes más importaciones como porcentaje del Producto Nacional Bruto” como indica
dor de la interdependencia y si se focaliza en el alcance de los lazos económicos
existentes entre las grandes potencias)
. Algunos analistas llegan a denominar los
25
últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX como la baile époque de la
26 mientras otros en ese momento consideraban a la interdependen
interdependencia
cia como una bendición un poco confusa, observando que “el mundo es ahora, mucho
más que antes, una gran unidad donde todas las fuerzas interactúan y afectan todos los
aspectos del mundo, pero en el cual también todo se opone y choca”
. (Ver Visión Lateral
27
de las páginas 56-57 donde se presentan algunos paralelos que pueden encontrarse entre
la “globalización” actual de la economía internacional y la actividad económica
transnacional del siglo XIX.)
Aun cuando la interdependencia internacional crecía en el siglo XIX, no sería correcto
sugerir que el fenómeno alcanzó su punto culminante en los años que precedieron a la
primera guerra mundial y posteriormente fue declinando. Muy por el contrario, en mu-
54 INTRODUCCIÓN
10,000
2,050/12.9 millón
u
Figura 2.3
Tendencias en el campo de acción y capacidad destructiva de vehículos que
disparan armas
El primer número debajo de cada tipo de arma representa su máximo alcance en millas; el
segundo representa el “área de muerte” en millas cuadradas, esto es, el área máxima dentro
de la cual tal proyectil puede destruir vidas y bienes. Basado en información tomada de
Harold y Margaret Spraut, Toward a PoIitics of the Planet Earth (New York: Van Postrand,
1971), p. 403.
chos aspectos fue solamente la punta del iceberg. Por un lado, aun cuando es verdad
que en la mayor parte de los países el comercio internacional como porcentaje del
Producto Nacional Bruto (PNB) vino a declinar desde el máximo nivel alcanzado antes
de la primera guerra mundial, el volumen total del comercio del mundo en términos
absolutos se incrementó tremendamente en el siglo XIX, al pasar de US$15.600 millo
nes en 1880 a más de US$3 billones en 199028. Adicionalmente, en lo que respecta a otros
parámetros de “interconexión” tales como los flujos humanos y las comunicaciones a
través de las fronteras nacionales, se encuentra al mismo tiempo que las tendencias que
comenzaron en la era de transición no alcanzaron la cifra más alta en ese periodo sino que
más bien presagiaron una interdependencia aún mayor que vendría a ocurrir después de la
segunda guerra mundial
. Más aún, en lo que respecta a aspectos más importantes de la
29
interdependencia —tales como la “sensibilidad y vulnerabilidad mutua” propias de la
estrategia militar y de los aspectos ecológicos— la conclusión parece ser más ineludi
ble, esto es, que la era transicional escasamente presagió un mundo verdaderamente
interdependiente.
BREVE VISIÓN DEL PASADO: EL DESARROLLO HISTÓRICO 55
VISIÓN LATERAL
Fuente: Extractado de Keit Bradsher, “Back to the Thriing ‘flades of Yesteryear”, New York Ti
nies, marzo 12, 1995, p. E5. Copyright © 1995 by The New York Times Company. Reimpreso
con autorización.
1
58 INTRODUCCIÓN
400
350 -
100
50
O 4.
1820 1840 1860 1880 1900 1920 1940 1960 1995
Año
Figura 2.4
Tendencias en el crecimiento de las organizaciones
intergubernamentales (OIG) en el sistema internacional
Basado en cifras tomadas de Michael Wallace yJ. David Singer, “Inter-governmental
Orgarilzation in the Global System, 1815-1964”, International Organization, 24
(verano 1970), p. 277; y Union of International Associations, Yearbook of
International Organizations, 1995 (Bruselas: UIA, 1995).
estaban por supuesto mucho más comprometidos en este proceso que los países pobres
menos desarrollados. Como se verá más adelante, la naturaleza desigual de este fenóme
no continuaría después de la segunda guerra mundial cuando las raíces de la presente
“condición global” se hicieron cada vez más notorias.
10,000
*
En esta figura las
corporaciones
9,000 —
multinacionales no
hacen parte del
8,000 —
concepto de
organizaciones no
gubernamentales
(ONG)
i
7,000 —
4,
z 6,000
o
-
o 5,000 -
ci
E
z 4,000 -
3,000 —
2,000 —
1,000 —
0— e-
1860 1880 1900 1920 1940 1960 1995
Año
Figura 2.5
Tendencias en el crecimiento de organizaciones no
gubernamentales (ONG) en el sistema internacional
Informaciones basadas en Werner J. FeId, Nongovernmental Forces in
World Politics (New York: Praeger, 1972); y Union of International
Associations, Yearbook of International Organizatíons, 1995 (Bruselas:
UIA, 1995).
ses de toda Europa hacia su órbita de influencia. Así pues, sólo un pequeño grupo de
Estados entre los cuales vale la pena mencionar a Yugoslavia, India y Egipto ocuparon un
terreno intermedio entre los campos del Este y del Oeste en los últimos años de la década
del 40 y en los primeros de la década posterior. Sin embargo, a medida que progresaba el
sistema “bipolar” de la posguerra, fue naciendo una “tripolaridad” en términos de perte
nencia, aun cuando esto no sucedió en la distribución real del poder; al mismo tiempo,
fueron entrando los nuevos países que se iban creando como naciones independientes en
Africa y en Asia, muchos de los cuales adoptaron una posición de “no alineados”,
rehusándose a ingresar al bloque del Este o al bloque del Oeste. Estrictamente hablando,
estos países no constituyeron un tercer “poio” o un “bloque” rival en el sistema imperante
—toda vez que entre ellos no constituyeron alianzas formales— pero sí representaron un
tercer elemento que debía catalogarse dentro de la política mundial. El denominado tercer
mundo, consistente en países menos desarrollados localizados principalmente en el He
misferio Sur, no llegó a ser una fuerza importante en la política mundial sino hasta años
más tarde; pero ya, en ese momento, había comenzado a materializarse como un ente
distinto, cuando veintinueve países africanos y asiáticos se reunieron en Bandung,
Indonesia, en abril de 1955, para pedir el fin de cualquier tipo de colonialismo
.
37
El proceso mismo de “descolonización”, que introdujo una diversidad cultural sin para
lelos en el sistema internacional, fue de gran importancia en la época de la posguerra.
Entre 1945 y 1975 el número de naciones-Estado se duplicó, al pasar de aproximadamen
te 60 a más de 130. Mientras en 1945 casi una cuarta parte de la población del mundo y
de su área geográfica estaba dominada por el régimen colonialista, en 1975 tan sólo un
uno por ciento de la población y del territorio mundial permanecía bajo este sistema y, por
tanto, carecía de un gobierno autónomo. En el lapso de una generación, mil millones de
seres humanos y 80 naciones lograron su independencia. Esta fue sin duda una revolución
dramática en el devenir de la humanidad.
Aun cuando tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética buscaron reclutar a las
nuevas naciones en sus respectivos bloques, su esfuerzo tuvo un éxito limitado, no sólo
porque los dos gigantes tendían a neutralizarse mutuamente en diversas áreas, sino tam
bién porque el nuevo tercer mundo nacionalista, trazó límites respecto a lo que podían
hacer las superpotencias para coaccionar a los pequeños y medianos Estados dentro de sus
campos de influencia. En particular, porque la amplia animadversión ante la dominación
extranjera hizo que las superpotencias —más fuertes aún que las “grandes potencias” del
pasado— se vieran inhibidas a expandir su influencia en el mundo a través de la anexión
territorial o la toma de posesión directa de territorios pertenecientes a otros países
. Más
38
que buscar la adquisición de nuevos territorios el objeto de la lucha entre las superpoten
cias era el de ganar influencia sobre la política exterior de los países del tercer mundo. El
tradicional “juego” del equilibrio de poder que había subsistido en el mundo por mucho
tiempo se continuó jugando pero de una manera diferente a la conocida previamente. Si el
mapa del mundo parecía antes un gigantesco cartón de monopolio en el cual los jugadores
competían por las propiedades, el mapa de la posguerra parecía más como un tablero de
ajedrez en el cual dos jugadores intentaban manipular un conjunto de “peones” para lo
grar la máxima ventaja. Los líderes de los países del tercer mundo aprendieron a hacer que
los líderes de las grandes superpotencias se enfrentaran entre sí en este juego.
tación directa entre ellos, lo que sí habían hecho entre sí los “grandes poderes”. El título
de “superpotencia” se fue haciendo cada vez más inapropiado, si se tiene en cuenta el caso
de los Estados Unidos, humillado por dos pequeños países asiáticos: primero con el famo
so incidente del “Pueblo” infringido por Corea del Norte en 1968’, y luego por la desas
trosa guerra de Vietnam que terminó en 1972. A su turno, la Unión Soviética sufrió la
afrenta de la expulsión de sus asesores de Egipto en 19
Los Estados Unidos y la Unión Soviética tuvieron el carácter de poderosos actores,
precisamente por su poderío económico y por su capacidad para proporcionar ayuda exter
na y beneficios comerciales a los países de su órbita; por otra parte, contaban con su
destreza y su capacidad militar, lo que conjuntamente les proporcionó una buena posición
de negociación en la política internacional; sin embargo, la influencia económica comen
zó a erosionarse cuando tanto la economía estadounidense como la soviética comenzaron
a registrar crecientes problemas. Al “patrón oro y dólar” —en el cual se basaba desde 1945
la hegemonía económica norteamericana, en la seguridad de que “el dólar era tan bueno
como el oro”— se le permitió un retroceso en 1971 para evitar una disminución en las
reservas de oro de los Estados Unidos y se aceptó la “flotación” del dólar a valores más
normales, dada la necesidad de los norteamericanos de hacer sus exportaciones a pre
cios más competitivos. Al mismo tiempo otros Estados, incluyendo Alemania Occi
dental ya reconstituida, Japón y aún algunos países menos desarrollados, estaban
aprendiendo el uso adecuado de sus recursos económicos en su beneficio, dentro del ám
bito internacional.
Quizá nada ilustra mejor la creciente complejidad y el gran cambio ocurrido en la natu
raleza del sistema económico después de la posguerra que el análisis de lo que sucedió con
el embargo petrolero en 1973. En la década de los 70, los principales países industrializados
del mundo dependían fuertemente de sus importaciones de petróleo no sólo para atender
sus necesidades de consumo sino, lo que es más importante, sus requerimientos de ener
gía en todos los campos. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP)
—compuesta por un grupo de trece países menos desarrollados que se encontraban en
cuatro continentes y que representaban más del 85 por ciento de las exportaciones de
petróleo del mundo— había tratado por algún tiempo de adquirir un control más directo
sobre sus propios recursos petroleros, más allá de lo que había logrado a través de las
corporaciones multinacionales (las “siete hermanas” de las cuales hacían parte la Exxon y
la Shell) y de los gobiernos de los países industrializados consumidores de petróleo
.
46
Durante la guerra del Yom Kippur (1973-1974) entre Israel y tres Estados árabes, se im
plantó un embargo petrolero por parte de Libia, Arabia Saudí y otros miembros de la
comunidad árabe pertenecientes a la OPEP con el propósito de presionar a los Estados
Unidos y a los aliados occidentales, sedientos de petróleo, a que le retiraran el apoyo a
Israel. La suspensión de las entregas de este elemento indispensable para la energía mun
dial hizo que algunos de los países occidentales reconsideraran su posición en materia de
política internacional en lo que hacía referencia al Medio Oriente, produciéndose cierta
descoordinación entre ellos, y originó que los países de la OPEP se envalentonaran y
cuadruplicaran el precio del petróleo, en lo que constituyó un ejercicio de poder sin prece
dentes y un acto de desafio por parte de un grupo de países menos desarrollados. Aun
cuando los árabes creyeron que habían derivado mayores beneficios económicos de los
que realmente lograron —pues los países occidentales se dieron la maña de limitar los
efectos adversos del embargo—, sí pudieron percibir sin duda que los menos desarrollados
tenían la capacidad de afectar seriamente la economía de los industrializados, si decidían
hacer uso del “arma” del petróleo especialmente cuando eran apoyados por sus colegas de
la OPEP. Al final de cuentas, el incremento en los precios del petróleo produjo una ola de
estremecimiento alrededor del mundo, tanto en los países industrializados como en los
que no lo eran. En realidad, el poder de la OPEP posteriormente fue menguado después de
los primeros años de la década del 70, cuando experimentó dificultad tanto en mantener
64 INTRODUCCIÓN
unidad de acción entre sus miembros como en coordinar las políticas de producción y de
precios con los países no miembros de la organización
.
47
efecto los únicos aspectos del campo de las relaciones internacionales. En último término,
el episodio del embargo petrolero y otros eventos subsiguientes pusieron de presente la
manera como otros conjuntos de problemas deben ser analizados y qué tan difíciles y
complicadas son las alianzas en tales materias
. Algunos comenzaron a denominar el
49
sistema como bimu1tipolai caracterizando así la creciente complejidad que implica esta
blecer patrones de alianzas al tiempo con las configuraciones del poder. Para la mayor
50
parte de los países del mundo y en especial para aquéllos localizados cerca o por debajo de
la línea ecuatorial, la confrontación Norte-Sur, enfrentando a los ricos contra los pobres,
vino a revestir mayor importancia en el sistema de posguerra que la confrontación entre el
Este y el Oeste. A lo largo de la década de los 70, el conjunto de países menos desarrolla
dos denominado “Grupo de los 77” presentó serias demandas al “Nuevo Orden Económi
co Internacional” haciendo uso de su gran mayoría en la Asamblea General de las Naciones
Unidas para presionar por la constitución de una “Carta sobre los Derechos y Deberes
Económicos de los Estados” y otras medidas tendientes a que se les diera una mayor
influencia o participación en lo económico y en lo político
. Como ya se indicó, no tuvie
51
ron mucho éxito en la distribución de la riqueza y en reducir las disparidades económicas.
Aun cuando una economía mundial en depresión evidentemente llamaría a un Nuevo
Orden Económico Internacional en la década de los 80, el conflicto Norte-Sur se perpetúa
y hoy en día es una fuente de tensión muy importante a nivel internacional. Cada vez
más, aparecen en la agenda de las relaciones internacionales otras materias que compiten
por la atención del mundo entero, tales como la ecología, la población, el comercio, los
derechos de la muje1 que otrora no tenían mayor trascendencia en las confrontaciones
entre Este-Oeste y entre Norte-Sur. Un fenómeno muy interesante, que se ha abierto
campo a través del tiempo, es la realización de conferencias mundiales patrocinadas por
las Naciones Unidas sobre estos temas, reuniones que no solamente registraron la parti
cipación de funcionarios gubernamentales de las naciones-Estados (cuyo número se
incrementó a más de 150 en los años de 1980) sino que también permitieron el concurso
de representantes de muchas Organizaciones No Gubernamentales cuyo número, a pro
pósito, excedía en los años 80 la cifra de 10.000.
El conflicto a lo largo del eje Este-Oeste siguió siendo un elemento importante de la
política internacional en la década de los 80. Sin embargo, a pesar de la creciente hostili
dad entre Estados Unidos y la Unión Soviética en la primera parte de esa década, las líneas
de contienda entre los bloques de Occidente y Oriente eran cada vez menos definidas y
más confusas. Esto se reflejó en el hecho de que los aliados norteamericanos en Europa
occidental rechazaran las solicitudes hechas por Washington con el objeto de limitar el
crecimiento de las importaciones de energía provenientes de la Unión Soviética; por el
contrario, la respuesta de tales países fue proporcionar a Moscú créditos relativamente
baratos y avanzada tecnología que permitió la construcción de un gasoducto para el trans
porte de gas natural que conectara los ricos campos de producción de Siberia con el cora
zón de Europa occidental. Las disputas dentro del bloque occidental —en materia comercial
y otras relacionadas— prácticamente hicieron a un lado el conflicto entre Este y Oeste o al
menos le restaron importancia. Para el año de 1989 el silencio acerca de diferencias ideo
lógicas y acerca de la desintegración de las alianzas de los países rivales había llegado al
punto de que los países de Europa oriental abandonaran la órbita soviética y consideraran
la posibilidad de presentar solicitudes de admisión a la Comunidad Europea; al mismo
tiempo, en particular la Unión Soviética, proclamaba su deseo de hacerse parte de una
“casa común europea” dejando una de sus alianzas, el Pacto de Varsovia, prácticamente
moribundo y a su contraparte de Occidente, la OTAN sola, y en el proceso de encontrar
una justificación a sus labores. (La caída del muro de Berlín y los eventos con ella relacio
nados descritos al comienzo de este libro, marcando el fin de la guerra fría, serán examina
dos con más detalle en las lecturas de las páginas 66-67.). La era de la posguerra que siguió
a la segunda guerra mundial había llegado a su fin.
66 INTRODUCCIÓN
VISIÓN LATERAL
EL FIN DE LA GUERRA FRÍA
Parece que existen importantes elementos de inercia y de resistencia al cambio en
los asuntos humanos, incluyendo los asuntos internacionales. Sin embargo, como
se verá, el cambio se presenta a veces a un paso muy lento pero a veces a un ritmo
muy rapido e inesperado, tal es el caso de los sorprendentes eventos en Europa
oriental durante los ultimos años de la decada de los 80 Al describir la salida de los
satélites soviéticos de Europa oriental del ámbito de las doctrinas estrictamente
marxistas-leninistas, y escapándose de la órbita soviética en la década de los 80, el
periódico Los Angeles Times dijo que “tomó diez años para que ocurriera la revolu
cion en Polonia, diez meses en Hungna, diez semanas en Checoslovaquia, diez dias
en Alemania oriental y diez horas en Rumania”
Aun cuando esta fue una frase exagerada y una descripcion frivola sobre la velo
cidad del cambio toda vez que habían ido apareciendo presiones de cambio por
algún tiempo a través de Europa oriental, pocas personas en realidad, si es que
había alguna, estaban preparadas para la súbita ocurrencia de los eventos que se
presentaron en 1989 y que eliminaron, por decirlo asi, las fronteras nacionales en
una forma casi “epidemica” Vale la pena analizar algunos de los fenomenos mas
importantes que se presentaron en 1989 para ilustrar la naturaleza del bambio ocu
rrido en Europa oriental y, en un contexto aún mayoi para mostrar’la velocidad
que puede asumir el cambio en los asuntos mundiales, ti,,
Junio 5: Varsovia.
Solidaridad, el sindicato independiente que había estado prohibido por
algún tiempo y que logró su personería jurídica en abril, tumba a los co,
munistas del poder en Polonia en las primeras elecciones libres realizadas
en el bloque oriental en mas de cuarenta años
Conclusión
Se ha visto cómo el sistema internacional ha sufrido profundos cambios a través de los
siglos, pero también se ha hecho evidente cómo algunos de sus aspectos han permanecido
iguales. La continuidad y el cambio caracterizan la política internacional aún en el presente.
Al analizar las fuerzas de la democratización operantes en Europa oriental y en otras
partes del mundo al finalizar la guerra fría, algunos observadores consideran que 1989 fue
tan revolucionario como el propio de la Revolución Francesa hace 200 años, y al menos un
analista prácticamente igualó esos desarrollos con la época de la Reforma de los años
1500:
Una cosa es cierta: nunca hemos visto un año igual a 1989; solamente la Reforma es
remotamente comparable a los vendavales intelectuales del día de hoy y al ruido que
produce el rompimiento de los cimientos institucionales. Ningún año de la historia,
aún teniendo en cuenta los hechos que sucedieron en el siglo XVI, ha afectado tanta
gente o movido tan complejas sociedades en el torbeifino del cambio, como 1989.
BREVE VISIÓN DEL PASADO: EL DESARROLLO HISTÓRICO 67
RESUMEN
ci.n del poder y de la riqueza bastante pareja entre los diversos Estados europeos,
bernados por monarcas quienes compartían prácticamente los mismos valores y
conceptos acerca de las “reglas del juego”. Estos actores dominaban el sistema de los
Estados. Otras características del mismo incluían alianzas altamente flexibles, objeti
vos y medios limitados, y un nivel de interdependencia relativamente bajo.
5. El sistema de transición (1789 1945) constituyó un puente entre la era clásica y la
-
era posterior a la segunda guerra mundial, en el sentido de que fue testigo del comien
zo de (a) un incremento en la población mundial, (b) una proliferación en el número
de naciones-Estado como resultado de un nacionalismo creciente, (c) una brecha entre
los Estados ricos y los pobres producida por la revolución industrial que se propagó en
el norte pero no llegó a los Estados del sui, (d) conflictos ideológicos en materia de
política internacional, (e) guerra total y armas de destrucción masiva, (f) un mundo
interdependiente en materia económica y de otra naturaleza y (g) organizaciones in
ternacionales tanto gubernamentales (OIG) como no gubernamentales (ONG) que
actúan como actores no estatales en la política mundial.
6. En esta misma era el poder siguió distribuyéndose en forma bastante equitativa entre
varios Estados, siendo Gran Bretaña la “primera entre iguales”. Sin embargo, fue en
esta era donde se hizo evidente el paso gradual de la dominación europea del sistema
de Estados al surgimiento de los Estados Unidos, la Unión Soviética y Japón como
grandes potencias del mundo.
7. A pesar de que existían diferencias ideológicas entre los Estados también era común
un alto grado de flexibilidad en las alianzas; todo tipo de Estados participó en políticas
imperialistas.
8. Los objetivos imperialistas podían convivir sin mayores conflictos, siempre y cuando
existieran suficientes territorios para desarrollar colonias alrededor del mundo. Esta
condición desapareció en 1914, año en el cual los poderes mundiales habían adquirido
también los medios militares para enfrentarse en guerras masivas.
9. El sistema internacional posterior a la segunda guerra mundial (1945 1989) se deno
-
minó “bipolar” por cuanto, a diferencia de lo que caracterizó eras previas en cuanto a
los centros de poder y las alianzas flexibles, ésta fue una era marcada por dos bloques
relativamente rígidos compuestos por Estados organizados alrededor de ideologías com
petitivas y conducidos por dos “superpotencias” dominantes. El bloque Occidental,
liderado por los Estados Unidos y su arsenal nuclear consistía fundamentalmente en
democracias capitalistas desarrolladas; por otro lado, el bloque Oriental liderado por
la Unión Soviética y con el respaldo también de un arsenal nucleai incluía a los países
BREVE VISIÓN DEL PASADO: EL DESARROLLO HISTÓRICO 69
comunistas desarrollados. A través de la mayor parte de este periodo los Estados Uni
dos eran el “primero entre iguales” y gozaron de una hegemonía virtual sobre la eco
nomía del mundo.
10. La bipolaridad fue cediendo poco a poco con el surgimiento de un tercer mundo con
sistente en países menos desarrollados que tendían a no tomar partido en el conflicto
entre Este y Oeste. La proliferación de nuevos Estados independientes del tercer mun
do en los años 50 y 60 reflejó la creciente fragmentación de la estructura de ambos
poderes y una situación de alianzas en el sistema internacional de posguerra.
11. Por los años de 1970, el poder había llegado a ser más difuso, las alianzas menos
sólidas, la interdependencia cada vez más intrincada y complicada. En el campo de las
relaciones internacionales la situación reinante en la época de posguerra era un ver
dadero torbellino, al tiempo que se hacía evidente el nacimiento de un ambiente nue
vo y al mismo tiempo más complejo.
12. Hacia finales de la década de los 80, las últimas tendencias culminan en el fin de la
guerra fría y de la época de posguerra de la segunda guerra mundial, desembocando en
la era contemporánea de las relaciones internacionales.
LECTURAS RECOMENDADAS
Para una discusión general sobre la utilidad de la historia en el estudio de las relaciones
internacionales, ver Raymond Aron, “Evidence and Inference in History”, Daedalus, 87
(Fali 1958), pp. 11-39. En lo que respecta a la aplicación de los “sistemas” de análisis a las
relaciones internacionales, ver Charles A. McClellan, “Qn the Fourth Wave: Past and
Future in the Study of International Systems”, en James N. Rosenau et al., eds., The
Analysis of International Politics (New York: Free Press, 1972), pp. 15-37. Como se plan
teó en la Nota 6, muchos académicos han intentado demarcar distintos sistemas interna
cionales que han existido en varias épocas de la historia; por ejemplo Stanley Hoffmann,
en “International Systems and International Law”, World Poiitics, 14 (Octubre 1961), pp.
205-237, identifica tres sistemas internacionales similares a los presentados en este capí
tulo, ver Seyom Brown, New Forces, Oid Forces, and the Future of World Politics, post
ColdWar ed. (New York: Harper Collins, 1995), caps. 1-4.
Lince 1945 (New York: Penguin, 1987); y William G. Hyland, The Co]d War: Fifty Years of
Conflict (New York: Random House, 19911. Una cronología muy útil y concisa respecto a
los eventos ocurridos durante la guerra fría se encuentra en John W Young, Coid War and
Detente 1941-91 (New York: Longrnan, 1993). Hedley Buli y Adam Watson, eds., The
Expansion of International Society (Oxford: Oxford University Press, 1985), esta obra
examina la incorporación del tercer mundo dentro del sistema internacional después de la
segunda guerra. En los capítulos 1 y II de Gulliver’s Troubles, or The Setting of American
Foreign Policy (New York: McGraw-Hill, 1968), Stanley Hoffman discute los desarrollos a
finales de la década de los 60 que iniciaron un cambio en los patrones de relaciones inter
nacionales después de la posguerra.
Puede citarse un apreciable número de escritos enfocados sobre los aspectos específicos de
la política internacional cubiertos en el capítulo. Acerca del desarrollo histórico del nacio
nalismo, ver C. J. H. Hayes, The Historical Evolution of Modern Nationalism (New York:
Macmillan, 1945), como también Rupert Emerson, From Empire to Nation (Cambridge,
Mass.: Harvard University Press, 1960). Sobre el concepto de nación-Estado, ver Alan
James, Sovereign Statehood (London: Allen and Unwin, 1986); Mostafa Rejal y Cynthia
H. Enloe, “Nation-States and State-Nations”, International Studies Quarterly, 13 (Junio
1969), pp. 140-158; y Gideon Gottlieb, Nation Against State (New York: Council on Foreign
Relations Press, 1993), y Gottlieb, “Nations Without States”, Foreign Affairs, 73 (Mayo!
Junio l994),pp. 100-112. Acerca de la operación histórica del equilibrio de poder y el
cubrimiento de su tratamiento conceptual, ver mis Claude, Power and International
Relations (New York: Random House, 1962). Sobre la historia de la tecnología de las
armas y la estrategia militar puede leerse George H. Questei Offense and Defense in the
International System (New York: John Wiley, 1977), y Jack S. Levy, “The Offensive!
Defensive Balance of Military Technology: A Theoretical and Historical Analysis”,
International Studies Quarterly, 28 (Junio 1984), pp. 230-235. Sobre el desarrollo de des
igualdades económicas, consultar a Paul Bairoch, The Economic Development of the Third
World Lince 1900 (Berkeley: University of California Press, 1975). Sobre el tema de la
historia de las relaciones entre el poder y la riqueza, ver Paul Kennedy, The Rise and Fa]] of
the Great Powers (New York: Random 1-Iouse, 1987). Sobre el desarrollo histórico tanto de
las organizaciones intergubernamentales como de las organizaciones internacionales no
gubernamentales, ver Harold K. Jacobson, Networks ot Interdependence, 2d ed. (New
York: Knopf, 1984), caps. 2 y 3. Sobre el tema de las tendencias históricas relacionadas
con la interdependencia, ver James A. Field, “Transnationalism and the New Tribe”, en
Robert O. Keohane y Joseph S. Nye, eds., Transnationa] Relations and World Politics
(Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1971), pp. 3-22.
1. Debe anotarse que Tuchman con frecuencia se presenta como perteneciente a la escuela del
déjó vii, tal como lo hacen en The Distant Mirror (New York: Knopf, 1978), donde eila dibuja
un amplio paralelo entre la dislocación económica y el caos político del siglo xiv; comparán
dolos con los problemas del siglo XX.
2. Alvin Toffler, Futuro Shock (New York: Bantam Books, 1970), p. 17.
3. Kenneth N. Waltz, Theory of International Politics (Reading, Mass.: Addison-Wesley, 1979),
pp. 65-66.
4. George Santayana, Life of Reason, 1 (New York: Scribner’s, 1954), p. 12. Una visión un poco
más extrema que ésta del déjd vn fue presentada por el historiador Crane Brinton, quien una
vez dijo: “mientras aquellos que no conocen la historia van rumbo a repetirla, aquellos que la
552 NOTAS
conocen también van rumbo a repetirla”. Citado en Jagdish Bhagwati, “Economics and World
Order from the 1970s to the 1990s: The Key Issues”, en Econoniics and World Ordez J.
Bhagwati, ed. (London: Macmillan, 1972), p. 4.
5. F. S. Northedge y M. 1. Grieve,A Hundred Years of International Relations (NewYork: Praeger,
1971), p. 351. Sobre el tema general de la continuidad y el cambio en las relaciones interna
cionales, ver: George Liska, “Continuity and Change in International Systems”, World Politics,
16 (October 1963), pp. 118-136.
6. Por eemplo: Morton A. Kaplan, System and Process in International Politics, science ed.
(New York: John Wiley, 1964); William D. Coplin, Introduction to International Politics, 3ra
ed. (Englewood Cliffs, N.J.: Prentice-Hall, 1980), pp. 23-52; K. J. Holsti,InternationalPolitics:
A Framework forAnalysis, 4ta ed. (Englewood Cliffs, NT.: Prentice-Hall, 1983), pp. 57-94;
Richard Rosecrance, Action and Reaction in World Politics (Boston: Little, Brown, 1963);
Geoffrey Barraclough, An Introduction to Contempora Histoiy )Baltimore: Penguin Books,
1967), cap. 1; y Evan Luard, 73rpes of International Society (NewYork: Free Press, 1976).
7. En ediciones anteriores de este texto, los autores sugirieron que la transformación del sistema
posterior a la segunda guerra mundial ya se encontraba en pleno proceso en el año de 1973.
Aun cuando todavía consideran que esto es históricamente preciso, en esta nueva edición han
adoptado una posición más convencional, sostenida por otros observadores, esto es, que el
sistema de posguerra culnunó con el fin de la guerra fría simbolizada en la caída del Muro de
Berlín en 1989.
8. El concepto de “iriterconexión” como un aspecto de interdependencia se discute en Mex Inkeles
en “The Emerging Social Structure of the World”, World Politics, 27 (July 1975), pp. 468-495.
El concepto de “sensibilidad y vulnerabilidad mutua” como otro aspecto de la interdependen
cia se presenta en Robert O. Keohane y Joseph 5. Nye, Power and Interdependence, 2da ed.
(Boston: Little, Brown, 1989), pp. 11-22. Es posible identificar otras “propiedades” del siste
ma internacional. Para un planteamiento acerca de los difíciles problemas conceptuales pro
pios de la definición de un “sistema internacional” y sobre las distinciones entre diferentes
sistemas internacionales, ver: Dina A. Zinnes, “Prerequisites for the Study of System
Transformation”, en Ole R. Holsti et al., eds., Change in the International System (Boulder,
Colo.: WestviewPress, 1980), pp. 3-21.
9. Las tendencias hacia el “universalismo” y el “particularismo” son analizadas en Richard W
Mansbach et al., The Web of World Politics (Englewood Cliffs
N.J.: Prentice-Hall, 1976), cap. 1.
1
Para una revisión sobre varios aspectos históricos de los sistemas Estados, incluyendo los de
la ciudad-Estado de la antigua Grecia y del Renacimiento, ver: Martin Wight, Systems of
States (London: Leicester University Press, 1977).
10. Algunos monarcas tuvieron tonos más afirmativos de autoridad que otros; notable fue Elizabeth
1 de Inglaterra quien dijo en tono amenazante “mis perros no usarán collares distintos a los
míos”. Aun otros monarcas encontraron dfficultad para hacer cumplir su voluntad. Inglaterra
poseía muchas de las ventajas de un Estado territorial, desde épocas que se remontan al año 1400.
11. Para un análisis detallado de la era feudal y del nacimiento de naciones-Estado, ver Charles
Tilly, Coercion, Capital and European States A.D. 900-1990 (Cambridge, Eng.: Basil Blackwell,
1990); y Gianfranco Poggi, The Development of the Modern State (Palo Alto, Calif.: Stanford
University Press, 1978).
12. Sobre los problemas conceptuales respecto a la operancia del “equilibrio del poder” en los
siglos XVII y XVIII, ver: John B. Wolf, Louis XIV (New York: W. W Norton, 1968). La noción
de “equilibrio de poder” no se identificó solamente con la era clásica sino que también se
aplicó a la política internacional operante en eras subsiguientes.
13. Los problemas conceptuales conexos con la utilización del término “equilibrio de poder” se
discuten en Ernst Haas en “The Balance of Power: Prescription, Concept, or Propaganda?”
World Politics, 5 (July 1953), pp. 442-477; y por Dina A. Zinnes, ‘An Analytical Study of the
Balance of Power Theories”, Journal of Peace Research, 4 (1967), pp. 270-288.
14. El término “prismático” fue utilizado originalmente por Fred Riggs para describir los países
desarrollados que pasaban por un estado intermedio entre la sociedad tradicional y la moder
na, en el cual colisionaban culturas antiguas y modernas, ver Fred W. Riggs, Administration
in Developing Countries: The Theory of Prismatic Society (Boston: Houghton Mifflin, 1964).
15. “El sufragio universal de los adultos” (al menos entre las mujeres) no se presentó en la mayor
parte de los países europeos sino hasta bien entrado el siglo XIX y comienzos del siglo XX,
NOTAS 553
mientras en otros muchos países el voto fue considerado irrelevante, tanto por la persistencia
de los gobiernos monárquicos como por el surgimiento de regímenes de “un solo partido”.
16. Por ejemplo: en el año de 1990 el ingreso per cápita de Suiza excedía el de Mozambique en una
relación de 480:1. Ver: World Bank, World Developm ant Report 1993 (Oxford: Oxford University
Press, 1993), pp. 238-239. Ver también UN Development Program, Human Developm ant
Report 1994 (Oxford: Oxford University Press, 1994), p. 35. Debe anotarse que existieron
algunas excepciones respecto a la concentración de la pobreza en el Hemisferio Sur, especial
mente en Australia y en Sudáfrica. Sobre el análisis de los desarrollos históricos de la brecha
de la pobreza, ver: Patrick J. McGowan, “Imperialism in World-System Perspective”,
International Studies Quarterly, 25 (March 1981), pp. 45-46; e Immanuel Wallerstein, The
Modarn World-System (New York: Academic Press, 1974),
17. Las cifras recopiladas por Waltz en la tabla 2.1 coinciden en su mayor parte con las listas
recopiladas por otros estudiosos de la materia. Ver J. David Singer, ed., The Correlates of War 1
(NewYork: Free Press, 1979), p. 241; y Charles E. DoranyWes Parsons, “War and the Cycle of
Relative Power”, American Politicai Scianca Review, 74 (December 1980), p. 953.
18. Barraclough, Introduction to Contemporaiy History; pp. 110-111. Ver caps. 2-5, para una
información general acerca de los antecedentes históricos de carácter político, económico y
social que afectaron las relaciones internacionales durante el siglo XIX y principios del
siglo XX.
19. Muchos observadores se habían referido previamente al surgimiento de los Estados Unidos y
Rusia como “Superpotencias”, mucho antes de 1945. Ya en 1835 Alexis de Tocqueville había
escrito que, “existen actualmente dos grandes naciones en el mundo que parece que se dirigen
hacia la búsqueda de los mismos propósitos... Me refiero a los rusos y a los americanos .y . .
cada uno de ellos con bastante éxito espera... dominar los destinos de la mitad del mundo”.
DemocracyinAmerica,partl, Henry Reeve, trad. (NewYork: J. H. G. Langle, 1841), pp. 470-
471. Así mismo, en el año 1882, sir John Seeley dijo que los Estados Unidos y Rusia eran
“enormes agregados políticos” que finalmente “aplastarán por completo los Estados europeos,
tales como Francia y Alemania y los reducirán a Estados de segunda clase”. Citado en Richard
J. Barnet, The Giants (New York: Simon and Schuster, 1977), p. 14.
20. Las democracias populares en países como Inglaterra y Francia establecían que el pueblo tenía
que ser consultado o dar su apoyo en decisiones de política internacional; la nueva tecnología
militar puso de presente que las alianzas tenían que ser más institucionalizadas y los planes
de defensa entre los aliados debían ser más coordinados. A pesar de la rigidez que estos
elementos se inclinaban a introducir, Gran Bretaña estuvo prácticamente preparada para aliarse
con Alemania “a última hora” en 1914. Ver: Northedge and Grieve, A Hundred Years of
International Relations, cap. 5.
21. Para una discusión sobre la nueva tecnología militar, ver: David W. Ziegler, Wa Peace, and
International Politics, 4th ed. (Boston: Little, Brown, 1987), pp. 14-19.
22. “Ide 1’300,000 hombres que Francia envió inicialmente a la guerra]”, en el solo mes de agosto
de 1914 tuvieron 600.000 bajas En un solo día, el 1 de julio de 1916, los británicos ataca
...
ron con 140.000 hombres y sufrieron 60.000 bajas. En otra ocasión, a los franceses les costó
160.000 hombres avanzar 7.000 yardas. En el sitio denominado Passchendaele el costo para
los británicos fue de 370.000 hombres a cambio de nada”. Ibid., p.2O
23. Se estima que el número total de combatientes y civiles que murieron durante la primera
guerra mundial fue de 30 millones y de 60 millones durante la segunda guerra mundial.
24. Como lo anota Horneli Hart, “En 1944 [‘el área de muerte’ dentro de la cual se podría matar
a la gente partiendo de una determinada base sobrepasó el tamaño de las áreas que hasta
...
ese momento se había logrado dominar con este propósito el desarrollo del abastecimiento
...
26. Asa Briggs, “The World Economy: Interdependence and Planning”, en C. L. Mowat, ed., The
New Cambridge Modern History vol. 12 (Cambridge, Eng.: Cambridge University Press, 1968);
citado en Waltz, Theory of International Politics, p. 140.
27. Erich Marcks, Manner and Zeiten (Leipzig, 1911); citado en Barraclough, Introduction to
Contemporaiy Histozy, p. 53.
28. Sobre las tendencias del comercio a largo plazo. Ver Simon Kuznets, Modern Economic Growt.h
(New Haven, Conn.: Yale University Press, 1966), PP. 306-307. Información un poco más
reciente se encuentra en John Sewell et al,, Gzowth, Exports, and bbs iii a Changing World
Economy: Agenda 1988 (New Brunswick, N.J.: Transaction Books, 1988), p. 207; Shahrokh
Fardoust y Ashok Dhareshwar, A Long-Term Outbook for the World Economy: Issues and
Projections for tbe 1990s (Washington, D.C.: World Bank, 1990), pp. 5-6 y 29-30, y Maurice
D. Levi, International Finance: The Markets and Financial Management of Multinational
Business (New York: McGraw-Hill, 1990), p. 3.
29. Aun cuando el número de personas emigrantes de un país a otro nunca alcanzó las cifras
registradas antes de la primera guerra mundial debido a barreras muy estrictas en las leyes de
inmigración impuestas por los gobiernos, el número de personas que viajaban a través de las
fronteras nacionales se incrementó enormemente después de la segunda guerra mundial (de
bido, entre otras razones, a la tecnología del transporte). El movimiento o transbordo de
viajeros a través de las fronteras también se ha visto incrementado por un creciente número
de refugiados e ilegales que buscan su localización en países fronterizos. Cifras sobre ésta y
otras materias relacionadas con la interdependencia pueden verse en Mark W Zachei “The
Decaying Pillars of the Westphalian Temple: Implications for International Order and
Governance”, en James N. Rosenau y Ernst-Otto Czempiel, eds., Governance Without
Government (Cambridge, Eng.: Cambridge University Press, 1992); e Inkeles, “The Emerging
Social Structure”. Este último autor indica que “en las décadas recientes se pone de presente
una tendencia general a establecer nuevas formas de interconexión humana a través de las
fronteras patrias; tales interconexiones se duplican cada diez años”. Ibid., p. 479. Para un análisis
en contrario, que comparte el escepticismo de Waltz acerca de las crecientes interrelaciones huma
nas, ver Janice E. Thomson y Stephen D. Krasnei “Global ‘ftansactions and the Consolidation of
Sovereignty”, en James N. Posenauy Ernst-Otto Czempiel, eds., Global Changes and Theoretical
Challenges (Lexington, Mass.: Lexington Books, 1989), pp. 195-220.
30. Aun cuando Jacques Servan-Schreiber escribió su libro The American Chailenge mucho más
tarde, bien entrada la época de la posguerra, allí previno acerca del desafío impuesto por las
corporaciones norteamericanas que establecían facilidades comerciales y de fabricación en
todo el territorio de Europa occidental. En 1902, F. A. Mackenzie había anticipado la escalada
del fenómeno de las corporaciones multinacionales en su obra The American Invaders (London:
Oxford, 1902).
31. En el capítulo 10 se analizarán estos diferentes tipos de organizaciones internacionales. A las
ONG se les denomina con frecuencia como OING (Organizaciones Internacionales Guberna
mentales) (INGO por sus siglas en inglés).
32 Como lo sugiere mis Claude, las conferencias de La Haya celebradas en 1899 y 1907 fueron
citadas para discutir diversas maneras de llegar a acuerdos pacíficos en las disputas interna
cionales, simbolizando así el cambio en la naturaleza del sistema internacional al fin del siglo
pasado: “Mientras a la primera conferencia asistieron solamente 25 Estados y fue predomi
nantemente europea en su composición, a la segunda asistieron representantes de 44 países
incluyendo el grupo de las repúblicas latinoamericanas [y también de los Estados asiáticos]”.
mis L. Claude, Swords Into Plowshares, 4th ed. (New York: Random House, 1971), p. 29.
33. Barbara Ward, The Lopsided World (New York: W. W. Norton, 1968).
34. Para un análisis del impacto de las armas nucleares sobre varios aspectos de la política mun
dial, ver: Michael Mandelbaum, The Nuclear Revolution: International Politics Before and
Af-ter Hiroshima (New York: Cambridge University Press, 1981). Para una visión no conven
cional donde se argumenta que los efectos de las armas nucleares sobre la política mundial
han sido exagerados, ver: A. E K. Organski, World Politics, 2da ed. (New York: Knopf, 1968),
pp. 313-335.
35. Los Estados Unidos en realidad gozaban de un monopolio atómico hasta 1949 cuando la
Unión Soviética adquirió sus primeras armas de este tipo y simultáneamente con los Estados
Unidos desarrolló una superioridad masiva en el sistema internacional.
NOTAS 555
36. Charles W. Maynes y Richard H. Uliman, “Ten Years of Foreign Policy”, Foreign Policy, Fail
1980, p. 5.
37. Con posterioridad a la segunda guerra mundial los Estados Unidos ayudaron a iniciar una era
de independencia dando la libertad a Filipinas en junio 4 de 1946. Quince nuevas naciones,
casi todas ellas del Medio Oriente y de Asia aparecieron entre 1945 y 1995. Sin embargo, la
gran ola de independencia vino a ocurrir en la década de los 60 cuando cuarenta y cuatro
Estados (incluyendo diecisiete en 1960), lograron su libertad. En su mayoría fueron países
pertenecientes a la región africana del sub Sahara.
38. La anexión de territorio por parte de los soviéticos se suspendió con la absorción de Estonia,
Lituania y Letonia en las postrimerías de la segunda guerra mundial. Aun cuando el asunto
territorial no revestía mayor trascendencia para las superpotencias, de todas maneras esto era
tema de importancia para otros Estados menores (por ejemplo: la disputa entre Marruecos,
Mauritania y Argelia sobre el Sahara español, la que se presentó entre Argentina y Chile sobre
el Canal del Beagle y sobre otras áreas limítrofes, y el que se presentó entre Israel y varios
Estados árabes sobre territorios controlados por Israel, después de su constitución como Esta
do independiente.
39. La crisis de Suez estalló cuando el presidente egipcio Nasser se apoderó del Canal del Suez que
estaba en manos de los ingleses, quienes lo habían administrado desde el siglo XIX. Estos
respondieron con ataques aéreos para recapturar el Canal contando con la ayuda de los fran
ceses (los que a su turno estaban furiosos por la ayuda de Nasser a Argelia, que a la sazón
buscaba su independencia de los franceses) y también con la ayuda de los israelíes (quienes
estaban muy preocupados por la amenaza que representaba Nasser sobre sus despachos marí
timos y sobre otros aspectos de interés para Israel). Los Estados Unidos y la Unión Soviética,
Canadá y otros países se unieron para organizar una fuerza de paz de las Naciones Unidas que
posteriormente ayudó a solucionar la crisis. Sobre la crisis de Suez, ver: Kennett Love, The
7Wice-Fought War (New York: McGraw-Hill, 1969).
40. Los húngaros no buscaban la caída del régimen comunista en Budapest sino más bien lograr
una postura más independiente con respecto a Moscú para seguir un poco los derroteros
establecidos en la Yugoslavia comunista. Sobre el tema de la revolución en Hungría y sus
implicaciones respecto a la solidaridad del Este, ver: Ghita lonescu, The Break-up of the So
viet Einpire in Eastern Europe (Baltimore: Penguin Books, 1965), pp. 68-86.
41. Ronald Steel, The End ofAlliance: America and the Future of Europe (New York: Viking Press,
1964). En particular, respecto a la alianza con Occidente, los aliados de los estadounidenses
expresaron dudas acerca de la validez de la garantía de los Estados Unidos de usar armas
nucleares para contrarrestar una posible agresión soviética en Europa occidental, dado el he
cho de que los misiles soviéticos de largo alcance podían orientarse directamente hacia terri
torio de los Estados Unidos.
42. Francia permaneció en la Organización del Tratado del Atlántico Norte OTAN, pero se retiró
-
el país. Tiempo después utilizó la ayuda soviética durante la guerra árabe-israelí en 1973 y
posteriormente se acercó más a los Estados Unidos.
46. La OPEP incluía vanos Estados árabes del Medio Oriente (Argelia, Irak, Kuwait, Líbano, Qatai
Arabia Saudí y los Emiratos Arabes Unidos); un Estados no árabe del Medio Oriente (Irán),
dos Estados africanos (Nigeria y Gabón), un Estado asiático (Indonesia) y dos Estados latinoa
mericanos (Ecuador y Venezuela). Las “siete hermanas” incluían además de Exxon y Shell, las
compañías Mobil, Texaco, Gulf, Chevron y British Petroleum. Una descripción sumamente
interesante acerca del episodio del embargo la proporciona Leonard Mosley, Power Play: Oiin
the Middle East (Baltimore: Penguin Books, 1974); y Raymond Vernon, ed., The Oil Crisis
(New York: W. W. Norton, 1976).
47. El “arma” árabe del petróleo permaneció un poco incierta y disminuyó su importancia al
tiempo con la OPEI en la década los 80. Después de un segundo surgimiento de los precios en
1979, la combinación de los esfuerzos de conservación de energía adelantados por los países
industrializados de Occidente, los incrementos en la producción por parte de países no miem
bros de la OPEP (incluyendo la explotación de nuevos pozos petroleros en el Mar del Norte por
parte de los británicos como también unas mayores exportaciones por parte de México y de la
Unión Soviética) y un exceso de producción por parte de muchos países miembros de la OPEP
en contravención a las cuotas que les habían sido fijadas por la misma organización, resulta
ron en una sobreproducción de petróleo en la década de los 80 y en un retroceso en los precios
(de un tope de US$34 el barril en 1981 bajó a US$15 al fin de la década). Sin embargo, la
Guerra del Golfo en 1990, cuando Irak invadió a Kuwait e intentó tomarse todos sus pozos
petroleros, trajo un resurgimiento temporal de la OPEP y de la importancia asignada a la
producción del Golfo Pérsico en particulat hasta lograr un renovado posicionamiento en la
política internacional. La preocupación mundial respecto a los efectos nocivos de la Guerra
del Golfo sobre las fuentes del petróleo condujo a que el precio se incrementara apreciable-
mente, hasta llegar a la cifra de US$40 el barril. Sobre las tendencias después de los años 70,
ver: Mohammed E. Ahari, OPEC: The Falling Giant (Lexington: University of Kentucky Press,
1986), y Daniel Yergin, “Energy Security in the 1990s”, Foreign Affairs, 67 (Fali 1988), pp.
110-128.
48. World Bank, World Development Report 1988 (New York: Oxford University Press, 1988),
p. 4.
49. A pesar de que el presidente Carter llamó a la invasión soviética a Afganistán, ocurrida en
1979, como “la más grande amenaza para la paz después de la segunda guerra mundial”, no
fue capaz de convencer a muchos aliados de los Estados Unidos de que se unieran a Washing
ton en un boicot de protesta contra los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980. Aun Puerto Rico
envió un grupo de atletas.
50. El término “bimultipolar” fue acuñado por Richard Rosecrance en 1966 para describir un
sistema hipotético que él consideraba podía existir en el futuro, pero que en ese momento aún
no existía. Ver: Richard N. Rosecrance, “Bipolarity Multipolarity and the Future”, Journai of
Conflict Resolution, 10 (September 1966), pp. 3 14-327. John Spanier utilizó una terminolo
gía similar para describir el sistema internacional imperante en la década de los 80 denomi
nándolo “bipolicéntrico”. Ver: John Spanier, Games Nations Play, 4ta ed. (New York: Holt,
Rinehart and Winston, 1981), p. 273.
51. El “Grupo de los 77” es un término que comenzó a utiizarse en la década de los 60 para
referirse a los 77 países menos desarrollados que formaron la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Comercio y Desarrollo en 1964 como un primer intento para presionar deman
das de carácter económico contra los países desarrollados. El término continuó siendo utiliza
do a través del periodo de posguerra hasta 1980, no obstante que el grupo de países menos
desarrollados excedía la cifra de cien.
52. George E Will, “Europe’s Second Reformation”, columna enNewsweek, November 20, 1989,
p. 90.
53. Francis Fukuyama, “The End of History”, The National Interest, 16 (Suinmer 1989), pp. 3-
16.
54. John G. Ruggie, “Territoriality and Beyond: Problematizing Modernity in International Re
lations”, International Organization, 47 (Winter 1993), p. 149; y John Agnew, “The Territorial
Trap: The Geographical Assumptions of International Relations Theory”, Review of
International Political Economy, 1 (Spring 1994) pp. 53-80.
NOTAS 557
Monthly(August
55. John 1. Mearsheimer, “Why We Will Soon Miss The Coid War”, TheAtlantic
1990), pp. 35-50.