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No debe confundirse con Datismo.
Harari explica el término: Un dataísta es alguien que, para la toma de decisionesconfía más en los
macrodatos (arriba) y en los algoritmos computacionales que en el conocimiento y sabiduría humanas.1
Dataísmo (o datoísmo)n 1 es un término que ha sido utilizado para describir la mentalidad, filosofía, pero
no religión, creada por el significado emergente del big data, la inteligencia artificial y el internet de las
cosas (IoT).
Según el catedrático y ensayista Yuval Noah Harari, de la Universidad Hebrea de Jerusalén,2 en su libro
Homo Deus: Breve historia del mañana el dataísmo, como religión, «no venera ni a dioses ni al hombre:
adora los datos».
Un dato es una representación simbólica (numérica, alfabética, algorítmica, espacial, etc.) de un atributo o
variable cuantitativa o cualitativa. Los datos describen hechos empíricos, sucesos y entidades.
El término fue utilizado por primera vez por el analista cultural David Brooks en el New York Times en
2013.3
Más recientemente, el término ha sido expandido para describir lo que el científico social Yuval Noah
Harari ha llamado una ideología emergente o incluso una nueva forma de religión en la cual «el flujo de
información es el valor supremo y la libertad de la información es el mayor bien de todos».
Índice
1
Historia
2
Filosofía del dataísmo
2.1
Desarrollo por Byung-Chul Han
2.2
Desarrollo por Yuval Noah Harari
3
Argumentos acerca del dataísmo
4
El dataísmo como religión
5
Críticas
6
Véase también
7
Notas
8
Referencias
9
Bibliografía
10
Enlaces externos
Historia[editar]
Aaron Swartz, programador, emprendedor, escritor, activista político y hacktivista de Internet, quien se
suicidó en 2013, es considerado por Harari como el «primer mártir» dataísta.
«Si me pidieran describir la filosofía al alza de hoy en día, yo diría que es el dataísmo», escribió el analista
cultural David Brooks en el periódico New York Times en febrero de 2013.4 Brooks argumentaba que en un
mundo con cada vez mayor complejidad, confiar en los datos puede reducir los sesgos cognitivos y
"alumbrar patrones de comportamiento que todavía no hubiéramos percibido".
El big data debe liberar el conocimiento del arbitrio subjetivo. Así pues,
la intuición no representa una forma superior del conocimiento. Se
trata de algo meramente subjetivo, de un auxilio necesario que suple la
falta de datos objetivos. En una situación compleja, siguiendo esta
argumentación, la intuición es ciega. Incluso la teoría cae bajo la
sospecha de ser una ideología. Cuando hay suficientes datos, la teoría
sobra. La segunda Ilustración es el tiempo del saber puramente
movido por datos. [...] El dataísmo se muestra como un dadaísmo
digital. También el dadaísmo renuncia a un entramado de sentido. Se
vacía a la lengua totalmente de su sentido: «Los sucesos de la vida no
tienen ni comienzo ni fin. Todo transcurre de manera idiota. Por eso
todo es igual. La simplicidad se llama dadá». El dataísmo es nihilismo.
Renuncia totalmente al sentido. Los datos y los números no son
narrativos, sino aditivos. El sentido, por el contrario, radica en una
narración. Los datos colman el vacío de sentido.[...] En general, el
dataísmo adquiere rasgos libidinosos, incluso pornográficos. Los
dataístas copulan con datos. Así, se habla de «datasexuales». Son
«inexorablemente digitales» y encuentran los datos «sexis». El dígito
se aproxima al falo.
Harari plantea que «podemos interpretar que toda la especie humana es un sólo sistema de
procesamiento de datos, siendo cada uno de los seres humanos un chip».15 Después argumenta que el
conjunto total de la historia del ser humano puede leerse como un proceso de mejora de la eficiencia de
este sistema incrementando el número y variedad de procesadores/chips del sistema, incrementando el
número de conexiones entre procesadores e incrementando la libertad de movimiento junto con las
conexiones existentes. Se puede leer una forma resumida de este argumento en el artículo de Harari en la
revista Wired en 2016.16
Harari llega a argumentar que el dataísmo, como cualquier otra religión, tiene mandamientos prácticos. Un
dataísta debería desear «maximizar el flujo de datos mediante la conexión de cada vez más y más
medios»17 y cree que la libertad de la información es «el mayor bien de todos». Harari también plantea que
Aaron Swartz, quien se suicidó en 2013 después de ser procesado por liberar centenares de miles de
artículos científicos del archivo online JSTOR de forma gratuita, podría ser denominado el «primer mártir»
del dataísmo.
Escribiendo para el Financial Times, Harari argumentó que el dataísmo presenta un desafío existencial a la
ideología moral dominante del humanismo, que ve a los sentimientos humanos como la última autoridad
del mundo: «el humanismo se enfrenta ahora al desafío existencial y la idea de libre albedrío está siendo
amenazada... Una vez que los sistemas Big Data me conozcan mejor de lo que yo me conozco a mí
mismo, la autoridad se desplazará de los humanos a los algoritmos».18 Harari predice que la conclusión
lógica de este proceso es que con el tiempo los humanos otorgarán a los algoritmos la autoridad para
tomar las decisiones más importantes de su vida, como con quién casarse, por ejemplo.
Yuval Noah Harari en 2017. Según Harari, para el dataísta el flujo de información es el valor supremo y
la libertad de la información es «el mayor bien de todos».
Según Harari,
● Después de cuatro mil millones de años de vida orgánica, la era de la vida inorgánica está
comenzando.
● Los principales productos de la economía del siglo XXI no serán los textiles, los vehículos y las
armas, sino los cuerpos, los cerebros y las mentes.
● Mientras que la Revolución Industrial creó a la clase obrera, la próxima gran revolución creará
la “clase innecesaria”.
● La forma en que los seres humanos han tratado a los animales es un buen indicador de cómo
los seres humanos mejorados tratarán al resto.
● El islamismo radical supone un reto imponiendo su resistencia, pero las religiones
verdaderamente impactantes saldrán de Silicon Valley, no de Oriente Medio.
● La democracia y el mercado libre se derrumbarán una vez que Google y Facebook nos
conozcan mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos. La autoridad cambiará de manos:
pasará de estar bajo el control de los individuos para ser propiedad de los algoritmos de la red.
● Renunciaremos conscientemente a la privacidad en la búsqueda de una mejor salud.
● Los humanos no lucharán contra las máquinas, se fusionarán con ellas. Nos dirigimos hacia el
matrimonio más que a la guerra.
● La mayoría de nosotros no llegará a decidir cómo la tecnología afectará a nuestras vidas
porque la mayoría de nosotros no entiende esta tecnología. ¿Cuántos de nosotros, de hecho,
votaron sobre cómo funcionaría Internet?
Además, Harari dice que «desde una perspectiva dataísta, podríamos interpretar a toda la especie
humana como un único sistema de procesamiento de datos en el que los individuos hacen las veces de
chips». En tal caso, también podríamos entender toda la historia como un proceso de mejora de la
eficiencia de este sistema, mediante cuatro métodos básicos:
● Aumento del número de procesadores. Una ciudad de 100.000 habitantes tiene más potencia
de cómputo que un pueblo de 1.000 habitantes.
● Aumento de la variedad de procesadores. Diferentes procesadores podrían emplear maneras
diversas de calcular y analizar datos. Por lo tanto, emplear varios tipos de procesadores en un
único sistema podría aumentar su dinamismo y creatividad: una conversación entre un
campesino, un sacerdote y un médico podría producir ideas nuevas que nunca aparecerían en
una conversación entre tres cazadores-recolectores.
● Aumento del número de conexiones entre procesadores. Tiene poco sentido aumentar
únicamente el número y la variedad de procesadores si están poco conectados entre sí. Es
probable que una red comercial que conecte diez ciudades produzca más innovaciones
económicas, tecnológicas y sociales que diez ciudades aisladas.
● Aumento de la libertad de movimientos a lo largo de las conexiones existentes. Conectar
procesadores apenas es útil si los datos no pueden fluir libremente. Construir carreteras entre
diez ciudades no será muy útil si están plagadas de ladrones o si algún déspota autócrata no
permite que comerciantes y viajeros se muevan como deseen.