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08/04/2013 22:51:00

← de la autística a la simbiótica de la autística a la simbiótica



← EL LUGAR DEL TERAPEUTA
← La Matriz Relacional o la Síntesis del Amor


← Conferencia
← Universidad del Norte
← Septiembre 7 de 2000



← El presente trabajo tiene como objetivo analizar el lugar y la función
del terapeuta en la matriz relacional. Propongo abordar la función del
terapeuta, desde el lugar que asume en la matriz como una síntesis de las
primeras relaciones significativas, estructurantes, de la vida de todo ser.

← El contexto teórico desde donde se realizará el presente trabajo es
la psicología relacional objetal, que tiene como coordenadas la dimensión
evolutiva, la dimensión relacional y la dimensión representacional.

← Me refiero a síntesis, haciendo una analogía con el mismo proceso
en química: una síntesis es una creación en el laboratorio de una fórmula
originalmente encontrada en la naturaleza, la cual copiamos y
reproducimos artificialmente en el laboratorio.

← La experiencia constituida por la matriz terapéutica, es una síntesis
de las experiencias tempranas significativas dentro de la matriz relacional
originaria que permitieron la construcción de los esquemas iniciales del
mundo representacional y los procesos de negociación de la realidad.

← Psicología Relacional Objetal:
← La psicología dinámica relacional objetal se define como evolutiva,
relacional y representacional, en su respuesta a las preguntas de la
psicología sobre adaptación, acción y realidad.


Mónica Schnitter Castellanos Psicóloga Clínica, M. A., Tutora Especialización
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← El planteamiento evolutivo y relacional permite pensar esta


psicología como una psicología de los procesos del desarrollo y la
organización psíquica, cuyo objetivo es la individuación. El nacimiento
biológico, dice Mahler, no coincide con el nacimiento psicológico. Este
ocurrirá alrededor de los tres años, como un proceso complejo de
organización y estructuración psíquica, emergente de una matriz
simbiótica que se establece en el primer semestre de vida y que
posibilitará la construcción de las primeras representaciones psíquicas
diferenciadas del si-mismo, asiento de la identidad, de los objetos y de la
realidad. Así mismo se establecerán los esquemas tempranos para la
negociación del individuo con la realidad.

← La construcción de estos esquemas, tiene una base biológica en
cuanto al proceso, pero su contenido está íntimamente ligado a las
vicisitudes de la relación con las figuras que cumplen funciones
maternantes, significativas, que posibilitan la diferenciación de la
dimensión psicológica del sujeto y la emergencia del sentido de identidad
del individuo para toda la vida. Las figuras que cumplen funciones
paternas promoverán el impulso hacia la separación individuación,
recibiendo al niño y ubicándole en el mundo.

← En tanto el proceso de estructuración y organización corran dentro
de los parámetros de un maternaje y paternaje adecuado, un ambiente
con los mínimos para el desarrollo, el individuo alcanzará a superar las
tareas a través de las diferentes fases y subfases por medio de los
procesos de cohesión, diferenciación, integración, asimilación y
acomodación y generalización, de las múltiples experiencias, formando
patrones y esquemas que posteriormente resultarán en una estructura
organizada. Esto permitirá la flexibilidad necesaria para la negociación
posterior del individuo con la realidad en todas la etapas de la vida y la
permanente posibilidad de lograr niveles más complejos de organización
del si-mismo y de la relación con el mundo. Esto es lo que denominamos
el continuo proceso de individuación a través de toda la vida.
← Sin adultomorfizar el desarrollo humano, podemos decir que la
individuación, una vez consolidada la identidad psíquica hacia los tres
años de edad, es un proceso de continua complejización. Cada vez el
sujeto será más sí mismo, al atravesar las vicisitudes del vivir en el ciclo
vital.
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← La psicología relacional tendría así una línea central de desarrollo
normal, no por oposición o contraste al desarrollo patológico. No son
polaridades. La patología del carácter es la resultante de fallas asociadas
a los procesos del desarrollo y organización psíquica. Estaría determinada
por fallas en la cohesión, o en la integración de las representaciones
internas; o fallas en la relación con los objetos, o en la relación con la
realidad. Podemos entonces pensar de manera más amplia en psiquismo
y los recursos internos de los que dispone el individuo para enfrentar la
vida y las desviaciones mismas.
← Esto tiene un doble efecto: simplifica la clasificación de las
estructuras psíquicas: psicosis, desórdenes del carácter y neurosis y
permite una infinita lectura de la dinámica de caracteres dentro de cada
organización estructural, en términos descriptivos de proceso. Al mismo
tiempo que exige del terapeuta una profunda familiaridad con los temas
del desarrollo y los procesos de organización y desorganización, le permite
hacer intervenciones ajustadas infinitamente a la estructura y
características de cada individuo. De este modo tiene sentido hablar del
proceso terapéutico como relacional. Es por medio de la relación que las
intervenciones tendrán sentido y efecto organizador.

← Funciones
← El terapeuta tiene un lugar definido y delimitado por el encuadre,
desde donde cumple la función de catalizador de los procesos de
organización, integración, diferenciación, asimilación y acomodación del
psiquismo; promueve la negociación, o renegociación con la realidad y la
actualidad en el sentido de Erikson. El vínculo terapéutico, que se apoya
en el original vínculo afectivo, permite cumplir la función de promover la
individuación, nel proceso de cambio terapéutico

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← La función del terapeuta desde el lugar que ocupa, consistiría


entonces en promover el movimiento que impide que el individuo
continúe repitiendo de manera neurótica, en otras palabras, que no quede
inmóvil en el conflicto. En las estructuras con organización menor que
neurótica, es decir donde las vicisitudes del desarrollo, las deficiencias y
fallas han producido desviaciones del proceso de desarrollo normal
conducente hacia la separación-individuación, el terapeuta tendrá mayor
peso en la dirección del curso del trabajo terapéutico y la relación tendrá
características diferentes: consistirá en mediar la organización dentro de
la matriz relacional.

← Técnica
← El terapeuta como instrumento técnico requerirá por tanto de un
largo proceso de formación personal y de atención a su vida personal que
le permita contener el trabajo de soporte de la estructura en muchos de
los casos de baja estructura. Althea Horner (1979) plantea en su obra que
con pacientes de este tipo de organización de personalidad, es en
ocasiones más importante la presencia y el tono de una intervención, que
las palabras mismas de esta. Sigue diciendo la misma autora que aún no
existe acuerdo sobre los elementos curativos de la situación terapéutica.
Cita a Spitz quien considera que elementos anaclíticos dentro de la
relación transferencial son adecuados para ayudar al individuo a
restablecer sus relaciones objetales. Sin embargo, como la gran mayoría
de autores, su recomendación es la de no interferir con en proceso, de no
interferir con la autonomía del paciente. El objetivo es la individuación, no
la dependencia ni la identificación.

← El terapeuta en tanto debe asumir una posición en la díada, como el
que dirige el proceso; camina la distancia que sea necesaria para
encontrarse y establecer un vínculo de trabajo, muy particular, que será la
relación terapéutica. Tendrá por característica esta relación lo mejor de
una relación ideal, tal como otros autores la definen: aceptación
incondicional, suspensión del juicio, abstención de crítica o agresión o de
respuesta complementaria a las demandas de gratificación del sujeto,
pero sin los obstáculos del vínculo amoroso. Existirán otros obstáculos,
pero estarán enmarcados dentro de la matriz terapéutica.


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← La asociación en la psicoterapia relacional objetal, es asociación


dirigida por la lectura diagnóstica que el terapeuta hace de los procesos
de organización, diferenciación, integración, asimilación y acomodación.
Estos procesos los lee en el ámbito de tres coordenadas fundamentales de
la vivencia del sujeto como son: el si-mismo, la relación si-mismo-objetos
y la relación con la realidad.

← El terapeuta como guardián del si-mismo:
← En estructuras como los desórdenes de carácter, una de las
principales preocupaciones del terapeuta habrá de ser mantener la
continuidad del si-mismo del paciente. Este es un sentido semejante al
sostenimiento de Winnicott. Sin embargo, advierte este autor, que el
terapeuta promueva la diferenciación desde el estado de vivir con. Define
este estado como aquel en que la madre sintonizada con el desarrollo de
su hijo espera a que el pida lo que necesita, no lee su mente, así pueda
intuirlo. Lo que se encuentre diferenciado del si-mismo y con mayor
organización debe ser apuntalado y sostenido. Esto es parte del trabajo de
la alianza terapéutica. El cuidado que el terapeuta debe tener es el de no
ser intrusivo para el paciente: no debe imponer ni valores morales, ni
actitudes, ni puntos de vista. Esto constituye una amenaza a la autonomía
del paciente. De aquí que la función del terapeuta es la de ser catalizador,
no ideal del paciente.

← Perspectiva observacional:
← El terapeuta tiene una posición de observador. Suceda lo que
suceda no debe sentir desespero, ni euforia, ni sentirse seducido o
amenazado por lo que observa. Su trabajo es tratar de comprender desde
la dimensión de la estructura del paciente y comunicarse desde allí con él.
Esto es lo que le ayudará a este a definir los límites y a tener a su vez una
actitud de observación en relación consigo mismo.
← Esta posición observacional del terapeuta le ayudará además a no
entrar en las identificaciones proyectivas de algunos pacientes. En estas
circunstancias es donde los sentimientos e ideas contratransferenciales
serán sobresalientes. El terapeuta tendrá la sensación de formar parte de
la fantasía de otro, pérdida de insight y sentimientos que parecen
justificados por la situación objetiva. W. Bion dice que el terapeuta debe
tener la habilidad de sacudirse del sentimiento de embotamiento de la
realidad que produce este tipo de identificaciones proyectivas.
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← Alianza Terapéutica:
← El concepto alianza terapéutica se aplica a aquella dimensión de la
relación en la que participa el Yo observante y consciente del paciente. En
muchas ocasiones permite mantener el trabajo terapéutico aún en
circunstancias difíciles defensivas o resistenciales. Bajo la perspectiva del
desarrollo, la resistencia no debe ser abordada como un impedimento
para el trabajo. Debe ser entendida bajo la lectura del proceso
organizacional del paciente.

← Fuera de la clínica individual hay otra dimensión del terapeuta con
relación a lo que el aprende a través del trabajo clínico, como proceso
investigativo en si mismo. La dimensión de las desviaciones del desarrollo
y organización de la estructura psíquica nos permite ver la necesidad, una
y otra vez, de pensar en el trabajo de prevención y promoción a través de
procesos sociales más amplios.

← Muchos de los tratamientos para problemas como las adicciones,
maltrato y violencia intra familiar, son ineficientes para un alto porcentaje
de la población afectada. Esto nos lleva a pensar que la única solución
esta en la prevención temprana. Según esto el terapeuta tiene otro lugar
en la prevención y promoción de la salud, en el trabajo de diseño de
políticas institucionales que promuevan organización y protejan los
procesos tempranos de estructuración. Así como la posibilidad de que la
estructura social permita la reorganización y complejización de los
esquemas.

← Para terminar, retomaré la frase final del texto de Althea Horner
(1979):

← El terapeuta que conciba su rol como el mediador o la organización
dentro de la matriz terapéutica tendrá, en ocasiones, la oportunidad de
compartir con el paciente la alegría del proceso de emerger de la
oscuridad del desespero existencial.


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← Referencias Bibliográficas:
← Horner, Althea; (1979) Object Relations and the Developing Ego in
← Therapy; New York: Jason Aronson; 2nd Printing 1982 p. 332
← Mahler, Margaret; Fred Pine; Annie Bergman; (1975) The
Psychological Birth of The Human Infant; New York: Basic Books

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