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Confiar en el vuelo
Hace unos meses me encontraba investigando sobre la esclavitud en la época moderna para
una materia de cultura y pensamiento. La variada piedra en las que me vi inmerso —quiero
propia palabra “esclavo”, analizando también el origen poligenésico del fenómeno; eso,
hasta llegar a una conclusión en ese momento de cambio surgido a partir del
descubrimiento de América. Resulta que hay todo un proceso descarado y una discusión
filosófica diversa y arraigada fielmente a una conveniencia de frutas y verduras —si es que
todavía podemos llegar a ver al otro como producto—, altamente impregnada con asuntos
de política, como si los cantores del Nuevo Mundo estuvieran siempre destinados a ser
mercancía, como los amigos de África sufrieron con los portugueses. Me pareció ridículo
ignorar todo prejuicio con el que se juzga a cualquiera de los métodos y a las conclusiones
que se obtiene de esta cacería de crueles, en especial, cuando se trata de los indígenas
sometidos por los españoles en comparación a los africanos con los portugueses, ¡prueba
Miguel León-Portilla ha dicho que “hoy se reconoce que los africanos, al lado de los que
llegaron de la Península Ibérica y los indígenas, constituyen la tercera gran raíz cultural en
propósitos de traer a los esclavos africanos al continente?, ¿por qué no hubo el mismo
monopolio en los indígenas? Es importante preguntarse, claro, porque parte desde aquí los
antecedentes de las aboliciones de esclavitud en el Nuevo Mundo. No sería hasta que
Hidalgo decrete dicha abolición para iniciarse las guerras de independencia y sus formas
modernas de autonomía para ver por fin una “liberación”, el alunado vuelo de los
papagayos. Un ejemplo, también, de los desacuerdos. Sobre todo los que iban en contra de
La obra de Bartolomé de las Casas será una obertura fundamental para reconocer
las mismas entonaciones que los cantores nativos de América compusieron, para cantar la
paz y la armonía, para defenderse. Y se sabe de la palabra registrada del cronista: todo fue
alcanzar, apenas y a penas, la utopía de los derechos humanos. Puedo confiar y puedo
ejemplificar lo que fue la búsqueda del vuelo del papagayo sin sogas, sin amarres. La
La palabra es libertad. ¿No fue la herramienta tenaz para develar los secretos de la leyenda
negra de América?, ¿cómo tomar opinión, juzgar y contraatacar al imperio? Fue con la
palabra, compañeros, con la que se defendió a los que cantaban la paz en estas tierras. Fray
de los derechos humanos, como defensor de los nativos y de todos los hombres, de los
era hablar de la leyenda negra de América. Gustavo Adolfo Zuluaga Hoyos ha rememorado
la infancia del cronista donde “siendo todavía un niño, de las Casas contempla un grupo de
indígenas americanos traídos por Colón de su primer viaje. Esta imagen quedará grabada en
su memoria.” Entonces, ¿no es su imagen propia vista en aquel cantor nativo?, ¿no fue sino
la empatía del terror con los esclavizados? Es el reconocimiento inmediato entre humanos,
que cae como relámpago en tormenta para iluminar nuestro razonamiento y saber que el
Y es que luego supe que los romanos ya han hablado de este reconocimiento en sus
derechos civiles, sobre todo cuando se decía que “el esclavo era una cosa de naturaleza
humana, razón por la cual, a pesar de que nunca obtuvo capacidad jurídica de ningún tipo,
tratarnos diferentes. Fueron entonces, las sogas al pie del español en el Nuevo Mundo, un
reflejo de vergüenza para Bartolomé de las Casas, lo que le impediría contemplar el vuelo
de los papagayos.
Su utopía empieza romper cadenas, a desamarrar papagayos, y a hacer eco entre las
grandes potencias, después de viajar junto con Ovando. Digamos que su persona fue
y provocadores de la “destrucción del Nuevo Mundo”. Es una utopía, o tal vez, una defensa
Buscando el alma
Bartolomé de las Casas es defensor de la racionalidad, luz de los nativos. Confía que todos
ellos estarán sujetos a los derechos humanos, que emprenderán vuelo, y recuperarán la paz.
Porque, ¿qué es la racionalidad sin alma? Tomás Moro nos hablará del pensar, y si se
piensa: los utopianos dicen que la razón puede llegar a creerlos y a aceptarlos. Pero es
cierto que ir en contra del mercado portugués era combatir con titanes. Quizá por ello nada
se pudo defender de los amigos africanos. Octavio Paz ha dicho, “la libertad se humaniza,
encarna en los hombres.” ¿Pero se reconocía en otros a una persona, un reflejo, cargador de
alama y ente físico?, es decir, ¿por qué la diferencia? No sé hasta que cierto punto toda
herida, todo agujero sobre el papagayo es causa de la mayor excusa aguardada por años: no
había entendimiento. Pero como dice, Paz, amigos: “Ser ‘otra cosa’ quiere decir ser ‘la
Para acabar contemplando el vuelo hay que ver la figura de Bartolomé como
antecesor de los derechos, el caballero que lucha codo a codo y que contraatacó a todos
esos nudos, amarres y pesadas cadenas de la esclavitud. Todo papagayo es libertad, porque
el que quiere huir, anhela volar y desatarse de aquello que lo hiere, impidiendo irse, estar en
En vano he nacido,
En vano he venido a salir
De la casa del dios a la tierra,
¡yo soy menesteroso!
Ojalá en verdad no hubiera salido,
Que de verdad no hubiera venido a la tierra.
No lo digo, pero…
¿qué es lo que haré?,
¡oh príncipes que aquí habéis venido!,
¿vivo frente al rostro de la gente?
¿qué podrá ser?,
¡reflexiona!
¡Vive en paz,
pasa la vida en calma!
Me he doblegado,
Sólo vivo con la cabeza inclinada
Al lado de la gente.
Por eso me aflijo,
¡soy desdichado!,
he quedado abandonado
al lado de la gente en la tierra.