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Antecedentes:
El pasado mes de marzo Perú experimentó condiciones meteorológicas extremas en el norte del
país que ocasionaron numerosas pérdidas físicas, económicas y humanas. El costo asociado es de
más de US$3 mil millones, o 0,5% del PIB.
Una gran parte de las pérdidas en infraestructura son absorbidas por los mercados privados, y por
esto el sector privado tiene mucho que ganar de esta reconstrucción. Una nueva carretera, por
ejemplo, puede permitir que los productos de muchas empresas lleguen al mercado más
rápidamente.
Pero, además, el sector privado podría ser parte de su desarrollo. Estimaciones del Foro
Económico Mundial sugieren que, por cada dólar de capital público que se moviliza para cerrar la
brecha de infraestructura, se deben movilizar cinco dólares de capital privado. Sin embargo, el
financiamiento por sí solo es insuficiente.
La Corporación Interamericana de Inversiones (CII), brazo para el sector privado del Grupo BID,
cuenta con experiencias de asesoría técnica que pueden servir de referencia al Perú. En el Puerto
de Manzanillo, en México, encontramos formas de adaptar el diseño portuario a condiciones
climáticas impredecibles. Aseguramos la reforestación, y medimos las emisiones de carbono del
puerto. Garantizamos que los operadores de terminales tuvieran las herramientas y la
capacitación necesaria para replicar las evaluaciones ambientales anualmente.
Por último, las inversiones en infraestructura sostenible están atrayendo la atención de inversores
institucionales. Invertir en empresas social y medioambientalmente responsables se considera
cada vez más un deber fiduciario y un medio de crecimiento en el valor de sus activos a largo
plazo. Hemos sido testigos del interés de estos inversores cuando presentamos una inversión
sostenible y bancable. La represa hidroeléctrica Reventazón en Costa Rica y los parques eólicos
Campo Palomas y Colonia Arias en Uruguay han sido proyectos pioneros en atraer financiamiento
de inversores institucionales locales. En Perú buscamos apalancar la moneda local y nuestra
capacidad de asesorar las asociaciones público-privadas para atraer más actores locales.
El momento es crítico, pero Perú está bien posicionado para convertir sus pérdidas en
oportunidades. Las inversiones en infraestructura sostenible son la única garantía para construir
un futuro más inclusivo, menos vulnerable y más competitivo en el siglo XXI.