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Caída de Evo

11/11/2019 02:34 Lectura: 2 min (605 palabras)

La renuncia de Morales no vulnera las normas


jurídicas de sucesión constitucional, ni ha
producido un reemplazo repentino del poder,
ni hay ningún grupo que busque apropiarse del
poder por la fuerza, por tanto lo sucedido en
Bolivia no es un golpe de Estado

Tras 20 días de encendidas protestas renunció Evo


Morales, presidente de Bolivia. Morales fue un presidente
de izquierda autoritaria y populista que se ganó el masivo
rechazo popular tras perder el referendo de reelección,
tras torcer la Constitución de su país para reelegirse y por
adulterar los resultados electorales para conservar el
poder. Esto tumba definitivamente la hipótesis de que las
protestas regionales son izquierdistas.

Los socialistas del s. XXI sueñan con la masificación


regional de las revoluciones marxistas, pero lo que hay es
la explosión de variadas muchedumbres, no monolíticas,
organizadas en las redes sociales que impugnan la
corrupción y que exigen participar en la adopción de
decisiones públicas. El sueño de la primavera
latinoamericana se cae y se levantan nuevas presunciones
teóricas sobre multitudes que operan al margen del
sistema de instituciones, no ideologizadas de forma
generalizada, ni reclutadas en ningún tipo de militancia
partidaria, gremial o sindical. Lo que sucede en Chile, por
ejemplo, no es producto de ninguna izquierda sino de una
sociedad que exige equidad.

Si la sociedad boliviana, mayoritariamente indígena, se


movilizó masivamente para rechazar a un presidente
indígena, indigenista, populista y de izquierda caudillista,
el populismo de izquierda se queda sin relato. No hay tal
revolución bolivariana, ni ninguna primavera proletaria.
Hay un intenso agotamiento de las instituciones
representativas contemporáneas, de los partidos políticos
populistas, del sistema estatal de corrupción y, en este
clima, el resurgir de una sociedad civil harta de la
totalización de la política en los partidos, en las
instituciones, en los gremios o en las ideologías. Es la
consolidación de una específica cólera popular que diluye
las mediaciones estatales para conectarse directamente
con sus líderes mesiánicos. Es el agotamiento de los
sistemas de instituciones, el resurgir de un populismo
pragmático, la profundización de la polarización social y el
reemplazo de la representación clásica sustituida con un
sistema personalista. En lugar de ser la pluralización
democracia es la fanatización de la política.

Tal vez no lo sabemos pero el modelo de Estado de


Derecho está en riesgo por la corrupción de los gobiernos,
el hermetismo de sus decisiones, el elitismo y la
inmovilidad de sus integrantes, el autoritarismo de los
gobernantes, el caudillismo de sus organizaciones
políticas y el fanatismo de sus seguidores. Sin una
sociedad políticamente organizada en procedimientos e
instituciones quedará la prepotencia caudillista y el
camino a la consolidación de los extremismos de
tendencia fascista. El antídoto es virar el sistema
representativo a otro más plural.

El principal líder indígena del


hemisferio, icono de la marginación y
exclusión latinoamericana, se
anquilosó en el poder, marginando y
excluyendo a otros
Es paradójico. El principal líder indígena del hemisferio,
icono de la marginación y exclusión latinoamericana, se
anquilosó en el poder, marginando y excluyendo a otros
de su propio partido político como del opositor, evitando
que esos otros se hagan cargo del gobierno, todo para
evadir la auditoria pública de las cuentas durante su
administración y encendiendo las protestas en Bolivia.

Sin alternabilidad no hay democracia, y sin democracia no


hay paz, hay violencia. Evo Morales y su partido político
son los únicos responsables de la violencia, conmoción y
caos que experimentó Bolivia.

Por último, ¿Bolivia sufrió un golpe es Estado? Si una


renuncia no vulnera las normas jurídicas de sucesión
constitucional, si no se ha producido un reemplazo
repentino del poder presidencial sino que, al contrario, se
encuentra en acefalía y salvo que no se celebraran
elecciones, y si no hay ningún grupo de poder militar,
económico o partidario que busque apropiarse por la
fuerza de la autoridad, en esto se comprueba que lo
sucedido en Bolivia no es un golpe de Estado.

@ghidalgoandrade
(https://twitter.com/ghidalgoandrade)

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