Metodología de la investigación literaria Reseña Pose, Lucía
El archivo atolondradicho.
La inauguración de las Jornadas de Filología y Lingüística de la UNLP, el miércoles
21 de junio del 2017, estuvo cargada de reflexiones en torno al presente de las investigaciones que giran en torno a las humanidades y ciencias sociales. Después de las palabras del Decano de la FAHCE, apuntando a la importancia de la jornada en un contexto de lucha por la educación pública y de cuestionamientos por la “utilidad” de las investigaciones, tomó la palabra la Prof. Goldchuck para presentar a Raúl Antelo. En coincidencia con el solsticio de invierno, la profesora cerro su presentación con un cálido “habla Antelo, febo asoma”.
Bajo el título de “El archivo atolondrado”, Antelo presentó, en un excelente español,
una serie de reflexiones para la construcción de una “arquifilología” como genealogía del ser. A partir de un recorrido por la obra y reflexiones de Torres García (pintor y teórico uruguayo de la primera mitad del s. XX, aquí fundamental como constructivista, como quien “recupera el objeto” pero también la “idea del objeto”), con desvíos hacia autores como Onetti, Faulkner, Blanchott, Derrida, Lacan, Spitzer, Butor o Whitman, el investigador centró su atención en preguntas en torno a ¿qué es lo real? (a lo que definió diciendo que “la sociedad está organizada por el lenguaje, pero no agota lo que existe; ese agujero es lo real”) y ¿quién dice yo en la literatura? (pensando en Piglia, en las narrativas del yo, en el vacío del pronombre ‘yo’, pero también en la homofonía yo/juego en el francés de los simbolistas), también se preguntó ¿qué es la filología? (aquí Antelo recuperó a Hamacher, citando algunas de sus definiciones: “El lenguaje es el objeto de la filología, la filología es el lenguaje del lenguaje, como todo lenguaje”, “la filología es un amor al non sequitor”), ¿qué es la historia? (“aquello que tiene su punto de partida en un ‘no’”) y, por último, ¿qué es la verdad? (“siempre un acto”). La construcción escalonada de su argumentación, plagada de citas de Torres García y Hamacher, tuvo como fin proponer esta arquifilología que remite al “atolondradicho”, es decir al escuchar mal, que aparece por primera vez en Moliere. Así, Antelo abre la posibilidad de pensar, en consonancia con Andrade, que se escribe lo que se oye y no lo que ocurre y que el sentido es siempre equívoco, es decir, un “ausentido”, que no es lo mismo, subraya Antelo, que un “sinsentido”. El investigador piensa en la archifilología como una posibilidad pero, aún más, piensa en la filología como una disciplina que se funda en la poesía. La pregunta es siempre, dice Antelo, cómo hacer cosas con palabras.