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Establecer una programación diaria (rutina) que permita identificar la sucesión ordenada
de los eventos cotidianos —como la hora de entrada y de salida del centro educativo, el
momento de la alimentación y de la higiene, el inicio y finalización de una actividad—
La constancia y la regularidad de la rutina, les proporcionan la capacidad de prever y
anticipar los hechos, lo que incide en el sentido de seguridad personal, necesaria para
avanzar en el conocimiento de sí mismo y la exploración del entorno.
FACTORES QUE CONSIDERAR PARA LA ORGANIZACIÓN DEL TIEMPO
• La niña y el niño perciben la realidad de manera global; por lo tanto, se deben planificar
experiencias que respondan a la necesidad de estimular el desarrollo integral de las áreas
que configuran su personalidad a nivel biosicomotor, socioafectivo y cognitivo. Es
importante evitar la
segmentación de actividades atendiendo a cada área del desarrollo.
La evaluación es parte esencial del proceso educativo y debe vincularse no solamente a los
progresos obtenidos por las niñas y los niños, sino a todos los elementos que lo
configuran, como la actuación de la persona educadora, los objetivos propuestos, los
materiales y recursos didácticos, la metodología utilizada, la organización de los espacios,
etc. Esto significa que la evaluación constituye el medio para ajustar, retroalimentar y
mejorar el desarrollo del proceso pedagógico, pero también para replantearse la visión
curricular de todo el sistema educativo en cuanto a su pertinencia y calidad.
Respecto a la mejor manera de evaluar, algunos autores señalan que, en el campo de la
evaluación Educativa, es prácticamente imposible tratar de unificar una visión, porque la
existencia de una gran variedad de modelos y prácticas se origina en una combinación de
aspectos epistemológicos, psicológicos, ideológicos, técnicos y económicos que
determinan las diferentes propuestas.
Por lo general, en el ámbito educativo se ha confundido siempre el evaluar con el medir;
comprobar el rendimiento o cualidades de un alumno a través del uso de métodos
específicamente cuantitativos, es una práctica común en la actualidad; sin embargo, la
evaluación va más allá de las teorías y prácticas de medición psicológica utilizadas desde
los años 60, las cuales daban respuesta a la realización de exámenes demandados por el
sistema.
En el nivel de inicial y parvularia, surge la necesidad de transitar de una práctica sumativa
a un enfoque cualitativo de la evaluación, de manera que se valore el progreso como
parte de un proceso continuo, enmarcado en una concepción integral de las niñas y los
niños, vistos como seres portadores de capacidades, conocimiento, actitudes, valores,
hábitos y destrezas.Y en este sentido, se podría determinar que la opción más pertinente y
coherente con la perspectiva del enfoque de derechos y desarrollo integral del currículo es
la evaluación formativa.
Esta es:
... el tipo de evaluación que permite una doble retroalimentación, porque por una parte,
nos indica la situación de las niñas y los niños respecto de las distintas etapas por las que
debe pasar para lograr un determinado aprendizaje y desarrollo; y por otra parte, indica a
la persona educadora cómo se está desarrollando el proceso educativo, el nivel de logro
de los objetivos y las dificultades más significativas que puedan estar interfiriendo en el
mismo.
En coherencia con este modelo se identifican, a continuación, los ámbitos y aspectos que
son sujetos del proceso de evaluación
• Aspectos relativos a la individualidad de cada niña y cada niño, para conocer los
objetivos y el nivel del desarrollo alcanzado en relación a su condición inicial, y no en
comparación con sus compañeras y compañeros; así como también las dificultades o
situaciones de riesgo físico, psicológico y social.