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ORGANIZACIÓN DEL TIEMPO

En la primera infancia, todo “momento” de la vida de la niña y el niño debe considerarse


como una oportunidad pedagógica, por supuesto sin excesos y respetando su ritmo, sus
necesidades e intereses. La organización y la distribución de las actividades en el tiempo,
responden a una determinada concepción. La orientación en este currículo es que la
intencionalidad educativa debe atender y responder a las particularidades del desarrollo y
a la individualidad de cada niña y niño, de manera que puedan percibirse a sí mismos como
seres únicos y especiales en esta etapa evolutiva.
En los primeros años de vida, el tiempo es un concepto subjetivo, orientado en primera
instancia por las necesidades biológicas (sueño, descanso, alimentación, higiene) y luego, a
medida que crecen y se desarrollan, por las necesidades de tipo social y por otras
experiencias externas a su individualidad. Esto significa que es necesario desarrollar
procesos que posibiliten en los infantes la estructuración de la noción temporal; para ello
se debe considerar que la conceptualización se logra a partir de:

• La sucesión de acontecimientos (después, antes…)


• La duración de intervalos (largo, corto…)
• Las secuencias temporales (días, semanas...)

Establecer una programación diaria (rutina) que permita identificar la sucesión ordenada
de los eventos cotidianos —como la hora de entrada y de salida del centro educativo, el
momento de la alimentación y de la higiene, el inicio y finalización de una actividad—
La constancia y la regularidad de la rutina, les proporcionan la capacidad de prever y
anticipar los hechos, lo que incide en el sentido de seguridad personal, necesaria para
avanzar en el conocimiento de sí mismo y la exploración del entorno.
FACTORES QUE CONSIDERAR PARA LA ORGANIZACIÓN DEL TIEMPO

Para la organización del tiempo en la jornada, es preciso tomar en consideración algunos


aspectos que pueden tener una incidencia particular en el funcionamiento de la misma.
Entre estos se encuentran:

• La edad cronológica y el nivel madurativo de las niñas y los niños.

• Las características individuales y de grupo.

• El tiempo de duración de la jornada.

• La cantidad de niñas y niños.

• La disponibilidad de personas de apoyo en la jornada.

• La organización, las características y disponibilidad de espacios en el centro educativo o


en el círculo familiar comunitario.

• Las épocas del año y condiciones climáticas.

• El contexto sociocultural de la comunidad a la que pertenecen las niñas y los niños.


• Las habilidades personales y la formación profesional.
• Los recursos materiales.
CRITERIOS PARA ORGANIZAR EL TIEMPO DE LA JORNADA DIARIA
Para lograr los objetivos en torno a la educación y al desarrollo integral de las niñas y los
niños, se precisa de una adecuada distribución de las actividades en el tiempo que dura la
jornada. A continuación, se plantean algunos criterios que considerar:

• La capacidad para mantener la concentración y el interés en una actividad. Cuanto


menor sea la edad, menor debe ser el tiempo que se planifique para las interacciones con
las niñas y los niños. Entre las recomendaciones para el tiempo de las intervenciones, en
un mismo tipo de actividad, independientemente si es globalizadora o específica, se
sugiere que: hasta los 12 meses de vida no deben exceder de 3 a 5 minutos de duración
en cada momento de la misma; de 8 a 10 minutos en el período de 1 a 2 años; 15 minutos
de los 2 a 3 años de vida y, para los 3 a 4 años, se indican intervenciones de hasta 20
minutos.
En relación a las niñas y los niños del nivel de parvularia, se sugieren tiempos promedio
para la duración de las actividades globalizadoras o específicas: de 4 a 5 años hasta 25
minutos; de 5 a 6 años hasta 30 minutos y; de 6 años a 6 años con 11 meses hasta 35
minutos.

Se considera que cualquier exceso en la duración de las intervenciones puede tener un


efecto nocivo para la niña y el niño, en el caso de que la sobrecarga de excitación exceda
la capacidad funcional de sus neuronas; así, la persona educadora debe estar atenta a las
señales de interés y desinterés para iniciar o finalizar una actividad. Esto significa que se
deben aprovechar al máximo los breves períodos de atención que presentan las niñas y
los niños en el transcurso de la jornada diaria.

• La niña y el niño perciben la realidad de manera global; por lo tanto, se deben planificar
experiencias que respondan a la necesidad de estimular el desarrollo integral de las áreas
que configuran su personalidad a nivel biosicomotor, socioafectivo y cognitivo. Es
importante evitar la
segmentación de actividades atendiendo a cada área del desarrollo.

• La planificación de experiencias globales permite estimular las áreas que configuran la


personalidad de la niña y del niño a nivel biosicomotor, socioafectivo y cognitivo, de
manera integral, y evita la fragmentación excesiva de las intervenciones pedagógicas.
• El respeto al ritmo individual es fundamental para que cada niña y niño viva y desarrolle
plenamente sus procesos mentales y satisfaga sus necesidades e intereses. En este
sentido, se alude a la importancia de equilibrar, en la organización del tiempo, los
momentos para la actividad, la exploración del entorno, el descanso, el juego individual y
colectivo, así como para las experiencias de interrelación y comunicación

• La planificación y organización del tiempo para compartir actividades en común, en


conjunto, tanto en el mismo grupo etario como en grupos multigrado, es muy favorable
para el desarrollo de los procesos de socialización y para fomentar la cultura de respeto a
los derechos y el cumplimiento de los deberes ciudadanos.
La comprensión de la relevancia que tiene para el desarrollo de la niña y del niño la
organización del tiempo en una rutina diaria, por parte de sus familiares o responsables,
es fundamental para lograr su apoyo y la continuidad de la rutina básica del tiempo que
permanecen en el hogar.

• Considerar la organización de actividades para la celebración de fechas o momentos


significativos durante el año escolar contribuye tanto a la construcción de la noción
témporo espacial como al desarrollo del sentido de pertenencia e identidad.

• El proceso de socialización, la actitud hacia el centro educativo y hacia las experiencias


de aprendizaje, dependerán, en gran medida, de cómo se desarrolle el proceso de
adaptación de las niñas y los niños en su ingreso por primera vez al centro educativo. La
variación de la rutina y el ambiente familiar al del centro educativo, representa, en un
primer momento, un cambio drástico en la etapa infantil, por ello serequiere que, en la
organización temporal del año escolar, se contemple este período, como una fase que
amerita una atención especial y una programación de acciones que favorezcan la
transición escolar.
SUGERENCIAS PARA LA EVALUACIÓN EN EDUCACIÓN
INICIAL Y EDUCACIÓN PARVULARIA

La evaluación es parte esencial del proceso educativo y debe vincularse no solamente a los
progresos obtenidos por las niñas y los niños, sino a todos los elementos que lo
configuran, como la actuación de la persona educadora, los objetivos propuestos, los
materiales y recursos didácticos, la metodología utilizada, la organización de los espacios,
etc. Esto significa que la evaluación constituye el medio para ajustar, retroalimentar y
mejorar el desarrollo del proceso pedagógico, pero también para replantearse la visión
curricular de todo el sistema educativo en cuanto a su pertinencia y calidad.
Respecto a la mejor manera de evaluar, algunos autores señalan que, en el campo de la
evaluación Educativa, es prácticamente imposible tratar de unificar una visión, porque la
existencia de una gran variedad de modelos y prácticas se origina en una combinación de
aspectos epistemológicos, psicológicos, ideológicos, técnicos y económicos que
determinan las diferentes propuestas.
Por lo general, en el ámbito educativo se ha confundido siempre el evaluar con el medir;
comprobar el rendimiento o cualidades de un alumno a través del uso de métodos
específicamente cuantitativos, es una práctica común en la actualidad; sin embargo, la
evaluación va más allá de las teorías y prácticas de medición psicológica utilizadas desde
los años 60, las cuales daban respuesta a la realización de exámenes demandados por el
sistema.
En el nivel de inicial y parvularia, surge la necesidad de transitar de una práctica sumativa
a un enfoque cualitativo de la evaluación, de manera que se valore el progreso como
parte de un proceso continuo, enmarcado en una concepción integral de las niñas y los
niños, vistos como seres portadores de capacidades, conocimiento, actitudes, valores,
hábitos y destrezas.Y en este sentido, se podría determinar que la opción más pertinente y
coherente con la perspectiva del enfoque de derechos y desarrollo integral del currículo es
la evaluación formativa.
Esta es:
... el tipo de evaluación que permite una doble retroalimentación, porque por una parte,
nos indica la situación de las niñas y los niños respecto de las distintas etapas por las que
debe pasar para lograr un determinado aprendizaje y desarrollo; y por otra parte, indica a
la persona educadora cómo se está desarrollando el proceso educativo, el nivel de logro
de los objetivos y las dificultades más significativas que puedan estar interfiriendo en el
mismo.
En coherencia con este modelo se identifican, a continuación, los ámbitos y aspectos que
son sujetos del proceso de evaluación

• Aspectos relativos a la individualidad de cada niña y cada niño, para conocer los
objetivos y el nivel del desarrollo alcanzado en relación a su condición inicial, y no en
comparación con sus compañeras y compañeros; así como también las dificultades o
situaciones de riesgo físico, psicológico y social.

• Aspectos personales relativos a los agentes educativos, en cuanto al desempeño y la


efectividad con que se ha desarrollado el proceso educativo; y la motivación hacia el
trabajo con las niñas y los niños; su rol como mediador de los procesos educativos.

• El proceso educativo en relación a los progresos logrados, las dificultades identificadas y


las adecuaciones realizadas para superarlas; calidad de la atención individual, la
organización de los espacios y grupos de trabajo; relación con las familias y comunidad; la
planificación didáctica y los programas de intervención.
• Componentes materiales, vinculados a las condiciones de las instalaciones o el espacio
físico, los recursos y medios pedagógicos que se utilizan.
• Aspectos organizativos referentes al personal, al espacio físico, al tiempo, al desempeño
de los agentes educativos, a la distribución de las secciones, a la participación de la familia
y la comunidad, con el fin de optimizar al máximo los recursos, definir criterios comunes
de actuación y favorecer procesos de autoevaluación institucional.
Es básico, entonces, tener siempre presente que “el aprendizaje del niño, el nivel de
consecución de sus objetivos, está determinado por la interdependencia de todos los
elementos del proceso educativo”.
INTRODUCCION

Los fundamentos del currículo, son parte fundamental en el desarrollo del


docente ya que son las bases fundamentales para su aplicación en la vida
cotidiana del maestro, es por ello que mediante el desarrollo de este trabajo
se explicará y resumirá algunos puntos de la Organización curricular de la
Educación Inicial y Educación Parvularia, para con ello lograr una mayor
identificación de nosotras como futuras docente con el tema y con ello a una
aplicación correcta con los alumnos, padres de familias o todas aquellas
personas que estén involucradas en la educación del alumno.

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