Muchos cristianos se preguntan
qué hay de cierto en la teología del
“reemplazo”. Aunque este es un
tema enormemente complejo, me
gustaría proporcionar una breve
respuesta.
Todos los intérpretes bíblicos
reconocen el desarrollo entre el
Antiguo Testamento y el Nuevo.
Algunos dicen que el Antiguo
Testamento es la semilla que se
convierte en la flor en el Nuevo.
Otros hablan de la relación como
del símbolo a la sustancia, o del
tipo al antitipo.
El punto es que debemos
esforzarnos por comprender el
progreso obvio en la historia
redentora. Y cuando miro la
relación entre Israel y la iglesia, veo
algo similar a la relación entre la
oruga y la mariposa.
La mariposa no reemplaza a la
oruga; La mariposa es la oruga en
una forma más desarrollada y
consumada. La mariposa es lo que
Dios pretendía que fuera la oruga.
Del mismo modo, la iglesia no
reemplaza a Israel; la iglesia es
Israel como Dios siempre quiso que
fuera.
Lo que vemos en el Nuevo
Testamento, entonces, no es el
reemplazo de Israel, sino una
definición ampliada de quién es
Israel. Durante los tiempos del
Antiguo Testamento, una persona
era israelita (principalmente)
porque era un descendiente físico y
biológico de Abraham, Isaac y
Jacob. La etnicidad era el factor
decisivo.
Pero con la venida de Cristo y la
extensión del evangelio a los
gentiles, el significado de lo que
constituye un “verdadero judío” ha
sido revisado, o tal vez una mejor
palabra es “expansión”. Ningún
creyente judío ha sido
reemplazado. Ninguna persona
judía creyente ha sido dejada de
lado o perdió su herencia
prometida.
1
EL VERDADERO JUDAÍSMO
ESTÁ EN EL CORAZÓN
Dios dice ahora que un verdadero
judío es alguien que está
circuncidado en el corazón y no
sólo en el cuerpo físico (Romanos
2:28-29). Los pasajes clave son
Gálatas 3:16–18 y 3:25–29. Pablo
dice que las promesas se hicieron
“a Abraham y a su descendencia”
(v. 16). (Yo prefiero la traducción
“semilla” en lugar de
“descendencia”, pero el punto es el
mismo en ambos sentidos).
En otras palabras, cuando Dios le
dio las promesas a Abraham y su
simiente en Génesis 12-17, parecía
que tenía en mente a Abraham y a
toda su progenie física. Pero luego
nos enteramos de que se limitaba a
la progenie de Isaac, excluyendo a
la de Ismael. Luego aprendemos
que se ha reducido aún más para
ser la progenie de Jacob, y no la de
Esaú. Ahora, cuando llegamos al
Nuevo Testamento, Pablo dice que
se ha reducido aún más: a sólo una
persona judía:
Ahora se hicieron las promesas a
Abraham y a su
descendencia/semilla. “La Escritura
no dice, «Y a los descendientes»,
como refiriéndose a muchos, sino:
«y a tu descendencia», dando a
entender uno solo, que es Cristo”
(Gálatas 3:16).
El significado último de Dios en el
pacto abrahámico era que todas las
promesas se cumplirían en una
sola simiente/progenie física de
Abraham: Jesucristo. Y justo
cuando concluyes que esto es
increíblemente estrecho, Pablo
abre el panorama:
“…todos ustedes son uno solo en
Cristo Jesús. Y, si ustedes
pertenecen a Cristo, son la
descendencia de Abraham y
herederos según la promesa”
(Gálatas 3:28-29).
Entonces, la pregunta relevante
ahora no es qué sangre está en tus
venas (físicamente hablando), sino
qué fe está en tu corazón
(espiritualmente hablando). Si
tienes fe en Jesús y, por lo tanto,
estás “en él”, te conviertes en la
simiente de Abraham, que
heredará las promesas. Cuando se
trata de quién hereda las
bendiciones prometidas, ser un
judío étnico o gentil ya no importa.
Lo único que finalmente importa es
si estás o no estás en Cristo por fe.
Así las cosas, una verdadera
simiente de Abraham o “verdadero
judío” no es una cuestión de
descendencia física, sino de un
nuevo nacimiento espiritual. Nadie
ha sido reemplazado. Todos los
judíos étnicos que están en Cristo
por fe son la simiente de Abraham,
y no es menos cierto para todos los
gentiles étnicos (mexicanos, por
ejemplo) que están en Cristo por fe.
Es por eso que Pablo tuvo la
osadía de decir que “los gentiles
creyentes ahora están incluidos en
la ciudadanía de Israel y en los
pactos de la promesa” (Efesios
2:12, por implicación) y son
considerados por Dios
“conciudadanos de los santos y
miembros de la familia de Dios”
(2:19).
CRISTO DESMANTELÓ EL
MURO
En Cristo, el muro divisorio entre
judíos y gentiles ha sido derribado;
“de los dos pueblos ha hecho uno
solo” (Efesios 2:14) y “esto lo hizo
para crear en sí mismo de los dos
pueblos una nueva humanidad al
hacer la paz” (2:15). Este “un
hombre nuevo” o “nueva
humanidad” o “nuevo cuerpo” es la
iglesia de Jesucristo, llena de
judíos creyentes y gentiles
creyentes vivos, coherederos de
las promesas hechas a los
patriarcas del Antiguo Testamento.
El antiguo pacto en el que Dios
entró con los descendientes físicos
de Abraham siempre fue diseñado
para ser temporal hasta la venida
del Mesías y el nuevo pacto. Este
es el mensaje consistente de la
carta de Apolos a los Hebreos.
Ahora, cualquier persona de
cualquier etnia disfruta de la misma
condición de heredero de las
promesas de Dios, siempre y
cuando crean en Jesús.
Si Dios salvará o no a la última
generación de judíos étnicos que
viven justo antes de la segunda
venida de Cristo, es un tema de
debate. ¡Yo espero que así sea!
¿¡Quién podría protestar!?
Sin embargo, independientemente
de la conclusión de uno sobre ese
asunto, sigo creyendo que quien
sea salvo, ya sea ahora, durante el
curso de la historia o cuando Cristo
regrese, serán miembros del único
cuerpo de Cristo, la iglesia,
herederos iguales de todas sus
promesas.
TEOLOGÍA DE LA INCLUSIÓN
Así que no creo que el trabajo
salvador de Dios entre los judíos
étnicos signifique que reconstituya
la teocracia del antiguo pacto de
Israel. Creo que todos los judíos
étnicos creyentes, junto con todos
los gentiles étnicos creyentes,
constituirán juntos los elegidos, la
iglesia, “la única nación santa” en
alianza con Dios (1 Pedro 2:9). Y
debido a que todos ellos están en
Cristo, la verdadera simiente de
Abraham, todos son de hecho la
simiente de Abraham y herederos
de la promesa.
No creo en la teología del
reemplazo. Creo en la teología de
la inclusión: los gentiles ahora se
han incluido en la comunidad de
Israel y son tan “verdaderos judíos”
como lo son los judíos étnicos
creyentes. No es un reemplazo
sino un cumplimiento, así como la
mariposa cumple y completa lo que
Dios pretendía cuando creó por
primera vez una oruga.
“Por una fe inteligente…”
© 2019, la UCLi México
La UCLi
Textos cortos. Grandes ideas.
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Armando H. Toledo es psicoanalista y
psicoterapeuta transpersonal. Es el
coordinador académico de la
Universidad Cristiana Libre de México.
a.h.toledo@hotmail.com