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Facultad de Psicología

Psicoterapia infanto-juvenil

Trabajo N°4: ¿Cuál es el rol del psicólogo infanto-


juvenil en un contexto de crisis social como el que
se vive en Chile hoy?

Nombre Docente: Javiera Cruz Chomon


Nombre Estudiante: Tania Contreras Díaz
Fecha de entrega: 17 noviembre, 2019
En cada sociedad, a lo largo de la historia, se desarrollan procesos de crisis y cambio que
permiten la transformación a nivel social, político y económico. En la actualidad, Chile se
encuentra atravesando un proceso de crisis social profunda, en donde las personas están
cuestionando el funcionamiento global de nuestro país, lo que involucra las diversas áreas e
instituciones que lo componen. El descontento ciudadano se manifiesta de diversas maneras, a
través de cacerolazos populares, intervenciones artísticas, marchas, entre otras. Sin embargo
existen formas de expresar el descontento que no son pacíficas y alteran completamente el
normal funcionamiento del país. En respuesta a aquello, el gobierno ha reforzado la presencia
de carabineros, incluso militares en las calles, quienes buscan mantener la seguridad y
protección de todos, pero que sin embargo, comenten actos de represión abusivos y
vulneración de los derechos humanos, lo que ha aumentado el clima de tensión y crisis a nivel
nacional. Como ciudadanos y ciudadanas hemos estado expuestos de distintas maneras a altos
niveles de violencia, muerte, destrucción, represión, miedo y estrés, lo que nos afecta a todos,
pero existe una población especialmente vulnerable frente a estos acontecimientos; los niños y
niñas de nuestro país. A partir de aquello es que surge la pregunta ¿cuál es el rol del psicólogo
infanto-juvenil en un contexto de crisis social como el que vive Chile hoy? En este contexto se
piensa que el rol de psicólogo es fundamental desde las distintas dimensiones de su quehacer
profesional; desde el espacio psicoterapéutico brindando una instancia de contención,
seguridad e información a niños y niñas, desde el abordaje con las familias, a través de la
psicoeducación, desde su posición ética y social, a través del apoyo a instituciones y
comunidades que lo requieran, desempeñando así un rol como agente propiciador de prácticas
de autocuidado y cuidado en contexto de crisis social.

En el espacio psicoterapéutico es donde se encuentra la mayor posibilidad de acción en


el rol del psicólogo infanto-juvenil, ya que esta es la instancia donde el/la psicólogo/a trabaja
directamente con niños y niñas que, además de estar viviendo en un contexto de crisis social,
están cursando conflictos, dificultades o padeceres a nivel familiar y/o personal. En este ámbito
es donde el psicólogo debe procurar (más que nunca) brindar un espacio donde el niño o niña
pueda expresar libremente su mundo interno; lo que piensa, siente, quiere, etc. Esto lo debe
realizar respetando el lenguaje propio de cada niño, generando espacios de expresión a través
del lenguaje verbal o de formas no verbales como el juego, el dibujo, el modelado, la narración,
etc. Para que esto ocurra es fundamental generar un vínculo terapéutico que transmita
seguridad, en donde ellos no se sientan juzgados, ni oprimidos, y en donde puedan encontrar
respuestas a sus dudas en torno a lo que está ocurriendo en nuestro país. Por lo tanto, este
espacio debe ser también una instancia informativa, en donde se pueda conversar acerca de lo
que está ocurriendo, si el niño o niña lo necesita. Es importante que siempre se hable con la
verdad, pero a la vez se realice de una forma adecuada para el nivel de desarrollo cognitivo y
emocional del niño o niña, evitando detalles innecesarios que aumenten su angustia. Con
respecto al manejo de sus emociones, puede ser una oportunidad para abordar el trabajo con
ellas, siendo esencial en un primer momento escucharlos y contenerlos, para más adelante
ayudarlos a identificar la emoción que sienten, cómo se manifiesta, en qué lugar del cuerpo,
para qué puede servir, cómo expresarlas adecuadamente, etc. En este sentido es muy
importante destacar el rol adaptativo que cumple cada emoción, evitando clasificarlas como
emociones buenas o malas, sino más bien a entender que es normal sentir aquello y que nos
comunican algo con respecto a nosotros mismos.

Desde el abordaje con las familias, es esencial el trabajo psicoeducativo que el psicólogo
puede desempeñar, ya que los padres y otros familiares, en la mayoría de las ocasiones no
cuentan con las herramientas adecuadas para enfrentar este tipo de eventos, tanto de manera
personal, como en relación a sus habilidades parentales. En una primera instancia, es esencial
acompañarlos en el conocimiento de prácticas de autocuidado, que faciliten la expresión de sus
propios temores y malestares, bajar sus niveles de angustia y encontrar la calma que les
permitirá ejercer un adecuado y responsable cuidado de sus hijos y/o hijas. Esto es de suma
importancia, ya que los niños captan la ansiedad o angustia de sus padres, lo que genera mayor
inseguridad en ellos. Otro elemento importante es invitarlos a hablar en el hogar acerca de lo
que ocurre, buscando tener una actitud imparcial y no sembrar en nuestros niños y niñas odios
ni resentimientos. Enfatizar la importancia de hablar con la verdad, aclarar dudas que los niños
tengan, pero al igual que psicólogo, entregando información sencilla y clara para su nivel de
desarrollo. Asimismo, es relevante invitar a los padres a intentar mantener (en la medida de lo
posible) las rutinas y normas de los niños o niñas, sus horarios de comida, sueño, juego, estudio,
etc. porque la rutina le entrega un orden al niño, le permite predecir su entorno, bajar sus
niveles de ansiedad y entregar seguridad. Asimismo, los padres deben estar muy atentos a los
cambios que en su hijo se pueden manifestar, ser flexibles cuando el niño lo necesita, darle su
tiempo y espacio, puesto que estas situaciones son nuevas para ellos por lo que es normal que
no sepan cómo afrontarlas. También, es importante señalar a los padres cómo afecta la
exposición de niños y niñas a videos o eventos violentos, buscando que ellos puedan evitar la
sobreexposición a medios de comunicación como la televisión, el monitoreo de redes sociales a
las que acceden sus hijos, evitar su presencia en discusiones de adultos en torno a la
contingencia, en manifestaciones violentas, etc. Finalmente, es muy importante que en todo
momento ellos mantengan una actitud cariñosa con sus hijos haciéndolos sentir protegidos a
través del afecto, que estén atentos a las posibles manifestaciones de estrés en ellos, busquen
realizar actividades positivas, que ayuden a todo el grupo familiar a sobrellevar de mejor
manera este proceso social.

El rol del psicólogo infanto-juvenil desde su posición ética y social, es clave para contar
con mayores herramientas para enfrentar la crisis en nuestro país. Una manera de ser un agente
social activo es a través del apoyo a instituciones y comunidades que lo requieran, como
colegios, iglesias, grupos de apoyo para personas que han sufrido vulneración de derechos, etc.
En donde el psicólogo podría participar dando charlas a grupos de personas, interviniendo de
manera individual en los casos que lo requieran, realizando trabajo interdisciplinario con otros
profesionales que se encuentren trabajando con personas que lo necesitan. Podría también
entregar primeros auxilios psicológicos, herramientas de contención en crisis a instituciones
como la cruz roja. Además, podría utilizar plataformas digitales, redes sociales para difundir
material que sea de utilidad para un mejor cuidado de niños y niñas en este contexto, activar
redes de apoyo y entregar información de instituciones que se encuentran trabajando con
quienes lo requieren en este momento.
Finalmente, es importante reconocer la gran labor que un psicólogo infanto-juvenil
puede desempeñar en un contexto de crisis como el que se vive hoy. Tanto desde la práctica
clínica, el contexto psicoterapéutico con sus pacientes, como con sus familias y la comunidad.
Convirtiéndose en un agente social activo que brinda espacios de cuidado, herramientas y
sugerencias que se pueden aplicar en distintos contextos vinculados al trabajo con la infancia
para enfrentar de mejor manera la crisis social. Lo que permite a la vez cumplir con su rol ético
de buscar la prevención y alivio al sufrimiento de los ciudadanos más pequeños que componen
nuestra sociedad; los niños y niñas.

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