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DERECHO PROCESAL I

PARTE GENERAL

APUNTES MANUEL AGUDO

MAQUETACIÓN IÑIGO BARCINA

¡Por último recordar que nadie es infalible, ten el libro a mano!


1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO

APUNTES REVISADOS Y EDITADOS DESDE LA BASE DE LOS APUNTES VIVERO–PONDER.


NOTA. Pese a que los apuntes base de VIVERO–PONDER en su maquetación original contaban con
aproximadamente 200 páginas en total y este documento ronda las 300 paginas, el contenido material
ha sido reducido en mas de un 30%, por lo que el número actual de páginas se debe a una maquetación
menos comprimida. De haberse mantenido la maquetación original, estaríamos ante unos apuntes de
unas 130 pag aprox.
La reducción de materia la he realizado teniendo en cuenta el nuevo sistema de evaluación, en el que
se nos priva del código de leyes procesales. Por ello he procedido a reducir notablemente la cantidad
de referencias a números de artículos, que en ocasiones dificultaba la compresión y que tenían gran
utilidad para marcar en el código, y que ya carece de sentido. En caso de duda, se debe consultar el
manual.

Además, se ha buscado que, de cara al examen sin código, los apuntes no sean tan esquemáticos
(modelo que ahora solo sirve para un repaso) ni tan largos que haga la asignatura inabarcable. En
general se ha intentado que cada epígrafe no exceda de una cara, creo que con eso se cubre
perfectamente el requerimiento del ED de cara a aspirar a la máxima nota en el examen.

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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO

LECCIÓN I.- LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO


I. LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO

A) DIFERENCIACIÓN ENTRE PROCESO Y PROCEDIMIENTO

1.º Proceso: Objeto de las actuaciones procesales.


2.º Procedimiento: Actuaciones propiamente dichas o conjunto de actos procesales que, tanto el juez
como las partes, han de realizar a fin de poder solucionar el litigio o conflicto.

El proceso es el todo; los procedimientos son el conjunto de actos que hacen posible el proceso. La notificación
de una demanda, la notificación a las partes para que comparezcan, la citación de testigos, son actos
procedimentales.

B) DIFERENCIACIÓN ENTRE LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y LOS PRINCIPIOS DEL PROCEDIMIENTO

1.º Principios del proceso: Nos determinarán el régimen de entrada de la pretensión y de su oposición
o defensa en el procedimiento, los poderes de las partes en la conformación del objeto procesal y los
del juez en su enjuiciamiento.

2.º Principios del procedimiento: Nos indicarán el régimen de la actuación formal de dicha pretensión
hasta que pueda obtener satisfacción por el órgano judicial en forma de sentencia.

1. CLASIFICACIÓN

• Los principios del proceso son susceptibles de ser enmarcados en alguna de las siguientes categorías:
1.ª Principios inherentes a la estructura del proceso.

2.ª Principios relativos a la acción y al derecho subjetivo material y subyacente

3.ª Principios relativos a la formación del material fáctico.


4.ª Principios relativos a la valoración de la prueba.

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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO

2. PRINCIPIOS INHERENTES A LA ESTRUCTURA DEL PROCESO (REMISIÓN)

• Los principios inherentes a la estructura del proceso son principios esenciales al derecho a un proceso
civil justo o «debido».

• La inexistencia de estos principios ocasionará la inexistencia del proceso mismo, por lo que alcanzan
una dimensión constitucional, encontrándose implícitos, bien en el derecho fundamental a la tutela,
bien en el de un proceso con todas las garantías, consagrados respectivamente en los números
primero y segundo del art. 24 CE. Conforman tales principios esenciales al derecho a un proceso civil
justo o «debido» los de contradicción, igualdad de armas y dispositivo (Estudiado en IDP)
• [A) Contradicción:
▪ Nota esencial de todo proceso es la existencia de dos posiciones enfrentadas: la del actor que interpone su
pretensión y la del demandado oponiéndose a la misma. En el proceso moderno, se ha reafirmado la idea de
que la evidencia no puede lograrse sino mediante la oposición entre dos ideas contrapuestas, el choque entre
la pretensión o acusación y la defensa o resistencia.
▪ Comparecida formalmente la parte activa, es necesario que la parte pasiva pueda conocer la pretensión a fin de
poder contestar con eficacia. A partir de aquí, todos los actos procesales están también presididos por el
principio de contradicción, de tal manera que, tanto en los sucesivos escritos de alegaciones, como en la
ejecución de la prueba, habrá de respetarse el mismo orden: en primer lugar, realizará el acto la parte
demandante y posteriormente la demandada.
• B) Igualdad de armas:
▪ Para que la contradicción sea efectiva, es necesario que ambas partes procesales, actor y demandado, acusación
y defensa, ostenten los mismos medios de ataque y de defensa o, lo que es lo mismo, tengan idénticas
posibilidades y cargas de alegación, prueba e impugnación.
▪ Al principio de igualdad se atenta cuando dentro del proceso y sin fundamento alguno, se le concede a alguna
de las partes determinadas posibilidades de alegación, prueba o impugnación, que se le niegan a la contraria.
• C) El principio dispositivo
▪ El principio dispositivo entraña un poder de disposición por las partes del derecho de acción y del objeto del
proceso. Puede afirmarse que un proceso está regido por el principio dispositivo cuando en él concurren las
siguientes notas esenciales:
▪ a) Poder de disposición sobre el derecho material
 En un proceso regido por el principio dispositivo, no puede el Juez de oficio entablar un proceso entre las
partes. Ante el nacimiento de un conflicto, las partes son enteramente dueñas de acudir al proceso o de
solucionarlo fuera de él, acudiendo a fórmulas autocompositivas o al arbitraje.
▪ b) Poder de disposición sobre la pretensión
 En los procesos civiles informados por el dispositivo, las partes, no sólo son dueñas del ejercicio de la acción
o de la incoación (comenzar los primeros trámites de un proceso, un pleito o un expediente) del proceso, sino
también de la pretensión y del proceso mismo, pudiendo disponer de él a través de toda una serie de actos
que, con la fuerza de la cosa juzgada o sin ella, ocasionan la terminación anormal, sin sentencia y con
anterioridad a ella, del procedimiento. En los procesos civiles inquisitorios, en los que las partes no ostentan
poder de disposición alguno sobre la pretensión, tampoco pueden ocasionar la finalización anormal del
procedimiento.
▪ c) Vinculación del Juez a la pretensión
 Las partes vinculan mediante sus pretensiones la actividad decisoria del Juez. Una sentencia será incongruente
cuando el fallo o su parte dispositiva otorgue más de lo solicitado por el actor, menos de lo resistido por el
demandado, omita pronunciarse sobre alguna de las pretensiones u otorgue cosa distinta a la solicitada por
las partes].

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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO

3. PRINCIPIOS REFERENTES A LA FORMACIÓN DEL MATERIAL FÁCTICO: APORTACIÓN E INVESTIGACIÓN

• No gozan de una protección constitucional, si bien pueden responder a determinados postulados de


la configuración política del Estado.

• La mayoría de la doctrina hispana confunde todavía el principio de aportación con el dispositivo. La


hegemonía del principio dispositivo es una característica consubstancial del «Estado liberal», mientras
que la supremacía del principio de investigación lo es del «Estado social».

• El binomio aportación-investigación nos plantea la pregunta de qué sujetos procesales, si a las partes
o al juez, les incumbe la introducción y prueba de los hechos en el proceso:

1. Un proceso está informado por el principio de aportación cuando incumbe a las partes la
introducción y prueba de los hechos en el proceso.

2. Por el contrario, un proceso está informado por el principio de investigación cuando el juez está
obligado, por razón de su oficio, a la aportación de los hechos y a su prueba dentro del proceso, con
independencia de la voluntad de las partes.
• Se puede afirmar que un proceso está presidido por el PRINCIPIO DE APORTACIÓN, cuando en la
constitución del objeto procesal concurren las siguientes notas esenciales:
a) A las partes les corresponde la introducción de los hechos en el proceso. El juez tan sólo puede
fundamentar su resolución definitiva sobre los hechos afirmados por las partes, eliminándose, de
este modo, la denominada «ciencia privada del juez» como base de la sentencia. No obstante, si que
le es autorizado al juez basar su fallo en las denominadas «alegaciones equivalentes de las
partes», es decir, en los hechos ocasionalmente aducidos por alguna de las partes y que benefician
a la contraria, así como si el demandado no acude a refutar los cargos en su contra.

b) La actividad probatoria ha de recaer exclusivamente sobre los hechos afirmados por las
partes. Es actividad exclusiva de las partes la introducción de los hechos y su prueba.

c) La proposición y práctica de la prueba corresponde exclusivamente a las partes. También


corresponde a las partes la prueba de los hechos alegados, de manera que el juez no dispondrá la
apertura del proceso a prueba si al menos una de las partes no la insta, así como tampoco ordenará
ejecutar un medio probatorio que no haya sido propuesto por las partes.

• Por el contrario, un proceso está informado por el PRINCIPIO DE INVESTIGACIÓN cuando el juez está
obligado, por razón de su oficio, a la aportación de los hechos y a su prueba dentro del proceso, con
independencia de la voluntad de las partes.

• En estrecha relación con el principio de investigación se encuentra el de «examen de oficio de los


presupuestos procesales» cuya vigencia en un ordenamiento procesal autoriza al órgano jurisdiccional
a sugerir, de oficio, a las partes su subsanación o a estimar su ausencia, con independencia de que su
incumplimiento haya sido o no denunciado por la parte interesada.

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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO

A) NUESTRO ORDENAMIENTO PROCESAL

• Nuestro proceso civil se encuentra dominado por el principio de aportación, excepto en determinados
procesos civiles necesarios (216 del Código Civil).

a) Exposición de hechos

• Incumbe a las partes la exposición de los hechos en los escritos de demanda y contestación, siendo
muy contados los supuestos en los que el juez puede rechazar «de plano» una demanda por falta de
fundamentación.
• En el período probatorio, si bien la regla general es la de que «las pruebas se practicarán a instancia
de parte» (282 LEC), el mencionado precepto permite al juez «acordar, de oficio, que se practiquen
determinadas pruebas o que se aporten documentos, dictámenes u otros medios e instrumentos
probatorios, cuando así lo establezca la Ley». Sin embargo, el juez no puede de oficio abrir el período
probatorio, sino tan solo sugerir a las partes la conveniencia de la práctica de algún medio de prueba
determinado (429.1.II).
• Al contrario, una vez abierto el período probatorio, las facultades del juez en la dirección de la
prueba son notables, pudiendo repeler medios de prueba impertinentes o inútiles (285), rechazar
preguntas en el interrogatorio de las partes y testigos así como obtener de ellas aclaraciones y
adiciones designar de oficio peritos en los procesos de familia (339.5) y, en cualquier caso, a instancia
de parte, nombrar a los peritos (339.2).
• No obstante, en donde más se acentúan los poderes del juez en orden a descubrir la veracidad de los
hechos afirmados y probados por las partes es en las denominadas por la vigente LEC«diligencias
finales», en las que se faculta al juez, una vez concluida la prueba y antes de dictar sentencia, a ordenar
la práctica de cualquier medio probatorio, incluida la prueba testifical (434-436 LEC).

b) Examen de oficio de los presupuestos procesales

• En relación al «examen de oficio» de los presupuestos procesales, debemos distinguir el «juicio


ordinario» de los demás procedimientos ordinarios, especiales y sumarios.
• En el juicio ordinario (más de 6.000 €), debido a la introducción de la «audiencia previa» al juicio
principal y la obligación que el juez tiene de «salvar la falta de algún presupuesto o requisito del proceso
se haya aducido por las partes o se aprecie de oficio por el juez». En la actual regulación de la
comparencia previa (416) se han recogido los siguientes presupuestos procesales:
(1) jurisdicción, (2) competencia funcional imperativa, (3) capacidad para ser parte y capacidad de
actuación procesal, (4) capacidad de conducción procesal, (5) representación y postulación procesal,
(6) litisconsorcio, (7) procedimiento aplicable, (8) litispendencia y cosa juzgada y (9) defecto en el modo
de proponer la demanda. Siendo examinables de oficio con anterioridad a dicho acto (49 y 58) la
competencia objetiva y territorial.
• En los demás procedimientos civiles (ordinarios, especiales y sumarios) es muy escaso el grado
de «examen de oficio» por el juez de los presupuestos procesales. En cuanto a su tratamiento
procedimental, la regla general es la de que los presupuestos procesales han de ser evidenciados por
las propias partes, por la vía de las excepciones y, la mayoría de las veces, resueltos por el juez en la
sentencia definitiva.

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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO

4. PRINCIPIOS RELATIVOS A LA VALORACIÓN DE LA PRUEBA: PRUEBA LIBRE Y PRUEBA TASADA

• A lo largo de la historia surgieron dos sistemas de valoración, que coexisten todavía actualmente: el
sistema de la prueba legal o tasada (LEC 1881) y el sistema de la prueba libre o libre valoración de la
prueba (consagrado por la nueva LEC 2000).

1. CONCEPTO

A) SISTEMA DE PRUEBA LEGAL

• El sistema de la prueba legal estriba en una sustitución del juez por el legislador, en el que éste le
establece a aquél lo siguiente. De un lado, la existencia de un «numerus clausus» de medios
probatorios, con arreglo a los cuales las partes deben convencer al juez, y de otro, sobre todo, la de un
conjunto de reglas para la valoración del resultado de la prueba, conforme al cual existirá una
hipervaloración de determinados medios probatorios, en detrimento de otros manifiestamente
hipovalorados..
• En el momento actual, y en el derecho comparado, el único medio de prueba hipervalorado es la
documental pública (tan sólo determinados documentos públicos, sentencias o testamentos), cuyo
fundamento se encuentra en la certeza o seguridad del tráfico jurídico, y que han de gozar de un
determinado valor probatorio privilegiado y preconstituido.

B) SISTEMA DE LIBRE VALORACIÓN DE LA PRUEBA

• El principio de libre valoración de la prueba significa que el juez o el Tribunal, a la hora de formar su
íntima convicción, no ha de tener otro límite que los hechos probados en el juicio, los cuales ha de
apreciar y fundamentar en el fallo con arreglo a las normas de la experiencia y de la lógica.

• Por tanto, «apreciación en conciencia» no significa «libre arbitrio». El órgano jurisdiccional ha de basar
su sentencia exclusivamente sobre los hechos, objeto de prueba en el juicio, sin que se pueda dar
entrada en la sentencia a la «ciencia privada del juez». Es más, la sentencia habrá de contener el
razonamiento de la prueba (es decir, se habrán de describir las operaciones lógicas que, partiendo de
los hechos declarados como probados, permitan inferir la conclusión probatoria), que ha seguido el
juzgador para obtener su convicción.

• Tampoco se opone a la libre valoración de la prueba la denominada prueba de valoración prohibida o


ilícita, expresamente proscrita por los artículos 11.1º LOPJ y 287 LEC además de la existencia de reglas
de prohibición de pruebas obtenidas:

1.º Con manifiesta infracción de las normas constitucionales.


2.º A través de medios que no gozan de valor probatorio alguno. Por ejemplo, un atestado que tan sólo
tiene el valor de denuncia.

3.º Hechos que han sido obtenidos a través de medios que la ley en modo alguno autoriza. Por ejemplo,
la confesión arrancada con coacciones, torturas o «sueros de la verdad».

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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO

2. EL ORDENAMIENTO PROCESAL

• Nuestro ordenamiento procesal ha experimentado una profunda mutación, pasando de la hegemonía


de la prueba tasada, vigente en la derogada LEC de 1881, a la del principio de libre valoración,
introducido por la Ley 1/2000 en la nueva LEC:
1.º La LEC 1881 se encontraba teóricamente regida por un claro predominio del principio de la prueba
tasada. Dicha hegemonía se manifestaba, tanto en el establecimiento por el legislador de un sistema
cerrado de medios probatorios a utilizar por las partes, como fundamentalmente en la existencia de
normas admonitivas [aquellas que contienen un consejo dirigido al juez] e imperativas a tener en
cuenta en la valoración de la prueba por el juzgador.
2.º El sistema de «libre valoración de la prueba» ha sido el consagrado por la nueva LEC 2000, que se
demuestra, tanto en la libertad de las partes a la hora de proponer los distintos medios de prueba,
como en la valoración de su resultado por el juzgador.
• De este modo, en materia de proposición de medios probatorios, su número tercero, en realidad
viene a establecer un «númerus apertus» de proposición de medios de prueba.
• Sistema de valoración:
1.º Documental pública. La de la LEC tan solo conoce como prueba tasada la documental pública, que
hará «prueba plena del hecho, acto o estado de cosas que documenten», salvo que versen sobre
materia de usura, en cuyo caso rige la libre valoración (319.3).
2.º Interrogatorio de las partes. La antigua prueba de «confesión», mejor denominada en la
actualidad como «interrogatorio de las partes», ha sufrido una importante transformación:
1. Se ha suprimido cualquier forma de juramento.
2. Es una prueba de libre valoración, ya que, si bien es cierto que el juez habrá de tener como ciertos
los hechos reconocidos y que sean perjudiciales para las partes, tampoco lo es menos que dicho
valor privilegiado queda condicionado a que no lo contradiga «el resultado de las demás
pruebas» (art. 316), lo que convierte a dicho interrogatorio en una prueba de valoración conjunta.
3.º Demás pruebas. Las demás pruebas han de ser valoradas con arreglo a las normas de la «sana
crítica», es decir, según las máximas de la experiencia y de la lógica o, lo que es lo mismo, con arreglo
al sistema de libre valoración. De este modo están sometidos a dicho criterio de las reglas de la sana
crítica: Los documentos privados (334.1), El dictamen de peritos (348), La prueba de testigos (376), y
las reproducciones de la palabra, imagen y sonido (382.3).

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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO

II. LOS PRINCIPIOS DEL PROCEDIMIENTO

1. INTRODUCCIÓN

1.º Los principios del proceso estudian la formación del objeto procesal y su disponibilidad por las
partes, así como el comportamiento, en general, de los sujetos procesales en la introducción, prueba
y valoración de los hechos. obedecen, en última instancia, a una determinada concepción económico-
política de la organización social.
2.º Los principios del procedimiento rigen la forma de la actuación procesal, determinan la índole de
relación entre las partes y el órgano jurisdiccional, aquellas entre sí y todos los sujetos procesales con
la sociedad e informan la sucesión temporal de los actos procesales. obedecen, en última instancia,
a una determinada concepción económico-política de la organización social.

2. PRINCIPIOS RELATIVOS A LA «FORMA» DE LOS ACTOS PROCESALES. ORALIDAD Y ESCRITURA

A) CONCEPTO

• En un proceso civil oral cabe distinguir dos fases claramente diferenciadas: la escrita y la oral:
1.ª Han de revertir forma escrita los actos procesales, en los que ha de deducirse la pretensión y su
resistencia (demanda y contestación), la prueba documental, las sentencias y demás títulos de
ejecución, el auxilio judicial, los medios de impugnación y, dentro de ellos, fundamentalmente la
casación, así como los actos de la denominada «jurisdicción voluntaria».
2.ª Ha de revestir forma oral las conclusiones o informes y la totalidad de la actividad probatoria,
incluida la prueba documental en el proceso penal, que ha de ser leída en el juicio para ser tomada
en consideración por el órgano jurisdiccional.
• La vigencia del principio de oralidad en la fase probatoria exige:
1.º De un lado, la elaboración de la pertinente acta.
2.º De otro, la grabación en video o DVD de las audiencias, cuyos soportes telemáticos han de
permanecer bajo la custodia personal del LAJ, siendo reproducidos, cuando, contra la sentencia, se
ejercitara algún medio de impugnación, bajo la presencia de las partes y la intervención del órgano
jurisdiccional.

B) VENTAJAS DE LA ORALIDAD

• Las ventajas de la oralidad pueden resumirse en facilitar los principios de investigación, inmediación,
concentración y publicidad:
1.º En todo lo referente a la actividad de búsqueda de la verdad material el procedimiento oral ofrece
una magnífica ayuda al órgano jurisdiccional. El entendimiento directo y verbal entre el juez y las
partes favorece el descubrimiento de la relación jurídica material en el proceso.
2.º La oralidad requiere la inmediación del órgano jurisdiccional, quien se ve impedido de delegar
funciones tan importantes como la práctica de la prueba. Además, la presencia física del juez en la
aportación de los hechos favorece un mayor convencimiento sobre su credibilidad, al poderse
apreciar datos no exentos de importancia, tales como los gestos de turbación, sorpresa y análogos
de las partes y testigos.
3.º El proceso oral es por esencia público, tanto para las partes (publicidad relativa), como para la
sociedad (publicidad absoluta.

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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO

C) INCONVENIENTES DE LA ORALIDAD

• La oralidad presenta determinados inconvenientes derivados del distanciamiento espacial y temporal


de los actos procesales.
• La necesidad de otorgar seguridad a ciertos actos procesales que, por su trascendencia en el proceso
han de ser fijados de una manera inalterable, aconseja que la oralidad haya de ser complementada
con la escritura.
• El principal inconveniente de la oralidad es su carestía, ya que exige un mayor número de jueces, que
no podrán delegar la fase probatoria.

D) EL ORDENAMIENTO PROCESAL: LA VIGENTE DE LA LEC 2000 [16F1]

• La característica más sobresaliente de la nueva de la LEC 2000 consistió en la introducción, por vez
primera en el ordenamiento procesal civil, de la oralidad.
1.º Práctica de la prueba. Junto a la audiencia preliminar «oral» que también se mantiene en el juicio
ordinario se ha instaurado una audiencia principal, estableciéndose que «Las pruebas se
practicarán contradictoriamente en vista pública, o con publicidad y en unidad de acto.
2.º Interrogatorios. Se faculta a los abogados a interrogar directamente a las partes, quienes habrán
de contestar por sí mismas; lo mismo ocurre con la prueba de testigos.En tales interrogatorios, el
juez podrá solicitar verbalmente aclaraciones o precisiones.
3.º Conclusiones, resoluciones y grabaciones. Las conclusiones escritas han sido sustituidas por
informes orales (433.2); las resoluciones interlocutorias en las vistas habrán de ser orales (210.1) y
tales actuaciones orales habrán de registrarse en soportes de grabación y de reproducción del
sonido e imagen (147).
• Para los asuntos de escasa cuantía (menos de 6.000 euros) el juicio verbal mantiene la oralidad (art.
443). Por el contrario, la apelación, tradicionalmente oral, se ha convertido en escrita (art. 458.1), salvo
que deba practicarse prueba en la segunda instancia (464).

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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO

3. PRINCIPIOS REFERENTES A LA RELACIÓN ENTRE EL TRIBUNAL Y EL MATERIAL FÁCTICO:


INMEDIACIÓN-MEDIACIÓN [18S1]

A) CONCEPTO

• El PRINCIPIO DE INMEDIACIÓN significa que el juicio y la práctica de la prueba han de transcurrir


en presencia directa del órgano jurisdiccional competente. Tan solo quien ha presenciado la
totalidad del procedimiento, oido las alegaciones de las partes y quien ha asistido a la práctica de la
prueba está legitimado para pronunciar la sentencia.
• La oralidad del procedimiento exige la inmediación del juez, pero ambos conceptos no se identifican
absolutamente.
• No obstante, la inmediación de la prueba no ha de estar exclusivamente limitada a su ejecución sino
que también es necesaria la «inmediación en la valoración de la prueba». Este subprincipio presenta
dos importantes aspectos, la preferencia de lo directo antes que lo indirecto – el juez debe estimar
preferentemente aquellos medios de prueba que se encuentren en la más directa relación con la
afirmación de los hechos – y la agilidad – que dicha valoración y el pronunciamiento del fallo se
realicen lo más pronto posible, una vez concluso el juicio oral.

B) EL ORDENAMIENTO PROCESAL

• El principio de inmediación está presente en nuestra justicia civil oral. Y así:


1.º Tan solo el juez o magistrado que ha presenciado la vista está legitimado para dictar la resolución
(194.1).
2.º Obligación a jueces y tribunales a presenciar la prueba bajo sanción de nulidad del acto (Art. 137
LEC).
3.º Se declara también nulas las vistas que se practiquen sin la intervención del LAJ (art. 238.5 LOPJ)
4.º Se obliga a practicar la prueba «con unidad de acto», en la audiencia principal, y en la sede del
Tribunal, correspondiendo al juez la dirección de los debates.
5.º Por su propia naturaleza, el interrogatorio de las partes y testigos, el reconocimiento judicial, la
reproducción de palabras, imágenes y sonido, cifras y datos, explicaciones, impugnaciones,
rectificaciones o ampliaciones de dictámenes periciales ha de efectuarse inexcusablemente bajo la
inmediación del tribunal.
6.º La inmediación del juez en la ejecución de la prueba le permitirá formular preguntas a los
intervinientes (306 y 372.2) y sugerir informes adicionales a las partes (433.3).
7.º La LEC contemplan también la «inmediatez» temporal de la sentencia, al disponer que las
resoluciones se discutirán y votarán «inmediatamente después de la vista», y que la sentencia
habrá de dictarse dentro de los veinte días a la terminación del juicio (plazo que, en supuesto
ordinarios diez días para los juicios verbales.
• No obstante, de la regla anterior hay que exceptuar la prueba que no sea posible llevarla a cabo en
una vista, como en el interrogatorio de una persona enferma, la prueba anticipada y la asegurada, la
prueba de peritos, salvo que el juez estimase necesaria la presencia del perito en el juicio (346), las
declaraciones testificales de personas jurídicas y de entidades públicas (381), el interrogatorio de la
Administración Pública (315).
• En esta materia, la inmediación del juez o Tribunal es obligatoria en todas las audiencias (previa,
principal y vistas de los recursos), mientras que la inmediación del LAJ no es preceptiva si tales
audiencias son sometidas a una grabación audiovisual. Por el contrario, y bajo sanción de nulidad
(225.5), el LAJ ha de intervenir las audiencias que le son propias.

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C) EFECTOS INDIRECTOS DE LA INMEDIACIÓN

• Oralidad e inmediación producen sustanciales ventajas en lo que se refiere al descubrimiento


de la relación jurídica material en el proceso.: en la posibilidad de realizar preguntas o pedir
explicaciones; en la de poder apreciar signos externos de las partes, testigos y peritos; el hacer posible,
en definitiva, la obligación del órgano jurisdiccional de discutir con las partes y testigos el tema de la
prueba propuesto, en orden a la obtención de la plenitud del material de hecho en el proceso y
asegurar la obligación de veracidad de las partes.
• La inmediación del tribunal con las partes en el juicio oral puede provocar todo un conjunto de
inconscientes y recíprocas reacciones entre ambos (derivados de factores como la manera de
comportarse ante el juez, su cultura, su atuendo, etc.) que pueden manifestarse inconscientemente en
la decisión judicial.

4. OTROS PRINCIPIOS PROCEDIMENTALES: CONCENTRACIÓN, PRECLUSIÓN Y PUBLICIDAD (LA «ACELERA-


CIÓN» DEL PROCEDIMIENTO)

• Para que el proceso cumpla con su función de otorgar una plena «satisfacción jurídica» a las partes, no
es tan sólo necesario que el juez resuelva el conflicto mediante la aplicación del Derecho, sino que
también resulta obligado que la decisión final sea pronunciada en un espacio relativamente corto de
tiempo, porque, de lo contrario, se corre el riesgo lo que ha de ser tutela efectiva por parte de los
Juzgados y Tribunales.

A) CONCENTRACIÓN Y PRECLUSIÓN

• El principio de concentración es una medida adoptada para obtener la «aceleración» del


procedimiento, concentrando las actividades procesales en un espacio corto de tiempo, reuniendo
todo el contenido del proceso en la menor cantidad posible de tratamiento. Se trata de un principio de
política legislativa, que informó las reformas a la LEC de 1984 y la de 2000.

• La concentración del procedimiento puede obtenerse a través de todo un conjunto de medidas, de


entre las que podemos citar las siguientes:
1.º Reducción de plazos y términos, conforme a las necesidades sociales del momento presente.
2.º Mayor inmediación en los actos de comunicación.
3.º Estímulo de la autocomposición intraprocesal.
4.º Prohibición de incidentes suspensivos.
5.º Tratamiento preliminar de los presupuestos procesales.
6.º Establecimiento de una fase «elástica» de alegaciones y otra «preclusiva» de prueba.
7.º Instauración plena de la oralidad en la fase probatoria.

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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO

B) PUBLICIDAD

• En íntima conexión con el principio de oralidad, surge el principio de publicidad del procedimiento. No
obstante, a diferencia del de concentración, que posee un marcado carácter técnico, el principio de
publicidad presenta una notable connotación política, como manifestación propia del pensamiento
liberal.

• La publicidad en el proceso contemporáneo ha de serlo, tanto frente a las partes (publicidad relativa),
como frente a la sociedad o terceros (publicidad absoluta), aunque excepcionalmente determinadas
fases del procedimiento pudieran permanecer secretas para una buena administración de la justicia
(la fase instructora del proceso penal).

• El ordenamiento procesal ha de autorizar la posibilidad de la participación inmediata del público en el


desarrollo del juicio, el cual ha de acceder voluntariamente al mismo (publicidad activa), aunque
excepcionalmente pueda darse cuenta, con posterioridad a él, de determinadas actuaciones
procesales (publicidad pasiva).
• En nuestro proceso civil, debido a la vigencia del principio de la oralidad, el principio de publicidad
absoluta se encuentra recogido allí donde las actuaciones sean verbales y, de modo especial en la fase
probatoria.
• No obstante, el principio de publicidad absoluto puede ser restringido por el Tribunal «cuando sea
necesario para la protección del orden público o de la seguridad nacional en una sociedad democrática,
o cuando los intereses de los menores o la protección de la vida privada de las partes y de otros
derechos y libertades lo exijan» (138.2).

• Las demás actuaciones procesales están presididas por el principio de publicidad relativa, conforme al
cual tan sólo las partes interesadas están legitimadas para el conocimiento de las actuaciones (140-
141 LEC y 232 y ss. LOPJ).

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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO

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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL

LECCIÓN II.- LOS PRESUPUESTOS PROCESALES


DEL ÓRGANO JURISDICCIÓNAL (I)

I.- LOS PRESUPUESTOS PROCESALES. CONCEPTO Y CLASES [13F2] [17S1]

1. CONCEPTO Y EFECTO

• Los presupuestos procesales son requisitos que deben observar las partes en el momento de la
interposición de la demanda o de la reconvención y cuya ausencia bien impedirá la admisión de la
demanda, bien el examen del fondo de la pretensión, debiendo el juez pronunciar un Auto de
inadmisión de la demanda, de archivo o de sobreseimiento del proceso o una «sentencia
absolutoria en la instancia»:

▪ Estas resoluciones, por carecer de los efectos materiales de la cosa juzgada, posibilitan el ejercicio de
la acción e interposición de la misma pretensión en un ulterior proceso declarativo.

▪ Los presupuestos procesales condicionan la admisibilidad de la demanda y, en cualquier caso,


la de la sentencia de fondo. Los primeros de ellos ocasionan el rechazo de la demanda y vienen
determinados por los siguientes hechos:
1. La falta de jurisdicción.

2. Ausencia de competencia objetiva, funcional y territorial indisponible.

3. Falta de capacidad para ser parte, de postulación y de conducción procesal.

4. Falta de presupuestos especiales del objeto procesal (la autocomposición, la reclamación previa,
las cauciones y requerimientos).

▪ Los anteriores presupuestos deben ser examinados de oficio en el momento de la admisión de la


demanda.

▪ Si la ausencia de dichos presupuestos procesales y la de todos los demás es denunciada por el


demandado, bien, como cuestión previa, en la declinatoria, bien, como excepción, en la contestación
a la demanda o en la audiencia preliminar, provocarán una Sentencia procesal absolutoria en la
instancia.

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2. CLASES DE PRESUPUESTOS PROCESALES

• Los presupuestos procesales pueden sistematizarse en:

1. Del órgano jurisdiccional: la jurisdicción y competencia objetiva, funcional y territorial.

2. De las partes: la capacidad para ser parte y de actuación procesal, la postulación procesal, la
capacidad de conducción procesal y el litisconsorcio necesario [cuando en un litigio aparecen varios
sujetos en una o ambas partes].

3. Del objeto procesal, que, a su vez, pueden clasificarse en:


▪ Generales: el pago de las tasas judiciales, la caducidad de la acción, la litispendencia y la cosa
juzgada, el arbitraje y el pendiente compromiso y la existencia de actos de disposición del derecho
subjetivo material.

▪ Especiales: la autocomposición (la reclamación administrativa previa, la reclamación y


agotamiento de recursos en los procesos de responsabilidad civil de jueces y de magistrados y la
conciliación en las demandas relativas a invenciones laborales), las cauciones y los requerimientos
al deudor.

3. EXAMEN DE OFICIO

• Los presupuestos procesales han de ser observados por el actor en el momento de la interposición de
la demanda. Si el actor incumpliera alguno de los presupuestos procesales, el demandado tendrá la
carga procesal de evidenciar su ausencia en un escrito de contestación mediante la interposición de la
pertinente excepción.

4. LOS PRESUPUESTOS DE LOS RECURSOS

• Los presupuestos procesales han de ser observados en todas y cada una de las instancias. Estos
requisitos procesales condicionan la admisibilidad de la pretensión en el ejercicio de los medios de
impugnación, puedes sistematizarse en dos:

1. Requisitos comunes: el gravamen – perjuicio que ha sufrir el recurrente por la resolución


impugnada– y la conducción procesal –exigencia de haber sido parte en el proceso de primera
instancia–.

2. Requisitos especiales, o requisitos que han de concurrir en los medios de impugnación


extraordinarios, tales como el cumplimiento de una determinada «suma de gravamen» para la
interposición del recurso de casación (art. 477.2.2) o el de prestar un depósito o caución para la
interposición de determinados recursos.
• El incumplimiento de tales requisitos impedirá al Tribunal el examen de la pretensión en la segunda
instancia o en la casación, ocasionando, mediante un Auto de inadmisión del recurso, la firmeza de la
resolución recurrida o recaída en la primera instancia.

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II. LOS PRESUPUESTOS PROCESALES DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL: LA JURISDICCIÓN


• La jurisdicción y la competencia constituyen el primer requisito que ha de cumplir quien pretenda la
tutela judicial efectiva de su pretensión.
• Este primer requisito consiste en cumplir con los presupuestos procesales del tribunal ante el que se
tiene que plantear la pretensión.

1. CONCEPTO

• Se entiende por Jurisdicción el otorgamiento por el ordenamiento jurídico a un determinado tribunal


de la potestad de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, 117.3 CE.

• Desde un punto de vista funcional, dicha potestad constituye un auténtico presupuesto procesal, pues
es «improrrogable» (9.6 LOPJ), es decir, se tiene o no se tiene, de manera que las normas que la
disciplinan son de orden público, sin que las partes, ni el propio juez puedan decidir cuándo ostentan
la Jurisdicción.

A) JURISDICCIÓN ESPAÑOLA Y TRIBUNALES EXTRANJEROS (CRITERIO EX-


TERNO)

• Con independencia de las inmunidades de Jurisdicción constitucionales (Rey o diputados y senadores),


europeas (parlamentarios europeos), diplomáticas o de determinadas autoridades nacionales
(parlamentarios de las AALL, magistrados TC y Defensor del Pueblo), en la práctica forense, el
supuesto más común de ausencia de jurisdicción de los tribunales españoles viene determinado
por la existencia de un conflicto de Derecho internacional privado que provoca la correlativa
asunción de la Jurisdicción por un tribunal perteneciente a otro Estado extranjero (36.2.2º).
• En este supuesto, y de conformidad con el principio de supremacía de las normas internacionales
sobre las internas (96.1 CE), tanto el art. 21.2 LOPJ, como el art. 36.2.1 LEC, se remiten para su solución
a las normas de «Derecho internacional público», por lo que el surgimiento de cualquier conflicto ha
de ser solucionado con arreglo al siguiente sistema de fuentes preestablecido en primer lugar, lo
dispuesto en los convenios internacionales, y en segundo, lo establecido en los art 21 y 22 LOPJ y 9
a 12 CC.

a) Los convenios internacionales

• Con independencia de los tratados internacionales que haya podido suscribir nuestro país sobre
competencia judicial relativa a materias específicas (Derecho marítimo, del transporte, etc.), adquieren
singular relevancia:

▪ El Convenio de Bruselas 1968 sobre competencia judicial internacional y reconocimiento de las


decisiones en materia civil y mercantil, siendo el TJUE su intérprete.

▪ El Convenio de Lugano de 1988, extiende la aplicación del anterior a los Estados miembros de la
Asociación Europea de Libre Comercio.

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b) Nuestro Derecho interno

• El art. 22 LOPJ secunda idéntico criterio al contenido en el art. 2 de los Convenios de Bruselas y Lugano.
A falta de un Convenio Internacional sobre la materia, han de aplicarse las disposiciones contenidas en
el art. 22 LOPJ y 9-12 CC.

1. Criterio de territorialidad
1. Fueros exclusivos: En materia de fueros exclusivos adquiere singular relevancia el criterio de la
territorialidad. La Jurisdicción española será competente acerca de:
▪ Los litigios que se susciten sobre derechos reales, si el inmueble o el bien mueble se encuentra
en España y los que se susciten en materia de derecho de sociedades, si el domicilio social se
encuentra en nuestro país. Igualmente será competente en relación con la ubicación del
Registro, si se tratara de la impugnación de inscripciones registrales (22.1).
2. Fueros especiales: Se rigen en atención a las características del objeto litigioso y se caracterizan
por no requerir de la exigencia del domicilio del demandado (aun cuando sea éste requisito de
ineludible cumplimiento para la aplicación de la referida normativa comunitaria) y por operar a
favor del demandante:
▪ Obligaciones contractuales: Nuestros tribunales ostentan jurisdicción, cuando las obligaciones
contractuales hayan nacido o deban cumplirse en España.
▪ Obligaciones extracontractuales: Cuando el hecho del que deriven haya ocurrido en territorio
español o el autor del daño y la víctima tengan su residencia habitual común en España (22.3.II),
etc.

2. Criterio de la personalidad
• El criterio de la territorialidad ha de complementarse con el de la personalidad, basado en la
nacionalidad o residencia en España, en la aplicación de determinados fueros especiales por razón
de la materia:
▪ Cuando se trate de cuestiones relativas al Derecho de familia y estado civil, consumidores, en
materia de seguros, cuando el asegurador y el asegurado tengan domicilio en España (22.3.II y 4),
etc.
▪ El art. 9 del CC se inclina por el criterio de la personalidad en todo lo relativo al estado civil y
Derecho de familia. De este modo, los efectos del matrimonio se rigen por la Ley personal común
de los esposos al tiempo de contraerlo, y, en su defecto, por el de la residencia habitual de cada
uno de ellos (art. 9.2); la sucesión, por la nacionalidad del causante (art. 9.8), etc.

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B) JURISDICCIÓN CIVIL Y OTRAS JURISDICCIONES O TRIBUNALES ESPECIALES


U OTROS ÓRDENES JURISDICCIONALES

• Podría suceder que un determinado tribunal civil, al que se dirija el actor, tampoco ostentara
Jurisdicción por resultar competente una Jurisdicción o Tribunal especial o un Tribunal de otro orden
jurisdiccional, distinto al civil.
• En tal caso, se hace necesario determinar el ámbito objetivo interno de la Jurisdicción civil, ya que los
Juzgados y Tribunales sólo pueden ejercer su Jurisdicción «exclusivamente en aquellos casos en que
les venga atribuida por esta u otra Ley» (art. 9.LOPJ), razón por la que podría surgir un conflicto de
Jurisdicción (arts. 38-41 LOPJ) o uno de competencia (arts. 42-50 LOPJ)

• Según el art. 9.2 LOPJ los Tribunales y Juzgados del Orden Civil conocerán, además de las materias que
les son propias, de todas aquellas que no estén atribuidas a otro orden jurisdiccional (a excepción
de la Jurisdicción Militar) en lo que supone una cláusula residual de atribución genérica de la
competencia.
• De este art. cabe inferir dos criterios de determinación de la esfera de atribuciones de la Jurisdicción
civil:

1. Conforme al criterio positivo, por «materias que les son propias» cabe entender todas las
pretensiones fundadas en el Derecho privado (civil o mercantil) que transcurran entre personas
privadas o públicas, por lo que, tratándose de la aplicación e interpretación de un contrato, será
competente la jurisdicción civil, por más que alguna de las partes sea el Estado.

2. De conformidad con el criterio negativo, la Jurisdicción civil no es competente para

(1) el conocimiento de conflictos sociales surgidos por la comisión de un delito, en cuyo caso la
Jurisdicción Penal goza siempre de «preferencia»

(2) conflictos que puedan surgir entre empresarios y trabajadores con ocasión de la aplicación o
interpretación de una relación jurídica, individual o colectiva, de trabajo, ni de las materias de la
Seguridad Social (Juzgados y Tribunales de lo Social) y

(3) pretensiones de anulación de actos administrativos o de disposiciones generales con rango


inferior a la Ley (Juzgados y Tribunales administrativos).

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2. TRATAMIENTO PROCESAL

• Debido a que la Jurisdicción es un auténtico presupuesto procesal, su concurrencia debe ser


examinada de oficio por el propio órgano jurisdiccional, sin perjuicio de que, en cualquier otro caso,
pueda ser denunciada, vía excepción, por el demandado.

A) EXAMEN DE OFICIO

• Los arts. 36.2 y 37 LEC disponen que los tribunales civiles «se abstendrán de conocer» cuando
carecieran de jurisdicción, bien por pertenecer la potestad jurisdiccional para el conocimiento de un
determinado asunto a un tribunal de otro Estado, distinto al español, bien por estar atribuida a un
órgano de otro orden jurisdiccional, distinto al civil.
• En tal caso, el art. 38 dispone, que habrá el juez de oír a las partes y al Ministerio Fiscal «tan pronto
como sea advertida la falta de competencia internacional o la falta de jurisdicción por pertenecer el
asunto a otro orden jurisdiccional», en cuyo caso «se abstendrán inmediatamente de conocer». En
dicha resolución, habrá el juez de ilustrar a la parte del orden jurisdiccional que estima competente
(art. 9.3 LOPJ y 65.3 LEC).
• Podría ocurrir que, planteada la pretensión ante el orden jurisdiccional que el tribunal civil ha estimado
como competente, tampoco este tribunal reputara que ostenta Jurisdicción para el conocimiento del
asunto determinado. En este supuesto, surgirá un conflicto negativo de competencia que habrá de
dirimirse por la Sala Especial del TS.
• Si el conflicto negativo surgiera entre un tribunal del orden jurisdiccional civil y la Administración o la
jurisdicción contable, habrá que plantear un «conflicto jurisdiccional» de los contemplados en los
artículos 38-41 LOPJ y LO 2/1987, de Conflictos Jurisdiccionales.

B) A INSTANCIA DE PARTE

• Como todo presupuesto procesal, si el órgano jurisdiccional no examina de oficio la concurrencia de la


Jurisdicción, el demandado tiene la carga procesal de denunciar su incumplimiento por la vía de
las excepciones y en el trámite de contestación a la demanda (art. 405 LEC), pudiéndose, en
cualquier caso, plantear en la audiencia previa del juicio ordinario.
• Sin embargo, está regla tiene una excepción, pues el art. 416.2 establece que «En la audiencia, el
demandado no podrá impugnar la falta de jurisdicción o de competencia del tribunal, que hubo de
proponer en forma de declinatoria» [Declinatoria: Cuestión de competencia que se plantea para que
el Juez o Tribunal que está conociendo de un proceso se declare incompetente].
• Así, pues, en virtud de lo dispuesto en el art. 39 LEC, debe, en principio, el demandado interponer,
como cuestión previa a la contestación de la demanda, la declinatoria, «dentro de los diez primeros
días del plazo para contestar a la demanda», abriéndose, en tal caso, un incidente suspensivo.
• Si, por las razones que fuere, el demandado no hiciere uso de la declinatoria, también podrá proponer
dicha excepción en la audiencia previa, puesto que, tratándose la competencia internacional y la de
los distintos órdenes jurisdiccionales de un auténtico presupuesto procesal, sobre el cual subiste la
obligación judicial de examen de oficio, su infracción acarrea una nulidad de pleno Derecho (art. 238.1
LOPJ), pudiendo el demandado, al amparo de lo dispuesto en el art. 240.2 LOPJ, suscitar la falta de
Jurisdicción en cualquier estadio del proceso.

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III. LA COMPETENCIA OBJETIVA

1. CONCEPTO Y NATURALEZA

• Se entiende por competencia objetiva el conjunto de normas procesales que distribuyen


jerárquicamente, entre los diversos órganos judiciales de un mismo orden jurisdiccional, el
conocimiento de la fase declarativa (1ª instancia) de los objetos procesales.

• La naturaleza de las reglas que regulan la competencia objetiva son de «orden público», de manera
que si a un tipo de Juzgado (de Primera Instancia o de Paz) no le corresponde el conocimiento de una
determinada materia, sus actuaciones procesales adolecerán de una nulidad radical (art. 238.1 LOPJ),
que no permite sanación alguna e impedirá un pronunciamiento sobre el fondo del asunto. Por esta
razón, también la competencia objetiva es un presupuesto procesal, vigilable de oficio a lo largo de
todo el procedimiento (art. 240.2).

• Además, tales normas de «ius cogens» han de ostentar rango de Ley, ya que afianzan el derecho
fundamental al «juez legal» del art. 24.2 CE.

2. CRITERIOS DETERMINANTES

• Los criterios determinantes de la competencia objetiva civil son dos: por razón de la cuantía y por
razón de la materia.

• Se exceptúan las prerrogativas de determinadas Autoridades, que permanecen aforadas a órganos


jurisdiccionales superiores. Así:

(1) la responsabilidad civil de las Autoridades contempladas en el art. 56.2º LOPJ, ha de dilucidarse
ante la Sala de lo Civil del TS, y (2) la responsabilidad civil de las Autoridades contempladas en el art.
73.2.a) y b) LOPJ a la Sala de lo Civil del TSJ.

A) POR RAZÓN DE LA CUANTÍA

• El criterio más relevante para distribuir la competencia entre los Juzgados de Paz y los de Primera
Instancia es el de la cuantía:

▪ Competencia de los Juzgados de Paz (47 LEC). Cuando el valor del bien litigioso no exceda de 90
euros y no se trate de ninguna de las materias que han de dilucidarse a través de alguno de los juicios
verbales especiales contemplados en el art. 250.1 (un desahucio por falta de pago o un interdicto es
competencia siempre de los Juzgados de Primera Instancia, aunque la cuantía litigiosa no exceda de
90 euros).

▪ Competencia de los Juzgados de Primera Instancia. Cuando el valor exceda de 90 euros serán
siempre competentes los Juzgados de Primera Instancia (art. 47 LEC).

• La competencia objetiva de los Juzgados de Paz es meramente insignificante y, además, residual.

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B) POR RAZÓN DE LA MATERIA: LOS «JUZGADOS ESPECIALIZADOS»


[15S1]
• Corresponde a los Juzgados de Primera Instancia los actos de Jurisdicción voluntaria, la ejecución
de sentencias y demás resoluciones judiciales y arbitrales extranjeras (art. 85.2 y 5 LOPJ).
• No obstante, con independencia de este criterio genérico de atribución de la competencia objetiva por
razón de la materia, la de la LOPJ creó los Juzgados especializados, bien con carácter permanente, bien
con carácter meramente coyuntural.

a) Con carácter permanente:


Los Juzgados de lo Mercantil

• La LO 8/2003 adicionó a la de la LOPJ, los artículos 86 bis y 86 ter, en cuya virtud se instauran en las
capitales de provincia y en aquellos núcleos industriales o mercantiles, cuya actividad económica así lo
aconseje, los Juzgados de lo Mercantil que circunscriben su competencia a las siguientes materias:
▪ Derecho Concursal.
▪ Estatuto de la Propiedad Industrial.
▪ Transportes.
▪ Derecho Marítimo.
▪ Condiciones generales de la contratación.
▪ Recursos contra las resoluciones de la Dirección general de Registros y Notariado sobre calificaciones
del Registrador Mercantil.
▪ Legislación comunitaria en materia de libre competencia.
▪ Arbitraje.

b) Con carácter coyuntural

• El art. 98 LOPJ faculta al CGPJ, previo informe de la Sala de Gobierno del TSJ, a crear Juzgados de Primera
Instancia especializados en determinadas materias en aquellas ciudades donde exista una pluralidad
de dichos Juzgados (ej.: creación de Juzgados de familia). Su competencia se extiende, tanto a la fase
declarativa, como a la de ejecución.
• A diferencia de los Juzgados de lo Mercantil, que están previstos en la de la LOPJ, los Juzgados de
Primera Instancia especializados infringen el principio de reserva de Ley Orgánica del Poder Judicial,
lo que genera serias dudas de inconstitucionalidad.
• Según se desprende del art. 46 LEC, estos Juzgados especializados carecen de «vis atractiva», a
diferencia también de los Juzgados de lo Mercantil, que conocen de materias conexaspor lo que
extenderán su competencia, exclusivamente, a los procesos en que se ventilen aquéllos, debiendo
inhibirse a favor de los demás tribunales competentes, cuando el proceso verse sobre materias
diferentes. Si se planteara cuestión por esa causa, se sustanciará con las cuestiones de competencia».

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3. TRATAMIENTO PROCESAL

• El régimen procesal de la competencia objetiva es idéntico al de la jurisdicción. Al tratarse ambos


requisitos de unos presupuestos procesales, deben ser examinados de oficio por el Juez o pueden
ser alegados por la parte interesada.

A) DE OFICIO

• La norma contenida en el art. 48.1 LEC establece la obligación del Juez de examinar de oficio su propia
competencia «tan pronto como se advierta». Esto ha de ocurrir en el momento de la admisión de la
demanda, en la que el actor ha de determinar el valor del objeto litigioso (art. 253.1 LEC), al efecto de
determinar el procedimiento adecuado.
• Por su parte, el art. 404 LEC dispone que el tribunal ha de examinar de oficio su propia competencia
objetiva con anterioridad a la admisión de la demanda (404.2 LEC). Sin embargo, en este supuesto, el
juez no puede, sin más, inadmitir la demanda, sino que habrá de oír previamente a las partes y al
Ministerio Fiscal en el plazo de diez días (48.3 LEC). Una vez transcurrido dicho plazo, dictará auto, en
el que, declarando la nulidad de todo lo actuado, apreciará su falta de competencia e indicará, en su
resolución, el órgano jurisdiccional que estima procedente (art. 48.3 y 48.4 LEC).
• Independientemente de lo anterior, también podrían darse dos casos:
▪ Que, como consecuencia de una calificación defectuosa del bien litigioso, el tribunal tomara
conocimiento de su falta de competencia en un estadio posterior, en este caso el tribunal dictará
auto declarando su incompetencia y la nulidad de lo actuado.
▪ Excepcionalmente también podría suceder que dicho examen de oficio lo efectuara el tribunal de la
segunda instancia, optándose por la misma solución: Declaración absolutoria en la instancia de
incompetencia con nulidad total de las actuaciones e ilustración a las partes del juzgado
objetivamente competente.

B) A INSTANCIA DE PARTE

• Si el tribunal no apreciara de oficio su falta de competencia, el demandado tiene la carga procesal de


aducir, como cuestión previa, dentro de los diez primeros días de los veinte que la LEC otorga para la
contestación (art. 64), la excepción de falta de competencia objetiva a través del procedimiento de la
declinatoria (art. 49). No obstante, la parte interesada también puede denunciar la violación de falta de
competencia del tribunal en cualquier estadio del procedimiento anterior al momento de dictar
sentencia (art. 240.2 LOPJ) y, en particular, en la audiencia previa.

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IV. LA COMPETENCIA FUNCIONAL

1. CONCEPTO

• Se entiende por competencia funcional los criterios legales de atribución del conocimiento del objeto
procesal a un determinado órgano jurisdiccional, en atención a las distintas fases procesales que las
partes han de superar a fin de obtener la tutela efectiva de sus pretensiones.

• La competencia funcional exige la pendencia de un proceso para determinar a qué órgano


jurisdiccional, dentro de los de distinto grado de un mismo orden jurisdiccional, le corresponde una
fase determinada del proceso. Las fases procesales son tres: (1) Fase declarativa, (2) fase de
impugnación, y (3) fase de ejecución.

2. CRITERIOS

A) LA FASE DECLARATIVA

• Los órganos jurisdiccionales objetivamente competentes para el conocimiento de la fase declarativa


son los Juzgados de Paz y de Primera Instancia. Estos órganos poseen toda su jurisdicción para:

▪ El conocimiento de las distintas fases procesales por las que transcurre la pretensión (alegaciones,
prueba, conclusiones y sentencia).

▪ El conocimiento de las cuestiones incidentales que se planteen.

▪ La adopción y ejecución de todas las resoluciones interlocutorias y definitivas (providencias, autos y


sentencias), incluidas las diligencias de ordenación, que son competencia del LAJ.

En especial, estos órganos ostentan competencia para conocer de cuantos incidentes se produzcan
dentro del procedimiento, necesarios tanto para poder entrar en el conocimiento de dicho objeto,
como para integrar la valoración jurídica necesaria para poder satisfacer o desestimar la pretensión, así
como para La acumulación objetiva y subjetiva de acciones y de procesos siempre que dichas
acumulaciones sean procedentes, para la instrucción y resolución de recusaciones contra los LAJ y demás
personal auxiliar y peritos, y para la adopción de medidas cautelares.

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B) LA FASE DE IMPUGNACIÓN

• En la fase de impugnación cabe distinguir entre:

1) El recurso de apelación

• Del recurso de apelación es competente el tribunal superior al que ha dictado la resolución definitiva
impugnada. Es decir:

▪ Los Juzgados de Primera Instancia conocen de las apelaciones contra las resoluciones dictadas por
los Juzgados de Paz (arts. 85.3 LOPJ y 455.2.1 LEC).
▪ Las Audiencias Provinciales conocen de las apelaciones contra las resoluciones dictadas por los
Juzgados de 1ª Instancia (arts. 82.4 LOPJ y 455.2.2 LEC).

2) Los recursos extraordinarios

1. Recurso extraordinario de casación:


▪ Fundado en Derecho Privado estatal. conoce la Sala 1ª o de lo Civil del Tribunal Supremo. Su
competencia se extiende tanto en la infracción de normas materiales como procesales.
▪ Fundado en Derecho Civil especial o Foral propio de las CCAA. entiende de él la Sala de lo Civil
del TSJ correspondiente (art. 73.1.a LOPJ).

2. Recurso de revisión. El recurso de revisión sólo puede ser calificado formalmente de extraordinario,
ya que, en realidad, encierra un nuevo proceso:
▪ Recurso de revisión fundado en Derecho privado estatal. conoce la Sala de lo Civil del TS (art.
56.1 LOPJ y 509 LEC).
▪ Recurso de revisión fundado en Derecho Civil Foral o especial propio de las CCAA. habrá de
conocer la Sala de lo Civil del TSJ de dicha CCAA (art. 73.1.b) LOPJ).

C) LA FASE DE EJECUCIÓN

• Ejecución por los propios órganos jurisdiccionales. De la ejecución de las sentencias han de conocer
los órganos jurisdiccionales que conocieran del objeto litigioso en la primera instancia y dictaran la
sentencia, cuya ejecución se pretende (artículos 61 y 545.1 LEC).

• Ejecución por Juzgados de ejecutorias. El art. 98.1 LOPJ permite que, como Juzgados especializados,
puedan instaurarse «Juzgados de ejecutorias», que conocen de la ejecución de todas las sentencias
dictadas por los demás Juzgados de su circunscripción.

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3. TRATAMIENTO PROCESAL

A) DE OFICIO

• La competencia funcional, en tanto que presupuesto procesal, es vigilable de oficio a lo largo de todo
el procedimiento. Al igual que la jurisdicción o la competencia objetiva, la infracción de las normas que
la disciplinan acarrea una nulidad radical (art. 238.1 LOPJ).

B) A INSTANCIA DE PARTE

• Las partes también pueden denunciar el incumplimiento de la competencia funcional por la vía de la
declinatoria, que es reclamable para denunciar «la falta de competencia de todo tipo» (art. 63.1,
segundo inciso). Incluso, habida cuenta de su naturaleza de orden público, puede también ser discutida
en la comparecencia previa del juicio ordinario.
• Asimismo, la parte interesada puede denunciar su violación en cualquier estadio del procedimiento
anterior al momento de dictar sentencia (art. 240.2 LOPJ).
• Si se interpusiera un recurso ante un órgano jurisdiccional funcionalmente incompetente, inadmitirá
el recurso previa audiencia de las partes. La parte gravada dispondrá de un plazo de diez días para
interponer el recurso ante el tribunal competente (art. 62).

V. LA COMPETENCIA FUNCIONAL EN EL REPARTO DE LOS ASUNTOS

1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO

• Se entiende por «reparto de los asuntos» la actividad procesal de los Jueces Decanos o Presidentes
de los Tribunales y Audiencias, consistente en asignar a un órgano jurisdiccional el conocimiento
de una demanda o recurso determinado en aquellas demarcaciones que tengan una pluralidad de
órganos jurisdiccionales (regulada en los artículos 68-70 LEC).

• En esos casos, una vez determinada la competencia objetiva, funcional y territorial de la fase
declarativa o de impugnación será necesario asignar el conocimiento de la demanda o recurso
determinado con arreglo a unas bases objetivas que distribuyan equitativamente la carga de
trabajo, y que, sobre todo, no infrinjan el derecho al juez legal.
• Tradicionalmente la naturaleza de esta actividad se consideraba meramente gubernativa, sin
incidencia alguna en la esfera del proceso. De esta concepción participa todavía nuestra LOPJ. No
obstante, de sustentar en exclusiva esa naturaleza meramente gubernativa, bien podría el actor
manipular sobre el reparto de los asuntos a fin de que conociera de su demanda o recurso un
determinado Juzgado que, por razones técnicas o incluso ideológicas, fuera proclive a su pretensión,
lo que vulneraría el derecho fundamental al juez legal, independiente y sometido al imperio de la Ley
(art. 118.1 CE).

• Por esta razón, la finalidad del reparto estriba actualmente en obtener una distribución objetiva de los
asuntos entre los distintos Juzgados y Tribunales que asegure su independiente constitución, antes
que asegurar el reparto equitativo de los asuntos. Así, su naturaleza hoy ha de considerarse como
procesal, susceptible incluso, de fundar un recurso de amparo contra actos del Poder Judicial.

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2. REQUISITOS

• Procede el reparto en los supuestos de de órgano jurisdiccional plural, tal y como señala el art 68.1
LEC: «Todos los asuntos civiles serán repartidos entre los Juzgados de Primera Instancia cuando haya
más de uno en el partido. La misma regla se aplicará a los asuntos de los que deban entender las
Audiencias Provinciales cuando estén divididas en Secciones».
▪ Interposición de una demanda. Si se tratara de la interposición de una demanda, el órgano
jurisdiccional competente para decidir su reparto es el Juez Decano, auxiliado por su LAJ.
▪ Interposición de un recurso. Si se tratara de la interposición de un recurso, el órgano jurisdiccional
competente para decidir su reparto es el Presidente de una Audiencia o del TS.

• Corresponde a las Salas de Gobierno de los TSJ aprobar las normas de reparto de su circunscripción,
las cuales contienen criterios objetivos de distribución de los asuntos, y que han de hacerse públicos
(arts. 167 y 232.2 LOPJ). La actividad de reparto, se limitará a la aplicación de tales criterios a todos y
cada uno de los asuntos ingresados en uno o dos días, siendo objetivamente distribuidos entre los
distintos Juzgados o tribunales que integran el órgano jurisdiccional. A tal efecto, el Juez Decano
extenderá una «diligencia de reparto» sobre el escrito de iniciación del proceso en el que constará el
número de Juzgado o de Sección funcionalmente competente. Si faltara esta diligencia, y sólo por esa
causa, el tribunal rechazará de plano la tramitación de la solicitud (art. 68.2 LEC).

3. MEDIOS DE IMPUGNACIÓN

• Cuando el reparto de los asuntos infringiera las normas de reparto o, lo que es peor, el derecho al juez
legal, la parte gravada debe reaccionar inmediatamente contra dicha vulneración, habiéndose de
distinguir dos supuestos diferenciados:

1. Si el demandado conoce de dicha infracción en el momento de la presentación del escrito o


solicitud de incoación de las actuaciones, el art. 68.3 LEC le prohíbe la utilización de la
declinatoria, pero permite su impugnación, remitiéndose tácitamente al recurso «gubernativo»
contemplado en el art. 168.2.a) LOPJ, precepto que faculta al Juez Decano a decidir de tales
impugnaciones contra las propuestas de reparto efectuadas por su LAJ.

2. Si la parte interesada (es decir, tanto el demandante, como el demandado) conociera de dicha
infracción posteriormente, cuando el asunto se encuentra ya asignado a un determinado Juzgado
o Sección que reputara incompetente, el art. 68.4 LEC autoriza a la parte a instar su nulidad «en el
trámite procesal inmediatamente posterior al momento en que la parte hubiera tenido
conocimiento de la infracción de las normas de reparto», siempre y cuando «dicha infracción no se
hubiere corregido conforme a lo previsto en el apartado anterior».
• En este último supuesto, la nulidad habrá de fundarse en la falta de competencia funcional
contemplada en el art. 238.1 LOPJ. El Juzgado o Sección habrá de oír a la contraparte (art. 240.2 LOPJ)
y dictar auto, en el que, si apreciara este motivo de nulidad, así lo declarará e informará a la parte de
su derecho de volver a someter su asunto a reparto.

• Si la vulneración de las normas de reparto tuviera por objeto atentar a la independencia judicial a fin
de mediatizar el contenido de la sentencia en un sentido determinado y no se restableciera el derecho
al juez legal, podrá la parte gravada, previa la oportuna protesta y el agotamiento de los recursos,
interponer, en su día, el recurso constitucional de amparo.

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LECCIÓN III.- LOS PRESUPUESTOS PROCESALES


DEL ÓRGANO JURISDICCIÓNAL (II)

I. LA COMPETENCIA TERRITORIAL

1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO

• Se entiende por competencia territorial las normas procesales que, en atención a la demarcación
judicial, asignan el conocimiento en primera instancia de los objetos litigiosos entre los distintos
Juzgados de un mismo grado (es decir, entre los Juzgados de Paz o de Primera instancia) de todo el
territorio nacional.

• Tradicionalmente la competencia territorial respondía al principio de la autonomía de la voluntad de


las partes, de tal forma que si ellas habían pactado su sumisión a los Juzgados de una determinada
demarcación.

• La LEC 1/2000, si bien formalmente estos negocios jurídico-procesales, pero el catálogo de excepciones
a dicha regla es tan extenso, que permite sustentar que actualmente la regla general es la de que la
competencia territorial, al igual que la competencia objetiva y la funcional, es inderogable y se rige
también por normas imperativas.
• En este cambio de política legislativa en el régimen de la competencia territorial han intervenido
diversos factores, tales como la consagración, en el art. 24.2 CE, del derecho al «juez predeterminado
por la Ley» que se compadece mal con los pactos de sumisión de las partes, la necesidad de proteger
los intereses de la parte más débil en la contratación y razones de economía procesal.

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2. LOS FUEROS LEGALES

• Los fueros legales son los criterios de atribución de la competencia territorial a los órganos
jurisdiccionales de una determinada demarcación judicial. Debemos distinguir:

A) FUERO LEGAL COMÚN (DISTINCIÓN ENTRE PERSONAS FISICAS Y JURÍDI-


CAS)

a) Las personas físicas

• Tratándose de una persona física, que ha de ser demandada en un proceso, el art. 50 LEC dispone que
«Salvo que la ley disponga otra cosa, la competencia territorial corresponderá al tribunal del
domicilio del demandado y si no lo tuviere en el territorio nacional, será juez competente el de su
residencia en dicho territorio». De este modo, el art. 54.1 LEC permite su derogación por las partes
a través de un convenio de sumisión expresa con las excepciones contempladas en dicho precepto.
• Por ello, el criterio del domicilio del demandado NO será reclamable cuando nos encontremos ante
alguna de las materias contempladas en el art. 52.1, 1º y 4º a 15º y 52.2, en cuyo caso regirá siempre el
fuero especial previsto en dichas normas. Ni cuando, tratándose de materias diferentes estas, exista
un convenio previo de sumisión a los Juzgados de una determinada demarcación.

• Si no existiera dicho convenio previo de sumisión, tampoco se aplicará el fuero común, sino el previsto
en los números 2°, 3° Y 16° del art. 52.1, cuando el objeto litigioso se encuentre comprendido en dichos
preceptos.
• Si el demandado NO tuviere domicilio en España se aplicará el fuero de su residencia o en su
defecto, el del lugar en el que se encontrara. A falta de determinación de todos estos criterios, se
aplicará el criterio del lugar del domicilio del actor (art. 50.1 y 2).
• Tratándose de empresarios o profesionales, se les podrá demandar donde presten su actividad (art.
50.3).

b) Las personas jurídicas

• El fuero de las personas jurídicas es el de su domicilio social, pudiendo ser también demandadas
donde haya nacido la relación jurídico-material o deba surtir sus efectos, siempre que en dicho lugar
tengan establecimiento abierto al público o legal representante (art. 51.1).

• Los entes sin personalidad jurídica pueden ser demandados en el lugar del domicilio de sus gestores
o donde ejerzan su actividad (art. 51.2).

• También este criterio común del domicilio de la persona jurídica, lo es «salvo que la Ley disponga otra
cosa», por lo que han de ser de aplicación las consideraciones sobre los fueros legales imperativos y
cláusulas de sumisión efectuadas con respecto a las personas físicas.

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B) FUEROS LEGALES ESPECIALES ( FUEROS IMPERATIVOS Y FUEROS DISPOSI-


TIVOS)

a) Fueros imperativos

• Estos fueros nunca permiten su derogación por la autonomía de la voluntad de las partes y han
de ser vigilados de oficio (art. 58). Son fueros legales imperativos los contemplados 52.1
apartados 1º y [4º a 15º] y art. 52.2» (art. 54.1 LEC) . Tal relación no constituye un «numerus
clausus», a ella todavía cabe incorporar los fueros contemplados en otras normas procesales o
especiales.

• Lo primero que debe hacer un demandante, con anterioridad a la interposición de la demanda, es


comprobar si el bien litigioso, que encierra su pretensión, se encuentra comprendido en alguna de las
referidas materias. En ese caso, ha de interponer su demanda ante los Juzgados preestablecidos por
dichas normas, y no en el del domicilio del demandado, ni donde determine una hipotética cláusula
contractual de sumisión, que ha de tenerse siempre por no puesta ante la vigencia de tales fueros
especiales imperativos.

b) Fueros especiales dispositivos

Por obra del art. 54.1 LEC, los restantes fueros especiales del art. 52 son de carácter dispositivo
(art. 52 LEC, apart. 2º, 3º y 16º). (presentación y aprobación de las cuentas, obligaciones de garantía o
complemento de otras anteriores, y la acción de cesación en defensa de los consumidores y usuarios).

• Estos fueros especiales presentan la particularidad de que pueden ser excepcionados por las partes a
través de la sumisión expresa (art. 54.1). No obstante, si no existiera dicho convenio de sumisión a
unos tribunales determinados, tienen la virtualidad de inaplicar el fuero común del domicilio del
demandado.

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3. LOS FUEROS CONVENCIONALES: LA SUMISIÓN

• Si el bien litigioso no se encontrara comprendido en alguna de las excepciones contenidas en el art. 54


LEC, son válidos los acuerdos libremente estipulados por las partes acerca de la sumisión a los
Juzgados de una determinada circunscripción territorial.
• Las excepciones a la sumisión expresa o tácita de las partes a los tribunales de una determinada
circunscripción son las siguientes (art. 54.1 y 2 LEC):
▪ Los fueros legales imperativos (reglas establecidas en los números 1º y 4º a 15º del art. 52.1 y art.
52.2)

▪ Los asuntos que deban dilucidarse a través del juicio verbal.


▪ Los contratos de adhesión, los que versen sobre condiciones generales de la contratación y los
celebrados con los consumidores.

• Con exclusión de las anteriores materias, las partes pueden, expresa o tácitamente, someterse a los
Juzgados de una demarcación determinada, siempre y cuando respeten su competencia objetiva (art.
54.3). De este modo, no cabe dicha sumisión a un Juzgado de Paz, cuando la pretensión haya de
plantearse ante un Juzgado de Primera Instancia, y viceversa.

A) LA SUMISIÓN EXPRESA

• Se entenderá por sumisión expresa la pactada por los interesados designando con precisión la
circunscripción a cuyos tribunales se sometieren (art. 55 LEC). Junto a la circunscripción de los
tribunales, también hay que reflejar en dicho pacto la relación jurídico material que pueda provocar el
litigio. Además, resulta aconsejable que, a efectos probatorios, quede constancia del litigio por escrito.
• La sumisión expresa es un negocio jurídico procesal, accesorio de otro principal, en virtud del cual las
partes de un contrato deciden libre y voluntariamente someter la aplicación, interpretación o rescisión
del mismo a la jurisdicción de los Juzgados de una determinada demarcación judicial. En la práctica,
dicho negocio jurídico suele plasmarse mediante una cláusula de cierre a un determinado contrato.

B) LA SUMISIÓN TÁCITA

• La sumisión tácita exige, como requisito previo, que el actor interponga la demanda ante un Juzgado
que no sea territorialmente competente (normalmente, con olvido del fuero común y por razones de
comodidad, ante los de su propio domicilio) y, sobre todo, que el demandado se aquiete a dicha
solicitud ante el Juzgado incompetente. En cualquier otro caso, habrá necesariamente de interponer,
como cuestión previa, la declinatoria, dentro del plazo de diez días del común a la contestación a la
demanda.
• Si el demandado no interpone, en dicho preclusivo plazo, la declinatoria, se consumará la sumisión
tácita y el Juzgado, que carecía de competencia territorial, pasará a ostentarla, sin que pueda el
demandado denunciar su incompetencia en un momento posterior (por ejemplo, como excepción en
la contestación a la demanda, ni pueda tampoco el juez rehusar el conocimiento del asunto, salvo que,
por la naturaleza de la pretensión, se haya vulnerado algún fuero legal imperativo de los contemplados
en el art. 54 y que ocasionan la improcedencia de todo tipo de sumisión).
• A dicha regla se aplican dos excepciones, la de la falta de Jurisdicción española, que puede
acumularse al fondo en la contestación de la demanda y la excepción de arbitraje pendiente, que
puede formularse también en dicho trámite de contestación de la demanda.
• La sumisión tácita convierte en ineficaz a una sumisión expresa, pues, si las partes se someten
tácitamente a la jurisdicción de los tribunales de una determinada demarcación judicial, que no es la
que había sido pactada previamente mediante sumisión expresa, en realidad, lo que ocasionan es el
nacimiento de un nuevo convenio de sumisión con abolición del anteriormente suscrito.

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4. TRATAMIENTO PROCESAL

• En el tratamiento procesal de la competencia territorial debemos distinguir entre:

A) FUEROS IMPERATIVOS

• El tribunal examinará siempre de oficio (previa audiencia de las partes) su propia competencia,
cuando, por la naturaleza del objeto litigioso, nos encontráramos ante un fuero imperativo de los
exceptuados por el art. 54 LEC de la sumisión expresa o tácita de las partes.
• El Juez no debe admitir la demanda ante la inexistencia de competencia territorial. De admitir la
demanda, se produciría la «perpetuatio jurisdiccionis», que es uno de los efectos esenciales de la
litispendencia o de los efectos de la admisión de la demanda (arts. 410-411).

• No obstante, podría ocurrir que dicho defecto pasara inadvertido para el Juez. En este caso no
existe ningún obstáculo para que, en la comparecencia previa, el Juez examine de oficio su falta de
competencia territorial. El art. 416.2 LEC tan sólo prohíbe dicho examen de las manifestaciones de la
competencia que hayan de hacerse valer exclusivamente a través de la declinatoria. Sin embargo, en
el caso de los fueros imperativos no es de aplicación, en virtud de lo dispuesto en el art. 58 LEC.

B) FUEROS CONVENCIONALES

• Fuera de los casos en que la competencia territorial venga fijada por la ley en virtud de reglas
imperativas, la falta de competencia territorial solamente podrá ser apreciada cuando el demandado
o quienes puedan ser parte legítima en el juicio propusieren en tiempo y forma la declinatoria.

• En este caso, el demandado habrá de interponer la declinatoria, que opera aquí como una auténtica
«excepción» procesal, ya que, si no la plantea expresamente, se producirá una sumisión tácita (art.
56.2), que impedirá su examen de oficio, pues las normas que disciplinan la competencia territorial en
los fueros convencionales no la convierten en un auténtico presupuesto procesal.

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5. LOS CONFLICTOS DE INCOMPETENCIA Y LA DECLINATORIA

• En materia de denuncia de la incompetencia territorial, la LEC contempla dos tipos de conflictos:

A) LOS CONFLICTOS NEGATIVOS DE COMPETENCIA

• El art. 60 LEC se refiere expresamente a los conflictos negativos de competencia. Conforme a este art.,
habiéndose inhibido, bien de oficio o mediante declinatoria, un Juzgado a favor de otro, hay que
distinguir si se ha respetado la audiencia previa de las partes:
▪ Habiéndose cumplido la audiencia previa de las partes, «el tribunal al que se remitieren las
actuaciones estará a lo decidido y no podrá declarar de oficio su falta de competencia territorial» (art.
60.1).

▪ Si no se hubiera observado la audiencia previa de las partes, el tribunal al que se remitieran las
actuaciones también podrá declarar de oficio su falta de competencia territorial (art. 60.2), en cuyo
caso el art. 60.3 dispone que «La resolución que declare la falta de competencia mandará remitir
todos los antecedentes al tribunal inmediato superior común, que decidirá por medio de auto, sin
ulterior recurso, el tribunal al que corresponde conocer del asunto, ordenando, en su caso, la
remisión de los autos y emplazamiento de las partes, dentro de los diez días siguientes, ante dicho
tribunal».

B) LA DECLINATORIA

a) Concepto

• El modo más usual de plantear los conflictos de jurisdicción y de competencia consiste en interponer
una declinatoria, en cuya virtud «el demandado y los que puedan ser parte legítima en el juicio
promovido podrán denunciar la falta de jurisdicción del tribunal ante el que se ha interpuesto
la demanda, por corresponder el conocimiento de ésta a tribunales extranjeros, a órganos de
otro orden jurisdiccional, a árbitros o a mediadores».

• La declinatoria es una excepción que ha de plantearse como excepción previa en los siguientes
momentos:
▪ En el juicio ordinario -> Dentro de los diez primeros días (art. 64.1 LEC) del plazo común de veinte
para contestar a la demanda (art. 404 LEC).
▪ En el juicio verbal -> En los cinco días posteriores a la citación para la vista (arts. 64.1 y 443 LEC).

• Mediante la excepción de la declinatoria (en los plazos citados) pueden denunciarse el incumplimiento
de los siguientes presupuestos procesales:
▪ La competencia territorial o falta de Jurisdicción de los Tribunales españoles.
▪ La falta de Jurisdicción de los tribunales civiles, por pertenecer el conocimiento del objeto procesal a
otro orden jurisdiccional.
▪ La excepción de arbitraje o de pendiente compromiso, por tener que conocer o estar conociendo
ya un tribunal arbitral como consecuencia de la previa suscripción por las partes de un convenio
arbitral.
▪ La falta de competencia objetiva.

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b) Procedimiento

• Una vez planteada la declinatoria en el preclusivo plazo indicado, se abre un procedimiento


incidental y suspensivo del objeto principal en el que el tribunal le da traslado de la solicitud de
declinatoria y de sus documentos justificativos al actor para que conteste esta excepción en el plazo
de cinco días (art. 65.1).
• La única prueba admisible es la documental que aporten las partes en sus escritos de
alegaciones.
• El tribunal, sin celebración de vista, dicta auto «dentro del quinto día siguiente» (un plazo
frecuentemente incumplido en la práctica forense) en el que, si estimara esta excepción, habrá de
circunscribirse a su declaración de incompetencia en los casos de falta de jurisdicción por competencia
internacional o arbitraje.
• No obstante, tratándose de la falta de jurisdicción por tener que conocer del asunto otro orden
jurisdiccional o de falta de competencia objetiva o territorial, junto a dicha declaración negativa, habrá
de indicar también el orden jurisdiccional, Juzgado o tribunal objetiva o territorialmente
competente, debiendo señalar, en este último caso, como competente el indicado por
demandado, si la asignación de la competencia no se efectuara en virtud de la aplicación de
fueros especiales imperativos.

C) MEDIOS DE IMPUGNACIÓN

• Tal y como recoge el art. 67 LEC, contra los autos en materia de competencia territorial no cabe
recurso alguno, sin embargo, tratándose de la resolución de la competencia internacional, arbitraje,
de otro orden jurisdiccional u objetiva hay que distinguir:
▪ Contra el auto de inhibición cabe la interposición de recurso de apelación.
▪ Contra el auto que rechace esta excepción, tan sólo cabe interponer el recurso de reposición (art.
66).
• En cualquier caso, la parte gravada por esta resolución, bien mediante escrito independiente, bien en
el recurso de reposición, debe formular su respetuosa protesta por la infracción de tales normas sobre
la jurisdicción o la competencia (art. 459 LEC).
• Idéntico presupuesto procesal de invocación en la instancia de la norma procesal vulnerada contempla
el art. 469.2 en todo lo relativo a la interposición del recurso de casación por infracción procesal.
• Pero la interposición de dicho recurso extraordinario tan sólo puede suceder por infracción de las
normas relativas a la «jurisdicción y competencia objetiva o funcional» (art. 469.1.1), y no de las que
disciplinan la competencia territorial.

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II. LA COMPETENCIA TERRITORIAL POR CONEXIÓN


• Cuando el actor desea acumular en su demanda distintas pretensiones (compatibles y con respecto a
la competencia objetiva) contra un mismo o varios demandados (por ejemplo, la rescisión de un
contrato y la petición de indemnización de daños y perjuicios) se produce un fenómeno de
acumulación objetiva y/o subjetiva, en la terminología legal, de acciones, en el que puede suceder
que exista, con respecto a tales demandados o acciones una concurrencia de fueros legales.
• En este supuesto, hay que acudir a los criterios determinantes de la competencia territorial por
conexión de las pretensiones, contemplados en el art. 53:

▪ En primer lugar, la competencia se determinará por el fuero de la acción principal (en el


ejemplo utilizado, el de la rescisión del contrato).

▪ En segundo lugar, y si todas ellas tuvieran carácter principal, ante el juez de la demarcación que haya
de conocer del mayor número de pretensiones acumuladas.
▪ En defecto de los anteriores criterios, al del lugar donde haya de deducirse la pretensión con mayor
importancia cuantitativa.

• Si la acumulación fuera exclusivamente subjetiva contra varios demandados o litisconsortes y no


existiera ningún fuero prevalente de conformidad con lo establecido en los artículos 52 y 53.1, el art.
53.2 LEC dispone que el actor podrá interponer su demanda ante el Juzgado del domicilio del
demandado que estimara oportuno.

• En materia del procedimiento para denunciar la infracción de tales criterios legales hay que distinguir
la naturaleza de los fueros concurrentes de las pretensiones acumuladas:

▪ Tratándose de fueros legales imperativos, en primer lugar, se impone su examen de oficio y


aplicación de tales fueros legales, frente a los convencionales, y en segundo lugar, si dichos fueros
legales imperativos fueran concurrentes, hay que aplicar el criterio de la acción principal.

▪ Tratándose de una conexión de pretensiones con fueros convencionales, la incompetencia territorial


ha de denunciarse a través de la declinatoria, produciéndose, en cualquier otro caso, una sumisión
tácita.

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LECCIÓN IV.- LOS PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES (I)

I. LAS PARTES Y SUS PRESUPUESTOS PROCESALES


• Las partes de un proceso, también han de observar el cumplimiento de determinados presupuestos
procesales subjetivos, sin la cual, el tribunal no podrá dictar una sentencia de fondo, exponiéndose las
partes a una sentencia desfavorable a sus respectivas pretensiones o defensas.
• No obstante, esta carga procesal recae, sobre todo, en el demandante, ya que la inobservancia
de un presupuesto procesal ocasiona una sentencia absolutoria en la instancia, en la que el
órgano jurisdiccional se verá impedido de otorgar la satisfacción material de su pretensión e
inadmitirá su demanda. En este caso el demandante podría volver a interponerla, pero, ahora si
cumpliendo con los presupuestos procesales que impidieron el examen de la relación jurídico material
debatida.

1. CONCEPTO Y CLASES

• Partes son únicamente quienes interponen la pretensión (actor) y se oponen a ella mediante el escrito
de contestación (demandado).
• El concepto de parte se diferencia del de tercero, que puede intervenir también en el proceso (por
ejemplo, en calidad de testigo o de perito). Sin embargo, a diferencia de las partes, no es titular de
derecho subjetivo, ni ha de cumplir obligación alguna derivada de la relación jurídico material debatida,
ni ostenta interés legítimo derivado de dicha relación, ni ha de soportar los efectos de la sentencia.
• El concepto y el estatus jurídico de las partes vienen determinados por la legitimación.
Atendiendo a la relación jurídico material que vincula a las partes con el objeto principal, cabe distinguir
las partes principales, de las partes subordinadas:
▪ Partes principales. Son partes principales quienes, por ser titulares de la relación jurídico material
debatida y por verse expuestos a los futuros efectos directos de la sentencia, están legitimadas para
deducir la pretensión u oponerse a ella, delimitan el objeto del proceso y generan la obligación del
juez de congruencia en la sentencia, contra la que pueden recurrir con independencia.
▪ Partes subordinadas. Las partes subordinadas (los intervinientes adhesivos o coadyuvantes) se
encuentran en una relación jurídica dependiente de otra principal, por lo que tan sólo han de sufrir
los efectos reflejos o indirectos de la sentencia. Por ello, ni delimitan el objeto del proceso, ni pueden
transigir sobre el mismo, ni pueden impugnar la sentencia con independencia.

2. DETERMINACIÓN

• Las partes no pueden, sin más, comparecer en el proceso, sino que han de cumplir también con los
presupuestos procesales que les son propios y cuya ausencia impedirá al juez el examen de la relación
jurídica debatida. Vienen determinados por los siguientes extremos:
▪ En la fase declarativa, por la capacidad para ser parte y de actuación procesal, la representación y
postulación procesal, la aptitud de conducción procesal y el litisconsorcio necesario.

▪ En la fase de impugnación, por los presupuestos comunes de gravamen y la conducción procesal y


los presupuestos especiales, consistentes en la suma de gravamen y la caución para recurrir.

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II. LA CAPACIDAD PARA SER PARTE Y DE ACTUACIÓN PROCESAL


• Al igual que en Derecho Civil se distingue entre capacidad jurídica y capacidad de obrar, también en
Derecho Procesal se diferencian los conceptos de capacidad para ser parte y de actuación procesal.

1. LA CAPACIDAD PARA SER PARTE. CONCEPTO

• La capacidad para ser parte es la aptitud requerida por la Ley para poder ser demandantes o
demandados, ostentar la titularidad de los derechos, obligaciones, posibilidades procesales y cargas
procesales y asumir las responsabilidades y efectos que se deriven del proceso, y, de modo especial,
los efectos materiales de la cosa juzgada.

• La capacidad para ser parte, aunque de forma mas amplia, se corresponde con la capacidad
jurídica del Derecho Civil y asiste a todos los sujetos del Derecho: tanto a las personas físicas, como
a las jurídicas..

• La capacidad para ser parte permite el libre acceso, no sólo a toda persona física y jurídica legalmente
constituida, sino también a los patrimonios autónomos, organizaciones de personas y entes jurídicos
que, aunque no tengan plena capacidad jurídica, se vean obligados a impetrar, a través del proceso, el
auxilio de los tribunales o puedan sufrir los efectos de una sentencia. Por esta razón, el art. 6 LEC les
confiere a todos ellos dicha capacidad para comparecer en el proceso y deducir una pretensión u
oponerse a ella.

2. DETERMINACIÓN

• “Ostentan capacidad para ser parte, no sólo las personas físicas y jurídicas, sino también el Ministerio Fiscal, las masas
patrimoniales o los patrimonios separados que carezcan de titular o que se hayan privados de sus facultades de disposición y
administración, las entidades sin personalidad jurídica que la Ley les reconozca dicha capacidad, los grupos de consumidores o
usuarios determinados o determinables y las entidades habilitadas por la legislación comunitaria para el ejercicio de las acciones
de cesación” (art. 6.1 LEC).

A) EL MINISTERIO FISCAL

• El Ministerio Fiscal (MF) goza de plena capacidad para ser parte. Así lo reconoce el art. 6.1.6º LEC,
en todos aquellos procesos en los que deba intervenir como consecuencia de su especial misión
constitucional de defensa de la legalidad y de los derechos de los ciudadanos (art. 124.1 CE).
• El MF goza de una personalidad jurídica única y está sometido a los principios de unidad y
dependencia jerárquica. La capacidad para ser parte del MF en el proceso civil ha de circunscribirse
a aquellos objetos litigiosos en los que exista un interés social o hayan de ser tutelados los intereses
de menores o de personas desvalidas (art. 3.6 y 7 EOMF), es decir, en los denominados «procesos
civiles inquisitorios», como lo son los referentes a las cuestiones de estado civil y los procesos de
familia.
• De esta manera, tanto el del Código Civil, como la LEC confieren legitimación para intervenir como
parte principal al MF en los procesos de Incapacitación, nulidad matrimonial y en los de determinación
e impugnación de la filiación, declaración de prodigalidad, expedientes de tutela, expedientes de
adopción, en los procesos de alimentos y en general, en todos los procesos de familia, capacidad y
filiación en los que puedan comprometerse los intereses de menores, incapaces o ausentes.
• Asimismo, el MF ostenta la capacidad genérica para provocar la incoación o comparecer en los
procesos civiles para la defensa del honor de las personas fallecidas y a otros derechos fundamentales
en los que exista un interés constitucionalmente relevante.

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B) LAS PERSONAS FÍSICAS Y JURÍDICAS

1) Las personas físicas

• El art. 6.1.1º otorga expresamente capacidad para ser parte a todas las personas físicas o naturales,
cuya determinación realiza el art. 30 del Código Civil.
• Asimismo, el art. 6.1.2º LEC, confiere también dicha capacidad al «nasciturus», para todos los efectos
que le sean favorables.
• Con base en el art. 24.1 CE, toda persona física, sea española, ciudadana de la Unión Europea o
extranjera, ostenta, por el solo hecho de serlo, capacidad para ser parte, así como el derecho a litigar
gratuitamente cuando carezca de recursos económicos (art. 119 CE), y ello, aun cuando se trate de un
extranjero «ilegal» o que no resida legalmente en España.
• La capacidad civil se extingue por la muerte de las personas (art. 32 del Código Civil) y, también «mortis
casusa», la capacidad para ser parte, en cuyo caso habrá de producirse un fenómeno de sucesión
procesal, contemplado en el art. 16 LEC. El fallecimiento de una parte en el curso del proceso obliga a
su comunicación a la contraria a fin de posibilitar dicha sucesión.

2) Las personas jurídicas

• El art. 6.3º LEC confiere capacidad para ser parte a las personas jurídicas.

• Por personas jurídicas no debemos entender sólo las civiles, sino también las mercantiles e incluso las
personas jurídicas públicas que, cuando actúan sometidas al Derecho Privado, pueden demandar o
ser demandadas en un proceso civil.

• También las personas jurídicas se extinguen por las causas previstas en la Ley, en cuyo caso no pueden
ser demandadas en un proceso. Sin embargo, y al igual que sucede con las personas físicas, si se
produjera la extinción de una sociedad en el curso de un proceso, ha de ser comunicada dicha sucesión
material a la contraparte.

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C) LAS MASAS PATRIMONIALES

• La LEC confiere expresamente, en su art. 6.1.4º, capacidad para ser parte a «Las masas patrimoniales
o los patrimonios separados que carezcan transitoriamente de titular o cuyo titular haya sido privado
de sus facultades de disposición y administración».
• Por dichas masas patrimoniales cabe entender a las «uniones sin personalidad jurídica», las «masas
patrimoniales» y los «patrimonios separados» que carezcan transitoriamente de titular.

1) Las uniones sin personalidad jurídica

• Las uniones sin personalidad jurídica son agrupaciones de personas físicas con patrimonio propio,
pero sin capacidad jurídica, por no haberse constituido como personas jurídicas, civiles o mercantiles,
con arreglo a lo dispuesto en la Ley. (asociaciones deportivas no inscritas, etc)
• No obstante carecer de personalidad jurídica, el art. 6.1.4º LEC les otorga capacidad para ser
parte.

• Todas esas entidades, aun cuando no cumplan con los requisitos exigidos para dotarlas de
personalidad jurídica (escritura pública e inscripción en el pertinente Registro), ostentan capacidad
para ser parte para la defensa de sus intereses legítimos en la medida en que realizan válidamente
negocios jurídicos.

• En definitiva, desde el momento en que dos o más personas deciden asociarse y, en nombre de esa
unión sin personalidad jurídica, realizan negocios jurídicos, ostentan capacidad para ser parte. De los
daños que cause un ente de este tipo responde el patrimonio adscrito a tal fin, y el de sus gestores.

2) Masas patrimoniales

• Las masas patrimoniales son conjuntos de bienes que, sin estar adscritos a un contrato de sociedad,
pueden pertenecer a una o a más personas. El ejemplo típico es la comunidad de bienes, en la que la
propiedad de una cosa pertenece «pro indiviso» a varias personas (392 del Código Civil), y, en la medida
en que participan de dicha naturaleza, la sociedad de gananciales, la propiedad horizontal, la herencia
yacente que transitoriamente permanece sin titular, o la comunidad vecinal de montes en mano
común.

• En todas estas masas patrimoniales no existe precepto alguno que les confiera capacidad para ser
parte lo que no ha constituido obstáculo alguno para que la jurisprudencia les haya reconocido a todos
estos entes capacidad para ser parte.

3) Los patrimonios separados

• El art. 6.1.4º LEC reconoce capacidad para ser parte a «(…) los patrimonios separados que carezcan
transitoriamente de titular o cuyo titular haya sido privado de sus facultades de disposición y
administración» (por ej. las empresas en administración concursal, en las que el concursado no puede
disponer de la administración de los bienes.)

• Los patrimonios separados vienen determinados por la «masa del concurso», la cual, más que carecer
de titular (carece de titular, por ejemplo, la herencia yacente hasta su aceptación), pues pertenece al
concursado, en realidad, constituye un supuesto de falta de disposición y administración de dicho
patrimonio, que corresponde a la administración concursal para el ejercicio de acciones de índole no
personal del concursado. De dichas acciones personales, es el propio concursado quien ostenta la
capacidad para ser parte.

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D) LAS ENTIDADES SIN PERSONALIDAD JURÍDICA

• El art. 6.1.5º LEC establece que «1. Podrán ser parte en los procesos ante los tribunales civiles: (…) 5º.
Las entidades sin personalidad jurídica a las que la ley reconozca capacidad para ser parte».
• Este precepto ha de ponerse en relación con lo dispuesto en el art. 6.2 LEC. El art. 6.2 LEC reconoce la
capacidad para ser parte «demandada» a las «entidades que, no habiendo cumplido los requisitos
legalmente establecidos para constituirse en personas jurídicas, estén formadas por una pluralidad de
elementos personales y patrimoniales puestos al servicio de un fin determinado».
• Existen entidades sin personalidad jurídica, a las que la jurisprudencia les ha otorgado la capacidad
para ser parte como las masas patrimoniales, como la comunidad de bienes o de propietarios.

1) Sociedad mercantil irregular y Uniones temporales de Empresa (UTEs)


• A la relación anterior de entidades sin personalidad jurídica hay que incorporar a la «sociedad
mercantil irregular» y a las «Uniones Temporales de Empresa».
• En relación a las Uniones Temporales de Empresa la jurisprudencia del TS les ha otorgado la capacidad
para ser parte, pudiendo demandar y ser demandadas con independencia de que también lo sean sus
socios o sociedades asociadas, ya que, de los actos y negocios efectuados con terceros, responden
solidaria e ilimitadamente con el patrimonio de ellos.

2) Entidades con personalidad jurídica atípica


• Existen entidades con personalidad jurídica atípica, es decir, no subsumible en las categorías legales
de las sociedades mercantiles, a las que los tribunales debieran otorgarles también la capacidad para
ser parte. Como ejemplo de este grupo podemos citar a las agrupaciones de interés urbanístico o a las
Juntas de Compensación Urbanística.
• En todo caso, si estos entes sin personalidad jurídica o con capacidad jurídica limitada hubieran
contratado o hubieran actuado, en calidad de demandantes, en un proceso determinado, no pueden
posteriormente aducir su falta de capacidad para ser parte demandada, ni se podrá negar a ser parte
en la contestación a la demanda y admitirla en la reconvención, pues tales conductas atentarían al
principio de que «nadie puede ir contra sus propios actos» (STS).

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E) LOS GRUPOS DE CONSUMIDORES Y USUARIOS

1) Grupos de consumidores y usuarios

• Se regula en el art. 6.1.7º LEC del que destacamos las siguientes notas:
▪ Capacidad y legitimación. es necesario que tales grupos de consumidores sean «afectados por un
hecho dañoso», lo que produce la exclusión de la capacidad para ser parte de los grupos de
consumidores y usuarios en la interposición de pretensiones meramente declarativas.
▪ Grupos determinados o fácilmente determinables. La norma no concede capacidad para ser
parte y de conducción procesal a los colectivos generales de consumidores y usuarios, ni la de los
intereses difusos (cuya legitimación se contempla en los números 1º y 3º del art. 11).

▪ Grupo que se constituya con la mayoría de los afectados. para determinar esa mayoría, parece
aconsejable, con carácter previo a la interposición de la demanda, solicitar la práctica de la diligencia
preliminar contemplada en el art. 256.1.6º LEC.

2) Entidades habilitadas conforme a la normativa comu-


nitaria europea para el ejercicio de las acciones de
cesación

• El art. 6.1.8º LEC establece que podrán ser parte en los procesos ante los tribunales civiles las entidades
habilitadas conforme a la normativa comunitaria europea para el ejercicio de la acción de cesación en
defensa de los intereses colectivos y de los intereses difusos de los consumidores y usuarios.

• Esta normativa pretende ser un instrumento procesal para facilitar el recíproco reconocimiento de las
asociaciones extranjeras, garantizándoles idéntica capacidad para actuar judicialmente que aquélla
que disfrutan las organizaciones nacionales, con el fin de proveer de un sistema eficaz de resolución
de controversias transfronterizas, que puedan surgir entre los consumidores y operadores económicos
en el interior de la Unión Europea.

3. LA CAPACIDAD PROCESAL. CONCEPTO

• La capacidad procesal o de actuación procesal es la aptitud para ejercitar la acción, comparecer en el


proceso para interponer la pretensión, como parte actora, u oponerse a ella, en calidad de parte
demandada, y realizar, junto con el cumplimiento de la postulación necesaria, válidamente la totalidad
de los actos procesales de alegación, prueba e impugnación conducentes a la satisfacción de las
respectivas pretensiones o defensas.

• La capacidad procesal se confunde con la capacidad civil de obrar, de tal suerte que toda persona física,
que se encuentre en el pleno goce sus derechos civiles, ostenta capacidad procesal (art. 7.1) y, puede,
por tanto, interponer una demanda u oponerse a ella y realizar con validez la totalidad de los actos
procesales. No obstante, en todo lo relativo a las personas jurídicas, este presupuesto resulta ser
indiferente, pues toda persona jurídica que tiene capacidad para ser parte ostenta también capacidad
de actuación procesal, debiendo personarse en el proceso y en su nombre su legal representante (art.
7.4).

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4. DETERMINACIÓN

• Al igual que ocurre con la capacidad para ser parte, también el art. 7 LEC distingue la capacidad
procesal de las personas físicas, la de las jurídicas, la de las masas patrimoniales y la de las entidades
sin personalidad jurídica. Sin embargo, no contempla la capacidad de actuación del MF, porque este
está habilitado «ex lege» para «intervenir en los procesos civiles que determine la ley cuando esté
comprometido el interés social o cuando puedan afectar a personas menores, incapaces o desvalidas
en tanto se provee de los mecanismos ordinarios de representación» (3.7 EOMF).

A) LAS PERSONAS FÍSICAS

• Dispone el art. 7 LEC que «1. Sólo podrán comparecer en juicio los que estén en el pleno ejercicio de
sus derechos civiles» y que «2. Las personas físicas que no se hallen en el caso del apartado anterior
habrán de comparecer mediante la representación o con la asistencia, la autorización, la habilitación
o el defensor exigidos por la Ley».
• Asi, la capacidad procesal de las personas físicas ha de integrarse con las correspondientes
prescripciones del Código Civil relativas a la capacidad de obrar:

1) Personas físicas con plena capacidad procesal

Son las que ostentan plena capacidad de obrar, es decir, las mayores de edad o de 18 años (arts. 12
CE, 315 y 322 del Código Civil). Los mayores de edad son civilmente plenamente capaces y, por tanto,
pueden comparecer siempre válidamente en juicio.

2) Personas físicas con capacidad procesal limitada

• Los que tienen la capacidad de obrar limitada, la tienen también para comparecer en juicio. A
esta categoría pertenecen los menores de edad emancipados, que pueden comparecer
validamente en juicio.
• Los menores de edad emancipados, aun cuando tengan plena capacidad de obrar, no pueden tomar
dinero a préstamo, ni gravar o enajenar sus bienes inmuebles, establecimientos mercantiles o
industriales o de extraordinario valor, para los cuales necesita el consentimiento legal de su
representante.
• Por tanto, para comparecer en un proceso en relación con una pretensión relacionada con dichos
negocios necesita suplir su incapacidad con la representación de su padre o curador (art. 323.1CC) o,
a falta de ambos, habrá de acudirse a la integración de su incapacitad procesal debiend nombrar un
defensor judicial, que asumirá su representación y defensa hasta que se designe a aquella persona.

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3) Incapaces

• Son incapaces las personas así declaradas mediante sentencia judicial por estar incursos en alguna de
las causas expresamente previstas en la Ley (art. 199 del Código Civil las enfermedades o deficiencias
persistentes de carácter físico o psíquico que impiden a la persona gobernarse por sí misma, lo cual
debe manifestarse de manera constante, con permanencia hacia futuro) y a través de un proceso de
incapacitación de los contemplados en el art. 756 y ss. LEC.
• Proceso de incapacitación. Como regla general, la incapacidad ha de declararse, tras un proceso
especial de incapacitación, en la pertinente sentencia, en la que el juez determinará la extensión y
límites de la incapacidad, el régimen de tutela o guarda del incapacitado y nombrará a la persona o
personas que hayan de asistir o representar al incapaz.
• No siempre es necesaria la declaración judicial de incapacidad para que el representante pueda
válidamente suplir la incapacidad material, como en el caso de los menores que es suplida sin
necesidad de dicha declaración por sus representantes legales, o en los demás supuestos de
incapacidad material, puede siempre el guardador de hecho accionar en nombre del incapaz, aunque
no haya sido declarado judicialmente, siempre y cuando sea en el exclusivo y propio beneficio del
incapaz.

4) La suplencia e integración de la capacidad procesal

• Las personas físicas, que carezcan o tengan limitada su capacidad procesal, necesitan actuar en el
proceso a través de otra persona que supla dicha incapacidad. El grado o intensidad de integración de
dicha incapacidad se encuentra en función de la índole o naturaleza de la incapacidad,
▪ Si la incapacidad fuera absoluta, se acude a la técnica de la representación.
▪ Si la incapacidad fuera limitada, hay que recurrir a la asistencia, a la autorización o a la habilitación
judicial con nombramiento de un defensor judicial (art. 7.2 LEC).
4.1 La representación. Los menores de edad no emancipados han de comparecer en el proceso sus
representantes legales, esto es, «los padres que ostenten la patria potestad»; el nasciturus lo será por
las personas que legítimamente les representarían si ya hubieren nacido y los declarados
judicialmente incapaces serán representados por el tutor o curador que el juez designe en la
sentencia de incapacitación.
4.2 La asistencia. Tratándose de una limitación de la capacidad de obrar, tanto la LEC, como el del Código
Civil, recurren a la técnica de la asistencia, en la que se autoriza a la persona física a comparecer
válidamente en el proceso, si es asistido por un curador en los términos que determine la sentencia
(ej. prodigalidad).
4.3 La autorización. En supuestos de incapacidades relativas, determinadas comparecencias en juicio
requieren la autorización del representante legal o del juez. Este es el caso de menores emancipados
para determinado actos como la enajenación de inmuebles o bienes valioso, los actos de disposición
del menor de edad pero mayor de 16 años, o la autorización del tutor para interponer demanda en
nombre de su pupilo (no necesaria para defenderlo como demandado).
4.4 La habilitación y el nombramiento de defensor judicial. El defensor judicial no es un
representante del menor para la defensa y administración de su patrimonio, sino un mandatario
provisional de la Autoridad Judicial, a quien ésta le confía suplir su incapacidad en un proceso o acto
determinado.
Se procederá al nombramiento de un defensor judicial de menores o personas con capacidad
modificada judicialmente en los casos en que proceda conforma a la ley y, en todo caso cuando exista
conflicto de intereses con sus representantes legales o curador, cuando el tutor o curado no
desempeñe sus funciones, cuando se hallen ausentes los progenitores, tutor o curador ausente
ignorando su paradero, se nieguen estos a representar o asistir en juicio a aquellos, o estuviesen en
situación de imposibilidad de hecho para representación o asistencia.

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B) LAS PERSONAS JURÍDICAS

• De conformidad con lo dispuesto en el art. 7.4 LEC, la capacidad de actuación procesal de las personas
jurídicas la ostenta su legal representante.

• Para determinar la capacidad procesal de la persona jurídica habrá de acudirse siempre a confrontar
la escritura de representación procesal con los estatutos (art. 37 del Código Civil) o carta fundacional
de la persona jurídica a fin de comprobar si quien comparece en el proceso es o no su legal
representante.

1) Personas jurídico-privadas

• Si quien interviene en el proceso, en el momento de la interposición de la demanda o de su


contestación, es el representante legal de la sociedad, se habrá cumplido este presupuesto procesal a
lo largo del procedimiento y de todas sus instancias.

2) Personas jurídico-públicas

• Si quien hubiera de demandar o ser demandada fuera una persona jurídico-pública, hay que acudir a
su correspondiente Ley orgánica administrativa (por ejemplo, art. 3.4 LRJPAC), en donde se suele
otorgar la capacidad procesal a su órgano de gobierno, sin perjuicio de que, a través de la delegación,
se confiera también a los distintos departamentos.

• La representación y defensa de la Administración Pública estatal corresponde a los abogados del


Estado y la de la Administración Autonómica y local, a los letrados que presten en ellas sus servicios,
salvo que contraten a un abogado determinado.

C) LAS MASAS PATRIMONIALES

• El art. 7.5 señala que las masas patrimoniales «comparecerán en juicio por medio de quienes,
conforme a la ley, las administren».

D) ENTES SIN PERSONALIDAD JURÍDICA

1) En general

• La capacidad procesal de los entes sin personalidad jurídica no suele venir reconocida por la Ley, sino
por la jurisprudencia, que ha de aplicar lo dispuesto en el art. 7.7, que establece que «comparecerán
en juicio las personas que, de hecho, o en virtud de pactos de la entidad, actúen en su nombre frente
a terceros».

2) Grupos de consumidores y usuarios

• La capacidad procesal de los grupos de consumidores o usuarios afectados por un hecho dañoso ha
de limitarse a la de la parte demandante, pues no parece que un perjudicado pueda ser demandado.
En este supuesto, y con independencia del ejercicio individual de la acción, debieran otorgar la
representación procesal a una persona determinada.

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5. TRATAMIENTO PROCESAL[19SO]

• Aun cuando el art. 9 LEC someta a un mismo régimen procesal la capacidad para ser parte y la
capacidad procesal, es conviene distinguir ambos presupuestos procesales, ya que su naturaleza es
muy distinta.

A) DE LA CAPACIDAD PARA SER PARTE

• La ausencia de capacidad para ser parte impide una sentencia de fondo. Si los efectos materiales
de la cosa juzgada han de transcurrir entre las partes materiales (art. 222.3 LEC), el tribunal no puede
someter a tales efectos a quien no reúne los requisitos necesarios para soportarlos. De lo contrario, se
frustraría la ejecución de la sentencia (art. 538 LEC) y la excepción de cosa juzgada (art. 222 LEC).

• Por esta razón, la falta de capacidad originaria para ser parte constituye un presupuesto procesal de
orden público por tanto vigilable de oficio en cualquier estadio del procedimiento y, de modo especial,
en la audiencia previa al juicio, en cuyo caso provocará un auto de absolución en la instancia (art. 418.2).
Si la falta de capacidad se apreciara con posterioridad a dicha audiencia, habrá de suscitarse el
correspondiente incidente de previo pronunciamiento (art. 391.1).

• Si la incapacidad para ser parte fuere sobrevenida como consecuencia de la extinción de su


personalidad por muerte de la persona física o disolución de la sociedad, la sucesora tiene la carga
procesal de poner el hecho en conocimiento del tribunal a fin de posibilitar la sucesión contemplada
en el art. 16 LEC.

B) DE LA CAPACIDAD PROCESAL

• Tanto el actor como el demandado tienen la carga procesal de acreditar su capacidad procesal.

• El demandante tiene la carga de comparecer válidamente en el proceso y, si es un incapaz o persona


jurídica, de acreditar su capacidad procesal. Si no lo hace, al igual que ocurre con la falta de capacidad
para ser parte, se expone a que el demandado aduzca, como excepción, su falta de capacidad procesal,
que, si es estimada, provocará una resolución absolutoria en la instancia.

• No obstante, el tratamiento entre la capacidad para ser parte y la capacidad procesal es


distinto:
▪ La capacidad para ser parte es insubsanable.
▪ La capacidad procesal es subsanable. La capacidad procesal, al poder ser convalidada por quien
efectivamente la ostente, permite su sanación, bien en la comparecencia previa (art. 148.1), bien en
la vista del juicio verbal (art. 443) y, posteriormente, como incidente de previo pronunciamiento.

• Si el incapaz adquiere su capacidad de obrar en el curso del proceso, recobrará toda su capacidad
procesal y podrá reclamar el cese de la actividad procesal de su representante o defensor judicial en
su labor de asistencia procesal.

• Sólo el demandado puede aducir la falta de capacidad procesal del demandante y nunca al revés, pues
el actor que ha dirigido su demanda contra una persona determinada tiene la carga de determinar su
capacidad e iría contra sus propios actos, si posteriormente la impugnara. Tan sólo podría el
demandante denunciar la incapacidad de algún interviniente codemandado.Tampoco puede el
demandado «autoplantearse» una excepción de falta de capacidad procesal, sino que tiene la carga de
integrar su capacidad.

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LECCIÓN V.- LOS PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES (II)

I. LA CAPACIDAD DE POSTULACIÓN

1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO

• Se entiende por capacidad de postulación la exigencia legal de que las partes formales o con capacidad
procesal comparezcan representadas por un procurador y defendidas por un abogado, a fin de
poder realizar válidamente los actos procesales.
• Los artículos 23 a 35 LEC se refieren a la capacidad de postulación, cuya regla general es la de que las
partes han de comparecer en el proceso representadas por procurador y asistidas de letrado.

• En la LEC existen excepciones tasadas relativas a la exigencia legal de que las partes formales
comparezcan defendidas por un abogado, excepciones por las cuales, las partes puedan comparecer
personalmente para ejercitar su defensa privada o autodefensa.

A) INTERVENCIÓN NECESARIA DE ABOGADO

• El fundamento de este requisito estriba en la exigencia constitucional de que la tutela judicial ha de ser
efectiva «sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión» (art. 24.1 CE). Debido a la
complejidad actual, tanto del Derecho material, como del Derecho procesal, se le ocasionaría una
indefensión material al ciudadano, a la vez que se infringiría el principio de «igualdad de armas», si se
le permitiera acceder a un proceso personalmente, pudiéndolo hacer, la contraparte, provisto de
abogado.

B) INTERVENCIÓN OBLIGATORIA DEL PROCURADOR

• En el caso de la intervención obligatoria del procurador el fundamento es distinto que en el caso de


abogado. Se basa en las exigencias de «seguridad jurídica» (art. 9.3 CE), y en la eficacia, en la medida
en que el procurador es también un órgano de comunicación entre el abogado y el órgano
jurisdiccional, lo que contribuye a una descarga del trabajo profesional del abogado.

C) JUSTICIA GRATUITA

• La intervención de estos profesionales (abogados y procuradores) exige el pago de sus servicios


(«honorarios», en el caso de los abogados y «derecho de arancel» en el de los procuradores). Por este
motivo, con el fin de evitar situaciones materiales de indefensión, el art. 119 CE, establece la gratuidad
de la justicia «en todo caso, respecto de quienes carezcan de recursos económicos para litigar», razón
por la cual, en desarrollo de esta norma constitucional, el art. 33 LEC prevé la asistencia jurídica gratuita
(se rige por la Ley 1/1996, de Asistencia Jurídica Gratuita) de quien carezca de dichos recursos
económicos, en cuyo caso se le designará un abogado y procurador del turno de oficio.

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2. LA INTERVENCIÓN OBLIGATORIA DEL ABOGADO Y DEL PROCURADOR

• Dispone, de un lado, el art. 23.1 LEC que «la comparecencia en juicio será por medio de Procurador,
que habrá de ser licenciado en Derecho, legalmente habilitado para actuar en el Tribunal que conozca
del juicio», y el art. 31.1 LEC, de otro, que «los litigantes serán dirigidos por abogados habilitados para
ejercer su profesión en el tribunal que conozca del asunto. No podrá proveerse a ninguna solicitud que
no lleve la firma de abogado».

• La regla general en nuestro ordenamiento procesal es la de la necesaria comparecencia en el proceso


civil mediante representación procesal (art. 543.1 LOPJ), otorgada a un procurador, y bajo la dirección
técnica de un abogado (art. 542 LOPJ). Esto significa que, para que sean válidos los actos de postulación
de las partes, es necesario que sean suscritos por el abogado y presentados, ante el órgano
jurisdiccional, por el procurador.

A) REPRESENTACIÓN PROCESAL A UN PROCURADOR. EL PODER PARA PLEI-


TOS

• El otorgamiento de la representación procesal a un procurador determinado se realiza a través de un


documento público denominado «poder para pleitos». Se trata de un contrato de mandato que puede
estar suscrito entre el procurador y su cliente e intervenido por un notario español o extranjero o
designado por la parte material «apud acta», es decir, la suscripción de dicho contrato de mandato
ante el LAJ de cualquier oficina judicial (art. 24.1 LEC).

• El poder precisa de su aceptación por el procurador, el cual se presume por el solo hecho de su uso
por el mismo (art. 26). Dicho poder encierra un mandato, que puede ser voluntario (procurador de
confianza) o legal (procurador de oficio).

• El poder de representación procesal hay que incorporarlo, bien a la demanda, bien a su contestación,
o presentarlo en el acto de la vista del juicio verbal (art. 264.1).

• El procurador es, además, un órgano de comunicación entre el tribunal y las partes (art. 26.2.8º). Por
esta razón, la Ley 13/2009 ha incorporado un nuevo precepto, el número 3º del art. 23: «El procurador
legalmente habilitado podrá comparecer en cualquier tipo de procesos sin necesidad de abogado,
cuando lo realice a los solos efectos de oír y recibir actos de comunicación y efectuar comparecencias
de carácter no personal de los representados que hayan sido solicitados por el Juez, Tribunal o Letrado
de la Administración de Justicia judicial. Al realizar dichos actos no podrá formular solicitud alguna. Es
incompatible el ejercicio simultáneo de las profesiones de abogado y procurador de los
Tribunales».

• El contrato de mandato, que liga al procurador con su poderdante, está basado en la mutua confianza,
razón por la cual puede ser revocado, sin que, como regla general, genere la obligación de satisfacer
indemnización de daños y perjuicios.

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B) DESIGNACIÓN DE ABOGADO

• El abogado de confianza ha de ser designado libremente por la parte material (art. 545.1 LOPJ), a través
de un contrato de arrendamiento de servicios, a excepción de los casos de abogado de oficio.

• El contrato de arrendamiento de servicios que se formaliza con el abogado voluntariamente aceptado


por la parte material (es decir, cuando el abogado no es designado de oficio) tiene por objeto una
actividad de medios y no de resultado. Mediante este contrato el abogado se compromete a prestar
diligentemente y con eficacia sus servicios profesionales para la defensa ante los Tribunales de
determinados derechos subjetivos de su cliente por un precio cierto en forma de honorarios, libre y
previamente pactados, o los que determinen las normas orientadoras de los Colegios de Abogados.

• Quien ha de otorgar el poder de representación procesal y quien ha de contratar los servicios del
abogado es el titular de la capacidad procesal.

C) ASPECTOS DIVERSOS DEL ABOGADO Y DEL PROCURADOR

1) Sustitución del abogado y del procurador

• Una vez otorgada la representación procesal a un determinado procurador y conferida la defensa a un


abogado, no pueden sustituirse válidamente a tales profesionales, fuera de los casos permitidos por
la Ley, sin la autorización expresa del poderdante.

• En particular, las «sustituciones de pasillos», efectuada por la negligente ausencia de estos


profesionales a una vista determinada, es una práctica reprobable que puede llevar aparejada la
sanción procesal del desistimiento o abandono de la pretensión.

• No obstante, existen supuestos en que la sustitución de un procurador por otro procurador o por un
oficial expresamente habilitado es perfectamente lícita. En casos de enfermedad o de imposibilidad
manifiesta del procurador, puede ser sustituido, salvo que el poder de representación expresamente
prohibiera dicha posibilidad.

2) Condena en costas

• En caso de una condena en costas, la preceptiva intervención del abogado y procurador habilita a que
se incluyan en las costas los honorarios y derechos de arancel (art. 32.5).

• La representación y defensa de la Administración pública, incluida la autonómica y la local . En


estos supuestos, no se requiere procurador, dicha representación la asumen simultáneamente los
abogados del Estado o de dichas Administraciones autonómica y local. Por esta razón, no pueden
incluirse los derechos de arancel de un procurador contratado por una determinada Administración.

3) Representación procesal del abogado

• Existen supuestos en los que el abogado puede asumir también la representación procesal. Éste es el
caso de los actos de conciliación, en los que el art. 11 LCE/1881 (vigente por la DDU.1.2ª LEC/2000)
faculta al abogado o el procurador a asumir la función de apoderado o de auxiliar de las partes en la
celebración de dichos actos autocompositivos.

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4) Actos procesales de realización directa por las partes


materiales

• Existen actos procesales que, debido a su naturaleza personalísima, pueden ser realizados por las
propias partes materiales, sin necesidad de la representación procesal o la intervención del abogado
(art. 25.3). Este hecho se da en los siguientes casos:
▪ Los emplazamientos, citaciones y requerimientos que deban hacerse a las partes (art. 28.4).

▪ El primer emplazamiento del demandado (art. 155).

▪ La petición de suspensión de una vista por la parte (art. 183.3.2ª).


▪ El interrogatorio de la parte (art. 301 y ss.) o la formación de un cuerpo de escritura por la parte
para la práctica de la diligencia de cotejo de letras (art. 350.3).

3. EXCEPCIONES

• Las excepciones a la intervención necesaria del procurador y del abogado se contemplan en los
artículos 23.2 y 31.2. De este régimen podemos distinguir las siguientes excepciones las comunes a
ambos profesionales, y las específicas o relativas exclusivamente al procurador.
• En estos casos la parte material con la capacidad procesal necesaria, ostenta, ella misma, la capacidad
de postulación y, por tanto, puede ejercitar válidamente los actos procesales.
• Ello conlleva la conversión de la regla general de postulación obligatoria en un derecho potestativo:
la parte material será dueña de contratar los servicios de estos profesionales o de comparecer
personalmente y ejercitar su defensa privada. Obviamente, no podrá incluir en la condena en costas
las partidas de las retribuciones de estos profesionales (art. 32.5).

A) COMUNES

• Las excepciones comunes a la intervención necesaria del abogado y del procurador se prevén en los
siguientes preceptos:
▪ En los artículos 23.2.1º y 31.2.1º, que contemplan la capacidad de postulación en los juicios verbales
y en los monitorios [procesos sumarios en los que se pueden interponer pretensiones de condena al pago de
una deuda dineraria, vencida y exigible (art. 812.1)]
▪ En el art. 23.2.3º y 31.2.2º, que prevén la solicitud de medidas urgentes con anterioridad al ejercicio
del derecho de acción.

a) Los juicios verbales de cuantía inferior a los 2.000 eu-


ros

• En los juicios verbales, cuya cuantía sea inferior a 2.000 euros, no es necesaria la intervención del
procurador ni del abogado, por lo que la parte material puede comparecer y defenderse por sí misma.
• El juicio verbal es procedente para el enjuiciamiento de todos los objetos litigiosos, cuyo valor no
supere los 6.000 euros (art. 250.2). Pero, si su cuantía fuere inferior a los 2.000 euros, no será necesaria
la intervención de estos profesionales.
• La regla anterior resulta de aplicación tanto en los juicios verbales por razón de la cuantía (art. 250.2),
como en los juicios especiales por razón de la materia (art. 250.1). y ello más allá de que en los juicios
especiales por razón de la materia, suelen ser de elevada cuantía y es aconsejable la intervención del
procurador y del abogado, como consecuencia de la complejidad jurídica de dichos objetos pero, en
cualquier caso, si su cuantía no excediera de los 2.000 euros no es necesaria la intervención de
Procurador.

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b) Los juicios monitorios

• Los artículos 23.2 y 31.2 también facultan a los sujetos del Derecho a interponer, por sí mismos, «la
petición inicial de los procesos monitorios», cuya regulación efectúan los artículos 812-818 LEC.

• Los procesos monitorios son procesos sumarios en los que se pueden interponer pretensiones
de condena al pago de una deuda dineraria, vencida y exigible (art. 812.1).

▪ Juicio monitorio (no intervención de abogado y procurador): Se circunscribe a esta primera fase
de jurisdicción voluntaria la intervención de la parte material en estos procesos destinados a la
creación de un título ejecutivo.

▪ Contencioso (intervención de abogado y procurador): Si se tornara el procedimiento monitorio


en contencioso por impago del deudor, por su incomparecencia o por su posición, y la cantidad por
la que el juez despache ejecución sea superior a los referidos 2.000 euros, devendrá necesaria la
intervención del abogado y del procurador, tanto para el acreedor, como para el deudor.

c) Solicitud de medidas urgentes con anterioridad al jui-


cio

• Las medidas urgentes en las que tampoco se precisa la intervención del Procurador ni la del abogado,
son las siguientes:

▪ Las diligencias preliminares del art. 256 LEC.


▪ Los supuestos de anticipación (art. 293 LEC) y de aseguramiento (art. 297 LEC) de la prueba.
▪ Las medidas provisionalísimas del art. 771.1 LEC.

• Pero esta exoneración no es incondicional o ilimitada, sino que requiere que sea «urgente», esto es,
que ante la urgencia de la situación y los perjuicios que pudieran depararle la no obtención de tales
resoluciones provisionales, el ciudadano no disponga de tiempo para contratar los servicios de estos
profesionales y que se limite la actuación de la parte material a la solicitud y sus actos
instrumentales, pero nunca a la ejecución de las diligencias probatorias, ni a la interposición de
recursos.

• En relación a la excepción de las medidas provisionalísimas, no se puede extender dicha excepción a


las medidas provisionales (resoluciones urgentes sobre la guardia y custodia de los hijos, separación o
divorcio, etc.), que se solicitan con posterioridad de la demanda, en la que es obligatoria la intervención
del abogado y del procurador (art. 771.1 LEC).

d) Los incidentes de impugnación de la justicia gratuita

• Las resoluciones de la Comisión de Asistencia Gratuita de reconocimiento o de denegación de dicho


beneficio pueden ser impugnadas sin necesidad de representación por procurador, ni asistencia de
abogado (arts. 23.2.3º. LEC y 20.II Ley 1/1996, de Asistencia Gratuita).

e) El ejercicio del derecho de rectificación

• El ejercicio de este derecho, contemplado en la LO 2/1984 y tendente a reparar la lesión del derecho al
honor en los medios de comunicación, mediante la pertinente demanda, tampoco necesita la
representación procesal del procurador, ni la asistencia técnica del abogado (art. 5).

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B) ESPECÍFICAS DEL PROCURADOR

• Como excepciones exclusivas a la intervención del procurador, el art. 23.2 LEC contempla la
presentación de los títulos de crédito en los juicios universales y los incidentes de impugnación de la
justicia gratuita (art. 23.2.2º y 23.2.3º), a las que hay que añadir los actos de conciliación y de la
jurisdicción voluntaria.

a) Los juicios universales

• La presentación de los créditos, a fin de determinar la masa pasiva del concurso (regulado en la Ley
Concursal), puede realizarla el acreedor, sin estar representado por Procurador. Asimismo, se les
exonera de este requisito a los acreedores que asistan a la Junta que ha de aprobar el convenio (art.
118 LC).

b) Los actos de conciliación y de la jurisdicción volunta-


ria

• Los actos de conciliación y de la jurisdicción voluntaria están también eximidos de la representación


procesal y asistencia técnica, cuando no esté prevista expresamente por la ley. (LJV 15/2015)

c) Los procedimientos de «jura de cuentas»

• En los procedimientos para el cobro de los honorarios de los Abogados, puede el Abogado suscitarlos
sin tener que estar representado por Procurador (art. 35.1 LEC).

4. TRATAMIENTO PROCESAL

• Como regla general, el tratamiento procesal de la capacidad de postulación constituye un presupuesto


procesal que admite su sanación, por lo que los tribunales deben permitir su subsanación, salvo que
integre un defecto que infrinja el orden público o genere indefensión material a la contraparte.
• De todas formas, debemos distinguir entre los vicios o defectos de la representación procesal, de los
vicios o defectos de la defensa técnica, cuando ambas sean obligatorias.

A) LA REPRESENTACIÓN PROCESAL

• La representación procesal suele acreditarse mediante la escritura de poder (excepto en el caso


de la representación de oficio). La escritura de poder ha de incorporarse al primer escrito que el
procurador presente o, en su caso, al realizar la primera actuación. El otorgamiento apud acta deberá
ser efectuado al mismo tiempo que la presentación del primer escrito o, en su caso, antes de la primera
actuación.
• El primer escrito suele ser el de demanda o el de contestación, a los que el art. 264.1º exige que se
adjunte «El poder notarial conferido al procurador siempre que éste intervenga y la representación no
se otorgue apud acta».

a) Existencia de una omisión o insuficiencia de poder en


un acto preparatorio o aseguratorio

• En el caso de existir una omisión o insuficiencia de poder en un acto preparatorio del proceso o
aseguratorio (por ejemplo, una petición de práctica de diligencia preliminar, de aseguramiento o de
práctica de prueba anticipada o solicitud de adopción de media cautelar), cualquier irregularidad
procesal en el poder podría subsanarse en el escrito de demanda, debido a que en estas diligencias
urgentes no es necesaria la intervención preceptiva del procurador (art. 23.2.3º LEC).

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b) Existencia de una omisión o defecto de poder en la


declinatoria

• Si la omisión o defecto del poder se apreciara en la declinatoria, que, como cuestión previa, puede
promover el demandado con anterioridad a la contestación de la demanda, el tribunal debe sugerir su
subsanación al amparo de lo dispuesto en los artículos 11.1 y 242 LOPJ. Si no subsanara el poder, el
tribunal tendrá por no planteada válidamente la declinatoria y aplicará, bien, en su caso, el fuero
imperativo, bien, en cualquier otro, tendrá al demandado por sometido tácitamente a su jurisdicción.

c) Defectos del poder incorporado a los escritos de


alegaciones

• Los defectos del poder incorporado a los escritos de alegaciones pueden corresponder a la capacidad
para ser parte procesal o a la representación procesal «strictu sensu», pues es en el poder en donde
se determinan todos estos presupuestos procesales.
• Los defectos de la capacidad para ser parte son, por regla general, insubsanables, los relativos
a la capacidad procesal permiten, al contrario, su sanación.

d) Defecto en la representación procesal

• Si se trata de defecto en la representación procesal, la parte contraria tiene la carga procesal de la


denuncia de su incumplimiento:
▪ El demandado en su escrito de contestación (arts. 405.3 y 418.1).
▪ El actor mediante recurso de reposición contra la providencia por la que el juez admite como parte
al demandado, a través de alegación complementaria (art. 426.1) u oralmente al inicio de la audiencia
previa o de la vista del juicio verbal.
• El juez permitirá su subsanación en el acto, mediante el otorgamiento de poder «apud acta»
(art. 24.2), o conferirá a las partes un plazo no superior a diez días para su subsanación (art. 418.1). La
omisión del cumplimiento de dicha carga procesal ocasionará la convalidación de la omisión o defectos
en la escritura de poder.
• No obstante, si una vez efectuada la advertencia verbal del incumplimiento de uno de los mencionados
requisitos, la parte interesada incumpliera el requerimiento del juez o no subsanara el defecto en el
referido plazo de diez días:
▪ Si la omisión fuera imputable al actor, dictará auto de sobreseimiento (418.2).
▪ Si la omisión fuera imputable al demandado «se le declarará en rebeldía, sin que de las
actuaciones que hubiese llevado a cabo quede constancia en autos» (art. 418.3). así si el actor prueba
los hechos constitutivos de su pretensión, aunque el demandado los haya negado en su contestación,
el juez habrá de dictar sentencia favorable a la pretensión.
• Si el demandado no comparece a la audiencia previa, el art. 414.3 LEC establece que la audiencia «se
entenderá con el actor», es decir, no existe declaración de rebeldía, ni nulidad de la comparecencia y
contestación del demandado.
• Los efectos del incumplimiento del demandado de su deber de subsanación aparecen
desproporcionados y pueden ocasionar una indefensión material proscrita por el art. 24 CE.

e) Defectos en la representación procesal advertidos


después de la audiencia previa

• Si los defectos en la representación procesal se advirtieran después de la audiencia previa, podrá


plantearse la cuestión incidental de previo pronunciamiento, prevista en el art. 391.1º. Si fuere
sobrevenida, se planteará por el cauce del art. 391.2º (para entender este apartado es necesario poner
en relación los artículos 390 y 391 LEC).

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B) LA DEFENSA TÉCNICA

• Tratándose de la ausencia de la intervención del abogado en los procesos en los que deviene
obligatoria, «No podrá proveerse a ninguna solicitud que no lleve la firma del abogado» 31.1 LEC .

• Ahora bien, si a pesar de dicha prohibición se diera curso a la solicitud, tendría que declarar el juez la
nulidad de pleno derecho de las actuaciones practicadas (art. 238.4º LOPJ).

II. LA CAPACIDAD DE CONDUCCIÓN PROCESAL

1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO

A) CONCEPTO

• Denominamos capacidad de conducción procesal a la cualidad material que ha de concurrir en


determinadas personas o grupos de personas para la interposición o defensa frente a
específicas pretensiones, a fin de que puedan constituirse como partes formales, que en
ocasiones viene impuesta por el ordenamiento material (ej la cualidad material de heredero para
la impugnación de un testamento o la de accionista para la de un acuerdo social).

• En el proceso civil, para comparecer válidamente en un proceso, es necesario ostentar las siguientes
capacidades:

▪ Tres capacidades iniciales: La capacidad para ser parte, la capacidad procesal y la capacidad de
postulación.

[No debemos confundir la capacidad de actuación procesal con la capacidad de conducción procesal:
Pudiera ocurrir que una persona tuviese la condición de heredero para impugnar un testamento (tendría la
capacidad de conducción procesal), pero que esta persona estuviese legalmente incapacitado por deficiencia
psíquica (tendría limitada su capacidad de actuación procesal), debiendo representarle su legal representante
(su tutor o curador).]

• La capacidad de conducción procesal presenta coincidencias y diferencias con la legitimación:

1. Coincidencias. Al igual que la legitimación, la capacidad de conducción procesal viene


determinada por una norma material que liga a la parte con el objeto procesal y requiere un
principio de prueba suficiente, esto es, ha de acreditarse mediante el oportuno documento que,
al amparo de lo dispuesto en el art. 265.1 LEC, ha de incorporarse a la demanda.

2. Diferencias: La legitimación afecta a la fundamentación de la pretensión. Una pretensión puede


fundarse en distintas causas de pedir, siendo necesariamente una de ellas la legitimación, por lo
que su falta, ha de rechazarse en el fondo.
▪ La capacidad de conducción procesal se diferencia de la legitimación en que no afecta a la
fundamentación de la pretensión, sino que la capacidad de conducción procesal es el presupuesto
de la procedencia de la legitimación. Si la capacidad de conducción se cumple, ha de permitir su
examen con independencia del de la pretensión.

• La capacidad de conducción procesal se erige en un auténtico presupuesto procesal que puede


condicionar la admisibilidad de la demanda, ser discutida su concurrencia en la comparecencia previa
y provocar, su ausencia, una resolución absolutoria de la instancia que ha de dejar imprejuzgada la
relación jurídica material debatida.

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B) FUNDAMENTO

• El fundamento de la capacidad de conducción procesal hay que encontrarlo en razones de economía


procesal.

• Resulta antieconómico para el Estado y para las propias partes que quienes litigan, sin esta cualidad
necesaria, hayan de llegar a una sentencia definitiva, cuando, desde el inicio del proceso, pueda
obtener el juez la evidencia de que nunca podrá satisfacerse en él la pretensión, por carecer la parte
demandante o demandada de relación alguna con el objeto del proceso. En este caso, se hace
necesario que el ordenamiento procesal otorgue al juez la facultad de examinar, incluso de oficio, dicha
capacidad de conducción procesal, bien para inadmitir la demanda, bien para dictar un auto de archivo
que ponga término, a la mayor brevedad, al procedimiento.

2. SUPUESTOS Y TRATAMIENTO PROCESAL

• En la labor del juez en su examen de la capacidad de conducción procesal, se hace necesario el


cumplimiento de dos observaciones, mediante las cuales se trata de evitar que los jueces, sin siquiera
examinar el objeto del litigio, puedan repeler cualquier demanda por tener la precipitada conclusión
de que el actor o el demandado carecen de relación alguna con respecto al objeto del proceso. Ello
pugnaría con el derecho a la tutela judicial efectiva.
• En relación a la capacidad de conducción procesal, los dos extremos, observaciones o condiciones que
el juez debe cumplir a la hora de examinar la demanda, son los siguientes:

▪ Existencia de norma procesal: Que una norma procesal (genérica o específica) o un precepto
material, autoricen expresamente el examen de oficio por el juez de la capacidad de conducción
procesal. En cualquier caso, este examen ha de ser posible sin entrar en el del fondo del asunto.

▪ Aportación de documento: Que dicha capacidad de conducción procesal se acredite


fehacientemente al inicio del proceso mediante la aportación del correspondiente documento en los
escritos de demanda y de contestación.

• A continuación, se exponen diversos ejemplos de supuestos de la capacidad de conducción procesal:

A) PROCESALES GENÉRICOS. EL ART. 266.2-5

• Integran un claro ejemplo de capacidad de conducción procesal, los documentos exigidos en casos
especiales de los números 2 a 5 del art. 266, que han de incorporarse al escrito de demanda:
▪ Necesidad de incorporar a la demanda el documento que acredite la cualidad de alimentista (art.
266.2).
▪ Necesidad de acreditar el título y la consignación del precio en el proceso de retracto (art. 266.3).
▪ Necesidad de incorporar el título que acredite la cualidad de heredero en una pretensión de reintegro
de la posesión (art. 266.4).
▪ Aquellos otros documentos, que la Ley exija para la admisión de la demanda (art. 266.5).

• Las anteriores exigencias constituyen un claro exponente de la carga de justificar, mediante el


oportuno documento, que habrá de incorporarse a la demanda, la capacidad de conducción procesal.
El incumplimiento por el actor de dicha carga procesal provocará, «ex» art. 403.1, en relación con los
artículos 269.2 y 266, la inadmisión de su demanda.

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B) PROCESALES ESPECÍFICOS

a) Procesos relativos al estado civil de las personas

• En los procesos relativos al estado civil de las personas (capacidad, filiación, matrimonio y menores), y
excepción hecha de la intervención del MF, tan sólo ostentan la capacidad de conducción procesal
las personas que se encuentren en la relación de parentesco, de afectividad o con la patria
potestad requeridas por las correspondientes normas procesales específicas. En todos estos
casos, las partes habrán de justificar dicha relación de parentesco en sus respectivos escritos de
alegaciones, todo ello con la sanción procesal de que el juez pueda repeler de oficio la demanda en
los supuestos previstos en:
▪ Art. 757.4: Cuando quien inste la incapacidad del menor no acredite ostentar su patria potestad.
▪ Art. 767.1: Quien, al reclamar la filiación, no aporte un principio de prueba sobre la paternidad.

b) Cualidad de cónyuge

• Debe acreditarse la cualidad de cónyuge para la defensa de los bienes y derechos comunes y la
exigencia de demandar a ambos esposos cuando se ejercite una acción sobre un bien ganancial.

c) Procedimientos hereditarios

• En los procedimientos hereditarios es necesario acreditar la cualidad de «heredero» para obtener la


pertinente declaración judicial abintestato o para impugnar un testamento. En estos casos, y salvedad
hecha del contemplado en el art. 266.4, no se le autoriza al Juez a repeler una demanda que no
justifique dicha conducción procesal. No obstante, el demandante habrá de justificar esa cualidad en
la demanda (art. 265.1); si no lo hiciera, el demandado podrá aducir, o incluso el Juez estimar de oficio,
la excepción de «falta de conducción procesal», al amparo de lo dispuesto en el art. 425 (excepciones
análogas) en relación con el art. 416.1.1 («falta de capacidad de los litigantes» por ausencia de
«capacidad de conducción procesal») y dictar el auto de archivo contemplado en el art. 418.2.

d) Procesos arrendaticios

• En los procesos arrendaticios hay que acreditar la cualidad de arrendador y arrendatario de finca
urbana o de finca rústica, mediante la incorporación a la demanda del pertinente contrato de
arrendamiento (art. 265.1.1). Pero dicha omisión, y salvedad hecha del incumplimiento del requisito
contenido en el art. 439.3, no provocará la inadmisión de la demanda, por cuanto ninguna norma lo
autoriza. Sin embargo, si no se subsanara este defecto, el juez en la comparecencia previa o en la del
juicio verbal, podrá estimar la excepción de la falta de conducción procesal (art. 425 en relación con los
artículos 416.1 y 418.2).

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e) Procesos sumarios del art. 41 LH

• En los procesos sumarios del art. 41 de la Ley Hipotecaria (LH) hay que justificar documentalmente la
cualidad de titular de la inscripción de dominio en el Reg. de la Propiedad.

f) En las demandas de «tercerías de dominio»

• En las demandas de «tercerías de dominio» se ha de incorporar un principio de prueba, por escrito, del
fundamento de la pretensión del tercero (art. 595 LEC), es decir, el título de dominio que acredite su
titularidad sobre el bien indebidamente trabado y en la de mejor derecho un principio de prueba del
crédito que se reputa preferente (art. 614.1). La justificación de este requisito como un presupuesto
procesal de la demanda, si se incumple, puede el juez rechazarla de plano.

g) La ejecución sobre bienes hipotecados

• En la ejecución sobre bienes hipotecados hay que acreditar ser titular del derecho de crédito, cuya
ejecución se solicita. Dispone art. 685.2 que la demanda incorporará el título o títulos de crédito cuya
omisión habrá de provocar que el juez no despache ejecución.

h) Los procesos ejecutivos para la provisión de fondos y


pagos de cuentas al procurador y jura de cuentas de
los abogados

• En los procesos ejecutivos para la provisión de fondos y pagos de cuentas al procurador y jura de
cuentas de los abogados (arts. 29, 34.1 y 35 LEC) hay que acreditar la cualidad de ser procurador o
abogado en ejercicio. El incumplimiento habrá de acarrear la denegación del despacho de ejecución.

i) Interposición de pretensiones de condena a la repara-


ción de un daño

• Para la interposición de pretensiones de condena, individuales o colectivas, a la reparación de un daño


hay que acreditar la condición de «perjudicado» u ostentar la cualidad de asociación «de consumidores
o usuarios legalmente constituida» (art. 11.1). No obstante, si los perjudicados integraran un grupo de
consumidores no determinado, la pretensión de tutela de tales «intereses difusos» ha de recaer
exclusivamente en las «asociaciones de consumidores y usuarios más representativas» (art. 11.3).

• En estos casos la capacidad de conducción procesal se confunde con la capacidad para ser parte, como
un presupuesto procesal examinable de oficio, habiendo de acreditarse mediante un documento
especial que ha de incorporarse preceptivamente a la demanda su omisión autorizará al juez a repeler
de oficio dicha demanda, sin perjuicio de que, si no lo hiciera, pueda el demandado oponer la excepción
de falta de capacidad procesal, contemplada en el art. 418.

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C) PROCESALES ESPECIALES

• Determinadas Leyes materiales contemplan preceptos procesales especiales sobre la capacidad de


conducción procesal. Son las siguientes:

a) La condición de «accionista» y la exigencia de un quórum determinado para el ejercicio de las


acciones de impugnación; o la cualidad de administrador en la acción de responsabilidad;
cualidades estas que hay que acreditar en la demanda y mantenerla en todo el proceso. Se trata
de un requisito de capacidad de conducción procesal que no puede, sin embargo, ocasionar
la inadmisión de la demanda. Pero el actor tiene la carga de su acreditación documental en la
demanda y si incumpliere este requisito o no lo subsanara en la comparecencia previa, se archivará
el procedimiento.
b) En caso de concurso de acreedores la capacidad de conducción procesal la ostenta la
«administración concursal» para el ejercicio de acciones de índole no personal.
c) El «albacea» ostenta dicha capacidad para defender un juicio de validez del testamento y la
conservación y custodia de los bienes (art. 902.3° y 4° del Código Civil).

d) En el caso de una comunidad de bienes «pro indiviso» ostentan dicha conducción procesal todos y
cada uno de los «comuneros», por lo que todos ellos han de demandar o ser demandados en juicio.
e) La condición de «profesional de la agricultura» del arrendatario para el ejercicio de una acción de
adquisición preferente de la finca rústica arrendada.

f) La condición de «fiador/acreedor» como consecuencia de haber verificado el pago en tanto que


presupuesto para el ejercicio de la acción de regreso.

g) El «titular de una patente» y el «licenciatario en exclusiva» ostentan conducción procesal para el


ejercicio de pretensiones de condena. Dicha capacidad también asiste a los titulares de marcas.
h) Los Colegios profesionales ostentan conducción procesal para la interposición de pretensiones de
condena al pago de honorarios devengados a sus colegiados, cuando ellos así lo soliciten.

• En todos estos supuestos el tratamiento procesal es similar al de los accionistas para el ejercicio de las
pretensiones de anulación de acuerdos sociales: la capacidad de conducción procesal habrá de
acreditarse mediante el pertinente documento que se adjuntará a la demanda, conforme a lo
dispuesto en el art. 265.1.1° y 2° LEC. Si no se justificara esta condición jurídica de la conducción
procesal, podrá el tribunal decretar el archivo de la demanda «ex» art. 425 en relación con los
arts. 416.1.1° y 418.1 y 2.

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LECCIÓN VI.- LA LEGITIMACIÓN

I. LA LEGITIMACIÓN

1. CONCEPTO, FUNDAMENTO Y NATURALEZA

• Para que una pretensión pueda ser estimada por el órgano jurisdiccional, se precisa:
1. Que se cumplan con los presupuestos procesales del órgano jurisdiccional:
▪ Jurisdicción.
▪ Competencia (objetiva, territorial y funcional).
2. Que se cumplan con los presupuestos procesales de las partes:
▪ Capacidad para ser parte y capacidad de actuación procesal.
▪ Capacidad de postulación.
▪ Capacidad de conducción procesal.
3. Que las partes se encuentren en una determinada relación jurídico material con la pretensión: La
legitimación.
 [Ejemplo de legitimación: Un piso de mi propiedad sito en A Coruña en el que paso mis vacaciones de verano, es ocupado
ilegalmente en invierno por unos maleantes. Yo, como propietario del piso estoy legitimado para proceder a una demanda
judicial contra los ocupantes, que no atienden a mi requerimiento de desistir en su pretensión, pudiendo acreditar la
propiedad ante los juzgados mediante la escritura de propiedad del piso. No obstante lo anterior, la legitimación originaria
no sólo viene otorgada por la titularidad de un derecho subjetivo, sino que, en ocasiones, la Ley faculta a comparecer como
partes a quienes ostenten un «interés legítimo».]

A) CONCEPTO

• A la legitimación se refiere expresamente el articulo 10.1 LEC: «Serán considerados partes legítimas
quienes comparezcan y actúen en juicio como titulares de la relación jurídica u objeto litigioso».
• La legitimación viene establecida por una norma de Derecho material que, otorga, a quien interpone
la pretensión o se opone a ella, la titularidad del derecho subjetivo u obligación jurídica material del
bien jurídico o del interés legítimo que se discute en el proceso, la cual ejercita el actor frente a quien
reclama su propiedad o impide su disfrute, y que le faculta para obtener la tutela jurisdiccional de dicho
derecho, bien o interés legítimo.
• La legitimación consiste precisamente en esa titularidad jurídica, que legitima al actor o al
demandado para impetrar la tutela de los tribunales de sus derechos e intereses legítimos, toda vez
que, en un proceso civil, regido por el principio dispositivo, sólo los titulares de tales derechos e
intereses pueden ejercitar su defensa ante los tribunales.
• Por esta razón la legitimación pertenece al Derecho material que constituye presupuesto procesal
alguno, sino que se erige en un elemento subjetivo de la fundamentación de la pretensión. De
aquí que la ausencia de legitimación activa o pasiva no deba ocasionar, como regla general, una
resolución absolutoria en la instancia, sino «de fondo», es decir, ha de producir una Sentencia
con todos los efectos materiales de la cosa juzgada.

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B) FUNDAMENTO Y NATURALEZA

• El fundamento de la legitimación hay que encontrarlo en las exigencias del derecho a la tutela
judicial efectiva y en la prohibición de indefensión que efectúa el art. 24 CE. Si se permitiera que
actuara en un proceso sólo quien afirma la titularidad del derecho subjetivo, sin serlo efectivamente,
se produciría una condena en ausencia de la auténtica parte material, a la que se le habría privado de
su derecho a la tutela o de defensa.

• Diferencias entre legitimación y fundamentación de la pretensión La legitimación pertenece a la


fundamentación de la pretensión, aunque no se identifica totalmente con ella:

▪ La legitimación es un elemento jurídico, ya que viene determinada por la titularidad de un bien o


interés jurídico.

▪ La fundamentación de la pretensión es mucho más amplia, pues abarca la totalidad de las causas
de pedir que hacen atendible la estimación de la petición y, así, se puede estar legitimado en un
proceso determinado y no recibir del juez la satisfacción de la pretensión, por encontrar infundada
la petición.

• El hecho de que la legitimación estribe en una determinada relación o situación jurídica material, que
liga o vincula a las partes con el objeto del proceso, ocasiona que pueda ser examinada con carácter
previo al de la fundamentación de la pretensión o de la relación jurídica debatida. No obstante, esta
condición de constituir un «prius» lógico, un análisis previo o preliminar al examen del «fondo» del
asunto, no la convierte en un presupuesto procesal, sino en una condición para dictar una sentencia
de fondo que, en cualquier caso, gozará de los efectos de la cosa juzgada material.

2. CLASES DE LEGITIMACIÓN

• Subjetivamente puede ser activa y pasiva, y, objetivamente puede ser originaria y extraordinaria.

A) LEGITIMACIÓN ACTIVA Y PASIVA

• A la legitimación activa se refiere el art. 10.1 LEC. Legitimado activamente es quien, por afirmar la
titularidad, directa o indirecta, de un derecho subjetivo o de crédito, de un bien o interés jurídico,
deduce una pretensión y se convierte en parte demandante en el proceso.

• Corresponde al actor efectuar en su escrito de demanda la afirmación acerca de su relación jurídica


material, a la que incorporará la oportuna justificación documental (art. 265.1.1º).
• A la legitimación pasiva se refiere el art. 5.2 LEC.». Legitimado pasivamente lo está quien deba
cumplir con una obligación o soportar las consecuencias jurídicas de la pretensión, por lo que le
incumbe la carga procesal de comparecer en el proceso como parte demandada.
• Al demandado le incumbe la carga procesal (en su contestación a la demanda) de reconocer la relación
jurídico material con el objeto litigioso o negarla a través de las excepciones de «falta de legitimación
activa o pasiva» (art. 405.1 y 2), en cuyo caso se convertirá en tema de prueba y de decisión la
comprobación de la exactitud de dicha afirmación. Sin embargo, lo que no puede un codemandado es
alegar la excepción de falta de legitimación pasiva con respecto a alguno o los demás demandados.

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B) LA LEGITIMACIÓN ORDINARIA

• La legitimación ordinaria, originaria, directa o propia es la que se ostenta en virtud de la titularidad de


un derecho o interés legítimo. A ella se refiere, tanto el art. 24.1 CE, al proclamar el derecho a la tutela
judicial efectiva de «los derechos e intereses legítimos», como en el párrafo primero del art. 10 LEC que
contrapone dicha legitimación frente a la extraordinaria contemplada en el párrafo segundo de dicho
precepto.

• Tanto los titulares de las relaciones jurídicas (por ej. a título de dueño el ejercicio de la acción
reivindicatoria) o la de cualquier otro para comparecer en el proceso en calidad de partes principales,
sean originarias o sobrevenidas.

a) Interés legítimo

• La legitimación originaria no sólo viene otorgada por la titularidad de un derecho subjetivo, sino que,
en ocasiones, la Ley faculta a comparecer como partes a quienes ostenten un «interés legítimo».

• Existen procesos, cuyo objeto no lo constituye una relación, sino una situación jurídica, en la que la
legitimación originaria viene determinada por la afirmación de un interés legítimo. Esto sucede en los
procesos de incapacitación, matrimoniales o de filiación, en los que, junto a la capacidad de conducción
procesal determinada por el parentesco, las partes han de ostentar un interés legítimo (art. 24.1 CE).

b) Impugnación de negocios jurídicos radicalmente nulos


por terceros con interés legítimo en dicha impugna-
ción

• La jurisprudencia otorga legitimación a terceros con interés legítimo, siempre que dicho tercero tenga
un interés jurídico en la impugnación de negocios jurídicos radicalmente nulos. Por ejemplo, para
ejercitar la acción de declaración de inexistencia de un contrato, por carencia de algunos de los
requisitos esenciales que determina el art. 1261 del Código Civil; la acción de nulidad radical o de pleno
derecho de un contrato, por ser contrario a las normas imperativas o prohibitivas (art. 6.3 del Código
Civil).

• Por dicho interés legítimo cabe entender la situación en la que un tercero, visto desde el prisma de la
sentencia, pueda verse afectado por sus futuros efectos de cosa juzgada, es decir, haya de sufrir un
perjuicio o experimentar un beneficio en su esfera patrimonial o moral.

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C) LA LEGITIMACIÓN EXTRAORDINARIA

• A la legitimación extraordinaria se refiere el segundo párrafo del art. 10 LEC, que establece la excepción
de «los casos en que por ley se atribuya legitimación a persona distinta del titular».
• En ocasiones, el demandante puede actuar en el proceso en interés de un tercero, produciéndose, en
este supuesto, una falta de identidad entre las partes materiales y las partes formales que comparecen
en el proceso. Por tanto, en la legitimación extraordinaria quien comparece en el proceso actúa en
interés de otro. No obstante, dicha intervención ha de circunscribirse a los taxativos supuestos en los
que la Ley expresamente lo autorice.
• Dicha actuación de la parte formal en interés de un derecho de la parte material puede ser en nombre
propio («sustitución procesal») o en nombre e interés ajeno («representación procesal»).

a) La legitimación por sustitución procesal

• En la legitimación por sustitución procesal el actor comparece en el proceso en nombre e interés


propio (por ejemplo, el MF), pero en defensa de un derecho ajeno (por ejemplo, el derecho de la
persona que se trata de incapacitar).
• En dicha legitimación, la parte procesal es el sustituto (el MF) y no el sustituido (el padre, tutor o
institución), aunque los efectos de la sentencia afectarán a ambos, por lo que también el sustituido
podría comparecer en el proceso como interviniente litisconsorcial (art. 13 LEC). No obstante,
dicha intervención no es obligatoria, ni debe el tribunal llamar al proceso a dicho interviniente, pues
puede válidamente dictar sentencia con la sola actuación procesal del sustituto. Como supuestos de
legitimación por sustitución procesal pueden citarse, por ejemplo:
▪ La legitimación del MF para promover el proceso de incapacidad de las personas.
▪ La acción del usufructuario para reclamar los créditos vencidos del usufructo
▪ La impugnación de la paternidad efectuada por progenitores en nombre de sus hijos y la petición
de alimentos del cónyuge para los hijos mayores de edad que con él convivan.
▪ La Comunidad de Propietarios puede ejercitar, en sustitución del propietario de la vivienda, una
acción de cesación y privación del uso de la misma al poseedor que realizara actividades molestas,
incómodas o in salubres.
▪ Las asociaciones de consumidores y usuarios «representativas», están legitimadas para la defensa
de los intereses difusos (art. 11.3 LEC) y las entidades habilitadas por la normativa comunitaria para
el ejercicio de las acciones de cesación en defensa de los intereses colectivos y difusos (art. 11.4).

b) La legitimación representativa

• Al igual que en la legitimación por sustitución, también en la representativa la parte formal actúa por
derechos ajenos, pero mientras que, en la legitimación por sustitución, lo hace en nombre e interés
propio, en la representativa, la defensa de dichos derechos también lo es en nombre e interés ajeno.
• La legitimación representativa es distinta a la representación material o procesal, cuya causa de estas
últimas obedece a la suscripción de un contrato de mandato. En la legitimación representativa es la
Ley la que atribuye o encarga al tercero la facultad de ejercitar la acción en nombre e interés de otros
y para la defensa de sus derechos. Constituyen supuestos de legitimación representativa:
a) La representación orgánica de Presidente de una comunidad de propietarios para todo lo que sea
favorable a dicha comunidad y los intereses de los copropietarios (art. 13.3 LPH).
b) Los colegios profesionales tienen legitimación para reclamar los honorarios de los colegiados.
c) La «Sociedad General de Autores» ostenta «ex lege» legitimación para reclamar o defender los
derechos de la propiedad intelectual de sus asociados.
d) Las asociaciones de consumidores y usuarios legalmente constituidas están legitimadas para la
defensa de los derechos e intereses de sus asociados y los difusos de consumidores y usuarios (art.
11.1 LEC).

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3. TRATAMIENTO PROCESAL (DE LA LEGITIMACIÓN)

• En relación al tratamiento procesal de la legitimación podríamos encontrarnos con dos posturas, que
han sido acogidas jurisprudencialmente por el Tribunal Supremo:

▪ La que afirma que la legitimación constituye un elemento de la fundamentación de la


pretensión. En este caso la legitimación debiera examinarse siempre en la fase de sentencia y como
cuestión previa al examen de fondo.

▪ La que reclama la naturaleza de la legitimación como presupuesto procesal. En este caso la


legitimación podría examinarse «a limine litis» en la fase de admisión de la demanda o en la
comparecencia previa.

• El tratamiento procesal de la legitimación es el siguiente

A) EL EXAMEN DE OFICIO DE LA LEGITIMACIÓN

• Es doctrina del TS la de que la existencia o no de legitimación activa («ad causam») debe


examinarse de oficio, ya que es una cuestión que afecta al «orden público procesal», en tanto
que atañe al control de si se tiene interés legítimo para solicitar de los órganos judiciales una
resolución».

• Sin embargo, a nuestro juicio, no creemos que pueda sustentarse esta solución para cualquier
ausencia de legitimación activa o pasiva, sino única y exclusivamente para aquellos supuestos en los
que se podrían conculcar normas imperativas como lo son las que tipifican los derechos
fundamentales a la tutela judicial efectiva o de defensa o cuando, más que de una ausencia de
legitimación, nos encontremos ante supuestos de incumplimiento del presupuesto de la falta de
conducción procesal.

a) La violación del derecho a la tutela judicial efectiva


por ausencia de titularidad sobre el derecho subje-
tivo

• El art. 24.1 CE consagra la teoría concreta del derecho a la acción o pretensión de tutela de los derechos
e intereses legítimos.
• Ahora bien, si manifiestamente, en un proceso determinado, no existiera la titularidad de ese derecho
subjetivo material, cuya tutela jurisdiccional pretende el actor, el tribunal de oficio, podría repeler dicha
infundada pretensión. Esto es precisamente lo que ha hecho el TS en determinados supuestos.

• No obstante, la mayoría de los referidos supuestos jurisprudenciales de falta de legitimación activa, en


realidad, encierran casos de falta de «capacidad de conducción procesal». Así, la STS de 14 de
noviembre de 2002 permitiría hoy su examen de oficio por incumplimiento de lo dispuesto en el art.
266.3 en relación con los artículos 269.2 y 266 LEC, y los demás constituyen auténticos supuestos de
capacidad de conducción procesal que, en cuanto tales, autorizan al órgano jurisdiccional a examinar
de oficio su concurrencia en cualquiera de las instancias del proceso, incluida la casación, aun cuando
el demandado no haya aducido expresamente como excepción la falta de legitimación activa.

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b) La violación de los derechos a la tutela y defensa por


falta de emplazamiento de las partes legítimas al pro-
ceso

• La primera manifestación del derecho a la tutela judicial efectiva constituye el libre acceso de todos a
los tribunales, para cuyo ejercicio los órganos jurisdiccionales tienen la obligación de comunicar la
existencia del proceso a fin de que puedan ejercitar sus derechos fundamentales a la tutela o de
defensa.
• En un proceso como el civil, regido por los principios dispositivo y de aportación, dicha obligación sólo
puede contraerse con respecto a las partes que han sido demandadas en el proceso. De aquí, que, en
principio, tan sólo a ellas se dirigirán las notificaciones a las que hace referencia el art. 150.1 LEC.
• Por tanto, al demandante le asiste la carga de demandar en su propio nombre y exclusivamente en
relación a derechos de su efectiva titularidad y de dirigir la demanda tan sólo contra quien deba
soportar los efectos de su pretensión. Si no lo hiciera así y aparentara una titularidad que no tiene o
demandara a una persona que nada tiene que ver con la relación jurídico material debatida, el tribunal,
obligado por la congruencia, podría otorgar, en su sentencia, derechos a quien de ningún modo le
corresponden o condenar a quien ni siquiera tuvo la oportunidad de haber sido oído en el proceso.
• Por esta razón, porque esta burda infracción de las normas que tutelan la legitimación activa y pasiva
infringe el derecho a la tutela del art. 24.1 CE y, desde luego, el «orden público procesal» y porque los
efectos de las normas jurídicas no pueden quedar a voluntad de los particulares de modo que se
apliquen, aun no dándose los supuestos queridos y previstos por el legislador para ello, la
jurisprudencia del TS ha admitido, en tales casos, el examen de oficio de la legitimación.
• Todas estas razones, a las que se une la obligación de los tribunales de preservar, frente a su hipotética
violación, el libre ejercicio de los derechos fundamentales (art. 53.2 CE), aconsejan que, en tales
supuestos, el tratamiento procesal de la legitimación haya de ser de oficio. No obstante, esta
conclusión no convierte, sin más, a la legitimación, en un presupuesto procesal, sino en un requisito
de la fundamentación de la pretensión, cuya infracción provoca la vulneración del art. 24.1 y, con ella,
un supuesto típico de nulidad radical e insubsanable.

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B) LA DENUNCIA DE LA FALTA DE LEGITIMACIÓN

• En general, el examen de la legitimación debe efectuarse, previa denuncia del demandado, en su


escrito de contestación a la demanda y resolverse en la Sentencia como elemento de la
fundamentación de la pretensión, de examen previo a la cuestión de fondo. Exceptuamos de esta
afirmación los casos anteriormente revisados, en los que el examen de la falta de legitimación puede
efectuarse también de oficio en la apelación e incluso en la casación.

• Al demandante le incumbe la carga procesal de adjuntar a su escrito de demanda el documento


justificativo de su legitimación material, es decir, el título o contrato que acredita la titularidad del
derecho discutido o los documentos en que las partes funden su derecho a la tutela judicial que
pretenden».
• Si tales documentos no se encontraran en los supuestos de conducción procesal contemplados en el
art. 266, el Juez, ante su omisión, no podría por dicha causa dejar de admitir la demanda (269.2), pero
el demandado habría de alegar, en su escrito de contestación, la pertinente excepción de falta de
legitimación activa o pasiva (art. 405).

• Según la jurisprudencia del TS dicha excepción ha de alegarse expresamente en dicha contestación,


sin que pueda «ex novo», invocarse en la apelación, o en la casación; el no planteamiento de dicha
excepción ocasiona, pues, el reconocimiento de la legitimación activa y pasiva por parte del
demandado, sin que pueda posteriormente negarla, pues atentaría al principio de que «nadie puede
ir contra sus propios actos».

• Una vez aducida expresamente por el demandado en su escrito de contestación dicha excepción de
falta de legitimación activa o pasiva, aparentemente el art. 416 LEC no permitiría que enla
comparecencia previa pueda discutirse la falta de legitimación de las partes, ya que en su listado de
excepciones no contempla expresamente la legitimación activa y pasiva, (salvo respecto al
litisconsorcio).

• No obstante lo anterior, y en relación a la discusión de la legitimación en la comparecencia previa, el


art. 416 LEC contempla, en su número primero, una cláusula general abierta y que el art. 425 permite,
junto a la excepción de litisconsorcio pasivo necesario prevista en el art. 416.1.3º, plantear excepciones
análogas, dentro de las cuales podría incluirse la falta de legitimación.
(eso sí, circunscrita su ausencia a los supuestos enunciados:

▪ Falta de capacidad de conducción procesal y ausencia de legitimación que afecta a la falta del derecho de
«acción», entendida en sentido concreto, o que pueda ocasionar la vulneración de los derechos fundamentales
a la tutela o de defensa.

▪ También podría incorporarse a dicho catálogo la ausencia de habilitación legal en la legitimación extraordinaria,
tanto por sustitución procesal, como la legitimación representativa, pues, si la Ley no autorizara al sustituto a
accionar en interés de otro, es claro que su legitimación sería originaria y ocasionaría al sustituido, de no
comparecer en el proceso, indefensión material).

• Fuera de los casos anteriores, no debiera discutirse la legitimación en la comparecencia previa, que,
como elemento de la fundamentación de la pretensión, exige una actividad probatoria, por lo que, a
fin de evitar una precipitada e injustificada denegación del derecho la tutela, debe merecer un examen
de fondo en la Sentencia.
• Aun cuando la vulneración de las normas, que disciplinan la legitimación, son, tal y como se ha
reiterado, de Derecho sustantivo, es una doctrina reiterada y unánime del TS la de que su infracción
ha de denunciarse por el cauce del recurso de casación extraordinario por infracción procesal y no a
través del recurso material de casación.

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• [Conceptos para tener claros los siguientes temas (Vivero):


ACUMULACIÓN DE ACCIONES
• Nos interesa comentar el tema de la acumulación de acciones, pues el objeto del proceso no tiene por qué consistir
en una pretensión (o acción) ejercitada por el actor, respecto a la cual actor y demandado mantengan posturas
contrapuestas, sino que es posible que en un mismo proceso se traten diversas pretensiones (o acciones). Ello
puede suceder por los siguientes motivos:
▪ Por voluntad del actor (acumulación de acciones propiamente dichas).
▪ Por voluntad del demandado (reconvención).
▪ Por petición del actor o del demandado (acumulación de autos).
• La acumulación objetiva de acciones es el acto por el que se reúnen en un solo proceso dos o más pretensiones a
fin de que todas sean examinadas y resueltas dentro de aquél.
• La acumulación de acciones no puede confundirse con el concurso de acciones o concurso de normas, que tiene
lugar cuando a unos mismos hechos le son aplicables diferentes normas jurídicas, de donde se deriva una misma
consecuencia jurídica. Así, por ejemplo, puede pedirse la devolución de una cantidad de dinero alegando el
otorgamiento de un préstamo al demandado o el enriquecimiento sin causa de éste. Tampoco debe confundirse
la acumulación de acciones con el litisconsorcio:
▪ Acumulación de acciones (acumulación objetiva de acciones): En la acumulación de acciones el actor ejercita
en un mismo proceso varias acciones que tenga frente al demandado, pero se trata de un único demandante y
un solo demandado.
▪ Litisconsorcio (acumulación subjetiva de acciones): Sin embargo, en el Litisconsorcio también existe pluralidad
de acciones, tantas cuantas sean las partes que intervienen como demandantes o demandados. Por ello se
denomina a la acumulación primera, acumulación objetiva y al litisconsorcio, acumulación subjetiva de acciones
(algún autor sostiene que el litisconsorcio es un verdadero supuesto de acumulación objetiva-subjetiva).
EL LITISCONSORCIO
A) CONCEPTO
• Existe litisconsorcio cuando en un litigio aparecen varios sujetos en una o ambas partes.
B) TIPOS DE LITISCONSORCIO

• De acuerdo a la posición de las partes, el litisconsorcio puede ser:

▪ Activo: Cuando varios actores litigan frente a un solo demandado.


▪ Pasivo: Cuando un solo actor se dirige frente a varios demandados.
▪ Mixto: Cuando varios actores litigan frente a varios demandados.
▪ Originario: Cuando la pluralidad de litigantes aparece desde el comienzo del proceso.
▪ Sucesivo: Cuando la pluralidad de litigantes se produce durante el desarrollo posterior del proceso.
▪ Voluntario o facultativo: Cuando se forma libre y espontáneamente por voluntad de las partes y ello es posible
porque las acciones son conexas, sea por el título, por el objeto, o por ambos. Los litisconsortes tienen
legitimación procesal independiente, o sea, cada uno de ellos es autónomo, independientemente uno del otro.
Como consecuencia de esta independencia, por lo general, los actos de uno de ellos no benefician ni perjudica a
los demás.
▪ Necesario: Pretensión única. Cuando lo impone la ley o la naturaleza de la relación jurídica que constituye la
causa de la pretensión. Lo impone porque la sentencia sólo puede dictarse útilmente frente a todos los partícipes
de la relación jurídica substancial discutida en el proceso. Y si todos ellos no estuvieren participando en el proceso
el juez ordenará integrar la litis, citando al litigante que faltare. Los litisconsortes no son independientes, sino
que se consideran como una unidad, y, por eso, en general, los actos que realice uno de ellos benefician a los
demás.
▪ Cuasinecesario: Hay supuesto en que, si bien la naturaleza de la pretensión procesal requiere una declaración
judicial única, que comprenda a todos los que tienen relación con ella, no supone que todos los interesados
tengan que intervenir en el proceso. Un ejemplo lo da el Código Civil al decir que el acreedor puede dirigirse
contra cualquiera de los dos deudores solidarios o contra todos a la vez. Las reclamaciones entabladas contra
uno, no serán obstáculo para las que posteriormente se dirijan contra los demás deudores solidarios mientras
la deuda no resulte pagada por completo.]

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LECCIÓN VII.- PLURALIDAD DE PARTES Y SUCESIÓN PROCESAL

I. LA PLURALIDAD DE PARTES
• Como consecuencia de la vigencia del principio de contradicción, no es concebible un proceso sin la
existencia de dos posiciones enfrentadas: la de la parte actora o demandante, que interpone la
pretensión, y la de la parte demandada, que se opone a ella.
No obstante, puede suceder que dentro de estas dos posiciones, activa y pasiva, aparecen una
pluralidad de partes, bien demandantes, bien demandadas, o incluso, varios demandantes y varios
demandados.

1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO

• Nos encontramos ante un proceso único con pluralidad de partes cuando dos o más personas se
constituyen en el proceso, en la posición de actor y/o demandado, estando legitimadas para ejercitar
o para que frente a ellas se ejercite una única pretensión. En este supuesto el juez ha de dictar una
única sentencia, en la que se contendrá un solo pronunciamiento, que afectará a todas las
personas parte que se constituyan en el proceso de modo directo o reflejo.

• El fundamento de la pluralidad de partes reside en la legitimación. Si existen varias personas


legitimadas para interponer una pretensión o defenderse de ella es natural que el ordenamiento
procesal les confiera a todas ellas la posibilidad de comparecer como demandantes o demandadas en
un solo proceso. En ocasiones, esta posibilidad procesal encierra una carga, pues a todos ellos les
pueden afectar los efectos de la cosa juzgada.

• El fenómeno de pluralidad de partes se distingue de otro supuesto, que es el de la acumulación de


pretensiones. El supuesto típico de acumulación subjetiva es el «litisconsorcio voluntario o
facultativo». La acumulación objetiva se efectúa mediante:

▪ Acumulación de acciones (art. 71.2 LEC). Se autoriza al actor a acumular inicialmente diversas
pretensiones.

▪ Acumulación de procesos (art. 74 y ss. LEC). Se autoriza al actor a acumular de una manera
sobrevenida diversas pretensiones.
• A diferencia de la acumulación de pretensiones, en la pluralidad de partes nos encontramos ante una
única pretensión que se plantea por una pluralidad de personas o frente a una pluralidad de personas,
razón por la cual ocasionará una sentencia con un solo pronunciamiento o parte dispositiva.

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2. EL «LITISCONSORCIO» Y SUS CLASES

A) ACTIVO Y PASIVO

• Se denomina litisconsorcio a la existencia en el proceso de varias personas, que, debido a tener un


derecho o interés común o conexo y tener, por tanto, una misma comunidad de suerte, han de asumir
una misma posición en el proceso, demandante o demandada. En una primera sistematización, el
litisconsorcio puede clasificarse en activo, pasivo o mixto:

▪ Activo, en la posición de la parte demandante.


▪ Pasivo, en la posición de la parte demandada.

▪ Mixto, en ambas, en la posición de la parte demandante y demandada.

B) VOLUNTARIO, NECESARIO Y CUASINECESARIO

• Atendiendo a la exigencia de la comparecencia de las partes y a la extensión de los efectos de la


sentencia sobre ellas, el litisconsorcio puede ser voluntario y necesario.

a) Litisconsorcio voluntario

• El litisconsorcio voluntario o facultativo (art. 12.1 LEC ) se da cuando su constitución depende de la sola
voluntad de los varios actores que deciden litigar juntos, o del único actor que puede demandar a
varias personas al mismo tiempo.

• El fundamento del litisconsorcio voluntario hay que encontrarlo en la inexistencia de extensión de


efectos de la sentencia a los litisconsortes, por lo que nunca se les produciría indefensión si algunas
de ellas decidieran no comparecer en el proceso.

• Es por tanto el demandante quien, por razones de oportunidad, puede decidir acumular todas sus
pretensiones en una demanda, siempre y cuando sea posible (es decir, atendida la competencia del
juez, la naturaleza de las pretensiones y de su procedimiento adecuado, art. 73) o suscitar distintos
procesos. Ahora bien, para que esta acumulación sea factible, el art. 12.1 exige una conexión entre los
sujetos y «un mismo título o causa de pedir»:

1. Los sujetos, es decir, «como demandantes o demandados».

2. El mismo «título o la causa de pedir», esto es, en los mismos fundamentos de hecho de las
pretensiones, entendiéndose por «Título» el negocio jurídico que es fuente de los derechos y
obligaciones y «Causa de pedir» el hecho o acto que, al ser reconocido por una norma, origina los
derechos y obligaciones (por ejemplo, la acción causante de un daño y exigencia de
responsabilidad).
• El litisconsorcio voluntario, se discutirán por tanto, todas las pretensiones «en un mismo
procedimiento y resolverse en una sola sentencia» (art. 71.1), la cual tendrá tantos pronunciamientos
como pretensiones se hayan acumulado, sin que se produzca naturalmente ningún efecto con
respecto a las pretensiones que no se hayan acumulado.

[Ejemplo (Vivero):Una Comunidad de Propietarios está totalmente enfrentada al constructor del edificio, varios
vecinos afectados deciden plantear juntos una demanda judicial. Habria litisconsorcio voluntario ya que no están
obligados a promover el pleito.

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b) Litisconsorcio necesario

• El art. 12.2 LEC establece que «cuando por razón de lo que sea objeto del juicio la tutela jurisdiccional
solicitada sólo pueda hacerse efectiva frente a varios sujetos conjuntamente considerados,
todos ellos habrán de ser demandados, como litisconsortes, salvo que la ley disponga
expresamente otra cosa». A diferencia del litisconsorcio voluntario, en el necesario las partes no son
dueñas de la constitución del litisconsorcio, sino que viene impuesto por la Ley, porque a todos
los litisconsortes necesarios se les habrán de extender, por igual, los efectos de la cosa juzgada.
• Ejemplos de este supuesto serían quien impugna su desheredación ha de demandar a todos los
herederos y legitimarios, porque, frente a dicha pretensión, forman todos ellos una comunidad de
suerte, o cuando el MF o un tercero insten la nulidad de un matrimonio habrá de demandar a ambos
esposos.

c) Cuasinecesario

• El litisconsorcio cuasinecesario representa una especie híbrida entre el litisconsorcio necesario y el


voluntario. Su constitución depende de la voluntad de las partes, pero, si deciden constituirlo,
habrán de hacerlo conjuntamente, extendiéndose por igual los efectos de la sentencia a todos los
litisconsortes, es decir, se regirá su actuación procesal por las mismas normas que regulan el
litisconsorcio necesario.

• Como ejemplos de litisconsorcio cuasinecesario podemos citar:

▪ Las obligaciones solidarias (art. 1.444 CC) en las que el acreedor puede dirigir su demanda contra
uno, varios o todos los deudores solidarios. Si demanda a todos los deudores solidarios y son
condenados, todos ellos responderán de la deuda; pero, si tan sólo se dirige contra algunos de ellos,
la sentencia no se convertirá en título de ejecución frente a los demás que no hayan sido partes en
el proceso (art. 542.1 LEC).

▪ Impugnación de acuerdos sociales. El art. 205 LSC confiere el derecho de impugnación de acuerdos
sociales a todos los socios. Por tanto, ante la adopción de un acuerdo nulo o anulable son dueños
cada uno de los que votaron en contra o se ausentaron de la Junta General de ejercitar la acción de
impugnación. Pero, en tal caso, y si fueren varios quienes ejercitaran el derecho de impugnación, el
art. 73.2 LEC, a fin de evitar sentencias contradictorias y por razones de economía procesal, obliga al
juez a acumular de oficio todas las pretensiones constitutivas de anulación o declarativas de nulidad
en un solo procedimiento, ya que, las sentencias que se dicten sobre impugnación de acuerdos
societarios afectarán a todos los socios, aunque no hubieren litigado art. 222.3 LEC.

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II. EL LITISCONSORCIO NECESARIO

1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO

A) CONCEPTO

• Se entiende por litisconsorcio necesario la exigencia legal o convencional que tiene el actor de
demandar en el proceso a todos los partícipes de una relación jurídico material inescindible, de tal
suerte que, si no lo hiciera, a todos ellos les podrían afectar, por igual, los efectos materiales de la
sentencia (Ejemplo, quien decida impugnar una herencia, debe de demandar a los demás herederos,
ya que, si demanda a uno, a los otros cuatro les afectará la resolución que adopten los tribunales).

• Presupuesto ineludible del litisconsorcio necesario es que todos los codemandados hayan participado
en una relación jurídica material inescindible, de tal manera que, como señala el art. 12.2 LEC «la tutela
jurisdiccional… sólo pueda hacerse efectiva frente a varios sujetos conjuntamente considerados».

B) FUNDAMENTO

• El litisconsorcio necesario se fundamenta en una legitimación pasiva originaria, que viene determinada
por la existencia previa de una relación jurídica plurisubjetiva e inescindible, en la que, debido a que a
todos los futuros demandados les asisten los mismos o similares derechos subjetivos y obligaciones,
se encuentran todos ellos en una misma comunidad de suerte, produciéndose una correlación entre
su situación jurídica material y procesal.

• Como supuestos de litisconsorcio necesario podemos citar, entre otros, los siguientes:

a) La indivisibilidad de las obligaciones mancomunadas, con respecto a las cuales el art. 1.139 del
Código Civil obliga al acreedor a proceder contra todos los deudores.

b) La sociedad de gananciales obliga al actor a dirigir la demanda contra ambos esposos.

c) Cuando el MF o un tercero inste la nulidad de un matrimonio habrá de demandar a ambos esposos.

d) Los copropietarios frente al ejercicio de pretensiones fundadas en derechos reales.

e) Quien impugna su desheredación ha de demandar a todos los herederos y legitimarios, porque,


frente a dicha pretensión, forman todos ellos una comunidad de suerte.
f) Quienes hayan sido parte en un negocio jurídico, del que se inste su nulidad, habrán de ser, todos
ellos, demandados en el proceso.

• En todos los anteriores ejemplos, si el actor no dirigiera su demanda contra todos los litisconsortes, el
Tribunal no podría estimar su pretensión sin infringir el derecho a la tutela judicial efectiva de los
ausentes. La existencia de una relación material inescindible en el litisconsorcio necesario ha de
ocasionar que, declarada judicialmente su nulidad, haya de repercutir necesariamente dicha
declaración con respecto a todos los litisconsortes, presentes y ausentes del proceso.

• El fundamento del litisconsorcio necesario hay que encontrarlo en la preservación del derecho a la
tutela del art. 24.1 CE, antes que en la exigencia de evitar sentencias contradictorias o de encontrar
dicho fundamento en la seguridad jurídica.

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2. RÉGIMEN PROCESAL

A) EL ESTATUS DE PARTE

• Los litisconsortes tienen todo el status de parte principal. Pueden litigar unidos o por separado, en
cuyo caso todos ellos conformarán, mediante sus escritos de contestación a la demanda, el objeto
procesal.

• En el litisconsorcio pasivo necesario rige la regla de que «los litisconsortes activos o diligentes en el
proceso benefician a los inactivos». Esto significa que los actos de un litisconsorte producen efectos
frente a los demás en la medida en que les beneficia (así la estimación de un recurso, interpuesto por
uno de ellos, beneficia a los demás), pero nunca en cuanto les perjudica.

• Los actos de disposición directa (ej. allanamiento) e indirecta (la admisión de hechos) del proceso, para
que sean válidos, requieren del concurso de voluntades de todos los litisconsortes.

B) EXAMEN DE OFICIO

• La exigencia de la doctrina del litisconsorcio necesario se funda en la necesidad de preservar la


violación del derecho fundamental a la tutela judicial del art. 24.1 CE. Por ello, la jurisprudencia del TS
se ha manifestado unánime a la hora de establecer la obligación judicial de «examen de oficio»
de este requisito de la legitimación pasiva.

• Al producirse indefensión material a los litisconsortes no emplazados al proceso, se ocasionaría la


nulidad del art. 238.3 LOPJ (antes el tribunal debe prestar audiencia a todas las partes personadas).

C) LA COMPARECENCIA PREVIA

• Si inicialmente el tribunal no aprecia la falta del litisconsorcio necesario, la LEC permite expresamente
su subsanación, facultando al demandante para que pueda ampliar su demanda ya interpuesta contra
todos los litisconsortes. En este caso volverá a nacer el plazo para su contestación (art. 401.2),
pudiendo ser la falta del litisconsorcio necesario aducida expresamente por el demandado como
excepción (art. 405.3) o estimada de oficio por el juez, la cual habrá de discutirse en la comparecencia
previa.

a) Conformidad u oposición del actor

• Si el demandado ha opuesto la excepción de «debido litisconsorcio», y hay conformidad del actor


con la excepción de litisconsorcio, se le faculta a volver a redactar dicho escrito de demanda y
presentarlo, junto con tantas copias cuantos litisconsortes existan, en el mismo momento de
celebración de la comparecencia previa, pero sin que pueda alterar su objeto.
• Si el juez estimara procedente el litisconsorcio «lo declarará así, ordenando emplazar a los nuevos
demandados para que contesten a la demanda con suspensión de la audiencia» (art. 420.1). En tal
caso, la resolución será oral e inimpugnable por plena conformidad de ambas partes (art. 210). El
tribunal dictará providencia admitiendo las nuevas demandas y dará traslado de ellas a los nuevos
demandados para que la contesten en el plazo de veinte días (arts. 420.3 y 404 LEC).

b) Oposición del actor

• Si el demandante no estuviera de acuerdo con la excepción del litisconsorcio necesario, el juez debe
oír a ambas partes en la audiencia preliminar sobre este extremo «y, cuando la dificultad o complejidad
del asunto lo aconseje, podrá resolverlo mediante auto que deberá dictar en el plazo de cinco días
siguientes a la audiencia» (art. 420.2).

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c) La integración de oficio del litisconsorcio

• De conformidad con la jurisprudencia del TS, el litisconsorcio también puede ser planteado de oficio
por el tribunal, aunque no lo prevea expresamente la norma. En este caso, el juez debe oír a ambas
partes en la comparecencia previa (primero al demandado y después al actor) y dictar la resolución
que proceda. Si el tribunal entendiera que es procedente el litisconsorcio, el art. 420.3 LEC dispone que
el tribunal «concederá al actor el plazo que considere oportuno para constituirlo que no podrá ser
inferior a diez días».
• Si el demandante incumpliera con su carga de redactar nuevas demandas dirigidas contra todos los
litisconsortes y no las presentara en el juzgado, junto con sus copias y documentos, en el plazo indicado
de diez días, el tribunal dictará auto de sobreseimiento del proceso (art. 420.4).
• En cualquier caso, la apreciación de este presupuesto preliminar a la cuestión de fondo, bien sea a
instancia del demandado, bien de oficio en dicha comparecencia o en cualquier fase del proceso
declarativo o de sus instancias, ha de ocasionar la nulidad de las actuaciones practicadas con
retroacción al momento del emplazamiento de los demandados a fin de que sean adecuadamente
emplazados los demás litisconsortes.

III. LA INTERVENCIÓN PROCESAL


1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO

A) CONCEPTO

• Se entiende por intervención procesal la entrada de terceros con un interés directo y legítimo en un
proceso ya iniciado, el cual se convierte en un proceso único con pluralidad de partes sobrevenida (art.
13.1 LEC). Dicha intervención no ocasiona, a diferencia de la acumulación de procesos o de autos, la
incorporación de nuevas pretensiones, sino tan sólo de partes en la posición actora y/o demandada.
Son presupuestos de la intervención procesal los dos siguientes:

▪ La existencia de un proceso pendiente, en virtud de la interposición de una demanda, que, al haber


sido admitida, haya generado los efectos propios de la litispendencia (art. 410).
▪ La intervención de un tercero en dicho proceso, entendiendo aquí por tercero, a una parte
material no formal, esto es, distinta al demandante y demandado que ostente la titularidad de un
derecho subjetivo o un interés «directo y legítimo» o, lo que es lo mismo, que goce de
legitimación, ordinaria o extraordinaria.

B) FUNDAMENTO

• El fundamento de la intervención procesal es el mismo que el del litisconsorcio necesario: la necesidad


de preservar el derecho a la tutela del art. 24.1, pues, si la CE concede este derecho fundamental a
todos quienes ostenten un derecho o interés legítimo, no se puede privar del acceso a un proceso a
quienes, ostentando dicho derecho o interés, desean acceder a un proceso ya incoado por otras partes
materiales y por la sola razón de haberse ya incoado éste.
• No obstante, el tercero, ha de gozar de dicho interés jurídico. Por tanto, no ostenta dicho interés
quien nada tiene que ver con la relación jurídica material debatida. El tercero ha de ostentar una
legitimación ordinaria o extraordinaria, que el art. 13.1 la concreta en el «interés directo y legítimo en
el resultado del pleito». Dicha legitimación puede consistir en la titularidad del derecho subjetivo que
se discute en el proceso o en la existencia de un interés directo en el proceso, surgido del hecho de
poder experimentar, como consecuencia de los futuros efectos directos o reflejos de la sentencia, un
perjuicio o beneficio patrimonial o moral.

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2. CLASES: VOLUNTARIA Y PROVOCADA

• La LEC contempla dos tipos de intervención:

1. Intervención voluntaria (art. 13). El tercero decide voluntariamente intervenir en un proceso ya


iniciado. Dicha intervención, a su vez, puede ser:
▪ Litisconsorcial, si el tercero es titular del derecho o interés que en él se discute.
▪ Adhesiva, cuando su derecho depende del bien o derecho litigioso del que es titular la parte
principal.

2. Intervención provocada (art. 14). El tercero interviene como consecuencia de una denuncia de la
existencia del proceso efectuada por alguna de las partes. Puede ser:

▪ Provocada a instancia del demandante (art. 14.1).


▪ Provocada a instancia del demandado (art. 14.2).

3. LA INTERVENCIÓN VOLUNTARIA Y SUS CLASES

• El presupuesto ineludible que ha de cumplir la parte material que pretenda intervenir en un proceso
pendiente, consiste en la existencia de una legitimación originaria o extraordinaria. Dicha intervención
puede suceder en la parte activa, para coadyuvar al éxito de la pretensión, o en la pasiva, para
contribuir a su desestimación, pero, en cualquier caso, el tercero no deduce pretensión autónoma
alguna, por lo que nos encontramos ante un proceso único con pluralidad de partes, bien en el «rol»
del actor, bien en el del demandado.

• Ahora bien, debido a que la legitimación puede estribar, bien en la cotitularidad del derecho subjetivo
o de la relación material debatida, bien en un mero interés jurídico en el éxito o rechazo de la
pretensión, pueden distinguirse dos clases de intervención voluntaria: la litisconsorcial y la adhesiva.

A) INTERVENCIÓN LITISCONSORCIAL

• En la intervención litisconsorcial el tercero es cotitular de la relación jurídico material debatida,


por lo que se encuentra en la misma comunidad de suerte que las demás partes a cuyo éxito o fracaso
de la pretensión coadyuva mediante su intervención. La situación y régimen del interviniente
litisconsorcial coincide con la del litisconsorcio cuasinecesario, eventual o impropio: Debido a que al
tercero se le extenderán los efectos directos de la cosa juzgada, el interviniente litisconsorcial no
está obligado a comparecer en el proceso. Ahora bien, si decide intervenir, habrá de hacerlo en ese
mismo proceso pendiente, no pudiendo incoar otro proceso para deducir la misma pretensión y contra
las mismas partes, porque el proceso inicial le habrá producido litispendencia.

• El TS ha señalado que «La llamada intervención litisconsorcial (…) viene determinada y justificada,
esencial y fundamentalmente, por la circunstancia de que la sentencia única que, en cuanto al fondo
del asunto propiamente dicho, recaiga en el proceso seguido entre las partes originarias, haya de
producir efectos directos (no reflejos) contra el tercero interviniente, vinculándolo a la cosa juzgada».
• Como supuestos de intervención litisconsorcial podemos citar Los acreedores y deudores solidarios
(art. 1.144 del Código Civil), los accionistas que, en un proceso de impugnación de acuerdos sociales
deciden comparecer para defender la validez del acuerdo (arts. 117.4 LSA y 222.3.3° LEC), o los
consumidores que pretendan intervenir en un proceso incoado por una asociación de consumidores.

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B) LA INTERVENCIÓN ADHESIVA

• En la intervención adhesiva no existe dicha cotitularidad, sino una relación jurídica subordinada a la
relación jurídico material debatida en el proceso y de la que es titular el tercero, quien está interesado
en la defensa de aquélla, pues de su reconocimiento depende su relación subordinada. Los efectos
de la sentencia no se extenderán directamente sobre el tercero, sino de forma refleja.

• Tal y como afirma la STS de 18 de septiembre de 1996 (1996/6726), «no es de apreciar tal situación
litisconsorcial cuando los posibles efectos hacia terceros se producen, con carácter reflejo, por una
simple o mediata conexión, o porque la relación material sobre la que recae produce la declaración
sólo les afecta con carácter prejudicial o indirecto; en estos casos su posible intervención en el litigio
no es de carácter necesario, sino voluntaria o adhesiva, ya que la extensión de los efectos de la cosa
juzgada no les alcanza, ni se produce para ellos indefensión».

• Como ejemplos de la intervención adhesiva podemos citar el del subarrendatario que se encuentra
interesado en coadyuvar a la defensa del arrendatario frente a su arrendador que pretenda la
resolución del contrato, o la intervención de la esposa e hijos en un proceso de reconocimiento de la
paternidad.

4. RÉGIMEN PROCESAL

• Los intervinientes en un proceso pueden comparecer en cualquiera de sus fases o instancias, sin que
se produzca la retroacción de las actuaciones (art. 13 LEC). Dicha intervención se produce mediante un
escrito de solicitud, que origina un incidente en el que el Juez ha de dar traslado a las demás partes y
resolver mediante auto.

• En general, todos los intervinientes pueden ejercitar la totalidad de los medios de ataque y de defensa,
posibilidades y levantamiento de cargas procesales que coadyuven al éxito de la pretensión o
resistencia, a cuyo éxito o fracaso coadyuvan. Distinguimos el régimen de intervención del litisconsorte,
del coadyuvante.

A) INTERVENCIÓN LITISCONSORCIAL

• El interviniente litisconsorcial es una auténtica parte principal y, por tanto, está legitimado para
conformar, junto con los demás litisconsortes, el objeto procesal. Los actos de disposición de la
pretensión exigen la concurrencia de la voluntad de todos ellos, por lo que el interviniente:
▪ Puede el interviniente oponerse a cualquiera de los tales actos (desistimiento, allanamiento, etc.).

▪ Puede suplir mediante sus actos procesales los efectos de la rebeldía o de una conducta meramente
pasiva de la parte intervenida, a él se le deben notificar todas las resoluciones judiciales y, contra ella,
podrá ejercitar los medios de impugnación con independencia, debiendo satisfacer las costas
procesales que su sola conducta origine dentro del proceso.

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B) INTERVENCIÓN ADHESIVA (COADYUVANTE)

• A diferencia del interviniente litisconsorcial, el interviniente adhesivo no es una verdadera parte


principal, sino subordinada, pues tan sólo mantiene un interés en el éxito de la pretensión de la parte
a la que coadyuva. Por lo tanto, ni delimita el objeto del proceso, ni el ámbito cognoscitivo de la
obligación de congruencia, que ha de circunscribirse a la pretensión y defensa efectuadas por las
partes principales.

• Tampoco puede ocasionar la crisis del proceso mediante un acto de disposición de la pretensión, ni
recurrir las resoluciones judiciales en contra de la voluntad de la parte coadyuvada.

• La capacidad de postulación del interviniente adhesivo es la de un colaborador de la parte principal y


se circunscribe a la utilización de todos los actos de alegación, prueba y dependiente impugnación que
coadyuven al éxito de la pretensión o defensa de la parte principal.

• Al igual que el interviniente litisconsorcial, el interviniente adhesivo puede ser acreedor o deudor de
una condena en costas derivada de su intervención, ya que al tercero se le ha de tener por parte a
todos los efectos.

5. LA INTERVENCIÓN PROVOCADA

• Se entiende por intervención provocada la llamada a un tercero, efectuada por el demandante o el


demandado, con el objeto de que este tercero intervenga en un proceso determinado:

▪ Llamada del demandante. Si fuera el demandante quien pretendiera efectuar dicha llamada, lo
solicitará en su escrito de demanda. Si esta solicitud fuera admitida por el Juez, facultará al tercero a
formular su demanda y «dispondrá de las mismas facultades de actuación que la ley concede a las
partes» (art. 14.1 LEC).

▪ Llamada del demandado. Si fuera el demandado quien realizara la llamada, deberá formular su
solicitud en el escrito de contestación o con anterioridad a la vista del juicio verbal. El LAJ suspenderá
el plazo para la contestación y dará traslado de dicha solicitud al demandante y, si aceptara la
intervención, le otorgará idéntico plazo de contestación (art. 14.2).

• Dentro de los supuestos genéricos de intervención, debemos distinguir la intervención provocada a


instancia del demandante, de la intervención provocada a instancia del demandado:

A) INTERVENCIÓN PROVOCADA A INSTANCIA DEL DEMANDANTE

a) La evicción «invertida»

• Como supuestos típicos de la intervención provocada podemos citar la evicción «invertida» y


determinadas acciones contempladas en la Ley de Patentes:

1. Evicción «invertida». El comprador ejercita la posición de demandante en una acción de


saneamiento por evicción del art. 1481 del Código Civil y en la que el comprador ha de requerir
previamente al vendedor a fin de que le suministre las informaciones necesarias para la defensa de
la cosa vendida.

2. Acciones en la Ley de Patentes. contempla determinados casos de acciones:


▪ Las acciones de los comuneros de una patente frente a terceros que la menoscaben, en cuyo caso
el copropietario ha de notificar a los demás comuneros la acción ejercitada (72.2.d).
▪ La acción de los licenciatarios en exclusiva frente a terceros que infrinjan los derechos del titular
de la patente, en cuyo caso habrá de notificar a éste la pendencia del proceso (124.3).

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b) Publicidad e intervención en procesos para la protec-


ción de derechos e intereses colectivos y difusos de
consumidores y usuarios

• Junto a dichas modalidades genéricas de intervención, el art. 15 contempla una específica relativa a la
protección de los intereses de consumidores y usuarios.
• Si el proceso fuera incoado mediante demanda de una asociación de consumidores o usuarios, que,
como vimos, poseen una legitimación extraordinaria representativa, el LAJ dispondrá la publicación de
la admisión de la demanda en los medios de comunicación a fin de que puedan comparecer los
perjudicados para deducir su pretensión resarcitoria.
• Asimismo, el precepto distingue la intervención de terceros en:
▪ En los intereses difusos, el referido llamamiento suspenderá el proceso durante el plazo de 2 meses
a fin de que puedan comparecer a plantear su pretensión, finalizado el cual no se admitirá su
personación, sin perjuicio de que lo hagan en el proceso de ejecución (art. 15.3 en relación con los
arts. 221 y 519 LEC).
▪ En los intereses colectivos, en los que los perjudicados son fácilmente determinables, el actor tiene
la carga de determinar a todos ellos en su escrito de demanda y de trasladarles, con anterioridad a
su presentación, dicho escrito a fin de que puedan intervenir en el proceso como demandantes sin
que se retrotraigan las actuaciones (art. 15.2).

B) INTERVENCIÓN PROVOCADA A INSTANCIA DEL DEMANDADO

• Como supuestos de intervención provocada a instancia del demandado podemos citar los siguientes:
a) La denuncia del proceso de evicción, efectuada por el comprador, demandado por un tercero, al
vendedor de la cosa (arts. 1.475, 1.478, 1.481 y 1.482 del Código Civil).
b) La denuncia del coheredero que no hubiera aceptado la herencia a beneficio de inventario y que ha
sido demandado por un acreedor, de la existencia del proceso a otro coheredero (art. 1084 del
Código Civil), a fin de evitar la ulterior vía de regreso del art. 1085 del Código Civil.
c) La denuncia del usufructuario al propietario de la existencia de un proceso en el que un tercero
puede lesionar su derecho de propiedad (art. 511) o la del arrendatario al arrendador frente a la
demanda de un tercero que pretenda usurpar o dañar su propiedad (art. 1.559) a fin de evitar una
ulterior vía de regreso del poseedor mediato frente al inmediato (art. 511 del Código Civil) en
reclamación de daños y perjuicios. En estos últimos supuestos, la ausencia de legitimación pasiva
del usufructuario y del arrendatario ha de provocar la sustitución procesal de aquellos por el
propietario (art. 14.2.4 LEC) a través de una impropia sucesión procesal.
d) La denuncia de un promotor de las viviendas al arquitecto, para oponerse a una acción de
responsabilidad derivada de vicios o defectos en una edificación, en cuyo caso, si dicho tercero no
compareciera (el arquitecto), también a él se le extenderán los efectos de la sentencia con clara
derogación de los límites subjetivos de la cosa juzgada, trazados por el art. 22.3 LEC.
• En todos los anteriores supuestos, si producida la denuncia al tercero, éste hiciera caso omiso del
llamamiento, puede verse afectado por los efectos prejudiciales de la sentencia recaída en el primer
proceso, los cuales pueden operar en el segundo proceso efectuado en vía de regreso por la parte
principal frente a la subordinada.

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IV. LA SUCESIÓN PROCESAL


1. CONCEPTO Y CLASES

• Se entiende por sucesión procesal la sustitución, en un proceso determinado, de unas partes formales
por otras materiales, como consecuencia de la transmisión «inter vivos» o «mortis causa» de la
legitimación de aquéllas a éstas.

• Como consecuencia de la «perpetuatio jurisdictionis» que ocasiona la litispendencia, tras la admisión


de la demanda, no pueden existir cambios sustanciales de las partes en el proceso (art. 413.1), el cual
habrá de transcurrir entre el actor y del demandado. Ahora bien, podría ocurrir que, fuera del proceso
se haya transmitido el derecho subjetivo o la titularidad del bien o relación jurídica litigiosa, en cuyo
caso el nuevo adquirente es quien ostenta la legitimación, activa o pasiva (en el caso de transmisión de
bienes litigiosos), y quien se encuentra, por tanto, legitimado para suceder a la parte originaria en el
proceso.
• De la sucesión procesal se ocupan los artículos 16 a 18 LEC, que, de conformidad con la transmisión
de los negocios jurídicos «inter vivos» o «mortis causa», distinguiéndose también entre la sucesión
procesal por muerte (art. 16) y la sucesión procesal por transmisión del objeto litigioso (art. 17).
• Junto a las anteriores modalidades de sucesión, también contempla la efectuada por intervención
provocada que, en realidad, encierra un desplazamiento de quien, por ser el poseedor inmediato, no
ostente legitimación pasiva, por quien efectivamente la tiene (el poseedor mediato o propietario).

2. SUCESIÓN PROCESAL POR MUERTE

A) SUCESIÓN DE LAS PERSONAS FÍSICAS

1. El hecho jurídico de la muerte

• El art. 16 LEC traslada a la esfera del proceso el hecho jurídico de la muerte de las personas físicas:
▪ «Los derechos a la sucesión de una persona se transmiten desde el momento de su muerte» (art.
657 CC).
▪ «Los herederos suceden al difunto por el hecho sólo de su muerte en todos sus derechos y
obligaciones» (art. 661 CC).
• Consecuentemente con las anteriores prescripciones del Código Civil, el art. 16.1 establece que
«Cuando se transmita mortis causa lo que sea objeto del juicio, la persona o personas que sucedan al
causante podrán continuar ocupando en dicho juicio la misma posición que éste, a todos los efectos».
• Los sucesores son:
▪ Los herederos a título universal (art. 661 del Código Civil).
▪ Los legatarios (art. 881 del Código Civil) de la cosa legada.

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2. Previsiones procesales específicas

• Existen previsiones procesales específicas, tales como las siguientes:


▪ La de los herederos del actor en un proceso de filiación y de impugnación de la paternidad o
maternidad, que pueden continuar las acciones ya entabladas (765.2).
▪ La de sus sucesores en los procesos de tutela del derecho al honor, a la intimidad o a la propia
imagen.
▪ En la subrogación de los derechos de arrendamiento urbano y rústicos.
• La sucesión procesal exige la acreditación de la muerte y del título sucesorio, efectuado lo cual el LAJ
habrá de admitir al sucesor como parte procesal (art. 16.1.2). Si la defunción constara al tribunal, tiene
la contraparte la carga procesal de identificar a los sucesores a fin de que comparezcan en el proceso.
Si no lo hicieran, se declarará en rebeldía a la parte demandada o se estimará el desistimiento tácito
de la demandante (art. 16.3).

B) SUCESIÓN DE LAS PERSONAS JURÍDICAS

• Las personas jurídicas suceden por fenómenos de fusión o de absorción, pues la liquidación definitiva
de la sociedad extingue su personalidad sin que exista una transmisión de derecho alguno. En tales
supuestos, la sucesora será la nueva sociedad fusionada o la absorbente.

3. SUCESIÓN PROCESAL POR TRANSMISIÓN DEL OBJETO LITI-


GIOSO

• Al igual que en la transmisión «mortis causa», también en la sucesión «inter vivos» se requiere la
existencia de un proceso pendiente, pero es necesario, además, el cumplimiento de varios requisitos:
a) Que lo solicite el adquirente del bien o derecho litigioso, que habrá de acreditar la transmisión.
b) Que se le dé audiencia a la parte contraria.
c) «No se accederá a la pretensión cuando dicha parte acredite que le competen derechos o defensas
que, en relación con lo que sea objeto del juicio, solamente puede hacer valer contra la parte
transmitente, o un derecho a reconvenir, o que pende una reconvención, o si el cambio de parte
pudiera dificultar notoriamente su defensa».
• Solicitada la sucesión por el adquirente, el LAJ abrirá un incidente, en el que dará traslado de dicha
petición a la contraparte. Si ésta no se opone, admitirá la sucesión, pero si se opusiera por el
incumplimiento de los anteriores requisitos, el tribunal resolverá mediante auto en el que, bien
dispondrá que el proceso trascurra con el transmitente, bien con su sucesor.

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2ª P – PRES. PROCESALES – SEC 3ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DEL OBJETO PROCESAL

LECCIÓN VIII.- LOS PRESUPUESTOS PROCESALES


DEL OBJETO PROCESAL

I. LOS PRESUPUESTOS DEL OBJETO PROCESAL: CONCEPTO, CLASES Y DETERMINACIÓN

A) CONCEPTO

• Son los requisitos, cuyo complimiento condiciona la admisibilidad de la demanda, de tal suerte que la
ausencia de su concurrencia ha de ocasionar una resolución judicial absolutoria de la instancia que
no producirá los efectos materiales de cosa juzgada.

• Los presupuestos del objeto litigioso (o presupuestos procesales de la actividad) han de ser cumplidos
con anterioridad a la interposición de la demanda y, en cualquier caso, antes de dictar la sentencia,
de forma que su incumplimiento podrá acarrear la (1) inadmisión de la demanda, (2) el archivo o el
sobreseimiento del procedimiento, o (3) una sentencia absolutoria en la instancia.

B) CLASES Y DETERMINACIÓN

1) Presupuestos generales

• Los presupuestos generales del objeto litigioso son siempre negativos, con excepción del
procedimiento adecuado. Es preciso que no concurran para que el órgano jurisdiccional pueda
examinar el fondo de la cuestión litigiosa. Son generales:
▪ La caducidad de la acción (es necesario que la acción no esté caducada).
▪ La litispendencia (es necesario que sobre el objeto procesal no haya recaído una sentencia con
fuerza de cosa juzgada, ni sea objeto de litispendencia).
▪ La cosa juzgada (se requiere no haya sido resuelta o se haya sometido al arbitraje).
▪ El arbitraje y el pendiente compromiso (es necesario que no se haya solucionado su conflicto
mediante un medio de finalización anormal del proceso).
▪ La existencia de algún medio dispositivo de finalización del litigio (que no haya sido necesario
acudir a un procedimiento previo autocompositivo, como lo es la reclamación previa).
▪ El procedimiento adecuado (es necesario el actor interponga su demanda mediante el
procedimiento adecuado).
• Los presupuestos del órgano jurisdiccional y de las partes son siempre positivos, pues
necesariamente han de concurrir en dichos sujetos procesales.

2) Presupuestos especiales

• Los presupuestos especiales son positivos, en el sentido de que, en determinadas relaciones jurídicas
litigiosas, han de ser cumplidos por el actor con anterioridad a la interposición de la demanda. Estos
presupuestos vienen determinados por la autocomposición las cauciones necesarias para poder
interponer la demanda o para oponerse a ella y los requerimientos especiales al deudor.

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2ª P – PRES. PROCESALES – SEC 3ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DEL OBJETO PROCESAL

II. LOS PRESUPUESTOS GENERALES

1. LA CADUCIDAD DE LA «ACCIÓN»

A) CONCEPTO, NATURALEZA Y FUNDAMENTO

1) Concepto

• Se entiende por caducidad de la acción la imposibilidad de plantear una pretensión constitutiva por el
mero transcurso del tiempo legalmente establecido por una norma material para el ejercicio del
derecho subjetivo de impugnación.

2) Naturaleza y fundamento

• En ocasiones, las Leyes sustantivas establecen un plazo preclusivo para obtener la tutela jurisdiccional
de un determinado derecho subjetivo material. El sometimiento de tales derechos a plazos de
caducidad suele acontecer en las pretensiones constitutivas de anulación. En estos casos, el legislador,
con el ánimo de garantizar la seguridad jurídica y el interés público, impone a las partes legitimadas
para el ejercicio de las acciones de impugnación la exigencia de ejercitar el derecho de acción dentro
de un breve plazo de tiempo, que, por el interés público subyacente, lo es siempre de caducidad.

• En este presupuesto general se ofrece una incorrecta denominación de «caducidad de la acción». La


caducidad no es lo es de la acción, pues nunca se puede prohibir el libre acceso de los ciudadanos a
sus Tribunales, sino del derecho a la interposición de la pretensión o derecho subjetivo de
impugnación. Por esta razón, la existencia o no de caducidad habrá de dilucidarse dentro del proceso,
sin que, en ningún caso, pueda repelerse de oficio una demanda por el incumplimiento de este
presupuesto procesal.

• Las pretensiones constitutivas de anulación, sometidas a caducidad, tienden a impugnar un negocio


jurídico anulable, a diferencia de las pretensiones declarativas de nulidad, cuyo presupuesto lo
constituye la nulidad radical del negocio jurídico.

• Estas pretensiones declarativas, al fundarse en infracción de normas imperativas, en el que predomina


el interés público, no están sometidas su ejercicio a plazos de caducidad, sino de prescripción, salvedad
hecha de la impugnación de acuerdos nulos en las Sociedades Anónimas, que, por razones de
seguridad jurídica, también están sometidos al plazo de caducidad de un año (art. 205 LSC).

B) SUPUESTOS

• Como supuestos legales de caducidad de la acción, podemos mencionar, entre otros los siguientes:

▪ Las acciones de impugnación de la paternidad (arts. 136 y 137.1 del Código Civil) al plazo de 1 año,
contado desde la inscripción de la filiación en el Registro Civil, el ejercicio de dichas acciones, tanto
por el padre, como por el hijo.

▪ Las acciones de rescisión de los negocios jurídicos contemplados en el art. 1.291 del Código Civil
están sometidas a un plazo de caducidad de 4 años (art. 1.299.1).

▪ La acción de saneamiento por vicios ocultos o acción «quanta minoris» [el comprador exige una
reducción en el precio en caso de vicios ocultos] del art. 1490 del Código Civil caduca a los 6 meses.

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2ª P – PRES. PROCESALES – SEC 3ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DEL OBJETO PROCESAL

C) TRATAMIENTO PROCESAL

• Los plazos de caducidad no son procesales, sino materiales. No se rigen por las disposiciones de la
LOPJ, ni de la LEC, sino por el art. 5 del Código Civil. Por tanto, no se descuentan los inhábiles (arts.
5.2).
• La caducidad no es susceptible de interrupción, ni de suspensión. Tan sólo se enerva mediante el
ejercicio de la acción.
• El tratamiento procesal de la caducidad de la acción ha de ser similar al de la cosa juzgada (art. 421). Si
el Juez apreciara la existencia de caducidad, dictará auto de sobreseimiento, o, en caso contrario, su
reanudación.
• Ahora bien, la caducidad de la acción, a diferencia de la prescripción de la acción (que es una auténtica
excepción, por cuanto si el demandado no la alega, no puede el juez entrar a conocer de ella, aunque
el derecho de crédito esté efectivamente prescrito), puede también y debe ser examinada de oficio por
el tribunal en cualquiera de sus fases e instancias. En tal caso, su tratamiento procesal ha de ser similar
al de la falta de jurisdicción o de competencia objetiva: habrá el Juez de oír a todas las partes, con
carácter previo a su resolución de nulidad y archivo de las actuaciones (arts. 38 y 48).

2. LAS TASAS JUDICIALES

A) ÁMBITO DE APLICACIÓN

• La ley 53/2002 de medidas fiscales, administrativas y de orden social restableció este impuesto,
circunscrito a las personas jurídicas. La Ley 10/2012 extendió la obligación de su pago también las
personas físicas que decidan litigar en los procesos civiles, contencioso-administrativo y del orden
social lo que motivó el general rechazo por parte de la Abogacía.
• El RD-Ley 1/2015, de 7 de febrero, de mecanismos de segunda oportunidad, reducción de carga
financiera y otras medidas de orden social, excluyó del pago de este impuesto a las personas físicas
y a las jurídicas a las que se les haya reconocido el beneficio a la asistencia gratuita.
• Lo que no ha podido derogar esta Ley es la tasa judicial autonómica, que las CCAA que hayan legislado
sobre esta materia, pueden establecer, estando destinada a sufragar los gastos de los medios
personales y materiales de su competencia.
• Por otra parte, la STC 140/2016 declaró que las tasas judiciales no son inconstitucionales, sino lo que
resulta inconstitucional es que el legislador establezca unos tipos de gravamen que conculque el
derecho al libre acceso a los tribunales.

B) CUANTÍA

• La tasa judicial consta de una cuantía fija y otra variable:

▪ La cuantía fija es de 150 € para los juicios verbales y cambiarios, 300€ para los ordinarios, 200€ para
las ejecuciones y concursos, 800€ para el recurso de apelación y 1.200€ para los recursos
extraordinarios de infracción procesal y de casación. A dicha cuantía hay que incorporar la tasa
judicial autonómica, y el depósito para recurrir previsto en la LOPJ.
▪ Además de esos importes fijos, hay que añadir una tasa variable en cada instancia, en cada actuación.
Se calcula en un 0,5% de la cuantía procesal hasta 1.000.000 €, y a partir de 1.000.000 €, el 0,25% de
la misma.

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C) HECHO IMPONIBLE

• El devengo de la tasa sucede con la presentación del escrito que constituye el hecho imponible,
estando obligado al pago la parte material y nunca el Abogado o Procurador.
• Por tanto, con anterioridad a la interposición del referido acto procesal, el sujeto pasivo ha de ingresar
el importe de la tasa, cuya justificación habrá de incorporar al escrito procesal.

D) ACREDITACIÓN

• En caso de que no se acompañase dicho justificante, el LAJ le requerirá que lo aporte en el plazo de 10
días, no dando curso al escrito hasta que tal omisión fuese subsanada. La falta de presentación del
justificante de autoliquidación no impedirá la aplicación de los plazos establecidos por la legislación
procesal de manera que la ausencia de subsanación de tal deficiencia, dará lugar a la preclusión del
acto procesal y a la consiguiente continuación o finalización del procedimiento, según proceda.

E) EFECTOS DE SU INCUMPLIMIENTO

a) Incumplimiento parcial

• En el caso de la parte aporte el justificante de pago, pero en una cuantía inferior a la cuantía tributaria
establecida, no debiera aplicarse la sanción procesal, sin perjuicio de que se le requiera a la parte su
subsanación, cuyo incumplimiento podría ocasionar el procedimiento administrativo de apremio por
la diferencia, pero sin que sea procedente la inadmisión del acto.

b) Incumplimiento total

• Si el sujeto pasivo no adjuntara, junto con su escrito de inicio del proceso, el justificante de pago, será
de total aplicación la sanción procesal prevista en el art. 8.2.II Ley de Tasas: requerimiento de
subsanación del LAJ con suspensión del procedimiento de admisión el escrito, el cual, si no fuere
subsanado en el plazo otorgado al efecto (10 dias), ocasionará «la preclusión del acto procesal y la
consiguiente continuación o finalización del procedimiento, según proceda».
• La Ley de Tasas no explica cuál debe ser el procedimiento de inadmisión del acto procesal que la
incumple, por lo que hay que acudir a las normas generales establecidas en la LEC.
• Desde luego corresponde al LAJ emitir los decretos de subsanación y de requerimientos de preclusión
del acto, que podrán ser impugnados a través del recurso de reposición.
• Corresponde, pues, al tribunal competente dictar el pertinente auto de inadmisión de la demanda,
reconvención o recurso, contra el cual la parte gravada podrá ejercitar los recursos ordinarios y, previo
cumplimiento de los presupuestos procesales, podrá interponer el recurso constitucional de amparo.

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3. LA LITISPENDENCIA

A) CONCEPTO, NATURALEZA Y FUNDAMENTO DE LA LITISPENDENCIA

a) Concepto

• Uno de los efectos esenciales de la admisión de la demanda estriba en su efecto negativo o excluyente,
conforme al cual surge la prohibición de que, sobre esa misma pretensión, pueda conocer otro
órgano jurisdiccional. Si así lo hiciera, podrá oponerse en el segundo procedimiento la excepción de
litispendencia.
• Este efecto negativo de la litispendencia intenta preservar los efectos de la cosa juzgada, impidiendo
que, en un futuro, puedan pronunciarse sobre un mismo objetivo procesal dos sentencias
contradictorias.

b) Naturaleza y fundamento

• La naturaleza o fundamento de la litispendencia está en que representa un antecedente o anticipo de


la cosa juzgada (art. 222.1 LEC). La cosa juzgada mediante sentencia firme excluirá la posibilidad de
promover un ulterior proceso cuyos límites, objetivos y subjetivos, hayan de ser idénticos. En este
sentido el art. 221 LEC establece que «La cosa juzgada de las sentencias firmes, sean estimatorias o
desestimatorias, excluirá, conforme a la ley, un ulterior proceso cuyo objeto sea idéntico al del proceso
en que aquélla se produjo».
• Por esta razón, porque la litispendencia participa de la naturaleza de la cosa juzgada, se trata de un
auténtico presupuesto procesal, vigilable de oficio a lo largo de todo el procedimiento.

B) PRESUPUESTOS

• Para que una demanda genere los efectos típicos de la litispendencia, tanto los positivos como los
negativos o excluyentes, es necesario que concurran una serie de presupuestos o identidades. Estos
presupuestos o identidades pueden ser sistematizados en subjetivos y objetivos.

a) Identidades subjetivas

• Las identidades subjetivas han de concurrir tanto en el orden jurisdiccional como en las partes:

1. Jurisdicción y competencia. La «litispendencia internacional».


• Para que pueda existir litispendencia es necesario que el órgano judicial asuma su jurisdicción y
competencia objetiva y territorial indisponible, presupuestos procesales que ha de examinar también
de oficio el órgano judicial. Si constatara la ausencia de alguno de estos presupuestos, ha de inadmitir
la demanda. Por ejemplo, si fuere manifiesto que el asunto compete a un tribunal extranjero, denuncia
que también puede hacer valer el demandado mediante la «declinatoria de jurisdicción» (art. 63.1).
• Ahora bien, podría ocurrir que, habiendo sido admitida la demanda, se haya deducido, con
anterioridad, otra demanda con el mismo objeto y entre las mismas partes ante otro órgano
jurisdiccional perteneciente a un Estado extranjero. En este supuesto, lo procedente será plantear la
excepción de «litispendencia internacional», la cual se regula por los correspondientes tratados
bilaterales.

2. Identidad o comunidad de orden jurisdiccional


• Una vez asumida la jurisdicción y competencia por los órganos judiciales que puedan cuestionar la
litispendencia, es necesario también que ambos tribunales pertenezcan a un mismo orden
jurisdiccional (civil, penal, administrativo o social) y no que se trate de órdenes jurisdiccionales
distintos.
• Ello es debido a que no existe norma procesal que obligue a respetar la litispendencia entre diversos
órdenes jurisdiccionales.

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3. Identidad entre las partes


• Ha de existir también una identidad entre las partes, entre el actor y el demandado.
• Por tanto, al igual que en la cosa juzgada, también en la litispendencia han de concurrir las tres
identidades requeridas por el art. 222.3 LEC (identidad subjetiva, identidad objetiva e identidad causal).
En lo que se refiere a la identidad subjetiva o identidad de las personas de los litigantes, lo importante
es que sean los mismos sujetos quienes hayan de sufrir los efectos materiales de la cosa juzgada en
las sentencias recaídas en ambos procesos.

b) Identidad objetiva

• La cosa juzgada excluirá un ulterior proceso cuyo objeto sea idéntico al del proceso en que aquélla se
produjo (art. 222.1 LEC). Esta identidad de objetos procesales es necesaria para que, en un segundo
proceso, triunfe la excepción de litispendencia. La identidad objetiva puede ser propia e impropia.

1. Propia
• La identidad objetiva propia existe cuando los objetos procesales de ambos procesos son
estrictamente idénticos o, lo que es lo mismo, cuando las pretensiones deducidas en el escrito de
demanda son idénticas, por ser idénticas «las cosas y las causas de pedir».

• Por «cosas» hay que entender el objeto mediato de la pretensión o bien litigioso, en tanto que las
«causas» hacen referencia a la fundamentación de la pretensión o «causa petendi».

• La identidad en la causa de pedir ha de suceder entre los «hechos» con significación jurídica que sirven
de base a la pretensión o, lo que es lo mismo, entre los títulos jurídicos y ello, con independencia de
que posteriormente se sustenten en otros argumentos jurídicos.

• Si existiera un fenómeno de «acumulación de acciones» o de pretensiones, nos encontraremos ante


una litispendencia «parcial», en cuyo caso ha de producir sus efectos naturalmente entre las que ha de
ser objeto de contraste y no entre todas ellas.

2. Impropia o prejudicial
• Se fundamenta en que lo resuelto con fuerza de cosa juzgada vinculará a un tribunal de un proceso
posterior cuando en éste aparezca como antecedente lógico de lo que sea su objeto, siempre que los
litigantes de ambos procesos sean los mismos o la cosa juzgada se extienda a ellos por disposición
legal (art. 222.4 LEC).

• En ocasiones sucede que, aun faltando la identidad de pretensiones, puede existir una conexión entre
ambas, de tal naturaleza, que la estimación de una de ellas ocasione la de la otra. Éste es el caso, por
ejemplo, de las pretensiones mixtas, declarativas y de condena, en la que la decisión jurisdiccional de
una de ellas, vincula, por su efecto prejudicial, a la otra, planteada en un ulterior proceso.

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C) REQUISITOS

• Para que la excepción de litispendencia, deducida en el segundo proceso, pueda ser estimada, es
necesario que, junto a los presupuestos que examinamos, concurran además otros requisitos
procesales derivados de la existencia efectiva de pendencia entre auténticos procesos.

a) Necesidad de interposición de demandas y no meros


actos preparatorios

• Lo primero que ha de determinar el órgano judicial del segundo proceso, a los efectos de estimar
cumplida la excepción de litispendencia, es, si existe o no una auténtica admisión de la demanda en el
primer procedimiento, debiendo desestimar dicha excepción (es decir, debiendo de estimar la nueva
demanda por esta causa) cuando concurran cualquiera de las siguientes circunstancias:
▪ Cuando lo que se ha interpuesto en el primer tribunal es una papeleta de acto de conciliación.
▪ Cuando se han instado diligencias preparatorias a actos de aseguramiento de la prueba o de prueba
anticipada.
▪ Cuando se han solicitado la adopción de medidas cautelares (por ejemplo, el embargo preventivo)
• En todos los casos anteriores, y aun cuando se pueda determinar, en tales actos de postulación, la
pretensión, con todos sus elementos, lo cierto es que no existe litispendencia procesal.

b) Necesidad de que no exista una resolución inadmiso-


ria o firme de la primera pretensión

• Es doctrina reiterada del Tribunal Supremo la de que, cuando se estime la excepción de litispendencia,
ha de estar vigente el primer procedimiento o, dicho en términos negativos, no ha de haberse
ocasionado la inadmisión de la primera pretensión, ni haberse declarado la firmeza del primer proceso.
• El tribunal del segundo proceso debe comprobar la vigencia del primero. Si el primer procedimiento
ha sido objeto de una suspensión, archivo o cualquier forma de resolución que no goce de los efectos
materiales de la cosa juzgada no puede existir litispendencia, porque, ni la primera demanda está ya
admitida, ni existen, por tanto, dos procedimientos, sino uno sólo, el que transcurre ante este segundo
tribunal. En este caso, el segundo tribunal del proceso (que, en realidad, sería el primero) debe
desestimar la excepción de litispendencia.

c) Necesidad de que el primer procedimiento haya de


finalizar con una sentencia con plenos efectos
de la cosa juzgada

• El juez del segundo procedimiento debe comprobar lo siguiente:


▪ En primer lugar, si el primer procedimiento objeto de contraste sigue vigente (ya que si ha finalizado,
la excepción oponible será la excepción de cosa juzgada).
▪ En segundo lugar, si el primer procedimiento es susceptible de finalizar con una sentencia que ha
de gozar de los efectos materiales de la cosa juzgada, pues, estando la litispendencia dirigida a
preservar la cosa juzgada, es natural que no deba estimarse cuando el primer proceso no la amenace
o sea indiferente para garantizar los efectos de la sentencia que haya de dictarse en el segundo.
• De este modo, al no producirse efectos materiales de cosa juzgada, las resoluciones que recaigan entre
los siguientes procedimientos en nada han de afectar a la «santidad» de la cosa juzgada en el segundo
proceso, por lo que no puede operar la litispendencia:
▪ Entre un recurso constitucional de amparo y un proceso civil.
▪ Entre un procedimiento de jurisdicción voluntaria y un proceso contencioso.
▪ Entre un proceso sumario, y otro especial u ordinario.

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4. LA COSA JUZGADA (REMISIÓN)

• Cuando el primer tribunal haya emitido una sentencia firme con un mismo objeto, mismos sujetos e
idéntica causa, que ahora se promueve en un segundo tribunal. El art. 421.1 del Código Civil señala
que «Cuando el tribunal aprecie (…) la existencia de resolución firme sobre objeto idéntico conforme a
lo dispuesto en los apartados 2 y 3 del art. 222, dará por finalizada la audiencia y dictará, en el plazo
de los siguientes cinco días, auto de sobreseimiento».
• Como consecuencia del efecto negativo o excluyente de la cosa juzgada (art. 222.1 LEC), que ocasionan
las resoluciones firmes o con cosa juzgada formal (art. 207), no puede un tribunal volver a conocer de
un objeto litigioso sobre el que haya recaído ya una sentencia firme, siempre y cuando exista identidad
subjetiva o de partes y objetiva o de pretensiones (art. 222.2 y 222.3).
• Junto a dicha identidad de partes y pretensiones, dicho efecto negativo o excluyente tan sólo sucederá
con los efectos directos de la cosa juzgada y no con los reflejos o prejudiciales (art. 222.4).

5. TRATAMIENTO PROCESAL DE LA LITISPENDENCIA Y DE LA COSA JUZGADA

• Examen de oficio por el Tribunal. La litispendencia y la cosa juzgada, en tanto presupuestos


procesales, pueden y deben ser examinados de oficio por el órgano jurisdiccional en cualquier fase
procesal y, de modo especial, en la comparecencia previa (art. 421 LEC), en donde ha de evidenciarse
su concurrencia, pero no en la de admisión de la demanda, ya que no lo autorizan los artículos 269.2 y
403 LEC.
• Alegadas por el demandado. Incumbe al demandado la carga procesal de denunciar el
incumplimiento de estos presupuestos procesales en su escrito de contestación a la demanda (art.
405), en cuyo caso se dilucidará esta excepción en la audiencia previa del juicio ordinario o en la vista
del juicio verbal.
• Debido a que la litispendencia participa de la misma naturaleza que la cosa juzgada, el art. 421 somete
a ambos presupuestos procesales (litispendencia y cosa juzgada) a idéntico tratamiento
procedimental.
• Por tanto, una vez examinados los presupuestos de las partes, si el demandado hubiera alegado alguna
de estas dos excepciones o tuviera el tribunal la fundada sospecha de que se está siguiendo un
procedimiento sobre el mismo objeto procesal, o de que, sobre dicho objeto ha recaído ya una
sentencia firme, habrá de examinar, en la comparecencia previa, los «presupuestos procesales»,
de litispendencia o de cosa juzgada.

A) REQUISITOS Y DISTINCIÓN CON FIGURAS AFINES

• Para que pueda prosperar el examen de los presupuestos procesales de litispendencia o de cosa
juzgada, es necesario que los objetos procesales de ambos procedimientos sean idénticos,
entendiendo por tales aquellos en los que concurran las tres famosas identidades: Identidad objetiva
(las pretensiones), identidad subjetiva (las partes) e identidad causal (fundamentación fáctica).

a) Distinción con figuras afines

1. Procedimiento de acumulación de autos o de procesos


• Si, más que identidad objetiva, entre los procedimientos o sentencias de contraste, lo que existe es una
afinidad o conexión de pretensiones, lo procedente no será plantear las referidas excepciones de
litispendencia o de cosa juzgada, sino suscitar el correspondiente procedimiento de acumulación de
autos o de procesos (v art. 78.1 LEC)
• La diferencia entre la acumulación de autos y la litispendencia hay que encontrarla en la unidad o
pluralidad de pretensiones:
▪ Si existiera una sola pretensión deducida en ambos procedimientos, procederá el planteamiento de
la excepción de litispendencia.
▪ Si existieran varias pretensiones conexas, lo correcto será suscitar el incidente de acumulación de
autos, previsto en los artículos 74 y ss.

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2. Litispendencia impropia
• La litispendencia impropia sucede cuando, existiendo dos pretensiones, la determinación de una ha
de conllevar la solución de la otra, por cuanto, existiendo identidad subjetiva, una de ellas se convierte
en antecedente lógico de la otra. Pero, en tal caso, en realidad, no existe litispendencia de la primera
pretensión frente a la otra, sino, una de dos:
▪ Bien una prejudicialidad homogénea o civil (art. 43).
▪ Bien un supuesto de acumulación de procesos contemplado en el art. 76.1 de la LEC, razón por la
cual el segundo párrafo del art. 421.1 LEC, ha dispuesto que «…no se sobreseerá el proceso en el
caso de que, conforme al apartado cuarto del art. 222, el efecto de una sentencia firme anterior haya
de ser vinculante para el tribunal que está conociendo el proceso posterior», prohibición que hay que
extender también a la litispendencia entre dos pretensiones prejudiciales, habida cuenta de que este
presupuesto procesal participa de la misma naturaleza que la cosa juzgada.

B) PROCEDIMIENTO

• En primer lugar, el juez debe conceder la palabra al demandado para que informe sobre estos
presupuestos procesales de litispendencia y cosa juzgada, hayan sido o no tales excepciones
planteadas en su escrito de contestación a la demanda.
• Posteriormente, el juez otorgará la palabra al actor y, previo el examen de los testimonios de la
sentencia (cosa juzgada) o de los escritos de demanda y contestación (litispendencia), planteados en
otro anterior procedimiento, resolverá lo que estime pertinente.

• La resolución puede ser oral (art. 421.2) o escrita, mediante auto pronunciado dentro de los diez días
posteriores a la audiencia (art. 421.3):

▪ Resolución oral. La resolución oral sólo puede darse cuando sea «desestimatoria», es decir, cuando
el tribunal considere «inexistente» la litispendencia o la cosa juzgada. En este caso ordenará la
reanudación de la comparecencia (art. 421.2).

▪ Resolución escrita. Si la resolución fuera estimatoria (es decir, si se estima la excepción de


litispendencia o de cosa juzgada), y debido a que puede incidir en el derecho a la tutela judicial
efectiva, habrá de estar, por exigencias del principio de proporcionalidad, minuciosamente motivada
en forma de auto de sobreseimiento. Asimismo, aun siendo desestimatoria, el juez puede utilizar
esta última solución escrita «cuando la dificultad o complejidad de las cuestiones suscitadas sobre
litispendencia o cosa juzgada así lo aconsejen» (art. 421.3 LEC).

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6. LA SUMISIÓN AL ARBITRAJE Y EL PENDIENTE COMPROMISO

A) CONCEPTO, NATURALEZA Y FUNDAMENTO

a) El arbitraje

• El arbitraje se regula por la Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de Arbitraje (LA).


• El arbitraje es un método heterocompositivo para la solución de los litigios de naturaleza disponible,
al que las partes, previa y voluntariamente, deciden someterse, mediante la suscripción por ellas, y con
anterioridad al surgimiento del conflicto, de un convenio arbitral, y en el que uno o varios terceros
ponen fin, de una manera definitiva e irrevocable, al litigio planteado mediante la aplicación del
Derecho objetivo o conforme a su leal saber y entender.
• El fundamento del arbitraje hay que encontrarlo en el principio dispositivo. Si las partes son dueñas
de sus derechos subjetivos, también lo son de acudir o no a los Tribunales para obtener su defensa,
pudiendo utilizar los «equivalentes jurisdiccionales», como es el caso del arbitraje.
• No obstante, para que las partes puedan someter su litigio a los árbitros, es necesario que cumplan
con estos tres presupuestos:
1. Que el objeto litigioso sea de naturaleza disponible (art. 2.1 LA).
2. Que no se trate de un arbitraje excluido de la Ley 60/2003.
3. Que las partes libremente suscriban por escrito un «convenio arbitral» en el que decidan someter
un determinado conflicto o los que puedan surgir respecto a una determinada relación jurídica (art.
9 LA).
• Mediante la suscripción de un convenio arbitral las partes deciden someter al conocimiento de los
árbitros los conflictos que pudieran surgir en torno a una determinada relación jurídica. La mera
suscripción de un convenio arbitral ocasiona la exclusión de la jurisdicción del conocimiento de dicho
conflicto (art. 11 LA).
• Podríamos encontrarnos antes tres situaciones en el caso de que una de las partes incumpliera el
convenio arbitral:
▪ Si alguna de las partes, con menosprecio del convenio arbitral, acudiera a los tribunales para
trasladarles ese conflicto, podrá la otra aducir (presentar, alegar, promover) la excepción de
«sumisión al arbitraje».
▪ Si el arbitraje hubiera sido ya suscitado (promovido), la otra parte podrá aducir la excepción de
«pendiente compromiso», que se erige en la equivalente a la litispendencia procesal.
▪ Si el arbitraje hubiera sido ya concluido, la excepción oponible será la de la «cosa juzgada» pues los
laudos arbitrales firmes gozan de los mismos efectos de cosa juzgada que las sentencias, erigiéndose
igualmente en títulos de ejecución (517.2.2º LEC).

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b) La mediación

• La mediación está regulada por la Ley 5/2012, de 6 de julio, de mediación en asuntos civiles y
mercantiles.
• Como su nombre indica, esta mediación se puede suscitar tan solo en los asuntos civiles y mercantiles.
• Quedan excluidas de ella la mediación penal, La mediación de las Administraciones Públicas,
contemplada en la Ley de Procedimiento Administrativo Común y en la legislación de contratación
administrativa, La mediación laboral, en la Ley de la Jurisdicción Social y la mediación de la legislación
de consumo, que tiene ya instaurada sus tribunales arbitrales (art. 2).
• La mediación, al igual que el arbitraje, tiene un carácter voluntario. Exige, como requisito previo,
la suscripción de un precontrato de mediación, que puede efectuarse como una cláusula adicional a
un contrato principal, en virtud del cual ambas partes deciden someter un eventual conflicto
mediación.
• En dicho precontrato las partes son libres de acudir a una mediación institucional. Por ejemplo, a
una Cámara de Comercio, o a un mediador individual, que habrá de reunir los requisitos de capacidad
contemplados en la ley. La solicitud de la mediación genera efectos típicos de la litispendencia.
• La función del mediador consistirá, a través de distintas sesiones, en aproximar las posiciones
enfrentadas de las partes hasta obtener, en su caso, la avenencia, en cuyo caso el acuerdo de
mediación determinará las obligaciones a cuyo cumplimiento se comprometen las partes, y demás
extremos del art. 23, pudiendo elevarse a escritura pública, a modo de título ejecutivo que habilita un
proceso sumario.

B) TRATAMIENTO PROCESAL

• Según el art. 11.1 LA: El convenio arbitral obliga a las partes a cumplir lo estipulado e impide a los
tribunales conocer de las controversias sometidas a arbitraje, siempre que la parte a quien interese lo
invoque mediante declinatoria. [Declinatoria: Cuestión de competencia que se plantea para que el juez
Tribunal que está conociendo de un proceso se declare incompetente.]

• El art. 10.2 LM, por su parte, dispone: Las partes sujetas a mediación actuarán entre sí conforme
a los principios de lealtad, buena fe y respeto mutuo.

• Mientras se desarrolle la mediación las partes no podrán ejercitar contra las otras partes ninguna
acción judicial o extrajudicial en relación con su objeto, con excepción de la solicitud de las medidas
cautelares u otras medidas urgentes imprescindibles para evitar la pérdida irreversible de bienes y
derechos.

• El tratamiento de este obstáculo procesal, más que el examen de oficio, propio de los presupuestos
procesales, es el propio de una auténtica excepción, que ha de plantearse como cuestión previa,
dentro del plazo de los primeros diez días del común de veinte para contestar (art. 404 LEC), o en
los cinco días posteriores a la citación para la vista del juicio verbal (art. 64.1 y 443) y por el cauce
de la declinatoria (63.1 LEC). Si el tribunal estimase la declinatoria, así lo declarará mediante auto,
absteniéndose de conocer y sobreseyendo el proceso (65.2).

• Ahora bien, si el demandado no interpone la declinatoria, en dicho preclusivo plazo, se consumaría


una sumisión tácita (56.2 LEC) y el Juzgado que carecería de competencia para conocer de una
relación jurídica sometida a arbitraje, pasará a ostentarla, sin que pueda hoy el demandado denunciar
su incompetencia en un momento posterior, ni pueda tampoco el juez rehusar el conocimiento del
asunto.

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7. LOS ACTOS DE DISPOSICIÓN DEL DERECHO SUBJETIVO MATERIAL

A) CONCEPTO Y FUNDAMENTO

• Los actos de disposición del derecho subjetivo material impiden la incoación de un proceso o ponen
término a uno ya iniciado. Su fundamento es el mismo que el del arbitraje: si las partes son dueñas
de sus derechos subjetivos, pueden también sacrificarlos y renunciar a su defensa ante los tribunales.

• Tales actos de disposición lo son también de la finalización anormal del proceso, por cuanto, cuando
se plantean dentro de un proceso ya incoado, han de poner término al mismo mediante una sentencia
o auto de archivo o sobreseimiento del proceso. No obstante, para que se erijan en auténticos
presupuestos procesales, que impidan un pronunciamiento sobre el fondo del objeto procesal, es
preciso que sean auténticos actos de disposición del derecho subjetivo o bien litigioso que se discute
en el procedimiento y no entrañen un mero desistimiento o suspensión del procedimiento. Es
necesario que ostenten los efectos de la cosa juzgada.

• Son actos de disposición del derecho subjetivo material y del proceso los siguientes:
▪ La renuncia del actor de la acción (art. 20.1 LEC).
▪ El allanamiento del demandado a la pretensión (art. 21 LEC).
▪ La transacción judicial (art. 19, 415 LEC).
▪ La conciliación intraprocesal (415, 428.2 LEC).
▪ La satisfacción extraprocesal de la pretensión (art. 22 LEC).
• Por el contrario, no producen dichos efectos materiales de cosa juzgada y no eliminan la posibilidad
de reanudación del proceso los siguientes: El desistimiento (art. 20.2 y 20.3 LEC) y La interrupción y la
suspensión del procedimiento (art. 19.4 LEC).

B) TRATAMIENTO PROCESAL

• La LEC tan sólo contempla como excepciones, que puede aducir el demandado en su escrito de
contestación y puedan ser examinadas en la audiencia preliminar, a la transacción judicial y la
conciliación intraprocesal (arts. 415 y 428.2). Sin embargo, no existe ningún problema en que las partes
puedan alegar también, en dicha audiencia, la imposibilidad de continuación del proceso por la
existencia de algún otro acto de disposición del derecho subjetivo material (renuncia, allanamiento,
etc.), lo que habrán de hacer por el cauce de las «excepciones análogas» (art. 425) a la de la
transacción o conciliación judicial (art. 415), en cuyo caso el juez podrá homologar el acto de
disposición, convirtiéndose en un auténtico título de ejecución (art. 415.2 en relación con el art. 517.3).

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8. EL PROCEDIMIENTO ADECUADO

A) CONCEPTO Y REGULACIÓN

• Se entiende por procedimiento adecuado el presupuesto procesal que impone la siguiente carga
procesal:
▪ Al actor la de solicitar, en su escrito de demanda, que su pretensión se tramite a través del
procedimiento (ordinario o especial) previsto en la LEC para el conocimiento de un determinado
objeto litigioso.
▪ Al demandado la de denunciar su incumplimiento en su escrito de contestación.
▪ Al Juez la obligación de examinar de oficio si el procedimiento incoado resulta ser el efectivamente
aplicable, reconduciendo, caso contrario, las actuaciones practicadas al procedimiento legal
adecuado.

• Las normas que determinan el procedimiento adecuado se encuentran:

1. Por una parte, en los artículos 249 y 250 LEC.


2. Por otra, en la regulación que, de los procesos especiales efectúa la LEC en su Libro IV, de cuyo
régimen resulta lo siguiente:

▪ Lo primero que habrá de hacer el actor con anterioridad a la interposición de la demanda será
examinar si su pretensión ha de ser tramitada con arreglo a las normas de algún procedimiento
especial. Así, si se tratara de un proceso de separación o divorcio, habrá de acudir a instar la
tramitación del procedimiento especial previsto en el Título I de dicho Libro IV.

▪ Cuando no ocurra la circunstancia anterior, habrá de determinar, a través de lo previsto en los


artículos 249-250 LEC, cuál de los dos procesos ordinarios, si el juicio ordinario o el verbal, es el
reclamable para que el tribunal pueda satisfacer su pretensión.

B) LOS PROCESOS DECLARATIVOS ORDINARIOS

• De conformidad con lo dispuesto en el art. 248.2 LEC los procesos declarativos son dos:

▪ El juicio ordinario.

▪ El juicio verbal.

• El ámbito de aplicación de cada uno de estos procedimientos se determina en los artículos 249, que
contempla el juicio ordinario, y el 250, que prevé el juicio verbal.

▪ [1. Juicio ordinario (art. 249). Asuntos superiores a 6.000 €. Se exceptúan los contemplados en el art. 249.1, que,
aun cuando sean inferiores, deben de tramitarse por este procedimiento.

▪ 2. Juicio verbal (art. 250). Asuntos inferiores 6.000 €, excepto los contemplados en el art. 249.1, que, aun siendo
inferiores a esta cantidad, deben de tramitarse por el juicio ordinario]

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C) ÁMBITO DE APLICACIÓN DEL «JUICIO ORDINARIO»

a) Concepto y naturaleza

• La LEC vigente reduce los cuatro procedimientos ordinarios que existían anteriormente,
exclusivamente a dos: el juicio ordinario y el juicio verbal. La 42/2015 de reforma de la LEC, establece
la necesidad de que también la contestación a la demanda se escrita, aproximando el juicio verbal al
ordinario, por lo que en un futuro bien podría establecerse un solo proceso, el ordinario.
• El art. 249 contempla el ámbito de aplicación o procedimiento adecuado del juicio ordinario o, lo que
es lo mismo, qué demandas, por razón de la materia o de la cuantía, deben tramitarse por esta vía.

• Si el actor incumple lo prevenido en el art. 249 LEC, el tribunal podrá ordenar su subsanación con
paralización de la admisión de la demanda (art. 254.4 LEC). El procedimiento inadecuado (art. 405.3
LEC), la cual se dilucidará en la comparecencia previa (audiencia previa) según lo dispuesto en el
art. 422.

• El procedimiento adecuado es un auténtico presupuesto procesal y, en cuanto tal, examinable de


oficio por el tribunal (art. 254), sin perjuicio de que al demandado le asista también la carga de alegar
y evidenciar su incumplimiento por el cauce de las excepciones procesales, en su escrito de
contestación.

b) Criterios

• Al igual que el art. 250 LEC, el art. 249 LEC contempla dos tipos de criterios para determinar el ámbito
de aplicación del juicio ordinario: El criterio cualitativo y el criterio cuantitativo.

1. Criterio cualitativo
• De conformidad con el criterio cualitativo, las relaciones jurídicas materiales previstas en su
número uno (249.1) han de dilucidarse siempre a través de las normas del juicio ordinario. A tal
efecto, será indiferente que el valor del bien litigioso no exceda de la cuantía de 6.000 euros,
establecida en su número segundo. Será suficiente que la pretensión se fundamente en alguna de
dichas relaciones jurídicas para que el juicio ordinario sea, en cualquier caso, siempre el reclamable.
• El criterio utilizado por el legislador para encuadrar dichas relaciones jurídicas en el juicio ordinario es
doble:

▪ El de su relevancia. Los procesos sobre tutela de derechos fundamentales o el denominado amparo


ordinario se dilucidarán siempre por las normas del juicio ordinario.

▪ El de su complejidad. Las demandas sobre impugnaciones de acuerdos sociales, propiedades


especiales, como la industrial, intelectual o publicidad, condiciones generales de la contratación,
arrendamientos (excepto desahucio por falta de pago), retracto y propiedad horizontal (salvo
reclamaciones de cantidad que se tramitan por el «monitorio») se ventilarán siempre a través del
juicio ordinario.
• Las anteriores relaciones jurídicas, al igual que las contenidas en el art. 250.1 LEC, han de dilucidarse
mediante los que denominamos procedimientos especiales atípicos o procesos no contemplados
expresamente en el Libro IV LEC.

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2. Criterio cuantitativo
• Si el objeto litigioso no permitiera ser encuadrado en las anteriores relaciones jurídicas materiales, en
orden a la determinación del procedimiento ordinario adecuado, ha de ser de aplicación lo dispuesto
en el art. 249.2 en relación con el también art. 250.2.
• Hay que acudir al criterio del valor o cuantía del bien litigioso: si fuera superior a 6.000 euros, el
procedimiento adecuado será el juicio ordinario, en tanto que, si fuera igual o inferior a dicha cifra,
será de aplicación el juicio verbal.
• Han de tramitarse por las normas del juicio ordinario las demandas cuyo bien litigioso sea inestimable
o, como señala el art. 249.2 aquéllas cuyo interés económico resulte imposible de calcular.

• En la demanda ha de reflejarse la cuantía o valor del bien litigioso en punto a dilucidar el procedimiento
ordinario aplicable (art. 253). Su determinación habrá de efectuarse con arreglo a lo ordinario o en la
vista del verbal, impugnar la cuantía afirmada por el actor en su demanda y, con ella, la determinación
del procedimiento ordinario aplicable (art. 255).

La suma del gravamen

• La determinación de la cuantía excede también a la del procedimiento aplicable, y alcanza una


significación especial a la hora de cifrar la «suma de gravamen» que ha de experimentar el recurrente
a fin de poder acceder a la casación (y que el art. 477.2.2º ha cuantificado en 600.000 euros).
• Es jurisprudencia consolidada del TS la de que son los escritos de demanda y de contestación los que
fijan la cuantía definitiva del bien litigioso, sin que la alteración del valor de dicho bien alcance
significación ulterior en la clase de juicio (art. 153.1.II).

Bienes no susceptibles de valoración económica

• Si el bien litigioso no fuera susceptible de valoración económica (por ejemplo, una obra artística, el
daño moral, etc.) porque fuera imposible de calcular, el procedimiento aplicable será también el juicio
ordinario, que goza de «vis atractiva» (arts. 249.2 y 254.2), quedando «pro futuro» vedada la casación.

D) ÁMBITO DE APLICACIÓN DEL «JUICIO VERBAL»

1) Criterio cualitativo
• El criterio material o cualitativo se establece en el art. 250.1, en cuya virtud las demandas de escasa
relevancia o complejidad se dilucidarán siempre a través de las normas del juicio verbal.

2) Criterio cuantitativo
• Si la relación jurídico material no se encontrara expresamente prevista en el art. 249.1 LEC, ni en el art.
250.1 LEC, ni fuera de cuantía inestimable (en cuyo caso es siempre aplicable el juicio ordinario «ex»,
art. 249.2), hay que acudir al criterio de la cuantía del bien litigioso si el bien litigioso fuera igual o
inferior a 6.000 euros, será de aplicación el juicio verbal y, en cualquier otro caso, el juicio ordinario
(art. 250.2 en relación con el art. 249.2).

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E) TRATAMIENTO PROCESAL

• La determinación de la cuantía del bien litigioso y la del procedimiento aplicable debe efectuarse en el
escrito de demanda (art. 253.1 y 399.4). No obstante, esta alegación no vincula al tribunal, ya que es al
tribunal a quien incumbe decidir el procedimiento adecuado con independencia del que solicite el
demandante (art. 254.1), aunque habrá de indicar al actor el defecto advertido a fin de que, en el plazo
de diez días, proceda a la subsanación (art. 254.4 LEC).

• Sin perjuicio de esta calificación «ab initio» del procedimiento ordinario adecuado, el demandado tiene
la carga procesal de alegar esta excepción en el escrito de contestación del juicio ordinario (art. 255.2
y 3), en cuyo caso esta excepción se dilucidará en la comparecencia previa (arts. 405.3 y 422) o al inicio
de la vista del juicio verbal (art. 443.2 y 255.3). Lo que no puede hacer el demandado es silenciarla para
aducirla extemporáneamente, pues, en tal caso, si el procedimiento incoado es el ordinario, no ha de
prosperar dicha excepción, aunque debiera haberse incoado un juicio verbal.

III. LOS PRESUPUESTOS ESPECIALES


• Denominamos presupuestos especiales del objeto procesal los que han de concurrir con anterioridad
a la interposición de una demanda que tenga por objeto una específica relación jurídico material.
• La característica esencial de estos presupuestos procesales estriba en convertirse simultáneamente en
presupuestos de la demanda, por lo que derogan la regla general que prohíbe la «denegatio actionis»
e impide rechazar de plano una demanda (art. 403.1). [art. 266.1º y 5º, en relac. con el art. 403.2 y 3
LEC].
• Dichos presupuestos se integran por la autocomposición, las cauciones y los requerimientos al
deudor.

1. LA AUTOCOMPOSICIÓN

• La LEC 1/2000 ha secundado el criterio del acto de conciliación, pudiendo tener un carácter facultativo
u obligatorio. En la actualidad posee un mero carácter facultativo, sin perjuicio de que pueda
practicarse intraprocesalmente en la audiencia preliminar (art. 415 y 428.2).
• Existen supuestos especiales, en los que la autocomposición deviene obligatoria y en la que los
jueces pueden repeler incluso de oficio una demanda por no haber sometido previamente el conflicto
a la autocomposición entre las partes (266.1º y 5º). Estos supuestos son los siguientes:
▪ La reclamación administrativa.
▪ La reclamación previa y el agotamiento de la vía judicial para la interposición de una demanda de
responsabilidad civil contra jueces y magistrados.
▪ El acto de conciliación en las demandas sobre invenciones laborales.
• La autocomposición es una categoría genérica en la que enmarcamos a la conciliación.

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A) LA RECLAMACIÓN ADMINISTRATIVA PREVIA

• Los artículos 120 a 126 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las
Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, bajo el rótulo «De las
reclamaciones previas al ejercicio de las acciones civiles y laborales», contemplan el presupuesto procesal
consistente en la necesidad de que quien desee interponer una demanda contra cualesquiera
Administraciones Públicas, que actúen sometidas al Derecho Privado, haya de plantear una
reclamación previa en la vía administrativa, todo ello con la sanción procesal de ver, en caso contrario,
inadmitida de plano su demanda por la omisión de este presupuesto de la demanda.
• Debido a que la Administración ante la que se interponga una de tales reclamaciones, ostenta
simultáneamente la cualidad de juez y parte, la reclamación previa entraña una autocomposición
administrativa que se erige en una especie de «preaviso» a la Administración de la intención del
ciudadano de interponer una demanda y, en la práctica, en un mero factor de retardo.

B) LA RECLAMACIÓN PREVIA Y EL AGOTAMIENTO DE LOS RECURSOS EN LAS


DEMANDAS DE RESPONSABILIDAD CIVIL CONTRA JUECES Y MAGISTRA-
DOS

• Téngase en cuenta que la LO 7/2015, de reforma de la LOPJ, ha suprimido el procedimiento para exigir
la responsabilidad civil de Jueces y Magistrados, ya que la responsabilidad será directa del Estado.

C) EL ACTO DE CONCILIACIÓN EN LAS DEMANDAS RELATIVAS A INVENCIO-


NES LABORALES

• Los artículos 140 a 142 de la Ley 11/1986, de Patentes, disponen que ninguna demanda surgida en
relación con una invención laboral será admitida sin promover previamente una conciliación
ante el Registro de la Propiedad Industrial. No obstante, la naturaleza administrativa de este
organismo, esta conciliación ha de regirse supletoriamente por las disposiciones del acto de
conciliación.

• El juez puede inadmitir una demanda si no se acompaña la certificación de haberse realizado el acto
de conciliación sin avenencia. No obstante, también el cumplimiento de este requisito, en la medida
en que puede injustificadamente condicionar el acceso de los ciudadanos a los tribunales, ha de estar
sometido a idéntica jurisprudencia antiformalista que la mencionada con respecto a las reclamaciones
previas.

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2. CAUCIONES

A) CAUCIONES DEL DEMANDANTE

• La puesta en relación del art. 266.5º con el art. 403.3 LEC, determina que tampoco se admitirán las
demandas cuando no se acompañen a ella los documentos que la ley expresamente exija para la
admisión de aquéllas o no se hayan intentado conciliaciones o efectuado requerimientos,
reclamaciones o consignaciones que se exijan en casos especiales», quedando facultado el órgano
jurisdiccional a repeler una demanda cuando el actor no haya satisfecho la caución que, en supuestos
especiales, las leyes exijan como requisito de su admisibilidad.

B) CAUCIONES DEL DEMANDADO

• En el caso del demandado todavía permanece vigente la existencia de caución en el proceso para la
protección registral de los derechos reales inscritos en el Registro de la Propiedad, siendo, por tanto,
la prestación de la caución un presupuesto necesario para la realización del acto de oposición del
demandado y tendrá que acreditarse en la vista.
• Esta caución del demandado nunca podrá requerirse a quien le asista el beneficio de la justicia gratuita,
debiendo, en los demás casos, ser proporcionada con el patrimonio de demandado, sin que pueda
suponer nunca una merma real de su derecho de defensa.

• Existen además cauciones del demandado que, si bien no limitan su derecho de defensa, su realización
le evita determinados efectos desfavorables. Es lo que sucede con las siguientes:

▪ La enervación del desahucio mediante el pago de la cantidad adeudada (art. 22.4 LEC).
▪ La consignación en el juicio ejecutivo a fin de evitar el embargo (art. 585 LEC).

3. REQUERIMIENTOS

• Los artículos 266.5º y 403.3 LEC convierten también en un presupuesto del objeto procesal y de la
demanda los requerimientos especiales al deudor efectuados con anterioridad a la interposición de la
demanda.

• Como ejemplo de requerimientos podemos citar:

▪ El requerimiento de pago al deudor en el proceso especial relativo a contratos inscritos en el Registro


de Ventas a Plazos de Bienes Muebles exigido por el art. 439.4 LEC.
▪ El requerimiento de rectificación de este procedimiento especial de tutela del derecho al honor, cuyo
incumplimiento faculta al juez a repeler «a limine» la demanda (art. 5.II LO 2/1984 en relación con el
art. 266.5º y 439.5 LEC).
▪ El requerimiento de cesación, que ha de efectuar el Presidente de una Comunidad de Propietarios,
al presunto autor de una actividad prohibida a propietarios y ocupantes como presupuesto previo a
la interposición de la demanda (art. 7.II LPH en relación con el art. 266.5 LEC).

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

LECCIÓN IX.- EL OBJETO PROCESAL


I. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
1. CONCEPTO

• El art. 5 LEC contempla el objeto del proceso u objeto litigioso, que no es otro que la pretensión.
Esta consiste en una declaración de voluntad del actor, debidamente fundamentada, que formaliza
generalmente en el escrito de demanda y deduce ante el juez, pero que se dirige contra el demandado
(haciendo surgir en él la carga de comparecer en el proceso y de contestarla).

• Mediante la pretensión se solicita del órgano jurisdiccional una sentencia que se pronuncie en relación
a un derecho, bien jurídico, situación o relación jurídica, en alguno de los siguientes sentidos:

▪ Declare o niegue la existencia de dicho derecho, bien jurídico, situación o relación jurídica.
▪ Cree, modifique o extinga dicho derecho, bien jurídico, situación o relación jurídica.
▪ Condene al demandado al cumplimiento de una determinada prestación.
• Eventualmente, también puede integrar el objeto del proceso la contestación del demandado, cuando
deduzca una reconvención (art. 406) o excepciones a ella asimiladas, tales como la de compensación
y de nulidad de negocios jurídicos (art. 408).
• En relación al derecho de acción existen dos teorías: la teoría concreta y la teoría abstracta. Nosotros
secundamos la teoría o concepción abstracta.
• La nueva LEC se ha inclinado por la teoría concreta del derecho de acción, que, al concebir dicho
derecho como la pretensión de tutela del derecho subjetivo, tal y como afirma el art. 24.1 CE, viene a
involucrar dos conceptos distintos, que son la acción y la pretensión.
• Si se parte de un concepto abstracto del derecho de acción, el objeto del proceso no lo constituye
la acción (tal y como afirman los partidarios de la teoría concreta). El objeto del proceso es la pretensión
procesal o petición que formula el demandante al juez de una resolución que, con la autoridad de la
cosa juzgada, ponga fin de una manera definitiva e irrevocable al litigio por él entablado (postura el
ED).

2. FUNDAMENTO

• La utilidad de la determinación del objeto procesal es múltiple:

A) OBLIGACIÓN DEL JUEZ DE SER CONGRUENTE CON LO SOLICITADO EN LA


PRETENSIÓN ART. 216 Y 2018

• El objeto procesal sirve para fijar al ámbito cognoscitivo de la decisión judicial, creando en el juez la
obligación de ser congruente única y exclusivamente con lo solicitado en la pretensión del actor
.
• El objeto procesal lo determina el actor mediante la interposición de la pretensión (a salvo que el
demandado conteste mediante una «reconvención»). Es indiferente la actitud que, frente a la
pretensión, adopte el demandado, quien mediante su defensa o resistencia a lo sumo establece el
límite mínimo de la congruencia.

B) EFECTOS DE LA LITISPENDENCIA

• A través de la pretensión plasmada en el escrito de demanda, y una vez admitida por el juez, surgen
los efectos típicos de la litispendencia (art. 410). Uno de los efectos de la litispendencia, el negativo o
excluyente, impedirá que no pueda volver a entablarse un segundo proceso para el conocimiento de
la misma pretensión, a la vez que determina los límites subjetivos y objetivos del objeto procesal, de
tal suerte que, cuando el juez se pronuncie sobre él en su Sentencia, servirán para fijar los mismos
límites de la cosa juzgada (art. 222).

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

C) ADECUACIÓN DEL PROCEDIMIENTO

• La naturaleza de la pretensión permitirá determinar la adecuación del procedimiento (arts. 248 y ss.),
que ha de instaurarse para que la pretensión pueda recibir satisfacción del órgano jurisdiccional.

D) ACUMULACIÓN DE PRETENSIONES

• La naturaleza de la pretensión también posibilitará dilucidar su compatibilidad a fin de autorizar la


denominada «acumulación de acciones» (arts. 71-73 LEC), que no es otra cosa, sino una acumulación
de pretensiones originaria, o su «homogeneidad» o «heterogeneidad», a los efectos de examinar su
conexión en el procedimiento de «acumulación de procesos» (arts. 74-98) o acumulación sucesiva de
pretensiones.

E) CONTROL DEL OBJETO PROCESAL

• La fijación de la pretensión en el escrito de demanda permitirá constatar si a lo largo del proceso se ha


producido o no una adición del objeto procesal, vía del demandado, o una ampliación por el
demandante de la pretensión. Esta ampliación del objeto procesal está expresamente prohibida por la
LEC (412-413).

II. LA PRETENSIÓN Y SUS REQUISITOS


• Podemos clasificar los requisitos que condicionan la validez de la pretensión en formales y materiales.

1. REQUISITOS FORMALES: LOS PRESUPUESTOS PROCESALES

• Los requisitos formales condicionan la admisibilidad de la pretensión. Sin su concurrencia el juez


no puede entrar a examinar la pretensión o relación jurídica material debatida. Vienen integrados por
los presupuestos procesales de la demanda y por los requisitos que rigen la admisión de los
recursos.

A) PRESUPUESTOS PROCESALES

• Los presupuestos procesales son requisitos que deben observar los sujetos y objeto procesales en el
momento del ejercicio del derecho de acción y cuya ausencia impide al órgano jurisdiccional entrar a
examinar el fondo de la pretensión, debiendo pronunciar una «resolución absolutoria en la instancia»
que, por carecer de los efectos materiales de la cosa juzgada, posibilita el ejercicio de la acción e
interposición de la misma pretensión en un ulterior proceso declarativo.

B) REQUISITOS PROCESALES QUE CONDICIONAN LA ADMISIBILIDAD DE LOS


RECURSOS

• Los requisitos procesales que condicionan la admisibilidad de la pretensión en el ejercicio de los


medios de impugnación pueden ser sistematizados en:

▪ Comunes: el gravamen (perjuicio que ha de sufrir el recurrente por la resolución impugnada) y la


conducción procesal (o exigencia de haber sido parte en el proceso de primera instancia).
▪ Especiales o requisitos que han de concurrir en el ejercicio de medios de impugnación
extraordinarios, tales como el cumplimiento de una determinada «suma de gravamen» (art.
477.2.2°) o el de prestar un depósito o caución para la interposición del recurso.

• El incumplimiento de estos requisitos comunes y especiales impedirá al Tribunal el examen de la


pretensión en la segunda instancia o en la casación, produciéndose, mediante la resolución inadmisora
del recurso, la firmeza de la resolución recurrida.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

2. REQUISITOS MATERIALES O DE FONDO

• A diferencia de los requisitos formales, los requisitos materiales o de fondo son inherentes a la
pretensión, por lo que su tratamiento procesal es muy distinto:

▪ El incumplimiento de los presupuestos procesales origina una sentencia absolutoria en la


instancia.
▪ El incumplimiento de los requisitos materiales ha de ocasionar una sentencia absolutoria «de
fondo» para el demandado, que goza de los efectos materiales de la cosa juzgada, y provocará la
desestimación irrevocable de la pretensión.

• Los requisitos materiales pueden clasificarse en subjetivos y objetivos.

A) SUBJETIVOS

• Los requisitos subjetivos de la pretensión se determinan por la legitimación, activa y pasiva, de las
partes. El actor, exclusivamente y como regla general, es el que está legitimado para deducir la
pretensión y, con ella, conformar el objeto procesal.
▪ El actor ha de ostentar la titularidad de una relación jurídica material o del objeto litigioso (art. 10) o,
al menos, ha de ostentar un interés legítimo (art. 13) directo, colectivo o difuso (art. 11.3) y es quien
ha de formalizarla en su escrito de demanda (art. 399).

▪ El demandado también está facultado, no sólo para contestar a la demanda, sino a formular una
nueva e independiente pretensión contra el actor, que, bajo la denominación de reconvención (arts.
406-407), produce la adquisición de la asunción por el demandado de un nuevo «rol» de demandante
exclusivamente con respecto a su reconvención.

• La legitimación no constituye presupuesto procesal alguno, sino que es un elemento de la


fundamentación de la pretensión, a diferencia del «derecho de conducción procesal» que sí es un
presupuesto procesal. Por ello cuando falta la legitimación se obtiene una sentencia absolutoria y de
fondo (no una sentencia procesal), y no puede ser examinado de oficio por el juez, ni es susceptible
de sanación en la comparecencia previa del juicio.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

B) OBJETIVOS

• La pretensión por los siguiente requsitos objetivos: la petición y la fundamentación fáctica y jurídica

a) La petición

• La petición es la declaración de voluntad que, plasmada en el «suplico» de la demanda, integra


el contenido sustancial de la pretensión, determinando la parte dispositiva de la sentencia los límites
cualitativos y cuantitativos del deber de congruencia del «fallo» (arts. 399.1 y 5).
• La petición determina la naturaleza cuantitativa y cualitativa de la pretensión, de tal suerte que permite
inferir si, en una demanda, se ha planteado una sola pretensión o existe una acumulación de
pretensiones, así como evidencia la naturaleza de la pretensión ejercitada (declarativa, constitutiva o
de condena). Dentro de la petición puede distinguirse su objeto inmediato y mediato.

1. El objeto inmediato
• El objeto inmediato lo constituye la petición «strictu sensu», es decir, la solicitud al juez de que declare
la existencia de un derecho o relación jurídica, condene al demandado al cumplimiento de una
determinada prestación o extinga, modifique o constituya una nueva relación o situación jurídica
material.

• La petición ha de reunir los requisitos de «claridad y precisión» exigidos por el art. 399.1 LEC, pudiendo
dar lugar su incumplimiento o el de la determinación de las partes, a que prospere la excepción de
«defecto legal en el modo de proponer la demanda», prevista en los artículos 416.1.5ª y 424 LEC.

2. El objeto mediato
• El objeto mediato o «bien litigioso» viene determinado por el derecho subjetivo, bien o interés
jurídico al que dicha petición se contrae o sobre el que recae. Ha de reunir los siguientes requisitos
materiales:

▪ Debe ser cierto y de lícito comercio.


▪ Debe ser determinado o, al menos, susceptible de determinación con arreglo a ciertas bases en el
incidente de liquidación de sentencias.
• En el proceso civil, dicho derecho, bien o interés jurídico suele ser de la exclusiva titularidad de las
partespor lo que la pretensión está sometida a la vigencia del principio dispositivo: no puede el juez
interponerla de oficio y está obligado a ser congruente con las peticiones formuladas por las
partes, las cuales están autorizadas a poner fin al procedimiento en cualquier momento a través de
los medios anormales de finalización del proceso (renuncia, allanamiento, desistimiento y transacción).

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

b) La fundamentación

• La petición, por sí misma, no integra la totalidad del objeto procesal, sino que precisa también de la
fundamentación. A la fundamentación se refiere el art. 399.3 y 4 LEC, que distingue los «hechos» de
los «fundamentos de derecho» que substancian la petición. Así, la petición es, junto con las partes y la
causa de pedir, la que individualiza el objeto procesal, determinando los límites objetivos y subjetivos,
tanto de la litispendencia, como de los futuros efectos de la cosa juzgada de la sentencia que haya de
dar respuesta a la pretensión.
• Debemos determinar ahora si ambos fundamentos, de hecho o de derecho, o tan solo los de hecho
constituyen el elemento esencial de la pretensión, determinante, junto con la petición, de la
conformación del objeto procesal.
• En nuestro país rige la llamada teoría de la sustanciación. El fundamento de la pretensión es el
acontecimiento real («el estado de las cosas») con el que el actor funda su petición, pero
entendido como conjunto de hechos «jurídicos» o hechos al que la norma material asocia el
surgimiento de los efectos jurídicos previstos en dicha norma e instados en la petición.

• Por tanto, no todos los hechos o acontecimientos anteriores y externos al proceso, afirmados en la
demanda, constituyen el fundamento de la pretensión, sino tan sólo aquellos que, por ser
subsumibles en las normas materiales que asocian los efectos pretendidos en la petición, se
erigen en el auténtico substrato fáctico del objeto inmediato de la pretensión.

• De la regla general hay que exceptuar las pretensiones constitutivas, en las que rige la llamada teoría
de la individualización, toda vez que la «causa de pedir» viene determinada por determinados
hechos necesariamente subsumidos o integrados en normas materiales o, lo que es lo mismo,
por la fundamentación jurídica. De aquí que existan tantos objetos procesales como motivos de
impugnación funden la pretensión.

III. CLASES
• Existen tantas clases de pretensiones como de procesos. Podemos clasificar las pretensiones en los
tres siguientes tipos: Pretensiones de cognición, Pretensiones de ejecución, Pretensiones cautelares.

1. PRETENSIONES DE COGNICIÓN

• Las pretensiones de cognición se plantean en el proceso de declaración y tienen por objeto


obtener del juez un pronunciamiento mero declarativo, de condena o constitutivo.

• Cumplimiento de los principios de contradicción e igualdad de armas. Las pretensiones de


cognición están sometidas al cumplimiento más estricto de los principios de contradicción e igualdad
de armas.

• Apertura de la fase probatoria. Es una característica común de las pretensiones de cognición la


posibilidad de que las partes puedan solicitar la apertura de la fase probatoria a fin de poder
evidenciarle al juez la concurrencia de los fundamentos fácticos, tanto de la pretensión, como de la
defensa.
• Debido a que en nuestro ordenamiento rige el sistema de la doble instancia, la pretensión de cognición
puede plantearse en la fase declarativa del proceso o trasladarse a la segunda instancia o a la casación,
en cuyo caso recibe la denominación de pretensión de impugnación. No obstante, no se pueden
introducir nuevos hechos y, en la apelación rige, en nuestro ordenamiento, el criterio de la
apelación «restringida» que, fuera de los hechos nuevos, impide la aportación a la segunda
instancia de hechos que no fueron afirmados por las partes en sus escritos de alegaciones.
Atendiendo al contenido de la petición de las pretensiones de cognición pueden distinguirse las
siguientes pretensiones: Mero declarativas, de condena y constitutivas.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

A) PRETENSIONES DE MERA DECLARACIÓN

a) Pretensiones positivas o negativas

• Las pretensiones mero declarativas, como su nombre indica, tienen por objeto obtener del juez un
pronunciamiento en el que declare la existencia o inexistencia de un determinado derecho
subjetivo o relación jurídica, de lo que se infiere que pueden ser positivas cuando afirman la
existencia de un determinado derecho subjetivo o relación jurídica o negativas, cuando niegan su
existencia
• Dentro de las negativas merece una especial mención las declarativas de nulidad de negocios
jurídicos, tales como contratos o acuerdos sociales de personas jurídicas, cuyos efectos de la cosa
juzgada de las sentencias, que sobre ellas recaen, se producen «ex tunc» [desde siempre], con lo que
se diferencian de las pretensiones constitutivas de anulación, que producen dichos efectos «ex
nunc» [desde ahora].

b) Interés legítimo

• Para la interposición de una pretensión declarativa es suficiente ostentar un «interés legítimo» en el


reconocimiento judicial de dicha relación jurídica.

c) Relación jurídica preexistente

• La relación jurídica ha de ser preexistente. A través de la pretensión declarativa no puede solicitarse


del juez el reconocimiento de futuras relaciones jurídicas, aun cuando sean admisibles las demandas
de relaciones jurídicas sometidas a condición o plazo.

d) Inscripción en registros

• Debido a que las pretensiones declarativas puras tan sólo se dirigen a obtener el reconocimiento
judicial de una relación jurídica, las Sentencias sobre las que recaen, no son, por su propia
naturaleza, ejecutables. No obstante, al producir efectos «erga omnes» por obra de la propia
declaración judicial, algunas sentencias declarativas son susceptibles de ser inscritas en los Registros.
Por ejemplo, las de reconocimiento de la paternidad en el Registro Civil.

B) PRETENSIONES DE CONDENA

a) Pretensión mixta

• Las pretensiones de condena tienen por objeto obtener del juez una condena al demandado al
cumplimiento de alguna de las prestaciones contenidas en el art. 1.088 del CC. Por esta razón, las
pretensiones de condena también pueden ser positivas: cuando se condena a una prestación de dar,
hacer o deshacer lo mal hecho y negativas: cuando estriban en un no hacer.
• No obstante, la pretensión de condena, en la práctica forense, siempre es «mixta», ya que contiene dos
pronunciamientos, declarativo dirigida al juez a fin de que reconozca la existencia del derecho
subjetivo o de crédito y de condena al deudor por el incumplimiento de su obligación dimanante de
aquel derecho de crédito.

b) Legitimación activa. Titularidad del derecho subjetivo

• La legitimación activa en esta clase de pretensiones, a diferencia de las declarativas, no puede consistir
en un mero interés jurídico, sino en la titularidad del derecho subjetivo, determinante del nacimiento
de la obligación, lo que no significa que dicho derecho haya de ser siempre y necesariamente de crédito
o real.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

c) Pretensiones ejecutables

• Las pretensiones de condena también se distinguen de las declarativas por los efectos de las
sentencias que las amparan, las cuales poseen la virtualidad de ser ejecutables. Esta es una
característica típica de las pretensiones de condena y, dentro de ellas, de las dirigidas al pago de una
obligación: cuando son estimadas en la sentencia posibilitan la apertura del proceso de ejecución o
«ejecución forzosa» de la LEC. De aquí que las pretensiones de condena, si triunfan, se conviertan en
«sentencias de condena» y, en cuanto tales, «títulos de ejecución» (art. 517.2.1º LEC).

d) Obligación vencida y exigible

• Presupuesto material de la pretensión de condena es la existencia de una obligación vencida y


exigible, pues si su exigibilidad depende del cumplimiento de una condición o plazo (arts. 1.113 y 1.125
CC), la regla general en nuestro ordenamiento es que el acreedor no puede pretender su cumplimiento,
estando a lo sumo legitimado para solicitar medidas cautelares o de aseguramiento.

• No obstante, de la regla general hay que exceptuar supuestos como los siguientes:
1. Casos de condenas a emisión de una declaración de voluntad. Por ejemplo, las nacidas de
precontrato.

2. El polémico supuesto de las pretensiones de condena de futuro, que sean admisibles en nuestro
ordenamiento y que no sean meramente hipotéticas, sino reales y efectivas, por ejemplo, las de
pago de rentas, intereses, prestaciones periódicas (art. 220 LEC), como lo son las obligaciones
dimanantes de un contrato de suministro, o en general, todas las prestaciones futuras de cualquier
especie, con respecto a las cuales pueda fundadamente presumirse que el deudor tratará de
sustraerse al cumplimiento de la prestación.

C) PRETENSIONES CONSTITUTIVAS

a) Creación, modificación o extinción de una determi-


nada relación, situación o estado jurídico

• A diferencia de las pretensiones declarativas y de condena, en las pretensiones constitutivas, lo que


solicita el actor es un pronunciamiento del juez que cree una consecuencia jurídica que hasta el
momento no existía y que sólo puede originarse a través de una sentencia. Por tanto, el objeto
de la pretensión constitutiva es la creación, modificación o extinción de una determinada relación,
situación o estado jurídico y excepcionalmente incluso de una sentencia injusta, la cual puede ser
anulada a través de los medios de rescisión de la cosa juzgada (audiencia al rebelde, revisión e
incidente de nulidad), que encierran también el planteamiento de pretensiones constitutivas de
anulación.

b) Rigurosos plazos de caducidad

• El ejercicio de la acción e interposición de una pretensión constitutiva puede atentar al principio de


seguridad jurídica, a la certeza que desea obtener la sociedad sobre las situaciones jurídicas pendientes
de modificación y a los intereses de terceros. Por este motivo, el ordenamiento somete al ejercicio de
estas acciones al cumplimiento de rigurosos plazos de caducidad.

c) Voluntarias o necesarias

• Las pretensiones constitutivas pueden ser voluntarias o necesarias:

▪ Voluntarias: Son aquellas que no precisan del proceso, pues la modificación de la relación o
situación jurídica puede válidamente efectuarse por obra de la autonomía de la voluntad de las
partes.
▪ Necesarias: Exigen acudir al proceso y obtener en él una sentencia constitutiva.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

d) Legitimación activa y pasiva

• La legitimación activa y pasiva en esta clase de pretensiones viene determinada por la cualidad o
estado jurídico requerido por la relación o situación jurídica cuya modificación se pretende. Por
ejemplo, la de marido o esposa en las acciones de divorcio, la de comprador vendedor y comprador,
etc. En ocasiones, la Ley puede exigir requisitos complementarios a esta relación o situación jurídica.
Por ejemplo, en la impugnación de acuerdos sociales, si es ejercitada por los accionistas, la Ley exige
que hayan manifestado su oposición a la adopción del acuerdo impugnado.

e) Características de las sentencias constitutivas

• De las sentencias constitutivas destacamos también las siguientes características:

▪ Al igual que las sentencias declarativas, las sentencias constitutivas no son ejecutables.
▪ Producen efectos «erga omnes», por obra de la propia sentencia, que crea, modifica o extingue la
relación o situación jurídica.
▪ La relación o situación jurídica creada, modificada o extinguida puede ser dotada de una especial
publicidad mediante su anotación en Registros.
▪ Las sentencias constitutivas se diferencian de las sentencias declarativas en que los efectos se
producen pro futuro o «ex nunc».

2. PRETENSIONES DE EJECUCIÓN

• Las pretensiones de ejecución, exigen como presupuesto previo la existencia de un título de ejecución
de los contemplados en el art. 517 LEC (sentencia firme, laudo arbitral…). Esto sucede sólo en las
sentencias de condena, sin que quepa la ejecución de sentencias meramente declarativas o
constitutivas (art. 521).

• Las pretensiones de ejecución tienen como objeto la realización del derecho de crédito del
acreedor, que ha visto reconocido su derecho en el título de ejecución. Ahora bien, al proceso de
ejecución tan solo cabe acudir ante la resistencia del deudor condenado, pues en el proceso civil la
ejecución es siempre voluntaria (arts. 538.1 y 549.1).

• La pretensión de ejecución se deduce en el proceso del mismo nombre (proceso de ejecución),


denominado también procedimiento de apremio, que se caracteriza por la ausencia de contradicción
(fuera de los tasados motivos de oposición a la ejecución) y por los amplios poderes del juez, dirigidos
a la realización, en última instancia mediante subasta pública, del derecho de crédito incorporado al
título.

• La pretensión de ejecución, al igual que la de condena, puede consistir en la realización de una


prestación de dar, hacer o no hacer.

3. PRETENSIONES CAUTELARES

• La pretensión cautelar consiste en una petición de adopción de medidas cautelares, cuya finalidad es
la de prevenir o garantizar la futura realización de los efectos ejecutivos de la sentencia.

• Se trata de una pretensión instrumental de otra principal (declarativa, constitutiva o de condena), pero
que mantiene una cierta autonomía, pues, los requisitos materiales no se confunden totalmente con
aquella, sino que es preciso el cumplimiento de determinados presupuestos, tales como el «fumus
boni iuris» [apreciación de buen derecho, que en el proceso penal se traduce en que un hecho
investigado tenga carácter de delito y la probabilidad de que el imputado hubiese participado en su
comisión] o el «periculum in mora» [cuando se solicita, como medida cautelar, el embargo preventivo].

• Las pretensiones cautelares no están sometidas al principio de contradicción (pues suelen adoptarse
«inaudita parte») y se agotan con la adopción de la medida cautelar.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

IV. LA INTEGRACIÓN DEL OBJETO PROCESAL: LAS CUESTIONES PREJUDICIALES

1. CONCEPTO, REQUISITOS, NATURALEZA Y FUNDAMENTO

A) CONCEPTO

• Mediante las cuestiones prejudiciales se somete a consideración de un tribunal de otro orden


jurisdiccional, o del propio tribunal civil, un hecho que precisa ser valorado jurídicamente, pero cuya
valoración ha de ser imprescindible o necesaria para la correcta integración del objeto procesal, sin la
cual no se podría satisfacer jurídicamente la pretensión. Por ejemplo, en un proceso civil ejecutivo en
el que se pretende el cobro de una deuda reconocida en un título ejecutivo falso, habrá que determinar
previamente, con arreglo a las normas del Derecho penal, si existió o no una falsedad documental.

B) REQUISITOS

a) Elementos de hecho

• Las cuestiones prejudiciales son elementos de hecho que exigen una valoración jurídica previa e
independiente del objeto principal. Estos elementos de hecho pueden integrar:

▪ El fundamento de una causa de pedir. Por ejemplo, cuando se ejercita una pretensión declarativa
de nulidad de un contrato por constituir un delito de estafa, habrá que determinar previamente si se
cometió o no, en realidad, dicho delito.

▪ Erigirse en una pretensión autónoma, pero conexa e instrumental de la principal. Así, si se ha


deducido una pretensión de condena a la entrega de una cosa por haberse rescindido el contrato de
compraventa y se discute la propiedad de la cosa entre las partes o por un tercero, habrá que
determinar y declarar previamente a quién le corresponde la propiedad.

• En cualquier caso, las cuestiones prejudiciales son cuestiones pertenecientes al fondo o a la


fundamentación de la pretensión sobre las cuales operarán los efectos prejudiciales de la cosa juzgada
(art. 222.2), salvedad hecha de que sus declaraciones jurisdiccionales se efectúen a título incidental.

b) Juicio de relevancia

• Las cuestiones prejudiciales han de ser relevantes para el enjuiciamiento del objeto procesal, esto
es, de la pretensión principal, con respecto a la cual guardan una conexión o dependencia.

c) Diferencia entre cuestiones prejudiciales y meros ar-


gumentos jurídicos

• Las cuestiones prejudiciales se diferencian de los meros argumentos jurídicos de la pretensión en que
en el caso de las cuestiones prejudiciales lo que se somete a consideración del tribunal es un hecho
que precisa ser valorado jurídicamente, pero cuya valoración ha de ser imprescindible o necesaria para
la correcta integración del objeto procesal, sin la cual no se podría satisfacer jurídicamente la
pretensión.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

d) Valoración jurídica y consiguiente declaración juris-


diccional, previa e independiente de la pretensión
principal

• Los hechos que integran una «causa petendi» o fundamentan una pretensión, precisan de una
valoración jurídica y consiguiente declaración jurisdiccional, previa e independiente de la pretensión
principal.

• Las cuestiones prejudiciales son «hechos» con significación jurídica «material». De esta forma:
▪ En un proceso penal instaurado por delito contra la propiedad hay que determinar, para la
integración de la conducta penal, la ajenidad de la cosa, la cual ha de efectuarse con arreglo a las
normas del Derecho civil.

▪ En un proceso civil ejecutivo en el que se pretende el cobro de una deuda reconocida en un título
ejecutivo falso, habrá que determinar previamente, con arreglo a las normas del Derecho penal, si
existió o no una falsedad documental.
▪ En un proceso laboral por despido, si el trabajador aduce su cualidad de funcionario, se hace
necesario acreditar, con carácter previo dicha cualidad con arreglo a las normas del Derecho
administrativo, etc.

e) Competencia de valoración

• La competencia para valorar con arreglo a las normas del correspondiente Derecho material ha de
corresponder, como regla general, al tribunal del orden jurisdiccional competente (civil, penal, laboral
o contencioso-administrativo).

• No obstante, de la regla general hay que excluir las cuestiones prejudiciales «incidentales», cuya
resolución en sentencia no ha de producir efecto alguno de cosa juzgada, ni siquiera el prejudicial.

C) NATURALEZA Y FUNDAMENTO

• Fundamento último. En último término, el fundamento de las cuestiones prejudiciales reside en el


principio constitucional de «seguridad jurídica» (art. 9.3 CE). Si ante la existencia de cuestiones
prejudiciales los tribunales de cada orden jurisdiccional declararan lo que «ad casum», estimasen
conveniente, podrían dictarse sentencias contradictorias con grave quebranto de aquel principio
constitucional.
• Fundamento inmediato. El fundamento inmediato de la prejudicialidad consiste en la prevención de
los efectos prejudiciales de la cosa juzgada, pues, si debido a la conexidad instrumental de
pretensiones o de causas de pedir, los tribunales decidieran las cuestiones prejudiciales a su antojo,
sin respeto a las normas de jurisdicción y de competencia, se vulneraría en último término, lo dispuesto
en el art. 222.4 LEC: «Lo resuelto con fuerza de cosa juzgada… vinculará a un tribunal de un proceso
posterior cuando en éste aparezca como antecedente lógico de lo que sea su objeto, siempre que los
litigantes de ambos procesos sean los mismos o la cosa juzgada se extienda a ellos por disposición
legal».

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

2. CLASES DE CUESTIONES PREJUDICIALES

A) HETEROGÉNEAS Y HOMOGÉNEAS

a) Cuestiones prejudiciales heterogéneas

• Cuestiones prejudiciales heterogéneas son las que han de decidirse con arreglo a normas
distintas del Derecho civil. Debe tenerse en cuenta lo dispuesto en el art. 10.2 LOPJ: «La existencia
de una cuestión prejudicial penal de la que no pueda prescindirse para la debida decisión o que
condicione directamente el contenido de ésta, determinará la suspensión del procedimiento, mientras
aquella no sea resuelta por los órganos penales a quienes corresponda, salvo las excepciones que la
Ley establezca»

b) Cuestiones prejudiciales homogéneas

• Son homogéneas las cuestiones prejudiciales que han de ser valoradas con arreglo a las normas
del Derecho civil. Cuando para la integración de una pretensión en el momento de dictar sentencia
fuera necesario resolver otra que se hubiera planteado en otro proceso civil, y si no fuere procedente
la acumulación de autos, el tribunal, previa audiencia de las partes, suspenderá el proceso hasta tanto
recaiga declaración firme sobre la cuestión prejudicial (art. 43 LEC).

• Ante la existencia de pretensiones conexas, lo que el legislador desea es que se promueva la


«acumulación de autos». No obstante, si dicha acumulación no fuera posible, por no concurrir los
requisitos exigidos, tan sólo entonces será cuando podrá promoverse la suspensión del proceso.

B) DEVOLUTIVAS E INCIDENTALES

a) Devolutivas

• Las cuestiones prejudiciales devolutivas son las que han de remitirse o plantearse ante el tribunal del
orden jurisdiccional competente para su decisión definitiva, suspendiendo el proceso civil. De ellas
se ocupan los artículos 40 y 42.3 LEC, pudiéndose distinguir las penales, de las demás.

1. Cuestiones penales
• Referidas en el art. 40 LEC de conformidad con el principio de preferencia de la jurisdicción penal, este
sólo contempla las cuestiones prejudiciales penales, a las cuales la norma asocia a su planteamiento
los efectos de la suspensión automática del proceso civil hasta que se resuelva la cuestión prejudicial
penal. No obstante, para que opere dicha suspensión, será necesario la incoación de un procesal
penal y que se cumpla el juicio de relevancia, es decir, que «la decisión del tribunal penal acerca del
hecho por el que se procede en causa criminal pueda tener influencia decisiva en la resolución sobre
el asunto civil» (art. 40.2.2ª).
• No obstante, a tenor de lo dispuesto en los artículos 3-7 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, cabe
concluir que no siempre «lo penal tiene a lo civil en suspenso», sino que existen supuestos, en los que se
produce la excepción inversa, po las cuales, debe el tribunal penal deferir el conocimiento de la
cuestión al tribunal civil con suspensión del proceso penal.

2. Cuestiones prejudiciales no penales


• Estas cuestiones serían las administrativas y laborales. En virtud del art. 42.3 LEC, salvo que una norma
expresamente obligue a deferir la competencia del juez civil y a suspender el proceso, habrán las partes
de manifestar su conformidad con el planteamiento de la cuestión devolutiva (lo que difícilmente
ocurrirá en la práctica). En este caso, el LAJ dictará Decreto de suspensión del procedimiento y el
tribunal civil quedará vinculado por la declaración efectuada por el tribunal administrativo, social o de
cuentas.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

b) Incidentales

• Las cuestiones prejudiciales incidentales son las que puede conocer el tribunal civil competente
para el enjuiciamiento de la pretensión principal, sin que haya de deferirse su conocimiento a
otro Tribunal.
• Las cuestiones incidentales constituyen la regla general y se determinan con arreglo a un criterio
negativo: son cuestiones incidentales todas las que las normas expresamente no prevean como
cuestiones devolutivas.
• De conformidad con el principio de «vis atractiva» de la jurisdicción civil, dispone el art. 42.1 que «a
los solos efectos prejudiciales, los tribunales civiles podrán conocer de asuntos que estén
atribuidos a los tribunales de los órdenes contencioso-administrativo y social».

• Son, pues, cuestiones prejudiciales incidentales todas las administrativas (STS) o sociales que no sean
devolutivas. Pero el precepto no comprende a las penales, por cuanto dichas cuestiones, como
hemos visto, son siempre devolutivas y excluyentes, salvedad hecha de lo dispuesto en los arts.
4 y 5 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

• Con pleno respeto al principio de exclusividad de los órdenes jurisdiccionales, sustentado por el art. 9
LOPJ, el art. 42.2 deroga expresamente lo dispuesto en el art. 222.4 LEC, esto es, que la sentencia civil,
que decida una cuestión prejudicial incidental heterogénea pueda extender sus efectos prejudiciales a
los demás órdenes jurisdiccionales.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

LECCIÓN X.- LAS MEDIDAS CAUTELARES (I)

I. CONCEPTO, FINALIDAD Y REGULACIÓN LEGAL [19F1]

A) CONCEPTO

• Las medidas cautelares son:

1. Las actuaciones acordadas por el órgano judicial a solicitud del actor o demandado-reconviniente
respecto de los bienes y derechos del demandado o actor reconvenido, «exclusivamente
conducentes a hacer posible la efectividad de la tutela judicial que pudiera otorgarse en una
eventual sentencia estimatoria, de modo que no pueda verse impedida o dificultada por
situaciones producidas durante la pendencia del proceso correspondiente», así como las
2. Las órdenes y prohibiciones que, como tales medidas cautelares, provisionalmente acuerde el
Tribunal de contenido similar a la pretensión deducida sin prejuzgar el sentido de la sentencia.
• Las medidas cautelares son, pues, medios o instrumentos legales de prevención de las
contingencias que provocan las dilaciones del proceso solicitadas para asegurar la efectividad de
la pretensión deducida para prevenir el evento de que, estimada en la resolución judicial que pone
fin al proceso, esta pueda verse impedida o dificultada.

B) LA DURACIÓN DEL PROCESO Y LAS MEDIDAS CAUTELARES

• La duración del proceso, aun sin dilaciones indebidas, puede incidir en la efectividad de la tutela judicial
que pide el demandante, hasta el punto de hacer ilusoria la decisión final recaída a su favor, por la
imposibilidad o inutilidad de ejecutar el fallo dictado («periculum in mora»). Mediante las medidas
cautelares se trata, por tanto, de prevenir los efectos de esa demora, para evitar que demandado tenga
la ocasión de realizar actos que impidan o dificulten la efectividad de la satisfacción que la sentencia.

C) FINALIDAD

• La finalidad de las medidas cautelares, al prevenir esas contingencias, responde al fin mismo de la
realización de la Justicia y son, por ello, instrumento para la realización del derecho fundamental que
corresponde a toda persona «a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de
sus derechos e interés legítimos» (art. 24.1 CE).

D) REGULACIÓN

• Las medidas cautelares figuran reguladas de forma no exhaustiva en los artículos 721 a 747 LEC (Libro
III, Título VI) pues se completa con otras normas de la misma LEC sobre medidas cautelares que se
ubican en la ordenación de procesos especiales, como en los procesos de capacidad de las personas,
de filiación, paternidad y maternidad, matrimoniales, etc. Por otra parte, el art. 727 expone hasta once
medidas cautelares «específicas», conectando la regulación general con una variedad de preceptos de
la LEC y de otras leyes.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

II. NATURALEZA JURIDICA [19F1]


• La instrumentalidad de las medidas cautelares (art. 726.1.1ª) demuestra no sólo que son medios de
carácter procesal, no obstante su finalidad aseguradora de los derechos e intereses legítimos de
contenido material que se invocan en la pretensión deducida, sino que la tutela que proporciona tiene
como efecto trascendente asegurar el buen funcionamiento de la Justicia contra el «periculum
in mora», porque «el tiempo preciso para hacer justicia no puede perjudicar al que la pretende»

• De lo anterior se desprende la siguiente doble consecuencia:


1. La solicitud de la medida cautelar es un derecho de rango fundamental del demandante que parece
anticipar el resultado de un proceso desde su iniciación (o incluso antes de la misma) por la
apariencia de buen derecho de su pretensión («fumus boni iuris»).

2. El primer destinatario de las medidas cautelares no es el demandado, aunque sea éste el que
ha de cumplirlas, sino el Estado garante de los derechos fundamentales que la Constitución
reconoce.

• Las medidas cautelares son accesorias de las pretensiones declarativas que se ejercitan, pero, al
mismo tiempo, tienen una sustantividad que permite que el Juez resuelva sobre ellas sin prejuzgar el
fondo del litigio. Son pues pretensiones cautelares que se agotan en sí mismas, y la actividad
jurisdiccional que resuelve sobre ellas tiene una naturaleza específica (cautelar). La LEC parte de que
la adopción de medidas cautelares es una de las «clases de tutela jurisdiccional» que puede
pretenderse, y se inclina por una ordenación de las medidas cautelares como un «conjunto unitario».

III. CARACTERES

1. INSTRUMENTALIDAD

• Las medidas cautelares son «exclusivamente conducentes» a tutelar la pretensión para el caso
de que finalmente sea estimada en la sentencia. De esta nota fundamental se derivan las demás
como corolarios. Las medidas cautelares son accesorias del proceso pendiente o futuro, ya que su
objeto consiste en asegurar la eficacia de la futura resolución judicial que ponga fin al proceso.
• Esta característica diferencia las medidas cautelares de las medidas de aseguramiento de carácter
jurídico-material que pueden ser reclamadas y cumplidas como la fianza, prenda e hipoteca, o las
impuestas en algunos casos en el CC al fiador o a los herederos.

2. HOMOGENEIDAD Y PROPORCIONALIDAD

• Su caracter exclusivamente conducentes al aseguramiento pretendido, exige que sean homogéneas


con la pretensión principal deducida y proporcionales al resultado.
• Ha de existir una correlación necesaria entre la medida solicitada y lo que se pretende en el
proceso principal. Esta correlación se extiende a las vicisitudes y circunstancias que pueden variar
durante la pendencia del proceso. El carácter instrumental de las medidas cautelares requiere que la
medida solicitada sea la estrictamente necesaria y requerida para la protección de los intereses
en conflicto. En dicha correlación ha de tenerse en cuenta también su proporcionalidad objetiva, es
decir, su estricta adecuación al fin propuesto, para evitar una limitación del derecho o un perjuicio al
demandado.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

3. VIGENCIA DEL PRINCIPIO DISPOSITIVO

• Las medidas cautelares se adoptan por el Juez necesariamente a instancia del actor, por lo que se
rigen por el principio de justicia rogada. En el proceso civil dominado por el principio dispositivo, el
Juez no puede «en ningún caso» (art. 721.2 LEC) acordar de oficio medidas dirigidas a la
efectividad de la pretensión, sino solamente cuando la parte interesada lo solicite.
• Sin embargo, el mismo precepto prevé, a renglón seguido, la excepción a esta regla general respecto
de «los procesos especiales» (sobre capacidad de las personas, sobre filiación, paternidad y maternidad, sobre aseguramiento del
caudal hereditario).

• El último inciso del art. 721.2 LEC establece que «Tampoco podrá éste (el tribunal) acordar medidas
más gravosas que las solicitadas».

4. PROVISIONALIDAD

A) VARIABLES

• Las medidas cautelares son esencialmente variables desde su adopción hasta su extinción.

B) CARÁCTER DIVERSO

• Tienen carácter «temporal, provisional, condicionado y susceptible de modificación y


alzamiento» en los términos fijados por la Ley (art. 726.2 LEC).

C) SOMETIMIENTO

• Están sometidas a la cláusula «rebus sic stantibus» [se entiende que las estipulaciones establecidas en
los contratos lo son habida cuenta de las circunstancias concurrentes en el momento de su
celebración] y son, por tanto, susceptibles de las modificaciones que requiera su fin asegurador (art.
743), agotándose con la ejecución de la resolución judicial final cuya eficacia aseguran.

D) CADUCIDAD

• Caducan si quien las solicitó no instara la ejecución o fuera el causante de la suspensión del proceso
por más de seis meses (art. 731.1 LEC).

5. NUMERUS APERTUS

• Las medidas cautelares son tan diversas como las pretensiones que en cada caso aseguran. En este
sentido, el principio de legalidad de la regulación se cohonesta con el carácter abierto. Así, según la
genérica fórmula del art. 726.1 LEC, pueden ser medidas cautelares «cualquier actuación directa o
indirecta» conducente a asegurar la satisfacción de la pretensión deducida en el caso de ser estimada
en la sentencia.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

IV. PRESUPUESTOS
• El art. 728 expone los tres presupuestos necesarios para la adopción de medidas cautelares. Su
cumplimiento ha de ser probado por el solicitante. Según la doctrina y la jurisprudencia sin estos
presupuestos no podrá acordarse la adopción de medidas cautelares, son:
▪ Peligro por la mora procesal.
▪ Apariencia de buen derecho.
▪ Prestación de caución por quien solicita las medidas.

1. PELIGRO POR LA MORA PROCESAL

• El presupuesto primordial, en tanto fundamento primero de toda medida cautelar «periculum in


mora» (art. 728.1 LEC) o riesgo efectivo de que la duración del proceso varíe el «statu quo»
existente a la iniciación del proceso, de manera que no pueda realizarse la sentencia que recaiga
favorable.
• Es, por tanto, el peligro para la satisfacción de la pretensión deducida, que resulte de la duración, aun
normal del proceso, por la ocurrencia de hechos o de actos que puedan frustrar la efectividad de una
sentencia favorable.
• La efectividad del peligro ha debe ser probada por el solicitante, no es una apreciación subjetiva,
este habrá de alegar situaciones concretas que amenacen la efectividad del proceso principal.
• A este fin, el apartado primero del art. 728 LEC requiere la «justificación», de las «situaciones que
impidieren o dificultaren la efectividad de la tutela que pudiere otorgarse» y excluye adoptar las
medidas cuando con ellas se pretendan alterar situaciones de hecho consentidas por el
solicitante durante largo tiempo «salvo que éste justifique cumplidamente las razones por las cuales
dichas medidas no se han solicitado hasta entonces».

2. APARIENCIA DE UN BUEN DERECHO

• El solicitante de la medida cautelar ha de acreditar igualmente, el «fumus boni iuris» de su pretensión


cautelar.
• Por este requisito, quien solicite la medida cautelar, viene obligado a justificar, «bajo su
responsabilidad» (art. 721.1), la probabilidad de éxito de la pretensión deducida en la demanda,
que resulta de un principio de prueba lo suficientemente expresivo de la existencia de una
«apariencia» de la razón de esa pretensión, de manera que permita al Tribunal, en una valoración
«prima facie», acordar la medida instada contra los derechos o intereses del demandado.
• El art. 728.2 establece que «el solicitante de medidas cautelares también habrá de presentar los datos,
argumentos y justificaciones documentales que conduzcan a fundar, por parte del Tribunal, sin
prejuzgar el fondo del asunto, un juicio provisional e indiciario favorable al fundamento de su
pretensión», e, incluso, añade que «en defecto de justificación documental podrá ofrecerla por otros
medios de prueba, que deberá proponer en forma en el mismo escrito».
• La actividad jurisdiccional ha de limitarse a ese extremo concreto del juicio sobre procedencia de la
medida solicitada y en modo alguno puede extenderse más allá de este objeto del análisis de la
apariencia. El art. 728.2 así lo recuerda al disponer «…sin prejuzgar el fondo del asunto…».

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

3. CAUCIÓN

A) SOLVENCIA ECONÓMICA

• El presupuesto de caución requiere del actor una solvencia económica de la cual no siempre
dispone.. La caución tiende a garantizar la justa reparación de los daños y perjuicios padecidos
por quien soporta la medida cautelar, en el caso de que la pretensión de fondo sea desestimada
en la sentencia. Se trata de responder de manera rápida y efectiva, de los daños y perjuicios que la
adopción de la medida cautelar pudiera causar al patrimonio del demandado, lo que no constituye en
sí, fundamento de la decisión que se acuerde, sino mero presupuesto de ejecución de la medida ya
acordada.

B) EXCEPCIONES

• El art. 728.3 proclama la necesidad de que el solicitante preste «caución suficiente para responder, de
manera rápida y efectiva de los daños que la adopción de medidas pudiera causar al patrimonio del
demandado».
• Sin embargo, en la misma enunciación del presupuesto se descubre que es una regla general que tiene
sus excepciones en los casos en que «expresamente se disponga otra cosa». Estas excepciones,
previstas en la misma LEC y en algunas leyes especiales, son escasas y puntuales, y se refieren a
supuestos concretos de exclusión de la prestación de caución, bien por razón del carácter de
Administración Pública del actor; bien por la existencia de un interés público a considerar.

C) CLASE Y CUANTÍA DE LA CAUCIÓN

• Se atribuye al Tribunal determinar la clase y cuantía de la caución que corresponde ofrecer y prestar
al actor atendiendo a la «naturaleza y contenido de la pretensión» deducida y de la valoración
«prima facie» del fundamento de la solicitud de la medida, así como la cuantía de los posibles daños y
perjuicios derivados de la ejecución de la medida, en apreciación conjunta de los datos aportados por
las partes.

D) CLASE DE CAUCIÓN

• La LEC prevé que la caución se constituya en dinero efectivo, mediante aval solidario de duración
indefinida o «por cualquier otro medio que a juicio del tribunal garantice la inmediata disponibilidad,
en su caso, de la cantidad de que se trate».

E) PLAZO

• Corresponde también al Tribunal señalar el plazo para la constitución de la caución, teniendo en


cuenta las alegaciones de las partes y la premura que puede reclamar el riesgo de demora.
• En conclusión, la prestación de caución constituye una contramedida precautoria que el Tribunal
acuerda en las condiciones anteriores, con el siguiente resultado:
▪ Garantizar de modo efectivo los daños y perjuicios que pudiera sufrir el patrimonio del que soporta
la medida cautelar.
▪ Prevenir solicitudes de adopción de medidas cautelares infundadas e irresponsables del actor.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

V. CLASES
• El art. 727 LEC, intitulado (rubricado) «medidas cautelares específicas» recoge los tipos de medidas
más ampliamente utilizadas desde antiguo en la práctica forense, con la finalidad de mantener el
principio «rebus sic stantibus» o «statu quo» existente al iniciarse el litigio.

1. EL EMBARGO PREVENTIVO DE BIENES

A) IDEA GENERAL

• El embargo preventivo de bienes es la primera medida cautelar prevista en el art. 727, y la más
utilizada en la práctica para asegurar la ejecución de pretensiones de condena al pago de una cantidad
de dinero. Se prevé específicamente para garantizar el pago de las deudas por parte de los
propietarios morosos (art. 21.5 LPH) y en los procesos sumarios para la tutela privilegiada del
derecho de crédito.

B) OBJETO

• El embargo preventivo de bienes tiene como objetivo «hacer posible o garantizar el buen fin de la
ejecución, asegurando los bienes del condenado para evitar que no se sustraigan al proceso de
ejecución, ni se desmejoren durante la pendencia de la ejecución misma».

C) MAYOR FACILIDAD Y MENOR ONEROSIDAD

• El Tribunal embargará los bienes del demandado «procurando tener en cuenta la mayor facilitad de
su enajenación y la menor onerosidad de ésta para el ejecutado (demandado)» y, por tanto,
excluyendo los que tengan el carácter de inembargables según la LEC. La medida que se impone sobre
los bienes embargados, crea, en el momento de la ejecución de la sentencia, un crédito preferente
que asegura su ejecución.

D) OTROS CASOS

• El embargo preventivo puede ser utilizado como medida de garantía respecto de las pretensiones de
condena a hacer, no hacer o entregar cosa específica que no puedan ser inmediatamente cumplidas.

2. INTERVENCIÓN O LA ADMINISTRACIÓN JUDICIALES DE BIENES PRODUCTIVOS

• La medida de intervención o la administración judiciales de bienes productivos puede ser ordenada


cuando la pretensión de condena tiene por objeto entregar aquellos bienes «a título de dueño,
usufructuario o cualquier otro que comporte interés legítimo en mantener o mejorar la productividad,
o cuando la garantía de ésta sea de primordial interés para la efectividad de la condena que pudiere
recaer» (art. 727.2ª).
• Se trata de asegurar, por medio de las medidas de distinta gravedad que vienen especificadas en el
art. 727.2ª, una pretensión de condena a entregar bienes que deben ser mantenidos en estado de
producción durante la pendencia del litigio que versa sobre los mismos, para evitar que pierdan su
valor por la ausencia, incuria o mala fe en la gestión o administración del demandado.
▪ Intervención judicial: En la intervención judicial, la explotación de la finca o del negocio permanece
en las manos del demandado, aunque queda «intervenida» por la persona nombrada judicialmente
(se nombra un interventor judicial).
▪ Administración judicial: En la administración judicial, cuando la situación así lo reclama, se priva al
demandado del gobierno de los bienes que ha de entregar a un administrador judicial nombrado al
efecto para asegurar su funcionamiento, con cese del que viniera desempeñándolo (se nombra un
administrador judicial).
• En ambas medidas (intervención y administración) la resolución judicial que, respectivamente, las
acuerde, habrá de precisar las facultades que se conceden al interventor o administrador para la
actuación de éstos, que se efectúa bajo el último control del juez, que podrá modificarlas por extensión
o sustitución (art. 726.2ª).

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

3. DEPÓSITO JUDICIAL

• Otra medida cautelar es la establecida en la regla 3ª del art. 727 LEC, que contempla la posibilidad,
mediante orden judicial previa, del depósito de un bien mueble que está en poder del demandado,
ante el riesgo de su pérdida, ocultación, deterioro o venta de un tercero. La adopción de esta medida
priva al demandado de parte de la posesión de la cosa para ser depositada en la persona que el
Juez determine por la orden de depósito que acordara.
• Esta medida cautelar puede, con carácter previo, complementarse con la diligencia preliminar de su
exhibición (art. 256.1.2º LEC), especialmente cuando el actor desconoce el lugar en el que se encuentra
el bien mueble objeto de su pretensión.
• Las medidas 8ª y 9ª del art. 727 recogen, respectivamente, otras figuras específicas de depósito judicial.
Estas medidas cautelares son especialmente interesantes para la tutela de los derechos reconocidos
en la Ley de Propiedad Intelectual, Patentes y Marcas.

4. INVENTARIOS DE BIENES

• La formación de inventarios de bienes es otra medida cautelar que puede solicitarse cuando el
demandante pretenda una entrega de bienes concretos cuya determinación individualizada, en calidad
o cantidad, pueda alterarse durante la tramitación del pleito, también por la incuria o mala fe del
demandado que en su día pueda ser condenado a entregarlos.
• El inventario ordenado por el Juez ha de ser practicado por quien designe, generalmente un perito
contable insaculado (elegido a suerte) para asegurar la imparcialidad y la objetividad de la actuación.
Aunque esta medida puede preceder a la de depósito o a la administración judicial, es una medida
autónoma que no exige el cambio de posesión de los bienes inventariados, sino la constancia de su
situación a efectos de la responsabilidad en que pudiera incurrirse por la falta o deterioro de los bienes
inventariados en el momento de la ejecución.

5. ANOTACIÓN EN EL REGISTRO A LOS EFECTOS DE LA PUBLICIDAD

• El art. 727 LEC prevé, en sus medidas cautelares 5ª y 6ª, dos formas de anotación en el Registro a los
efectos de la publicidad de la medida frente a terceros. Se trata de la anotación preventiva de la
demanda, «cuando ésta se refiera a bienes o derechos susceptibles de inscripción en registros
públicos» (art. 727.5) y de «otras anotaciones registrales, en casos de que la publicidad registral
sea útil para el buen fin de la ejecución» (art. 727.6).
• La anotación en el Registro correspondiente de la demanda presentada o de otra resolución judicial
recaída con efectos sobre la extensión del derecho inscrito, tiene los efectos de la protección de la finca
o derecho objeto de la pretensión mero declarativa o mixta (las anteriores con una condena al pago
de una indemnización), durante la vigencia del asiento, es decir, durante la pendencia del pleito hasta
su cancelación.
• Esta protección de la anotación se dirige frente a terceros adquirentes de buena fe de la cosa o derecho
en litigio, que resultan protegidos por la presunción de exactitud de la inscripción si no se llevara al
asiento la anotación de la demanda que hace pública la situación sub iudice del bien o derecho que
pretende adquirirse o gravarse. Por ello, la resolución judicial que la acuerde ordenará expedir el
correspondiente mandamiento al Registro para su efectividad.
• Según la jurisprudencia, esta medida tiene un doble contenido:
▪ Contenido procesal: Conforme al contenido procesal se asegura que la sentencia que en su día
recaiga tendrá la misma eficacia que si se hubiera dictado ya en el día en que la anotación se practica.
▪ Contenido sustantivo: A través del contenido sustantivo se consigue la ventaja que proporciona el
principio de prioridad registral si el actor obtiene sentencia favorable.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

6. ÓRDENES JUDICIALES DE CESACIÓN, ABSTENCIÓN O PROHIBICIÓN

• La medida cautelar puede también consistir en órdenes judiciales de cesación de una actividad,
abstención temporal de una conducta o de prohibición de interrumpir o cesar una prestación. La LEC
ha reunido en esta clase 7ª tres medidas distintas de contenido negativo y positivo.
• La finalidad cautelar se cumple mediante estas órdenes del Juez de «cese provisional en una actividad»,
mandato de «abstenerse temporalmente de llevar a cabo una conducta o la prohibición temporal de
interrumpir o de cesar en la realización de una prestación», según los propios términos del citado
precepto, encaminadas a un expedito aseguramiento de pretensiones de condena a hacer o no hacer,
y que sólo la provisionalidad de la medida, mientras dura el proceso, las distinguen de una ejecución
anticipada.

7. SUSPENSIÓN DE LOS ACUERDOS SOCIALES

• El art. 727.10ª LEC regula la medida específica relativa a los litigios sobre la impugnación de acuerdos
societarios consistente en la suspensión de los acuerdos sociales que se hubiesen impugnado. En estos
casos, el demandante o demandantes han de acreditar (la apariencia de buen derecho) que
representan «al menos, el 1% o 5% del capital social, según que la sociedad demandada hubiere o no
emitido valores que, en el momento de la impugnación, estuvieren sometidos a negociación en
mercado secundario oficial».

• Esta medida, por su trascendencia, sólo puede solicitarse por el socio que impugne acuerdos sociales
cuya nulidad es el objeto de la pretensión mero-declarativa o constitutiva. Por eso mismo, solamente
puede pedirla el socio que represente el porcentaje del capital social que el precepto determina, para
evitar abusos por parte de los socios minoritarios.

8. CAUCIÓN SUSTITUTORIA

• Aunque la ley procesal civil no la incluya entre las medidas cautelares «específicas», al catálogo de
medidas cautelares hay que añadir la medida prevista para la tutela de los derechos e intereses «del
demandado», consistente en la caución sustitutoria regulada en los artículos 746-747 LEC.

• Mediante la caución sustitutoria, la parte que ha de soportar, o que ya soporta, la medida cautelar
solicitada, o acordada, puede evitarla pidiendo su sustitución por una caución suficiente por resultarle
menos gravosa, pero que también ha de garantizar la pretensión cautelar del actor.
• Esta contracautela es particularmente llamativa, al ser ofrecida por la parte que, precisamente, ha de
soportarla, lo que encierra una especie de allanamiento tácito a la pretensión cautelar.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

LECCIÓN XI.- LAS MEDIDAS CAUTELARES (II)

I. EL PROCEDIMIENTO PARA LA ADOPCIÓN DE LAS MEDIDAS CAUTELARES


• Los artículos 730 a 747 LEC son relativos a medidas cautelares (Capítulos II a V del Título VI). Además,
los artículos 722 a 725 del Capítulo I de este Título VI contienen ciertas normas sobre jurisdicción y
competencia, que también son de aplicación al procedimiento.

II. SOLICITUD

1. JURISDICCIÓN Y COMPETENCIA

• La ordenación legal parte de la regla general es que será tribunal competente para conocer de las
solicitudes sobre medidas cautelares el que esté conociendo del asunto en primera instancia o,
si el proceso no se hubiese iniciado, el que sea competente para conocer de la demanda
principal» (art. 723.1 LEC).

• Y en segunda instancia o casación será el Tribunal ad quem [Tribunal ante quien se formula la
apelación contra la resolución de otro inferior] será competente para su resolución (art. 723.2 LEC).

• Además de lo contemplado en el art. 723, la LEC desciende, en los artículos 722 y 724, a «casos
especiales» y establece las normas de competencia para el supuesto de que el asunto principal no sea
del conocimiento de los Tribunales ordinarios, bien porque esté sometido a arbitraje, bien porque sea
del conocimiento de un Tribunal extranjero.

2. CAPACIDAD DE POSTULACIÓN

• La ordenación específica del procedimiento cautelar en la LEC no contiene una norma concreta sobre
este presupuesto procesal. Así, a tenor del art. 23.1, la regla general de la comparecencia en juicio por
medio de Procurador habilitado para actuar ante el Tribunal que conozca del pleito, tiene como
excepción (apartado 2.1 °) los juicios verbales cuya cuantía no exceda de 2.000 euros e idéntica
excepción tiene la intervención del Abogado, conforme al art. 31.2.1°.

• Ténganse en cuenta las excepciones previstas en materia de medidas cautelares urgentes previas
al proceso, previstas en los artículos 23.2.3º y 31.2.2º. que han de interpretarse como una posibilidad
del solicitante de no hacerse representar mediante Procurador, ni asesorar a través de su Abogado,
cuando las medidas cautelares se soliciten con anterioridad a la demanda, y sean «urgentes» y ello
aunque la cuantía de la pretensión principal exceda del límite de los 2.000 euros.

3. PRECLUSIÓN

• El art. 730.1 LEC establece que «Las medidas cautelares se solicitarán, de ordinario, junto con la
demanda principal». Sin embargo, esta regla general tiene dos excepciones, pues las medidas
cautelares pueden solicitarse antes de la demanda o después de iniciarse el proceso. En estos
supuestos, pueden solicitarse fuera del escrito de demanda, en el mismo o durante la pendencia del
proceso principal.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

4. REQUISITOS

A) SOLICITUD ESCRITA

• Según el art. 732.1 LEC, la solicitud de medidas cautelares se formulará «con claridad y precisión»,
es decir, de manera similar al escrito de demanda (art. 399.1 LEC). Por tanto, la solicitud ha de ser
escrita.

B) PRUEBA DOCUMENTAL

• A la solicitud habrá de acompañarse la prueba documental u otros medios de prueba que justifiquen
«cumplidamente» la pretensión cautelar, exigencia que se corresponde con los dos presupuestos
esenciales en la adopción de tales medidas, esto es, el peligro por la mora procesal y la apariencia de
buen derecho de la pretensión de fondo que se pide asegurar, con el alcance que este precepto detalla,
y que impone al solicitante la carga de probar las situaciones (hechos o circunstancias) que
efectivamente impidan o dificulten la efectividad de la tutela que se solicita o las que «prima
facie» demuestran el fundamento de la pretensión principal que pide asegurar.
• Específicamente se requiere que en la solicitud de medidas cautelares, en relación con procesos en
que se pretenden la prohibición o cesación de actividades ilícitas, se proponga al Juzgador que, con
carácter urgente, requiera los informes u ordene las investigaciones que el solicitante no pudo aportar
(art. 732.2 LEC, párrafo segundo).

C) OFRECIMIENTO DE CAUCIÓN

• La solicitud cautelar ha de contener «salvo que expresamente se disponga otra cosa» (art. 728.3)
el ofrecimiento de prestar caución (art. 732.3). La efectiva prestación de caución por el solicitante
es, en realidad, un mero presupuesto de ejecución de la medida ya acordada, sobre la que el Tribunal
habrá de pronunciarse en el momento de resolver sobre la adopción de las medidas solicitadas.

• El art. 732.3, establece la necesidad de especificar el tipo o tipos de la caución ofrecida y la


justificación del importe que se propone. Debiera ser, en principio, inadmisible, la solicitud que no
contuviera este ofrecimiento, en la forma prevista por dicho precepto, o si no se acompañara de la
justificación documental del importe ofrecido por la evaluación de los daños que para el demandado
pueda ocasionar la adopción de la medida solicitada.

D) A TENER EN CUENTA

• Cuando la solicitud de las medidas cautelares se pida junto a la demanda, todos los requisitos
anteriores reclaman una solicitud separada del escrito de demanda, petición generalmente
«vestida» con la fórmula de un «Otrosí», no obstante, según reiterada jurisprudencia no basta una
«simple» petición por Otrosí de la demanda, sino que es necesario una estructura similar a la
demanda:
▪ La exposición de los hechos que son el soporte de las medidas que se piden (el peligro en la demora)
o del momento de la solicitud (y del ofrecimiento de caución).
▪ La fundamentación jurídica de la medida que concretamente se pide (la apariencia de buen derecho).
▪ La aportación de los medios de prueba acreditativos de los citados presupuestos.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

III. RESOLUCIÓN

1. FASE DE ADMISIBILIDAD

A) ADMISIÓN DE LA SOLICITUD

• La admisión de la solicitud de medidas cautelares puede considerarse implícita en los siguientes


documentos:

▪ Convocando al demandado a la vista.


▪ En el auto que acuerda las medidas cautelares solicitadas con carácter urgente sin audiencia del
demandado (arts. 733.2 in fine y art. 739), pero exige un razonamiento sobre el cumplimiento de
tales requisitos, aunque se trate de «una sucinta motivación» (208.1 LEC).

• El demandado, en el acto de la vista o de la oposición podrá hacer las alegaciones que estime oportunas
sobre un eventual incumplimiento de los requisitos legales de la solicitud.

B) PLAZO

• No existe un plazo prefijado en la LEC para emitir la resolución de la adopción de medidas cautelares.
No obstante, cualquier retraso puede comprometer la efectividad de la medida cautelar, por lo que el
Juzgador ha de tener en cuenta esta exigencia al despachar la solicitud. Por tanto, será de aplicación lo
dispuesto en el art. 734.1 sobre el carácter innecesario de seguir el orden de los asuntos pendientes.

C) INADMISIÓN DE LA SOLICITUD

• La inadmisión de la solicitud por la falta de algún requisito habrá de hacerse mediante auto, según
resulta del art. 206.1.2ª, sobre las clases, forma y contenido de las resoluciones judiciales, que reserva
para los autos los supuestos relativos a las «…medidas cautelares».

D) RECURSO DEL AUTO

• El auto tiene carácter de definitivo y es, por tanto, recurrible en apelación, aunque no es previsible que
sea objeto de recurso cuando el requisito incumplido sea subsanable mediante una nueva solicitud.

2. ENJUICIAMIENTO CON O SIN AUDIENCIA DEL DEMANDADO

• Una vez resuelta por el Tribunal la admisibilidad de la solicitud de medidas cautelares por cumplir los
requisitos legalmente exigidos, ha de pronunciarse sobre el trámite posterior a seguir, optando por las
dos posibilidades que contempla la LEC, a iniciativa del solicitante:

1. Citación (arts. 733 a 738): Una de las posibilidades es la que se corresponde con la regla general de
la citación del demandado para la vista previa a la resolución sobre las medidas cautelares solicitadas.

2. Resolución inmediata inaudita parte (arts. 739 a 742): notificando la decisión de adopción, a
posteriori, al sujeto pasivo de la medida, para darle la oportunidad de oponerse a la misma.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

A) PROCEDIMIENTO CONTRADICTORIO

• La fase de audiencia contradictoria de las partes para la adopción por el Tribunal de las medidas
cautelares solicitadas se efectúa en una «vista» en la que se concentran las alegaciones y la proposición
y práctica de la prueba de ambas partes. En el procedimiento de la vista se distinguen los ss momentos:

a) Notificación de la solicitud al afectado

• Admitida la solicitud de medidas cautelares, el LAJ judicial acordará su notificación al demandado, con
entrega de la copia de los documentos que la acompañan (art. 734.1 y 2), que dispondrá de un máximo
de quince días hábiles para preparar su defensa.

b) Convocatoria de las partes a la vista

• La diligencia que acuerde la convocatoria de las partes a la vista habrá de dictarse dentro de los vista
que ha de ser dentro de los diez días siguientes, sin necesidad de seguir el orden de los asuntos
pendientes cuando así lo exija la efectividad de la medida cautelar (art. 734.1).

c) Celebración de la vista

• La actuación de las partes viene en el art. 734.2, según los principios de contradicción y defensa sin
otra limitación que la pertinencia de las alegaciones y pruebas determinadas «en razón de los
presupuestos de las medidas cautelares». La libertad de práctica de los medios de prueba en el marco
de la vista se extiende a la del reconocimiento judicial «cuando sea necesario para acreditar extremos
relevantes». Sis se considerase pertinente y si no pudiera practicarse en el acto de la vista, se llevará a
cabo en 5 días.

• También se formularán en la vista alegaciones relativas al tipo y cuantía de la caución ofrecida.

d) Carácter irrecurrible de las resoluciones dictadas por


el Tribunal durante la vista

• El art. 734.3 establece, inequívoca y explícitamente, que «contra las resoluciones del tribunal sobre el
desarrollo de la comparecencia, su contenido y la prueba propuesta no cabrá recurso alguno». A este
respecto prevé, en el mismo precepto, que la parte que estimara que se ha producido una infracción
en la «comparecencia» deberá hacer en el acto la oportuna protesta a efectos del «recurso contra el
auto que resuelva sobre las medidas adoptadas».

e) Resolución sobre la adopción de las medidas solicita-


das

• «Terminada la vista, el tribunal, en el plazo de cinco días, decidirá mediante auto sobre la solicitud de
medidas cautelares» (art. 735.1 LEC). Para decidir sobre la solicitud de las medidas cautelares, el Juez
ha de estudiar las alegaciones de ambas partes y las pruebas practicadas, contradictoriamente, en la
vista, evitando entrar en las pretensiones aseguradas, que son el fondo del litigio. Por tanto, la
resolución judicial ha de limitarse estrictamente a este extremo.

• La forma de auto (en lugar de sentencia) expresa la instrumentalidad de este procedimiento respecto
al proceso principal.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

B) PROCEDIMIENTO INAUDITA PARTE

• Excepcionalmente, y por razones de urgencia o de peligro de que la audiencia pueda comprometer la


efectividad de la medida cautelar solicitada (art. 732.2 LEC), el Tribunal puede, a instancia del
solicitante, prescindir de la vista y pronunciarse directamente sobre la medida o medidas pedidas,
posponiendo a un momento procesal inmediatamente posterior a la resolución dictada, su eventual
oposición a la medida o medidas adoptadas en el ejercicio de su derecho de defensa. FASES:

a) Solicitud del demandante

• Corresponde al actor instar del Tribunal la adopción de la medida o medidas pedidas sin la celebración
de la vista, por razón de la urgencia de la adopción de la medida. En el escrito de solicitud de medidas,
se expondrán las razones de urgencia y la necesidad que fundamentan esta petición y acompañando
la prueba documental correspondiente que las acreditan (art. 733.2 LEC) todo ello de forma
independiente a la de los presupuestos expuestos en la solicitud de medidas cautelares.

b) Resolución

• El Tribunal, recibida la solicitud, pasará sin demora a valorar la justificación de la petición de la adopción
de las medidas sin audiencia del demandado y, si la estima procedente, entrará «sin más trámites»
(art. 733.2) en el fondo de la comprobación, inaudita parte, de los presupuestos de las medidas
cautelares solicitadas, a la vista de la documentación aportada, que puede incluir, además de los
documentos públicos y privados, los dictámenes de peritos designados por el solicitante (art. 336) e
incluso los nuevos medios tecnológicos del art. 299.2. La resolución habrá de dictarse en el plazo de
cinco días, y reviste la forma de auto, irrecurrible, sin perjuicio de la posterior oposición (art. 733.2.II).

c) Escrito de oposición

• Una vez ejecutada la medida cautelar sin previa audiencia del demandado, éste podrá «formular
oposición en el plazo de veinte días contados desde la notificación del auto que acuerda las medidas
cautelares» (art. 739). De este modo, se abre la contradicción a posteriori a la adopción de la
medida, dándole oportunidad al demandado de oponerse a lo acordado por el Tribunal, atendida
la urgencia del caso, imponiéndole la carga procesal de oponerse a la adopción de la medida solicitada
por el demandante.

d) Vista

• La vista se señalará dentro de los 10 días siguientes al traslado al solicitante del escrito de oposición
del demandado. El trámite no varía respecto del de la vista previa salvo que en que aquí no es
preferente. Las partes no pueden introducir hechos ni alegaciones nuevas.

e) Resolución

• Celebrada la vista, el tribunal, en el plazo de cinco días, decidirá en forma de auto sobre la oposición,
condenando en costas a la parte cuya postulación finalmente quede desestimada.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

IV. RECURSOS
• Contra los autos que resuelven sobre las medidas cautelares cabe interponer recurso de apelación. Sin
embargo, debemos diferenciar entre los procedimientos con oposición previa o sin oposición previa.

A) CON OPOSICIÓN PREVIA

• Auto estimatorio. Contra el auto estimatorio de las medidas solicitadas en el procedimiento


contradictorio, el art. 735.2 in fine LEC establece que cabrá el recurso de apelación «sin efectos
suspensivos». Por tanto, las medidas podrán ser ejecutadas de inmediato con independencia de su
impugnación por el demandado, pues, en otro caso, se frustraría la misión aseguradora de las medidas.

• Auto desestimatorio. El auto desestimatorio de la medida cautelar también es recurrible en


apelación, pero este recurso tendrá una «tramitación preferente» en su resolución (art. 736.1).

B) SIN OPOSICIÓN PREVIA

• Recurso contra el auto adoptando las medidas cautelares solicitadas «inaudita parte». En este caso
no cabe recurso alguno, pero se notificará al demandado a efectos de que pueda formular su oposición
a la medida cautelar adoptada (arts. 733.2.II y 739).

• Recurso contra el auto que decida sobre la oposición, cualesquiera que sea su sentido. En este caso
cabe el recurso de apelación, también sin «efecto suspensivo» (art. 741.3) lo que equivale a mantener
la medida cautelar impugnada, cuando ha sido confirmada y, a su alzamiento, si se estima la oposición.

V. REITERACIÓN DE LA SOLICITUD DENEGADA


• La variabilidad de las medidas cautelares permite que la denegación de las solicitadas, resuelta por
una decisión firme, pueda ser considerada de nuevo a la luz de «circunstancias» que alteren la situación
que existía cuando se rechazó la petición. A esta «reiteración de la solicitud si cambian las
circunstancias», se refiere el art. 736.2 que prescribe que «aun denegada la petición de medidas
cautelares, el actor podrá reproducir su solicitud si cambian las circunstancias existentes en el
momento de la petición».

A) NUEVA PETICIÓN DE TUTELA

• No se trata de la modificación de las medidas adoptadas en el procedimiento cautelar, sino de volver


a pedir la tutela cautelar previamente denegada por la ocurrencia o el conocimiento de hechos,
anteriores o posteriores, a la resolución adoptada, que cambian la situación fáctica determinante de la
denegación.

B) PLAZO

• El tiempo para la reiteración de la solicitud será el de la pendencia del proceso en el que se ventila la
pretensión principal, sea en la primera instancia o en vía de recurso, y habrá de resolverse, de nuevo,
mediante auto susceptible de nueva impugnación.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

VI. EJECUCIÓN
• La efectividad de la medida cautelar depende, tanto de su pronta tramitación como de su ejecución.

o Caución: Acordada la medida cautelar en el auto correspondiente, el solicitante, como requisito


previo, ha de prestar la caución fijada por el Tribunal (art. 737.I).
o Providencia: Una vez prestada la caución, el tribunal resolverá mediante providencia sobre su
idoneidad y suficiencia (art. 737.II).
o Cumplimiento de la medida: Una vez resuelto el extremo anterior «(…) se procederá, de oficio, a
su inmediato cumplimento empleando para ello los medios que fueran necesarios, incluso los
previstos para la ejecución de sentencias» (art. 738.1).

VII. MODIFICACIÓN DE LAS MEDIDAS ADOPTADAS


Dada su instrumentalidad resulta indispensable la variabilidad de las medidas cautelares para cumplir
su finalidad cautelar a lo largo del proceso principal, ya que necesitan ser adaptadas a las
circunstancias de cada momento mediante las modificaciones, o cancelaciones que exijan o
determinen los nuevos acontecimientos. REQUISITOS (artículos 743 a 747 LEC):

• Existencia de la medida que se adoptó y que pretende modificarse, como requisito evidente.
• La existencia de un hecho nuevo o desconocido, para el solicitante o para el demandado, producido
con posterioridad al momento de la resolución. La parte que la postula (ya sea el actor o el demandado)
ha de alegar y acreditar que son distintos de los que fundamentaron fácticamente el auto de la
adopción de la medida, relevantes y que guardan con la fundamentación de la resolución judicial la
necesaria relación o nexo con los presupuestos de la media a modificar y con la pretensión que
asegura.

VIII. CAUCIÓN SUSTITUTORIA


• El demandado (o el actor reconvenido) puede instar del tribunal, en cualquier momento, la sustitución
de la medida o medidas solicitadas, así como de las que se hubieran ya adoptado, por una caución en
los términos previstos por la Ley (arts. 746 y 747).

• La caución ha de ofrecerse y acreditarse por quien la insta como medida de la misma eficacia
preventiva que la medida solicitada o adoptada por el Juzgador, es una actuación rogada que el
Tribunal no puede acordar de oficio, sino que se realiza después de un procedimiento simplificado,
pero contradictorio, en el que ha de justificarse la igualdad o superior eficacia que la medida que
pretende sustituir.
• La caución sustitutoria o «contracautela», está también en función de la pretensión principal formulada
y de las medidas que pretende sustituir.
• El afectado por la medida cautelar ostenta una amplia facultad en cuanto al momento de formular la
caución sustitutoria, ya que puede hacerlo en los tres siguientes momentos:

1. Al comparecer en la vista contradictoria para la adopción de medidas, como una de sus alegaciones.
2. En el trámite de oposición, si las medidas se adoptaron sin ser oído (art. 740).
3. Después de recaído el auto de adopción de medidas o de su mantenimiento, en cualquier momento
de la pendencia del proceso principal (arts. 746 y 747).

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

IX. ALZAMIENTO
• La instrumentalidad de las medidas cautelares respecto del proceso principal, finalmente se revela en
su relación con la resolución judicial definitiva que estima o desestima la pretensión del actor.

A) SENTENCIA NO FIRME TOTAL O PARCIALMENTE ABSOLUTORIA

• La interposición de un recurso de apelación o de casación que priva de firmeza la sentencia totalmente


absolutoria, priva a la medida de la «apariencia de un buen derecho» que predecía el éxito de la
pretensión asegurada por la medida. No obstante, la provisionalidad de la resolución de la instancia
no permite el alzamiento inmediato de oficio, que sólo se prevé para la sentencia absolutoria firme.

• No firme totalmente absolutoria. La LEC parte de la regla general del alzamiento salvo expresa
petición en contra del demandante, en cuyo caso se oirá a las partes y el Tribunal resolverá.
• No firme parcialmente absolutoria. Necesaria audiencia de las partes antes de resolver sobre su
«mantenimiento, alzamiento o modificación» (744.2).

B) SENTENCIA FIRME ABSOLUTORIA

• A tenor del art. 745, firme una sentencia absolutoria, se alzarán de oficio e imperativamente todas
las medidas cautelares adoptadas en la misma sentencia absolutoria y se procederá (si así lo solicita el
demandado) a la exacción de daños y perjuicios causados por la adopción de la medida.

C) SENTENCIA NO FIRME CONDENATORIA

• Este caso viene previsto en el art. 731.2 LEC. Deberán mantenerse las medidas acordadas durante la
sustanciación de los correspondientes recursos, salvo que el demandante inste, y así se haya acordado,
el despacho de la ejecución provisional, alzándose las medidas cautelares «que guarden relación con
dicha ejecución».

D) SENTENCIA FIRME TOTAL O PARCIALMENTE CONDENATORIA

A) TOTALMENTE CONDENATORIA

• Si la sentencia firme fuera totalmente condenatoria, se mantendrán las medidas cautelares hasta que
transcurra el plazo de veinte días para solicitar la ejecución forzosa. Si el demandante dejara pasar ese
preclusivo plazo (por ejemplo, porque el demandado ha cumplido voluntariamente el contenido de la
sentencia), el Tribunal alzará, de oficio, las medidas cautelares.

B) PARCIALMENTE CONDENATORIA

• Se alzarán las medidas cautelares que concretamente aseguraban las pretensiones desestimadas.

• Se mantendrán las demás medidas cautelares hasta que se interponga la demanda de ejecución en el
plazo preclusivo de 20 días. Esta decisión requiere una doble distinción para que el Tribunal, que actúa
de oficio respecto a las primeras, respete el mantenimiento de las segundas.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

LECCIÓN XII.- LAS ACUMULACIONES DE ACCIONES Y PROCESOS

I. LA AMPLIACIÓN DEL OBJETO PROCESAL


• El Título III LEC (artículos 71 a 98) contempla los principales supuestos de ampliación del objeto litigioso
o procesal.

• Por ampliación del objeto procesal hay que entender la introducción de nuevas pretensiones en
una demanda, en una contestación o en un proceso ya iniciado.
• La ampliación del objeto procesal es muy diferente a la introducción en el proceso de alegaciones
complementarias a los escritos de demanda o de contestación (art. 426.1) o la posibilidad de efectuar
aclaraciones, fácticas o jurídicas en relación con las pretensiones deducidas en el proceso.
Introducción en el proceso de alegaciones o aclaraciones.

• La introducción en el proceso de alegaciones complementarias a los escritos de demanda o de


contestación o la posibilidad de efectuar aclaraciones, fácticas o jurídicas en relación con las
pretensiones deducidas en el proceso pueden suceder a instancia de parte (art. 426.2 y 3) o incluso de
oficio (art. 426.6). No obstante, la introducción de dichos nuevos elementos de hecho o de Derecho, no
contemplados en los escritos iniciales de alegaciones, no constituyen ampliación alguna del objeto
litigioso, por cuanto, mediante tales escritos, les está prohibido a las partes «alterar sustancialmente
sus pretensiones» (art. 426.1).

Ampliación del objeto procesal


• La ampliación del objeto procesal merece un tratamiento muy distinto a la introducción en el proceso
de alegaciones o aclaraciones. Esta ampliación, al suponer la entrada de nuevas pretensiones al
proceso, puede generar indefensión a la parte contraria. De aquí que el legislador haya extremado su
cuidado en el procedimiento de introducción de nuevas pretensiones. En este sentido, el legislador ha
de ser respetuoso con el derecho de defensa.

• Atendiendo a un criterio subjetivo, dichos supuestos de modificación del objeto procesal pueden ser
sistematizados del siguiente modo:

1. Del demandante: La ampliación de la demanda (arts. 426 y 286) y la acumulación de acciones (arts.
71-73 LEC).
2. Del demandado: La reconvención (arts. 406-409) y la ampliación de la contestación (arts. 426-286).

3. Del demandante y del demandado: La acumulación de procesos (arts. 74-98).

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

II. LA ACUMULACIÓN DE ACCIONES

1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO

A) CONCEPTO

• Bajo el rótulo de «acumulación de acciones» se contempla una acumulación de pretensiones originaria,


que puede formular el actor en su escrito de demanda.
• La acumulación objetiva de pretensiones consiste en reunir dentro de una misma demanda y
contra el mismo demandado una pluralidad de pretensiones, que han de tramitarse en un único
procedimiento (art. 71 LEC). Por tanto, a través de dicha acumulación se produce una unidad de
demanda y de procedimiento, pero una diversidad de objetos procesales que se tramitan dentro
de unos mismos autos y que dan lugar a una única sentencia, si bien, en virtud del principio de
congruencia (art. 218), con tantos pronunciamientos en el fallo, como pretensiones se hayan
deducido y acumulado en el procedimiento.
• A los efectos de determinar cuándo existe o no una acumulación de pretensiones lo decisivo será
examinar el «suplico» de la demanda y comprobar si en él se contienen o no una pluralidad de
peticiones de cognición. Es indiferente que dicha pluralidad de peticiones se fundamenten en una
diversidad de hechos o que una misma fundamentación fáctica sea susceptible de sustanciar distintas
pretensiones, siempre y cuando el «petitum» de la demanda contenga dos o más peticiones,
declarativas, constitutivas o de condena.

B) FUNDAMENTO

• El fundamento de dicha acumulación hay que encontrarlo en razones de economía procesal y, en


último término, en el derecho a la tutela judicial efectiva, pues sería antieconómico que un
demandante que desea plantear varias pretensiones contra un mismo demandado, hubiera de deducir
tantas demandas y suscitar tantos procesos como pretensiones quiera interponer, lo que provocaría
un incremento notable de los gastos procesales y del tiempo invertido en los distintos procedimientos.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

2. REQUISITOS

A) SUBJETIVOS

a) De las partes

• En la acumulación de acciones ha de existir identidad de partes, de tal suerte que el demandante y


el demandado han de ser los mismos.
• Si existiera una pluralidad de sujetos, en realidad nos encontraríamos ante una acumulación subjetiva
o fenómeno de pluralidad de partes en el proceso, que podría revestir el carácter de mixta, objetivo y
subjetiva, si además se acumularan diversas pretensiones, como faculta el art. 72.
• Por regla general, la acumulación lo es siempre a instancia de parte (art. 71.2 LEC).

b) Del órgano jurisdiccional

• El juez ha de ser objetiva y territorialmente competente:


1. Competencia objetiva del art. 73.1.1º LEC. La acumulación de pretensiones no autoriza que
pudieran exceder de la competencia objetiva cuantitativa del juez. Así, a los Juzgados de familia sólo
se les pueden acumular las pretensiones que son propias de su conocimiento.
2. Cumplimiento del presupuesto procesal del procedimiento ordinario adecuado. A un proceso
ordinario puede acumularse una pretensión que deba tramitarse por las reglas del juicio verbal,
pero no viceversa (art. 73.1.1º in fine).
3. Demarcación judicial con una pluralidad de juzgados de primera instancia cuando se presentaran
distintas demandas susceptibles de acumulación. El juez funcionalmente competente será el que
hubiere conocido de la primera demanda (art. 72.2.II).
4. Acumulación de pretensiones, con respecto a las cuales deban conocer distintos jueces
territorialmente competentes para el conocimiento de ellas. En este caso, han de observarse las
reglas contenidas en el art. 53 LEC:
▪ En primer lugar, será competente el del lugar correspondiente a la pretensión que sea
fundamento de las demás.
▪ En su defecto, será competente aquél que deba conocer del mayor número de las pretensiones
acumuladas.
▪ En último término, será competente el del lugar que corresponda a la pretensión más importante
cuantitativamente.

B) OBJETIVOS

• Los requisitos objetivos son dos: el procedimiento adecuado y la compatibilidad de las pretensiones.

a) Procedimiento adecuado

• Al procedimiento adecuado se refiere el art. 73.1.2º, en cuya virtud no podrán acumularse las
pretensiones que por razón de su materia deban ventilarse en procedimientos de diferente tipo.
• La regla general es la de que los procesos han de ostentar la misma naturaleza (así, el art. 73.2
LEC permite la acumulación de pretensiones de impugnación de acuerdos sociales), sin que provoquen
pérdidas de derechos o de posibilidades procesales. De conformidad con el art. 73.2 se puede afirmar
que se permite acumular pretensiones que puedan decidirse a través de los procesos declarativos
ordinarios entre sí.
• Pero, no podrán acumularse pretensiones que:
▪ Deban ventilarse en un proceso declarativo, a un incidente de un proceso de ejecución.
▪ Ni un proceso especial a un ordinario, ni a la inversa.
▪ Tampoco pueden acumularse dos pretensiones que deban tramitarse en dos procesos especiales,
aunque la jurisprudencia ha admitido la acumulación de un proceso de filiación con uno de
alimentos.
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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

b) Compatibilidad de pretensiones

• El art. 71.2 LEC dispone que «El actor podrá acumular en la demanda cuantas acciones le competan
contra el demandado, aunque provengan de diferentes títulos, siempre que aquéllas no sean
incompatibles entre sí».
• Como regla general, la acumulación debe admitirse cuando exista conexión entre las causas de
pedir. No obstante, aun cuando no exista dicha conexión, la interpretación que venía efectuando la
jurisprudencia de dicho precepto era y sigue siendo muy flexible.
• Ahora bien, en modo alguno es procedente la acumulación cuando las pretensiones sean
«incompatibles entre sí». El art. 71.3 LEC entiende que son «incompatibles entre sí» aquellas
pretensiones que «se excluyan mutuamente o sean contrarias entre sí, de suerte que la elección
de una impida o haga ineficaz el ejercicio de la otra u otras»:

▪ Dos pretensiones se excluyen mutuamente, cuando las peticiones o su fundamentación fáctica


resultan inconciliables.
▪ Dos «acciones» son contrarias cuando legalmente el ejercicio de una hace ineficaz el ejercicio de la
otra.
• No obstante lo anterior, si bien el ejercicio de pretensiones incompatibles no puede plantearse de
forma alternativa, cabe la posibilidad de que, en un escrito de demanda, se formalicen de manera
eventual, de tal modo que, desestimada por el juez la primera, pueda entrar a conocer de la segunda
(art. 71.4 LEC). Asimismo, el art. 399.5 permite el planteamiento de peticiones subsidiarias, las cuales
se harán constar por su orden y separadamente.

3. CLASES

• La acumulación de pretensiones puede ser simple, alternativa y eventual.

A) SIMPLE

• La acumulación simple o unión acumulativa se da cuando en un mismo «petitum» se deducen diversas


peticiones yuxtapuestas. Por ejemplo, el arrendador exige el desahucio, el pago de las rentas no
abonadas y una indemnización por los desperfectos ocasionados en la vivienda.

B) ALTERNATIVA

• La acumulación alternativa de pretensiones tan sólo es procedente cuando se trate de exigir el


cumplimiento de las obligaciones alternativas (arts. 1.131-1.136 del Código Civil).
• Fuera de tales casos, la demanda ha de reputarse inadmisible por falta de concreción en el «petitum»,
ya que, al no extenderse la petición al conjunto de los objetos, sino al de uno u otro, y poder existir dos
fundamentaciones alternativas, que pueden resultar incompatibles.

C) EVENTUAL

• En la acumulación eventual de pretensiones el actor interpone una pretensión principal, y, para el caso
de que ésta sea rechazada por improcedente o infundada, plantea otra pretensión como
subsidiaria. La acumulación eventual constituye una tercera posibilidad de ampliación del objeto
procesal.
• En la actualidad, tanto el art. 71.4 LEC, como el art. 399.5, autorizan expresamente el planteamiento
de pretensiones subsidiarias. En tales casos, la litispendencia de la pretensión eventual ha de estar
condicionada en forma resolutiva al rechazo por el juez de la pretensión principal.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

4. RÉGIMEN PROCESAL

A) ADMISIBILIDAD

• La nueva LEC permite al LAJ, con anterioridad a la admisión de la demanda, requerir al demandante
(actor) a fin de que subsane la demanda, bajo apercibimiento de archivo de las actuaciones, por incurrir
en el defecto de incluir pretensiones incompatibles. Si no lo subsanara, dará cuenta al Tribunal para
que decida sobre dicho archivo (art. 73.3).

B) CONTESTACIÓN DEL DEMANDADO

• El demandado tiene la posibilidad de alegar sobre la procedencia de la acumulación de pretensiones


(art. 405.1). Con posterioridad a la admisión de la demanda, el demandado puede oponerse a la
acumulación en su contestación (art. 402), en cuyo caso esta excepción se resolverá de la siguiente
forma:

▪ En la comparecencia previa del juicio ordinario -> El art. 419 LEC obliga al juez en dicha
comparecencia a dilucidar sobre la procedencia de la acumulación si el demandado se hubiera
opuesto a la misma y previa audiencia del actor.
▪ Al inicio de la vista en el juicio verbal -> El art. 443.2 faculta al demandado a oponerse a la alegación
al inicio de la vista, en cuyo caso y tras la audiencia del actor el tribunal resolverá lo que proceda.

C) CONDICIÓN (ART. 401).

• La acumulación de acciones no puede plantearse con posterioridad a la contestación de la


demanda

D) TRATAMIENTO PROCEDIMENTAL COMÚN

• Al dilucidarse la acumulación en un mismo procedimiento, han de recibir un tratamiento


procedimental común, tanto en la fase de alegaciones, como en la de prueba y de resolución de las
pretensiones.

• No obstante, a pesar de dicha acumulación formal, conservan su autonomía o independencia, por lo


que:
▪ El examen de los presupuestos procesales ha de efectuarse independientemente para cada
pretensión en la que estén ausentes y no en el de las demás.
▪ La sentencia contendrá tantos pronunciamientos o partes dispositivas como pretensiones deban
satisfacerse. No obstante, si la acumulación fuera eventual, la pretensión supletoria sólo puede
conocerse si se desestima la principal, y, si se estima la principal, ha de desaparecer la litispendencia
de la eventual.

E) ACUMULACIÓN REFLEJADA EN EL «PETITUM»

• El demandante debe acumular las «acciones» o pretensiones en su escrito de demanda. Esta


acumulación debe reflejarse en el «petitum» de la demanda, en la que habrán de plasmarse las
correspondientes peticiones «con la debida separación» (art. 399.5) a fin de que puedan
congruentemente ser resueltas en la sentencia (art. 218.3).
• No obstante, si el demandante incumpliera la carga procesal de acumular inicialmente las
presentaciones en su escrito de demanda, podrá efectuar la acumulación, siempre y cuando el
demandado no haya contestado a la demanda. En este caso, el demandante articulará un escrito de
ampliación, del que se le dará traslado al demandado, volviendo a contar, desde ese día, el plazo para
la contestación (art. 401.2).

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

F) ACUMULACIÓN SUBJETIVA Y OBJETIVA

• Acumulación subjetiva. el demandante en la comparecencia previa puede ampliar la demanda a


nuevos litisconsortes (art. 420.1).

• Acumulación objetiva. el juez debe vigilar de oficio la compatibilidad de las pretensiones, ya que, si
dicha acumulación fuera indebida, habrá de otorgar al actor un plazo de cinco días para que subsane
tal defecto (art. 73.3).

G) PROCESO INDEPENDIENTE Y PARALELO AL ANTERIOR

• Si el demandante, por las razones que fuera, no realizara tal acumulación de acciones en su demanda
o en su escrito de ampliación, podrá incoar un proceso independiente y paralelo al anterior. Este nuevo
proceso, si bien no será susceptible de acumulación (art. 78.2), en modo alguno ha de facultar al
tribunal a inadmitir la segunda demanda, siempre y cuando contenga una nueva pretensión. La
inadmisión de la demanda sería contraria al derecho a la tutela judicial efectiva del art. 24 CE.

III. LA ACUMULACIÓN DE AUTOS

1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO

• Por acumulación de autos se entiende la acumulación sobrevenida o reunión de pretensiones,


deducidas en distintos procedimientos declarativos, en un solo procedimiento.

• El fundamento de la acumulación de autos es doble:

▪ Razones de economía procesal. Se aconseja que las pretensiones conexas sean enjuiciadas en un
solo procedimiento a fin de evitar reiteraciones inútiles de actuaciones procesales.

▪ Evitar sentencias contradictorias. Un elemental principio de seg. jurídica aboga porque pret.
conexas no se traten en distintos procedimientos, ya que, en este supuesto, se podrían producir
sentencias contradictorias con grave quebranto de la santidad de la cosa juzgada.

2. PRESUPUESTOS

• La procedencia de la acumulación queda condicionada por la LEC al cumplimiento de determinados


requisitos, que pueden positivos (art. 76 y 77.1 y 4) y negativos (art. 77.2 y 3 y 78).

A) POSITIVOS

a) Sentencias con pronunciamientos o fundamentos con-


tradictorios, incompatibles o mutuamente excluyen-
tes

• La LEC dispone que deberá ordenarse la acumulación, cuando, existiendo conexión entre dos objetos
procesales, si se tramitaran por separado, podrían dictarse sentencias «con pronunciamientos o
fundamentos contradictorios, incompatibles o mutuamente excluyentes» (art. 76.2 LEC).
REQUISITOS:
▪ Que las pretensiones estén conexas, subjetiva y objetivamente (art. 72). Para ello tiene que
existir, entre ellas, un nexo en el objeto o bien litigioso y en el título o causa de pedir, entendiendo
por tal no la identidad jurídica, sino la fáctica, es decir, que se substancien sobre los mismos hechos
(art. 72.2).
▪ Que tales pretensiones, de tramitarse por separado, pudieran dar lugar a sentencias con
pronunciamientos o fundamentos contradictorios, incompatibles o mutuamente excluyentes.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

b) Sentencia que pueda producir efectos prejudiciales

• La LEC contempla también otra causa de acumulación, que es que la sentencia que haya de recaer en
alguno de los procesos «pueda producir efectos prejudiciales en el otro» (art. 76.1). Es decir, cuando
para resolver sobre el objeto del litigio sea necesario decidir acerca de alguna cuestión que, a su vez,
constituya el objeto principal de otro proceso pendiente ante el mismo o distinto tribunal civil.

• Aquí, por prejudicialidad, cabe entender aquellas pretensiones que, deducidas ante dos distintos
Juzgados de 1ª Instancia, mantengan una conexión jurídica de tal suerte que la decisión de una de ellas
produzca efectos jurídicos o sea necesaria para la resolución o fundamentación de la segunda.

• El legislador intenta, por razones de economía procesal, estimular la acumulación de autos, pero, si
ello no fuera posible, por incumplimiento precisamente de los requisitos de la acumulación, a fin de
garantizar «la santidad de la cosa juzgada», el art. 43 LEC impone la solución de suspender el segundo
proceso hasta que recaiga sentencia en la cuestión prejudicial.
• En cualquier caso, desde un punto de vista procedimental, la acumulación tan sólo es procedente en
la fase declarativa y, dentro de ella, antesde que se haya dictado todavía sentencia en ninguno de los
procedimientos (art. 81.2).

c) Apelación y casación

• En la apelación y en la casación no cabe la acumulación de los procesos. No obstante, en la fase de


ejecución, el art. 77.1 se remite al art. 555 que permite la acumulación de ejecuciones, siempre y
cuando exista identidad entre ejecutante y ejecutado.

d) Condición

• No todo proceso declarativo permite la acumulación, sino tan sólo aquellos «que se substancien por
los mismos trámites o cuya tramitación pueda unificarse sin pérdida de derechos procesales»
(art. 77). La norma viene a indicar que los procedimientos a acumular han de ostentar similar
naturaleza .

B) NEGATIVOS

• Para que sea procedente la acumulación hay que cumplir, además, una serie de requisitos negativos,
exigidos por los artículos 77 y 78 LEC. De su régimen jurídico podemos afirmar lo siguiente:
▪ Ha de tratarse de una auténtica acumulación de dos o más pretensiones y no del planteamiento de
una misma pretensión ante dos órganos jurisdiccionales, en cuyo caso, no hay auténtica
acumulación, sino la carga de alegar la excepción de litispendencia (art. 78.1).
▪ Es necesario que el primer órgano jurisdiccional ostente competencia objetiva (art. 77.2) y que
el segundo órgano judicial no ostente competencia territorial imperativa, es decir, que haya
sido establecida por alguna norma inderogable o de «ius cogens» (art. 77.3).
▪ No debe obtenerse idéntico resultado a la acumulación de procesos, si se pudo efectuar la
acumulación de acciones, la ampliación de la demanda o la reconvención. De esta regla general hay
que exceptuar las pretensiones que versen sobre «intereses difusos» relativas a la protección de los
consumidores, si la incoación de los distintos procedimientos no se hubiera podido evitar mediante
la acumulación de acciones o la llamada a los demandantes establecida por el art. 15 (art. 78.4).

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

3. TRATAMIENTO PROCESAL

• Tradicionalmente la regla general era la de que la acumulación tan solo podía iniciarse «a instancia de
parte» (con la sola excepción de la acumulación de pretensiones relativas a la protección de los
consumidores (art. 78.4).
• Sin embargo, según la regulación vigente (arts. 75, 76 y 77 LEC), las partes pueden instar la acumulación
de procesos, pero el tribunal de oficio ha de decretarla necesariamente cuando tenga
conocimiento de que existen procesos que cumplen alguno de los requisitos previstos en el art.
76 LEC:

a) Cuando la sentencia que haya de dictarse en un proceso produzca efectos prejudiciales en el otro.
b) Cuando, de seguirse por separado, pudieren dictarse sentencias con pronunciamientos o
fundamentos contradictorios, incompatibles o mutuamente excluyentes.
c) En materia de intereses colectivos o difusos de protección de los consumidores.
d) La acumulación de procesos de impugnación de acuerdos sociales emanados por la misma Junta o
Asamblea General siempre que dicha impugnación se haya efectuado dentro del plazo de cuarenta
días para el ejercicio de la acción de impugnación.

A) ACUMULACIÓN DE PROCESOS DE OFICIO

• Si la acumulación de procesos fuera de oficio, el tribunal oirá a las partes y se pronunciará sobre la
acumulación (art. 80.2 LEC).

B) ACUMULACIÓN DE PROCESOS A INSTANCIA DE PARTE

• Si la acumulación de procesos fuera a instancia de parte, el procedimiento sigue los siguientes cauces:
▪ Mediante un escrito en la que la parte señalará claramente los procesos a acumular (con
determinación del número de autos).
▪ Las razones que justifiquen la acumulación (con expresión de la causa del art. 76 que la substancian
y del cumplimiento de los requisitos trazados por los arts. 77 y 78).
▪ El estadio procesal en el que se encuentran (art. 81), con determinación de los distintos juzgados
ante los que pendan (art. 87).
• La solicitud puede plantearse en cualquier fase del procedimiento, siempre y cuando no haya
sucedido la citación para sentencia. Puede plantearse desde un momento anterior al emplazamiento
del demandado hasta el trámite de conclusiones o informes finales.
A partir de lo anterior se abre un procedimiento incidental que será distinto, según las
pretensiones se estén tramitando o no ante un mismo o diferente tribunal:

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

a) Acumulación ante el mismo tribunal

• Si las pretensiones se están conociendo a través de diversos procedimientos en un mismo tribunal,


el juez examinará la petición:
▪ Estimación improcedente: Si el juez estimara improcedente la petición por incumplimiento de los
requisitos, materiales y procesales, que impiden la acumulación, podrá rechazarla de plano (art. 82)
(mero carácter dilatorio o incurra en fraude procesal etc).
▪ Estimación procedente: Si el Juez estimara procedente la petición, el LAJ dará traslado de la solicitud
a las demás partes personadas para que en un plazo de diez días aleguen lo que estimen
conveniente. Trascurrido dicho plazo, el tribunal resolverá el incidente.
▪ De la anterior tramitación escrita, el art. 80.1 exceptúa la petición de acumulación de procedimientos
tramitados mediante el juicio verbal, ante el mismo Juzgado, que puede formularse por escrito en la
fase de alegaciones o verbalmente en el acto de la vista.
▪ Acumulación de procedimientos en una misma fase: Podrá tramitarse la acumulación de todos
los procedimientos que se encuentren en la misma fase, o, lo que es lo mismo, el incidente de
acumulación no produce efectos suspensivos (arts. 81.II y 88), con la única prohibición de que el
Tribunal no podrá dictar sentencia en ninguno de ellos (art. 81.2).
▪ Acumulación de procedimientos en distintas fases: Si los procedimientos a acumular se
encontraran en distintas fases, se ordenará la suspensión del que se encontrara más avanzado, hasta
que los otros se hallen en el mismo o similar estado (art. 84.2).
▪ Denegación de la acumulación -> Si el juez denegara la acumulación, se tramitarán los
procedimientos por separado y condenará en el pago de las costas causadas a la parte que hubiera
promovido el incidente (art. 85). Contra el auto que decida la acumulación tan sólo cabe interponer
recurso de reposición, estando vedada la interposición del recurso de apelación (art. 83.2.II).

b) Acumulación ante distintos tribunales

• La acumulación de procedimientos tramitados ante distintos tribunales ha de efectuarse siempre al


Tribunal que conozca del procedimiento más antiguo, ante el que se formalizará la solicitud (art.
79). Si se incumpliera el anterior requisito, el LAJ dictará Decreto de inadmisión de la solicitud.
• El PROCEDIMIENTO sería el siguiente:
▪ Ante el Tribunal más antiguo (Tribunal requirente):
1. Solicitud de acumulación de procesos ante el tribunal que conozca del procedimiento más
antiguo.
2. El LAJ de dicho tribunal requerirá a los demás órganos judiciales a fin de que se abstengan de
dictar sentencia y dará traslado de la petición a las demás partes con el objeto de que aleguen lo
que estimen pertinente (art. 88).
3. El tribunal podrá denegar la solicitud de acumulación si la estimara improcedente, o bien
admitir la solicitud de acumulación si la estimara procedente, en este caso requerirá a los otros
tribunales la remisión de los correspondientes procedimientos (art. 89.1):
▪ Ante los otros Tribunales (los otros Tribunales y el Tribunal Superior común):
 El LAJ de estos otros órganos judiciales dará traslado, para alegación, a las demás partes
personadas (art. 90), las que, si no se opusieran o no alegaran, provocarán que el órgano judicial
deba acceder a dicho requerimiento de acumulación, salvo que estimara que, por ser su
procedimiento más antiguo, deban efectuarse a él la acumulación y no al tribunal requirente (art.
91).
 Si aceptara dicho requerimiento, emplazará a las partes para que en el plazo de diez días
comparezcan ante el tribunal requirente. Pero, si no aceptara el requerimiento de acumulación, así
se lo comunicará al tribunal requirente y ambos remitirán las actuaciones de este incidente ante
el Tribunal Superior común (art. 93), al que simultáneamente habrán emplazado a las partes para
que formulen alegaciones (art. 94.2).
 El Tribunal superior resolverá el incidente, sin que, contra el auto, quepa recurso alguno (art. 95).
Esta resolución produce efectos materiales de cosa juzgada, por lo que la parte no podrá volver a
suscitar el incidente de acumulación (art. 97).
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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

c) La acumulación de procesos de ejecución

• La acumulación no sólo es procedente entre procesos declarativos, sino también con respecto a los
procesos de ejecución. El art. 98 contempla la acumulación de autos de un proceso declarativo a un
proceso concursal (art. 98.1.1º) o a un proceso sucesorio (art. 98.1.2º).
• Como el lector habrá podido advertir, el art. 98 no prevé la totalidad de los supuestos hipotéticos de
acumulación de los procesos declarativos y de ejecución, los cuales, en una primera sistematización,
pueden ser clasificados en los siguientes grupos:

a) Acumulación de un proceso declarativo a uno de eje-


cución singular

• No se puede acumular, ni un proceso declarativo a uno de ejecución, ni viceversa, por cuanto el


momento preclusivo para la acumulación de autos es, siempre dentro de la fase declarativa, y es la
citación para sentencia.

b) Acumulación de varios procesos de ejecución singular

• Esta posibilidad, por el contrario, está expresamente contemplada y autorizada por el art. 555, que
permite la acumulación de las ejecuciones seguidas contra un mismo deudor al proceso de ejecución
más antiguo. Para ello, es necesario que exista siempre identidad pasiva, es decir del ejecutado o
deudor, quien puede incluso instar la acumulación cuando exista también identidad activa o del
acreedor (art. 555.1); pero, si existiera una pluralidad de acreedores, tan sólo a instancia de alguno de
ellos podrá solicitarse la acumulación (art. 555.2).

c) Acumulación de un proceso declarativo a una ejecu-


ción universal

• Finalmente, el art. 98 prevé la acumulación de un proceso declarativo (ordinario, especial o sumario) a


un proceso de ejecución universal. El fundamento de esta acumulación reside en la «par conditio
creditorum»: debido al carácter limitado del patrimonio del deudor, cuyo pasivo supere al activo o se
encuentre en una situación de insolvencia frente a créditos vencidos y exigibles, es necesario proceder
a un sacrificio proporcional de los distintos derechos de crédito que, dentro de la prelación legal de
créditos (arts. 1.921-1.925 del Código Civil), ostenten el mismo grado o jerarquía.

• Por esta razón, la acumulación sucederá del proceso declarativo al universal (y nunca al revés), quien
ha de gozar siempre de «vis atractiva».

• En cuanto al procedimiento de dicha acumulación, el art. 98.1.1° se remite a la «legislación concursal»,


la cual, en la actualidad, es la Ley Concursal (LC), que distinguie al efecto, entre los procedimientos
declarativos que hayan de suscitarse con posterioridad a la declaración de concurso y cuya regla
general es la inadmisión de la demanda, de los que se hayan ya efectivamente suscitado, que
continuarán hasta la firmeza de la sentencia y se acumularán aquellos con respecto a los cuales el juez
del concurso tenga competencia y sean relevantes para determinar el activo o la relación de
acreedores.

• La administración del concurso sustituirá procesalmente al deudor en los procesos declarativos en los
que no se hayan ejercitado acciones personales de éste (art. 51). Los convenios arbitrales quedarán sin
valor, ni efecto; pero, si se hubiere incoado un procedimiento arbitral, se continuará hasta la firmeza
del auto en los términos y condiciones del art. 51 (art. 52).

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

LECCIÓN XIII.- LOS ACTOS DE DISPOSICIÓN DEL OBJETO PROCESAL

I. LA FINALIZACIÓN ANORMAL DEL PROCESO

1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO

A) CONCEPTO

• La sentencia es el medio normal de finalización del proceso, pero no el único, ya que los artículos 19 a
22 LEC contemplan todo un conjunto de formas de finalización del proceso. A estas formas de
finalización del proceso, por ser distintas a las de la sentencia, las denominados «anormales». Su
común denominador estriba en responder a la vigencia del principio dispositivo en el proceso civil.

B) EL PRINCIPIO DE DISPOSITIVO

• El principio dispositivo entraña un poder de disposición sobre el derecho subjetivo material que se
discute en el proceso y, por ende, de la pretensión. En un proceso informado por el principio
dispositivo, las partes son enteramente dueñas tanto de trasladar su conflicto al proceso, como de
provocar, dentro de él, su finalización «anormal» a través de todo un conjunto de actos que, con fuerza
de cosa juzgada o sin ella, pueden poner fin al proceso con anterioridad a la emisión de la
sentencia.

C) RESTRICCIONES A LA REGLA GENERAL

a) Restricciones en procesos especiales

• Tal y como señala el art. 19.1 in fine, la regla general de disposición de las partes sobre el proceso ha
de sufrir determinadas restricciones en aquellos procesos especiales, que, como es el caso de los
procesos capacidad, filiación, matrimonio y menores, bien por tratarse de pretensiones constitutivas o
por poder afectar al beneficio de tercero, las partes originarias no son enteramente dueñas de la
pretensión, debiendo de comparecer en tales procesos el Ministerio Fiscal (art. 749), que ha de
autorizar el desistimiento (art. 751.2), sin que puedan las partes acudir a estos medios anormales de
finalización del procedimiento (art. 751.1), salvo que se trate de materias que, ostentan carácter
disponible.

b) Otras restricciones

• Junto a las anteriores excepciones legales, también la jurisprudencia ha señalado determinadas


restricciones en las que las partes tampoco gozan de un poder total de disposición sobre la acción o la
pretensión

▪ El TC tiene declarado que no se puede transigir sobre derechos fundamentales.

▪ El TS tiene declarado que tampoco cabe disposición sobre el «ius puniendi» [facultad sancionadora
del Estado], que el allanamiento no puede suponer un fraude de terceros o que el allanamiento de
uno de los litisconsortes no afecta a los demás.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

2. CLASES

• El art. 19.1 LEC relaciona una serie de actos de finalización anormal del proceso, pero ni son todos los
que están (incluye al arbitraje dque es mas un equivalente jurisdiccional distinto del proceso), ni están
todos los que son (no incluye por ejemplo la satisfacción extraprocesal de las partes).
• Atendiendo a la concurrencia de la voluntad de una o de ambas partes los actos de finalización anormal
pueden sistematizase en:

1. Actos unilaterales de las partes:

a) Intraprocesales:
▪ Del demandante: la renuncia y el desistimiento.
▪ Del demandado: el allanamiento.

b) Extraprocesales: la satisfacción extraprocesal de la pretensión.


a) Actos bilaterales: La transacción y el desistimiento

II. LA TRANSACCIÓN

1. CONCEPTO Y NOTAS ESENCIALES

• El art. 1.809 del Código Civil establece que «La transacción es un contrato por el cual las partes, dando,
prometiendo o reteniendo cada uno alguna cosa, evitan la provocación de un pleito o ponen término
al que habían comenzado». Existen dos clases de transacción:

▪ La transacción extrajudicial o pre-procesal. Esta transacción se concluye fuera del proceso, como
un contrato que tiene por finalidad precisamente evitar el surgimiento del proceso y, por tanto, está
sometida a las reglas generales de la contratación.

▪ La transacción judicial o procesal. Puede aparecer con posterioridad a la interposición de la


demanda, ha de ser reconocida por el Tribunal y constituye una suerte de negocio jurídico procesal
que tiene por objeto característico poner fin a un proceso ya instaurado. Esta transacción es la única
a la que se refiere el art. 19.2 LEC.

2. REQUISITOS (DE LA TRANSACCIÓN JUDICIAL)

• La validez de la transacción queda condicionada al cumplimiento de sus requisitos:

▪ Requisitos subjetivos. La capacidad de las partes y la titularidad del derecho, objeto de la


transacción.
▪ Requisitos objetivos. El objeto ha de ser posible, moral, disponible y no puede atentar al orden o
interés público el consentimiento ha de ser cierto y expreso, del que se infiera claramente la
voluntad de transigir.

▪ Requisitos formales. La transacción exige «mandato expreso» que requiere un poder especial o de
la ratificación «apud acta», para lo cual, en la comparecencia previa (audiencia previa), bien el
procurador estará asistido de un poder especialísimo para efectuar una transacción determinada,
bien habrá de acudir la parte material a la comparecencia a fin de manifestar su consentimiento (art.
414.2).

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

3. TRATAMIENTO PROCESAL

A) LA TRANSACCIÓN A INSTANCIA DE LAS PARTES

• De conformidad con lo dispuesto en el art. 19.3 LEC, la transacción judicial, como la de todos los medios
de finalización anormal del procedimiento, puede efectuarse en cualquier estadio del procedimiento,
tanto en la primera instancia, como en los recursos y en la ejecución. No obstante, en la fase
declarativa, según la jurisprudencia, es necesario que el proceso no haya concluido para
sentencia.
• Puede obtenerse dicha transacción desde la demanda hasta el señalamiento para la deliberación y
fallo o citación para sentencia, debiéndose presentar ante el juez de instancia para su ratificación y
homologación.

B) LA TRANSACCIÓN PROPUESTA POR EL JUEZ

• El juez «de oficio» tan sólo puede instar la conciliación intraprocesal dentro de la primera
instancia y en la comparecencia previa (art. 414.1.II). Dicho intento ha de promoverlo el órgano
judicial una vez contestada la demanda y a la vista de las alegaciones de todas las partes personadas.

• Si en dicha comparecencia las partes manifestaran su voluntad de llegar a un acuerdo, el juez


examinará de oficio su capacidad, legitimación y naturaleza disponible de su objeto (art. 415.1.III). La
transacción judicial, para que surta los efectos que le son propios, precisa ser homologada por el juez.

4. EFECTOS

A) EFECTOS DE LA TRANSACCIÓN JUDICIAL. EL AUTO

• El acuerdo que implique la desaparición de la controversia deberá ser homologado por el juez o
tribunal mediante auto. Si el órgano jurisdiccional estimara que el acuerdo contraviene el
ordenamiento jurídico o lesiona el interés público o de terceros denegará dicho auto, en cuyo caso
habrá de continuar el procedimiento hasta sentencia.
• Si el órgano jurisdiccional homologara dicho acuerdo tiene para las partes la autoridad de cosa juzgada,
tales acuerdos se consideran títulos de ejecución, pero no procederá la vía de apremio sino tratándose
del cumplimiento de la transacción judicial.
• Los efectos de la cosa juzgada se reconducen exclusivamente a la transacción judicial aunque no a la
totalidad de sus efectos (puede rescindirse por error, dolo o violencia etc, en tales casos habrá que
ejercitar la acción de nulidad de dicho contrato a través del proceso declarativo correspondiente.

B) EFECTOS DE LA TRANSACCIÓN EXTRAJUDICIALIDAD

• La transacción extrajudicial habrá que atenerse a la naturaleza del documento en el que se plasmó la
transacción. Si se tratara de una escritura pública podrá suscitarse el correspondiente proceso sumario
de ejecución. En cuanto a la interpretación de la transacción, ha de estarse a la interpretación de los
contratos, y muy especialmente a lo dispuesto en el art. 1.815 del Código Civil.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

III. LA RENUNCIA

1. CONCEPTO Y NOTAS ESENCIALES

• Aunque el art. 20.1 LEC contempla la renuncia a la acción, desde una concepción abstracta de dicho
ese derecho fundamental, se tratará de un acto nulo, pues nadie puede renunciar a su derecho a acudir
a los tribunales. En realidad, la renuncia, como medio de finalización del proceso, tiene por objeto
el derecho subjetivo material que fundamenta la pretensión y la pretensión misma.

A) CONCEPTO

• Acto unilateral del demandante por el que decide abandonar su derecho subjetivo o derecho a
pretender y, por tanto, la pretensión, provocando la finalización anormal del proceso mediante la
emisión de una resolución jurisdiccional, que ha de gozar de todos los efectos de la cosa juzgada, y
que ha de impedir, por tanto, la incoación de un nuevo proceso sobre el mismo objeto de la
renuncia.

B) NOTAS ESENCIALES

• La renuncia es un acto unilateral, porque se integra con la sola declaración de voluntad del
demandante, lo que lo diferencia con el desistimiento, que aunque corresponda también al actor, es
un acto bilateral.
• La renuncia es un acto cuya titularidad corresponde exclusivamente al demandante, a diferencia
del allanamiento que encierra el mismo acto de disposición, pero que pertenece a la esfera de la
titularidad del demandado.
• Se trata de un medio autocompositivo, por el cual, y a través del sacrificio que efectúa el actor de su
derecho subjetivo, se pone fin al litigio.
• La resolución jurisdiccional que acepta dicha finalización goza de los efectos materiales de la cosa
juzgada, por cuanto supone la declaración jurisdiccional de la extinción, tanto del derecho
subjetivo, como de la pretensión, lo que veda al actor la posibilidad de poder volver a reproducir el
litigio.

2. NATURALEZA

• La renuncia es una institución perteneciente al ámbito del derecho material. Su fundamento hay que
encontrarlo en la «renuncia de derechos» contemplada en el art. 6.2º del Código Civil, conforme al cual
dicha renuncia sólo será válida cuando no contraríe el interés o el orden público y no perjudique
a terceros. Por esta causa, el órgano jurisdiccional habrá de determinar la naturaleza del objeto
litigioso en cada caso concreto, a fin de constatar la validez de la renuncia, debiendo adoptar una de
las dos siguientes posturas:
▪ Aceptarla cuando se trate de un mero conflicto intersubjetivo.
▪ Oponerse a ella, por ser «legalmente inadmisible», en el hipotético supuesto de que pudiera estar
comprometido el orden público o los intereses de terceros (incapacitación, menores…), en cuyo caso
habrá de sostener la pretensión el MF. En este supuesto, el juez deberá declarar en el pertinente auto
la inadmisibilidad de la renuncia y ordenará la reanudación del procedimiento (art. 20.1).

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

3. REQUISITOS

• La renuncia conlleva el voluntario sacrificio de un derecho subjetivo. Por este motivo la jurisprudencia
es rigurosa a la hora de exigir la concurrencia de determinados requisitos, materiales y formales,
a través de los cuales se garantice la libertad o espontaneidad de dicho abandono del derecho.
De este modo, el TS afirma que la renuncia ha de ser personal, clara, concluyente e inequívoca,
consciente o previsible, sin que pueda renunciarse «pro futuro» derechos inciertos, sin que implique
la transmisión de un derecho a un tercero o se efectúe con condicionamiento alguno.
• La renuncia ha de formularse mediante Procurador con poder especial o mediante ratificación «apud
acta», debido a los graves efectos de cosa juzgada que genera. Se determinará con precisión, en el
correspondiente acto procesal, los derechos que son objeto de este acto definitivo de disposición (art.
1815.2º del Código Civil), porque tan sólo a ellos se extenderán tales efectos materiales.

• Si la renuncia fuera declarada admisible, el juez dictará sentencia en la que absolverá en el fondo al
demandado (art. 20.1).

IV. EL DESISTIMIENTO

1. CONCEPTO Y NOTAS ESENCIALES

• El desistimiento es una declaración de voluntad efectuada por el actor o el recurrente, con la


conformidad, en su caso, del demandado, mediante la cual manifiesta su deseo de abandonar la
pretensión que ejercitó en el proceso o recurso por él interpuesto.
• Al igual que la renuncia, el desistimiento es un acto de finalización del procedimiento que corresponde
al actor, pero se diferencia de ella, tanto por su objeto, como por su naturaleza y efectos.
• El objeto del desistimiento se contrae a un abandono o dejación de ejercicio de la pretensión, y, por
tanto, del procedimiento, sin que dicha dejación suponga una disposición del derecho subjetivo
material que permanece intacto.
• De lo que desiste el demandante es únicamente de la litispendencia, o, si se prefiere, de la continuación
del procedimiento o del recurso por él instado. Por esta razón, el desistimiento, en principio, no genera
efectos materiales de cosa juzgada (a diferencia de la renuncia y del allanamiento).
• De aquí que el art. 20.3.II LEC disponga que el tribunal «dictará auto de sobreseimiento y el actor podrá
promover nuevo juicio sobre el mismo objeto» ordenando el archivo de los autos…»). Por tanto, cabe
la posibilidad de que el demandante pudiera volver a promover nuevo proceso sobre el mismo objeto,
a salvo que la acción hubiere fenecido por caducidad.
• El desistimiento ofrece un singular interés para el demandante cuando por incumplimiento de algún
presupuesto procesal o defectos en el modo de proponer la demanda pueda arriesgarse a una
sentencia desestimatoria de la pretensión y/o una condena en costas, en cuyo caso, mejor será volver
a iniciar el proceso con el cumplimiento de la totalidad de los presupuestos y requisitos procesales.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

2. LA BILATERALIDAD DEL DESISTIMIENTO

• Atendiendo a su naturaleza hay que destacar la bilateralidad del desistimiento, con lo que este acto
de finalización del procedimiento se diferencia también de la renuncia que es un acto unilateral. El
carácter bilateral del desistimiento se refiere a la necesidad de que la parte demandada preste su
consentimiento. AsI, los art. 20.2 y 20.3 LEC,
▪ Acto unilateral. Art. 20.2 LEC. De conformidad con lo dispuesto en el art. 20.2 el desistimiento es un
acto unilateral del demandante, cuando el demandado no ha sido emplazado para «contestar a la
demanda o citado para juicio» o cuando el demandado se encontrare en rebeldía.
▪ Acto bilateral. Art. 20.3 LEC. Si el demandado ha sido emplazado, hay que darle oportunidad de que
manifieste lo que estime conveniente acerca del desistimiento, pues puede haber sufrido
determinados perjuicios (así, los gastos procesales) como consecuencia de un temerario
emplazamiento.
El demandado en este caso, puede prestar su conformidad o puede oponerse a la solicitud:
▪ Conformidad. Si el demandado prestara su conformidad a dicha solicitud o no se opusiere a ella en
el plazo de diez días, el LAJ dictará Decreto de sobreseimiento.
▪ Disconformidad. Si el demandado se opusiera a dicha solicitud, el art. 20.3.III dispone que «el juez
resolverá lo que estime oportuno», facultad que le autoriza a disponer la reanudación del
procedimiento, si estimara legítima la causa de oposición del demandado. Ahora bien, dicha
oposición del demandado ha de ser de fondo y no meramente procesal; el demandado habrá de
alegar un «interés legítimo en que continúe el procedimiento para que se dicte sentencia sobre el
fondo».

3. REQUISITOS

A) MOMENTO DEL DESISTIMIENTO

• El desistimiento, al igual que los demás medios anormales de finalización del procedimiento, puede
plantearse en cualquier estadio del procedimiento con anterioridad al momento de la emisión de la
sentencia, tanto en la fase declarativa (art. 19.3), como en la segunda instancia o en la casación (art.
450):
▪ En la primera instancia. El desistimiento puede formularse desde la admisión a la demanda hasta
la citación para sentencia. Por tanto, no cabe plantear el desistimiento en trámite de diligencias «para
mejor proveer» o diligencias finales (art. 435).

▪ En la segunda instancia o en casación. También cabe formular el desistimiento en la segunda


instancia o en la casación, siempre y cuando se haga con anterioridad a la providencia de
señalamiento para deliberación y fallo.
• Desistimiento total. Si fueran varios los recurrentes, el desistimiento, para que ponga fin al recurso
interpuesto, habrá de ser total.

• Desistimiento parcial. Si el desistimiento fuera parcial se tendrá por apartados del recurso a quienes
desistieran (art. 450.2).

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B) REQUISITOS FORMALES

a) Consentimiento expreso

• Tratándose de un acto de disposición sobre el proceso, el consentimiento ha de ser expreso,


debiéndose exigir ratificación de la parte material o que el procurador esté autorizado para ello. Por
tanto, a falta de ratificación «apud acta» debe requerirse poder especial, que la jurisprudencia
interpreta como «especialísimo» o específico para desistir del proceso. No obstante, si el desistimiento
obedeciera a un acuerdo previo suscrito por las partes materiales será suficiente el poder general para
pleitos.

b) Consentimiento tácito

• De la anterior regla general podría exceptuarse el desistimiento «tácito», que sucede cuando una
norma procesal anuda tales efectos a una conducta pasiva de las partes, lo que sucede con la ausencia
del demandante o de su abogado a la comparecencia previa (art. 414.2.II) o a la vista del juicio verbal.

4. PROCEDIMIENTO

• Una vez formulado el desistimiento, debe darse traslado de él al demandado por plazo de diez días
(art. 20.3), y, aunque la ley no lo diga, mediante suspensión del procedimiento. El demandado puede
oponerse en cuyo caso el juez puede disponer la reanudación del procedimiento (art. 20.3.III). o puede
allanarse o no contestar, en tal caso, en virtud de los principios dispositivo y de congruencia, el LAJ ha
de acordar, mediante auto de sobreseimiento, que carece de efectos materiales de cosa juzgada, la
finalización del procedimiento con reserva al actor de su derecho de acción (art. 20.3.II).

5. EFECTOS

A) REGLA GENERAL

• Los efectos del desistimiento se ciñen exclusivamente en su dimensión objetiva, al procedimiento o


recurso instado y en su dimensión subjetiva, a las partes materiales principales, que efectivamente
lo efectuaron, no afectando a los demás demandantes que no decidieron suscribirlo, con respecto a
los cuales ha de seguir para ellos el procedimiento.

B) EXCEPCIONES

• De la anterior regla general hay que exceptuar a los coadyuvantes o partes secundarias, con respecto
a los cuales la jurisprudencia tiene sustentado que el desistimiento de la parte principal afecta al
coadyuvante, que no puede impulsar el procedimiento, e, inversamente, producido el desistimiento
por el coadyuvante, no afectará a la parte principal.

C) COSTAS

• El art. 396 LEC contempla dos situaciones diferenciadas: cuando el desistimiento no consentido por el
demandado, es el demandante quien correrá con el pago de la totalidad de las costas. En cambio si el
desistimiento es consentido por el demandado, no existirá condena en costas.

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V. ALLANAMIENTO

1. CONCEPTO Y NOTAS ESENCIALES

A) CONCEPTO

• El allanamiento es un acto del demandado, por el que, manifestando su conformidad con la


pretensión formulada por el demandante, pone fin al proceso, provocando la emisión de una
resolución con todos los efectos de cosa juzgada.

• El sujeto del allanamiento es exclusivamente el demandado, que reconoce fundada la pretensión del
actor y se conforma con la misma. Por ello, es un acto unilateral y expreso del demandado, que
encuentra su paralelo con el mismo acto realizado por el actor de la renuncia, puesto que ambos actos
conllevan un poder de disposición sobre el derecho subjetivo material y ocasionan los mismos efectos
de cosa juzgada.

B) OBJETO DEL ALLANAMIENTO

• El objeto del allanamiento es la pretensión. El allanamiento, por el contrario, es una declaración de


voluntad con la que se exime de las actividades probatorias y se vincula la actividad decisoria del
Tribunal en el sentido de otorgar, por falta de resistencia del demandado, todo lo solicitado por el
actor.

C) CONDICIONES

• El allanamiento, como todos los actos de finalización anormal del procedimiento, exige la plena
disponibilidad por el demandado del derecho subjetivo o interés material que se discute en el proceso
y que dicho acto de disposición no contravenga el ordenamiento jurídico (art. 19.1).

• Por esta razón, la segunda parte del art. 21.1 LEC dispone que «si el allanamiento se hiciere en fraude
de ley o supusiera renuncia contra el interés general o perjuicio de tercero, se dictará auto
rechazándolo y seguirá el proceso adelante.

2. CLASES

• Atendiendo a los límites objetivos del allanamiento, dicho acto de disposición puede ser total o parcial:

▪ Total. Cuando el demandado reconoce todas las pretensiones, declarativas y de condena, del actor
y manifiesta su disposición a cumplir voluntariamente con todas las prestaciones.

▪ Parcial. Cuando dicho reconocimiento se limita a determinadas pretensiones y no a otras (así, ante
una pretensión mixta, el demandado reconoce la declarativa, pero no la de condena) o cuando
existiendo una sola pretensión la conformidad se circunscribe a un solo pronunciamiento (así, a la
principal de condena, pero no a la de pago de intereses y costas) (art. 405.1 in fine).
• Tan solo el allanamiento total produce la finalización anormal del procedimiento (art. 21.1), debiendo,
en el parcial, continuar el procedimiento contra los demás.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

3. REQUISITOS

• Al igual que la renuncia, el allanamiento ha de ser personal, claro, concluyente e inequívoco, expreso,
consciente y previsible y efectuado sin condicionamiento alguno.

A) REQUISITOS FORMALES

• También el allanamiento, en tanto que acto de disposición de la pretensión, requiere ratificación «apud
acta» o autorización expresa y la concurrencia de los demás requisitos formales del desistimiento.

B) MOMENTO

• El allanamiento puede efectuarse en cualquiera de las fases del proceso (declarativa, de impugnación
o ejecución) (art. 19.3 LEC).

4. EFECTOS

A) DIMENSIÓN OBJETIVA Y SUBJETIVA

a) Objetiva

• Allanamiento total. Desde una dimensión objetiva, tan sólo el allanamiento total produce la
finalización anormal del procedimiento.

• Allanamiento parcial art. 21.2 LEC. El tribunal a instancia del demandante, podrá dictar de inmediato
auto acogiendo las pretensiones que hayan sido objeto de dicho allanamiento. Para ello, será necesario
que el actor solicite expresamente dicho auto y que la conexión con las demás pretensiones no tenga
efectos prejudiciales, de tal suerte que «no prejuzgue las restantes cuestiones no allanadas». En
cualquier caso, el procedimiento seguirá adelante con respecto a las pretensiones no allanadas.

b) Subjetiva

• Desde un punto de vista subjetivo, el allanamiento tan sólo afecta a las partes principales que lo
hubieren efectuado. Por lo tanto, no extiende sus efectos a las demás partes principales o
litisconsortes, a quienes también hay que recabar su voluntad de poner fin al procedimiento, y sí que
los extiende, por el contrario, a los coadyuvantes de la parte allanada.

B) COSTAS

• En materia de costas, el art. 395 LEC, distingue el allanamiento efectuado con anterioridad a la
contestación de la demanda. No procederá la imposición de costas, salvo que el tribunal aprecie mala
fe en la conducta del demandado.
• Si el Allanamiento efectuado con posterioridad a la contestación de la demanda. La norma se
remite al criterio general sustentado por el art. 394.1, que se ha inclinado por el del vencimiento, salvo
que el tribunal aprecia serias dudas acerca de la fundamentación de la pretensión o de la defensa. Esta
circunstancia difícilmente puede concurrir en el caso del allanamiento.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

VI. LA SATISFACCIÓN EXTRAPROCESAL DE LA PRETENSIÓN

1. CONCEPTO Y REQUISITOS

A) CONCEPTO

• Puede ocurrir que, una vez ejercitado el derecho de acción, en un determinado estadio procesal, la
pretensión del actor hubiera recibido satisfacción, (bien por extinción de la obligación o por cualquier
otra causa (por ejemplo, por desaparición de la cosa, objeto de la prestación de dar). En estos
supuestos, habrá desaparecido el objeto procesal siendo innecesario continuar el procedimiento
instaurado.
• Si el actor silenciara su satisfacción extraprocesal (por ejemplo, porque el demandado pagó la deuda)
se arriesga a que el demandado alegue y pruebe la oportuna defensa material lo que acreditará la
mala fe del actor a los efectos de la condena en costas e incluso de la pertinente multa por
incumplimiento de las obligaciones de probidad y lealtad procesal (arts. 394.1 y 247.3).

B) REQUISITOS

• El art. 22.1 LEC se refiere expresamente a la terminación del proceso por satisfacción extraprocesal de
la pretensión. REQUISITOS:
1. Es necesario que la satisfacción ocurra con posterioridad a la demanda (art. 413), ya que, si se
produjera con anterioridad, estaríamos ante una pretensión temeraria y, en cuanto tal, acreedora
de la condena en costas (art. 394.1) e incluso de la multa por infracción de la obligación de lealtad
procesal contemplada en el art. 247.3.
2. La satisfacción lo ha de ser a la pretensión del actor o a la reconvención del demandado, pero
no a la defensa del demandado, ya que, si esto sucediera, habría de finalizar el proceso por alguno
de los otros medios previstos en los preceptos anteriores (transacción, renuncia, allanamiento o
desistimiento).
3. Dicha satisfacción de la pretensión ha de ser total, para lo cual habrá de existir una plena
identidad entre la pretensión y el hecho, acto o negocio jurídico motivador de la satisfacción
extraprocesal.
4. Es necesario que dicha satisfacción procesal se inste expresamente («se pondrá de manifiesto
esta circunstancia (al tribunal)») y que ambas partes, actor y demandado manifiesten su
consentimiento en dicha terminación anormal del procedimiento.
• La satisfacción procesal obedece al principio de justicia rogada, sin que pueda nunca ser decretada
de oficio. El convenio extrajudicial que ponga fin al proceso debe ser comunicarlo al LAJ del tribunal e
instar la suspensión (art. 19.4), a fin de evitar la aplicación del principio de «impulso oficial» (art. 179).

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

2. PROCEDIMIENTO

• La satisfacción extraprocesal puede suceder en cualquier estadio del procedimiento (art. 19.3), esto es,
tanto en la fase declarativa, como en la de impugnación y ejecución.
1. La satisfacción del actor hay que ponerla en conocimiento del LAJ, por cualquiera de las partes.
2. Una vez dado traslado del escrito a la contraparte, si ésta manifestara su conformidad a dicha
satisfacción extraprocesal, el LAJ, sin efectuar condena en costas, dictará Decreto de terminación
del procedimiento (art. 22.1), que «tendrá los mismos efectos que una sentencia absolutoria
firme», es decir, plenos efectos materiales de cosa juzgada y liberatorios para el demandado.
3. Se convocará a las partes a una comparecencia. Salvo el supuesto de reconvención, carece el
demandado de legitimación para oponerse a este medio de finalización por satisfacción
extraprocesal del demandante. No obstante, la exigencia de acuerdo entre las partes para la
vinculación del tribunal en cuanto a la procedencia de este medio de finalización (art. 22.1 in fine),
no permite configurar plenamente a este medio como un acto unilateral del actor.
4. La oposición a la adopción del auto de terminación la formulará el actor «negando
motivadamente que se haya dado satisfacción extraprocesal a sus pretensiones o con otros
argumentos». Por «otros argumentos» pueden reputarse incluidos todos los de desaparición del
objeto procesal.
5. Si existiera oposición, el art. 22.2 establece que el LAJ judicial citará a las partes a una
«comparecencia», que habrá de celebrarse en el plazo de diez días para examinar si
efectivamente ha existido o no una satisfacción extraprocesal o la desaparición del objeto, por lo
que, en dicha comparecencia habrá de admitirse toda la prueba pertinente.
6. Una vez terminada la comparecencia, el tribunal decidirá, dentro de 10 dias sobre la continuación
del procedimiento, habiendo de condenar en costas a quien viere rechazada su pretensión (art.
22.2.II).
7. Contra el auto que ordene la continuación del procedimiento no cabrá recurso alguno. Contra el
que acuerde su terminación, podrá la parte gravada interponer recurso de apelación sin efecto
suspensivo.

VII. LA SUSPENSIÓN DEL PROCESO


1. INTERRUPCIÓN Y SUSPENSIÓN

• El curso del proceso puede detenerse por múltiples causas:

A) INTERRUPCIÓN DEL PROCEDIMIENTO

• Se ocasiona una interrupción del procedimiento cuando el proceso se paraliza por causas ajenas a la
voluntad de los sujetos procesales. Esto es lo que sucede en el supuesto contemplado por el art. 134.2
LEC, que permite la interrupción del proceso por fuerza mayor o por cualquier otra causa
independiente de la voluntad de las partes (ej. amenaza de bomba en un juzgado), en cuyo caso el
cómputo de los plazos se reanudará cuando hubiere cesado la causa de la interrupción o demora.

B) SUSPENSIÓN DEL PROCEDIMIENTO

• La suspensión del procedimiento es un supuesto distinto al de interrupción. La suspensión obedece a


la imposibilidad de realizar un acto procesal, bien por cumplirse un hecho o acto expresamente
previsto en una norma procesal, bien por obra de la propia voluntad de las partes. Procede siempre
que no comprometa el interés público o de terceros y que el plazo de suspensión no supere los
sesenta días.
• Si trascurriere dicho plazo de 60 días, desde la solicitud de suspensión, y nadie hubiera solicitado la
reanudación, el LAJ judicial acordará archivar provisionalmente los autos y permanecerán en tal
situación mientras no se solicite la continuación (reanudación) del proceso o se produzca la caducidad
de la instancia». Si permanecieren en dicho estado durante dos años, pese al impulso de oficio de las
actuaciones, procederá la caducidad de la instancia (art. 237.1). «Contra el decreto que declare la
caducidad sólo cabrá recurso de revisión» (art. 237.2).
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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

2. CLASES DE SUSPENSIÓN DEL PROCESO

• La suspensión del proceso puede suceder de oficio o a instancia de parte.

A) SUSPENSIÓN DE OFICIO

• La suspensión de oficio se ocasiona cuando surge un evento al que la norma procesal asocia la
paralización del curso de los autos. Esto es lo que sucede en los siguientes casos:

▪ La incomparecencia del Abogado del demandante en la audiencia previa (art. 414.3.II y 4).
▪ La interposición de cuestiones prejudiciales penales devolutivas.
▪ Recursos suspensivos.
▪ Conflictos de competencia.
▪ Planteamiento de cuestiones prejudiciales devolutivas y suspensivas.
▪ Acumulaciones de autos.
▪ En general, ante la interposición de incidentes suspensivos.

B) SUSPENSIÓN A INSTANCIA DE PARTE INTERESADA

• Constituyen un claro ejemplo de suspensión a instancia de parte interesada los supuestos


contemplados en el art. 188 LEC sobre suspensión y nuevo señalamiento de las vistas en los pleitos.

3. LA SUSPENSIÓN COMO ACTO INSTRUMENTAL DE LOS ACTOS DE FINALIZACIÓN DEL PROCESO ART. 19
LEC

• Consiste en iniciar una gestión amistosa que pueda culminar en alguna de las formas de finalización
anormal (transacción, renuncia, allanamiento o desistimiento).

• Cuando alguna de las partes, en el curso de un proceso ya instaurado, prevé algún tipo de solución
autocompositiva, puede ponerlo en conocimiento de la contraria a fin de instar ambas, al amparo del
art. 19.4 LEC, la suspensión del procedimiento. No es procedente cuando pueda perjudicar «al interés
general o a tercero».

• El escrito de suspensión puede plantearse mediante comparecencia «apud acta», poder especial o
general para pleitos. Sin embargo, el acto de disposición del proceso (la renuncia, el desistimiento, el
allanamiento, etc.) requiere el poder especial o su ratificación en la sede del Tribunal.

• Una vez acordada la suspensión mediante Decreto del LAJ art. 19.4), su efecto fundamental es
Interrumpir el plazo del acto procesal en el que se ocasiona dicha suspensión o suspender los efectos
de la sumisión al arbitraje, sin que su planteamiento suponga una sumisión tácita al proceso.
• El proceso finalizará en el estadio, si las partes llegan a una solución autocompositiva, y le ponen fin al
mismo. En cualquier otro caso, denunciada al LAJ por alguna de las partes la reanudación del
procedimiento (por no haber llegado a buen término la gestión amistosa), volverá a correr el cómputo
del plazo a partir del día en que fue interrumpido, prosiguiéndose el curso del proceso a través del
impulso de oficio.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

VIII. LA ENERVACIÓN DEL DESAHUCIO POR FALTA DE PAGO

1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO

• El art. 22.4 contempla un supuesto que nada tiene que ver con la finalización anormal del
procedimiento y sí con los efectos liberatorios del pago (art. 1156.1 del Código Civil) ante pretensiones
de condena o cantidad líquida.

• La vigente LEC mantiene, por una sola vez, la posibilidad de paralizar este juicio sumario (art. 447.2),
mediante el pago por el arrendatario al arrendador de todas las rentas adeudadas o mediante su
consignación judicial o notarial, en cuyo caso el Letrado de la Administración de Justicia dictará Decreto
de finalización del procedimiento.

• Dicha enervación tan sólo es procedente por una sola vez y siempre y cuando el arrendador no hubiese
requerido de pago al arrendatario, por cualquier medio fehaciente, con al menos 30 días de antelación
a la presentación de la demanda y el pago no se hubiese efectuado al tiempo de dicha presentación
(art. 22.4.II).
• Realmente las innovaciones en materia de desahucio se realizan en otras normas procesales. Y, así, el
art. 439.3 obliga al demandante a determinar las cantidades adeudadas a fin de posibilitar el
enervamiento del desahucio, todo ello con la sanción de inadmisión «a limine» [al comienzo] de la
demanda; y el art. 440.3 obliga al tribunal a ilustrar al demandado, en la pertinente citación de
comparecencia, de su derecho a enervar el desahucio mediante el pago o consignación de todas las
rentas vencidas hasta la fecha.

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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL

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4ª PARTE – LOS ACTOS PREPARATORIOS DEL PROCESO Y DE LA PRUEBA

LECCIÓN XIV.- LOS ACTOS PREVIOS AL PROCESO

I. EL SISTEMA PROCESAL
• Nuestro sistema procesal se caracteriza por la coexistencia de procesos ordinarios, especiales y
sumarios.

A) LOS PROCESOS ORDINARIOS

• Los procesos ordinarios son dos: el juicio ordinario y el juicio verbal. Se determina a dos criterios:
▪ Cuantitativo: Todos los objetos litigiosos con un valor superior a los 6.000 euros se dilucidarán
siempre a través del juicio ordinario, en tanto que los de una cuantía igual o inferior a los referidos
6.000 euros, se ventilarán siempre por las reglas del juicio verbal (art. 249.2 y 250.2).
▪ Cualitativo o por razón de la materia: Según este criterio los litigios que versen sobre relaciones
jurídicas materiales contenidos en los números 1º a 8º del art. 249.1 habrán de tramitarse con
arreglo a las normas procesales del juicio ordinario, mientras que los previstos en los números 1º
a 13º del art. 250 habrán de enjuiciarse por las normas del juicio verbal. Características de los
procesos ordinarios
• Los procesos ordinarios se caracterizan por
▪ Su amplitud de cognición.
▪ Las fases de alegación, prueba e impugnación.
▪ Dentro de sus respectivos ámbitos de aplicación pueden plantearse todo tipo de pretensiones
(excepto aquellas que la LEC expresamente reserva su enjuiciamiento a través de los procesos
especiales).
▪ Las sentencias de fondo, en ellos recaídas, producen la totalidad de los efectos de la cosa juzgada.

a) Juicio ordinario

• Dentro de los procesos ordinarios el proced. que reviste mayores garantías es el juicio ordinario. Por
esta razón, reviste el carácter de proceso común, siendo sus disposiciones de aplicación supletoria en
todos los procedimientos. Se caracteriza por comprender las siguientes fases:
1. Fase escrita de alegaciones (demanda, declinatoria, contestación a la demanda y reconvención.
Prueba documental y pericial).
2. Audiencia previa (art. 414 y ss). Subfase oral de complementación de las alegaciones y de
depuración de los presupuestos procesales.
3. Vista principal oral con práctica de prueba y conclusiones.
4. Fase de sentencia.

b) Juicio verbal

• El juicio verbal, destinado al conocimiento de asuntos de pequeña cuantía, está informado por los
principios de oralidad, rapidez y sencillez en su tramitación. Debido a que también las alegaciones son
orales, se concentran, junto con la práctica de la prueba, en el acto de la vista oral.
1. Fase de alegaciones y ejecución de prueba: Papeleta de demanda -> Citación demandado -> Vista
oral con alegaciones orales. Resolución de presupuestos y excepciones, práctica de prueba y
conclusiones.
2. Sentencia.

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4ª PARTE – LOS ACTOS PREPARATORIOS DEL PROCESO Y DE LA PRUEBA

B) LOS PROCESOS ESPECIALES

• Los procesos especiales responden en su creación a razones materiales, que aconsejan una
tramitación diferente o con determinadas especialidades en la aplicación de los juicios ordinarios, a los
que, por razón de la materia, suelen remitirse. Existen dos tipos de procesos especiales:
▪ Los típicos o previstos como tales expresamente en el Libro IV LEC. Vienen integrados por los
procesos de familia y de estado civil, los de división de la herencia, y el monitorio y cambiario, si bien
estos dos últimos procesos merecen la calificación de sumarios.
▪ Los atípicos o procesos ordinarios con especialidades. Están contemplados en los artículos 249.1 y
250.1, aunque también muchos de ellos son sumarios.
• Los objetos litigiosos previstos en las normas que asignan estos procedimientos han de tramitarse con
arreglo a las normas que les son propias de dichos procesos especiales. Si el actor incumpliera esta
carga, el demandado le podrá oponer la excepción de procedimiento inadecuado.
• Las sentencias recaídas en los procesos especiales producen también la totalidad de los efectos de la
cosa juzgada.

C) LOS PROCESOS SUMARIOS

• CARACTERÍSTICAS:
▪ Se pretende obtener la rapidez a costa de la mengua de garantías procesales.
▪ Poseen una cognición limitada a determinados aspectos de la relación jurídico-material debatida.
▪ Están limitados los medios de ataque y de defensa.
▪ Las sentencias que en ellos recaen no producen la totalidad de los efectos de cosa juzgada.El
actor es dueño de incoar un proceso sumario o acudir al proceso ordinario que, por razón de la
cuantía, corresponda.
• Son procesos sumarios los juicios posesorios, el proceso para la protección de los derechos reales
inscritos, el monitorio, ejecutivo y cambiario, el proceso de desahucio y los relativos a contratos
inscritos en el Registro de Ventas a Plazos de Bienes Muebles.
• Las normas que regulan los procesos ordinarios son de aplicación supletoria en los demás
procedimientos y, en último término, las del «juicio ordinario» son de aplicación en todos ellos.

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4ª PARTE – LOS ACTOS PREPARATORIOS DEL PROCESO Y DE LA PRUEBA

II. LAS DILIGENCIAS PRELIMINARES

1. INTRODUCCIÓN

• Existen determinados actos procesales que el futuro demandante puede realizar con anterioridad a
la iniciación del proceso civil. Algunos de estos actos constituyen auténticos presupuestos procesales:
▪ El agotamiento previo de la vía administrativa, cuando se desea demandar, en el proceso civil, a
una Administración Pública.

▪ Conciliación previa. dejó de ser presupuesto procesal.


▪ Diligencias preliminares, prueba anticipada y aseguramiento de la prueba y las medidas
cautelares previas. Se trata de diferentes actuaciones que se realizan con anterioridad al
nacimiento del proceso y que persiguen su preparación o su aseguramiento.

2. CONCEPTO Y REGULACIÓN LEGAL

A) CONCEPTO

• Las diligencias preliminares son actos procesales de postulación de actos instructorios o de


aseguramiento de la prueba, efectuados por el futuro demandante y dirigidos al Tribunal para poder
preparar, en su caso, el posterior escrito de demanda.

• Estas medidas instadas persiguen:

o Preparar» (256.1 LEC) o «aclarar» el escrito de demanda o

o Fundar la pretensión mediante la práctica de declaraciones o exhibición judicial de cosas, de


documentos o títulos que son desconocidos por el solicitante y sin cuya constancia no podría
acreditar los hechos que fundan la concurrencia de los presupuestos procesales de las partes o
mantendría fundadas dudas sobre la fundamentación de su pretensión.

• Las diligencias preliminares son el medio a utilizar en estos supuestos, para obtener, mediante la
intervención del Tribunal y consiguiente requerimiento judicial al deudor, los extremos fácticos
ignorados y necesarios para poder fundamentar la pretensión.

B) REGULACIÓN LEGAL

• Las diligencias preliminares se encuentran previstas en los artículos 256 a 263 LEC.

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4ª PARTE – LOS ACTOS PREPARATORIOS DEL PROCESO Y DE LA PRUEBA

3. CARACTERES DE LAS DILIGENCIAS PRELIMINARES

A) SUMISIÓN AL PRINCIPIO DISPOSITIVO

• La práctica de las diligencias preliminares ha de suceder siempre a instancia de la parte interesada


(futuro demandante) dado que el proceso civil, en general está regido por el principio dispositivo.

B) OBLIGACIÓN PROCESAL

• Las diligencias preliminares generan una «obligación procesal» del futuro demandado o del
tercero requerido, que ha de declarar o aportar la documentación solicitada por el Tribunal.

• La persona que ha soportar estas obligaciones ha de realizar lo judicialmente requerido, pues, de lo


contrario, padecerá las consecuencias jurídicas sancionadoras reguladas en el art. 261 LEC: ficta
confessio [confesión tácita], en tener que sufrir una entrada y registro o, incluso, en hacerse acreedor
de responsabilidad penal por desobediencia de la autoridad.

C) DISPOSICIONES COMUNES A LOS PROCESOS DECLARATIVOS

• Las diligencias preliminares son comunes a todos los procesos civiles declarativos.
Consiguientemente, la parte interesada en solicitar estas diligencias podrá hacerlo con independencia
de que el futuro escrito de demanda haya de tramitarse conforme a las normas del juicio ordinario o
verbal, ya sea un proceso declarativo ordinario, especial o sumario.

D) NUMERUS CLAUSUS

• Las diligencias preliminares se determinan en la LEC según el criterio de lista cerrada o «numerus
clausus». Dentro de dicho «numerus clausus», se incluyen las contenidas en las Leyes especiales.

E) DILIGENCIAS NECESARIAS

• Las diligencias solicitadas han de ser necesarias para la formulación del escrito de demanda. El
solicitante tiene la carga del solicitante de especificar, no sólo el «interés legitimo» de su petición, sino
también la «justa causa» de la misma, es decir, su pertinencia, utilidad y necesidad (art. 258.1 LEC).

F) NATURALEZA PRÓXIMA A LA PRUEBA ANTICIPADA

• Su naturaleza está próxima a la prueba anticipada, ya que además de a despejar dudas, también a
acreditar extremos pertinentes, útiles y necesarios para el fundamento de la pretensión del futuro
actor. Como regla general, no puede afirmarse la naturaleza probatoria de dichas diligencias, sino
la de «actos civiles instructorios» que podrán servir o no al actor para fundar su pretensión en la
demanda.

G) NECESIDAD DE PRESTAR CAUCIÓN

• El solicitante, en su caso, ha de prestar caución para que se permita su práctica a fin de compensar los
gastos y se garanticen los posibles daños y perjuicios que, mediante su práctica, se pudieran irrogar a
la parte requerida.

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4. CLASES DE DILIGENCIAS PRELIMINARES

• Pueden sistematizarse en cinco tipos en función del objeto de la diligencia solicitada.

A) DECLARACIÓN O EXHIBICIÓN DE DOCUMENTOS RELATIVOS A PRESU-


PUESTOS PROCESALES DEL FUTURO DEMANDADO Y A SU LEGITIMACIÓN

• El solicitante puede pedir, solo cuando se considere necesario para el pleito, al futuro demandado
que declare bajo juramento o promesa de decir verdad sobre hechos relativos a su capacidad,
representación o legitimación. Del mismo modo puede solicitar que exhiba los documentos en los que
constan esos elementos fácticos relativos a los presupuestos procesales del futuro demandado
(capacidad y representación), así como los que hacen referencia a su legitimación pasiva. [art.
256.1.1º].

B) EXHIBICIÓN DE «LA COSA» OBJETO DEL LITIGIO Y QUE EL SOLICITANTE


ENTIENDE QUE ESTÁ EN PODER DEL FUTURO DEMANDADO

• El término «cosa» no debe interpretarse de manera tan amplia que permita confundirlo con el de
«documento», pues, si se parte del carácter tasado de las diligencias, los «documentos» a solicitar se
encuentran expresamente previstos en la práctica totalidad del art. 256.1, salvo en el núm. 2º.

C) EXHIBICIÓN DE DOCUMENTOS RELATIVOS A LA FUNDAMENTACIÓN DE LA


PRETENSIÓN (ART. 256.1, 3º A 8º).

• El art. 256.1, números 3 al 8 LEC, regula diferentes tipos de esas diligencias de exhibición:

1. En el caso de sucesión «mortis causa», puede solicitarla «quien se considere» heredero, coheredero
o legatario de exhibir el acto de última voluntad de la herencia o legado por quien lo tenga en su poder.
2. El socio o comunero puede solicitar la exhibición de los documentos y cuentas de estas entidades.
3. Diligencia de exhibición de contrato de seguro por quien lo tenga en su poder cuando el solicitante
es el perjudicado por un hecho que podría estar cubierto por dicho seguro de responsabilidad civil.

D) DILIGENCIA DE INFORMACIÓN PARA LA TUTELA DE LOS INTERESES DIFU-


SOS (ART. 256.1.6º).

• Consiste en solicitar del Tribunal información para «concretar a los integrantes del grupo de afectados
cuando, no estando determinados, sean fácilmente determinables» (art. 256.1.6º). Esta petición la ha
de realizar quien pretenda iniciar un proceso para la defensa de los intereses colectivos.

• Esta diligencia ha de relacionarse con lo dispuesto en la LEC respecto de dichos grupos de afectados,
especialmente con los artículos 6.1.7º y 15.2, normas que exigen, respectivamente, que el citado grupo
se constituya con «la mayoría de los afectados» (de lo contrario carece de capacidad para ser parte), y
que los demandantes comuniquen previamente a todos los interesados la presentación de la demanda
(presupuesto procesal específico para estos casos). El incumplimiento de estas normas imperativas
provoca la inadmisión de la demanda.

E) DILIGENCIAS PRELIMINARES PREVISTAS EN «LEYES ESPECIALES» (ART.


256.1.9º).

• La norma exige que dicha normativa reúna un doble requisito: que tenga rango de Ley y que esta
normativa contenga diligencias preliminares. Destacan entre ellas las diligencias preliminares de
comprobación de hechos para las pretensiones de condena contra infractores de los derechos sobre
patentes y las normas aplicables a las pretensiones de condena en materia de marcas.

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F) CON LA ENTRADA EN VIGOR DE LA LEY 19/2006

• Se introdujeron dos medidas que puede solicitar quien pretenda preparar un proceso ante la infracción
de un derecho de propiedad intelectual o industrial cometida mediante actos llevados a cabo «a escala
comercial». En particular puede solicitarse, la práctica de un interrogatorio o la exhibición de
documentos para la obtención de datos sobre el origen y redes de distribución de las mercancías o
servicios que infringen un derecho de propiedad intelectual o industrial (art. 256.1.7º).

• Asimismo, puede instarse la exhibición de los documentos bancarios, financieros, comerciales o


aduaneros, producidos en un determinado tiempo y que se presuman en poder de quien sería
demandado como responsable (art. 256.1.8º).

5. PROCEDIMIENTO DE LAS DILIGENCIAS PRELIMINARES

A) COMPETENCIA

• El art. 257 LEC establece una norma especial respecto de la competencia objetiva y territorial:
▪ Competencia objetiva: El Tribunal competente, en todo caso, para conocer de las diligencias
preliminares es el Juzgado de Primera Instancia o de lo Mercantil (nunca el Juzgado de Paz).

▪ Competencia territorial: La norma crea un fuero legal imperativo (presupuesto procesal) a favor
del domicilio de la persona requerida a realizar la diligencia instada. (Excepto las diligencias previstas
en los nº 6º a 9º, en cuyo caso será competente el Juzgado «ante el que haya de presentarse la demanda
determinada» (art. 257.1.II)).

• Al tratarse de un presupuesto procesal, el Tribunal que conozca de la solicitud de diligencias


preliminares ha de controlar de oficio su propia competencia objetiva y territorial imperativa. Si estima
que carece de competencia se abstendrá de resolver, e indicará el Tribunal que considera competente.
Si éste, a su vez, se inhibe, ha de resolver el Tribunal inmediato superior común. La contraparte no
podrá oponer la falta de competencia territorial mediante la declinatoria (art. 257.2 en relación con los
artículos 63 y ss. LEC).

B) SOLICITUD

a) Forma escrita

• El procedimiento se inicia con una solicitud que ha de revestir forma escrita y contener una estructura
similar al escrito de demanda (acto de postulación por antonomasia). Por tanto, el solicitante deberá
identificar el órgano judicial con jurisdicción y competencia objetiva y territorial al que dirige su
petición.
• El escrito deberá contener un encabezamiento en el que se especifiquen las partes (el futuro
demandante y el futuro demandado o el tercero requerido) y la diligencia o diligencias a realizar, así
como una alegación fáctica y jurídica, que concluye con una solicitud final en la que se recogerá la
esencia o resumen de la petición.

b) Intervención de Procurador y de Abogado en las dili-


gencias preliminares

• Debe considerarse el carácter preceptivo de la intervención de los citados profesionales cuando las
diligencias preliminares sean «necesarias», aunque no «urgentes», destacando la excepción común a
la necesidad de la intervención preceptiva del procurador y del abogado en aquellos casos en que se
«soliciten medidas urgentes con anterioridad al juicio» (art. 23.2.3º y 31.2.2º).

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4ª PARTE – LOS ACTOS PREPARATORIOS DEL PROCESO Y DE LA PRUEBA

c) Necesidad de motivación de escrito en las diligencias


preliminares

• El escrito de solicitud de diligencias preliminares requiere una motivación fáctica y jurídica. El


solicitante no puede limitarse a pedir la concreta medida legalmente prevista sin especificar las razones
que le llevan a realizar dicha solicitud.
• El escrito ha de indicar los «fundamentos» de la petición «con referencia circunstanciada al asunto
objeto del juicio que se quiera preparar», y la necesidad de que concurra «justa causa e interés
legítimo». El peticionario ha de alegar y probar su legítimo interés, es decir, su legitimación activa para
realizar la solicitud y además, ha de justificar el motivo por el cual solicita la medida o medidas en
cuestión, esto es, la necesidad de la diligencia pedida respecto de la futura pretensión que se desea
introducir en el posterior escrito de demanda (art. 256.2, 258.1)

d) Necesidad de prestar caución en las diligencias


preliminares

• El art. 256.3 LEC regula la condición imprescindible de prestar caución para que se lleve a efecto la
diligencia solicitada y admitida por el juez. El solicitante tiene la carga de determinar previamente el
importe de la caución en función de los gastos que va a ocasionar a la persona que ha de realizar la
diligencia pedida, y los posibles daños y perjuicios que pudieran ocasionarse a esta parte. Una vez
calculada esa cantidad, el solicitante ha de ofrecerla en su escrito de solicitud.
• El juez competente para resolver esta solicitud es quien determina finalmente el importe exacto de la
caución (art. 258.1 LEC). Resolverá, si accede o no a las diligencias solicitadas y, en caso afirmativo,
determinar la caución correspondiente. El solicitante debe prestar la caución judicialmente
determinada en los 3 días siguientes a la resolución que las concede, de lo contrario se archivarán las
actuaciones.
• La caución podrá prestarse en dinero efectivo o por cualquier otro medio que, garantice su inmediata
disponibilidad, perdiéndose si no presenta la demanda en el plazo de un mes desde la «terminación
de las diligencias».

C) ADMISIÓN

• Una vez presentada la solicitud de diligencias preliminares, el juez ha de resolver mediante auto acerca
de su admisibilidad en el plazo de 5 días siguientes a su presentación (art. 258.1 LEC). Para ello, ha de
comprobar, de oficio, el cumplimiento de los presupuestos procesales. Sólo accederá a la petición si,
además, el solicitante cumple los requisitos de su escrito de solicitud (interés legítimo y justa causa).
• Admisión de la petición. Contra el Auto que admite la petición no cabe recurso alguno.
Desestimación de la petición. El Auto que desestima (total o parcialmente) la petición puede ser
recurrido en apelación (art. 258.2).

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4ª PARTE – LOS ACTOS PREPARATORIOS DEL PROCESO Y DE LA PRUEBA

D) OPOSICIÓN DEL REQUERIDO A LAS DILIGENCIAS PRELIMINARES

• Dentro de los cinco días siguientes a la notificación del Auto, la parte requerida para realizar las
diligencias preliminares puede presentar escrito de oposición a la misma. Con ello se evita la
indefensión en la que incurre la parte requerida, al no poder recurrir el Auto que acuerda la práctica
de las diligencias y que se dicta sin su previa audiencia.

• La mera oposición a la práctica de las diligencias provocará la paralización de la misma y la


impugnación por escrito del requerido en el plazo de cinco días, en cuyo caso las partes podrán solicitar
la celebración de la vista, que se efectuará con arreglo a las normas del juicio verbal.

• La vista deberá regirse por lo dispuesto en el art. 443 LEC. Una vez celebrada la vista, el juez resolverá,
mediante auto; en caso de estimarse la oposición, el solicitante de la diligencia podrá interponer
recurso de apelación (art. 260.3); y en caso de desestimarse la oposición, provocará la condena en
costas del opositor y la continuación del procedimiento, SIN que sea posible recurrir dicho Auto.

E) PRÁCTICA: CONSECUENCIAS DE LA NEGATIVA A REALIZAR LAS DILIGEN-


CIAS REQUERIDAS

a) Práctica

• Las únicas disposiciones previstas para la práctica de las diligencias preliminares se contienen en el
art. 259 LEC. Además del plazo, establece el modo en que han de practicarse las diligencias, que no es
otro que el que considere oportuno el Tribunal, pudiendo el solicitante de acudir a la sede del Tribunal
con el asesoramiento de un experto (perito) para el examen de «los documentos y títulos» que se
presenten.

b) Negativa a llevar a cabo las diligencias

• Tanto supuesto activo de la negativa a su realización, como actitud la pasiva del requerido consistente
en «desatender» el requerimiento, provocará que el juez mediante Auto, resuelva según dispone el
art. 261, acordando las medidas previstas en el citado art. 261 consistentes en «poder tener» como
ciertas en el juicio posterior las preguntas que quiso formular el solicitante y que no fueron
contestadas, así como los datos y cuentas por aquél aportados y que no han sido rebatidos.

• Por otra parte, Los números 2º, 3º, 5º bis, 7º y 8º (también el núm. 1º cuando lo que se solicita son
«documentos») facultan al juez a ordenar la entrada y registro en el lugar en el que se encuentren
los documentos, títulos o la cosa objeto del futuro pleito.

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III. LA PRUEBA ANTICIPADA, EL ASEGURAMIENTO DE LA PRUEBA


Y LAS MEDIDAS CAUTELARES PREVIAS Y URGENTES

1. LA PRUEBA ANTICIPADA Y EL ASEGURAMIENTO DE LA


PRUEBA

• Se trata de actos que pueden realizarse con anterioridad al nacimiento del proceso, o una vez ya
iniciado, pero antes de la práctica del concreto medio probatorio. La prueba anticipada y el
aseguramiento de la misma se caracterizan y motivan por la necesidad de urgencia.

A) CONCEPTO Y REGULACIÓN LEGAL

a) Concepto

1. Anticipación de la prueba
• Es un incidente excepcional del procedimiento probatorio que consiste en poder proponer y practicar
un determinado medio de prueba con anterioridad a la iniciación del proceso o, una vez
comenzado el mismo, antes de que se practique de conformidad con lo previsto en la normativa
general. Esta medida dimana del «temor fundado» de no poder posponer la petición por «causa de las
personas o del estado de las cosas» (art. 293.1 LEC).

2. Aseguramiento de la prueba
• Es una medida preventiva e igualmente excepcional, similar a las medidas cautelares. Persigue
proteger o asegurar la fuente de prueba ante el riesgo de que no pueda llevarse a cabo en la
posterior fase común prevista para el medio de prueba (art. 297.1). Este adelantamiento de prueba
sólo será posible cuando el solicitante acredite la necesidad de la adopción de esta medida a riesgo de
«poder ser imposible» su práctica en el momento procesal oportuno.

b) Regulación

• Anticipación de la prueba: arts. 293 a 296. Aseguramiento de la prueba: arts. 297 y 298.

B) CARACTERES

• Muchos de los caracteres de la prueba anticipada son comunes a las diligencias preliminares, no
obstante, debemos realizar las siguientes matizaciones:
• 1. Numerus clausus: Los medios de prueba cuya proposición y práctica se desea adelantar son los
comúnmente previstos para la prueba en general (ver art. 299 LEC).
• 2. Urgentes: La prueba anticipada y el aseguramiento de la prueba se caracterizan por ser dos
modalidades probatorias «urgentes», es decir, el solicitante de las mismas (que siempre ha de ser el
futuro demandante) ha de alegar y probar no sólo su necesidad, sino su urgencia, su carácter
imprescindible por existir un fundado peligro en la demora por la imposibilidad de su práctica
posterior.
• 3. Caución previa: a diferencia de las diligencias preliminares, la prueba anticipada ni el
aseguramiento de la prueba requieren caución previa.

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4ª PARTE – LOS ACTOS PREPARATORIOS DEL PROCESO Y DE LA PRUEBA

C) PROCEDIMIENTO

a) Solicitud

1. Jurisdicción y competencia.
• La proposición de un medio de prueba con carácter anticipado ha de formularse ante el Tribunal con
jurisdicción y competencia (objetiva y territorial) para conocer de la futura demanda. El órgano judicial
tiene el deber de controlar de oficio su jurisdicción y competencia objetiva y territorial imperativa con
anterioridad a resolver sobre la petición de prueba anticipada.
• La persona requerida (ya sea el futuro demandado o un tercero) no podrá oponer la declinatoria (art.
293.2 LEC). Si la petición se realizara una vez iniciado el proceso, será competente el Tribunal que esté
conociendo del mismo (art. 293.2.II).

2. Medios de prueba y petición de aseguramiento


• Medios de prueba. El futuro demandante ha de proponer, por escrito, el medio o medios de prueba
cuya práctica desea anticipar al nacimiento del proceso. Si la petición es de prueba anticipada, el
solicitante ha de alegar y acreditar la urgencia de su petición, esto es, el fundado temor de la demora
(art. 293.1).
• Petición de aseguramiento de una fuente de prueba. El solicitante ha de especificar las razones en
que se funda para estimar que la fuente de que se trate corre un riesgo de destrucción o de alteración
que haga imposible la posterior práctica del medio de prueba (art. 297.1 LEC), acreditando su
pertinencia, utilidad y necesidad, así como la necesidad de la medida solicitada por el riesgo de hacerse
imposible su posterior práctica y la posibilidad de ser realizada en un breve período de tiempo y sin
causar perjuicios graves y desproporcionados a las personas afectadas (art. 298.1 LEC).

3. Innecesaridad de intervención de procurador y de abogado.


• No es requerida, dado su carácter de urgente.

b) Admisión y práctica

1. Resolución mediante Providencia.


• El Tribunal resolverá mediante providencia motivada sobre la proposición de prueba anticipada o de
aseguramiento de la misma (art. 294.2 y 298.1 LEC). Para ello ha de valorar, atendiendo al escrito de
proposición o de solicitud, si se cumplen los presupuestos procesales (jurisdicción y competencia) y los
fundamentos materiales de la petición. Sólo será susceptible de ser impugnada en reposición.

2. Plazos.
• Tanto en el caso práctica del medio de prueba anticipado como en aseguramiento de prueba no se
prevé un plazo para su realización. Tendrá lugar «cuando se considere necesario» por el juzgador y, en
todo caso, antes de la celebración del juicio o vista. No obstante, debería ser acordada y practicada
inmediatamente por misma razón de urgencia.

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4ª PARTE – LOS ACTOS PREPARATORIOS DEL PROCESO Y DE LA PRUEBA

3. El principio de contradicción.
• Práctica del medio de prueba. La práctica del medio de prueba que se anticipa está presidida por el
principio de contradicción (art. 295.1 LEC). Por tanto, si la proposición de la prueba anticipada es
anterior al proceso, el solicitante ha de determinar en su escrito al futuro demandado, para que sea
citado y pueda intervenir en la práctica del medio de prueba, pues, si el futuro demandado no fuera
citado, podría solicitar más tarde la nulidad de actuaciones por indefensión (art. 240 LOPJ).
• Medidas de aseguramiento. También están inspiradas en el principio de contradicción (art. 298.4).
Sin embargo, se prevé la posibilidad excepcional de obtener dichas medidas sin audiencia del
demandado o de quien vaya a ser demandado, con la posibilidad «a posteriori» de oposición a las
mismas.
4. El contenido de las medidas aseguratorias.
• El contenido de las medidas aseguratorias se describe en el art. 297.2 LEC. Son medios de «conservar»
el statu quo de las cosas o de «hacer constar fehacientemente su realidad y características». También
pueden consistir, con la misma finalidad, en dirigir mandatos de hacer o no hacer a la persona
requerida, que queda obligada a su cumplimiento bajo apercibimiento de incurrir en responsabilidad
criminal.

5. Condiciones.
• En relación con la anticipación de la prueba practicada con anterioridad a la iniciación del proceso, el
futuro demandante tiene la carga procesal de interponer su demanda en el plazo de dos meses desde
que se practicó la prueba. De no hacerlo se dará la prohibición de valorar el medio de prueba
anticipado (art. 295.3 LEC), salvo que se acrediten razones de «fuerza mayor u otra causa de análoga
naturaleza», que impiden la presentación de la demanda en dicho plazo.
• Respecto a las medidas de aseguramiento acordadas con anterioridad al pleito el futuro actor ha
de interponer la demanda en el plazo de veinte días siguientes a la fecha de la efectiva adopción de las
mismas. El incumplimiento de dicho plazo acarrea el alzamiento ex officio de tales medidas, la condena
en costas y la responsabilidad por daños y perjuicios padecidos por la contraparte (art. 297.4 LEC).
2. LAS MEDIDAS CAUTELARES PREVIAS

A) MEDIDAS CAUTELARES EN LA LEC


• El art. 730.2 regula la posibilidad de solicitar medidas cautelares, pero sólo cuando quien las solicita
«alega y acredita razones de urgencia o necesidad». Además, en el caso de que el Tribunal las
acuerde, el actor está gravado con la carga de interponer su demanda en el plazo preclusivo de veinte
días a contar desde su adopción (art. 730.2.II). De lo contrario, el Tribunal, de oficio, alzará las medidas
cautelares adoptadas, condenará al solicitante en costas y le declarará responsable de los daños y
perjuicios ocasionados al sujeto que las soporta.
• El solicitante ha de presentar su escrito de solicitud de medidas cautelares previas ante el Tribunal
competente para conocer de la futura demanda principal (art. 723.1 LEC). El órgano judicial ha de
examinar de oficio sus presupuestos procesales (jurisdicción y competencia objetiva y territorial).
• Existe la posibilidad de que el Tribunal territorialmente incompetente pueda dictar las medidas
cautelares urgentes «a prevención», sin perjuicio de remitir después los autos al órgano judicial
territorialmente competente (art. 725.2 LEC).
B) MEDIDAS CAUTELARES EN LA LEY DE ARBITRAJE

• La Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de Arbitraje, también establece la posibilidad de solicitar medidas


cautelares previas «a las actuaciones arbitrales» (art. 11.3 LA). Dichas medidas se solicitarán al Tribunal
del lugar en el que deba ser ejecutado el laudo, y, en su defecto, al del lugar donde las medidas deban
producir su eficacia.

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4ª PARTE – LOS ACTOS PREPARATORIOS DEL PROCESO Y DE LA PRUEBA

IV. LA CONCILIACIÓN PREVIA


• La LEC/2000 la regula, quedando esta materia prevista en la LJV 15/2015 en sus art. 139-148.

• La conciliación no se erige en presupuesto, ni de la demanda, ni de la sentencia de fondo. Esta


conciliación permanece con un carácter meramente facultativo. En la práctica sigue siendo utilizada
para intentar alcanzar un acuerdo autocompositivo entre los futuros litigantes, que evite la iniciación
del pleito. En todo caso, permite interrumpir la prescripción, y, en el supuesto de no conseguirse el
acuerdo, también acredita el nacimiento de la mora (art. 1.100 del Código Civil).
• Por lo demás, es una vía más económica que el requerimiento notarial, puesto que no hay que
satisfacer los honorarios del notario, ni los del abogado, ni los aranceles del procurador, ya que la
intervención de estos profesionales no es obligatoria (arts. 144 LJV).

• El procedimiento a seguir es el siguiente:

1. El órgano competente es el LAJ del Juzgado de Primera Instancia (o del de Paz, en función de la
cuantía -6000 €) del domicilio (y, en su defecto, residencia) del futuro demandado. (140.1 LJV)

2. El futuro demandante ha de presentar un escrito, con sus copias, ante el LAJ del Tribunal
competente identificando a todas las personas involucradas en el conflicto cuya resolución
pretende, así como su pretensión. No se requiere la capacidad de postulación. (141 LJV)
3. Una vez admitida a trámite, en el plazo de cinco días, el LAJ cita a las «partes» (es decir, al futuro
demandante y demandado) a una comparecencia que se desarrolla oralmente. Estas personas no
tienen la obligación de comparecer, y, en el caso de inasistencia de cualquiera de ellas, se tendrá el
acto por intentado sin efecto. (143 – 144 LJV).

4. La comparecencia se celebra, por lo general, ante la presencia del LAJ, que intentará que se alcance
el acuerdo solicitado. El LAJ levantará acta y, si fuera posible, dispondrá la grabación del acto. (145
LJV). Si se alcanzara el acuerdo, y el Tribunal competente fuera el Juzgado de Primera Instancia,
podrá instarse la ejecución forzosa del mismo.
5. Cualquier de los sujetos intervinientes en el acto de conciliación podrá instar su nulidad en el plazo
de quince días. (148 LJV).

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

LECCIÓN XV.- LA DEMANDA

I. LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

1. DELIMITACIÓN

• Por alegaciones iniciales hay que entender las que se realizan al inicio del procedimiento tanto de
forma escrita, mediante la demanda (art. 399), la contestación a la demanda y la reconvención (art.
405-409), como de forma oral, en la comparecencia previa (art. 416 y ss.).

2. OBJETO

• Esta fase procesal tiene por finalidad introducir el objeto procesal con todos sus elementos
esenciales. Objeto que está integrado por la «pretensión», de cuyos elementos hay que destacar unos
elementos Subjetivos, como son La determinación del órgano jurisdiccional competente y la
determinación de las partes procesales y unos elementos Materiales, como son La petición y los
hechos con relevancia jurídica que fundamentan la petición.
• Durante esta fase, deben las partes, de conformidad con el principio de aportación, introducir los
hechos que sustancian sus pretensiones y proponer la prueba pertinente en relación a tales hechos.
De aquí que los actos de alegación puedan ser calificados también como «actos instructorios», en la
medida en que sirven para introducir los hechos al proceso.
• En conclusión, por actos de alegación cabe entender únicamente los siguientes:
1. La demanda y su contestación (arts. 399 y 495).
2. La reconvención y su contestación (arts. 406 y 407).
3. Alegaciones complementarias y aclaratorias (arts. 426.1 y .2).
4. La ampliación de la demanda y contestación (426.4).

II. EL ESCRITO DE DEMANDA

1. CONCEPTO Y NOTAS ESENCIALES

• Se entiende por demanda el acto procesal escrito de postulación del demandante por el que se
ejercitan simultáneamente el derecho de acción ante el órgano jurisdiccional competente, y se
interpone la pretensión frente al demandado. Del concepto de demanda se infieren las siguientes
notas esenciales:

A) CONTENIDO

a) Ejercicio del derecho de acción

• La demanda está conformada por la manifestación del ejercicio del derecho de acción. A través de
este acto procesal se posibilita el libre derecho de acceso a los tribunales, que constituye la primera
nota esencial del derecho fundamental a la «tutela judicial efectiva». Por esta razón, cualquier
obstáculo a este derecho de libre acceso sería inconstitucional y abriría las puertas al recurso de
amparo.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

b) Acto de interposición de la pretensión

• A diferencia de otros procesos, en el proceso civil se confunden el ejercicio de la acción y el de la de la


pretensión en el escrito de demanda. Su ejercicio es simultáneo. Así, el juicio principiará por demanda,
en la que se expondrán numerados y separados los hechos y los fundamentos de derecho y se fijará
con claridad y precisión lo que se pida.

• Esta instrucción civil pre-procesal, que el futuro demandante puede instar a fin de poder fundamentar
su pretensión, se acomete mediante los procedimientos correspondientes a las «diligencias
preliminares» (arts. 256-263) y a los actos de «anticipación y aseguramiento de la prueba(art. 293-
298).

• Estos procedimientos, en tanto que están dirigidos a poder fundar la demanda, deben ser calificados
como supuestos de auténtico ejercicio del derecho de acción. Por ello, su común denominador reside
en que, quien pretenda recabar este auxilio jurisdiccional, manifieste y acredite que ha de
interponer una demanda. Ejercicio de ambos derechos, de acceso y de interponer pretensiones, que
se efectúa simultáneamente en el escrito de demanda.

• En cambio, en los supuestos de investigación judicial sobre los hechos que han de fundar la
pretensión, el ejercicio de la acción y el de la pretensión pueden encontrase distanciados
procedimentalmente.

B) REQUISITOS SUBJETIVOS

• La demanda es un acto procesal de quien ocupa el «rol» activo en el proceso, esto es, del actor o
demandante. Se interpone ante el Tribunal, pero se dirige contra el demandado, haciendo nacer en él
la carga de comparecer y contestarla en tiempo y forma.

a) El órgano jurisdiccional: Examen de oficio

• La demanda ha de interponerse ante el órgano jurisdiccional, objetiva y territorialmente


competente.
• Si el demandante interpusiera una demanda en la que el órgano judicial careciera de jurisdicción,
competencia objetiva o territorial (imperativa), podrá dicho órgano jurisdiccional inadmitir la demanda
mediante auto. En otro caso, el LAJ la admitirá mediante Decreto (art. 404 y 440.1).
• Jurisdicción : El órgano judicial ha de ostentar «jurisdicción» (arts. 36-39 LEC, 21 y ss. LOPJ). Este
presupuesto procesal es examinable de oficio (art. 38).
• Competencia objetiva. El órgano judicial ha de ser objetivamente competente. También ha de ser
examinada de oficio. Tratándose de una demanda de juicio ordinario, es claro que habrá de
interponerse ante un Juzgado de 1ª Instancia, toda vez que los Juzgados de Paz tienen vedadas estas
demandas por limitar el art. 47 su competencia objetiva a una cuantía no superior a 90 euros.
• Competencia territorial. La demanda ha de interponerse ante el Juzgado territorialmente
competente con arreglo a las prescripciones contenidas en los artículos 50 y ss., siendo el fuero
general el del domicilio de las personas que hayan de ser demandadas. La competencia territorial,
cuando venga determinada por reglas imperativas, es también vigilable de oficio.
• Procedimiento adecuado. En el escrito de demanda se ha de determinar el procedimiento adecuado
con arreglo a las reglas contenidas principalmente en los artículos 249 y 250. Ésta es la razón por la
cual el art. 253 obliga al actor a reflejar en su demanda la cuantía del bien litigioso, a fin de poder
determinar si el procedimiento, al que da lugar la admisión de la demanda, ha de ser:
▪ El ordinario -> Superior a los 6.000 euros.
▪ El verbal -> Igual o inferior a dicha cantidad.
• También este presupuesto procesal es vigilable de oficio, aun cuando su incumplimiento no
ocasionará, como sucede con los presupuesto de jurisdicción y competencia, la inadmisión de la
demanda, sino su subsanación.
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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

b) Las partes: Examen de oficio y a instancia de parte

• En el escrito de demanda, dispone el art. 399.1 LEC, se consignarán los datos y circunstancias de
identificación del actor y del demandado y el domicilio o residencia en que pueden ser
emplazados.
• No obstante, en los juicios verbales en que no se actúe con Abogado y Procurador, el demandante
podrá formular una identificación del actor y del demandado y el domicilio o los domicilios en que
pueden ser citados, y se fijará con claridad y precisión lo que se pida, concretando los hechos
fundamentales en que se basa la petición. A tal fin, se podrán cumplimentar unos impresos
normalizados establecidos al efecto.

• La identificación de las partes es fundamental en la demanda para que el órgano judicial pueda
comunicarse con ellas, para darle ocasión al demandado para que ejercite su derecho de defensa y
para evitar la infracción, a ambas partes, de su derecho a la tutela judicial efectiva.
• La LEC intenta evitar, en la medida de lo posible, las situaciones de indefensión material que se
producirían por desconocimiento del demandado en su primer emplazamiento, generando contra él
un supuesto de «rebeldía a la fuerza», causante de indefensión material y susceptible de generar la
nulidad de actuaciones.
• La omisión de la determinación e identificación del demandado, en la medida en que genera
indefensión, es causa de nulidad de actuaciones. Pero no todo error nominal produce indefensión.
Si el demandado es correctamente emplazado tiene la obligación de comparecer en el proceso, pues
todos tenemos la obligación constitucional (art. 118 CE) de colaborar diligentemetne con los tribunales.
En ambas partes (demandante y demandado), han de concurrir los presupuestos de capacidad,
legitimación y postulación procesal:

1. La capacidad.
• La falta de capacidad para ser parte, procesal y de conducción procesal, puede ser apreciada de oficio
por el tribunal en cualquier momento del proceso (art. 9). No obstante, incumbe al demandado, en su
escrito de contestación a la demanda, la carga de denunciar, mediante el ejercicio de las excepciones
procesales, el incumplimiento de este presupuesto procesal y de los demás presupuestos procesales
(art. 405.3). Ambas partes pueden también formular idéntica denuncia en la comparecencia previa
(arts. 416.1.1ª y 418) y en la vista del juicio verbal (art. 443.3), en la que el juez procurará su subsanación.

2. La legitimación
• Las partes han de ostentar legitimación: Legitimación activa (o del demandante) y legitimación
pasiva (o del demandado). La legitimación es una relación trazada por una norma de Derecho material,
que ha de vincular a las partes con el objeto litigioso (art. 10).

• Regla general: Como regla general, la ausencia de esta relación jurídica no puede ser apreciada de
oficio por el tribunal, con excepción del presupuesto procesal de la capacidad de conducción
procesal y la «excepción» de litisconsorcio necesario, que pueden ser planteadas en la
comparecencia previa (art. 416.1.3º y 420) y que, de conformidad con la doctrina legal del TS, puede
incluso ser examinada de oficio, razón por la cual deben demandarse a todos los litisconsortes.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

3. La postulación procesal.

• El demandante habrá de interponer su demanda mediante procurador con poder suficiente y


asistido de letrado. Esto es así debido a que al juicio ordinario tan solo cabe acudir mediante
demandas cuyo valor del bien litigioso ha de superar la cuantía de 6.000 euros (art. 249.2), por tanto,
siempre superior a la de 2.000 euros, que los artículos 23.2.1º y 31.2.1º determinan como límite para
convertir en obligatoria tanto a la representación procesal como a la capacidad de postulación.
• El art. 399.2 obliga a reflejar en la demanda el nombre y apellidos del procurador y del abogado,
pues la postulación en el juicio ordinario es obligatoria (a diferencia del verbal con cuantía inferior a
los 2.000 euros). No obstante, podría ocurrir que, tratándose de una demanda «ratione materiae» de
la procedencia de este juicio ordinario (así, las contempladas en el art. 249.1), el valor del bien litigioso
no alcanzara los 2.000 euros. En este supuesto no sería necesario reflejar los datos de identificación
del procurador y del abogado.
• Requisito vigilable de oficio. La postulación procesal también es vigilable de oficio en la
comparecencia previa (también llamada «audiencia previa») ya que se obliga a las partes a
comparecer, en cualquier caso, asistidas de abogado y personalmente o mediante procurador con
poder «especial» (art. 25.2.1º) que le habilite para efectuar actos de disposición de la pretensión a fin
de obtener la terminación anormal del procedimiento.

C) REQUISITOS OBJETIVOS

• Los requisitos objetivos de la pretensión son dos: La petición y La fundamentación, fáctica y jurídica.

a) La petición

• La petición es la declaración de voluntad que, plasmada en el clásico «suplico» o «solicito» de la


demanda, integra el contenido sustancial de la pretensión, determinando los límites cualitativos y
cuantitativos del deber de congruencia del juez (art. 399.1 y 5).
• La petición de cognición determina la naturaleza o clase de pretensión ejercitada y de la futura
sentencia: declarativa, constitutiva y de condena (art. 5):
▪ Declarativas: se solicita del tribunal la existencia o negación de una determinada relación jurídica o
derecho subjetivo.
▪ Constitutivas: se solicita del tribunal la creación, modificación o extinción de un derecho, acto o
situación jurídica.
▪ De condena: se solicita que el tribunal condene al demandado al cumplimiento de una determinada
prestación.
• La petición ha de plasmarse en el «suplico» de la demanda, deberá reunir los requisitos de
«claridad y precisión» y así permitir que el demandado pueda contestar la petición eficazmente y que
el Tribunal pueda satisfacer la pretensión y la defensa.
• Si la petición no reuniera los requisitos de claridad y de precisión, su incumplimiento podría dar lugar
a que prosperase la excepción de «defecto legal en el modo de proponer la demanda.
• Las peticiones redactadas de una manera defectuosa, pueden subsanarse en la comparecencia previa,
al amparo de lo dispuesto en el art. 424. Entraña mayor dificultad la incorporación de nuevas peticiones
que no han sido expresamente aducidas en el escrito de demanda; el art. 426.3 permite su entrada
siempre y cuando el demandado manifestara su conformidad o que en otro caso, estime el juez que
no afecta a su derecho de defensa, supuesto nada hipotético, pues, la petición, al constituir un
elemento esencial de la pretensión, si es modificada intempestivamente, genera indefensión. De aquí
la conveniencia de que el demandante sea exhaustivo a la hora de plasmar todas peticiones en su
escrito de demanda.
• En el supuesto de que el actor haya acumulado varias pretensiones contra el demandado (art. 401)
deben reflejarse «con la debida separación».
• Asimismo, si las peticiones formuladas fueren «subsidiarias», es decir, si se tratara de una
acumulación «eventual» de pretensiones para el caso de que fueran desestimadas las principales, «se
harán constar por su orden y separadamente» (art. 399.5 LEC, segundo inciso).

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

b) La fundamentación fáctica

• La petición, por sí misma, no integra la totalidad del objeto procesal, sino que precisa también de la
fundamentación. La petición, junto con la determinación de las partes y la causa de pedir, es la que
individualiza el objeto procesal, fijando los límites objetivos y subjetivos, tanto de la litispendencia,
como de los futuros efectos de la cosa juzgada de la sentencia que haya de dar respuesta a la
pretensión.

• Tal como señala el art. 399.3 y 4 LEC, dentro de la «causa petendi» debemos distinguir, de un lado, la
alegación de hechos, y, de otro, la fundamentación jurídica.

1. LOS «FUNDAMENTOS DE HECHO»


• Una vez determinado en el «encabezamiento» de la demanda sus elementos subjetivos, esto es, la del
Juzgado competente, la identificación del demandante y del demandado y la postulación procesal del
actor, el art. 399 LEC dispone lo siguiente que se expondrán numerados y separados los hechos, que
se narrarán de forma ordenada y clara con objeto de facilitar su admisión o negación por el
demandado al contestar.
• Determinación. La fijación de los hechos en la demanda reviste una importancia esencial, ya
que, de su determinación, dependerán los efectos de la litispendencia, la mutación o no del objeto
procesal, la congruencia y la cosa juzgada. Esto es debido fundamentalmente a tres factores: a que los
hechos forman parte de la «causa pretendi»; a que rige en nuestra jurisprudencia la teoría de la
sustanciación; y a que, junto a la petición y a las partes, los hechos forman parte del objeto
procesal.

• Por «hechos» aquí hay que entender los que efectivamente sucedieron en la realidad histórica,
pero que, al propio tiempo, alcancen significación jurídica, es decir, los acontecidos que integren el
presupuesto de hecho de las normas sustantivas, cuyos efectos se reclaman en la petición.
• De la regla anterior deben exceptuarse las pretensiones constitutivas, en las que la fundamentación
jurídica constituye un elemento esencial de la pretensión, como consecuencia de la excepcional
vigencia de la doctrina de la «individualización».
• En virtud del principio «iura novit Curia» en caso de discordancia entre los hechos y los
fundamentos de Derecho, han de prevalecer aquéllos frente a éstos, de manera que el tribunal
en su sentencia resolverá conforme a las normas aplicables al caso, aunque no hayan sido
acertadamente citadas o alegadas por las partes.

• Se producirá Indefensión si se omiten los hechos o, lo que es peor, se introducen intempestivamente


en el proceso (art. 286), fuera de la fase de alegaciones (art. 222.2) o incluso en la comparecencia previa.
• Relato fáctico: del relato fáctico ha de determinarse la «causa petendi» de la pretensión, de tal suerte
que pueda el demandado contestar a la demanda, cualquiera que sean los fundamentos jurídicos
invocados.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

• Forma. Por interés tanto del demandado como del tribunal, los hechos se expondrán numerados y
separados», y se narrarán de forma ordenada y clara con objeto de facilitar su admisión o negación
por el demandado al contestar. El art. 399 LEC no exige que dicha relación se efectúe necesariamente
de manera cronológica, sino tan sólo «ordenada», por lo que también sería ordenada una exposición
sistemática de los hechos que atendiera a los diversos títulos o causas de pedir.

• Claridad. El relato de los hechos ha de ser «claro», lo que significa que no deben efectuarse
afirmaciones hipotéticas, pues la prueba ha de recaer sobre hechos afirmados, y que no pueden
confundirse los hechos con los argumentos jurídicos, que se expondrán en su capítulo, consiguiente a
las alegaciones de hecho.
• Medios de prueba. Junto a la exposición de los hechos, en párrafos separados y numerados, han de
determinarse los medios de prueba que los acreditan. No todos los medios de prueba han de
articularse en cada uno de los referidos párrafos, sino tan solo la documental y los dictámenes
periciales e informes.

• Con respecto a los demás medios de prueba, la LEC permite que su proposición se efectúe al término
de la comparecencia previa, siempre y cuando no haya prosperado la conciliación intraprocesal (art.
429.1), o al final de la vista del juicio verbal (art. 443.4). Por tanto, en la demanda tan sólo hay que
determinar, al término de los correspondientes párrafos numerados de alegaciones de hecho, la
prueba documental y pericial que fundamentan la petición, e instar (en el oportuno «otrosí») la
apertura del proceso a prueba. La proposición de los demás medios probatorios puede y debe
efectuarse (a fin de no mostrar las «armas» al adversario) en la comparecencia previa.

• Valoraciones o razonamientos. Junto con la exposición ordenada de los hechos y de la prueba


documental y de informes que los acreditan, el demandante también puede formular valoraciones o
razonamientos sobre tales medios probatorios que robustezcan la fundamentación de su pretensión.

c) La fundamentación jurídica

• Juicio ordinario: Los fundamentos de Derecho también han de exponerse ordenadamente (art. 399.4).
• Juicio verbal: Los fundamentos de Derecho pueden efectuarse al inicio de la vista (art. 443.1).

• El art. 399.4 LEC exige que los fundamentos de Derecho se reflejen de una manera sistemática,
incorporando primero los «fundamentos procesales» de aplicación y, en segundo, los «fundamentos
materiales».

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

1. FUNDAMENTOS PROCESALES
• Según el art. 399.4 LEC, los fundamentos procesales son los relativos a la «capacidad de las partes,
representación de ellas o del procurador, jurisdicción, competencia y clase de juicio en que se deba
sustanciar la demanda, así como sobre cualesquiera otros hechos de los que pueda depender la validez
del juicio y la procedencia de una sentencia sobre el fondo».
• La norma contiene las dos partes: Una relación de presupuestos procesales comunes a todo tipo de
demanda, y una cláusula general abierta, en cuya virtud ha de alegarse también sobre la
concurrencia de determinados presupuestos especiales.

1.º Presupuestos procesales comunes. Son presupuestos procesales comunes los que
han de cumplirse en todo proceso. Pueden ser divididos en Presupuestos del órgano ju-
risdiccional, Presupuestos de las partes, y Presupuestos del objeto procesal. Su cumpli-
miento ha de acreditarse mediante los documentos procesales requeridos por el art.
246 (poderes notariales de representación material y procesal y que acrediten la com-
petencia objetiva y territorial y el procedimiento adecuado). Su omisión podría aca-
rrear la inadmisión de la demanda.
• La determinación de la cuantía. Dentro de los requisitos procesales comunes reviste singular
importancia la «determinación de la cuantía» o valor del bien litigioso.Ha de reflejarse en la demanda
y justificarse documentalmente.
• Legitimación activa y pasiva. la legitimación no constituye presupuesto procesal alguno, sino un
elemento de la fundamentación de la pretensión, por lo que debe ser expuesta en los fundamentos
materiales. Ello salvo la capacidad de conducción procesal y el litisconsorcio necesario, que es una
«excepción» vigilable de oficio y, por tanto, un auténtico presupuesto procesal, así como la legitimación
por sustitución y de determinadas relaciones jurídicas.

2.º Presupuestos procesales especiales. Igualmente han de reflejarse en la demanda los


presupuestos procesales específicos de cada procedimiento o «hechos de los que
pueda depender la validez del juicio y la procedencia de una sentencia de fondo».
• Estos presupuestos especiales pueden condicionar la admisión de la demanda (así, los contemplados
en los artículos 403 y 439) o la admisibilidad de una sentencia de fondo. han de acreditarse mediante
la aportación de los documentos relacionados en el art. 266, cuyo incumplimiento puede acarrear su
imposibilidad de sanación Son los siguientes:
▪ La falta de jurisdicción.
▪ Ausencia de competencia objetiva, funcional y territorial indisponible.
▪ Falta de capacidad para ser parte, de postulación y de conducción procesal.
▪ Presupuestos especiales del objeto procesal (autocomposición, reclamación previa, cauciones y
requerimientos)

2. FUNDAMENTOS MATERIALES
• Una vez plasmados, en el escrito de demanda, los fundamentos procesales, han de reflejarse, en
epígrafe separado, los fundamentos materiales, que pueden ser sistematizados en subjetivos y
objetivos:
▪ Fundamentos subjetivos. Contemplan la legitimación, activa y pasiva de las partes o relación
jurídica de Derecho material, que ligan al actor y al demandado con el objeto litigioso mediato o
derecho subjetivo, bien o interés jurídico que se discute en el proceso.
▪ Fundamentos objetivos. Son las normas jurídico materiales invocables o aplicables a los hechos
constitutivos reflejados en las alegaciones de hecho de la demanda.
• Los documentos acreditativos de la legitimación, activa y pasiva han de ser incorporados a la demanda
del juicio ordinario y del verbal.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

2. ADMISIÓN E INADMISIÓN DE LA DEMANDA

A) Inadmisión de la demanda

• Una demanda puede ser rechazada «a limine litis» en los supuestos contemplados en los artículos 403
y 439 en relación con los artículos 264 y 266. En este supuesto, el Tribunal dictará auto de inadmisión
de la demanda, contra el que el actor podrá interponer recurso de apelación (art. 455), habida cuenta
de su carácter «definitivo».
• El auto de inadmisión de demanda, al no afectar al fondo, que queda imprejuzgado, no produce efectos
materiales de cosa juzgada (art. 222.1), por lo que el demandante puede, una vez subsanados los
defectos procesales, volver a plantear la demanda, salvo que la inadmisión obedezca a la caducidad de
la acción.

B) ADMISIÓN DE LA DEMANDA

• El LAJ ha de efectuar un examen jurídico procesal a la demanda. Si como resultado de este examen,
viera que la demanda no se encuentra en ninguna de las causas de inadmisión del art. 403 y 404, y,
una vez examinados de oficio también los presupuestos procesales de jurisdicción, competencia
objetiva y territorial (cuando sea imperativa), «dictará decreto admitiendo la misma y dará traslado de
ella al demandado para que la conteste en el plazo de veinte días» (arts. 404.1 y 440.1).

• En el supuesto de que exista una pluralidad de demandados, el plazo de veinte días empezará a
correr individualmente, para nada uno de ellos, desde la fecha de su respectiva notificación.

• Los efectos de la admisión de la demanda pueden ser objetivos y subjetivos:

▪ Efectos subjetivos. Se designan bajo la denominación genérica de la «litispendencia», la cual


retrotrae sus efectos al momento de la presentación de la demanda (art. 410).

▪ Efectos subjetivos. Consisten en establecer la carga al demandado de personarse en el


procedimiento a fin de proceder a la contestación de la demanda, en sus diversas modalidades, o a
allanarse a la pretensión. Si el demandado no compareciera, «será declarado en rebeldía».

C) PROCEDIMIENTO INADECUADO

• Si el procedimiento fuere inadecuado por razón de la cuantía o de la materia, el LAJ le otorgará la


tramitación que corresponda. Contra esta diligencia, cabrá recurso de revisión (arts. 254.1).
• Si no pudiera fijarse la cuantía del bien litigioso o no se justificara el procedimiento instado en la
demanda, el LAJ ordenará la subsanación y, si el actor no lo subsanara, el Tribunal le dará a los autos
el curso que estimara procedente (art. 254.4).

D) ACUMULACIÓN IMPROCEDENTE DE ACCIONES

• En caso de acumulación improcedente de acciones, requerirá al actor para que subsane el defecto en
el plazo de cinco días, finalizado el cual sin que proceda o no se realice dicha subsanación, decretará
el archivo de la demanda (arts. 73.4).

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

LECCIÓN XVI.- LA LITISPENDENCIA

I. LA LITISPENDENCIA

1. CONCEPTO, NATURALEZA Y FUNDAMENTO

A) CONCEPTO

• Por litispendencia se entiende el conjunto de efectos que produce la admisión de la demanda. El


principal efecto procesal de la litispendencia es la «perpetuatio iurisdictionis», en sus dos
manifestaciones: positiva y negativa.

1. Manifestación positiva

• La «perpetuatio iurisdictionis» tiene una manifestación positiva, en dos sentidos:


▪ Traba al órgano judicial y le crea la obligación de resolver, con congruencia y a través del
procedimiento adecuado, el objeto procesal, el cual queda definitivamente fijado, con prohibición de
«mutatio libelli»

▪ Otorga a las partes todo el conjunto de posibilidades, cargas y obligaciones procesales que se derivan
del procedimiento incoado.

2. Manifestación negativa

• La «perpetuatio iurisdictionis» tiene también una manifestación negativa, que es la imposibilidad de


que sobre ese mismo objeto procesal pueda conocer otro órgano jurisdiccional. Si así lo hiciera, podrá
el demandado oponer, en el segundo procedimiento, la excepción de «litispendencia».

B) FUNDAMENTO Y NATURALEZA

• El fundamento y naturaleza de la litispendencia descansa en la obligación constitucional de permitir el


libre acceso de los ciudadanos a los tribunales, que conlleva la obligación constitucional del juez de
admitir las demandas, sin que, como regla general, pueda producirse una «denegatio actionis».

2. PRESUPUESTOS Y REQUISITOS

• Con respecto a los presupuestos y requisitos de la litispendencia, nos remitimos a lo dicho en el Lección
8.

3. CÓMPUTO

• El art. 410 LEC establece que «La litispendencia (…) se produce desde la interposición de la demanda,
si después es admitida». Se consagra el criterio conforme al cual el momento de producción de efectos
de la litispendencia es el de admisión de la demanda, la cual, si es admitida, ha de retrotraer sus efectos
al día de su presentación.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

4. EFECTOS DE LA LITISPENDENCIA

• La admisión de una demanda produce todo un conjunto de efecto:

A) MATERIALES

• Los efectos materiales de la litispendencia consisten en la interrupción de la prescripción, la


constitución en mora del deudor y la obligación de pago de intereses legales y el otorgamiento a la
pretensión mediata del carácter de «bien litigioso».

a) La interrupción de la prescripción

• Como consecuencia de la admisión de una demanda se puede obtener, tanto la interrupción de la


prescripción adquisitiva, como la de la extintiva.

1. Adquisitiva
• Dispone el art. 1945 del CC que la interrupción civil se produce por la citación judicial hecha al
poseedor, aunque sea por mandato de juez incompetente.

• La interrupción de la prescripción adquisitiva o «usucapión» procederá ante cualquier tipo de «citación


judicial» o, para ser más precisos ante cualquier emplazamiento del poseedor, aunque no lo fuera en
calidad de demandando (así, en un acto de conciliación), ni lo fuera por el juez competente. En caso de
acto de conciliación, la interrupción de la prescripción se produce desde el momento de admisión de
la papeleta de conciliación.

• Tratándose de una demanda, el momento de interrupción será, el del dia en que el demandado acse
recibo del emplazamiento.

2. Extintiva
• El art. 1973 del Código Civil dispone que «la prescripción de las acciones se interrumpe por su ejercicio
ante los Tribunales, por reclamación extrajudicial del acreedor y por cualquier acto de reconocimiento
de la deuda por el deudor. Así, la admisión de la demanda, en la medida en que supone «ejercicio de
la acción ante los tribunales», produce dicha interrupción.

• Asimismo, pueden alcanzarse tales efectos interruptorios mediante el acto de conciliación. Para que
dicha interrupción surta sus efectos, es necesario que la demanda principal sea interpuesta en el plazo
de dos meses, contados desde la celebración de dicho acto.

• Finalmente, también puede obtenerse la interrupción de la prescripción extintiva mediante


instrumentos materiales, tales como el requerimiento del acreedor al deudor para que cumpla su
obligación y el reconocimiento de la deuda efectuado por el deudor.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

b) Constitución en mora del deudor y devengo de intere-


ses legales

• En segundo lugar, la admisión de la demanda tiene como otro de los efectos materiales, el de constituir
en mora al deudor. Así se encarga de señalarlo el art. 1100 del CC en cuya virtud «incurren en mora los
obligados a entregar o a hacer alguna cosa desde que el acreedor les exija judicial o
extrajudicialmente el cumplimiento de su obligación».

• Como es sabido, los principales efectos de la mora del deudor consisten en poder ser condenado al
pago de la pertinente indemnización de daños y perjuicios (arts. 1101 y ss.) y al de los «intereses
legales».

• Pero el tratamiento de uno y otro efecto es distinto. En tanto que la constitución en mora del deudor
puede obtenerse a través de cualquier reclamación extrajudicial (así, por ejemplo, mediante un
requerimiento notarial -art. 1100 del CC), los intereses legales nacen «desde que son judicialmente
reclamados» con lo que se configuran como un efecto exclusivo y típico de la litispendencia.

c) El surgimiento de los «bienes litigiosos»

• Finalmente, la litispendencia ocasiona también que la pretensión mediata, es decir, el bien o interés
que se discute en el proceso, adquiera el carácter de «bien litigioso», carácter que surge desde que se
conteste a la demanda (no desde su admisión).

• Sin embargo, para que este carácter pueda ser reclamable frente a terceros, es necesario que se
adopte la oportuna medida cautelar con efecto registral que impida al tercero ampararse en la buena
fe. De aquí la conveniencia inscribir en el Registro de la Propiedad la oportuna anotación de embargo
o sencillamente obtener la correspondiente «anotación preventiva de demanda» (art. 42.1 LH).

B) PROCESALES

a) Positivos

• El efecto positivo de la litispendencia consiste en trabar la competencia de un determinado órgano


jurisdiccional para que conozca de un determinado objeto procesal. La litispendencia genera, por
tanto, sus efectos, tanto con respecto al órgano jurisdiccional, como con respecto a las partes.

1. En el órgano judicial
• Una vez examinada por el juez su propia jurisdicción y competencia y admitida la demanda, surge en
el órgano judicial la obligación de solucionar el litigio u objeto procesal que se le ha trabado. Ningún
otro órgano jurisdiccional, mientras esté pendiente el proceso declarativo, salvo que carezca de alguno
de los presupuestos procesales de jurisdicción o competencia podrá conocer de ese objeto procesal
que ha quedado trabado jurisdiccionalmente y con respecto al cual el juez está obligado a resolver con
todas las exigencias de la doctrina constitucional sobre el derecho a la tutela (resolución motivada,
fundada en Derecho, razonada y razonable y congruente). Como consecuencia de lo anterior, tiene la
obligación de dictar la sentencia, porque, en un proceso oral, tan sólo el juez que ha presenciado la
prueba, está legitimado para dictar la sentencia.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

2. En el objeto procesal
• Los efectos principales que se ocasionan con la admisión de la demanda son la prohibición de la
«mutatio libelli» y la preclusión, para el demandante, de la entrada de nuevos hechos y causas de
pedir.

1'. La prohibición de la «mutatio libelli»


• Como consecuencia de la admisión de la demanda queda fijado definitivamente para el actor el
objeto procesal. A partir de ese momento, no le es posible modificar su pretensión para proteger el
derecho de defensa y evitar la indefensión del demandado, ya que este tiene derecho a contestar a la
demanda en los términos en los que se le ha dado traslado de la misma.

• La prohibición de transformación de la demanda hay que extenderla también a la acumulación inicial


de pretensiones (art. 401) y a la entrada de nuevos documentos (art. 270) y a la prohibición del «ius
novorum» (art. 464) en la segunda instancia, en la medida en que, mediante tales nuevos actos de
prueba, se pueden introducir nuevos hechos que sustancien «causas de pedir» diferentes, y originen,
por tanto, indefensión al demandado.
• Es posible la ampliación del objeto por el demandado mediante la reconvención y las excepciones
análogas, tales como la prescripción y nulidad de contrato (art. 408). Lo que no puede hacer el
demandado es, sin haber alegado una excepción, plantearla en la segunda instancia o en la casación.

• La prohibición de cambio de la demanda no significa, tal y como dispone el art. 412.2 LEC, que no
pueda el demandante efectuar «alegaciones complementarias», que tienen por finalidad obtener la
plenitud del objeto procesal, sin que pueda el demandante alterar los elementos esenciales de su
pretensión.

• Por tanto, se pueden rectificar errores de la demanda, formular aclaraciones o explicaciones e incluso
adicionar «hechos nuevos», pero siempre y cuando se circunscriban a fundamentar la pretensión
ya deducida.Asimismo, puede el demandado variar sus argumentos jurídicos en las conclusiones.

• Distinto de los hechos nuevos son las «innovaciones» en el «estado de las cosas» o en el de las
personas o terceros, los cuales en nada han de afectar a la mutación del objeto procesal. De este modo,
la valoración del bien litigioso queda definitivamente fijado en la demanda con independencia de sus
futuras fluctuaciones de valor, lo que puede tener importantes consecuencias procesales.

• Si la innovación consistiera en la pérdida del objeto procesal por falta de legitimación para el
sostenimiento de la pretensión, el art. 413 se remite al art. 22, autorizando al tribunal a dar por
finalizado el procedimiento por satisfacción extraprocesal de la pretensión.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

2'. La preclusión, para el demandante, de la entrada de nuevos hechos y causas de pedir


• La preclusión [pérdida, extinción o caducidad de una facultad o potestad procesal por no haber sido ejercida a tiempo] en
la entrada de los hechos en el proceso, que ha de efectuarse en la demanda, no solo se circunscribe
a la fase declarativa y sucesivas instancias, sino que se extiende también a los futuros procesos que,
en relación a esa pretensión, puedan suscitarse. De aquí la conveniencia de alegar en la demanda la
totalidad de los hechos y de las causas de pedir que fundamenten la pretensión, de ahí que a efectos
de litispendencia y de cosa juzgada, los hechos y los fundamentos jurídicos aducidos en un litigio se
considerarán los mismos que los alegados en otro juicio anterior si hubiesen podido alegarse en éste
• Lo que viene a establecer el art. 400 LEC es la obligación de exhaustividad del demandante en la
incorporación de hechos y de «causas de pedir» a la demanda, cuyo fundamento, en último término,
descansa en la seguridad jurídica y en la economía procesal.

• En el proceso civil se le ha de reconocer al demandado el derecho a no ser, a causa de un litigio,


sucesivamente emplazado por la sola razón de que el actor decidiera fragmentar sus pretensiones y
deducirlas en sucesivas demandas, por razones eminentemente de economía procesal de ahí que el
actor esté obligado a acumular en la demanda todas las causas de pedir, entendiendo por tales los
hechos jurídicos que fundamentan sus pretensiones.
• La referencia que realiza el precepto a la exigencia de aducir la totalidad de los «títulos jurídicos» hay
que entenderla limitada a las «pretensiones constitutivas», en las que rige la doctrina de la
«individualización» de la demanda. En consecuencia, existirán tantos objetos procesales, como motivos
de impugnación o causas de pedir sucedan y se deduzcan en el proceso.
• El ámbito de aplicación del art. 400 LEC no puede reclamarse en los procesos sumarios, que gozan
de una cognición limitada a determinados aspectos de la relación jurídico material debatida. Al no
poderse deducir, en ellos, la totalidad del objeto procesal y no producir las sentencias que en tales
procesos sumarios recaigan plenos efectos materiales de la cosa juzgada (art. 447.2-4), resulta claro
que no se les puede exigir a ellos la obligación de exhaustividad del art. 400.1 y consiguiente
prohibición.

• La preclusión, a fin de evitar situaciones de indefensión, ha de ser rígida en todo lo referente a la


introducción de nuevos hechos, dada la prohibición del «ius novorum», de introducción de nuevos
hechos o de «nova reperta» una vez trascurrida la fase de alegaciones (art. 222.2), existente en nuestro
ordenamiento, tanto en la primera como en la segunda instancia. La única excepción a este principio
la constituyen las «alegaciones complementarias o de hechos nuevos o de nueva noticia» permitidas
en la LEC (art. 400.I.II).
• La sanción procesal al incumplimiento de esta obligación la contempla el art. 400.2, en cuya virtud «a
efectos de litispendencia y de cosa juzgada, los hechos y los fundamentos jurídicos aducidos en un
litigio se considerarán los mismos que los alegados en otro juicio anterior si hubiesen podido alegarse
en este».

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

b) Negativos

• En el otro «anverso de la medalla» de la litispendencia, se encuentra su efecto negativo o excluyente.


• El efecto negativo o excluyente faculta a la parte interesada, es decir, al demandado, a plantear, en el
segundo proceso incoado, la excepción de litispendencia.
• Para que la excepción de litispendencia, deducida en el segundo proceso, pueda ser estimada, es
necesario que concurran determinados presupuestos y requisitos procesales.
1. Presupuestos procesales: Los presupuestos procesales se resumen en uno solo, la identidad del
objeto procesal (art. 222.1), la cual es susceptible de sistematizarse en la concurrencia de las tres
clásicas identidades:
▪ De las partes.
▪ De las peticiones.
▪ De las causas de pedir.
2. Requisitos procesales: Junto al anterior clásico presupuesto, han de concurrir además otros
requisitos procesales derivados de la existencia efectiva de pendencia entre auténticos procesos y
que hemos estudiado en la Lección 8.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

LECCIÓN XVII.- LA CONTESTACIÓN A LA DEMANDA

I. LA CARGA PROCESAL DE COMPARECENCIA DEL DEMANDADO


• El art. 404 LEC dispone que, una vez admitida la demanda, el juez dará traslado de ella al demandado
y le concederá un plazo de veinte días para que se persone y la conteste en la forma y con el contenido
previsto en los artículos 405 y siguientes.

A) CARGA PROCESAL DEL DEMANDADO

• En nuestro ordenamiento procesal no existe una auténtica «obligación procesal» de


comparecencia, ni del demandante, ni del demandado, por cuanto el juez no puede constreñir a las
partes a que ejerciten sus respectivos derechos a la tutela y de defensa.
• No obstante, el demandado tiene la carga procesal de responder a la llamada del juez y de
ejercitar su derecho de defensa, puesto que, si no levanta dicha carga mediante su simultánea
personación y contestación a la demanda, se celebrará con la sola presencia del actor la audiencia
preliminar o el juicio verbal (art. 414.3.II in fine) y el juez declarará su «rebeldía» (art. 496 y 442.2),
exponiéndose a una sentencia desfavorable, dictada «inaudita parte».

B) LAS TRES CARGAS PROCESALES

• En realidad, existen dos cargas procesales, la de comparecencia y la de contestación a la demanda,


que los artículos 404, 440.1 y 443.1 acertadamente involucran simultáneamente.

• Junto a estas dos tradicionales cargas procesales, la nueva LEC ha introducido también la de, dentro
de los 10 primeros dias de plazo, denunciar a través de la «declinatoria», determinados presupuestos
procesales del órgano jurisdiccional, tales como su propia jurisdicción, competencia territorial o la
sumisión al arbitraje.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

II. LA CARGA PROCESAL DE CONTESTACIÓN: POSIBLES CONDUCTAS DEL DEMANDADO


• Una vez comparecido el demandado en el proceso, se le ofrecen tres posibilidades procesales (405,
406):
▪ Allanarse a la pretensión en cuyo caso finalizará el procedimiento (art. 21).
▪ Contestar a la demanda.
▪ Sin perjuicio de la contestación, formular una nueva pretensión contra el actor o «reconvención».

1. ALLANAMIENTO (REMISIÓN ------------------- VER TEMA XIII AP. V PAG 144 Y SS)

• El tercer inciso del art. 405.1 LEC dispone que el demandado «también podrá manifestar en la
contestación su allanamiento a alguna o algunas de las pretensiones del actor, así como a parte de la
única pretensión aducida».
• El allanamiento es un acto del demandado, por el que, manifestando su conformidad con la pretensión
formulada por el demandante, pone fin al proceso, provocando la emisión de una resolución con todos
los efectos de la cosa juzgada. De conformidad con lo dispuesto en el art. 21 LEC el allanamiento puede
ser total o parcial:

▪ Allanamiento total. Cuando el demandado reconoce todas las pretensiones, declarativas y de


condena, del actor y manifiesta su disposición a cumplir voluntariamente con todas las prestaciones.
Tan solo el allanamiento total produce la finalización anormal del procedimiento (art. 21.1).

▪ Allanamiento parcial. Cuando dicho reconocimiento se limita a determinadas pretensiones y no a


otras, o cuando existiendo una sola pretensión la conformidad se circunscribe a un solo
pronunciamiento.

• En cualquier caso, el allanamiento ha de ser personal, claro, concluyente e inequívoco, expreso,


consciente y previsible y efectuado sin condicionamiento alguno. El allanamiento, en tanto acto de
disposición del derecho subjetivo material, ha de ser expreso, debiéndose plasmar en el «suplico» de
la contestación a la demanda.

2. LA CONTESTACIÓN A LA DEMANDA

• El demandado también puede proceder a negar determinados hechos de la demanda y alegar otros
que desvirtúen la fundamentación de la pretensión. Para este supuesto de conducta defensiva del
demandado deberá articular el correspondiente escrito de contestación a la demanda.

A) CONCEPTO Y FUNDAMENTO

a) Concepto

• Se entiende por contestación a la demanda el acto de postulación del demandado por el que se
reconocen o niegan los hechos de la demanda, se determina el tema de la prueba y se solicita del
órgano jurisdiccional la inadmisión y/o la desestimación, total o parcial de la pretensión.

b) Fundamento

• El fundamento de la contestación a la demanda hay que residenciarlo en el derecho fundamental de


defensa del art. 24.2 CE y en el cumplimiento de los principios constitucionales de «contradicción» e
«igualdad de armas», que implícitos en el también derecho fundamental «a un proceso con todas las
garantías» del art. 24.2 CE, son consustanciales al concepto mismo de proceso.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

B) REQUISITOS

a) Subjetivos

• La contestación a la demanda es, ante todo, un acto de postulación del demandado, que se dirige
contra el demandante y se presenta o se expone verbalmente ante el juez que está conociendo de la
demanda, para solicitarle su absolución procesal y/o material.

• En la contestación a la demanda han de observarse la concurrencia de todos los presupuestos


procesales tanto del tribunal, del objeto procesal como de las partes.
• El demandado, si quiere hacer valer el conjunto de excepciones procesales que pueden dilucidarse a
través de la «declinatoria» (falta de jurisdicción, sumisión a arbitraje y falta de competencia en
cualquiera de sus manifestaciones), es necesario que lo solicite dentro de los diez primeros días del
plazo para contestar a la demanda (arts. 64.1, 416.2 y 443.2.II). No obstante, producida la denuncia
de la declinatoria, puede el demandado «ad cautelam» (es decir, para el supuesto de que no prospere
la declinatoria) efectuar la contestación de fondo, sin que ello implique una sumisión tácita.
• Los presupuestos procesales son obstáculos que impiden la emisión de una sentencia de fondo. Por
este motivo, el actor tendrá interés en observar el cumplimiento de los presupuestos procesales, con
el fin de que se constituya válidamente la denominada «relación jurídica procesal».

• Cargas del demandante. Incumbe al demandante la carga de presentar la demanda ante el órgano
judicial competente, de instar el procedimiento adecuado y de cumplir con la capacidad y legitimación,
tanto activa, como pasiva, debiendo dirigir la demanda contra todos los litisconsortes necesarios.

• Cargas del demandado. El demandado tiene la carga de integrar determinados presupuestos


procesales relativos a él mismo, como son los de representación material, capacidad de actuación
procesal y de postulación. Si no lo hiciera, el juez, en la comparecencia previa, sugerirá su subsanación
y, si desobedeciera dichos requerimientos, podrá declarar al demandando en rebeldía (art. 418.3).

b) Objetivos

• Los requisitos objetivos de la contestación del demandado vienen determinados por la


fundamentación y el «petitum».

1. LA FUNDAMENTACIÓN
• Al igual que el escrito de demanda del juicio ordinario, la forma de contestación a la demanda consta
de dos partes diferenciadas, la alegación fáctica y la alegación jurídica.

1.1. La alegación fáctica


• De los dos elementos (alegación fáctica y alegación jurídica), y, en general, de todo el escrito de
contestación a la demanda, las alegaciones de hecho constituyen la parte más importante de este acto
de postulación. A través de la introducción de los hechos defensivos se cierra definitivamente el objeto
procesal y se determina el tema de la prueba.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

1.1.1. Contestación y objeto procesal


• Salvo en las «excepciones reconvencionales», la contestación a la demanda no delimita el objeto del
proceso, que queda conformado por la sola deducción de la pretensión en el escrito de demanda.
Ahora bien, la contestación de la demanda presenta las siguientes notas:
▪ Contribuye a cerrar definitivamente el objeto del proceso, impidiendo al demandado la introducción
posterior de nuevos hechos que puedan individualizar excepciones no alegadas en su escrito de
contestación.
▪ Delimita los límites de la congruencia de la sentencia, la cual, en principio, no sólo ha de ser
congruente con «las demandas y demás pretensiones de las partes», sino también con «los puntos
litigiosos que hayan sido objeto del debate» (art. 218.1).

1.1.2. Contestación y tema de la prueba


• El escrito de contestación a la demanda también otorga seguridad jurídica al demandante. A partir de
la contestación a la demanda, el demandante podrá saber a ciencia cierta, los siguientes extremos:

▪ Las excepciones que definitivamente va a utilizar el demandado en el proceso.


▪ Lo que es más importante, sobre qué hechos, por haber sido negados por el demandado, ha de
recaer su actividad probatoria (la actividad probatoria del demandante).

• Esta es la razón, por la cual el art. 399.3 exige que los hechos se plasmen en la demanda «de forma
ordenada y clara con el objeto de facilitar su admisión o negación por el demandado al contestar» y,
por la misma, el art. 405.2 requiere que «en la contestación a la demanda habrán de negarse o
admitirse los hechos aducidos por el actor», sancionando, el segundo apartado del mismo precepto,
con los efectos de la «ficta confessio», «el silencio o las respuestas evasivas del demandado».

• De aquí que el escrito de contestación haya de guardar una forma correlativa con los hechos de la
demanda, con respecto a los cuales el demandado procederá, bien a reconocerlos, bien a negarlos o
contradecirlos.

• Aportación de documentos. El demandado en la contestación de la demanda habrá de determinar y


aportar todos los documentos acreditativos del cumplimiento de sus presupuestos procesales (o del
incumplimiento de los del actor) y de los que funden sus excepciones, prescritos en los artículos 264-
265, puesto que, al igual que en la demanda, el trámite de la contestación determina el momento
preclusivo de la entrada de la prueba documental en el proceso (arts. 269-272).
• Contestación en términos hipotéticos o evasivos. Si el demandado no contestara en términos
categóricos, sino hipotéticos o evasivos o rehusara efectuar contestación alguna, el art. 405.2 faculta
al juez a estimar tales respuestas como «admisión de hechos».
• Reconocimiento de hechos por el demandado. Si el demandado reconociera la totalidad de los
hechos, pero discrepara jurídicamente de la calificación de los mismos, no existirá «thema probandi»,
y, por tanto, el tribunal podrá obviar la fase probatoria y dictar inmediatamente sentencia (art. 428.3).
Este supuesto es excepcional en la práctica.

• Negación de hechos por el demandado. Si el demandado, como suele ocurrir en la práctica, negara
o contradijera determinados hechos de la demanda, queda fijado, mediante esta contradicción el
tema de la prueba, de tal suerte que, con este hecho, de un lado, el demandante tendrá que acreditar
los hechos, controvertidos por el demandado y constitutivos de su pretensión, con respecto a los
cuales le incumbe la carga material de la prueba y de otro, el juez podrá repeler por «impertinentes»
aquellos medios de prueba que no se ajusten a dicho tema probatorio.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

• Tema de la prueba. Están exentos de prueba los hechos sobre los que exista plena conformidad de
las partes. Interpretando este precepto a «sensu contrario» se infiere que siempre que el demandado
niegue los hechos de la demanda o los contradiga, el actor habrá de probar los hechos
constitutivos de su pretensión. Por tanto, una conducta meramente negativa del demandado no
exonera al actor de la carga de la prueba, si bien dicha defensa exclusivamente negativa puede hacer
acreedor al demandado de su condena en costas y de una sanción económica por incumplimiento de
la buena fe procesal.
• Esta fijación del tema de la prueba puede ser objeto de modificaciones accidentales en la
comparecencia previa, ahora bien, el juez de oficio no puede introducir nuevos hechos, aunque sí
medios de prueba ya que infringiría el principio de aportación, y tampoco puede una parte, sin
consentimiento de la contraria, modificar sus alegaciones de hecho que se erijan en fundamento o
causa de su pretensión o de la defensa. Este extremo ocasionaría una indefensión material a la parte
contraria.

• En el juicio verbal, el demandado habrá de concentrar en sus alegaciones orales todas sus
excepciones procesales y materiales. Finalizada su exposición y, tras el trámite, también oral, de réplica
del actor, «se dará la palabra a las partes para fijar con claridad los hechos relevantes en que
fundamenten sus pretensiones» (art. 443.4).

1.1.3. Las excepciones


• Los hechos que ha de alegar el demandado en su escrito de contestación son los que integran las
excepciones. De conformidad con su naturaleza, su apreciación por el tribunal puede ocasionar una
sentencia absolutoria en la instancia o una sentencia de fondo.

• Las excepciones son siempre actos de aportación de hechos del demandado y no de mera
negación de los hechos del actor, conducta negativa que no exonera al actor de su carga de la prueba
(art. 281.3).

• Estos hechos del demandado, que plasma en el escrito de contestación a la demanda, pueden adoptar
dos posiciones: (1) Excepciones procesales, que pueden poner de relieve el incumplimiento del actor
de determinados presupuestos procesales o requisitos de la demanda, en cuyo caso el demandado
instará la inadmisión de la pretensión, y (2) excepciones procesales que pueden servir para desvirtuar
la relación jurídico material debatida, debiendo, en este caso, el demandado solicitar la desestimación
de la pretensión.

• La vigencia del derecho fundamental de defensa del art. 24.2 CE, el demandado es dueño de alegar en
su contestación escrita u oral todas las excepciones procesales y defensas materiales, que estime
pertinentes. Ello a excepción de los procesos sumarios, en los que pueden limitarse los medios de
defensa del demandado por no producir las sentencias que en ellos recaigan efectos materiales de
cosa juzgada (se permite a las partes acudir con posterioridad al oportuno proceso ordinario, art. 447).

1.1.3.1. Excepciones procesales


• A las excepciones procesales se refiere expresamente el art. 405.3 LEC, siendo denuncias del
demandado efectuadas al incumplimiento por el actor de presupuestos procesales y de ciertos
requisitos de la demanda. Sin perjuicio de su «examen de oficio» (así, el de la jurisdicción, competencia
objetiva y territorial imperativa, el procedimiento adecuado, la capacidad, la indebida acumulación de
pretensiones, los casos de inadmisión de la demanda o el litisconsorcio pasivo necesario), su ausencia
puede también ser evidenciada por el demandado en su escrito de contestación a la demanda. Deben
ser dilucidadas en la comparecencia previa.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

• De este modo, el art. 255.2 LEC establece la carga del demandado de impugnar la cuantía en su
escrito de contestación, lo que reviste singular importancia para la determinación del procedimiento
aplicable (arts. 249.2 y 250.2) o el cumplimiento de la suma de gravamen en la casación (art.
477.2.2º). Si no lo hace y el juez no lo advierte de oficio «ex» art. 254, corre el riesgo de que quede
definitivamente fijada por la sola alegación del actor (art. 253.1.II), pues, en la comparecencia previa,
tan sólo puede examinarse esta cuestión, si ha sido alegada previamente en la contestación (arts. 422-
423).
• El tratamiento procesal de la «declinatoria» ha de exceptuarse de dicha regla de carga de alegación
(art. 64 y ss.), que ha de plantearse con anterioridad al escrito de contestación.
• La preclusión elástica. La mayoría de las excepciones procesales son supuestos de denuncia por el
demandado de incumplimientos por el actor de determinados presupuestos procesales en la
demanda, con respecto a los cuales el órgano judicial tiene también la obligación de examinarlos de
oficio.
• Por este motivo, no existe inconveniente práctico alguno en que, aun no ejercitándose la pertinente
excepción procesal en el escrito de contestación a la demanda, no obstante su ausencia pueda ser
denunciada en la comparecencia previa. Por tanto, en materia de excepciones procesales rige una
preclusión «elástica» en virtud de la cual:
▪ En principio, incumbe al demandado la carga de la alegación de las excepciones procesales en la
contestación a la demanda.
▪ Si el demandado no denuncia las excepciones procesales en el escrito de contestación a la demanda,
y salvedad hecha de la excepción de procedimiento inadecuado o la material de prescripción, ello no debe
constituir óbice alguno para que pueda efectuar dicha denuncia en la comparecencia previa.
▪ Incluso, puede y debe el juez, en virtud del principio de «examen de oficio», proponerlas y
resolverlas en dicha comparecencia e incluso en la sentencia.
• Sentencia absolutoria en la instancia. Las excepciones procesales están dirigidas a obtener la
inadmisión de la pretensión que impida, en definitiva, la resolución definitiva, el examen por el juez del
fondo del asunto, habrá de dejar imprejuzgada la pretensión. Por tanto, la apreciación por el órgano
judicial, bien en la comparecencia previa, bien al término del proceso, en cualquiera de sus instancias,
ocasionará un auto o sentencia «absolutoria en la instancia», es decir, una resolución sin efectos
materiales de cosa juzgada, por lo que el actor podrá volver a deducir nueva demanda sobre el
mismo objeto procesal en la que habrá de subsanar el defecto procesal advertido en dicha sentencia
absolutoria.
• El art. 416.1 LEC enumera determinadas excepciones procesales. Esta relación no es exhaustiva.

1.1.3.2. Excepciones materiales y «reconvencionales»


• Las excepciones materiales o defensas son aquellos hechos aducidos por el demandado que impiden,
extinguen o excluyen el derecho subjetivo del actor y cuya apreciación por el órgano jurisdiccional dará
lugar a una sentencia absolutoria en el fondo con todos los efectos materiales de la cosa juzgada.
• Las excepciones materiales, en la medida en que intentan desvirtuar la relación jurídico material que
sirve de fundamento a la petición, están dirigidas a obtener la desestimación de la pretensión. La
posibilidad de plantear excepciones materiales la reconoce el art. 405.1 LEC, habrá de realizarse en la
contestación a la demanda exponiendo los fundamentos de su oposición a las pretensiones del actor,
y alegando las excepciones materiales que tuviere por conveniente». A diferencia de las excepciones
procesales, incumbe al demandado la carga exclusiva de su alegación en su escrito de
contestación, de tal manera que, si no lo hace, no podrá introducirlas en ningún momento
posterior.
• Tradicionalmente la doctrina procesal suele incluir y sistematizar las excepciones materiales en tres
tipos de hechos del derecho subjetivo del actor: Hechos impeditivos, Hechos extintivos y Hechos
excluyentes.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

1.1.3.2.1. Hechos impeditivos [13F1] [14F2]


• Los hechos impeditivos son aquellos que obstaculizan el nacimiento de la relación jurídica en la
que el actor sustenta sus hechos constitutivos. No existiendo dicha relación o siendo nula, no
pueden surgir los efectos jurídicos previstos en la norma material solicitados por el demandante. Son
hechos impeditivos los siguientes:
▪ Los que afectan al nacimiento de los títulos de los que surgen las obligaciones jurídicas. Así, la
no infracción de norma alguna en una pretensión resarcitoria, o, tratándose de una pretensión de
condena, la alegación de incumplimiento de los requisitos del contrato exigidos por el art. 1261 del
CC o la del título y el modo en la compraventa, etc.
▪ Los que afectan a la validez de los requisitos que condicionan dicho nacimiento. Así los vicios
del consentimiento de los artículos 1263 y ss. del Código Civil.
▪ Los que afectan a la relación de causalidad que liga a la fuente de la obligación con el acreedor
o el deudor.
• Por tanto, los hechos impeditivos niegan la existencia o la validez del hecho, acto o negocio
jurídico, que integran los hechos constitutivos o causa de pedir de la pretensión, o la
legitimación, activa y pasiva, de las partes.
• No obstante, el demandante, si bien tiene la carga de probar los hechos constitutivos de la existencia
de la relación jurídica y de la legitimación, no se le puede exigir, al propio tiempo, la de su validez. En
este caso tendría que acreditar, a través de una suerte de «probatio diabólica», todo un conjunto de
hechos negativos (así, que no existió error, violación, intimidación o dolo en la prestación del
consentimiento) que acrediten la concurrencia de la validez de los elementos esenciales de la fuente
de la obligación. Por esta razón, y porque la petición del demandado de declaración de invalidez del
negocio lleva implícita una «contrapretensión» declarativa de nulidad, efectuada por el demandado, el
art. 408.2 faculta al actor a contestar esta excepción material de naturaleza «reconvencional»,
lo cual no implica la existencia de obligación alguna del demandado de formular reconvención.

1.1.3.2.2. Hechos extintivos


• Los hechos extintivos parten del supuesto material del válido nacimiento del derecho de crédito del
actor, pero niegan su exigibilidad por haber fenecido posteriormente dicho derecho de crédito
por alguna de las causas, previstas en el ordenamiento, que extinguen el derecho subjetivo.
• De entre tales hechos extintivos (pago, pérdida de la cosa, condonación, etc.) hay que distinguir la
excepción de «compensación» que, en la medida en que conlleva la determinación de la existencia de
un segundo derecho de crédito ignorado por el actor en su demanda, pero afirmado por el demandado
en su contestación, merece también la calificación de «excepción reconvencional».

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

1.1.3.2.3. Hechos excluyentes


• Los hechos excluyentes, al igual que los extintivos, presuponen la existencia y validez de un título
del que dimana el cumplimiento de una obligación, que habría de reputarse vigente (es decir, sin
que concurra ninguna causa de extinción de la responsabilidad civil), si no fuera porque el
ordenamiento material impide su exigibilidad por causas concretas y determinadas. Son supuestos
típicos de hechos excluyentes la prescripción, el beneficio de excusión o el pacto de «espera».

• En realidad, dentro de la dicotomía presupuesto/excepción procesal, los hechos excluyentes


constituyen excepciones en sentido estricto, por cuanto, si no son expresamente aducidas por el
demandado, no puede el juez estimarlas en la sentencia, aun cuando hubieran sido ocasionalmente
aducidas por el actor.
• Ésta es la diferencia esencial entre los hechos excluyentes, de un lado, y los impeditivos y extintivos,
de otro:

▪ Hechos excluyentes: Los hechos excluyentes están sometidos al más estricto cumplimiento del
principio dispositivo y conforman un auténtico «derecho potestativo» del demandado, ya que han
de ser expresamente alegados por él.

▪ Hechos impeditivos y extintivos: Los hechos impeditivos y extintivos permiten su introducción por
cualquiera de las partes. Esto es debido a que el juez también puede fundar su sentencia en las
denominadas por la doctrina alemana «alegaciones equivalentes de las partes». De este modo, si de
la lectura de la demanda llega el juez a la conclusión de que el demandado pagó a su actor-acreedor,
le debe absolver en el fondo, aun cuando no hubiera hecho valer esta excepción. Pero si de la lectura
del relato fáctico de la demanda, resultara claro que el derecho ha prescrito y el demandado olvidó
invocar esta excepción en su escrito de contestación, no puede absolverse por esta causa.

1.2. La alegación jurídica


• Al igual que en la demanda, una vez expuestas las alegaciones de hecho, el demandado debe efectuar,
en un orden correlativo, las alegaciones de Derecho o fundamentos jurídicos, distinguiendo, a tal
efecto, los fundamentos procesales, de los fundamentos materiales (art. 399.4).

• También en la contestación a la demanda rige la máxima «iura novit Curia». Lo importante en la


contestación a la demanda ha de ser la introducción de los elementos de hecho, de los que el
tribunal pueda inferir la concurrencia de cada una de las excepciones. Así, en el caso de la prescripción,
lo que individualiza a esta excepción no es la invocación del pertinente precepto, de entre los
contenidos en los artículos 1966-1968 del Código Civil, que la individualiza, sino la narración fáctica
acerca de la fecha de nacimiento de la obligación («dies a quo» [día desde el que comienza a contar un plazo]),
sin que hayan existido por parte del acreedor actos de interrupción de la prescripción («dies ad quem»
[día hasta el que]) durante los plazos preestablecidos en tales normas civiles.

• No obstante, resulta aconsejable la invocación de las normas aplicables a las excepciones alegadas y
su jurisprudencia, tanto para persuadir al órgano judicial, como para facilitarle su labor en orden a la
individualización de los preceptos, procesales y materiales, que pueden ocasionar el éxito de la defensa
del demandado.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

2. EL «PETITUM»
• En el clásico «suplico» o «solicito» del escrito de contestación, el demandado pedirá del tribunal que se
le absuelva de la demanda interpuesta y se condene al demandado al pago de las costas procesales.
No obstante, esta última solicitud de pronunciamiento no es preceptiva, ya que el art. 394.1 LEC
consagra, como regla general, la teoría del vencimiento en costas.
• La alegación de otras peticiones distintas a la de la desestimación de la demanda (por ejemplo, la de la
declaración de un derecho o situación jurídica), pueden convertir a este acto de alegación en una
reconvención implícita.
• El «petitum» de la contestación ha de ser consecuente con la naturaleza de las excepciones invocadas:

▪ Si se han alegado exclusivamente excepciones procesales, se instará la inadmisión de la pretensión.


▪ Si lo que el demandado ha efectuado es una mera defensa negativa o ha aducido excepciones
materiales, solicitará la desestimación de la pretensión.

• En cuanto a los resquisitos formales, tal y como dispone el art. 405.1, el escrito de contestación
observará los requisitos de la demanda contenidos en el art. 399. Es decir, contendrá lo siguiente:

▪ Un encabezamiento.
▪ Una exposición, numerada y efectuada con claridad y precisión, de hechos y otra de fundamentos
de derecho.
▪ Finalizará con el «suplico» y los oportunos «otrosí».

• Si se incumplieran los requisitos anteriores, el LAJ podrá requerir su subsanación, de conformidad con
lo dispuesto en el art. 405.4 LEC que considera de aplicación dicho trámite contenido en el art. 404.2.2)
LEC.

III. LA «RECONVENCIÓN» [19F2]

1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO

A) CONCEPTO

• La reconvención es una nueva pretensión del demandado, yuxtapuesta a su escrito de contestación,


que crea en el actor, a su vez, la carga de ejercitar frente a la misma su derecho de defensa, asumiendo,
respecto a esta nueva pretensión el «rol» de demandado.

• El TS ha señalado que «la reconvención es una acción nueva que se interpone por el demandado y se
sustancia en el mismo proceso y decide en la misma sentencia que la acción ejercitada por el
demandante».

B) FUNDAMENTO

• El fundamento de la reconvención es el mismo que el de la acumulación de acciones. Se trata de un


fundamento de economía procesal, pues sería antieconómico, sobre todo para el demandado, que
tuviera que esperar a finalizar el procedimiento iniciado por el actor o incoar otro en paralelo, lo más
racional y menos oneroso es, por tanto, que en un solo procedimiento se diluciden ambas
pretensiones, tanto la del demandante como la de demandado.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

2. REQUISITOS

• Los requisitos de la reconvención pueden sistematizarse en objetivos, subjetivos y formales.

A) OBJETIVOS

• El requisito objetivo, que cualifica a la reconvención, consiste en la introducción de una nueva


pretensión en el escrito de contestación a la demanda. Como consecuencia de esta interposición,
se ocasiona una inversión de «roles» en el proceso, de tal suerte que el demandado se transforma en
actor y el actor en demandado. A este requisito se refiere el art. 406.1 LEC, al autorizar que «al contestar
a la demanda, el demandado podrá, por medio de reconvención, formular la pretensión o pretensiones
que crea que le competen respecto del demandante».

• Ahora bien, para que la reconvención sea procedente, es necesario que exista una conexión entre ella
y la contenida en la demanda y que la naturaleza de la competencia objetiva y del procedimiento lo
permitan.

a) La conexión de pretensiones

• A la conexión de pretensiones se refiere expresamente el segundo inciso del art. 406.1 LEC, al
establecer que «Sólo se admitirá reconvención si existiere conexión entre sus pretensiones y las
que sean objeto de la demanda principal».

▪ Conexión subjetiva (Identidad subjetiva): La reconvención exige que se dirija siempre contra el
actor originario y nunca contra terceros. Siempre ha de dirigirse contra el demandante.

▪ Conexión objetiva entre pretensiones: el art. 406.1 obliga a establecer un cierto nexo de afinidad
entre ellas, como podría ser que la demanda y la reconvención se hallen dentro de las relaciones
jurídicas habituales entre actor y demandado.

b) La competencia objetiva

• Tampoco es procedente la reconvención «cuando el Juzgado carezca de competencia objetiva


por razón de la materia o de la cuantía» (art. 406.2).
• De esta regla se exceptúan los asuntos que «por razón de la cuantía hayan de ventilarse en juicio
verbal», sobre los que sí se puede reconvenir en el juicio ordinario, (“el juez que puede lo más, puede
lo menos”) salvo en aquellos juicios verbales que sean procesos sumarios, donde no cabe
reconvención.

• Tampoco no pueden acumularse a una reconvención las pretensiones que «ratione materiae» deben
dilucidarse a través del juicio verbal y ello, porque habrán de sustanciarse a través del
correspondiente procedimiento especial o sumario, que tampoco es acumulable por prohibición
genérica del último inciso del art. 406.2 y expresa del art. 438.1, en todo lo relativo a la reconvención
de los procesos sumarios.
• La norma silencia el tratamiento de los presupuestos de la jurisdicción y de la competencia territorial,
presupuestos que también ha de cumplir el demandado y que son siempre vigilables de oficio. No
obstante, si el actor no opusiera la declinatoria y la competencia territorial no fuere imperativa, existirá
una sumisión tácita.

c) El procedimiento adecuado

• Tampoco se admitirá la reconvención «cuando la acción que se ejercite deba ventilarse en juicio de
diferente tipo o naturaleza». Cabe la reconvención de pretensiones que deban tramitarse a través de
los procedimientos ordinarios, incluida la del verbal al ordinario, salvo la de los sumarios a un ordinario.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

B) SUBJETIVOS

• La reconvención, en la medida en que supone el ejercicio de una pretensión por el demandado contra
el actor y una inversión de «roles» procesales, exige una identidad subjetiva entre ambos. Así lo ha
venido reconociendo la jurisprudencia, que niega el ejercicio de la reconvención frente a terceros. Si el
demandado quiere interponer una pretensión contra un tercero, que no ostente vínculo alguno con el
actor, habrá de presentar la pertinente demanda en otro proceso.

• Si existe una pluralidad de partes materiales o formales en la posición actora o demandada, cabe
diferenciar dos supuestos: litisconsorcio activo y litisconsorcio pasivo.

a) Litisconsorcio activo (art. 407.1 LEC)

• La reconvención podrá dirigirse también contra sujetos no demandantes, siempre que puedan
considerarse litisconsortes voluntarios o necesarios del actor reconvenido por su relación con el objeto
de la demanda reconvencional.

• Sin embargo, el precepto no autoriza dirigir la pretensión también contra otros codemandados que
pudieran ser, al propio tiempo, litisconsortes del actor, se exige que los litisconsortes lo sean «del actor
reconvenido por su relación con el objeto de la demanda reconvencional».

b) Litisconsorcio pasivo

• Los litisconsortes pasivos necesarios también pueden interponer la reconvención, pues, todos ellos
son demandados en el proceso en su calidad de partes necesarias, por cuanto a todos ellos se
extenderán los efectos de la cosa juzgada. No obstante debe destacarse que ni cabe la reconvención
de la reconvención, por lo tanto, el demandado reconviniente no puede convertirse, a su vez, en
reconvenido por el actor, ni cabe que los litisconsortes pasivos voluntarios o intervinientes adhesivos
simples ejerciten la reconvención.

• Por esta razón, tratándose de la polémica figura del interviniente litisconsorcial, no ha de existir
ninguna dificultad en admitir su reconvención. No obstante, si fuera un mero coadyuvante que tan sólo
tiene un interés en favorecer el éxito de la parte demandada, sin que ostente, por tanto, la titularidad
del derecho subjetivo material discutido en el proceso, no debiera la jurisprudencia admitir la validez
de una reconvención planteada con independencia de la parte principal, a la que ha de estar
subordinada.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

C) FORMALES ART. 406.3

• En ningún caso se considerará formulada reconvención en el escrito del demandado que finalice
solicitando su absolución respecto de la pretensión o pretensiones de la demanda principal.

• La reconvención habrá de yuxtaponerse al término de la redacción del escrito de contestación. La


forma de la reconvención, al contener una nueva pretensión, ha de ser la misma que la de la demanda
(art. 390). Asimismo, rige también en la reconvención la obligación de exhaustividad de «causas
petendi».
• Ha de reflejarse en la solicitud con claridad «la concreta tutela judicial que se pretende obtener», o, lo
que es lo mismo, ha de determinarse la pretensión, sin que pueda el demandado limitarse a solicitar
la desestimación de la demanda. Una vez presentada la reconvención, el LAJ dará traslado de ella al
actor, y, en su caso, a los demás litisconsortes, para que la contesten a la demanda en el plazo de veinte
días.
• En el juicio verbal la reconvención ha de plantearse con anterioridad a la vista, de tal suerte que el actor
pueda formular su contestación al menos en los diez días (art. 438.1). A continuación, el LAJ citará, en
el plazo de cinco días, de comparecencia a las partes, en la que se informará a las partes de la
posibilidad de recurrir a una negociación para intentar solucionar el conflicto, celebrándose la vista en
el plazo de 1 mes.

• La contestación a la reconvención tendrá la misma forma que el escrito de contestación a la demanda.


El actor asumirá la carga de negar y contradecir los hechos, puesto que, si no lo hiciere o efectuara
contestaciones evasivas, el juez (de conformidad con lo dispuesto en el art. 405.2), puede estimarlos
como admitidos por «ficta confessio».

3. LA ESTIMACIÓN DE LA RECONVENCIÓN

• Del mismo modo que la reconvención ha de ser explícita, también lo ha de ser la sentencia que la
resuelva. Así se encarga de señalarlo el art. 409, conforme al cual «las pretensiones que deduzca el
demandado en la contestación y, en su caso, en la reconvención, se sustanciarán y resolverán al propio
tiempo y en la misma forma que las que sean objeto de la demanda principal».

• Lo que viene a establecer el precepto es que, tratándose la reconvención de un fenómeno de


acumulación de pretensiones, deben resolverse todas ellas (tanto la de la demanda, como la de la
reconvención) en un solo procedimiento, si bien la sentencia tendrá tantos pronunciamientos como
pretensiones haya deducido, tanto el actor como el demandado.

• De conformidad con la nueva LEC, ni cabe la reconvención implícita, por prohibirla el art. 406.3, ni
resulta procedente la desestimación implícita en la sentencia, por vedarlo el art. 409, el cual viene a
dar cumplida cuenta de la necesidad de motivar las sentencias y de ser congruentes (art. 24.1 CE), tal
y como desde siempre ha proclamado la LEC (art. 218.1).

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

LEC. XVIII.- LA COMPARECENCIA PREVIA (I).


LA CONCILIACIÓN INTRAPROCESAL

I. LA «AUDIENCIA PRELIMINAR» O COMPARECENCIA PREVIA ARTÍCULOS 414 A 430


LEC

1. FUNDAMENTO Y FUNCIONES

• Las tres finalidades básicas de esta audiencia preliminar consisten en evitar el juicio oral (mediante
conciliación intraprocesal) ,de no ser posible esto, en preparar el juicio oral, esto es, eliminar del
proceso obstáculos procesales y fijar su objeto procesal para que la audiencia principal se pueda
desarrollar con unidad de acto.

• Los jueces de 1ª Instancia están obligados a presenciar las audiencias previas y a cumplir con todos y
cada uno de sus cometidos, que aparecen genéricamente descritos en el art. 414.1.II:

▪ El intento de una conciliación intraprocesal, Ni a la sociedad, ni a las partes, ni al Estado interesa,


por la carestía del proceso, que un litigio se dilate excesivamente en el tiempo.

▪ Es necesario purgar el proceso de presupuestos y excepciones procesales, ya que, en otro caso,


buena parte de la audiencia principal se dedicará a estas cuestiones con olvido de que su función
esencial consiste en descubrir la relación jurídico material debatida a fin de que pueda el juez otorgar
una tutela judicial «efectiva».

▪ Es imprescindible también fijar definitivamente el objeto procesal y el tema de la prueba en


orden a evitar situaciones de indefensión y a procurar que el juicio oral pueda desarrollarse sin la
entrada de objetos intempestivos, es decir, con unidad de acto.

2. CONCEPTO

A) CONCEPTO

• Se entiende por comparecencia previa la audiencia preliminar o previa a la vista principal, que ha de
practicarse en todo juicio ordinario, una vez contestada la demanda y, en su caso, la reconvención.

B) CONVOCATORIA

• El LAJ ha de convocar la audiencia previa dentro del tercer día siguiente a la finalización del plazo de
alegaciones y celebrarse, bajo la inmediación del juez, dentro de los veinte días siguientes a su
convocatoria (art. 414).

C) OBJETO

• Se pueda obtener una conciliación entre las partes (arts. 414-415).En cualquier otro caso, se
resuelvan los presupuestos y excepciones procesales (arts. 416- 425), se complemente y fijen los
hechos controvertidos (arts. 426 y 428) y su material probatorio (art. 427) y se decida sobre la
proposición y admisión de la prueba (art. 429).

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

3. PRESUPUESTOS

• La comparecencia ha de celebrarse en todos los juicios ordinarios, aun cuando no pueda


efectuarse una de sus funciones esenciales, que es la de conciliación, es decir es siempre
obligatoria.
• Esta fase exige la previa conclusión de la fase formal de alegaciones (presentación de la demanda
y su contestación y, en su caso, de la reconvención y excepciones afines del demandado y contestación
a ambas por el actor). No obstante, también en esta audiencia se pueden efectuar alegaciones
complementarias.

4. REQUISITOS

A) REQUISITOS SUBJETIVOS

a) El Juez: la obligación de inmediación judicial y el incre-


mento del principio de investigación

• Las vistas y comparecencias que tengan por objeto oír a las partes antes de dictar una resolución se
celebrarán siempre ante órgano judicial que conozca del asunto, bajo sanción de nulidad de pleno
derecho la infracción de esta obligación de inmediación judicial.

• En la comparecencia previa es necesario «oír a las partes»; a su vez, la comparecencia previa, culmina
con importantes «resoluciones», tales como la finalización anormal del proceso o la decisión sobre
presupuestos y excepciones procesales. Por este motivo, el titular del Juzgado, auxiliado del LAJ, ha de
presenciar siempre personalmente las comparecencias previas, sin que pueda delegar esta función en
ningún otro personal auxiliar o colaborador. No obstante, la intervención del LAJ (en ésta y en todas
las audiencias) no será preceptiva, si se procede a su grabación audiovisual (arts. 137.3 y 147).

• Esta obligación de inmediación judicial, se acrecienta, por los principios de investigación y del
examen de oficio de los presupuestos procesales que ha de efectuar el Juez.

1. Examen de oficio: Entran dentro de dicho examen de oficio los siguientes presupuestos procesales:

▪ La capacidad de las partes (art. 9), jurisdicción y competencia objetiva y territorial imperativa
▪ La subsanación del procedimiento inadecuado (art. 254.4) y de la acumulación de acciones en la
demanda (art. 73.4).
▪ La falta de postulación y de representación procesal (art. 414.2-4), conducción procesal y el
litisconsorcio necesario (art. 420.3).
▪ La litispendencia y la cosa juzgada (art. 421).
▪ El defecto en el modo de proponer la demanda (art. 424.2).

2. Intervención del juez: Además, ha de intervenir personalmente el juez para lo siguiente:

▪ Intentar una conciliación (art. 414 y 415).


▪ Formular «aclaraciones y precisiones» sobre los escritos de alegaciones (arts. 426.6).
▪ Obtener la fijación de los hechos controvertidos (art. 428.1).
▪ En otro caso, decidir sobre la elusión de la fase probatoria (art. 428.3), así como resolver acerca
de la admisión e incluso proposición de oficio de la prueba (art. 429).

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

b) La comparecencia de las partes materiales y formales

1. La genérica obligación de comparecencia


• El art. 414.2 LEC establece la obligatoriedad de la comparecencia de las partes a la audiencia previa al
juicio, entendiendo que se refiere a las partes materiales, los justiciables o sujetos que han de sufrir
los efectos de la sentencia, que han de concurrir personalmente asistidos con sus abogados.

2. La comparecencia del procurador y de la parte material


• No obstante, se permite la incomparecencia de la parte material, siempre y cuando otorgue a su
procurador «poder para renunciar, allanarse o transigir».

• En este sentido, tanto el allanamiento, como la renuncia o la transacción, al entrañar un poder de


disposición sobre el derecho subjetivo material, exigen que sean todos ellos actos personales y
expresos. Por este motivo, dicho poder debiera ser «especialísimo», es decir, posterior al nacimiento
del litigio y, en él, se debe facultar expresamente al procurador para poder transigir sobre el derecho,
bien o interés litigioso que se discute en el proceso. La insuficiencia de dicho poder es siempre sanable.
• Si la parte material comparece, no es necesaria la presencia del procurador. Así, su intervención
tan sólo es preceptiva cuando ostente el poder especialísimo para transigir.

• Si la parte material comparece, habrá de presenciar la totalidad de la comparecencia previa. No sólo


habrá de participar en la primera conciliación, contemplada en el art. 415, sino también en la segunda
conciliación, situada al término de la audiencia preliminar, en la que el art. 428 faculta al juez a dirigirse
a las partes materiales.

• De darse la incomparecencia de la parte material y comparecencia del procurador sin poder


especialísimo se les tendrá por no comparecidos a la audiencia».

• Los efectos de dicha incomparecencia se contemplan en el art. 414.3, de cuyo régimen puede
sintetizarse lo siguiente:

1. Derecho a la tutela: siempre que sea posible ha de permitirse la subsanación del poder.

2. No comparecencia de las dos partes: el juez dictará auto de sobreseimiento y el archivo de las
actuaciones (art. 414.3.I).
3. No comparecencia de la parte demandante: se decretará asimismo el sobreseimiento, a salvo
que el demandado acredite «interés legítimo» en la continuación del procedimiento.
4. No comparecencia de la parte demandada: el juez dispondrá, mediante resolución oral, la
celebración de la audiencia exclusivamente con el actor (inaudita parte demandada), pero no el
resto del procedimiento, ya que la simultánea comparecencia y contestación a la demanda impide
declarar su rebeldía.
• Los supuestos de incomparecencia de ambas partes o del actor se sancionan con el archivo del
procedimiento, por lo que nos encontramos ante un supuesto de «desistimiento tácito».

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

3. La comparecencia del Abogado


• El art. 414.4 también contempla y sanciona la conducta relativa a la incomparecencia del abogado de
cada una de las partes:

▪ No acude el abogado del demandante: se sobreseerá el proceso, salvo que el demandado alegue
interés legítimo en la continuación del procedimiento para que se dicte sentencia sobre el fondo.
▪ No acude el abogado del demandado: Si no compareciera el abogado del demandado la audiencia
se seguirá con el demandante en lo que resulte procedente.
• La nueva LEC ha impuesto la necesidad de intervención de los abogados de las partes en la audiencia
previa, como garantía de la efectividad de los derechos fundamentales a la tutela y de defensa. Ello
permite una interpretación desproporcionada, y, por ende, contraria al derecho a la tutela, consistente
en asociar mecánicamente la sanción de archivo a toda incomparecencia del abogado del actor.

• Si el letrado manifiesta la imposibilidad de comparecer en la audiencia previa por alguna de las


causas previstas en el art. 183, el juez debe suspender, mediante resolución oral, su celebración, todo
ello con independencia de la aplicación de las correcciones disciplinarias previstas en la ley.

B) REQUISITOS FORMALES

• La comparecencia previa está presidida por los principios de oralidad, inmediación, publicidad y
preclusión elástica. La vigencia de este último principio significa que si bien las funciones de la
audiencia previa han de asumirse de conformidad con un programa cronológico (así, en primer lugar,
la conciliación intraprocesal; en segundo, el examen ordenado de los presupuestos y excepciones; en
tercero, la fijación del objeto y segunda conciliación; en cuarto, la decisión sobre la prueba), está
sucesión temporal no es rígida, y por ejemplo, puede suceder que la potestad del juez de exhortar a
las partes a un acuerdo se pueda y deba realizar en principio y no al término de la audiencia (como
parece disponer el art. 428.2).
• La comparecencia previa, ha de grabarse en video, de modo que la intervención del LAJ “se limitará a
consignar, junto con los datos relativos al tiempo y lugar, las peticiones y propuestas de las partes y las
resoluciones que adopte el tribunal, así como las circunstancias e incidencias que no pudieran constar
en aquél soporte” (art. 146.2)

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

II. LA CONCILIACIÓN INTRAPROCESAL


• Para cumplir adecuadamente esta función de evitar juicios innecesarios, es preciso que las partes
descubran, mediante la interposición de la demanda y correlativa presentación de su contestación, sus
armas procesales y que el juez pueda tomar conocimiento exhaustivo del litigio. Por esta razón, la
conciliación permanece en nuestro ordenamiento como intraprocesal, habiéndose de practicar en la
comparecencia previa y más concretamente al inicio y al final de la misma, de modo que, en dicha
audiencia preliminar, existen en realidad dos intentos de conciliación: el primero, al inicio de la
audiencia; y el segundo y definitivo, a su término.

1. LA PRIMERA CONCILIACIÓN INTRAPROCESAL

• Una vez comparecidas las partes, el art. 415.1 LEC dispone que «el tribunal declarará abierto el acto y
comprobará si subsiste el litigio entre ellas». Para ello, el juez concederá la palabra a las partes (en
primer lugar, al demandante y después al demandado) y les preguntará «si han llegado a algún
acuerdo» o se muestran «dispuestas a concluirlo de inmediato» en cuyo caso «podrán desistir del
proceso o solicitar del tribunal que homologue lo acordado».

• Una de las finalidades primordiales de la comparecencia previa consiste en procurar un acuerdo o


avenencia entre las partes. Junto a la conciliación, la Ley 42/2015, establece que las partes de común
acuerdo podrán también solicitar la suspensión del proceso para someterse a mediación.

A) LA AUTOCOMPOSICIÓN VOLUNTARIA. LOS ACTOS DE DISPOSICIÓN

• La LEC contempla dos conciliaciones intraprocesales, al inicio y al término de la comparecencia previa:


▪ Primera conciliación intraprocesal: La primera conciliación intraprocesal se ubica al inicio de la
comparecencia previa. Es preceptiva, y en ella el Juez ha de limitarse a preguntar a las partes acerca
de la existencia o no de un acuerdo entre ellas.
▪ Segunda conciliación intraprocesal: La segunda conciliación intraprocesal se ubica al término de
la comparecencia previa, tiene caracter potestativo, ya que el tribunal es dueño de suscitarla o no,
pero, al propio tiempo, si el juez decide practicarla, es más activa, en la medida en que el juez debe
«exhortar» a las partes a la obtención del acuerdo.
• Transacción.Una vez abierta la comparecencia, su primer acto ha de consistir en comprobar si las
partes han podido poner término al litigio por alguno de los medios de finalización del procedimiento
así, el juez debe preguntar si existe dicho acuerdo. Si la respuesta fuera positiva examinará sus
presupuestos (capacidad de las partes, representación y objeto disponible) y homologará dicho
acuerdo con los efectos previstos en el art. 415.2. Este acuerdo reviste la forma de transacción judicial.
• Desistimiento.Naturalmente, también puede el actor desistir del procedimiento, tal en cuyo caso, el
juez habrá de dar traslado de dicho escrito de desistimiento al demandado para que manifieste su
conformidad u oposición, tal de modo que si el tribunal estimara el desistimiento dictará un auto de
sobreseimiento que no gozará de los efectos materiales de cosa juzgada.
• Renuncia. puede ocurrir que el actor renuncie a la demanda o el demandado se allane a la pretensión.
En este caso el juez debe examinar también los requisitos que condicionan la validez de tales actos,
tanto que la renuncia y el allanamiento sean personales, claros, concluyentes e inequívocos, expresos,
conscientes y previsibles y efectuados sin condicionamiento alguno y que recaigan sobre materias
disponibles y no puedan efectuarse en fraude de Ley.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

B) LA AUTOCOMPOSICIÓN PROVOCADA

a) Negociación de las partes

• Sin perjuicio del ejercicio de la posibilidad de conciliación, también puede ocurrir que, tras el turno de
intervenciones orales, las partes, aun no habiendo obtenido ningún acuerdo, comuniquen al juez que
se encuentran en negociaciones que permitan inferir su inminente adopción. En este supuesto, el juez
puede sugerir oralmente a las partes que insten la suspensión de la comparecencia previa o admitir
directamente esta solicitud «apud acta» para que concluyan tales negociaciones amistosas en el plazo
máximo de sesenta días (art. 19.4).

b) Pública reflexión del juez

• También podría suceder que, aun no existiendo voluntad de las partes para obtener un acuerdo, de la
lectura de las alegaciones en dicha comparecencia, escritas u orales, el juez deduzca que el conflicto
tiene fácil solución mediante la pública reflexión de determinados extremos de dichas alegaciones. Las
partes, siendo conscientes del fundamento de sus alegaciones, podrían llegar a efectuar concesiones
encaminadas a llegar a un acuerdo. Este caso es frecuente en los procesos de familia.

• En estos supuestos, el juez debe, con toda la prudencia y cuidado posible a fin de no perder su
imparcialidad, manifestar a las partes tales reflexiones, pero sin sugerir soluciones, pues la actividad
del juez no es la del «mediador», sino la del conciliador, y el art. 415, a diferencia del art. 428.2, no
autoriza al juez a ejercer un papel más activo.

c) Efectos

• El art. 415.2 tan sólo contempla la posibilidad de que las partes alcancen una transacción judicial, en
cuyo caso nos encontraremos ante un título de ejecución. No obstante, la comparecencia previa
también puede finalizar por cualquiera de los medios previstos en los artículos 19 y siguientes LEC
(renuncia, desistimiento, allanamiento, pérdida de objeto, etc.).

• Si no existiera acuerdo, ni posibilidad racional de alcanzarlo, el art. 415.3 dispone que «la audiencia
continuará según lo previsto en los artículos siguientes», que contemplan el examen de los
presupuestos y excepciones procesales.

2. LA SEGUNDA CONCILIACIÓN INTRAPROCESAL

• La segunda y última conciliación o, mejor, el segundo intento de conciliación procesal, tiene lugar al
término de la audiencia previa, una vez que se ha depurado al proceso de los obstáculos procesales,
se han complementado las alegaciones de las partes y fijado el objeto procesal.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

LEC. XIX.- LA COMPARECENCIA PREVIA (II).


LOS PRESUPUESTOS Y EXCEPCIONES PROCESALES

I. LA DEPURACIÓN DE LOS OBSTACULOS PROCESALES

1. FUNDAMENTO

• Otra de las funciones esenciales de la comparecencia previa consiste en limpiar al proceso de


obstáculos procesales. Con ello se pretende que se pueda acudir a la audiencia principal
exclusivamente para descubrir la relación jurídico material discutida, a fin de que el órgano judicial
pueda dictar una sentencia de fondo, que ponga fin, de una manera definitiva e irrevocable, al litigio.

2. DETERMINACIÓN DE LOS PRESUPUESTOS PROCESALES

• Para la determinación de las cuestiones procesales se utilizan dos criterios, uno negativo (art. 416.2) y
otro positivo (art. 416.1).

A) NEGATIVO

• En la audiencia, el demandado no podrá impugnar la falta de jurisdicción o de competencia del


tribunal, que hubo de proponer en forma de declinatoria…».
• Al amparo de la declinatoria de jurisdicción pueden evidenciarse la ausencia de los siguientes
presupuestos procesales:

1. Falta de Jurisdicción. que incluye la ausencia de jurisdicción de los tribunales españoles o


declinatoria internacional, así como la ausencia de jurisdicción de los tribunales civiles, por tener que
conocer del asunto otro orden jurisdiccional (art. 39).
2. Arbitraje: La sumisión del objeto a «arbitraje» (art. 63.1.I y 1.1 LA).
3. Competencia: La «competencia» objetiva (art. 49), funcional (art. 63.1.2) y la territorial (art. 63.1.II).

• En estos casos, la declinatoria hay que proponerla dentro de los diez primeros días del plazo para
contestar a la demanda, abriéndose un incidente suspensivo que ha de resolverse con arreglo a lo
dispuesto en los artículos 64-67, por lo que no pueden, en principio, discutirse en la comparecencia
previa, sino proponerse con anterioridad, dentro del primer plazo de diez días de contestación a la
demanda.

• Ahora bien, pudiera ocurrir, en la práctica forense, que el demandado no hubiera efectuado tal
denuncia en dicho primer plazo de alegación en el trámite de contestación, en ese caso, parece
razonable que tratándose de falta de jurisdicción o de competencia, al ocasionar tales vicios una
nulidad de pleno Derecho pueden ser evidenciados y examinados de oficio (art. 240.2 LOPJ) en
cualquier momento, incluso en la comparecencia previa.
• De dicha regla, hay que exceptuar la competencia territorial dispositiva y el arbitraje. La no oposición
del demandado, tan pronto como es emplazado, ocasiona una «sumisión tácita».

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

B) POSITIVO

• El criterio positivo es doble, lo indica el art. 416.1, de un lado, mediante un «listado» (el contenido en
las reglas 1ª a 5ª del citado precepto) y, de otro, una «cláusula general abierta», conforme a la cual el
tribunal ha de resolver en la comparecencia «cualesquiera circunstancias que impidan la válida
continuación y término del proceso mediante sentencia de fondo».

a) Listado

• El listado de presupuestos procesales que efectúa el art. 416.1 LEC no es exhaustivo. Así, pueden
examinarse la concurrencia de los siguientes presupuestos procesales:

1. «Falta de capacidad de los litigantes o de representación en cualquiera de sus clases».

2. «Cosa juzgada o litispendencia». Se contempla la cosa juzgada o litispendencia tanto nacional


como internacional, para lo cual el órgano judicial debe comprobar la concurrencia de las tres
«identidades».

3. «Falta de debido litisconsorcio». Sucede cuando una norma de Derecho material liga a todo un
conjunto de demandados de tal suerte que han de sufrir por igual los efectos materiales de la
sentencia. A este presupuesto se refiere expresamente el art. 420.

4. «Inadecuación del procedimiento». Este presupuesto está contemplado por los artículos 422 y
423.

5. «Defecto en el modo de proponer la demanda o la reconvención». Este presupuesto está


previsto en el art. 424.

b) Cláusula general abierta: la legitimación

• El listado contenido en el art. 416.1 LEC no contiene un número cerrado de presupuestos procesales,
sino que ha de completarse con lo dispuesto en el art. 416.1.I LEC, que faculta al juez a examinar
«cualesquiera circunstancias que puedan impedir la válida prosecución y término del proceso
mediante sentencia sobre el fondo». Al amparo de este precepto pueden dilucidarse los
presupuestos específicos de la demanda:

▪ La caducidad de la acción y cuantas excepciones procesales haya opuesto el demandado (art. 405.3).
▪ La reclamación previa (art. 120 Ley 30/1992).
▪ La acumulación de acciones y de pretensiones (art. 405, 419).
▪ Las cuestiones prejudiciales excluyentes necesarias (arts. 40.4 y 43).
▪ La de compromiso pendiente en el arbitraje, etc.
• La doctrina jurisprudencial mayoritaria es contraria a que, al amparo de esta cláusula general, pueda
discutirse la legitimación activa y pasiva, por cuanto la legitimación no es un obstáculo que impida la
«válida prosecución del proceso», sino un elemento de la fundamentación de la pretensión y, en cuanto
tal, pertenece al fondo y exige actividad probatoria. No obstante, a ello se exceptúa cuando estemos
ante una ausencia de capacidad de «conducción procesal», que debiera ser diferenciada de aquel
elemento de la fundamentación de la pretensión.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

3. EXAMEN DE OFICIO Y A INSTANCIA DE PARTE

• El art. 405.3 LEC establece la carga del demandado de alegar las excepciones procesales en su escrito
de contestación a la demanda.

• No obstante, la jurisprudencia admite que las excepciones procesales puedan ser aducidas «ex novo»
en la comparecencia previa. Ello se debe a que en estos últimos tiempos tales excepciones han pasado
a convertirse (bien por las reformas legislativas, bien por la propia jurisprudencia) en auténticos
presupuestos procesales, y, en cuanto tales, examinables de oficio en cualquier momento por el
órgano jurisdiccional. Así, en el momento actual todas las excepciones procesales, contempladas
explícita o implícitamente por el art. 416, permiten su examen de oficio, en este sentido lo son:

▪ La capacidad de las partes (art. 9).


▪ La jurisdicción.
▪ La competencia objetiva y territorial imperativa (art. 404).
▪ La subsanación del procedimiento inadecuado (art. 254.4) y de la acumulación de acciones en la
demanda (art. 73.4).
▪ La falta de postulación y de representación procesal (art. 414.2-4).
▪ El litisconsorcio necesario (art. 420.3).
▪ La litispendencia y la cosa juzgada (art. 421).
▪ El defecto en el modo de proponer la demanda (art. 424.2).

• De la anterior regla general debe exceptuarse la «declinatoria de jurisdicción», circunscrita a la


competencia territorial dispositiva, al arbitraje y relativamente a la excepción de «procedimiento
inadecuado», que es vigilable de oficio en el momento de admisión de la demanda, pero, una vez
admitida la demanda, tiene el demandado la carga de su alegación (art. 255), de tal suerte que, si no lo
hace, no podrá dilucidarse en la comparecencia previa.

• Asimismo, han de examinarse de oficio los presupuestos específicos de la demanda que condicionan
la validez de la misma:
▪ La falta de jurisdicción.
▪ Ausencia de competencia objetiva, funcional y territorial indisponible.
▪ Falta de capacidad para ser parte, de postulación y de conducción procesal y presupuestos especiales
del objeto procesal (autocomposición, reclam. previa, cauciones y requerimientos)
▪ El título en el retracto, alimentos legales y el del heredero en los juicios sucesorios.
▪ Documento de autoliquidación de tasas judiciales de las personas jurídicas.

• Por esta razón, y porque la comparecencia previa ha de estar destinada a evitar las sentencias
absolutorias en la instancia, el demandado debe denunciar su incumplimiento, aun cuando no lo haya
hecho en la demanda. En este sentido, el TS afirma que «las partes pueden aducir en dicha
comparecencia las excepciones procesales que sean pertinentes, cuando no lo hubieren hecho en sus
respectivos escritos rectores…».
• No obstante, y aun cuando lo deseable es que se diluciden en la comparecencia previa, si por la razón
que fuere, no se denunciaran en ella, el tribunal puede y debe también examinarlas en la sentencia.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

4. PROCEDIMIENTO

A) PRELACIÓN DE EXAMEN

• Descartada la consecución de conciliación el juez concede la palabra al demandado para que alegue lo
que estime conveniente, indicándole que exponga las alegaciones en el orden previsto en los artículos
418 y siguientes.

• Finalizadas las alegaciones orales del demandado, el Juez concederá la palabra al actor para que, a su
vez, informe acerca de la concurrencia de los presupuestos y requisitos procesales, cuya inobservancia
ha sido advertida por el demandado.

• No obstante, debido a que hoy tales excepciones procesales son, en realidad, presupuestos procesales,
con respecto a los cuales el juez tiene la obligación de su examen de oficio, una vez concluidas las
alegaciones de las partes, el juez debe sugerir, primero al demandado y después al demandante, que
le informen de la concurrencia de tales presupuestos sobre los que pueda mantener dudas acerca de
su observancia. Así, no se han dilucidado con anterioridad, el examen de oficio por el juez ha de seguir
el siguiente orden:

1. Examen de los presupuestos del órgano jurisdiccional: falta de jurisdicción y de competencia


objetiva o territorial indisponible.
2. Examen de los presupuestos específicos de la demanda, contemplados en el art. 403.
3. Examen de los presupuestos procesales de las partes, tales como la representación material, la
capacidad para ser parte, de actuación procesal y la de conducción procesal y la postulación
procesal.
4. Examen de la acumulación de acciones o de pretensiones (art. 419).
5. Examen del litisconsorcio necesario y, por afinidad, la falta de legitimación determinante de una
denegación del derecho a la tutela o de defensa (art. 420).
6. Examen de la litispendencia, la cosa juzgada y las excepciones análogas (art. 421).
7. Examen de la inadecuación del procedimiento, siempre y cuando el juez no le haya otorgado de
oficio la tramitación correspondiente (art. 254.1) o haya abierto el trámite de subsanación del art.
254.4 y se haya corregido el defecto y el demandado haya alegado expresamente esta excepción.
8. Examen del defecto en el modo de proponer la demanda (arts. 424) y análogas (art. 425).

B) RESOLUCIÓN

• La decisión sobre estas cuestiones ha de revestir la forma de Auto, que debe ser especialmente
motivado en la medida en que afecta al derecho a la tutela, ya en el caso de que sean insubsanables o
no se subsanen por la parte interesada, dicha resolución pondrá fin al proceso (art. 206.1.2ª).

• Por tanto, tratándose de la resolución de una cuestión o de varias, el juez debe, si mediante su
estimación ha de poner fin al procedimiento, dictar siempre un auto motivado de sobreseimiento. Con
independencia de su contenido, esta misma solución (la del auto motivado) ha de darse cuando el juez
deba resolver varias cuestiones procesales, en cuyo caso el art. 417.2 le concede, para dictarlo, un plazo
de cinco días siguientes a la audiencia.

• Contra dicho auto, la parte gravada podrá interponer recurso de apelación (art. 455.1).

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

II. LOS PRESUPUESTOS Y REQUISITOS PROCESALES ESPECÍFICOS

• Presupuestos y requisitos procesales específicos son los contemplados en los artículos 418 a 424 LEC
para diferenciarlos de las «excepciones análogas», previstas en el art. 425. Tales obstáculos procesales
son los siguientes: (1)Falta de capacidad y de representación (2)La acumulación de acciones. (3)El
litisconsorcio (4)La litispendencia y la cosa juzgada. (5)El procedimiento inadecuado. (6)La demanda
defectuosa.

1. LA FALTA DE CAPACIDAD Y DE REPRESENTACIÓN

• El art. 418 LEC contempla los defectos en la «capacidad o representación».

A) CAPACIDAD

• La LEC entiende por capacidad, tanto la capacidad para ser parte, como la de actuación procesal.
• De conformidad con lo dispuesto en el art. 9 LEC este presupuesto de las partes es vigilable de oficio
por el juez «en cualquier momento del proceso», por lo que no existe ningún obstáculo para que pueda
ser incluso evidenciada con anterioridad a la admisión de la demanda.

B) LA REPRESENTACIÓN

• En este estadio procesal, debe examinarse exclusivamente la representación material, pues la


representación procesal o a través de procurador habilitado para ello habrá sido examinada con
anterioridad, al inicio de la comparecencia previa, en la que ha de efectuarse la conciliación
intraprocesal.
• En aquellos supuestos en que la parte material accione como mandatario con poder especial y expreso
para actuar en nombre e interés del mandante, el juez debe examinar la suficiencia de dicho poder.
Del mismo modo, si no se hubiere examinado la exigencia de postulación procesal con anterioridad en
el mismo trámite del art. 414.2.

C) LA SUBSANACIÓN DE LOS PRESUPUESTOS DE LAS PARTES

• Los defectos que el juez advierta en la capacidad o en los poderes de representación, tanto materiales
como procesales, pueden y deben ser subsanados en la misma comparecencia previa o en «un
plazo no superior a diez días, con suspensión, entre tanto, de la audiencia» (art. 418.1).

• De este modo si el juez advirtiera que el menor no está debidamente representado, le ha de requerir
verbalmente a fin de que su legal representante le supla su incapacidad procesal y, en caso contrario
se le nombrará un «defensor judicial». Si se tratara de una persona jurídica, tras el examen de sus
estatutos y demás acuerdos sociales, requerirá verbalmente a la parte para que su legal representante
comparezca, en nombre de aquélla.

• No obstante, si una vez efectuada la advertencia verbal del incumplimiento de uno de los mencionados
requisitos, la parte incumpliera el requerimiento del juez o no subsanara el defecto en el referido
plazo de diez días, si la omisión fuera imputable al actor, dictará auto de sobreseimiento y si la
omisión fuera imputable al demandado «se le declarará en rebeldía, sin que de las actuaciones
que hubiese llevado a cabo quede constancia en autos» (art. 418.3).

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

2. LA ACUMULACIÓN DE ACCIONES

A) EXCEPCIÓN Y PRESUPUESTO PROCESAL

• Una vez despejados los presupuestos procesales de las partes, el art. 419 LEC dispone que, si el
demandante hubiera acumulado diversas acciones (pretensiones) y el demandado se hubiere opuesto
motivadamente a esta acumulación, «el tribunal resolverá oralmente sobre la procedencia y
admisibilidad de la acumulación».
• Al demandado le incumbe la carga de oponerse a la acumulación en su escrito de contestación
(art. 401), pero también el juez tiene la obligación, con anterioridad a decidir acerca de la admisión de
la demanda, de observar si se cumplen los presupuestos de la acumulación (la identidad subjetiva,
afinidad de procedimientos y compatibilidad de las pretensiones), debiendo requerir al actor para que
subsane los defectos advertidos con apercibimiento de archivo de la demanda (art. 73.4).

• Dado el carácter elásico de la preclusión tal y como se configura la acumulación de acciones, aunque
el demandado nada haya dicho en su escrito de contestación sobre este tema, en la comparecencia
previa puede oponerse a una indebida acumulación de pretensiones y el juez debe incluso proponerla
de oficio, aun cuando no lo haya hecho con anterioridad a su decisión sobre la admisión de la demanda.

• La acumulación de pretensiones puede efectuarla tanto el actor en su escrito de demanda, como el


demandado en la reconvención.

B) RESOLUCIÓN ORAL

• La resolución de los presupuestos de capacidad y representación, por originar una resolución definitiva
de finalización del procedimiento, han de revestir la forma de Auto y, en cuanto tal, escrito y motivado,

• En cambio, la resolución de la acumulación de pretensiones puede efectuarse mediante una resolución


oral al término de la comparecencia previa. En tal caso, se fundamentará el fallo y su motivación sucinta
(art. 210.1), pudiendo las partes manifestar su intención de no recurrir esta resolución (art. 210.2).

• No obstante, al no ser esta resolución «definitiva» (art. 455.1), en el sentido de que no cierra las puertas
al procedimiento, no parece que pueda caber, contra ella, recurso de apelación (art. 455.1).

• Resolución desestimatoria. Si la resolución fuera desestimatoria de la acumulación, continuará el


procedimiento exclusivamente con respecto a la pretensión principal (art. 419 in fine).
• Resolución favorable. Si la resolución fuera favorable, la pretensión acumulada se erigirá también en
objeto procesal, debiendo recaer también sobre ella la actividad probatoria y siendo objeto de
resolución, conjunta con la principal, en la sentencia.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

3. EL LITISCONSORCIO

A) ÁMBITO DE APLICACIÓN

• De todos los fenómenos de pluralidad de partes que se puedan suceder tanto en la posición actora,
como demandada, el art. 420 tan sólo contempla la del litisconsorcio pasivo necesario, en sus dos
modalidades, propio e impropio.

• En la comparecencia previa no se pueden plantear, pues, cuestiones relativas ni al litisconsorcio activo,


ni al voluntario ni la intervención de terceros.
• El litisconsorcio pasivo necesario se da cuando en la parte pasiva de la relación jurídico material se
encuentran una pluralidad de sujetos que han de ser llamados conjuntamente al proceso, porque
los efectos de cosa juzgada material de la futura sentencia se les van a extender a todos ellos por igual,
por lo que, a fin de que puedan ejercitar su derecho de defensa y de que no sean condenados sin haber
sido previamente oídos, hay que otorgarles todas las posibilidades de alegación, prueba e
impugnación.
• Si el demandante incumpliera esa carga procesal de dirigir contra todos ellos su demanda y obtener
su efectivo emplazamiento se expondrá a que, bien a instancia del demandado o incluso de oficio, el
tribunal declare mal constituida la «relación jurídico procesal» y dicte un auto de archivo al término
de la comparecencia previa o, lo que es peor, una Sentencia absolutoria en la instancia.

• A fin de evitar estas resoluciones absolutorias, de conformidad con la naturaleza saneadora de la


comparecencia previa, si el demandante no ha hecho uso de la ampliación subjetiva de la demanda
debe, en dicha comparecencia, depurar los problemas que puedan surgir de una indebida constitución
de la parte pasiva en el proceso.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

B) LA INTEGRACIÓN DEL LITISCONSORCIO A INSTANCIA DEL DEMANDADO

• Podemos distinguir dos llamadas:

▪ La llamada de los litisconsortes a instancia del demandado.


▪ La llamada de oficio por el propio órgano jurisdiccional.

• La denuncia del demandado de irregular constitución de la litis, por no haber sido demandados todos
los litisconsortes, ha de efectuarla en su escrito de contestación a la demanda, en la que tiene la carga
procesal de aducir las excepciones y cuantas alegaciones obsten a la válida prosecución del proceso.
• Si el demandado (o el actor en el caso de reconvención, art. 407) ha opuesto la excepción de «debido
litisconsorcio», el actor puede manifestar su conformidad o su oposición a dicha excepción.

a) Conformidad del actor

• En el supuesto de que el actor, tras la lectura de la contestación a la demanda, muestre su conformidad


a la excepción de litisconsorcio, el art. 420.1 le faculta a volver a redactar la demanda y presentarla,
junto con tantas copias cuantos litisconsortes existan, en el mismo momento de celebración de la
comparecencia previa.

• Ahora bien, este escrito de modificación de la demanda sólo cabe entenderlo como de modificación
subjetiva de la pretensión (art. 401.2) y no de ampliación, por cuanto una mutación objetiva
ocasionaría indefensión al demandado.

• Si el juez estimara procedente el litisconsorcio «lo declarará así, ordenando emplazar a los nuevos
demandados para que contesten a la demanda con suspensión de la audiencia» (art. 420.1). En tal
caso, la resolución será oral e inimpugnable por plena conformidad de ambas partes (art. 210). El
tribunal dictará providencia admitiendo las nuevas demandas y dará traslado de ellas a los nuevos
demandados para que la contesten en el plazo de veinte días (art. 420.3 y 404).

b) Oposición del actor

• Si el demandante no estuviera de acuerdo con la excepción de litisconsorcio necesario, el juez debe oír
a ambas partes en la audiencia preliminar sobre este extremo «y cuando la dificultad o complejidad
del asunto lo aconseje, podrá resolverlo mediante auto que deberá dictar en el plazo de cinco días
siguientes a la audiencia» (art. 420.2).
• De conformidad con la redacción de la norma parece que la resolución oral o escrita sobre esta
excepción se encuentra exclusivamente en función de la «dificultad o complejidad del asunto». A
nuestro juicio, junto a este criterio, debe incorporarse también el del contenido de la resolución.
▪ Resolución favorable. Si la resolución fuera favorable a la intervención de los litisconsortes, no ha
de existir ningún problema en que el juez dicte una resolución oral de estimación de la excepción.

▪ Resolución desfavorable. Si la resolución fuera desfavorable debe dictar un auto motivado. La


resolución en este caso, al incidir en el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva de los
litisconsortes excluidos, debe ser, por exigencias del principio de proporcionalidad, minuciosamente
motivada.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

C) LA INTEGRACIÓN DE OFICIO DE LITISCONSORCIO

• Aunque no lo prevea la norma de forma expresa, de conformidad con la jurisprudencia del TS, el
litisconsorcio también puede ser planteado de oficio por el tribunal, como ocurre actualmente con la
práctica totalidad de las excepciones procesales. En este caso, el juez debe oír a ambas partes (primero
al demandado y después al actor) y dictar la resolución que proceda, concediendo al actor el plazo que
estime oportuno para constituirlo, que no podrá ser inferior a diez días.

• La norma, por razones de economía, obliga al juez a decretar el emplazamiento de los nuevos
litisconsortes (arts. 420.3 y 404) «quedando entre tanto en suspenso, para el demandante y el
demandado iniciales, el curso de las actuaciones».

• Ahora bien, en el caso de que el demandante aprovechara esta circunstancia para efectuar, no sólo
una ampliación subjetiva, sino también objetiva de acciones (art. 401), el demandado originario tendría
legitimación para oponerse a esta segunda ampliación e instar la celebración de una segunda
comparecencia previa.
• Si el demandante incumpliera con su carga de redactar nuevas demandas dirigidas contra todos los
litisconsortes y no las presentara en el juzgado, junto con sus copias y documentos, en el indicado
plazo de diez días, el tribunal dictará auto de sobreseimiento del proceso (art. 420.4).

D) EL RESTABLECIMIENTO DEL LITISCONSORCIO

• Una vez apreciado por el tribunal, sea en la comparecencia previa, sea incluso en el trámite de
sentencia, el incumplimiento del presupuesto procesal del litisconsorcio, lo correcto no sería la
publicación de un auto o sentencia absolutoria en la instancia, sino la declaración de nulidad de
actuaciones y su retroacción a la comparecencia previa a fin de que se produzca el emplazamiento de
los litisconsortes, de conformidad con lo establecido en el art. 420.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

4. LA LITISPENDENCIA Y LA COSA JUZGADA

• La litispendencia participa de la misma naturaleza que la cosa juzgada. Por este motivo, el art. 421 LEC
somete ambos presupuestos procesales a idéntico tratamiento procedimental.
• Así pues, una vez examinados los presupuestos de las partes, si el demandado hubiera alegado alguna
de estas dos excepciones o tuviera el tribunal la fundada sospecha de que se está siguiendo un
procedimiento sobre el mismo objeto procesal o de que, sobre dicho objeto ha recaído ya una
sentencia firme, habrá de examinar, en la comparecencia previa, los presupuestos procesales de
litispendencia o de cosa juzgada.

A) REQUISITOS Y DISTINCIÓN CON FIGURAS AFINES

• Para que prosperen tales presupuestos, los objetos procesales de ambos procedimientos tengan
identidad entre las partes, las peticiones y su causa de pedir o fundamentación fáctica.
• Si entre los procedimientos o sentencias de contraste, lo que existe es una afinidad o conexión de
pretensiones, lo procedente no es plantear las referidas cuestiones de litispendencia o de cosa juzgada,
sino suscitar el correspondiente procedimiento de acumulación de autos o de procesos. De este modo:
▪ Si existe una sola pretensión planteada en ambos procedimientos procederá el planteamiento de la
litispendencia.
▪ Si existen varias pretensiones conexas, lo correcto será suscitar el incidente de acumulación de autos,
previsto en los artículos 74 y ss.
• IDENTIDAD OBJETIVA. Por identidad objetiva hay que entender la identidad entre las peticiones y
sus causas de pedir (o entre el fallo y su «ratio decidendi», en la cosa juzgada), sin que dicha identidad
pueda alcanzar a los efectos prejudiciales de la cosa juzgada o a lo que, de conformidad con la doctrina
del TS, hemos denominado litispendencia «impropia», contemplada en el art. 222.4 LEC.
• PREJUDICIALIDAD HOMOGÉNEA ACUMULACIÓN DE PROCESOS. La litispendencia impropia sucede
cuando, existiendo dos pretensiones, la determinación de una ha de conllevar la solución de la
otra, por cuanto, existiendo identidad subjetiva, una de ellas se convierte en «antecedente lógico»
de la otra. Pero, en tal caso, en realidad, no existe litispendencia de la primera pretensión frente a la
otra, sino, bien una «prejudicialidad» homogénea o civil (art. 43), bien un supuesto de acumulación de
procesos.
• ART. 421.1.II LEC. En base a lo anterior, no se sobreseerá el proceso en el caso de que el efecto de
una sentencia firme anterior haya de ser vinculante para el tribunal que está conociendo del
proceso posterior», prohibición que hay que extender también a la litispendencia entre dos
pretensiones prejudiciales, ya que este presupuesto procesal participa de la misma naturaleza que la
cosa juzgada.

B) PROCEDIMIENTO

• El juez debe conceder, en primer lugar, la palabra al demandado para que informe sobre los
presupuestos procesales, hayan sido o no tales «excepciones» planteadas en su escrito de contestación
a la demanda. Posteriormente, otorgará la palabra al actor y previo el examen de los testimonios de
la sentencia (cosa juzgada) o de los escritos de demanda y contestación (litispendencia) planteados en
otro anterior procedimiento, resolverá lo que estime pertinente.
• La resolución puede ser oral (art. 421.2) o escrita, mediante auto pronunciado dentro de los 10 días
posteriores a la audiencia (art. 421.3). Pero la resolución oral solo puede suceder cuando sea
«desestimatoria», en cuyo caso ordenará la reanudación de la comparecencia (art. 421.2). Si fuere
estimatoria, y debido a la circunstancia de que puede incidir en el derecho a la tutela judicial efectiva,
habrá de estar, por exigencias del principio de proporcionalidad, minuciosamente motivada en forma
de Auto de sobreseimiento. Asimismo, aun siendo desestimatoria, puede utilizar el juez esta última
solución escrita «cuando la dificultad o complejidad de las cuestiones suscitadas sobre litispendencia
o cosa juzgada asilo aconsejen» (art. 421.3).

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

5. EL PROCEDIMIENTO INADECUADO

A) RELEVANCIA

• Como se encargan de disponer los artículos 249 y 250 LEC, son dos los criterios para la determinación
del procedimiento adecuado: Ratione materiae (criterio cualitativo) y Ratione quantitatis, los
cuales vendrán a determinar si las relaciones jurídico materiales han de tramitarse con arreglo a las
normas del juicio ordinario o del juicio verbal.
• En virtud de este criterio cuantitativo (ratione quantitatis), las demandas cuya cuantía del bien
litigioso exceda de 6.000 euros habrán de dilucidarse a través de las reglas del juicio ordinario
(art. 249.2), en tanto que las que no excedan de dicho límite tendrán que tramitarse por las del juicio
verbal (art. 250.2).
• La determinación de la cuantía ostenta también singular importancia para el acceso a la casación, toda
vez que el art. 477.2.2º cifra en 600.000 euros de valor del bien litigioso la suma de gravamen necesaria
para admitir un recurso de casación.
• Por todas estas razones la determinación de la cuantía en el escrito de demanda reviste una singular
importancia. Esta fijación de cuantía, si no es impugnada por el demandado (art. 255), inadmitida por
el juez (art. 254.1.II y 4), ni consentida por ambas partes en la comparecencia previa (art. 422.1.II y 4) in
fine), queda definitivamente determinada, con independencia de las fluctuaciones que pueda
experimentar el valor del bien litigioso (art. 253.1.II).

B) NATURALEZA

• En perfecta coherencia con la existencia de los dos anteriores criterios, cuantitativo y cualitativo, para
la determinación del procedimiento adecuado, se contempla en la comparecencia previa de esta
excepción de procedimiento inadecuado «por razón de la cuantía» y «por razón de la materia».
• La excepción de procedimiento inadecuado ostenta en la nueva LEC una marcado carácter relativo:
▪ Por un lado, es un auténtico presupuesto procesal y, en cuanto tal, examinable de oficio por el juez
con anterioridad a la admisión de la demanda (art. 254.1.II y 4);
▪ No obstante, una vez admitida la demanda, precisa ser alegada expresamente por el demandado en
su escrito de contestación (arts. 255 y 405.3) a fin de que el juez pueda plantearla en la comparecencia
previa, lo que otorga a este requisito procesal también el carácter de «excepción procesal».

C) PROCEDIMIENTO

• Si el demandado hubiera impugnado, en su escrito de contestación, el procedimiento adecuado, (por


cuantía o materia), el juez escuchará, en primer lugar, a quien aduce la excepción, esto es, al
demandado y después al demandante.
• Si la discrepancia fuese con el valor de la cosa litigiosa o con el modo de calcular dicho valor:
▪ Si existiera mutua conformidad, el tribunal resolverá ateniéndose al acuerdo al que pudieran llegar
las partes respecto al valor de la cosa litigiosa» (art. 422.1). En esta materia, rige, pues, el principio
dispositivo, debiendo la resolución ser congruente con lo comúnmente aceptado por las partes.
▪ Si no existiera mutua conformidad, sino que la determinación de dicho valor fundara la
discrepancia entre las partes sobre el procedimiento, el tribunal resolverá lo procedente con
arreglo a «los documentos, informes y cualesquiera otros elementos útiles para calcular el valor, que
las partes hayan aportado» (art. 422.2).
• Si la discrepancia fuera «ratione materiae», «el tribunal podrá decidir motivadamente en el acto lo
que estime procedente». Es decir, no existe posibilidad de que las partes alcancen un negocio jurídico
procesal sobre el procedimiento adecuado, (dado que el objeto es indisponible) debiendo el tribunal
dictar resolución, bien confirmando el juicio ordinario, o la pretensión su cauce procedimental
adecuado.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

D) RESOLUCIÓN

• La resolución de este presupuesto/excepción procesal debiera contener exclusivamente alguna de


estas tres soluciones: La confirmación del juicio ordinario, la remisión al juicio verbal o la remisión
al procedimiento especial correspondiente.
• No obstante, tanto el art. 422.2.II como el art. 423.3, intercalan la solución del «sobreseimiento» del
procedimiento, cuando el juez compruebe que la demanda ha sido interpuesta fuera del plazo de
caducidad, exigida por una norma material.
• Excepción hecha de este deficiente paréntesis legal (ya que la caducidad de la acción nada tiene que ver
con el procedimiento adecuado), la solución de esta «excepción» procesal no puede ser otra, sino la
confirmación del juicio ordinario o la remisión de las actuaciones al procedimiento correspondiente.

• Si confirmara el juicio ordinario o, lo que es lo mismo, si desestimara esta excepción, «la audiencia
proseguirá para sus restantes finalidades» (art. 423.1).
• Si, por el contrario, el juez estimara este presupuesto/excepción procesal, reenviará el procedimiento
al adecuado, ya sea el juicio verbal o el procedimiento especial típico o específico correspondiente
(familia, división judicial de patrimonios y cambiario).
• Tanto si es estimatoria o desestimatoria, se trate de una impugnación por razón de la cuantía o de la
materia, en ambos casos puede dictarse en forma oral (arts. 422.1 y 2 y 423.1). Si la excepción
planteada es la de inadecuación del procedimiento por razón de la materia y «la complejidad del asunto
lo aconseja» podrá el tribunal reservar esta decisión, en forma de auto, que habrá de dictar dentro de
los cinco días posteriores a la audiencia, la cual proseguirá para sus restantes finalidades (art. 423.2).

6. LA DEMANDA DEFECTUOSA

A) NATURALEZA Y FUNDAMENTO

• La finalidad de la determinación del objeto procesal, con claridad y precisión es doble:

▪ De un lado, hay que reflejar con claridad y precisión la pretensión a fin de que el demandado pueda
contestarla con eficacia o, lo que es lo mismo, pueda ejercitar su derecho de defensa.

▪ De otro, dicha necesidad de claridad también reviste especial relevancia con respecto al tribunal,
que ha de satisfacer el derecho a la tutela del actor mediante una sentencia motivada y congruente
con la pretensión.
• De conformidad con este doble fundamento, la tradicional excepción dilatoria de «defecto en el modo
de proponer la demanda» se convierte, en virtud de lo dispuesto en el art. 424, en un requisito
procesal que participa, tanto de la naturaleza de las «excepciones», como de los «presupuestos
procesales».

• EXCEPCIÓN PROCESAL porque puede ser expresamente alegada por el demandado en su escrito de
contestación (art. 405.3), en cuyo caso el art. 424.1 dispone que será objeto de examen en la
comparecencia previa en la que el tribunal exigirá del actor las «aclaraciones y precisiones» necesarias
para que quede manifiestamente delimitada la pretensión y pueda el demandado debidamente
contestarla.
• PRESUPUESTO PROCESAL por cuanto el art. 424.1 expresamente faculta al tribunal a apreciarla «de
oficio» y a requerir al demandante tales «aclaraciones o precisiones» que posibiliten, en último término,
el cumplimiento de su obligación de congruencia.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

B) OBJETO

• La excepción de demanda defectuosa tan sólo producirá su efecto típico de ocasionar un auto
absolutorio en la instancia, si el demandante incumple su carga procesal de delimitar los elementos
esenciales de la pretensión, que son los siguientes:
▪ El elemento subjetivo, consistente en determinar las partes materiales.

▪ El elemento objetivo, que, a su vez, cabe desglosar en la exposición clara y precisa de la petición y
de su causa o fundamentación, la cual, en virtud de la tesis de la sustanciación de la demanda, que
secunda, tanto la LEC como la jurisprudencia, consiste en los hechos jurídicos que le sirven de
fundamento y no en su calificación jurídica, con respecto a la cual «iura novit Curia»,.

▪ El tribunal es dueño en su sentencia de aplicar a los hechos otros títulos jurídicos distintos a los
expresamente invocados por el actor en su escrito de demanda (art. 218.1.II).

C) PROCEDIMIENTO

• Si el juez, de oficio, o el demandado en su escrito de contestación pusieran de manifiesto el


incumplimiento de determinados requisitos formales de la demanda, (determinación de las partes con todos
sus presupuestos procesales (capacidad y postulación); la exposición clara y ordenada, en párrafos separados, tanto de
los hechos como de los fundamentos de derecho; la prueba documental y pericial que los acreditan; la determinación,
con la misma claridad y precisión de la petición.), debe instar al actor para que los corrija mediante la
realización de las oportunas modificaciones o rectificaciones de su escrito de demanda.

• El objeto de esta excepción se contrae a posibilitar la subsanación exclusivamente de los requisitos


formales de la demanda, o, en su caso, de la reconvención. Por tanto, no se puede, a través de este
cauce procesal subsanar, ni defectos materiales de la demanda (así, las aclaraciones sobre los hechos
afirmados) ni los vicios, materiales o formales, en los que pueda incurrir el escrito de contestación,
defectos todos ellos que pueden también ser subsanados, pero a través del procedimiento de
«aclaraciones complementarias» previsto en el art. 426.

• ACLARACIONES COMPLEMENTARIAS.Si el actor no subsana tales defectos, no por este solo hecho se
producirá el sobreseimiento del procedimiento, sino tan sólo cuando no puedan determinarse los
elementos esenciales de la pretensión. De este modo:

▪ Si alguna petición (por ejemplo, una solicitud declarativa o de condena) no se refleja en el tradicional
«suplico» de la demanda, pero ha quedado clara y precisamente reflejada en las alegaciones de
hecho o de Derecho, no debe el juez sobreseer el proceso.

▪ Lo mismo debe ocurrir si las alegaciones de hecho se han efectuado de una manera confusa,
mezclando los fundamentos de hecho con los de Derecho.

• DOCTRINA ANTIFORMALISTA. En todos los anteriores supuestos, ha de prevalecer la «doctrina


antiformalista» del TC sobre el derecho a la tutela, conforme a la cual no debe cerrarse al acceso al
proceso del demandante, siempre y cuando dicha exposición defectuosa no genere indefensión al
demandado, ni impida al tribunal cumplir con su obligación de congruencia.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

III. LAS EXCEPCIONES ANÁLOGAS


• Los presupuestos y excepciones procesales que se pueden dilucidar en la comparecencia previa no
son exclusivamente los contemplados en el «listado» previsto en el art. 416.1ª-5ª y desarrollado más
minuciosamente en los artículos 418-424, sino que también pueden examinarse «cualesquiera
circunstancias que puedan impedir la válida prosecución y término del proceso mediante
sentencia sobre el fondo» (cláusula genérica contenida en el punto 1 del art. 416 LEC).
• A todas estas «circunstancias procesales», que, sin estar previstas en los referidos, impiden una
sentencia de fondo o, lo que es lo mismo, su incumplimiento origina una «sentencia absolutoria en la
instancia», son a las que se refiere expresamente el art. 425, en cuya virtud la resolución de las
circunstancias procesales análogas «se acomodará (a) las reglas establecidas en estos preceptos».
• A modo ejemplificativo, pueden hacerse valer como excepciones análogas las siguientes:
▪ Los presupuestos específicos de la demanda contemplados en el art. 403 en relación con los artículos
264 y 266. No obstante tales prescripciones, la demanda hubiera sido admitida a trámite.
▪ La caducidad de la acción.
▪ La reclamación previa (art. 120 Ley 30/1992).
▪ La caución de arraigo (prácticamente desaparecida por los Convenios Internacionales).
▪ Las cuestiones prejudiciales excluyentes necesarias (arts. 40.4 y 43).
▪ La de compromiso pendiente en el arbitraje, etc.

• En el tratamiento procesal de todas estas circunstancias procesales análogas debe tenerse en cuenta
lo siguiente:

▪ La finalidad de la comparecencia previa, que es la de sanear el proceso de obstáculos procesales,


para lo cual debe el juez tener muy en cuenta que la práctica totalidad de las excepciones «dilatorias»
son hoy presupuestos procesales, con respecto a los cuales se impone su «examen de oficio».

▪ La doctrina del TC sobre el derecho a la tutela judicial efectiva, y de modo muy especial, la tesis sobre
la «proporcionalidad» en la limitación de los derechos fundamentales que ha de obligar al tribunal a
indagar sobre la existencia de «alternativas menos gravosas» para el derecho a la tutela que el cierre
del procedimiento.
• Dicho en otras palabras, la finalidad del legislador en el tratamiento también de estas excepciones
análogas ha de ser la de obtener la subsanación de todos los requisitos procesales antes de dictar
mecánicamente una resolución de sobreseimiento o de archivo de las actuaciones, o, lo que es peor,
deferir su conocimiento al trámite de sentencia con las siguientes dilaciones indebidas.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

LEC. XX.- LA COMPARECENCIA PREVIA (III). FIJACIÓN DEL OBJETO PROCE-


SAL Y ALEGACIONES COMPLEMENTARIAS

I. LA FIJACIÓN DEL OBJETO PROCESAL


• La comparecencia previa tiene una doble función: la de evitar el juicio oral y la de preparar el juicio
oral:
1. La de evitar el juicio oral mediante la conciliación intraprocesal.
2. Si la conciliación procesal no fuera posible, la audiencia preliminar está también destinada a
preparar el juicio oral, y (además de su función sanadora) para la fijación del objeto procesal.
Para ello se autoriza a las partes a modificar sus escritos de demanda y contestación a fin de que,
tanto la pretensión, como su defensa queden perfectamente delimitadas y asi poder ejercer su
derecho de defensa y a que el órgano judicial pueda cumplir, en la sentencia, con su obligación de
congruencia.
• Ahora bien, la modificación de tales escritos no puede ser ni arbitraria ni incondicionada. El art. 426
autoriza exclusivamente a efectuar actos de aclaración, de alegación complementaria y de nueva
alegación, con respecto a los cuales pueden las partes justificar tales alegaciones adicionales mediante
la pertinente prueba documental o pericial (art. 426.5).

1. LOS ACTOS DE ACLARACIÓN (426.2 Y 426.6)

• La aclaración del objeto procesal puede ser a instancia de parte y de oficio. En ambos casos, su
fin es, mediante alegaciones adicionales, a cumplir con la obligación de «esclarecimiento» y de
«complitud».
• Tanto el juez como las partes han de procurar que sean introducidas en el proceso todos los hechos
necesarios para determinar con exhaustividad y en términos inteligibles la relación jurídico material
debatida, en orden a que pueda el juez obtener el descubrimiento de la verdad material y otorgar la
razón, no sólo a quien la tiene dentro, sino también «fuera» del proceso.

A) A INSTANCIA DE PARTE

• Una vez finalizada la función saneadora de la comparecencia previa, el art. 426.2 faculta a las partes a
efectuar alguna «aclaración de sus alegaciones» o «rectificación de extremos secundarios de sus
pretensiones, siempre sin alterar éstas ni sus fundamentos».

a) Aclarar una alegación

• Por aclarar una alegación podemos entender la introducción de elementos fácticos o jurídicos,
adicionales y secundarios, que contribuyan a hacerla cognoscible o inteligible, tanto por el juez, como
por la parte contraria. Esta labor de esclarecimiento comprende la de aclarar conceptos oscuros o
suplir cualquier omisión de la demanda o de la contestación.

b) Rectificar extremos secundarios de las pretensiones

• Por rectificar extremos secundarios de las pretensiones podemos entender la adición, modificación o
supresión de elementos de hecho o de Derecho con la finalidad de alcanzar una mayor precisión en la
determinación de la pretensión y de su resistencia.
• En cualquier caso, los límites de esta facultad de las partes de aclaración o de rectificación de extremos
secundarios de las pretensiones no puede llegar a modificar el objeto litigioso o los elementos
esenciales de la pretensión, debiendo entenderse por tales conceptos, tanto la determinación de las
partes, como la petición y su «causa petendi» o hechos que la fundamentan. Lo que el precepto prohíbe
es una mutación esencial del objeto del proceso o prohibición de la «mutatio libelli».

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

c) Régimen probatorio

• Al actor incumbe la carga de probar los hechos constitutivos y al demandado los impeditivos,
extintivos y excluyentes.

B) DE OFICIO

• La labor de esclarecimiento y de rectificación de errores puede ser también suscitada de oficio


por el propio tribunal. El objeto de esta actividad de esclarecimiento se contrae exclusivamente a
los hechos, a los argumentos que las partes pueden efectuar sobre los hechos y los medios de prueba
alegados y no a los argumentos jurídicos, con respecto a los cuales «iura novit curia».

• Si dicha parte incumpliera el referido requerimiento judicial, el precepto dispone que el tribunal les
advertirá de que puede tenerlos por conformes con relación a los hechos y argumentos aducidos de
contrario. Ello establece la sanción a dicho incumplimiento mediante la «ficta confessio».

2. LOS ACTOS DE ALEGACIÓN COMPLEMENTARIA

• Con dicho término nos referimos a la introducción de elementos de hecho, no afirmados en los
escritos de demanda y contestación, pero conexos con ellos. Su justificación nace de la aportación
de datos al proceso, tras el conocimiento del acto inicial de alegación por la parte contraria.

• Serán autorizadas siempre y cuando se den las siguientes condiciones:

▪ En el caso de las «alegaciones complementarias» no debe producirse una alteración sustancial de


la pretensión, ni de sus fundamentos de hecho.

▪ En el caso de «petición accesoria o complementaria de las formuladas en sus escritos», la parte


contraria debe mostrar su conformidad o, en cualquier otro caso, el juez debe estimar que su
planteamiento no impide a la parte contraria ejercer su derecho de defensa en igualdad.

• Las alegaciones complementarias, contempladas en el punto 1 y en el punto 3 del art. 426, han de
estar sometidas a la observancia de los siguientes requisitos:

1. Han de versar sobre «hechos viejos» o conocidos en el momento de la formalización de la demanda


y del escrito de contestación.

2. Su pertinencia está sometida a la condición de que surjan «en relación con lo expuesto de contrario
en tanto que la incorporación de peticiones accesorias o complementarias está supeditada a la
conformidad del demandado o a que su entrada en el proceso no le genere indefensión.

3. Tan sólo pueden ser efectuadas por el demandante, siempre y cuando las provoquen las
alegaciones efectuadas por la contestación a la demanda, y nunca al revés (salvo posibilidad de
reconvención). No obstante, podrán formularse sin dicho condicionamiento, siempre y cuando se
encuentren conexas en una relación de subordinación con la pretensión principal (ej. Añadir
petición de intereses legales) y no originen indefensión al demandado. En este último supuesto, ha
de tratarse de nuevas peticiones y no de aclaración de las existentes, hay que hacerlas valer pro el
procedimiento de demanda defectuosa.

4. Tanto las alegaciones complementarias, como las nuevas peticiones no pueden generar indefensión
al demandado. No podrán modificar esencialmente la pretensión hasta el punto de transformar
alguno de sus elementos esenciales ni incorporar nuevas pretensiones (así, por ejemplo, la de
intereses «convencionales» a la pretensión principal) o, lo que es peor, transformar la pretensión (una
declarativa a otra de condena), tal y como quedó determinada en el escrito de demanda.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

3. LOS ACTOS DE NUEVA ALEGACIÓN

• El art. 426.4 faculta también a las partes para introducir en la comparecencia previa algún hecho de
relevancia para fundamentar las pretensiones» o cuando hubiese llegado a noticia de las partes alguno
anterior de esas características.
• La ampliación de hechos puede efectuarse mediante las siguientes formas:
▪ Mediante escrito presentado con anterioridad a la apertura del plazo para dictar sentencia. El LAJ ha
de dar traslado del escrito a la parte contraria (art. 286.1 y 2).
▪ Verbalmente en la audiencia previa, al amparo del art. 426.4, del que se levantará la oportuna acta.
▪ Al inicio de las sesiones de la audiencia principal (art. 433.1.II).
• El objeto de estos actos de nueva alegación son los hechos relevantes (que fundamentan las
respectivas pretensiones y resultan pertinentes con el tema de la prueba) y nuevos (que surgen con
posterioridad a los escritos de alegaciones) o viejos, pero desconocidos por la parte en el momento
de redactar su demanda o escrito de contestación.
• En este caso, sea el hecho nuevo o viejo, pero desconocido, puede la parte interesada, «ex» art. 426.4,
extenderlo a él en su escrito de demanda o de contestación dentro de la audiencia preliminar, sin
necesidad de redactar el escrito de ampliación de hechos, previsto en el art. 286.1, aunque igualmente
se ha de garantizar el contradictorio. Cuando esto suceda y la parte interesada alegue el nuevo hecho,
el juez debe conceder la palabra a la parte contraria a fin de que pueda manifestar su oposición
parecerle irrelevante o por no serle desconocido, por lo que debería haberlo incluido en su escrito de
alegación.
• En todos estos últimos supuestos, el juez denegará la entrada del hecho nuevo o desconocido a la
formación definitiva del objeto procesal, pudiendo incluso imponer a la parte que lo propuso la sanción
económica prevista en el art. 286.4.II, si apreciare, en su conducta procesal, mala fe o ánimo dilatorio
con la introducción de esta nueva alegación (art. 426.4.II).

II. LA IMPUGNACIÓN DE DOCUMENTOS


• En la comparecencia previa puede dilucidarse el incidente de impugnación de documentos.
• Las partes tienen la carga de incorporar, en sus escritos de demanda y de contestación todos los
documentos acreditativos del cumplimiento de los presupuestos procesales y de la fundamentación
de la pretensión (arts. 264-266). Esta carga procesal se encuentra sometida a una preclusión rígida,
de tal manera que los documentos que no se presenten incorporados a tales escritos, y salvo que se
encuentren en los supuestos contemplados en el art. 270, no podrán ser ya introducidos en el proceso.
• Ahora bien, podría ocurrir que habiéndose presentado tempestivamente un documento en tales
escritos de alegación, la parte contraria dude de su autenticidad. En este supuesto, podrá suscitar el
incidente de impugnación de documentos previsto en el art. 427 LEC.

1. CONCEPTO

• Se entiende por impugnación de un documento la negación de su autenticidad. Las partes no


están obligadas a presentar en el proceso los documentos originales, ya que dicha presentación, en
ocasiones, es imposible.Por esta razón, la parte contraria podría impugnar su autenticidad, bien por
motivos de índole material (dudas acerca de su contenido intrínseco) o formal (dudas en cuanto a su
autoria)
• Este trámite de impugnación de documentos ostenta un marcado carácter preclusivo, por cuanto, si la
parte interesada muestra su conformidad o no impugna expresamente el documento presentado por
la contraria, el tribunal habrá de estimar su validez formal y extender, sobre él, su valoración
probatoria.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

2. CLASES

• Al proceso civil pueden incorporarse tanto documentos públicos como privados. Por este motivo la
LEC distingue la impugnación de cada uno de ellos.

A) DOCUMENTOS PÚBLICOS

• La parte contraria puede impugnar la autenticidad de un documento público. En este caso, la


parte que ha aportado el documento tiene la carga de traer a los autos, si fuera posible, el «original,
copia o certificación del documento con los requisitos necesarios para que surta sus efectos
probatorios».

a) Impugnación de un documento de la demanda

• Si se hubiera impugnado un documento de la demanda, la carga procesal de aportación en autos del


original, copia o certificación del documento, sólo puede suceder cuando el demandado haya
impugnado expresamente, en su escrito de contestación, la copia del documento. En este caso el
actor deberá acudir a la comparecencia previa con el original o pertinente certificación.

• Ahora bien, si el demandado impugna el documento en la misma comparecencia previa, el juez deberá
de suspender la comparecencia y otorgar un plazo prudencial al actor a fin de que subsane este
requisito.

b) Impugnación de copia autenticada. La diligencia de


«cotejo»

• Tratándose de un documento público la carga de instar el cotejo corresponde a quien duda de su


autenticidad (pues, en la de los privados rige la regla contraria), quien lo impugna ha de «proponer
prueba acerca de su autenticidad».

• Si lo que se ha impugnado es la copia autenticada (por imposibilidad de traer a los autos el original), el
demandante habrá de indicar en la comparecencia previa (si no lo ha hecho, con anterioridad, en su
escrito de demanda), la oficina o protocolo en donde se encuentra su original. En este caso la
contraparte instará al juez que disponga que por el LAJ judicial se proceda a su «cotejo».

c) Impugnación por deficiencias en la elaboración de las


copias de los escritos de demanda y de contestación

• El tribunal podrá disponer la nulidad de actuaciones cuando la impugnación trajera como causa
deficiencias en la elaboración de las copias de los escritos de demanda y contestación (arts. 273 y ss.)
y siempre que su inexactitud afecte al derecho de defensa (art. 280).

d) Pago de costas y sanciones

• Si una vez practicada la diligencia de cotejo, resultara manifiesta la exactitud o autenticidad del
documento, la parte que lo ha impugnado habrá de satisfacer las costas, gastos y derechos de este
incidente. Además, si el tribunal estimara que la parte que lo impugnó, incurrió en una conducta
temeraria, debe imponerle la sanción económica prevista en el art. 320.3.

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

B) DOCUMENTOS PRIVADOS

• A diferencia de los documentos públicos, en los documentos privados, en materia de presentación de


documentos, la regla general es la de que deben aportarse los originales. Las copias de
documentos privados sólo pueden aportarse cuando el original no obre en poder de la parte
interesada. En este supuesto, si la contraparte manifiesta su conformidad o no impugna dicha copia,
tendrá la misma autenticidad que el original (art. 286). Pero, como esta posibilidad en la práctica
forense es muy remota, lo aconsejable será que la parte que sólo ostenta una mera copia pida del juez
que requiera a la contraparte su obligación de exhibición de documentos, prevista en el art. 256.1.1º.

• En cualquier caso, si se produce la impugnación de un documento privado, quien lo ha presentado


en juicio tiene la carga de instar del tribunal la diligencia de «cotejo pericial de letras o cualquier
otro medio de prueba» para acreditar la autenticidad material y formal del documento privado (art.
326.2.I).
• A diferencia de los documentos públicos, en los privados, la carga de demostrar su autenticidad
corresponde a quien los ha aportado al proceso.

• La diligencia de «cotejo de letras» se encuentra regulada en los artículos 349 y siguientes. Si de la


práctica de dicho cotejo o del medio de prueba adecuado se demostrara la autenticidad del
documento, el art. 326.2.II se remite a lo dispuesto en el art. 320.3 (condena en costas del incidente y,
en su caso, multa por temeridad).

III. LA COMPLEMENTACIÓN DE LA PRUEBA PERICIAL


• Otro fin de la comparecencia previa es la de depurar o integrar definitivamente la prueba pericial.

1. ÁMBITO DE APLICACIÓN

• La nueva LEC pone todo su acento en este aspecto en la designación privada de los peritos:
▪ Se permite la incorporación a la demanda de informes elaborados por profesionales de la
investigación privada, excepto que alguna de las partes haya instado la designación judicial del perito
en sus escritos de demanda o de contestación (art. 339.2).
▪ El art. 336 LEC establece, como momento preclusivo para la incorporación de los dictámenes
privados al proceso, el de los escritos de demanda y contestación, salvo que justifiquen que no
pueden demorar la presentación de tales informes en sus respectivos escritos de alegación, asi,
determinarán en ellos los dictámenes de los que pretendan valerse, los cuales serán introducidos
al procedimiento con anterioridad a la celebración de la comparecencia previa (art. 337.1).
• En la comparecencia previa es cuando la parte contraria puede manifestar lo que estime conveniente
acerca de la admisión, contradicción o ampliación del informe presentado (art. 427.2).

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

2. LA PRUEBA PERICIAL DE LAS ALEGACIONES COMPLEMENTARIAS

• Pese al tenor literal del art. 427.3 LEC, la posibilidad de presentación de dictámenes periciales hay que
entenderla extensiva a todo supuesto de aclaración, alegación complementaria o afirmación de
hechos nuevos o desconocidos, contemplados en el art. 426.
• En este supuesto, la parte interesada podrá aportar el dictamen en el plazo de al menos dentro de los
«cinco días de antelación a la celebración del juicio» o vista principal. Se trata de un plazo máximo, por
lo que nada impide que el informe pericial pueda aportarse incluso en la propia comparecencia previa.
• No obstante, si la parte deseara, en vez de dicho dictamen pericial, la designación judicial de un perito,
el art. 427.4 le faculta a solicitarlo al tribunal en la misma audiencia o dentro de los diez días siguientes.
• Esta designación judicial se efectuará con arreglo a las disposiciones comunes (arts. 339 y ss.), pero
queda sometida al cumplimiento de los siguientes requisitos:
a) A que el tribunal estime la prueba «pertinente y útil».
b) A que ambas partes se manifiesten conformes con el objeto de la pericia.
c) Que la misma conformidad exista en la aceptación del dictamen del perito que el tribunal nombre.

IV. LA FIJACIÓN DE LOS HECHOS, SEGUNDA CONCILIACIÓN Y SENTENCIA INMEDIATA


1. LA FIJACIÓN DE HECHOS CONTROVERTIDOS

• Tras la fijación definitiva del objeto procesal mediante las aclaraciones, alegaciones complementarias
y afirmación de nuevos hechos o desconocidos, el art. 428.1 faculta a las partes para que, junto con el
tribunal, «fijen los hechos sobre los que exista conformidad y disconformidad de los litigantes».
• Esta función está actualmente destinada a fijar el tema de la prueba y a posibilitar una sentencia
inmediata, en el supuesto de que no existan hechos controvertidos, quedando obligado el tribunal a
preguntar a las partes sobre qué hechos existe o no conformidad.

A) LAS PARTES O SUS DEFENSORES

• Los destinatarios de esta actividad de fijación de hechos son «las partes o sus defensores». No obstante
la disyuntiva «o» utilizada por la norma, el juez no debe preguntar indistintamente a uno u otro, sino
exclusivamente a los abogados o, en último término, a la parte, asistida de su Abogado.

B) EL TRIBUNAL

• Las partes no son las únicas protagonistas de esta labor de fijación fáctica, sino también el propio
tribunal, que se configura como «director del proceso» (y no como el «convidado de piedra» de la LEC
1881). Asi, el juez debe, teniendo a la vista la totalidad de los escritos de ir preguntando, según el orden
correlativo de la exposición de hechos contenidos en los escritos de demanda y de contestación,
primero al demandante y después al demandado, si se manifiestan o no conformes con cada uno de
los hechos afirmados en sus respectivos escritos de alegaciones.

C) LOS HECHOS Y NO LOS FUNDAMENTOS DE DERECHO

• El objeto de esta función de fijación son única y exclusivamente «los hechos» y no los fundamentos de
Derecho. Sin embargo, tratándose de pretensiones constitutivas es imposible escindir los hechos de
los fundamentos de Derecho, pues, en tal caso, rige la doctrina contraria, la de la «individualización»
de la demanda.

• Pero, incluso en tales casos, el juez debe rehuir de la utilización de conceptos jurídicos que podrían
predeterminar el fallo y aparentar, frente a la sociedad y en esta fase, una pérdida de su imparcialidad
«objetiva».

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

2. LA SEGUNDA CONCILIACIÓN INTRAPROCESAL

• Una vez fijados los hechos el tribunal podrá exhortar a las partes o a sus representantes y a sus
Abogados para que lleguen a un acuerdo que ponga fin al litigio.

• La nueva LEC otorga al tribunal una segunda posibilidad «activa» de conciliación intraprocesal al
término de la comparecencia previa. La ubicación de esta segunda conciliación al término de la
audiencia preliminar.

• En este supuesto, el juez debe exhortar a las partes a una conciliación:


▪ Es el juez, quien, tras la realización de la comparecencia, se encuentra en condiciones de valorar la
pertenencia o no de este «requerimiento», no siendo preceptivo, sino potestativo.

▪ No obstante, el vocablo utilizado «exhortarános indica que, a diferencia de la primera conciliación


del art. 415, es ésta una conciliación en la que el juez tiene un «rol» más activo. Si el juez es consciente
de que el litigio tiene una fácil solución, debe, de una manera objetiva y sin perder su imparcialidad,
hacérselo saber a las partes a fin de que ellas mismas se atengan a las consecuencias y decidan sobre
la continuación o no del procedimiento.

• Dicho acuerdo puede obtenerse en los siguientes momentos:


▪ En la misma comparecencia previa. En este caso, el juez examinará los presupuestos formales
requeridos por el art. 415.1.III y homologará judicialmente el acuerdo alcanzado.

▪ Posteriormente, pudiendo el tribunal disponer la suspensión, si tiene la convicción de que necesitan


un tiempo para que, a través de la actividad de mediación entre ellas, puedan obtener dicha solución
amistosa. En este caso, el juez podrá decretar la suspensión del procedimiento.

3. LA SENTENCIA INMEDIATA

• Dispone el art. 428.3 que, si las partes no hubieran alcanzado un acuerdo, pero hubieran manifestado
su conformidad con los hechos y su discrepancia fuera meramente jurídica, «el tribunal dictará
sentencia dentro de 20 días a partir del siguiente al de la terminación de la audiencia».

• Con la nueva LEC, si existen hechos controvertidos, el tribunal dispondrá necesariamente al apertura
de la audiencia principal, la hayan instado o no las partes, de tal manera que la sentencia inmediata
tan sólo puede suceder cuando exista plena y total conformidad con los hechos aducidos por las
partes.
• Si existiera total conformidad, es evidente que no existirá tema de prueba, ya que esta actividad tan
sólo puede recaer sobre hechos controvertidos, razón por la que el art. 428.3 permite al tribunal obviar
una innecesaria audiencia principal y dictar, sin más trámites y en el indicado plazo, una sentencia en
la que aplicará el Derecho pertinente, de conformidad con el aforismo romano «iura novit Curia»,
sancionado por el art. 218.1.II.

• También dictará sentencia inmediata, si la única prueba a examinar fuera la documental o los informes
periciales (429.8)

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5ª PARTE – LOS ACTOS DE ALEGACIÓN

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

LEC. XXI.- LA PRUEBA (I): CONCEPTO, CARÁCTERRES,


REGULACIÓN LEGAL Y OBJETO

I. CONCEPTO
• De difícil concreción, la doctrina procesal se muestra acorde en que se trata de un concepto
multívoco, que designa diversas significaciones de acuerdo con la finalidad que se le atribuye en el
proceso, es decir, tanto la demostración «material» de los hechos según ocurrieron, como el
establecimiento «formal» de los mismos para la resolución del litigio.

• Para la doctrina la prueba es una actividad procesal que desarrollan las partes con el Tribunal
para llevar al juez a la convicción de la verdad de una afirmación o para fijarla a los efectos del
proceso.

▪ Convencer al juzgador: la finalidad de la prueba consiste en convencer al juzgador sobre la


veracidad de los hechos controvertidos y que fundamentan las respectivas pretensiones y
resistencias.

▪ Elemento fundamental del proceso: De la prueba practicada en el proceso dependerá que el juez
obtenga la evidencia de los hechos controvertidos, que condicionan la aplicación de la norma cuya
consecuencia jurídica invocan las partes.

II. CARACTERES

1. LA PRUEBA COMO ACTIVIDAD PROCESAL

• El problema tradicional de la naturaleza jurídica de la prueba giraba alrededor de la aparente dicotomía


entre su carácter material y procesal.
• La LEC 1/2000 ha puesto fin a esta discusión entre el carácter material o procesal de la prueba,
principalmente por los siguientes motivos:
▪ Porque regula la prueba en su articulado con visos de generalidad y con «deseable unicidad y
claridad».
▪ Porque deroga la práctica totalidad de los preceptos que el del Código Civil dedicaba a la prueba «De
las obligaciones». Sólo subsisten los artículos dedicados a los documentos públicos notariales y los
documentos privados.

2. LA PRUEBA Y LOS PRINCIPIOS DE APORTACIÓN E INVESTIGACIÓN

A) PRINCIPIO DE APORTACIÓN

• La LEC ha reforzado la vigencia del principio de aportación respecto del material probatorio. Así se
desprende de lo dispuesto en los arts. 216 («Los Tribunales civiles decidirán los asuntos en virtud de
las aportaciones de hechos, pruebas y pretensiones de las partes, excepto cuando la ley disponga otra
cosa en casos especiales»), y 282 («Las pruebas se practicarán a instancia de parte»).
• Consiguientemente, el Tribunal apenas está facultado para ordenar la práctica de medios de prueba
de oficio (sólo en los procesos especiales de Libro IV, art. 752).

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

B) PRINCIPIO DE INVESTIGACIÓN

• El legislador sólo permite una tímida presencia del principio de investigación probatoria en dos
preceptos:
1. El primero es el art. 429.1, relativo al juicio ordinario (aunque también es aplicable al juicio verbal),
que consagra la obligación judicial de indicación probatoria, esto es, faculta al juzgador a poder
indicar las insuficiencias probatorias de las partes en el momento de la proposición de los medios
de prueba, indicado otros cuya práctica considera conveniente. Sin embargo, el Juez carece del
poder para acordar los medios de prueba que considera pertinentes, puesto que son las partes las
encargadas de asumir o no tal sugerencia o «tesis probatoria»
2. El último precepto es el apartado segundo del art. 435, que regula la prueba de oficio en las
diligencias finales, pero con un objeto tan limitado, que prácticamente se convierte en anecdótica.

III. REGULACIÓN LEGAL (DE LA PRUEBA)


• La LEC regula las disposiciones generales y los medios de prueba, respectivamente en los Capítulos V
y VI del Título I del Libro II:

▪ El Capítulo V se divide en cuatro secciones relativas al objeto, necesidad e iniciativa de la prueba;


a la proposición y admisión; a otras disposiciones generales sobre la práctica de la prueba y a la
anticipación y aseguramiento de la prueba.

▪ El Capítulo VI se divide en nueve secciones en las que se estudian los distintos medios de prueba y
su práctica, concretamente el interrogatorio de las partes; la documental pública y privada; el
dictamen de peritos; el reconocimiento judicial; el interrogatorio de testigos; los modernos medios
de prueba y las presunciones legales y judiciales.

• Sin embargo, no toda la regulación sobre la prueba se encuentra en los citados capítulos V y VI, sino
que existen otras muchas normas probatorias dispersas a lo largo de la Ley que han de ser tenidas en
consideración.

IV. OBJETO

1. CONCEPTO

• La doctrina de forma prácticamente unánime identifica el objeto o tema de la prueba (thema probandi)
con las afirmaciones realizadas por las partes sobre los hechos controvertidos y, excepcionalmente,
sobre normas jurídicas, que deben verificarse. De esta definición debemos destacar dos notas:

o Las «afirmaciones» realizadas por las partes en relación con esos hechos y tales normas. Los
hechos existen con independencia de su introducción procesal, de ahí que sólo puedan probarse
los juicios valorativos sobre los mismos.

o Relación existente entre el objeto de la prueba y el contenido de las alegaciones procesales.


En ambos casos, existen afirmaciones fácticas y jurídicas realizadas por las partes en un
determinado proceso.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

2. LAS AFIRMACIONES FÁCTICAS

• Afirmaciones sobre hechos + normas jurídicas. Norma general a todo proceso es que el objeto de
la prueba se encuentra formado por afirmaciones sobre hechos y no por normas jurídicas, ya que éstas
han de ser conocidas por el juez (iura novit curia). No obstante, esta afirmación ha de matizarse, ya
que también es necesario invocar y probar determinadas normas jurídicas.

• Hechos controvertidos. Además, no todo hecho alegado por las partes pertenece al objeto de la
prueba, sólo podrán probarse los hechos controvertidos que sean pertinentes, útiles y lícitos por lo
que excluye los admitidos por las partes y los discutidos, pero irrelevantes.

• Hechos de notorio conocimiento. Del mismo modo, razones de economía procesal excluyen la
necesidad de acreditar los hechos de notorio conocimiento y los amparados por presunciones legales.

A) LA DISCONFORMIDAD

• La controversia fáctica, es decir, la existencia de disconformidad o duda en las afirmaciones de


las partes, es el primer elemento que ha de constatar el juez al resolver la apertura del
procedimiento probatorio. Para ello, habrá de contrastar los hechos expuestos en los escritos
alegatorios con los señalados por las partes como objeto de la actividad probatoria en la audiencia
previa del juicio ordinario o en la vista del juicio verbal. El estudio de este análisis dará como resultado
una resolución de admisión o inadmisión del recibimiento del pleito a prueba.

• Para el Tribunal es clave para el análisis tanto la intervención del demandante o actor, al exponer «de
forma ordenada y clara» los hechos de su escrito de demanda como la intervención del demandado,
al admitir o negar dichos hechos en su escrito de contestación, para facilitar su tarea, la LEC establece:

1. Carga procesal del actor de exponer ordenada y claramente los hechos de la demanda para
facilitar su admisión o negación por el demandado al contestar. La consecuencia jurídica del
incumplimiento de esa carga es la posibilidad del demandado de oponer en su contestación la falta
de claridad o manifiesto dicha falta de claridad. Si no atendiera a tales peticiones, el juzgador podrá
sobreseer el pleito cuando no sea posible «en absoluto» determinar en qué consisten sus
pretensiones.

2. Carga procesal del demandado de admitir o negar los hechos del demandante en su escrito de
demanda, así como de exponer los hechos impeditivos, extintivos y excluyentes con la misma
claridad y orden. Si el demandado incumple esa carga procesal podrá sufrir el perjuicio consistente
en la ficta confessio, es decir, en la facultad judicial de interpretar el silencio o las respuestas
evasivas como admisión tácita de los hechos que le sean perjudiciales.

3. Requerimiento del Tribunal. Finalmente, en la audiencia previa (y también en la vista del juicio
verbal) el Tribunal puede requerir a las partes para que aclaren o precisen los hechos alegados,
advirtiendo que, en caso de no atender a su petición, puede tenerlos por conformes «en relación a
los hechos y argumentos aducidos de contrario» (arts. 426.6 LEC).

• Por tanto, el Tribunal está vinculado por las afirmaciones fácticas respecto de las cuales las partes
muestren su «conformidad» y por las afirmaciones sobre hechos admitidos por la parte a la que
perjudican.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

B) LA PERTINENCIA

• El requisito de la pertinencia del thema probandi, y su relación con los hechos en que las partes basan
sus pretensiones y resistencias, se encuentra expresamente recogido en los siguientes artículos:

o 283.1 LEC. No deberá admitirse ninguna prueba que, por no guardar relación con lo que sea objeto
del proceso, haya de considerarse impertinente.
o 24.1 CE prohibición de indefensión, aquí, de la parte que propone el concreto medio probatorio.
o 24.2 CE derecho fundamental de todos a «utilizar los medios de prueba pertinentes para su
defensa».

• En este sentido, el TC define la pertenencia como la necesaria relación entre los medios propuestos
y el objeto procesal. Para que el Juez reciba a prueba el pleito y admita los medios probatorios
propuestos es necesario que la parte solicitante le convenza de la existencia de una «relevante»
conexión entre el hecho objeto de la prueba y su pretensión, ya que, de lo contrario, inadmitirá tal
solicitud.
• Por tanto, el derecho a la utilización de los medios de prueba «pertinentes» no priva al juzgador de su
facultad de enjuiciar la pertinencia de las pruebas en relación con el thema decidendi, es decir, no
configura una especie de «derecho absoluto e incondicionado» de las partes a que se practiquen
«todas» las pruebas por ellas propuestas, sino tan sólo las que estén dirigidas a esclarecer los puntos
controvertidos de las pretensiones o resistencias conforme lo previsto en la legislación procesal.

• De la jurisprudencia del TC se desprende la clara relación que existe entre la «trascendencia» y la


«pertinencia» del hecho objeto de prueba, pues uno y otro elementos son exigidos como partes
integrantes del derecho fundamental a la prueba, en relación con el derecho de defensa.

• Considera el TC que el consiguiente deber del órgano jurisdiccional de recibir el pleito a prueba y de
admitir los medios propuestos por las partes cuando siendo solicitados en el momento y en la forma
procesalmente oportunos resulte irrazonable privarles de «los hechos decisivos para su pretensión».

• Por tanto, la resolución jurisdiccional que inadmita el pleito a prueba, por considerar que no existe
tema de la prueba, o que desestime el medio probatorio propuesto, al afectar a un derecho
fundamental, ha de ser especialmente cautelosa al exponer la razón de tal exclusión.

C) LA UTILIDAD

• El art. 283.2 regula la necesidad de que el hecho objeto de prueba sea «útil», es decir, que contribuya
al esclarecimiento de los hechos controvertidos «según reglas y criterios razonables y seguros». Por
tanto, la utilidad de la prueba se refiere a aquella actividad que, según la experiencia, puede
razonablemente esperarse que logrará el resultado apetecido, por existir una clara adecuación entre
el medio propuesto y el fin a conseguir.

• Lo interesante de este requisito es su diferenciación con la pertinencia y la trascendencia, en especial


para aquellos casos en los que es conveniente rechazar el medio de prueba solicitado, no por
impertinente, sino por inútil (por ejemplo, la proposición de un excesivo número de iguales medios
probatorios.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

D) LA LICITUD DE SU OBTENCIÓN

• La LEC (Art. 283.3) afirma con rotundidad la imposibilidad de admitir como prueba (y, por tanto, como
hecho objeto de la misma) «cualquier actividad prohibida por la ley», a la vez que regula en su art. 287.
el tratamiento procesal de la alegación y prueba de los medios de prueba obtenidos con vulneración
de los derechos fundamentales, de manera que la parte afectada por la ilicitud probatoria tiene la
carga de poner de manifiesto este extremo «de inmediato».

• Los dos anteriores preceptos están inspirados en el art. 11.1 LOPJ, norma que obliga a considerar
dichas pruebas de valoración «prohibida»

• La actividad probatoria consistirá en acreditar que la fuente (la declaración de una de las partes
plasmada en un documento bajo coacción o amenaza o el documento obtenido contra la voluntad del
recurrente, violentando su libertad y propiedad) o/y el medio de prueba (la documental, las grabaciones de
imágenes y sonidos, etc.) han sido obtenidos vulnerando derechos fundamentales (secreto de las
comunicaciones en grabaciones obtenidas sin la autorización de su titular; intimidad del demandado
en las imágenes y sonido conseguidas por un investigador privado en el domicilio de aquél...).

• Esta cuestión ha de resolverse con audiencia de las partes y con la práctica contradictoria de los medios
de prueba sobre la referida ilicitud. La resolución final sólo podrá ser recurrida oralmente en
reposición, pero la parte perjudicada podrá volver a plantear este problema en el recurso de apelación
contra la sentencia definitiva.

E) LOS HECHOS NOTORIOS

a) Concepto

• Calamandrei señaló que se consideran notorios aquellos hechos cuyo conocimiento forma parte
de la cultura normal propia de un determinado círculo social en el tiempo en que se produce la
decisión. No es el conocimiento efectivo el que produce la notoriedad, sino la normalidad de este
conocimiento en el tipo medio de hombre perteneciente a un determinado círculo social y por eso
dotado de una cierta cultura».

• Por tanto, para que un hecho sea considerado como notorio es necesario que el mismo sea
conocido y tenido por cierto por una generalidad de personas dotadas de una cultura media, en
el lugar y tiempo en que se dicta la resolución.
• La notoriedad es un concepto indeterminado y relativo. No sólo depende del lugar y del tiempo, sino
también del nivel cultural de las personas, de la «normalidad» de ese conocimiento y, lo más
importante, de que sea conocida por el juez, ya que, en caso contrario, será necesaria su prueba. Sólo
los hechos notorios evidentes (es decir, aquellos de fama pública absoluta, tales como fechas
históricas, lugares geográficos, etc.) excluyen la actividad probatoria.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

b) Diferencia con figuras afines: la ciencia privada y las


máximas de experiencia

• La notoriedad de un hecho no debe confundirse con otros conceptos próximos como la ciencia privada
del juez y las máximas de experiencia, ya que éstas no afectan al objeto de la prueba sino, más bien, al
contenido de la potestad jurisdiccional.

1. Ciencia privada del juez


• La ciencia privada del juez hace referencia a los hechos conocidos privadamente por éste fuera del
proceso y, por tanto, no alegados por las partes. La diferencia respecto de los hechos notorios está en:

▪ Los hechos notorios son conocidos y tenidos como ciertos por una colectividad mayor o menor de
individuos, dentro y fuera del proceso.

▪ La ciencia privada del juez se basa en hechos extraprocesales, únicamente conocidos por el
juzgador de manera particular, y que no pueden ser introducidos en el pleito ex officio a riesgo de
incurrir en incongruencia.

2. Máximas de la experiencia
• Las máximas de experiencia son reglas de la lógica, de la ciencia o de la técnica que se manifiestan
especialmente útiles en el enjuiciamiento de la denominada «prueba indiciaria». En la práctica, no es
fácil distinguir los hechos notorios de las máximas de experiencia. No obstante, la diferencia principal
parece recaer en el objeto de conocimiento. Así:

▪ La notoriedad está referida a «hechos» mientras que la máxima de experiencia versa sobre
«conceptos» (la buena fe de las partes, la diligencia, la semejanza en las marcas o patentes), sobre
«normas no jurídicas», reglas de la técnica o de la experiencia que auxilian al juez en la apreciación
de la prueba y que, si requieren especiales conocimientos científicos, técnicos o artísticos, exigen ser
aclarados a través de la prueba pericial.

c) Clases

• La doctrina distingue tres clases de hechos notorios:

1. El hecho notorio general o universalmente conocido más allá de las fronteras, (cultura universal).
2. El hecho notorio local o territorial, de conocimiento reducido a un determinado país o localidad.
3. El hecho notorio judicial o para el tribunal, entendido como aquél que es percibido por el órgano
jurisdiccional en el ejercicio de su potestad.

• De esta triple clasificación, la LEC sólo se refiere a la primera, pero de forma ambigua. El art. 281.4
señala que «No será necesario probar los hechos que gocen de notoriedad absoluta y general».
Por ello resulta conveniente que las partes introduzcan el hecho que consideran notorio (principio de
aportación). Una vez introducido, la demostración de la notoriedad del mismo dependerá de la
actuación de las partes, pues si admiten su notoriedad no será objeto de prueba. En el caso de que
exista disconformidad, será el juez quien decida sobre la admisibilidad del medio de prueba propuesto,
pudiendo inadmitir el hecho notorio sólo cuando le conste dicha notoriedad de manera «absoluta y
general».

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

F) LAS PRESUNCIONES LEGALES

• Es opinión generalizada que los hechos favorecidos por una presunción legal no necesitan
prueba. Por tanto, las presunciones legales no son reglas especiales sobre la carga de la prueba, ni
normas particulares sobre los efectos de la misma, sino «alteraciones excepcionales del objeto
probatorio por exención de la prueba de los datos que normalmente lo integrarían».

• Rosenberg clasifica dichas presunciones en presunciones legales de hecho y de derecho, según el


objeto sobre el que recaen:
1. Las presunciones legales de hechos son normas jurídicas «que deducen la existencia de un hecho
(hecho presunto) que se requiere como característica definidora de un efecto jurídico, de una
circunstancia ajena a esa característica (presunción de fallecimiento).

2. Las presunciones legales de derechos son aquellas en que lo presumido no es un hecho, sino un
derecho o relación jurídica, es decir que existe ese derecho o relación jurídica.
• Su finalidad es la de dar «seguridad a situaciones jurídicas que pueden con justicia y fundamento suponerse
existentes» a la vez que evitar esfuerzos probatorios desproporcionados o ineficaces dirigidos a
demostrar la existencia del vínculo o nexo causal lógico entre el hecho base y el presunto.
• La parte que invoca la aplicación de la consecuencia jurídica prevista en una presunción legal ha de
alegar tanto su hecho base, como el presunto y sobre aquélla recae la carga de la prueba del hecho
base, pues, las presunciones sólo serán admisibles cuando la certeza del hecho indicio del que
parte la presunción haya quedado establecida mediante admisión o prueba. No obstante, la
contraparte podrá desvirtuar la existencia del hecho indicio, o/y del mismo hecho presumido por la
Ley cuando sea una presunción iuris tantum (que admite prueba en contrario), mediante la
contraprueba o la prueba de lo contrario.

3. LA PRUEBA DE LA NORMA JURÍDICA

• La doctrina sostiene de forma pacífica que el objeto de la prueba está constituido por las
afirmaciones que las partes realizan sobre hechos y no por normas jurídicas.
• El brocardo romano «iura novit curia» manifiesta el hecho de que la elección y aplicación de la norma
jurídica al caso concreto es una actividad desarrollada exclusivamente por el órgano jurisdiccional,
conforme a lo pedido por el actor y a lo resistido por el demandado. La elección última del Derecho
aplicable corresponde, pues, al juzgador, sin que ello suponga una vulneración del principio
dispositivo, ni del principio de congruencia, en el caso de que, finalmente, aplique una norma jurídica
distinta de la alegada por las partes (ver art. 218.1.II LEC).
• El aforismo iura novit curia rige respecto del Derecho «escrito, interno y general, no así respecto de
la costumbre, que ha de ser probada por la parte que la invoque por ser comúnmente considerada
como derecho no escrito, lo que conlleva la dificultad de su conocimiento, el Derecho extranjero (Dº
no interno) y el Derecho local o estatutario (Dº no general).

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

A) LA COSTUMBRE

• Según el del Código Civil, la costumbre constituye la segunda de las fuentes de nuestro ordenamiento
jurídico (art. 1.1), con carácter de norma de rango inferior a la ley (art. 1.3). Sin embargo, a pesar de la
relativa importancia que la costumbre ostenta, la ley sujeta su aplicación a una regulación restrictiva.
• Para que una norma consuetudinaria sea aplicable, el del Código Civil y el art. 281.2 LEC establecen los
siguientes requisitos:
▪ El carácter subsidiario de la norma consuetudinaria respecto de la vigencia de una norma con
rango de ley (término empleado por el del CC en un sentido amplio que comprende los reglamentos
en el ámbito del derecho administrativo), de tal suerte que sólo la costumbre costumbre en
ausencia de ley se convierte en fuente del Derecho.
▪ En el respeto que toda norma consuetudinaria ha de tener «a la moral y al orden público».
▪ La parte que invoque la aplicación de una norma consuetudinaria tiene la carga de la prueba
de su existencia y contenido, salvo que las partes estén conformes. De no hacerlo o, si probada,
el juez no tiene un grado de certeza suficiente para aplicarla, fallará en contra de dicha parte que ha
incumplido su carga formal de la prueba de la norma consuetudinaria.
• La LEC equipara las normas consuetudinarias con los simples hechos, puesto que si las partes no
discuten su existencia y contenido, no serán objeto de prueba.

B) EL DERECHO EXTRANJERO

a) La prueba de la norma extranjera

• El art. 281.2 LEC dispone que es «objeto de prueba el derecho extranjero, que «deberá ser probado
en lo que respecta a su contenido y vigencia, pudiendo valerse el tribunal de cuantos medios de
averiguación estime necesarios para su aplicación.

• A diferencia de lo que sucede con la prueba de la norma consuetudinaria, las partes han de probar
siempre el contenido y la vigencia del derecho extranjero, no siendo posible su exclusión como
objeto de prueba a través de la admisión fáctica. Del mismo modo, la actual regulación, ni «faculta» al
Tribunal a ordenar la práctica de oficio de los medios de prueba, sino que se lo impone como un deber
de practicar la prueba del derecho extranjero, ni rige en relación del Derecho extranjero el principio
«iura novit curia».
• Ello no obstante, en esta materia rige la carga material de la prueba, esto es, si el resultado final de
la actividad probatoria desplegada por las partes no conduce a la acreditación de la vigencia y
contenido de la norma extranjera aplicable al caso y, por tanto, el juzgador tiene una duda insalvable
sobre la misma deberá dictar sentencia en contra de la parte sobre la que recaía la carga formal de su
acreditación.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

b) El Derecho comunitario

• Con la incorporación de España a la Unión Europea, el Derecho comunitario no sólo ha dejado de ser
«Derecho extranjero», sino que sus normas priman sobre las disposiciones del Derecho interno que se
opongan a ellas y deberán aplicarse con preferencia.
• REGLAMENTOS. Los Reglamentos comunitarios gozan, por regla general, de aplicación o eficacia
directa, son obligatorios en todos sus elementos y constituyen el acto más solemne, el acto más
importante del bloque de la legalidad de la Comunidad. Excepcionalmente, carecen de efecto directo
aquéllos que no son completos y jurídicamente perfectos, y necesitan de apoyos complementarios de
desarrollo.

• DIRECTIVAS. Las Directivas comunitarias, a diferencia de los Reglamentos, no gozan, en principio, de


eficacia directa. Necesitan de un desarrollo posterior por los Estados miembros, se dirigen a y
únicamente obligan en cuanto al resultado. Por tanto, las Directivas no forman parte del objeto de la
prueba una vez desarrolladas por los Estados miembros, y publicadas en sus respectivos diarios
oficiales como si de una norma interna se tratase puesto que en ese momento el órgano jurisdiccional
ha de conocerlas de oficio.
• DECISIONES. Las Decisiones comunitarias son actos normativos individuales de las instituciones
comunitarias cuyos destinatarios no tienen necesariamente que ser Estados. Son obligatorias en todos
sus elementos para los destinatarios que ella designa.

C) LOS TRATADOS INTERNACIONALES

• Conforme a la legalidad vigente (arts. 96 CE y 1.5 del CC), las normas jurídicas contenidas en los
Tratados forman parte del ordenamiento interno una vez que hayan sido publicadas oficialmente en
España.

• Si cualquiera de las partes solicita en el proceso civil la aplicación jurisdiccional de una norma jurídica
contenida en un Tratado en el que España es parte, y ha sido publicado oficialmente en nuestro país,
no tiene la carga de la prueba del mismo, pues el órgano jurisdiccional tiene la obligación de conocerlo,
tratándose, ya, de Derecho interno.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

C) EL DERECHO LOCAL

• Denominamos Derecho local o estatutario al conjunto de normas jurídicas dictadas por las
Administraciones territoriales (Comunidades Autónomas y Entes locales). El fundamento de la potestad
normativa de los Entes territoriales se encuentra en el Título VIII, artículos 137 al 158 CE.

• Las CCAA dictan normas jurídicas (Leyes y Reglamentos) dotadas de la misma fuerza normativa que las
emanadas del Estado. Sus normas no se rigen por el principio de jerarquía, sino por el principio de
competencia, de forma que las normas autonómicas y las estatales han de actuar, en principio, sobre
materias diferentes (o sobre niveles diferentes de una misma materia), que deben quedar definidos
por la Constitución, en primer lugar, y por los Estatutos de Autonomía, después.

• Los Entes locales (municipios, provincias y las islas) son ordenamientos menores y, por tanto, su
potestad normativa se limita a la reglamentaria, como dispone el art. 4.1.a) LBRL.

• La razón por la que la doctrina y la jurisprudencia las consideran objeto «excepcional» de prueba pese
a ser auténticas normas jurídicas, se justifica de un lado, en que se trata de normas cuyo ámbito de
aplicación es restringido, y de otro, en la falta de publicación en el BOE, con lo cual, las dificultades de
localización y de conocimiento son mayores.

• Esta doctrina resulta aplicable a los Reglamentos de los Entes locales, por tratarse de normas no
publicadas en el BOE y de ámbito de aplicación limitado, así como a los Reglamentos autonómicos,
especialmente a aquellos órganos jurisdiccionales cuya sede está fuera del ámbito territorial de la
Comunidad Autónoma, pese a que estos se publican en el B.O. de la CA que los dicta.

• No será aplicable en cambio a las Leyes autonómicas, por ser estas son normas jurídicas con rango
de Ley, iguales, por tanto, a las Leyes estatales, a pesar de que tengan un ámbito de aplicación más
limitado, y que se publican en el BOE y en el Diario Oficial de la respectiva Comunidad Autónoma, y,
por tanto, tienen que ser conocidas y aplicadas de oficio por el órgano jurisdiccional

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

LEC. XXII.- LA PRUEBA (II): CARGA Y VALORACIÓN DE LA PRUEBA


I. LA CARGA DE LA PRUEBA
1. CONCEPTO

• Una vez que las partes han introducido los hechos en el proceso y practicados, en su caso, los medios
de prueba pertinentes, el juez tiene el deber inexcusable de resolver, dando así cumplido cumplimiento
al derecho fundamental a la tutela judicial efectiva, que obliga al órgano jurisdiccional a juzgar,
como cometido que le viene atribuido por el Estado. Ello es incompatible con la abstención del juzgador
ya sea bajo el pretesto de oscuridad, insuficiencia o silencio de la ley, o por dudar de la realidad de los
hechos integrantes del supuesto fáctico de la norma cuya consecuencia jurídica se solicita por las
partes.
• Partiendo del principio iura novit curia, el conocimiento de las normas se presupone en el juzgador,
bastando con que las partes fundamenten jurídicamente sus pretensiones o resistencias. Sin embargo,
si que recae sobre las partes la carga de probar la certeza de los hechos trascendentales para la
solución del litigio (art. 217.2-3 LEC). La falta de demostración o la prueba incompleta o insatisfactoria
de los citados hechos, de manera que el Juez no pueda llegar a establecer históricamente el relato
fáctico más allá de una duda razonable, no puede excusar al juzgador del cumplimiento del deber de
resolver el litigio, ni a resolverlo según un criterio arbitrario o aleatorio.
• La Ley, establece unas reglas imperativas que determinan las consecuencias que, para el juez, ha de
tener la falta o insuficiencia probatoria al resolver el litigio, reglas calificadas doctrinalmente como
«carga de la prueba», las cuales de un lado, afectan a las partes, porque les indican la necesidad de
probar sus afirmaciones y el ámbito del derecho a probar que ostentan en el proceso y de otro, son
la única salida para la encrucijada en la que puede encontrarse el Tribunal cuando «duda»
acerca de la certeza de los hechos probados. Dicha solución consiste en resolver en contra de la
parte que no ha probado los hechos dudosos que integran el supuesto fáctico de la norma jurídica
cuya aplicación pretende.

2. CLASES. LA CARGA MATERIAL Y LA CARGA FORMAL

• LA CARGA FORMAL O SUBJETIVA. Sólo responde a la pregunta «quién ha de probar», este tipo de
carga de la prueba fue la primera en ser formulada. Era propia de aquellos procesos en los que
únicamente correspondía a las partes la tarea de alegar y probar las afirmaciones sobre los hechos
controvertidos.
• El juez era un «convidado de piedra» en el litigio. Su función consistía en resolver el conflicto,
exclusivamente atendiendo a las alegaciones fácticas y a los medios probatorios aportados y
practicados por la parte gravada con la prueba. El Tribunal no podía entorpecer la labor de las partes
con sus indagaciones, por ser éstas las que dirigían el proceso.
• LA CARGA MATERIAL, OBJETIVA O DE CERTEZA DE LA PRUEBA. pone el acento en el «qué» ha de ser
probado y, por tanto, una vez acreditado el hecho controvertido, al juzgador le es indiferente si el actor
o el demandado ha sido la parte que logró su convencimiento acerca de la existencia de tal hecho. La
carga formal de la prueba es la dominante en el proceso civil.
• Además, permite un papel más activo al juzgador, cuya misión consistiría no sólo en aplicar la
consecuencia jurídica en la sentencia, sino también en colaborar con las partes en el
esclarecimiento de la realidad de los hechos.
• La teoría de la carga material es propia no sólo del proceso penal, sino también de todos aquellos
procesos en los que el principio de aportación se encuentra atenuado por el de investigación judicial
en la práctica de la prueba. En cambio, la vigencia del principio dispositivo y de aportación de parte de
su vertiente probatoria conducen a que en el proceso civil rija con carácter predominante al carga
formal de la prueba, y ello pese a que la tendencia al acercamiento entre ambas teorías también
se observa en la ley procesal civil.
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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

3. DISTRIBUCION

• El art. 217 LCE regula las afirmaciones fácticas que ha de probar el actor (y el demandado
reconviniente), y la carga probatoria del demandado (y del actor reconvenido).

A) CARGA DE LA PRUEBA DEL ACTOR

• La doctrina moderna observó que el histórico reparto de la carga de la prueba en manos


exclusivamente de la parte que iniciaba el proceso, no era lógico y justo. Hacer recaer sobre el actor la
totalidad de la carga de la prueba, es decir, la existencia de los hechos constitutivos de su derecho y la
ausencia de los impeditivos, extintivos y excluyentes, era tanto como condenarlo a la indefensión.

• Esa distribución del «onus probandi» [carga de la prueba] era contraria a los principios esenciales de
justicia distributiva y de igualdad de armas, de manera que el desequilibrio existente entre
demandante y demandado producía la ausencia de un auténtico proceso. De ahí que la doctrina
abogara por un reparto equitativo de las cargas probatorias entre las partes.

• Por todas esas razones, el art. 217.2 recoge la opinión doctrinal y jurisprudencial generalizada y
establece que el demandante tiene la carga de acreditar, no la totalidad de los hechos introducidos
por las partes en el proceso, sino los hechos constitutivos de su pretensión, es decir, los hechos que
se subsumen en el supuesto fáctico de la norma cuya consecuencia jurídica invocan a su favor.

B) CARGA DE LA PRUEBA DEL DEMANDADO

• El art. 217.3 LEC dispone que le incumbe al demandado la carga de probar los hechos
impeditivos, extintivos y excluyentes del derecho alegado por el actor. Las partes optarán por:

• Adoptar una actitud pasiva frente a la pretensión del actor, negando los hechos por éste
afirmados. Esta opción no es aconsejable por resultar peligrosa para los intereses del demandado.

• Adoptar una actitud activa. Es conveniente que el demandado, a la vista de los hechos alegados por
el demandante y de su petición probatoria, intente desvirtuar la existencia de tales hechos creando
dudas en el ánimo del juzgador sobre su existencia (contraprueba) o adoptando una postura más
diligente, mediante la alegación y prueba de la existencia de los presupuestos fácticos de las normas
impeditivas del nacimiento del derecho o interés del actor, extintivas del derecho ya nacido o
excluyentes de la aplicación de la norma invocada por el demandante (prueba de lo contrario).

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

C) MATICES Y EXCEPCIONES A LA REGLA GENERAL

• La regla de distribución «inter partes» de la carga de la prueba fue formulada por Rosenberg a
principios del siglo XX. Según este autor «cada parte tiene la carga de probar el supuesto de hecho de
la norma jurídica cuya consecuencia solicita a su favor». La validez de esta regla general continúa
vigente en la actualidad, siendo elevada a norma jurídica (217.1-3 LEC). Las criticas a esta doctrina son:

▪ No es siempre tarea fácil distinguir los hechos constitutivos de los impeditivos, extintivos o
excluyentes, lo que puede llevar a la pérdida de la pretensión o de la resistencia, de confundirse unos
con otros.

▪ El carácter inexacto de la afirmación consistente en que el actor está gravado con la prueba de los
hechos constitutivos del derecho o interés por él invocado, pues el demandante puede tan sólo
invocar un hecho impeditivo o excluyente.

▪ En la práctica el actor no sólo alega hechos constitutivos, sino que también puede invocar la ausencia
de impeditivos o extintivos, y del mismo modo, el demandado puede probar la existencia de hechos
impeditivos del nacimiento del derecho o interés del actor o, incluso, la inexistencia de las
alegaciones constitutivas invocadas por éste (contraprueba).
• Gracias a las críticas vertidas por la doctrina a la distribución del gravamen probatorio se ha realizado
una labor de perfeccionamiento de la citada regla general de distribución, mediante la introducción de
diversos «matices» que la complementen.

a) Matices

• Estos matices fueron recogidos por la vigente LEC, al regular el criterio de la «disponibilidad y facilidad
probatoria» (art. 217.7), es decir, de la flexibilización de las examinadas reglas de distribución subjetiva
de la carga de la prueba atendiendo a la parte que más probablemente esté en condiciones de
aportarla. Este criterio debe ser tenido en cuenta por el Tribunal, partiendo del caso en concreto, a
través de un activo papel que ha de tener lugar durante el juicio o vista probatoria.

b) Excepciones: supuestos de inversión de la carga de la


prueba.

• El art. 217 LEC prevé también excepciones a la mencionada regla general de distribución del «onus
probandi», al incluir distintos supuestos de inversión de la carga de la prueba:
1. En los procesos sobre competencia desleal y publicidad ilícita corresponde al demandado la
carga de la prueba de la exactitud y veracidad de las indicaciones y manifestaciones realizadas y de
los datos materiales que la publicidad exprese, respectivamente.
2. Cuando las alegaciones de la parte actora se fundamenten en actuaciones discriminatorias por
razón de sexo, corresponderá al demandado probar la ausencia de discriminación en las medidas
adoptadas y de su proporcionalidad.
3. Se exceptúa la aplicación de las reglas generales de distribución de la carga de la prueba que regirán
«siempre que una disposición legal expresa no distribuya con criterios especiales la carga de probar
los hechos relevantes.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

II. LA VALORACIÓN DE LA PRUEBA

1. CONCEPTO Y FINALIDAD

A) CONCEPTO DE VALORACIÓN DE LA PRUEBA

• La valoración de la prueba practicada es la operación final del procedimiento probatorio, encaminada


a la obtención por el juzgador de una convicción sobre la veracidad o falsedad de las afirmaciones que
integran el «thema probandi». El juez es el destinatario de la prueba. Su misión aqui consiste en:

1. Ponderar críticamente el material probatorio aportado y practicado en el juicio.


2. Ordenarlo.
3. Desechar el material probatorio obtenido en violación de los derechos fundamentales (la prueba
prohibida prevista en los artículos 11.1 LOPJ y 287 LEC).
4. Interpretar las declaraciones verbales o escritas realizadas.
5. Comparar las versiones divergentes y los distintos medios de prueba practicados.
6. El juez debe conseguir un cuadro armónico, consecuente y dotado de sentido.
7. El cuadro anterior ha de completarse con las aportaciones fácticas admitidas y no discutidas por las
partes («ficta confessio») en sus escritos de alegaciones y en el juicio oral o en la vista.

• Las operaciones del esquema anterior integran el juicio del Tribunal sobre la verosimilitud del
resultado probatorio. Tras el examen comparativo del resultado probatorio, el Tribunal ha de
establecerlo como probado o no probado en la premisa fáctica de la sentencia. En este último caso, el
Tribunal debe aplicar las reglas de la carga de la prueba sobre la parte que la soporte para evitar un
«non liquet», cuando el juzgador duda sobre la realidad de una afirmación fáctica relevante.

B) FINALIDAD DE VALORACIÓN DE LA PRUEBA

• El fin de la valoración de la prueba consiste en el convencimiento del juzgador sobre la verdad


o falsedad de determinadas afirmaciones discutidas en el proceso.

• Realmente, la finalidad de la valoración no es hallar la «certeza» de una afirmación parcial vertida por
el actor o el demandado, sino que se limita a intentar persuadir al órgano jurisdiccional, a través de
los medios de prueba practicados, de que determinados datos procesales, considerados por las partes
como trascendentales para el éxito de sus pretensiones, son ciertos.

• Por tanto, la «certeza» de un hecho aportado o de un medio de prueba practicado por una de
las partes y el «convencimiento» jurisdiccional de la realidad de los mismos no son, lógicamente,
conceptos análogos.
• La certidumbre personal del juez sobre la realidad o falsedad de la afirmación discutida es el juicio
valorativo que determina el establecimiento de la misma en la sentencia. La «voz interna» del juzgador
es reconocida por la generalidad de los sistemas procesales, siempre que se base en medios
probatorios sólidos y, con frecuencia, tras superar las dudas que ofrece la contradicción resultante
entre los distintos medios de prueba.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

2. EL ESTABLECIMIENTO DE LOS HECHOS EN LA SENTENCIA

• La valoración de la prueba se dirige a persuadir al Tribunal sobre la certeza de ciertos hechos


controvertidos determinantes de la aplicación de la norma jurídica. El juicio de valoración de la prueba
es el medio de llegar al establecimiento de los hechos del litigio y se realiza en el momento de la
decisión del asunto, como premisa necesaria de la sentencia.

• La valoración probatoria es una actividad judicial autónoma, dirigida a la solución del litigio, a través
del establecimiento de una versión de los hechos discutidos. La valoración de la prueba no se debe
identificar con la premisa fáctica de la resolución, que puede obtenerse por otros medios (por ejemplo,
por las admisiones de las partes).

• El establecimiento de los hechos de la sentencia es una actividad distinta de la valoración de la prueba,


aunque pueda presuponerla en el caso de existir controversia fáctica y de que haya sido estimada
necesaria la prueba de la realidad de las opuestas alegaciones de las partes.
• La distinción entre valoración de la prueba y establecimiento de hechos en la sentencia no es una mera
cuestión teórica, sino que tiene una trascendencia práctica, en cuanto deslinda actividades que pueden
ser excluyentes o subsidiarias, y deben explicitarse en la motivación de la conclusión fáctica de la
resolución, al distinguir los hechos admitidos de los probados y del fundamento, en estos últimos, del
convencimiento del juez.

• En este sentido, el art. 248.3 LOPJ establece la necesidad de que las sentencias expresen en párrafos
separados y numerados, entre otros extremos, «los hechos probados, en su caso».

• Por tanto, es necesario plasmar en las sentencias las razones por las que el juez ha sido persuadido de
la existencia o inexistencia de las afirmaciones controvertidas relevantes y del motivo por el que
concede un valor preponderante a uno o varios medios de prueba con relación a los restantes.
• La confusión existente entre pruebas y hechos lleva a la «apreciación conjunta» no sólo de los medios
de prueba, sino de éstos y de las alegaciones de las partes en un «totus revolutus» que redunda en
una técnica decisoria procesalmente defectuosa y, lo que es más grave, en la inseguridad jurídica para
las partes.

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3. EL SISTEMA DE LIBRE VALORACIÓN DE LA PRUEBA Y LA JURISPRUDENCIA DE LA


«APRECIACIÓN CONJUNTA» DE LA PRUEBA [13F1] [14F2]

• La valoración de la prueba ofrece dos opciones: la prueba libre y la prueba legal o tasada.

• El TS, a través de una reiterada jurisprudencia, ha propugnado la denominada apreciación conjunta


o valoración en conjunto de todos los medios probatorios practicados, que hace inútiles las reglas
legales de valoración.

• Ya a fines del siglo XIX, la jurisprudencia de la Sala de lo Civil del TS puso de manifiesto la inviabilidad
del sistema tasado de valoración, al ser superado «por el carácter discrecional de la apreciación de la
prueba». Con tal finalidad, y para justificar la inaplicación de las normas legales valorativas, surge la
corriente jurisprudencial conocida como «la apreciación conjunta de los medios probatorios».

• Como puede deducirse de la vigencia de esta jurisprudencia, desde el punto de vista de los Tribunales,
regía y rige, en la práctica, con total hegemonía, el principio de la prueba libre, sólo limitado por la
aplicación de las «reglas de la sana crítica».
• La doctrina de la apreciación conjunta, que permitía salvar las dificultades de la prueba legal, no sólo
fue aplaudida por un importante sector de la doctrina, sino que ha sido acogida en las sucesivas
reformas operadas en nuestros textos legales procesales hasta la actual LEC 1/2000.
• La jurisprudencia ha defendido como uno de los principios básicos de la prueba «el de la plena
soberanía del juzgador para determinar los hechos, apreciando la prueba en su conjunto». Esta
soberanía probatoria únicamente está limitada a una discrecional aplicación de las reglas de la sana
crítica, pero «sin que pueda prevalecer un juicio abstracto contrario y ajeno a la realidad de los hechos».

• Para evitar los desequilibrios, el Alto tribunal matiza, con buen criterio, la vigencia de la libre valoración
«salvo que ésta resulte ilógica, contraria a las máximas de experiencia o a las reglas de la sana crítica».

• De este modo, la corriente jurisprudencial nacida para arrinconar los restos del arcaísmo propio del
sistema legal de la prueba puede correr el riesgo de convertirse en una corruptela de graves
consecuencias para la seguridad jurídica de las partes, si no es equilibrada, desde el punto de vista
constitucional, con el derecho a la tutela judicial efectiva, entendido como derecho a obtener una
resolución motivada y lógica desde un punto de vista, no sólo jurídico, sino también fáctico y
probatorio.

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LEC. XXIII.- LA PRUEBA (III): PROCEDIMIENTO Y MEDIOS DE PRUEBA

I. EL PROCEDIMIENTO PROBATORIO

1. CONCEPTO Y REGULACIÓN LEGAL

A) CONCEPTO

• El fin de la prueba consiste en obtener el convencimiento del juzgador sobre la certeza de los hechos
que fundamentan las pretensiones de las partes. El procedimiento o iter para alcanzar el fin de la
prueba debe realizarse en el marco de un proceso «con todas las garantías» (art. 24.2 CE).

• En un sentido objetivo: Conjunto de normas que regulan la actividad probatoria en el proceso.


Consiste en la ordenación de la «estructura externa» de la prueba.
• En su sentido más dinámico: Conjunto de actividades dirigidas a convencer al Tribunal de la certeza
de unos determinados datos procesales.
• Actualmente el procedimiento probatorio alcanza una dimensión constitucional por obra de lo
dispuesto en los artículos 24 y 120 CE:
▪ Art. 24 CE: De conformidad con lo establecido en el art. 24 CE, el procedimiento probatorio ha de ser
respetuoso con el derecho «a un proceso con todas las garantías», lo que implica que la
administración de la prueba ha de permitir a las partes proponer con absoluta libertad la totalidad
de los medios de prueba útiles y pertinentes y de que la ejecución de la prueba esté presidida por
los principios de contradicción e igualdad de armas.
▪ Art. 120 CE: En virtud de lo dispuesto en el art. 120 CE, la prueba ha de practicarse bajo la inmediación
del tribunal, de forma oral y en un juicio público con las únicas limitaciones derivadas de la tutela de
otros intereses y derechos constitucionales.
• La LEC 1/2000, al instaurar la oralidad de nuestra justicia civil, se ha manifestado respetuosa con todas
esas exigencias constitucionales, cuya infracción se garantiza, en último término, mediante el recurso
de amparo. Así, establece que «las pruebas se practicarán contradictoriamente en vista pública, o con
publicidad» y practicándose en unidad de acto.
• Además se obliga a jueces y tribunales a presenciar la prueba bajo sanción de nulidad radical del acto
y el declarando nulas también nulas las vistas que se practiquen sin la intervención del Letrado de la
Administración de Justicia.
• Al tratarse de un procedimiento oral, tanto la publicidad como la inmediación son principios
íntimamente unidos con él.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

B) REGULACIÓN LEGAL

• El contenido de la ordenación formal de la actividad probatoria se recoge en los artículos 281 a 292,
especialmente en los artículos 284 y siguientes. Estos preceptos son los relativos a la proposición de
los medios de prueba, su admisión y otras normas «generales» sobre la práctica de la prueba. Estas
normas son comunes al juicio ordinario y al verbal.

2. FASES

• La LEC 1/2000 ha sustituido el anterior esquema de regulación de las fases del procedimiento
probatorio, regido por el principio de la escritura (todavía vigente en otros órdenes jurisdiccionales
como el administrativo), por un procedimiento más ágil y antiformalista en el que, básicamente, existen
dos grandes fases: La proposición de los medios de prueba La práctica o ejecución de los medios de
prueba admitidos.

A) INEXISTENCIA DE SOLICITUD DE RECIBIMIENTO DEL PLEITO A PRUEBA

• Anteriormente a la LEC 1/2000 las partes solicitaban el recibimiento del pleito a prueba mediante la
clásica fórmula del «otrosí digo» en sus escritos de alegaciones. La nueva Ley no impide la subsistencia
de esta fórmula, pero guarda silencio al respecto, regulando tan sólo los medios de prueba
«escritos» (documentos, medios e instrumentos) que han de acompañarse a la demanda y
contestación.

• En la LEC vigente las partes han de esperar al término de la audiencia previa o al desarrollo de la vista
en el juicio verbal para, en el caso de que exista discusión sobre los hechos jurídicamente relevantes,
proponer los demás medios de prueba para su esclarecimiento, concretamente el interrogatorio de
las partes, de los peritos que han elaborado los dictámenes ya aportados, el reconocimiento judicial y
la testifical.

• Del mismo modo, si las partes consideran que no existen hechos controvertidos y que el litigio versa
exclusivamente sobre un problema de interpretación del Derecho aplicable, pueden, de común
acuerdo, solicitar que el juzgador dicte sentencia inmediata sin período de prueba (art. 428.3 LEC) o,
incluso, el Tribunal puede así decidirlo de oficio (art. 429.8 LEC).

• En caso contrario, el Tribunal, de conformidad con lo previsto en los artículos 428.3, 429.1 y 443.4 LEC,
ordenará que prosiga la audiencia para que las partes propongan los medios de prueba. Existe, pues,
una corrección del principio de aportación respecto del control del recibimiento del pleito a prueba:
las partes no son las encargadas de solicitarlo al Juez, sino que es éste quien ha de controlar ex oficcio
si existe objeto de la prueba y, en caso afirmativo, ordenar la continuación de la audiencia o vista para
que las partes propongan los medios de prueba.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

B) PROPOSICIÓN, ADMISIÓN Y RECURSOS

• En el procedimiento probatorio, al estar inspirado por el principio de oralidad, las partes proponen
oralmente los distintos medios de prueba que consideren pertinentes, «expresándolos con
separación».
• La «proposición» es, por tanto, un acto oral de postulación ajustado al principio de aportación de
parte en el que el actor, en primer lugar, solicita la práctica de los concretos medios de prueba
conducentes a acreditar los hechos constitutivos controvertidos, razonando su trascendencia y
pertinencia.

• No obstante, art. 429 obliga a aportar al término de la comparecencia previa, los correspondientes
escritos de proposición de prueba, que han de ser leídos bajo la intervención del tribunal.

• A continuación, el Tribunal dará la palabra al demandado para que, a su vez, pueda impugnar esa
proposición por considerarla impertinente, inútil o ilícita o/y proponga los medios de prueba
pertinentes sobre los mismos hechos alegados por su oponente como objeto de prueba
(contraprueba), con el fin de acreditar su falsedad o para introducir la incertidumbre en el ánimo del
juzgador sobre la verdad de tales hechos, o, por el contrario, para acreditar los hechos impeditivos,
extintivos o excluyentes de los alegados por el demandante (prueba de lo contrario).
• En el juicio ordinario, la proposición se realiza al final de la audiencia previa mientras que en el
juicio verbal, ésta se produce en la vista. Excepciones:

▪ Prueba documental: documentos procesales y materiales, arts. 264 y 265 LEC, respectivamente.
▪ Prueba pericial de parte y nuevos medios de prueba, que han de ser aportados con anterioridad,
junto a los escritos de alegaciones y la de las diligencias preliminares (arts. 261, puntos 2º, 3º y 5º).
▪ Prueba anticipada y el aseguramiento de la prueba, que puede solicitarse y practicarse antes de
la interposición de la demanda (arts. 293 y ss.).

• El Tribunal, a la vista de los medios de prueba propuestos por las partes, podrá poner de manifiesto
en este momento procesal la insuficiencia de esos medios de prueba para el esclarecimiento del tema
de la prueba y podrá señalar también la prueba o pruebas cuya práctica considere conveniente (art.
429.1 LEC).

• Una vez propuestos los medios de prueba, el juez resolverá sobre la admisión de cada uno de
ellos. La resolución total o parcialmente desestimatoria (que es oral y se dicta en el acto) necesitará de
una especial motivación, por afectar al derecho fundamental a utilizar los medios de prueba
pertinentes para la defensa del art. 24.2 CE.

• La parte perjudicada podrá interponer recurso de reposición, también en el acto y verbalmente, tanto
contra el auto de admisión como de inadmisión (art. 285.2). La resolución del recurso de reposición es,
igualmente, dictada en el acto y oral, teniendo el agraviado la carga de «formular protesta al efecto de
valer sus derechos en la segunda instancia» (arts. 285.2) y, en su caso, en la casación (arts. 469.2), e
incluso del recurso constitucional de amparo.
• En el juicio verbal, proceso menos formalista que el ordinario, tan sólo se requiere efectuar la oportuna
y respetuosa «protesta» contra el auto de inadmisión o de admisión de un medio de prueba prohibido.
Por tanto, no es necesario interponer previamente el recurso de reposición (arts. 446 LEC).

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

C) PRACTICA

• La LEC dedica diversos preceptos a la ordenación de la práctica de los medios de prueba admitidos,
los artículos 289 a 292 regulan las «Disposiciones generales sobre la práctica de la prueba» y las normas
relativas al juicio ordinario (arts. 429-433) y al juicio verbal (arts. 443.4, 445 y 447.1).

a) Las obligaciones procesales de los sujetos intervinien-


tes

• La LEC ha incrementado las obligaciones procesales de las partes, de sus representantes y letrados,
así como de los terceros (peritos, testigos) que intervienen en la práctica de la prueba, con el fin de
asegurar el correcto desarrollo de esta fase del procedimiento probatorio.
• El procedimiento probatorio ya no es un instrumento que puede ser manejado solamente por las
partes. El Tribunal dispone de numerosas facultades para asegurar, de oficio, su correcto
desarrollo, de conformidad con las reglas de la buena fe procesal para que no actúen con ánimo
dilatorio. En estos casos podrá imponer multas pecuniarias de notable cuantía a los responsables.
• No obstante, no sólo las partes, sino también el Tribunal tiene determinadas obligaciones procesales
en materia probatoria. Así, le asiste al órgano judicial:
▪ La obligación de obtención de la «complitud» o exhaustividad del material de hecho a fin de
poder otorgar la satisfacción de la pretensión tan sólo a quien efectivamente le asiste la razón
y el Derecho, dentro y fuera del proceso.
▪ La obligación de formular indicaciones a las partes sobre la conveniencia de proponer
determinados medios probatorios ante una «insuficiencia de prueba» (arts. 429.1.II) o que le
informen sobre determinados extremos fácticos o jurídicos (arts. 433.4).
▪ En general, de su obligación de descubrir la verdad material en el juicio oral, ejecutando su
derecho a preguntar a todos los intervinientes en la prueba, a las partes, testigos y peritos, a fin de
discutir con todos el tema de prueba propuesto.

b) Lugar

• Con carácter general, la prueba ha de practicarse en la sede del Tribunal (arts. 268.1 LOPJ y 429.3 LEC).
• No obstante lo anterior, podrán practicarse en cualquier lugar del territorio de la jurisdicción del
Tribunal «cuando fuere necesario o conveniente para la buena administración de justicia» o lo
demandara la propia naturaleza del medio de prueba o las circunstancias de la práctica de la prueba
(la prueba anticipada del art. 311) (art. 268.2 LOPJ).

• Así, excepcionalmente, lo dispone el art. 429.3 LEC previa solicitud de parte, y cuando la totalidad o
gran parte de la prueba haya de practicarse fuera de la sede del Tribunal competente.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

c) Tiempo

• Debido a la distinta regulación del juicio ordinario y el juicio verbal, es necesario realizar la siguiente
diferenciación:

• EN EL JUICIO ORDINARIO. una vez admitidos los medios de prueba, el LAJ o el juez, si el señalamiento
se puede efectuar en el acto, señalará, teniendo en cuenta las necesidades de la agenda de
señalamientos, la fecha del juicio en el plazo máximo de un mes desde la terminación de la audiencia,
aunque excepcionalmente, si el juicio se celebra fuera de la sede del Tribunal, ese plazo puede
ampliarse a dos meses (art. 429.3).

• Al determinar el mencionado plazo, el juzgador debe de tener presente lo siguiente:

▪ Que salvo en los casos en que la ley disponga otra cosa, entre el señalamiento y la celebración de la
vista deberán mediar, al menos, diez días hábiles (art. 184.2).

▪ Que al fijar el plazo influyen diversos factores como el número de testigos y peritos suficiente», o si
las partes solicitan auxilio judicial (con los correspondientes exhortos) para determinadas
declaraciones e interrogatorios (art. 429.5).

• EN EL JUICIO VERBAL, la práctica de la prueba tiene lugar de inmediato («se practicarán


seguidamente» dice el art. 443.4 LEC), es decir, en la vista que se está celebrando. Para ello, el Tribunal,
al citar a las partes a la vista, ha de advertirles que han de concurrir a la misma con los medios de
prueba que estimen pertinentes (arts. 440.1.III).

d) Forma

• La práctica de la prueba se desarrolla contradictoriamente, de forma oral, con inmediación y


publicidad.

• La ley determina un orden general en la práctica de los distintos medios de prueba admitidos:

1. En primer lugar, se practicarán los interrogatorios de las partes y de testigos.


2. Se continúa con la declaración de los peritos.
3. En su caso, reconocimiento judicial en la sede del tribunal
4. Por último, la reproducción ante el juzgador de los instrumentos de filmación, grabación y otros
similares.

• La actividad probatoria ha de realizarse, por regla general en «audiencia pública» (arts. 138.1 y 289.1
LEC), ante la inexcusable presencia del Tribunal sentenciador. En ella intervienen las partes y sus
defensores, previamente citados al efecto (art. 429.5-7 LEC).

• La «publicidad interna» hace inexcusable la notificación a las partes de la práctica de cualquier


diligencia de prueba, por si quieren ejercer de ese derecho a intervenir en ella, bajo la dirección del
juez de la prueba.

• La práctica de cada medio de prueba, el régimen de intervención en las mismas de las partes y del
Tribunal, está sometida a sus propias especialidades, pero todas ellas están sometidas a los citados
principios de inmediación, publicidad y concentración.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

II. LOS MEDIOS DE PRUEBA


• La prueba es la «actividad» desarrollada en el proceso para alcanzar el convencimiento del Tribunal de
la veracidad de afirmaciones controvertidas indispensables para resolver las pretensiones o
resistencias de las partes. Este concepto de prueba está ligado al aspecto dinámico de esta fase del
proceso, que comprende la actividad desplegada desde la «fuente» al «resultado» a través del «medio».

• La incorporación de las fuentes de prueba al proceso se realiza a través de los medios probatorios que,
en este sentido, son los instrumentos o elementos que sirven para convencer al juez de la existencia o
inexistencia del dato objeto de la prueba.

• Por tanto, destaca el carácter «instrumental» del medio corporal o material utilizado, primero por las
partes, y, finalmente, por el juez para obtener los motivos de su convicción sobre la certeza del thema
probandi. Los medios de prueba son los sopores de la percepción judicial directa o transmitida a través
de declaraciones de personas (partes, testigos y peritos) o por documentos.
• La LEC regula los medios de prueba en sus artículos 299 y ss., aunque en este momento conviene
detenerse en el examen del art. 299, precisamente rubricado «medios de prueba».

• El art. 299 de la LEC distingue, ordenadamente, seis medios de prueba en su primer apartado:

1. Interrogatorio de las partes.


2. Documentos públicos.
3. Documentos privados.
4. Dictamen de peritos.
5. Reconocimiento judicial.
6. Interrogatorio de testigos.

• Sin embargo, el aparente carácter de numerus clausus de los medios de prueba se amplía
ilimitadamente en los otros dos apartados, relativos a los «medios de reproducción de la palabra, el
sonido y la imagen», así como a documentos de contenido informático y cualesquiera otros medios no
expresamente previstos. En la vigente LEC, el legislador regula los medios de prueba con un sentido
ilimitado.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

LECCIÓN XXIV.- EL INTERROGATORIO DE LAS PARTES Y DE TESTIGOS

I. EL INTERROGATORIO DE LAS PARTES

1. CONCEPTO Y SUJETOS

• De conformidad con lo dispuesto en el art. 301 LEC, cualquiera de las partes puede solicitar del Tribunal
el interrogatorio de las demás sobre hechos objeto de la prueba respecto de los cuales «tenga noticia»,
es decir, en los que han intervenido «personalmente».
• Si la parte no ha intervenido directamente en los mismos ha de comunicarlo al juzgador y contestar
según «sus conocimientos» (art. 308), pudiendo proponer el interrogatorio del tercero que tenga un
conocimiento personal de los hechos.
• Los sujetos de este medio probatorio son las partes procesales y no terceras personas (como sucede
con la testifical). En este sentido es conveniente realizar las siguientes puntualizaciones:
1. El demandante o el demandado tienen la facultad de proponer el interrogatorio de otras partes.
Consiguientemente, no es posible que una parte proponga su propio interrogatorio.

2. Los sujetos del interrogatorio son las partes, no sus representantes procesales (procurador). La
prueba de interrogatorio de la parte es un acto personal y, por tanto, el procurador no puede
contestar en nombre de su representado al interrogatorio de las partes. Aunque la contraparte no
se opusiese en el acto, el juez, de oficio, ha de denegar esta posibilidad.

3. En el caso de que exista una pluralidad de partes activa o/y pasiva, la LEC admite la posibilidad de
que un colitigante proponga el interrogatorio de los demás colitigantes, «siempre y cuando exista
en el proceso oposición o conflicto de intereses entre ambos».
4. La LEC también admite la posibilidad de solicitar el interrogatorio de la parte principal material,
ausente en el proceso, cuando la subordinada, que ha comparecido en el proceso, no haya
intervenido directamente en los hechos controvertidos (arts. 301.2). Esto puede suceder también
con las personas jurídicas o entes sin personalidad, cuando su representante legal no haya
intervenido en los hechos (arts. 309). En estos casos, ha de ponerse en conocimiento este dato en
la misma audiencia previa, identificando a la persona que intervino en los hechos objeto de prueba
en nombre de la sociedad, para que sea citada al juicio, bien en calidad de parte o de testigo en
función de su actual pertenencia o no a la citada sociedad.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

2. PROCEDIMIENTO

A) FORMA Y LUGAR DE REALIZACIÓN

• El interrogatorio de las partes se propone y practica oralmente, en presencia de las partes y del
Tribunal, en la sede del órgano judicial competente para la resolución del litigio. Sin embargo,
existen excepciones a esta regla general:

a) Primera excepción

• El art. 315 establece el privilegio procesal a favor de la Administración pública, cuando sea parte en
un proceso civil, de contestar «por escrito» al interrogatorio. Este precepto viene a excluir, en la
práctica, el interrogatorio de la Administración Pública, al desnaturalizarlo y acercarlo a la documental,
por las dificultades que introduce ante la evidente situación de ventaja en la que se encuentra, al poder
disponer del tiempo necesario y de todo tipo de documentos para contestar.

• Si, a pesar de todo, la contraparte propone este «interrogatorio», ha de redactar una lista con las
preguntas que estime pertinentes y que admite en el acto el Tribunal. Dicho escrito ha de presentarse
«sin esperar al juicio o vista», es decir, en la audiencia previa del juicio ordinario o en las primeras fases
de la vista del juicio verbal.

• La Administración Pública sujeta al interrogatorio ha de responder por escrito «antes de la fecha


señalada para aquellos actos», lo cual sólo es posible en el juicio ordinario al existir dos fases
diferenciadas (la audiencia y el juicio probatorio). En el juicio verbal, al celebrarse con unidad de acto,
la única posibilidad consiste en convocar a las partes a una nueva vista para que se dé lectura de las
respuestas escritas al interrogatorio.

• En el juicio oral o en la vista se dará lectura del escrito que, al menos, será sometido a debate entre la
parte que lo propuso y el representante procesal de la Administración. Si como consecuencia de las
preguntas complementarias fuera necesario otro interrogatorio, ante el desconocimiento de los
hechos del mencionado representante, podrá remitirse un nuevo interrogatorio por escrito como
diligencia final (arts. 315.2).

• El art. 315 finaliza admitiendo la aplicación del art. 307, es decir, de la «ficta confessio» ante la negativa
a declarar de la Administración, o cuando las respuestas dadas fueran evasivas o inconcluyentes.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

b) Segunda excepción

• La segunda excepción hace referencia al lugar de la práctica del interrogatorio, ya que puede
celebrarse en el domicilio o residencia de la parte sometida al mismo o en la sede del tribunal al que
se solicita el auxilio judicial.
1. Interrogatorio celebrado en el domicilio o residencia de la parte sometida al mismo, para los
supuestos de «enfermedad» o de «otras circunstancias especiales» que impidan a la parte declarar
normalmente en la sede del Tribunal competente.
En estos casos excepcionales, el Tribunal, a instancia de parte o de oficio, admitirá dicha declaración
a la que podrá concurrir la parte proponente de este medio de prueba asistida de su Abogado.
Cuando asi suceda, éste se celebrará ante la sola presencia del juez y del LAJ, presentando la parte
proponente un pliego de preguntas por escrito. Este interrogatorio será reflejado en el acta extendida
por el LAJ haciendo constar las preguntas y las respuestas y será firmado por el declarante y por los
demás asistentes bajo la fe pública del LAJ (arts. 312).
2. Interrogatorio celebrado en la sede del tribunal al que se solicita el auxilio judicial. Esta
segunda posibilidad la ofrece el art. 313, que admite el interrogatorio de las partes en un Tribunal
distinto en los casos del auxilio judicial (arts. 169 y ss.).
• No obstante lo afirmado en la rúbrica del citado Interrogatorio domiciliario por vía del auxilio judicial,
en puridad, el mencionado precepto prevé la posibilidad de que la parte que haya de responder al
interrogatorio, solicite prestarlo ante el Tribunal de la circunscripción de su domicilio, vía auxilio
judicial, cuando su domicilio esté lejos de la del competente para el pleito principal.

• En caso de admisión de la solicitud, el interrogatorio se celebrará, bien en el domicilio de esa parte en


los casos previstos en el art. 311, bien en la sede del Tribunal del domicilio de la parte requerida. En
este caso, la parte proponente podrá acudir en persona o formular una lista de preguntas por escrito,
previamente declaradas pertinentes por el Tribunal del litigio principal.

B) CITACIÓN

• Una vez admitido a trámite el medio de prueba, el Tribunal ha de citar a las partes para su
interrogatorio en el juicio oral o en la vista. La diferencia procedimental existente entre el juicio
ordinario y el juicio verbal requiere una matización:
▪ Juicio ordinario: En el juicio ordinario las partes siempre han de estar representadas por procurador
y asistidas de letrado. Por ello el Tribunal se limitará a indicar verbalmente a las partes o a sus
representantes el día y la hora en que han de asistir al acto del juicio para la práctica del
interrogatorio apercibiendo a la parte interesada de que en caso de incomparecencia injustificada se
la podrá tener por confesa y ser sancionada con una multa de 180 a 600 euros.
▪ Juicio verbal: En el juicio verbal, el LAJ siempre ha de citar a las partes por escrito advirtiéndolas que
han de comparecer en la vista con los medios de prueba de que intenten valerse, con la prevención
de que si no asistieran y se propusiera y admitiera su declaración, podrán considerarse admitidos
los hechos del interrogatorio conforme a lo dispuesto en el art. 304.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

C) OBLIGACIÓN DE COMPARECENCIA

• El art. 304 LEC establece la obligación procesal de las partes «citadas» de comparecer al juicio o a la
vista para la celebración del interrogatorio. El incumplimiento de esta obligación produce una doble
consecuencia jurídica:
1. El Tribunal tiene la facultad discrecional (el art. 304.1 dice «podrá») de interpretar la ausencia como
una admisión tácita («ficta confessio») de los hechos «en que dicha parte hubiese intervenido
personalmente y cuya fijación como ciertos le sea enteramente perjudicial».
2. La imposición de una multa de 180 a 600 euros (arts. 292.4 al que se remite el citado art. 304.1).
• Para considerar a la parte que no ha comparecido como confesa han de darse los siguientes factores:
1. Que esta drástica ficción legal no es «automática e imperativa», sino excepcional, constituyendo una
facultad del tribunal. Este es el único competente para aplicarla.
2. Que la parte no comparecida no haya justificado previamente su ausencia, aportando, por ejemplo,
un certificado médico de baja por enfermedad o solicitando un nuevo señalamiento de la vista o la
suspensión del juicio o vista si lo considera imprescindible.
3. Que rige el principio de justicia rogada, por lo que la parte solicitante del medio de prueba, ante la
incomparecencia de la contraria, ha de formular, no obstante, el correspondiente interrogatorio y
hacer constar las preguntas dirigidas a dicha parte incomparecida y solicitar la aplicación de la «ficta
confessio».
4. Que esta ficción no tiene un valor probatorio superior al de los demás medios de prueba, ni exime
de la aplicación de las reglas de distribución de la carga de la prueba. Ahora bien, si la parte
proponente únicamente dispone del interrogatorio de la parte contraria como medio de prueba
para acreditar sus hechos constitutivos, y ésta no comparece, habrá lugar a la admisión tácita de
los hechos.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

D) CONTENIDO Y DESARROLLO DEL INTERROGATORIO

• Una vez comparecidas las partes en el juicio, la parte que propuso el interrogatorio preguntará
oralmente a la contraria sobre los hechos objeto de la prueba en los que ha intervenido
personalmente. Las preguntas se formulan en sentido afirmativo, con claridad y precisión, sin incluir
en las mismas valoraciones ni calificaciones (art. 302.1). Existe un doble control respecto de las
preguntas formuladas:

▪ De un lado, la parte requerida para contestar y su abogado pueden impugnarlas en el acto por
considerarlas impertinentes, esto es, por no existir una relación entre la pregunta formulada y el
objeto del proceso, o por adolecer de los defectos formales antes indicados, es decir, por incluir
valoraciones o calificaciones (arts. 303).
▪ Del mismo modo, el juzgador está facultado para controlar de oficio y en el acto la admisibilidad de
las preguntas realizadas (arts. 302.2).
• La parte sometida al interrogatorio tiene la carga procesal de contestar. La negativa injustificada a
responder, así como las contestaciones evasivas o inconcluyentes, dará lugar al apercibimiento, en el
acto, del Tribunal de poder tenerla por confesa respecto de los hechos a que se refieren las preguntas,
en los que haya intervenido personalmente y su fijación como ciertos le fuera total o parcialmente
perjudicial (art. 307).

• Al contestar, la parte interrogada ha de hacerlo por sí misma y sin valerse de borrador alguno de
respuestas. Si la memora le flaqueara, y el Tribunal lo admite (por ejemplo, porque los hechos tuvieron
lugar hace mucho tiempo), puede consultar, en el acto, documentos y notas o apuntes (arts. 305.1). En
principio, las respuestas han de ser afirmativas o negativas, todo ello lógicamente en función del tipo
de pregunta formulada, pero puede «agregar» las explicaciones pertinentes respecto de las preguntas
realizadas (arts. 305.2).

• Una vez finalizado el interrogatorio, los abogados de las demás partes y del declarante están
facultados, por este orden, para realizar «nuevas» preguntas (arts. 306.1). El carácter novedoso de las
preguntas es relevante, porque existe la prohibición legal de reiterar el interrogatorio sobre los mismos
hechos ya declarados (arts. 314). El Tribunal también puede intervenir en esta fase posterior del
interrogatorio, pero con carácter accesorio, es decir, con la sola finalidad de obtener «aclaraciones y
adiciones».

• El art. 310 establece la incomunicación de los declarantes cuando dos o más partes vayan a declarar
sobre los mismos hechos. Esta incomunicación tiene por finalidad garantizar el carácter reservado del
contenido del interrogatorio y la espontaneidad de las respuestas dadas por los distintos declarantes.

3. VALOR PROBATORIO

• Los requisitos que han de cumplirse para que la declaración, sobre determinados hechos, realizada
por una de las partes tenga un valor probatorio privilegiado, son tres:
1. Que la parte que declara haya intervenido personalmente en los hechos.
2. Que su reconocimiento como ciertos le sea enteramente perjudicial.
3. Que se trate del único medio de prueba practicado respecto de los hechos objeto del interrogatorio.
• De todas formas, es difícil de imaginar un litigio en el que se den estos tres requisitos anteriores, pues
lo normal es que existan otros medios de prueba (documentos, testigos, pericias…) que contradigan lo
manifestado por la parte declarante. En estos casos, en los que existen medios de prueba
contradictorios, así como los demás extremos de la declaración prestada por la parte que no reúnan
esos requisitos, rige el sistema de la libre valoración de la prueba, por cuanto serán valorados
conforme a las reglas de la «sana crítica».

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

II. EL INTERROGATORIO DE TESTIGOS

1. CONCEPTO, REGULACIÓN LEGAL Y CARACTERES

• REGULACIÓN. La LEC regula el medio de prueba del interrogatorio de testigos en sus artículos 360 a
381. En la actual regulación, tal y como sucede con el interrogatorio de las partes, se lleva a efecto la
deseada actualización de la testifical, sometiéndola a los principios de oralidad e inmediación.

• CONCEPTO. El medio de prueba denominado «Interrogatorio de testigos» puede definirse como la


declaración probatoria que prestan «las personas que tengan noticia» de los hechos objeto de la
prueba

• CARACTERES. Son testigos «las personas» que reúnen una doble condición:

▪ Son terceros ajenos al proceso y, por tanto, no son partes procesales ni materiales, al carecer de
derechos o de intereses legítimos respecto de la relación jurídico- material debatida.
▪ Han de haber presenciado a través de sus sentidos todo o parte de los hechos controvertidos.

A) EL TESTIGO ES UN TERCERO AJENO AL PROCESO

• La distinción fundamental entre el testigo y la parte es que el testigo es un tercero ajeno al


proceso. Se trata de una diferenciación no sólo teórica, sino con evidentes repercusiones prácticas, de
ahí que el legislador distingue en varios preceptos, entre si la persona que declara lo hace en calidad
de parte o de testigo.

• Así, unicamente el testigo tiene la obligación de jurar o prometer decir verdad bajo sanción de
responsabilidad penal (art. 365), dándose además un posible valor probatorio privilegiado de la
declaración de la «parte» y no así del «tercero».

• La herramienta procesal para garantizar la indicada diferenciación es la «tacha» del testigo, es decir,
la posibilidad procesal de la contraparte de poner de manifiesto la existencia de un interés del
testigo en el litigio que puede afectar a su versión de los hechos (ver art. 377). La tacha no impide
la práctica del medio de prueba testifical, sino que lo que pretende es advertir al Tribunal de la
pérdida de imparcialidad del testigo como elemento fundamental a tener en cuenta en la posterior
fase de enjuiciamiento y valoración del medio de prueba (arts. 376 LEC in fine).

B) EL TESTIGO NO ES UN PERITO

• El tercero que declara como testigo es una simple persona que ha presenciado los hechos a cuyo
esclarecimiento puede contribuir con su declaración, es por tanto una persona insustituible.
• El perito en cambio, es un experto en la materia a quien se le encomienda la labor de analizar desde
un punto de vista técnico, artístico, científico o práctico la totalidad o parte de los hechos litigiosos, por
lo que puede ser sustituido por otro colega, pues es un tercero ajeno a los hechos (de lo contrario
podrá ser objeto de tacha o de recusación) que ha de examinarlos a través de sus específicos
conocimientos.
• No obstante, si, casualmente, la persona reuniera la doble condición de testigo y de perito puede ser
llamada a declarar de conformidad con lo dispuesto en el art. 370.4 LEC.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

C) CAPACIDAD

• En principio, todas las personas son idóneas para participar en el procedimiento probatorio a través
de la testifical. La LEC parte de una regla general, antiformalista, de habilitad para ser testigos. El
citado precepto no impone límites generales tales como la enfermedad mental o la minoría de edad.
Sin embargo, regula lo siguiente:
▪ Excluye a las personas que se encuentran «permanentemente privadas de razón o del uso de los
sentidos respecto de hechos sobre los que únicamente quepa tener conocimiento por dichos
sentidos».
▪ Respecto de los menores de catorce años, «podrán» declarar si el Tribunal lo admite en función del
grado de «discernimiento necesario para conocer y para declarar verazmente».
• La parte interesada en proponer a una determinada persona como testigo ha de sopesar el grado de
idoneidad de la misma y, en su caso, la posibilidad de citar como testigo a otra persona que la sustituya.
• De lo contrario, será el Tribunal el encargado de admitir o no a esa concreta persona para que declare
como testigo, a la luz de los impedimentos puestos de manifiesto previamente por la parte proponente
o como consecuencia de lo acontecido al inicio del interrogatorio. En este sentido, es especialmente
interesante lo dispuesto en el art. 355 respecto del reconocimiento judicial de las personas.

2. PROCEDIMIENTO

A) PARTICULARIDADES DE LA PROPOSICIÓN

• Los artículos 362 y 363 establecen unas especialidades respecto de la forma de proponer a los testigos
en la audiencia previa o en la vista.

1. Se establece la carga procesal de las partes de indicar de forma imprescindible todos los datos de
que dispongan para la correcta designación de los testigos y el lugar donde puedan ser citados.

Aunque la proposición de este medio de prueba es oral, a efectos prácticos convendría aportar un
escrito en el que constaran todos estos datos para facilitar la labor del Juez, del LAJ Judicial y de las
demás partes.

2. No existe un límite legal del número de testigos a proponer. Las partes podrán proponer cuantos
testigos estimen conveniente» sin que establezca un número mínimo o máximo de testigos a
proponer por la parte interesada.
• La limitación no es pues jurídica, aunque sí puede serlo desde un punto de vista fáctico, de modo que
si una parte propone a más de «tres por cada hecho discutido» estará obligada a abonarles cantidades
indemnizatorias por los gastos ocasionados, y ello en todo caso, es decir, con independencia de que
obtenga un pronunciamiento judicial favorable en materia de costas procesales. Además se faculta al
Tribunal a inadmitir los sucesivos testimonios, a partir del tercero prestado, por considerarlos inútiles
por haber quedado «suficientemente ilustrado».

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

B) FORMA Y LUGAR DE LA REALIZACIÓN

• Tal y como sucede con el medio de prueba del interrogatorio de las partes, también la regulación legal
del interrogatorio de los testigos es «libre desde el principio». Una vez admitido este medio de
prueba, su práctica en la audiencia principal está sometida a una gran flexibilidad para que las
personas que declaren lo hagan de manera espontánea, sin listas escritas de preguntas y repreguntas.
• Este medio probatorio está igualmente regido por los principios de oralidad, inmediación y publicidad,
por lo que es igualmente inexcusable la presencia del Tribunal en la práctica de la testifical. Sin
embargo, también existen excepciones a la oralidad y a la práctica del interrogatorio en la sede del
Tribunal.

a) Excepciones a la oralidad

• Las excepciones a la oralidad se encuentran previstas en los artículos 380 y 381 LEC:

• El art. 380 admite que el investigador privado, que ha elaborado el informe «escrito» (previamente
introducido en el proceso en la fase de alegaciones como documento material que se acompaña al
escrito de demanda o de contestación), sea sometido a interrogatorio como testigo cuando estos
informes «no hubiesen sido reconocidos como ciertos por todas las partes a quienes pudieren
perjudicar» (arts. 380.1).
• El art. 381 también admite el interrogatorio por escrito de las personas jurídicas, privadas y públicas,
cuando la parte interesada en su declaración ignore la concreta persona física que ha intervenido en
los hechos controvertidos. En estos casos, la parte propondrá al Tribunal que la persona jurídica
declare por escrito sobre los hechos en los diez días anteriores al juicio o a la vista.
• PROCEDIMIENTO. En la elaboración de las preguntas intervienen todas las partes, evidentemente la
que propuso este medio de prueba, pero también las demás, que pueden adicionar, rectificar o
completar el listado de preguntas elaborado por aquélla.
• El Tribunal, oídas las partes, resolverá en el acto sobre la pertenencia y utilidad de las preguntas
elaboradas. En el caso de que admita, total o parcialmente, la propuesta del interrogatorio, requerirá
a la persona jurídica para que responda por escrito en el plazo de diez días.
• La persona jurídica requerida está obligada a contestar bajo apercibimiento de multa de 150 a 600
euros y de proceder por delito por desobediencia a la autoridad «contra quien resultare
personalmente responsable de la omisión».
• La práctica de este medio de prueba no suspende, por lo general, el curso del procedimiento. Una vez
recibida la respuesta, el Tribunal la remitirá a las partes y podrá ser objeto de contradicción, tanto en
lo relativo a la posibilidad de contradecir mediante otras pruebas lo declarado, como en la posibilidad
de que la persona o personas físicas, que hayan elaborado las respuestas, puedan ser llamadas, de
oficio o a instancia de parte, a declarar para aclarar o completar lo reflejado por escrito, si fuera oscuro
o incompleto.

b) Declaración domiciliaria del testigo

• En la excepcional «Declaración domiciliaria del testigo», para que se practique el medio de prueba del
interrogatorio del testigo en su domicilio. En los casos en que no se permitió a las partes presenciar el
interrogatorio del testigo, y presentaron previamente por escrito sus preguntas, tienen la posibilidad
de formular «nuevas preguntas», con el fin de aclarar o complementar sus declaraciones (art. 364.2).

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

C) ESTATUTO

• Las personas citadas a declarar en calidad de testigos tienen las obligaciones de comparecer y decir
la verdad. Una vez que el testigo ha comparecido en el lugar, día y hora indicados en la citación, antes
de declarar, ha de jurar o prometer decir la verdad (solo aplicable a los testigos mayores de edad).
• Para el cumplimiento de estas obligaciones, los testigos han de afrontar evidentes gastos y, por ello, se
les reconoce el derecho a que se les indemnice por los gastos y perjuicios que le ocasiona «la
declaración» (arts. 375 LEC).
• Esta indemnización de los testigos, que atendiendo a la citación realizada comparezcan ante el
Tribunal, ha de solicitarse por el testigo al LAJ que será el competente para determinar el importe
exacto de la misma mediante Decreto dictado al término del juicio o vista.
• La parte obligada al pago es la que propuso este medio de prueba, con independencia de que pueda
recuperar ese importe si obtiene un pronunciamiento favorable respecto de la condena en costas en
la ulterior sentencia o auto definitivo. Si fueron varias las partes proponentes se prorrateará el importe
de la indemnización entre ellas.
• Este auto sólo será susceptible de ser recurrido en reposición (en el plazo de cinco días, art. 452); si en
los diez días siguientes a su firmeza la parte no pagara la cantidad judicialmente determinada, el testigo
podrá iniciar directamente el proceso de ejecución forzosa contra la parte deudora. Pero, en caso de
condena en costas, la parte vencida sólo sufragará los gastos de tres testigos por cada hecho
controvertido (art. 363).

D) CONTENIDO Y DESARROLLO DEL INTERROGATORIO

• Una vez que el testigo ha comparecido y jurado o prometido decir verdad, declarará. En el caso de que
fueran varios testigos, declararán por el orden previamente fijado por las partes proponentes, salvo
que el Tribunal tuviese motivos para alterarlo, procurando su incomunicación.
• El interrogatorio comienza con las «preguntas generales» previstas en el art. 367, que ha de formular
el Tribunal al testigo. Estas preguntas inciden en la existencia o no de parentesco, afinidad, amistad o
enemistad, etc. En definitiva, pretenden poner de manifiesto la imparcialidad o parcialidad testigo en
el proceso.
• El contenido y la admisibilidad de las preguntas que se formulen a los testigos y su régimen de
impugnación (arts. 369) vienen a coincidir con el régimen del interrogatorio de las partes.

ESPECIALIDADES:
• DEBER DE GUARDAR SECRETO E INTERROGATORIO CRUZADO. Existen especialidades respecto de
los testigos con el deber de guardar secreto (art. 371) y en la posibilidad de someter este medio de
prueba al interrogatorio cruzado (el «careo» del art. 373), no sólo entre los testigos con respuestas
gravemente contradictorias, sino también entre los testigos y las partes.
• TACHAS. La mayor peculiaridad se encuentra en la regulación de las «tachas» a los testigos por pérdida
de imparcialidad. Los artículos 377 a 379 regulan esta materia, y conforme a ellos la tacha, no sólo
puede ser opuesta por la contraparte, sino también por la misma parte proponente del testigo,
si, con posterioridad a la proposición, tuviera noticias de la existencia de alguna de las causas de tacha.
• La parte que opone la tacha, también está lógicamente gravada con la necesidad de probar la misma
a través de cualquier medio de prueba, salvo la testifical (art. 379.1). La contraparte podrá oponerse
por escrito a la tacha en los tres días siguientes a su notificación.
• El Tribunal valorará la tacha en el momento de apreciar el medio de prueba del interrogatorio del
testigo, es decir, en la sentencia y bajo el principio de la libre valoración de la prueba, lo que permite
valorar el testimonio, pese tacha del testigo.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

3. VALOR PROBATORIO (DEL INTERROGATORIO DE TESTIGOS)

• El art. 376 somete, sin reservas, este medio de prueba al principio de la prueba libre. El Tribunal,
en el momento de la valoración de la prueba, apreciará las declaraciones testificales conforme a «las
reglas de la sana crítica, tomando en consideración la razón de ciencia que hubieren dado, las
circunstancias que en ellos concurran y, en su caso, las tachas formuladas y los resultados de la prueba
que sobre éstas se hubiere practicado.» Por tanto, se trata, en principio, de un medio de prueba de
apreciación discrecional para el juzgador de instancia y no impugnable en casación.
• Las reglas de la sana crítica, si bien no están codificadas, han de entenderse como las más elementales
directrices de la lógica humana. El método interpretativo de estas reglas es el de la razón y el de la
lógica, pues no difiere del común empleado por cualquier persona experimentada para extraer y
formular conclusiones en las mismas circunstancias. Por tanto, infringe la sana crítica la irracionalidad,
el absurdo, el voluntarismo y la arbitrariedad, que es lo único que puede controlarse por el tribunal
«ad quem» y mediante el ejercicio de los recursos.
• Las matizaciones que el art. 376 introduce a la sana crítica hacen referencia a la credibilidad intrínseca
de los testigos, apreciable a través de su independencia. Esta independencia se acredita, entre otras
cosas, por no haber tenido escrúpulo alguno en ignorar o negar preguntas que, aun formuladas por la
parte que le propuso, no respondieran a la verdad o fueran desconocidas por él y a la «coherencia,
claridad y rotundidad de sus respuestas».

• La LEC 1/2000 dejó de considerar a la testifical como «la Cenicienta» de los medios de prueba, al no
prever limitaciones a su valor probatorio. Con anterioridad a su vigencia, se trataba de un medio de
prueba sometido a la tensión constante entre su necesidad práctica, al ser frecuentemente utilizado,
y los recelos que despertaba en el legislador y en la jurisprudencia clásica.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

LECCIÓN XXV.- LA DOCUMENTAL PÚBLICA Y PRIVADA

I. LOS DOCUMENTOS PUBLICOS

1. CONCEPTO Y REGULACIÓN LEGAL

• La seguridad del tráfico jurídico, tanto a nivel nacional, como internacional, necesita de la existencia de
determinados documentos con un valor probatorio privilegiado. Este valor permite la acreditación
«plena» o indubitada de determinados datos incluidos en esos documentos o, incluso, iniciar procesos
sumarios (a caballo entre el proceso de declaración y de ejecución) para la tutela expeditiva de
determinados derechos de crédito siempre y cuando se plasmen en un documento público.

A) CONCEPTO

• Los documentos públicos son aquellos expedidos, autorizados o intervenidos por los fedatarios
públicos legalmente habilitados, siempre que actúen en el ámbito de sus competencias y con
arreglo a los requisitos legalmente establecidos, consecuencia de lo cual otorgan una fuerza
probatoria privilegiada prueba «plena» a determinados datos en ellos incluidos.

• La ley procesal común sólo reconoce un valor probatorio privilegiado a los documentos públicos
incluidos en la relación del art. 317 y se remite, en los demás, a las mencionadas legislaciones
específicas aplicables a los mismos.

• Sólo determinadas personas (LAJ judiciales, notarios, registradores de la propiedad y mercantiles, y


otros funcionarios públicos) pueden convertir un documento en público gracias a que la Ley les otorga
la potestad de dar fe.

B) REGULACIÓN LEGAL

• La LEC regula este medio de prueba en los artículos 317 a 323, aunque existen otros preceptos
dispersos en la citada Ley, y en otros cuerpos legales, relativos a este tipo específico de documentos.

• La doctrina y la jurisprudencia son unánimes en afirmar que los documentos públicos son un medio
de prueba de enorme trascendencia jurídica dentro y fuera del proceso.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

2. CLASES

A) DOCUMENTOS PÚBLICOS JUDICIALES

• De conformidad con lo dispuesto en el art. 317.1º LEC, tienen el carácter de documentos públicos
judiciales los expedidos por los LAJ, únicos funcionarios públicos imparciales, a quienes les
corresponde la potestad jurisdiccional de instrumentación o potestad para dar fe (art. 145 LEC),
respecto de «las resoluciones» judiciales dictadas (sentencias, autos y providencias) y de las «diligencias
de actuaciones judiciales de toda especie y los testimonios» expedidos sobre las mismas.

B) DOCUMENTOS PÚBLICOS NOTARIALES Y REGISTRALES

• Los documentos públicos notariales y registrales se recogen en los números 2º, 3º y 4º del art. 317 LEC;
son los autorizados, intervenidos o expedidos por los notarios, los corredores de comercio colegiados
y por los registradores de la propiedad y mercantiles, respectivamente.

a) Documentos públicos notariales y de los corredores


de comercio

• Los notarios y los corredores de comercio colegiados forman, en la actualidad, un cuerpo único «de
notarios». Por tanto, estos funcionarios públicos unificados están sometidos a las mismas normas
aplicables a dicho cuerpo único. De esta forma, carece de sentido la distinción realizada entre los
documentos públicos de ambas categorías de funcionarios.
• Ambos funcionarios están sometidos a la misma legislación notarial aplicable respecto de los
documentos públicos que autorizan, esto es: Código Civil; Ley del Notariado;Reglamento Notarial;Ley
Hipotecaria.

b) Documentos públicos de los registradores de la pro-


piedad y mercantiles

• El art. 317.4º LEC hace referencia a los documentos públicos expedidos por los Registradores de la
Propiedad y Mercantiles, concretamente a «las certificaciones» por ellos expedidas «de los asientos
regístrales».

C) DOCUMENTOS PÚBLICOS ADMINISTRATIVOS

• Los números 4º y 5º del art. 317 LEC regulan los documentos públicos administrativos expedidos por
funcionarios públicos «legalmente facultados para dar fe en lo que se refiere al ejercicio de sus
funciones» y «los que, con referencia a archivos y registros» de órganos de las Administraciones
Públicas sean expedidos por estos funcionarios sobre «disposiciones y actuaciones de aquellos
órganos, Administraciones o entidades».

• Para determinar qué concretos funcionarios públicos están legalmente habilitados para dar fe, es
necesario acudir a la legislación administrativa sectorial aplicable (46.1 LRJPAC). Por regla general, estas
funciones corresponden a los LAJ de las respectivas Administraciones Públicas.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

D) OTROS DOCUMENTOS PÚBLICOS

• La relación de documentos públicos del art. 317 LEC no es taxativa, sino que existen otros documentos
que también tienen la consideración de públicos y con fuerza probatoria privilegiada.

a) Otros documentos administrativos

• El art. 319.2 LEC prevé que los documentos administrativos distintos de los previstos en el art. 317.5º
y 6º también tendrán el carácter de «públicos» cuando «las leyes… les reconozcan tal carácter». Por
tanto, existe una reserva legal a la hora de convertir un documento en público.

b) Documentos públicos extranjeros

• El art. 323 LEC regula la eficacia probatoria de los documentos públicos «extranjeros». Este precepto
se remite a la existencia o no de «tratados o convenios internacionales» o «leyes especiales» a la hora
de determinar qué documentos extranjeros han de tener la consideración de documentos públicos
para poder otorgarles la fuerza probatoria privilegiada prevista en el art. 319.
• En el caso de que no exista convenio o ley especial aplicable, el punto 2 del art. exige la prueba de que
dicho documento tenga la consideración de público («haga prueba plena») en el país en el que se haya
otorgado y la «legalización o apostilla y los demás requisitos necesarios para su autenticidad en
España»

• Los documentos públicos notariales extranjeros, aunque cumplan con los requisitos indicados, no se
equiparan, a efectos de la inscripción registral, con los documentos otorgados ante un notario español.

3. PROCEDIMIENTO

A) APORTACIÓN

a) La regla general

• Lo relativo al momento de aportar la documental pública se regula en las disposiciones comunes a los
procesos declarativos sobre la «presentación de documentos, dictámenes, informes y otros medios e
instrumentos» (264 a 272 LEC). De conformidad con los anteriores preceptos, los documentos públicos,
al igual que los documentos privados, los dictámenes periciales privados y los nuevos medios de
prueba, han de aportarse por las partes al inicio del proceso, esto es, como documentos que
acompañan a los escritos de demanda y de contestación (arts. 264 y ss.).
• DOCUMENTOS PÚBLICOS PROCESALES. Como consecuencia de la vigencia del principio de aportación
de los hechos y de las pruebas, las partes han de acompañar a los escritos de alegaciones los
documentos públicos procesales, esto es, los que acreditan el cumplimiento de los siguientes
requisitos:
1. Determinados presupuestos procesales como los de la capacidad de postulación.
2. La capacidad procesal de representante, es decir, el documento público que otorga la parte material
a favor de su representante —la parte procesal— (art. 264.2º)
3. El procedimiento a la cosa litigiosa, art. 264.3º.
4. La capacidad de conducción procesal (arts. 265.1.1º y 2º / 266.2º a 5º).
• DOCUMENTOS PUBLICOS MATERIALES. Igualmente, las partes han de acompañar los documentos
públicos materiales o «relativos al fondo del asunto»

• En el caso de que las partes no dispusieran de los anteriores documentos, porque no pueden acceder
a los mismos, circunstancia que han de acreditar (los registros «públicos» permiten a los interesados
obtener las copias fehacientes y la LEC presume la posibilidad de su aportación), «podrán designar el
archivo, protocolo o lugar en que se encuentren, o el registro, libro registro, actuaciones o expediente
del que se pretenda obtener una certificación» (art. 265.2.I y II LEC).

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

• PRECLUSIÓN. La consecuencia jurídica de la falta de aportación de la documental pública en la


indicada fase de alegaciones consiste en la preclusión, es decir, la imposibilidad de aportar después
esos documentos (art. 269 LEC), que se traduce en su inadmisión por extemporáneos por parte del
Tribunal, ya sea de oficio o por denuncia de la contraparte, salvo que sean meramente accesorios o
complementarios. La providencia de inadmisión no es recurrible y ordenará la devolución de los
documentos a la parte que los aportó fuera del plazo legalmente previsto (art. 272 LEC).
• INADMISIÓN. En los casos de demanda de responsabilidad civil contra jueces y magistrados, el juicio
de alimentos, el juicio de retracto y los procesos sucesorios (art. 266 LEC), no opera la preclusión, sino
la inadmisión de la demanda. Esto es debido a que en estos supuestos especiales, la aportación de
tales documentos justifica el presupuesto procesal de la capacidad de conducción procesal que, en
estos supuestos, no sólo es vigilable de oficio, sino que también se erigen en un presupuesto procesal
de la admisibilidad de la demanda.

b) Excepciones

• Existen excepciones a la regla general previstas en los artículos 265.3, 270 y 271 LEC. Tampoco son de
aplicación las normas generales a los procesos especiales previstos en el Título I del Libro IV, en los que
existe un interés público a tutelar que provoca el justo equilibrio entre los principios de aportación y
de investigación y, por tanto, la inaplicación de los plazos preclusivos para la introducción de hechos y
de documentos.

• PRIMERA EXCEPCIÓN. El art. 265.3 permite que el actor aporte, en la audiencia previa del juicio
ordinario (también a la vista del juicio verbal) nueva documental para rebatir los hechos impeditivos,
extintivos y excluyentes alegados por el demandado al contestar a la demanda.

• SEGUNDA EXCEPCIÓN. El art. 270 admite, a su vez, una triple excepción respecto de los documentos
materiales («relativos al fondo del asunto» dice el art. 270.1):

▪ Ser de fecha «posterior» a la fase de alegaciones o a la audiencia previa (arts. 270.1.1º).


▪ Los documentos de fecha «anterior» a la demanda o contestación o, en su caso, a la audiencia previa
al juicio, siempre y cuando la parte que pretende introducirlos «justifique no haber tenido antes
conocimiento de su existencia» (art. 270.1.2º), lo que requiere de una actividad probatoria
justificativa de ese desconocimiento. Debido a la obligación que pesa sobre las partes de actuar con
buena fe, el Tribunal puede imponer una multa a esta parte, si aprecia «ánimo dilatorio o mala fe»
(art. 270.2).
▪ Los casos sobre la falta de disposición de la documental por encontrarse en archivos o registros,
siempre y cuando se hubiera realizado en el escrito de demanda y de contestación la
correspondiente salvedad (art. 270.1.3º).

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

• TERCERA EXCEPCIÓN. El art. 271 establece un plazo preclusivo final, sometido a su vez a excepción,
para la aportación tardía de esos documentos.

• Este precepto dispone la inadmisión de la documental aportada «después de la vista o juicio»,


es decir, una vez finalizada la fase probatoria y la de conclusiones. La única posibilidad para su
aportación será solicitar diligencias finales o, en el peor de los casos, su aportación en la segunda
instancia. La antes aludida excepción permite la aportación de la documental «pública» (judicial y
administrativa) respecto de documentos dictados o comunicados con posterioridad a la fase de
conclusiones, en relación con «sentencias o resoluciones judiciales o de autoridad administrativa»
siempre que puedan ser «condicionantes o decisivas» para la resolución del pleito en la primera
instancia o en fase de recurso.
• Estos concretos documentos pueden aportarse en la fase final del proceso (la sentencia) y serán
sometidos a la lógica contradicción entre las partes, con suspensión del plazo para dictar sentencia.
• Esta excepcional salvedad final no requiere que el documento público judicial que recoge el contenido,
por ejemplo, de una sentencia, sea «firme», ni que el documento administrativo que contiene una
determinada actuación sea «definitiva» (esto es, que haya puesto fin al procedimiento administrativo).
No obstante, el legislador admite su tardía incorporación, precisamente por la importancia probatoria
de la documental pública en el proceso civil.

B) MODO DE PRODUCCIÓN

• Existe una enorme dispersión normativa respecto de la documental pública. Otra prueba de ello son
las dos disposiciones sobre la «Forma de presentación» (art. 267) o el «Modo de producción» (art. 318)
de la documental pública.

a) Aportación original del documento

• Una interpretación armónica de los artículos 267 y 318 LEC aconsejaría la aportación original del
documento público para que tenga la fuerza probatoria privilegiada del art. 319, pues así se reduce la
posibilidad de que la contraparte impugne su autenticidad a efectos probatorios (arts. 320),
prácticamente limitada a tacharlo de falso (en este sentido el art. 40.4-5 y 7 LEC).

b) Aportación de copia o certificación «fehaciente»

• Lo más frecuente es que las partes no dispongan de los originales, que son custodiados por los
fedatarios públicos. Por este motivo, las partes deberían aportar:

▪ Copia o certificación «fehaciente» del documento público, esto es, la copia adverada (certificada) por
el fedatario público.
▪ Copia simple del documento, en defecto de copia o certificación «fehaciente». Esta copia simple
también se expide con base en el documento original, pero, a diferencia de las fehacientes, no utilizan
papel timbrado, ni contienen nota de cotejo con el original y tampoco queda nota de su expedición
en el original o matriz.

• Esta forma de presentación de los documentos públicos no contrarresta su privilegiado valor, pero
sólo lo tendrán si no es impugnada su autenticidad por la contraparte (arts. 318, 267 y 320).

c) Aportación de fotocopia

• La aportación del documento público mediante mera «fotocopia» resulta más discutible. La
inadecuación existente entre las normas reguladoras del modo de producción de la documental
pública (arts. 318 y 267 LEC, que guardan un ilustrativo silencio sobre la presentación de fotocopias), y
el art. 334 LEC («valor probatorio de las copias reprográficas y cotejo») desaconsejan esta opción en la
práctica.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

d) Aportación mediante testimonio o certificación


fehacientes de sólo una parte
• El art. 321 LEC prevé el caso de la aportación de la documental pública mediante «testimonio o
certificación fehacientes de sólo una parte» de la misma (ej. la aportación de una sentencia «no firme»
de cuya firmeza dependa la eficacia de la cosa juzgada). Solo tendrá valor probatorio privilegiado
(prueba plena) «mientras no se complete con las adiciones que solicite el litigante a quien pueda
perjudicarle».
C) OBLIGACIÓN DE EXHIBICIÓN
• Los artículos 328 a 333 LEC regulan la obligación de exhibición por la parte de los documentos
existentes en poder de la contraparte o de terceras personas. Estas normas no son otra cosa que una
manifestación, en el ámbito documental, de la vigencia del principio general de la buena fe procesal
como principio rector de todo el proceso civil (art. 247 LEC), el cual obliga a los intervinientes en el
proceso, que tengan en su poder determinados documentos relevantes para la suerte del litigio, a
colaborar con la Justicia (art. 118 CE) en el descubrimiento de la verdad material en el proceso civil.

a) De las partes
• Los artículos 328 y 329 LEC regulan, respectivamente, la obligación de las partes de exhibir los
documentos que obren en su poder y los efectos de la negativa, injustificada, a su exhibición.
• DEBER DE EXHIBICIÓN DOCUMENTAL ENTRE PARTES El art. 328 LEC faculta a la parte interesada en
la aportación del documento público a solicitar a las demás (sean partes procesales o materiales, ver
art. 330.2 LEC) «la exhibición de documentos que no se hallen a disposición de ella y que se refieran al
objeto del proceso o a la eficacia de los medios de prueba».
• Aunque esta norma guarde silencio sobre el momento y lugar en el que ha de realizarse esta petición,
el tiempo y lugar han de coincidir con el de la fase de alegaciones, es decir, el demandante y el
demandado han de introducir estas solicitudes en sus respectivos escritos de demanda y de
contestación, pues es, en ese momento procesal, cuando han de aportar la documental pública (y
privada).
• Si la parte gravada con tal aportación no dispone de documento público alguno, pero conoce de su
existencia, o sólo tiene en su poder una copia simple o mera fotocopia del mismo, siendo estos medios
de prueba pertinentes, relevantes, útiles y lícitos, ha de reflejarlo en su escrito de alegaciones y solicitar
del Tribunal la colaboración de la parte en cuyo poder se encuentra el documento público, o su original
o copia fehaciente, respectivamente. En estos casos, la parte interesada en requerir su exhibición
deberá, si no dispone de copia alguna, indicar «en los términos más exactos posibles el contenido de
aquél» y si dispone de una fotocopia o copia simple del documento público, deberá acompañarla a la
solicitud.
• EFECTOS DE LA NEGATIVA DE LA EXHIBICIÓN. En el caso de que el Tribunal estime la petición de
exhibición, requerirá a la parte que dispone del documento para su «exhibición». Si se niega
«injustificadamente» a cumplir con esta obligación, existe una doble posibilidad (art. 329 LEC):
a) La admisión tácita, es decir, la posibilidad judicial de otorgar valor probatorio privilegiado a la copia
simple o a la fotocopia (art. 329.1 LEC), a pesar de que no sea posible su cotejo con el original.
b) Pedir a la parte que no dispone de copia alguna del documento público al Tribunal que «formule
requerimiento» (art. 329.2) a la parte que dispone del documento para su exhibición bajo sanción
de responsabilidad criminal por desobediencia a la autoridad.
• DE TERCEROS (arts. 330 a 333 LEC). Las anteriores disposiciones sólo permiten al Tribunal, previa
solicitud de la parte interesada, «requerir» a terceras personas (ya sean personas físicas o jurídicas,
privadas o públicas) para que exhiban la documental pública «trascendente» que se encuentre en su
poder. Se trata de una obligación procesal que pesa sobre terceros no litigantes, razón por la cual el
Juzgador ha de sopesar los motivos alegados por dichas personas para no exhibir tales documentos
(por ejemplo, su derecho fundamental a la intimidad, al honor, al secreto profesional, o el carácter
reservado o secreto del documento, art. 332). La resolución dictada, ya sea a favor o en contra de la
exhibición, es irrecurrible, con independencia de poder reiterar la petición en la segunda instancia (art.
330.1.II LEC).

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

4. VALOR PROBATORIO Y SU IMPUGNACIÓN

A) FUERZA PROBATORIA DE LOS DOCUMENTOS PÚBLICOS (ART. 319)

• El art. 319 LEC sostiene que los documentos públicos judiciales, notariales y registrales y
administrativos previstos en el mismo, hacen «prueba plena» de lo siguiente:
▪ «del hecho, acto o estado de cosas que documenten».
▪ «de la fecha en que se produce esa documentación».
▪ «de la identidad de los fedatarios y demás personas que, en su caso, intervengan en ella».

• Una fuerza probatoria «plena» significa tanto como convertir en «prueba reina» a la documental en el
proceso civil, pues el Juez, al dictarse sentencia, está obligado por la Ley procesal civil a tener por ciertos
los datos a los que se refiere el art. 319 LEC, al margen de las dudas personales sobre los mismos o de
los medios de prueba practicados para contradecirlos.

• No obstante, la documental pública hace prueba plena de lo percibido directamente por el funcionario
otorgante; tan sólo acredita que ante éste se hicieron ciertas manifestaciones recogidas en el
documento, esto es, que las actas no pueden tener más eficacia probatoria que la propia de las
manifestaciones en ellas vertidas. Por ello, como señala la jurisprudencia, las manifestaciones de las
partes contenidas en el documento no tienen por qué vincular al juzgador, si la parte perjudicada las
desvirtúa a través de distintos medios de prueba (por ejemplo en la escritura se dispone una
determinada cantidad de metros cuadrados del inmueble, y este hecho se rebate con una pericial).

• El art. 319.2 LEC se refiere a los documentos públicos administrativos distintos de los regulados en los
números 5º y 6º del art. 317 LEC, para otorgarles el valor probatorio previsto en la Ley que los crea. En
defecto de dicha previsión legal relativa a su fuerza probatoria, la LEC les otorga una presunción legal
«iuris tantum» de validez, es decir, tendrán validez a menos que la contraparte pruebe lo contrario. A
título de ejemplo de estos documentos públicos administrativos podemos citar las actas levantadas por
los Inspectores de Tributos, de Trabajo y Seguridad Social, las denuncias realizadas por los agentes de
tráfico, documentos que gozan de una «presunción de veracidad o acierto» salvo prueba en contrario.

• El art. 319.3 LEC establece como excepción que «en materia de usura» el documento público no está
regido por el principio de prueba tasada sino por el de la libre valoración de la prueba. Esta especialidad
ya se encontraba prevista en la Ley de Represión de la Usura de 1908 («Ley Azcárate») que, consciente
de que los préstamos usurarios podían plasmarse en escritura pública, dispuso que «los tribunales
resolverán en cada caso, formando libremente su convicción en vista de las alegaciones de las
partes»

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

B) IMPUGNACIÓN DE SU VALOR

• Una de las posibilidades de contrarrestar la fuerza probatoria de los documentos públicos es la


impugnación de su autenticidad, prevista en los artículos 320 a 322 LEC. Podemos distinguir:

1. Original: Si el documento público aportado es el original, la contraparte sólo podrá tacharlo de falso
en el correspondiente procesal penal, que habrá de suscitar la suspensión del proceso civil.
2. Copia o certificación fehaciente: Si lo aportado es una copia o certificación fehaciente, la
contraparte podrá solicitar que se coteje con el original, para comprobar si existen «desajustes»
entre el contenido de aquél y de éste, que evidentemente es el que tiene un valor probatorio
superior.
3. Copia simple: Si se tratara de una copia simple, también debería dar lugar a su cotejo, y no a la
problemática y antieconómica aportación de la copia fehaciente.
4. Fotocopia: El art. 334 LEC también prevé, expresamente, la necesidad del cotejo de la fotocopia con
el original en caso de impugnación.

• La impugnación ha de efectuarse en la audiencia previa del juicio ordinario (art. 427.1 LEC) o en la
vista del juicio verbal (art. 443.4 LEC). Si el documento se aportara en un momento procesal posterior,
su impugnación habrá de realizarse en el mismo momento en que el Tribunal lo comunique a la
contraparte.

• El cotejo es una operación realizada por el LAJ consistente en comparar el documento público aportado
(es decir, la copia fehaciente, la copia simple o la fotocopia) con el original o matriz (art. 320.2 LEC).
Para ello, el fedatario público judicial acudirá al archivo o local en el que se encuentre dicho documento
original, con la presencia de las partes y de sus letrados, si así lo solicitan. Si, como consecuencia del
cotejo, se comprueba que el documento impugnado coincide con el original, la parte impugnante ha
de abonar «las costas, gastos y derechos que origine el cotejo». Además, si el tribunal entiende que ha
existido temeridad en la impugnación, podrá imponer a esa parte una multa de 120 a 600 euros (art.
320.3 LEC).

• Si no fuera posible el cotejo porque el documento público es muy antiguo y no existe original, o porque
ha desparecido, los documentos públicos «harán prueba plena», pero «salvo prueba en contrario» (art.
322.1 LEC), lo que es equivalente a sostener que poseen un valor probatorio «no pleno», pues es
posible probar lo contrario a través de otros medios de prueba.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

II. LOS DOCUMENTOS PRIVADOS

1. CONCEPTO Y REGULACIÓN LEGAL

A) REGULACIÓN LEGAL

• La LEC dedica cuatro preceptos al estudio del valor probatorio de la documental privada (arts. 324 a
327), además de existe una pluralidad de artículos dispersos en la ley procesal civil que les son de
aplicación, y otros preceptos en varias leyes materiales.

B) CONCEPTO

• El art. 324 LEC establece que «Se consideran documentos privados, a efectos de prueba en el proceso
civil, aquellos que no se hallen en ninguno de los casos del art. 317». Este precepto realiza una
definición meramente negativa, según la cual son documentos privados los que no son públicos.
• Así, los documentos privados son los que, a diferencia de la documental pública, no gozan de esa fuerza
fundamentadora de la certeza procesal y, por ello, salvo que su autenticidad sea reconocida por los
sujetos a quienes puedan perjudicar, quedan sujetos a la valoración libre o conforme a las reglas de la
sana crítica.

2. PROCEDIMIENTO

• La aportación de los documentos privados, así como la obligación de que las partes y terceros
colaboren en la exhibición de los mismos, es común a la de la documental pública, es decir, han de
adjuntarse a los escritos de demanda y de contestación. Sin embargo, el modo de producción difiere.

1. Las partes han de aportar el documento original.


2. Si no disponen del documento original, han de presentar una copia autenticada por fedatario
publico.
3. En defecto de los anteriores, también se admite la aportación documental mediante copia simple o
fotocopia (arts. 268 y 334 LEC).

3. VALOR PROBATORIO Y SU IMPUGNACIÓN

• El art. 326.1 LEC equipara la fuerza probatoria de los documentos públicos al de los privados siempre
y cuando «su autenticidad no sea impugnada por la parte a quien perjudiquen».

• Este medio de prueba está presidido por el principio de prueba legal o tasada de valoración, siendo,
por tanto, de aplicación las mecánicas consecuencias propias de este sistema. En este sentido, a la hora
de distinguir entre el valor probatorio del documento privado para las partes que lo han suscrito y para
las terceras personas, ajenas a la formalización del mismo, es necesario seguir al Código Civil (arts.
1.225 y ss.), si bien realizando las necesarias matizaciones introducidas por la LEC, ya que sustituye el
sistema civil del reconocimiento por el del trámite de la impugnación.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

1. LA EFICACIA ENTRE PARTES DEL DOCUMENTO PRIVADO

• Si el documento privado aportado mediante original o copia no es impugnado por la contraparte, hará
prueba plena según el art. 319, sin necesidad de reconocimiento alguno. Por tanto, la contraparte tiene
la carga procesal de impugnar su autenticidad a riesgo de padecer las consecuencias de la prueba
plena.

• Una vez impugnada la misma, es la parte que aportó el documento privado la que ha de «mover ficha»,
es decir, la parte sobre la que recae la carga de la prueba de su autenticidad, de lo contrario el Tribunal
no dará valor alguno al documento impugnado y no autentificado. Para ello, puede solicitar el cotejo
de la copia con el original o proponer cualquier otro medio de prueba o el interrogatorio de testigos o
de las partes si es que intervinieron en el documento cuestionado, reconocimiento judicial.
• Si el resultado de la práctica de la prueba «se desprendiere la autenticidad del documento», el juez
aplicará lo dispuesto en el art. 320.3 (ver art. 326.2.II) imponiendo el pago de los gastos de cotejo al
que impugnó, y de multa si así lo considerase. Si el Tribunal no alcanza esa certeza, valorará el
documento conforme a las reglas de la sana crítica (art. 326.2.II in fine).

• De esta actividad de impugnación se desprende que el valor probatorio del documento privado cuya
«legitimidad» se discute, estará sometido a la concreta valoración judicial de los medios de prueba
propuestos y practicados para acreditar su autenticidad.

• La jurisprudencia manifiesta la importancia, cada vez mayor, de la posibilidad de aportar fotocopias,


especialmente cuando la parte interesada en su aportación no dispone del original. En el caso de que
la autenticidad de la fotocopia fuera cuestionada «no podrá surtir efectos, salvo que se proceda al
cotejo pericial de letras u otro medio y que del mismo se desprenda su autenticidad» (art. 326.2 LEC).

• En el caso de que la parte a quien interese la eficacia de un documento electrónico lo pida o se impugne
su autenticidad, se estará a lo dispuesto en la Ley de la Firma Electrónica (art 3.8).

2. Valor probatorio del documento privado frente a ter-


ceros

• El valor probatorio del documento privado frente a terceros difiere del legalmente previsto para los
documentos públicos. En este sentido, el art. 1.227 del Código Civil hace únicamente referencia al
problema de la eficacia de la fecha del documento privado, al establecer que ésta tan sólo afecta a los
terceros «sino desde el día en que hubiese sido incorporado o inscrito en un registro público, desde la
muerte de cualquiera de los que firmaron, o desde el día en que se entregase a un funcionario público
por razón de su oficio».

3. Carácter indivisible del documento

• La doctrina y la jurisprudencia han puesto de manifiesto el carácter «indivisible» del documento a


efectos de valoración, al amparo de lo previsto en el del Código Civil (arts. 1.228 y 1.229), CCom (arts.
30-33) y LEC (arts. 605). Según esta regulación, la parte que desee aprovecharse del valor probatorio
del documento privado habrá de aceptarlo en su totalidad, es decir, tanto en la parte que le es de
utilidad, como en la que sea perjudicial a su interés.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

LECCIÓN XXVI.- LA PRUEBA PERICIAL, EL RECONOCIMIENTO JUDICIAL Y


OTROS MEDIOS DE PRUEBA

I. LA PRUEBA PERICIAL

1. CONCEPTO Y REGULACIÓN LEGAL

• La pericia o «dictamen de peritos» se revela en la práctica de los Tribunales como el medio de prueba
de mayor relevancia en el proceso civil, junto con la documental.

• De no contar con este medio de prueba, el juez necesitaría de conocimientos enciclopédicos y de un


grado de experiencia que escapa de la capacidad humana para la resolución de todos estos conflictos.
El deber cognoscitivo del juez está plasmado en el aforismo «iura novit curia» [el juez conoce el
derecho] y se centra en el ordenamiento jurídico, pero no tiene por qué extenderse a dicha variedad
de conocimientos «científicos, artísticos, técnicos o prácticos» (art. 335.1 LEC).

A) CONCEPTO

• La LEC define el dictamen de peritos en su art. 335.1 como una actividad procesal mediante la cual
una persona o institución especialmente cualificada suministra al juez argumentos o razones
para la formación de su convencimiento acerca de ciertos datos controvertidos, cuya percepción
o comprensión escapa a las aptitudes comunes judiciales.
• Por lo general, este medio de prueba será aportado por las partes como documentos que acompañan
a sus respectivos escritos de demanda y contestación, o designado por el tribunal previa solicitud de
parte, en los casos previstos por la ley (art. 335.1 in fine).

B) REGULACIÓN LEGAL

• Este medio de prueba se encuentra previsto en los artículos 335 a 352 LEC, aunque también son de
aplicación las normas comunes previstas en los artículos 265 y ss. LEC, así como otros artículos, entre
ellos, los relativos a la abstención y recusación de los peritos designados judicialmente.

2. NATURALEZA JURÍDICA

• La LEC 2000 parte de la base de que las pericias realizadas por los técnicos son, por lo general,
aportadas al proceso por las partes en la fase de alegaciones.
• En la actualidad el dictamen pericial es un medio de prueba más que habrá de ser detenidamente
valorado por el juzgador, siendo este el único competente para apreciar los dictámenes periciales
conforme a las reglas de la sana crítica, sin que esté sometido a las conclusiones valorativas realizadas
por los técnicos.
• Si el Tribunal duda acerca de la verdad o falsedad del hecho jurídico controvertido y apreciado por los
peritos, debería resolver la incógnita acudiendo a las normas de la carga material del la prueba
y no ordenar la práctica de una pericial judicial dirimente como diligencia final.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

3. CLASES

A) DICTÁMENES PERICIALES PRIVADOS

• Se introducen en la LEC 2000 los dictámenes de peritos designados por las partes y se reserva la
designación por el Tribunal de perito para los casos en que así le sea solicitado por las partes o resulte
estrictamente necesario. La Ley ubica la pericial privada antes que la pericial judicial.
• Recae sobre las partes, cuando lo estimen pertinente y útil, la carga de aportar los dictámenes
periciales por ellas encargados, junto a sus escritos de demanda y de contestación.
• Ese será el momento procesal de su aportación, salvo que se de la imposibilidad temporal del actor
de aportar el dictamen privado por la necesidad de iniciar el proceso sin más demora (arts. 336.3),
o del demandado, por la brevedad del plazo para contestar a la demanda (art. 336.4) o debido a
los hechos introducidos por el demandado en su escrito de contestación, a las alegaciones
complementarias o a los hechos nuevos o de nueva noticia (arts. 338, 426 y 427 LEC).

B) DICTÁMENES PERICIALES POR DESIGNACIÓN JUDICIAL

• Su carácter es residual, según se desprende de la Exposición de Motivos de la LEC 2000.

a) Art. 339.1 LEC. Asistencia jurídica gratuita

• El art. 339.1 prevé el supuesto de designación judicial del perito relativo a la asistencia jurídica gratuita,
esto es, debido a la insuficiencia económica de cualquiera de las partes que le impide soportar los
costes de una pericial privada, lo que provoca la designación judicial del perito. Basta solamente que
cualquiera de las partes que fuese titular de este derecho simplemente lo solicite.

b) Art. 339.2 LEC. Segundo dictamen pericial

• Fuera del caso anterior, es decir, fuera del caso de asistencia jurídica gratuita, el art. 339.2 regula la
posibilidad de que las partes puedan solicitar este tipo de pericia si lo «entienden conveniente o necesario
para sus intereses».

• Este precepto está haciendo referencia a un segundo dictamen pericial, posterior al presentado en los
escritos de alegaciones. De ello se infiere que las partes son libres para solicitar un segundo dictamen
pericial, pero con carácter «complementario» a los aportados en sus escritos de alegaciones.

• En todo caso, es el juez el competente para resolver esa petición, sin que esté vinculado por la solicitud,
incluso unánime, de las partes, ya que sólo la acordará si lo considera «pertinente y útil».

c) Solicitud a instancia de parte y excepciones

• El Tribunal sólo puede acordar este tipo de medio de prueba a instancia de parte. Excepcionalmente
podría requerirlo de oficio en los procesos civiles denominados «inquisitorios», a los que se refiere el
art. 339.5 LEC. No obstante, la jurisprudencia menor también ha admitido la práctica de este medio de
prueba de oficio, pero a través de la tesis del art. 429.1 LEC y como diligencias finales.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

4. PROCEDIMIENTO

A) DICTAMEN DE PERITOS APORTADOS POR LAS PARTES

• Las características fundamentales de este tipo de pericial:


▪ El nuevo régimen legal «simplifica» notablemente el procedimiento probatorio de la pericial en
comparación con la antigua LEC, pues, por lo general, es un medio aportado por las partes en sus
escritos de alegaciones.
▪ Se excluye la recusación de los peritos cuyo dictamen aporten las partes, que sólo podrán ser
objeto de tacha, pero a todos los peritos se exige juramento o promesa de actuación máximamente
objetiva e imparcial y respecto de todos ellos se contienen en esta Ley disposiciones conducentes a
someter sus dictámenes a explicación, aclaración y complemento, con plena contradicción.

a) Aportación de los dictámenes en la fase de alegacio-


nes

• Los artículos 265.1.4º y 336 LEC hacen referencia al régimen general de la aportación de los
dictámenes periciales a instancia de las partes. Establecen el momento procesal preclusivo de su
aportación:
▪ Juicio ordinario. En el juicio ordinario el momento procesal de su aportación coincide con la
presentación de los escritos de demanda y de contestación a la demanda. También rige esta regla en
los casos de demanda reconvencional y contestación a la misma.
▪ Juicio verbal. En el juicio verbal, debido a que la contestación a la demanda se realiza oralmente en
la vista, el dictamen aportado por el demandado se introducirá al mismo tiempo que la contestación
oral, es decir, en la vista (arts. 265.4 y 336.1 y 4).
• Los dictámenes privados están sometidos al principio de preclusión, de tal suerte que, si fueran
aportados con posterioridad a ese momento procesal serán inadmitidos por extemporáneos, mientras
que los presentados en plazo han de ser admitidos por el Tribunal, limitando su potestad jurisdiccional
al control del cumplimiento del examinado plazo común para su aportación.
• Del mismo modo, si una de las partes desea que la contraria aporte un dictamen pericial que obra en
poder de ésta, también ha de solicitar la exhibición de ese medio de prueba, como si de un documento
privado se tratara, en la fase de alegaciones, con base en el art. 328 LEC.
• CONDICIONES DE LOS PERITOS Y SUS INFORMES.

• Título oficial. Estos tipos de dictámenes han de ser elaborados por personas o entidades expertas en
la materia. Por tanto, han de reunir los requisitos previstos en el art. 340 LEC. Es evidente que cuanto
mayor sea la «auctoritas» del perito (mérito y capacidad), mayor será la probabilidad de obtener el
deseado convencimiento judicial respecto del resultado del peritaje.
• La ley, a diferencia de los dictámenes judicialmente designados, no limita a uno el número de peritos
privados, pudiendo valerse las partes de los que estimen oportunos.
• Actuación objetiva. Todo perito habrá de jurar o prometer decir la verdad en su informe, lo que
significa, actuar con «la mayor objetividad posible», bajo responsabilidad criminal, tomando en
consideración «tanto lo que pueda favorecer como lo que sea susceptible de causar perjuicio a las
partes».
• Condiciones de los informes. Los informes habrán de aportarse mediante escrito original en el que
conste la fecha de su realización, la pericia practicada, así como los documentos necesarios en los que
se haya basado. Son esenciales, a la hora de obtener el convencimiento judicial, extremos como los
siguientes: el método utilizado, las premisas de las que se parte y las conclusiones lógicas y razonadas.
Si el escrito aportado no es siquiera original, sino una mera fotocopia, carente de fecha, sin orden
lógico en la exposición, carecerá de todo valor.
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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

b) Las excepciones a la regla general

1. El «anuncio» de los dictámenes en los escritos de demanda y contestación


• La primera de las excepciones permite la aportación posterior a la fase de alegaciones de los
dictámenes periciales, cuando exista «peligro de retardo» en la presentación de la demanda (por
ejemplo, transcurso del plazo de caducidad para el ejercicio de la acción).
• El demandante ha de «justificar cumplidamente» (art. 336.3 LEC) el motivo por el cual ha tenido que
adelantar la interposición de la demanda sin la aportación de su dictamen pericial; mientras que el
demandado, solamente ha de «justificar» (art. 336.4 LEC) la imposibilidad de aportar el
correspondiente dictamen en el mencionado plazo preclusivo de los 20 días.

• Las partes han de indicar estas peticiones, expresando los informes de que intentan valerse en sus
respectivos escritos de demanda y de contestación, acreditando los motivos por los cuales no han
podido aportar las respectivas pericias.

• Además, han de aportar los dictámenes periciales anunciados «en cuanto dispongan de ellos» y, en
todo caso con una antelación de cinco días al comienzo bien de las sesiones de la audiencia previa al
juicio ordinario de la iniciación de la vista en el juicio verbal con tramitación escrita (arts. 337.1 y 338.2).

2. Aportación de dictámenes como consecuencia de las alegaciones del demandado o de


alegaciones complementarias

• Contrainforme. La segunda de las excepciones, siguiendo el régimen general de la aportación de los


documentos, faculta al actor a aportar un contrainforme a la vista de los hechos impeditivos, extintivos
o excluyentes introducidos por el demandado en su escrito de contestación a la demanda (art. 338.1).
• Otros dictámenes periciales. Igualmente, las partes podrán aportar dictámenes periciales cuya
utilidad o pertinencia se descubra como consecuencia de las alegaciones complementarias realizadas
en la audiencia previa o por tratarse de hechos nuevos o de nueva noticia (art. 286 LEC).
• En estos casos, las partes han de aportar los dictámenes periciales «con al menos» cinco días de
antelación al juicio oral probatorio del juicio ordinario o de la vista del juicio verbal (art. 338.2 LEC).

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

c) La tacha de los peritos privados

• Los peritos designados por las partes no podrán ser recusados, pero podrán ser objeto de «tacha». Así
lo dispone el art. 124.2 LEC, que se remite a los artículos 343 y 344 LEC respecto de los motivos de la
tacha de los peritos en términos similares al de los testigos (parentesco, amistad o enemistad,
interés….).
• El momento para la formulación de las tachas difiere, pero todos ellos son igualmente preclusivos:
▪ Si los dictámenes periciales se han aportado en la fase de alegaciones, la tacha ha de plantearse en
la audiencia previa del juicio ordinario.
▪ En los demás casos, han de formularse tan pronto como sean conocidas, pero siempre antes de que
finalice el juicio o la vista (arts. 343.2 LEC).
• Por tanto, no es válida la impugnación de la pericial en la segunda instancia, aduciendo el silencio de
la sentencia impugnada respecto de la tacha precisamente por haber sido tardíamente formulada.
• MEDIOS DE PRUEBA. Las partes no han de limitarse a exponer los motivos de la tacha, sino que tienen
la carga de proponer los medios de prueba para su acreditación, preferiblemente mediante
documental como el medio probatorio más apto para acreditar la tacha.
• LA PRUEBA DE LO CONTRARIO de la tacha pesa sobre la contraparte (art. 344.1), aunque la LEC
también faculta al perito a defender su honor solicitando al Tribunal que, al término del proceso,
declare la falta de fundamento de la tacha mediante providencia.
• VALORACIÓN. Una vez formulada la tacha, con sus pruebas, así como su negación o contradicción, el
Tribunal las tendrá en consideración y las valorará al apreciar el medio de prueba pericial en el
momento de dictar sentencia (art. 344.2 LEC).

d) Posible actuación de los peritos en el procedimiento


probatorio

• La última fase del procedimiento probatorio de los dictámenes periciales aportados por las partes
culmina con la posible actuación de estos profesionales en el juicio oral o en la vista. Esta
posibilidad depende únicamente de las partes, ya que el Tribunal no puede acordarla de oficio porque
así lo dispone el art. 347.2, facultad solo prevista para los peritos judicialmente designados.
• Las partes tienen la carga procesal de solicitar esta actuación, por regla general, en la audiencia previa
(art. 429.5), precisamente como consecuencia de la necesidad de admitir o de contradecir los
dictámenes hasta ese momento presentados (art. 427).
• Es evidente que se trata de una posibilidad de gran relevancia, al permitir al perito que explique o que
amplíe su dictamen, así como que responda a las preguntas, críticas y tachas contra él formuladas. De
esta manera el juzgador obtiene un mayor conocimiento de la pericial introducida por la voluntad
soberana de las partes, no sólo porque presencia esa intervención, sino porque puede participar
activamente en la misma, formulando de oficio las preguntas y explicaciones que considere necesarias
respecto del dictamen realizado (art. 347.2).

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

B) DICTÁMENES PERICIALES DESIGNADOS JUDICIALMENTE

a) Solicitud

• El art. 339 LEC diferencia básicamente dos supuestos en relación con la petición de las partes:
• ASISTENCIA JURIDICA GRATUITA. El primer supuesto hace referencia al derecho a la asistencia jurídica
gratuita, que puede solicitar cualquiera de las partes. En estos casos, ante la evidente imposibilidad de
soportar los costes de un dictamen pericial privado, las partes (o, en su caso, la parte que carezca de
medios económico) han anunciar su deseo, en los escritos de alegaciones, de que se proceda a la
designación judicial del perito.

• El juez se limitará a comprobar si, en efecto, le asiste ese derecho a la gratuidad de la justicia. Si así
sucediera, está obligado a admitir la proposición de este medio de prueba a través del sistema de
designación judicial regulado en el citado art. 6.6 LAJG.

• OTROS SUPUESTOS. Los restantes supuestos nada tienen que ver con los problemas relacionados con
la insuficiencia de medios económicos para litigar, sino con las siguientes posibilidades:
▪ Con la libre decisión de las partes (arriesgada y siempre antieconómica y dilatoria) de solicitar, al
inicio del proceso, un dictamen pericial judicial complementario o dirimente, ante la previsión de que
los dictámenes privados ya presentados sean contradictorios. Han de solicitarlo en sus escritos de
demanda y de contestación y el juzgador es soberano para estimarlo, si lo considerara útil y
pertinente.

▪ La segunda posibilidad hace referencia a la solicitud de un dictamen pericial judicial como


consecuencia de las alegaciones complementarias formuladas en la audiencia previa del juicio
ordinario o en la vista del juicio verbal. El juez sólo lo acordará si lo considera útil y pertinente y si
ambas partes coinciden en la conveniencia de esta pericial y en la determinación del objeto de la
pericia.

b) Procedimiento para su designación y aceptación. Ar-


tículos 341 y 342 LEC

• La LEC prevé dos sistemas para la designación judicial de los peritos, un sistema de mutuo acuerdo:
De un lado, las partes pueden designar, de mutuo acuerdo, al perito (arts. 339.4), lo cual es poco
probable, pero, de darse el caso, acelera el procedimiento, o, en caso contrario, el sistema sin acuerdo
en el que se procederá de conformidad con lo previsto en el art. 341.

• Este precepto prevé un sistema de designación objetivo a través del azar, de conformidad con unas
listas previamente elaboradas por los Colegios profesionales o entidades análogas. El problema, no
resuelto, de este sistema, es que no siempre garantiza la calidad suficiente del perito escogido al azar,
especialmente, cuando el tipo de pericia a realizar no está garantizado por un título oficialmente
previsto.
• Una vez designado el perito judicial, éste dispone de un plazo de dos días para aceptar el encargo. Si
lo rechaza, aduciendo justa causa, y el LAJ la considera suficiente, será sustituido por el siguiente de la
antes citada lista. Si lo acepta, se efectuará el nombramiento y formulará el juramento o promesa del
art. 335.2 LEC. El perito también tiene derecho a una provisión de fondos (art. 342.3) que habrá de ser
abonada por la parte o partes que lo propusieron.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

c) Recusación

• Sólo los peritos judicialmente designados por sorteo serán susceptibles de ser recusados (art. 124.1
LEC), ya que los propuestos por las partes tan sólo son susceptibles de ser tachados. Los motivos de
recusación se encuentran previstos tanto en la LEC como en la LOPJ.
• La recusación ha de proponerse por escrito tan pronto como la parte tenga conocimiento del motivo
opuesto (art. 125). Una vez admitido el escrito de recusación, con los medios de prueba que se
acompañan, se inicia un procedimiento incidental que finalizará, en su caso, mediante auto irrecurrible
(art. 127.4). Si el Tribunal estima la recusación, el perito será sustituido.

d) Posible intervención de las partes en las operaciones


periciales, emisión y ratificación del dictamen

• Las partes pueden solicitar su presencia en las operaciones periciales, ya consistan en el


reconocimiento de lugares, objetos, personas u otras operaciones análogas. El juez así lo acordará
salvo que esa presencia perjudique la labor del perito. La resolución que estime tal petición será
comunicada al experto para que avise a las partes con la suficiente antelación (art. 345).
• Una vez emitido el informe, en el plazo judicialmente señalado, el Letrado de la Administración de
Justicia dará traslado del mismo a las partes para que, en su caso, soliciten la presencia del perito en
el acto del juicio oral o en la vista para su interrogatorio. El Tribunal también podrá acordarla de oficio
(art. 346).

5. VALOR PROBATORIO

• El art. 348 LEC dispone que «El Tribunal valorará los dictámenes periciales según las reglas de la
sana crítica». De esta breve, pero relevante norma, se infieren varias consecuencias.

1. La valoración del dictamen de peritos viene regida por el principio de la libre valoración de
la prueba. Por tanto, el Tribunal es libre de apreciar el dictamen pericial, que no le es vinculante,
aunque el juzgador carezca de los conocimientos necesarios para valorar correctamente los hechos
objeto del análisis. Tal y como sucede con otros medios de prueba informados por el principio
de prueba libre, tal libertad aparece sometida únicamente a las «reglas de la sana crítica»,
es decir, a la lógica o al buen sentido del juzgador. No obstante, pese a que su apreciación es
discrecional, ha de ser motivada, pues si el Tribunal de instancia no explica la desarmonía entre las
apreciaciones reflejadas en el dictamen y las expuestas en la sentencia existirá un error en la
valoración de la prueba, controlable a través de la apelación e, incluso, de la casación por infracción
de ley.
2. El Tribunal no ha de discriminar los dictámenes periciales en función de su procedencia (ya
sean aportados por las partes o designados judicialmente) pues ambos tipos de pericias tienen el
mismo valor, por lo que han de ser apreciados por igual teniendo en cuenta su minuciosidad y
claridad. En definitiva, escogiendo el dictamen cuyo resultado final le resulte más convincente.
• En este sentido, el TS recuerda que «la fuerza probatoria de los dictámenes periciales reside en su
mayor o menor fundamentación y razón de ciencia, debiendo tenerse, por tanto, como primer criterio
orientador en la determinación de su fuerza de convicción el de conceder prevalencia, en principio, a
aquellas afirmaciones o conclusiones que vengan dotadas de una superior explicación racional…».

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

II. EL RECONOCIMIENTO JUDICIAL 353 A 359 LEC


• El reconocimiento judicial se acordará cuando para el esclarecimiento y apreciación de los hechos sea
necesario o conveniente que el tribunal examine por sí mismo algún lugar, objeto o persona.
• El reconocimiento judicial es un medio de prueba en el que, paradójicamente, no hay «medio» alguno,
ya que entre el juzgador y el objeto de la prueba no existe instrumento que sirva de cauce entre uno y
otro (supuesto de prueba directa por antonomasia). Al practicar el reconocimiento, el Tribunal no sólo
puede emplear el sentido de la vista, sino también el oído o el olfato para determinar, por ejemplo, la
posible contaminación acústica o los malos olores.

• La nueva ordenación dada a este medio de prueba en los artículos 353 a 359 LEC, es más amplia que
la anterior regulación. Dice que no sólo prevé la posibilidad de que el reconocimiento judicial
comprenda el personal examen de los lugares y objetos litigiosos, sino también de las personas, al
tiempo que prevé la posibilidad de que se complemente con otros medios de prueba pertinentes para
la correcta percepción del objeto examinado, tales como la pericial (art. 356) y la testificar (art. 357).

• Del mismo modo, actualiza la regulación al ordenar que junto al acta detallada que levante el LAJ del
reconocimiento judicial practicado (art. 358) se utilicen los medios que permitan dejar constancia del
mismo a través de la grabación de la imagen, sonido u otros instrumentos semejantes (art. 359).

• A pesar de que el juez civil es el auténtico protagonista de este medio de prueba, sólo puede ser
propuesto a instancia de parte. No obstante, la regulación dada es especialmente confusa, pues existen
preceptos de los que cabría deducir que de lo que se infiere que el juez podrá practicar dicho medio
probatorio de oficio siempre con carácter supletorio a fin de evitar vacíos probatorios.

III. LOS MEDIOS DE PRUEBA AUDIOVISUALES Y TELEMÁTICOS


• Los artículos 382 a 384 LEC se dedican a la regulación «De la reproducción de la palabra, el sonido y la
imagen y de los instrumentos que permiten archivar y conocer datos relevantes para el proceso».

• Se trata pues de los nuevos sistemas de reproducción de datos y almacenamiento de información


distintos de la documental (cintas de vídeo, casetes, discos compactos, DVD, los diferentes sistemas de
almacenamiento informático, etc.). Todos ellos habrán de ser aportados, para su reproducción o
examen en el juicio oral o vista, junto a los escritos de demanda y contestación (art. 265.1.2º) conforme
a las reglas generales de la aportación de los documentos, de lo contrario serían inadmitidos por
extemporáneos. Sin embargo, estos medios no serán valorados como los documentos, sino
conforme a las reglas de la sana crítica (arts. 382.3 y 385.3 LEC).

• Debido a la dificultad técnica en la reproducción o comprensión de estos sistemas, cada vez más
novedosos, las partes podrán presentar los dictámenes y otros medios de prueba que consideren
pertinentes. Si la contraparte impugna la autenticidad y exactitud de estos medios, podrá proponer los
medios de prueba que considere pertinentes y útiles (arts. 382.2 y 385.2). Finalmente, el Letrado de la
Administración de Justicia levantará acta de los medios de prueba aportados y de los propuestos para
su mejor comprensión, con el fin de que se proceda a su correcta identificación y custodia. El resultado
de dichas grabaciones será custodiado por el Letrado de la Administración de Justicia (art. 383).

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

IV. LAS PRESUNCIONES JUDICIALES ART. 385 Y 386 LEC

• Las presunciones están a medio camino entre los medios de prueba y la valoración de los medios de
prueba, ya que, de un lado, necesitan de los medios de prueba para la acreditación del indicio y, de
otro, el órgano jurisdiccional es el sujeto encargado de trazar definitivamente el nexo causal entre el
hecho admitido o probado y el hecho presumido en la sentencia.

• Por ello, las presunciones, más que un medio de prueba, son una técnica para su valoración, basada
en la inducción de una determinada afirmación fáctica («hecho presunto» jurídicamente relevante),
dimanante de una serie de circunstancias llamadas «hecho admitido o probado» .Sin las presunciones
judiciales, sería difícil, en más de una ocasión, resolver a favor o en contra del actor.
• El TS ha señalado que la presunción judicial es «un juicio lógico por el cual, argumentando según el
vínculo de causalidad, que liga unos con otros los acaecimientos naturales y humanos, podemos
inducir la subsistencia o el modo de ser de un determinado hecho que nos es desconocido, en
consecuencia de otro hecho o hechos que nos son conocidos». Ese «juicio lógico» es, por tanto, más
propio de la fase de valoración de la prueba, que de la prueba como medio.

• Del examen del art. 386 LEC se desprenden dos requisitos:


1. Que el hecho base esté «admitido o probado»: Es necesario que el hecho base esté «admitido
o probado», de lo contrario no habría indicio, sino mera probabilidad o simple sospecha insuficiente
como para dar por probado el hecho presunto. Dicho precepto requiere, como premisa lógica, que
las partes aleguen en sus escritos el hecho base de la presunción (principio de aportación, en su
vertiente fáctica), ya que el Juzgador no podrá emplear su ciencia privada para introducirlo en el
proceso.

2. Nexo o enlace causal: Debe existir un nexo o enlace causal que permita el «tránsito de un
acaecimiento conocido a otro desconocido», tal y como se desprende del art. 386.1 LEC. En este
sentido, el TS tiene declarado que «el enlace ha de consistir en la conexión y congruencia entre
ambos hechos, de suerte que la realidad de uno conducta al conocimiento del otro, por ser la
relación entre ellos concordante y no poder aplicarse a varias circunstancias», de tal modo que
cuando es «absurda, ilógica e inverosímil la deducción que se pretende, ni que decir tiene que la
llamada prueba indiciaria carece de eficacia legal». A través de la «prueba» de presunciones tan sólo
se puede cuestionar dicho razonamiento y no el hecho base o indiciario.

• La persuasión judicial obtenida a través de la técnica presuntiva no puede estar sujeta a límites, de lo
contrario nos hallaríamos ante una presunción legal (art. 385 LEC) que impone al juzgador tener por
cierto, al margen de su convicción personal, el hecho presunto, si la existencia del indicio le consta. Por
este motivo siempre es posible que cualquiera de las partes practique la prueba en contrario frente a
la posible formulación de una presunción judicial (art. 386.2 LEC).

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

LECCIÓN XXVII.- LA AUDIENCIA PRINCIPAL

I.ACTOS PREPARATORIOS DE LA AUDIENCIA: APERTURA, PROPOSICIÓN, ADMISIÓN


DE PRUEBA Y SEÑALAMIENTO
• Aun cuando la apertura del proceso a prueba, su proposición, y los actos preparatorios de la audiencia
principal se regulen formalmente en los artículos 429 y 430, que están situados dentro de la
comparecencia previa, en realidad pertenecen a la fase de la audiencia principal o juicio oral.
• Pero tales actos preparatorios suceden al término de la audiencia previa. Dentro de esta genérica
función de dicha comparecencia de preparar el juicio oral o audiencia principal, y una vez cumplidas
las funciones, consistentes en procurar una conciliación entre las partes, sanear el proceso de
obstáculos procesales y fijar, tanto el objeto procesal, como el tema de la prueba, sólo resta que el
tribunal efectúe los actos preparatorios necesarios que permitan ejecutar la prueba en dicho juicio
público, que ha de celebrarse con unidad de acto.
• El art. 429 LEC se dedica a disciplinar esta función de preparación de la actividad probatoria. Este art.
contempla, aunque de una manera un tanto confusa, cuatro actos claramente diferenciados:

1. La apertura del proceso a prueba.


2. La proposición de prueba.
3. La admisión de cada uno de los medios probatorios.
4. El señalamiento a juicio con citación de testigos y peritos.

1. LA APERTURA DEL PROCESO A PRUEBA

• Si no hubiese acuerdo de las partes para finalizar el litigio ni existiera conformidad sobre los hechos,
la audiencia proseguirá para la proposición y admisión de la prueba. Asi, si existen hechos
controvertidos, el juez no podrá dictar una sentencia inmediata y, por tanto, estará obligado a abrir de
oficio el proceso a prueba, haya o no instando su apertura las partes procesales.
• Este extremo constituye una de las innovaciones más sobresalientes de la vigente LEC, ya que en la
anterior LEC 1881, la apertura del proceso a prueba debía ser solicitada necesariamente por ambas
partes o, al menos, por alguna de ellas. En la vigente LEC, esta corrección del principio de aportación
faculta al tribunal a disponer de oficio la apertura del proceso a prueba

2. LA PROPOSICIÓN DE PRUEBA

• Según el art. 429.1.II LEC, cuando el tribunal considere que, a la vista, de un lado, de la proposición de
los medios de prueba, efectuada por las partes, y, de otro, del tema de la prueba, existe algún hecho
controvertido con un vacío probatorio, lo indicará a las partes, señalando incluso el medio de prueba
que considera pertinente a fin de que complementen su proposición de prueba.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

A) LAS OBLIGACIONES DE ESCLARECIMIENTO Y DE INDICACIÓN

• El fundamento de la facultad de propuesta del medio de prueba por parte del tribunal reside en la
obligación de «esclarecimiento de los hechos», que incumbe también al tribunal en punto a obtener
el descubrimiento de la verdad material.
• Cuando, como consecuencia del cumplimiento de la obligación de «esclarecimiento de los hechos» y
teniendo a la vista las alegaciones de las partes y las solicitudes, que han de efectuar de la práctica de
los distintos medios probatorios en la comparecencia previa, el tribunal considere que algún hecho
controvertido y relevante para fundar el fallo no resultará debidamente probado en la
audiencia principal, indicará a la parte interesada el medio de prueba que debiera ejecutarse
en dicha audiencia. Desde esta genérica obligación de esclarecimiento, surge, así, otra obligación, que
es la de formular indicaciones a las partes destinadas a cumplir los fines del proceso, que, en el
presente caso, es el descubrimiento de la verdad material.
• Del régimen del art. 429.1 LEC resulta claro que la iniciativa de la proposición de la prueba
corresponde siempre a las partes, quienes, al término de la comparecencia previa, han de proponer
oralmente la prueba. No obstante, no existe ninguna dificultad para que la proposición de los distintos
medios de prueba, cuya práctica ha de efectuarse en la audiencia principal, la efectúen las partes
mediante escrito y con la debida «separación» (art. 284). Esta facultad de iniciativa de las partes se
extiende también a los actos de prueba anticipada (art. 295.4).

• Excepto en el interrogatorio de la Administración Pública, en calidad de parte o testigo, en el que


hay que aportar una relación de preguntas por escrito, no hay que adjuntar ya los «pliegos de
posiciones» y preguntas de testigos, que fueron derogados por la LEC 2000, dado que la ejecución de
la prueba es oral.

• Si se tratara de la petición de designación judicial de perito, habrá de haberse formulado con


anterioridad, en los escritos de demanda y contestación (art. 339.2.II). La petición de práctica de
reconocimiento judicial habrá de reflejar los extremos de dicho reconocimiento, aunque, al igual que
sucede con la diligencia de «confesión» de la Administración Pública, tampoco el art. 353.2 establece
preclusión rígida alguna. La petición de prueba testifical habrá de ir acompaña con una relación de
testigos con su identificación nominal y si serán presentados por la parte proponente o citados de
oficio (art. 362).

• Asi, la intervención del tribunal en esta materia ha de ser supletoria o complementaria de la actividad
de las partes. Tan sólo cuando, una vez articulada la totalidad de la proposición de prueba, estime el
juez que puede originarse un vacío probatorio o insuficiencia de prueba de algún hecho pertinente y
relevante para fundar, en su día, la sentencia, es cuando ha de cumplir la referida obligación de
indicación.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

B) EL PRINCIPIO DE COMPENSACIÓN Y REQUISITOS DE LA OBLIGACIÓN DE


INDICACIÓN

• El polémico principio de compensación procesal, tiende a reequilibrar la desigualdad material de las


partes en la esfera del proceso. Debido a dicha situación material de desigualdad, puede suceder que
alguna de las partes (normalmente la económicamente más débil, que no puede sufragar los gastos de un
buen abogado) se encuentre en una situación de relativa indefensión, como consecuencia de la
impericia de su abogado, que ha podido ser negligente en la proposición de la prueba. En este
supuesto, si dicho medio se revela pertinente y útil, debe el tribunal corregir esta situación, indicando
a dicha parte el medio probatorio, cuya solicitud de práctica ha «olvidado».

• Sin embargo, ello puede suponer la posible pérdida de imparcialidad del juez y el riesgo de
«prejuzgamiento» de la sentencia, como consecuencia de su «descenso a la arena», en la que
transcurre la batalla procesal entre las partes. Por esta razón, el tribunal debiera hacer siempre un
uso moderado y prudente de esta facultad, que tan sólo ha de resultar procedente cuando concurran
los siguientes requisitos:
1. La existencia de un hecho controvertido.
2. Que, con arreglo a las normas de distribución de la carga material de la prueba, incumba su
proposición de prueba a la parte destinataria del cumplimiento de la obligación judicial de
indicación.
3. Que la prueba de dicho hecho sea relevante para el contenido del fallo.
4. Que pueda presumirse racionalmente que, cuando se concluya el proceso para dictar sentencia,
existirá una ausencia total de actividad probatoria sobre dicho hecho, el cual no habrá podido ser
probado a través de otros medios probatorios propuestos por las partes.

C) LA NEGATIVA DE LA PARTE Y PROPOSICIÓN DE OFICIO

• Si concurrieran los requisitos anteriores, el tribunal, en la comparecencia previa y en audiencia pública


(esto es, en presencia de ambas partes), indicará a la parte interesada el medio de prueba, cuya práctica
juzga oportuno y necesario. Ahora bien, dicha parte destinataria de la obligación de indicación, no está
obligada a secundarla, y ello sin perjuicio que el propio tribunal decida disponer su práctica de oficio.

• A nuestro juicio, si el tribunal considera que la práctica de dicha prueba es relevante para decidir el
contenido de la sentencia, habrá necesariamente de disponerla, por cuanto ya no podrá practicarse,
ni en el período ordinario de prueba, ni como «diligencia final», ya que el art. 435.1.1ª prohíbe esta
posibilidad.

• Por lo tanto, el tribunal debe de oficio disponer la práctica de dicho medio probatorio, habida cuenta
que, de secundar la tesis contraria, se situaría en la tesitura de tener que dictar, en su día, una sentencia
con un contenido determinado, por la sola circunstancia de no haberse ejecutado un medio de prueba,
con respeto al cual ya indicó en la audiencia preliminar su necesidad y pertinencia.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

3. LA ADMISIÓN DE LA PRUEBA. RECURSOS

• Efectuada la proposición de prueba por las partes, o, en su caso, la referida obligación de indicación,
el paso siguiente en la misma comparecencia previa ha de ser el pronunciamiento público del tribunal
acerca de su admisión, siempre y cuando los distintos medios probatorios sean «pertinentes y útiles».
• Para que un determinado medio probatorio sea admitido, han de concurrir los siguientes requisitos:
1. Ha de recaer sobre un hecho controvertido (y no, por tanto, sobre un precepto jurídico o sobre
un hecho de la plena conformidad de las partes) (art. 281).
2. El medio probatorio ha de resultar «pertinente» o, lo que es lo mismo, adecuado o relacionado
con el tema de la prueba (art. 283.1).
3. Ha de resultar «útil» o necesario para acreditar dicho hecho (arts. 283.2).
4. La prueba ha de ser lícita (arts. 283.3). Las pruebas no pueden violar la Ley, ni, en especial, los
derechos fundamentales, tanto por su procedimiento de obtención (por ejemplo, una escucha
telefónica ilegal), como por su resultado (ej. las que afecten al derecho fundamental a la intimidad).
• Independientemente de lo anterior, si el tribunal admitiera la ejecución de una prueba ilícita, la parte
gravada habrá de denunciarlo «de inmediato» en la misma comparecencia previa, sin perjuicio de que
también pueda alegar dicha infracción al inicio de la audiencia principal (art. 287.1.I y II).
• Si se inadmitiera un determinado medio probatorio, el art. 285.2 dispone que «sólo cabrá recurso de
reposición, que se sustanciará y resolverá en el acto». Debido a que la decisión sobre la admisión
reviste forma oral (art. 210.1), el tribunal preguntará a la parte si manifiesta su intención de no recurrir
(art. 210.2), declarando su firmeza en caso positivo.
• No obstante, si la parte gravada manifiesta la intención de recurrir, el art. 285.2 establece una
tramitación oral del recurso de reposición y le faculta implícitamente para recurrir verbalmente en
reposición esta resolución, sea ésta estimatoria o desestimatoria, en cuyo caso, el tribunal, tras
conceder la palabra a la contraparte, resolverá también verbalmente en el acto, debiendo el LAJ
transcribir en el acta este incidente.
• Si la resolución, dictada en el acto, fuera confirmatoria de la inadmisión, la parte gravada podrá
formular «protesta» a fin de poder interponer, en su día, contra la sentencia definitiva el recurso de
apelación por esta causa (art. 285.2 y 459 in fine) y poder reproducir en la segunda instancia su petición
de práctica del medio de prueba inadmitido en la primera (art. 460.2.1ª).

4. EL SEÑALAMIENTO A JUICIO ORAL Y SUS ACTOS PREPARATORIOS

• SEÑALAMIENTO A JUCIO ORAL. Habiéndose admitido la prueba, en la comparecencia previa, tan sólo
resta señalar el día de celebración de la audiencia principal, la cual, como regla general, ha de
efectuarse en el plazo de un mes, contado desde la fecha de la conclusión de la audiencia preliminar,
sin que dicho plazo sea inferior a diez días desde la fecha del señalamiento y la celebración del juicio
oral (art. 184.2).
• El señalamiento, que, de conformidad con las necesidades de la agenda, efectuará el juez si puede
hacerlo en el acto y, en otro caso, el LAJ, determinará el día y hora en el que deben comenzar el juicio
oral.
• No obstante, podría ocurrir que, por el número de pruebas a practicar, fuera previsible la realización
de varias sesiones. En tal caso, el señalamiento contendrá dicha previsión de los días inmediatamente
sucesivos o en otros, que se señalarán por el LAJ
• ACTOS PREPARATORIOS. Junto al señalamiento, los «actos preparatorios» de la audiencia principal,se
destinan a asegurar los principios de concentración del material de hecho y unidad de acto del juicio
oral (la realización de la audiencia en sede distinta a la del Juzgado, la práctica de la prueba anticipada
y las citaciones a las partes, testigos y peritos).

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

A) LA PRÁCTICA DEL JUICIO EN SEDE DISTINTA A LA DEL JUZGADO

• El art. 429.3 LEC establece que si toda la prueba o gran parte de ella hubiera de realizarse fuera del
lugar en que tenga la sede del Juzgado, a solicitud de parte, podrá acordar el tribunal que el juicio
se celebre en un plazo superior al común de un mes, que dicho precepto cifra en dos meses. Por
tanto, son dos los requisitos que traza el precepto:

▪ Puede acordarlo el tribunal de oficio.


▪ Que este plazo extraordinario objetivamente se justifique por la necesidad de tener que efectuar la
totalidad o una «gran parte» de las diligencias probatorias fuera del local en donde el Juzgado de
primera instancia tuviera su sede.

• No obstante, si se tratara únicamente de practicar esta prueba fuera de tales dependencias, no


procederá el plazo extraordinario del art. 429.3, puesto que la norma exige que sea una «gran parte»
de diligencias las que hayan de realizarse fuera de los locales de la sede del Juzgado.
• En los casos en que la prueba de reconocimiento judicial aparece unida a otras pruebas, el tribunal
habrá de integrar el estándar «gran parte de la prueba» a los efectos de determinar si accede o no a
conceder dicho plazo extraordinario de dos meses.
• En cualquier caso, todas estas pruebas han de practicarse con anterioridad al acto de la audiencia
principal. Debe notificarse su práctica, al menos, con cinco días de antelación y ha de notificarse a las
partes el lugar, día y hora de su celebración (arts. 290 y 429.4).

B) LA PRUEBA ANTICIPADA

• Con anterioridad al señalamiento del juicio, han de realizarse las pruebas «que no hayan de practicarse
en el acto del juicio» (art. 429.4).De estas, cabe entender los actos de prueba anticipada (arts. 293-
296) y los de aseguramiento de la prueba (arts. 297-298), cuyo común denominador estriba en la
necesidad de practicar o de custodiar anticipadamente a la audiencia principal un determinado medio
o fuente de prueba que, por su fugacidad, puede desaparecer o devenir su práctica imposible el día
del señalamiento al juicio oral.

• Tales actos de prueba «irrepetibles» pueden efectuarse incluso con anterioridad a la presentación de
la demanda. No obstante, puede alguna de las partes, en el momento de la proposición de la prueba,
solicitar que se practique de nuevo, en cuyo caso el tribunal valorará con arreglo a las normas de la
sana crítica, tanto la primera, como la segunda prueba anticipada (art. 295.4).

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

C) LAS CITACIONES

• Los artículos 429.5-7 y 430 se ocupan de las citaciones a las partes, testigos y peritos.

a) Las partes

• Con respecto a las citaciones de las partes, dispone el art. 429.6 LEC que «no será necesario citar para
el juicio a las partes que, por sí o por medio de su procurador, hayan comparecido a la audiencia
previa».
• En realidad, a la comparecencia previa necesariamente ha de concurrir la parte material o el
Procurador con poder especialísimo (art. 414.2-4). Pero, si la parte material comparece personalmente,
no es necesaria la intervención del procurador en la comparecencia previa, aunque sí la del abogado.
• Tan sólo en el supuesto de incomparecencia de la parte material y formal (procurador) se justificaría
una citación ordinaria para emplazar a la parte a la celebración de la audiencia principal. En los demás
casos, en los que comparezca, bien el procurador, bien la propia parte material la citación podrá
hacerla verbalmente el Tribunal al término de la comparecencia previa.
• En dicha citación, sea verbal u ordinaria, el Tribunal apercibirá a la parte que, en caso de
incomparecencia el día del señalamiento del juicio, podrá sancionar el incumplimiento de esta
obligación mediante la «ficta confessio» (art. 304.2).

b) Testigos

• Las partes habrán de determinar la relación de testigos que han de ser examinados por el tribunal en
la audiencia principal, indicando cuáles serán por ellas presentadas al juicio y cuáles deban ser citados
por el Tribunal (art. 429.5).
• Dicha relación de testigos, que habrá de aportarse en el momento de la proposición de la prueba, ha
de contener los datos de identificación contenidos en el art. 362 y si deben o no ser citados por el
tribunal.

c) Peritos

• La prueba pericial ha sufrido en la LEC vigente una profunda transformación, siendo la regla general
la de que las partes tienen la carga de aportar los dictámenes periciales por escrito en su demanda y
contestación (art. 336). Asimismo, las partes deben, en tales escritos, proponer la designación judicial
del perito (art. 339.2.II), si estimaran conveniente esta modalidad de prueba pericial.
• Pero, con independencia de esta prueba pericial escrita, las partes pueden proponer que los peritos
presten su informe verbalmente en el juicio oral, en cuyo caso habrán de indicar si deben exponer o
explicar su dictamen o responder a preguntas, objeciones o propuestas de rectificación o intervenir de
cualquier forma útil (arts. 337.2). En tal supuesto, y si se trata de dictámenes aportados junto con los
escritos de demanda y contestación o con anterioridad al inicio de la comparecencia previa (art. 337.1),
debe la parte manifestar en la comparecencia si debe el perito informar oralmente en la audiencia
principal sobre los extremos contenidos en el art. 337.2. En tal caso, manifestará si debe citar de oficio
el tribunal al perito o se compromete la parte a presentarlo el día de celebración del juicio oral.
• Si se tratara de una designación judicial de perito con ocasión de alegaciones complementarias
efectuadas dentro de la comparecencia previa (art. 339.2), la citación se efectuará de oficio de
conformidad con el procedimiento previsto en el art. 342.
• Finalmente, si la pertinencia de una prueba pericial surgiera con ocasión de la contestación a la
demanda o de las alegaciones complementarias efectuadas en la comparecencia previa, pueden las
partes, con independencia de su informe escrito, instar el informe oral del perito, siempre y cuando
realicen dicha manifestación con cinco días de antelación a la celebración del juicio oral (art. 338.2). En
tal caso, no será necesario indicar al tribunal el modo de citación del perito en la audiencia previa.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

5. EL NUEVO SEÑALAMIENTO

• Si cualquiera de los que hubieren de acudir al acto del juicio no pudieran asistir a éste por causa de
fuerza mayor u otro motivo de análoga entidad, podrá solicitar nuevo señalamiento de juicio. Esta
solicitud se sustanciará y resolverá conforme a lo previsto en el art. 183.1.
• El precepto confiere esta facultad a todos los intervinientes en la prueba y no sólo a las partes. Pero,
en cualquier caso, la solicitud habrá de fundarse en alguno de los referidos motivos (fuerza mayor u
otro motivo de análoga entidad) y acreditarse documentalmente (art. 183.1). A partir de aquí el régimen
del nuevo señalamiento es distinto, según lo soliciten las partes o los testigos y peritos:

1. procedente para su declaración y aquellas diligencias de prueba que sea necesaria su presencia
personal (art. 183.3.2º) y si fuera el Abogado, el nuevo señalamiento será siempre procedente,
acreditada en ambos la justa causa (art. 183.2).

2. Testigos o peritos: Si quieres lo instaran fueran algún testigo o perito, el tribunal, una vez apreciada
la excusa, oirá a ambas partes en el plazo común de tres días y resolverá lo procedente (art. 183.4).

II. LA AUDIENCIA PRINCIPAL

1. CONCEPTO Y NOTAS ESENCIALES

• Se entiende por audiencia principal o juicio la fase del juicio ordinario, informada por los principios de
oralidad, inmediación, publicidad y concentración de la prueba, en la que las partes ejecutan los
distintos medios probatorios, que han sido previamente admitidos por el tribunal, y formulan
oralmente sus conclusiones.

• Del contenido de la audiencia principal, legalmente denominada «juicio», nos da cuenta el art. 431, en
cuya virtud «el juicio tendrá por objeto la práctica de las pruebas de declaración de las partes, testifical,
informes orales y contradictorios de peritos, reconocimiento judicial en su caso y reproducción de
palabras, imágenes y sonidos. Asimismo, una vez practicadas las pruebas, en el juicio se formularán
las conclusiones sobre éstas».

• Por tanto, la finalidad de dicha audiencia es doble:

▪ Adverar (asegurar) los fundamentos de hecho de la pretensión, mediante la práctica de los distintos
medios de prueba, que, por su utilidad y pertinencia, han sido propuestos y admitidos por el tribunal
al término de la comparecencia previa.

▪ Poner por las partes de manifiesto al tribunal, a través del trámite de conclusiones, el resultado
probatorio e informarle sobre el Derecho aplicable en punto a persuadirle sobre la concurrencia de
los presupuestos de hecho de las normas invocadas en sus escritos de alegaciones o, lo que es lo
mismo, a evidenciarle acerca de la fundamentación de sus respectivas pretensiones y defensas.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

2. ACTOS PREVIOS AL JUICIO

• En el día del señalamiento, una vez comparecidas ambas partes ante el Tribunal, o, al menos, una de
ellas, ha de comenzar el juicio mediante la práctica de los diversos medios probatorios.
• Ahora bien, con anterioridad a la práctica de la prueba, puede ocurrir que haya de incorporarse algún
hecho de nueva noticia o deban las partes pronunciarse sobre la licitud de algún medio de prueba.
• Por ello, si se hubiera suscitado o se suscitare la vulneración de derechos fundamentales en la
obtención u origen de alguna prueba, se resolverá primero sobre esta cuestión. Asimismo, con carácter
previo a la práctica de las pruebas, si se hubieren alegado o se alegaren hechos acaecidos o conocidos
con posterioridad a la audiencia previa, se procederá a oír a las partes y a la proposición y admisión de
pruebas previstas en el art. 286.
• Lo que viene a contemplar el precepto es un incidente oral de previo y de especial pronunciamiento,
en el que primero informará el abogado del actor y después el del demandado (art. 185.2) y que tiene
por objeto delimitar definitivamente los hechos controvertidos e informar al tribunal sobre la posible
inconstitucionalidad de algún medio probatorio, cuya práctica ha sido admitida por el tribunal.

• Por tanto, el contenido es doble:

A) LA COMPLEMENTACIÓN DE LAS ALEGACIONES FÁCTICAS

• La entrada de hechos en el proceso ha de efectuarse en los escritos de demanda y de


contestación. No obstante, de esta regla general hay que excluir los hechos nuevos y los de nueva
noticia, con respecto a los cuales cabe su incorporación a través de las «alegaciones
complementarias», en la comparecencia previa (art. 426) o mediante el «escrito de ampliación»
contemplado en el art. 286.
• La presentación del «escrito de ampliación de hechos» tan sólo puede suceder con posterioridad
a la práctica del juicio oral. Así lo dispone el art. 286.1, en cuya virtud la presentación de dicho escrito
queda condicionada a que pueda efectuarse la ampliación en la audiencia principal («…salvo que la
alegación pudiera hacerse en el acto del juicio o vista»).
• El objeto de esta alegación oral consiste en la incorporación al proceso de nuevos hechos o de nueva
noticia, pero nunca de pretensiones, ni siquiera de hechos nuevos que pudieran ocasionar
indefensión a la contraparte. En cualquier caso, una vez alegados tales hechos, el juez debe conceder
la palabra a la parte contraria a fin de que informe sobre su pertenencia y eventual indefensión, la cual
incluso podría instar la suspensión del juicio «ex» art. 19.4, si necesitara un tiempo superior para
preparar su defensa frente a tales «nova reperta».
• El tribunal, además, puede rechazar por improcedente la entrada de ese nuevo hecho al proceso e
incluso imponer una multa a su proponente si apreciara, en su conducta, mala fe o ánimo dilatorio (art.
286.4).

B) LA PRUEBA PROHIBIDA

• Si alguna de las partes alegara la inconstitucionalidad de algún medio de prueba válidamente admitido
(ej. una grabación telefónica contraria al art. 18.3 CE), habrá de pronunciarse sobre esa cuestión.
• Por pruebas prohibidas hay que entender las que violen los derechos fundamentales, las cuales no
pueden ser tomadas en consideración por el tribunal alguno (art. 11.1 LOPJ, segundo inciso).
• En este supuesto, el tribunal actuará de la siguiente forma:
▪ Si se evidenciara la violación de algún derecho fundamental, ordenará su exclusión de la práctica de
la prueba.
▪ Si tuviera dudas acerca de su inconstitucionalidad dispondrá la admisión o ejecución del medio
probatorio, sin perjuicio de que posteriormente no tome en consideración su resultado para fundar
la sentencia, por apreciar que constituye un medio de prueba de valoración prohibida.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

3. LA PRÁCTICA DE LA PRUEBA

• La audiencia principal se desarrolla bajo la vigencia de los principios de oralidad, publicidad (salvo que,
para garantizar intereses constitucionales, se decrete la audiencia «a puerta cerrada»), inmediación y
concentración o unidad de acto en la ejecución de la prueba, a ser posible en una sola audiencia, la
cual se documentará mediante un medio (el DVD) apto para la grabación del sonido y la imagen (art.
187). La intervención del LAJ, en ésta y en todas las audiencias, no será preceptiva si se procede a su
grabación audiovisual (arts. 137.3 y 147).
• En la audiencia principal habrán de practicarse todos y cada uno de los medios de prueba previstos en
los artículos 299 y 431 (declaración de las partes, testifical, informe oral pericial, reconocimiento judicial
y reproducción de palabra, imagen y sonido).
• Aunque en la ejecución de la prueba rija el principio de aportación, conforme al cual incumbe a las
partes, a través del «interrogatorio cruzado», examinar a sus intervinientes, no se le exonera al tribunal
de su obligación de obtener la totalidad del material probatorio, a fin de descubrir la verdad material,
por lo que las facultades de investigación son notables.

• Y así, ha de presenciar personalmente el juicio (art. 137) e intervenir activamente en la práctica de la


prueba, solicitando aclaraciones o explicaciones a la parte interrogada (art. 306.1), a los testigos (art.
372.2) o a los peritos sobre el objeto de su dictamen (art. 347.2).

• El orden de práctica de tales medios de prueba se contempla en el art. 300, en cuya virtud, y salvo que
el tribunal decidiera por algún motivo justificado su alteración, es el siguiente:

1. En primer lugar, tiene lugar el interrogatorio de las partes.


2. En segundo, el interrogatorio de testigos.
3. En tercero, las declaraciones de peritos en los supuestos excepcionales que la LEC autoriza.
4. En cuarto, el reconocimiento judicial.
5. Finalmente, la reproducción de la imagen y sonido.

A) PRUEBA DOCUMENTAL

• El art. 300 LEC no hace alusión alguna a la prueba documental, por la sencilla razón de que dicha
prueba ha de aportarse junto con la demanda y la contestación y, excepcionalmente (caso de
alegaciones complementarias), en la audiencia previa (art. 426.5), en la que también las partes habrán
de manifestarse sobre la admisión o impugnación de los documentos (art. 427).

• No obstante, de esta regla hay que excluir los documentos contemplados en el art. 270 (documentos
nuevos, desconocidos o de imposible obtención), que pueden aportarse a la vista, si bien el tribunal
habrá de conceder la palabra a la parte contraria a fin de que se pronuncie sobre su procedencia,
pudiendo incluso el tribunal imponer una multa a la parte que proponga la inclusión del documento
en el proceso, si su aportación fuere intempestiva y existiera mala fe (art. 270.2).

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

B) DECLARACIÓN DE LAS PARTES

• La audiencia principal habrá de comenzar con el interrogatorio de las partes, de modo que las
preguntas se formularán, sobre los hechos controvertidos, en sentido afirmativo, con claridad,
precisión y sin contener juicios de valor (art. 302). El tribunal podrá inadmitir determinadas preguntas
que incumplan tales requisitos, bien de oficio, bien a instancia del declarante o de su Abogado (arts.
302-303). Las respuestas serán afirmativas, pero la parte podrá efectuar las aclaraciones que estimen
pertinentes (art. 305). Finalizado el interrogatorio de la parte que propuso la declaración, la parte
contraria formulará su interrogatorio cruzado, en el que también el tribunal podrá formular al
declarante las preguntas que estime pertinentes para el esclarecimiento de los hechos (art. 306).

C) INTERROGATORIO DE TESTIGOS

• A continuación ha de practicarse el interrogatorio de los testigos. Tras prestar juramento, el tribunal


formulará al testigo las «preguntas generales de la Ley», y que, una vez contestadas, darán paso al
interrogatorio por la parte que hubiere propuesto este medio y, posteriormente, por la contraria.
• El régimen de las preguntas y contestaciones es similar al de la declaración de las partes (arts. 368-
371). Además, cabe la posibilidad de que, a fin de descubrir la verdad material, el tribunal disponga un
«careo» o confrontación de declaraciones entre testigos y partes o testigos entre sí (art. 373).

D) DICTAMEN ORAL DE PERITOS

• Finalizada la práctica de la prueba testifical, ha de realizarse la pericial judicial en los supuestos


excepcionales en que la LEC así lo autoriza. También los peritos designados por el tribunal emiten su
dictamen por escrito. Pero, si de oficio o a instancia de parte se solicita alguna aclaración, habrá de
responder verbalmente en la audiencia principal (art. 346). En tal caso, el perito habrá de contestar a
las preguntas que le formulen las partes o el tribunal sobre las materias contenidas en el art. 347,
incluida la diligencia de «cotejo de letras».

E) EL RECONOCIMIENTO JUDICIAL

• La diligencia de reconocimiento judicial que puede practicarse en la audiencia, es la que no impide el


desplazamiento del tribunal fuera de su sede, pues, debido a la fugacidad de los elementos que
configuran el objeto de este medio probatorio, lo normal es que se haya practicado ya este medio
probatorio con anterioridad a la audiencia principal, bien como resultado de una diligencia preliminar,
bien como acto de aseguramiento de la prueba (arts. 293 y ss.). Ésta es la razón por la cual el art.
300.4º condiciona la práctica de este medio probatorio a que «no se haya de llevar a cabo fuera
de la sede del tribunal». Por tanto, el objeto de dicho reconocimiento ha de reconducirse al de las
cosas muebles que puedan trasladarse a la sala de la audiencia o al «reconocimiento de personas».

F) LA REPRODUCCIÓN DE LA IMAGEN Y EL SONIDO

• El art. 431 autoriza a las partes a practicar el medio probatorio consistente en la «reproducción de
palabras, imágenes y sonidos», mediante instrumentos de grabación, filmación y semejantes, que
regulan los artículos 382 a 384, levantando el Letrado de la Administración de Justicia la pertinente
acta.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

4. LAS CONCLUSIONES, INFORMES Y PLANTEAMIENTO DE LA «TESIS»

A) CONCLUSIONES

• Dispone el art. 433.2 LEC que «practicadas las pruebas, las partes formularán oralmente sus
conclusiones sobre los hechos controvertidos, exponiendo de forma ordenada, clara y concisa, si, a su
juicio, los hechos relevantes han sido o deben considerarse admitidos y, en su caso, probados o
inciertos».
• Una vez terminada la práctica de la prueba, el tribunal concederá la palabra, en primer lugar, al actor
y, en segundo, al demandado, a fin de que expongan oralmente sus conclusiones, que consiste en un
resumen del resultado probatorio favorable a las respectivas pretensiones y defensas y que tiene por
objeto intentar llevar al tribunal la evidencia sobre los hechos constitutivos de la pretensión o
impeditivos, extintivos o excluyentes de su contestación.

• Las conclusiones no son, pues «strictu sensu», actos de alegación, por cuanto, a través de ellas, no
pueden las partes introducir nuevos hechos al proceso, sino tan sólo contrastar los expuestos en los
escritos de demanda y contestación con el resultado probatorio en punto a obtener la convicción del
tribunal sobre la veracidad de los hechos en los que las partes fundan sus pretensiones o resistencias.

• Al igual que los escritos de demanda y de contestación (arts. 399 y 405), también la exposición del
resumen del resultado probatorio ha de efectuarse de manera «ordenada, clara y concisa»,
informando, en primer lugar, sobre los hechos aducidos en apoyo de sus pretensiones para pasar
revista, en segundo, a los de la parte contraria. En dicha exposición, habrán de tomar las partes muy
en consideración las reglas materiales de distribución de la carga de la prueba, debiendo informar
también sobre la prueba de los hechos base o indiciarios, a partir de los cuales puede inferirse una
conclusión mediante la técnica de las presunciones (art. 433.2).

B) INFORMES JURÍDICOS

• Una vez evidenciado el resultado probatorio, las partes, a través de los «informes», ilustrarán al tribunal
acerca del Derecho aplicable a los hechos que estiman probados.

• Dispone a tal efecto el art. 433.3 LEC que «expuestas sus conclusiones sobre los hechos controvertidos,
cada parte podrá informar sobre los argumentos jurídicos en que se apoyen sus pretensiones, que no
podrán ser alteradas en este momento». Estos argumentos jurídicos pueden ser los aducidos en los
escritos de demanda y de contestación u otros, pero siempre y cuando no alteren la pretensión, lo que
sucedería si se modificara la «causa de pedir» en las pretensiones constitutivas o se introdujeran
nuevos títulos jurídicos. Pero, fuera de este supuesto, «iura novit Curia» -> Las partes son dueñas de
mantener los mismos argumentos jurídicos plasmados en sus escritos de alegación o invocar otros
distintos que fundamenten también sus respectivas pretensiones.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

C) PLANTEAMIENTO DE LA TESIS

• Establece el art. 433.4 LEC que «si el tribunal no se considerase suficientemente ilustrado sobre el caso
con las conclusiones e informes previstos en los apartados anteriores, podrá conceder a las partes la
palabra cuantas veces estime necesario para que informen sobre las cuestiones que les indique».
• Este precepto viene a consagrar, por vez primera en nuestro ordenamiento procesal civil, la «utilización
de la tesis», que fue iniciada en el proceso penal, así como en el proceso contencioso-administrativo.

Tesis no imperativa

• No obstante, a diferencia del proceso penal en donde rige el principio acusatorio y donde no se puede,
por tanto, imponer al acusado una condena superior por un título de imputación distinto al mantenido
por la acusación, la utilización de la tesis en el proceso civil no es imperativa, porque «iura novit Curia».
Al regir la teoría de la sustanciación de la demanda, el tribunal es dueño de solucionar el conflicto
mediante la aplicación del Derecho objetivo, invocado por las partes, o de reflejar en la sentencia otras
normas aplicables, sin tener necesariamente que utilizar la tesis, tal y como sucede también de manera
necesaria en el proceso contencioso-administrativo.

Formula potestativa

• Por esta razón, el art. 433.4 utiliza una fórmula potestativa («podrá conceder a las partes…»), que, en
la práctica forense, debiera tornarse en imperativa en el caso de las pretensiones constitutivas, en las
que la utilización de nuevas causas de pedir produce una mutación esencial del objeto litigioso,
generando indefensión. Por tanto, en tal supuesto, debiera utilizar el tribunal la tesis.

• No obstante, el problema puede surgir, si el demandante, que ha interpuesto una pretensión


constitutiva por una causa determinada, se negara a informar al tribunal sobre otra y distinta «causa
petendi», suscitada de oficio por el tribunal. En tal caso, no creemos que pueda ampliar la sentencia a
este nuevo objeto procesal, por cuanto contravendría el principio dispositivo, salvedad hecha del
hipotético supuesto de que una importante razón de protección del interés público pudiera aconsejar
dicha modificación del objeto procesal.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

LECCIÓN XXVIII.- LAS DILIGENCIAS FINALES DEL JUICIO ORDINARIO

I. DILIGENCIAS FINALES Y DILIGENCIAS PARA MEJOR PROVEER


• La Ley de Enjuiciamiento Civil dedica sus artículos 434.2, 435 y 436 a una nueva figura procesal que
denomina «diligencias finales», dirigida a reemplazar las diligencias para mejor proveer de la LEC
1881.

• Diligencias para mejor proveer: Mediante ellas el juez podía soslayar los inconvenientes de un
proceso civil inspirado en los principios de escritura, mediación y publicidad interna, fragmentado
en distintos procedimientos. En la práctica, estas diligencias permitieron al juzgador dejar para el
momento de dictar sentencia el análisis del reflejo documentado de las distintas actuaciones
procesales realizadas, resolviendo los posibles problemas fácticos y probatorios que el litigio
planteaba.

• Diligencias finales: En un proceso civil basado en los principios de oralidad, inmediación, publicidad
y en un mayor equilibrio del principio de aportación de pruebas, la función el juez ya no consiste
sólo en dictar sentencia, sino también en ordenar materialmente el proceso y, sobre todo, en
descubrir la verdad material. Un proceso así concebido no necesita de las diligencias para mejor
proveer, ya que el juzgador puede y debe despejar sus dudas a lo largo del juicio oral, y ordenar las
aclaraciones o ampliaciones que tenga a bien reclamar a las partes, testigos y peritos durante la
práctica de los diferentes medios de prueba.

La vigente ley procesal común, sustituye la práctica de las diligencias para mejor proveer del proceso
civil por una más activa presencia del órgano judicial en el procedimiento probatorio en un
procedimiento predominantemente oral. En este procedimiento de manera extraordinaria y
complementaria, las diligencias finales pretenden mitigar, en cierta medida, los inconvenientes de la
frustración probatoria.

II. CONCEPTO [18S1]


• Son actos de prueba complementarios acordados por el juez a instancia de las partes y,
excepcionalmente y con carácter complementario, de oficio, durante la fase de sentencia en el
juicio ordinario (art. 435 LEC)
• El Hubiera sido preferible modificar la denominación de «diligencias finales» por otra más apropiada,
como la de «diligencias finales de prueba», ya que la denominación de «diligencias finales» da a
entender que tales diligencias son las últimas a realizar en el proceso, cuando en realidad pueden
existir otras posteriores como las relativas a la ejecución (provisional o definitiva) o a los medios de
impugnación.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

III. AMBITO DE APLICACIÓN


• La LEC 2000 regula las diligencias finales en los artículos 434 a 436, pertenecientes al capítulo IV, del
título II, del libro II. Se encuentran sistemáticamente encuadradas en el juicio ordinario.
• Las diligencias para mejor proveer eran de «común» aplicación a cualquier clase de proceso, salvo
disposición en contra. Sin embargo, las diligencias finales pertenecen en exclusiva a la fase de
sentencia del proceso declarativo ordinario calificado como «juicio ordinario», de modo que no
resultan aplicables a los demás procesos declarativos (al juicio verbal, previsto en los artículos 437 a
447), ni a los juicios especiales regulados en el libro IV de la LEC.

1. LAS DILIGENCIAS FINALES Y EL JUICIO VERBAL

• Las diligencias finales no resultan aplicables al juicio verbal. El legislador, al abordar el estudio del
juico verbal, dedica el art. 445 rubricado «Prueba y presunciones en los juicios verbales», de cuya
exégesis obtenemos la inaplicación de las diligencias finales en este juicio.
• Las razones que han llevado al legislador a esta decisión quizá se deban en que las materias y cuantía
de las que conoce el juicio verbal son de menor entidad que las del ordinario. No obstante, lo más
conveniente para obtener un mayor grado de Justicia en los procesos declarativos hubiera sido dotar
al Tribunal no sólo de poderes de «dirección formal» sobre la prueba, sino, también de auténticos
poderes de «dirección material», facultándole para poder ordenar la práctica «ex officio» de nuevos
medios de prueba durante la fase probatoria iniciada a instancia de parte, respectando en todo caso
el «thema probandi» fijado por los litigantes.

2. LAS DILIGENCIAS FINALES EN LOS PROCESOS ESPECIALES Y EN EL RECURSO DE APELACIÓN

A) DILIGENCIAS FINALES EN LOS PROCESOS ESPECIALES

• La aplicación de las diligencias finales queda también excluida de los procesos especiales,
regulados en el Libro IV. El motivo de esta inaplicación está en el equilibrio entre los principios de
aportación y de investigación tanto en su vertiente fáctica como probatoria.
• En los litigios especiales sobre la capacidad, filiación, paternidad, maternidad, matrimonio y
menores, en los que el juzgador puede «decretar de oficio cuantas (pruebas) estime pertinentes,
el motivo de esta inaplicación está en el equilibrio entre los principios de aportación y de investigación
tanto en su vertiente fáctica como probatoria.

• Respecto de los procesos sucesorios, para la liquidación del régimen económico matrimonial,
monitorio y cambiario, el motivo de su inaplicación reside en su tramitación procedimental a través del
juicio verbal

B) DILIGENCIAS FINALES EN LOS PROCESOS ESPECIALES

• Aunque el art. 465 LEC no contemple las diligencias finales en la segunda instancia, lo cierto es que
tampoco las prohíbe, razón por la cual la cual el TS admitió la práctica de dichas diligencias también
con anterioridad a la resolución del recurso de apelación.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

IV. FINALIDAD DE LA PRÁCTICA DE LAS DILIGENCIAS FINALES


• Las diligencias finales tienen una inequívoca naturaleza probatoria. Cabe distinguir la finalidad de
la práctica de las diligencias finales a petición de las partes, de la ordenada de oficio por el juzgador.

1. A INSTANCIA DE PARTE

• Según el art. 435.1 LEC, la regla general es la solicitud de diligencias finales a instancia de parte, con
un triple propósito:

• PRIMER PROPÓSITO. Art. 435.1.2: De practicar aquellos medios de prueba que no llegaron a realizarse
durante el procedimiento probatorio, a pesar de haber sido, entonces, oportunamente propuestos por
las partes y admitidos por el Juzgador. Es requisito imprescindible para la admisibilidad de la petición
de diligencias finales que el solicitante haya acreditado su diligencia en la fase probatoria, esto es, que
el medio o medios probatorios cuya práctica solicita fueron entonces propuestos y admitidos, pero, a
pesar de ello y por causas ajenas a su voluntad, no pudieron efectivamente llevarse a cabo en su
totalidad o en parte.

• SEGUNDO PROPÓSITO. Art. 435.1.3: De permitir al órgano jurisdiccional un mejor conocimiento sobre
la verdad de los hechos «nuevos», cuya realidad es discutida por la contraparte. Así, también será
admisible la práctica de medios de prueba solicitados para el esclarecimiento de aquéllos, siempre que
cumplan lo previsto en el art. 286. Por tanto, en este caso es necesario lo siguiente:
▪ En primer lugar, que la controversia fáctica tenga su origen en lo alegado en los escritos de
ampliación y de contestación a la ampliación, sobre hechos ocurridos con posterioridad a la
preclusión de los actos de alegación en el juicio ordinario y antes de que comience a contar el plazo
de dictar sentencia.
▪ En segundo lugar, que la ausencia de actividad probatoria sea debida a la imposibilidad de la
oportuna proposición y práctica de los medios de prueba pertinentes y relevantes por impedirlo lo
avanzado del estado de las actuaciones (esto es, a que la vista del juicio ordinario está a punto de
finalizar).

• TERCER PROPÓSITO. Art. 435.2: De permitir la repetición de los medios de prueba practicados por las
partes «si los actos de prueba anteriores no hubieran resultado conducentes a causa de circunstancias
ya desaparecidas e independientes de la voluntad y diligencia de las partes».

• Los tres supuestos anteriores redundan en una mayor economía procesal. Con el trámite de
diligencias finales se trata de poder profundizar más en el tema de la prueba dentro del proceso,
otorgando mayores posibilidades a las partes, tratando precisamente de evitar la necesidad de tener
que acudir a la segunda instancia.

2. DE OFICIO

• La finalidad de la prueba «ex officio» se desprende expresamente del apartado segundo del art. 435,
al establecer que esta actividad está dirigida a «adquirir certeza», como requisito imprescindible, sobre
los hechos relevantes introducidos por las partes en el momento procesalmente oportuno, que han
sido ya objeto de actividad probatoria pero con resultados infructuosos («no hubieran resultado
conducentes») debido a causas inimputables a la parte que propuso y practicó la prueba y, además,
siempre que tales impedimentos hayan desaparecido.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

V. CARACTERES [14S1] [18S1]

1. LAS DILIGENCIAS FINALES COMO DERECHO FUNDAMENTAL

• Las peticiones probatorias realizadas por las partes como diligencias finales, al versar sobre medios de
prueba no practicados por causas ajenas a la parte que los hubiese propuesto o sobre hechos nuevos
controvertidos y, por tanto, sobre nuevas cuestiones probatorias que pueden resultar fundamentales
para la suerte del litigio, tienen naturaleza de «derecho procesal» de rango fundamental de las partes,
implícito en el derecho «a un proceso con todas las garantías» del art. 24.2 CE.

• Consecuencia lógica del examinado carácter de derecho procesal a la prueba, el órgano jurisdiccional
viene obligado a acordar su práctica, siempre y cuando las partes las soliciten de conformidad
con lo previsto en los artículos 435 y 436, siendo, por tanto, recurrible en reposición, el auto dictado
sobre estas diligencias.

2. LA SOLICITUD DE DILIGENCIAS FINALES COMO PRESUPUESTO DEL RECURSO DE APELA-


CIÓN

• La solicitud probatoria prevista en el art. 435 LEC tiene, además, el carácter de presupuesto procesal
en el recurso de apelación conforme a los motivos recogidos en las reglas 2ª y 3ª del art. 460.2.

• El apelante que solicita la práctica de medios de prueba, que no se han llevado a cabo en la primera
instancia, tiene la carga procesal de acreditar su diligencia probatoria, consistente en haber realizado
ya esa petición en el trámite de diligencias finales.

• Del mismo modo, sobre el recurrente recae el «onus probandi» de acreditar que el hecho «nuevo» de
proponer como objeto de prueba en la apelación, de haber acontecido antes del plazo para dictar
sentencia en la primera instancia, ya fue propuesto como tema de la prueba en el trámite de diligencias
finales. En ambos casos, resulta, además, necesario haber recurrido en reposición el auto denegatorio
de la petición de estas diligencias.

3. COMPLEMENTARIEDAD Y EXCEPCIONALIDAD DE LA PRUEBA «EX OFFICIO»

• Los caracteres de la prueba de oficio se desprenden de los términos del art. 435.2 Este precepto
establece que las diligencias finales han de ser «excepcionales», «complementarias» de la actividad
probatoria realizada a instancia de parte, y «útiles» para conseguir despejar las dudas acerca de la
valoración como cierto o falso del hecho objeto de prueba por las partes.

• Los términos empleados por la LEC en el citado art. son, en este sentido, tajantes: han de existir
«motivos fundados» para que el órgano judicial «crea» que la práctica de los medios de prueba servirá
para adquirir «certeza» sobre la realidad o falsedad del hecho o hechos objeto de prueba por las partes.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

VI. PROCEDIMIENTO

1. SOLICITUD

• Conforme a lo previsto en el apartado segundo del art. 434 LEC, las partes solamente pueden solicitar
las diligencias finales «dentro del plazo para dictar sentencia» en el juicio ordinario, esto es, en los
veinte días siguientes a la terminación del juicio oral de que dispone el juzgador para resolver el litigio.
• El contenido del escrito deberá moldarse a lo previsto en el art. 435 LEC. No obstante, existe la
prohibición de solicitar diligencias finales respecto de pruebas que no se han propuesto en tiempo y
forma por culpa de la parte interesada, incluso «las que hubieran podido proponerse tras la
manifestación del tribunal, esto es, la sugerencia probatoria judicial desoída por la parte que ahora
desea solicitar diligencias finales sobre esos hechos. Puede solicitarse la práctica de cualquier medio
probatorio, incluso la aportación de originales de documentos, cuyas copias fueron impugnadas.

2. RESOLUCIÓN

• Las diligencias finales, ya sean a instancia de los litigantes o ex officio, se acuerdan mediante auto.
Consiguientemente, estas resoluciones son siempre motivadas «y contendrán, en párrafos separados
y numerados, los antecedentes de hecho y los fundamentos de derecho. El legislador, en el art. 435
LEC, regula con precisión la forma de motivar los autos que acuerdan:

▪ A instancia de parte: El tribunal ha de explicitar la razón por la que admite la solicitud del litigante,
es decir el motivo por el cual no pudieron practicarse, sin culpa del interesado, los medios de prueba
propuestos y admitidos (art. 435.1), o que ello fue debido a la aparición de hechos nuevos.

▪ De oficio: La obligación de motivar el auto que acuerda la prueba de oficio ha de cumplirse de


manera más escrupulosa, expresándose «detalladamente» las «circunstancias y motivos».

• Si el órgano judicial incumple su obligación de motivar el auto, éste adolecerá de un defecto de forma
y, por tanto, será susceptible de ser recurrido, en este caso en reposición, por la parte que se considere
agraviada. El carácter recurrible de esta resolución se desprende de lo dispuesto en el art. 435.

3. PRÁCTICA

• El art. 436 LEC, que regula el «plazo para la práctica de las diligencias finales», en una doble normativa:

▪ Por un lado, dispone que las diligencias finales se practicarán «en la forma establecida en esta ley
para las pruebas de su clase».
▪ Por otro, fija el plazo preclusivo para su práctica en 20 días, cuyo señalamiento, de ser necesario, será
fijado por el Letrado de la Administración de Justicia.

• Una vez practicadas los medios de prueba admitidos por el juez, o precluido el citado plazo, las partes
todavía disponen de cinco días para presentar un «escrito en que resuman y valoren el resultado» (art.
436.1 in fine). Practicadas todas estas diligencias, o precluidos los plazos para su práctica, el Tribunal
dictará sentencia en el plazo de 20 días a contar desde el cumplimiento del otorgado a las partes para
presentar sus escritos conclusivos sobre las diligencias finales.

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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

LECCIÓN XXIX.- LA SENTENCIA

I. CONCEPTO Y CLASES

1. CONCEPTO

• Se entiende por sentencia la resolución judicial definitiva, por la que se pone fin al proceso tras
su tramitación ordinaria en todas y cada una de sus instancias o como consecuencia del ejercicio
por las partes de un acto de disposición de la pretensión.
• La sentencia es el acto jurisdiccional por excelencia, en el que se ejercita la potestad jurisdiccional
declarativa (art. 117.3 CE), y, cuando deviene firme, se convierte en un título de ejecución (art. 517.2.1)
que posibilita la potestad ejecutiva. Mediante ella, se resuelve definitivamente el conflicto y se
satisfacen las pretensiones o defensas deducidas por las partes.

• La sentencia no es la única resolución definitiva, ya que el proceso puede finalizar también mediante
un auto de archivo o de sobreseimiento, dictado como consecuencia de las siguientes situaciones:
▪ De la incomparecencia del actor o de ambas partes (art. 414.3).
▪ Del ejercicio de algún acto de disposición del procedimiento (desistimiento o la terminación del
proceso por satisfacción extraprocesal)
▪ De la homologación judicial de una avenencia producida en un acto intraprocesal de conciliación.
▪ De la apreciación por el tribunal del incumplimiento de algún presupuesto procesal (arts. 418 y ss.).

• Por tanto, se denominan sentencias a las resoluciones definitivas que finalizan el proceso tras
su tramitación ordinaria y una vez concluida la audiencia principal o la vista del juicio verbal.Las
sentencias se deberán dictar en los siguientes plazos:
▪ Dentro del plazo de veinte días posteriores a la terminación del juicio ordinario (art. 434).
▪ Dentro del plazo de diez días a la finalización de la vista del juicio verbal (art. 447).

• La LEC también denomina sentencias a las resoluciones que finalizan el proceso, como consecuencia
del ejercicio por las partes de actos procesales materiales, que, como es el caso de la renuncia o del
allanamiento, al renunciar el actor o conformarse el demandado con la pretensión, producen también
los efectos típicos de las sentencias, esto es, los efectos materiales de la cosa juzgada (arts. 20.1 y 21.1).
• A dicha relación, todavía cabe añadir las resoluciones de homologación de transacciones judiciales o
de una conciliación intraprocesal, cuya forma que deba revestir la pertinente resolución queda en la
LEC (arts. 19.2 y 415) en la más oscura de las penumbras.

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

2. CLASES

• Para la sistematización de las sentencias lo fundamental es la naturaleza del fallo o de su parte


dispositiva. Del examen del fallo las sentencias son susceptibles de ser clasificadas con arreglo a
distintos criterios que pueden sintetizarte en los siguientes: (SEGÚN…)

A) LA NATURALEZA DEL OBJETO PROCESAL

• Atendiendo a la naturaleza del objeto procesal existen las siguientes clases de sentencias:
▪ DECLARATIVAS: Se limitan a reconocer la existencia o inexistencia de un determinado derecho
subjetivo o relación jurídica.
▪ CONSTITUTIVAS: Tienen por objeto la creación, modificación o extinción de una determinada
relación, situación o estado jurídica.
▪ DE CONDENA: Si son estimatorias, condenan al demandado al cumplimiento de una determinada
prestación (de dar, hacer o no hacer).

• Las sentencias declarativas y constitutivas no posibilitan la apertura del proceso de ejecución al


limitarse el fallo en ellas a declarar la preexistencia de un derecho o relación jurídica o a su constitución
o modificación. No obstante, pueden obtenerse determinados efectos indirectos de las sentencias
constitutivas, como lo son su publicidad en los Registros (arts. 521.2 y 522).

• Las únicas sentencias que posibilitan la apertura del proceso de ejecución son las de condena.

B) LA SATISFACCIÓN DE LAS PRETENSIONES

• Atendiendo a la respuesta que la sentencia efectúa de la pretensión, las sentencias pueden clasificarse
en inadmisorias y de fondo:
1. Inadmisorias: Dejan imprejuzgado el objeto procesal, debido a que el tribunal constata el
incumplimiento de algún requisito o presupuesto procesal que condiciona su admisibilidad o
examen del fondo del asunto. Por esta razón no producen efectos materiales de cosa juzgada.
2. De fondo: Las sentencias de fondo entran a considerar y analizar la relación jurídica material
debatida, produciendo los efectos propios de la cosa juzgada. Se subclasifican en
a) Estimatorias: Son las que satisfacen la pretensión . Pueden ser totales si satisfacen
plenamente la pretensión, o parciales si reparten, desde el punto de vista de la congruencia,
la satisfacción entre la pretensión y su defensa.
b) Desestimatorias: Son las que rechazan la pretensión, accediendo a las excepciones o defensas
aducidas por el demandado.
• La anterior clasificación adquiere singular relevancia desde el punto de vista del ejercicio, contra la
sentencia, de los medios de impugnación. Tan sólo las sentencias inadmisorias y las desestimatorias
pueden ser impugnadas por el actor. Las estimatorias sólo pueden ser impugnadas por el
demandado, y las parcialmente estimatorias, pueden ser impugnadas por el actor o por el demandado
a través de los recursos preestablecidos.

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

C) LOS EFECTOS POSITIVOS DE LA COSA JUZGADA

• Desde el punto de vista de la «ejecutoriedad» de la sentencia, pueden clasificarse en:

▪ Son resoluciones definitivas las que ponen fin a la primera instancia y las que decidan sobre los
recursos interpuestos frente a ellas.
▪ Son resoluciones firmes aquellas contra las que no cabe recurso alguno o con respecto a la cual la
parte gravada deja transcurrir los plazos para la interposición de los recursos ordinarios o el
extraordinario de casación. Las sentencias firmes de condena son las únicas que se erigen en títulos
de ejecución (art. 517.2.1), pasando en autoridad de cosa juzgada (art. 207.3).

• Las sentencias firmes pueden ser de efectos inmediatos, las cuales, caso de ser incumplido el fallo
por el deudor, permite al acreedor suscitar inmediatamente la ejecución, o de efectos deferidos al
futuro. Las sentencias con efecto deferido de futuro son las ilíquidas o a reserva de liquidación y las
condenas de futuro:
• A RESERVA DE LIQUIDACIÓN. Son sentencias de condena de fallo ilíquido que precisan la práctica de
un incidente de liquidación en la fase de ejecución en la que se determinará el «quantum» de la
prestación con arreglo a las bases de liquidación fijadas en la misma sentencia. En la actualidad, y
debido a su carácter antieconómico y a las dilaciones indebidas que ocasionaban estas sentencias,
permitidas por la LEC/1881, la vigente LEC las prohíbe en sus artículos 219 y 209.4.

• CONDENA DE FUTURO. Contemplan condenas al pago de futuras prestaciones en obligaciones de


tracto sucesivo (pagos de intereses, prestaciones derivadas de un contrato de suministro, etc.), que
han de cumplirse en la medida en que se cumplan las condiciones reflejadas en la propia sentencia.
Estas sentencias, que eran ignoradas por la LEC/1881 (al contrario de las de «a reserva de liquidación»),
han adquirido carta de naturaleza en nuestro ordenamiento por obra de lo dispuesto en el art. 220.

D) LOS EFECTOS NEGATIVOS DE LA COSA JUZGADA

• Atendiendo a los efectos negativos o excluyentes de la cosa juzgada, conforme a los cuales no se puede
volver a suscitar un segundo proceso sobre el mismo objeto procesal, las sentencias pueden ser:

▪ Con plenos efectos negativos: Vienen determinadas por las sentencias firmes y de fondo, bien sean
estimatorias, bien desestimatorias de la pretensión y las que reconocen una solución
autocompositiva material (sentencias que acceden a una renuncia, allanamiento y homologación de
una transacción o conciliación intraprocesal) y que son las únicas a las que, en realidad, se refiere el
art. 222.1.

▪ Sin efectos negativos: A esta categoría pertenecen las «sentencias absolutorias en la instancia» que,
al dejar imprejuzgada la relación jurídico material, por haber constatado el incumplimiento de algún
presupuesto o requisito procesal, no producen tales efectos materiales de la cosa juzgada.

▪ Con limitados efectos de cosa juzgada: Son las sentencias dictadas en los procesos sumarios, en
los que, no obstante la radical redacción del art. 447.2 («No producirán efectos de cosa juzgada…»),
dichos efectos materiales en verdad se producen, pero dentro de los límites objetivos del proceso
sumario, que, al tener la cognición limitada al determinados aspectos de la relación jurídico material,
tan sólo se producen dentro de tales límites objetivos.

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

II. REQUISITOS FORMALES


• Se se regulan en arts. 244 a 248 LOPJ y en los arts 206 y ss LEC

1. ESCRITURA DE LA SENTENCIA

• De acuerdo con el art. 210.3 LEC, las sentencias han de ser:


▪ Escritas: En el proceso civil las sentencias han de ser siempre escritas, lo que resulta del todo
correcto, pues, al margen de que el proceso civil sea actualmente oral, la necesidad de otorgar
fehaciencia y seguridad a las partes y a la sociedad aconseja esta forma escrita de la sentencia.
▪ Claras y precisas: como dispone el art. 218.1, han de ser claras y precisas.

▪ Firmadas y registradas: Finalmente, las sentencias han de ser firmadas por todos y cada uno de los
magistrados, registradas en el Libro de Sentencias y custodiadas por el LAJ.
• Cumplidos los trámites anteriores, el LAJ notificará la sentencia a las partes, y, a partir de ese momento,
correrá, el «dies a quo» para la interposición de los recursos. Además, en ocasiones, las sentencias
deberán publicarse en los diarios oportunos (art. 212.1) e incluso, en el caso de las sentencias
constitutivas, podrían inscribirse en los pertinentes Registros públicos.

• Cualquier interesado podrá acceder al conocimiento de la sentencia, excepto en los casos señalados
en el art. 212.2 LEC: «afectar al derecho a la intimidad, a los derechos de las personas que requieran
un especial deber de tutela, a la garantía del anonimato de los perjudicados, cuando proceda, así como,
con carácter general, para evitar que las sentencias puedan ser usadas con fines contrarios a las leyes».

2. ESTRUCTURA DE LA SENTENCIA

• La sentencia consta de las siguientes partes: Encabezamiento, antecedentes de hecho y hechos


probados, fundamentos de Derecho y fallo.

A) EL ENCABEZAMIENTO

• «En el encabezamiento deberán expresarse los nombres de las partes, y cuando sea necesario, la legitimación
y representación en virtud de las cuales actúen, así como los nombres de los abogados y procuradores y el
objeto del juicio» (art. 209.1).
• Con anterioridad al encabezamiento, y a los efectos de identificación informática, suele recogerse, con
carácter general para todas las resoluciones, el número de autos o de rollo, la determinación del
tribunal con expresión de la designación de los magistrados que lo componen e identificación del
ponente, el lugar y la fecha de la publicación de la sentencia.

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

B) «ANTECEDENTES DE HECHO» Y «HECHOS PROBADOS»

• Después del encabezamiento, en epígrafe separado, se reflejan los antecedentes de hecho, que se
consignarán, con la claridad y la concisión posibles y en párrafos separados y numerados, las
pretensiones de las partes o interesados, los hechos en que las funden, que hubieren sido alegados
oportunamente y tengan relación con las cuestiones que hayan de resolverse, las pruebas que se
hubiesen propuesto y practicado y los hechos probados, en su caso.

• No obstante la expresión «en su caso» del art. 209.2º, todo proceso en el que existan hechos
controvertidos ha de culminar con una sentencia con dicha declaración de hechos probados.

• Debemos tener en cuenta que sólo cuando exista conformidad con los hechos el tribunal puede dictar
una «sentencia inmediata» (art. 428.3), en cuyo caso se podrá obviar la declaración de hechos
probados. En los casos en los que no se haya practicado la audiencia principal por no haber
propuesto parte alguna ningún medio probatorio, la declaración de hechos probados debe
circunscribirse al examen de la prueba documental.
• La declaración de hechos probados reviste una singular importancia, desde el punto de vista de la
motivación de la sentencia, y del éxito de los recursos por error de hecho en la apreciación de la prueba,
ya que la inexistencia de dicha declaración o su ausencia de motivación pueden erigirse en un supuesto
de sentencia «manipulativa».

C) LOS «FUNDAMENTOS DE DERECHO»

• En dichos fundamentos (art.209.3) hay que reflejar en parrafos separados y numerados:


▪ De un lado, «los puntos de hecho y de Derecho fijados por las partes.
▪ De otro, el Derecho objetivo aplicable, incluida la jurisprudencia reclamable a cada uno de los
puntos de hecho que fundan la pretensión y su resistencia.
• Dentro de tales fundamentos jurídicos reviste también esencial importancia la «ratio decidendi» o
argumentos jurídicos esenciales que justifican el fallo. Cuando las partes no pueden conocer las
normas que integran dicha «ratio» y resulta inviable la fundamentación del pertinente recurso se habrá
vulnerado este requisito de la sentencia. No obstante, la fundamentación jurídica no tiene
necesariamente que basarse en las alegaciones de las partes, porque «iura novit Curia».

D) «EL FALLO»

• En el fallo se determinan las consecuencias jurídicas del silogismo juidicial [silogismo es una forma de
razonamiento deductivo que consta de dos proposiciones como premisas y otra como conclusión, siendo la última
una inferencia necesariamente deductiva de las otras dos], que encierra una sentencia, en cuya premisa
menor se determinan los hechos, en la premisa mayor, el Derecho aplicable y, en el fallo, los efectos
o consecuencias jurídicas que las normas asocian al cumplimiento de su presupuesto fáctico. El
fallo determina también los límites objetivos de la cosa juzgada y sus efectos, tanto positivos, en la
medida en que lo que se ejecuta es lo que en el fallo se determina, como los negativos o excluyentes
de cualquier proceso posterior sobre el mismo objeto.
• En el fallo o parte dispositiva de la sentencia se inadmite, estima (total o parcialmente) o desestima
la pretensión. El fallo debe ser congruente con esta, sin perjuicio de que pudiera existir una
congruencia implícita en los fundamentos jurídicos. Han de pronunciarse tantos fallos, como
pretensiones se hayan deducido en el proceso (tanto en la demanda, como en la reconvención),
debiéndose reflejar en párrafos separados y numerados cada uno de ellos (art. 218.3), incluido el
pronunciamiento en costas y, en su caso, la irrogación de una multa por infracción de la buena fe
procesal (art. 247).
• También el fallo ha de ser claro, sin que encierre contenidos contradictorios.

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

III. REQUISITOS MATERIALES O INTERNOS [19F1]


• Estos vienen determinados por las obligaciones judiciales de motivación y congruencia de las
sentencias.

1. LA OBLIGACIÓN JUDICIAL DE MOTIVACIÓN DE LA SENTENCIA

• Constituye una exigencia constitucional derivada del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva
la obligación procesal de motivación de las sentencias, tanto en la determinación de los hechos
probados y su valoración, como en la aplicación del Derecho.
• Por esta razón, el art. 218.2 LEC dispone que las sentencias se motivarán expresando los
razonamientos fácticos y jurídicos que conducen a la apreciación y valoración de las pruebas, así como
a la aplicación de interpretación del derecho. La motivación deberá incidir en los distintos elementos
fácticos y jurídicos del pleito, considerados individualmente y en conjunto, ajustándose siempre a las
reglas de la lógica y de la razón.
• Razonamiento de la prueba: La sentencia debiera razonar la prueba, lo que implica la obligación de
plasmar en ella el «iter» formativo de la convicción, determinando los resultados probatorios y medios
de prueba a partir de los cuales pueden entenderse determinados hechos como probados, con
expresión del razonamiento lógico que lleva a la convicción.
• Presunciones: En el caso de las presunciones, ha de evidenciarse la prueba del hecho indiciario y el
razonamiento lógico que permite al tribunal inferir la conclusión (art. 386.1.II).

• Junto al razonamiento de la prueba también la sentencia ha de motivar o razonar la aplicación del


Derecho, pues si la argumentación es irrazonable, arbitraria o incurre en patente error, la parte
gravada podrá impugnarla, en último término, mediante el recurso constitucional de amparo.

• La motivación puede ser escueta, siempre y cuando las partes puedan conocer el motivo de la decisión
a efectos de su posible impugnación ante los órganos jurisdiccionales superiores, incluso aunque la
fundamentación jurídica pueda estimarse discutible o respecto de ella puedan formularse reparos.

• Tampoco es necesario que se dé respuesta a todos y cada uno de los argumentos jurídicos de las
partes, ni plasmar las citas jurisprudenciales, sino exclusivamente reflejar la «ratio decidendi», que, si
viene a faltar, ha de estimarse infringido el precepto.

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

2. LA CONGRUENCIA

A) CONCEPTO Y FUNDAMENTO

• La congruencia es una obligación constitucional, surgida del ejercicio del derecho fundamental a la
tutela y fundada en el principio dispositivo, conforme a la cual la sentencia ha de adecuarse a las
pretensiones de las partes, sin que pueda el tribunal otorgar más de lo pedido por el actor, menos
de lo resistido por el demandado, ni fundar la sentencia en causas de pedir distintas a las que
se han erigido en el objeto del proceso.
• Del referido concepto se infieren las siguientes notas:

1. La congruencia es una obligación constitucional que surge como consecuencia del ejercicio del
derecho a la tutela judicial efectiva del art. 24.1 CE, una de cuyas principales exigencias consiste en
que la sentencia ha de efectuar una respuesta adecuada a todas las pretensiones y residencias de
las partes. El incumplimiento de dicha obligación dejará expedita a la parte perjudicada el oportuno
medio de impugnación ordinario contra la sentencia y, en última instancia, el recurso de amparo.
2. La congruencia también encuentra su fundamento en la manifestación del principio dispositivo. En
un proceso regido por el principio dispositivo las partes, no son sólo dueñas de acudir o no al
proceso para dirimir su litigio, sino que también, y si así lo hicieran, les asiste el derecho a recibir,
en la sentencia, una respuesta congruente con sus pretensiones.

3. La congruencia también se encuentra estrechamente relacionada con el derecho de defensa, en la


medida en que la entrada de oficio de nuevas causas de pedir, generarían indefensión material a la
parte perjudicada si no se le ha dado la oportunidad alegar sobre ellas.

B) CLASES

• La jurisprudencia del TS establece que «no puede la sentencia otorgar más de lo que se hubiera pedido
en la demanda, ni menos de lo que hubiera sido admitido por el demandado, ni otorgar otra cosa
diferente que no hubiera sido pretendido». De ello se deduce que la congruencia puede ser «ultra
petitum», «infra petitum» o «cifra petitum» y «extra petitum», así como la «incongruencia
omisiva».

• ULTRA PETITUM. La incongruencia «ultra petita partium» surge cuando la sentencia otorga más de lo
pedido por el actor o por el demandado reconvincente, esto es, excede cuantitativamente a lo
solicitado en el «suplico» de la demanda.

• INFRA o CITRA PETITUM ocurre cuando la sentencia otorga menos de lo resistido por el demandado.
Sin embargo, no se produce incongruencia cuando el demandado niega la totalidad de la pretensión y
el tribunal otorga menos de lo solicitado por el actor.

• EXTRA PETITUM. Existe incongruencia «extra petita partium» («fuera de lo pedido») cuando el tribunal
otorga cosa distinta a la solicitada por las partes, es decir, resuelve algo que no se corresponde con las
pretensiones deducidas por las partes. Este es el caso del supuesto contemplado en la STS de 15 de
diciembre de 2003, en el que, sin haber solicitado el actor la condena solidaria de los demandados, el
tribunal efectuó dicha declaración.

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

C) LA INCONGRUENCIA OMISIVA Y LA OBLIGACIÓN DE EXHAUSTIVIDAD DE


LAS SENTENCIAS

• La incongruencia omisiva surgió en estrecha relación con la incongruencia «extra petitum», por obra
de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. La incongruencia omisiva puede ocurrir cuando la
sentencia omita alguna petición o algún elemento esencial de la pretensión.
• No estamos en realidad ante un supuesto de incongruencia, sino de incumplimiento de la obligación
de exhaustividad de la sentencia. En todo caso, tanto el TC, como el TS califican a este vicio procesal
como incongruencia omisiva.
• El TC señala que también se infringe el derecho a la tutela cuando la resolución impugnada «guarda
silencio o no se pronuncia sobre alguna de las pretensiones de las partes, dejando imprejuzgada o sin
respuesta la cuestión planteada a la consideración del órgano judicial, aun estando motivada».

• Para que exista incongruencia omisiva es necesario que concurran los siguientes requisitos:

a) Disposición del proceso o sobre su «causa petendi».


b) Que no se haya efectuado en la sentencia una contestación implícita o desestimación tácita de la
pretensión o de su causa de pedir.
c) Que tampoco haya sucedido una contestación por remisión a la sentencia de instancia o a la
fundamentación de la pretensión.
d) Que, como consecuencia de dicha omisión, se haya ocasionado indefensión material a alguna de
las partes, pues, si de haber tomado en consideración el tribunal la pretensión o su causa de pedir,
el fallo de la sentencia hubiera sido el mismo, tampoco habría infracción del derecho a la tutela.

D) REQUISITOS

• Los requisitos de la congruencia pueden sistematizarse en subjetivos y objetivos.

A) REQUISITOS SUBJETIVOS

• Para que prospere la alegación de la incongruencia en casación, dos requisitos siguientes:


▪ Que el recurrente ostente legitimación.
▪ Que el recurrente haya dado ocasión al órgano judicial de instancia, mediante la oportuna protesta,
para restablecer dicho vicio de la sentencia.
• Afirma el TS que «no está legitimado el recurrente para recurrir cualquier hipotética incongruencia
omisiva de la demanda reconvencional, ya que no es él el que la formuló, sino la reconviniente…», y
que dicha legitimación asiste tan sólo «a la parte que hubiera solicitado en su momento el
pronunciamiento que se diga indebidamente omitido».

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

B) REQUISITOS OBJETIVOS

• Como regla general, y salvo alguna excepción, tan sólo ocasionan la obligación de congruencia las
sentencias estimatorias y no las desestimatorias ni las absolutorias de la parte demandada.
• En general, solo ocasiona vicio de incongruencia la omisión de respuesta a las peticiones
contenidas en el «suplico» de la demanda y la contestación a la demanda, pues la congruencia ha
de entenderse como correlación entre el «petitum» de la pretensión, de un lado, y el fallo, de otro. No
toda omisión de respuesta de las sentencias estimatorias a las alegaciones de las partes supondrá
incongruencia.

• Ahora bien, de esta regla de correlación o armonía entre las pretensiones de las partes oportunamente
deducidas en el pleito y la parte dispositiva de la sentencia debemos exceptuar la doctrina sobre la
incongruencia omisiva, en la que la correlación ha de existir además con el petitum, también con
la «causa petendi».

• En este sentido, cabe recordar que el tribunal, sin apartarse de la causa de pedir acudiendo a
fundamentos de hecho o de Derecho distintos de los que las partes hayan querido hacer valer,
resolverá conforme a las normas aplicables al caso, aunque no hayan sido acertadamente citadas o
alegadas por los litigantes. De ello se deduce que el tribunal aunque no está vinculado por las
alegaciones jurídicas o los argumentos jurídicos de las partes, pues, en la aplicación del Derecho, «iura
novit Curia», si lo está en las causas de pedir de la pretensión, entendiendo por tales motivos los hechos
jurídicamente relevantes para fundar la pretensión.

IV. TRATAMIENTO PROCESAL: EL «RECURSO DE ACLARACIÓN»

1. VICIOS FORMALES O EXTERNOS

• Los vicios externos de las sentencias o Decretos del LAJ pueden y deben ser corregidos a través del
denominado «recurso de aclaración de sentencias o de Decretos».

• Si no prosperara dicha aclaración, que puede instarse por las partes o ser declarada de oficio por el
tribunal en el plazo de dos días contados a partir de su publicación, la parte gravada habrá de obtener
su subsanación mediante el ejercicio de los recursos, cuyos plazos empezarán a correr desde la
notificación de la resolución sobre la aclaración.
• No obstante, de dicha regla general hay que exceptuar los «errores materiales y aritméticos», los
cuales pueden ser corregidos, sin preclusión temporal alguna, en cualquier estadio del procedimiento.
Esto es, tanto en la instancia y con posterioridad al plazo de dos días, en la apelación, en la casación e
incluso en el proceso de ejecución de sentencias (TS).
• El recurrente tiene la carga procesal de ejecutar dicho recurso de aclaración para obtener la
subsanación de los defectos formales en los que haya podido incurrir la sentencia o Decreto. Si no lo
hace, corre el riesgo de ver precluida esta alegación ante los Tribunales Superiores, pues, al tratarse
de un vicio formal o «in procedendo», queda obligado a denunciar oportunamente la infracción y dicha
oportunidad procesal sucede mediante la utilización de este remedio de aclaración.

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

2. VICIOS INTERNOS

• Los vicios internos de la sentencia difícilmente pueden ser subsanados a través del recurso de
aclaración, principalmente ya que la revocación o modificación, tanto del fallo como de su motivación
fáctica y jurídica, es propia de los recursos, y porque subsiste el principio de la invariabilidad o
inmutabilidad de las sentencias que, conforme a la cual la vía de aclaración no puede utilizarse como
remedio de la falta de fundamentación de la que adolece la resolución judicial aclarada ni tampoco
corregir errores judiciales de calificación jurídica o subvertir las conclusiones probatorias previamente
mantenidas.

• De este modo, el TS declara que «El remedio de la aclaración de resoluciones judiciales no permite
alterar los elementos esenciales de las mismas, esto es, rectificar o modificar el sentido de su
motivación, sin infringir el art. 24.1 de la Constitución».

• Por ello, en principio, no se puede, a través del recurso de aclaración y como regla general,
modificar el fallo, con la sola excepción de las prestaciones accesorias y aquellas que han de ser
concedidas ex officio siempre y cuando se trate de un simple error u omisión involuntaria que quepa
inferir de la motivación de la sentencia.
• Así, pues, por la vía de la aclaración no se puede, ni modificar el «petitum», ni su «causa petendi»,
es decir, los hechos probados ni los Fundamentos Jurídicos que la fundamentan, sin perjuicio de
que pueda subsanarse la incongruencia omisiva, siempre que no cause indefensión, y adicionar o
modificar aquellos elementos de la sentencia que, sin afectar a su «ratio decidendi», no entrañen una
mutación del fallo.

• En caso de no resultar procedente el recurso de aclaración o siendo éste desestimado, el recurrente


debe combatir los requisitos externos o internos de la sentencia por la vía de los recursos.

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

LECCIÓN XXX.- LA COSA JUZGADA


I. LA COSA JUZGADA

1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO: COSA JUZGADA «FORMAL» Y «MATERIAL»

• Se entiende por «cosa juzgada» el conjunto de efectos que produce la sentencia firme y resoluciones
equivalentes sobre el objeto procesal, tanto positivos (ejecutoriedad y efectos prejudiciales), como
negativos (imposibilidad de volver a interponer la misma pretensión entre las mismas partes o sus
sucesores). Genéricamente se entiende por cosa juzgada la totalidad de los efectos que ocasiona
una sentencia. Así, se distingue entre la cosa juzgada «formal» y la cosa juzgada «material»:
• COSA JUZGADA FORMAL. Una sentencia ostenta cosa juzgada formal cuando adquiere «firmeza».
Son resoluciones firmes aquéllas:
o Contra las que no cabe recurso alguno (ya sean ordinarios o extraordinario de casación, a
excepción hecha del llamado recurso de aclaración)
o También se obtiene la firmeza, aunque el precepto no lo diga, cuando, habiéndose ejercitado tales
recursos, se haya confirmado, total o parcialmente la sentencia impugnada.
Cuando, existiendo dicha posibilidad de impugnación, la parte gravada hubiera dejado transcurrir
el plazo legalmente previsto para su interposición y hubiere consentido su firmeza o, ejercitándolo,
no se personara ante el tribunal «ad quem» y se declarara desierto el recurso.
• COSA JUZGADA MATERIAL. es el estado jurídico de una cuestión sobre la que ha recaído la sentencia
firme (con autoridad de cosa juzgada formal), que tiene la eficacia de vincular al órgano jurisdiccional
en otro proceso. Esta eficacia puede ser:

▪ Negativa o excluyente, cuando se repite la misma cuestión en otro proceso y, en este nuevo
proceso no se entra en el fondo, por acogerse como excepción, la cosa juzgada.
▪ Positiva o prejudicial cuando dicha cuestión no es el objeto único del otro proceso, sino que
forma parte de este nuevo proceso. En este caso la nueva sentencia que recaiga no deberá
contradecir lo resuelto en la sentencia anterior.
• La cosa juzgada formal es un presupuesto de la cosa juzgada material, toda vez que sólo las
resoluciones judiciales firmes pasan en autoridad de cosa juzgada y gozan, por tanto, de todos sus
efectos materiales, tanto positivos como negativos, es decir, las resoluciones judiciales firmes se
convierten en inimpugnables, su fallo posee plena ejecutoriedad, sin que, una vez iniciada la ejecución,
pueda posteriormente el tribunal declararla inejecutable, e impiden volver a enjuiciar el mismo objeto
procesal.
• El fundamento esencial de la cosa juzgada hay que encontrarlo en el derecho a la tutela judicial efectiva,
que conlleva también el derecho a la ejecución de las Sentencias en sus propios términos

• Por otra parte, la cosa juzgada tiende a garantizar el principio constitucional de seguridad jurídica (art.
9.3 CE), en la medida en que una Sentencia firme ocasiona la aplicación definitiva e irrevocable del
Derecho a un determinado objeto procesal, sin que las partes, ni la sociedad, puedan volver a suscitar
el mismo litigio o conflicto.

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

2. RESOLUCIONES

• Las sentencias y resoluciones equivalentes producen efectos de cosa juzgada.

A) LAS SENTENCIAS DEFINITIVAS FIRMES

• EFECTOS MATERIALES DE COSA JUZGADA. Las sentencias definitivas firmes gozan de la totalidad
de los efectos materiales de cosa juzgada. Ahora bien, no toda clase de sentencias gozan de la
totalidad de los efectos materiales de cosa juzgada, ya que las absolutorias en la instancia, al dejar
imprejuzgado el objeto procesal, no producen los efectos materiales. Sólo ocasionan dichos efectos
materiales las sentencias firmes y de fondo, que, por solucionar definitivamente el conflicto material
entre las partes, son las únicas a las que dicho art. 222.1 LEC.

• PLENITUD DE EFECTOS DE COSA JUZGADA. La plenitud de los efectos de cosa juzgada tan sólo se
logra mediante sentencia del mismo orden jurisdiccional. Las sentencias dictadas por órganos
jurisdiccionales pertenecientes a distintos órdenes jurisdiccionales tan sólo debieran producir los
efectos prejudiciales o reflejos, pues, tal y como afirma el TC «unos mismos hechos no pueden existir
y dejar de existir para los órganos del Estado». De la anterior regla general, tan sólo se exceptúan los
pronunciamientos civiles de condena contenidos en las sentencias penales, siempre y cuando:

1. Se haya acumulado la acción civil al proceso penal.


2. La sentencia no sea absolutoria por falta de prueba.
3. No se haya reservado o renunciado el ejercicio de la acción civil.
4. Tratándose del ejercicio de los derechos de la personalidad (honor, intimidad, imagen), si se ejercita
la acción penal, no se podrá posteriormente ejercitar la acción civil.
En tales supuestos, la parte dispositiva civil de la sentencia penal produce con plenitud los
efectos materiales de la cosa juzgada. Sin embargo, no los ocasionan las sentencias penales
absolutorias, excepto cuando declaran la inexistencia del hecho.

B) RESOLUCIONES EQUIVALENTES

• Como resoluciones que, sin ser sentencias o carecer del calificativo de «definitivas» producen los
efectos de la cosa juzgada pueden mencionarse las siguientes:

• LOS LAUDOS ARBITRALES. El art. 43 de la Ley de Arbitraje establece que «el laudo firme produce
efectos de cosa juzgada y frente a él sólo cabrá solicitar la revisión conforme a lo establecido en la Ley
de Enjuiciamiento Civil para las sentencias firmes». Su ejecutoriedad la proclama el art. 517.2.2 LEC y
así lo confirma la jurisprudencia.

• ENTRE LOS ACTOS DE FINALIZACIÓN DEL PROCESO MEDIANTE DISPOSICIÓN DE LA PRETENSIÓN.


podemos citar la renuncia a la acción, el allanamiento, la transacción y lo convenido en el acto de
conciliación.
• LOS AUTOS DEFINITIVOS. Los autos definitivos que pongan fin al proceso o resuelvan de manera
definitiva la relación jurídico- material controvertida. No constituyen, sin embargo, resoluciones
equivalentes los actos administrativos.

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

II. LA COSA JUZGADA MATERIAL [17F1] [19F2]


• Las sentencias y resoluciones equivalentes, firmes y de fondo producen los dos efectos típicos de la
cosa juzgada material, tanto los positivos, como el negativo o excluyente.

1. LOS EFECTOS POSITIVOS

• Los efectos positivos son dos: la ejecutoriedad y la prejudicialidad.

A) EJECUTORIEDAD

• Son títulos ejecutivos «las sentencias firmes, los laudos arbitrales y las resoluciones judiciales que
aprueben u homologuen transacciones judiciales o acuerdos logrados en el proceso» (art. 517.1.III), y,
en cuanto tales, permiten la apertura del proceso de ejecución a fin de realizar lo establecido en su
parte dispositiva y «hacer ejecutar lo juzgado» (art. 117.3 CE).
• Ahora bien, no todas las sentencias firmes y de fondo permite la apertura del proceso de ejecución,
sino sólo las de condena al cumplimiento de una determinada prestación, pues las declarativas y
las constitutivas no son susceptibles de ejecución (art. 521.1), sin perjuicio de la pertinente publicidad
e inscripción en los Registros que, con respecto a las constitutivas, pueda acordar el órgano
jurisdiccional, a fin de garantizar sus efectos «erga omnes».Este efecto colateral de publicidad también
se puede obtener en las sentencias de condena y de cesación en defensa de intereses colectivos y
difusos.

B) PREJUDICIALIDAD

• El efecto positivo por excelencia de la cosa juzgada material es el prejudicial. Conforme al efecto
prejudicial, «lo resuelto con fuerza de cosa juzgada en la sentencia firme que haya puesto fin a un
proceso vinculará al tribunal de un proceso posterior, cuando en éste aparezca como antecedente
lógico de lo que sea su objeto, siempre que los litigantes de ambos procesos sean los mismos o la cosa
juzgada se extienda a ellos por disposición legal» (art. 222.4).

a) Elementos de la Sentencia. El fallo y su «ratio deci-


dendi»

• El fallo vincula a todos los tribunales, cualesquiera que sean los órdenes jurisdiccionales a los que
pertenezcan y así lo confirma la jurisprudencia.
• Junto al fallo, también producen tales efectos prejudiciales las declaraciones jurídicas sobre hechos
que se erigen en la «causa petendi» de la pretensión o «ratio dedicendi» del fallo, siempre y cuando
tales declaraciones jurídicas sean idénticas, idénticas sean las partes de un proceso ulterior y dicha
declaración se erija en una auténtica cuestión prejudicial de la sentencia en el segundo proceso
(«vinculará al tribunal de un proceso posterior cuando en éste aparezca como antecedente lógico de
lo que sea su objeto…»).
• Precisamente para prevenir los efectos prejudiciales de la cosa juzgada surgió la doctrina del TS sobre
litispendencia "impropia" que, hoy, carece de virtualidad ante la nueva regulación de las cuestiones
prejudiciales civiles u homogéneas.

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

b) Ámbito de aplicación. Los procesos sumarios

• A diferencia de los efectos negativos de la cosa juzgada, que, como regla general, no los
producen los procesos sumarios (art. 447.2-4), todas las sentencias, incluso las dictadas en los
procesos sumarios, producen sus efectos prejudiciales. En este sentido, el TS ha afirmado que, aun
cuando las Sentencias recaídas en los procesos sumarios «interdictales» o de recuperar la posesión no
produzcan efectos de cosa juzgada, sí que ocasionan los prejudiciales relativos a la declaración de la
existencia de un contrato de arrendamiento en dicho proceso sumario con respecto a otro declarativo
posterior. Y es que es doctrina pacífica del TC la de que «unos mismos hechos no pueden existir y dejar
de existir para los órganos del Estado», y ello con independencia de que la sentencia haya sido dictada
en un proceso sumario, especial u ordinario.

2. EL EFECTO NEGATIVO O EXCLUYENTE: LOS LÍMITES SUBJETIVOS Y OBJETIVOS DE LA COSA


JUZGADA

• Junto a los efectos positivos, también las sentencias firmes y de fondo producen los efectos negativos
o excluyentes, a los que se refiere el art. 222.1, según el cual «la cosa juzgada de las sentencias firmes,
sean estimatorias o desestimatorias, excluirá, conforme a la ley, un ulterior proceso cuyo objeto sea idéntico
al del proceso en que aquélla se produjo».

• Una sentencia, con efectos de cosa juzgada, ocasiona el efecto material consistente en que no se pueda
volver a plantear el mismo objeto procesal en ningún proceso posterior.

• El problema interpretativo surge a la hora de determinar cuando el objeto procesal de la sentencia y


el del ulterior proceso es el mismo o, dicho en otros términos, cuáles son los limites subjetivos,
objetivos y temporales de la cosa juzgada material. Para ello, hay que acudir a la doctrina
jurisprudencial de las 3 identidades: de personas, cosas y acciones.

A) IDENTIDAD SUBJETIVA

• Para que se produzca este efecto negativo o excluyente, conforme al cual las partes de un proceso no
pueden suscitar otro con el mismo objeto procesal, es necesario, en primer lugar, que exista una
identidad entre ellas, por lo que no puede el demandante interponer en un proceso ulterior y contra
el mismo demandado, la misma pretensión, sobre la que ha recaído una sentencia con fuerza de cosa
juzgada.

• De lo dicho se infiere que el fundamento de esta identidad reside en los derechos fundamentales a la
tutela y de defensa, ya que no se puede extender los efectos de una sentencia a quienes ni siquiera
han sido oídos en el proceso del que aquella trae causa.

• Por «parte» aquí no cabe entender exclusivamente a las partes formales, sino también a las
materiales, lo que incluye a los litisconsortes necesarios y cuasinecesarios.

• El precepto también extiende los efectos subjetivos de la cosa juzgada a los consumidores en las
acciones en defensa de los intereses colectivos y difusos que también participan, por disposición legal,
de una misma comunidad de suerte, así como a a los sucesores procesales de las partes formales, los
cuales tampoco pueden ser demandados en un segundo proceso.

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

B) IDENTIDAD OBJETIVA

• El tenor literal del derogado art. 1.221 del Código Civil proclamaba la exigibilidad de la «identidad de
las cosas», así como el de la propia jurisprudencia, que, dentro de la doctrina sobre la triple identidad
de la cosa juzgada, incluía este concepto. Sin embargo, y con razón, el art. 222.3 LEC lo ignora, pues un
mismo bien litigioso u objeto mediato de

• la pretensión es susceptible de múltiples relaciones jurídicas (así, un inmueble puede ser objeto de
reivindicación de su propiedad o de la constitución, modificación o extinción de sus derechos reales)
que, si son afirmadas por una sentencia, generan cada una de ellas los efectos de la cosa juzgada, por
lo que, como regla general, más que, de identidad de las cosas, hay que reclamar la identidad de las
peticiones y de causas de pedir sobre dichas cosas.
• No obstante, si el objeto de un segundo proceso se circunscribiera a la determinación, características
de la cosa mueble o superficie del inmueble, que hayan sido delimitados en un proceso anterior, habrá
de comprobarse la identidad de la cosa o, si se excluye una partida de una tasación de costas, tampoco
hay identidad objetiva.

C) LA IDENTIDAD DE LA «CAUSA DE PEDIR»

• El art. 222.2 LEC también exige la identidad de pretensiones, al establecer que «la cosa juzgada alcanza
a las pretensiones de la demanda y de la reconvención. Por pretensión hay que entender sus
elementos materiales, que son, de un lado, la petición u objeto inmediato y, de otro, su causa de pedir.

a) Petitum

• Mediante la petición («petitum») o declaración de voluntad se solicita del órgano jurisdiccional el


reconocimiento de un derecho, situación o relación jurídica, su constitución, modificación o extinción
o la condena al deudor al cumplimiento de una prestación.

• La petición o declaración de voluntad, si es satisfecha en el fallo de la sentencia, pasa a autoridad de


cosa juzgada, bien haya sido planteada en la demanda, bien en calidad de reconvención, en el escrito
de contestación, comprendiéndose también en ella, por obra de la remisión que el propio art. 222.2
efectúa al art. 408.1 y .2, las peticiones de nulidad del negocio jurídico o la «excepción» de
compensación, en la medida en que este precepto asocia su régimen legal al de la reconvención.

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

b) Causa de pedir

• Si son aceptadas en los fundamentos jurídicos de la sentencia, también se extienden a autoridad de


cosa juzgada los efectos materiales de la cosa juzgada sobre la causa de pedir, tanto de la pretensión,
como de la contestación de la demanda, debiéndose entender por tal las defensas o excepciones
materiales y no las procesales que, como se ha reiterado, debido a la circunstancia de que se limitan a
denunciar el incumplimiento de los presupuestos procesales, de ser estimadas, originan sentencias
absolutorias en la instancia.

• No obstante, no todo fundamento de la pretensión o de su resistencia integra la causa de pedir, y que


de ser apreciado en la sentencia, se erige en objeto de la cosa juzgada, sino tan sólo los hechos con
significación jurídica.

• Es decir, como señala el TS, «la identidad de causa de pedir concurre en aquellos supuestos en que se
produce una perfecta igualdad en las circunstancias determinantes del derecho reclamado y de su
exigibilidad, que sirven de fundamento y apoyo a la nueva acción» (a la nueva pretensión). Así, por
ejemplo no existe identidad de causa de pedir entre la interposición de una pretensión de resolución
de un contrato y otra posterior de condena a indemnización por enriquecimiento injusto.

• Por tanto, los límites objetivos de la cosa juzgada se delimitan, de un lado, por las peticiones y, de otro,
por los hechos constitutivos de los títulos jurídicos que las fundamentan.

3. LOS LÍMITES TEMPORALES DE LA «CAUSA PETENDI»

• El actor tiene la obligación de reflejar con exhaustividad en su escrito de demanda la totalidad de las
causas de pedir o títulos jurídicos que fundan su pretensión, todo ello con la sanción procesal de
preclusión de su alegación futura, establecida por el art. 400 LEC.

• Por este motivo a efectos de litispendencia y de cosa juzgada, se considerarán hechos nuevos y
distintos, en relación con el fundamento de las referidas pretensiones, los posteriores a la completa
preclusión de los actos de alegación en el proceso en que aquéllas se formularen.

• No obstante, a los efectos materiales de la cosa juzgada, no sólo se extienden a los hechos o títulos
jurídicos expresamente alegados en el escrito de demanda y resueltos en la Sentencia del primer
proceso, sino también a todos aquellos que, siendo anteriores y perfectamente conocidos por el
demandante, pudieron y debieron ser afirmados en la demanda.

• Por ello, el art. 400.2 extiende los efectos excluyentes de la cosa juzgada a los hechos y títulos
jurídicos viejos, que pudieron ser afirmados en la demanda del primer proceso, pero no a los
posteriores, aunque surjan una vez finalizados los actos de alegación de ese primer proceso.
• Actualmente, la doctrina aplicable en este caso es la de que la cosa juzgada se extiende incluso a
cuestiones no juzgadas, en cuanto no deducidas expresamente en el proceso, pero que resultan
cubiertas igualmente por la cosa juzgada impidiendo su reproducción en ulterior proceso.
• No obstante, de esta regla general, el art. 400.2 excluye con razón los «nova reperta» o, lo que es lo
mismo, los hechos posteriores o desconocidos en el momento preclusivo de aportación de
documentos que pudieran fundar una nueva causa de pedir, ya que, en tal supuesto, en realidad, nos
encontramos ante una nueva pretensión.

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7ª PARTE – LA SENTENCIA

4. ÁMBITO DE APLICACIÓN: EXCLUSIÓN DE LOS PROCESOS SUMARIOS Y LOS ACTOS DE LA


JURISDICCIÓN VOLUNTARIA

• A diferencia de los efectos prejudiciales, las sentencias dictadas en los procesos sumarios no
producen los efectos materiales de la cosa juzgada tal y como estableces el art. 447 LEC. Ello es
debido a que los procesos sumarios poseen una cognición limitada (un conocimiento limitado) a
determinados aspectos de la relación jurídico material debatida, los efectos materiales de la cosa
juzgada se ciñen a tales aspectos de dicha relación, sin que se extiendan a la totalidad de la relación
jurídico material.
• Por esta razón, y aunque la regla general siga siendo la de que las sentencias dictadas en los procesos
sumarios no ocasionan los efectos materiales de la cosa juzgada, se hace necesario someter a
contraste el objeto procesal examinado en la sentencia del proceso sumario y el deducido en el escrito
de demanda del segundo proceso, en orden a comprobar su identidad, pues, si el objeto fuera el
mismo, habrá de prosperar la excepción de cosa juzgada y no, en el supuesto contrario. De este modo:
▪ Si por las razones que fuera, se hubiera examinado, en el proceso sumario, en toda su plenitud, la
relación jurídico material, existirá cosa juzgada en el declarativo ulterior. 0

▪ También sucederán tales efectos si ambos objetos litigiosos (el del proceso sumario y el del
declarativo) fueran idénticos.
▪ La cosa juzgada se extiende, no sólo a las excepciones planteadas en el juicio ejecutivo, sino también
a todas las que pudieron y debieron plantearse o, como afirma el TS, «a todas las cuestiones con
posibilidad de planteamiento en el juicio ejecutivo, con independencia de que hayan sido o no
suscitadas».
• Además de las sentencias recaídas en los procesos sumarios, el art. 447.4 LEC también niega los
referidos efectos materiales «a las que, en casos determinados, las leyes nieguen esos efectos», lo que
sucede en las sentencias declarativas de partición judicial de herencia, y, en general, ante todos los
actos de la jurisdicción voluntaria.

5. TRATAMIENTO PROCESAL DE LA COSA JUZGADA

• El tratamiento procesal de la cosa juzgada es distinto, según se trate de los efectos positivos o
prejudiciales, de los efectos negativos o excluyentes:

▪ Efectos positivos o prejudiciales: Una vez constatada la prejudicialidad de una sentencia con
respecto al objeto procesal de un segundo proceso, el art. 421.1.II dispone que no por esta causa se
sobreseerá el proceso, debiendo dicha primera sentencia ser tomada en consideración por el
tribunal, a través del régimen de las cuestiones prejudiciales (arts. 40-43) a la hora de citar la
sentencia en el segundo proceso.

▪ Efectos materiales negativos o excluyentes: La existencia de cosa juzgada puede ser denunciada
por el demandado en su escrito de contestación a la demanda y dilucidada en la comparecencia
previa o ser examinada «de oficio» por el propio tribunal en la mencionada audiencia preliminar.

• Por lo demás, la litispendencia participa de la misma naturaleza que la cosa juzgada. Por ello nos
remitimos al tratamiento de aquel presupuesto procesal que aquí reputamos también enteramente
aplicable.

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