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PARTE GENERAL
Además, se ha buscado que, de cara al examen sin código, los apuntes no sean tan esquemáticos
(modelo que ahora solo sirve para un repaso) ni tan largos que haga la asignatura inabarcable. En
general se ha intentado que cada epígrafe no exceda de una cara, creo que con eso se cubre
perfectamente el requerimiento del ED de cara a aspirar a la máxima nota en el examen.
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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO
El proceso es el todo; los procedimientos son el conjunto de actos que hacen posible el proceso. La notificación
de una demanda, la notificación a las partes para que comparezcan, la citación de testigos, son actos
procedimentales.
B) DIFERENCIACIÓN ENTRE LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y LOS PRINCIPIOS DEL PROCEDIMIENTO
1.º Principios del proceso: Nos determinarán el régimen de entrada de la pretensión y de su oposición
o defensa en el procedimiento, los poderes de las partes en la conformación del objeto procesal y los
del juez en su enjuiciamiento.
2.º Principios del procedimiento: Nos indicarán el régimen de la actuación formal de dicha pretensión
hasta que pueda obtener satisfacción por el órgano judicial en forma de sentencia.
1. CLASIFICACIÓN
• Los principios del proceso son susceptibles de ser enmarcados en alguna de las siguientes categorías:
1.ª Principios inherentes a la estructura del proceso.
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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO
• Los principios inherentes a la estructura del proceso son principios esenciales al derecho a un proceso
civil justo o «debido».
• La inexistencia de estos principios ocasionará la inexistencia del proceso mismo, por lo que alcanzan
una dimensión constitucional, encontrándose implícitos, bien en el derecho fundamental a la tutela,
bien en el de un proceso con todas las garantías, consagrados respectivamente en los números
primero y segundo del art. 24 CE. Conforman tales principios esenciales al derecho a un proceso civil
justo o «debido» los de contradicción, igualdad de armas y dispositivo (Estudiado en IDP)
• [A) Contradicción:
▪ Nota esencial de todo proceso es la existencia de dos posiciones enfrentadas: la del actor que interpone su
pretensión y la del demandado oponiéndose a la misma. En el proceso moderno, se ha reafirmado la idea de
que la evidencia no puede lograrse sino mediante la oposición entre dos ideas contrapuestas, el choque entre
la pretensión o acusación y la defensa o resistencia.
▪ Comparecida formalmente la parte activa, es necesario que la parte pasiva pueda conocer la pretensión a fin de
poder contestar con eficacia. A partir de aquí, todos los actos procesales están también presididos por el
principio de contradicción, de tal manera que, tanto en los sucesivos escritos de alegaciones, como en la
ejecución de la prueba, habrá de respetarse el mismo orden: en primer lugar, realizará el acto la parte
demandante y posteriormente la demandada.
• B) Igualdad de armas:
▪ Para que la contradicción sea efectiva, es necesario que ambas partes procesales, actor y demandado, acusación
y defensa, ostenten los mismos medios de ataque y de defensa o, lo que es lo mismo, tengan idénticas
posibilidades y cargas de alegación, prueba e impugnación.
▪ Al principio de igualdad se atenta cuando dentro del proceso y sin fundamento alguno, se le concede a alguna
de las partes determinadas posibilidades de alegación, prueba o impugnación, que se le niegan a la contraria.
• C) El principio dispositivo
▪ El principio dispositivo entraña un poder de disposición por las partes del derecho de acción y del objeto del
proceso. Puede afirmarse que un proceso está regido por el principio dispositivo cuando en él concurren las
siguientes notas esenciales:
▪ a) Poder de disposición sobre el derecho material
En un proceso regido por el principio dispositivo, no puede el Juez de oficio entablar un proceso entre las
partes. Ante el nacimiento de un conflicto, las partes son enteramente dueñas de acudir al proceso o de
solucionarlo fuera de él, acudiendo a fórmulas autocompositivas o al arbitraje.
▪ b) Poder de disposición sobre la pretensión
En los procesos civiles informados por el dispositivo, las partes, no sólo son dueñas del ejercicio de la acción
o de la incoación (comenzar los primeros trámites de un proceso, un pleito o un expediente) del proceso, sino
también de la pretensión y del proceso mismo, pudiendo disponer de él a través de toda una serie de actos
que, con la fuerza de la cosa juzgada o sin ella, ocasionan la terminación anormal, sin sentencia y con
anterioridad a ella, del procedimiento. En los procesos civiles inquisitorios, en los que las partes no ostentan
poder de disposición alguno sobre la pretensión, tampoco pueden ocasionar la finalización anormal del
procedimiento.
▪ c) Vinculación del Juez a la pretensión
Las partes vinculan mediante sus pretensiones la actividad decisoria del Juez. Una sentencia será incongruente
cuando el fallo o su parte dispositiva otorgue más de lo solicitado por el actor, menos de lo resistido por el
demandado, omita pronunciarse sobre alguna de las pretensiones u otorgue cosa distinta a la solicitada por
las partes].
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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO
• El binomio aportación-investigación nos plantea la pregunta de qué sujetos procesales, si a las partes
o al juez, les incumbe la introducción y prueba de los hechos en el proceso:
1. Un proceso está informado por el principio de aportación cuando incumbe a las partes la
introducción y prueba de los hechos en el proceso.
2. Por el contrario, un proceso está informado por el principio de investigación cuando el juez está
obligado, por razón de su oficio, a la aportación de los hechos y a su prueba dentro del proceso, con
independencia de la voluntad de las partes.
• Se puede afirmar que un proceso está presidido por el PRINCIPIO DE APORTACIÓN, cuando en la
constitución del objeto procesal concurren las siguientes notas esenciales:
a) A las partes les corresponde la introducción de los hechos en el proceso. El juez tan sólo puede
fundamentar su resolución definitiva sobre los hechos afirmados por las partes, eliminándose, de
este modo, la denominada «ciencia privada del juez» como base de la sentencia. No obstante, si que
le es autorizado al juez basar su fallo en las denominadas «alegaciones equivalentes de las
partes», es decir, en los hechos ocasionalmente aducidos por alguna de las partes y que benefician
a la contraria, así como si el demandado no acude a refutar los cargos en su contra.
b) La actividad probatoria ha de recaer exclusivamente sobre los hechos afirmados por las
partes. Es actividad exclusiva de las partes la introducción de los hechos y su prueba.
• Por el contrario, un proceso está informado por el PRINCIPIO DE INVESTIGACIÓN cuando el juez está
obligado, por razón de su oficio, a la aportación de los hechos y a su prueba dentro del proceso, con
independencia de la voluntad de las partes.
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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO
• Nuestro proceso civil se encuentra dominado por el principio de aportación, excepto en determinados
procesos civiles necesarios (216 del Código Civil).
a) Exposición de hechos
• Incumbe a las partes la exposición de los hechos en los escritos de demanda y contestación, siendo
muy contados los supuestos en los que el juez puede rechazar «de plano» una demanda por falta de
fundamentación.
• En el período probatorio, si bien la regla general es la de que «las pruebas se practicarán a instancia
de parte» (282 LEC), el mencionado precepto permite al juez «acordar, de oficio, que se practiquen
determinadas pruebas o que se aporten documentos, dictámenes u otros medios e instrumentos
probatorios, cuando así lo establezca la Ley». Sin embargo, el juez no puede de oficio abrir el período
probatorio, sino tan solo sugerir a las partes la conveniencia de la práctica de algún medio de prueba
determinado (429.1.II).
• Al contrario, una vez abierto el período probatorio, las facultades del juez en la dirección de la
prueba son notables, pudiendo repeler medios de prueba impertinentes o inútiles (285), rechazar
preguntas en el interrogatorio de las partes y testigos así como obtener de ellas aclaraciones y
adiciones designar de oficio peritos en los procesos de familia (339.5) y, en cualquier caso, a instancia
de parte, nombrar a los peritos (339.2).
• No obstante, en donde más se acentúan los poderes del juez en orden a descubrir la veracidad de los
hechos afirmados y probados por las partes es en las denominadas por la vigente LEC«diligencias
finales», en las que se faculta al juez, una vez concluida la prueba y antes de dictar sentencia, a ordenar
la práctica de cualquier medio probatorio, incluida la prueba testifical (434-436 LEC).
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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO
• A lo largo de la historia surgieron dos sistemas de valoración, que coexisten todavía actualmente: el
sistema de la prueba legal o tasada (LEC 1881) y el sistema de la prueba libre o libre valoración de la
prueba (consagrado por la nueva LEC 2000).
1. CONCEPTO
• El sistema de la prueba legal estriba en una sustitución del juez por el legislador, en el que éste le
establece a aquél lo siguiente. De un lado, la existencia de un «numerus clausus» de medios
probatorios, con arreglo a los cuales las partes deben convencer al juez, y de otro, sobre todo, la de un
conjunto de reglas para la valoración del resultado de la prueba, conforme al cual existirá una
hipervaloración de determinados medios probatorios, en detrimento de otros manifiestamente
hipovalorados..
• En el momento actual, y en el derecho comparado, el único medio de prueba hipervalorado es la
documental pública (tan sólo determinados documentos públicos, sentencias o testamentos), cuyo
fundamento se encuentra en la certeza o seguridad del tráfico jurídico, y que han de gozar de un
determinado valor probatorio privilegiado y preconstituido.
• El principio de libre valoración de la prueba significa que el juez o el Tribunal, a la hora de formar su
íntima convicción, no ha de tener otro límite que los hechos probados en el juicio, los cuales ha de
apreciar y fundamentar en el fallo con arreglo a las normas de la experiencia y de la lógica.
• Por tanto, «apreciación en conciencia» no significa «libre arbitrio». El órgano jurisdiccional ha de basar
su sentencia exclusivamente sobre los hechos, objeto de prueba en el juicio, sin que se pueda dar
entrada en la sentencia a la «ciencia privada del juez». Es más, la sentencia habrá de contener el
razonamiento de la prueba (es decir, se habrán de describir las operaciones lógicas que, partiendo de
los hechos declarados como probados, permitan inferir la conclusión probatoria), que ha seguido el
juzgador para obtener su convicción.
3.º Hechos que han sido obtenidos a través de medios que la ley en modo alguno autoriza. Por ejemplo,
la confesión arrancada con coacciones, torturas o «sueros de la verdad».
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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO
2. EL ORDENAMIENTO PROCESAL
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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO
1. INTRODUCCIÓN
1.º Los principios del proceso estudian la formación del objeto procesal y su disponibilidad por las
partes, así como el comportamiento, en general, de los sujetos procesales en la introducción, prueba
y valoración de los hechos. obedecen, en última instancia, a una determinada concepción económico-
política de la organización social.
2.º Los principios del procedimiento rigen la forma de la actuación procesal, determinan la índole de
relación entre las partes y el órgano jurisdiccional, aquellas entre sí y todos los sujetos procesales con
la sociedad e informan la sucesión temporal de los actos procesales. obedecen, en última instancia,
a una determinada concepción económico-política de la organización social.
A) CONCEPTO
• En un proceso civil oral cabe distinguir dos fases claramente diferenciadas: la escrita y la oral:
1.ª Han de revertir forma escrita los actos procesales, en los que ha de deducirse la pretensión y su
resistencia (demanda y contestación), la prueba documental, las sentencias y demás títulos de
ejecución, el auxilio judicial, los medios de impugnación y, dentro de ellos, fundamentalmente la
casación, así como los actos de la denominada «jurisdicción voluntaria».
2.ª Ha de revestir forma oral las conclusiones o informes y la totalidad de la actividad probatoria,
incluida la prueba documental en el proceso penal, que ha de ser leída en el juicio para ser tomada
en consideración por el órgano jurisdiccional.
• La vigencia del principio de oralidad en la fase probatoria exige:
1.º De un lado, la elaboración de la pertinente acta.
2.º De otro, la grabación en video o DVD de las audiencias, cuyos soportes telemáticos han de
permanecer bajo la custodia personal del LAJ, siendo reproducidos, cuando, contra la sentencia, se
ejercitara algún medio de impugnación, bajo la presencia de las partes y la intervención del órgano
jurisdiccional.
B) VENTAJAS DE LA ORALIDAD
• Las ventajas de la oralidad pueden resumirse en facilitar los principios de investigación, inmediación,
concentración y publicidad:
1.º En todo lo referente a la actividad de búsqueda de la verdad material el procedimiento oral ofrece
una magnífica ayuda al órgano jurisdiccional. El entendimiento directo y verbal entre el juez y las
partes favorece el descubrimiento de la relación jurídica material en el proceso.
2.º La oralidad requiere la inmediación del órgano jurisdiccional, quien se ve impedido de delegar
funciones tan importantes como la práctica de la prueba. Además, la presencia física del juez en la
aportación de los hechos favorece un mayor convencimiento sobre su credibilidad, al poderse
apreciar datos no exentos de importancia, tales como los gestos de turbación, sorpresa y análogos
de las partes y testigos.
3.º El proceso oral es por esencia público, tanto para las partes (publicidad relativa), como para la
sociedad (publicidad absoluta.
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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO
C) INCONVENIENTES DE LA ORALIDAD
• La característica más sobresaliente de la nueva de la LEC 2000 consistió en la introducción, por vez
primera en el ordenamiento procesal civil, de la oralidad.
1.º Práctica de la prueba. Junto a la audiencia preliminar «oral» que también se mantiene en el juicio
ordinario se ha instaurado una audiencia principal, estableciéndose que «Las pruebas se
practicarán contradictoriamente en vista pública, o con publicidad y en unidad de acto.
2.º Interrogatorios. Se faculta a los abogados a interrogar directamente a las partes, quienes habrán
de contestar por sí mismas; lo mismo ocurre con la prueba de testigos.En tales interrogatorios, el
juez podrá solicitar verbalmente aclaraciones o precisiones.
3.º Conclusiones, resoluciones y grabaciones. Las conclusiones escritas han sido sustituidas por
informes orales (433.2); las resoluciones interlocutorias en las vistas habrán de ser orales (210.1) y
tales actuaciones orales habrán de registrarse en soportes de grabación y de reproducción del
sonido e imagen (147).
• Para los asuntos de escasa cuantía (menos de 6.000 euros) el juicio verbal mantiene la oralidad (art.
443). Por el contrario, la apelación, tradicionalmente oral, se ha convertido en escrita (art. 458.1), salvo
que deba practicarse prueba en la segunda instancia (464).
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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO
A) CONCEPTO
B) EL ORDENAMIENTO PROCESAL
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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO
• Para que el proceso cumpla con su función de otorgar una plena «satisfacción jurídica» a las partes, no
es tan sólo necesario que el juez resuelva el conflicto mediante la aplicación del Derecho, sino que
también resulta obligado que la decisión final sea pronunciada en un espacio relativamente corto de
tiempo, porque, de lo contrario, se corre el riesgo lo que ha de ser tutela efectiva por parte de los
Juzgados y Tribunales.
A) CONCENTRACIÓN Y PRECLUSIÓN
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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO
B) PUBLICIDAD
• En íntima conexión con el principio de oralidad, surge el principio de publicidad del procedimiento. No
obstante, a diferencia del de concentración, que posee un marcado carácter técnico, el principio de
publicidad presenta una notable connotación política, como manifestación propia del pensamiento
liberal.
• La publicidad en el proceso contemporáneo ha de serlo, tanto frente a las partes (publicidad relativa),
como frente a la sociedad o terceros (publicidad absoluta), aunque excepcionalmente determinadas
fases del procedimiento pudieran permanecer secretas para una buena administración de la justicia
(la fase instructora del proceso penal).
• Las demás actuaciones procesales están presididas por el principio de publicidad relativa, conforme al
cual tan sólo las partes interesadas están legitimadas para el conocimiento de las actuaciones (140-
141 LEC y 232 y ss. LOPJ).
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1ª PARTE – LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
1. CONCEPTO Y EFECTO
• Los presupuestos procesales son requisitos que deben observar las partes en el momento de la
interposición de la demanda o de la reconvención y cuya ausencia bien impedirá la admisión de la
demanda, bien el examen del fondo de la pretensión, debiendo el juez pronunciar un Auto de
inadmisión de la demanda, de archivo o de sobreseimiento del proceso o una «sentencia
absolutoria en la instancia»:
▪ Estas resoluciones, por carecer de los efectos materiales de la cosa juzgada, posibilitan el ejercicio de
la acción e interposición de la misma pretensión en un ulterior proceso declarativo.
4. Falta de presupuestos especiales del objeto procesal (la autocomposición, la reclamación previa,
las cauciones y requerimientos).
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
2. De las partes: la capacidad para ser parte y de actuación procesal, la postulación procesal, la
capacidad de conducción procesal y el litisconsorcio necesario [cuando en un litigio aparecen varios
sujetos en una o ambas partes].
3. EXAMEN DE OFICIO
• Los presupuestos procesales han de ser observados por el actor en el momento de la interposición de
la demanda. Si el actor incumpliera alguno de los presupuestos procesales, el demandado tendrá la
carga procesal de evidenciar su ausencia en un escrito de contestación mediante la interposición de la
pertinente excepción.
• Los presupuestos procesales han de ser observados en todas y cada una de las instancias. Estos
requisitos procesales condicionan la admisibilidad de la pretensión en el ejercicio de los medios de
impugnación, puedes sistematizarse en dos:
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
1. CONCEPTO
• Desde un punto de vista funcional, dicha potestad constituye un auténtico presupuesto procesal, pues
es «improrrogable» (9.6 LOPJ), es decir, se tiene o no se tiene, de manera que las normas que la
disciplinan son de orden público, sin que las partes, ni el propio juez puedan decidir cuándo ostentan
la Jurisdicción.
• Con independencia de los tratados internacionales que haya podido suscribir nuestro país sobre
competencia judicial relativa a materias específicas (Derecho marítimo, del transporte, etc.), adquieren
singular relevancia:
▪ El Convenio de Lugano de 1988, extiende la aplicación del anterior a los Estados miembros de la
Asociación Europea de Libre Comercio.
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
• El art. 22 LOPJ secunda idéntico criterio al contenido en el art. 2 de los Convenios de Bruselas y Lugano.
A falta de un Convenio Internacional sobre la materia, han de aplicarse las disposiciones contenidas en
el art. 22 LOPJ y 9-12 CC.
1. Criterio de territorialidad
1. Fueros exclusivos: En materia de fueros exclusivos adquiere singular relevancia el criterio de la
territorialidad. La Jurisdicción española será competente acerca de:
▪ Los litigios que se susciten sobre derechos reales, si el inmueble o el bien mueble se encuentra
en España y los que se susciten en materia de derecho de sociedades, si el domicilio social se
encuentra en nuestro país. Igualmente será competente en relación con la ubicación del
Registro, si se tratara de la impugnación de inscripciones registrales (22.1).
2. Fueros especiales: Se rigen en atención a las características del objeto litigioso y se caracterizan
por no requerir de la exigencia del domicilio del demandado (aun cuando sea éste requisito de
ineludible cumplimiento para la aplicación de la referida normativa comunitaria) y por operar a
favor del demandante:
▪ Obligaciones contractuales: Nuestros tribunales ostentan jurisdicción, cuando las obligaciones
contractuales hayan nacido o deban cumplirse en España.
▪ Obligaciones extracontractuales: Cuando el hecho del que deriven haya ocurrido en territorio
español o el autor del daño y la víctima tengan su residencia habitual común en España (22.3.II),
etc.
2. Criterio de la personalidad
• El criterio de la territorialidad ha de complementarse con el de la personalidad, basado en la
nacionalidad o residencia en España, en la aplicación de determinados fueros especiales por razón
de la materia:
▪ Cuando se trate de cuestiones relativas al Derecho de familia y estado civil, consumidores, en
materia de seguros, cuando el asegurador y el asegurado tengan domicilio en España (22.3.II y 4),
etc.
▪ El art. 9 del CC se inclina por el criterio de la personalidad en todo lo relativo al estado civil y
Derecho de familia. De este modo, los efectos del matrimonio se rigen por la Ley personal común
de los esposos al tiempo de contraerlo, y, en su defecto, por el de la residencia habitual de cada
uno de ellos (art. 9.2); la sucesión, por la nacionalidad del causante (art. 9.8), etc.
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
• Podría suceder que un determinado tribunal civil, al que se dirija el actor, tampoco ostentara
Jurisdicción por resultar competente una Jurisdicción o Tribunal especial o un Tribunal de otro orden
jurisdiccional, distinto al civil.
• En tal caso, se hace necesario determinar el ámbito objetivo interno de la Jurisdicción civil, ya que los
Juzgados y Tribunales sólo pueden ejercer su Jurisdicción «exclusivamente en aquellos casos en que
les venga atribuida por esta u otra Ley» (art. 9.LOPJ), razón por la que podría surgir un conflicto de
Jurisdicción (arts. 38-41 LOPJ) o uno de competencia (arts. 42-50 LOPJ)
• Según el art. 9.2 LOPJ los Tribunales y Juzgados del Orden Civil conocerán, además de las materias que
les son propias, de todas aquellas que no estén atribuidas a otro orden jurisdiccional (a excepción
de la Jurisdicción Militar) en lo que supone una cláusula residual de atribución genérica de la
competencia.
• De este art. cabe inferir dos criterios de determinación de la esfera de atribuciones de la Jurisdicción
civil:
1. Conforme al criterio positivo, por «materias que les son propias» cabe entender todas las
pretensiones fundadas en el Derecho privado (civil o mercantil) que transcurran entre personas
privadas o públicas, por lo que, tratándose de la aplicación e interpretación de un contrato, será
competente la jurisdicción civil, por más que alguna de las partes sea el Estado.
(1) el conocimiento de conflictos sociales surgidos por la comisión de un delito, en cuyo caso la
Jurisdicción Penal goza siempre de «preferencia»
(2) conflictos que puedan surgir entre empresarios y trabajadores con ocasión de la aplicación o
interpretación de una relación jurídica, individual o colectiva, de trabajo, ni de las materias de la
Seguridad Social (Juzgados y Tribunales de lo Social) y
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
2. TRATAMIENTO PROCESAL
A) EXAMEN DE OFICIO
• Los arts. 36.2 y 37 LEC disponen que los tribunales civiles «se abstendrán de conocer» cuando
carecieran de jurisdicción, bien por pertenecer la potestad jurisdiccional para el conocimiento de un
determinado asunto a un tribunal de otro Estado, distinto al español, bien por estar atribuida a un
órgano de otro orden jurisdiccional, distinto al civil.
• En tal caso, el art. 38 dispone, que habrá el juez de oír a las partes y al Ministerio Fiscal «tan pronto
como sea advertida la falta de competencia internacional o la falta de jurisdicción por pertenecer el
asunto a otro orden jurisdiccional», en cuyo caso «se abstendrán inmediatamente de conocer». En
dicha resolución, habrá el juez de ilustrar a la parte del orden jurisdiccional que estima competente
(art. 9.3 LOPJ y 65.3 LEC).
• Podría ocurrir que, planteada la pretensión ante el orden jurisdiccional que el tribunal civil ha estimado
como competente, tampoco este tribunal reputara que ostenta Jurisdicción para el conocimiento del
asunto determinado. En este supuesto, surgirá un conflicto negativo de competencia que habrá de
dirimirse por la Sala Especial del TS.
• Si el conflicto negativo surgiera entre un tribunal del orden jurisdiccional civil y la Administración o la
jurisdicción contable, habrá que plantear un «conflicto jurisdiccional» de los contemplados en los
artículos 38-41 LOPJ y LO 2/1987, de Conflictos Jurisdiccionales.
B) A INSTANCIA DE PARTE
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
1. CONCEPTO Y NATURALEZA
• La naturaleza de las reglas que regulan la competencia objetiva son de «orden público», de manera
que si a un tipo de Juzgado (de Primera Instancia o de Paz) no le corresponde el conocimiento de una
determinada materia, sus actuaciones procesales adolecerán de una nulidad radical (art. 238.1 LOPJ),
que no permite sanación alguna e impedirá un pronunciamiento sobre el fondo del asunto. Por esta
razón, también la competencia objetiva es un presupuesto procesal, vigilable de oficio a lo largo de
todo el procedimiento (art. 240.2).
• Además, tales normas de «ius cogens» han de ostentar rango de Ley, ya que afianzan el derecho
fundamental al «juez legal» del art. 24.2 CE.
2. CRITERIOS DETERMINANTES
• Los criterios determinantes de la competencia objetiva civil son dos: por razón de la cuantía y por
razón de la materia.
(1) la responsabilidad civil de las Autoridades contempladas en el art. 56.2º LOPJ, ha de dilucidarse
ante la Sala de lo Civil del TS, y (2) la responsabilidad civil de las Autoridades contempladas en el art.
73.2.a) y b) LOPJ a la Sala de lo Civil del TSJ.
• El criterio más relevante para distribuir la competencia entre los Juzgados de Paz y los de Primera
Instancia es el de la cuantía:
▪ Competencia de los Juzgados de Paz (47 LEC). Cuando el valor del bien litigioso no exceda de 90
euros y no se trate de ninguna de las materias que han de dilucidarse a través de alguno de los juicios
verbales especiales contemplados en el art. 250.1 (un desahucio por falta de pago o un interdicto es
competencia siempre de los Juzgados de Primera Instancia, aunque la cuantía litigiosa no exceda de
90 euros).
▪ Competencia de los Juzgados de Primera Instancia. Cuando el valor exceda de 90 euros serán
siempre competentes los Juzgados de Primera Instancia (art. 47 LEC).
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
• La LO 8/2003 adicionó a la de la LOPJ, los artículos 86 bis y 86 ter, en cuya virtud se instauran en las
capitales de provincia y en aquellos núcleos industriales o mercantiles, cuya actividad económica así lo
aconseje, los Juzgados de lo Mercantil que circunscriben su competencia a las siguientes materias:
▪ Derecho Concursal.
▪ Estatuto de la Propiedad Industrial.
▪ Transportes.
▪ Derecho Marítimo.
▪ Condiciones generales de la contratación.
▪ Recursos contra las resoluciones de la Dirección general de Registros y Notariado sobre calificaciones
del Registrador Mercantil.
▪ Legislación comunitaria en materia de libre competencia.
▪ Arbitraje.
• El art. 98 LOPJ faculta al CGPJ, previo informe de la Sala de Gobierno del TSJ, a crear Juzgados de Primera
Instancia especializados en determinadas materias en aquellas ciudades donde exista una pluralidad
de dichos Juzgados (ej.: creación de Juzgados de familia). Su competencia se extiende, tanto a la fase
declarativa, como a la de ejecución.
• A diferencia de los Juzgados de lo Mercantil, que están previstos en la de la LOPJ, los Juzgados de
Primera Instancia especializados infringen el principio de reserva de Ley Orgánica del Poder Judicial,
lo que genera serias dudas de inconstitucionalidad.
• Según se desprende del art. 46 LEC, estos Juzgados especializados carecen de «vis atractiva», a
diferencia también de los Juzgados de lo Mercantil, que conocen de materias conexaspor lo que
extenderán su competencia, exclusivamente, a los procesos en que se ventilen aquéllos, debiendo
inhibirse a favor de los demás tribunales competentes, cuando el proceso verse sobre materias
diferentes. Si se planteara cuestión por esa causa, se sustanciará con las cuestiones de competencia».
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
3. TRATAMIENTO PROCESAL
A) DE OFICIO
• La norma contenida en el art. 48.1 LEC establece la obligación del Juez de examinar de oficio su propia
competencia «tan pronto como se advierta». Esto ha de ocurrir en el momento de la admisión de la
demanda, en la que el actor ha de determinar el valor del objeto litigioso (art. 253.1 LEC), al efecto de
determinar el procedimiento adecuado.
• Por su parte, el art. 404 LEC dispone que el tribunal ha de examinar de oficio su propia competencia
objetiva con anterioridad a la admisión de la demanda (404.2 LEC). Sin embargo, en este supuesto, el
juez no puede, sin más, inadmitir la demanda, sino que habrá de oír previamente a las partes y al
Ministerio Fiscal en el plazo de diez días (48.3 LEC). Una vez transcurrido dicho plazo, dictará auto, en
el que, declarando la nulidad de todo lo actuado, apreciará su falta de competencia e indicará, en su
resolución, el órgano jurisdiccional que estima procedente (art. 48.3 y 48.4 LEC).
• Independientemente de lo anterior, también podrían darse dos casos:
▪ Que, como consecuencia de una calificación defectuosa del bien litigioso, el tribunal tomara
conocimiento de su falta de competencia en un estadio posterior, en este caso el tribunal dictará
auto declarando su incompetencia y la nulidad de lo actuado.
▪ Excepcionalmente también podría suceder que dicho examen de oficio lo efectuara el tribunal de la
segunda instancia, optándose por la misma solución: Declaración absolutoria en la instancia de
incompetencia con nulidad total de las actuaciones e ilustración a las partes del juzgado
objetivamente competente.
B) A INSTANCIA DE PARTE
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
1. CONCEPTO
• Se entiende por competencia funcional los criterios legales de atribución del conocimiento del objeto
procesal a un determinado órgano jurisdiccional, en atención a las distintas fases procesales que las
partes han de superar a fin de obtener la tutela efectiva de sus pretensiones.
2. CRITERIOS
A) LA FASE DECLARATIVA
▪ El conocimiento de las distintas fases procesales por las que transcurre la pretensión (alegaciones,
prueba, conclusiones y sentencia).
En especial, estos órganos ostentan competencia para conocer de cuantos incidentes se produzcan
dentro del procedimiento, necesarios tanto para poder entrar en el conocimiento de dicho objeto,
como para integrar la valoración jurídica necesaria para poder satisfacer o desestimar la pretensión, así
como para La acumulación objetiva y subjetiva de acciones y de procesos siempre que dichas
acumulaciones sean procedentes, para la instrucción y resolución de recusaciones contra los LAJ y demás
personal auxiliar y peritos, y para la adopción de medidas cautelares.
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B) LA FASE DE IMPUGNACIÓN
1) El recurso de apelación
• Del recurso de apelación es competente el tribunal superior al que ha dictado la resolución definitiva
impugnada. Es decir:
▪ Los Juzgados de Primera Instancia conocen de las apelaciones contra las resoluciones dictadas por
los Juzgados de Paz (arts. 85.3 LOPJ y 455.2.1 LEC).
▪ Las Audiencias Provinciales conocen de las apelaciones contra las resoluciones dictadas por los
Juzgados de 1ª Instancia (arts. 82.4 LOPJ y 455.2.2 LEC).
2. Recurso de revisión. El recurso de revisión sólo puede ser calificado formalmente de extraordinario,
ya que, en realidad, encierra un nuevo proceso:
▪ Recurso de revisión fundado en Derecho privado estatal. conoce la Sala de lo Civil del TS (art.
56.1 LOPJ y 509 LEC).
▪ Recurso de revisión fundado en Derecho Civil Foral o especial propio de las CCAA. habrá de
conocer la Sala de lo Civil del TSJ de dicha CCAA (art. 73.1.b) LOPJ).
C) LA FASE DE EJECUCIÓN
• Ejecución por los propios órganos jurisdiccionales. De la ejecución de las sentencias han de conocer
los órganos jurisdiccionales que conocieran del objeto litigioso en la primera instancia y dictaran la
sentencia, cuya ejecución se pretende (artículos 61 y 545.1 LEC).
• Ejecución por Juzgados de ejecutorias. El art. 98.1 LOPJ permite que, como Juzgados especializados,
puedan instaurarse «Juzgados de ejecutorias», que conocen de la ejecución de todas las sentencias
dictadas por los demás Juzgados de su circunscripción.
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3. TRATAMIENTO PROCESAL
A) DE OFICIO
• La competencia funcional, en tanto que presupuesto procesal, es vigilable de oficio a lo largo de todo
el procedimiento. Al igual que la jurisdicción o la competencia objetiva, la infracción de las normas que
la disciplinan acarrea una nulidad radical (art. 238.1 LOPJ).
B) A INSTANCIA DE PARTE
• Las partes también pueden denunciar el incumplimiento de la competencia funcional por la vía de la
declinatoria, que es reclamable para denunciar «la falta de competencia de todo tipo» (art. 63.1,
segundo inciso). Incluso, habida cuenta de su naturaleza de orden público, puede también ser discutida
en la comparecencia previa del juicio ordinario.
• Asimismo, la parte interesada puede denunciar su violación en cualquier estadio del procedimiento
anterior al momento de dictar sentencia (art. 240.2 LOPJ).
• Si se interpusiera un recurso ante un órgano jurisdiccional funcionalmente incompetente, inadmitirá
el recurso previa audiencia de las partes. La parte gravada dispondrá de un plazo de diez días para
interponer el recurso ante el tribunal competente (art. 62).
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
• Se entiende por «reparto de los asuntos» la actividad procesal de los Jueces Decanos o Presidentes
de los Tribunales y Audiencias, consistente en asignar a un órgano jurisdiccional el conocimiento
de una demanda o recurso determinado en aquellas demarcaciones que tengan una pluralidad de
órganos jurisdiccionales (regulada en los artículos 68-70 LEC).
• En esos casos, una vez determinada la competencia objetiva, funcional y territorial de la fase
declarativa o de impugnación será necesario asignar el conocimiento de la demanda o recurso
determinado con arreglo a unas bases objetivas que distribuyan equitativamente la carga de
trabajo, y que, sobre todo, no infrinjan el derecho al juez legal.
• Tradicionalmente la naturaleza de esta actividad se consideraba meramente gubernativa, sin
incidencia alguna en la esfera del proceso. De esta concepción participa todavía nuestra LOPJ. No
obstante, de sustentar en exclusiva esa naturaleza meramente gubernativa, bien podría el actor
manipular sobre el reparto de los asuntos a fin de que conociera de su demanda o recurso un
determinado Juzgado que, por razones técnicas o incluso ideológicas, fuera proclive a su pretensión,
lo que vulneraría el derecho fundamental al juez legal, independiente y sometido al imperio de la Ley
(art. 118.1 CE).
• Por esta razón, la finalidad del reparto estriba actualmente en obtener una distribución objetiva de los
asuntos entre los distintos Juzgados y Tribunales que asegure su independiente constitución, antes
que asegurar el reparto equitativo de los asuntos. Así, su naturaleza hoy ha de considerarse como
procesal, susceptible incluso, de fundar un recurso de amparo contra actos del Poder Judicial.
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2. REQUISITOS
• Procede el reparto en los supuestos de de órgano jurisdiccional plural, tal y como señala el art 68.1
LEC: «Todos los asuntos civiles serán repartidos entre los Juzgados de Primera Instancia cuando haya
más de uno en el partido. La misma regla se aplicará a los asuntos de los que deban entender las
Audiencias Provinciales cuando estén divididas en Secciones».
▪ Interposición de una demanda. Si se tratara de la interposición de una demanda, el órgano
jurisdiccional competente para decidir su reparto es el Juez Decano, auxiliado por su LAJ.
▪ Interposición de un recurso. Si se tratara de la interposición de un recurso, el órgano jurisdiccional
competente para decidir su reparto es el Presidente de una Audiencia o del TS.
• Corresponde a las Salas de Gobierno de los TSJ aprobar las normas de reparto de su circunscripción,
las cuales contienen criterios objetivos de distribución de los asuntos, y que han de hacerse públicos
(arts. 167 y 232.2 LOPJ). La actividad de reparto, se limitará a la aplicación de tales criterios a todos y
cada uno de los asuntos ingresados en uno o dos días, siendo objetivamente distribuidos entre los
distintos Juzgados o tribunales que integran el órgano jurisdiccional. A tal efecto, el Juez Decano
extenderá una «diligencia de reparto» sobre el escrito de iniciación del proceso en el que constará el
número de Juzgado o de Sección funcionalmente competente. Si faltara esta diligencia, y sólo por esa
causa, el tribunal rechazará de plano la tramitación de la solicitud (art. 68.2 LEC).
3. MEDIOS DE IMPUGNACIÓN
• Cuando el reparto de los asuntos infringiera las normas de reparto o, lo que es peor, el derecho al juez
legal, la parte gravada debe reaccionar inmediatamente contra dicha vulneración, habiéndose de
distinguir dos supuestos diferenciados:
2. Si la parte interesada (es decir, tanto el demandante, como el demandado) conociera de dicha
infracción posteriormente, cuando el asunto se encuentra ya asignado a un determinado Juzgado
o Sección que reputara incompetente, el art. 68.4 LEC autoriza a la parte a instar su nulidad «en el
trámite procesal inmediatamente posterior al momento en que la parte hubiera tenido
conocimiento de la infracción de las normas de reparto», siempre y cuando «dicha infracción no se
hubiere corregido conforme a lo previsto en el apartado anterior».
• En este último supuesto, la nulidad habrá de fundarse en la falta de competencia funcional
contemplada en el art. 238.1 LOPJ. El Juzgado o Sección habrá de oír a la contraparte (art. 240.2 LOPJ)
y dictar auto, en el que, si apreciara este motivo de nulidad, así lo declarará e informará a la parte de
su derecho de volver a someter su asunto a reparto.
• Si la vulneración de las normas de reparto tuviera por objeto atentar a la independencia judicial a fin
de mediatizar el contenido de la sentencia en un sentido determinado y no se restableciera el derecho
al juez legal, podrá la parte gravada, previa la oportuna protesta y el agotamiento de los recursos,
interponer, en su día, el recurso constitucional de amparo.
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I. LA COMPETENCIA TERRITORIAL
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
• Se entiende por competencia territorial las normas procesales que, en atención a la demarcación
judicial, asignan el conocimiento en primera instancia de los objetos litigiosos entre los distintos
Juzgados de un mismo grado (es decir, entre los Juzgados de Paz o de Primera instancia) de todo el
territorio nacional.
• La LEC 1/2000, si bien formalmente estos negocios jurídico-procesales, pero el catálogo de excepciones
a dicha regla es tan extenso, que permite sustentar que actualmente la regla general es la de que la
competencia territorial, al igual que la competencia objetiva y la funcional, es inderogable y se rige
también por normas imperativas.
• En este cambio de política legislativa en el régimen de la competencia territorial han intervenido
diversos factores, tales como la consagración, en el art. 24.2 CE, del derecho al «juez predeterminado
por la Ley» que se compadece mal con los pactos de sumisión de las partes, la necesidad de proteger
los intereses de la parte más débil en la contratación y razones de economía procesal.
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
• Los fueros legales son los criterios de atribución de la competencia territorial a los órganos
jurisdiccionales de una determinada demarcación judicial. Debemos distinguir:
• Tratándose de una persona física, que ha de ser demandada en un proceso, el art. 50 LEC dispone que
«Salvo que la ley disponga otra cosa, la competencia territorial corresponderá al tribunal del
domicilio del demandado y si no lo tuviere en el territorio nacional, será juez competente el de su
residencia en dicho territorio». De este modo, el art. 54.1 LEC permite su derogación por las partes
a través de un convenio de sumisión expresa con las excepciones contempladas en dicho precepto.
• Por ello, el criterio del domicilio del demandado NO será reclamable cuando nos encontremos ante
alguna de las materias contempladas en el art. 52.1, 1º y 4º a 15º y 52.2, en cuyo caso regirá siempre el
fuero especial previsto en dichas normas. Ni cuando, tratándose de materias diferentes estas, exista
un convenio previo de sumisión a los Juzgados de una determinada demarcación.
• Si no existiera dicho convenio previo de sumisión, tampoco se aplicará el fuero común, sino el previsto
en los números 2°, 3° Y 16° del art. 52.1, cuando el objeto litigioso se encuentre comprendido en dichos
preceptos.
• Si el demandado NO tuviere domicilio en España se aplicará el fuero de su residencia o en su
defecto, el del lugar en el que se encontrara. A falta de determinación de todos estos criterios, se
aplicará el criterio del lugar del domicilio del actor (art. 50.1 y 2).
• Tratándose de empresarios o profesionales, se les podrá demandar donde presten su actividad (art.
50.3).
• El fuero de las personas jurídicas es el de su domicilio social, pudiendo ser también demandadas
donde haya nacido la relación jurídico-material o deba surtir sus efectos, siempre que en dicho lugar
tengan establecimiento abierto al público o legal representante (art. 51.1).
• Los entes sin personalidad jurídica pueden ser demandados en el lugar del domicilio de sus gestores
o donde ejerzan su actividad (art. 51.2).
• También este criterio común del domicilio de la persona jurídica, lo es «salvo que la Ley disponga otra
cosa», por lo que han de ser de aplicación las consideraciones sobre los fueros legales imperativos y
cláusulas de sumisión efectuadas con respecto a las personas físicas.
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
a) Fueros imperativos
• Estos fueros nunca permiten su derogación por la autonomía de la voluntad de las partes y han
de ser vigilados de oficio (art. 58). Son fueros legales imperativos los contemplados 52.1
apartados 1º y [4º a 15º] y art. 52.2» (art. 54.1 LEC) . Tal relación no constituye un «numerus
clausus», a ella todavía cabe incorporar los fueros contemplados en otras normas procesales o
especiales.
Por obra del art. 54.1 LEC, los restantes fueros especiales del art. 52 son de carácter dispositivo
(art. 52 LEC, apart. 2º, 3º y 16º). (presentación y aprobación de las cuentas, obligaciones de garantía o
complemento de otras anteriores, y la acción de cesación en defensa de los consumidores y usuarios).
• Estos fueros especiales presentan la particularidad de que pueden ser excepcionados por las partes a
través de la sumisión expresa (art. 54.1). No obstante, si no existiera dicho convenio de sumisión a
unos tribunales determinados, tienen la virtualidad de inaplicar el fuero común del domicilio del
demandado.
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
• Con exclusión de las anteriores materias, las partes pueden, expresa o tácitamente, someterse a los
Juzgados de una demarcación determinada, siempre y cuando respeten su competencia objetiva (art.
54.3). De este modo, no cabe dicha sumisión a un Juzgado de Paz, cuando la pretensión haya de
plantearse ante un Juzgado de Primera Instancia, y viceversa.
A) LA SUMISIÓN EXPRESA
• Se entenderá por sumisión expresa la pactada por los interesados designando con precisión la
circunscripción a cuyos tribunales se sometieren (art. 55 LEC). Junto a la circunscripción de los
tribunales, también hay que reflejar en dicho pacto la relación jurídico material que pueda provocar el
litigio. Además, resulta aconsejable que, a efectos probatorios, quede constancia del litigio por escrito.
• La sumisión expresa es un negocio jurídico procesal, accesorio de otro principal, en virtud del cual las
partes de un contrato deciden libre y voluntariamente someter la aplicación, interpretación o rescisión
del mismo a la jurisdicción de los Juzgados de una determinada demarcación judicial. En la práctica,
dicho negocio jurídico suele plasmarse mediante una cláusula de cierre a un determinado contrato.
B) LA SUMISIÓN TÁCITA
• La sumisión tácita exige, como requisito previo, que el actor interponga la demanda ante un Juzgado
que no sea territorialmente competente (normalmente, con olvido del fuero común y por razones de
comodidad, ante los de su propio domicilio) y, sobre todo, que el demandado se aquiete a dicha
solicitud ante el Juzgado incompetente. En cualquier otro caso, habrá necesariamente de interponer,
como cuestión previa, la declinatoria, dentro del plazo de diez días del común a la contestación a la
demanda.
• Si el demandado no interpone, en dicho preclusivo plazo, la declinatoria, se consumará la sumisión
tácita y el Juzgado, que carecía de competencia territorial, pasará a ostentarla, sin que pueda el
demandado denunciar su incompetencia en un momento posterior (por ejemplo, como excepción en
la contestación a la demanda, ni pueda tampoco el juez rehusar el conocimiento del asunto, salvo que,
por la naturaleza de la pretensión, se haya vulnerado algún fuero legal imperativo de los contemplados
en el art. 54 y que ocasionan la improcedencia de todo tipo de sumisión).
• A dicha regla se aplican dos excepciones, la de la falta de Jurisdicción española, que puede
acumularse al fondo en la contestación de la demanda y la excepción de arbitraje pendiente, que
puede formularse también en dicho trámite de contestación de la demanda.
• La sumisión tácita convierte en ineficaz a una sumisión expresa, pues, si las partes se someten
tácitamente a la jurisdicción de los tribunales de una determinada demarcación judicial, que no es la
que había sido pactada previamente mediante sumisión expresa, en realidad, lo que ocasionan es el
nacimiento de un nuevo convenio de sumisión con abolición del anteriormente suscrito.
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
4. TRATAMIENTO PROCESAL
A) FUEROS IMPERATIVOS
• El tribunal examinará siempre de oficio (previa audiencia de las partes) su propia competencia,
cuando, por la naturaleza del objeto litigioso, nos encontráramos ante un fuero imperativo de los
exceptuados por el art. 54 LEC de la sumisión expresa o tácita de las partes.
• El Juez no debe admitir la demanda ante la inexistencia de competencia territorial. De admitir la
demanda, se produciría la «perpetuatio jurisdiccionis», que es uno de los efectos esenciales de la
litispendencia o de los efectos de la admisión de la demanda (arts. 410-411).
• No obstante, podría ocurrir que dicho defecto pasara inadvertido para el Juez. En este caso no
existe ningún obstáculo para que, en la comparecencia previa, el Juez examine de oficio su falta de
competencia territorial. El art. 416.2 LEC tan sólo prohíbe dicho examen de las manifestaciones de la
competencia que hayan de hacerse valer exclusivamente a través de la declinatoria. Sin embargo, en
el caso de los fueros imperativos no es de aplicación, en virtud de lo dispuesto en el art. 58 LEC.
B) FUEROS CONVENCIONALES
• Fuera de los casos en que la competencia territorial venga fijada por la ley en virtud de reglas
imperativas, la falta de competencia territorial solamente podrá ser apreciada cuando el demandado
o quienes puedan ser parte legítima en el juicio propusieren en tiempo y forma la declinatoria.
• En este caso, el demandado habrá de interponer la declinatoria, que opera aquí como una auténtica
«excepción» procesal, ya que, si no la plantea expresamente, se producirá una sumisión tácita (art.
56.2), que impedirá su examen de oficio, pues las normas que disciplinan la competencia territorial en
los fueros convencionales no la convierten en un auténtico presupuesto procesal.
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
• El art. 60 LEC se refiere expresamente a los conflictos negativos de competencia. Conforme a este art.,
habiéndose inhibido, bien de oficio o mediante declinatoria, un Juzgado a favor de otro, hay que
distinguir si se ha respetado la audiencia previa de las partes:
▪ Habiéndose cumplido la audiencia previa de las partes, «el tribunal al que se remitieren las
actuaciones estará a lo decidido y no podrá declarar de oficio su falta de competencia territorial» (art.
60.1).
▪ Si no se hubiera observado la audiencia previa de las partes, el tribunal al que se remitieran las
actuaciones también podrá declarar de oficio su falta de competencia territorial (art. 60.2), en cuyo
caso el art. 60.3 dispone que «La resolución que declare la falta de competencia mandará remitir
todos los antecedentes al tribunal inmediato superior común, que decidirá por medio de auto, sin
ulterior recurso, el tribunal al que corresponde conocer del asunto, ordenando, en su caso, la
remisión de los autos y emplazamiento de las partes, dentro de los diez días siguientes, ante dicho
tribunal».
B) LA DECLINATORIA
a) Concepto
• El modo más usual de plantear los conflictos de jurisdicción y de competencia consiste en interponer
una declinatoria, en cuya virtud «el demandado y los que puedan ser parte legítima en el juicio
promovido podrán denunciar la falta de jurisdicción del tribunal ante el que se ha interpuesto
la demanda, por corresponder el conocimiento de ésta a tribunales extranjeros, a órganos de
otro orden jurisdiccional, a árbitros o a mediadores».
• La declinatoria es una excepción que ha de plantearse como excepción previa en los siguientes
momentos:
▪ En el juicio ordinario -> Dentro de los diez primeros días (art. 64.1 LEC) del plazo común de veinte
para contestar a la demanda (art. 404 LEC).
▪ En el juicio verbal -> En los cinco días posteriores a la citación para la vista (arts. 64.1 y 443 LEC).
• Mediante la excepción de la declinatoria (en los plazos citados) pueden denunciarse el incumplimiento
de los siguientes presupuestos procesales:
▪ La competencia territorial o falta de Jurisdicción de los Tribunales españoles.
▪ La falta de Jurisdicción de los tribunales civiles, por pertenecer el conocimiento del objeto procesal a
otro orden jurisdiccional.
▪ La excepción de arbitraje o de pendiente compromiso, por tener que conocer o estar conociendo
ya un tribunal arbitral como consecuencia de la previa suscripción por las partes de un convenio
arbitral.
▪ La falta de competencia objetiva.
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
b) Procedimiento
C) MEDIOS DE IMPUGNACIÓN
• Tal y como recoge el art. 67 LEC, contra los autos en materia de competencia territorial no cabe
recurso alguno, sin embargo, tratándose de la resolución de la competencia internacional, arbitraje,
de otro orden jurisdiccional u objetiva hay que distinguir:
▪ Contra el auto de inhibición cabe la interposición de recurso de apelación.
▪ Contra el auto que rechace esta excepción, tan sólo cabe interponer el recurso de reposición (art.
66).
• En cualquier caso, la parte gravada por esta resolución, bien mediante escrito independiente, bien en
el recurso de reposición, debe formular su respetuosa protesta por la infracción de tales normas sobre
la jurisdicción o la competencia (art. 459 LEC).
• Idéntico presupuesto procesal de invocación en la instancia de la norma procesal vulnerada contempla
el art. 469.2 en todo lo relativo a la interposición del recurso de casación por infracción procesal.
• Pero la interposición de dicho recurso extraordinario tan sólo puede suceder por infracción de las
normas relativas a la «jurisdicción y competencia objetiva o funcional» (art. 469.1.1), y no de las que
disciplinan la competencia territorial.
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2ª PARTE – LOS PRESUPUESTOS PROCESALES – SECCIÓN 1ª – DEL ÓRGANO JURISDICCIONAL
▪ En segundo lugar, y si todas ellas tuvieran carácter principal, ante el juez de la demarcación que haya
de conocer del mayor número de pretensiones acumuladas.
▪ En defecto de los anteriores criterios, al del lugar donde haya de deducirse la pretensión con mayor
importancia cuantitativa.
• En materia del procedimiento para denunciar la infracción de tales criterios legales hay que distinguir
la naturaleza de los fueros concurrentes de las pretensiones acumuladas:
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2ª P – PRESUPUESTOS PROCESALES – SEC 2ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES
1. CONCEPTO Y CLASES
• Partes son únicamente quienes interponen la pretensión (actor) y se oponen a ella mediante el escrito
de contestación (demandado).
• El concepto de parte se diferencia del de tercero, que puede intervenir también en el proceso (por
ejemplo, en calidad de testigo o de perito). Sin embargo, a diferencia de las partes, no es titular de
derecho subjetivo, ni ha de cumplir obligación alguna derivada de la relación jurídico material debatida,
ni ostenta interés legítimo derivado de dicha relación, ni ha de soportar los efectos de la sentencia.
• El concepto y el estatus jurídico de las partes vienen determinados por la legitimación.
Atendiendo a la relación jurídico material que vincula a las partes con el objeto principal, cabe distinguir
las partes principales, de las partes subordinadas:
▪ Partes principales. Son partes principales quienes, por ser titulares de la relación jurídico material
debatida y por verse expuestos a los futuros efectos directos de la sentencia, están legitimadas para
deducir la pretensión u oponerse a ella, delimitan el objeto del proceso y generan la obligación del
juez de congruencia en la sentencia, contra la que pueden recurrir con independencia.
▪ Partes subordinadas. Las partes subordinadas (los intervinientes adhesivos o coadyuvantes) se
encuentran en una relación jurídica dependiente de otra principal, por lo que tan sólo han de sufrir
los efectos reflejos o indirectos de la sentencia. Por ello, ni delimitan el objeto del proceso, ni pueden
transigir sobre el mismo, ni pueden impugnar la sentencia con independencia.
2. DETERMINACIÓN
• Las partes no pueden, sin más, comparecer en el proceso, sino que han de cumplir también con los
presupuestos procesales que les son propios y cuya ausencia impedirá al juez el examen de la relación
jurídica debatida. Vienen determinados por los siguientes extremos:
▪ En la fase declarativa, por la capacidad para ser parte y de actuación procesal, la representación y
postulación procesal, la aptitud de conducción procesal y el litisconsorcio necesario.
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2ª P – PRESUPUESTOS PROCESALES – SEC 2ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES
• La capacidad para ser parte es la aptitud requerida por la Ley para poder ser demandantes o
demandados, ostentar la titularidad de los derechos, obligaciones, posibilidades procesales y cargas
procesales y asumir las responsabilidades y efectos que se deriven del proceso, y, de modo especial,
los efectos materiales de la cosa juzgada.
• La capacidad para ser parte, aunque de forma mas amplia, se corresponde con la capacidad
jurídica del Derecho Civil y asiste a todos los sujetos del Derecho: tanto a las personas físicas, como
a las jurídicas..
• La capacidad para ser parte permite el libre acceso, no sólo a toda persona física y jurídica legalmente
constituida, sino también a los patrimonios autónomos, organizaciones de personas y entes jurídicos
que, aunque no tengan plena capacidad jurídica, se vean obligados a impetrar, a través del proceso, el
auxilio de los tribunales o puedan sufrir los efectos de una sentencia. Por esta razón, el art. 6 LEC les
confiere a todos ellos dicha capacidad para comparecer en el proceso y deducir una pretensión u
oponerse a ella.
2. DETERMINACIÓN
• “Ostentan capacidad para ser parte, no sólo las personas físicas y jurídicas, sino también el Ministerio Fiscal, las masas
patrimoniales o los patrimonios separados que carezcan de titular o que se hayan privados de sus facultades de disposición y
administración, las entidades sin personalidad jurídica que la Ley les reconozca dicha capacidad, los grupos de consumidores o
usuarios determinados o determinables y las entidades habilitadas por la legislación comunitaria para el ejercicio de las acciones
de cesación” (art. 6.1 LEC).
A) EL MINISTERIO FISCAL
• El Ministerio Fiscal (MF) goza de plena capacidad para ser parte. Así lo reconoce el art. 6.1.6º LEC,
en todos aquellos procesos en los que deba intervenir como consecuencia de su especial misión
constitucional de defensa de la legalidad y de los derechos de los ciudadanos (art. 124.1 CE).
• El MF goza de una personalidad jurídica única y está sometido a los principios de unidad y
dependencia jerárquica. La capacidad para ser parte del MF en el proceso civil ha de circunscribirse
a aquellos objetos litigiosos en los que exista un interés social o hayan de ser tutelados los intereses
de menores o de personas desvalidas (art. 3.6 y 7 EOMF), es decir, en los denominados «procesos
civiles inquisitorios», como lo son los referentes a las cuestiones de estado civil y los procesos de
familia.
• De esta manera, tanto el del Código Civil, como la LEC confieren legitimación para intervenir como
parte principal al MF en los procesos de Incapacitación, nulidad matrimonial y en los de determinación
e impugnación de la filiación, declaración de prodigalidad, expedientes de tutela, expedientes de
adopción, en los procesos de alimentos y en general, en todos los procesos de familia, capacidad y
filiación en los que puedan comprometerse los intereses de menores, incapaces o ausentes.
• Asimismo, el MF ostenta la capacidad genérica para provocar la incoación o comparecer en los
procesos civiles para la defensa del honor de las personas fallecidas y a otros derechos fundamentales
en los que exista un interés constitucionalmente relevante.
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2ª P – PRESUPUESTOS PROCESALES – SEC 2ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES
• El art. 6.1.1º otorga expresamente capacidad para ser parte a todas las personas físicas o naturales,
cuya determinación realiza el art. 30 del Código Civil.
• Asimismo, el art. 6.1.2º LEC, confiere también dicha capacidad al «nasciturus», para todos los efectos
que le sean favorables.
• Con base en el art. 24.1 CE, toda persona física, sea española, ciudadana de la Unión Europea o
extranjera, ostenta, por el solo hecho de serlo, capacidad para ser parte, así como el derecho a litigar
gratuitamente cuando carezca de recursos económicos (art. 119 CE), y ello, aun cuando se trate de un
extranjero «ilegal» o que no resida legalmente en España.
• La capacidad civil se extingue por la muerte de las personas (art. 32 del Código Civil) y, también «mortis
casusa», la capacidad para ser parte, en cuyo caso habrá de producirse un fenómeno de sucesión
procesal, contemplado en el art. 16 LEC. El fallecimiento de una parte en el curso del proceso obliga a
su comunicación a la contraria a fin de posibilitar dicha sucesión.
• El art. 6.3º LEC confiere capacidad para ser parte a las personas jurídicas.
• Por personas jurídicas no debemos entender sólo las civiles, sino también las mercantiles e incluso las
personas jurídicas públicas que, cuando actúan sometidas al Derecho Privado, pueden demandar o
ser demandadas en un proceso civil.
• También las personas jurídicas se extinguen por las causas previstas en la Ley, en cuyo caso no pueden
ser demandadas en un proceso. Sin embargo, y al igual que sucede con las personas físicas, si se
produjera la extinción de una sociedad en el curso de un proceso, ha de ser comunicada dicha sucesión
material a la contraparte.
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2ª P – PRESUPUESTOS PROCESALES – SEC 2ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES
• La LEC confiere expresamente, en su art. 6.1.4º, capacidad para ser parte a «Las masas patrimoniales
o los patrimonios separados que carezcan transitoriamente de titular o cuyo titular haya sido privado
de sus facultades de disposición y administración».
• Por dichas masas patrimoniales cabe entender a las «uniones sin personalidad jurídica», las «masas
patrimoniales» y los «patrimonios separados» que carezcan transitoriamente de titular.
• Las uniones sin personalidad jurídica son agrupaciones de personas físicas con patrimonio propio,
pero sin capacidad jurídica, por no haberse constituido como personas jurídicas, civiles o mercantiles,
con arreglo a lo dispuesto en la Ley. (asociaciones deportivas no inscritas, etc)
• No obstante carecer de personalidad jurídica, el art. 6.1.4º LEC les otorga capacidad para ser
parte.
• Todas esas entidades, aun cuando no cumplan con los requisitos exigidos para dotarlas de
personalidad jurídica (escritura pública e inscripción en el pertinente Registro), ostentan capacidad
para ser parte para la defensa de sus intereses legítimos en la medida en que realizan válidamente
negocios jurídicos.
• En definitiva, desde el momento en que dos o más personas deciden asociarse y, en nombre de esa
unión sin personalidad jurídica, realizan negocios jurídicos, ostentan capacidad para ser parte. De los
daños que cause un ente de este tipo responde el patrimonio adscrito a tal fin, y el de sus gestores.
2) Masas patrimoniales
• Las masas patrimoniales son conjuntos de bienes que, sin estar adscritos a un contrato de sociedad,
pueden pertenecer a una o a más personas. El ejemplo típico es la comunidad de bienes, en la que la
propiedad de una cosa pertenece «pro indiviso» a varias personas (392 del Código Civil), y, en la medida
en que participan de dicha naturaleza, la sociedad de gananciales, la propiedad horizontal, la herencia
yacente que transitoriamente permanece sin titular, o la comunidad vecinal de montes en mano
común.
• En todas estas masas patrimoniales no existe precepto alguno que les confiera capacidad para ser
parte lo que no ha constituido obstáculo alguno para que la jurisprudencia les haya reconocido a todos
estos entes capacidad para ser parte.
• El art. 6.1.4º LEC reconoce capacidad para ser parte a «(…) los patrimonios separados que carezcan
transitoriamente de titular o cuyo titular haya sido privado de sus facultades de disposición y
administración» (por ej. las empresas en administración concursal, en las que el concursado no puede
disponer de la administración de los bienes.)
• Los patrimonios separados vienen determinados por la «masa del concurso», la cual, más que carecer
de titular (carece de titular, por ejemplo, la herencia yacente hasta su aceptación), pues pertenece al
concursado, en realidad, constituye un supuesto de falta de disposición y administración de dicho
patrimonio, que corresponde a la administración concursal para el ejercicio de acciones de índole no
personal del concursado. De dichas acciones personales, es el propio concursado quien ostenta la
capacidad para ser parte.
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2ª P – PRESUPUESTOS PROCESALES – SEC 2ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES
• El art. 6.1.5º LEC establece que «1. Podrán ser parte en los procesos ante los tribunales civiles: (…) 5º.
Las entidades sin personalidad jurídica a las que la ley reconozca capacidad para ser parte».
• Este precepto ha de ponerse en relación con lo dispuesto en el art. 6.2 LEC. El art. 6.2 LEC reconoce la
capacidad para ser parte «demandada» a las «entidades que, no habiendo cumplido los requisitos
legalmente establecidos para constituirse en personas jurídicas, estén formadas por una pluralidad de
elementos personales y patrimoniales puestos al servicio de un fin determinado».
• Existen entidades sin personalidad jurídica, a las que la jurisprudencia les ha otorgado la capacidad
para ser parte como las masas patrimoniales, como la comunidad de bienes o de propietarios.
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2ª P – PRESUPUESTOS PROCESALES – SEC 2ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES
• Se regula en el art. 6.1.7º LEC del que destacamos las siguientes notas:
▪ Capacidad y legitimación. es necesario que tales grupos de consumidores sean «afectados por un
hecho dañoso», lo que produce la exclusión de la capacidad para ser parte de los grupos de
consumidores y usuarios en la interposición de pretensiones meramente declarativas.
▪ Grupos determinados o fácilmente determinables. La norma no concede capacidad para ser
parte y de conducción procesal a los colectivos generales de consumidores y usuarios, ni la de los
intereses difusos (cuya legitimación se contempla en los números 1º y 3º del art. 11).
▪ Grupo que se constituya con la mayoría de los afectados. para determinar esa mayoría, parece
aconsejable, con carácter previo a la interposición de la demanda, solicitar la práctica de la diligencia
preliminar contemplada en el art. 256.1.6º LEC.
• El art. 6.1.8º LEC establece que podrán ser parte en los procesos ante los tribunales civiles las entidades
habilitadas conforme a la normativa comunitaria europea para el ejercicio de la acción de cesación en
defensa de los intereses colectivos y de los intereses difusos de los consumidores y usuarios.
• Esta normativa pretende ser un instrumento procesal para facilitar el recíproco reconocimiento de las
asociaciones extranjeras, garantizándoles idéntica capacidad para actuar judicialmente que aquélla
que disfrutan las organizaciones nacionales, con el fin de proveer de un sistema eficaz de resolución
de controversias transfronterizas, que puedan surgir entre los consumidores y operadores económicos
en el interior de la Unión Europea.
• La capacidad procesal se confunde con la capacidad civil de obrar, de tal suerte que toda persona física,
que se encuentre en el pleno goce sus derechos civiles, ostenta capacidad procesal (art. 7.1) y, puede,
por tanto, interponer una demanda u oponerse a ella y realizar con validez la totalidad de los actos
procesales. No obstante, en todo lo relativo a las personas jurídicas, este presupuesto resulta ser
indiferente, pues toda persona jurídica que tiene capacidad para ser parte ostenta también capacidad
de actuación procesal, debiendo personarse en el proceso y en su nombre su legal representante (art.
7.4).
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4. DETERMINACIÓN
• Al igual que ocurre con la capacidad para ser parte, también el art. 7 LEC distingue la capacidad
procesal de las personas físicas, la de las jurídicas, la de las masas patrimoniales y la de las entidades
sin personalidad jurídica. Sin embargo, no contempla la capacidad de actuación del MF, porque este
está habilitado «ex lege» para «intervenir en los procesos civiles que determine la ley cuando esté
comprometido el interés social o cuando puedan afectar a personas menores, incapaces o desvalidas
en tanto se provee de los mecanismos ordinarios de representación» (3.7 EOMF).
• Dispone el art. 7 LEC que «1. Sólo podrán comparecer en juicio los que estén en el pleno ejercicio de
sus derechos civiles» y que «2. Las personas físicas que no se hallen en el caso del apartado anterior
habrán de comparecer mediante la representación o con la asistencia, la autorización, la habilitación
o el defensor exigidos por la Ley».
• Asi, la capacidad procesal de las personas físicas ha de integrarse con las correspondientes
prescripciones del Código Civil relativas a la capacidad de obrar:
Son las que ostentan plena capacidad de obrar, es decir, las mayores de edad o de 18 años (arts. 12
CE, 315 y 322 del Código Civil). Los mayores de edad son civilmente plenamente capaces y, por tanto,
pueden comparecer siempre válidamente en juicio.
• Los que tienen la capacidad de obrar limitada, la tienen también para comparecer en juicio. A
esta categoría pertenecen los menores de edad emancipados, que pueden comparecer
validamente en juicio.
• Los menores de edad emancipados, aun cuando tengan plena capacidad de obrar, no pueden tomar
dinero a préstamo, ni gravar o enajenar sus bienes inmuebles, establecimientos mercantiles o
industriales o de extraordinario valor, para los cuales necesita el consentimiento legal de su
representante.
• Por tanto, para comparecer en un proceso en relación con una pretensión relacionada con dichos
negocios necesita suplir su incapacidad con la representación de su padre o curador (art. 323.1CC) o,
a falta de ambos, habrá de acudirse a la integración de su incapacitad procesal debiend nombrar un
defensor judicial, que asumirá su representación y defensa hasta que se designe a aquella persona.
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3) Incapaces
• Son incapaces las personas así declaradas mediante sentencia judicial por estar incursos en alguna de
las causas expresamente previstas en la Ley (art. 199 del Código Civil las enfermedades o deficiencias
persistentes de carácter físico o psíquico que impiden a la persona gobernarse por sí misma, lo cual
debe manifestarse de manera constante, con permanencia hacia futuro) y a través de un proceso de
incapacitación de los contemplados en el art. 756 y ss. LEC.
• Proceso de incapacitación. Como regla general, la incapacidad ha de declararse, tras un proceso
especial de incapacitación, en la pertinente sentencia, en la que el juez determinará la extensión y
límites de la incapacidad, el régimen de tutela o guarda del incapacitado y nombrará a la persona o
personas que hayan de asistir o representar al incapaz.
• No siempre es necesaria la declaración judicial de incapacidad para que el representante pueda
válidamente suplir la incapacidad material, como en el caso de los menores que es suplida sin
necesidad de dicha declaración por sus representantes legales, o en los demás supuestos de
incapacidad material, puede siempre el guardador de hecho accionar en nombre del incapaz, aunque
no haya sido declarado judicialmente, siempre y cuando sea en el exclusivo y propio beneficio del
incapaz.
• Las personas físicas, que carezcan o tengan limitada su capacidad procesal, necesitan actuar en el
proceso a través de otra persona que supla dicha incapacidad. El grado o intensidad de integración de
dicha incapacidad se encuentra en función de la índole o naturaleza de la incapacidad,
▪ Si la incapacidad fuera absoluta, se acude a la técnica de la representación.
▪ Si la incapacidad fuera limitada, hay que recurrir a la asistencia, a la autorización o a la habilitación
judicial con nombramiento de un defensor judicial (art. 7.2 LEC).
4.1 La representación. Los menores de edad no emancipados han de comparecer en el proceso sus
representantes legales, esto es, «los padres que ostenten la patria potestad»; el nasciturus lo será por
las personas que legítimamente les representarían si ya hubieren nacido y los declarados
judicialmente incapaces serán representados por el tutor o curador que el juez designe en la
sentencia de incapacitación.
4.2 La asistencia. Tratándose de una limitación de la capacidad de obrar, tanto la LEC, como el del Código
Civil, recurren a la técnica de la asistencia, en la que se autoriza a la persona física a comparecer
válidamente en el proceso, si es asistido por un curador en los términos que determine la sentencia
(ej. prodigalidad).
4.3 La autorización. En supuestos de incapacidades relativas, determinadas comparecencias en juicio
requieren la autorización del representante legal o del juez. Este es el caso de menores emancipados
para determinado actos como la enajenación de inmuebles o bienes valioso, los actos de disposición
del menor de edad pero mayor de 16 años, o la autorización del tutor para interponer demanda en
nombre de su pupilo (no necesaria para defenderlo como demandado).
4.4 La habilitación y el nombramiento de defensor judicial. El defensor judicial no es un
representante del menor para la defensa y administración de su patrimonio, sino un mandatario
provisional de la Autoridad Judicial, a quien ésta le confía suplir su incapacidad en un proceso o acto
determinado.
Se procederá al nombramiento de un defensor judicial de menores o personas con capacidad
modificada judicialmente en los casos en que proceda conforma a la ley y, en todo caso cuando exista
conflicto de intereses con sus representantes legales o curador, cuando el tutor o curado no
desempeñe sus funciones, cuando se hallen ausentes los progenitores, tutor o curador ausente
ignorando su paradero, se nieguen estos a representar o asistir en juicio a aquellos, o estuviesen en
situación de imposibilidad de hecho para representación o asistencia.
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• De conformidad con lo dispuesto en el art. 7.4 LEC, la capacidad de actuación procesal de las personas
jurídicas la ostenta su legal representante.
• Para determinar la capacidad procesal de la persona jurídica habrá de acudirse siempre a confrontar
la escritura de representación procesal con los estatutos (art. 37 del Código Civil) o carta fundacional
de la persona jurídica a fin de comprobar si quien comparece en el proceso es o no su legal
representante.
1) Personas jurídico-privadas
2) Personas jurídico-públicas
• Si quien hubiera de demandar o ser demandada fuera una persona jurídico-pública, hay que acudir a
su correspondiente Ley orgánica administrativa (por ejemplo, art. 3.4 LRJPAC), en donde se suele
otorgar la capacidad procesal a su órgano de gobierno, sin perjuicio de que, a través de la delegación,
se confiera también a los distintos departamentos.
• El art. 7.5 señala que las masas patrimoniales «comparecerán en juicio por medio de quienes,
conforme a la ley, las administren».
1) En general
• La capacidad procesal de los entes sin personalidad jurídica no suele venir reconocida por la Ley, sino
por la jurisprudencia, que ha de aplicar lo dispuesto en el art. 7.7, que establece que «comparecerán
en juicio las personas que, de hecho, o en virtud de pactos de la entidad, actúen en su nombre frente
a terceros».
• La capacidad procesal de los grupos de consumidores o usuarios afectados por un hecho dañoso ha
de limitarse a la de la parte demandante, pues no parece que un perjudicado pueda ser demandado.
En este supuesto, y con independencia del ejercicio individual de la acción, debieran otorgar la
representación procesal a una persona determinada.
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5. TRATAMIENTO PROCESAL[19SO]
• Aun cuando el art. 9 LEC someta a un mismo régimen procesal la capacidad para ser parte y la
capacidad procesal, es conviene distinguir ambos presupuestos procesales, ya que su naturaleza es
muy distinta.
• La ausencia de capacidad para ser parte impide una sentencia de fondo. Si los efectos materiales
de la cosa juzgada han de transcurrir entre las partes materiales (art. 222.3 LEC), el tribunal no puede
someter a tales efectos a quien no reúne los requisitos necesarios para soportarlos. De lo contrario, se
frustraría la ejecución de la sentencia (art. 538 LEC) y la excepción de cosa juzgada (art. 222 LEC).
• Por esta razón, la falta de capacidad originaria para ser parte constituye un presupuesto procesal de
orden público por tanto vigilable de oficio en cualquier estadio del procedimiento y, de modo especial,
en la audiencia previa al juicio, en cuyo caso provocará un auto de absolución en la instancia (art. 418.2).
Si la falta de capacidad se apreciara con posterioridad a dicha audiencia, habrá de suscitarse el
correspondiente incidente de previo pronunciamiento (art. 391.1).
B) DE LA CAPACIDAD PROCESAL
• Tanto el actor como el demandado tienen la carga procesal de acreditar su capacidad procesal.
• Si el incapaz adquiere su capacidad de obrar en el curso del proceso, recobrará toda su capacidad
procesal y podrá reclamar el cese de la actividad procesal de su representante o defensor judicial en
su labor de asistencia procesal.
• Sólo el demandado puede aducir la falta de capacidad procesal del demandante y nunca al revés, pues
el actor que ha dirigido su demanda contra una persona determinada tiene la carga de determinar su
capacidad e iría contra sus propios actos, si posteriormente la impugnara. Tan sólo podría el
demandante denunciar la incapacidad de algún interviniente codemandado.Tampoco puede el
demandado «autoplantearse» una excepción de falta de capacidad procesal, sino que tiene la carga de
integrar su capacidad.
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I. LA CAPACIDAD DE POSTULACIÓN
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
• Se entiende por capacidad de postulación la exigencia legal de que las partes formales o con capacidad
procesal comparezcan representadas por un procurador y defendidas por un abogado, a fin de
poder realizar válidamente los actos procesales.
• Los artículos 23 a 35 LEC se refieren a la capacidad de postulación, cuya regla general es la de que las
partes han de comparecer en el proceso representadas por procurador y asistidas de letrado.
• En la LEC existen excepciones tasadas relativas a la exigencia legal de que las partes formales
comparezcan defendidas por un abogado, excepciones por las cuales, las partes puedan comparecer
personalmente para ejercitar su defensa privada o autodefensa.
• El fundamento de este requisito estriba en la exigencia constitucional de que la tutela judicial ha de ser
efectiva «sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión» (art. 24.1 CE). Debido a la
complejidad actual, tanto del Derecho material, como del Derecho procesal, se le ocasionaría una
indefensión material al ciudadano, a la vez que se infringiría el principio de «igualdad de armas», si se
le permitiera acceder a un proceso personalmente, pudiéndolo hacer, la contraparte, provisto de
abogado.
C) JUSTICIA GRATUITA
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• Dispone, de un lado, el art. 23.1 LEC que «la comparecencia en juicio será por medio de Procurador,
que habrá de ser licenciado en Derecho, legalmente habilitado para actuar en el Tribunal que conozca
del juicio», y el art. 31.1 LEC, de otro, que «los litigantes serán dirigidos por abogados habilitados para
ejercer su profesión en el tribunal que conozca del asunto. No podrá proveerse a ninguna solicitud que
no lleve la firma de abogado».
• El poder precisa de su aceptación por el procurador, el cual se presume por el solo hecho de su uso
por el mismo (art. 26). Dicho poder encierra un mandato, que puede ser voluntario (procurador de
confianza) o legal (procurador de oficio).
• El poder de representación procesal hay que incorporarlo, bien a la demanda, bien a su contestación,
o presentarlo en el acto de la vista del juicio verbal (art. 264.1).
• El procurador es, además, un órgano de comunicación entre el tribunal y las partes (art. 26.2.8º). Por
esta razón, la Ley 13/2009 ha incorporado un nuevo precepto, el número 3º del art. 23: «El procurador
legalmente habilitado podrá comparecer en cualquier tipo de procesos sin necesidad de abogado,
cuando lo realice a los solos efectos de oír y recibir actos de comunicación y efectuar comparecencias
de carácter no personal de los representados que hayan sido solicitados por el Juez, Tribunal o Letrado
de la Administración de Justicia judicial. Al realizar dichos actos no podrá formular solicitud alguna. Es
incompatible el ejercicio simultáneo de las profesiones de abogado y procurador de los
Tribunales».
• El contrato de mandato, que liga al procurador con su poderdante, está basado en la mutua confianza,
razón por la cual puede ser revocado, sin que, como regla general, genere la obligación de satisfacer
indemnización de daños y perjuicios.
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B) DESIGNACIÓN DE ABOGADO
• El abogado de confianza ha de ser designado libremente por la parte material (art. 545.1 LOPJ), a través
de un contrato de arrendamiento de servicios, a excepción de los casos de abogado de oficio.
• Quien ha de otorgar el poder de representación procesal y quien ha de contratar los servicios del
abogado es el titular de la capacidad procesal.
• No obstante, existen supuestos en que la sustitución de un procurador por otro procurador o por un
oficial expresamente habilitado es perfectamente lícita. En casos de enfermedad o de imposibilidad
manifiesta del procurador, puede ser sustituido, salvo que el poder de representación expresamente
prohibiera dicha posibilidad.
2) Condena en costas
• En caso de una condena en costas, la preceptiva intervención del abogado y procurador habilita a que
se incluyan en las costas los honorarios y derechos de arancel (art. 32.5).
• Existen supuestos en los que el abogado puede asumir también la representación procesal. Éste es el
caso de los actos de conciliación, en los que el art. 11 LCE/1881 (vigente por la DDU.1.2ª LEC/2000)
faculta al abogado o el procurador a asumir la función de apoderado o de auxiliar de las partes en la
celebración de dichos actos autocompositivos.
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• Existen actos procesales que, debido a su naturaleza personalísima, pueden ser realizados por las
propias partes materiales, sin necesidad de la representación procesal o la intervención del abogado
(art. 25.3). Este hecho se da en los siguientes casos:
▪ Los emplazamientos, citaciones y requerimientos que deban hacerse a las partes (art. 28.4).
3. EXCEPCIONES
• Las excepciones a la intervención necesaria del procurador y del abogado se contemplan en los
artículos 23.2 y 31.2. De este régimen podemos distinguir las siguientes excepciones las comunes a
ambos profesionales, y las específicas o relativas exclusivamente al procurador.
• En estos casos la parte material con la capacidad procesal necesaria, ostenta, ella misma, la capacidad
de postulación y, por tanto, puede ejercitar válidamente los actos procesales.
• Ello conlleva la conversión de la regla general de postulación obligatoria en un derecho potestativo:
la parte material será dueña de contratar los servicios de estos profesionales o de comparecer
personalmente y ejercitar su defensa privada. Obviamente, no podrá incluir en la condena en costas
las partidas de las retribuciones de estos profesionales (art. 32.5).
A) COMUNES
• Las excepciones comunes a la intervención necesaria del abogado y del procurador se prevén en los
siguientes preceptos:
▪ En los artículos 23.2.1º y 31.2.1º, que contemplan la capacidad de postulación en los juicios verbales
y en los monitorios [procesos sumarios en los que se pueden interponer pretensiones de condena al pago de
una deuda dineraria, vencida y exigible (art. 812.1)]
▪ En el art. 23.2.3º y 31.2.2º, que prevén la solicitud de medidas urgentes con anterioridad al ejercicio
del derecho de acción.
• En los juicios verbales, cuya cuantía sea inferior a 2.000 euros, no es necesaria la intervención del
procurador ni del abogado, por lo que la parte material puede comparecer y defenderse por sí misma.
• El juicio verbal es procedente para el enjuiciamiento de todos los objetos litigiosos, cuyo valor no
supere los 6.000 euros (art. 250.2). Pero, si su cuantía fuere inferior a los 2.000 euros, no será necesaria
la intervención de estos profesionales.
• La regla anterior resulta de aplicación tanto en los juicios verbales por razón de la cuantía (art. 250.2),
como en los juicios especiales por razón de la materia (art. 250.1). y ello más allá de que en los juicios
especiales por razón de la materia, suelen ser de elevada cuantía y es aconsejable la intervención del
procurador y del abogado, como consecuencia de la complejidad jurídica de dichos objetos pero, en
cualquier caso, si su cuantía no excediera de los 2.000 euros no es necesaria la intervención de
Procurador.
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2ª P – PRESUPUESTOS PROCESALES – SEC 2ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES
• Los artículos 23.2 y 31.2 también facultan a los sujetos del Derecho a interponer, por sí mismos, «la
petición inicial de los procesos monitorios», cuya regulación efectúan los artículos 812-818 LEC.
• Los procesos monitorios son procesos sumarios en los que se pueden interponer pretensiones
de condena al pago de una deuda dineraria, vencida y exigible (art. 812.1).
▪ Juicio monitorio (no intervención de abogado y procurador): Se circunscribe a esta primera fase
de jurisdicción voluntaria la intervención de la parte material en estos procesos destinados a la
creación de un título ejecutivo.
• Las medidas urgentes en las que tampoco se precisa la intervención del Procurador ni la del abogado,
son las siguientes:
• Pero esta exoneración no es incondicional o ilimitada, sino que requiere que sea «urgente», esto es,
que ante la urgencia de la situación y los perjuicios que pudieran depararle la no obtención de tales
resoluciones provisionales, el ciudadano no disponga de tiempo para contratar los servicios de estos
profesionales y que se limite la actuación de la parte material a la solicitud y sus actos
instrumentales, pero nunca a la ejecución de las diligencias probatorias, ni a la interposición de
recursos.
• El ejercicio de este derecho, contemplado en la LO 2/1984 y tendente a reparar la lesión del derecho al
honor en los medios de comunicación, mediante la pertinente demanda, tampoco necesita la
representación procesal del procurador, ni la asistencia técnica del abogado (art. 5).
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2ª P – PRESUPUESTOS PROCESALES – SEC 2ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES
• Como excepciones exclusivas a la intervención del procurador, el art. 23.2 LEC contempla la
presentación de los títulos de crédito en los juicios universales y los incidentes de impugnación de la
justicia gratuita (art. 23.2.2º y 23.2.3º), a las que hay que añadir los actos de conciliación y de la
jurisdicción voluntaria.
• La presentación de los créditos, a fin de determinar la masa pasiva del concurso (regulado en la Ley
Concursal), puede realizarla el acreedor, sin estar representado por Procurador. Asimismo, se les
exonera de este requisito a los acreedores que asistan a la Junta que ha de aprobar el convenio (art.
118 LC).
• En los procedimientos para el cobro de los honorarios de los Abogados, puede el Abogado suscitarlos
sin tener que estar representado por Procurador (art. 35.1 LEC).
4. TRATAMIENTO PROCESAL
A) LA REPRESENTACIÓN PROCESAL
• En el caso de existir una omisión o insuficiencia de poder en un acto preparatorio del proceso o
aseguratorio (por ejemplo, una petición de práctica de diligencia preliminar, de aseguramiento o de
práctica de prueba anticipada o solicitud de adopción de media cautelar), cualquier irregularidad
procesal en el poder podría subsanarse en el escrito de demanda, debido a que en estas diligencias
urgentes no es necesaria la intervención preceptiva del procurador (art. 23.2.3º LEC).
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2ª P – PRESUPUESTOS PROCESALES – SEC 2ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES
• Si la omisión o defecto del poder se apreciara en la declinatoria, que, como cuestión previa, puede
promover el demandado con anterioridad a la contestación de la demanda, el tribunal debe sugerir su
subsanación al amparo de lo dispuesto en los artículos 11.1 y 242 LOPJ. Si no subsanara el poder, el
tribunal tendrá por no planteada válidamente la declinatoria y aplicará, bien, en su caso, el fuero
imperativo, bien, en cualquier otro, tendrá al demandado por sometido tácitamente a su jurisdicción.
• Los defectos del poder incorporado a los escritos de alegaciones pueden corresponder a la capacidad
para ser parte procesal o a la representación procesal «strictu sensu», pues es en el poder en donde
se determinan todos estos presupuestos procesales.
• Los defectos de la capacidad para ser parte son, por regla general, insubsanables, los relativos
a la capacidad procesal permiten, al contrario, su sanación.
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B) LA DEFENSA TÉCNICA
• Tratándose de la ausencia de la intervención del abogado en los procesos en los que deviene
obligatoria, «No podrá proveerse a ninguna solicitud que no lleve la firma del abogado» 31.1 LEC .
• Ahora bien, si a pesar de dicha prohibición se diera curso a la solicitud, tendría que declarar el juez la
nulidad de pleno derecho de las actuaciones practicadas (art. 238.4º LOPJ).
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
A) CONCEPTO
• En el proceso civil, para comparecer válidamente en un proceso, es necesario ostentar las siguientes
capacidades:
▪ Tres capacidades iniciales: La capacidad para ser parte, la capacidad procesal y la capacidad de
postulación.
[No debemos confundir la capacidad de actuación procesal con la capacidad de conducción procesal:
Pudiera ocurrir que una persona tuviese la condición de heredero para impugnar un testamento (tendría la
capacidad de conducción procesal), pero que esta persona estuviese legalmente incapacitado por deficiencia
psíquica (tendría limitada su capacidad de actuación procesal), debiendo representarle su legal representante
(su tutor o curador).]
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B) FUNDAMENTO
• Resulta antieconómico para el Estado y para las propias partes que quienes litigan, sin esta cualidad
necesaria, hayan de llegar a una sentencia definitiva, cuando, desde el inicio del proceso, pueda
obtener el juez la evidencia de que nunca podrá satisfacerse en él la pretensión, por carecer la parte
demandante o demandada de relación alguna con el objeto del proceso. En este caso, se hace
necesario que el ordenamiento procesal otorgue al juez la facultad de examinar, incluso de oficio, dicha
capacidad de conducción procesal, bien para inadmitir la demanda, bien para dictar un auto de archivo
que ponga término, a la mayor brevedad, al procedimiento.
▪ Existencia de norma procesal: Que una norma procesal (genérica o específica) o un precepto
material, autoricen expresamente el examen de oficio por el juez de la capacidad de conducción
procesal. En cualquier caso, este examen ha de ser posible sin entrar en el del fondo del asunto.
• Integran un claro ejemplo de capacidad de conducción procesal, los documentos exigidos en casos
especiales de los números 2 a 5 del art. 266, que han de incorporarse al escrito de demanda:
▪ Necesidad de incorporar a la demanda el documento que acredite la cualidad de alimentista (art.
266.2).
▪ Necesidad de acreditar el título y la consignación del precio en el proceso de retracto (art. 266.3).
▪ Necesidad de incorporar el título que acredite la cualidad de heredero en una pretensión de reintegro
de la posesión (art. 266.4).
▪ Aquellos otros documentos, que la Ley exija para la admisión de la demanda (art. 266.5).
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B) PROCESALES ESPECÍFICOS
• En los procesos relativos al estado civil de las personas (capacidad, filiación, matrimonio y menores), y
excepción hecha de la intervención del MF, tan sólo ostentan la capacidad de conducción procesal
las personas que se encuentren en la relación de parentesco, de afectividad o con la patria
potestad requeridas por las correspondientes normas procesales específicas. En todos estos
casos, las partes habrán de justificar dicha relación de parentesco en sus respectivos escritos de
alegaciones, todo ello con la sanción procesal de que el juez pueda repeler de oficio la demanda en
los supuestos previstos en:
▪ Art. 757.4: Cuando quien inste la incapacidad del menor no acredite ostentar su patria potestad.
▪ Art. 767.1: Quien, al reclamar la filiación, no aporte un principio de prueba sobre la paternidad.
b) Cualidad de cónyuge
• Debe acreditarse la cualidad de cónyuge para la defensa de los bienes y derechos comunes y la
exigencia de demandar a ambos esposos cuando se ejercite una acción sobre un bien ganancial.
c) Procedimientos hereditarios
d) Procesos arrendaticios
• En los procesos arrendaticios hay que acreditar la cualidad de arrendador y arrendatario de finca
urbana o de finca rústica, mediante la incorporación a la demanda del pertinente contrato de
arrendamiento (art. 265.1.1). Pero dicha omisión, y salvedad hecha del incumplimiento del requisito
contenido en el art. 439.3, no provocará la inadmisión de la demanda, por cuanto ninguna norma lo
autoriza. Sin embargo, si no se subsanara este defecto, el juez en la comparecencia previa o en la del
juicio verbal, podrá estimar la excepción de la falta de conducción procesal (art. 425 en relación con los
artículos 416.1 y 418.2).
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• En los procesos sumarios del art. 41 de la Ley Hipotecaria (LH) hay que justificar documentalmente la
cualidad de titular de la inscripción de dominio en el Reg. de la Propiedad.
• En las demandas de «tercerías de dominio» se ha de incorporar un principio de prueba, por escrito, del
fundamento de la pretensión del tercero (art. 595 LEC), es decir, el título de dominio que acredite su
titularidad sobre el bien indebidamente trabado y en la de mejor derecho un principio de prueba del
crédito que se reputa preferente (art. 614.1). La justificación de este requisito como un presupuesto
procesal de la demanda, si se incumple, puede el juez rechazarla de plano.
• En la ejecución sobre bienes hipotecados hay que acreditar ser titular del derecho de crédito, cuya
ejecución se solicita. Dispone art. 685.2 que la demanda incorporará el título o títulos de crédito cuya
omisión habrá de provocar que el juez no despache ejecución.
• En los procesos ejecutivos para la provisión de fondos y pagos de cuentas al procurador y jura de
cuentas de los abogados (arts. 29, 34.1 y 35 LEC) hay que acreditar la cualidad de ser procurador o
abogado en ejercicio. El incumplimiento habrá de acarrear la denegación del despacho de ejecución.
• En estos casos la capacidad de conducción procesal se confunde con la capacidad para ser parte, como
un presupuesto procesal examinable de oficio, habiendo de acreditarse mediante un documento
especial que ha de incorporarse preceptivamente a la demanda su omisión autorizará al juez a repeler
de oficio dicha demanda, sin perjuicio de que, si no lo hiciera, pueda el demandado oponer la excepción
de falta de capacidad procesal, contemplada en el art. 418.
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C) PROCESALES ESPECIALES
d) En el caso de una comunidad de bienes «pro indiviso» ostentan dicha conducción procesal todos y
cada uno de los «comuneros», por lo que todos ellos han de demandar o ser demandados en juicio.
e) La condición de «profesional de la agricultura» del arrendatario para el ejercicio de una acción de
adquisición preferente de la finca rústica arrendada.
• En todos estos supuestos el tratamiento procesal es similar al de los accionistas para el ejercicio de las
pretensiones de anulación de acuerdos sociales: la capacidad de conducción procesal habrá de
acreditarse mediante el pertinente documento que se adjuntará a la demanda, conforme a lo
dispuesto en el art. 265.1.1° y 2° LEC. Si no se justificara esta condición jurídica de la conducción
procesal, podrá el tribunal decretar el archivo de la demanda «ex» art. 425 en relación con los
arts. 416.1.1° y 418.1 y 2.
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I. LA LEGITIMACIÓN
• Para que una pretensión pueda ser estimada por el órgano jurisdiccional, se precisa:
1. Que se cumplan con los presupuestos procesales del órgano jurisdiccional:
▪ Jurisdicción.
▪ Competencia (objetiva, territorial y funcional).
2. Que se cumplan con los presupuestos procesales de las partes:
▪ Capacidad para ser parte y capacidad de actuación procesal.
▪ Capacidad de postulación.
▪ Capacidad de conducción procesal.
3. Que las partes se encuentren en una determinada relación jurídico material con la pretensión: La
legitimación.
[Ejemplo de legitimación: Un piso de mi propiedad sito en A Coruña en el que paso mis vacaciones de verano, es ocupado
ilegalmente en invierno por unos maleantes. Yo, como propietario del piso estoy legitimado para proceder a una demanda
judicial contra los ocupantes, que no atienden a mi requerimiento de desistir en su pretensión, pudiendo acreditar la
propiedad ante los juzgados mediante la escritura de propiedad del piso. No obstante lo anterior, la legitimación originaria
no sólo viene otorgada por la titularidad de un derecho subjetivo, sino que, en ocasiones, la Ley faculta a comparecer como
partes a quienes ostenten un «interés legítimo».]
A) CONCEPTO
• A la legitimación se refiere expresamente el articulo 10.1 LEC: «Serán considerados partes legítimas
quienes comparezcan y actúen en juicio como titulares de la relación jurídica u objeto litigioso».
• La legitimación viene establecida por una norma de Derecho material que, otorga, a quien interpone
la pretensión o se opone a ella, la titularidad del derecho subjetivo u obligación jurídica material del
bien jurídico o del interés legítimo que se discute en el proceso, la cual ejercita el actor frente a quien
reclama su propiedad o impide su disfrute, y que le faculta para obtener la tutela jurisdiccional de dicho
derecho, bien o interés legítimo.
• La legitimación consiste precisamente en esa titularidad jurídica, que legitima al actor o al
demandado para impetrar la tutela de los tribunales de sus derechos e intereses legítimos, toda vez
que, en un proceso civil, regido por el principio dispositivo, sólo los titulares de tales derechos e
intereses pueden ejercitar su defensa ante los tribunales.
• Por esta razón la legitimación pertenece al Derecho material que constituye presupuesto procesal
alguno, sino que se erige en un elemento subjetivo de la fundamentación de la pretensión. De
aquí que la ausencia de legitimación activa o pasiva no deba ocasionar, como regla general, una
resolución absolutoria en la instancia, sino «de fondo», es decir, ha de producir una Sentencia
con todos los efectos materiales de la cosa juzgada.
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B) FUNDAMENTO Y NATURALEZA
• El fundamento de la legitimación hay que encontrarlo en las exigencias del derecho a la tutela
judicial efectiva y en la prohibición de indefensión que efectúa el art. 24 CE. Si se permitiera que
actuara en un proceso sólo quien afirma la titularidad del derecho subjetivo, sin serlo efectivamente,
se produciría una condena en ausencia de la auténtica parte material, a la que se le habría privado de
su derecho a la tutela o de defensa.
▪ La fundamentación de la pretensión es mucho más amplia, pues abarca la totalidad de las causas
de pedir que hacen atendible la estimación de la petición y, así, se puede estar legitimado en un
proceso determinado y no recibir del juez la satisfacción de la pretensión, por encontrar infundada
la petición.
• El hecho de que la legitimación estribe en una determinada relación o situación jurídica material, que
liga o vincula a las partes con el objeto del proceso, ocasiona que pueda ser examinada con carácter
previo al de la fundamentación de la pretensión o de la relación jurídica debatida. No obstante, esta
condición de constituir un «prius» lógico, un análisis previo o preliminar al examen del «fondo» del
asunto, no la convierte en un presupuesto procesal, sino en una condición para dictar una sentencia
de fondo que, en cualquier caso, gozará de los efectos de la cosa juzgada material.
2. CLASES DE LEGITIMACIÓN
• Subjetivamente puede ser activa y pasiva, y, objetivamente puede ser originaria y extraordinaria.
• A la legitimación activa se refiere el art. 10.1 LEC. Legitimado activamente es quien, por afirmar la
titularidad, directa o indirecta, de un derecho subjetivo o de crédito, de un bien o interés jurídico,
deduce una pretensión y se convierte en parte demandante en el proceso.
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B) LA LEGITIMACIÓN ORDINARIA
• Tanto los titulares de las relaciones jurídicas (por ej. a título de dueño el ejercicio de la acción
reivindicatoria) o la de cualquier otro para comparecer en el proceso en calidad de partes principales,
sean originarias o sobrevenidas.
a) Interés legítimo
• La legitimación originaria no sólo viene otorgada por la titularidad de un derecho subjetivo, sino que,
en ocasiones, la Ley faculta a comparecer como partes a quienes ostenten un «interés legítimo».
• Existen procesos, cuyo objeto no lo constituye una relación, sino una situación jurídica, en la que la
legitimación originaria viene determinada por la afirmación de un interés legítimo. Esto sucede en los
procesos de incapacitación, matrimoniales o de filiación, en los que, junto a la capacidad de conducción
procesal determinada por el parentesco, las partes han de ostentar un interés legítimo (art. 24.1 CE).
• La jurisprudencia otorga legitimación a terceros con interés legítimo, siempre que dicho tercero tenga
un interés jurídico en la impugnación de negocios jurídicos radicalmente nulos. Por ejemplo, para
ejercitar la acción de declaración de inexistencia de un contrato, por carencia de algunos de los
requisitos esenciales que determina el art. 1261 del Código Civil; la acción de nulidad radical o de pleno
derecho de un contrato, por ser contrario a las normas imperativas o prohibitivas (art. 6.3 del Código
Civil).
• Por dicho interés legítimo cabe entender la situación en la que un tercero, visto desde el prisma de la
sentencia, pueda verse afectado por sus futuros efectos de cosa juzgada, es decir, haya de sufrir un
perjuicio o experimentar un beneficio en su esfera patrimonial o moral.
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C) LA LEGITIMACIÓN EXTRAORDINARIA
• A la legitimación extraordinaria se refiere el segundo párrafo del art. 10 LEC, que establece la excepción
de «los casos en que por ley se atribuya legitimación a persona distinta del titular».
• En ocasiones, el demandante puede actuar en el proceso en interés de un tercero, produciéndose, en
este supuesto, una falta de identidad entre las partes materiales y las partes formales que comparecen
en el proceso. Por tanto, en la legitimación extraordinaria quien comparece en el proceso actúa en
interés de otro. No obstante, dicha intervención ha de circunscribirse a los taxativos supuestos en los
que la Ley expresamente lo autorice.
• Dicha actuación de la parte formal en interés de un derecho de la parte material puede ser en nombre
propio («sustitución procesal») o en nombre e interés ajeno («representación procesal»).
b) La legitimación representativa
• Al igual que en la legitimación por sustitución, también en la representativa la parte formal actúa por
derechos ajenos, pero mientras que, en la legitimación por sustitución, lo hace en nombre e interés
propio, en la representativa, la defensa de dichos derechos también lo es en nombre e interés ajeno.
• La legitimación representativa es distinta a la representación material o procesal, cuya causa de estas
últimas obedece a la suscripción de un contrato de mandato. En la legitimación representativa es la
Ley la que atribuye o encarga al tercero la facultad de ejercitar la acción en nombre e interés de otros
y para la defensa de sus derechos. Constituyen supuestos de legitimación representativa:
a) La representación orgánica de Presidente de una comunidad de propietarios para todo lo que sea
favorable a dicha comunidad y los intereses de los copropietarios (art. 13.3 LPH).
b) Los colegios profesionales tienen legitimación para reclamar los honorarios de los colegiados.
c) La «Sociedad General de Autores» ostenta «ex lege» legitimación para reclamar o defender los
derechos de la propiedad intelectual de sus asociados.
d) Las asociaciones de consumidores y usuarios legalmente constituidas están legitimadas para la
defensa de los derechos e intereses de sus asociados y los difusos de consumidores y usuarios (art.
11.1 LEC).
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• En relación al tratamiento procesal de la legitimación podríamos encontrarnos con dos posturas, que
han sido acogidas jurisprudencialmente por el Tribunal Supremo:
• Sin embargo, a nuestro juicio, no creemos que pueda sustentarse esta solución para cualquier
ausencia de legitimación activa o pasiva, sino única y exclusivamente para aquellos supuestos en los
que se podrían conculcar normas imperativas como lo son las que tipifican los derechos
fundamentales a la tutela judicial efectiva o de defensa o cuando, más que de una ausencia de
legitimación, nos encontremos ante supuestos de incumplimiento del presupuesto de la falta de
conducción procesal.
• El art. 24.1 CE consagra la teoría concreta del derecho a la acción o pretensión de tutela de los derechos
e intereses legítimos.
• Ahora bien, si manifiestamente, en un proceso determinado, no existiera la titularidad de ese derecho
subjetivo material, cuya tutela jurisdiccional pretende el actor, el tribunal de oficio, podría repeler dicha
infundada pretensión. Esto es precisamente lo que ha hecho el TS en determinados supuestos.
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2ª P – PRESUPUESTOS PROCESALES – SEC 2ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES
• La primera manifestación del derecho a la tutela judicial efectiva constituye el libre acceso de todos a
los tribunales, para cuyo ejercicio los órganos jurisdiccionales tienen la obligación de comunicar la
existencia del proceso a fin de que puedan ejercitar sus derechos fundamentales a la tutela o de
defensa.
• En un proceso como el civil, regido por los principios dispositivo y de aportación, dicha obligación sólo
puede contraerse con respecto a las partes que han sido demandadas en el proceso. De aquí, que, en
principio, tan sólo a ellas se dirigirán las notificaciones a las que hace referencia el art. 150.1 LEC.
• Por tanto, al demandante le asiste la carga de demandar en su propio nombre y exclusivamente en
relación a derechos de su efectiva titularidad y de dirigir la demanda tan sólo contra quien deba
soportar los efectos de su pretensión. Si no lo hiciera así y aparentara una titularidad que no tiene o
demandara a una persona que nada tiene que ver con la relación jurídico material debatida, el tribunal,
obligado por la congruencia, podría otorgar, en su sentencia, derechos a quien de ningún modo le
corresponden o condenar a quien ni siquiera tuvo la oportunidad de haber sido oído en el proceso.
• Por esta razón, porque esta burda infracción de las normas que tutelan la legitimación activa y pasiva
infringe el derecho a la tutela del art. 24.1 CE y, desde luego, el «orden público procesal» y porque los
efectos de las normas jurídicas no pueden quedar a voluntad de los particulares de modo que se
apliquen, aun no dándose los supuestos queridos y previstos por el legislador para ello, la
jurisprudencia del TS ha admitido, en tales casos, el examen de oficio de la legitimación.
• Todas estas razones, a las que se une la obligación de los tribunales de preservar, frente a su hipotética
violación, el libre ejercicio de los derechos fundamentales (art. 53.2 CE), aconsejan que, en tales
supuestos, el tratamiento procesal de la legitimación haya de ser de oficio. No obstante, esta
conclusión no convierte, sin más, a la legitimación, en un presupuesto procesal, sino en un requisito
de la fundamentación de la pretensión, cuya infracción provoca la vulneración del art. 24.1 y, con ella,
un supuesto típico de nulidad radical e insubsanable.
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• Una vez aducida expresamente por el demandado en su escrito de contestación dicha excepción de
falta de legitimación activa o pasiva, aparentemente el art. 416 LEC no permitiría que enla
comparecencia previa pueda discutirse la falta de legitimación de las partes, ya que en su listado de
excepciones no contempla expresamente la legitimación activa y pasiva, (salvo respecto al
litisconsorcio).
▪ Falta de capacidad de conducción procesal y ausencia de legitimación que afecta a la falta del derecho de
«acción», entendida en sentido concreto, o que pueda ocasionar la vulneración de los derechos fundamentales
a la tutela o de defensa.
▪ También podría incorporarse a dicho catálogo la ausencia de habilitación legal en la legitimación extraordinaria,
tanto por sustitución procesal, como la legitimación representativa, pues, si la Ley no autorizara al sustituto a
accionar en interés de otro, es claro que su legitimación sería originaria y ocasionaría al sustituido, de no
comparecer en el proceso, indefensión material).
• Fuera de los casos anteriores, no debiera discutirse la legitimación en la comparecencia previa, que,
como elemento de la fundamentación de la pretensión, exige una actividad probatoria, por lo que, a
fin de evitar una precipitada e injustificada denegación del derecho la tutela, debe merecer un examen
de fondo en la Sentencia.
• Aun cuando la vulneración de las normas, que disciplinan la legitimación, son, tal y como se ha
reiterado, de Derecho sustantivo, es una doctrina reiterada y unánime del TS la de que su infracción
ha de denunciarse por el cauce del recurso de casación extraordinario por infracción procesal y no a
través del recurso material de casación.
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I. LA PLURALIDAD DE PARTES
• Como consecuencia de la vigencia del principio de contradicción, no es concebible un proceso sin la
existencia de dos posiciones enfrentadas: la de la parte actora o demandante, que interpone la
pretensión, y la de la parte demandada, que se opone a ella.
No obstante, puede suceder que dentro de estas dos posiciones, activa y pasiva, aparecen una
pluralidad de partes, bien demandantes, bien demandadas, o incluso, varios demandantes y varios
demandados.
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
• Nos encontramos ante un proceso único con pluralidad de partes cuando dos o más personas se
constituyen en el proceso, en la posición de actor y/o demandado, estando legitimadas para ejercitar
o para que frente a ellas se ejercite una única pretensión. En este supuesto el juez ha de dictar una
única sentencia, en la que se contendrá un solo pronunciamiento, que afectará a todas las
personas parte que se constituyan en el proceso de modo directo o reflejo.
▪ Acumulación de acciones (art. 71.2 LEC). Se autoriza al actor a acumular inicialmente diversas
pretensiones.
▪ Acumulación de procesos (art. 74 y ss. LEC). Se autoriza al actor a acumular de una manera
sobrevenida diversas pretensiones.
• A diferencia de la acumulación de pretensiones, en la pluralidad de partes nos encontramos ante una
única pretensión que se plantea por una pluralidad de personas o frente a una pluralidad de personas,
razón por la cual ocasionará una sentencia con un solo pronunciamiento o parte dispositiva.
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A) ACTIVO Y PASIVO
a) Litisconsorcio voluntario
• El litisconsorcio voluntario o facultativo (art. 12.1 LEC ) se da cuando su constitución depende de la sola
voluntad de los varios actores que deciden litigar juntos, o del único actor que puede demandar a
varias personas al mismo tiempo.
• Es por tanto el demandante quien, por razones de oportunidad, puede decidir acumular todas sus
pretensiones en una demanda, siempre y cuando sea posible (es decir, atendida la competencia del
juez, la naturaleza de las pretensiones y de su procedimiento adecuado, art. 73) o suscitar distintos
procesos. Ahora bien, para que esta acumulación sea factible, el art. 12.1 exige una conexión entre los
sujetos y «un mismo título o causa de pedir»:
2. El mismo «título o la causa de pedir», esto es, en los mismos fundamentos de hecho de las
pretensiones, entendiéndose por «Título» el negocio jurídico que es fuente de los derechos y
obligaciones y «Causa de pedir» el hecho o acto que, al ser reconocido por una norma, origina los
derechos y obligaciones (por ejemplo, la acción causante de un daño y exigencia de
responsabilidad).
• El litisconsorcio voluntario, se discutirán por tanto, todas las pretensiones «en un mismo
procedimiento y resolverse en una sola sentencia» (art. 71.1), la cual tendrá tantos pronunciamientos
como pretensiones se hayan acumulado, sin que se produzca naturalmente ningún efecto con
respecto a las pretensiones que no se hayan acumulado.
[Ejemplo (Vivero):Una Comunidad de Propietarios está totalmente enfrentada al constructor del edificio, varios
vecinos afectados deciden plantear juntos una demanda judicial. Habria litisconsorcio voluntario ya que no están
obligados a promover el pleito.
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2ª P – PRESUPUESTOS PROCESALES – SEC 2ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES
b) Litisconsorcio necesario
• El art. 12.2 LEC establece que «cuando por razón de lo que sea objeto del juicio la tutela jurisdiccional
solicitada sólo pueda hacerse efectiva frente a varios sujetos conjuntamente considerados,
todos ellos habrán de ser demandados, como litisconsortes, salvo que la ley disponga
expresamente otra cosa». A diferencia del litisconsorcio voluntario, en el necesario las partes no son
dueñas de la constitución del litisconsorcio, sino que viene impuesto por la Ley, porque a todos
los litisconsortes necesarios se les habrán de extender, por igual, los efectos de la cosa juzgada.
• Ejemplos de este supuesto serían quien impugna su desheredación ha de demandar a todos los
herederos y legitimarios, porque, frente a dicha pretensión, forman todos ellos una comunidad de
suerte, o cuando el MF o un tercero insten la nulidad de un matrimonio habrá de demandar a ambos
esposos.
c) Cuasinecesario
▪ Las obligaciones solidarias (art. 1.444 CC) en las que el acreedor puede dirigir su demanda contra
uno, varios o todos los deudores solidarios. Si demanda a todos los deudores solidarios y son
condenados, todos ellos responderán de la deuda; pero, si tan sólo se dirige contra algunos de ellos,
la sentencia no se convertirá en título de ejecución frente a los demás que no hayan sido partes en
el proceso (art. 542.1 LEC).
▪ Impugnación de acuerdos sociales. El art. 205 LSC confiere el derecho de impugnación de acuerdos
sociales a todos los socios. Por tanto, ante la adopción de un acuerdo nulo o anulable son dueños
cada uno de los que votaron en contra o se ausentaron de la Junta General de ejercitar la acción de
impugnación. Pero, en tal caso, y si fueren varios quienes ejercitaran el derecho de impugnación, el
art. 73.2 LEC, a fin de evitar sentencias contradictorias y por razones de economía procesal, obliga al
juez a acumular de oficio todas las pretensiones constitutivas de anulación o declarativas de nulidad
en un solo procedimiento, ya que, las sentencias que se dicten sobre impugnación de acuerdos
societarios afectarán a todos los socios, aunque no hubieren litigado art. 222.3 LEC.
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1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
A) CONCEPTO
• Se entiende por litisconsorcio necesario la exigencia legal o convencional que tiene el actor de
demandar en el proceso a todos los partícipes de una relación jurídico material inescindible, de tal
suerte que, si no lo hiciera, a todos ellos les podrían afectar, por igual, los efectos materiales de la
sentencia (Ejemplo, quien decida impugnar una herencia, debe de demandar a los demás herederos,
ya que, si demanda a uno, a los otros cuatro les afectará la resolución que adopten los tribunales).
• Presupuesto ineludible del litisconsorcio necesario es que todos los codemandados hayan participado
en una relación jurídica material inescindible, de tal manera que, como señala el art. 12.2 LEC «la tutela
jurisdiccional… sólo pueda hacerse efectiva frente a varios sujetos conjuntamente considerados».
B) FUNDAMENTO
• El litisconsorcio necesario se fundamenta en una legitimación pasiva originaria, que viene determinada
por la existencia previa de una relación jurídica plurisubjetiva e inescindible, en la que, debido a que a
todos los futuros demandados les asisten los mismos o similares derechos subjetivos y obligaciones,
se encuentran todos ellos en una misma comunidad de suerte, produciéndose una correlación entre
su situación jurídica material y procesal.
• Como supuestos de litisconsorcio necesario podemos citar, entre otros, los siguientes:
a) La indivisibilidad de las obligaciones mancomunadas, con respecto a las cuales el art. 1.139 del
Código Civil obliga al acreedor a proceder contra todos los deudores.
• En todos los anteriores ejemplos, si el actor no dirigiera su demanda contra todos los litisconsortes, el
Tribunal no podría estimar su pretensión sin infringir el derecho a la tutela judicial efectiva de los
ausentes. La existencia de una relación material inescindible en el litisconsorcio necesario ha de
ocasionar que, declarada judicialmente su nulidad, haya de repercutir necesariamente dicha
declaración con respecto a todos los litisconsortes, presentes y ausentes del proceso.
• El fundamento del litisconsorcio necesario hay que encontrarlo en la preservación del derecho a la
tutela del art. 24.1 CE, antes que en la exigencia de evitar sentencias contradictorias o de encontrar
dicho fundamento en la seguridad jurídica.
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2. RÉGIMEN PROCESAL
A) EL ESTATUS DE PARTE
• Los litisconsortes tienen todo el status de parte principal. Pueden litigar unidos o por separado, en
cuyo caso todos ellos conformarán, mediante sus escritos de contestación a la demanda, el objeto
procesal.
• En el litisconsorcio pasivo necesario rige la regla de que «los litisconsortes activos o diligentes en el
proceso benefician a los inactivos». Esto significa que los actos de un litisconsorte producen efectos
frente a los demás en la medida en que les beneficia (así la estimación de un recurso, interpuesto por
uno de ellos, beneficia a los demás), pero nunca en cuanto les perjudica.
• Los actos de disposición directa (ej. allanamiento) e indirecta (la admisión de hechos) del proceso, para
que sean válidos, requieren del concurso de voluntades de todos los litisconsortes.
B) EXAMEN DE OFICIO
C) LA COMPARECENCIA PREVIA
• Si inicialmente el tribunal no aprecia la falta del litisconsorcio necesario, la LEC permite expresamente
su subsanación, facultando al demandante para que pueda ampliar su demanda ya interpuesta contra
todos los litisconsortes. En este caso volverá a nacer el plazo para su contestación (art. 401.2),
pudiendo ser la falta del litisconsorcio necesario aducida expresamente por el demandado como
excepción (art. 405.3) o estimada de oficio por el juez, la cual habrá de discutirse en la comparecencia
previa.
• Si el demandante no estuviera de acuerdo con la excepción del litisconsorcio necesario, el juez debe
oír a ambas partes en la audiencia preliminar sobre este extremo «y, cuando la dificultad o complejidad
del asunto lo aconseje, podrá resolverlo mediante auto que deberá dictar en el plazo de cinco días
siguientes a la audiencia» (art. 420.2).
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2ª P – PRESUPUESTOS PROCESALES – SEC 2ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES
• De conformidad con la jurisprudencia del TS, el litisconsorcio también puede ser planteado de oficio
por el tribunal, aunque no lo prevea expresamente la norma. En este caso, el juez debe oír a ambas
partes en la comparecencia previa (primero al demandado y después al actor) y dictar la resolución
que proceda. Si el tribunal entendiera que es procedente el litisconsorcio, el art. 420.3 LEC dispone que
el tribunal «concederá al actor el plazo que considere oportuno para constituirlo que no podrá ser
inferior a diez días».
• Si el demandante incumpliera con su carga de redactar nuevas demandas dirigidas contra todos los
litisconsortes y no las presentara en el juzgado, junto con sus copias y documentos, en el plazo indicado
de diez días, el tribunal dictará auto de sobreseimiento del proceso (art. 420.4).
• En cualquier caso, la apreciación de este presupuesto preliminar a la cuestión de fondo, bien sea a
instancia del demandado, bien de oficio en dicha comparecencia o en cualquier fase del proceso
declarativo o de sus instancias, ha de ocasionar la nulidad de las actuaciones practicadas con
retroacción al momento del emplazamiento de los demandados a fin de que sean adecuadamente
emplazados los demás litisconsortes.
A) CONCEPTO
• Se entiende por intervención procesal la entrada de terceros con un interés directo y legítimo en un
proceso ya iniciado, el cual se convierte en un proceso único con pluralidad de partes sobrevenida (art.
13.1 LEC). Dicha intervención no ocasiona, a diferencia de la acumulación de procesos o de autos, la
incorporación de nuevas pretensiones, sino tan sólo de partes en la posición actora y/o demandada.
Son presupuestos de la intervención procesal los dos siguientes:
B) FUNDAMENTO
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2. Intervención provocada (art. 14). El tercero interviene como consecuencia de una denuncia de la
existencia del proceso efectuada por alguna de las partes. Puede ser:
• El presupuesto ineludible que ha de cumplir la parte material que pretenda intervenir en un proceso
pendiente, consiste en la existencia de una legitimación originaria o extraordinaria. Dicha intervención
puede suceder en la parte activa, para coadyuvar al éxito de la pretensión, o en la pasiva, para
contribuir a su desestimación, pero, en cualquier caso, el tercero no deduce pretensión autónoma
alguna, por lo que nos encontramos ante un proceso único con pluralidad de partes, bien en el «rol»
del actor, bien en el del demandado.
• Ahora bien, debido a que la legitimación puede estribar, bien en la cotitularidad del derecho subjetivo
o de la relación material debatida, bien en un mero interés jurídico en el éxito o rechazo de la
pretensión, pueden distinguirse dos clases de intervención voluntaria: la litisconsorcial y la adhesiva.
A) INTERVENCIÓN LITISCONSORCIAL
• El TS ha señalado que «La llamada intervención litisconsorcial (…) viene determinada y justificada,
esencial y fundamentalmente, por la circunstancia de que la sentencia única que, en cuanto al fondo
del asunto propiamente dicho, recaiga en el proceso seguido entre las partes originarias, haya de
producir efectos directos (no reflejos) contra el tercero interviniente, vinculándolo a la cosa juzgada».
• Como supuestos de intervención litisconsorcial podemos citar Los acreedores y deudores solidarios
(art. 1.144 del Código Civil), los accionistas que, en un proceso de impugnación de acuerdos sociales
deciden comparecer para defender la validez del acuerdo (arts. 117.4 LSA y 222.3.3° LEC), o los
consumidores que pretendan intervenir en un proceso incoado por una asociación de consumidores.
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B) LA INTERVENCIÓN ADHESIVA
• En la intervención adhesiva no existe dicha cotitularidad, sino una relación jurídica subordinada a la
relación jurídico material debatida en el proceso y de la que es titular el tercero, quien está interesado
en la defensa de aquélla, pues de su reconocimiento depende su relación subordinada. Los efectos
de la sentencia no se extenderán directamente sobre el tercero, sino de forma refleja.
• Tal y como afirma la STS de 18 de septiembre de 1996 (1996/6726), «no es de apreciar tal situación
litisconsorcial cuando los posibles efectos hacia terceros se producen, con carácter reflejo, por una
simple o mediata conexión, o porque la relación material sobre la que recae produce la declaración
sólo les afecta con carácter prejudicial o indirecto; en estos casos su posible intervención en el litigio
no es de carácter necesario, sino voluntaria o adhesiva, ya que la extensión de los efectos de la cosa
juzgada no les alcanza, ni se produce para ellos indefensión».
• Como ejemplos de la intervención adhesiva podemos citar el del subarrendatario que se encuentra
interesado en coadyuvar a la defensa del arrendatario frente a su arrendador que pretenda la
resolución del contrato, o la intervención de la esposa e hijos en un proceso de reconocimiento de la
paternidad.
4. RÉGIMEN PROCESAL
• Los intervinientes en un proceso pueden comparecer en cualquiera de sus fases o instancias, sin que
se produzca la retroacción de las actuaciones (art. 13 LEC). Dicha intervención se produce mediante un
escrito de solicitud, que origina un incidente en el que el Juez ha de dar traslado a las demás partes y
resolver mediante auto.
• En general, todos los intervinientes pueden ejercitar la totalidad de los medios de ataque y de defensa,
posibilidades y levantamiento de cargas procesales que coadyuven al éxito de la pretensión o
resistencia, a cuyo éxito o fracaso coadyuvan. Distinguimos el régimen de intervención del litisconsorte,
del coadyuvante.
A) INTERVENCIÓN LITISCONSORCIAL
• El interviniente litisconsorcial es una auténtica parte principal y, por tanto, está legitimado para
conformar, junto con los demás litisconsortes, el objeto procesal. Los actos de disposición de la
pretensión exigen la concurrencia de la voluntad de todos ellos, por lo que el interviniente:
▪ Puede el interviniente oponerse a cualquiera de los tales actos (desistimiento, allanamiento, etc.).
▪ Puede suplir mediante sus actos procesales los efectos de la rebeldía o de una conducta meramente
pasiva de la parte intervenida, a él se le deben notificar todas las resoluciones judiciales y, contra ella,
podrá ejercitar los medios de impugnación con independencia, debiendo satisfacer las costas
procesales que su sola conducta origine dentro del proceso.
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• Tampoco puede ocasionar la crisis del proceso mediante un acto de disposición de la pretensión, ni
recurrir las resoluciones judiciales en contra de la voluntad de la parte coadyuvada.
• Al igual que el interviniente litisconsorcial, el interviniente adhesivo puede ser acreedor o deudor de
una condena en costas derivada de su intervención, ya que al tercero se le ha de tener por parte a
todos los efectos.
5. LA INTERVENCIÓN PROVOCADA
▪ Llamada del demandante. Si fuera el demandante quien pretendiera efectuar dicha llamada, lo
solicitará en su escrito de demanda. Si esta solicitud fuera admitida por el Juez, facultará al tercero a
formular su demanda y «dispondrá de las mismas facultades de actuación que la ley concede a las
partes» (art. 14.1 LEC).
▪ Llamada del demandado. Si fuera el demandado quien realizara la llamada, deberá formular su
solicitud en el escrito de contestación o con anterioridad a la vista del juicio verbal. El LAJ suspenderá
el plazo para la contestación y dará traslado de dicha solicitud al demandante y, si aceptara la
intervención, le otorgará idéntico plazo de contestación (art. 14.2).
a) La evicción «invertida»
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• Junto a dichas modalidades genéricas de intervención, el art. 15 contempla una específica relativa a la
protección de los intereses de consumidores y usuarios.
• Si el proceso fuera incoado mediante demanda de una asociación de consumidores o usuarios, que,
como vimos, poseen una legitimación extraordinaria representativa, el LAJ dispondrá la publicación de
la admisión de la demanda en los medios de comunicación a fin de que puedan comparecer los
perjudicados para deducir su pretensión resarcitoria.
• Asimismo, el precepto distingue la intervención de terceros en:
▪ En los intereses difusos, el referido llamamiento suspenderá el proceso durante el plazo de 2 meses
a fin de que puedan comparecer a plantear su pretensión, finalizado el cual no se admitirá su
personación, sin perjuicio de que lo hagan en el proceso de ejecución (art. 15.3 en relación con los
arts. 221 y 519 LEC).
▪ En los intereses colectivos, en los que los perjudicados son fácilmente determinables, el actor tiene
la carga de determinar a todos ellos en su escrito de demanda y de trasladarles, con anterioridad a
su presentación, dicho escrito a fin de que puedan intervenir en el proceso como demandantes sin
que se retrotraigan las actuaciones (art. 15.2).
• Como supuestos de intervención provocada a instancia del demandado podemos citar los siguientes:
a) La denuncia del proceso de evicción, efectuada por el comprador, demandado por un tercero, al
vendedor de la cosa (arts. 1.475, 1.478, 1.481 y 1.482 del Código Civil).
b) La denuncia del coheredero que no hubiera aceptado la herencia a beneficio de inventario y que ha
sido demandado por un acreedor, de la existencia del proceso a otro coheredero (art. 1084 del
Código Civil), a fin de evitar la ulterior vía de regreso del art. 1085 del Código Civil.
c) La denuncia del usufructuario al propietario de la existencia de un proceso en el que un tercero
puede lesionar su derecho de propiedad (art. 511) o la del arrendatario al arrendador frente a la
demanda de un tercero que pretenda usurpar o dañar su propiedad (art. 1.559) a fin de evitar una
ulterior vía de regreso del poseedor mediato frente al inmediato (art. 511 del Código Civil) en
reclamación de daños y perjuicios. En estos últimos supuestos, la ausencia de legitimación pasiva
del usufructuario y del arrendatario ha de provocar la sustitución procesal de aquellos por el
propietario (art. 14.2.4 LEC) a través de una impropia sucesión procesal.
d) La denuncia de un promotor de las viviendas al arquitecto, para oponerse a una acción de
responsabilidad derivada de vicios o defectos en una edificación, en cuyo caso, si dicho tercero no
compareciera (el arquitecto), también a él se le extenderán los efectos de la sentencia con clara
derogación de los límites subjetivos de la cosa juzgada, trazados por el art. 22.3 LEC.
• En todos los anteriores supuestos, si producida la denuncia al tercero, éste hiciera caso omiso del
llamamiento, puede verse afectado por los efectos prejudiciales de la sentencia recaída en el primer
proceso, los cuales pueden operar en el segundo proceso efectuado en vía de regreso por la parte
principal frente a la subordinada.
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2ª P – PRESUPUESTOS PROCESALES – SEC 2ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DE LAS PARTES
• Se entiende por sucesión procesal la sustitución, en un proceso determinado, de unas partes formales
por otras materiales, como consecuencia de la transmisión «inter vivos» o «mortis causa» de la
legitimación de aquéllas a éstas.
• El art. 16 LEC traslada a la esfera del proceso el hecho jurídico de la muerte de las personas físicas:
▪ «Los derechos a la sucesión de una persona se transmiten desde el momento de su muerte» (art.
657 CC).
▪ «Los herederos suceden al difunto por el hecho sólo de su muerte en todos sus derechos y
obligaciones» (art. 661 CC).
• Consecuentemente con las anteriores prescripciones del Código Civil, el art. 16.1 establece que
«Cuando se transmita mortis causa lo que sea objeto del juicio, la persona o personas que sucedan al
causante podrán continuar ocupando en dicho juicio la misma posición que éste, a todos los efectos».
• Los sucesores son:
▪ Los herederos a título universal (art. 661 del Código Civil).
▪ Los legatarios (art. 881 del Código Civil) de la cosa legada.
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• Las personas jurídicas suceden por fenómenos de fusión o de absorción, pues la liquidación definitiva
de la sociedad extingue su personalidad sin que exista una transmisión de derecho alguno. En tales
supuestos, la sucesora será la nueva sociedad fusionada o la absorbente.
• Al igual que en la transmisión «mortis causa», también en la sucesión «inter vivos» se requiere la
existencia de un proceso pendiente, pero es necesario, además, el cumplimiento de varios requisitos:
a) Que lo solicite el adquirente del bien o derecho litigioso, que habrá de acreditar la transmisión.
b) Que se le dé audiencia a la parte contraria.
c) «No se accederá a la pretensión cuando dicha parte acredite que le competen derechos o defensas
que, en relación con lo que sea objeto del juicio, solamente puede hacer valer contra la parte
transmitente, o un derecho a reconvenir, o que pende una reconvención, o si el cambio de parte
pudiera dificultar notoriamente su defensa».
• Solicitada la sucesión por el adquirente, el LAJ abrirá un incidente, en el que dará traslado de dicha
petición a la contraparte. Si ésta no se opone, admitirá la sucesión, pero si se opusiera por el
incumplimiento de los anteriores requisitos, el tribunal resolverá mediante auto en el que, bien
dispondrá que el proceso trascurra con el transmitente, bien con su sucesor.
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A) CONCEPTO
• Son los requisitos, cuyo complimiento condiciona la admisibilidad de la demanda, de tal suerte que la
ausencia de su concurrencia ha de ocasionar una resolución judicial absolutoria de la instancia que
no producirá los efectos materiales de cosa juzgada.
• Los presupuestos del objeto litigioso (o presupuestos procesales de la actividad) han de ser cumplidos
con anterioridad a la interposición de la demanda y, en cualquier caso, antes de dictar la sentencia,
de forma que su incumplimiento podrá acarrear la (1) inadmisión de la demanda, (2) el archivo o el
sobreseimiento del procedimiento, o (3) una sentencia absolutoria en la instancia.
B) CLASES Y DETERMINACIÓN
1) Presupuestos generales
• Los presupuestos generales del objeto litigioso son siempre negativos, con excepción del
procedimiento adecuado. Es preciso que no concurran para que el órgano jurisdiccional pueda
examinar el fondo de la cuestión litigiosa. Son generales:
▪ La caducidad de la acción (es necesario que la acción no esté caducada).
▪ La litispendencia (es necesario que sobre el objeto procesal no haya recaído una sentencia con
fuerza de cosa juzgada, ni sea objeto de litispendencia).
▪ La cosa juzgada (se requiere no haya sido resuelta o se haya sometido al arbitraje).
▪ El arbitraje y el pendiente compromiso (es necesario que no se haya solucionado su conflicto
mediante un medio de finalización anormal del proceso).
▪ La existencia de algún medio dispositivo de finalización del litigio (que no haya sido necesario
acudir a un procedimiento previo autocompositivo, como lo es la reclamación previa).
▪ El procedimiento adecuado (es necesario el actor interponga su demanda mediante el
procedimiento adecuado).
• Los presupuestos del órgano jurisdiccional y de las partes son siempre positivos, pues
necesariamente han de concurrir en dichos sujetos procesales.
2) Presupuestos especiales
• Los presupuestos especiales son positivos, en el sentido de que, en determinadas relaciones jurídicas
litigiosas, han de ser cumplidos por el actor con anterioridad a la interposición de la demanda. Estos
presupuestos vienen determinados por la autocomposición las cauciones necesarias para poder
interponer la demanda o para oponerse a ella y los requerimientos especiales al deudor.
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1. LA CADUCIDAD DE LA «ACCIÓN»
1) Concepto
• Se entiende por caducidad de la acción la imposibilidad de plantear una pretensión constitutiva por el
mero transcurso del tiempo legalmente establecido por una norma material para el ejercicio del
derecho subjetivo de impugnación.
2) Naturaleza y fundamento
• En ocasiones, las Leyes sustantivas establecen un plazo preclusivo para obtener la tutela jurisdiccional
de un determinado derecho subjetivo material. El sometimiento de tales derechos a plazos de
caducidad suele acontecer en las pretensiones constitutivas de anulación. En estos casos, el legislador,
con el ánimo de garantizar la seguridad jurídica y el interés público, impone a las partes legitimadas
para el ejercicio de las acciones de impugnación la exigencia de ejercitar el derecho de acción dentro
de un breve plazo de tiempo, que, por el interés público subyacente, lo es siempre de caducidad.
B) SUPUESTOS
• Como supuestos legales de caducidad de la acción, podemos mencionar, entre otros los siguientes:
▪ Las acciones de impugnación de la paternidad (arts. 136 y 137.1 del Código Civil) al plazo de 1 año,
contado desde la inscripción de la filiación en el Registro Civil, el ejercicio de dichas acciones, tanto
por el padre, como por el hijo.
▪ Las acciones de rescisión de los negocios jurídicos contemplados en el art. 1.291 del Código Civil
están sometidas a un plazo de caducidad de 4 años (art. 1.299.1).
▪ La acción de saneamiento por vicios ocultos o acción «quanta minoris» [el comprador exige una
reducción en el precio en caso de vicios ocultos] del art. 1490 del Código Civil caduca a los 6 meses.
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C) TRATAMIENTO PROCESAL
• Los plazos de caducidad no son procesales, sino materiales. No se rigen por las disposiciones de la
LOPJ, ni de la LEC, sino por el art. 5 del Código Civil. Por tanto, no se descuentan los inhábiles (arts.
5.2).
• La caducidad no es susceptible de interrupción, ni de suspensión. Tan sólo se enerva mediante el
ejercicio de la acción.
• El tratamiento procesal de la caducidad de la acción ha de ser similar al de la cosa juzgada (art. 421). Si
el Juez apreciara la existencia de caducidad, dictará auto de sobreseimiento, o, en caso contrario, su
reanudación.
• Ahora bien, la caducidad de la acción, a diferencia de la prescripción de la acción (que es una auténtica
excepción, por cuanto si el demandado no la alega, no puede el juez entrar a conocer de ella, aunque
el derecho de crédito esté efectivamente prescrito), puede también y debe ser examinada de oficio por
el tribunal en cualquiera de sus fases e instancias. En tal caso, su tratamiento procesal ha de ser similar
al de la falta de jurisdicción o de competencia objetiva: habrá el Juez de oír a todas las partes, con
carácter previo a su resolución de nulidad y archivo de las actuaciones (arts. 38 y 48).
A) ÁMBITO DE APLICACIÓN
• La ley 53/2002 de medidas fiscales, administrativas y de orden social restableció este impuesto,
circunscrito a las personas jurídicas. La Ley 10/2012 extendió la obligación de su pago también las
personas físicas que decidan litigar en los procesos civiles, contencioso-administrativo y del orden
social lo que motivó el general rechazo por parte de la Abogacía.
• El RD-Ley 1/2015, de 7 de febrero, de mecanismos de segunda oportunidad, reducción de carga
financiera y otras medidas de orden social, excluyó del pago de este impuesto a las personas físicas
y a las jurídicas a las que se les haya reconocido el beneficio a la asistencia gratuita.
• Lo que no ha podido derogar esta Ley es la tasa judicial autonómica, que las CCAA que hayan legislado
sobre esta materia, pueden establecer, estando destinada a sufragar los gastos de los medios
personales y materiales de su competencia.
• Por otra parte, la STC 140/2016 declaró que las tasas judiciales no son inconstitucionales, sino lo que
resulta inconstitucional es que el legislador establezca unos tipos de gravamen que conculque el
derecho al libre acceso a los tribunales.
B) CUANTÍA
▪ La cuantía fija es de 150 € para los juicios verbales y cambiarios, 300€ para los ordinarios, 200€ para
las ejecuciones y concursos, 800€ para el recurso de apelación y 1.200€ para los recursos
extraordinarios de infracción procesal y de casación. A dicha cuantía hay que incorporar la tasa
judicial autonómica, y el depósito para recurrir previsto en la LOPJ.
▪ Además de esos importes fijos, hay que añadir una tasa variable en cada instancia, en cada actuación.
Se calcula en un 0,5% de la cuantía procesal hasta 1.000.000 €, y a partir de 1.000.000 €, el 0,25% de
la misma.
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2ª P – PRES. PROCESALES – SEC 3ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DEL OBJETO PROCESAL
C) HECHO IMPONIBLE
• El devengo de la tasa sucede con la presentación del escrito que constituye el hecho imponible,
estando obligado al pago la parte material y nunca el Abogado o Procurador.
• Por tanto, con anterioridad a la interposición del referido acto procesal, el sujeto pasivo ha de ingresar
el importe de la tasa, cuya justificación habrá de incorporar al escrito procesal.
D) ACREDITACIÓN
• En caso de que no se acompañase dicho justificante, el LAJ le requerirá que lo aporte en el plazo de 10
días, no dando curso al escrito hasta que tal omisión fuese subsanada. La falta de presentación del
justificante de autoliquidación no impedirá la aplicación de los plazos establecidos por la legislación
procesal de manera que la ausencia de subsanación de tal deficiencia, dará lugar a la preclusión del
acto procesal y a la consiguiente continuación o finalización del procedimiento, según proceda.
E) EFECTOS DE SU INCUMPLIMIENTO
a) Incumplimiento parcial
• En el caso de la parte aporte el justificante de pago, pero en una cuantía inferior a la cuantía tributaria
establecida, no debiera aplicarse la sanción procesal, sin perjuicio de que se le requiera a la parte su
subsanación, cuyo incumplimiento podría ocasionar el procedimiento administrativo de apremio por
la diferencia, pero sin que sea procedente la inadmisión del acto.
b) Incumplimiento total
• Si el sujeto pasivo no adjuntara, junto con su escrito de inicio del proceso, el justificante de pago, será
de total aplicación la sanción procesal prevista en el art. 8.2.II Ley de Tasas: requerimiento de
subsanación del LAJ con suspensión del procedimiento de admisión el escrito, el cual, si no fuere
subsanado en el plazo otorgado al efecto (10 dias), ocasionará «la preclusión del acto procesal y la
consiguiente continuación o finalización del procedimiento, según proceda».
• La Ley de Tasas no explica cuál debe ser el procedimiento de inadmisión del acto procesal que la
incumple, por lo que hay que acudir a las normas generales establecidas en la LEC.
• Desde luego corresponde al LAJ emitir los decretos de subsanación y de requerimientos de preclusión
del acto, que podrán ser impugnados a través del recurso de reposición.
• Corresponde, pues, al tribunal competente dictar el pertinente auto de inadmisión de la demanda,
reconvención o recurso, contra el cual la parte gravada podrá ejercitar los recursos ordinarios y, previo
cumplimiento de los presupuestos procesales, podrá interponer el recurso constitucional de amparo.
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2ª P – PRES. PROCESALES – SEC 3ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DEL OBJETO PROCESAL
3. LA LITISPENDENCIA
a) Concepto
• Uno de los efectos esenciales de la admisión de la demanda estriba en su efecto negativo o excluyente,
conforme al cual surge la prohibición de que, sobre esa misma pretensión, pueda conocer otro
órgano jurisdiccional. Si así lo hiciera, podrá oponerse en el segundo procedimiento la excepción de
litispendencia.
• Este efecto negativo de la litispendencia intenta preservar los efectos de la cosa juzgada, impidiendo
que, en un futuro, puedan pronunciarse sobre un mismo objetivo procesal dos sentencias
contradictorias.
b) Naturaleza y fundamento
B) PRESUPUESTOS
• Para que una demanda genere los efectos típicos de la litispendencia, tanto los positivos como los
negativos o excluyentes, es necesario que concurran una serie de presupuestos o identidades. Estos
presupuestos o identidades pueden ser sistematizados en subjetivos y objetivos.
a) Identidades subjetivas
• Las identidades subjetivas han de concurrir tanto en el orden jurisdiccional como en las partes:
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2ª P – PRES. PROCESALES – SEC 3ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DEL OBJETO PROCESAL
b) Identidad objetiva
• La cosa juzgada excluirá un ulterior proceso cuyo objeto sea idéntico al del proceso en que aquélla se
produjo (art. 222.1 LEC). Esta identidad de objetos procesales es necesaria para que, en un segundo
proceso, triunfe la excepción de litispendencia. La identidad objetiva puede ser propia e impropia.
1. Propia
• La identidad objetiva propia existe cuando los objetos procesales de ambos procesos son
estrictamente idénticos o, lo que es lo mismo, cuando las pretensiones deducidas en el escrito de
demanda son idénticas, por ser idénticas «las cosas y las causas de pedir».
• Por «cosas» hay que entender el objeto mediato de la pretensión o bien litigioso, en tanto que las
«causas» hacen referencia a la fundamentación de la pretensión o «causa petendi».
• La identidad en la causa de pedir ha de suceder entre los «hechos» con significación jurídica que sirven
de base a la pretensión o, lo que es lo mismo, entre los títulos jurídicos y ello, con independencia de
que posteriormente se sustenten en otros argumentos jurídicos.
2. Impropia o prejudicial
• Se fundamenta en que lo resuelto con fuerza de cosa juzgada vinculará a un tribunal de un proceso
posterior cuando en éste aparezca como antecedente lógico de lo que sea su objeto, siempre que los
litigantes de ambos procesos sean los mismos o la cosa juzgada se extienda a ellos por disposición
legal (art. 222.4 LEC).
• En ocasiones sucede que, aun faltando la identidad de pretensiones, puede existir una conexión entre
ambas, de tal naturaleza, que la estimación de una de ellas ocasione la de la otra. Éste es el caso, por
ejemplo, de las pretensiones mixtas, declarativas y de condena, en la que la decisión jurisdiccional de
una de ellas, vincula, por su efecto prejudicial, a la otra, planteada en un ulterior proceso.
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2ª P – PRES. PROCESALES – SEC 3ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DEL OBJETO PROCESAL
C) REQUISITOS
• Para que la excepción de litispendencia, deducida en el segundo proceso, pueda ser estimada, es
necesario que, junto a los presupuestos que examinamos, concurran además otros requisitos
procesales derivados de la existencia efectiva de pendencia entre auténticos procesos.
• Lo primero que ha de determinar el órgano judicial del segundo proceso, a los efectos de estimar
cumplida la excepción de litispendencia, es, si existe o no una auténtica admisión de la demanda en el
primer procedimiento, debiendo desestimar dicha excepción (es decir, debiendo de estimar la nueva
demanda por esta causa) cuando concurran cualquiera de las siguientes circunstancias:
▪ Cuando lo que se ha interpuesto en el primer tribunal es una papeleta de acto de conciliación.
▪ Cuando se han instado diligencias preparatorias a actos de aseguramiento de la prueba o de prueba
anticipada.
▪ Cuando se han solicitado la adopción de medidas cautelares (por ejemplo, el embargo preventivo)
• En todos los casos anteriores, y aun cuando se pueda determinar, en tales actos de postulación, la
pretensión, con todos sus elementos, lo cierto es que no existe litispendencia procesal.
• Es doctrina reiterada del Tribunal Supremo la de que, cuando se estime la excepción de litispendencia,
ha de estar vigente el primer procedimiento o, dicho en términos negativos, no ha de haberse
ocasionado la inadmisión de la primera pretensión, ni haberse declarado la firmeza del primer proceso.
• El tribunal del segundo proceso debe comprobar la vigencia del primero. Si el primer procedimiento
ha sido objeto de una suspensión, archivo o cualquier forma de resolución que no goce de los efectos
materiales de la cosa juzgada no puede existir litispendencia, porque, ni la primera demanda está ya
admitida, ni existen, por tanto, dos procedimientos, sino uno sólo, el que transcurre ante este segundo
tribunal. En este caso, el segundo tribunal del proceso (que, en realidad, sería el primero) debe
desestimar la excepción de litispendencia.
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• Cuando el primer tribunal haya emitido una sentencia firme con un mismo objeto, mismos sujetos e
idéntica causa, que ahora se promueve en un segundo tribunal. El art. 421.1 del Código Civil señala
que «Cuando el tribunal aprecie (…) la existencia de resolución firme sobre objeto idéntico conforme a
lo dispuesto en los apartados 2 y 3 del art. 222, dará por finalizada la audiencia y dictará, en el plazo
de los siguientes cinco días, auto de sobreseimiento».
• Como consecuencia del efecto negativo o excluyente de la cosa juzgada (art. 222.1 LEC), que ocasionan
las resoluciones firmes o con cosa juzgada formal (art. 207), no puede un tribunal volver a conocer de
un objeto litigioso sobre el que haya recaído ya una sentencia firme, siempre y cuando exista identidad
subjetiva o de partes y objetiva o de pretensiones (art. 222.2 y 222.3).
• Junto a dicha identidad de partes y pretensiones, dicho efecto negativo o excluyente tan sólo sucederá
con los efectos directos de la cosa juzgada y no con los reflejos o prejudiciales (art. 222.4).
• Para que pueda prosperar el examen de los presupuestos procesales de litispendencia o de cosa
juzgada, es necesario que los objetos procesales de ambos procedimientos sean idénticos,
entendiendo por tales aquellos en los que concurran las tres famosas identidades: Identidad objetiva
(las pretensiones), identidad subjetiva (las partes) e identidad causal (fundamentación fáctica).
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2ª P – PRES. PROCESALES – SEC 3ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DEL OBJETO PROCESAL
2. Litispendencia impropia
• La litispendencia impropia sucede cuando, existiendo dos pretensiones, la determinación de una ha
de conllevar la solución de la otra, por cuanto, existiendo identidad subjetiva, una de ellas se convierte
en antecedente lógico de la otra. Pero, en tal caso, en realidad, no existe litispendencia de la primera
pretensión frente a la otra, sino, una de dos:
▪ Bien una prejudicialidad homogénea o civil (art. 43).
▪ Bien un supuesto de acumulación de procesos contemplado en el art. 76.1 de la LEC, razón por la
cual el segundo párrafo del art. 421.1 LEC, ha dispuesto que «…no se sobreseerá el proceso en el
caso de que, conforme al apartado cuarto del art. 222, el efecto de una sentencia firme anterior haya
de ser vinculante para el tribunal que está conociendo el proceso posterior», prohibición que hay que
extender también a la litispendencia entre dos pretensiones prejudiciales, habida cuenta de que este
presupuesto procesal participa de la misma naturaleza que la cosa juzgada.
B) PROCEDIMIENTO
• En primer lugar, el juez debe conceder la palabra al demandado para que informe sobre estos
presupuestos procesales de litispendencia y cosa juzgada, hayan sido o no tales excepciones
planteadas en su escrito de contestación a la demanda.
• Posteriormente, el juez otorgará la palabra al actor y, previo el examen de los testimonios de la
sentencia (cosa juzgada) o de los escritos de demanda y contestación (litispendencia), planteados en
otro anterior procedimiento, resolverá lo que estime pertinente.
• La resolución puede ser oral (art. 421.2) o escrita, mediante auto pronunciado dentro de los diez días
posteriores a la audiencia (art. 421.3):
▪ Resolución oral. La resolución oral sólo puede darse cuando sea «desestimatoria», es decir, cuando
el tribunal considere «inexistente» la litispendencia o la cosa juzgada. En este caso ordenará la
reanudación de la comparecencia (art. 421.2).
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a) El arbitraje
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b) La mediación
• La mediación está regulada por la Ley 5/2012, de 6 de julio, de mediación en asuntos civiles y
mercantiles.
• Como su nombre indica, esta mediación se puede suscitar tan solo en los asuntos civiles y mercantiles.
• Quedan excluidas de ella la mediación penal, La mediación de las Administraciones Públicas,
contemplada en la Ley de Procedimiento Administrativo Común y en la legislación de contratación
administrativa, La mediación laboral, en la Ley de la Jurisdicción Social y la mediación de la legislación
de consumo, que tiene ya instaurada sus tribunales arbitrales (art. 2).
• La mediación, al igual que el arbitraje, tiene un carácter voluntario. Exige, como requisito previo,
la suscripción de un precontrato de mediación, que puede efectuarse como una cláusula adicional a
un contrato principal, en virtud del cual ambas partes deciden someter un eventual conflicto
mediación.
• En dicho precontrato las partes son libres de acudir a una mediación institucional. Por ejemplo, a
una Cámara de Comercio, o a un mediador individual, que habrá de reunir los requisitos de capacidad
contemplados en la ley. La solicitud de la mediación genera efectos típicos de la litispendencia.
• La función del mediador consistirá, a través de distintas sesiones, en aproximar las posiciones
enfrentadas de las partes hasta obtener, en su caso, la avenencia, en cuyo caso el acuerdo de
mediación determinará las obligaciones a cuyo cumplimiento se comprometen las partes, y demás
extremos del art. 23, pudiendo elevarse a escritura pública, a modo de título ejecutivo que habilita un
proceso sumario.
B) TRATAMIENTO PROCESAL
• Según el art. 11.1 LA: El convenio arbitral obliga a las partes a cumplir lo estipulado e impide a los
tribunales conocer de las controversias sometidas a arbitraje, siempre que la parte a quien interese lo
invoque mediante declinatoria. [Declinatoria: Cuestión de competencia que se plantea para que el juez
Tribunal que está conociendo de un proceso se declare incompetente.]
• El art. 10.2 LM, por su parte, dispone: Las partes sujetas a mediación actuarán entre sí conforme
a los principios de lealtad, buena fe y respeto mutuo.
• Mientras se desarrolle la mediación las partes no podrán ejercitar contra las otras partes ninguna
acción judicial o extrajudicial en relación con su objeto, con excepción de la solicitud de las medidas
cautelares u otras medidas urgentes imprescindibles para evitar la pérdida irreversible de bienes y
derechos.
• El tratamiento de este obstáculo procesal, más que el examen de oficio, propio de los presupuestos
procesales, es el propio de una auténtica excepción, que ha de plantearse como cuestión previa,
dentro del plazo de los primeros diez días del común de veinte para contestar (art. 404 LEC), o en
los cinco días posteriores a la citación para la vista del juicio verbal (art. 64.1 y 443) y por el cauce
de la declinatoria (63.1 LEC). Si el tribunal estimase la declinatoria, así lo declarará mediante auto,
absteniéndose de conocer y sobreseyendo el proceso (65.2).
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A) CONCEPTO Y FUNDAMENTO
• Los actos de disposición del derecho subjetivo material impiden la incoación de un proceso o ponen
término a uno ya iniciado. Su fundamento es el mismo que el del arbitraje: si las partes son dueñas
de sus derechos subjetivos, pueden también sacrificarlos y renunciar a su defensa ante los tribunales.
• Tales actos de disposición lo son también de la finalización anormal del proceso, por cuanto, cuando
se plantean dentro de un proceso ya incoado, han de poner término al mismo mediante una sentencia
o auto de archivo o sobreseimiento del proceso. No obstante, para que se erijan en auténticos
presupuestos procesales, que impidan un pronunciamiento sobre el fondo del objeto procesal, es
preciso que sean auténticos actos de disposición del derecho subjetivo o bien litigioso que se discute
en el procedimiento y no entrañen un mero desistimiento o suspensión del procedimiento. Es
necesario que ostenten los efectos de la cosa juzgada.
• Son actos de disposición del derecho subjetivo material y del proceso los siguientes:
▪ La renuncia del actor de la acción (art. 20.1 LEC).
▪ El allanamiento del demandado a la pretensión (art. 21 LEC).
▪ La transacción judicial (art. 19, 415 LEC).
▪ La conciliación intraprocesal (415, 428.2 LEC).
▪ La satisfacción extraprocesal de la pretensión (art. 22 LEC).
• Por el contrario, no producen dichos efectos materiales de cosa juzgada y no eliminan la posibilidad
de reanudación del proceso los siguientes: El desistimiento (art. 20.2 y 20.3 LEC) y La interrupción y la
suspensión del procedimiento (art. 19.4 LEC).
B) TRATAMIENTO PROCESAL
• La LEC tan sólo contempla como excepciones, que puede aducir el demandado en su escrito de
contestación y puedan ser examinadas en la audiencia preliminar, a la transacción judicial y la
conciliación intraprocesal (arts. 415 y 428.2). Sin embargo, no existe ningún problema en que las partes
puedan alegar también, en dicha audiencia, la imposibilidad de continuación del proceso por la
existencia de algún otro acto de disposición del derecho subjetivo material (renuncia, allanamiento,
etc.), lo que habrán de hacer por el cauce de las «excepciones análogas» (art. 425) a la de la
transacción o conciliación judicial (art. 415), en cuyo caso el juez podrá homologar el acto de
disposición, convirtiéndose en un auténtico título de ejecución (art. 415.2 en relación con el art. 517.3).
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8. EL PROCEDIMIENTO ADECUADO
A) CONCEPTO Y REGULACIÓN
• Se entiende por procedimiento adecuado el presupuesto procesal que impone la siguiente carga
procesal:
▪ Al actor la de solicitar, en su escrito de demanda, que su pretensión se tramite a través del
procedimiento (ordinario o especial) previsto en la LEC para el conocimiento de un determinado
objeto litigioso.
▪ Al demandado la de denunciar su incumplimiento en su escrito de contestación.
▪ Al Juez la obligación de examinar de oficio si el procedimiento incoado resulta ser el efectivamente
aplicable, reconduciendo, caso contrario, las actuaciones practicadas al procedimiento legal
adecuado.
▪ Lo primero que habrá de hacer el actor con anterioridad a la interposición de la demanda será
examinar si su pretensión ha de ser tramitada con arreglo a las normas de algún procedimiento
especial. Así, si se tratara de un proceso de separación o divorcio, habrá de acudir a instar la
tramitación del procedimiento especial previsto en el Título I de dicho Libro IV.
• De conformidad con lo dispuesto en el art. 248.2 LEC los procesos declarativos son dos:
▪ El juicio ordinario.
▪ El juicio verbal.
• El ámbito de aplicación de cada uno de estos procedimientos se determina en los artículos 249, que
contempla el juicio ordinario, y el 250, que prevé el juicio verbal.
▪ [1. Juicio ordinario (art. 249). Asuntos superiores a 6.000 €. Se exceptúan los contemplados en el art. 249.1, que,
aun cuando sean inferiores, deben de tramitarse por este procedimiento.
▪ 2. Juicio verbal (art. 250). Asuntos inferiores 6.000 €, excepto los contemplados en el art. 249.1, que, aun siendo
inferiores a esta cantidad, deben de tramitarse por el juicio ordinario]
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a) Concepto y naturaleza
• La LEC vigente reduce los cuatro procedimientos ordinarios que existían anteriormente,
exclusivamente a dos: el juicio ordinario y el juicio verbal. La 42/2015 de reforma de la LEC, establece
la necesidad de que también la contestación a la demanda se escrita, aproximando el juicio verbal al
ordinario, por lo que en un futuro bien podría establecerse un solo proceso, el ordinario.
• El art. 249 contempla el ámbito de aplicación o procedimiento adecuado del juicio ordinario o, lo que
es lo mismo, qué demandas, por razón de la materia o de la cuantía, deben tramitarse por esta vía.
• Si el actor incumple lo prevenido en el art. 249 LEC, el tribunal podrá ordenar su subsanación con
paralización de la admisión de la demanda (art. 254.4 LEC). El procedimiento inadecuado (art. 405.3
LEC), la cual se dilucidará en la comparecencia previa (audiencia previa) según lo dispuesto en el
art. 422.
b) Criterios
• Al igual que el art. 250 LEC, el art. 249 LEC contempla dos tipos de criterios para determinar el ámbito
de aplicación del juicio ordinario: El criterio cualitativo y el criterio cuantitativo.
1. Criterio cualitativo
• De conformidad con el criterio cualitativo, las relaciones jurídicas materiales previstas en su
número uno (249.1) han de dilucidarse siempre a través de las normas del juicio ordinario. A tal
efecto, será indiferente que el valor del bien litigioso no exceda de la cuantía de 6.000 euros,
establecida en su número segundo. Será suficiente que la pretensión se fundamente en alguna de
dichas relaciones jurídicas para que el juicio ordinario sea, en cualquier caso, siempre el reclamable.
• El criterio utilizado por el legislador para encuadrar dichas relaciones jurídicas en el juicio ordinario es
doble:
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2. Criterio cuantitativo
• Si el objeto litigioso no permitiera ser encuadrado en las anteriores relaciones jurídicas materiales, en
orden a la determinación del procedimiento ordinario adecuado, ha de ser de aplicación lo dispuesto
en el art. 249.2 en relación con el también art. 250.2.
• Hay que acudir al criterio del valor o cuantía del bien litigioso: si fuera superior a 6.000 euros, el
procedimiento adecuado será el juicio ordinario, en tanto que, si fuera igual o inferior a dicha cifra,
será de aplicación el juicio verbal.
• Han de tramitarse por las normas del juicio ordinario las demandas cuyo bien litigioso sea inestimable
o, como señala el art. 249.2 aquéllas cuyo interés económico resulte imposible de calcular.
• En la demanda ha de reflejarse la cuantía o valor del bien litigioso en punto a dilucidar el procedimiento
ordinario aplicable (art. 253). Su determinación habrá de efectuarse con arreglo a lo ordinario o en la
vista del verbal, impugnar la cuantía afirmada por el actor en su demanda y, con ella, la determinación
del procedimiento ordinario aplicable (art. 255).
• Si el bien litigioso no fuera susceptible de valoración económica (por ejemplo, una obra artística, el
daño moral, etc.) porque fuera imposible de calcular, el procedimiento aplicable será también el juicio
ordinario, que goza de «vis atractiva» (arts. 249.2 y 254.2), quedando «pro futuro» vedada la casación.
1) Criterio cualitativo
• El criterio material o cualitativo se establece en el art. 250.1, en cuya virtud las demandas de escasa
relevancia o complejidad se dilucidarán siempre a través de las normas del juicio verbal.
2) Criterio cuantitativo
• Si la relación jurídico material no se encontrara expresamente prevista en el art. 249.1 LEC, ni en el art.
250.1 LEC, ni fuera de cuantía inestimable (en cuyo caso es siempre aplicable el juicio ordinario «ex»,
art. 249.2), hay que acudir al criterio de la cuantía del bien litigioso si el bien litigioso fuera igual o
inferior a 6.000 euros, será de aplicación el juicio verbal y, en cualquier otro caso, el juicio ordinario
(art. 250.2 en relación con el art. 249.2).
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E) TRATAMIENTO PROCESAL
• La determinación de la cuantía del bien litigioso y la del procedimiento aplicable debe efectuarse en el
escrito de demanda (art. 253.1 y 399.4). No obstante, esta alegación no vincula al tribunal, ya que es al
tribunal a quien incumbe decidir el procedimiento adecuado con independencia del que solicite el
demandante (art. 254.1), aunque habrá de indicar al actor el defecto advertido a fin de que, en el plazo
de diez días, proceda a la subsanación (art. 254.4 LEC).
• Sin perjuicio de esta calificación «ab initio» del procedimiento ordinario adecuado, el demandado tiene
la carga procesal de alegar esta excepción en el escrito de contestación del juicio ordinario (art. 255.2
y 3), en cuyo caso esta excepción se dilucidará en la comparecencia previa (arts. 405.3 y 422) o al inicio
de la vista del juicio verbal (art. 443.2 y 255.3). Lo que no puede hacer el demandado es silenciarla para
aducirla extemporáneamente, pues, en tal caso, si el procedimiento incoado es el ordinario, no ha de
prosperar dicha excepción, aunque debiera haberse incoado un juicio verbal.
1. LA AUTOCOMPOSICIÓN
• La LEC 1/2000 ha secundado el criterio del acto de conciliación, pudiendo tener un carácter facultativo
u obligatorio. En la actualidad posee un mero carácter facultativo, sin perjuicio de que pueda
practicarse intraprocesalmente en la audiencia preliminar (art. 415 y 428.2).
• Existen supuestos especiales, en los que la autocomposición deviene obligatoria y en la que los
jueces pueden repeler incluso de oficio una demanda por no haber sometido previamente el conflicto
a la autocomposición entre las partes (266.1º y 5º). Estos supuestos son los siguientes:
▪ La reclamación administrativa.
▪ La reclamación previa y el agotamiento de la vía judicial para la interposición de una demanda de
responsabilidad civil contra jueces y magistrados.
▪ El acto de conciliación en las demandas sobre invenciones laborales.
• La autocomposición es una categoría genérica en la que enmarcamos a la conciliación.
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2ª P – PRES. PROCESALES – SEC 3ª – PRESUPUESTOS PROCESALES DEL OBJETO PROCESAL
• Los artículos 120 a 126 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las
Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, bajo el rótulo «De las
reclamaciones previas al ejercicio de las acciones civiles y laborales», contemplan el presupuesto procesal
consistente en la necesidad de que quien desee interponer una demanda contra cualesquiera
Administraciones Públicas, que actúen sometidas al Derecho Privado, haya de plantear una
reclamación previa en la vía administrativa, todo ello con la sanción procesal de ver, en caso contrario,
inadmitida de plano su demanda por la omisión de este presupuesto de la demanda.
• Debido a que la Administración ante la que se interponga una de tales reclamaciones, ostenta
simultáneamente la cualidad de juez y parte, la reclamación previa entraña una autocomposición
administrativa que se erige en una especie de «preaviso» a la Administración de la intención del
ciudadano de interponer una demanda y, en la práctica, en un mero factor de retardo.
• Téngase en cuenta que la LO 7/2015, de reforma de la LOPJ, ha suprimido el procedimiento para exigir
la responsabilidad civil de Jueces y Magistrados, ya que la responsabilidad será directa del Estado.
• Los artículos 140 a 142 de la Ley 11/1986, de Patentes, disponen que ninguna demanda surgida en
relación con una invención laboral será admitida sin promover previamente una conciliación
ante el Registro de la Propiedad Industrial. No obstante, la naturaleza administrativa de este
organismo, esta conciliación ha de regirse supletoriamente por las disposiciones del acto de
conciliación.
• El juez puede inadmitir una demanda si no se acompaña la certificación de haberse realizado el acto
de conciliación sin avenencia. No obstante, también el cumplimiento de este requisito, en la medida
en que puede injustificadamente condicionar el acceso de los ciudadanos a los tribunales, ha de estar
sometido a idéntica jurisprudencia antiformalista que la mencionada con respecto a las reclamaciones
previas.
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2. CAUCIONES
• La puesta en relación del art. 266.5º con el art. 403.3 LEC, determina que tampoco se admitirán las
demandas cuando no se acompañen a ella los documentos que la ley expresamente exija para la
admisión de aquéllas o no se hayan intentado conciliaciones o efectuado requerimientos,
reclamaciones o consignaciones que se exijan en casos especiales», quedando facultado el órgano
jurisdiccional a repeler una demanda cuando el actor no haya satisfecho la caución que, en supuestos
especiales, las leyes exijan como requisito de su admisibilidad.
• En el caso del demandado todavía permanece vigente la existencia de caución en el proceso para la
protección registral de los derechos reales inscritos en el Registro de la Propiedad, siendo, por tanto,
la prestación de la caución un presupuesto necesario para la realización del acto de oposición del
demandado y tendrá que acreditarse en la vista.
• Esta caución del demandado nunca podrá requerirse a quien le asista el beneficio de la justicia gratuita,
debiendo, en los demás casos, ser proporcionada con el patrimonio de demandado, sin que pueda
suponer nunca una merma real de su derecho de defensa.
• Existen además cauciones del demandado que, si bien no limitan su derecho de defensa, su realización
le evita determinados efectos desfavorables. Es lo que sucede con las siguientes:
▪ La enervación del desahucio mediante el pago de la cantidad adeudada (art. 22.4 LEC).
▪ La consignación en el juicio ejecutivo a fin de evitar el embargo (art. 585 LEC).
3. REQUERIMIENTOS
• Los artículos 266.5º y 403.3 LEC convierten también en un presupuesto del objeto procesal y de la
demanda los requerimientos especiales al deudor efectuados con anterioridad a la interposición de la
demanda.
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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL
• El art. 5 LEC contempla el objeto del proceso u objeto litigioso, que no es otro que la pretensión.
Esta consiste en una declaración de voluntad del actor, debidamente fundamentada, que formaliza
generalmente en el escrito de demanda y deduce ante el juez, pero que se dirige contra el demandado
(haciendo surgir en él la carga de comparecer en el proceso y de contestarla).
• Mediante la pretensión se solicita del órgano jurisdiccional una sentencia que se pronuncie en relación
a un derecho, bien jurídico, situación o relación jurídica, en alguno de los siguientes sentidos:
▪ Declare o niegue la existencia de dicho derecho, bien jurídico, situación o relación jurídica.
▪ Cree, modifique o extinga dicho derecho, bien jurídico, situación o relación jurídica.
▪ Condene al demandado al cumplimiento de una determinada prestación.
• Eventualmente, también puede integrar el objeto del proceso la contestación del demandado, cuando
deduzca una reconvención (art. 406) o excepciones a ella asimiladas, tales como la de compensación
y de nulidad de negocios jurídicos (art. 408).
• En relación al derecho de acción existen dos teorías: la teoría concreta y la teoría abstracta. Nosotros
secundamos la teoría o concepción abstracta.
• La nueva LEC se ha inclinado por la teoría concreta del derecho de acción, que, al concebir dicho
derecho como la pretensión de tutela del derecho subjetivo, tal y como afirma el art. 24.1 CE, viene a
involucrar dos conceptos distintos, que son la acción y la pretensión.
• Si se parte de un concepto abstracto del derecho de acción, el objeto del proceso no lo constituye
la acción (tal y como afirman los partidarios de la teoría concreta). El objeto del proceso es la pretensión
procesal o petición que formula el demandante al juez de una resolución que, con la autoridad de la
cosa juzgada, ponga fin de una manera definitiva e irrevocable al litigio por él entablado (postura el
ED).
2. FUNDAMENTO
• El objeto procesal sirve para fijar al ámbito cognoscitivo de la decisión judicial, creando en el juez la
obligación de ser congruente única y exclusivamente con lo solicitado en la pretensión del actor
.
• El objeto procesal lo determina el actor mediante la interposición de la pretensión (a salvo que el
demandado conteste mediante una «reconvención»). Es indiferente la actitud que, frente a la
pretensión, adopte el demandado, quien mediante su defensa o resistencia a lo sumo establece el
límite mínimo de la congruencia.
B) EFECTOS DE LA LITISPENDENCIA
• A través de la pretensión plasmada en el escrito de demanda, y una vez admitida por el juez, surgen
los efectos típicos de la litispendencia (art. 410). Uno de los efectos de la litispendencia, el negativo o
excluyente, impedirá que no pueda volver a entablarse un segundo proceso para el conocimiento de
la misma pretensión, a la vez que determina los límites subjetivos y objetivos del objeto procesal, de
tal suerte que, cuando el juez se pronuncie sobre él en su Sentencia, servirán para fijar los mismos
límites de la cosa juzgada (art. 222).
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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL
• La naturaleza de la pretensión permitirá determinar la adecuación del procedimiento (arts. 248 y ss.),
que ha de instaurarse para que la pretensión pueda recibir satisfacción del órgano jurisdiccional.
D) ACUMULACIÓN DE PRETENSIONES
A) PRESUPUESTOS PROCESALES
• Los presupuestos procesales son requisitos que deben observar los sujetos y objeto procesales en el
momento del ejercicio del derecho de acción y cuya ausencia impide al órgano jurisdiccional entrar a
examinar el fondo de la pretensión, debiendo pronunciar una «resolución absolutoria en la instancia»
que, por carecer de los efectos materiales de la cosa juzgada, posibilita el ejercicio de la acción e
interposición de la misma pretensión en un ulterior proceso declarativo.
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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL
• A diferencia de los requisitos formales, los requisitos materiales o de fondo son inherentes a la
pretensión, por lo que su tratamiento procesal es muy distinto:
A) SUBJETIVOS
• Los requisitos subjetivos de la pretensión se determinan por la legitimación, activa y pasiva, de las
partes. El actor, exclusivamente y como regla general, es el que está legitimado para deducir la
pretensión y, con ella, conformar el objeto procesal.
▪ El actor ha de ostentar la titularidad de una relación jurídica material o del objeto litigioso (art. 10) o,
al menos, ha de ostentar un interés legítimo (art. 13) directo, colectivo o difuso (art. 11.3) y es quien
ha de formalizarla en su escrito de demanda (art. 399).
▪ El demandado también está facultado, no sólo para contestar a la demanda, sino a formular una
nueva e independiente pretensión contra el actor, que, bajo la denominación de reconvención (arts.
406-407), produce la adquisición de la asunción por el demandado de un nuevo «rol» de demandante
exclusivamente con respecto a su reconvención.
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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL
B) OBJETIVOS
• La pretensión por los siguiente requsitos objetivos: la petición y la fundamentación fáctica y jurídica
a) La petición
1. El objeto inmediato
• El objeto inmediato lo constituye la petición «strictu sensu», es decir, la solicitud al juez de que declare
la existencia de un derecho o relación jurídica, condene al demandado al cumplimiento de una
determinada prestación o extinga, modifique o constituya una nueva relación o situación jurídica
material.
• La petición ha de reunir los requisitos de «claridad y precisión» exigidos por el art. 399.1 LEC, pudiendo
dar lugar su incumplimiento o el de la determinación de las partes, a que prospere la excepción de
«defecto legal en el modo de proponer la demanda», prevista en los artículos 416.1.5ª y 424 LEC.
2. El objeto mediato
• El objeto mediato o «bien litigioso» viene determinado por el derecho subjetivo, bien o interés
jurídico al que dicha petición se contrae o sobre el que recae. Ha de reunir los siguientes requisitos
materiales:
b) La fundamentación
• La petición, por sí misma, no integra la totalidad del objeto procesal, sino que precisa también de la
fundamentación. A la fundamentación se refiere el art. 399.3 y 4 LEC, que distingue los «hechos» de
los «fundamentos de derecho» que substancian la petición. Así, la petición es, junto con las partes y la
causa de pedir, la que individualiza el objeto procesal, determinando los límites objetivos y subjetivos,
tanto de la litispendencia, como de los futuros efectos de la cosa juzgada de la sentencia que haya de
dar respuesta a la pretensión.
• Debemos determinar ahora si ambos fundamentos, de hecho o de derecho, o tan solo los de hecho
constituyen el elemento esencial de la pretensión, determinante, junto con la petición, de la
conformación del objeto procesal.
• En nuestro país rige la llamada teoría de la sustanciación. El fundamento de la pretensión es el
acontecimiento real («el estado de las cosas») con el que el actor funda su petición, pero
entendido como conjunto de hechos «jurídicos» o hechos al que la norma material asocia el
surgimiento de los efectos jurídicos previstos en dicha norma e instados en la petición.
• Por tanto, no todos los hechos o acontecimientos anteriores y externos al proceso, afirmados en la
demanda, constituyen el fundamento de la pretensión, sino tan sólo aquellos que, por ser
subsumibles en las normas materiales que asocian los efectos pretendidos en la petición, se
erigen en el auténtico substrato fáctico del objeto inmediato de la pretensión.
• De la regla general hay que exceptuar las pretensiones constitutivas, en las que rige la llamada teoría
de la individualización, toda vez que la «causa de pedir» viene determinada por determinados
hechos necesariamente subsumidos o integrados en normas materiales o, lo que es lo mismo,
por la fundamentación jurídica. De aquí que existan tantos objetos procesales como motivos de
impugnación funden la pretensión.
III. CLASES
• Existen tantas clases de pretensiones como de procesos. Podemos clasificar las pretensiones en los
tres siguientes tipos: Pretensiones de cognición, Pretensiones de ejecución, Pretensiones cautelares.
1. PRETENSIONES DE COGNICIÓN
• Las pretensiones mero declarativas, como su nombre indica, tienen por objeto obtener del juez un
pronunciamiento en el que declare la existencia o inexistencia de un determinado derecho
subjetivo o relación jurídica, de lo que se infiere que pueden ser positivas cuando afirman la
existencia de un determinado derecho subjetivo o relación jurídica o negativas, cuando niegan su
existencia
• Dentro de las negativas merece una especial mención las declarativas de nulidad de negocios
jurídicos, tales como contratos o acuerdos sociales de personas jurídicas, cuyos efectos de la cosa
juzgada de las sentencias, que sobre ellas recaen, se producen «ex tunc» [desde siempre], con lo que
se diferencian de las pretensiones constitutivas de anulación, que producen dichos efectos «ex
nunc» [desde ahora].
b) Interés legítimo
d) Inscripción en registros
• Debido a que las pretensiones declarativas puras tan sólo se dirigen a obtener el reconocimiento
judicial de una relación jurídica, las Sentencias sobre las que recaen, no son, por su propia
naturaleza, ejecutables. No obstante, al producir efectos «erga omnes» por obra de la propia
declaración judicial, algunas sentencias declarativas son susceptibles de ser inscritas en los Registros.
Por ejemplo, las de reconocimiento de la paternidad en el Registro Civil.
B) PRETENSIONES DE CONDENA
a) Pretensión mixta
• Las pretensiones de condena tienen por objeto obtener del juez una condena al demandado al
cumplimiento de alguna de las prestaciones contenidas en el art. 1.088 del CC. Por esta razón, las
pretensiones de condena también pueden ser positivas: cuando se condena a una prestación de dar,
hacer o deshacer lo mal hecho y negativas: cuando estriban en un no hacer.
• No obstante, la pretensión de condena, en la práctica forense, siempre es «mixta», ya que contiene dos
pronunciamientos, declarativo dirigida al juez a fin de que reconozca la existencia del derecho
subjetivo o de crédito y de condena al deudor por el incumplimiento de su obligación dimanante de
aquel derecho de crédito.
• La legitimación activa en esta clase de pretensiones, a diferencia de las declarativas, no puede consistir
en un mero interés jurídico, sino en la titularidad del derecho subjetivo, determinante del nacimiento
de la obligación, lo que no significa que dicho derecho haya de ser siempre y necesariamente de crédito
o real.
c) Pretensiones ejecutables
• Las pretensiones de condena también se distinguen de las declarativas por los efectos de las
sentencias que las amparan, las cuales poseen la virtualidad de ser ejecutables. Esta es una
característica típica de las pretensiones de condena y, dentro de ellas, de las dirigidas al pago de una
obligación: cuando son estimadas en la sentencia posibilitan la apertura del proceso de ejecución o
«ejecución forzosa» de la LEC. De aquí que las pretensiones de condena, si triunfan, se conviertan en
«sentencias de condena» y, en cuanto tales, «títulos de ejecución» (art. 517.2.1º LEC).
• No obstante, de la regla general hay que exceptuar supuestos como los siguientes:
1. Casos de condenas a emisión de una declaración de voluntad. Por ejemplo, las nacidas de
precontrato.
2. El polémico supuesto de las pretensiones de condena de futuro, que sean admisibles en nuestro
ordenamiento y que no sean meramente hipotéticas, sino reales y efectivas, por ejemplo, las de
pago de rentas, intereses, prestaciones periódicas (art. 220 LEC), como lo son las obligaciones
dimanantes de un contrato de suministro, o en general, todas las prestaciones futuras de cualquier
especie, con respecto a las cuales pueda fundadamente presumirse que el deudor tratará de
sustraerse al cumplimiento de la prestación.
C) PRETENSIONES CONSTITUTIVAS
c) Voluntarias o necesarias
▪ Voluntarias: Son aquellas que no precisan del proceso, pues la modificación de la relación o
situación jurídica puede válidamente efectuarse por obra de la autonomía de la voluntad de las
partes.
▪ Necesarias: Exigen acudir al proceso y obtener en él una sentencia constitutiva.
• La legitimación activa y pasiva en esta clase de pretensiones viene determinada por la cualidad o
estado jurídico requerido por la relación o situación jurídica cuya modificación se pretende. Por
ejemplo, la de marido o esposa en las acciones de divorcio, la de comprador vendedor y comprador,
etc. En ocasiones, la Ley puede exigir requisitos complementarios a esta relación o situación jurídica.
Por ejemplo, en la impugnación de acuerdos sociales, si es ejercitada por los accionistas, la Ley exige
que hayan manifestado su oposición a la adopción del acuerdo impugnado.
▪ Al igual que las sentencias declarativas, las sentencias constitutivas no son ejecutables.
▪ Producen efectos «erga omnes», por obra de la propia sentencia, que crea, modifica o extingue la
relación o situación jurídica.
▪ La relación o situación jurídica creada, modificada o extinguida puede ser dotada de una especial
publicidad mediante su anotación en Registros.
▪ Las sentencias constitutivas se diferencian de las sentencias declarativas en que los efectos se
producen pro futuro o «ex nunc».
2. PRETENSIONES DE EJECUCIÓN
• Las pretensiones de ejecución, exigen como presupuesto previo la existencia de un título de ejecución
de los contemplados en el art. 517 LEC (sentencia firme, laudo arbitral…). Esto sucede sólo en las
sentencias de condena, sin que quepa la ejecución de sentencias meramente declarativas o
constitutivas (art. 521).
• Las pretensiones de ejecución tienen como objeto la realización del derecho de crédito del
acreedor, que ha visto reconocido su derecho en el título de ejecución. Ahora bien, al proceso de
ejecución tan solo cabe acudir ante la resistencia del deudor condenado, pues en el proceso civil la
ejecución es siempre voluntaria (arts. 538.1 y 549.1).
3. PRETENSIONES CAUTELARES
• La pretensión cautelar consiste en una petición de adopción de medidas cautelares, cuya finalidad es
la de prevenir o garantizar la futura realización de los efectos ejecutivos de la sentencia.
• Se trata de una pretensión instrumental de otra principal (declarativa, constitutiva o de condena), pero
que mantiene una cierta autonomía, pues, los requisitos materiales no se confunden totalmente con
aquella, sino que es preciso el cumplimiento de determinados presupuestos, tales como el «fumus
boni iuris» [apreciación de buen derecho, que en el proceso penal se traduce en que un hecho
investigado tenga carácter de delito y la probabilidad de que el imputado hubiese participado en su
comisión] o el «periculum in mora» [cuando se solicita, como medida cautelar, el embargo preventivo].
• Las pretensiones cautelares no están sometidas al principio de contradicción (pues suelen adoptarse
«inaudita parte») y se agotan con la adopción de la medida cautelar.
A) CONCEPTO
B) REQUISITOS
a) Elementos de hecho
• Las cuestiones prejudiciales son elementos de hecho que exigen una valoración jurídica previa e
independiente del objeto principal. Estos elementos de hecho pueden integrar:
▪ El fundamento de una causa de pedir. Por ejemplo, cuando se ejercita una pretensión declarativa
de nulidad de un contrato por constituir un delito de estafa, habrá que determinar previamente si se
cometió o no, en realidad, dicho delito.
b) Juicio de relevancia
• Las cuestiones prejudiciales han de ser relevantes para el enjuiciamiento del objeto procesal, esto
es, de la pretensión principal, con respecto a la cual guardan una conexión o dependencia.
• Las cuestiones prejudiciales se diferencian de los meros argumentos jurídicos de la pretensión en que
en el caso de las cuestiones prejudiciales lo que se somete a consideración del tribunal es un hecho
que precisa ser valorado jurídicamente, pero cuya valoración ha de ser imprescindible o necesaria para
la correcta integración del objeto procesal, sin la cual no se podría satisfacer jurídicamente la
pretensión.
• Los hechos que integran una «causa petendi» o fundamentan una pretensión, precisan de una
valoración jurídica y consiguiente declaración jurisdiccional, previa e independiente de la pretensión
principal.
• Las cuestiones prejudiciales son «hechos» con significación jurídica «material». De esta forma:
▪ En un proceso penal instaurado por delito contra la propiedad hay que determinar, para la
integración de la conducta penal, la ajenidad de la cosa, la cual ha de efectuarse con arreglo a las
normas del Derecho civil.
▪ En un proceso civil ejecutivo en el que se pretende el cobro de una deuda reconocida en un título
ejecutivo falso, habrá que determinar previamente, con arreglo a las normas del Derecho penal, si
existió o no una falsedad documental.
▪ En un proceso laboral por despido, si el trabajador aduce su cualidad de funcionario, se hace
necesario acreditar, con carácter previo dicha cualidad con arreglo a las normas del Derecho
administrativo, etc.
e) Competencia de valoración
• La competencia para valorar con arreglo a las normas del correspondiente Derecho material ha de
corresponder, como regla general, al tribunal del orden jurisdiccional competente (civil, penal, laboral
o contencioso-administrativo).
• No obstante, de la regla general hay que excluir las cuestiones prejudiciales «incidentales», cuya
resolución en sentencia no ha de producir efecto alguno de cosa juzgada, ni siquiera el prejudicial.
C) NATURALEZA Y FUNDAMENTO
A) HETEROGÉNEAS Y HOMOGÉNEAS
• Cuestiones prejudiciales heterogéneas son las que han de decidirse con arreglo a normas
distintas del Derecho civil. Debe tenerse en cuenta lo dispuesto en el art. 10.2 LOPJ: «La existencia
de una cuestión prejudicial penal de la que no pueda prescindirse para la debida decisión o que
condicione directamente el contenido de ésta, determinará la suspensión del procedimiento, mientras
aquella no sea resuelta por los órganos penales a quienes corresponda, salvo las excepciones que la
Ley establezca»
• Son homogéneas las cuestiones prejudiciales que han de ser valoradas con arreglo a las normas
del Derecho civil. Cuando para la integración de una pretensión en el momento de dictar sentencia
fuera necesario resolver otra que se hubiera planteado en otro proceso civil, y si no fuere procedente
la acumulación de autos, el tribunal, previa audiencia de las partes, suspenderá el proceso hasta tanto
recaiga declaración firme sobre la cuestión prejudicial (art. 43 LEC).
B) DEVOLUTIVAS E INCIDENTALES
a) Devolutivas
• Las cuestiones prejudiciales devolutivas son las que han de remitirse o plantearse ante el tribunal del
orden jurisdiccional competente para su decisión definitiva, suspendiendo el proceso civil. De ellas
se ocupan los artículos 40 y 42.3 LEC, pudiéndose distinguir las penales, de las demás.
1. Cuestiones penales
• Referidas en el art. 40 LEC de conformidad con el principio de preferencia de la jurisdicción penal, este
sólo contempla las cuestiones prejudiciales penales, a las cuales la norma asocia a su planteamiento
los efectos de la suspensión automática del proceso civil hasta que se resuelva la cuestión prejudicial
penal. No obstante, para que opere dicha suspensión, será necesario la incoación de un procesal
penal y que se cumpla el juicio de relevancia, es decir, que «la decisión del tribunal penal acerca del
hecho por el que se procede en causa criminal pueda tener influencia decisiva en la resolución sobre
el asunto civil» (art. 40.2.2ª).
• No obstante, a tenor de lo dispuesto en los artículos 3-7 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, cabe
concluir que no siempre «lo penal tiene a lo civil en suspenso», sino que existen supuestos, en los que se
produce la excepción inversa, po las cuales, debe el tribunal penal deferir el conocimiento de la
cuestión al tribunal civil con suspensión del proceso penal.
b) Incidentales
• Las cuestiones prejudiciales incidentales son las que puede conocer el tribunal civil competente
para el enjuiciamiento de la pretensión principal, sin que haya de deferirse su conocimiento a
otro Tribunal.
• Las cuestiones incidentales constituyen la regla general y se determinan con arreglo a un criterio
negativo: son cuestiones incidentales todas las que las normas expresamente no prevean como
cuestiones devolutivas.
• De conformidad con el principio de «vis atractiva» de la jurisdicción civil, dispone el art. 42.1 que «a
los solos efectos prejudiciales, los tribunales civiles podrán conocer de asuntos que estén
atribuidos a los tribunales de los órdenes contencioso-administrativo y social».
• Son, pues, cuestiones prejudiciales incidentales todas las administrativas (STS) o sociales que no sean
devolutivas. Pero el precepto no comprende a las penales, por cuanto dichas cuestiones, como
hemos visto, son siempre devolutivas y excluyentes, salvedad hecha de lo dispuesto en los arts.
4 y 5 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
• Con pleno respeto al principio de exclusividad de los órdenes jurisdiccionales, sustentado por el art. 9
LOPJ, el art. 42.2 deroga expresamente lo dispuesto en el art. 222.4 LEC, esto es, que la sentencia civil,
que decida una cuestión prejudicial incidental heterogénea pueda extender sus efectos prejudiciales a
los demás órdenes jurisdiccionales.
A) CONCEPTO
1. Las actuaciones acordadas por el órgano judicial a solicitud del actor o demandado-reconviniente
respecto de los bienes y derechos del demandado o actor reconvenido, «exclusivamente
conducentes a hacer posible la efectividad de la tutela judicial que pudiera otorgarse en una
eventual sentencia estimatoria, de modo que no pueda verse impedida o dificultada por
situaciones producidas durante la pendencia del proceso correspondiente», así como las
2. Las órdenes y prohibiciones que, como tales medidas cautelares, provisionalmente acuerde el
Tribunal de contenido similar a la pretensión deducida sin prejuzgar el sentido de la sentencia.
• Las medidas cautelares son, pues, medios o instrumentos legales de prevención de las
contingencias que provocan las dilaciones del proceso solicitadas para asegurar la efectividad de
la pretensión deducida para prevenir el evento de que, estimada en la resolución judicial que pone
fin al proceso, esta pueda verse impedida o dificultada.
• La duración del proceso, aun sin dilaciones indebidas, puede incidir en la efectividad de la tutela judicial
que pide el demandante, hasta el punto de hacer ilusoria la decisión final recaída a su favor, por la
imposibilidad o inutilidad de ejecutar el fallo dictado («periculum in mora»). Mediante las medidas
cautelares se trata, por tanto, de prevenir los efectos de esa demora, para evitar que demandado tenga
la ocasión de realizar actos que impidan o dificulten la efectividad de la satisfacción que la sentencia.
C) FINALIDAD
• La finalidad de las medidas cautelares, al prevenir esas contingencias, responde al fin mismo de la
realización de la Justicia y son, por ello, instrumento para la realización del derecho fundamental que
corresponde a toda persona «a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de
sus derechos e interés legítimos» (art. 24.1 CE).
D) REGULACIÓN
• Las medidas cautelares figuran reguladas de forma no exhaustiva en los artículos 721 a 747 LEC (Libro
III, Título VI) pues se completa con otras normas de la misma LEC sobre medidas cautelares que se
ubican en la ordenación de procesos especiales, como en los procesos de capacidad de las personas,
de filiación, paternidad y maternidad, matrimoniales, etc. Por otra parte, el art. 727 expone hasta once
medidas cautelares «específicas», conectando la regulación general con una variedad de preceptos de
la LEC y de otras leyes.
2. El primer destinatario de las medidas cautelares no es el demandado, aunque sea éste el que
ha de cumplirlas, sino el Estado garante de los derechos fundamentales que la Constitución
reconoce.
• Las medidas cautelares son accesorias de las pretensiones declarativas que se ejercitan, pero, al
mismo tiempo, tienen una sustantividad que permite que el Juez resuelva sobre ellas sin prejuzgar el
fondo del litigio. Son pues pretensiones cautelares que se agotan en sí mismas, y la actividad
jurisdiccional que resuelve sobre ellas tiene una naturaleza específica (cautelar). La LEC parte de que
la adopción de medidas cautelares es una de las «clases de tutela jurisdiccional» que puede
pretenderse, y se inclina por una ordenación de las medidas cautelares como un «conjunto unitario».
III. CARACTERES
1. INSTRUMENTALIDAD
• Las medidas cautelares son «exclusivamente conducentes» a tutelar la pretensión para el caso
de que finalmente sea estimada en la sentencia. De esta nota fundamental se derivan las demás
como corolarios. Las medidas cautelares son accesorias del proceso pendiente o futuro, ya que su
objeto consiste en asegurar la eficacia de la futura resolución judicial que ponga fin al proceso.
• Esta característica diferencia las medidas cautelares de las medidas de aseguramiento de carácter
jurídico-material que pueden ser reclamadas y cumplidas como la fianza, prenda e hipoteca, o las
impuestas en algunos casos en el CC al fiador o a los herederos.
2. HOMOGENEIDAD Y PROPORCIONALIDAD
• Las medidas cautelares se adoptan por el Juez necesariamente a instancia del actor, por lo que se
rigen por el principio de justicia rogada. En el proceso civil dominado por el principio dispositivo, el
Juez no puede «en ningún caso» (art. 721.2 LEC) acordar de oficio medidas dirigidas a la
efectividad de la pretensión, sino solamente cuando la parte interesada lo solicite.
• Sin embargo, el mismo precepto prevé, a renglón seguido, la excepción a esta regla general respecto
de «los procesos especiales» (sobre capacidad de las personas, sobre filiación, paternidad y maternidad, sobre aseguramiento del
caudal hereditario).
• El último inciso del art. 721.2 LEC establece que «Tampoco podrá éste (el tribunal) acordar medidas
más gravosas que las solicitadas».
4. PROVISIONALIDAD
A) VARIABLES
• Las medidas cautelares son esencialmente variables desde su adopción hasta su extinción.
B) CARÁCTER DIVERSO
C) SOMETIMIENTO
• Están sometidas a la cláusula «rebus sic stantibus» [se entiende que las estipulaciones establecidas en
los contratos lo son habida cuenta de las circunstancias concurrentes en el momento de su
celebración] y son, por tanto, susceptibles de las modificaciones que requiera su fin asegurador (art.
743), agotándose con la ejecución de la resolución judicial final cuya eficacia aseguran.
D) CADUCIDAD
• Caducan si quien las solicitó no instara la ejecución o fuera el causante de la suspensión del proceso
por más de seis meses (art. 731.1 LEC).
5. NUMERUS APERTUS
• Las medidas cautelares son tan diversas como las pretensiones que en cada caso aseguran. En este
sentido, el principio de legalidad de la regulación se cohonesta con el carácter abierto. Así, según la
genérica fórmula del art. 726.1 LEC, pueden ser medidas cautelares «cualquier actuación directa o
indirecta» conducente a asegurar la satisfacción de la pretensión deducida en el caso de ser estimada
en la sentencia.
IV. PRESUPUESTOS
• El art. 728 expone los tres presupuestos necesarios para la adopción de medidas cautelares. Su
cumplimiento ha de ser probado por el solicitante. Según la doctrina y la jurisprudencia sin estos
presupuestos no podrá acordarse la adopción de medidas cautelares, son:
▪ Peligro por la mora procesal.
▪ Apariencia de buen derecho.
▪ Prestación de caución por quien solicita las medidas.
3. CAUCIÓN
A) SOLVENCIA ECONÓMICA
• El presupuesto de caución requiere del actor una solvencia económica de la cual no siempre
dispone.. La caución tiende a garantizar la justa reparación de los daños y perjuicios padecidos
por quien soporta la medida cautelar, en el caso de que la pretensión de fondo sea desestimada
en la sentencia. Se trata de responder de manera rápida y efectiva, de los daños y perjuicios que la
adopción de la medida cautelar pudiera causar al patrimonio del demandado, lo que no constituye en
sí, fundamento de la decisión que se acuerde, sino mero presupuesto de ejecución de la medida ya
acordada.
B) EXCEPCIONES
• El art. 728.3 proclama la necesidad de que el solicitante preste «caución suficiente para responder, de
manera rápida y efectiva de los daños que la adopción de medidas pudiera causar al patrimonio del
demandado».
• Sin embargo, en la misma enunciación del presupuesto se descubre que es una regla general que tiene
sus excepciones en los casos en que «expresamente se disponga otra cosa». Estas excepciones,
previstas en la misma LEC y en algunas leyes especiales, son escasas y puntuales, y se refieren a
supuestos concretos de exclusión de la prestación de caución, bien por razón del carácter de
Administración Pública del actor; bien por la existencia de un interés público a considerar.
• Se atribuye al Tribunal determinar la clase y cuantía de la caución que corresponde ofrecer y prestar
al actor atendiendo a la «naturaleza y contenido de la pretensión» deducida y de la valoración
«prima facie» del fundamento de la solicitud de la medida, así como la cuantía de los posibles daños y
perjuicios derivados de la ejecución de la medida, en apreciación conjunta de los datos aportados por
las partes.
D) CLASE DE CAUCIÓN
• La LEC prevé que la caución se constituya en dinero efectivo, mediante aval solidario de duración
indefinida o «por cualquier otro medio que a juicio del tribunal garantice la inmediata disponibilidad,
en su caso, de la cantidad de que se trate».
E) PLAZO
V. CLASES
• El art. 727 LEC, intitulado (rubricado) «medidas cautelares específicas» recoge los tipos de medidas
más ampliamente utilizadas desde antiguo en la práctica forense, con la finalidad de mantener el
principio «rebus sic stantibus» o «statu quo» existente al iniciarse el litigio.
A) IDEA GENERAL
• El embargo preventivo de bienes es la primera medida cautelar prevista en el art. 727, y la más
utilizada en la práctica para asegurar la ejecución de pretensiones de condena al pago de una cantidad
de dinero. Se prevé específicamente para garantizar el pago de las deudas por parte de los
propietarios morosos (art. 21.5 LPH) y en los procesos sumarios para la tutela privilegiada del
derecho de crédito.
B) OBJETO
• El embargo preventivo de bienes tiene como objetivo «hacer posible o garantizar el buen fin de la
ejecución, asegurando los bienes del condenado para evitar que no se sustraigan al proceso de
ejecución, ni se desmejoren durante la pendencia de la ejecución misma».
• El Tribunal embargará los bienes del demandado «procurando tener en cuenta la mayor facilitad de
su enajenación y la menor onerosidad de ésta para el ejecutado (demandado)» y, por tanto,
excluyendo los que tengan el carácter de inembargables según la LEC. La medida que se impone sobre
los bienes embargados, crea, en el momento de la ejecución de la sentencia, un crédito preferente
que asegura su ejecución.
D) OTROS CASOS
• El embargo preventivo puede ser utilizado como medida de garantía respecto de las pretensiones de
condena a hacer, no hacer o entregar cosa específica que no puedan ser inmediatamente cumplidas.
3. DEPÓSITO JUDICIAL
• Otra medida cautelar es la establecida en la regla 3ª del art. 727 LEC, que contempla la posibilidad,
mediante orden judicial previa, del depósito de un bien mueble que está en poder del demandado,
ante el riesgo de su pérdida, ocultación, deterioro o venta de un tercero. La adopción de esta medida
priva al demandado de parte de la posesión de la cosa para ser depositada en la persona que el
Juez determine por la orden de depósito que acordara.
• Esta medida cautelar puede, con carácter previo, complementarse con la diligencia preliminar de su
exhibición (art. 256.1.2º LEC), especialmente cuando el actor desconoce el lugar en el que se encuentra
el bien mueble objeto de su pretensión.
• Las medidas 8ª y 9ª del art. 727 recogen, respectivamente, otras figuras específicas de depósito judicial.
Estas medidas cautelares son especialmente interesantes para la tutela de los derechos reconocidos
en la Ley de Propiedad Intelectual, Patentes y Marcas.
4. INVENTARIOS DE BIENES
• La formación de inventarios de bienes es otra medida cautelar que puede solicitarse cuando el
demandante pretenda una entrega de bienes concretos cuya determinación individualizada, en calidad
o cantidad, pueda alterarse durante la tramitación del pleito, también por la incuria o mala fe del
demandado que en su día pueda ser condenado a entregarlos.
• El inventario ordenado por el Juez ha de ser practicado por quien designe, generalmente un perito
contable insaculado (elegido a suerte) para asegurar la imparcialidad y la objetividad de la actuación.
Aunque esta medida puede preceder a la de depósito o a la administración judicial, es una medida
autónoma que no exige el cambio de posesión de los bienes inventariados, sino la constancia de su
situación a efectos de la responsabilidad en que pudiera incurrirse por la falta o deterioro de los bienes
inventariados en el momento de la ejecución.
• El art. 727 LEC prevé, en sus medidas cautelares 5ª y 6ª, dos formas de anotación en el Registro a los
efectos de la publicidad de la medida frente a terceros. Se trata de la anotación preventiva de la
demanda, «cuando ésta se refiera a bienes o derechos susceptibles de inscripción en registros
públicos» (art. 727.5) y de «otras anotaciones registrales, en casos de que la publicidad registral
sea útil para el buen fin de la ejecución» (art. 727.6).
• La anotación en el Registro correspondiente de la demanda presentada o de otra resolución judicial
recaída con efectos sobre la extensión del derecho inscrito, tiene los efectos de la protección de la finca
o derecho objeto de la pretensión mero declarativa o mixta (las anteriores con una condena al pago
de una indemnización), durante la vigencia del asiento, es decir, durante la pendencia del pleito hasta
su cancelación.
• Esta protección de la anotación se dirige frente a terceros adquirentes de buena fe de la cosa o derecho
en litigio, que resultan protegidos por la presunción de exactitud de la inscripción si no se llevara al
asiento la anotación de la demanda que hace pública la situación sub iudice del bien o derecho que
pretende adquirirse o gravarse. Por ello, la resolución judicial que la acuerde ordenará expedir el
correspondiente mandamiento al Registro para su efectividad.
• Según la jurisprudencia, esta medida tiene un doble contenido:
▪ Contenido procesal: Conforme al contenido procesal se asegura que la sentencia que en su día
recaiga tendrá la misma eficacia que si se hubiera dictado ya en el día en que la anotación se practica.
▪ Contenido sustantivo: A través del contenido sustantivo se consigue la ventaja que proporciona el
principio de prioridad registral si el actor obtiene sentencia favorable.
• La medida cautelar puede también consistir en órdenes judiciales de cesación de una actividad,
abstención temporal de una conducta o de prohibición de interrumpir o cesar una prestación. La LEC
ha reunido en esta clase 7ª tres medidas distintas de contenido negativo y positivo.
• La finalidad cautelar se cumple mediante estas órdenes del Juez de «cese provisional en una actividad»,
mandato de «abstenerse temporalmente de llevar a cabo una conducta o la prohibición temporal de
interrumpir o de cesar en la realización de una prestación», según los propios términos del citado
precepto, encaminadas a un expedito aseguramiento de pretensiones de condena a hacer o no hacer,
y que sólo la provisionalidad de la medida, mientras dura el proceso, las distinguen de una ejecución
anticipada.
• El art. 727.10ª LEC regula la medida específica relativa a los litigios sobre la impugnación de acuerdos
societarios consistente en la suspensión de los acuerdos sociales que se hubiesen impugnado. En estos
casos, el demandante o demandantes han de acreditar (la apariencia de buen derecho) que
representan «al menos, el 1% o 5% del capital social, según que la sociedad demandada hubiere o no
emitido valores que, en el momento de la impugnación, estuvieren sometidos a negociación en
mercado secundario oficial».
• Esta medida, por su trascendencia, sólo puede solicitarse por el socio que impugne acuerdos sociales
cuya nulidad es el objeto de la pretensión mero-declarativa o constitutiva. Por eso mismo, solamente
puede pedirla el socio que represente el porcentaje del capital social que el precepto determina, para
evitar abusos por parte de los socios minoritarios.
8. CAUCIÓN SUSTITUTORIA
• Aunque la ley procesal civil no la incluya entre las medidas cautelares «específicas», al catálogo de
medidas cautelares hay que añadir la medida prevista para la tutela de los derechos e intereses «del
demandado», consistente en la caución sustitutoria regulada en los artículos 746-747 LEC.
• Mediante la caución sustitutoria, la parte que ha de soportar, o que ya soporta, la medida cautelar
solicitada, o acordada, puede evitarla pidiendo su sustitución por una caución suficiente por resultarle
menos gravosa, pero que también ha de garantizar la pretensión cautelar del actor.
• Esta contracautela es particularmente llamativa, al ser ofrecida por la parte que, precisamente, ha de
soportarla, lo que encierra una especie de allanamiento tácito a la pretensión cautelar.
II. SOLICITUD
1. JURISDICCIÓN Y COMPETENCIA
• La ordenación legal parte de la regla general es que será tribunal competente para conocer de las
solicitudes sobre medidas cautelares el que esté conociendo del asunto en primera instancia o,
si el proceso no se hubiese iniciado, el que sea competente para conocer de la demanda
principal» (art. 723.1 LEC).
• Y en segunda instancia o casación será el Tribunal ad quem [Tribunal ante quien se formula la
apelación contra la resolución de otro inferior] será competente para su resolución (art. 723.2 LEC).
• Además de lo contemplado en el art. 723, la LEC desciende, en los artículos 722 y 724, a «casos
especiales» y establece las normas de competencia para el supuesto de que el asunto principal no sea
del conocimiento de los Tribunales ordinarios, bien porque esté sometido a arbitraje, bien porque sea
del conocimiento de un Tribunal extranjero.
2. CAPACIDAD DE POSTULACIÓN
• La ordenación específica del procedimiento cautelar en la LEC no contiene una norma concreta sobre
este presupuesto procesal. Así, a tenor del art. 23.1, la regla general de la comparecencia en juicio por
medio de Procurador habilitado para actuar ante el Tribunal que conozca del pleito, tiene como
excepción (apartado 2.1 °) los juicios verbales cuya cuantía no exceda de 2.000 euros e idéntica
excepción tiene la intervención del Abogado, conforme al art. 31.2.1°.
• Ténganse en cuenta las excepciones previstas en materia de medidas cautelares urgentes previas
al proceso, previstas en los artículos 23.2.3º y 31.2.2º. que han de interpretarse como una posibilidad
del solicitante de no hacerse representar mediante Procurador, ni asesorar a través de su Abogado,
cuando las medidas cautelares se soliciten con anterioridad a la demanda, y sean «urgentes» y ello
aunque la cuantía de la pretensión principal exceda del límite de los 2.000 euros.
3. PRECLUSIÓN
• El art. 730.1 LEC establece que «Las medidas cautelares se solicitarán, de ordinario, junto con la
demanda principal». Sin embargo, esta regla general tiene dos excepciones, pues las medidas
cautelares pueden solicitarse antes de la demanda o después de iniciarse el proceso. En estos
supuestos, pueden solicitarse fuera del escrito de demanda, en el mismo o durante la pendencia del
proceso principal.
4. REQUISITOS
A) SOLICITUD ESCRITA
• Según el art. 732.1 LEC, la solicitud de medidas cautelares se formulará «con claridad y precisión»,
es decir, de manera similar al escrito de demanda (art. 399.1 LEC). Por tanto, la solicitud ha de ser
escrita.
B) PRUEBA DOCUMENTAL
• A la solicitud habrá de acompañarse la prueba documental u otros medios de prueba que justifiquen
«cumplidamente» la pretensión cautelar, exigencia que se corresponde con los dos presupuestos
esenciales en la adopción de tales medidas, esto es, el peligro por la mora procesal y la apariencia de
buen derecho de la pretensión de fondo que se pide asegurar, con el alcance que este precepto detalla,
y que impone al solicitante la carga de probar las situaciones (hechos o circunstancias) que
efectivamente impidan o dificulten la efectividad de la tutela que se solicita o las que «prima
facie» demuestran el fundamento de la pretensión principal que pide asegurar.
• Específicamente se requiere que en la solicitud de medidas cautelares, en relación con procesos en
que se pretenden la prohibición o cesación de actividades ilícitas, se proponga al Juzgador que, con
carácter urgente, requiera los informes u ordene las investigaciones que el solicitante no pudo aportar
(art. 732.2 LEC, párrafo segundo).
C) OFRECIMIENTO DE CAUCIÓN
• La solicitud cautelar ha de contener «salvo que expresamente se disponga otra cosa» (art. 728.3)
el ofrecimiento de prestar caución (art. 732.3). La efectiva prestación de caución por el solicitante
es, en realidad, un mero presupuesto de ejecución de la medida ya acordada, sobre la que el Tribunal
habrá de pronunciarse en el momento de resolver sobre la adopción de las medidas solicitadas.
D) A TENER EN CUENTA
• Cuando la solicitud de las medidas cautelares se pida junto a la demanda, todos los requisitos
anteriores reclaman una solicitud separada del escrito de demanda, petición generalmente
«vestida» con la fórmula de un «Otrosí», no obstante, según reiterada jurisprudencia no basta una
«simple» petición por Otrosí de la demanda, sino que es necesario una estructura similar a la
demanda:
▪ La exposición de los hechos que son el soporte de las medidas que se piden (el peligro en la demora)
o del momento de la solicitud (y del ofrecimiento de caución).
▪ La fundamentación jurídica de la medida que concretamente se pide (la apariencia de buen derecho).
▪ La aportación de los medios de prueba acreditativos de los citados presupuestos.
III. RESOLUCIÓN
1. FASE DE ADMISIBILIDAD
A) ADMISIÓN DE LA SOLICITUD
• El demandado, en el acto de la vista o de la oposición podrá hacer las alegaciones que estime oportunas
sobre un eventual incumplimiento de los requisitos legales de la solicitud.
B) PLAZO
• No existe un plazo prefijado en la LEC para emitir la resolución de la adopción de medidas cautelares.
No obstante, cualquier retraso puede comprometer la efectividad de la medida cautelar, por lo que el
Juzgador ha de tener en cuenta esta exigencia al despachar la solicitud. Por tanto, será de aplicación lo
dispuesto en el art. 734.1 sobre el carácter innecesario de seguir el orden de los asuntos pendientes.
C) INADMISIÓN DE LA SOLICITUD
• La inadmisión de la solicitud por la falta de algún requisito habrá de hacerse mediante auto, según
resulta del art. 206.1.2ª, sobre las clases, forma y contenido de las resoluciones judiciales, que reserva
para los autos los supuestos relativos a las «…medidas cautelares».
• El auto tiene carácter de definitivo y es, por tanto, recurrible en apelación, aunque no es previsible que
sea objeto de recurso cuando el requisito incumplido sea subsanable mediante una nueva solicitud.
• Una vez resuelta por el Tribunal la admisibilidad de la solicitud de medidas cautelares por cumplir los
requisitos legalmente exigidos, ha de pronunciarse sobre el trámite posterior a seguir, optando por las
dos posibilidades que contempla la LEC, a iniciativa del solicitante:
1. Citación (arts. 733 a 738): Una de las posibilidades es la que se corresponde con la regla general de
la citación del demandado para la vista previa a la resolución sobre las medidas cautelares solicitadas.
2. Resolución inmediata inaudita parte (arts. 739 a 742): notificando la decisión de adopción, a
posteriori, al sujeto pasivo de la medida, para darle la oportunidad de oponerse a la misma.
A) PROCEDIMIENTO CONTRADICTORIO
• La fase de audiencia contradictoria de las partes para la adopción por el Tribunal de las medidas
cautelares solicitadas se efectúa en una «vista» en la que se concentran las alegaciones y la proposición
y práctica de la prueba de ambas partes. En el procedimiento de la vista se distinguen los ss momentos:
• Admitida la solicitud de medidas cautelares, el LAJ judicial acordará su notificación al demandado, con
entrega de la copia de los documentos que la acompañan (art. 734.1 y 2), que dispondrá de un máximo
de quince días hábiles para preparar su defensa.
• La diligencia que acuerde la convocatoria de las partes a la vista habrá de dictarse dentro de los vista
que ha de ser dentro de los diez días siguientes, sin necesidad de seguir el orden de los asuntos
pendientes cuando así lo exija la efectividad de la medida cautelar (art. 734.1).
c) Celebración de la vista
• La actuación de las partes viene en el art. 734.2, según los principios de contradicción y defensa sin
otra limitación que la pertinencia de las alegaciones y pruebas determinadas «en razón de los
presupuestos de las medidas cautelares». La libertad de práctica de los medios de prueba en el marco
de la vista se extiende a la del reconocimiento judicial «cuando sea necesario para acreditar extremos
relevantes». Sis se considerase pertinente y si no pudiera practicarse en el acto de la vista, se llevará a
cabo en 5 días.
• El art. 734.3 establece, inequívoca y explícitamente, que «contra las resoluciones del tribunal sobre el
desarrollo de la comparecencia, su contenido y la prueba propuesta no cabrá recurso alguno». A este
respecto prevé, en el mismo precepto, que la parte que estimara que se ha producido una infracción
en la «comparecencia» deberá hacer en el acto la oportuna protesta a efectos del «recurso contra el
auto que resuelva sobre las medidas adoptadas».
• «Terminada la vista, el tribunal, en el plazo de cinco días, decidirá mediante auto sobre la solicitud de
medidas cautelares» (art. 735.1 LEC). Para decidir sobre la solicitud de las medidas cautelares, el Juez
ha de estudiar las alegaciones de ambas partes y las pruebas practicadas, contradictoriamente, en la
vista, evitando entrar en las pretensiones aseguradas, que son el fondo del litigio. Por tanto, la
resolución judicial ha de limitarse estrictamente a este extremo.
• La forma de auto (en lugar de sentencia) expresa la instrumentalidad de este procedimiento respecto
al proceso principal.
• Corresponde al actor instar del Tribunal la adopción de la medida o medidas pedidas sin la celebración
de la vista, por razón de la urgencia de la adopción de la medida. En el escrito de solicitud de medidas,
se expondrán las razones de urgencia y la necesidad que fundamentan esta petición y acompañando
la prueba documental correspondiente que las acreditan (art. 733.2 LEC) todo ello de forma
independiente a la de los presupuestos expuestos en la solicitud de medidas cautelares.
b) Resolución
• El Tribunal, recibida la solicitud, pasará sin demora a valorar la justificación de la petición de la adopción
de las medidas sin audiencia del demandado y, si la estima procedente, entrará «sin más trámites»
(art. 733.2) en el fondo de la comprobación, inaudita parte, de los presupuestos de las medidas
cautelares solicitadas, a la vista de la documentación aportada, que puede incluir, además de los
documentos públicos y privados, los dictámenes de peritos designados por el solicitante (art. 336) e
incluso los nuevos medios tecnológicos del art. 299.2. La resolución habrá de dictarse en el plazo de
cinco días, y reviste la forma de auto, irrecurrible, sin perjuicio de la posterior oposición (art. 733.2.II).
c) Escrito de oposición
• Una vez ejecutada la medida cautelar sin previa audiencia del demandado, éste podrá «formular
oposición en el plazo de veinte días contados desde la notificación del auto que acuerda las medidas
cautelares» (art. 739). De este modo, se abre la contradicción a posteriori a la adopción de la
medida, dándole oportunidad al demandado de oponerse a lo acordado por el Tribunal, atendida
la urgencia del caso, imponiéndole la carga procesal de oponerse a la adopción de la medida solicitada
por el demandante.
d) Vista
• La vista se señalará dentro de los 10 días siguientes al traslado al solicitante del escrito de oposición
del demandado. El trámite no varía respecto del de la vista previa salvo que en que aquí no es
preferente. Las partes no pueden introducir hechos ni alegaciones nuevas.
e) Resolución
• Celebrada la vista, el tribunal, en el plazo de cinco días, decidirá en forma de auto sobre la oposición,
condenando en costas a la parte cuya postulación finalmente quede desestimada.
IV. RECURSOS
• Contra los autos que resuelven sobre las medidas cautelares cabe interponer recurso de apelación. Sin
embargo, debemos diferenciar entre los procedimientos con oposición previa o sin oposición previa.
• Recurso contra el auto adoptando las medidas cautelares solicitadas «inaudita parte». En este caso
no cabe recurso alguno, pero se notificará al demandado a efectos de que pueda formular su oposición
a la medida cautelar adoptada (arts. 733.2.II y 739).
• Recurso contra el auto que decida sobre la oposición, cualesquiera que sea su sentido. En este caso
cabe el recurso de apelación, también sin «efecto suspensivo» (art. 741.3) lo que equivale a mantener
la medida cautelar impugnada, cuando ha sido confirmada y, a su alzamiento, si se estima la oposición.
B) PLAZO
• El tiempo para la reiteración de la solicitud será el de la pendencia del proceso en el que se ventila la
pretensión principal, sea en la primera instancia o en vía de recurso, y habrá de resolverse, de nuevo,
mediante auto susceptible de nueva impugnación.
VI. EJECUCIÓN
• La efectividad de la medida cautelar depende, tanto de su pronta tramitación como de su ejecución.
• Existencia de la medida que se adoptó y que pretende modificarse, como requisito evidente.
• La existencia de un hecho nuevo o desconocido, para el solicitante o para el demandado, producido
con posterioridad al momento de la resolución. La parte que la postula (ya sea el actor o el demandado)
ha de alegar y acreditar que son distintos de los que fundamentaron fácticamente el auto de la
adopción de la medida, relevantes y que guardan con la fundamentación de la resolución judicial la
necesaria relación o nexo con los presupuestos de la media a modificar y con la pretensión que
asegura.
• La caución ha de ofrecerse y acreditarse por quien la insta como medida de la misma eficacia
preventiva que la medida solicitada o adoptada por el Juzgador, es una actuación rogada que el
Tribunal no puede acordar de oficio, sino que se realiza después de un procedimiento simplificado,
pero contradictorio, en el que ha de justificarse la igualdad o superior eficacia que la medida que
pretende sustituir.
• La caución sustitutoria o «contracautela», está también en función de la pretensión principal formulada
y de las medidas que pretende sustituir.
• El afectado por la medida cautelar ostenta una amplia facultad en cuanto al momento de formular la
caución sustitutoria, ya que puede hacerlo en los tres siguientes momentos:
1. Al comparecer en la vista contradictoria para la adopción de medidas, como una de sus alegaciones.
2. En el trámite de oposición, si las medidas se adoptaron sin ser oído (art. 740).
3. Después de recaído el auto de adopción de medidas o de su mantenimiento, en cualquier momento
de la pendencia del proceso principal (arts. 746 y 747).
IX. ALZAMIENTO
• La instrumentalidad de las medidas cautelares respecto del proceso principal, finalmente se revela en
su relación con la resolución judicial definitiva que estima o desestima la pretensión del actor.
• No firme totalmente absolutoria. La LEC parte de la regla general del alzamiento salvo expresa
petición en contra del demandante, en cuyo caso se oirá a las partes y el Tribunal resolverá.
• No firme parcialmente absolutoria. Necesaria audiencia de las partes antes de resolver sobre su
«mantenimiento, alzamiento o modificación» (744.2).
• A tenor del art. 745, firme una sentencia absolutoria, se alzarán de oficio e imperativamente todas
las medidas cautelares adoptadas en la misma sentencia absolutoria y se procederá (si así lo solicita el
demandado) a la exacción de daños y perjuicios causados por la adopción de la medida.
• Este caso viene previsto en el art. 731.2 LEC. Deberán mantenerse las medidas acordadas durante la
sustanciación de los correspondientes recursos, salvo que el demandante inste, y así se haya acordado,
el despacho de la ejecución provisional, alzándose las medidas cautelares «que guarden relación con
dicha ejecución».
A) TOTALMENTE CONDENATORIA
• Si la sentencia firme fuera totalmente condenatoria, se mantendrán las medidas cautelares hasta que
transcurra el plazo de veinte días para solicitar la ejecución forzosa. Si el demandante dejara pasar ese
preclusivo plazo (por ejemplo, porque el demandado ha cumplido voluntariamente el contenido de la
sentencia), el Tribunal alzará, de oficio, las medidas cautelares.
B) PARCIALMENTE CONDENATORIA
• Se alzarán las medidas cautelares que concretamente aseguraban las pretensiones desestimadas.
• Se mantendrán las demás medidas cautelares hasta que se interponga la demanda de ejecución en el
plazo preclusivo de 20 días. Esta decisión requiere una doble distinción para que el Tribunal, que actúa
de oficio respecto a las primeras, respete el mantenimiento de las segundas.
• Por ampliación del objeto procesal hay que entender la introducción de nuevas pretensiones en
una demanda, en una contestación o en un proceso ya iniciado.
• La ampliación del objeto procesal es muy diferente a la introducción en el proceso de alegaciones
complementarias a los escritos de demanda o de contestación (art. 426.1) o la posibilidad de efectuar
aclaraciones, fácticas o jurídicas en relación con las pretensiones deducidas en el proceso.
Introducción en el proceso de alegaciones o aclaraciones.
• Atendiendo a un criterio subjetivo, dichos supuestos de modificación del objeto procesal pueden ser
sistematizados del siguiente modo:
1. Del demandante: La ampliación de la demanda (arts. 426 y 286) y la acumulación de acciones (arts.
71-73 LEC).
2. Del demandado: La reconvención (arts. 406-409) y la ampliación de la contestación (arts. 426-286).
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
A) CONCEPTO
B) FUNDAMENTO
2. REQUISITOS
A) SUBJETIVOS
a) De las partes
B) OBJETIVOS
• Los requisitos objetivos son dos: el procedimiento adecuado y la compatibilidad de las pretensiones.
a) Procedimiento adecuado
• Al procedimiento adecuado se refiere el art. 73.1.2º, en cuya virtud no podrán acumularse las
pretensiones que por razón de su materia deban ventilarse en procedimientos de diferente tipo.
• La regla general es la de que los procesos han de ostentar la misma naturaleza (así, el art. 73.2
LEC permite la acumulación de pretensiones de impugnación de acuerdos sociales), sin que provoquen
pérdidas de derechos o de posibilidades procesales. De conformidad con el art. 73.2 se puede afirmar
que se permite acumular pretensiones que puedan decidirse a través de los procesos declarativos
ordinarios entre sí.
• Pero, no podrán acumularse pretensiones que:
▪ Deban ventilarse en un proceso declarativo, a un incidente de un proceso de ejecución.
▪ Ni un proceso especial a un ordinario, ni a la inversa.
▪ Tampoco pueden acumularse dos pretensiones que deban tramitarse en dos procesos especiales,
aunque la jurisprudencia ha admitido la acumulación de un proceso de filiación con uno de
alimentos.
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3ª PARTE – EL OBJETO PROCESAL
b) Compatibilidad de pretensiones
• El art. 71.2 LEC dispone que «El actor podrá acumular en la demanda cuantas acciones le competan
contra el demandado, aunque provengan de diferentes títulos, siempre que aquéllas no sean
incompatibles entre sí».
• Como regla general, la acumulación debe admitirse cuando exista conexión entre las causas de
pedir. No obstante, aun cuando no exista dicha conexión, la interpretación que venía efectuando la
jurisprudencia de dicho precepto era y sigue siendo muy flexible.
• Ahora bien, en modo alguno es procedente la acumulación cuando las pretensiones sean
«incompatibles entre sí». El art. 71.3 LEC entiende que son «incompatibles entre sí» aquellas
pretensiones que «se excluyan mutuamente o sean contrarias entre sí, de suerte que la elección
de una impida o haga ineficaz el ejercicio de la otra u otras»:
3. CLASES
A) SIMPLE
B) ALTERNATIVA
C) EVENTUAL
• En la acumulación eventual de pretensiones el actor interpone una pretensión principal, y, para el caso
de que ésta sea rechazada por improcedente o infundada, plantea otra pretensión como
subsidiaria. La acumulación eventual constituye una tercera posibilidad de ampliación del objeto
procesal.
• En la actualidad, tanto el art. 71.4 LEC, como el art. 399.5, autorizan expresamente el planteamiento
de pretensiones subsidiarias. En tales casos, la litispendencia de la pretensión eventual ha de estar
condicionada en forma resolutiva al rechazo por el juez de la pretensión principal.
4. RÉGIMEN PROCESAL
A) ADMISIBILIDAD
• La nueva LEC permite al LAJ, con anterioridad a la admisión de la demanda, requerir al demandante
(actor) a fin de que subsane la demanda, bajo apercibimiento de archivo de las actuaciones, por incurrir
en el defecto de incluir pretensiones incompatibles. Si no lo subsanara, dará cuenta al Tribunal para
que decida sobre dicho archivo (art. 73.3).
▪ En la comparecencia previa del juicio ordinario -> El art. 419 LEC obliga al juez en dicha
comparecencia a dilucidar sobre la procedencia de la acumulación si el demandado se hubiera
opuesto a la misma y previa audiencia del actor.
▪ Al inicio de la vista en el juicio verbal -> El art. 443.2 faculta al demandado a oponerse a la alegación
al inicio de la vista, en cuyo caso y tras la audiencia del actor el tribunal resolverá lo que proceda.
• Acumulación objetiva. el juez debe vigilar de oficio la compatibilidad de las pretensiones, ya que, si
dicha acumulación fuera indebida, habrá de otorgar al actor un plazo de cinco días para que subsane
tal defecto (art. 73.3).
• Si el demandante, por las razones que fuera, no realizara tal acumulación de acciones en su demanda
o en su escrito de ampliación, podrá incoar un proceso independiente y paralelo al anterior. Este nuevo
proceso, si bien no será susceptible de acumulación (art. 78.2), en modo alguno ha de facultar al
tribunal a inadmitir la segunda demanda, siempre y cuando contenga una nueva pretensión. La
inadmisión de la demanda sería contraria al derecho a la tutela judicial efectiva del art. 24 CE.
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
▪ Razones de economía procesal. Se aconseja que las pretensiones conexas sean enjuiciadas en un
solo procedimiento a fin de evitar reiteraciones inútiles de actuaciones procesales.
▪ Evitar sentencias contradictorias. Un elemental principio de seg. jurídica aboga porque pret.
conexas no se traten en distintos procedimientos, ya que, en este supuesto, se podrían producir
sentencias contradictorias con grave quebranto de la santidad de la cosa juzgada.
2. PRESUPUESTOS
A) POSITIVOS
• La LEC dispone que deberá ordenarse la acumulación, cuando, existiendo conexión entre dos objetos
procesales, si se tramitaran por separado, podrían dictarse sentencias «con pronunciamientos o
fundamentos contradictorios, incompatibles o mutuamente excluyentes» (art. 76.2 LEC).
REQUISITOS:
▪ Que las pretensiones estén conexas, subjetiva y objetivamente (art. 72). Para ello tiene que
existir, entre ellas, un nexo en el objeto o bien litigioso y en el título o causa de pedir, entendiendo
por tal no la identidad jurídica, sino la fáctica, es decir, que se substancien sobre los mismos hechos
(art. 72.2).
▪ Que tales pretensiones, de tramitarse por separado, pudieran dar lugar a sentencias con
pronunciamientos o fundamentos contradictorios, incompatibles o mutuamente excluyentes.
• La LEC contempla también otra causa de acumulación, que es que la sentencia que haya de recaer en
alguno de los procesos «pueda producir efectos prejudiciales en el otro» (art. 76.1). Es decir, cuando
para resolver sobre el objeto del litigio sea necesario decidir acerca de alguna cuestión que, a su vez,
constituya el objeto principal de otro proceso pendiente ante el mismo o distinto tribunal civil.
• Aquí, por prejudicialidad, cabe entender aquellas pretensiones que, deducidas ante dos distintos
Juzgados de 1ª Instancia, mantengan una conexión jurídica de tal suerte que la decisión de una de ellas
produzca efectos jurídicos o sea necesaria para la resolución o fundamentación de la segunda.
• El legislador intenta, por razones de economía procesal, estimular la acumulación de autos, pero, si
ello no fuera posible, por incumplimiento precisamente de los requisitos de la acumulación, a fin de
garantizar «la santidad de la cosa juzgada», el art. 43 LEC impone la solución de suspender el segundo
proceso hasta que recaiga sentencia en la cuestión prejudicial.
• En cualquier caso, desde un punto de vista procedimental, la acumulación tan sólo es procedente en
la fase declarativa y, dentro de ella, antesde que se haya dictado todavía sentencia en ninguno de los
procedimientos (art. 81.2).
c) Apelación y casación
d) Condición
• No todo proceso declarativo permite la acumulación, sino tan sólo aquellos «que se substancien por
los mismos trámites o cuya tramitación pueda unificarse sin pérdida de derechos procesales»
(art. 77). La norma viene a indicar que los procedimientos a acumular han de ostentar similar
naturaleza .
B) NEGATIVOS
• Para que sea procedente la acumulación hay que cumplir, además, una serie de requisitos negativos,
exigidos por los artículos 77 y 78 LEC. De su régimen jurídico podemos afirmar lo siguiente:
▪ Ha de tratarse de una auténtica acumulación de dos o más pretensiones y no del planteamiento de
una misma pretensión ante dos órganos jurisdiccionales, en cuyo caso, no hay auténtica
acumulación, sino la carga de alegar la excepción de litispendencia (art. 78.1).
▪ Es necesario que el primer órgano jurisdiccional ostente competencia objetiva (art. 77.2) y que
el segundo órgano judicial no ostente competencia territorial imperativa, es decir, que haya
sido establecida por alguna norma inderogable o de «ius cogens» (art. 77.3).
▪ No debe obtenerse idéntico resultado a la acumulación de procesos, si se pudo efectuar la
acumulación de acciones, la ampliación de la demanda o la reconvención. De esta regla general hay
que exceptuar las pretensiones que versen sobre «intereses difusos» relativas a la protección de los
consumidores, si la incoación de los distintos procedimientos no se hubiera podido evitar mediante
la acumulación de acciones o la llamada a los demandantes establecida por el art. 15 (art. 78.4).
3. TRATAMIENTO PROCESAL
• Tradicionalmente la regla general era la de que la acumulación tan solo podía iniciarse «a instancia de
parte» (con la sola excepción de la acumulación de pretensiones relativas a la protección de los
consumidores (art. 78.4).
• Sin embargo, según la regulación vigente (arts. 75, 76 y 77 LEC), las partes pueden instar la acumulación
de procesos, pero el tribunal de oficio ha de decretarla necesariamente cuando tenga
conocimiento de que existen procesos que cumplen alguno de los requisitos previstos en el art.
76 LEC:
a) Cuando la sentencia que haya de dictarse en un proceso produzca efectos prejudiciales en el otro.
b) Cuando, de seguirse por separado, pudieren dictarse sentencias con pronunciamientos o
fundamentos contradictorios, incompatibles o mutuamente excluyentes.
c) En materia de intereses colectivos o difusos de protección de los consumidores.
d) La acumulación de procesos de impugnación de acuerdos sociales emanados por la misma Junta o
Asamblea General siempre que dicha impugnación se haya efectuado dentro del plazo de cuarenta
días para el ejercicio de la acción de impugnación.
• Si la acumulación de procesos fuera de oficio, el tribunal oirá a las partes y se pronunciará sobre la
acumulación (art. 80.2 LEC).
• Si la acumulación de procesos fuera a instancia de parte, el procedimiento sigue los siguientes cauces:
▪ Mediante un escrito en la que la parte señalará claramente los procesos a acumular (con
determinación del número de autos).
▪ Las razones que justifiquen la acumulación (con expresión de la causa del art. 76 que la substancian
y del cumplimiento de los requisitos trazados por los arts. 77 y 78).
▪ El estadio procesal en el que se encuentran (art. 81), con determinación de los distintos juzgados
ante los que pendan (art. 87).
• La solicitud puede plantearse en cualquier fase del procedimiento, siempre y cuando no haya
sucedido la citación para sentencia. Puede plantearse desde un momento anterior al emplazamiento
del demandado hasta el trámite de conclusiones o informes finales.
A partir de lo anterior se abre un procedimiento incidental que será distinto, según las
pretensiones se estén tramitando o no ante un mismo o diferente tribunal:
• La acumulación no sólo es procedente entre procesos declarativos, sino también con respecto a los
procesos de ejecución. El art. 98 contempla la acumulación de autos de un proceso declarativo a un
proceso concursal (art. 98.1.1º) o a un proceso sucesorio (art. 98.1.2º).
• Como el lector habrá podido advertir, el art. 98 no prevé la totalidad de los supuestos hipotéticos de
acumulación de los procesos declarativos y de ejecución, los cuales, en una primera sistematización,
pueden ser clasificados en los siguientes grupos:
• Esta posibilidad, por el contrario, está expresamente contemplada y autorizada por el art. 555, que
permite la acumulación de las ejecuciones seguidas contra un mismo deudor al proceso de ejecución
más antiguo. Para ello, es necesario que exista siempre identidad pasiva, es decir del ejecutado o
deudor, quien puede incluso instar la acumulación cuando exista también identidad activa o del
acreedor (art. 555.1); pero, si existiera una pluralidad de acreedores, tan sólo a instancia de alguno de
ellos podrá solicitarse la acumulación (art. 555.2).
• Por esta razón, la acumulación sucederá del proceso declarativo al universal (y nunca al revés), quien
ha de gozar siempre de «vis atractiva».
• La administración del concurso sustituirá procesalmente al deudor en los procesos declarativos en los
que no se hayan ejercitado acciones personales de éste (art. 51). Los convenios arbitrales quedarán sin
valor, ni efecto; pero, si se hubiere incoado un procedimiento arbitral, se continuará hasta la firmeza
del auto en los términos y condiciones del art. 51 (art. 52).
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
A) CONCEPTO
• La sentencia es el medio normal de finalización del proceso, pero no el único, ya que los artículos 19 a
22 LEC contemplan todo un conjunto de formas de finalización del proceso. A estas formas de
finalización del proceso, por ser distintas a las de la sentencia, las denominados «anormales». Su
común denominador estriba en responder a la vigencia del principio dispositivo en el proceso civil.
B) EL PRINCIPIO DE DISPOSITIVO
• El principio dispositivo entraña un poder de disposición sobre el derecho subjetivo material que se
discute en el proceso y, por ende, de la pretensión. En un proceso informado por el principio
dispositivo, las partes son enteramente dueñas tanto de trasladar su conflicto al proceso, como de
provocar, dentro de él, su finalización «anormal» a través de todo un conjunto de actos que, con fuerza
de cosa juzgada o sin ella, pueden poner fin al proceso con anterioridad a la emisión de la
sentencia.
• Tal y como señala el art. 19.1 in fine, la regla general de disposición de las partes sobre el proceso ha
de sufrir determinadas restricciones en aquellos procesos especiales, que, como es el caso de los
procesos capacidad, filiación, matrimonio y menores, bien por tratarse de pretensiones constitutivas o
por poder afectar al beneficio de tercero, las partes originarias no son enteramente dueñas de la
pretensión, debiendo de comparecer en tales procesos el Ministerio Fiscal (art. 749), que ha de
autorizar el desistimiento (art. 751.2), sin que puedan las partes acudir a estos medios anormales de
finalización del procedimiento (art. 751.1), salvo que se trate de materias que, ostentan carácter
disponible.
b) Otras restricciones
▪ El TS tiene declarado que tampoco cabe disposición sobre el «ius puniendi» [facultad sancionadora
del Estado], que el allanamiento no puede suponer un fraude de terceros o que el allanamiento de
uno de los litisconsortes no afecta a los demás.
2. CLASES
• El art. 19.1 LEC relaciona una serie de actos de finalización anormal del proceso, pero ni son todos los
que están (incluye al arbitraje dque es mas un equivalente jurisdiccional distinto del proceso), ni están
todos los que son (no incluye por ejemplo la satisfacción extraprocesal de las partes).
• Atendiendo a la concurrencia de la voluntad de una o de ambas partes los actos de finalización anormal
pueden sistematizase en:
a) Intraprocesales:
▪ Del demandante: la renuncia y el desistimiento.
▪ Del demandado: el allanamiento.
II. LA TRANSACCIÓN
• El art. 1.809 del Código Civil establece que «La transacción es un contrato por el cual las partes, dando,
prometiendo o reteniendo cada uno alguna cosa, evitan la provocación de un pleito o ponen término
al que habían comenzado». Existen dos clases de transacción:
▪ La transacción extrajudicial o pre-procesal. Esta transacción se concluye fuera del proceso, como
un contrato que tiene por finalidad precisamente evitar el surgimiento del proceso y, por tanto, está
sometida a las reglas generales de la contratación.
▪ Requisitos formales. La transacción exige «mandato expreso» que requiere un poder especial o de
la ratificación «apud acta», para lo cual, en la comparecencia previa (audiencia previa), bien el
procurador estará asistido de un poder especialísimo para efectuar una transacción determinada,
bien habrá de acudir la parte material a la comparecencia a fin de manifestar su consentimiento (art.
414.2).
3. TRATAMIENTO PROCESAL
• De conformidad con lo dispuesto en el art. 19.3 LEC, la transacción judicial, como la de todos los medios
de finalización anormal del procedimiento, puede efectuarse en cualquier estadio del procedimiento,
tanto en la primera instancia, como en los recursos y en la ejecución. No obstante, en la fase
declarativa, según la jurisprudencia, es necesario que el proceso no haya concluido para
sentencia.
• Puede obtenerse dicha transacción desde la demanda hasta el señalamiento para la deliberación y
fallo o citación para sentencia, debiéndose presentar ante el juez de instancia para su ratificación y
homologación.
• El juez «de oficio» tan sólo puede instar la conciliación intraprocesal dentro de la primera
instancia y en la comparecencia previa (art. 414.1.II). Dicho intento ha de promoverlo el órgano
judicial una vez contestada la demanda y a la vista de las alegaciones de todas las partes personadas.
4. EFECTOS
• El acuerdo que implique la desaparición de la controversia deberá ser homologado por el juez o
tribunal mediante auto. Si el órgano jurisdiccional estimara que el acuerdo contraviene el
ordenamiento jurídico o lesiona el interés público o de terceros denegará dicho auto, en cuyo caso
habrá de continuar el procedimiento hasta sentencia.
• Si el órgano jurisdiccional homologara dicho acuerdo tiene para las partes la autoridad de cosa juzgada,
tales acuerdos se consideran títulos de ejecución, pero no procederá la vía de apremio sino tratándose
del cumplimiento de la transacción judicial.
• Los efectos de la cosa juzgada se reconducen exclusivamente a la transacción judicial aunque no a la
totalidad de sus efectos (puede rescindirse por error, dolo o violencia etc, en tales casos habrá que
ejercitar la acción de nulidad de dicho contrato a través del proceso declarativo correspondiente.
• La transacción extrajudicial habrá que atenerse a la naturaleza del documento en el que se plasmó la
transacción. Si se tratara de una escritura pública podrá suscitarse el correspondiente proceso sumario
de ejecución. En cuanto a la interpretación de la transacción, ha de estarse a la interpretación de los
contratos, y muy especialmente a lo dispuesto en el art. 1.815 del Código Civil.
III. LA RENUNCIA
• Aunque el art. 20.1 LEC contempla la renuncia a la acción, desde una concepción abstracta de dicho
ese derecho fundamental, se tratará de un acto nulo, pues nadie puede renunciar a su derecho a acudir
a los tribunales. En realidad, la renuncia, como medio de finalización del proceso, tiene por objeto
el derecho subjetivo material que fundamenta la pretensión y la pretensión misma.
A) CONCEPTO
• Acto unilateral del demandante por el que decide abandonar su derecho subjetivo o derecho a
pretender y, por tanto, la pretensión, provocando la finalización anormal del proceso mediante la
emisión de una resolución jurisdiccional, que ha de gozar de todos los efectos de la cosa juzgada, y
que ha de impedir, por tanto, la incoación de un nuevo proceso sobre el mismo objeto de la
renuncia.
B) NOTAS ESENCIALES
• La renuncia es un acto unilateral, porque se integra con la sola declaración de voluntad del
demandante, lo que lo diferencia con el desistimiento, que aunque corresponda también al actor, es
un acto bilateral.
• La renuncia es un acto cuya titularidad corresponde exclusivamente al demandante, a diferencia
del allanamiento que encierra el mismo acto de disposición, pero que pertenece a la esfera de la
titularidad del demandado.
• Se trata de un medio autocompositivo, por el cual, y a través del sacrificio que efectúa el actor de su
derecho subjetivo, se pone fin al litigio.
• La resolución jurisdiccional que acepta dicha finalización goza de los efectos materiales de la cosa
juzgada, por cuanto supone la declaración jurisdiccional de la extinción, tanto del derecho
subjetivo, como de la pretensión, lo que veda al actor la posibilidad de poder volver a reproducir el
litigio.
2. NATURALEZA
• La renuncia es una institución perteneciente al ámbito del derecho material. Su fundamento hay que
encontrarlo en la «renuncia de derechos» contemplada en el art. 6.2º del Código Civil, conforme al cual
dicha renuncia sólo será válida cuando no contraríe el interés o el orden público y no perjudique
a terceros. Por esta causa, el órgano jurisdiccional habrá de determinar la naturaleza del objeto
litigioso en cada caso concreto, a fin de constatar la validez de la renuncia, debiendo adoptar una de
las dos siguientes posturas:
▪ Aceptarla cuando se trate de un mero conflicto intersubjetivo.
▪ Oponerse a ella, por ser «legalmente inadmisible», en el hipotético supuesto de que pudiera estar
comprometido el orden público o los intereses de terceros (incapacitación, menores…), en cuyo caso
habrá de sostener la pretensión el MF. En este supuesto, el juez deberá declarar en el pertinente auto
la inadmisibilidad de la renuncia y ordenará la reanudación del procedimiento (art. 20.1).
3. REQUISITOS
• La renuncia conlleva el voluntario sacrificio de un derecho subjetivo. Por este motivo la jurisprudencia
es rigurosa a la hora de exigir la concurrencia de determinados requisitos, materiales y formales,
a través de los cuales se garantice la libertad o espontaneidad de dicho abandono del derecho.
De este modo, el TS afirma que la renuncia ha de ser personal, clara, concluyente e inequívoca,
consciente o previsible, sin que pueda renunciarse «pro futuro» derechos inciertos, sin que implique
la transmisión de un derecho a un tercero o se efectúe con condicionamiento alguno.
• La renuncia ha de formularse mediante Procurador con poder especial o mediante ratificación «apud
acta», debido a los graves efectos de cosa juzgada que genera. Se determinará con precisión, en el
correspondiente acto procesal, los derechos que son objeto de este acto definitivo de disposición (art.
1815.2º del Código Civil), porque tan sólo a ellos se extenderán tales efectos materiales.
• Si la renuncia fuera declarada admisible, el juez dictará sentencia en la que absolverá en el fondo al
demandado (art. 20.1).
IV. EL DESISTIMIENTO
• Atendiendo a su naturaleza hay que destacar la bilateralidad del desistimiento, con lo que este acto
de finalización del procedimiento se diferencia también de la renuncia que es un acto unilateral. El
carácter bilateral del desistimiento se refiere a la necesidad de que la parte demandada preste su
consentimiento. AsI, los art. 20.2 y 20.3 LEC,
▪ Acto unilateral. Art. 20.2 LEC. De conformidad con lo dispuesto en el art. 20.2 el desistimiento es un
acto unilateral del demandante, cuando el demandado no ha sido emplazado para «contestar a la
demanda o citado para juicio» o cuando el demandado se encontrare en rebeldía.
▪ Acto bilateral. Art. 20.3 LEC. Si el demandado ha sido emplazado, hay que darle oportunidad de que
manifieste lo que estime conveniente acerca del desistimiento, pues puede haber sufrido
determinados perjuicios (así, los gastos procesales) como consecuencia de un temerario
emplazamiento.
El demandado en este caso, puede prestar su conformidad o puede oponerse a la solicitud:
▪ Conformidad. Si el demandado prestara su conformidad a dicha solicitud o no se opusiere a ella en
el plazo de diez días, el LAJ dictará Decreto de sobreseimiento.
▪ Disconformidad. Si el demandado se opusiera a dicha solicitud, el art. 20.3.III dispone que «el juez
resolverá lo que estime oportuno», facultad que le autoriza a disponer la reanudación del
procedimiento, si estimara legítima la causa de oposición del demandado. Ahora bien, dicha
oposición del demandado ha de ser de fondo y no meramente procesal; el demandado habrá de
alegar un «interés legítimo en que continúe el procedimiento para que se dicte sentencia sobre el
fondo».
3. REQUISITOS
• El desistimiento, al igual que los demás medios anormales de finalización del procedimiento, puede
plantearse en cualquier estadio del procedimiento con anterioridad al momento de la emisión de la
sentencia, tanto en la fase declarativa (art. 19.3), como en la segunda instancia o en la casación (art.
450):
▪ En la primera instancia. El desistimiento puede formularse desde la admisión a la demanda hasta
la citación para sentencia. Por tanto, no cabe plantear el desistimiento en trámite de diligencias «para
mejor proveer» o diligencias finales (art. 435).
• Desistimiento parcial. Si el desistimiento fuera parcial se tendrá por apartados del recurso a quienes
desistieran (art. 450.2).
B) REQUISITOS FORMALES
a) Consentimiento expreso
b) Consentimiento tácito
• De la anterior regla general podría exceptuarse el desistimiento «tácito», que sucede cuando una
norma procesal anuda tales efectos a una conducta pasiva de las partes, lo que sucede con la ausencia
del demandante o de su abogado a la comparecencia previa (art. 414.2.II) o a la vista del juicio verbal.
4. PROCEDIMIENTO
• Una vez formulado el desistimiento, debe darse traslado de él al demandado por plazo de diez días
(art. 20.3), y, aunque la ley no lo diga, mediante suspensión del procedimiento. El demandado puede
oponerse en cuyo caso el juez puede disponer la reanudación del procedimiento (art. 20.3.III). o puede
allanarse o no contestar, en tal caso, en virtud de los principios dispositivo y de congruencia, el LAJ ha
de acordar, mediante auto de sobreseimiento, que carece de efectos materiales de cosa juzgada, la
finalización del procedimiento con reserva al actor de su derecho de acción (art. 20.3.II).
5. EFECTOS
A) REGLA GENERAL
B) EXCEPCIONES
• De la anterior regla general hay que exceptuar a los coadyuvantes o partes secundarias, con respecto
a los cuales la jurisprudencia tiene sustentado que el desistimiento de la parte principal afecta al
coadyuvante, que no puede impulsar el procedimiento, e, inversamente, producido el desistimiento
por el coadyuvante, no afectará a la parte principal.
C) COSTAS
• El art. 396 LEC contempla dos situaciones diferenciadas: cuando el desistimiento no consentido por el
demandado, es el demandante quien correrá con el pago de la totalidad de las costas. En cambio si el
desistimiento es consentido por el demandado, no existirá condena en costas.
V. ALLANAMIENTO
A) CONCEPTO
• El sujeto del allanamiento es exclusivamente el demandado, que reconoce fundada la pretensión del
actor y se conforma con la misma. Por ello, es un acto unilateral y expreso del demandado, que
encuentra su paralelo con el mismo acto realizado por el actor de la renuncia, puesto que ambos actos
conllevan un poder de disposición sobre el derecho subjetivo material y ocasionan los mismos efectos
de cosa juzgada.
C) CONDICIONES
• El allanamiento, como todos los actos de finalización anormal del procedimiento, exige la plena
disponibilidad por el demandado del derecho subjetivo o interés material que se discute en el proceso
y que dicho acto de disposición no contravenga el ordenamiento jurídico (art. 19.1).
• Por esta razón, la segunda parte del art. 21.1 LEC dispone que «si el allanamiento se hiciere en fraude
de ley o supusiera renuncia contra el interés general o perjuicio de tercero, se dictará auto
rechazándolo y seguirá el proceso adelante.
2. CLASES
• Atendiendo a los límites objetivos del allanamiento, dicho acto de disposición puede ser total o parcial:
▪ Total. Cuando el demandado reconoce todas las pretensiones, declarativas y de condena, del actor
y manifiesta su disposición a cumplir voluntariamente con todas las prestaciones.
▪ Parcial. Cuando dicho reconocimiento se limita a determinadas pretensiones y no a otras (así, ante
una pretensión mixta, el demandado reconoce la declarativa, pero no la de condena) o cuando
existiendo una sola pretensión la conformidad se circunscribe a un solo pronunciamiento (así, a la
principal de condena, pero no a la de pago de intereses y costas) (art. 405.1 in fine).
• Tan solo el allanamiento total produce la finalización anormal del procedimiento (art. 21.1), debiendo,
en el parcial, continuar el procedimiento contra los demás.
3. REQUISITOS
• Al igual que la renuncia, el allanamiento ha de ser personal, claro, concluyente e inequívoco, expreso,
consciente y previsible y efectuado sin condicionamiento alguno.
A) REQUISITOS FORMALES
• También el allanamiento, en tanto que acto de disposición de la pretensión, requiere ratificación «apud
acta» o autorización expresa y la concurrencia de los demás requisitos formales del desistimiento.
B) MOMENTO
• El allanamiento puede efectuarse en cualquiera de las fases del proceso (declarativa, de impugnación
o ejecución) (art. 19.3 LEC).
4. EFECTOS
a) Objetiva
• Allanamiento total. Desde una dimensión objetiva, tan sólo el allanamiento total produce la
finalización anormal del procedimiento.
• Allanamiento parcial art. 21.2 LEC. El tribunal a instancia del demandante, podrá dictar de inmediato
auto acogiendo las pretensiones que hayan sido objeto de dicho allanamiento. Para ello, será necesario
que el actor solicite expresamente dicho auto y que la conexión con las demás pretensiones no tenga
efectos prejudiciales, de tal suerte que «no prejuzgue las restantes cuestiones no allanadas». En
cualquier caso, el procedimiento seguirá adelante con respecto a las pretensiones no allanadas.
b) Subjetiva
• Desde un punto de vista subjetivo, el allanamiento tan sólo afecta a las partes principales que lo
hubieren efectuado. Por lo tanto, no extiende sus efectos a las demás partes principales o
litisconsortes, a quienes también hay que recabar su voluntad de poner fin al procedimiento, y sí que
los extiende, por el contrario, a los coadyuvantes de la parte allanada.
B) COSTAS
• En materia de costas, el art. 395 LEC, distingue el allanamiento efectuado con anterioridad a la
contestación de la demanda. No procederá la imposición de costas, salvo que el tribunal aprecie mala
fe en la conducta del demandado.
• Si el Allanamiento efectuado con posterioridad a la contestación de la demanda. La norma se
remite al criterio general sustentado por el art. 394.1, que se ha inclinado por el del vencimiento, salvo
que el tribunal aprecia serias dudas acerca de la fundamentación de la pretensión o de la defensa. Esta
circunstancia difícilmente puede concurrir en el caso del allanamiento.
1. CONCEPTO Y REQUISITOS
A) CONCEPTO
• Puede ocurrir que, una vez ejercitado el derecho de acción, en un determinado estadio procesal, la
pretensión del actor hubiera recibido satisfacción, (bien por extinción de la obligación o por cualquier
otra causa (por ejemplo, por desaparición de la cosa, objeto de la prestación de dar). En estos
supuestos, habrá desaparecido el objeto procesal siendo innecesario continuar el procedimiento
instaurado.
• Si el actor silenciara su satisfacción extraprocesal (por ejemplo, porque el demandado pagó la deuda)
se arriesga a que el demandado alegue y pruebe la oportuna defensa material lo que acreditará la
mala fe del actor a los efectos de la condena en costas e incluso de la pertinente multa por
incumplimiento de las obligaciones de probidad y lealtad procesal (arts. 394.1 y 247.3).
B) REQUISITOS
• El art. 22.1 LEC se refiere expresamente a la terminación del proceso por satisfacción extraprocesal de
la pretensión. REQUISITOS:
1. Es necesario que la satisfacción ocurra con posterioridad a la demanda (art. 413), ya que, si se
produjera con anterioridad, estaríamos ante una pretensión temeraria y, en cuanto tal, acreedora
de la condena en costas (art. 394.1) e incluso de la multa por infracción de la obligación de lealtad
procesal contemplada en el art. 247.3.
2. La satisfacción lo ha de ser a la pretensión del actor o a la reconvención del demandado, pero
no a la defensa del demandado, ya que, si esto sucediera, habría de finalizar el proceso por alguno
de los otros medios previstos en los preceptos anteriores (transacción, renuncia, allanamiento o
desistimiento).
3. Dicha satisfacción de la pretensión ha de ser total, para lo cual habrá de existir una plena
identidad entre la pretensión y el hecho, acto o negocio jurídico motivador de la satisfacción
extraprocesal.
4. Es necesario que dicha satisfacción procesal se inste expresamente («se pondrá de manifiesto
esta circunstancia (al tribunal)») y que ambas partes, actor y demandado manifiesten su
consentimiento en dicha terminación anormal del procedimiento.
• La satisfacción procesal obedece al principio de justicia rogada, sin que pueda nunca ser decretada
de oficio. El convenio extrajudicial que ponga fin al proceso debe ser comunicarlo al LAJ del tribunal e
instar la suspensión (art. 19.4), a fin de evitar la aplicación del principio de «impulso oficial» (art. 179).
2. PROCEDIMIENTO
• La satisfacción extraprocesal puede suceder en cualquier estadio del procedimiento (art. 19.3), esto es,
tanto en la fase declarativa, como en la de impugnación y ejecución.
1. La satisfacción del actor hay que ponerla en conocimiento del LAJ, por cualquiera de las partes.
2. Una vez dado traslado del escrito a la contraparte, si ésta manifestara su conformidad a dicha
satisfacción extraprocesal, el LAJ, sin efectuar condena en costas, dictará Decreto de terminación
del procedimiento (art. 22.1), que «tendrá los mismos efectos que una sentencia absolutoria
firme», es decir, plenos efectos materiales de cosa juzgada y liberatorios para el demandado.
3. Se convocará a las partes a una comparecencia. Salvo el supuesto de reconvención, carece el
demandado de legitimación para oponerse a este medio de finalización por satisfacción
extraprocesal del demandante. No obstante, la exigencia de acuerdo entre las partes para la
vinculación del tribunal en cuanto a la procedencia de este medio de finalización (art. 22.1 in fine),
no permite configurar plenamente a este medio como un acto unilateral del actor.
4. La oposición a la adopción del auto de terminación la formulará el actor «negando
motivadamente que se haya dado satisfacción extraprocesal a sus pretensiones o con otros
argumentos». Por «otros argumentos» pueden reputarse incluidos todos los de desaparición del
objeto procesal.
5. Si existiera oposición, el art. 22.2 establece que el LAJ judicial citará a las partes a una
«comparecencia», que habrá de celebrarse en el plazo de diez días para examinar si
efectivamente ha existido o no una satisfacción extraprocesal o la desaparición del objeto, por lo
que, en dicha comparecencia habrá de admitirse toda la prueba pertinente.
6. Una vez terminada la comparecencia, el tribunal decidirá, dentro de 10 dias sobre la continuación
del procedimiento, habiendo de condenar en costas a quien viere rechazada su pretensión (art.
22.2.II).
7. Contra el auto que ordene la continuación del procedimiento no cabrá recurso alguno. Contra el
que acuerde su terminación, podrá la parte gravada interponer recurso de apelación sin efecto
suspensivo.
• Se ocasiona una interrupción del procedimiento cuando el proceso se paraliza por causas ajenas a la
voluntad de los sujetos procesales. Esto es lo que sucede en el supuesto contemplado por el art. 134.2
LEC, que permite la interrupción del proceso por fuerza mayor o por cualquier otra causa
independiente de la voluntad de las partes (ej. amenaza de bomba en un juzgado), en cuyo caso el
cómputo de los plazos se reanudará cuando hubiere cesado la causa de la interrupción o demora.
A) SUSPENSIÓN DE OFICIO
• La suspensión de oficio se ocasiona cuando surge un evento al que la norma procesal asocia la
paralización del curso de los autos. Esto es lo que sucede en los siguientes casos:
▪ La incomparecencia del Abogado del demandante en la audiencia previa (art. 414.3.II y 4).
▪ La interposición de cuestiones prejudiciales penales devolutivas.
▪ Recursos suspensivos.
▪ Conflictos de competencia.
▪ Planteamiento de cuestiones prejudiciales devolutivas y suspensivas.
▪ Acumulaciones de autos.
▪ En general, ante la interposición de incidentes suspensivos.
3. LA SUSPENSIÓN COMO ACTO INSTRUMENTAL DE LOS ACTOS DE FINALIZACIÓN DEL PROCESO ART. 19
LEC
• Consiste en iniciar una gestión amistosa que pueda culminar en alguna de las formas de finalización
anormal (transacción, renuncia, allanamiento o desistimiento).
• Cuando alguna de las partes, en el curso de un proceso ya instaurado, prevé algún tipo de solución
autocompositiva, puede ponerlo en conocimiento de la contraria a fin de instar ambas, al amparo del
art. 19.4 LEC, la suspensión del procedimiento. No es procedente cuando pueda perjudicar «al interés
general o a tercero».
• El escrito de suspensión puede plantearse mediante comparecencia «apud acta», poder especial o
general para pleitos. Sin embargo, el acto de disposición del proceso (la renuncia, el desistimiento, el
allanamiento, etc.) requiere el poder especial o su ratificación en la sede del Tribunal.
• Una vez acordada la suspensión mediante Decreto del LAJ art. 19.4), su efecto fundamental es
Interrumpir el plazo del acto procesal en el que se ocasiona dicha suspensión o suspender los efectos
de la sumisión al arbitraje, sin que su planteamiento suponga una sumisión tácita al proceso.
• El proceso finalizará en el estadio, si las partes llegan a una solución autocompositiva, y le ponen fin al
mismo. En cualquier otro caso, denunciada al LAJ por alguna de las partes la reanudación del
procedimiento (por no haber llegado a buen término la gestión amistosa), volverá a correr el cómputo
del plazo a partir del día en que fue interrumpido, prosiguiéndose el curso del proceso a través del
impulso de oficio.
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
• El art. 22.4 contempla un supuesto que nada tiene que ver con la finalización anormal del
procedimiento y sí con los efectos liberatorios del pago (art. 1156.1 del Código Civil) ante pretensiones
de condena o cantidad líquida.
• La vigente LEC mantiene, por una sola vez, la posibilidad de paralizar este juicio sumario (art. 447.2),
mediante el pago por el arrendatario al arrendador de todas las rentas adeudadas o mediante su
consignación judicial o notarial, en cuyo caso el Letrado de la Administración de Justicia dictará Decreto
de finalización del procedimiento.
• Dicha enervación tan sólo es procedente por una sola vez y siempre y cuando el arrendador no hubiese
requerido de pago al arrendatario, por cualquier medio fehaciente, con al menos 30 días de antelación
a la presentación de la demanda y el pago no se hubiese efectuado al tiempo de dicha presentación
(art. 22.4.II).
• Realmente las innovaciones en materia de desahucio se realizan en otras normas procesales. Y, así, el
art. 439.3 obliga al demandante a determinar las cantidades adeudadas a fin de posibilitar el
enervamiento del desahucio, todo ello con la sanción de inadmisión «a limine» [al comienzo] de la
demanda; y el art. 440.3 obliga al tribunal a ilustrar al demandado, en la pertinente citación de
comparecencia, de su derecho a enervar el desahucio mediante el pago o consignación de todas las
rentas vencidas hasta la fecha.
I. EL SISTEMA PROCESAL
• Nuestro sistema procesal se caracteriza por la coexistencia de procesos ordinarios, especiales y
sumarios.
• Los procesos ordinarios son dos: el juicio ordinario y el juicio verbal. Se determina a dos criterios:
▪ Cuantitativo: Todos los objetos litigiosos con un valor superior a los 6.000 euros se dilucidarán
siempre a través del juicio ordinario, en tanto que los de una cuantía igual o inferior a los referidos
6.000 euros, se ventilarán siempre por las reglas del juicio verbal (art. 249.2 y 250.2).
▪ Cualitativo o por razón de la materia: Según este criterio los litigios que versen sobre relaciones
jurídicas materiales contenidos en los números 1º a 8º del art. 249.1 habrán de tramitarse con
arreglo a las normas procesales del juicio ordinario, mientras que los previstos en los números 1º
a 13º del art. 250 habrán de enjuiciarse por las normas del juicio verbal. Características de los
procesos ordinarios
• Los procesos ordinarios se caracterizan por
▪ Su amplitud de cognición.
▪ Las fases de alegación, prueba e impugnación.
▪ Dentro de sus respectivos ámbitos de aplicación pueden plantearse todo tipo de pretensiones
(excepto aquellas que la LEC expresamente reserva su enjuiciamiento a través de los procesos
especiales).
▪ Las sentencias de fondo, en ellos recaídas, producen la totalidad de los efectos de la cosa juzgada.
a) Juicio ordinario
• Dentro de los procesos ordinarios el proced. que reviste mayores garantías es el juicio ordinario. Por
esta razón, reviste el carácter de proceso común, siendo sus disposiciones de aplicación supletoria en
todos los procedimientos. Se caracteriza por comprender las siguientes fases:
1. Fase escrita de alegaciones (demanda, declinatoria, contestación a la demanda y reconvención.
Prueba documental y pericial).
2. Audiencia previa (art. 414 y ss). Subfase oral de complementación de las alegaciones y de
depuración de los presupuestos procesales.
3. Vista principal oral con práctica de prueba y conclusiones.
4. Fase de sentencia.
b) Juicio verbal
• El juicio verbal, destinado al conocimiento de asuntos de pequeña cuantía, está informado por los
principios de oralidad, rapidez y sencillez en su tramitación. Debido a que también las alegaciones son
orales, se concentran, junto con la práctica de la prueba, en el acto de la vista oral.
1. Fase de alegaciones y ejecución de prueba: Papeleta de demanda -> Citación demandado -> Vista
oral con alegaciones orales. Resolución de presupuestos y excepciones, práctica de prueba y
conclusiones.
2. Sentencia.
• Los procesos especiales responden en su creación a razones materiales, que aconsejan una
tramitación diferente o con determinadas especialidades en la aplicación de los juicios ordinarios, a los
que, por razón de la materia, suelen remitirse. Existen dos tipos de procesos especiales:
▪ Los típicos o previstos como tales expresamente en el Libro IV LEC. Vienen integrados por los
procesos de familia y de estado civil, los de división de la herencia, y el monitorio y cambiario, si bien
estos dos últimos procesos merecen la calificación de sumarios.
▪ Los atípicos o procesos ordinarios con especialidades. Están contemplados en los artículos 249.1 y
250.1, aunque también muchos de ellos son sumarios.
• Los objetos litigiosos previstos en las normas que asignan estos procedimientos han de tramitarse con
arreglo a las normas que les son propias de dichos procesos especiales. Si el actor incumpliera esta
carga, el demandado le podrá oponer la excepción de procedimiento inadecuado.
• Las sentencias recaídas en los procesos especiales producen también la totalidad de los efectos de la
cosa juzgada.
• CARACTERÍSTICAS:
▪ Se pretende obtener la rapidez a costa de la mengua de garantías procesales.
▪ Poseen una cognición limitada a determinados aspectos de la relación jurídico-material debatida.
▪ Están limitados los medios de ataque y de defensa.
▪ Las sentencias que en ellos recaen no producen la totalidad de los efectos de cosa juzgada.El
actor es dueño de incoar un proceso sumario o acudir al proceso ordinario que, por razón de la
cuantía, corresponda.
• Son procesos sumarios los juicios posesorios, el proceso para la protección de los derechos reales
inscritos, el monitorio, ejecutivo y cambiario, el proceso de desahucio y los relativos a contratos
inscritos en el Registro de Ventas a Plazos de Bienes Muebles.
• Las normas que regulan los procesos ordinarios son de aplicación supletoria en los demás
procedimientos y, en último término, las del «juicio ordinario» son de aplicación en todos ellos.
1. INTRODUCCIÓN
• Existen determinados actos procesales que el futuro demandante puede realizar con anterioridad a
la iniciación del proceso civil. Algunos de estos actos constituyen auténticos presupuestos procesales:
▪ El agotamiento previo de la vía administrativa, cuando se desea demandar, en el proceso civil, a
una Administración Pública.
A) CONCEPTO
• Las diligencias preliminares son el medio a utilizar en estos supuestos, para obtener, mediante la
intervención del Tribunal y consiguiente requerimiento judicial al deudor, los extremos fácticos
ignorados y necesarios para poder fundamentar la pretensión.
B) REGULACIÓN LEGAL
• Las diligencias preliminares se encuentran previstas en los artículos 256 a 263 LEC.
B) OBLIGACIÓN PROCESAL
• Las diligencias preliminares generan una «obligación procesal» del futuro demandado o del
tercero requerido, que ha de declarar o aportar la documentación solicitada por el Tribunal.
• Las diligencias preliminares son comunes a todos los procesos civiles declarativos.
Consiguientemente, la parte interesada en solicitar estas diligencias podrá hacerlo con independencia
de que el futuro escrito de demanda haya de tramitarse conforme a las normas del juicio ordinario o
verbal, ya sea un proceso declarativo ordinario, especial o sumario.
D) NUMERUS CLAUSUS
• Las diligencias preliminares se determinan en la LEC según el criterio de lista cerrada o «numerus
clausus». Dentro de dicho «numerus clausus», se incluyen las contenidas en las Leyes especiales.
E) DILIGENCIAS NECESARIAS
• Las diligencias solicitadas han de ser necesarias para la formulación del escrito de demanda. El
solicitante tiene la carga del solicitante de especificar, no sólo el «interés legitimo» de su petición, sino
también la «justa causa» de la misma, es decir, su pertinencia, utilidad y necesidad (art. 258.1 LEC).
• Su naturaleza está próxima a la prueba anticipada, ya que además de a despejar dudas, también a
acreditar extremos pertinentes, útiles y necesarios para el fundamento de la pretensión del futuro
actor. Como regla general, no puede afirmarse la naturaleza probatoria de dichas diligencias, sino
la de «actos civiles instructorios» que podrán servir o no al actor para fundar su pretensión en la
demanda.
• El solicitante, en su caso, ha de prestar caución para que se permita su práctica a fin de compensar los
gastos y se garanticen los posibles daños y perjuicios que, mediante su práctica, se pudieran irrogar a
la parte requerida.
• El solicitante puede pedir, solo cuando se considere necesario para el pleito, al futuro demandado
que declare bajo juramento o promesa de decir verdad sobre hechos relativos a su capacidad,
representación o legitimación. Del mismo modo puede solicitar que exhiba los documentos en los que
constan esos elementos fácticos relativos a los presupuestos procesales del futuro demandado
(capacidad y representación), así como los que hacen referencia a su legitimación pasiva. [art.
256.1.1º].
• El término «cosa» no debe interpretarse de manera tan amplia que permita confundirlo con el de
«documento», pues, si se parte del carácter tasado de las diligencias, los «documentos» a solicitar se
encuentran expresamente previstos en la práctica totalidad del art. 256.1, salvo en el núm. 2º.
• El art. 256.1, números 3 al 8 LEC, regula diferentes tipos de esas diligencias de exhibición:
1. En el caso de sucesión «mortis causa», puede solicitarla «quien se considere» heredero, coheredero
o legatario de exhibir el acto de última voluntad de la herencia o legado por quien lo tenga en su poder.
2. El socio o comunero puede solicitar la exhibición de los documentos y cuentas de estas entidades.
3. Diligencia de exhibición de contrato de seguro por quien lo tenga en su poder cuando el solicitante
es el perjudicado por un hecho que podría estar cubierto por dicho seguro de responsabilidad civil.
• Consiste en solicitar del Tribunal información para «concretar a los integrantes del grupo de afectados
cuando, no estando determinados, sean fácilmente determinables» (art. 256.1.6º). Esta petición la ha
de realizar quien pretenda iniciar un proceso para la defensa de los intereses colectivos.
• Esta diligencia ha de relacionarse con lo dispuesto en la LEC respecto de dichos grupos de afectados,
especialmente con los artículos 6.1.7º y 15.2, normas que exigen, respectivamente, que el citado grupo
se constituya con «la mayoría de los afectados» (de lo contrario carece de capacidad para ser parte), y
que los demandantes comuniquen previamente a todos los interesados la presentación de la demanda
(presupuesto procesal específico para estos casos). El incumplimiento de estas normas imperativas
provoca la inadmisión de la demanda.
• La norma exige que dicha normativa reúna un doble requisito: que tenga rango de Ley y que esta
normativa contenga diligencias preliminares. Destacan entre ellas las diligencias preliminares de
comprobación de hechos para las pretensiones de condena contra infractores de los derechos sobre
patentes y las normas aplicables a las pretensiones de condena en materia de marcas.
• Se introdujeron dos medidas que puede solicitar quien pretenda preparar un proceso ante la infracción
de un derecho de propiedad intelectual o industrial cometida mediante actos llevados a cabo «a escala
comercial». En particular puede solicitarse, la práctica de un interrogatorio o la exhibición de
documentos para la obtención de datos sobre el origen y redes de distribución de las mercancías o
servicios que infringen un derecho de propiedad intelectual o industrial (art. 256.1.7º).
A) COMPETENCIA
• El art. 257 LEC establece una norma especial respecto de la competencia objetiva y territorial:
▪ Competencia objetiva: El Tribunal competente, en todo caso, para conocer de las diligencias
preliminares es el Juzgado de Primera Instancia o de lo Mercantil (nunca el Juzgado de Paz).
▪ Competencia territorial: La norma crea un fuero legal imperativo (presupuesto procesal) a favor
del domicilio de la persona requerida a realizar la diligencia instada. (Excepto las diligencias previstas
en los nº 6º a 9º, en cuyo caso será competente el Juzgado «ante el que haya de presentarse la demanda
determinada» (art. 257.1.II)).
B) SOLICITUD
a) Forma escrita
• El procedimiento se inicia con una solicitud que ha de revestir forma escrita y contener una estructura
similar al escrito de demanda (acto de postulación por antonomasia). Por tanto, el solicitante deberá
identificar el órgano judicial con jurisdicción y competencia objetiva y territorial al que dirige su
petición.
• El escrito deberá contener un encabezamiento en el que se especifiquen las partes (el futuro
demandante y el futuro demandado o el tercero requerido) y la diligencia o diligencias a realizar, así
como una alegación fáctica y jurídica, que concluye con una solicitud final en la que se recogerá la
esencia o resumen de la petición.
• Debe considerarse el carácter preceptivo de la intervención de los citados profesionales cuando las
diligencias preliminares sean «necesarias», aunque no «urgentes», destacando la excepción común a
la necesidad de la intervención preceptiva del procurador y del abogado en aquellos casos en que se
«soliciten medidas urgentes con anterioridad al juicio» (art. 23.2.3º y 31.2.2º).
• El art. 256.3 LEC regula la condición imprescindible de prestar caución para que se lleve a efecto la
diligencia solicitada y admitida por el juez. El solicitante tiene la carga de determinar previamente el
importe de la caución en función de los gastos que va a ocasionar a la persona que ha de realizar la
diligencia pedida, y los posibles daños y perjuicios que pudieran ocasionarse a esta parte. Una vez
calculada esa cantidad, el solicitante ha de ofrecerla en su escrito de solicitud.
• El juez competente para resolver esta solicitud es quien determina finalmente el importe exacto de la
caución (art. 258.1 LEC). Resolverá, si accede o no a las diligencias solicitadas y, en caso afirmativo,
determinar la caución correspondiente. El solicitante debe prestar la caución judicialmente
determinada en los 3 días siguientes a la resolución que las concede, de lo contrario se archivarán las
actuaciones.
• La caución podrá prestarse en dinero efectivo o por cualquier otro medio que, garantice su inmediata
disponibilidad, perdiéndose si no presenta la demanda en el plazo de un mes desde la «terminación
de las diligencias».
C) ADMISIÓN
• Una vez presentada la solicitud de diligencias preliminares, el juez ha de resolver mediante auto acerca
de su admisibilidad en el plazo de 5 días siguientes a su presentación (art. 258.1 LEC). Para ello, ha de
comprobar, de oficio, el cumplimiento de los presupuestos procesales. Sólo accederá a la petición si,
además, el solicitante cumple los requisitos de su escrito de solicitud (interés legítimo y justa causa).
• Admisión de la petición. Contra el Auto que admite la petición no cabe recurso alguno.
Desestimación de la petición. El Auto que desestima (total o parcialmente) la petición puede ser
recurrido en apelación (art. 258.2).
• Dentro de los cinco días siguientes a la notificación del Auto, la parte requerida para realizar las
diligencias preliminares puede presentar escrito de oposición a la misma. Con ello se evita la
indefensión en la que incurre la parte requerida, al no poder recurrir el Auto que acuerda la práctica
de las diligencias y que se dicta sin su previa audiencia.
• La vista deberá regirse por lo dispuesto en el art. 443 LEC. Una vez celebrada la vista, el juez resolverá,
mediante auto; en caso de estimarse la oposición, el solicitante de la diligencia podrá interponer
recurso de apelación (art. 260.3); y en caso de desestimarse la oposición, provocará la condena en
costas del opositor y la continuación del procedimiento, SIN que sea posible recurrir dicho Auto.
a) Práctica
• Las únicas disposiciones previstas para la práctica de las diligencias preliminares se contienen en el
art. 259 LEC. Además del plazo, establece el modo en que han de practicarse las diligencias, que no es
otro que el que considere oportuno el Tribunal, pudiendo el solicitante de acudir a la sede del Tribunal
con el asesoramiento de un experto (perito) para el examen de «los documentos y títulos» que se
presenten.
• Tanto supuesto activo de la negativa a su realización, como actitud la pasiva del requerido consistente
en «desatender» el requerimiento, provocará que el juez mediante Auto, resuelva según dispone el
art. 261, acordando las medidas previstas en el citado art. 261 consistentes en «poder tener» como
ciertas en el juicio posterior las preguntas que quiso formular el solicitante y que no fueron
contestadas, así como los datos y cuentas por aquél aportados y que no han sido rebatidos.
• Por otra parte, Los números 2º, 3º, 5º bis, 7º y 8º (también el núm. 1º cuando lo que se solicita son
«documentos») facultan al juez a ordenar la entrada y registro en el lugar en el que se encuentren
los documentos, títulos o la cosa objeto del futuro pleito.
• Se trata de actos que pueden realizarse con anterioridad al nacimiento del proceso, o una vez ya
iniciado, pero antes de la práctica del concreto medio probatorio. La prueba anticipada y el
aseguramiento de la misma se caracterizan y motivan por la necesidad de urgencia.
a) Concepto
1. Anticipación de la prueba
• Es un incidente excepcional del procedimiento probatorio que consiste en poder proponer y practicar
un determinado medio de prueba con anterioridad a la iniciación del proceso o, una vez
comenzado el mismo, antes de que se practique de conformidad con lo previsto en la normativa
general. Esta medida dimana del «temor fundado» de no poder posponer la petición por «causa de las
personas o del estado de las cosas» (art. 293.1 LEC).
2. Aseguramiento de la prueba
• Es una medida preventiva e igualmente excepcional, similar a las medidas cautelares. Persigue
proteger o asegurar la fuente de prueba ante el riesgo de que no pueda llevarse a cabo en la
posterior fase común prevista para el medio de prueba (art. 297.1). Este adelantamiento de prueba
sólo será posible cuando el solicitante acredite la necesidad de la adopción de esta medida a riesgo de
«poder ser imposible» su práctica en el momento procesal oportuno.
b) Regulación
• Anticipación de la prueba: arts. 293 a 296. Aseguramiento de la prueba: arts. 297 y 298.
B) CARACTERES
• Muchos de los caracteres de la prueba anticipada son comunes a las diligencias preliminares, no
obstante, debemos realizar las siguientes matizaciones:
• 1. Numerus clausus: Los medios de prueba cuya proposición y práctica se desea adelantar son los
comúnmente previstos para la prueba en general (ver art. 299 LEC).
• 2. Urgentes: La prueba anticipada y el aseguramiento de la prueba se caracterizan por ser dos
modalidades probatorias «urgentes», es decir, el solicitante de las mismas (que siempre ha de ser el
futuro demandante) ha de alegar y probar no sólo su necesidad, sino su urgencia, su carácter
imprescindible por existir un fundado peligro en la demora por la imposibilidad de su práctica
posterior.
• 3. Caución previa: a diferencia de las diligencias preliminares, la prueba anticipada ni el
aseguramiento de la prueba requieren caución previa.
C) PROCEDIMIENTO
a) Solicitud
1. Jurisdicción y competencia.
• La proposición de un medio de prueba con carácter anticipado ha de formularse ante el Tribunal con
jurisdicción y competencia (objetiva y territorial) para conocer de la futura demanda. El órgano judicial
tiene el deber de controlar de oficio su jurisdicción y competencia objetiva y territorial imperativa con
anterioridad a resolver sobre la petición de prueba anticipada.
• La persona requerida (ya sea el futuro demandado o un tercero) no podrá oponer la declinatoria (art.
293.2 LEC). Si la petición se realizara una vez iniciado el proceso, será competente el Tribunal que esté
conociendo del mismo (art. 293.2.II).
b) Admisión y práctica
2. Plazos.
• Tanto en el caso práctica del medio de prueba anticipado como en aseguramiento de prueba no se
prevé un plazo para su realización. Tendrá lugar «cuando se considere necesario» por el juzgador y, en
todo caso, antes de la celebración del juicio o vista. No obstante, debería ser acordada y practicada
inmediatamente por misma razón de urgencia.
3. El principio de contradicción.
• Práctica del medio de prueba. La práctica del medio de prueba que se anticipa está presidida por el
principio de contradicción (art. 295.1 LEC). Por tanto, si la proposición de la prueba anticipada es
anterior al proceso, el solicitante ha de determinar en su escrito al futuro demandado, para que sea
citado y pueda intervenir en la práctica del medio de prueba, pues, si el futuro demandado no fuera
citado, podría solicitar más tarde la nulidad de actuaciones por indefensión (art. 240 LOPJ).
• Medidas de aseguramiento. También están inspiradas en el principio de contradicción (art. 298.4).
Sin embargo, se prevé la posibilidad excepcional de obtener dichas medidas sin audiencia del
demandado o de quien vaya a ser demandado, con la posibilidad «a posteriori» de oposición a las
mismas.
4. El contenido de las medidas aseguratorias.
• El contenido de las medidas aseguratorias se describe en el art. 297.2 LEC. Son medios de «conservar»
el statu quo de las cosas o de «hacer constar fehacientemente su realidad y características». También
pueden consistir, con la misma finalidad, en dirigir mandatos de hacer o no hacer a la persona
requerida, que queda obligada a su cumplimiento bajo apercibimiento de incurrir en responsabilidad
criminal.
5. Condiciones.
• En relación con la anticipación de la prueba practicada con anterioridad a la iniciación del proceso, el
futuro demandante tiene la carga procesal de interponer su demanda en el plazo de dos meses desde
que se practicó la prueba. De no hacerlo se dará la prohibición de valorar el medio de prueba
anticipado (art. 295.3 LEC), salvo que se acrediten razones de «fuerza mayor u otra causa de análoga
naturaleza», que impiden la presentación de la demanda en dicho plazo.
• Respecto a las medidas de aseguramiento acordadas con anterioridad al pleito el futuro actor ha
de interponer la demanda en el plazo de veinte días siguientes a la fecha de la efectiva adopción de las
mismas. El incumplimiento de dicho plazo acarrea el alzamiento ex officio de tales medidas, la condena
en costas y la responsabilidad por daños y perjuicios padecidos por la contraparte (art. 297.4 LEC).
2. LAS MEDIDAS CAUTELARES PREVIAS
1. El órgano competente es el LAJ del Juzgado de Primera Instancia (o del de Paz, en función de la
cuantía -6000 €) del domicilio (y, en su defecto, residencia) del futuro demandado. (140.1 LJV)
2. El futuro demandante ha de presentar un escrito, con sus copias, ante el LAJ del Tribunal
competente identificando a todas las personas involucradas en el conflicto cuya resolución
pretende, así como su pretensión. No se requiere la capacidad de postulación. (141 LJV)
3. Una vez admitida a trámite, en el plazo de cinco días, el LAJ cita a las «partes» (es decir, al futuro
demandante y demandado) a una comparecencia que se desarrolla oralmente. Estas personas no
tienen la obligación de comparecer, y, en el caso de inasistencia de cualquiera de ellas, se tendrá el
acto por intentado sin efecto. (143 – 144 LJV).
4. La comparecencia se celebra, por lo general, ante la presencia del LAJ, que intentará que se alcance
el acuerdo solicitado. El LAJ levantará acta y, si fuera posible, dispondrá la grabación del acto. (145
LJV). Si se alcanzara el acuerdo, y el Tribunal competente fuera el Juzgado de Primera Instancia,
podrá instarse la ejecución forzosa del mismo.
5. Cualquier de los sujetos intervinientes en el acto de conciliación podrá instar su nulidad en el plazo
de quince días. (148 LJV).
1. DELIMITACIÓN
• Por alegaciones iniciales hay que entender las que se realizan al inicio del procedimiento tanto de
forma escrita, mediante la demanda (art. 399), la contestación a la demanda y la reconvención (art.
405-409), como de forma oral, en la comparecencia previa (art. 416 y ss.).
2. OBJETO
• Esta fase procesal tiene por finalidad introducir el objeto procesal con todos sus elementos
esenciales. Objeto que está integrado por la «pretensión», de cuyos elementos hay que destacar unos
elementos Subjetivos, como son La determinación del órgano jurisdiccional competente y la
determinación de las partes procesales y unos elementos Materiales, como son La petición y los
hechos con relevancia jurídica que fundamentan la petición.
• Durante esta fase, deben las partes, de conformidad con el principio de aportación, introducir los
hechos que sustancian sus pretensiones y proponer la prueba pertinente en relación a tales hechos.
De aquí que los actos de alegación puedan ser calificados también como «actos instructorios», en la
medida en que sirven para introducir los hechos al proceso.
• En conclusión, por actos de alegación cabe entender únicamente los siguientes:
1. La demanda y su contestación (arts. 399 y 495).
2. La reconvención y su contestación (arts. 406 y 407).
3. Alegaciones complementarias y aclaratorias (arts. 426.1 y .2).
4. La ampliación de la demanda y contestación (426.4).
• Se entiende por demanda el acto procesal escrito de postulación del demandante por el que se
ejercitan simultáneamente el derecho de acción ante el órgano jurisdiccional competente, y se
interpone la pretensión frente al demandado. Del concepto de demanda se infieren las siguientes
notas esenciales:
A) CONTENIDO
• La demanda está conformada por la manifestación del ejercicio del derecho de acción. A través de
este acto procesal se posibilita el libre derecho de acceso a los tribunales, que constituye la primera
nota esencial del derecho fundamental a la «tutela judicial efectiva». Por esta razón, cualquier
obstáculo a este derecho de libre acceso sería inconstitucional y abriría las puertas al recurso de
amparo.
• Esta instrucción civil pre-procesal, que el futuro demandante puede instar a fin de poder fundamentar
su pretensión, se acomete mediante los procedimientos correspondientes a las «diligencias
preliminares» (arts. 256-263) y a los actos de «anticipación y aseguramiento de la prueba(art. 293-
298).
• Estos procedimientos, en tanto que están dirigidos a poder fundar la demanda, deben ser calificados
como supuestos de auténtico ejercicio del derecho de acción. Por ello, su común denominador reside
en que, quien pretenda recabar este auxilio jurisdiccional, manifieste y acredite que ha de
interponer una demanda. Ejercicio de ambos derechos, de acceso y de interponer pretensiones, que
se efectúa simultáneamente en el escrito de demanda.
• En cambio, en los supuestos de investigación judicial sobre los hechos que han de fundar la
pretensión, el ejercicio de la acción y el de la pretensión pueden encontrase distanciados
procedimentalmente.
B) REQUISITOS SUBJETIVOS
• La demanda es un acto procesal de quien ocupa el «rol» activo en el proceso, esto es, del actor o
demandante. Se interpone ante el Tribunal, pero se dirige contra el demandado, haciendo nacer en él
la carga de comparecer y contestarla en tiempo y forma.
• En el escrito de demanda, dispone el art. 399.1 LEC, se consignarán los datos y circunstancias de
identificación del actor y del demandado y el domicilio o residencia en que pueden ser
emplazados.
• No obstante, en los juicios verbales en que no se actúe con Abogado y Procurador, el demandante
podrá formular una identificación del actor y del demandado y el domicilio o los domicilios en que
pueden ser citados, y se fijará con claridad y precisión lo que se pida, concretando los hechos
fundamentales en que se basa la petición. A tal fin, se podrán cumplimentar unos impresos
normalizados establecidos al efecto.
• La identificación de las partes es fundamental en la demanda para que el órgano judicial pueda
comunicarse con ellas, para darle ocasión al demandado para que ejercite su derecho de defensa y
para evitar la infracción, a ambas partes, de su derecho a la tutela judicial efectiva.
• La LEC intenta evitar, en la medida de lo posible, las situaciones de indefensión material que se
producirían por desconocimiento del demandado en su primer emplazamiento, generando contra él
un supuesto de «rebeldía a la fuerza», causante de indefensión material y susceptible de generar la
nulidad de actuaciones.
• La omisión de la determinación e identificación del demandado, en la medida en que genera
indefensión, es causa de nulidad de actuaciones. Pero no todo error nominal produce indefensión.
Si el demandado es correctamente emplazado tiene la obligación de comparecer en el proceso, pues
todos tenemos la obligación constitucional (art. 118 CE) de colaborar diligentemetne con los tribunales.
En ambas partes (demandante y demandado), han de concurrir los presupuestos de capacidad,
legitimación y postulación procesal:
1. La capacidad.
• La falta de capacidad para ser parte, procesal y de conducción procesal, puede ser apreciada de oficio
por el tribunal en cualquier momento del proceso (art. 9). No obstante, incumbe al demandado, en su
escrito de contestación a la demanda, la carga de denunciar, mediante el ejercicio de las excepciones
procesales, el incumplimiento de este presupuesto procesal y de los demás presupuestos procesales
(art. 405.3). Ambas partes pueden también formular idéntica denuncia en la comparecencia previa
(arts. 416.1.1ª y 418) y en la vista del juicio verbal (art. 443.3), en la que el juez procurará su subsanación.
2. La legitimación
• Las partes han de ostentar legitimación: Legitimación activa (o del demandante) y legitimación
pasiva (o del demandado). La legitimación es una relación trazada por una norma de Derecho material,
que ha de vincular a las partes con el objeto litigioso (art. 10).
• Regla general: Como regla general, la ausencia de esta relación jurídica no puede ser apreciada de
oficio por el tribunal, con excepción del presupuesto procesal de la capacidad de conducción
procesal y la «excepción» de litisconsorcio necesario, que pueden ser planteadas en la
comparecencia previa (art. 416.1.3º y 420) y que, de conformidad con la doctrina legal del TS, puede
incluso ser examinada de oficio, razón por la cual deben demandarse a todos los litisconsortes.
3. La postulación procesal.
C) REQUISITOS OBJETIVOS
• Los requisitos objetivos de la pretensión son dos: La petición y La fundamentación, fáctica y jurídica.
a) La petición
b) La fundamentación fáctica
• La petición, por sí misma, no integra la totalidad del objeto procesal, sino que precisa también de la
fundamentación. La petición, junto con la determinación de las partes y la causa de pedir, es la que
individualiza el objeto procesal, fijando los límites objetivos y subjetivos, tanto de la litispendencia,
como de los futuros efectos de la cosa juzgada de la sentencia que haya de dar respuesta a la
pretensión.
• Tal como señala el art. 399.3 y 4 LEC, dentro de la «causa petendi» debemos distinguir, de un lado, la
alegación de hechos, y, de otro, la fundamentación jurídica.
• Por «hechos» aquí hay que entender los que efectivamente sucedieron en la realidad histórica,
pero que, al propio tiempo, alcancen significación jurídica, es decir, los acontecidos que integren el
presupuesto de hecho de las normas sustantivas, cuyos efectos se reclaman en la petición.
• De la regla anterior deben exceptuarse las pretensiones constitutivas, en las que la fundamentación
jurídica constituye un elemento esencial de la pretensión, como consecuencia de la excepcional
vigencia de la doctrina de la «individualización».
• En virtud del principio «iura novit Curia» en caso de discordancia entre los hechos y los
fundamentos de Derecho, han de prevalecer aquéllos frente a éstos, de manera que el tribunal
en su sentencia resolverá conforme a las normas aplicables al caso, aunque no hayan sido
acertadamente citadas o alegadas por las partes.
• Forma. Por interés tanto del demandado como del tribunal, los hechos se expondrán numerados y
separados», y se narrarán de forma ordenada y clara con objeto de facilitar su admisión o negación
por el demandado al contestar. El art. 399 LEC no exige que dicha relación se efectúe necesariamente
de manera cronológica, sino tan sólo «ordenada», por lo que también sería ordenada una exposición
sistemática de los hechos que atendiera a los diversos títulos o causas de pedir.
• Claridad. El relato de los hechos ha de ser «claro», lo que significa que no deben efectuarse
afirmaciones hipotéticas, pues la prueba ha de recaer sobre hechos afirmados, y que no pueden
confundirse los hechos con los argumentos jurídicos, que se expondrán en su capítulo, consiguiente a
las alegaciones de hecho.
• Medios de prueba. Junto a la exposición de los hechos, en párrafos separados y numerados, han de
determinarse los medios de prueba que los acreditan. No todos los medios de prueba han de
articularse en cada uno de los referidos párrafos, sino tan solo la documental y los dictámenes
periciales e informes.
• Con respecto a los demás medios de prueba, la LEC permite que su proposición se efectúe al término
de la comparecencia previa, siempre y cuando no haya prosperado la conciliación intraprocesal (art.
429.1), o al final de la vista del juicio verbal (art. 443.4). Por tanto, en la demanda tan sólo hay que
determinar, al término de los correspondientes párrafos numerados de alegaciones de hecho, la
prueba documental y pericial que fundamentan la petición, e instar (en el oportuno «otrosí») la
apertura del proceso a prueba. La proposición de los demás medios probatorios puede y debe
efectuarse (a fin de no mostrar las «armas» al adversario) en la comparecencia previa.
c) La fundamentación jurídica
• Juicio ordinario: Los fundamentos de Derecho también han de exponerse ordenadamente (art. 399.4).
• Juicio verbal: Los fundamentos de Derecho pueden efectuarse al inicio de la vista (art. 443.1).
• El art. 399.4 LEC exige que los fundamentos de Derecho se reflejen de una manera sistemática,
incorporando primero los «fundamentos procesales» de aplicación y, en segundo, los «fundamentos
materiales».
1. FUNDAMENTOS PROCESALES
• Según el art. 399.4 LEC, los fundamentos procesales son los relativos a la «capacidad de las partes,
representación de ellas o del procurador, jurisdicción, competencia y clase de juicio en que se deba
sustanciar la demanda, así como sobre cualesquiera otros hechos de los que pueda depender la validez
del juicio y la procedencia de una sentencia sobre el fondo».
• La norma contiene las dos partes: Una relación de presupuestos procesales comunes a todo tipo de
demanda, y una cláusula general abierta, en cuya virtud ha de alegarse también sobre la
concurrencia de determinados presupuestos especiales.
1.º Presupuestos procesales comunes. Son presupuestos procesales comunes los que
han de cumplirse en todo proceso. Pueden ser divididos en Presupuestos del órgano ju-
risdiccional, Presupuestos de las partes, y Presupuestos del objeto procesal. Su cumpli-
miento ha de acreditarse mediante los documentos procesales requeridos por el art.
246 (poderes notariales de representación material y procesal y que acrediten la com-
petencia objetiva y territorial y el procedimiento adecuado). Su omisión podría aca-
rrear la inadmisión de la demanda.
• La determinación de la cuantía. Dentro de los requisitos procesales comunes reviste singular
importancia la «determinación de la cuantía» o valor del bien litigioso.Ha de reflejarse en la demanda
y justificarse documentalmente.
• Legitimación activa y pasiva. la legitimación no constituye presupuesto procesal alguno, sino un
elemento de la fundamentación de la pretensión, por lo que debe ser expuesta en los fundamentos
materiales. Ello salvo la capacidad de conducción procesal y el litisconsorcio necesario, que es una
«excepción» vigilable de oficio y, por tanto, un auténtico presupuesto procesal, así como la legitimación
por sustitución y de determinadas relaciones jurídicas.
2. FUNDAMENTOS MATERIALES
• Una vez plasmados, en el escrito de demanda, los fundamentos procesales, han de reflejarse, en
epígrafe separado, los fundamentos materiales, que pueden ser sistematizados en subjetivos y
objetivos:
▪ Fundamentos subjetivos. Contemplan la legitimación, activa y pasiva de las partes o relación
jurídica de Derecho material, que ligan al actor y al demandado con el objeto litigioso mediato o
derecho subjetivo, bien o interés jurídico que se discute en el proceso.
▪ Fundamentos objetivos. Son las normas jurídico materiales invocables o aplicables a los hechos
constitutivos reflejados en las alegaciones de hecho de la demanda.
• Los documentos acreditativos de la legitimación, activa y pasiva han de ser incorporados a la demanda
del juicio ordinario y del verbal.
A) Inadmisión de la demanda
• Una demanda puede ser rechazada «a limine litis» en los supuestos contemplados en los artículos 403
y 439 en relación con los artículos 264 y 266. En este supuesto, el Tribunal dictará auto de inadmisión
de la demanda, contra el que el actor podrá interponer recurso de apelación (art. 455), habida cuenta
de su carácter «definitivo».
• El auto de inadmisión de demanda, al no afectar al fondo, que queda imprejuzgado, no produce efectos
materiales de cosa juzgada (art. 222.1), por lo que el demandante puede, una vez subsanados los
defectos procesales, volver a plantear la demanda, salvo que la inadmisión obedezca a la caducidad de
la acción.
B) ADMISIÓN DE LA DEMANDA
• El LAJ ha de efectuar un examen jurídico procesal a la demanda. Si como resultado de este examen,
viera que la demanda no se encuentra en ninguna de las causas de inadmisión del art. 403 y 404, y,
una vez examinados de oficio también los presupuestos procesales de jurisdicción, competencia
objetiva y territorial (cuando sea imperativa), «dictará decreto admitiendo la misma y dará traslado de
ella al demandado para que la conteste en el plazo de veinte días» (arts. 404.1 y 440.1).
• En el supuesto de que exista una pluralidad de demandados, el plazo de veinte días empezará a
correr individualmente, para nada uno de ellos, desde la fecha de su respectiva notificación.
C) PROCEDIMIENTO INADECUADO
• En caso de acumulación improcedente de acciones, requerirá al actor para que subsane el defecto en
el plazo de cinco días, finalizado el cual sin que proceda o no se realice dicha subsanación, decretará
el archivo de la demanda (arts. 73.4).
I. LA LITISPENDENCIA
A) CONCEPTO
1. Manifestación positiva
▪ Otorga a las partes todo el conjunto de posibilidades, cargas y obligaciones procesales que se derivan
del procedimiento incoado.
2. Manifestación negativa
B) FUNDAMENTO Y NATURALEZA
2. PRESUPUESTOS Y REQUISITOS
• Con respecto a los presupuestos y requisitos de la litispendencia, nos remitimos a lo dicho en el Lección
8.
3. CÓMPUTO
• El art. 410 LEC establece que «La litispendencia (…) se produce desde la interposición de la demanda,
si después es admitida». Se consagra el criterio conforme al cual el momento de producción de efectos
de la litispendencia es el de admisión de la demanda, la cual, si es admitida, ha de retrotraer sus efectos
al día de su presentación.
4. EFECTOS DE LA LITISPENDENCIA
A) MATERIALES
a) La interrupción de la prescripción
1. Adquisitiva
• Dispone el art. 1945 del CC que la interrupción civil se produce por la citación judicial hecha al
poseedor, aunque sea por mandato de juez incompetente.
• Tratándose de una demanda, el momento de interrupción será, el del dia en que el demandado acse
recibo del emplazamiento.
2. Extintiva
• El art. 1973 del Código Civil dispone que «la prescripción de las acciones se interrumpe por su ejercicio
ante los Tribunales, por reclamación extrajudicial del acreedor y por cualquier acto de reconocimiento
de la deuda por el deudor. Así, la admisión de la demanda, en la medida en que supone «ejercicio de
la acción ante los tribunales», produce dicha interrupción.
• Asimismo, pueden alcanzarse tales efectos interruptorios mediante el acto de conciliación. Para que
dicha interrupción surta sus efectos, es necesario que la demanda principal sea interpuesta en el plazo
de dos meses, contados desde la celebración de dicho acto.
• En segundo lugar, la admisión de la demanda tiene como otro de los efectos materiales, el de constituir
en mora al deudor. Así se encarga de señalarlo el art. 1100 del CC en cuya virtud «incurren en mora los
obligados a entregar o a hacer alguna cosa desde que el acreedor les exija judicial o
extrajudicialmente el cumplimiento de su obligación».
• Como es sabido, los principales efectos de la mora del deudor consisten en poder ser condenado al
pago de la pertinente indemnización de daños y perjuicios (arts. 1101 y ss.) y al de los «intereses
legales».
• Pero el tratamiento de uno y otro efecto es distinto. En tanto que la constitución en mora del deudor
puede obtenerse a través de cualquier reclamación extrajudicial (así, por ejemplo, mediante un
requerimiento notarial -art. 1100 del CC), los intereses legales nacen «desde que son judicialmente
reclamados» con lo que se configuran como un efecto exclusivo y típico de la litispendencia.
• Finalmente, la litispendencia ocasiona también que la pretensión mediata, es decir, el bien o interés
que se discute en el proceso, adquiera el carácter de «bien litigioso», carácter que surge desde que se
conteste a la demanda (no desde su admisión).
• Sin embargo, para que este carácter pueda ser reclamable frente a terceros, es necesario que se
adopte la oportuna medida cautelar con efecto registral que impida al tercero ampararse en la buena
fe. De aquí la conveniencia inscribir en el Registro de la Propiedad la oportuna anotación de embargo
o sencillamente obtener la correspondiente «anotación preventiva de demanda» (art. 42.1 LH).
B) PROCESALES
a) Positivos
1. En el órgano judicial
• Una vez examinada por el juez su propia jurisdicción y competencia y admitida la demanda, surge en
el órgano judicial la obligación de solucionar el litigio u objeto procesal que se le ha trabado. Ningún
otro órgano jurisdiccional, mientras esté pendiente el proceso declarativo, salvo que carezca de alguno
de los presupuestos procesales de jurisdicción o competencia podrá conocer de ese objeto procesal
que ha quedado trabado jurisdiccionalmente y con respecto al cual el juez está obligado a resolver con
todas las exigencias de la doctrina constitucional sobre el derecho a la tutela (resolución motivada,
fundada en Derecho, razonada y razonable y congruente). Como consecuencia de lo anterior, tiene la
obligación de dictar la sentencia, porque, en un proceso oral, tan sólo el juez que ha presenciado la
prueba, está legitimado para dictar la sentencia.
2. En el objeto procesal
• Los efectos principales que se ocasionan con la admisión de la demanda son la prohibición de la
«mutatio libelli» y la preclusión, para el demandante, de la entrada de nuevos hechos y causas de
pedir.
• La prohibición de cambio de la demanda no significa, tal y como dispone el art. 412.2 LEC, que no
pueda el demandante efectuar «alegaciones complementarias», que tienen por finalidad obtener la
plenitud del objeto procesal, sin que pueda el demandante alterar los elementos esenciales de su
pretensión.
• Por tanto, se pueden rectificar errores de la demanda, formular aclaraciones o explicaciones e incluso
adicionar «hechos nuevos», pero siempre y cuando se circunscriban a fundamentar la pretensión
ya deducida.Asimismo, puede el demandado variar sus argumentos jurídicos en las conclusiones.
• Distinto de los hechos nuevos son las «innovaciones» en el «estado de las cosas» o en el de las
personas o terceros, los cuales en nada han de afectar a la mutación del objeto procesal. De este modo,
la valoración del bien litigioso queda definitivamente fijado en la demanda con independencia de sus
futuras fluctuaciones de valor, lo que puede tener importantes consecuencias procesales.
• Si la innovación consistiera en la pérdida del objeto procesal por falta de legitimación para el
sostenimiento de la pretensión, el art. 413 se remite al art. 22, autorizando al tribunal a dar por
finalizado el procedimiento por satisfacción extraprocesal de la pretensión.
b) Negativos
• Junto a estas dos tradicionales cargas procesales, la nueva LEC ha introducido también la de, dentro
de los 10 primeros dias de plazo, denunciar a través de la «declinatoria», determinados presupuestos
procesales del órgano jurisdiccional, tales como su propia jurisdicción, competencia territorial o la
sumisión al arbitraje.
1. ALLANAMIENTO (REMISIÓN ------------------- VER TEMA XIII AP. V PAG 144 Y SS)
• El tercer inciso del art. 405.1 LEC dispone que el demandado «también podrá manifestar en la
contestación su allanamiento a alguna o algunas de las pretensiones del actor, así como a parte de la
única pretensión aducida».
• El allanamiento es un acto del demandado, por el que, manifestando su conformidad con la pretensión
formulada por el demandante, pone fin al proceso, provocando la emisión de una resolución con todos
los efectos de la cosa juzgada. De conformidad con lo dispuesto en el art. 21 LEC el allanamiento puede
ser total o parcial:
2. LA CONTESTACIÓN A LA DEMANDA
• El demandado también puede proceder a negar determinados hechos de la demanda y alegar otros
que desvirtúen la fundamentación de la pretensión. Para este supuesto de conducta defensiva del
demandado deberá articular el correspondiente escrito de contestación a la demanda.
A) CONCEPTO Y FUNDAMENTO
a) Concepto
• Se entiende por contestación a la demanda el acto de postulación del demandado por el que se
reconocen o niegan los hechos de la demanda, se determina el tema de la prueba y se solicita del
órgano jurisdiccional la inadmisión y/o la desestimación, total o parcial de la pretensión.
b) Fundamento
B) REQUISITOS
a) Subjetivos
• La contestación a la demanda es, ante todo, un acto de postulación del demandado, que se dirige
contra el demandante y se presenta o se expone verbalmente ante el juez que está conociendo de la
demanda, para solicitarle su absolución procesal y/o material.
• Cargas del demandante. Incumbe al demandante la carga de presentar la demanda ante el órgano
judicial competente, de instar el procedimiento adecuado y de cumplir con la capacidad y legitimación,
tanto activa, como pasiva, debiendo dirigir la demanda contra todos los litisconsortes necesarios.
b) Objetivos
1. LA FUNDAMENTACIÓN
• Al igual que el escrito de demanda del juicio ordinario, la forma de contestación a la demanda consta
de dos partes diferenciadas, la alegación fáctica y la alegación jurídica.
• Esta es la razón, por la cual el art. 399.3 exige que los hechos se plasmen en la demanda «de forma
ordenada y clara con el objeto de facilitar su admisión o negación por el demandado al contestar» y,
por la misma, el art. 405.2 requiere que «en la contestación a la demanda habrán de negarse o
admitirse los hechos aducidos por el actor», sancionando, el segundo apartado del mismo precepto,
con los efectos de la «ficta confessio», «el silencio o las respuestas evasivas del demandado».
• De aquí que el escrito de contestación haya de guardar una forma correlativa con los hechos de la
demanda, con respecto a los cuales el demandado procederá, bien a reconocerlos, bien a negarlos o
contradecirlos.
• Negación de hechos por el demandado. Si el demandado, como suele ocurrir en la práctica, negara
o contradijera determinados hechos de la demanda, queda fijado, mediante esta contradicción el
tema de la prueba, de tal suerte que, con este hecho, de un lado, el demandante tendrá que acreditar
los hechos, controvertidos por el demandado y constitutivos de su pretensión, con respecto a los
cuales le incumbe la carga material de la prueba y de otro, el juez podrá repeler por «impertinentes»
aquellos medios de prueba que no se ajusten a dicho tema probatorio.
• Tema de la prueba. Están exentos de prueba los hechos sobre los que exista plena conformidad de
las partes. Interpretando este precepto a «sensu contrario» se infiere que siempre que el demandado
niegue los hechos de la demanda o los contradiga, el actor habrá de probar los hechos
constitutivos de su pretensión. Por tanto, una conducta meramente negativa del demandado no
exonera al actor de la carga de la prueba, si bien dicha defensa exclusivamente negativa puede hacer
acreedor al demandado de su condena en costas y de una sanción económica por incumplimiento de
la buena fe procesal.
• Esta fijación del tema de la prueba puede ser objeto de modificaciones accidentales en la
comparecencia previa, ahora bien, el juez de oficio no puede introducir nuevos hechos, aunque sí
medios de prueba ya que infringiría el principio de aportación, y tampoco puede una parte, sin
consentimiento de la contraria, modificar sus alegaciones de hecho que se erijan en fundamento o
causa de su pretensión o de la defensa. Este extremo ocasionaría una indefensión material a la parte
contraria.
• En el juicio verbal, el demandado habrá de concentrar en sus alegaciones orales todas sus
excepciones procesales y materiales. Finalizada su exposición y, tras el trámite, también oral, de réplica
del actor, «se dará la palabra a las partes para fijar con claridad los hechos relevantes en que
fundamenten sus pretensiones» (art. 443.4).
• Las excepciones son siempre actos de aportación de hechos del demandado y no de mera
negación de los hechos del actor, conducta negativa que no exonera al actor de su carga de la prueba
(art. 281.3).
• Estos hechos del demandado, que plasma en el escrito de contestación a la demanda, pueden adoptar
dos posiciones: (1) Excepciones procesales, que pueden poner de relieve el incumplimiento del actor
de determinados presupuestos procesales o requisitos de la demanda, en cuyo caso el demandado
instará la inadmisión de la pretensión, y (2) excepciones procesales que pueden servir para desvirtuar
la relación jurídico material debatida, debiendo, en este caso, el demandado solicitar la desestimación
de la pretensión.
• La vigencia del derecho fundamental de defensa del art. 24.2 CE, el demandado es dueño de alegar en
su contestación escrita u oral todas las excepciones procesales y defensas materiales, que estime
pertinentes. Ello a excepción de los procesos sumarios, en los que pueden limitarse los medios de
defensa del demandado por no producir las sentencias que en ellos recaigan efectos materiales de
cosa juzgada (se permite a las partes acudir con posterioridad al oportuno proceso ordinario, art. 447).
• De este modo, el art. 255.2 LEC establece la carga del demandado de impugnar la cuantía en su
escrito de contestación, lo que reviste singular importancia para la determinación del procedimiento
aplicable (arts. 249.2 y 250.2) o el cumplimiento de la suma de gravamen en la casación (art.
477.2.2º). Si no lo hace y el juez no lo advierte de oficio «ex» art. 254, corre el riesgo de que quede
definitivamente fijada por la sola alegación del actor (art. 253.1.II), pues, en la comparecencia previa,
tan sólo puede examinarse esta cuestión, si ha sido alegada previamente en la contestación (arts. 422-
423).
• El tratamiento procesal de la «declinatoria» ha de exceptuarse de dicha regla de carga de alegación
(art. 64 y ss.), que ha de plantearse con anterioridad al escrito de contestación.
• La preclusión elástica. La mayoría de las excepciones procesales son supuestos de denuncia por el
demandado de incumplimientos por el actor de determinados presupuestos procesales en la
demanda, con respecto a los cuales el órgano judicial tiene también la obligación de examinarlos de
oficio.
• Por este motivo, no existe inconveniente práctico alguno en que, aun no ejercitándose la pertinente
excepción procesal en el escrito de contestación a la demanda, no obstante su ausencia pueda ser
denunciada en la comparecencia previa. Por tanto, en materia de excepciones procesales rige una
preclusión «elástica» en virtud de la cual:
▪ En principio, incumbe al demandado la carga de la alegación de las excepciones procesales en la
contestación a la demanda.
▪ Si el demandado no denuncia las excepciones procesales en el escrito de contestación a la demanda,
y salvedad hecha de la excepción de procedimiento inadecuado o la material de prescripción, ello no debe
constituir óbice alguno para que pueda efectuar dicha denuncia en la comparecencia previa.
▪ Incluso, puede y debe el juez, en virtud del principio de «examen de oficio», proponerlas y
resolverlas en dicha comparecencia e incluso en la sentencia.
• Sentencia absolutoria en la instancia. Las excepciones procesales están dirigidas a obtener la
inadmisión de la pretensión que impida, en definitiva, la resolución definitiva, el examen por el juez del
fondo del asunto, habrá de dejar imprejuzgada la pretensión. Por tanto, la apreciación por el órgano
judicial, bien en la comparecencia previa, bien al término del proceso, en cualquiera de sus instancias,
ocasionará un auto o sentencia «absolutoria en la instancia», es decir, una resolución sin efectos
materiales de cosa juzgada, por lo que el actor podrá volver a deducir nueva demanda sobre el
mismo objeto procesal en la que habrá de subsanar el defecto procesal advertido en dicha sentencia
absolutoria.
• El art. 416.1 LEC enumera determinadas excepciones procesales. Esta relación no es exhaustiva.
▪ Hechos excluyentes: Los hechos excluyentes están sometidos al más estricto cumplimiento del
principio dispositivo y conforman un auténtico «derecho potestativo» del demandado, ya que han
de ser expresamente alegados por él.
▪ Hechos impeditivos y extintivos: Los hechos impeditivos y extintivos permiten su introducción por
cualquiera de las partes. Esto es debido a que el juez también puede fundar su sentencia en las
denominadas por la doctrina alemana «alegaciones equivalentes de las partes». De este modo, si de
la lectura de la demanda llega el juez a la conclusión de que el demandado pagó a su actor-acreedor,
le debe absolver en el fondo, aun cuando no hubiera hecho valer esta excepción. Pero si de la lectura
del relato fáctico de la demanda, resultara claro que el derecho ha prescrito y el demandado olvidó
invocar esta excepción en su escrito de contestación, no puede absolverse por esta causa.
• No obstante, resulta aconsejable la invocación de las normas aplicables a las excepciones alegadas y
su jurisprudencia, tanto para persuadir al órgano judicial, como para facilitarle su labor en orden a la
individualización de los preceptos, procesales y materiales, que pueden ocasionar el éxito de la defensa
del demandado.
2. EL «PETITUM»
• En el clásico «suplico» o «solicito» del escrito de contestación, el demandado pedirá del tribunal que se
le absuelva de la demanda interpuesta y se condene al demandado al pago de las costas procesales.
No obstante, esta última solicitud de pronunciamiento no es preceptiva, ya que el art. 394.1 LEC
consagra, como regla general, la teoría del vencimiento en costas.
• La alegación de otras peticiones distintas a la de la desestimación de la demanda (por ejemplo, la de la
declaración de un derecho o situación jurídica), pueden convertir a este acto de alegación en una
reconvención implícita.
• El «petitum» de la contestación ha de ser consecuente con la naturaleza de las excepciones invocadas:
• En cuanto a los resquisitos formales, tal y como dispone el art. 405.1, el escrito de contestación
observará los requisitos de la demanda contenidos en el art. 399. Es decir, contendrá lo siguiente:
▪ Un encabezamiento.
▪ Una exposición, numerada y efectuada con claridad y precisión, de hechos y otra de fundamentos
de derecho.
▪ Finalizará con el «suplico» y los oportunos «otrosí».
• Si se incumplieran los requisitos anteriores, el LAJ podrá requerir su subsanación, de conformidad con
lo dispuesto en el art. 405.4 LEC que considera de aplicación dicho trámite contenido en el art. 404.2.2)
LEC.
1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
A) CONCEPTO
• El TS ha señalado que «la reconvención es una acción nueva que se interpone por el demandado y se
sustancia en el mismo proceso y decide en la misma sentencia que la acción ejercitada por el
demandante».
B) FUNDAMENTO
2. REQUISITOS
A) OBJETIVOS
• Ahora bien, para que la reconvención sea procedente, es necesario que exista una conexión entre ella
y la contenida en la demanda y que la naturaleza de la competencia objetiva y del procedimiento lo
permitan.
a) La conexión de pretensiones
• A la conexión de pretensiones se refiere expresamente el segundo inciso del art. 406.1 LEC, al
establecer que «Sólo se admitirá reconvención si existiere conexión entre sus pretensiones y las
que sean objeto de la demanda principal».
▪ Conexión subjetiva (Identidad subjetiva): La reconvención exige que se dirija siempre contra el
actor originario y nunca contra terceros. Siempre ha de dirigirse contra el demandante.
▪ Conexión objetiva entre pretensiones: el art. 406.1 obliga a establecer un cierto nexo de afinidad
entre ellas, como podría ser que la demanda y la reconvención se hallen dentro de las relaciones
jurídicas habituales entre actor y demandado.
b) La competencia objetiva
• Tampoco no pueden acumularse a una reconvención las pretensiones que «ratione materiae» deben
dilucidarse a través del juicio verbal y ello, porque habrán de sustanciarse a través del
correspondiente procedimiento especial o sumario, que tampoco es acumulable por prohibición
genérica del último inciso del art. 406.2 y expresa del art. 438.1, en todo lo relativo a la reconvención
de los procesos sumarios.
• La norma silencia el tratamiento de los presupuestos de la jurisdicción y de la competencia territorial,
presupuestos que también ha de cumplir el demandado y que son siempre vigilables de oficio. No
obstante, si el actor no opusiera la declinatoria y la competencia territorial no fuere imperativa, existirá
una sumisión tácita.
c) El procedimiento adecuado
• Tampoco se admitirá la reconvención «cuando la acción que se ejercite deba ventilarse en juicio de
diferente tipo o naturaleza». Cabe la reconvención de pretensiones que deban tramitarse a través de
los procedimientos ordinarios, incluida la del verbal al ordinario, salvo la de los sumarios a un ordinario.
B) SUBJETIVOS
• La reconvención, en la medida en que supone el ejercicio de una pretensión por el demandado contra
el actor y una inversión de «roles» procesales, exige una identidad subjetiva entre ambos. Así lo ha
venido reconociendo la jurisprudencia, que niega el ejercicio de la reconvención frente a terceros. Si el
demandado quiere interponer una pretensión contra un tercero, que no ostente vínculo alguno con el
actor, habrá de presentar la pertinente demanda en otro proceso.
• Si existe una pluralidad de partes materiales o formales en la posición actora o demandada, cabe
diferenciar dos supuestos: litisconsorcio activo y litisconsorcio pasivo.
• La reconvención podrá dirigirse también contra sujetos no demandantes, siempre que puedan
considerarse litisconsortes voluntarios o necesarios del actor reconvenido por su relación con el objeto
de la demanda reconvencional.
• Sin embargo, el precepto no autoriza dirigir la pretensión también contra otros codemandados que
pudieran ser, al propio tiempo, litisconsortes del actor, se exige que los litisconsortes lo sean «del actor
reconvenido por su relación con el objeto de la demanda reconvencional».
b) Litisconsorcio pasivo
• Los litisconsortes pasivos necesarios también pueden interponer la reconvención, pues, todos ellos
son demandados en el proceso en su calidad de partes necesarias, por cuanto a todos ellos se
extenderán los efectos de la cosa juzgada. No obstante debe destacarse que ni cabe la reconvención
de la reconvención, por lo tanto, el demandado reconviniente no puede convertirse, a su vez, en
reconvenido por el actor, ni cabe que los litisconsortes pasivos voluntarios o intervinientes adhesivos
simples ejerciten la reconvención.
• Por esta razón, tratándose de la polémica figura del interviniente litisconsorcial, no ha de existir
ninguna dificultad en admitir su reconvención. No obstante, si fuera un mero coadyuvante que tan sólo
tiene un interés en favorecer el éxito de la parte demandada, sin que ostente, por tanto, la titularidad
del derecho subjetivo material discutido en el proceso, no debiera la jurisprudencia admitir la validez
de una reconvención planteada con independencia de la parte principal, a la que ha de estar
subordinada.
• En ningún caso se considerará formulada reconvención en el escrito del demandado que finalice
solicitando su absolución respecto de la pretensión o pretensiones de la demanda principal.
3. LA ESTIMACIÓN DE LA RECONVENCIÓN
• Del mismo modo que la reconvención ha de ser explícita, también lo ha de ser la sentencia que la
resuelva. Así se encarga de señalarlo el art. 409, conforme al cual «las pretensiones que deduzca el
demandado en la contestación y, en su caso, en la reconvención, se sustanciarán y resolverán al propio
tiempo y en la misma forma que las que sean objeto de la demanda principal».
• De conformidad con la nueva LEC, ni cabe la reconvención implícita, por prohibirla el art. 406.3, ni
resulta procedente la desestimación implícita en la sentencia, por vedarlo el art. 409, el cual viene a
dar cumplida cuenta de la necesidad de motivar las sentencias y de ser congruentes (art. 24.1 CE), tal
y como desde siempre ha proclamado la LEC (art. 218.1).
1. FUNDAMENTO Y FUNCIONES
• Las tres finalidades básicas de esta audiencia preliminar consisten en evitar el juicio oral (mediante
conciliación intraprocesal) ,de no ser posible esto, en preparar el juicio oral, esto es, eliminar del
proceso obstáculos procesales y fijar su objeto procesal para que la audiencia principal se pueda
desarrollar con unidad de acto.
• Los jueces de 1ª Instancia están obligados a presenciar las audiencias previas y a cumplir con todos y
cada uno de sus cometidos, que aparecen genéricamente descritos en el art. 414.1.II:
2. CONCEPTO
A) CONCEPTO
• Se entiende por comparecencia previa la audiencia preliminar o previa a la vista principal, que ha de
practicarse en todo juicio ordinario, una vez contestada la demanda y, en su caso, la reconvención.
B) CONVOCATORIA
• El LAJ ha de convocar la audiencia previa dentro del tercer día siguiente a la finalización del plazo de
alegaciones y celebrarse, bajo la inmediación del juez, dentro de los veinte días siguientes a su
convocatoria (art. 414).
C) OBJETO
• Se pueda obtener una conciliación entre las partes (arts. 414-415).En cualquier otro caso, se
resuelvan los presupuestos y excepciones procesales (arts. 416- 425), se complemente y fijen los
hechos controvertidos (arts. 426 y 428) y su material probatorio (art. 427) y se decida sobre la
proposición y admisión de la prueba (art. 429).
3. PRESUPUESTOS
4. REQUISITOS
A) REQUISITOS SUBJETIVOS
• Las vistas y comparecencias que tengan por objeto oír a las partes antes de dictar una resolución se
celebrarán siempre ante órgano judicial que conozca del asunto, bajo sanción de nulidad de pleno
derecho la infracción de esta obligación de inmediación judicial.
• En la comparecencia previa es necesario «oír a las partes»; a su vez, la comparecencia previa, culmina
con importantes «resoluciones», tales como la finalización anormal del proceso o la decisión sobre
presupuestos y excepciones procesales. Por este motivo, el titular del Juzgado, auxiliado del LAJ, ha de
presenciar siempre personalmente las comparecencias previas, sin que pueda delegar esta función en
ningún otro personal auxiliar o colaborador. No obstante, la intervención del LAJ (en ésta y en todas
las audiencias) no será preceptiva, si se procede a su grabación audiovisual (arts. 137.3 y 147).
• Esta obligación de inmediación judicial, se acrecienta, por los principios de investigación y del
examen de oficio de los presupuestos procesales que ha de efectuar el Juez.
1. Examen de oficio: Entran dentro de dicho examen de oficio los siguientes presupuestos procesales:
▪ La capacidad de las partes (art. 9), jurisdicción y competencia objetiva y territorial imperativa
▪ La subsanación del procedimiento inadecuado (art. 254.4) y de la acumulación de acciones en la
demanda (art. 73.4).
▪ La falta de postulación y de representación procesal (art. 414.2-4), conducción procesal y el
litisconsorcio necesario (art. 420.3).
▪ La litispendencia y la cosa juzgada (art. 421).
▪ El defecto en el modo de proponer la demanda (art. 424.2).
• Los efectos de dicha incomparecencia se contemplan en el art. 414.3, de cuyo régimen puede
sintetizarse lo siguiente:
1. Derecho a la tutela: siempre que sea posible ha de permitirse la subsanación del poder.
2. No comparecencia de las dos partes: el juez dictará auto de sobreseimiento y el archivo de las
actuaciones (art. 414.3.I).
3. No comparecencia de la parte demandante: se decretará asimismo el sobreseimiento, a salvo
que el demandado acredite «interés legítimo» en la continuación del procedimiento.
4. No comparecencia de la parte demandada: el juez dispondrá, mediante resolución oral, la
celebración de la audiencia exclusivamente con el actor (inaudita parte demandada), pero no el
resto del procedimiento, ya que la simultánea comparecencia y contestación a la demanda impide
declarar su rebeldía.
• Los supuestos de incomparecencia de ambas partes o del actor se sancionan con el archivo del
procedimiento, por lo que nos encontramos ante un supuesto de «desistimiento tácito».
▪ No acude el abogado del demandante: se sobreseerá el proceso, salvo que el demandado alegue
interés legítimo en la continuación del procedimiento para que se dicte sentencia sobre el fondo.
▪ No acude el abogado del demandado: Si no compareciera el abogado del demandado la audiencia
se seguirá con el demandante en lo que resulte procedente.
• La nueva LEC ha impuesto la necesidad de intervención de los abogados de las partes en la audiencia
previa, como garantía de la efectividad de los derechos fundamentales a la tutela y de defensa. Ello
permite una interpretación desproporcionada, y, por ende, contraria al derecho a la tutela, consistente
en asociar mecánicamente la sanción de archivo a toda incomparecencia del abogado del actor.
B) REQUISITOS FORMALES
• La comparecencia previa está presidida por los principios de oralidad, inmediación, publicidad y
preclusión elástica. La vigencia de este último principio significa que si bien las funciones de la
audiencia previa han de asumirse de conformidad con un programa cronológico (así, en primer lugar,
la conciliación intraprocesal; en segundo, el examen ordenado de los presupuestos y excepciones; en
tercero, la fijación del objeto y segunda conciliación; en cuarto, la decisión sobre la prueba), está
sucesión temporal no es rígida, y por ejemplo, puede suceder que la potestad del juez de exhortar a
las partes a un acuerdo se pueda y deba realizar en principio y no al término de la audiencia (como
parece disponer el art. 428.2).
• La comparecencia previa, ha de grabarse en video, de modo que la intervención del LAJ “se limitará a
consignar, junto con los datos relativos al tiempo y lugar, las peticiones y propuestas de las partes y las
resoluciones que adopte el tribunal, así como las circunstancias e incidencias que no pudieran constar
en aquél soporte” (art. 146.2)
• Una vez comparecidas las partes, el art. 415.1 LEC dispone que «el tribunal declarará abierto el acto y
comprobará si subsiste el litigio entre ellas». Para ello, el juez concederá la palabra a las partes (en
primer lugar, al demandante y después al demandado) y les preguntará «si han llegado a algún
acuerdo» o se muestran «dispuestas a concluirlo de inmediato» en cuyo caso «podrán desistir del
proceso o solicitar del tribunal que homologue lo acordado».
B) LA AUTOCOMPOSICIÓN PROVOCADA
• Sin perjuicio del ejercicio de la posibilidad de conciliación, también puede ocurrir que, tras el turno de
intervenciones orales, las partes, aun no habiendo obtenido ningún acuerdo, comuniquen al juez que
se encuentran en negociaciones que permitan inferir su inminente adopción. En este supuesto, el juez
puede sugerir oralmente a las partes que insten la suspensión de la comparecencia previa o admitir
directamente esta solicitud «apud acta» para que concluyan tales negociaciones amistosas en el plazo
máximo de sesenta días (art. 19.4).
• También podría suceder que, aun no existiendo voluntad de las partes para obtener un acuerdo, de la
lectura de las alegaciones en dicha comparecencia, escritas u orales, el juez deduzca que el conflicto
tiene fácil solución mediante la pública reflexión de determinados extremos de dichas alegaciones. Las
partes, siendo conscientes del fundamento de sus alegaciones, podrían llegar a efectuar concesiones
encaminadas a llegar a un acuerdo. Este caso es frecuente en los procesos de familia.
• En estos supuestos, el juez debe, con toda la prudencia y cuidado posible a fin de no perder su
imparcialidad, manifestar a las partes tales reflexiones, pero sin sugerir soluciones, pues la actividad
del juez no es la del «mediador», sino la del conciliador, y el art. 415, a diferencia del art. 428.2, no
autoriza al juez a ejercer un papel más activo.
c) Efectos
• El art. 415.2 tan sólo contempla la posibilidad de que las partes alcancen una transacción judicial, en
cuyo caso nos encontraremos ante un título de ejecución. No obstante, la comparecencia previa
también puede finalizar por cualquiera de los medios previstos en los artículos 19 y siguientes LEC
(renuncia, desistimiento, allanamiento, pérdida de objeto, etc.).
• Si no existiera acuerdo, ni posibilidad racional de alcanzarlo, el art. 415.3 dispone que «la audiencia
continuará según lo previsto en los artículos siguientes», que contemplan el examen de los
presupuestos y excepciones procesales.
• La segunda y última conciliación o, mejor, el segundo intento de conciliación procesal, tiene lugar al
término de la audiencia previa, una vez que se ha depurado al proceso de los obstáculos procesales,
se han complementado las alegaciones de las partes y fijado el objeto procesal.
1. FUNDAMENTO
• Para la determinación de las cuestiones procesales se utilizan dos criterios, uno negativo (art. 416.2) y
otro positivo (art. 416.1).
A) NEGATIVO
• En estos casos, la declinatoria hay que proponerla dentro de los diez primeros días del plazo para
contestar a la demanda, abriéndose un incidente suspensivo que ha de resolverse con arreglo a lo
dispuesto en los artículos 64-67, por lo que no pueden, en principio, discutirse en la comparecencia
previa, sino proponerse con anterioridad, dentro del primer plazo de diez días de contestación a la
demanda.
• Ahora bien, pudiera ocurrir, en la práctica forense, que el demandado no hubiera efectuado tal
denuncia en dicho primer plazo de alegación en el trámite de contestación, en ese caso, parece
razonable que tratándose de falta de jurisdicción o de competencia, al ocasionar tales vicios una
nulidad de pleno Derecho pueden ser evidenciados y examinados de oficio (art. 240.2 LOPJ) en
cualquier momento, incluso en la comparecencia previa.
• De dicha regla, hay que exceptuar la competencia territorial dispositiva y el arbitraje. La no oposición
del demandado, tan pronto como es emplazado, ocasiona una «sumisión tácita».
B) POSITIVO
• El criterio positivo es doble, lo indica el art. 416.1, de un lado, mediante un «listado» (el contenido en
las reglas 1ª a 5ª del citado precepto) y, de otro, una «cláusula general abierta», conforme a la cual el
tribunal ha de resolver en la comparecencia «cualesquiera circunstancias que impidan la válida
continuación y término del proceso mediante sentencia de fondo».
a) Listado
• El listado de presupuestos procesales que efectúa el art. 416.1 LEC no es exhaustivo. Así, pueden
examinarse la concurrencia de los siguientes presupuestos procesales:
3. «Falta de debido litisconsorcio». Sucede cuando una norma de Derecho material liga a todo un
conjunto de demandados de tal suerte que han de sufrir por igual los efectos materiales de la
sentencia. A este presupuesto se refiere expresamente el art. 420.
4. «Inadecuación del procedimiento». Este presupuesto está contemplado por los artículos 422 y
423.
• El listado contenido en el art. 416.1 LEC no contiene un número cerrado de presupuestos procesales,
sino que ha de completarse con lo dispuesto en el art. 416.1.I LEC, que faculta al juez a examinar
«cualesquiera circunstancias que puedan impedir la válida prosecución y término del proceso
mediante sentencia sobre el fondo». Al amparo de este precepto pueden dilucidarse los
presupuestos específicos de la demanda:
▪ La caducidad de la acción y cuantas excepciones procesales haya opuesto el demandado (art. 405.3).
▪ La reclamación previa (art. 120 Ley 30/1992).
▪ La acumulación de acciones y de pretensiones (art. 405, 419).
▪ Las cuestiones prejudiciales excluyentes necesarias (arts. 40.4 y 43).
▪ La de compromiso pendiente en el arbitraje, etc.
• La doctrina jurisprudencial mayoritaria es contraria a que, al amparo de esta cláusula general, pueda
discutirse la legitimación activa y pasiva, por cuanto la legitimación no es un obstáculo que impida la
«válida prosecución del proceso», sino un elemento de la fundamentación de la pretensión y, en cuanto
tal, pertenece al fondo y exige actividad probatoria. No obstante, a ello se exceptúa cuando estemos
ante una ausencia de capacidad de «conducción procesal», que debiera ser diferenciada de aquel
elemento de la fundamentación de la pretensión.
• El art. 405.3 LEC establece la carga del demandado de alegar las excepciones procesales en su escrito
de contestación a la demanda.
• No obstante, la jurisprudencia admite que las excepciones procesales puedan ser aducidas «ex novo»
en la comparecencia previa. Ello se debe a que en estos últimos tiempos tales excepciones han pasado
a convertirse (bien por las reformas legislativas, bien por la propia jurisprudencia) en auténticos
presupuestos procesales, y, en cuanto tales, examinables de oficio en cualquier momento por el
órgano jurisdiccional. Así, en el momento actual todas las excepciones procesales, contempladas
explícita o implícitamente por el art. 416, permiten su examen de oficio, en este sentido lo son:
• Asimismo, han de examinarse de oficio los presupuestos específicos de la demanda que condicionan
la validez de la misma:
▪ La falta de jurisdicción.
▪ Ausencia de competencia objetiva, funcional y territorial indisponible.
▪ Falta de capacidad para ser parte, de postulación y de conducción procesal y presupuestos especiales
del objeto procesal (autocomposición, reclam. previa, cauciones y requerimientos)
▪ El título en el retracto, alimentos legales y el del heredero en los juicios sucesorios.
▪ Documento de autoliquidación de tasas judiciales de las personas jurídicas.
• Por esta razón, y porque la comparecencia previa ha de estar destinada a evitar las sentencias
absolutorias en la instancia, el demandado debe denunciar su incumplimiento, aun cuando no lo haya
hecho en la demanda. En este sentido, el TS afirma que «las partes pueden aducir en dicha
comparecencia las excepciones procesales que sean pertinentes, cuando no lo hubieren hecho en sus
respectivos escritos rectores…».
• No obstante, y aun cuando lo deseable es que se diluciden en la comparecencia previa, si por la razón
que fuere, no se denunciaran en ella, el tribunal puede y debe también examinarlas en la sentencia.
4. PROCEDIMIENTO
A) PRELACIÓN DE EXAMEN
• Descartada la consecución de conciliación el juez concede la palabra al demandado para que alegue lo
que estime conveniente, indicándole que exponga las alegaciones en el orden previsto en los artículos
418 y siguientes.
• Finalizadas las alegaciones orales del demandado, el Juez concederá la palabra al actor para que, a su
vez, informe acerca de la concurrencia de los presupuestos y requisitos procesales, cuya inobservancia
ha sido advertida por el demandado.
• No obstante, debido a que hoy tales excepciones procesales son, en realidad, presupuestos procesales,
con respecto a los cuales el juez tiene la obligación de su examen de oficio, una vez concluidas las
alegaciones de las partes, el juez debe sugerir, primero al demandado y después al demandante, que
le informen de la concurrencia de tales presupuestos sobre los que pueda mantener dudas acerca de
su observancia. Así, no se han dilucidado con anterioridad, el examen de oficio por el juez ha de seguir
el siguiente orden:
B) RESOLUCIÓN
• La decisión sobre estas cuestiones ha de revestir la forma de Auto, que debe ser especialmente
motivado en la medida en que afecta al derecho a la tutela, ya en el caso de que sean insubsanables o
no se subsanen por la parte interesada, dicha resolución pondrá fin al proceso (art. 206.1.2ª).
• Por tanto, tratándose de la resolución de una cuestión o de varias, el juez debe, si mediante su
estimación ha de poner fin al procedimiento, dictar siempre un auto motivado de sobreseimiento. Con
independencia de su contenido, esta misma solución (la del auto motivado) ha de darse cuando el juez
deba resolver varias cuestiones procesales, en cuyo caso el art. 417.2 le concede, para dictarlo, un plazo
de cinco días siguientes a la audiencia.
• Contra dicho auto, la parte gravada podrá interponer recurso de apelación (art. 455.1).
• Presupuestos y requisitos procesales específicos son los contemplados en los artículos 418 a 424 LEC
para diferenciarlos de las «excepciones análogas», previstas en el art. 425. Tales obstáculos procesales
son los siguientes: (1)Falta de capacidad y de representación (2)La acumulación de acciones. (3)El
litisconsorcio (4)La litispendencia y la cosa juzgada. (5)El procedimiento inadecuado. (6)La demanda
defectuosa.
A) CAPACIDAD
• La LEC entiende por capacidad, tanto la capacidad para ser parte, como la de actuación procesal.
• De conformidad con lo dispuesto en el art. 9 LEC este presupuesto de las partes es vigilable de oficio
por el juez «en cualquier momento del proceso», por lo que no existe ningún obstáculo para que pueda
ser incluso evidenciada con anterioridad a la admisión de la demanda.
B) LA REPRESENTACIÓN
• Los defectos que el juez advierta en la capacidad o en los poderes de representación, tanto materiales
como procesales, pueden y deben ser subsanados en la misma comparecencia previa o en «un
plazo no superior a diez días, con suspensión, entre tanto, de la audiencia» (art. 418.1).
• De este modo si el juez advirtiera que el menor no está debidamente representado, le ha de requerir
verbalmente a fin de que su legal representante le supla su incapacidad procesal y, en caso contrario
se le nombrará un «defensor judicial». Si se tratara de una persona jurídica, tras el examen de sus
estatutos y demás acuerdos sociales, requerirá verbalmente a la parte para que su legal representante
comparezca, en nombre de aquélla.
• No obstante, si una vez efectuada la advertencia verbal del incumplimiento de uno de los mencionados
requisitos, la parte incumpliera el requerimiento del juez o no subsanara el defecto en el referido
plazo de diez días, si la omisión fuera imputable al actor, dictará auto de sobreseimiento y si la
omisión fuera imputable al demandado «se le declarará en rebeldía, sin que de las actuaciones
que hubiese llevado a cabo quede constancia en autos» (art. 418.3).
2. LA ACUMULACIÓN DE ACCIONES
• Una vez despejados los presupuestos procesales de las partes, el art. 419 LEC dispone que, si el
demandante hubiera acumulado diversas acciones (pretensiones) y el demandado se hubiere opuesto
motivadamente a esta acumulación, «el tribunal resolverá oralmente sobre la procedencia y
admisibilidad de la acumulación».
• Al demandado le incumbe la carga de oponerse a la acumulación en su escrito de contestación
(art. 401), pero también el juez tiene la obligación, con anterioridad a decidir acerca de la admisión de
la demanda, de observar si se cumplen los presupuestos de la acumulación (la identidad subjetiva,
afinidad de procedimientos y compatibilidad de las pretensiones), debiendo requerir al actor para que
subsane los defectos advertidos con apercibimiento de archivo de la demanda (art. 73.4).
• Dado el carácter elásico de la preclusión tal y como se configura la acumulación de acciones, aunque
el demandado nada haya dicho en su escrito de contestación sobre este tema, en la comparecencia
previa puede oponerse a una indebida acumulación de pretensiones y el juez debe incluso proponerla
de oficio, aun cuando no lo haya hecho con anterioridad a su decisión sobre la admisión de la demanda.
B) RESOLUCIÓN ORAL
• La resolución de los presupuestos de capacidad y representación, por originar una resolución definitiva
de finalización del procedimiento, han de revestir la forma de Auto y, en cuanto tal, escrito y motivado,
• No obstante, al no ser esta resolución «definitiva» (art. 455.1), en el sentido de que no cierra las puertas
al procedimiento, no parece que pueda caber, contra ella, recurso de apelación (art. 455.1).
3. EL LITISCONSORCIO
A) ÁMBITO DE APLICACIÓN
• De todos los fenómenos de pluralidad de partes que se puedan suceder tanto en la posición actora,
como demandada, el art. 420 tan sólo contempla la del litisconsorcio pasivo necesario, en sus dos
modalidades, propio e impropio.
• La denuncia del demandado de irregular constitución de la litis, por no haber sido demandados todos
los litisconsortes, ha de efectuarla en su escrito de contestación a la demanda, en la que tiene la carga
procesal de aducir las excepciones y cuantas alegaciones obsten a la válida prosecución del proceso.
• Si el demandado (o el actor en el caso de reconvención, art. 407) ha opuesto la excepción de «debido
litisconsorcio», el actor puede manifestar su conformidad o su oposición a dicha excepción.
• Ahora bien, este escrito de modificación de la demanda sólo cabe entenderlo como de modificación
subjetiva de la pretensión (art. 401.2) y no de ampliación, por cuanto una mutación objetiva
ocasionaría indefensión al demandado.
• Si el juez estimara procedente el litisconsorcio «lo declarará así, ordenando emplazar a los nuevos
demandados para que contesten a la demanda con suspensión de la audiencia» (art. 420.1). En tal
caso, la resolución será oral e inimpugnable por plena conformidad de ambas partes (art. 210). El
tribunal dictará providencia admitiendo las nuevas demandas y dará traslado de ellas a los nuevos
demandados para que la contesten en el plazo de veinte días (art. 420.3 y 404).
• Si el demandante no estuviera de acuerdo con la excepción de litisconsorcio necesario, el juez debe oír
a ambas partes en la audiencia preliminar sobre este extremo «y cuando la dificultad o complejidad
del asunto lo aconseje, podrá resolverlo mediante auto que deberá dictar en el plazo de cinco días
siguientes a la audiencia» (art. 420.2).
• De conformidad con la redacción de la norma parece que la resolución oral o escrita sobre esta
excepción se encuentra exclusivamente en función de la «dificultad o complejidad del asunto». A
nuestro juicio, junto a este criterio, debe incorporarse también el del contenido de la resolución.
▪ Resolución favorable. Si la resolución fuera favorable a la intervención de los litisconsortes, no ha
de existir ningún problema en que el juez dicte una resolución oral de estimación de la excepción.
• Aunque no lo prevea la norma de forma expresa, de conformidad con la jurisprudencia del TS, el
litisconsorcio también puede ser planteado de oficio por el tribunal, como ocurre actualmente con la
práctica totalidad de las excepciones procesales. En este caso, el juez debe oír a ambas partes (primero
al demandado y después al actor) y dictar la resolución que proceda, concediendo al actor el plazo que
estime oportuno para constituirlo, que no podrá ser inferior a diez días.
• La norma, por razones de economía, obliga al juez a decretar el emplazamiento de los nuevos
litisconsortes (arts. 420.3 y 404) «quedando entre tanto en suspenso, para el demandante y el
demandado iniciales, el curso de las actuaciones».
• Ahora bien, en el caso de que el demandante aprovechara esta circunstancia para efectuar, no sólo
una ampliación subjetiva, sino también objetiva de acciones (art. 401), el demandado originario tendría
legitimación para oponerse a esta segunda ampliación e instar la celebración de una segunda
comparecencia previa.
• Si el demandante incumpliera con su carga de redactar nuevas demandas dirigidas contra todos los
litisconsortes y no las presentara en el juzgado, junto con sus copias y documentos, en el indicado
plazo de diez días, el tribunal dictará auto de sobreseimiento del proceso (art. 420.4).
• Una vez apreciado por el tribunal, sea en la comparecencia previa, sea incluso en el trámite de
sentencia, el incumplimiento del presupuesto procesal del litisconsorcio, lo correcto no sería la
publicación de un auto o sentencia absolutoria en la instancia, sino la declaración de nulidad de
actuaciones y su retroacción a la comparecencia previa a fin de que se produzca el emplazamiento de
los litisconsortes, de conformidad con lo establecido en el art. 420.
• La litispendencia participa de la misma naturaleza que la cosa juzgada. Por este motivo, el art. 421 LEC
somete ambos presupuestos procesales a idéntico tratamiento procedimental.
• Así pues, una vez examinados los presupuestos de las partes, si el demandado hubiera alegado alguna
de estas dos excepciones o tuviera el tribunal la fundada sospecha de que se está siguiendo un
procedimiento sobre el mismo objeto procesal o de que, sobre dicho objeto ha recaído ya una
sentencia firme, habrá de examinar, en la comparecencia previa, los presupuestos procesales de
litispendencia o de cosa juzgada.
• Para que prosperen tales presupuestos, los objetos procesales de ambos procedimientos tengan
identidad entre las partes, las peticiones y su causa de pedir o fundamentación fáctica.
• Si entre los procedimientos o sentencias de contraste, lo que existe es una afinidad o conexión de
pretensiones, lo procedente no es plantear las referidas cuestiones de litispendencia o de cosa juzgada,
sino suscitar el correspondiente procedimiento de acumulación de autos o de procesos. De este modo:
▪ Si existe una sola pretensión planteada en ambos procedimientos procederá el planteamiento de la
litispendencia.
▪ Si existen varias pretensiones conexas, lo correcto será suscitar el incidente de acumulación de autos,
previsto en los artículos 74 y ss.
• IDENTIDAD OBJETIVA. Por identidad objetiva hay que entender la identidad entre las peticiones y
sus causas de pedir (o entre el fallo y su «ratio decidendi», en la cosa juzgada), sin que dicha identidad
pueda alcanzar a los efectos prejudiciales de la cosa juzgada o a lo que, de conformidad con la doctrina
del TS, hemos denominado litispendencia «impropia», contemplada en el art. 222.4 LEC.
• PREJUDICIALIDAD HOMOGÉNEA ACUMULACIÓN DE PROCESOS. La litispendencia impropia sucede
cuando, existiendo dos pretensiones, la determinación de una ha de conllevar la solución de la
otra, por cuanto, existiendo identidad subjetiva, una de ellas se convierte en «antecedente lógico»
de la otra. Pero, en tal caso, en realidad, no existe litispendencia de la primera pretensión frente a la
otra, sino, bien una «prejudicialidad» homogénea o civil (art. 43), bien un supuesto de acumulación de
procesos.
• ART. 421.1.II LEC. En base a lo anterior, no se sobreseerá el proceso en el caso de que el efecto de
una sentencia firme anterior haya de ser vinculante para el tribunal que está conociendo del
proceso posterior», prohibición que hay que extender también a la litispendencia entre dos
pretensiones prejudiciales, ya que este presupuesto procesal participa de la misma naturaleza que la
cosa juzgada.
B) PROCEDIMIENTO
• El juez debe conceder, en primer lugar, la palabra al demandado para que informe sobre los
presupuestos procesales, hayan sido o no tales «excepciones» planteadas en su escrito de contestación
a la demanda. Posteriormente, otorgará la palabra al actor y previo el examen de los testimonios de
la sentencia (cosa juzgada) o de los escritos de demanda y contestación (litispendencia) planteados en
otro anterior procedimiento, resolverá lo que estime pertinente.
• La resolución puede ser oral (art. 421.2) o escrita, mediante auto pronunciado dentro de los 10 días
posteriores a la audiencia (art. 421.3). Pero la resolución oral solo puede suceder cuando sea
«desestimatoria», en cuyo caso ordenará la reanudación de la comparecencia (art. 421.2). Si fuere
estimatoria, y debido a la circunstancia de que puede incidir en el derecho a la tutela judicial efectiva,
habrá de estar, por exigencias del principio de proporcionalidad, minuciosamente motivada en forma
de Auto de sobreseimiento. Asimismo, aun siendo desestimatoria, puede utilizar el juez esta última
solución escrita «cuando la dificultad o complejidad de las cuestiones suscitadas sobre litispendencia
o cosa juzgada asilo aconsejen» (art. 421.3).
5. EL PROCEDIMIENTO INADECUADO
A) RELEVANCIA
• Como se encargan de disponer los artículos 249 y 250 LEC, son dos los criterios para la determinación
del procedimiento adecuado: Ratione materiae (criterio cualitativo) y Ratione quantitatis, los
cuales vendrán a determinar si las relaciones jurídico materiales han de tramitarse con arreglo a las
normas del juicio ordinario o del juicio verbal.
• En virtud de este criterio cuantitativo (ratione quantitatis), las demandas cuya cuantía del bien
litigioso exceda de 6.000 euros habrán de dilucidarse a través de las reglas del juicio ordinario
(art. 249.2), en tanto que las que no excedan de dicho límite tendrán que tramitarse por las del juicio
verbal (art. 250.2).
• La determinación de la cuantía ostenta también singular importancia para el acceso a la casación, toda
vez que el art. 477.2.2º cifra en 600.000 euros de valor del bien litigioso la suma de gravamen necesaria
para admitir un recurso de casación.
• Por todas estas razones la determinación de la cuantía en el escrito de demanda reviste una singular
importancia. Esta fijación de cuantía, si no es impugnada por el demandado (art. 255), inadmitida por
el juez (art. 254.1.II y 4), ni consentida por ambas partes en la comparecencia previa (art. 422.1.II y 4) in
fine), queda definitivamente determinada, con independencia de las fluctuaciones que pueda
experimentar el valor del bien litigioso (art. 253.1.II).
B) NATURALEZA
• En perfecta coherencia con la existencia de los dos anteriores criterios, cuantitativo y cualitativo, para
la determinación del procedimiento adecuado, se contempla en la comparecencia previa de esta
excepción de procedimiento inadecuado «por razón de la cuantía» y «por razón de la materia».
• La excepción de procedimiento inadecuado ostenta en la nueva LEC una marcado carácter relativo:
▪ Por un lado, es un auténtico presupuesto procesal y, en cuanto tal, examinable de oficio por el juez
con anterioridad a la admisión de la demanda (art. 254.1.II y 4);
▪ No obstante, una vez admitida la demanda, precisa ser alegada expresamente por el demandado en
su escrito de contestación (arts. 255 y 405.3) a fin de que el juez pueda plantearla en la comparecencia
previa, lo que otorga a este requisito procesal también el carácter de «excepción procesal».
C) PROCEDIMIENTO
D) RESOLUCIÓN
• Si confirmara el juicio ordinario o, lo que es lo mismo, si desestimara esta excepción, «la audiencia
proseguirá para sus restantes finalidades» (art. 423.1).
• Si, por el contrario, el juez estimara este presupuesto/excepción procesal, reenviará el procedimiento
al adecuado, ya sea el juicio verbal o el procedimiento especial típico o específico correspondiente
(familia, división judicial de patrimonios y cambiario).
• Tanto si es estimatoria o desestimatoria, se trate de una impugnación por razón de la cuantía o de la
materia, en ambos casos puede dictarse en forma oral (arts. 422.1 y 2 y 423.1). Si la excepción
planteada es la de inadecuación del procedimiento por razón de la materia y «la complejidad del asunto
lo aconseja» podrá el tribunal reservar esta decisión, en forma de auto, que habrá de dictar dentro de
los cinco días posteriores a la audiencia, la cual proseguirá para sus restantes finalidades (art. 423.2).
6. LA DEMANDA DEFECTUOSA
A) NATURALEZA Y FUNDAMENTO
▪ De un lado, hay que reflejar con claridad y precisión la pretensión a fin de que el demandado pueda
contestarla con eficacia o, lo que es lo mismo, pueda ejercitar su derecho de defensa.
▪ De otro, dicha necesidad de claridad también reviste especial relevancia con respecto al tribunal,
que ha de satisfacer el derecho a la tutela del actor mediante una sentencia motivada y congruente
con la pretensión.
• De conformidad con este doble fundamento, la tradicional excepción dilatoria de «defecto en el modo
de proponer la demanda» se convierte, en virtud de lo dispuesto en el art. 424, en un requisito
procesal que participa, tanto de la naturaleza de las «excepciones», como de los «presupuestos
procesales».
• EXCEPCIÓN PROCESAL porque puede ser expresamente alegada por el demandado en su escrito de
contestación (art. 405.3), en cuyo caso el art. 424.1 dispone que será objeto de examen en la
comparecencia previa en la que el tribunal exigirá del actor las «aclaraciones y precisiones» necesarias
para que quede manifiestamente delimitada la pretensión y pueda el demandado debidamente
contestarla.
• PRESUPUESTO PROCESAL por cuanto el art. 424.1 expresamente faculta al tribunal a apreciarla «de
oficio» y a requerir al demandante tales «aclaraciones o precisiones» que posibiliten, en último término,
el cumplimiento de su obligación de congruencia.
B) OBJETO
• La excepción de demanda defectuosa tan sólo producirá su efecto típico de ocasionar un auto
absolutorio en la instancia, si el demandante incumple su carga procesal de delimitar los elementos
esenciales de la pretensión, que son los siguientes:
▪ El elemento subjetivo, consistente en determinar las partes materiales.
▪ El elemento objetivo, que, a su vez, cabe desglosar en la exposición clara y precisa de la petición y
de su causa o fundamentación, la cual, en virtud de la tesis de la sustanciación de la demanda, que
secunda, tanto la LEC como la jurisprudencia, consiste en los hechos jurídicos que le sirven de
fundamento y no en su calificación jurídica, con respecto a la cual «iura novit Curia»,.
▪ El tribunal es dueño en su sentencia de aplicar a los hechos otros títulos jurídicos distintos a los
expresamente invocados por el actor en su escrito de demanda (art. 218.1.II).
C) PROCEDIMIENTO
• ACLARACIONES COMPLEMENTARIAS.Si el actor no subsana tales defectos, no por este solo hecho se
producirá el sobreseimiento del procedimiento, sino tan sólo cuando no puedan determinarse los
elementos esenciales de la pretensión. De este modo:
▪ Si alguna petición (por ejemplo, una solicitud declarativa o de condena) no se refleja en el tradicional
«suplico» de la demanda, pero ha quedado clara y precisamente reflejada en las alegaciones de
hecho o de Derecho, no debe el juez sobreseer el proceso.
▪ Lo mismo debe ocurrir si las alegaciones de hecho se han efectuado de una manera confusa,
mezclando los fundamentos de hecho con los de Derecho.
• En el tratamiento procesal de todas estas circunstancias procesales análogas debe tenerse en cuenta
lo siguiente:
▪ La doctrina del TC sobre el derecho a la tutela judicial efectiva, y de modo muy especial, la tesis sobre
la «proporcionalidad» en la limitación de los derechos fundamentales que ha de obligar al tribunal a
indagar sobre la existencia de «alternativas menos gravosas» para el derecho a la tutela que el cierre
del procedimiento.
• Dicho en otras palabras, la finalidad del legislador en el tratamiento también de estas excepciones
análogas ha de ser la de obtener la subsanación de todos los requisitos procesales antes de dictar
mecánicamente una resolución de sobreseimiento o de archivo de las actuaciones, o, lo que es peor,
deferir su conocimiento al trámite de sentencia con las siguientes dilaciones indebidas.
• La aclaración del objeto procesal puede ser a instancia de parte y de oficio. En ambos casos, su
fin es, mediante alegaciones adicionales, a cumplir con la obligación de «esclarecimiento» y de
«complitud».
• Tanto el juez como las partes han de procurar que sean introducidas en el proceso todos los hechos
necesarios para determinar con exhaustividad y en términos inteligibles la relación jurídico material
debatida, en orden a que pueda el juez obtener el descubrimiento de la verdad material y otorgar la
razón, no sólo a quien la tiene dentro, sino también «fuera» del proceso.
A) A INSTANCIA DE PARTE
• Una vez finalizada la función saneadora de la comparecencia previa, el art. 426.2 faculta a las partes a
efectuar alguna «aclaración de sus alegaciones» o «rectificación de extremos secundarios de sus
pretensiones, siempre sin alterar éstas ni sus fundamentos».
• Por aclarar una alegación podemos entender la introducción de elementos fácticos o jurídicos,
adicionales y secundarios, que contribuyan a hacerla cognoscible o inteligible, tanto por el juez, como
por la parte contraria. Esta labor de esclarecimiento comprende la de aclarar conceptos oscuros o
suplir cualquier omisión de la demanda o de la contestación.
• Por rectificar extremos secundarios de las pretensiones podemos entender la adición, modificación o
supresión de elementos de hecho o de Derecho con la finalidad de alcanzar una mayor precisión en la
determinación de la pretensión y de su resistencia.
• En cualquier caso, los límites de esta facultad de las partes de aclaración o de rectificación de extremos
secundarios de las pretensiones no puede llegar a modificar el objeto litigioso o los elementos
esenciales de la pretensión, debiendo entenderse por tales conceptos, tanto la determinación de las
partes, como la petición y su «causa petendi» o hechos que la fundamentan. Lo que el precepto prohíbe
es una mutación esencial del objeto del proceso o prohibición de la «mutatio libelli».
c) Régimen probatorio
• Al actor incumbe la carga de probar los hechos constitutivos y al demandado los impeditivos,
extintivos y excluyentes.
B) DE OFICIO
• Si dicha parte incumpliera el referido requerimiento judicial, el precepto dispone que el tribunal les
advertirá de que puede tenerlos por conformes con relación a los hechos y argumentos aducidos de
contrario. Ello establece la sanción a dicho incumplimiento mediante la «ficta confessio».
• Con dicho término nos referimos a la introducción de elementos de hecho, no afirmados en los
escritos de demanda y contestación, pero conexos con ellos. Su justificación nace de la aportación
de datos al proceso, tras el conocimiento del acto inicial de alegación por la parte contraria.
• Las alegaciones complementarias, contempladas en el punto 1 y en el punto 3 del art. 426, han de
estar sometidas a la observancia de los siguientes requisitos:
2. Su pertinencia está sometida a la condición de que surjan «en relación con lo expuesto de contrario
en tanto que la incorporación de peticiones accesorias o complementarias está supeditada a la
conformidad del demandado o a que su entrada en el proceso no le genere indefensión.
3. Tan sólo pueden ser efectuadas por el demandante, siempre y cuando las provoquen las
alegaciones efectuadas por la contestación a la demanda, y nunca al revés (salvo posibilidad de
reconvención). No obstante, podrán formularse sin dicho condicionamiento, siempre y cuando se
encuentren conexas en una relación de subordinación con la pretensión principal (ej. Añadir
petición de intereses legales) y no originen indefensión al demandado. En este último supuesto, ha
de tratarse de nuevas peticiones y no de aclaración de las existentes, hay que hacerlas valer pro el
procedimiento de demanda defectuosa.
4. Tanto las alegaciones complementarias, como las nuevas peticiones no pueden generar indefensión
al demandado. No podrán modificar esencialmente la pretensión hasta el punto de transformar
alguno de sus elementos esenciales ni incorporar nuevas pretensiones (así, por ejemplo, la de
intereses «convencionales» a la pretensión principal) o, lo que es peor, transformar la pretensión (una
declarativa a otra de condena), tal y como quedó determinada en el escrito de demanda.
• El art. 426.4 faculta también a las partes para introducir en la comparecencia previa algún hecho de
relevancia para fundamentar las pretensiones» o cuando hubiese llegado a noticia de las partes alguno
anterior de esas características.
• La ampliación de hechos puede efectuarse mediante las siguientes formas:
▪ Mediante escrito presentado con anterioridad a la apertura del plazo para dictar sentencia. El LAJ ha
de dar traslado del escrito a la parte contraria (art. 286.1 y 2).
▪ Verbalmente en la audiencia previa, al amparo del art. 426.4, del que se levantará la oportuna acta.
▪ Al inicio de las sesiones de la audiencia principal (art. 433.1.II).
• El objeto de estos actos de nueva alegación son los hechos relevantes (que fundamentan las
respectivas pretensiones y resultan pertinentes con el tema de la prueba) y nuevos (que surgen con
posterioridad a los escritos de alegaciones) o viejos, pero desconocidos por la parte en el momento
de redactar su demanda o escrito de contestación.
• En este caso, sea el hecho nuevo o viejo, pero desconocido, puede la parte interesada, «ex» art. 426.4,
extenderlo a él en su escrito de demanda o de contestación dentro de la audiencia preliminar, sin
necesidad de redactar el escrito de ampliación de hechos, previsto en el art. 286.1, aunque igualmente
se ha de garantizar el contradictorio. Cuando esto suceda y la parte interesada alegue el nuevo hecho,
el juez debe conceder la palabra a la parte contraria a fin de que pueda manifestar su oposición
parecerle irrelevante o por no serle desconocido, por lo que debería haberlo incluido en su escrito de
alegación.
• En todos estos últimos supuestos, el juez denegará la entrada del hecho nuevo o desconocido a la
formación definitiva del objeto procesal, pudiendo incluso imponer a la parte que lo propuso la sanción
económica prevista en el art. 286.4.II, si apreciare, en su conducta procesal, mala fe o ánimo dilatorio
con la introducción de esta nueva alegación (art. 426.4.II).
1. CONCEPTO
2. CLASES
• Al proceso civil pueden incorporarse tanto documentos públicos como privados. Por este motivo la
LEC distingue la impugnación de cada uno de ellos.
A) DOCUMENTOS PÚBLICOS
• Ahora bien, si el demandado impugna el documento en la misma comparecencia previa, el juez deberá
de suspender la comparecencia y otorgar un plazo prudencial al actor a fin de que subsane este
requisito.
• Si lo que se ha impugnado es la copia autenticada (por imposibilidad de traer a los autos el original), el
demandante habrá de indicar en la comparecencia previa (si no lo ha hecho, con anterioridad, en su
escrito de demanda), la oficina o protocolo en donde se encuentra su original. En este caso la
contraparte instará al juez que disponga que por el LAJ judicial se proceda a su «cotejo».
• El tribunal podrá disponer la nulidad de actuaciones cuando la impugnación trajera como causa
deficiencias en la elaboración de las copias de los escritos de demanda y contestación (arts. 273 y ss.)
y siempre que su inexactitud afecte al derecho de defensa (art. 280).
• Si una vez practicada la diligencia de cotejo, resultara manifiesta la exactitud o autenticidad del
documento, la parte que lo ha impugnado habrá de satisfacer las costas, gastos y derechos de este
incidente. Además, si el tribunal estimara que la parte que lo impugnó, incurrió en una conducta
temeraria, debe imponerle la sanción económica prevista en el art. 320.3.
B) DOCUMENTOS PRIVADOS
1. ÁMBITO DE APLICACIÓN
• La nueva LEC pone todo su acento en este aspecto en la designación privada de los peritos:
▪ Se permite la incorporación a la demanda de informes elaborados por profesionales de la
investigación privada, excepto que alguna de las partes haya instado la designación judicial del perito
en sus escritos de demanda o de contestación (art. 339.2).
▪ El art. 336 LEC establece, como momento preclusivo para la incorporación de los dictámenes
privados al proceso, el de los escritos de demanda y contestación, salvo que justifiquen que no
pueden demorar la presentación de tales informes en sus respectivos escritos de alegación, asi,
determinarán en ellos los dictámenes de los que pretendan valerse, los cuales serán introducidos
al procedimiento con anterioridad a la celebración de la comparecencia previa (art. 337.1).
• En la comparecencia previa es cuando la parte contraria puede manifestar lo que estime conveniente
acerca de la admisión, contradicción o ampliación del informe presentado (art. 427.2).
• Pese al tenor literal del art. 427.3 LEC, la posibilidad de presentación de dictámenes periciales hay que
entenderla extensiva a todo supuesto de aclaración, alegación complementaria o afirmación de
hechos nuevos o desconocidos, contemplados en el art. 426.
• En este supuesto, la parte interesada podrá aportar el dictamen en el plazo de al menos dentro de los
«cinco días de antelación a la celebración del juicio» o vista principal. Se trata de un plazo máximo, por
lo que nada impide que el informe pericial pueda aportarse incluso en la propia comparecencia previa.
• No obstante, si la parte deseara, en vez de dicho dictamen pericial, la designación judicial de un perito,
el art. 427.4 le faculta a solicitarlo al tribunal en la misma audiencia o dentro de los diez días siguientes.
• Esta designación judicial se efectuará con arreglo a las disposiciones comunes (arts. 339 y ss.), pero
queda sometida al cumplimiento de los siguientes requisitos:
a) A que el tribunal estime la prueba «pertinente y útil».
b) A que ambas partes se manifiesten conformes con el objeto de la pericia.
c) Que la misma conformidad exista en la aceptación del dictamen del perito que el tribunal nombre.
• Tras la fijación definitiva del objeto procesal mediante las aclaraciones, alegaciones complementarias
y afirmación de nuevos hechos o desconocidos, el art. 428.1 faculta a las partes para que, junto con el
tribunal, «fijen los hechos sobre los que exista conformidad y disconformidad de los litigantes».
• Esta función está actualmente destinada a fijar el tema de la prueba y a posibilitar una sentencia
inmediata, en el supuesto de que no existan hechos controvertidos, quedando obligado el tribunal a
preguntar a las partes sobre qué hechos existe o no conformidad.
• Los destinatarios de esta actividad de fijación de hechos son «las partes o sus defensores». No obstante
la disyuntiva «o» utilizada por la norma, el juez no debe preguntar indistintamente a uno u otro, sino
exclusivamente a los abogados o, en último término, a la parte, asistida de su Abogado.
B) EL TRIBUNAL
• Las partes no son las únicas protagonistas de esta labor de fijación fáctica, sino también el propio
tribunal, que se configura como «director del proceso» (y no como el «convidado de piedra» de la LEC
1881). Asi, el juez debe, teniendo a la vista la totalidad de los escritos de ir preguntando, según el orden
correlativo de la exposición de hechos contenidos en los escritos de demanda y de contestación,
primero al demandante y después al demandado, si se manifiestan o no conformes con cada uno de
los hechos afirmados en sus respectivos escritos de alegaciones.
• El objeto de esta función de fijación son única y exclusivamente «los hechos» y no los fundamentos de
Derecho. Sin embargo, tratándose de pretensiones constitutivas es imposible escindir los hechos de
los fundamentos de Derecho, pues, en tal caso, rige la doctrina contraria, la de la «individualización»
de la demanda.
• Pero, incluso en tales casos, el juez debe rehuir de la utilización de conceptos jurídicos que podrían
predeterminar el fallo y aparentar, frente a la sociedad y en esta fase, una pérdida de su imparcialidad
«objetiva».
• Una vez fijados los hechos el tribunal podrá exhortar a las partes o a sus representantes y a sus
Abogados para que lleguen a un acuerdo que ponga fin al litigio.
• La nueva LEC otorga al tribunal una segunda posibilidad «activa» de conciliación intraprocesal al
término de la comparecencia previa. La ubicación de esta segunda conciliación al término de la
audiencia preliminar.
3. LA SENTENCIA INMEDIATA
• Dispone el art. 428.3 que, si las partes no hubieran alcanzado un acuerdo, pero hubieran manifestado
su conformidad con los hechos y su discrepancia fuera meramente jurídica, «el tribunal dictará
sentencia dentro de 20 días a partir del siguiente al de la terminación de la audiencia».
• Con la nueva LEC, si existen hechos controvertidos, el tribunal dispondrá necesariamente al apertura
de la audiencia principal, la hayan instado o no las partes, de tal manera que la sentencia inmediata
tan sólo puede suceder cuando exista plena y total conformidad con los hechos aducidos por las
partes.
• Si existiera total conformidad, es evidente que no existirá tema de prueba, ya que esta actividad tan
sólo puede recaer sobre hechos controvertidos, razón por la que el art. 428.3 permite al tribunal obviar
una innecesaria audiencia principal y dictar, sin más trámites y en el indicado plazo, una sentencia en
la que aplicará el Derecho pertinente, de conformidad con el aforismo romano «iura novit Curia»,
sancionado por el art. 218.1.II.
• También dictará sentencia inmediata, si la única prueba a examinar fuera la documental o los informes
periciales (429.8)
I. CONCEPTO
• De difícil concreción, la doctrina procesal se muestra acorde en que se trata de un concepto
multívoco, que designa diversas significaciones de acuerdo con la finalidad que se le atribuye en el
proceso, es decir, tanto la demostración «material» de los hechos según ocurrieron, como el
establecimiento «formal» de los mismos para la resolución del litigio.
• Para la doctrina la prueba es una actividad procesal que desarrollan las partes con el Tribunal
para llevar al juez a la convicción de la verdad de una afirmación o para fijarla a los efectos del
proceso.
▪ Elemento fundamental del proceso: De la prueba practicada en el proceso dependerá que el juez
obtenga la evidencia de los hechos controvertidos, que condicionan la aplicación de la norma cuya
consecuencia jurídica invocan las partes.
II. CARACTERES
A) PRINCIPIO DE APORTACIÓN
• La LEC ha reforzado la vigencia del principio de aportación respecto del material probatorio. Así se
desprende de lo dispuesto en los arts. 216 («Los Tribunales civiles decidirán los asuntos en virtud de
las aportaciones de hechos, pruebas y pretensiones de las partes, excepto cuando la ley disponga otra
cosa en casos especiales»), y 282 («Las pruebas se practicarán a instancia de parte»).
• Consiguientemente, el Tribunal apenas está facultado para ordenar la práctica de medios de prueba
de oficio (sólo en los procesos especiales de Libro IV, art. 752).
B) PRINCIPIO DE INVESTIGACIÓN
• El legislador sólo permite una tímida presencia del principio de investigación probatoria en dos
preceptos:
1. El primero es el art. 429.1, relativo al juicio ordinario (aunque también es aplicable al juicio verbal),
que consagra la obligación judicial de indicación probatoria, esto es, faculta al juzgador a poder
indicar las insuficiencias probatorias de las partes en el momento de la proposición de los medios
de prueba, indicado otros cuya práctica considera conveniente. Sin embargo, el Juez carece del
poder para acordar los medios de prueba que considera pertinentes, puesto que son las partes las
encargadas de asumir o no tal sugerencia o «tesis probatoria»
2. El último precepto es el apartado segundo del art. 435, que regula la prueba de oficio en las
diligencias finales, pero con un objeto tan limitado, que prácticamente se convierte en anecdótica.
▪ El Capítulo VI se divide en nueve secciones en las que se estudian los distintos medios de prueba y
su práctica, concretamente el interrogatorio de las partes; la documental pública y privada; el
dictamen de peritos; el reconocimiento judicial; el interrogatorio de testigos; los modernos medios
de prueba y las presunciones legales y judiciales.
• Sin embargo, no toda la regulación sobre la prueba se encuentra en los citados capítulos V y VI, sino
que existen otras muchas normas probatorias dispersas a lo largo de la Ley que han de ser tenidas en
consideración.
IV. OBJETO
1. CONCEPTO
• La doctrina de forma prácticamente unánime identifica el objeto o tema de la prueba (thema probandi)
con las afirmaciones realizadas por las partes sobre los hechos controvertidos y, excepcionalmente,
sobre normas jurídicas, que deben verificarse. De esta definición debemos destacar dos notas:
o Las «afirmaciones» realizadas por las partes en relación con esos hechos y tales normas. Los
hechos existen con independencia de su introducción procesal, de ahí que sólo puedan probarse
los juicios valorativos sobre los mismos.
• Afirmaciones sobre hechos + normas jurídicas. Norma general a todo proceso es que el objeto de
la prueba se encuentra formado por afirmaciones sobre hechos y no por normas jurídicas, ya que éstas
han de ser conocidas por el juez (iura novit curia). No obstante, esta afirmación ha de matizarse, ya
que también es necesario invocar y probar determinadas normas jurídicas.
• Hechos controvertidos. Además, no todo hecho alegado por las partes pertenece al objeto de la
prueba, sólo podrán probarse los hechos controvertidos que sean pertinentes, útiles y lícitos por lo
que excluye los admitidos por las partes y los discutidos, pero irrelevantes.
• Hechos de notorio conocimiento. Del mismo modo, razones de economía procesal excluyen la
necesidad de acreditar los hechos de notorio conocimiento y los amparados por presunciones legales.
A) LA DISCONFORMIDAD
• Para el Tribunal es clave para el análisis tanto la intervención del demandante o actor, al exponer «de
forma ordenada y clara» los hechos de su escrito de demanda como la intervención del demandado,
al admitir o negar dichos hechos en su escrito de contestación, para facilitar su tarea, la LEC establece:
1. Carga procesal del actor de exponer ordenada y claramente los hechos de la demanda para
facilitar su admisión o negación por el demandado al contestar. La consecuencia jurídica del
incumplimiento de esa carga es la posibilidad del demandado de oponer en su contestación la falta
de claridad o manifiesto dicha falta de claridad. Si no atendiera a tales peticiones, el juzgador podrá
sobreseer el pleito cuando no sea posible «en absoluto» determinar en qué consisten sus
pretensiones.
2. Carga procesal del demandado de admitir o negar los hechos del demandante en su escrito de
demanda, así como de exponer los hechos impeditivos, extintivos y excluyentes con la misma
claridad y orden. Si el demandado incumple esa carga procesal podrá sufrir el perjuicio consistente
en la ficta confessio, es decir, en la facultad judicial de interpretar el silencio o las respuestas
evasivas como admisión tácita de los hechos que le sean perjudiciales.
3. Requerimiento del Tribunal. Finalmente, en la audiencia previa (y también en la vista del juicio
verbal) el Tribunal puede requerir a las partes para que aclaren o precisen los hechos alegados,
advirtiendo que, en caso de no atender a su petición, puede tenerlos por conformes «en relación a
los hechos y argumentos aducidos de contrario» (arts. 426.6 LEC).
• Por tanto, el Tribunal está vinculado por las afirmaciones fácticas respecto de las cuales las partes
muestren su «conformidad» y por las afirmaciones sobre hechos admitidos por la parte a la que
perjudican.
B) LA PERTINENCIA
• El requisito de la pertinencia del thema probandi, y su relación con los hechos en que las partes basan
sus pretensiones y resistencias, se encuentra expresamente recogido en los siguientes artículos:
o 283.1 LEC. No deberá admitirse ninguna prueba que, por no guardar relación con lo que sea objeto
del proceso, haya de considerarse impertinente.
o 24.1 CE prohibición de indefensión, aquí, de la parte que propone el concreto medio probatorio.
o 24.2 CE derecho fundamental de todos a «utilizar los medios de prueba pertinentes para su
defensa».
• En este sentido, el TC define la pertenencia como la necesaria relación entre los medios propuestos
y el objeto procesal. Para que el Juez reciba a prueba el pleito y admita los medios probatorios
propuestos es necesario que la parte solicitante le convenza de la existencia de una «relevante»
conexión entre el hecho objeto de la prueba y su pretensión, ya que, de lo contrario, inadmitirá tal
solicitud.
• Por tanto, el derecho a la utilización de los medios de prueba «pertinentes» no priva al juzgador de su
facultad de enjuiciar la pertinencia de las pruebas en relación con el thema decidendi, es decir, no
configura una especie de «derecho absoluto e incondicionado» de las partes a que se practiquen
«todas» las pruebas por ellas propuestas, sino tan sólo las que estén dirigidas a esclarecer los puntos
controvertidos de las pretensiones o resistencias conforme lo previsto en la legislación procesal.
• Considera el TC que el consiguiente deber del órgano jurisdiccional de recibir el pleito a prueba y de
admitir los medios propuestos por las partes cuando siendo solicitados en el momento y en la forma
procesalmente oportunos resulte irrazonable privarles de «los hechos decisivos para su pretensión».
• Por tanto, la resolución jurisdiccional que inadmita el pleito a prueba, por considerar que no existe
tema de la prueba, o que desestime el medio probatorio propuesto, al afectar a un derecho
fundamental, ha de ser especialmente cautelosa al exponer la razón de tal exclusión.
C) LA UTILIDAD
• El art. 283.2 regula la necesidad de que el hecho objeto de prueba sea «útil», es decir, que contribuya
al esclarecimiento de los hechos controvertidos «según reglas y criterios razonables y seguros». Por
tanto, la utilidad de la prueba se refiere a aquella actividad que, según la experiencia, puede
razonablemente esperarse que logrará el resultado apetecido, por existir una clara adecuación entre
el medio propuesto y el fin a conseguir.
D) LA LICITUD DE SU OBTENCIÓN
• La LEC (Art. 283.3) afirma con rotundidad la imposibilidad de admitir como prueba (y, por tanto, como
hecho objeto de la misma) «cualquier actividad prohibida por la ley», a la vez que regula en su art. 287.
el tratamiento procesal de la alegación y prueba de los medios de prueba obtenidos con vulneración
de los derechos fundamentales, de manera que la parte afectada por la ilicitud probatoria tiene la
carga de poner de manifiesto este extremo «de inmediato».
• Los dos anteriores preceptos están inspirados en el art. 11.1 LOPJ, norma que obliga a considerar
dichas pruebas de valoración «prohibida»
• La actividad probatoria consistirá en acreditar que la fuente (la declaración de una de las partes
plasmada en un documento bajo coacción o amenaza o el documento obtenido contra la voluntad del
recurrente, violentando su libertad y propiedad) o/y el medio de prueba (la documental, las grabaciones de
imágenes y sonidos, etc.) han sido obtenidos vulnerando derechos fundamentales (secreto de las
comunicaciones en grabaciones obtenidas sin la autorización de su titular; intimidad del demandado
en las imágenes y sonido conseguidas por un investigador privado en el domicilio de aquél...).
• Esta cuestión ha de resolverse con audiencia de las partes y con la práctica contradictoria de los medios
de prueba sobre la referida ilicitud. La resolución final sólo podrá ser recurrida oralmente en
reposición, pero la parte perjudicada podrá volver a plantear este problema en el recurso de apelación
contra la sentencia definitiva.
a) Concepto
• Calamandrei señaló que se consideran notorios aquellos hechos cuyo conocimiento forma parte
de la cultura normal propia de un determinado círculo social en el tiempo en que se produce la
decisión. No es el conocimiento efectivo el que produce la notoriedad, sino la normalidad de este
conocimiento en el tipo medio de hombre perteneciente a un determinado círculo social y por eso
dotado de una cierta cultura».
• Por tanto, para que un hecho sea considerado como notorio es necesario que el mismo sea
conocido y tenido por cierto por una generalidad de personas dotadas de una cultura media, en
el lugar y tiempo en que se dicta la resolución.
• La notoriedad es un concepto indeterminado y relativo. No sólo depende del lugar y del tiempo, sino
también del nivel cultural de las personas, de la «normalidad» de ese conocimiento y, lo más
importante, de que sea conocida por el juez, ya que, en caso contrario, será necesaria su prueba. Sólo
los hechos notorios evidentes (es decir, aquellos de fama pública absoluta, tales como fechas
históricas, lugares geográficos, etc.) excluyen la actividad probatoria.
• La notoriedad de un hecho no debe confundirse con otros conceptos próximos como la ciencia privada
del juez y las máximas de experiencia, ya que éstas no afectan al objeto de la prueba sino, más bien, al
contenido de la potestad jurisdiccional.
▪ Los hechos notorios son conocidos y tenidos como ciertos por una colectividad mayor o menor de
individuos, dentro y fuera del proceso.
▪ La ciencia privada del juez se basa en hechos extraprocesales, únicamente conocidos por el
juzgador de manera particular, y que no pueden ser introducidos en el pleito ex officio a riesgo de
incurrir en incongruencia.
2. Máximas de la experiencia
• Las máximas de experiencia son reglas de la lógica, de la ciencia o de la técnica que se manifiestan
especialmente útiles en el enjuiciamiento de la denominada «prueba indiciaria». En la práctica, no es
fácil distinguir los hechos notorios de las máximas de experiencia. No obstante, la diferencia principal
parece recaer en el objeto de conocimiento. Así:
▪ La notoriedad está referida a «hechos» mientras que la máxima de experiencia versa sobre
«conceptos» (la buena fe de las partes, la diligencia, la semejanza en las marcas o patentes), sobre
«normas no jurídicas», reglas de la técnica o de la experiencia que auxilian al juez en la apreciación
de la prueba y que, si requieren especiales conocimientos científicos, técnicos o artísticos, exigen ser
aclarados a través de la prueba pericial.
c) Clases
1. El hecho notorio general o universalmente conocido más allá de las fronteras, (cultura universal).
2. El hecho notorio local o territorial, de conocimiento reducido a un determinado país o localidad.
3. El hecho notorio judicial o para el tribunal, entendido como aquél que es percibido por el órgano
jurisdiccional en el ejercicio de su potestad.
• De esta triple clasificación, la LEC sólo se refiere a la primera, pero de forma ambigua. El art. 281.4
señala que «No será necesario probar los hechos que gocen de notoriedad absoluta y general».
Por ello resulta conveniente que las partes introduzcan el hecho que consideran notorio (principio de
aportación). Una vez introducido, la demostración de la notoriedad del mismo dependerá de la
actuación de las partes, pues si admiten su notoriedad no será objeto de prueba. En el caso de que
exista disconformidad, será el juez quien decida sobre la admisibilidad del medio de prueba propuesto,
pudiendo inadmitir el hecho notorio sólo cuando le conste dicha notoriedad de manera «absoluta y
general».
• Es opinión generalizada que los hechos favorecidos por una presunción legal no necesitan
prueba. Por tanto, las presunciones legales no son reglas especiales sobre la carga de la prueba, ni
normas particulares sobre los efectos de la misma, sino «alteraciones excepcionales del objeto
probatorio por exención de la prueba de los datos que normalmente lo integrarían».
2. Las presunciones legales de derechos son aquellas en que lo presumido no es un hecho, sino un
derecho o relación jurídica, es decir que existe ese derecho o relación jurídica.
• Su finalidad es la de dar «seguridad a situaciones jurídicas que pueden con justicia y fundamento suponerse
existentes» a la vez que evitar esfuerzos probatorios desproporcionados o ineficaces dirigidos a
demostrar la existencia del vínculo o nexo causal lógico entre el hecho base y el presunto.
• La parte que invoca la aplicación de la consecuencia jurídica prevista en una presunción legal ha de
alegar tanto su hecho base, como el presunto y sobre aquélla recae la carga de la prueba del hecho
base, pues, las presunciones sólo serán admisibles cuando la certeza del hecho indicio del que
parte la presunción haya quedado establecida mediante admisión o prueba. No obstante, la
contraparte podrá desvirtuar la existencia del hecho indicio, o/y del mismo hecho presumido por la
Ley cuando sea una presunción iuris tantum (que admite prueba en contrario), mediante la
contraprueba o la prueba de lo contrario.
• La doctrina sostiene de forma pacífica que el objeto de la prueba está constituido por las
afirmaciones que las partes realizan sobre hechos y no por normas jurídicas.
• El brocardo romano «iura novit curia» manifiesta el hecho de que la elección y aplicación de la norma
jurídica al caso concreto es una actividad desarrollada exclusivamente por el órgano jurisdiccional,
conforme a lo pedido por el actor y a lo resistido por el demandado. La elección última del Derecho
aplicable corresponde, pues, al juzgador, sin que ello suponga una vulneración del principio
dispositivo, ni del principio de congruencia, en el caso de que, finalmente, aplique una norma jurídica
distinta de la alegada por las partes (ver art. 218.1.II LEC).
• El aforismo iura novit curia rige respecto del Derecho «escrito, interno y general, no así respecto de
la costumbre, que ha de ser probada por la parte que la invoque por ser comúnmente considerada
como derecho no escrito, lo que conlleva la dificultad de su conocimiento, el Derecho extranjero (Dº
no interno) y el Derecho local o estatutario (Dº no general).
A) LA COSTUMBRE
• Según el del Código Civil, la costumbre constituye la segunda de las fuentes de nuestro ordenamiento
jurídico (art. 1.1), con carácter de norma de rango inferior a la ley (art. 1.3). Sin embargo, a pesar de la
relativa importancia que la costumbre ostenta, la ley sujeta su aplicación a una regulación restrictiva.
• Para que una norma consuetudinaria sea aplicable, el del Código Civil y el art. 281.2 LEC establecen los
siguientes requisitos:
▪ El carácter subsidiario de la norma consuetudinaria respecto de la vigencia de una norma con
rango de ley (término empleado por el del CC en un sentido amplio que comprende los reglamentos
en el ámbito del derecho administrativo), de tal suerte que sólo la costumbre costumbre en
ausencia de ley se convierte en fuente del Derecho.
▪ En el respeto que toda norma consuetudinaria ha de tener «a la moral y al orden público».
▪ La parte que invoque la aplicación de una norma consuetudinaria tiene la carga de la prueba
de su existencia y contenido, salvo que las partes estén conformes. De no hacerlo o, si probada,
el juez no tiene un grado de certeza suficiente para aplicarla, fallará en contra de dicha parte que ha
incumplido su carga formal de la prueba de la norma consuetudinaria.
• La LEC equipara las normas consuetudinarias con los simples hechos, puesto que si las partes no
discuten su existencia y contenido, no serán objeto de prueba.
B) EL DERECHO EXTRANJERO
• El art. 281.2 LEC dispone que es «objeto de prueba el derecho extranjero, que «deberá ser probado
en lo que respecta a su contenido y vigencia, pudiendo valerse el tribunal de cuantos medios de
averiguación estime necesarios para su aplicación.
• A diferencia de lo que sucede con la prueba de la norma consuetudinaria, las partes han de probar
siempre el contenido y la vigencia del derecho extranjero, no siendo posible su exclusión como
objeto de prueba a través de la admisión fáctica. Del mismo modo, la actual regulación, ni «faculta» al
Tribunal a ordenar la práctica de oficio de los medios de prueba, sino que se lo impone como un deber
de practicar la prueba del derecho extranjero, ni rige en relación del Derecho extranjero el principio
«iura novit curia».
• Ello no obstante, en esta materia rige la carga material de la prueba, esto es, si el resultado final de
la actividad probatoria desplegada por las partes no conduce a la acreditación de la vigencia y
contenido de la norma extranjera aplicable al caso y, por tanto, el juzgador tiene una duda insalvable
sobre la misma deberá dictar sentencia en contra de la parte sobre la que recaía la carga formal de su
acreditación.
b) El Derecho comunitario
• Con la incorporación de España a la Unión Europea, el Derecho comunitario no sólo ha dejado de ser
«Derecho extranjero», sino que sus normas priman sobre las disposiciones del Derecho interno que se
opongan a ellas y deberán aplicarse con preferencia.
• REGLAMENTOS. Los Reglamentos comunitarios gozan, por regla general, de aplicación o eficacia
directa, son obligatorios en todos sus elementos y constituyen el acto más solemne, el acto más
importante del bloque de la legalidad de la Comunidad. Excepcionalmente, carecen de efecto directo
aquéllos que no son completos y jurídicamente perfectos, y necesitan de apoyos complementarios de
desarrollo.
• Conforme a la legalidad vigente (arts. 96 CE y 1.5 del CC), las normas jurídicas contenidas en los
Tratados forman parte del ordenamiento interno una vez que hayan sido publicadas oficialmente en
España.
• Si cualquiera de las partes solicita en el proceso civil la aplicación jurisdiccional de una norma jurídica
contenida en un Tratado en el que España es parte, y ha sido publicado oficialmente en nuestro país,
no tiene la carga de la prueba del mismo, pues el órgano jurisdiccional tiene la obligación de conocerlo,
tratándose, ya, de Derecho interno.
C) EL DERECHO LOCAL
• Denominamos Derecho local o estatutario al conjunto de normas jurídicas dictadas por las
Administraciones territoriales (Comunidades Autónomas y Entes locales). El fundamento de la potestad
normativa de los Entes territoriales se encuentra en el Título VIII, artículos 137 al 158 CE.
• Las CCAA dictan normas jurídicas (Leyes y Reglamentos) dotadas de la misma fuerza normativa que las
emanadas del Estado. Sus normas no se rigen por el principio de jerarquía, sino por el principio de
competencia, de forma que las normas autonómicas y las estatales han de actuar, en principio, sobre
materias diferentes (o sobre niveles diferentes de una misma materia), que deben quedar definidos
por la Constitución, en primer lugar, y por los Estatutos de Autonomía, después.
• Los Entes locales (municipios, provincias y las islas) son ordenamientos menores y, por tanto, su
potestad normativa se limita a la reglamentaria, como dispone el art. 4.1.a) LBRL.
• La razón por la que la doctrina y la jurisprudencia las consideran objeto «excepcional» de prueba pese
a ser auténticas normas jurídicas, se justifica de un lado, en que se trata de normas cuyo ámbito de
aplicación es restringido, y de otro, en la falta de publicación en el BOE, con lo cual, las dificultades de
localización y de conocimiento son mayores.
• Esta doctrina resulta aplicable a los Reglamentos de los Entes locales, por tratarse de normas no
publicadas en el BOE y de ámbito de aplicación limitado, así como a los Reglamentos autonómicos,
especialmente a aquellos órganos jurisdiccionales cuya sede está fuera del ámbito territorial de la
Comunidad Autónoma, pese a que estos se publican en el B.O. de la CA que los dicta.
• No será aplicable en cambio a las Leyes autonómicas, por ser estas son normas jurídicas con rango
de Ley, iguales, por tanto, a las Leyes estatales, a pesar de que tengan un ámbito de aplicación más
limitado, y que se publican en el BOE y en el Diario Oficial de la respectiva Comunidad Autónoma, y,
por tanto, tienen que ser conocidas y aplicadas de oficio por el órgano jurisdiccional
• Una vez que las partes han introducido los hechos en el proceso y practicados, en su caso, los medios
de prueba pertinentes, el juez tiene el deber inexcusable de resolver, dando así cumplido cumplimiento
al derecho fundamental a la tutela judicial efectiva, que obliga al órgano jurisdiccional a juzgar,
como cometido que le viene atribuido por el Estado. Ello es incompatible con la abstención del juzgador
ya sea bajo el pretesto de oscuridad, insuficiencia o silencio de la ley, o por dudar de la realidad de los
hechos integrantes del supuesto fáctico de la norma cuya consecuencia jurídica se solicita por las
partes.
• Partiendo del principio iura novit curia, el conocimiento de las normas se presupone en el juzgador,
bastando con que las partes fundamenten jurídicamente sus pretensiones o resistencias. Sin embargo,
si que recae sobre las partes la carga de probar la certeza de los hechos trascendentales para la
solución del litigio (art. 217.2-3 LEC). La falta de demostración o la prueba incompleta o insatisfactoria
de los citados hechos, de manera que el Juez no pueda llegar a establecer históricamente el relato
fáctico más allá de una duda razonable, no puede excusar al juzgador del cumplimiento del deber de
resolver el litigio, ni a resolverlo según un criterio arbitrario o aleatorio.
• La Ley, establece unas reglas imperativas que determinan las consecuencias que, para el juez, ha de
tener la falta o insuficiencia probatoria al resolver el litigio, reglas calificadas doctrinalmente como
«carga de la prueba», las cuales de un lado, afectan a las partes, porque les indican la necesidad de
probar sus afirmaciones y el ámbito del derecho a probar que ostentan en el proceso y de otro, son
la única salida para la encrucijada en la que puede encontrarse el Tribunal cuando «duda»
acerca de la certeza de los hechos probados. Dicha solución consiste en resolver en contra de la
parte que no ha probado los hechos dudosos que integran el supuesto fáctico de la norma jurídica
cuya aplicación pretende.
• LA CARGA FORMAL O SUBJETIVA. Sólo responde a la pregunta «quién ha de probar», este tipo de
carga de la prueba fue la primera en ser formulada. Era propia de aquellos procesos en los que
únicamente correspondía a las partes la tarea de alegar y probar las afirmaciones sobre los hechos
controvertidos.
• El juez era un «convidado de piedra» en el litigio. Su función consistía en resolver el conflicto,
exclusivamente atendiendo a las alegaciones fácticas y a los medios probatorios aportados y
practicados por la parte gravada con la prueba. El Tribunal no podía entorpecer la labor de las partes
con sus indagaciones, por ser éstas las que dirigían el proceso.
• LA CARGA MATERIAL, OBJETIVA O DE CERTEZA DE LA PRUEBA. pone el acento en el «qué» ha de ser
probado y, por tanto, una vez acreditado el hecho controvertido, al juzgador le es indiferente si el actor
o el demandado ha sido la parte que logró su convencimiento acerca de la existencia de tal hecho. La
carga formal de la prueba es la dominante en el proceso civil.
• Además, permite un papel más activo al juzgador, cuya misión consistiría no sólo en aplicar la
consecuencia jurídica en la sentencia, sino también en colaborar con las partes en el
esclarecimiento de la realidad de los hechos.
• La teoría de la carga material es propia no sólo del proceso penal, sino también de todos aquellos
procesos en los que el principio de aportación se encuentra atenuado por el de investigación judicial
en la práctica de la prueba. En cambio, la vigencia del principio dispositivo y de aportación de parte de
su vertiente probatoria conducen a que en el proceso civil rija con carácter predominante al carga
formal de la prueba, y ello pese a que la tendencia al acercamiento entre ambas teorías también
se observa en la ley procesal civil.
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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA
3. DISTRIBUCION
• El art. 217 LCE regula las afirmaciones fácticas que ha de probar el actor (y el demandado
reconviniente), y la carga probatoria del demandado (y del actor reconvenido).
• Esa distribución del «onus probandi» [carga de la prueba] era contraria a los principios esenciales de
justicia distributiva y de igualdad de armas, de manera que el desequilibrio existente entre
demandante y demandado producía la ausencia de un auténtico proceso. De ahí que la doctrina
abogara por un reparto equitativo de las cargas probatorias entre las partes.
• Por todas esas razones, el art. 217.2 recoge la opinión doctrinal y jurisprudencial generalizada y
establece que el demandante tiene la carga de acreditar, no la totalidad de los hechos introducidos
por las partes en el proceso, sino los hechos constitutivos de su pretensión, es decir, los hechos que
se subsumen en el supuesto fáctico de la norma cuya consecuencia jurídica invocan a su favor.
• El art. 217.3 LEC dispone que le incumbe al demandado la carga de probar los hechos
impeditivos, extintivos y excluyentes del derecho alegado por el actor. Las partes optarán por:
• Adoptar una actitud pasiva frente a la pretensión del actor, negando los hechos por éste
afirmados. Esta opción no es aconsejable por resultar peligrosa para los intereses del demandado.
• Adoptar una actitud activa. Es conveniente que el demandado, a la vista de los hechos alegados por
el demandante y de su petición probatoria, intente desvirtuar la existencia de tales hechos creando
dudas en el ánimo del juzgador sobre su existencia (contraprueba) o adoptando una postura más
diligente, mediante la alegación y prueba de la existencia de los presupuestos fácticos de las normas
impeditivas del nacimiento del derecho o interés del actor, extintivas del derecho ya nacido o
excluyentes de la aplicación de la norma invocada por el demandante (prueba de lo contrario).
• La regla de distribución «inter partes» de la carga de la prueba fue formulada por Rosenberg a
principios del siglo XX. Según este autor «cada parte tiene la carga de probar el supuesto de hecho de
la norma jurídica cuya consecuencia solicita a su favor». La validez de esta regla general continúa
vigente en la actualidad, siendo elevada a norma jurídica (217.1-3 LEC). Las criticas a esta doctrina son:
▪ No es siempre tarea fácil distinguir los hechos constitutivos de los impeditivos, extintivos o
excluyentes, lo que puede llevar a la pérdida de la pretensión o de la resistencia, de confundirse unos
con otros.
▪ El carácter inexacto de la afirmación consistente en que el actor está gravado con la prueba de los
hechos constitutivos del derecho o interés por él invocado, pues el demandante puede tan sólo
invocar un hecho impeditivo o excluyente.
▪ En la práctica el actor no sólo alega hechos constitutivos, sino que también puede invocar la ausencia
de impeditivos o extintivos, y del mismo modo, el demandado puede probar la existencia de hechos
impeditivos del nacimiento del derecho o interés del actor o, incluso, la inexistencia de las
alegaciones constitutivas invocadas por éste (contraprueba).
• Gracias a las críticas vertidas por la doctrina a la distribución del gravamen probatorio se ha realizado
una labor de perfeccionamiento de la citada regla general de distribución, mediante la introducción de
diversos «matices» que la complementen.
a) Matices
• Estos matices fueron recogidos por la vigente LEC, al regular el criterio de la «disponibilidad y facilidad
probatoria» (art. 217.7), es decir, de la flexibilización de las examinadas reglas de distribución subjetiva
de la carga de la prueba atendiendo a la parte que más probablemente esté en condiciones de
aportarla. Este criterio debe ser tenido en cuenta por el Tribunal, partiendo del caso en concreto, a
través de un activo papel que ha de tener lugar durante el juicio o vista probatoria.
• El art. 217 LEC prevé también excepciones a la mencionada regla general de distribución del «onus
probandi», al incluir distintos supuestos de inversión de la carga de la prueba:
1. En los procesos sobre competencia desleal y publicidad ilícita corresponde al demandado la
carga de la prueba de la exactitud y veracidad de las indicaciones y manifestaciones realizadas y de
los datos materiales que la publicidad exprese, respectivamente.
2. Cuando las alegaciones de la parte actora se fundamenten en actuaciones discriminatorias por
razón de sexo, corresponderá al demandado probar la ausencia de discriminación en las medidas
adoptadas y de su proporcionalidad.
3. Se exceptúa la aplicación de las reglas generales de distribución de la carga de la prueba que regirán
«siempre que una disposición legal expresa no distribuya con criterios especiales la carga de probar
los hechos relevantes.
1. CONCEPTO Y FINALIDAD
• Las operaciones del esquema anterior integran el juicio del Tribunal sobre la verosimilitud del
resultado probatorio. Tras el examen comparativo del resultado probatorio, el Tribunal ha de
establecerlo como probado o no probado en la premisa fáctica de la sentencia. En este último caso, el
Tribunal debe aplicar las reglas de la carga de la prueba sobre la parte que la soporte para evitar un
«non liquet», cuando el juzgador duda sobre la realidad de una afirmación fáctica relevante.
• Realmente, la finalidad de la valoración no es hallar la «certeza» de una afirmación parcial vertida por
el actor o el demandado, sino que se limita a intentar persuadir al órgano jurisdiccional, a través de
los medios de prueba practicados, de que determinados datos procesales, considerados por las partes
como trascendentales para el éxito de sus pretensiones, son ciertos.
• Por tanto, la «certeza» de un hecho aportado o de un medio de prueba practicado por una de
las partes y el «convencimiento» jurisdiccional de la realidad de los mismos no son, lógicamente,
conceptos análogos.
• La certidumbre personal del juez sobre la realidad o falsedad de la afirmación discutida es el juicio
valorativo que determina el establecimiento de la misma en la sentencia. La «voz interna» del juzgador
es reconocida por la generalidad de los sistemas procesales, siempre que se base en medios
probatorios sólidos y, con frecuencia, tras superar las dudas que ofrece la contradicción resultante
entre los distintos medios de prueba.
• La valoración probatoria es una actividad judicial autónoma, dirigida a la solución del litigio, a través
del establecimiento de una versión de los hechos discutidos. La valoración de la prueba no se debe
identificar con la premisa fáctica de la resolución, que puede obtenerse por otros medios (por ejemplo,
por las admisiones de las partes).
• En este sentido, el art. 248.3 LOPJ establece la necesidad de que las sentencias expresen en párrafos
separados y numerados, entre otros extremos, «los hechos probados, en su caso».
• Por tanto, es necesario plasmar en las sentencias las razones por las que el juez ha sido persuadido de
la existencia o inexistencia de las afirmaciones controvertidas relevantes y del motivo por el que
concede un valor preponderante a uno o varios medios de prueba con relación a los restantes.
• La confusión existente entre pruebas y hechos lleva a la «apreciación conjunta» no sólo de los medios
de prueba, sino de éstos y de las alegaciones de las partes en un «totus revolutus» que redunda en
una técnica decisoria procesalmente defectuosa y, lo que es más grave, en la inseguridad jurídica para
las partes.
• La valoración de la prueba ofrece dos opciones: la prueba libre y la prueba legal o tasada.
• Ya a fines del siglo XIX, la jurisprudencia de la Sala de lo Civil del TS puso de manifiesto la inviabilidad
del sistema tasado de valoración, al ser superado «por el carácter discrecional de la apreciación de la
prueba». Con tal finalidad, y para justificar la inaplicación de las normas legales valorativas, surge la
corriente jurisprudencial conocida como «la apreciación conjunta de los medios probatorios».
• Como puede deducirse de la vigencia de esta jurisprudencia, desde el punto de vista de los Tribunales,
regía y rige, en la práctica, con total hegemonía, el principio de la prueba libre, sólo limitado por la
aplicación de las «reglas de la sana crítica».
• La doctrina de la apreciación conjunta, que permitía salvar las dificultades de la prueba legal, no sólo
fue aplaudida por un importante sector de la doctrina, sino que ha sido acogida en las sucesivas
reformas operadas en nuestros textos legales procesales hasta la actual LEC 1/2000.
• La jurisprudencia ha defendido como uno de los principios básicos de la prueba «el de la plena
soberanía del juzgador para determinar los hechos, apreciando la prueba en su conjunto». Esta
soberanía probatoria únicamente está limitada a una discrecional aplicación de las reglas de la sana
crítica, pero «sin que pueda prevalecer un juicio abstracto contrario y ajeno a la realidad de los hechos».
• Para evitar los desequilibrios, el Alto tribunal matiza, con buen criterio, la vigencia de la libre valoración
«salvo que ésta resulte ilógica, contraria a las máximas de experiencia o a las reglas de la sana crítica».
• De este modo, la corriente jurisprudencial nacida para arrinconar los restos del arcaísmo propio del
sistema legal de la prueba puede correr el riesgo de convertirse en una corruptela de graves
consecuencias para la seguridad jurídica de las partes, si no es equilibrada, desde el punto de vista
constitucional, con el derecho a la tutela judicial efectiva, entendido como derecho a obtener una
resolución motivada y lógica desde un punto de vista, no sólo jurídico, sino también fáctico y
probatorio.
I. EL PROCEDIMIENTO PROBATORIO
A) CONCEPTO
• El fin de la prueba consiste en obtener el convencimiento del juzgador sobre la certeza de los hechos
que fundamentan las pretensiones de las partes. El procedimiento o iter para alcanzar el fin de la
prueba debe realizarse en el marco de un proceso «con todas las garantías» (art. 24.2 CE).
B) REGULACIÓN LEGAL
• El contenido de la ordenación formal de la actividad probatoria se recoge en los artículos 281 a 292,
especialmente en los artículos 284 y siguientes. Estos preceptos son los relativos a la proposición de
los medios de prueba, su admisión y otras normas «generales» sobre la práctica de la prueba. Estas
normas son comunes al juicio ordinario y al verbal.
2. FASES
• La LEC 1/2000 ha sustituido el anterior esquema de regulación de las fases del procedimiento
probatorio, regido por el principio de la escritura (todavía vigente en otros órdenes jurisdiccionales
como el administrativo), por un procedimiento más ágil y antiformalista en el que, básicamente, existen
dos grandes fases: La proposición de los medios de prueba La práctica o ejecución de los medios de
prueba admitidos.
• Anteriormente a la LEC 1/2000 las partes solicitaban el recibimiento del pleito a prueba mediante la
clásica fórmula del «otrosí digo» en sus escritos de alegaciones. La nueva Ley no impide la subsistencia
de esta fórmula, pero guarda silencio al respecto, regulando tan sólo los medios de prueba
«escritos» (documentos, medios e instrumentos) que han de acompañarse a la demanda y
contestación.
• En la LEC vigente las partes han de esperar al término de la audiencia previa o al desarrollo de la vista
en el juicio verbal para, en el caso de que exista discusión sobre los hechos jurídicamente relevantes,
proponer los demás medios de prueba para su esclarecimiento, concretamente el interrogatorio de
las partes, de los peritos que han elaborado los dictámenes ya aportados, el reconocimiento judicial y
la testifical.
• Del mismo modo, si las partes consideran que no existen hechos controvertidos y que el litigio versa
exclusivamente sobre un problema de interpretación del Derecho aplicable, pueden, de común
acuerdo, solicitar que el juzgador dicte sentencia inmediata sin período de prueba (art. 428.3 LEC) o,
incluso, el Tribunal puede así decidirlo de oficio (art. 429.8 LEC).
• En caso contrario, el Tribunal, de conformidad con lo previsto en los artículos 428.3, 429.1 y 443.4 LEC,
ordenará que prosiga la audiencia para que las partes propongan los medios de prueba. Existe, pues,
una corrección del principio de aportación respecto del control del recibimiento del pleito a prueba:
las partes no son las encargadas de solicitarlo al Juez, sino que es éste quien ha de controlar ex oficcio
si existe objeto de la prueba y, en caso afirmativo, ordenar la continuación de la audiencia o vista para
que las partes propongan los medios de prueba.
• En el procedimiento probatorio, al estar inspirado por el principio de oralidad, las partes proponen
oralmente los distintos medios de prueba que consideren pertinentes, «expresándolos con
separación».
• La «proposición» es, por tanto, un acto oral de postulación ajustado al principio de aportación de
parte en el que el actor, en primer lugar, solicita la práctica de los concretos medios de prueba
conducentes a acreditar los hechos constitutivos controvertidos, razonando su trascendencia y
pertinencia.
• No obstante, art. 429 obliga a aportar al término de la comparecencia previa, los correspondientes
escritos de proposición de prueba, que han de ser leídos bajo la intervención del tribunal.
• A continuación, el Tribunal dará la palabra al demandado para que, a su vez, pueda impugnar esa
proposición por considerarla impertinente, inútil o ilícita o/y proponga los medios de prueba
pertinentes sobre los mismos hechos alegados por su oponente como objeto de prueba
(contraprueba), con el fin de acreditar su falsedad o para introducir la incertidumbre en el ánimo del
juzgador sobre la verdad de tales hechos, o, por el contrario, para acreditar los hechos impeditivos,
extintivos o excluyentes de los alegados por el demandante (prueba de lo contrario).
• En el juicio ordinario, la proposición se realiza al final de la audiencia previa mientras que en el
juicio verbal, ésta se produce en la vista. Excepciones:
▪ Prueba documental: documentos procesales y materiales, arts. 264 y 265 LEC, respectivamente.
▪ Prueba pericial de parte y nuevos medios de prueba, que han de ser aportados con anterioridad,
junto a los escritos de alegaciones y la de las diligencias preliminares (arts. 261, puntos 2º, 3º y 5º).
▪ Prueba anticipada y el aseguramiento de la prueba, que puede solicitarse y practicarse antes de
la interposición de la demanda (arts. 293 y ss.).
• El Tribunal, a la vista de los medios de prueba propuestos por las partes, podrá poner de manifiesto
en este momento procesal la insuficiencia de esos medios de prueba para el esclarecimiento del tema
de la prueba y podrá señalar también la prueba o pruebas cuya práctica considere conveniente (art.
429.1 LEC).
• Una vez propuestos los medios de prueba, el juez resolverá sobre la admisión de cada uno de
ellos. La resolución total o parcialmente desestimatoria (que es oral y se dicta en el acto) necesitará de
una especial motivación, por afectar al derecho fundamental a utilizar los medios de prueba
pertinentes para la defensa del art. 24.2 CE.
• La parte perjudicada podrá interponer recurso de reposición, también en el acto y verbalmente, tanto
contra el auto de admisión como de inadmisión (art. 285.2). La resolución del recurso de reposición es,
igualmente, dictada en el acto y oral, teniendo el agraviado la carga de «formular protesta al efecto de
valer sus derechos en la segunda instancia» (arts. 285.2) y, en su caso, en la casación (arts. 469.2), e
incluso del recurso constitucional de amparo.
• En el juicio verbal, proceso menos formalista que el ordinario, tan sólo se requiere efectuar la oportuna
y respetuosa «protesta» contra el auto de inadmisión o de admisión de un medio de prueba prohibido.
Por tanto, no es necesario interponer previamente el recurso de reposición (arts. 446 LEC).
C) PRACTICA
• La LEC dedica diversos preceptos a la ordenación de la práctica de los medios de prueba admitidos,
los artículos 289 a 292 regulan las «Disposiciones generales sobre la práctica de la prueba» y las normas
relativas al juicio ordinario (arts. 429-433) y al juicio verbal (arts. 443.4, 445 y 447.1).
• La LEC ha incrementado las obligaciones procesales de las partes, de sus representantes y letrados,
así como de los terceros (peritos, testigos) que intervienen en la práctica de la prueba, con el fin de
asegurar el correcto desarrollo de esta fase del procedimiento probatorio.
• El procedimiento probatorio ya no es un instrumento que puede ser manejado solamente por las
partes. El Tribunal dispone de numerosas facultades para asegurar, de oficio, su correcto
desarrollo, de conformidad con las reglas de la buena fe procesal para que no actúen con ánimo
dilatorio. En estos casos podrá imponer multas pecuniarias de notable cuantía a los responsables.
• No obstante, no sólo las partes, sino también el Tribunal tiene determinadas obligaciones procesales
en materia probatoria. Así, le asiste al órgano judicial:
▪ La obligación de obtención de la «complitud» o exhaustividad del material de hecho a fin de
poder otorgar la satisfacción de la pretensión tan sólo a quien efectivamente le asiste la razón
y el Derecho, dentro y fuera del proceso.
▪ La obligación de formular indicaciones a las partes sobre la conveniencia de proponer
determinados medios probatorios ante una «insuficiencia de prueba» (arts. 429.1.II) o que le
informen sobre determinados extremos fácticos o jurídicos (arts. 433.4).
▪ En general, de su obligación de descubrir la verdad material en el juicio oral, ejecutando su
derecho a preguntar a todos los intervinientes en la prueba, a las partes, testigos y peritos, a fin de
discutir con todos el tema de prueba propuesto.
b) Lugar
• Con carácter general, la prueba ha de practicarse en la sede del Tribunal (arts. 268.1 LOPJ y 429.3 LEC).
• No obstante lo anterior, podrán practicarse en cualquier lugar del territorio de la jurisdicción del
Tribunal «cuando fuere necesario o conveniente para la buena administración de justicia» o lo
demandara la propia naturaleza del medio de prueba o las circunstancias de la práctica de la prueba
(la prueba anticipada del art. 311) (art. 268.2 LOPJ).
• Así, excepcionalmente, lo dispone el art. 429.3 LEC previa solicitud de parte, y cuando la totalidad o
gran parte de la prueba haya de practicarse fuera de la sede del Tribunal competente.
c) Tiempo
• Debido a la distinta regulación del juicio ordinario y el juicio verbal, es necesario realizar la siguiente
diferenciación:
• EN EL JUICIO ORDINARIO. una vez admitidos los medios de prueba, el LAJ o el juez, si el señalamiento
se puede efectuar en el acto, señalará, teniendo en cuenta las necesidades de la agenda de
señalamientos, la fecha del juicio en el plazo máximo de un mes desde la terminación de la audiencia,
aunque excepcionalmente, si el juicio se celebra fuera de la sede del Tribunal, ese plazo puede
ampliarse a dos meses (art. 429.3).
▪ Que salvo en los casos en que la ley disponga otra cosa, entre el señalamiento y la celebración de la
vista deberán mediar, al menos, diez días hábiles (art. 184.2).
▪ Que al fijar el plazo influyen diversos factores como el número de testigos y peritos suficiente», o si
las partes solicitan auxilio judicial (con los correspondientes exhortos) para determinadas
declaraciones e interrogatorios (art. 429.5).
d) Forma
• La ley determina un orden general en la práctica de los distintos medios de prueba admitidos:
• La actividad probatoria ha de realizarse, por regla general en «audiencia pública» (arts. 138.1 y 289.1
LEC), ante la inexcusable presencia del Tribunal sentenciador. En ella intervienen las partes y sus
defensores, previamente citados al efecto (art. 429.5-7 LEC).
• La práctica de cada medio de prueba, el régimen de intervención en las mismas de las partes y del
Tribunal, está sometida a sus propias especialidades, pero todas ellas están sometidas a los citados
principios de inmediación, publicidad y concentración.
• La incorporación de las fuentes de prueba al proceso se realiza a través de los medios probatorios que,
en este sentido, son los instrumentos o elementos que sirven para convencer al juez de la existencia o
inexistencia del dato objeto de la prueba.
• Por tanto, destaca el carácter «instrumental» del medio corporal o material utilizado, primero por las
partes, y, finalmente, por el juez para obtener los motivos de su convicción sobre la certeza del thema
probandi. Los medios de prueba son los sopores de la percepción judicial directa o transmitida a través
de declaraciones de personas (partes, testigos y peritos) o por documentos.
• La LEC regula los medios de prueba en sus artículos 299 y ss., aunque en este momento conviene
detenerse en el examen del art. 299, precisamente rubricado «medios de prueba».
• El art. 299 de la LEC distingue, ordenadamente, seis medios de prueba en su primer apartado:
• Sin embargo, el aparente carácter de numerus clausus de los medios de prueba se amplía
ilimitadamente en los otros dos apartados, relativos a los «medios de reproducción de la palabra, el
sonido y la imagen», así como a documentos de contenido informático y cualesquiera otros medios no
expresamente previstos. En la vigente LEC, el legislador regula los medios de prueba con un sentido
ilimitado.
1. CONCEPTO Y SUJETOS
• De conformidad con lo dispuesto en el art. 301 LEC, cualquiera de las partes puede solicitar del Tribunal
el interrogatorio de las demás sobre hechos objeto de la prueba respecto de los cuales «tenga noticia»,
es decir, en los que han intervenido «personalmente».
• Si la parte no ha intervenido directamente en los mismos ha de comunicarlo al juzgador y contestar
según «sus conocimientos» (art. 308), pudiendo proponer el interrogatorio del tercero que tenga un
conocimiento personal de los hechos.
• Los sujetos de este medio probatorio son las partes procesales y no terceras personas (como sucede
con la testifical). En este sentido es conveniente realizar las siguientes puntualizaciones:
1. El demandante o el demandado tienen la facultad de proponer el interrogatorio de otras partes.
Consiguientemente, no es posible que una parte proponga su propio interrogatorio.
2. Los sujetos del interrogatorio son las partes, no sus representantes procesales (procurador). La
prueba de interrogatorio de la parte es un acto personal y, por tanto, el procurador no puede
contestar en nombre de su representado al interrogatorio de las partes. Aunque la contraparte no
se opusiese en el acto, el juez, de oficio, ha de denegar esta posibilidad.
3. En el caso de que exista una pluralidad de partes activa o/y pasiva, la LEC admite la posibilidad de
que un colitigante proponga el interrogatorio de los demás colitigantes, «siempre y cuando exista
en el proceso oposición o conflicto de intereses entre ambos».
4. La LEC también admite la posibilidad de solicitar el interrogatorio de la parte principal material,
ausente en el proceso, cuando la subordinada, que ha comparecido en el proceso, no haya
intervenido directamente en los hechos controvertidos (arts. 301.2). Esto puede suceder también
con las personas jurídicas o entes sin personalidad, cuando su representante legal no haya
intervenido en los hechos (arts. 309). En estos casos, ha de ponerse en conocimiento este dato en
la misma audiencia previa, identificando a la persona que intervino en los hechos objeto de prueba
en nombre de la sociedad, para que sea citada al juicio, bien en calidad de parte o de testigo en
función de su actual pertenencia o no a la citada sociedad.
2. PROCEDIMIENTO
• El interrogatorio de las partes se propone y practica oralmente, en presencia de las partes y del
Tribunal, en la sede del órgano judicial competente para la resolución del litigio. Sin embargo,
existen excepciones a esta regla general:
a) Primera excepción
• El art. 315 establece el privilegio procesal a favor de la Administración pública, cuando sea parte en
un proceso civil, de contestar «por escrito» al interrogatorio. Este precepto viene a excluir, en la
práctica, el interrogatorio de la Administración Pública, al desnaturalizarlo y acercarlo a la documental,
por las dificultades que introduce ante la evidente situación de ventaja en la que se encuentra, al poder
disponer del tiempo necesario y de todo tipo de documentos para contestar.
• Si, a pesar de todo, la contraparte propone este «interrogatorio», ha de redactar una lista con las
preguntas que estime pertinentes y que admite en el acto el Tribunal. Dicho escrito ha de presentarse
«sin esperar al juicio o vista», es decir, en la audiencia previa del juicio ordinario o en las primeras fases
de la vista del juicio verbal.
• En el juicio oral o en la vista se dará lectura del escrito que, al menos, será sometido a debate entre la
parte que lo propuso y el representante procesal de la Administración. Si como consecuencia de las
preguntas complementarias fuera necesario otro interrogatorio, ante el desconocimiento de los
hechos del mencionado representante, podrá remitirse un nuevo interrogatorio por escrito como
diligencia final (arts. 315.2).
• El art. 315 finaliza admitiendo la aplicación del art. 307, es decir, de la «ficta confessio» ante la negativa
a declarar de la Administración, o cuando las respuestas dadas fueran evasivas o inconcluyentes.
b) Segunda excepción
• La segunda excepción hace referencia al lugar de la práctica del interrogatorio, ya que puede
celebrarse en el domicilio o residencia de la parte sometida al mismo o en la sede del tribunal al que
se solicita el auxilio judicial.
1. Interrogatorio celebrado en el domicilio o residencia de la parte sometida al mismo, para los
supuestos de «enfermedad» o de «otras circunstancias especiales» que impidan a la parte declarar
normalmente en la sede del Tribunal competente.
En estos casos excepcionales, el Tribunal, a instancia de parte o de oficio, admitirá dicha declaración
a la que podrá concurrir la parte proponente de este medio de prueba asistida de su Abogado.
Cuando asi suceda, éste se celebrará ante la sola presencia del juez y del LAJ, presentando la parte
proponente un pliego de preguntas por escrito. Este interrogatorio será reflejado en el acta extendida
por el LAJ haciendo constar las preguntas y las respuestas y será firmado por el declarante y por los
demás asistentes bajo la fe pública del LAJ (arts. 312).
2. Interrogatorio celebrado en la sede del tribunal al que se solicita el auxilio judicial. Esta
segunda posibilidad la ofrece el art. 313, que admite el interrogatorio de las partes en un Tribunal
distinto en los casos del auxilio judicial (arts. 169 y ss.).
• No obstante lo afirmado en la rúbrica del citado Interrogatorio domiciliario por vía del auxilio judicial,
en puridad, el mencionado precepto prevé la posibilidad de que la parte que haya de responder al
interrogatorio, solicite prestarlo ante el Tribunal de la circunscripción de su domicilio, vía auxilio
judicial, cuando su domicilio esté lejos de la del competente para el pleito principal.
B) CITACIÓN
• Una vez admitido a trámite el medio de prueba, el Tribunal ha de citar a las partes para su
interrogatorio en el juicio oral o en la vista. La diferencia procedimental existente entre el juicio
ordinario y el juicio verbal requiere una matización:
▪ Juicio ordinario: En el juicio ordinario las partes siempre han de estar representadas por procurador
y asistidas de letrado. Por ello el Tribunal se limitará a indicar verbalmente a las partes o a sus
representantes el día y la hora en que han de asistir al acto del juicio para la práctica del
interrogatorio apercibiendo a la parte interesada de que en caso de incomparecencia injustificada se
la podrá tener por confesa y ser sancionada con una multa de 180 a 600 euros.
▪ Juicio verbal: En el juicio verbal, el LAJ siempre ha de citar a las partes por escrito advirtiéndolas que
han de comparecer en la vista con los medios de prueba de que intenten valerse, con la prevención
de que si no asistieran y se propusiera y admitiera su declaración, podrán considerarse admitidos
los hechos del interrogatorio conforme a lo dispuesto en el art. 304.
C) OBLIGACIÓN DE COMPARECENCIA
• El art. 304 LEC establece la obligación procesal de las partes «citadas» de comparecer al juicio o a la
vista para la celebración del interrogatorio. El incumplimiento de esta obligación produce una doble
consecuencia jurídica:
1. El Tribunal tiene la facultad discrecional (el art. 304.1 dice «podrá») de interpretar la ausencia como
una admisión tácita («ficta confessio») de los hechos «en que dicha parte hubiese intervenido
personalmente y cuya fijación como ciertos le sea enteramente perjudicial».
2. La imposición de una multa de 180 a 600 euros (arts. 292.4 al que se remite el citado art. 304.1).
• Para considerar a la parte que no ha comparecido como confesa han de darse los siguientes factores:
1. Que esta drástica ficción legal no es «automática e imperativa», sino excepcional, constituyendo una
facultad del tribunal. Este es el único competente para aplicarla.
2. Que la parte no comparecida no haya justificado previamente su ausencia, aportando, por ejemplo,
un certificado médico de baja por enfermedad o solicitando un nuevo señalamiento de la vista o la
suspensión del juicio o vista si lo considera imprescindible.
3. Que rige el principio de justicia rogada, por lo que la parte solicitante del medio de prueba, ante la
incomparecencia de la contraria, ha de formular, no obstante, el correspondiente interrogatorio y
hacer constar las preguntas dirigidas a dicha parte incomparecida y solicitar la aplicación de la «ficta
confessio».
4. Que esta ficción no tiene un valor probatorio superior al de los demás medios de prueba, ni exime
de la aplicación de las reglas de distribución de la carga de la prueba. Ahora bien, si la parte
proponente únicamente dispone del interrogatorio de la parte contraria como medio de prueba
para acreditar sus hechos constitutivos, y ésta no comparece, habrá lugar a la admisión tácita de
los hechos.
• Una vez comparecidas las partes en el juicio, la parte que propuso el interrogatorio preguntará
oralmente a la contraria sobre los hechos objeto de la prueba en los que ha intervenido
personalmente. Las preguntas se formulan en sentido afirmativo, con claridad y precisión, sin incluir
en las mismas valoraciones ni calificaciones (art. 302.1). Existe un doble control respecto de las
preguntas formuladas:
▪ De un lado, la parte requerida para contestar y su abogado pueden impugnarlas en el acto por
considerarlas impertinentes, esto es, por no existir una relación entre la pregunta formulada y el
objeto del proceso, o por adolecer de los defectos formales antes indicados, es decir, por incluir
valoraciones o calificaciones (arts. 303).
▪ Del mismo modo, el juzgador está facultado para controlar de oficio y en el acto la admisibilidad de
las preguntas realizadas (arts. 302.2).
• La parte sometida al interrogatorio tiene la carga procesal de contestar. La negativa injustificada a
responder, así como las contestaciones evasivas o inconcluyentes, dará lugar al apercibimiento, en el
acto, del Tribunal de poder tenerla por confesa respecto de los hechos a que se refieren las preguntas,
en los que haya intervenido personalmente y su fijación como ciertos le fuera total o parcialmente
perjudicial (art. 307).
• Al contestar, la parte interrogada ha de hacerlo por sí misma y sin valerse de borrador alguno de
respuestas. Si la memora le flaqueara, y el Tribunal lo admite (por ejemplo, porque los hechos tuvieron
lugar hace mucho tiempo), puede consultar, en el acto, documentos y notas o apuntes (arts. 305.1). En
principio, las respuestas han de ser afirmativas o negativas, todo ello lógicamente en función del tipo
de pregunta formulada, pero puede «agregar» las explicaciones pertinentes respecto de las preguntas
realizadas (arts. 305.2).
• Una vez finalizado el interrogatorio, los abogados de las demás partes y del declarante están
facultados, por este orden, para realizar «nuevas» preguntas (arts. 306.1). El carácter novedoso de las
preguntas es relevante, porque existe la prohibición legal de reiterar el interrogatorio sobre los mismos
hechos ya declarados (arts. 314). El Tribunal también puede intervenir en esta fase posterior del
interrogatorio, pero con carácter accesorio, es decir, con la sola finalidad de obtener «aclaraciones y
adiciones».
• El art. 310 establece la incomunicación de los declarantes cuando dos o más partes vayan a declarar
sobre los mismos hechos. Esta incomunicación tiene por finalidad garantizar el carácter reservado del
contenido del interrogatorio y la espontaneidad de las respuestas dadas por los distintos declarantes.
3. VALOR PROBATORIO
• Los requisitos que han de cumplirse para que la declaración, sobre determinados hechos, realizada
por una de las partes tenga un valor probatorio privilegiado, son tres:
1. Que la parte que declara haya intervenido personalmente en los hechos.
2. Que su reconocimiento como ciertos le sea enteramente perjudicial.
3. Que se trate del único medio de prueba practicado respecto de los hechos objeto del interrogatorio.
• De todas formas, es difícil de imaginar un litigio en el que se den estos tres requisitos anteriores, pues
lo normal es que existan otros medios de prueba (documentos, testigos, pericias…) que contradigan lo
manifestado por la parte declarante. En estos casos, en los que existen medios de prueba
contradictorios, así como los demás extremos de la declaración prestada por la parte que no reúnan
esos requisitos, rige el sistema de la libre valoración de la prueba, por cuanto serán valorados
conforme a las reglas de la «sana crítica».
• REGULACIÓN. La LEC regula el medio de prueba del interrogatorio de testigos en sus artículos 360 a
381. En la actual regulación, tal y como sucede con el interrogatorio de las partes, se lleva a efecto la
deseada actualización de la testifical, sometiéndola a los principios de oralidad e inmediación.
• CARACTERES. Son testigos «las personas» que reúnen una doble condición:
▪ Son terceros ajenos al proceso y, por tanto, no son partes procesales ni materiales, al carecer de
derechos o de intereses legítimos respecto de la relación jurídico- material debatida.
▪ Han de haber presenciado a través de sus sentidos todo o parte de los hechos controvertidos.
• Así, unicamente el testigo tiene la obligación de jurar o prometer decir verdad bajo sanción de
responsabilidad penal (art. 365), dándose además un posible valor probatorio privilegiado de la
declaración de la «parte» y no así del «tercero».
• La herramienta procesal para garantizar la indicada diferenciación es la «tacha» del testigo, es decir,
la posibilidad procesal de la contraparte de poner de manifiesto la existencia de un interés del
testigo en el litigio que puede afectar a su versión de los hechos (ver art. 377). La tacha no impide
la práctica del medio de prueba testifical, sino que lo que pretende es advertir al Tribunal de la
pérdida de imparcialidad del testigo como elemento fundamental a tener en cuenta en la posterior
fase de enjuiciamiento y valoración del medio de prueba (arts. 376 LEC in fine).
B) EL TESTIGO NO ES UN PERITO
• El tercero que declara como testigo es una simple persona que ha presenciado los hechos a cuyo
esclarecimiento puede contribuir con su declaración, es por tanto una persona insustituible.
• El perito en cambio, es un experto en la materia a quien se le encomienda la labor de analizar desde
un punto de vista técnico, artístico, científico o práctico la totalidad o parte de los hechos litigiosos, por
lo que puede ser sustituido por otro colega, pues es un tercero ajeno a los hechos (de lo contrario
podrá ser objeto de tacha o de recusación) que ha de examinarlos a través de sus específicos
conocimientos.
• No obstante, si, casualmente, la persona reuniera la doble condición de testigo y de perito puede ser
llamada a declarar de conformidad con lo dispuesto en el art. 370.4 LEC.
C) CAPACIDAD
• En principio, todas las personas son idóneas para participar en el procedimiento probatorio a través
de la testifical. La LEC parte de una regla general, antiformalista, de habilitad para ser testigos. El
citado precepto no impone límites generales tales como la enfermedad mental o la minoría de edad.
Sin embargo, regula lo siguiente:
▪ Excluye a las personas que se encuentran «permanentemente privadas de razón o del uso de los
sentidos respecto de hechos sobre los que únicamente quepa tener conocimiento por dichos
sentidos».
▪ Respecto de los menores de catorce años, «podrán» declarar si el Tribunal lo admite en función del
grado de «discernimiento necesario para conocer y para declarar verazmente».
• La parte interesada en proponer a una determinada persona como testigo ha de sopesar el grado de
idoneidad de la misma y, en su caso, la posibilidad de citar como testigo a otra persona que la sustituya.
• De lo contrario, será el Tribunal el encargado de admitir o no a esa concreta persona para que declare
como testigo, a la luz de los impedimentos puestos de manifiesto previamente por la parte proponente
o como consecuencia de lo acontecido al inicio del interrogatorio. En este sentido, es especialmente
interesante lo dispuesto en el art. 355 respecto del reconocimiento judicial de las personas.
2. PROCEDIMIENTO
A) PARTICULARIDADES DE LA PROPOSICIÓN
• Los artículos 362 y 363 establecen unas especialidades respecto de la forma de proponer a los testigos
en la audiencia previa o en la vista.
1. Se establece la carga procesal de las partes de indicar de forma imprescindible todos los datos de
que dispongan para la correcta designación de los testigos y el lugar donde puedan ser citados.
Aunque la proposición de este medio de prueba es oral, a efectos prácticos convendría aportar un
escrito en el que constaran todos estos datos para facilitar la labor del Juez, del LAJ Judicial y de las
demás partes.
2. No existe un límite legal del número de testigos a proponer. Las partes podrán proponer cuantos
testigos estimen conveniente» sin que establezca un número mínimo o máximo de testigos a
proponer por la parte interesada.
• La limitación no es pues jurídica, aunque sí puede serlo desde un punto de vista fáctico, de modo que
si una parte propone a más de «tres por cada hecho discutido» estará obligada a abonarles cantidades
indemnizatorias por los gastos ocasionados, y ello en todo caso, es decir, con independencia de que
obtenga un pronunciamiento judicial favorable en materia de costas procesales. Además se faculta al
Tribunal a inadmitir los sucesivos testimonios, a partir del tercero prestado, por considerarlos inútiles
por haber quedado «suficientemente ilustrado».
• Tal y como sucede con el medio de prueba del interrogatorio de las partes, también la regulación legal
del interrogatorio de los testigos es «libre desde el principio». Una vez admitido este medio de
prueba, su práctica en la audiencia principal está sometida a una gran flexibilidad para que las
personas que declaren lo hagan de manera espontánea, sin listas escritas de preguntas y repreguntas.
• Este medio probatorio está igualmente regido por los principios de oralidad, inmediación y publicidad,
por lo que es igualmente inexcusable la presencia del Tribunal en la práctica de la testifical. Sin
embargo, también existen excepciones a la oralidad y a la práctica del interrogatorio en la sede del
Tribunal.
a) Excepciones a la oralidad
• Las excepciones a la oralidad se encuentran previstas en los artículos 380 y 381 LEC:
• El art. 380 admite que el investigador privado, que ha elaborado el informe «escrito» (previamente
introducido en el proceso en la fase de alegaciones como documento material que se acompaña al
escrito de demanda o de contestación), sea sometido a interrogatorio como testigo cuando estos
informes «no hubiesen sido reconocidos como ciertos por todas las partes a quienes pudieren
perjudicar» (arts. 380.1).
• El art. 381 también admite el interrogatorio por escrito de las personas jurídicas, privadas y públicas,
cuando la parte interesada en su declaración ignore la concreta persona física que ha intervenido en
los hechos controvertidos. En estos casos, la parte propondrá al Tribunal que la persona jurídica
declare por escrito sobre los hechos en los diez días anteriores al juicio o a la vista.
• PROCEDIMIENTO. En la elaboración de las preguntas intervienen todas las partes, evidentemente la
que propuso este medio de prueba, pero también las demás, que pueden adicionar, rectificar o
completar el listado de preguntas elaborado por aquélla.
• El Tribunal, oídas las partes, resolverá en el acto sobre la pertenencia y utilidad de las preguntas
elaboradas. En el caso de que admita, total o parcialmente, la propuesta del interrogatorio, requerirá
a la persona jurídica para que responda por escrito en el plazo de diez días.
• La persona jurídica requerida está obligada a contestar bajo apercibimiento de multa de 150 a 600
euros y de proceder por delito por desobediencia a la autoridad «contra quien resultare
personalmente responsable de la omisión».
• La práctica de este medio de prueba no suspende, por lo general, el curso del procedimiento. Una vez
recibida la respuesta, el Tribunal la remitirá a las partes y podrá ser objeto de contradicción, tanto en
lo relativo a la posibilidad de contradecir mediante otras pruebas lo declarado, como en la posibilidad
de que la persona o personas físicas, que hayan elaborado las respuestas, puedan ser llamadas, de
oficio o a instancia de parte, a declarar para aclarar o completar lo reflejado por escrito, si fuera oscuro
o incompleto.
• En la excepcional «Declaración domiciliaria del testigo», para que se practique el medio de prueba del
interrogatorio del testigo en su domicilio. En los casos en que no se permitió a las partes presenciar el
interrogatorio del testigo, y presentaron previamente por escrito sus preguntas, tienen la posibilidad
de formular «nuevas preguntas», con el fin de aclarar o complementar sus declaraciones (art. 364.2).
C) ESTATUTO
• Las personas citadas a declarar en calidad de testigos tienen las obligaciones de comparecer y decir
la verdad. Una vez que el testigo ha comparecido en el lugar, día y hora indicados en la citación, antes
de declarar, ha de jurar o prometer decir la verdad (solo aplicable a los testigos mayores de edad).
• Para el cumplimiento de estas obligaciones, los testigos han de afrontar evidentes gastos y, por ello, se
les reconoce el derecho a que se les indemnice por los gastos y perjuicios que le ocasiona «la
declaración» (arts. 375 LEC).
• Esta indemnización de los testigos, que atendiendo a la citación realizada comparezcan ante el
Tribunal, ha de solicitarse por el testigo al LAJ que será el competente para determinar el importe
exacto de la misma mediante Decreto dictado al término del juicio o vista.
• La parte obligada al pago es la que propuso este medio de prueba, con independencia de que pueda
recuperar ese importe si obtiene un pronunciamiento favorable respecto de la condena en costas en
la ulterior sentencia o auto definitivo. Si fueron varias las partes proponentes se prorrateará el importe
de la indemnización entre ellas.
• Este auto sólo será susceptible de ser recurrido en reposición (en el plazo de cinco días, art. 452); si en
los diez días siguientes a su firmeza la parte no pagara la cantidad judicialmente determinada, el testigo
podrá iniciar directamente el proceso de ejecución forzosa contra la parte deudora. Pero, en caso de
condena en costas, la parte vencida sólo sufragará los gastos de tres testigos por cada hecho
controvertido (art. 363).
• Una vez que el testigo ha comparecido y jurado o prometido decir verdad, declarará. En el caso de que
fueran varios testigos, declararán por el orden previamente fijado por las partes proponentes, salvo
que el Tribunal tuviese motivos para alterarlo, procurando su incomunicación.
• El interrogatorio comienza con las «preguntas generales» previstas en el art. 367, que ha de formular
el Tribunal al testigo. Estas preguntas inciden en la existencia o no de parentesco, afinidad, amistad o
enemistad, etc. En definitiva, pretenden poner de manifiesto la imparcialidad o parcialidad testigo en
el proceso.
• El contenido y la admisibilidad de las preguntas que se formulen a los testigos y su régimen de
impugnación (arts. 369) vienen a coincidir con el régimen del interrogatorio de las partes.
ESPECIALIDADES:
• DEBER DE GUARDAR SECRETO E INTERROGATORIO CRUZADO. Existen especialidades respecto de
los testigos con el deber de guardar secreto (art. 371) y en la posibilidad de someter este medio de
prueba al interrogatorio cruzado (el «careo» del art. 373), no sólo entre los testigos con respuestas
gravemente contradictorias, sino también entre los testigos y las partes.
• TACHAS. La mayor peculiaridad se encuentra en la regulación de las «tachas» a los testigos por pérdida
de imparcialidad. Los artículos 377 a 379 regulan esta materia, y conforme a ellos la tacha, no sólo
puede ser opuesta por la contraparte, sino también por la misma parte proponente del testigo,
si, con posterioridad a la proposición, tuviera noticias de la existencia de alguna de las causas de tacha.
• La parte que opone la tacha, también está lógicamente gravada con la necesidad de probar la misma
a través de cualquier medio de prueba, salvo la testifical (art. 379.1). La contraparte podrá oponerse
por escrito a la tacha en los tres días siguientes a su notificación.
• El Tribunal valorará la tacha en el momento de apreciar el medio de prueba del interrogatorio del
testigo, es decir, en la sentencia y bajo el principio de la libre valoración de la prueba, lo que permite
valorar el testimonio, pese tacha del testigo.
• El art. 376 somete, sin reservas, este medio de prueba al principio de la prueba libre. El Tribunal,
en el momento de la valoración de la prueba, apreciará las declaraciones testificales conforme a «las
reglas de la sana crítica, tomando en consideración la razón de ciencia que hubieren dado, las
circunstancias que en ellos concurran y, en su caso, las tachas formuladas y los resultados de la prueba
que sobre éstas se hubiere practicado.» Por tanto, se trata, en principio, de un medio de prueba de
apreciación discrecional para el juzgador de instancia y no impugnable en casación.
• Las reglas de la sana crítica, si bien no están codificadas, han de entenderse como las más elementales
directrices de la lógica humana. El método interpretativo de estas reglas es el de la razón y el de la
lógica, pues no difiere del común empleado por cualquier persona experimentada para extraer y
formular conclusiones en las mismas circunstancias. Por tanto, infringe la sana crítica la irracionalidad,
el absurdo, el voluntarismo y la arbitrariedad, que es lo único que puede controlarse por el tribunal
«ad quem» y mediante el ejercicio de los recursos.
• Las matizaciones que el art. 376 introduce a la sana crítica hacen referencia a la credibilidad intrínseca
de los testigos, apreciable a través de su independencia. Esta independencia se acredita, entre otras
cosas, por no haber tenido escrúpulo alguno en ignorar o negar preguntas que, aun formuladas por la
parte que le propuso, no respondieran a la verdad o fueran desconocidas por él y a la «coherencia,
claridad y rotundidad de sus respuestas».
• La LEC 1/2000 dejó de considerar a la testifical como «la Cenicienta» de los medios de prueba, al no
prever limitaciones a su valor probatorio. Con anterioridad a su vigencia, se trataba de un medio de
prueba sometido a la tensión constante entre su necesidad práctica, al ser frecuentemente utilizado,
y los recelos que despertaba en el legislador y en la jurisprudencia clásica.
• La seguridad del tráfico jurídico, tanto a nivel nacional, como internacional, necesita de la existencia de
determinados documentos con un valor probatorio privilegiado. Este valor permite la acreditación
«plena» o indubitada de determinados datos incluidos en esos documentos o, incluso, iniciar procesos
sumarios (a caballo entre el proceso de declaración y de ejecución) para la tutela expeditiva de
determinados derechos de crédito siempre y cuando se plasmen en un documento público.
A) CONCEPTO
• Los documentos públicos son aquellos expedidos, autorizados o intervenidos por los fedatarios
públicos legalmente habilitados, siempre que actúen en el ámbito de sus competencias y con
arreglo a los requisitos legalmente establecidos, consecuencia de lo cual otorgan una fuerza
probatoria privilegiada prueba «plena» a determinados datos en ellos incluidos.
• La ley procesal común sólo reconoce un valor probatorio privilegiado a los documentos públicos
incluidos en la relación del art. 317 y se remite, en los demás, a las mencionadas legislaciones
específicas aplicables a los mismos.
B) REGULACIÓN LEGAL
• La LEC regula este medio de prueba en los artículos 317 a 323, aunque existen otros preceptos
dispersos en la citada Ley, y en otros cuerpos legales, relativos a este tipo específico de documentos.
• La doctrina y la jurisprudencia son unánimes en afirmar que los documentos públicos son un medio
de prueba de enorme trascendencia jurídica dentro y fuera del proceso.
2. CLASES
• De conformidad con lo dispuesto en el art. 317.1º LEC, tienen el carácter de documentos públicos
judiciales los expedidos por los LAJ, únicos funcionarios públicos imparciales, a quienes les
corresponde la potestad jurisdiccional de instrumentación o potestad para dar fe (art. 145 LEC),
respecto de «las resoluciones» judiciales dictadas (sentencias, autos y providencias) y de las «diligencias
de actuaciones judiciales de toda especie y los testimonios» expedidos sobre las mismas.
• Los documentos públicos notariales y registrales se recogen en los números 2º, 3º y 4º del art. 317 LEC;
son los autorizados, intervenidos o expedidos por los notarios, los corredores de comercio colegiados
y por los registradores de la propiedad y mercantiles, respectivamente.
• Los notarios y los corredores de comercio colegiados forman, en la actualidad, un cuerpo único «de
notarios». Por tanto, estos funcionarios públicos unificados están sometidos a las mismas normas
aplicables a dicho cuerpo único. De esta forma, carece de sentido la distinción realizada entre los
documentos públicos de ambas categorías de funcionarios.
• Ambos funcionarios están sometidos a la misma legislación notarial aplicable respecto de los
documentos públicos que autorizan, esto es: Código Civil; Ley del Notariado;Reglamento Notarial;Ley
Hipotecaria.
• El art. 317.4º LEC hace referencia a los documentos públicos expedidos por los Registradores de la
Propiedad y Mercantiles, concretamente a «las certificaciones» por ellos expedidas «de los asientos
regístrales».
• Los números 4º y 5º del art. 317 LEC regulan los documentos públicos administrativos expedidos por
funcionarios públicos «legalmente facultados para dar fe en lo que se refiere al ejercicio de sus
funciones» y «los que, con referencia a archivos y registros» de órganos de las Administraciones
Públicas sean expedidos por estos funcionarios sobre «disposiciones y actuaciones de aquellos
órganos, Administraciones o entidades».
• Para determinar qué concretos funcionarios públicos están legalmente habilitados para dar fe, es
necesario acudir a la legislación administrativa sectorial aplicable (46.1 LRJPAC). Por regla general, estas
funciones corresponden a los LAJ de las respectivas Administraciones Públicas.
• La relación de documentos públicos del art. 317 LEC no es taxativa, sino que existen otros documentos
que también tienen la consideración de públicos y con fuerza probatoria privilegiada.
• El art. 319.2 LEC prevé que los documentos administrativos distintos de los previstos en el art. 317.5º
y 6º también tendrán el carácter de «públicos» cuando «las leyes… les reconozcan tal carácter». Por
tanto, existe una reserva legal a la hora de convertir un documento en público.
• El art. 323 LEC regula la eficacia probatoria de los documentos públicos «extranjeros». Este precepto
se remite a la existencia o no de «tratados o convenios internacionales» o «leyes especiales» a la hora
de determinar qué documentos extranjeros han de tener la consideración de documentos públicos
para poder otorgarles la fuerza probatoria privilegiada prevista en el art. 319.
• En el caso de que no exista convenio o ley especial aplicable, el punto 2 del art. exige la prueba de que
dicho documento tenga la consideración de público («haga prueba plena») en el país en el que se haya
otorgado y la «legalización o apostilla y los demás requisitos necesarios para su autenticidad en
España»
• Los documentos públicos notariales extranjeros, aunque cumplan con los requisitos indicados, no se
equiparan, a efectos de la inscripción registral, con los documentos otorgados ante un notario español.
3. PROCEDIMIENTO
A) APORTACIÓN
a) La regla general
• Lo relativo al momento de aportar la documental pública se regula en las disposiciones comunes a los
procesos declarativos sobre la «presentación de documentos, dictámenes, informes y otros medios e
instrumentos» (264 a 272 LEC). De conformidad con los anteriores preceptos, los documentos públicos,
al igual que los documentos privados, los dictámenes periciales privados y los nuevos medios de
prueba, han de aportarse por las partes al inicio del proceso, esto es, como documentos que
acompañan a los escritos de demanda y de contestación (arts. 264 y ss.).
• DOCUMENTOS PÚBLICOS PROCESALES. Como consecuencia de la vigencia del principio de aportación
de los hechos y de las pruebas, las partes han de acompañar a los escritos de alegaciones los
documentos públicos procesales, esto es, los que acreditan el cumplimiento de los siguientes
requisitos:
1. Determinados presupuestos procesales como los de la capacidad de postulación.
2. La capacidad procesal de representante, es decir, el documento público que otorga la parte material
a favor de su representante —la parte procesal— (art. 264.2º)
3. El procedimiento a la cosa litigiosa, art. 264.3º.
4. La capacidad de conducción procesal (arts. 265.1.1º y 2º / 266.2º a 5º).
• DOCUMENTOS PUBLICOS MATERIALES. Igualmente, las partes han de acompañar los documentos
públicos materiales o «relativos al fondo del asunto»
• En el caso de que las partes no dispusieran de los anteriores documentos, porque no pueden acceder
a los mismos, circunstancia que han de acreditar (los registros «públicos» permiten a los interesados
obtener las copias fehacientes y la LEC presume la posibilidad de su aportación), «podrán designar el
archivo, protocolo o lugar en que se encuentren, o el registro, libro registro, actuaciones o expediente
del que se pretenda obtener una certificación» (art. 265.2.I y II LEC).
b) Excepciones
• Existen excepciones a la regla general previstas en los artículos 265.3, 270 y 271 LEC. Tampoco son de
aplicación las normas generales a los procesos especiales previstos en el Título I del Libro IV, en los que
existe un interés público a tutelar que provoca el justo equilibrio entre los principios de aportación y
de investigación y, por tanto, la inaplicación de los plazos preclusivos para la introducción de hechos y
de documentos.
• PRIMERA EXCEPCIÓN. El art. 265.3 permite que el actor aporte, en la audiencia previa del juicio
ordinario (también a la vista del juicio verbal) nueva documental para rebatir los hechos impeditivos,
extintivos y excluyentes alegados por el demandado al contestar a la demanda.
• SEGUNDA EXCEPCIÓN. El art. 270 admite, a su vez, una triple excepción respecto de los documentos
materiales («relativos al fondo del asunto» dice el art. 270.1):
• TERCERA EXCEPCIÓN. El art. 271 establece un plazo preclusivo final, sometido a su vez a excepción,
para la aportación tardía de esos documentos.
B) MODO DE PRODUCCIÓN
• Existe una enorme dispersión normativa respecto de la documental pública. Otra prueba de ello son
las dos disposiciones sobre la «Forma de presentación» (art. 267) o el «Modo de producción» (art. 318)
de la documental pública.
• Una interpretación armónica de los artículos 267 y 318 LEC aconsejaría la aportación original del
documento público para que tenga la fuerza probatoria privilegiada del art. 319, pues así se reduce la
posibilidad de que la contraparte impugne su autenticidad a efectos probatorios (arts. 320),
prácticamente limitada a tacharlo de falso (en este sentido el art. 40.4-5 y 7 LEC).
• Lo más frecuente es que las partes no dispongan de los originales, que son custodiados por los
fedatarios públicos. Por este motivo, las partes deberían aportar:
▪ Copia o certificación «fehaciente» del documento público, esto es, la copia adverada (certificada) por
el fedatario público.
▪ Copia simple del documento, en defecto de copia o certificación «fehaciente». Esta copia simple
también se expide con base en el documento original, pero, a diferencia de las fehacientes, no utilizan
papel timbrado, ni contienen nota de cotejo con el original y tampoco queda nota de su expedición
en el original o matriz.
• Esta forma de presentación de los documentos públicos no contrarresta su privilegiado valor, pero
sólo lo tendrán si no es impugnada su autenticidad por la contraparte (arts. 318, 267 y 320).
c) Aportación de fotocopia
• La aportación del documento público mediante mera «fotocopia» resulta más discutible. La
inadecuación existente entre las normas reguladoras del modo de producción de la documental
pública (arts. 318 y 267 LEC, que guardan un ilustrativo silencio sobre la presentación de fotocopias), y
el art. 334 LEC («valor probatorio de las copias reprográficas y cotejo») desaconsejan esta opción en la
práctica.
a) De las partes
• Los artículos 328 y 329 LEC regulan, respectivamente, la obligación de las partes de exhibir los
documentos que obren en su poder y los efectos de la negativa, injustificada, a su exhibición.
• DEBER DE EXHIBICIÓN DOCUMENTAL ENTRE PARTES El art. 328 LEC faculta a la parte interesada en
la aportación del documento público a solicitar a las demás (sean partes procesales o materiales, ver
art. 330.2 LEC) «la exhibición de documentos que no se hallen a disposición de ella y que se refieran al
objeto del proceso o a la eficacia de los medios de prueba».
• Aunque esta norma guarde silencio sobre el momento y lugar en el que ha de realizarse esta petición,
el tiempo y lugar han de coincidir con el de la fase de alegaciones, es decir, el demandante y el
demandado han de introducir estas solicitudes en sus respectivos escritos de demanda y de
contestación, pues es, en ese momento procesal, cuando han de aportar la documental pública (y
privada).
• Si la parte gravada con tal aportación no dispone de documento público alguno, pero conoce de su
existencia, o sólo tiene en su poder una copia simple o mera fotocopia del mismo, siendo estos medios
de prueba pertinentes, relevantes, útiles y lícitos, ha de reflejarlo en su escrito de alegaciones y solicitar
del Tribunal la colaboración de la parte en cuyo poder se encuentra el documento público, o su original
o copia fehaciente, respectivamente. En estos casos, la parte interesada en requerir su exhibición
deberá, si no dispone de copia alguna, indicar «en los términos más exactos posibles el contenido de
aquél» y si dispone de una fotocopia o copia simple del documento público, deberá acompañarla a la
solicitud.
• EFECTOS DE LA NEGATIVA DE LA EXHIBICIÓN. En el caso de que el Tribunal estime la petición de
exhibición, requerirá a la parte que dispone del documento para su «exhibición». Si se niega
«injustificadamente» a cumplir con esta obligación, existe una doble posibilidad (art. 329 LEC):
a) La admisión tácita, es decir, la posibilidad judicial de otorgar valor probatorio privilegiado a la copia
simple o a la fotocopia (art. 329.1 LEC), a pesar de que no sea posible su cotejo con el original.
b) Pedir a la parte que no dispone de copia alguna del documento público al Tribunal que «formule
requerimiento» (art. 329.2) a la parte que dispone del documento para su exhibición bajo sanción
de responsabilidad criminal por desobediencia a la autoridad.
• DE TERCEROS (arts. 330 a 333 LEC). Las anteriores disposiciones sólo permiten al Tribunal, previa
solicitud de la parte interesada, «requerir» a terceras personas (ya sean personas físicas o jurídicas,
privadas o públicas) para que exhiban la documental pública «trascendente» que se encuentre en su
poder. Se trata de una obligación procesal que pesa sobre terceros no litigantes, razón por la cual el
Juzgador ha de sopesar los motivos alegados por dichas personas para no exhibir tales documentos
(por ejemplo, su derecho fundamental a la intimidad, al honor, al secreto profesional, o el carácter
reservado o secreto del documento, art. 332). La resolución dictada, ya sea a favor o en contra de la
exhibición, es irrecurrible, con independencia de poder reiterar la petición en la segunda instancia (art.
330.1.II LEC).
• El art. 319 LEC sostiene que los documentos públicos judiciales, notariales y registrales y
administrativos previstos en el mismo, hacen «prueba plena» de lo siguiente:
▪ «del hecho, acto o estado de cosas que documenten».
▪ «de la fecha en que se produce esa documentación».
▪ «de la identidad de los fedatarios y demás personas que, en su caso, intervengan en ella».
• Una fuerza probatoria «plena» significa tanto como convertir en «prueba reina» a la documental en el
proceso civil, pues el Juez, al dictarse sentencia, está obligado por la Ley procesal civil a tener por ciertos
los datos a los que se refiere el art. 319 LEC, al margen de las dudas personales sobre los mismos o de
los medios de prueba practicados para contradecirlos.
• No obstante, la documental pública hace prueba plena de lo percibido directamente por el funcionario
otorgante; tan sólo acredita que ante éste se hicieron ciertas manifestaciones recogidas en el
documento, esto es, que las actas no pueden tener más eficacia probatoria que la propia de las
manifestaciones en ellas vertidas. Por ello, como señala la jurisprudencia, las manifestaciones de las
partes contenidas en el documento no tienen por qué vincular al juzgador, si la parte perjudicada las
desvirtúa a través de distintos medios de prueba (por ejemplo en la escritura se dispone una
determinada cantidad de metros cuadrados del inmueble, y este hecho se rebate con una pericial).
• El art. 319.2 LEC se refiere a los documentos públicos administrativos distintos de los regulados en los
números 5º y 6º del art. 317 LEC, para otorgarles el valor probatorio previsto en la Ley que los crea. En
defecto de dicha previsión legal relativa a su fuerza probatoria, la LEC les otorga una presunción legal
«iuris tantum» de validez, es decir, tendrán validez a menos que la contraparte pruebe lo contrario. A
título de ejemplo de estos documentos públicos administrativos podemos citar las actas levantadas por
los Inspectores de Tributos, de Trabajo y Seguridad Social, las denuncias realizadas por los agentes de
tráfico, documentos que gozan de una «presunción de veracidad o acierto» salvo prueba en contrario.
• El art. 319.3 LEC establece como excepción que «en materia de usura» el documento público no está
regido por el principio de prueba tasada sino por el de la libre valoración de la prueba. Esta especialidad
ya se encontraba prevista en la Ley de Represión de la Usura de 1908 («Ley Azcárate») que, consciente
de que los préstamos usurarios podían plasmarse en escritura pública, dispuso que «los tribunales
resolverán en cada caso, formando libremente su convicción en vista de las alegaciones de las
partes»
B) IMPUGNACIÓN DE SU VALOR
1. Original: Si el documento público aportado es el original, la contraparte sólo podrá tacharlo de falso
en el correspondiente procesal penal, que habrá de suscitar la suspensión del proceso civil.
2. Copia o certificación fehaciente: Si lo aportado es una copia o certificación fehaciente, la
contraparte podrá solicitar que se coteje con el original, para comprobar si existen «desajustes»
entre el contenido de aquél y de éste, que evidentemente es el que tiene un valor probatorio
superior.
3. Copia simple: Si se tratara de una copia simple, también debería dar lugar a su cotejo, y no a la
problemática y antieconómica aportación de la copia fehaciente.
4. Fotocopia: El art. 334 LEC también prevé, expresamente, la necesidad del cotejo de la fotocopia con
el original en caso de impugnación.
• La impugnación ha de efectuarse en la audiencia previa del juicio ordinario (art. 427.1 LEC) o en la
vista del juicio verbal (art. 443.4 LEC). Si el documento se aportara en un momento procesal posterior,
su impugnación habrá de realizarse en el mismo momento en que el Tribunal lo comunique a la
contraparte.
• El cotejo es una operación realizada por el LAJ consistente en comparar el documento público aportado
(es decir, la copia fehaciente, la copia simple o la fotocopia) con el original o matriz (art. 320.2 LEC).
Para ello, el fedatario público judicial acudirá al archivo o local en el que se encuentre dicho documento
original, con la presencia de las partes y de sus letrados, si así lo solicitan. Si, como consecuencia del
cotejo, se comprueba que el documento impugnado coincide con el original, la parte impugnante ha
de abonar «las costas, gastos y derechos que origine el cotejo». Además, si el tribunal entiende que ha
existido temeridad en la impugnación, podrá imponer a esa parte una multa de 120 a 600 euros (art.
320.3 LEC).
• Si no fuera posible el cotejo porque el documento público es muy antiguo y no existe original, o porque
ha desparecido, los documentos públicos «harán prueba plena», pero «salvo prueba en contrario» (art.
322.1 LEC), lo que es equivalente a sostener que poseen un valor probatorio «no pleno», pues es
posible probar lo contrario a través de otros medios de prueba.
A) REGULACIÓN LEGAL
• La LEC dedica cuatro preceptos al estudio del valor probatorio de la documental privada (arts. 324 a
327), además de existe una pluralidad de artículos dispersos en la ley procesal civil que les son de
aplicación, y otros preceptos en varias leyes materiales.
B) CONCEPTO
• El art. 324 LEC establece que «Se consideran documentos privados, a efectos de prueba en el proceso
civil, aquellos que no se hallen en ninguno de los casos del art. 317». Este precepto realiza una
definición meramente negativa, según la cual son documentos privados los que no son públicos.
• Así, los documentos privados son los que, a diferencia de la documental pública, no gozan de esa fuerza
fundamentadora de la certeza procesal y, por ello, salvo que su autenticidad sea reconocida por los
sujetos a quienes puedan perjudicar, quedan sujetos a la valoración libre o conforme a las reglas de la
sana crítica.
2. PROCEDIMIENTO
• La aportación de los documentos privados, así como la obligación de que las partes y terceros
colaboren en la exhibición de los mismos, es común a la de la documental pública, es decir, han de
adjuntarse a los escritos de demanda y de contestación. Sin embargo, el modo de producción difiere.
• El art. 326.1 LEC equipara la fuerza probatoria de los documentos públicos al de los privados siempre
y cuando «su autenticidad no sea impugnada por la parte a quien perjudiquen».
• Este medio de prueba está presidido por el principio de prueba legal o tasada de valoración, siendo,
por tanto, de aplicación las mecánicas consecuencias propias de este sistema. En este sentido, a la hora
de distinguir entre el valor probatorio del documento privado para las partes que lo han suscrito y para
las terceras personas, ajenas a la formalización del mismo, es necesario seguir al Código Civil (arts.
1.225 y ss.), si bien realizando las necesarias matizaciones introducidas por la LEC, ya que sustituye el
sistema civil del reconocimiento por el del trámite de la impugnación.
• Si el documento privado aportado mediante original o copia no es impugnado por la contraparte, hará
prueba plena según el art. 319, sin necesidad de reconocimiento alguno. Por tanto, la contraparte tiene
la carga procesal de impugnar su autenticidad a riesgo de padecer las consecuencias de la prueba
plena.
• Una vez impugnada la misma, es la parte que aportó el documento privado la que ha de «mover ficha»,
es decir, la parte sobre la que recae la carga de la prueba de su autenticidad, de lo contrario el Tribunal
no dará valor alguno al documento impugnado y no autentificado. Para ello, puede solicitar el cotejo
de la copia con el original o proponer cualquier otro medio de prueba o el interrogatorio de testigos o
de las partes si es que intervinieron en el documento cuestionado, reconocimiento judicial.
• Si el resultado de la práctica de la prueba «se desprendiere la autenticidad del documento», el juez
aplicará lo dispuesto en el art. 320.3 (ver art. 326.2.II) imponiendo el pago de los gastos de cotejo al
que impugnó, y de multa si así lo considerase. Si el Tribunal no alcanza esa certeza, valorará el
documento conforme a las reglas de la sana crítica (art. 326.2.II in fine).
• De esta actividad de impugnación se desprende que el valor probatorio del documento privado cuya
«legitimidad» se discute, estará sometido a la concreta valoración judicial de los medios de prueba
propuestos y practicados para acreditar su autenticidad.
• En el caso de que la parte a quien interese la eficacia de un documento electrónico lo pida o se impugne
su autenticidad, se estará a lo dispuesto en la Ley de la Firma Electrónica (art 3.8).
• El valor probatorio del documento privado frente a terceros difiere del legalmente previsto para los
documentos públicos. En este sentido, el art. 1.227 del Código Civil hace únicamente referencia al
problema de la eficacia de la fecha del documento privado, al establecer que ésta tan sólo afecta a los
terceros «sino desde el día en que hubiese sido incorporado o inscrito en un registro público, desde la
muerte de cualquiera de los que firmaron, o desde el día en que se entregase a un funcionario público
por razón de su oficio».
I. LA PRUEBA PERICIAL
• La pericia o «dictamen de peritos» se revela en la práctica de los Tribunales como el medio de prueba
de mayor relevancia en el proceso civil, junto con la documental.
A) CONCEPTO
• La LEC define el dictamen de peritos en su art. 335.1 como una actividad procesal mediante la cual
una persona o institución especialmente cualificada suministra al juez argumentos o razones
para la formación de su convencimiento acerca de ciertos datos controvertidos, cuya percepción
o comprensión escapa a las aptitudes comunes judiciales.
• Por lo general, este medio de prueba será aportado por las partes como documentos que acompañan
a sus respectivos escritos de demanda y contestación, o designado por el tribunal previa solicitud de
parte, en los casos previstos por la ley (art. 335.1 in fine).
B) REGULACIÓN LEGAL
• Este medio de prueba se encuentra previsto en los artículos 335 a 352 LEC, aunque también son de
aplicación las normas comunes previstas en los artículos 265 y ss. LEC, así como otros artículos, entre
ellos, los relativos a la abstención y recusación de los peritos designados judicialmente.
2. NATURALEZA JURÍDICA
• La LEC 2000 parte de la base de que las pericias realizadas por los técnicos son, por lo general,
aportadas al proceso por las partes en la fase de alegaciones.
• En la actualidad el dictamen pericial es un medio de prueba más que habrá de ser detenidamente
valorado por el juzgador, siendo este el único competente para apreciar los dictámenes periciales
conforme a las reglas de la sana crítica, sin que esté sometido a las conclusiones valorativas realizadas
por los técnicos.
• Si el Tribunal duda acerca de la verdad o falsedad del hecho jurídico controvertido y apreciado por los
peritos, debería resolver la incógnita acudiendo a las normas de la carga material del la prueba
y no ordenar la práctica de una pericial judicial dirimente como diligencia final.
3. CLASES
• Se introducen en la LEC 2000 los dictámenes de peritos designados por las partes y se reserva la
designación por el Tribunal de perito para los casos en que así le sea solicitado por las partes o resulte
estrictamente necesario. La Ley ubica la pericial privada antes que la pericial judicial.
• Recae sobre las partes, cuando lo estimen pertinente y útil, la carga de aportar los dictámenes
periciales por ellas encargados, junto a sus escritos de demanda y de contestación.
• Ese será el momento procesal de su aportación, salvo que se de la imposibilidad temporal del actor
de aportar el dictamen privado por la necesidad de iniciar el proceso sin más demora (arts. 336.3),
o del demandado, por la brevedad del plazo para contestar a la demanda (art. 336.4) o debido a
los hechos introducidos por el demandado en su escrito de contestación, a las alegaciones
complementarias o a los hechos nuevos o de nueva noticia (arts. 338, 426 y 427 LEC).
• El art. 339.1 prevé el supuesto de designación judicial del perito relativo a la asistencia jurídica gratuita,
esto es, debido a la insuficiencia económica de cualquiera de las partes que le impide soportar los
costes de una pericial privada, lo que provoca la designación judicial del perito. Basta solamente que
cualquiera de las partes que fuese titular de este derecho simplemente lo solicite.
• Fuera del caso anterior, es decir, fuera del caso de asistencia jurídica gratuita, el art. 339.2 regula la
posibilidad de que las partes puedan solicitar este tipo de pericia si lo «entienden conveniente o necesario
para sus intereses».
• Este precepto está haciendo referencia a un segundo dictamen pericial, posterior al presentado en los
escritos de alegaciones. De ello se infiere que las partes son libres para solicitar un segundo dictamen
pericial, pero con carácter «complementario» a los aportados en sus escritos de alegaciones.
• En todo caso, es el juez el competente para resolver esa petición, sin que esté vinculado por la solicitud,
incluso unánime, de las partes, ya que sólo la acordará si lo considera «pertinente y útil».
• El Tribunal sólo puede acordar este tipo de medio de prueba a instancia de parte. Excepcionalmente
podría requerirlo de oficio en los procesos civiles denominados «inquisitorios», a los que se refiere el
art. 339.5 LEC. No obstante, la jurisprudencia menor también ha admitido la práctica de este medio de
prueba de oficio, pero a través de la tesis del art. 429.1 LEC y como diligencias finales.
4. PROCEDIMIENTO
• Los artículos 265.1.4º y 336 LEC hacen referencia al régimen general de la aportación de los
dictámenes periciales a instancia de las partes. Establecen el momento procesal preclusivo de su
aportación:
▪ Juicio ordinario. En el juicio ordinario el momento procesal de su aportación coincide con la
presentación de los escritos de demanda y de contestación a la demanda. También rige esta regla en
los casos de demanda reconvencional y contestación a la misma.
▪ Juicio verbal. En el juicio verbal, debido a que la contestación a la demanda se realiza oralmente en
la vista, el dictamen aportado por el demandado se introducirá al mismo tiempo que la contestación
oral, es decir, en la vista (arts. 265.4 y 336.1 y 4).
• Los dictámenes privados están sometidos al principio de preclusión, de tal suerte que, si fueran
aportados con posterioridad a ese momento procesal serán inadmitidos por extemporáneos, mientras
que los presentados en plazo han de ser admitidos por el Tribunal, limitando su potestad jurisdiccional
al control del cumplimiento del examinado plazo común para su aportación.
• Del mismo modo, si una de las partes desea que la contraria aporte un dictamen pericial que obra en
poder de ésta, también ha de solicitar la exhibición de ese medio de prueba, como si de un documento
privado se tratara, en la fase de alegaciones, con base en el art. 328 LEC.
• CONDICIONES DE LOS PERITOS Y SUS INFORMES.
• Título oficial. Estos tipos de dictámenes han de ser elaborados por personas o entidades expertas en
la materia. Por tanto, han de reunir los requisitos previstos en el art. 340 LEC. Es evidente que cuanto
mayor sea la «auctoritas» del perito (mérito y capacidad), mayor será la probabilidad de obtener el
deseado convencimiento judicial respecto del resultado del peritaje.
• La ley, a diferencia de los dictámenes judicialmente designados, no limita a uno el número de peritos
privados, pudiendo valerse las partes de los que estimen oportunos.
• Actuación objetiva. Todo perito habrá de jurar o prometer decir la verdad en su informe, lo que
significa, actuar con «la mayor objetividad posible», bajo responsabilidad criminal, tomando en
consideración «tanto lo que pueda favorecer como lo que sea susceptible de causar perjuicio a las
partes».
• Condiciones de los informes. Los informes habrán de aportarse mediante escrito original en el que
conste la fecha de su realización, la pericia practicada, así como los documentos necesarios en los que
se haya basado. Son esenciales, a la hora de obtener el convencimiento judicial, extremos como los
siguientes: el método utilizado, las premisas de las que se parte y las conclusiones lógicas y razonadas.
Si el escrito aportado no es siquiera original, sino una mera fotocopia, carente de fecha, sin orden
lógico en la exposición, carecerá de todo valor.
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6ª PARTE – LOS ACTOS DE PRUEBA
• Las partes han de indicar estas peticiones, expresando los informes de que intentan valerse en sus
respectivos escritos de demanda y de contestación, acreditando los motivos por los cuales no han
podido aportar las respectivas pericias.
• Además, han de aportar los dictámenes periciales anunciados «en cuanto dispongan de ellos» y, en
todo caso con una antelación de cinco días al comienzo bien de las sesiones de la audiencia previa al
juicio ordinario de la iniciación de la vista en el juicio verbal con tramitación escrita (arts. 337.1 y 338.2).
• Los peritos designados por las partes no podrán ser recusados, pero podrán ser objeto de «tacha». Así
lo dispone el art. 124.2 LEC, que se remite a los artículos 343 y 344 LEC respecto de los motivos de la
tacha de los peritos en términos similares al de los testigos (parentesco, amistad o enemistad,
interés….).
• El momento para la formulación de las tachas difiere, pero todos ellos son igualmente preclusivos:
▪ Si los dictámenes periciales se han aportado en la fase de alegaciones, la tacha ha de plantearse en
la audiencia previa del juicio ordinario.
▪ En los demás casos, han de formularse tan pronto como sean conocidas, pero siempre antes de que
finalice el juicio o la vista (arts. 343.2 LEC).
• Por tanto, no es válida la impugnación de la pericial en la segunda instancia, aduciendo el silencio de
la sentencia impugnada respecto de la tacha precisamente por haber sido tardíamente formulada.
• MEDIOS DE PRUEBA. Las partes no han de limitarse a exponer los motivos de la tacha, sino que tienen
la carga de proponer los medios de prueba para su acreditación, preferiblemente mediante
documental como el medio probatorio más apto para acreditar la tacha.
• LA PRUEBA DE LO CONTRARIO de la tacha pesa sobre la contraparte (art. 344.1), aunque la LEC
también faculta al perito a defender su honor solicitando al Tribunal que, al término del proceso,
declare la falta de fundamento de la tacha mediante providencia.
• VALORACIÓN. Una vez formulada la tacha, con sus pruebas, así como su negación o contradicción, el
Tribunal las tendrá en consideración y las valorará al apreciar el medio de prueba pericial en el
momento de dictar sentencia (art. 344.2 LEC).
• La última fase del procedimiento probatorio de los dictámenes periciales aportados por las partes
culmina con la posible actuación de estos profesionales en el juicio oral o en la vista. Esta
posibilidad depende únicamente de las partes, ya que el Tribunal no puede acordarla de oficio porque
así lo dispone el art. 347.2, facultad solo prevista para los peritos judicialmente designados.
• Las partes tienen la carga procesal de solicitar esta actuación, por regla general, en la audiencia previa
(art. 429.5), precisamente como consecuencia de la necesidad de admitir o de contradecir los
dictámenes hasta ese momento presentados (art. 427).
• Es evidente que se trata de una posibilidad de gran relevancia, al permitir al perito que explique o que
amplíe su dictamen, así como que responda a las preguntas, críticas y tachas contra él formuladas. De
esta manera el juzgador obtiene un mayor conocimiento de la pericial introducida por la voluntad
soberana de las partes, no sólo porque presencia esa intervención, sino porque puede participar
activamente en la misma, formulando de oficio las preguntas y explicaciones que considere necesarias
respecto del dictamen realizado (art. 347.2).
a) Solicitud
• El art. 339 LEC diferencia básicamente dos supuestos en relación con la petición de las partes:
• ASISTENCIA JURIDICA GRATUITA. El primer supuesto hace referencia al derecho a la asistencia jurídica
gratuita, que puede solicitar cualquiera de las partes. En estos casos, ante la evidente imposibilidad de
soportar los costes de un dictamen pericial privado, las partes (o, en su caso, la parte que carezca de
medios económico) han anunciar su deseo, en los escritos de alegaciones, de que se proceda a la
designación judicial del perito.
• El juez se limitará a comprobar si, en efecto, le asiste ese derecho a la gratuidad de la justicia. Si así
sucediera, está obligado a admitir la proposición de este medio de prueba a través del sistema de
designación judicial regulado en el citado art. 6.6 LAJG.
• OTROS SUPUESTOS. Los restantes supuestos nada tienen que ver con los problemas relacionados con
la insuficiencia de medios económicos para litigar, sino con las siguientes posibilidades:
▪ Con la libre decisión de las partes (arriesgada y siempre antieconómica y dilatoria) de solicitar, al
inicio del proceso, un dictamen pericial judicial complementario o dirimente, ante la previsión de que
los dictámenes privados ya presentados sean contradictorios. Han de solicitarlo en sus escritos de
demanda y de contestación y el juzgador es soberano para estimarlo, si lo considerara útil y
pertinente.
• La LEC prevé dos sistemas para la designación judicial de los peritos, un sistema de mutuo acuerdo:
De un lado, las partes pueden designar, de mutuo acuerdo, al perito (arts. 339.4), lo cual es poco
probable, pero, de darse el caso, acelera el procedimiento, o, en caso contrario, el sistema sin acuerdo
en el que se procederá de conformidad con lo previsto en el art. 341.
• Este precepto prevé un sistema de designación objetivo a través del azar, de conformidad con unas
listas previamente elaboradas por los Colegios profesionales o entidades análogas. El problema, no
resuelto, de este sistema, es que no siempre garantiza la calidad suficiente del perito escogido al azar,
especialmente, cuando el tipo de pericia a realizar no está garantizado por un título oficialmente
previsto.
• Una vez designado el perito judicial, éste dispone de un plazo de dos días para aceptar el encargo. Si
lo rechaza, aduciendo justa causa, y el LAJ la considera suficiente, será sustituido por el siguiente de la
antes citada lista. Si lo acepta, se efectuará el nombramiento y formulará el juramento o promesa del
art. 335.2 LEC. El perito también tiene derecho a una provisión de fondos (art. 342.3) que habrá de ser
abonada por la parte o partes que lo propusieron.
c) Recusación
• Sólo los peritos judicialmente designados por sorteo serán susceptibles de ser recusados (art. 124.1
LEC), ya que los propuestos por las partes tan sólo son susceptibles de ser tachados. Los motivos de
recusación se encuentran previstos tanto en la LEC como en la LOPJ.
• La recusación ha de proponerse por escrito tan pronto como la parte tenga conocimiento del motivo
opuesto (art. 125). Una vez admitido el escrito de recusación, con los medios de prueba que se
acompañan, se inicia un procedimiento incidental que finalizará, en su caso, mediante auto irrecurrible
(art. 127.4). Si el Tribunal estima la recusación, el perito será sustituido.
5. VALOR PROBATORIO
• El art. 348 LEC dispone que «El Tribunal valorará los dictámenes periciales según las reglas de la
sana crítica». De esta breve, pero relevante norma, se infieren varias consecuencias.
1. La valoración del dictamen de peritos viene regida por el principio de la libre valoración de
la prueba. Por tanto, el Tribunal es libre de apreciar el dictamen pericial, que no le es vinculante,
aunque el juzgador carezca de los conocimientos necesarios para valorar correctamente los hechos
objeto del análisis. Tal y como sucede con otros medios de prueba informados por el principio
de prueba libre, tal libertad aparece sometida únicamente a las «reglas de la sana crítica»,
es decir, a la lógica o al buen sentido del juzgador. No obstante, pese a que su apreciación es
discrecional, ha de ser motivada, pues si el Tribunal de instancia no explica la desarmonía entre las
apreciaciones reflejadas en el dictamen y las expuestas en la sentencia existirá un error en la
valoración de la prueba, controlable a través de la apelación e, incluso, de la casación por infracción
de ley.
2. El Tribunal no ha de discriminar los dictámenes periciales en función de su procedencia (ya
sean aportados por las partes o designados judicialmente) pues ambos tipos de pericias tienen el
mismo valor, por lo que han de ser apreciados por igual teniendo en cuenta su minuciosidad y
claridad. En definitiva, escogiendo el dictamen cuyo resultado final le resulte más convincente.
• En este sentido, el TS recuerda que «la fuerza probatoria de los dictámenes periciales reside en su
mayor o menor fundamentación y razón de ciencia, debiendo tenerse, por tanto, como primer criterio
orientador en la determinación de su fuerza de convicción el de conceder prevalencia, en principio, a
aquellas afirmaciones o conclusiones que vengan dotadas de una superior explicación racional…».
• La nueva ordenación dada a este medio de prueba en los artículos 353 a 359 LEC, es más amplia que
la anterior regulación. Dice que no sólo prevé la posibilidad de que el reconocimiento judicial
comprenda el personal examen de los lugares y objetos litigiosos, sino también de las personas, al
tiempo que prevé la posibilidad de que se complemente con otros medios de prueba pertinentes para
la correcta percepción del objeto examinado, tales como la pericial (art. 356) y la testificar (art. 357).
• Del mismo modo, actualiza la regulación al ordenar que junto al acta detallada que levante el LAJ del
reconocimiento judicial practicado (art. 358) se utilicen los medios que permitan dejar constancia del
mismo a través de la grabación de la imagen, sonido u otros instrumentos semejantes (art. 359).
• A pesar de que el juez civil es el auténtico protagonista de este medio de prueba, sólo puede ser
propuesto a instancia de parte. No obstante, la regulación dada es especialmente confusa, pues existen
preceptos de los que cabría deducir que de lo que se infiere que el juez podrá practicar dicho medio
probatorio de oficio siempre con carácter supletorio a fin de evitar vacíos probatorios.
• Debido a la dificultad técnica en la reproducción o comprensión de estos sistemas, cada vez más
novedosos, las partes podrán presentar los dictámenes y otros medios de prueba que consideren
pertinentes. Si la contraparte impugna la autenticidad y exactitud de estos medios, podrá proponer los
medios de prueba que considere pertinentes y útiles (arts. 382.2 y 385.2). Finalmente, el Letrado de la
Administración de Justicia levantará acta de los medios de prueba aportados y de los propuestos para
su mejor comprensión, con el fin de que se proceda a su correcta identificación y custodia. El resultado
de dichas grabaciones será custodiado por el Letrado de la Administración de Justicia (art. 383).
• Las presunciones están a medio camino entre los medios de prueba y la valoración de los medios de
prueba, ya que, de un lado, necesitan de los medios de prueba para la acreditación del indicio y, de
otro, el órgano jurisdiccional es el sujeto encargado de trazar definitivamente el nexo causal entre el
hecho admitido o probado y el hecho presumido en la sentencia.
• Por ello, las presunciones, más que un medio de prueba, son una técnica para su valoración, basada
en la inducción de una determinada afirmación fáctica («hecho presunto» jurídicamente relevante),
dimanante de una serie de circunstancias llamadas «hecho admitido o probado» .Sin las presunciones
judiciales, sería difícil, en más de una ocasión, resolver a favor o en contra del actor.
• El TS ha señalado que la presunción judicial es «un juicio lógico por el cual, argumentando según el
vínculo de causalidad, que liga unos con otros los acaecimientos naturales y humanos, podemos
inducir la subsistencia o el modo de ser de un determinado hecho que nos es desconocido, en
consecuencia de otro hecho o hechos que nos son conocidos». Ese «juicio lógico» es, por tanto, más
propio de la fase de valoración de la prueba, que de la prueba como medio.
2. Nexo o enlace causal: Debe existir un nexo o enlace causal que permita el «tránsito de un
acaecimiento conocido a otro desconocido», tal y como se desprende del art. 386.1 LEC. En este
sentido, el TS tiene declarado que «el enlace ha de consistir en la conexión y congruencia entre
ambos hechos, de suerte que la realidad de uno conducta al conocimiento del otro, por ser la
relación entre ellos concordante y no poder aplicarse a varias circunstancias», de tal modo que
cuando es «absurda, ilógica e inverosímil la deducción que se pretende, ni que decir tiene que la
llamada prueba indiciaria carece de eficacia legal». A través de la «prueba» de presunciones tan sólo
se puede cuestionar dicho razonamiento y no el hecho base o indiciario.
• La persuasión judicial obtenida a través de la técnica presuntiva no puede estar sujeta a límites, de lo
contrario nos hallaríamos ante una presunción legal (art. 385 LEC) que impone al juzgador tener por
cierto, al margen de su convicción personal, el hecho presunto, si la existencia del indicio le consta. Por
este motivo siempre es posible que cualquiera de las partes practique la prueba en contrario frente a
la posible formulación de una presunción judicial (art. 386.2 LEC).
• Si no hubiese acuerdo de las partes para finalizar el litigio ni existiera conformidad sobre los hechos,
la audiencia proseguirá para la proposición y admisión de la prueba. Asi, si existen hechos
controvertidos, el juez no podrá dictar una sentencia inmediata y, por tanto, estará obligado a abrir de
oficio el proceso a prueba, haya o no instando su apertura las partes procesales.
• Este extremo constituye una de las innovaciones más sobresalientes de la vigente LEC, ya que en la
anterior LEC 1881, la apertura del proceso a prueba debía ser solicitada necesariamente por ambas
partes o, al menos, por alguna de ellas. En la vigente LEC, esta corrección del principio de aportación
faculta al tribunal a disponer de oficio la apertura del proceso a prueba
2. LA PROPOSICIÓN DE PRUEBA
• Según el art. 429.1.II LEC, cuando el tribunal considere que, a la vista, de un lado, de la proposición de
los medios de prueba, efectuada por las partes, y, de otro, del tema de la prueba, existe algún hecho
controvertido con un vacío probatorio, lo indicará a las partes, señalando incluso el medio de prueba
que considera pertinente a fin de que complementen su proposición de prueba.
• El fundamento de la facultad de propuesta del medio de prueba por parte del tribunal reside en la
obligación de «esclarecimiento de los hechos», que incumbe también al tribunal en punto a obtener
el descubrimiento de la verdad material.
• Cuando, como consecuencia del cumplimiento de la obligación de «esclarecimiento de los hechos» y
teniendo a la vista las alegaciones de las partes y las solicitudes, que han de efectuar de la práctica de
los distintos medios probatorios en la comparecencia previa, el tribunal considere que algún hecho
controvertido y relevante para fundar el fallo no resultará debidamente probado en la
audiencia principal, indicará a la parte interesada el medio de prueba que debiera ejecutarse
en dicha audiencia. Desde esta genérica obligación de esclarecimiento, surge, así, otra obligación, que
es la de formular indicaciones a las partes destinadas a cumplir los fines del proceso, que, en el
presente caso, es el descubrimiento de la verdad material.
• Del régimen del art. 429.1 LEC resulta claro que la iniciativa de la proposición de la prueba
corresponde siempre a las partes, quienes, al término de la comparecencia previa, han de proponer
oralmente la prueba. No obstante, no existe ninguna dificultad para que la proposición de los distintos
medios de prueba, cuya práctica ha de efectuarse en la audiencia principal, la efectúen las partes
mediante escrito y con la debida «separación» (art. 284). Esta facultad de iniciativa de las partes se
extiende también a los actos de prueba anticipada (art. 295.4).
• Asi, la intervención del tribunal en esta materia ha de ser supletoria o complementaria de la actividad
de las partes. Tan sólo cuando, una vez articulada la totalidad de la proposición de prueba, estime el
juez que puede originarse un vacío probatorio o insuficiencia de prueba de algún hecho pertinente y
relevante para fundar, en su día, la sentencia, es cuando ha de cumplir la referida obligación de
indicación.
• Sin embargo, ello puede suponer la posible pérdida de imparcialidad del juez y el riesgo de
«prejuzgamiento» de la sentencia, como consecuencia de su «descenso a la arena», en la que
transcurre la batalla procesal entre las partes. Por esta razón, el tribunal debiera hacer siempre un
uso moderado y prudente de esta facultad, que tan sólo ha de resultar procedente cuando concurran
los siguientes requisitos:
1. La existencia de un hecho controvertido.
2. Que, con arreglo a las normas de distribución de la carga material de la prueba, incumba su
proposición de prueba a la parte destinataria del cumplimiento de la obligación judicial de
indicación.
3. Que la prueba de dicho hecho sea relevante para el contenido del fallo.
4. Que pueda presumirse racionalmente que, cuando se concluya el proceso para dictar sentencia,
existirá una ausencia total de actividad probatoria sobre dicho hecho, el cual no habrá podido ser
probado a través de otros medios probatorios propuestos por las partes.
• A nuestro juicio, si el tribunal considera que la práctica de dicha prueba es relevante para decidir el
contenido de la sentencia, habrá necesariamente de disponerla, por cuanto ya no podrá practicarse,
ni en el período ordinario de prueba, ni como «diligencia final», ya que el art. 435.1.1ª prohíbe esta
posibilidad.
• Por lo tanto, el tribunal debe de oficio disponer la práctica de dicho medio probatorio, habida cuenta
que, de secundar la tesis contraria, se situaría en la tesitura de tener que dictar, en su día, una sentencia
con un contenido determinado, por la sola circunstancia de no haberse ejecutado un medio de prueba,
con respeto al cual ya indicó en la audiencia preliminar su necesidad y pertinencia.
• Efectuada la proposición de prueba por las partes, o, en su caso, la referida obligación de indicación,
el paso siguiente en la misma comparecencia previa ha de ser el pronunciamiento público del tribunal
acerca de su admisión, siempre y cuando los distintos medios probatorios sean «pertinentes y útiles».
• Para que un determinado medio probatorio sea admitido, han de concurrir los siguientes requisitos:
1. Ha de recaer sobre un hecho controvertido (y no, por tanto, sobre un precepto jurídico o sobre
un hecho de la plena conformidad de las partes) (art. 281).
2. El medio probatorio ha de resultar «pertinente» o, lo que es lo mismo, adecuado o relacionado
con el tema de la prueba (art. 283.1).
3. Ha de resultar «útil» o necesario para acreditar dicho hecho (arts. 283.2).
4. La prueba ha de ser lícita (arts. 283.3). Las pruebas no pueden violar la Ley, ni, en especial, los
derechos fundamentales, tanto por su procedimiento de obtención (por ejemplo, una escucha
telefónica ilegal), como por su resultado (ej. las que afecten al derecho fundamental a la intimidad).
• Independientemente de lo anterior, si el tribunal admitiera la ejecución de una prueba ilícita, la parte
gravada habrá de denunciarlo «de inmediato» en la misma comparecencia previa, sin perjuicio de que
también pueda alegar dicha infracción al inicio de la audiencia principal (art. 287.1.I y II).
• Si se inadmitiera un determinado medio probatorio, el art. 285.2 dispone que «sólo cabrá recurso de
reposición, que se sustanciará y resolverá en el acto». Debido a que la decisión sobre la admisión
reviste forma oral (art. 210.1), el tribunal preguntará a la parte si manifiesta su intención de no recurrir
(art. 210.2), declarando su firmeza en caso positivo.
• No obstante, si la parte gravada manifiesta la intención de recurrir, el art. 285.2 establece una
tramitación oral del recurso de reposición y le faculta implícitamente para recurrir verbalmente en
reposición esta resolución, sea ésta estimatoria o desestimatoria, en cuyo caso, el tribunal, tras
conceder la palabra a la contraparte, resolverá también verbalmente en el acto, debiendo el LAJ
transcribir en el acta este incidente.
• Si la resolución, dictada en el acto, fuera confirmatoria de la inadmisión, la parte gravada podrá
formular «protesta» a fin de poder interponer, en su día, contra la sentencia definitiva el recurso de
apelación por esta causa (art. 285.2 y 459 in fine) y poder reproducir en la segunda instancia su petición
de práctica del medio de prueba inadmitido en la primera (art. 460.2.1ª).
• SEÑALAMIENTO A JUCIO ORAL. Habiéndose admitido la prueba, en la comparecencia previa, tan sólo
resta señalar el día de celebración de la audiencia principal, la cual, como regla general, ha de
efectuarse en el plazo de un mes, contado desde la fecha de la conclusión de la audiencia preliminar,
sin que dicho plazo sea inferior a diez días desde la fecha del señalamiento y la celebración del juicio
oral (art. 184.2).
• El señalamiento, que, de conformidad con las necesidades de la agenda, efectuará el juez si puede
hacerlo en el acto y, en otro caso, el LAJ, determinará el día y hora en el que deben comenzar el juicio
oral.
• No obstante, podría ocurrir que, por el número de pruebas a practicar, fuera previsible la realización
de varias sesiones. En tal caso, el señalamiento contendrá dicha previsión de los días inmediatamente
sucesivos o en otros, que se señalarán por el LAJ
• ACTOS PREPARATORIOS. Junto al señalamiento, los «actos preparatorios» de la audiencia principal,se
destinan a asegurar los principios de concentración del material de hecho y unidad de acto del juicio
oral (la realización de la audiencia en sede distinta a la del Juzgado, la práctica de la prueba anticipada
y las citaciones a las partes, testigos y peritos).
• El art. 429.3 LEC establece que si toda la prueba o gran parte de ella hubiera de realizarse fuera del
lugar en que tenga la sede del Juzgado, a solicitud de parte, podrá acordar el tribunal que el juicio
se celebre en un plazo superior al común de un mes, que dicho precepto cifra en dos meses. Por
tanto, son dos los requisitos que traza el precepto:
B) LA PRUEBA ANTICIPADA
• Con anterioridad al señalamiento del juicio, han de realizarse las pruebas «que no hayan de practicarse
en el acto del juicio» (art. 429.4).De estas, cabe entender los actos de prueba anticipada (arts. 293-
296) y los de aseguramiento de la prueba (arts. 297-298), cuyo común denominador estriba en la
necesidad de practicar o de custodiar anticipadamente a la audiencia principal un determinado medio
o fuente de prueba que, por su fugacidad, puede desaparecer o devenir su práctica imposible el día
del señalamiento al juicio oral.
• Tales actos de prueba «irrepetibles» pueden efectuarse incluso con anterioridad a la presentación de
la demanda. No obstante, puede alguna de las partes, en el momento de la proposición de la prueba,
solicitar que se practique de nuevo, en cuyo caso el tribunal valorará con arreglo a las normas de la
sana crítica, tanto la primera, como la segunda prueba anticipada (art. 295.4).
C) LAS CITACIONES
• Los artículos 429.5-7 y 430 se ocupan de las citaciones a las partes, testigos y peritos.
a) Las partes
• Con respecto a las citaciones de las partes, dispone el art. 429.6 LEC que «no será necesario citar para
el juicio a las partes que, por sí o por medio de su procurador, hayan comparecido a la audiencia
previa».
• En realidad, a la comparecencia previa necesariamente ha de concurrir la parte material o el
Procurador con poder especialísimo (art. 414.2-4). Pero, si la parte material comparece personalmente,
no es necesaria la intervención del procurador en la comparecencia previa, aunque sí la del abogado.
• Tan sólo en el supuesto de incomparecencia de la parte material y formal (procurador) se justificaría
una citación ordinaria para emplazar a la parte a la celebración de la audiencia principal. En los demás
casos, en los que comparezca, bien el procurador, bien la propia parte material la citación podrá
hacerla verbalmente el Tribunal al término de la comparecencia previa.
• En dicha citación, sea verbal u ordinaria, el Tribunal apercibirá a la parte que, en caso de
incomparecencia el día del señalamiento del juicio, podrá sancionar el incumplimiento de esta
obligación mediante la «ficta confessio» (art. 304.2).
b) Testigos
• Las partes habrán de determinar la relación de testigos que han de ser examinados por el tribunal en
la audiencia principal, indicando cuáles serán por ellas presentadas al juicio y cuáles deban ser citados
por el Tribunal (art. 429.5).
• Dicha relación de testigos, que habrá de aportarse en el momento de la proposición de la prueba, ha
de contener los datos de identificación contenidos en el art. 362 y si deben o no ser citados por el
tribunal.
c) Peritos
• La prueba pericial ha sufrido en la LEC vigente una profunda transformación, siendo la regla general
la de que las partes tienen la carga de aportar los dictámenes periciales por escrito en su demanda y
contestación (art. 336). Asimismo, las partes deben, en tales escritos, proponer la designación judicial
del perito (art. 339.2.II), si estimaran conveniente esta modalidad de prueba pericial.
• Pero, con independencia de esta prueba pericial escrita, las partes pueden proponer que los peritos
presten su informe verbalmente en el juicio oral, en cuyo caso habrán de indicar si deben exponer o
explicar su dictamen o responder a preguntas, objeciones o propuestas de rectificación o intervenir de
cualquier forma útil (arts. 337.2). En tal supuesto, y si se trata de dictámenes aportados junto con los
escritos de demanda y contestación o con anterioridad al inicio de la comparecencia previa (art. 337.1),
debe la parte manifestar en la comparecencia si debe el perito informar oralmente en la audiencia
principal sobre los extremos contenidos en el art. 337.2. En tal caso, manifestará si debe citar de oficio
el tribunal al perito o se compromete la parte a presentarlo el día de celebración del juicio oral.
• Si se tratara de una designación judicial de perito con ocasión de alegaciones complementarias
efectuadas dentro de la comparecencia previa (art. 339.2), la citación se efectuará de oficio de
conformidad con el procedimiento previsto en el art. 342.
• Finalmente, si la pertinencia de una prueba pericial surgiera con ocasión de la contestación a la
demanda o de las alegaciones complementarias efectuadas en la comparecencia previa, pueden las
partes, con independencia de su informe escrito, instar el informe oral del perito, siempre y cuando
realicen dicha manifestación con cinco días de antelación a la celebración del juicio oral (art. 338.2). En
tal caso, no será necesario indicar al tribunal el modo de citación del perito en la audiencia previa.
5. EL NUEVO SEÑALAMIENTO
• Si cualquiera de los que hubieren de acudir al acto del juicio no pudieran asistir a éste por causa de
fuerza mayor u otro motivo de análoga entidad, podrá solicitar nuevo señalamiento de juicio. Esta
solicitud se sustanciará y resolverá conforme a lo previsto en el art. 183.1.
• El precepto confiere esta facultad a todos los intervinientes en la prueba y no sólo a las partes. Pero,
en cualquier caso, la solicitud habrá de fundarse en alguno de los referidos motivos (fuerza mayor u
otro motivo de análoga entidad) y acreditarse documentalmente (art. 183.1). A partir de aquí el régimen
del nuevo señalamiento es distinto, según lo soliciten las partes o los testigos y peritos:
1. procedente para su declaración y aquellas diligencias de prueba que sea necesaria su presencia
personal (art. 183.3.2º) y si fuera el Abogado, el nuevo señalamiento será siempre procedente,
acreditada en ambos la justa causa (art. 183.2).
2. Testigos o peritos: Si quieres lo instaran fueran algún testigo o perito, el tribunal, una vez apreciada
la excusa, oirá a ambas partes en el plazo común de tres días y resolverá lo procedente (art. 183.4).
• Se entiende por audiencia principal o juicio la fase del juicio ordinario, informada por los principios de
oralidad, inmediación, publicidad y concentración de la prueba, en la que las partes ejecutan los
distintos medios probatorios, que han sido previamente admitidos por el tribunal, y formulan
oralmente sus conclusiones.
• Del contenido de la audiencia principal, legalmente denominada «juicio», nos da cuenta el art. 431, en
cuya virtud «el juicio tendrá por objeto la práctica de las pruebas de declaración de las partes, testifical,
informes orales y contradictorios de peritos, reconocimiento judicial en su caso y reproducción de
palabras, imágenes y sonidos. Asimismo, una vez practicadas las pruebas, en el juicio se formularán
las conclusiones sobre éstas».
▪ Adverar (asegurar) los fundamentos de hecho de la pretensión, mediante la práctica de los distintos
medios de prueba, que, por su utilidad y pertinencia, han sido propuestos y admitidos por el tribunal
al término de la comparecencia previa.
▪ Poner por las partes de manifiesto al tribunal, a través del trámite de conclusiones, el resultado
probatorio e informarle sobre el Derecho aplicable en punto a persuadirle sobre la concurrencia de
los presupuestos de hecho de las normas invocadas en sus escritos de alegaciones o, lo que es lo
mismo, a evidenciarle acerca de la fundamentación de sus respectivas pretensiones y defensas.
• En el día del señalamiento, una vez comparecidas ambas partes ante el Tribunal, o, al menos, una de
ellas, ha de comenzar el juicio mediante la práctica de los diversos medios probatorios.
• Ahora bien, con anterioridad a la práctica de la prueba, puede ocurrir que haya de incorporarse algún
hecho de nueva noticia o deban las partes pronunciarse sobre la licitud de algún medio de prueba.
• Por ello, si se hubiera suscitado o se suscitare la vulneración de derechos fundamentales en la
obtención u origen de alguna prueba, se resolverá primero sobre esta cuestión. Asimismo, con carácter
previo a la práctica de las pruebas, si se hubieren alegado o se alegaren hechos acaecidos o conocidos
con posterioridad a la audiencia previa, se procederá a oír a las partes y a la proposición y admisión de
pruebas previstas en el art. 286.
• Lo que viene a contemplar el precepto es un incidente oral de previo y de especial pronunciamiento,
en el que primero informará el abogado del actor y después el del demandado (art. 185.2) y que tiene
por objeto delimitar definitivamente los hechos controvertidos e informar al tribunal sobre la posible
inconstitucionalidad de algún medio probatorio, cuya práctica ha sido admitida por el tribunal.
B) LA PRUEBA PROHIBIDA
• Si alguna de las partes alegara la inconstitucionalidad de algún medio de prueba válidamente admitido
(ej. una grabación telefónica contraria al art. 18.3 CE), habrá de pronunciarse sobre esa cuestión.
• Por pruebas prohibidas hay que entender las que violen los derechos fundamentales, las cuales no
pueden ser tomadas en consideración por el tribunal alguno (art. 11.1 LOPJ, segundo inciso).
• En este supuesto, el tribunal actuará de la siguiente forma:
▪ Si se evidenciara la violación de algún derecho fundamental, ordenará su exclusión de la práctica de
la prueba.
▪ Si tuviera dudas acerca de su inconstitucionalidad dispondrá la admisión o ejecución del medio
probatorio, sin perjuicio de que posteriormente no tome en consideración su resultado para fundar
la sentencia, por apreciar que constituye un medio de prueba de valoración prohibida.
3. LA PRÁCTICA DE LA PRUEBA
• La audiencia principal se desarrolla bajo la vigencia de los principios de oralidad, publicidad (salvo que,
para garantizar intereses constitucionales, se decrete la audiencia «a puerta cerrada»), inmediación y
concentración o unidad de acto en la ejecución de la prueba, a ser posible en una sola audiencia, la
cual se documentará mediante un medio (el DVD) apto para la grabación del sonido y la imagen (art.
187). La intervención del LAJ, en ésta y en todas las audiencias, no será preceptiva si se procede a su
grabación audiovisual (arts. 137.3 y 147).
• En la audiencia principal habrán de practicarse todos y cada uno de los medios de prueba previstos en
los artículos 299 y 431 (declaración de las partes, testifical, informe oral pericial, reconocimiento judicial
y reproducción de palabra, imagen y sonido).
• Aunque en la ejecución de la prueba rija el principio de aportación, conforme al cual incumbe a las
partes, a través del «interrogatorio cruzado», examinar a sus intervinientes, no se le exonera al tribunal
de su obligación de obtener la totalidad del material probatorio, a fin de descubrir la verdad material,
por lo que las facultades de investigación son notables.
• El orden de práctica de tales medios de prueba se contempla en el art. 300, en cuya virtud, y salvo que
el tribunal decidiera por algún motivo justificado su alteración, es el siguiente:
A) PRUEBA DOCUMENTAL
• El art. 300 LEC no hace alusión alguna a la prueba documental, por la sencilla razón de que dicha
prueba ha de aportarse junto con la demanda y la contestación y, excepcionalmente (caso de
alegaciones complementarias), en la audiencia previa (art. 426.5), en la que también las partes habrán
de manifestarse sobre la admisión o impugnación de los documentos (art. 427).
• No obstante, de esta regla hay que excluir los documentos contemplados en el art. 270 (documentos
nuevos, desconocidos o de imposible obtención), que pueden aportarse a la vista, si bien el tribunal
habrá de conceder la palabra a la parte contraria a fin de que se pronuncie sobre su procedencia,
pudiendo incluso el tribunal imponer una multa a la parte que proponga la inclusión del documento
en el proceso, si su aportación fuere intempestiva y existiera mala fe (art. 270.2).
• La audiencia principal habrá de comenzar con el interrogatorio de las partes, de modo que las
preguntas se formularán, sobre los hechos controvertidos, en sentido afirmativo, con claridad,
precisión y sin contener juicios de valor (art. 302). El tribunal podrá inadmitir determinadas preguntas
que incumplan tales requisitos, bien de oficio, bien a instancia del declarante o de su Abogado (arts.
302-303). Las respuestas serán afirmativas, pero la parte podrá efectuar las aclaraciones que estimen
pertinentes (art. 305). Finalizado el interrogatorio de la parte que propuso la declaración, la parte
contraria formulará su interrogatorio cruzado, en el que también el tribunal podrá formular al
declarante las preguntas que estime pertinentes para el esclarecimiento de los hechos (art. 306).
C) INTERROGATORIO DE TESTIGOS
E) EL RECONOCIMIENTO JUDICIAL
• El art. 431 autoriza a las partes a practicar el medio probatorio consistente en la «reproducción de
palabras, imágenes y sonidos», mediante instrumentos de grabación, filmación y semejantes, que
regulan los artículos 382 a 384, levantando el Letrado de la Administración de Justicia la pertinente
acta.
A) CONCLUSIONES
• Dispone el art. 433.2 LEC que «practicadas las pruebas, las partes formularán oralmente sus
conclusiones sobre los hechos controvertidos, exponiendo de forma ordenada, clara y concisa, si, a su
juicio, los hechos relevantes han sido o deben considerarse admitidos y, en su caso, probados o
inciertos».
• Una vez terminada la práctica de la prueba, el tribunal concederá la palabra, en primer lugar, al actor
y, en segundo, al demandado, a fin de que expongan oralmente sus conclusiones, que consiste en un
resumen del resultado probatorio favorable a las respectivas pretensiones y defensas y que tiene por
objeto intentar llevar al tribunal la evidencia sobre los hechos constitutivos de la pretensión o
impeditivos, extintivos o excluyentes de su contestación.
• Las conclusiones no son, pues «strictu sensu», actos de alegación, por cuanto, a través de ellas, no
pueden las partes introducir nuevos hechos al proceso, sino tan sólo contrastar los expuestos en los
escritos de demanda y contestación con el resultado probatorio en punto a obtener la convicción del
tribunal sobre la veracidad de los hechos en los que las partes fundan sus pretensiones o resistencias.
• Al igual que los escritos de demanda y de contestación (arts. 399 y 405), también la exposición del
resumen del resultado probatorio ha de efectuarse de manera «ordenada, clara y concisa»,
informando, en primer lugar, sobre los hechos aducidos en apoyo de sus pretensiones para pasar
revista, en segundo, a los de la parte contraria. En dicha exposición, habrán de tomar las partes muy
en consideración las reglas materiales de distribución de la carga de la prueba, debiendo informar
también sobre la prueba de los hechos base o indiciarios, a partir de los cuales puede inferirse una
conclusión mediante la técnica de las presunciones (art. 433.2).
B) INFORMES JURÍDICOS
• Una vez evidenciado el resultado probatorio, las partes, a través de los «informes», ilustrarán al tribunal
acerca del Derecho aplicable a los hechos que estiman probados.
• Dispone a tal efecto el art. 433.3 LEC que «expuestas sus conclusiones sobre los hechos controvertidos,
cada parte podrá informar sobre los argumentos jurídicos en que se apoyen sus pretensiones, que no
podrán ser alteradas en este momento». Estos argumentos jurídicos pueden ser los aducidos en los
escritos de demanda y de contestación u otros, pero siempre y cuando no alteren la pretensión, lo que
sucedería si se modificara la «causa de pedir» en las pretensiones constitutivas o se introdujeran
nuevos títulos jurídicos. Pero, fuera de este supuesto, «iura novit Curia» -> Las partes son dueñas de
mantener los mismos argumentos jurídicos plasmados en sus escritos de alegación o invocar otros
distintos que fundamenten también sus respectivas pretensiones.
C) PLANTEAMIENTO DE LA TESIS
• Establece el art. 433.4 LEC que «si el tribunal no se considerase suficientemente ilustrado sobre el caso
con las conclusiones e informes previstos en los apartados anteriores, podrá conceder a las partes la
palabra cuantas veces estime necesario para que informen sobre las cuestiones que les indique».
• Este precepto viene a consagrar, por vez primera en nuestro ordenamiento procesal civil, la «utilización
de la tesis», que fue iniciada en el proceso penal, así como en el proceso contencioso-administrativo.
Tesis no imperativa
• No obstante, a diferencia del proceso penal en donde rige el principio acusatorio y donde no se puede,
por tanto, imponer al acusado una condena superior por un título de imputación distinto al mantenido
por la acusación, la utilización de la tesis en el proceso civil no es imperativa, porque «iura novit Curia».
Al regir la teoría de la sustanciación de la demanda, el tribunal es dueño de solucionar el conflicto
mediante la aplicación del Derecho objetivo, invocado por las partes, o de reflejar en la sentencia otras
normas aplicables, sin tener necesariamente que utilizar la tesis, tal y como sucede también de manera
necesaria en el proceso contencioso-administrativo.
Formula potestativa
• Por esta razón, el art. 433.4 utiliza una fórmula potestativa («podrá conceder a las partes…»), que, en
la práctica forense, debiera tornarse en imperativa en el caso de las pretensiones constitutivas, en las
que la utilización de nuevas causas de pedir produce una mutación esencial del objeto litigioso,
generando indefensión. Por tanto, en tal supuesto, debiera utilizar el tribunal la tesis.
• Diligencias para mejor proveer: Mediante ellas el juez podía soslayar los inconvenientes de un
proceso civil inspirado en los principios de escritura, mediación y publicidad interna, fragmentado
en distintos procedimientos. En la práctica, estas diligencias permitieron al juzgador dejar para el
momento de dictar sentencia el análisis del reflejo documentado de las distintas actuaciones
procesales realizadas, resolviendo los posibles problemas fácticos y probatorios que el litigio
planteaba.
• Diligencias finales: En un proceso civil basado en los principios de oralidad, inmediación, publicidad
y en un mayor equilibrio del principio de aportación de pruebas, la función el juez ya no consiste
sólo en dictar sentencia, sino también en ordenar materialmente el proceso y, sobre todo, en
descubrir la verdad material. Un proceso así concebido no necesita de las diligencias para mejor
proveer, ya que el juzgador puede y debe despejar sus dudas a lo largo del juicio oral, y ordenar las
aclaraciones o ampliaciones que tenga a bien reclamar a las partes, testigos y peritos durante la
práctica de los diferentes medios de prueba.
La vigente ley procesal común, sustituye la práctica de las diligencias para mejor proveer del proceso
civil por una más activa presencia del órgano judicial en el procedimiento probatorio en un
procedimiento predominantemente oral. En este procedimiento de manera extraordinaria y
complementaria, las diligencias finales pretenden mitigar, en cierta medida, los inconvenientes de la
frustración probatoria.
• Las diligencias finales no resultan aplicables al juicio verbal. El legislador, al abordar el estudio del
juico verbal, dedica el art. 445 rubricado «Prueba y presunciones en los juicios verbales», de cuya
exégesis obtenemos la inaplicación de las diligencias finales en este juicio.
• Las razones que han llevado al legislador a esta decisión quizá se deban en que las materias y cuantía
de las que conoce el juicio verbal son de menor entidad que las del ordinario. No obstante, lo más
conveniente para obtener un mayor grado de Justicia en los procesos declarativos hubiera sido dotar
al Tribunal no sólo de poderes de «dirección formal» sobre la prueba, sino, también de auténticos
poderes de «dirección material», facultándole para poder ordenar la práctica «ex officio» de nuevos
medios de prueba durante la fase probatoria iniciada a instancia de parte, respectando en todo caso
el «thema probandi» fijado por los litigantes.
• La aplicación de las diligencias finales queda también excluida de los procesos especiales,
regulados en el Libro IV. El motivo de esta inaplicación está en el equilibrio entre los principios de
aportación y de investigación tanto en su vertiente fáctica como probatoria.
• En los litigios especiales sobre la capacidad, filiación, paternidad, maternidad, matrimonio y
menores, en los que el juzgador puede «decretar de oficio cuantas (pruebas) estime pertinentes,
el motivo de esta inaplicación está en el equilibrio entre los principios de aportación y de investigación
tanto en su vertiente fáctica como probatoria.
• Respecto de los procesos sucesorios, para la liquidación del régimen económico matrimonial,
monitorio y cambiario, el motivo de su inaplicación reside en su tramitación procedimental a través del
juicio verbal
• Aunque el art. 465 LEC no contemple las diligencias finales en la segunda instancia, lo cierto es que
tampoco las prohíbe, razón por la cual la cual el TS admitió la práctica de dichas diligencias también
con anterioridad a la resolución del recurso de apelación.
1. A INSTANCIA DE PARTE
• Según el art. 435.1 LEC, la regla general es la solicitud de diligencias finales a instancia de parte, con
un triple propósito:
• PRIMER PROPÓSITO. Art. 435.1.2: De practicar aquellos medios de prueba que no llegaron a realizarse
durante el procedimiento probatorio, a pesar de haber sido, entonces, oportunamente propuestos por
las partes y admitidos por el Juzgador. Es requisito imprescindible para la admisibilidad de la petición
de diligencias finales que el solicitante haya acreditado su diligencia en la fase probatoria, esto es, que
el medio o medios probatorios cuya práctica solicita fueron entonces propuestos y admitidos, pero, a
pesar de ello y por causas ajenas a su voluntad, no pudieron efectivamente llevarse a cabo en su
totalidad o en parte.
• SEGUNDO PROPÓSITO. Art. 435.1.3: De permitir al órgano jurisdiccional un mejor conocimiento sobre
la verdad de los hechos «nuevos», cuya realidad es discutida por la contraparte. Así, también será
admisible la práctica de medios de prueba solicitados para el esclarecimiento de aquéllos, siempre que
cumplan lo previsto en el art. 286. Por tanto, en este caso es necesario lo siguiente:
▪ En primer lugar, que la controversia fáctica tenga su origen en lo alegado en los escritos de
ampliación y de contestación a la ampliación, sobre hechos ocurridos con posterioridad a la
preclusión de los actos de alegación en el juicio ordinario y antes de que comience a contar el plazo
de dictar sentencia.
▪ En segundo lugar, que la ausencia de actividad probatoria sea debida a la imposibilidad de la
oportuna proposición y práctica de los medios de prueba pertinentes y relevantes por impedirlo lo
avanzado del estado de las actuaciones (esto es, a que la vista del juicio ordinario está a punto de
finalizar).
• TERCER PROPÓSITO. Art. 435.2: De permitir la repetición de los medios de prueba practicados por las
partes «si los actos de prueba anteriores no hubieran resultado conducentes a causa de circunstancias
ya desaparecidas e independientes de la voluntad y diligencia de las partes».
• Los tres supuestos anteriores redundan en una mayor economía procesal. Con el trámite de
diligencias finales se trata de poder profundizar más en el tema de la prueba dentro del proceso,
otorgando mayores posibilidades a las partes, tratando precisamente de evitar la necesidad de tener
que acudir a la segunda instancia.
2. DE OFICIO
• La finalidad de la prueba «ex officio» se desprende expresamente del apartado segundo del art. 435,
al establecer que esta actividad está dirigida a «adquirir certeza», como requisito imprescindible, sobre
los hechos relevantes introducidos por las partes en el momento procesalmente oportuno, que han
sido ya objeto de actividad probatoria pero con resultados infructuosos («no hubieran resultado
conducentes») debido a causas inimputables a la parte que propuso y practicó la prueba y, además,
siempre que tales impedimentos hayan desaparecido.
• Las peticiones probatorias realizadas por las partes como diligencias finales, al versar sobre medios de
prueba no practicados por causas ajenas a la parte que los hubiese propuesto o sobre hechos nuevos
controvertidos y, por tanto, sobre nuevas cuestiones probatorias que pueden resultar fundamentales
para la suerte del litigio, tienen naturaleza de «derecho procesal» de rango fundamental de las partes,
implícito en el derecho «a un proceso con todas las garantías» del art. 24.2 CE.
• Consecuencia lógica del examinado carácter de derecho procesal a la prueba, el órgano jurisdiccional
viene obligado a acordar su práctica, siempre y cuando las partes las soliciten de conformidad
con lo previsto en los artículos 435 y 436, siendo, por tanto, recurrible en reposición, el auto dictado
sobre estas diligencias.
• La solicitud probatoria prevista en el art. 435 LEC tiene, además, el carácter de presupuesto procesal
en el recurso de apelación conforme a los motivos recogidos en las reglas 2ª y 3ª del art. 460.2.
• El apelante que solicita la práctica de medios de prueba, que no se han llevado a cabo en la primera
instancia, tiene la carga procesal de acreditar su diligencia probatoria, consistente en haber realizado
ya esa petición en el trámite de diligencias finales.
• Del mismo modo, sobre el recurrente recae el «onus probandi» de acreditar que el hecho «nuevo» de
proponer como objeto de prueba en la apelación, de haber acontecido antes del plazo para dictar
sentencia en la primera instancia, ya fue propuesto como tema de la prueba en el trámite de diligencias
finales. En ambos casos, resulta, además, necesario haber recurrido en reposición el auto denegatorio
de la petición de estas diligencias.
• Los caracteres de la prueba de oficio se desprenden de los términos del art. 435.2 Este precepto
establece que las diligencias finales han de ser «excepcionales», «complementarias» de la actividad
probatoria realizada a instancia de parte, y «útiles» para conseguir despejar las dudas acerca de la
valoración como cierto o falso del hecho objeto de prueba por las partes.
• Los términos empleados por la LEC en el citado art. son, en este sentido, tajantes: han de existir
«motivos fundados» para que el órgano judicial «crea» que la práctica de los medios de prueba servirá
para adquirir «certeza» sobre la realidad o falsedad del hecho o hechos objeto de prueba por las partes.
VI. PROCEDIMIENTO
1. SOLICITUD
• Conforme a lo previsto en el apartado segundo del art. 434 LEC, las partes solamente pueden solicitar
las diligencias finales «dentro del plazo para dictar sentencia» en el juicio ordinario, esto es, en los
veinte días siguientes a la terminación del juicio oral de que dispone el juzgador para resolver el litigio.
• El contenido del escrito deberá moldarse a lo previsto en el art. 435 LEC. No obstante, existe la
prohibición de solicitar diligencias finales respecto de pruebas que no se han propuesto en tiempo y
forma por culpa de la parte interesada, incluso «las que hubieran podido proponerse tras la
manifestación del tribunal, esto es, la sugerencia probatoria judicial desoída por la parte que ahora
desea solicitar diligencias finales sobre esos hechos. Puede solicitarse la práctica de cualquier medio
probatorio, incluso la aportación de originales de documentos, cuyas copias fueron impugnadas.
2. RESOLUCIÓN
• Las diligencias finales, ya sean a instancia de los litigantes o ex officio, se acuerdan mediante auto.
Consiguientemente, estas resoluciones son siempre motivadas «y contendrán, en párrafos separados
y numerados, los antecedentes de hecho y los fundamentos de derecho. El legislador, en el art. 435
LEC, regula con precisión la forma de motivar los autos que acuerdan:
▪ A instancia de parte: El tribunal ha de explicitar la razón por la que admite la solicitud del litigante,
es decir el motivo por el cual no pudieron practicarse, sin culpa del interesado, los medios de prueba
propuestos y admitidos (art. 435.1), o que ello fue debido a la aparición de hechos nuevos.
• Si el órgano judicial incumple su obligación de motivar el auto, éste adolecerá de un defecto de forma
y, por tanto, será susceptible de ser recurrido, en este caso en reposición, por la parte que se considere
agraviada. El carácter recurrible de esta resolución se desprende de lo dispuesto en el art. 435.
3. PRÁCTICA
• El art. 436 LEC, que regula el «plazo para la práctica de las diligencias finales», en una doble normativa:
▪ Por un lado, dispone que las diligencias finales se practicarán «en la forma establecida en esta ley
para las pruebas de su clase».
▪ Por otro, fija el plazo preclusivo para su práctica en 20 días, cuyo señalamiento, de ser necesario, será
fijado por el Letrado de la Administración de Justicia.
• Una vez practicadas los medios de prueba admitidos por el juez, o precluido el citado plazo, las partes
todavía disponen de cinco días para presentar un «escrito en que resuman y valoren el resultado» (art.
436.1 in fine). Practicadas todas estas diligencias, o precluidos los plazos para su práctica, el Tribunal
dictará sentencia en el plazo de 20 días a contar desde el cumplimiento del otorgado a las partes para
presentar sus escritos conclusivos sobre las diligencias finales.
I. CONCEPTO Y CLASES
1. CONCEPTO
• Se entiende por sentencia la resolución judicial definitiva, por la que se pone fin al proceso tras
su tramitación ordinaria en todas y cada una de sus instancias o como consecuencia del ejercicio
por las partes de un acto de disposición de la pretensión.
• La sentencia es el acto jurisdiccional por excelencia, en el que se ejercita la potestad jurisdiccional
declarativa (art. 117.3 CE), y, cuando deviene firme, se convierte en un título de ejecución (art. 517.2.1)
que posibilita la potestad ejecutiva. Mediante ella, se resuelve definitivamente el conflicto y se
satisfacen las pretensiones o defensas deducidas por las partes.
• La sentencia no es la única resolución definitiva, ya que el proceso puede finalizar también mediante
un auto de archivo o de sobreseimiento, dictado como consecuencia de las siguientes situaciones:
▪ De la incomparecencia del actor o de ambas partes (art. 414.3).
▪ Del ejercicio de algún acto de disposición del procedimiento (desistimiento o la terminación del
proceso por satisfacción extraprocesal)
▪ De la homologación judicial de una avenencia producida en un acto intraprocesal de conciliación.
▪ De la apreciación por el tribunal del incumplimiento de algún presupuesto procesal (arts. 418 y ss.).
• Por tanto, se denominan sentencias a las resoluciones definitivas que finalizan el proceso tras
su tramitación ordinaria y una vez concluida la audiencia principal o la vista del juicio verbal.Las
sentencias se deberán dictar en los siguientes plazos:
▪ Dentro del plazo de veinte días posteriores a la terminación del juicio ordinario (art. 434).
▪ Dentro del plazo de diez días a la finalización de la vista del juicio verbal (art. 447).
• La LEC también denomina sentencias a las resoluciones que finalizan el proceso, como consecuencia
del ejercicio por las partes de actos procesales materiales, que, como es el caso de la renuncia o del
allanamiento, al renunciar el actor o conformarse el demandado con la pretensión, producen también
los efectos típicos de las sentencias, esto es, los efectos materiales de la cosa juzgada (arts. 20.1 y 21.1).
• A dicha relación, todavía cabe añadir las resoluciones de homologación de transacciones judiciales o
de una conciliación intraprocesal, cuya forma que deba revestir la pertinente resolución queda en la
LEC (arts. 19.2 y 415) en la más oscura de las penumbras.
2. CLASES
• Atendiendo a la naturaleza del objeto procesal existen las siguientes clases de sentencias:
▪ DECLARATIVAS: Se limitan a reconocer la existencia o inexistencia de un determinado derecho
subjetivo o relación jurídica.
▪ CONSTITUTIVAS: Tienen por objeto la creación, modificación o extinción de una determinada
relación, situación o estado jurídica.
▪ DE CONDENA: Si son estimatorias, condenan al demandado al cumplimiento de una determinada
prestación (de dar, hacer o no hacer).
• Las únicas sentencias que posibilitan la apertura del proceso de ejecución son las de condena.
• Atendiendo a la respuesta que la sentencia efectúa de la pretensión, las sentencias pueden clasificarse
en inadmisorias y de fondo:
1. Inadmisorias: Dejan imprejuzgado el objeto procesal, debido a que el tribunal constata el
incumplimiento de algún requisito o presupuesto procesal que condiciona su admisibilidad o
examen del fondo del asunto. Por esta razón no producen efectos materiales de cosa juzgada.
2. De fondo: Las sentencias de fondo entran a considerar y analizar la relación jurídica material
debatida, produciendo los efectos propios de la cosa juzgada. Se subclasifican en
a) Estimatorias: Son las que satisfacen la pretensión . Pueden ser totales si satisfacen
plenamente la pretensión, o parciales si reparten, desde el punto de vista de la congruencia,
la satisfacción entre la pretensión y su defensa.
b) Desestimatorias: Son las que rechazan la pretensión, accediendo a las excepciones o defensas
aducidas por el demandado.
• La anterior clasificación adquiere singular relevancia desde el punto de vista del ejercicio, contra la
sentencia, de los medios de impugnación. Tan sólo las sentencias inadmisorias y las desestimatorias
pueden ser impugnadas por el actor. Las estimatorias sólo pueden ser impugnadas por el
demandado, y las parcialmente estimatorias, pueden ser impugnadas por el actor o por el demandado
a través de los recursos preestablecidos.
▪ Son resoluciones definitivas las que ponen fin a la primera instancia y las que decidan sobre los
recursos interpuestos frente a ellas.
▪ Son resoluciones firmes aquellas contra las que no cabe recurso alguno o con respecto a la cual la
parte gravada deja transcurrir los plazos para la interposición de los recursos ordinarios o el
extraordinario de casación. Las sentencias firmes de condena son las únicas que se erigen en títulos
de ejecución (art. 517.2.1), pasando en autoridad de cosa juzgada (art. 207.3).
• Las sentencias firmes pueden ser de efectos inmediatos, las cuales, caso de ser incumplido el fallo
por el deudor, permite al acreedor suscitar inmediatamente la ejecución, o de efectos deferidos al
futuro. Las sentencias con efecto deferido de futuro son las ilíquidas o a reserva de liquidación y las
condenas de futuro:
• A RESERVA DE LIQUIDACIÓN. Son sentencias de condena de fallo ilíquido que precisan la práctica de
un incidente de liquidación en la fase de ejecución en la que se determinará el «quantum» de la
prestación con arreglo a las bases de liquidación fijadas en la misma sentencia. En la actualidad, y
debido a su carácter antieconómico y a las dilaciones indebidas que ocasionaban estas sentencias,
permitidas por la LEC/1881, la vigente LEC las prohíbe en sus artículos 219 y 209.4.
• Atendiendo a los efectos negativos o excluyentes de la cosa juzgada, conforme a los cuales no se puede
volver a suscitar un segundo proceso sobre el mismo objeto procesal, las sentencias pueden ser:
▪ Con plenos efectos negativos: Vienen determinadas por las sentencias firmes y de fondo, bien sean
estimatorias, bien desestimatorias de la pretensión y las que reconocen una solución
autocompositiva material (sentencias que acceden a una renuncia, allanamiento y homologación de
una transacción o conciliación intraprocesal) y que son las únicas a las que, en realidad, se refiere el
art. 222.1.
▪ Sin efectos negativos: A esta categoría pertenecen las «sentencias absolutorias en la instancia» que,
al dejar imprejuzgada la relación jurídico material, por haber constatado el incumplimiento de algún
presupuesto o requisito procesal, no producen tales efectos materiales de la cosa juzgada.
▪ Con limitados efectos de cosa juzgada: Son las sentencias dictadas en los procesos sumarios, en
los que, no obstante la radical redacción del art. 447.2 («No producirán efectos de cosa juzgada…»),
dichos efectos materiales en verdad se producen, pero dentro de los límites objetivos del proceso
sumario, que, al tener la cognición limitada al determinados aspectos de la relación jurídico material,
tan sólo se producen dentro de tales límites objetivos.
1. ESCRITURA DE LA SENTENCIA
▪ Firmadas y registradas: Finalmente, las sentencias han de ser firmadas por todos y cada uno de los
magistrados, registradas en el Libro de Sentencias y custodiadas por el LAJ.
• Cumplidos los trámites anteriores, el LAJ notificará la sentencia a las partes, y, a partir de ese momento,
correrá, el «dies a quo» para la interposición de los recursos. Además, en ocasiones, las sentencias
deberán publicarse en los diarios oportunos (art. 212.1) e incluso, en el caso de las sentencias
constitutivas, podrían inscribirse en los pertinentes Registros públicos.
• Cualquier interesado podrá acceder al conocimiento de la sentencia, excepto en los casos señalados
en el art. 212.2 LEC: «afectar al derecho a la intimidad, a los derechos de las personas que requieran
un especial deber de tutela, a la garantía del anonimato de los perjudicados, cuando proceda, así como,
con carácter general, para evitar que las sentencias puedan ser usadas con fines contrarios a las leyes».
2. ESTRUCTURA DE LA SENTENCIA
A) EL ENCABEZAMIENTO
• «En el encabezamiento deberán expresarse los nombres de las partes, y cuando sea necesario, la legitimación
y representación en virtud de las cuales actúen, así como los nombres de los abogados y procuradores y el
objeto del juicio» (art. 209.1).
• Con anterioridad al encabezamiento, y a los efectos de identificación informática, suele recogerse, con
carácter general para todas las resoluciones, el número de autos o de rollo, la determinación del
tribunal con expresión de la designación de los magistrados que lo componen e identificación del
ponente, el lugar y la fecha de la publicación de la sentencia.
• Después del encabezamiento, en epígrafe separado, se reflejan los antecedentes de hecho, que se
consignarán, con la claridad y la concisión posibles y en párrafos separados y numerados, las
pretensiones de las partes o interesados, los hechos en que las funden, que hubieren sido alegados
oportunamente y tengan relación con las cuestiones que hayan de resolverse, las pruebas que se
hubiesen propuesto y practicado y los hechos probados, en su caso.
• No obstante la expresión «en su caso» del art. 209.2º, todo proceso en el que existan hechos
controvertidos ha de culminar con una sentencia con dicha declaración de hechos probados.
• Debemos tener en cuenta que sólo cuando exista conformidad con los hechos el tribunal puede dictar
una «sentencia inmediata» (art. 428.3), en cuyo caso se podrá obviar la declaración de hechos
probados. En los casos en los que no se haya practicado la audiencia principal por no haber
propuesto parte alguna ningún medio probatorio, la declaración de hechos probados debe
circunscribirse al examen de la prueba documental.
• La declaración de hechos probados reviste una singular importancia, desde el punto de vista de la
motivación de la sentencia, y del éxito de los recursos por error de hecho en la apreciación de la prueba,
ya que la inexistencia de dicha declaración o su ausencia de motivación pueden erigirse en un supuesto
de sentencia «manipulativa».
D) «EL FALLO»
• En el fallo se determinan las consecuencias jurídicas del silogismo juidicial [silogismo es una forma de
razonamiento deductivo que consta de dos proposiciones como premisas y otra como conclusión, siendo la última
una inferencia necesariamente deductiva de las otras dos], que encierra una sentencia, en cuya premisa
menor se determinan los hechos, en la premisa mayor, el Derecho aplicable y, en el fallo, los efectos
o consecuencias jurídicas que las normas asocian al cumplimiento de su presupuesto fáctico. El
fallo determina también los límites objetivos de la cosa juzgada y sus efectos, tanto positivos, en la
medida en que lo que se ejecuta es lo que en el fallo se determina, como los negativos o excluyentes
de cualquier proceso posterior sobre el mismo objeto.
• En el fallo o parte dispositiva de la sentencia se inadmite, estima (total o parcialmente) o desestima
la pretensión. El fallo debe ser congruente con esta, sin perjuicio de que pudiera existir una
congruencia implícita en los fundamentos jurídicos. Han de pronunciarse tantos fallos, como
pretensiones se hayan deducido en el proceso (tanto en la demanda, como en la reconvención),
debiéndose reflejar en párrafos separados y numerados cada uno de ellos (art. 218.3), incluido el
pronunciamiento en costas y, en su caso, la irrogación de una multa por infracción de la buena fe
procesal (art. 247).
• También el fallo ha de ser claro, sin que encierre contenidos contradictorios.
• Constituye una exigencia constitucional derivada del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva
la obligación procesal de motivación de las sentencias, tanto en la determinación de los hechos
probados y su valoración, como en la aplicación del Derecho.
• Por esta razón, el art. 218.2 LEC dispone que las sentencias se motivarán expresando los
razonamientos fácticos y jurídicos que conducen a la apreciación y valoración de las pruebas, así como
a la aplicación de interpretación del derecho. La motivación deberá incidir en los distintos elementos
fácticos y jurídicos del pleito, considerados individualmente y en conjunto, ajustándose siempre a las
reglas de la lógica y de la razón.
• Razonamiento de la prueba: La sentencia debiera razonar la prueba, lo que implica la obligación de
plasmar en ella el «iter» formativo de la convicción, determinando los resultados probatorios y medios
de prueba a partir de los cuales pueden entenderse determinados hechos como probados, con
expresión del razonamiento lógico que lleva a la convicción.
• Presunciones: En el caso de las presunciones, ha de evidenciarse la prueba del hecho indiciario y el
razonamiento lógico que permite al tribunal inferir la conclusión (art. 386.1.II).
• La motivación puede ser escueta, siempre y cuando las partes puedan conocer el motivo de la decisión
a efectos de su posible impugnación ante los órganos jurisdiccionales superiores, incluso aunque la
fundamentación jurídica pueda estimarse discutible o respecto de ella puedan formularse reparos.
• Tampoco es necesario que se dé respuesta a todos y cada uno de los argumentos jurídicos de las
partes, ni plasmar las citas jurisprudenciales, sino exclusivamente reflejar la «ratio decidendi», que, si
viene a faltar, ha de estimarse infringido el precepto.
2. LA CONGRUENCIA
A) CONCEPTO Y FUNDAMENTO
• La congruencia es una obligación constitucional, surgida del ejercicio del derecho fundamental a la
tutela y fundada en el principio dispositivo, conforme a la cual la sentencia ha de adecuarse a las
pretensiones de las partes, sin que pueda el tribunal otorgar más de lo pedido por el actor, menos
de lo resistido por el demandado, ni fundar la sentencia en causas de pedir distintas a las que
se han erigido en el objeto del proceso.
• Del referido concepto se infieren las siguientes notas:
1. La congruencia es una obligación constitucional que surge como consecuencia del ejercicio del
derecho a la tutela judicial efectiva del art. 24.1 CE, una de cuyas principales exigencias consiste en
que la sentencia ha de efectuar una respuesta adecuada a todas las pretensiones y residencias de
las partes. El incumplimiento de dicha obligación dejará expedita a la parte perjudicada el oportuno
medio de impugnación ordinario contra la sentencia y, en última instancia, el recurso de amparo.
2. La congruencia también encuentra su fundamento en la manifestación del principio dispositivo. En
un proceso regido por el principio dispositivo las partes, no son sólo dueñas de acudir o no al
proceso para dirimir su litigio, sino que también, y si así lo hicieran, les asiste el derecho a recibir,
en la sentencia, una respuesta congruente con sus pretensiones.
B) CLASES
• La jurisprudencia del TS establece que «no puede la sentencia otorgar más de lo que se hubiera pedido
en la demanda, ni menos de lo que hubiera sido admitido por el demandado, ni otorgar otra cosa
diferente que no hubiera sido pretendido». De ello se deduce que la congruencia puede ser «ultra
petitum», «infra petitum» o «cifra petitum» y «extra petitum», así como la «incongruencia
omisiva».
• ULTRA PETITUM. La incongruencia «ultra petita partium» surge cuando la sentencia otorga más de lo
pedido por el actor o por el demandado reconvincente, esto es, excede cuantitativamente a lo
solicitado en el «suplico» de la demanda.
• INFRA o CITRA PETITUM ocurre cuando la sentencia otorga menos de lo resistido por el demandado.
Sin embargo, no se produce incongruencia cuando el demandado niega la totalidad de la pretensión y
el tribunal otorga menos de lo solicitado por el actor.
• EXTRA PETITUM. Existe incongruencia «extra petita partium» («fuera de lo pedido») cuando el tribunal
otorga cosa distinta a la solicitada por las partes, es decir, resuelve algo que no se corresponde con las
pretensiones deducidas por las partes. Este es el caso del supuesto contemplado en la STS de 15 de
diciembre de 2003, en el que, sin haber solicitado el actor la condena solidaria de los demandados, el
tribunal efectuó dicha declaración.
• La incongruencia omisiva surgió en estrecha relación con la incongruencia «extra petitum», por obra
de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. La incongruencia omisiva puede ocurrir cuando la
sentencia omita alguna petición o algún elemento esencial de la pretensión.
• No estamos en realidad ante un supuesto de incongruencia, sino de incumplimiento de la obligación
de exhaustividad de la sentencia. En todo caso, tanto el TC, como el TS califican a este vicio procesal
como incongruencia omisiva.
• El TC señala que también se infringe el derecho a la tutela cuando la resolución impugnada «guarda
silencio o no se pronuncia sobre alguna de las pretensiones de las partes, dejando imprejuzgada o sin
respuesta la cuestión planteada a la consideración del órgano judicial, aun estando motivada».
• Para que exista incongruencia omisiva es necesario que concurran los siguientes requisitos:
D) REQUISITOS
A) REQUISITOS SUBJETIVOS
B) REQUISITOS OBJETIVOS
• Como regla general, y salvo alguna excepción, tan sólo ocasionan la obligación de congruencia las
sentencias estimatorias y no las desestimatorias ni las absolutorias de la parte demandada.
• En general, solo ocasiona vicio de incongruencia la omisión de respuesta a las peticiones
contenidas en el «suplico» de la demanda y la contestación a la demanda, pues la congruencia ha
de entenderse como correlación entre el «petitum» de la pretensión, de un lado, y el fallo, de otro. No
toda omisión de respuesta de las sentencias estimatorias a las alegaciones de las partes supondrá
incongruencia.
• Ahora bien, de esta regla de correlación o armonía entre las pretensiones de las partes oportunamente
deducidas en el pleito y la parte dispositiva de la sentencia debemos exceptuar la doctrina sobre la
incongruencia omisiva, en la que la correlación ha de existir además con el petitum, también con
la «causa petendi».
• En este sentido, cabe recordar que el tribunal, sin apartarse de la causa de pedir acudiendo a
fundamentos de hecho o de Derecho distintos de los que las partes hayan querido hacer valer,
resolverá conforme a las normas aplicables al caso, aunque no hayan sido acertadamente citadas o
alegadas por los litigantes. De ello se deduce que el tribunal aunque no está vinculado por las
alegaciones jurídicas o los argumentos jurídicos de las partes, pues, en la aplicación del Derecho, «iura
novit Curia», si lo está en las causas de pedir de la pretensión, entendiendo por tales motivos los hechos
jurídicamente relevantes para fundar la pretensión.
• Los vicios externos de las sentencias o Decretos del LAJ pueden y deben ser corregidos a través del
denominado «recurso de aclaración de sentencias o de Decretos».
• Si no prosperara dicha aclaración, que puede instarse por las partes o ser declarada de oficio por el
tribunal en el plazo de dos días contados a partir de su publicación, la parte gravada habrá de obtener
su subsanación mediante el ejercicio de los recursos, cuyos plazos empezarán a correr desde la
notificación de la resolución sobre la aclaración.
• No obstante, de dicha regla general hay que exceptuar los «errores materiales y aritméticos», los
cuales pueden ser corregidos, sin preclusión temporal alguna, en cualquier estadio del procedimiento.
Esto es, tanto en la instancia y con posterioridad al plazo de dos días, en la apelación, en la casación e
incluso en el proceso de ejecución de sentencias (TS).
• El recurrente tiene la carga procesal de ejecutar dicho recurso de aclaración para obtener la
subsanación de los defectos formales en los que haya podido incurrir la sentencia o Decreto. Si no lo
hace, corre el riesgo de ver precluida esta alegación ante los Tribunales Superiores, pues, al tratarse
de un vicio formal o «in procedendo», queda obligado a denunciar oportunamente la infracción y dicha
oportunidad procesal sucede mediante la utilización de este remedio de aclaración.
2. VICIOS INTERNOS
• Los vicios internos de la sentencia difícilmente pueden ser subsanados a través del recurso de
aclaración, principalmente ya que la revocación o modificación, tanto del fallo como de su motivación
fáctica y jurídica, es propia de los recursos, y porque subsiste el principio de la invariabilidad o
inmutabilidad de las sentencias que, conforme a la cual la vía de aclaración no puede utilizarse como
remedio de la falta de fundamentación de la que adolece la resolución judicial aclarada ni tampoco
corregir errores judiciales de calificación jurídica o subvertir las conclusiones probatorias previamente
mantenidas.
• De este modo, el TS declara que «El remedio de la aclaración de resoluciones judiciales no permite
alterar los elementos esenciales de las mismas, esto es, rectificar o modificar el sentido de su
motivación, sin infringir el art. 24.1 de la Constitución».
• Por ello, en principio, no se puede, a través del recurso de aclaración y como regla general,
modificar el fallo, con la sola excepción de las prestaciones accesorias y aquellas que han de ser
concedidas ex officio siempre y cuando se trate de un simple error u omisión involuntaria que quepa
inferir de la motivación de la sentencia.
• Así, pues, por la vía de la aclaración no se puede, ni modificar el «petitum», ni su «causa petendi»,
es decir, los hechos probados ni los Fundamentos Jurídicos que la fundamentan, sin perjuicio de
que pueda subsanarse la incongruencia omisiva, siempre que no cause indefensión, y adicionar o
modificar aquellos elementos de la sentencia que, sin afectar a su «ratio decidendi», no entrañen una
mutación del fallo.
• Se entiende por «cosa juzgada» el conjunto de efectos que produce la sentencia firme y resoluciones
equivalentes sobre el objeto procesal, tanto positivos (ejecutoriedad y efectos prejudiciales), como
negativos (imposibilidad de volver a interponer la misma pretensión entre las mismas partes o sus
sucesores). Genéricamente se entiende por cosa juzgada la totalidad de los efectos que ocasiona
una sentencia. Así, se distingue entre la cosa juzgada «formal» y la cosa juzgada «material»:
• COSA JUZGADA FORMAL. Una sentencia ostenta cosa juzgada formal cuando adquiere «firmeza».
Son resoluciones firmes aquéllas:
o Contra las que no cabe recurso alguno (ya sean ordinarios o extraordinario de casación, a
excepción hecha del llamado recurso de aclaración)
o También se obtiene la firmeza, aunque el precepto no lo diga, cuando, habiéndose ejercitado tales
recursos, se haya confirmado, total o parcialmente la sentencia impugnada.
Cuando, existiendo dicha posibilidad de impugnación, la parte gravada hubiera dejado transcurrir
el plazo legalmente previsto para su interposición y hubiere consentido su firmeza o, ejercitándolo,
no se personara ante el tribunal «ad quem» y se declarara desierto el recurso.
• COSA JUZGADA MATERIAL. es el estado jurídico de una cuestión sobre la que ha recaído la sentencia
firme (con autoridad de cosa juzgada formal), que tiene la eficacia de vincular al órgano jurisdiccional
en otro proceso. Esta eficacia puede ser:
▪ Negativa o excluyente, cuando se repite la misma cuestión en otro proceso y, en este nuevo
proceso no se entra en el fondo, por acogerse como excepción, la cosa juzgada.
▪ Positiva o prejudicial cuando dicha cuestión no es el objeto único del otro proceso, sino que
forma parte de este nuevo proceso. En este caso la nueva sentencia que recaiga no deberá
contradecir lo resuelto en la sentencia anterior.
• La cosa juzgada formal es un presupuesto de la cosa juzgada material, toda vez que sólo las
resoluciones judiciales firmes pasan en autoridad de cosa juzgada y gozan, por tanto, de todos sus
efectos materiales, tanto positivos como negativos, es decir, las resoluciones judiciales firmes se
convierten en inimpugnables, su fallo posee plena ejecutoriedad, sin que, una vez iniciada la ejecución,
pueda posteriormente el tribunal declararla inejecutable, e impiden volver a enjuiciar el mismo objeto
procesal.
• El fundamento esencial de la cosa juzgada hay que encontrarlo en el derecho a la tutela judicial efectiva,
que conlleva también el derecho a la ejecución de las Sentencias en sus propios términos
• Por otra parte, la cosa juzgada tiende a garantizar el principio constitucional de seguridad jurídica (art.
9.3 CE), en la medida en que una Sentencia firme ocasiona la aplicación definitiva e irrevocable del
Derecho a un determinado objeto procesal, sin que las partes, ni la sociedad, puedan volver a suscitar
el mismo litigio o conflicto.
2. RESOLUCIONES
• EFECTOS MATERIALES DE COSA JUZGADA. Las sentencias definitivas firmes gozan de la totalidad
de los efectos materiales de cosa juzgada. Ahora bien, no toda clase de sentencias gozan de la
totalidad de los efectos materiales de cosa juzgada, ya que las absolutorias en la instancia, al dejar
imprejuzgado el objeto procesal, no producen los efectos materiales. Sólo ocasionan dichos efectos
materiales las sentencias firmes y de fondo, que, por solucionar definitivamente el conflicto material
entre las partes, son las únicas a las que dicho art. 222.1 LEC.
• PLENITUD DE EFECTOS DE COSA JUZGADA. La plenitud de los efectos de cosa juzgada tan sólo se
logra mediante sentencia del mismo orden jurisdiccional. Las sentencias dictadas por órganos
jurisdiccionales pertenecientes a distintos órdenes jurisdiccionales tan sólo debieran producir los
efectos prejudiciales o reflejos, pues, tal y como afirma el TC «unos mismos hechos no pueden existir
y dejar de existir para los órganos del Estado». De la anterior regla general, tan sólo se exceptúan los
pronunciamientos civiles de condena contenidos en las sentencias penales, siempre y cuando:
B) RESOLUCIONES EQUIVALENTES
• Como resoluciones que, sin ser sentencias o carecer del calificativo de «definitivas» producen los
efectos de la cosa juzgada pueden mencionarse las siguientes:
• LOS LAUDOS ARBITRALES. El art. 43 de la Ley de Arbitraje establece que «el laudo firme produce
efectos de cosa juzgada y frente a él sólo cabrá solicitar la revisión conforme a lo establecido en la Ley
de Enjuiciamiento Civil para las sentencias firmes». Su ejecutoriedad la proclama el art. 517.2.2 LEC y
así lo confirma la jurisprudencia.
A) EJECUTORIEDAD
• Son títulos ejecutivos «las sentencias firmes, los laudos arbitrales y las resoluciones judiciales que
aprueben u homologuen transacciones judiciales o acuerdos logrados en el proceso» (art. 517.1.III), y,
en cuanto tales, permiten la apertura del proceso de ejecución a fin de realizar lo establecido en su
parte dispositiva y «hacer ejecutar lo juzgado» (art. 117.3 CE).
• Ahora bien, no todas las sentencias firmes y de fondo permite la apertura del proceso de ejecución,
sino sólo las de condena al cumplimiento de una determinada prestación, pues las declarativas y
las constitutivas no son susceptibles de ejecución (art. 521.1), sin perjuicio de la pertinente publicidad
e inscripción en los Registros que, con respecto a las constitutivas, pueda acordar el órgano
jurisdiccional, a fin de garantizar sus efectos «erga omnes».Este efecto colateral de publicidad también
se puede obtener en las sentencias de condena y de cesación en defensa de intereses colectivos y
difusos.
B) PREJUDICIALIDAD
• El efecto positivo por excelencia de la cosa juzgada material es el prejudicial. Conforme al efecto
prejudicial, «lo resuelto con fuerza de cosa juzgada en la sentencia firme que haya puesto fin a un
proceso vinculará al tribunal de un proceso posterior, cuando en éste aparezca como antecedente
lógico de lo que sea su objeto, siempre que los litigantes de ambos procesos sean los mismos o la cosa
juzgada se extienda a ellos por disposición legal» (art. 222.4).
• El fallo vincula a todos los tribunales, cualesquiera que sean los órdenes jurisdiccionales a los que
pertenezcan y así lo confirma la jurisprudencia.
• Junto al fallo, también producen tales efectos prejudiciales las declaraciones jurídicas sobre hechos
que se erigen en la «causa petendi» de la pretensión o «ratio dedicendi» del fallo, siempre y cuando
tales declaraciones jurídicas sean idénticas, idénticas sean las partes de un proceso ulterior y dicha
declaración se erija en una auténtica cuestión prejudicial de la sentencia en el segundo proceso
(«vinculará al tribunal de un proceso posterior cuando en éste aparezca como antecedente lógico de
lo que sea su objeto…»).
• Precisamente para prevenir los efectos prejudiciales de la cosa juzgada surgió la doctrina del TS sobre
litispendencia "impropia" que, hoy, carece de virtualidad ante la nueva regulación de las cuestiones
prejudiciales civiles u homogéneas.
• A diferencia de los efectos negativos de la cosa juzgada, que, como regla general, no los
producen los procesos sumarios (art. 447.2-4), todas las sentencias, incluso las dictadas en los
procesos sumarios, producen sus efectos prejudiciales. En este sentido, el TS ha afirmado que, aun
cuando las Sentencias recaídas en los procesos sumarios «interdictales» o de recuperar la posesión no
produzcan efectos de cosa juzgada, sí que ocasionan los prejudiciales relativos a la declaración de la
existencia de un contrato de arrendamiento en dicho proceso sumario con respecto a otro declarativo
posterior. Y es que es doctrina pacífica del TC la de que «unos mismos hechos no pueden existir y dejar
de existir para los órganos del Estado», y ello con independencia de que la sentencia haya sido dictada
en un proceso sumario, especial u ordinario.
• Junto a los efectos positivos, también las sentencias firmes y de fondo producen los efectos negativos
o excluyentes, a los que se refiere el art. 222.1, según el cual «la cosa juzgada de las sentencias firmes,
sean estimatorias o desestimatorias, excluirá, conforme a la ley, un ulterior proceso cuyo objeto sea idéntico
al del proceso en que aquélla se produjo».
• Una sentencia, con efectos de cosa juzgada, ocasiona el efecto material consistente en que no se pueda
volver a plantear el mismo objeto procesal en ningún proceso posterior.
A) IDENTIDAD SUBJETIVA
• Para que se produzca este efecto negativo o excluyente, conforme al cual las partes de un proceso no
pueden suscitar otro con el mismo objeto procesal, es necesario, en primer lugar, que exista una
identidad entre ellas, por lo que no puede el demandante interponer en un proceso ulterior y contra
el mismo demandado, la misma pretensión, sobre la que ha recaído una sentencia con fuerza de cosa
juzgada.
• De lo dicho se infiere que el fundamento de esta identidad reside en los derechos fundamentales a la
tutela y de defensa, ya que no se puede extender los efectos de una sentencia a quienes ni siquiera
han sido oídos en el proceso del que aquella trae causa.
• Por «parte» aquí no cabe entender exclusivamente a las partes formales, sino también a las
materiales, lo que incluye a los litisconsortes necesarios y cuasinecesarios.
• El precepto también extiende los efectos subjetivos de la cosa juzgada a los consumidores en las
acciones en defensa de los intereses colectivos y difusos que también participan, por disposición legal,
de una misma comunidad de suerte, así como a a los sucesores procesales de las partes formales, los
cuales tampoco pueden ser demandados en un segundo proceso.
B) IDENTIDAD OBJETIVA
• El tenor literal del derogado art. 1.221 del Código Civil proclamaba la exigibilidad de la «identidad de
las cosas», así como el de la propia jurisprudencia, que, dentro de la doctrina sobre la triple identidad
de la cosa juzgada, incluía este concepto. Sin embargo, y con razón, el art. 222.3 LEC lo ignora, pues un
mismo bien litigioso u objeto mediato de
• la pretensión es susceptible de múltiples relaciones jurídicas (así, un inmueble puede ser objeto de
reivindicación de su propiedad o de la constitución, modificación o extinción de sus derechos reales)
que, si son afirmadas por una sentencia, generan cada una de ellas los efectos de la cosa juzgada, por
lo que, como regla general, más que, de identidad de las cosas, hay que reclamar la identidad de las
peticiones y de causas de pedir sobre dichas cosas.
• No obstante, si el objeto de un segundo proceso se circunscribiera a la determinación, características
de la cosa mueble o superficie del inmueble, que hayan sido delimitados en un proceso anterior, habrá
de comprobarse la identidad de la cosa o, si se excluye una partida de una tasación de costas, tampoco
hay identidad objetiva.
• El art. 222.2 LEC también exige la identidad de pretensiones, al establecer que «la cosa juzgada alcanza
a las pretensiones de la demanda y de la reconvención. Por pretensión hay que entender sus
elementos materiales, que son, de un lado, la petición u objeto inmediato y, de otro, su causa de pedir.
a) Petitum
b) Causa de pedir
• Es decir, como señala el TS, «la identidad de causa de pedir concurre en aquellos supuestos en que se
produce una perfecta igualdad en las circunstancias determinantes del derecho reclamado y de su
exigibilidad, que sirven de fundamento y apoyo a la nueva acción» (a la nueva pretensión). Así, por
ejemplo no existe identidad de causa de pedir entre la interposición de una pretensión de resolución
de un contrato y otra posterior de condena a indemnización por enriquecimiento injusto.
• Por tanto, los límites objetivos de la cosa juzgada se delimitan, de un lado, por las peticiones y, de otro,
por los hechos constitutivos de los títulos jurídicos que las fundamentan.
• El actor tiene la obligación de reflejar con exhaustividad en su escrito de demanda la totalidad de las
causas de pedir o títulos jurídicos que fundan su pretensión, todo ello con la sanción procesal de
preclusión de su alegación futura, establecida por el art. 400 LEC.
• Por este motivo a efectos de litispendencia y de cosa juzgada, se considerarán hechos nuevos y
distintos, en relación con el fundamento de las referidas pretensiones, los posteriores a la completa
preclusión de los actos de alegación en el proceso en que aquéllas se formularen.
• No obstante, a los efectos materiales de la cosa juzgada, no sólo se extienden a los hechos o títulos
jurídicos expresamente alegados en el escrito de demanda y resueltos en la Sentencia del primer
proceso, sino también a todos aquellos que, siendo anteriores y perfectamente conocidos por el
demandante, pudieron y debieron ser afirmados en la demanda.
• Por ello, el art. 400.2 extiende los efectos excluyentes de la cosa juzgada a los hechos y títulos
jurídicos viejos, que pudieron ser afirmados en la demanda del primer proceso, pero no a los
posteriores, aunque surjan una vez finalizados los actos de alegación de ese primer proceso.
• Actualmente, la doctrina aplicable en este caso es la de que la cosa juzgada se extiende incluso a
cuestiones no juzgadas, en cuanto no deducidas expresamente en el proceso, pero que resultan
cubiertas igualmente por la cosa juzgada impidiendo su reproducción en ulterior proceso.
• No obstante, de esta regla general, el art. 400.2 excluye con razón los «nova reperta» o, lo que es lo
mismo, los hechos posteriores o desconocidos en el momento preclusivo de aportación de
documentos que pudieran fundar una nueva causa de pedir, ya que, en tal supuesto, en realidad, nos
encontramos ante una nueva pretensión.
• A diferencia de los efectos prejudiciales, las sentencias dictadas en los procesos sumarios no
producen los efectos materiales de la cosa juzgada tal y como estableces el art. 447 LEC. Ello es
debido a que los procesos sumarios poseen una cognición limitada (un conocimiento limitado) a
determinados aspectos de la relación jurídico material debatida, los efectos materiales de la cosa
juzgada se ciñen a tales aspectos de dicha relación, sin que se extiendan a la totalidad de la relación
jurídico material.
• Por esta razón, y aunque la regla general siga siendo la de que las sentencias dictadas en los procesos
sumarios no ocasionan los efectos materiales de la cosa juzgada, se hace necesario someter a
contraste el objeto procesal examinado en la sentencia del proceso sumario y el deducido en el escrito
de demanda del segundo proceso, en orden a comprobar su identidad, pues, si el objeto fuera el
mismo, habrá de prosperar la excepción de cosa juzgada y no, en el supuesto contrario. De este modo:
▪ Si por las razones que fuera, se hubiera examinado, en el proceso sumario, en toda su plenitud, la
relación jurídico material, existirá cosa juzgada en el declarativo ulterior. 0
▪ También sucederán tales efectos si ambos objetos litigiosos (el del proceso sumario y el del
declarativo) fueran idénticos.
▪ La cosa juzgada se extiende, no sólo a las excepciones planteadas en el juicio ejecutivo, sino también
a todas las que pudieron y debieron plantearse o, como afirma el TS, «a todas las cuestiones con
posibilidad de planteamiento en el juicio ejecutivo, con independencia de que hayan sido o no
suscitadas».
• Además de las sentencias recaídas en los procesos sumarios, el art. 447.4 LEC también niega los
referidos efectos materiales «a las que, en casos determinados, las leyes nieguen esos efectos», lo que
sucede en las sentencias declarativas de partición judicial de herencia, y, en general, ante todos los
actos de la jurisdicción voluntaria.
• El tratamiento procesal de la cosa juzgada es distinto, según se trate de los efectos positivos o
prejudiciales, de los efectos negativos o excluyentes:
▪ Efectos positivos o prejudiciales: Una vez constatada la prejudicialidad de una sentencia con
respecto al objeto procesal de un segundo proceso, el art. 421.1.II dispone que no por esta causa se
sobreseerá el proceso, debiendo dicha primera sentencia ser tomada en consideración por el
tribunal, a través del régimen de las cuestiones prejudiciales (arts. 40-43) a la hora de citar la
sentencia en el segundo proceso.
▪ Efectos materiales negativos o excluyentes: La existencia de cosa juzgada puede ser denunciada
por el demandado en su escrito de contestación a la demanda y dilucidada en la comparecencia
previa o ser examinada «de oficio» por el propio tribunal en la mencionada audiencia preliminar.
• Por lo demás, la litispendencia participa de la misma naturaleza que la cosa juzgada. Por ello nos
remitimos al tratamiento de aquel presupuesto procesal que aquí reputamos también enteramente
aplicable.