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Infinitesimal / Deje de ser estúpido

Juan Cristóbal Pérez Paredes

Hay dos instancias en las que el ser humano exhibe de manera particularmente
enfática su natural propensión a la estulticia: el graderío del aficionado, por ejemplo de un
estadio de futbol, y las redes sociales.

Existe cierto youtuber que se hace llamar AuronPlay y que a la fecha cuenta con 18
millones de seguidores. Por alguna razón que ya no recuerdo, observé un video suyo y al
poco tiempo ya reía como un loco, no tanto por la gracia del muchacho, que la tiene, sino
por el hecho tragicómico que refería.

Y es que, al parecer, su rostro protagoniza una ingente cantidad de memes en los


que lo ponen como asesino de niños, terrorista de Al-Qaeda y piromaniaco megalómano (le
imputaron los incendios de la catedral de Notre Dame y la selva amazónica).

La parte cómica del video reside en que, en efecto, los memes son bromas fuera de
tono, a ojos vistas de mal gusto, aunque hilarantes, sobre todo si se es afecto al humor
negro.

La parte trágica es que a pesar de que esos memes son evidentemente bulos
cantados, es decir, noticias falsas con talante de verdaderas cuyo propósito es zaherir el
buen nombre de alguna persona o institución, hay, no obstante, gente que los cree a pie
juntillas y consecuentemente pone el grito en el cielo.

Toman al joven por consumado delincuente y le prodigan toda clase de horrores,


calamidades y excomuniones: unos imploran que arda para siempre en el infierno, otros
piden que alguien haga un favor a la humanidad y le sorraje un balazo en la frente, otros
tantos se limitan a mentar madres y padres en los modos y tonos más variopintos.

El meme específico sobre el incendio de la catedral de Notre Dame decía: "Se busca
al Terrorista identificado como Ra's al Ghul alias 'Abduzcan', por estar coludido con el
ataque terrorista a la catedral de Notre Dame en Paris Francia; ya las victimas de este
atentado suman 52 muertos y 35 lesionados. Se pide su colaboración para detener a este
asesino de Al-Qaeda, por favor difundir" (sic). Complementa el meme una foto adjunta del
youtuber.

Nota: sic proviene de la frase sic erat scriptum, que significa "así fue escrito".

En su comentario, AuronPlay se muestra atónito, y con razón. No puede creer que


haya personas que tragaron el anzuelo y respondan al bulo como si fuera una noticia veraz.
Por si fuera poco, lamentan los decesos y demandan la intervención divina para que los
lesionados salgan avante del infausto acontecimiento.

Un libro que casi no tiene desperdicio, aunque, la verdad sea dicha, el autor sí llega a
incurrir en una que otra estupidez, y de las serias, circunstancia que, por lo demás, el
propio autor reconoce en el prólogo, fue el que Piergiorgio Odifreddi tituló Diccionario de
la estupidez humana. En las primeras páginas figura esta reflexión: "Y es justamente la
insobornable certeza de que los estúpidos son siempre los demás lo que nos permite
convivir tan bien con nuestra propia estupidez”. Imposible decirlo mejor.

En otra obra sobre el tema, De la estupidez a la locura, Umberto Eco cuenta que un
profesor fue increpado por un estudiante taimado, que le preguntó: "Perdone, pero en la
época de internet, ¿usted para qué sirve?”.

El sentido de la pregunta es claro, aparentemente: si todo el conocimiento está en


internet, los profesores son inútiles. Dejando de lado que no todos tienen acceso a internet,
situaciones como la descrita arriba tornan más urgente que nunca la tarea de los
profesores, que es la de proporcionar a los estudiantes criterios para distinguir la verdad
de la mentira, o morir en el intento.

Argumento ad verecundiam es una falacia que supone que un argumento es verdadero


únicamente porque quien lo formula presume autoridad, lo que vendría a explicar la
flolklórica idea de que si está en internet debe ser verdadero, lo mismo que si se encuentra
en las páginas de un libro o una revista.

El imbécil lo mezcla y confunde todo, la persona inteligente establece necesarias


distinciones que aprende a hacer en las aulas, con sus profesores, o en la calle, si tiene la
fortuna de contar entre sus amigos a gente de preclaro y sagaz ingenio, pues también
sucede, y con frecuencia, que el imbécil lo es porque sus profesores también lo fueron.

En este país, por desgracia, caer en la trampa de los bulos es cosa de todos los días.
Apenas recibimos la noticia, abrimos la boca o aprestamos las manos para decir y escribir
cualquier sarta de estupideces.

No meditamos la noticia, no investigamos su origen y la seriedad de la fuente. Es


increíble que muchos lectores del bulo sobre el incendio de Notre Dame fueran incapaces
de notar las faltas ortográficas del texto y el carácter hiperbólico del mensaje.

En una sociedad embrutecida por la indiferencia de los gobiernos y la desidia de los


propios ciudadanos, el rumor es ley y el bulo, verdad absoluta. La difamación es el pan
nuestro de cada día, porque jueces somos todos aunque carezcamos de los pormenores más
elementales de aquello que nos atrevemos a jugar.
El griego antiguo estimaba en alto grado lo relativo a la honorabilidad, la propia y la
de sus vecinos. Hablar mal de alguien o que otros hablaran mal de uno, no solía ser asunto
banal, tomando en cuenta que aquello podía concluir en los tribunales.

Actualmente no es así. Convertimos el refrán "ande yo caliente, y ríase la gente", en


la divisa de nuestra conducta descarada y procaz: de esta forma justificamos nuestras
estupideces para denostar las estupideces de los demás, incluso si no incurrieron en
ninguna y nosotros sí lo hicimos.

Por eso en boca cerrada no entran moscas. En todo caso, aténgase al dictum de Mark
Twain: "Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar la duda".

Circula en internet, donde no todo es basura, un opúsculo llamado Memes: inteligencia


idiota, política y folklore digital de Jaron Rowan, que recomiendo como una buena guía para
transitar con donaire por el espacio de la memeosfera. Búsquelo, lector, y hojéelo. Nadie,
con un libro entre las manos, puede ser, a priori, un estúpido sin remedio.

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