Sie sind auf Seite 1von 4

Colección Regiones de México

Sociedad y Costumbres
Lecturas históricas de Guadalajara II

José María Muriá y Jaime Olveda


Compiladores

{'Y'
'" ..,,5
------Q
....,. ft
,
"" Y.~' LIS <:
'¡-:-ELCOLEGIODEQ
Bihliotooa

Programa de Estudios Jaliscienses

Instituto Nacional de Antropología e Historia


Gobierno del Estado de Jalisco
Universidad de Guadalajara
Los léperos

Jaime Olveda*

La consumación de la Independencia obtenida mediante el


acuerdo de las clases altas, permitió a éstas imponer un
proyecto de desarrollo que sólo beneficiaba a ellas, de tal
forma que el problema de la desigualdad social planteado
desde el inicio de la guerra independentista, quedó sin re~
solverse. Hacia 1821, cuando el optimismo criollo rebasaba
los límites de la realidad, el grupo dominante fue advertido
que de los siete millones de mexicanos que entonces había en
el país, dos estaban desocupados y vivían en situaciones muy
precanas.
Como las ramas de la economía habían sido destruidas en
su mayor parte por la guerra de Independencia, los nuevos
dominadores-criollos terratenientes- no pudieron incorporar
a la producción a esa abundante fuerza de trabajo debido a la
falta de capital. Por otro lado, al aplicarse el arancel provi-
sional de 1821 que abrió los puertos mexicanos a todos los
artículos extranjeros, muchos de los talleres artesanales de
Puebla y Guadalajara cerraron sus puertas al no poder com-
petir con las mercancías traídas del otro lado del mar. La
clausura de estas fuentes de trabajo aumentó el número de
desocupados.
Por lo que respecta al campo, la sociedad rural no estaba
bien constituida; una parte había sido expulsada de su tierra y
permanecía al margen de los proyectos de desarrollo diseñados
por ,el grupo triunfador. El despojo de terrenos, la explo-

·El infornwdor, Guadalajara, 8 de febrero de 1981.

165
tación, la marginación y las mínimas posibilidades que la ...mientras sus amables esposas y sus hijas se hallaban negligentemente
sentadas ante los evangelistas o escribientes públicos, quienes con sus
nueva estructura ofrecía al grueso de la población, produjeron
anteojos sobre la nariz, les escriben fríamente aquello que ellas les dictan,
dos situaciones muy especiales: la disociación del productor o las cartas de condolencia para adoradores desgraciados que por sus
de sus medios de trabajo y la incorporación de estos hombres malas artes ;1311 tenido que ser puestos en la cárcel del lugar, a pesar de
sin tierra al bandolerismo y al crimen. El ingreso a estas la benignidad de los. tribunales de Guadalajara.
actividades ilícitas pueden apreciarse como una forma de
emanciparse del sistema de explotación impuesto por quienes Las familias que acudían a este sitio no podían permanecer
consumaron la Independencia, cuya estructura no variaba de más allá de las nueve de la noche porque entonces corrían el
la colonial ni en forma ni en magnitud. riesgo de ser despojadas de sus pertenencias. A partir de,esta
Desde los primeros años independientes las ciudades más hora todo era confusión: los léperos, la poliCÍa,el silencio y
importantes, entre ellas Guadalajara, empezaron a albergar a la obscuridad integraban un todo amenazante.
los campesinos despojados de sus tierras que se negaron a in- Las tiendas distribuidoras de ropa y artículos europeos ubi-
corporarse de nuevo al sistema de explotación. Sin embargo, cadas en los portales de Guadalajara, careCÍan de aparadores
éstos no quedaron como fuerza de trabajo libre, ni tampoco vistosos para no incitar a los ladrones y cerraban al anochecer
encontraron alternativas en los centros urbanos por el estan- para mayor seguridad. Hasta las nueve de la noche sólo se
camiento en que se hallaba la industria. Al mezclarse con mantenían abiertas las cantinas y las tiendas de comestibles.
artesanos derrotados por la competencia y con pequeños Salir de noche equivalía a correr el riesgo de cuando menos
comerciantes arruinados por las alcabalas, conformaron una ser asaltado, sin que la víctima pudiera identificar a su agresor
turba ocÍosa y agresiva que en poco tiempo logró cambiar el porque únicamente se contaba con la luz de la luna. El
aspecto tranquilo de las ciudades, por otro turbulento y ayuntamiento de Guadalajara por la estrechez de su presu-
violento donde imperaba el crimen y el robo. puesto sólo venía proporcionando el servicio de alumbrado
Estos desocupados conocidos como los léperos, a diferen- en las noches en que no había luna. Por otra parte, la ilu-
cia de los bandidos, no constituían un conjunto organizado, . minación no significaba ninguna garantía porque la patrulla
sino más bien un grupo difuso. A los viajeros extranjeros les que haCÍa la ronda nocturna para dar seguridad a la ciu-
llamó mucho la atención la habilidad que tenían para ex- dadanía, estaba integrada por delincuentes y permaneCÍa
torsionar a quien se dejara. Un turista francés que estuvo en confabulada con los ladrones para obtener una parte del
Guadalajara a mediados del siglo XIX, observó que eran: botín.
En otras ciudades la criminalidad había cobrado otras ma-
...célebres entre sus semejantes por su turbulencia, por la corrupción y la nifestaciones. Por ejemplo, en 1842se generalizó en la capital
energía con que se entregan al vicio ... Fanáticos hasta el esceptismo, no de la República un nuevo delito: arrojar con una jeringa ácido
se inclinan sino ante el cura, cuyo ministerio, por otra parte, se reduce a sulfúrico al vestido del transeúnte y prenderle fuego, para
mantenerlos mediante la limosna, en la perezas la miseria; de modo que
los pelados -léperos- resultan amotinadores de primer orden en manos
luego despojarlo de los valores que portaba. La práctica se
del partido clerical, y a ello se debe que Guadalajara sea la Comandancia hizo tan común, que se dio un decreto prohibiendo la venta
Militar más importante de México. del ácido.
Ahora bien, como cada pronunciamiento militar favoreCÍa
En Guadalajara, los léperos se concentraban de preferen- la evasión de presos, quedando éstos fuera del alcance de la
cia en los portales, o sea, en la zona comercial más importante, justicia, el número de criminales aumentaba a medida que
en espera de un incauto que les proporcionara el alimento del transcurría el tiempo. Las calles oscuras de la ciudad fue el
día: sitio preferido por estos delincuentes. Cada día, al amanecer,

166 167
la policía recogía varios heridos, víctimas de riñas callejeras o
de asaltos perpetrados durante la noche.
La tendencia cada vez mayor de estos grupos marginados
hacia el crimen preocupó profundamente al gobierno y a
los propietarios, porque el robo y los asesinatos se cometían
con admirable frialdad, en especial los días de fiesta religiosos.
Por entonces, como lo hacía notar el periódico El Republi-
cano Jalisciense del 3 de octubre de 1848, asombraba ver:

...Ia porción de hombres que en medio de una plaza a presencia de las


autoridades juegan albures; unos en el suelo, vendiendo sus sombreros,
camisas, etc., y otros en mesas que lucen grandes carpetas coloradas con
sus correspondientes divisiones para las apuestas, todo a vista y paciencia
de las autoridades; siendo lo más común ver los jueces con todo y sus
patrullas aprocsimarse a las mesas esperando ver quien gana, y muchas
veces apuntándose con la pensión que cobran por la licencia de la partida.

Ec;tos jugadores de cartas y los ebrios consuetudinarios


llamaron la atención de propios y extraños. A estos últimos se
les encontraba tirados en las calles a cualquier hora del día.
A mediados del siglo no sólo se había perdido la confianza
en las instituciones, en los gobernantes y en el sistema en
general; sectores cada vez más amplios de la población con-
sideraban que la sociedad mexicana había llegado al extremo
de la inmoralidad. La violación frecuente de las leyes que
regulaban las relaciones de los hombres entre sí, promovía
este desaliento.
El crimen, el bandolerismo y la relajación de las costumbres
encontraron un campo propicio para desarrollarse dentro del
esquema económico implantado por el grupo que hizo posible
la independencia política, cuyas contradicciones generaron
un periodo de desorden y anarquía. En 1849, el periódico
oficial de Jalisco sostuvo que las medidas represivas utilizadas
por el gobierno sólo inmovilizaban al criminal, pero no ce-
gaban la fuente del crimen.

168

Das könnte Ihnen auch gefallen