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Oruro – Bolivia

ESTUDIANTE: Zulema Flores Huanca


CARRERA: Ing. Gas y petróleo
FECHA DE ENTREGA: 29-05-2019
Un tsunami (también conocido como maremoto) es una serie de olas poderosas que
se generan en un cuerpo de agua con gran volumen (un océano o mar), ya sea por
la ocurrencia de un terremoto, un deslizamiento submarino, una erupción volcánica
o por el impacto de un meteorito.

Foto de tsunami entrando al aeropuerto de Sendai en Japón después del


terremoto de magnitud 9.0 ocurrido en el 2011. El volumen de agua que arrastra
un tsunami es inmenso, capaz de destruir la estructura e infraestructura de la
costa (foto de AP).

Estas olas no tienen la forma de las olas típicas como las que observas en la playa.
Más bien son una serie de subidas y bajadas del nivel del mar con gran extensión
(sobre 1,000 km-620 millas), y entre las crestas de las olas pueden pasar de 5
minutos hasta 1 hora, puesto que la distancia entre la cresta de una ola y la próxima
pueden ser sobre 400 millas. La fuerza, peso y volumen de agua que trae un tsunami
es enorme, prácticamente el cuerpo de agua se desparrama sobre la costa.
Cada metro cúbico (3.3 pies cúbicos) de agua pesa 1 tonelada (2, 204 libras).
Imagina la fuerza de más de 2,000 libras sobre una persona o estructura, y ese
volumen de agua moviéndose de 30-50 mph. El agua prácticamente se convierte
en un sólido, impactando y destruyendo lo que encuentre a su paso.

El tren de olas que se genera por un tsunami tiene diferentes alturas, y la ola inicial
no necesariamente es la más alta. Las alturas de las olas de un tsunami pueden
variar desde 3 metros (10 pies) hasta 30 metros (100 pies).

A pesar de que el impacto inmediato de un tsunami es hacia la costa adyacente


donde ocurrió el hundimiento o levantamiento de la corteza del océano, la energía
del tsunami se expande al resto del mar u océano (imagen de NOAA).

La palabra tsunami proviene del japonés y significa ola en puerto u ola escondida.
Estas olas se propagan rápidamente. Pueden viajar a una velocidad de
aproximadamente 800 km/h (500 mph) en aguas profundas, ¡tan rápido como un
avión! y pueden viajar de un lado a otro en un día el Pacífico o el Atlántico. A medida
que las olas se acercan a la costa, disminuyen su velocidad y la distancia entre
ellas, lo cual ocasiona que aumenten su altura.
El mayor riesgo a un tsunami por lo general es para las zonas ubicadas hasta los
30 metros (90 pies) de altura sobre el nivel del mar y a menos de 3 km (2 millas) de
distancia de la costa.
Tsunami artístico y un tsunami real, ocurrido en Japón en el 2011 por el terremoto
magnitud 9.0. El tsunami embiste y arrasa la costa por partida doble: cuando entra
en tierra como cuando regresa de nuevo al mar. De hecho, la ola de regreso
puede ser tan devastadora como la ola de entrada, ya que cuando la masa de
agua fluye de vuelta al mar arrastra escombros que aumentan su fuerza de
empuje (imagen de publispain.com, foto de Associated Press).

En los últimos años hemos oído hablar de tsunamis en los medios de comunicación,
especialmente después de lo sucedido en el océano Índico en 2004 y más
recientemente en Japón en 2011 con el tsunami que además causó el accidente en
la central nuclear de Fukushima. En líneas generales sabemos que los tsunamis
son producidos por terremotos en el mar. Pero, ¿cómo? También sabemos que son
peligrosos sólo cuando se acercan a la costa: ¿por qué en mar abierto son
inofensivos? Y, ¿qué les sucede cerca de la costa para que se vuelvan tan
destructivos? En este artículo responderemos a estas cuestiones.

Así se forman los tsunamis


Un tsunami es una onda (ola) que se propaga en el mar y que es originada por un
terremoto submarino, un corrimiento de tierras, una erupción volcánica o la caída
de un meteorito. Como la primera causa es la más frecuente nos vamos a centrar
en ella. La gran mayoría de terremotos se producen en fallas. Estas son fracturas
en la corteza terrestre que acumulan tensión, la cual es liberada en el terremoto:
algo así como si estiramos un elástico hasta que se nos escapa.

Lo que sucede es que las dos porciones de corteza terrestre separadas por la falla
se deslizan una respecto a otra. Ese deslizamiento puede ser completamente
vertical, lo que supone literalmente la caída de uno de los lados de la falla,
totalmente horizontal o algo intermedio. La clave para que un terremoto submarino
origine un tsunami es que el movimiento tenga una componente vertical; si es
totalmente horizontal no se producirá. El movimiento de la falla es tan rápido que el
“escalón” que se produce en el fondo oceánico se refleja instantáneamente en la
superficie del mar, que se deforma exactamente igual que el fondo. Todos sabemos
que un “escalón” en el agua no es estable, la superficie tiende a recuperar la
horizontalidad. El agua más alta desciende y viceversa, lo que da origen a una serie
de ondas que se propagan en todas direcciones desde el lugar del terremoto: el
tsunami.
¿Cómo se propaga un tsunami?
Una característica de los tsunamis es que su longitud de onda, es decir, la
distancia entre dos olas consecutivas, cuando se generan es típicamente de unos
10 a 100 km. Esto supone una profundidad mucho mayor que la del mar, por lo
que se consideran “ondas largas”. Como la altura de la ola es de unos pocos
metros, la pendiente de la misma es inapreciable - unos pocos metros de desnivel
en decenas de km-, siendo el tsunami totalmente inofensivo. Eso sí, una
propiedad de las ondas largas es que la velocidad de propagación crece como la
raíz cuadrada de la profundidad, sólo dependiendo de ésta. Por ejemplo, si la
profundidad es 4 km la ola se mueve a 700 km/h, la misma velocidad que alcanza
un avión a reacción. En resumen: el tsunami es inofensivo pero se mueve a gran
velocidad, cruzando un océano en unas pocas horas.

Cuando llegan a la costa...


Cuando el tsunami se acerca a la costa su velocidad disminuye según lo dicho
arriba, pues la profundidad decrece. Si por ejemplo la profundidad baja a 30
metros, la velocidad de la ola será de sólo 60 km/h. Por conservación de la
energía, si la velocidad de la ola disminuye, su altura aumenta. También nos
podemos imaginar que el agua se acumula al frenarse, creciendo la altura de la
ola. La longitud de onda también disminuye, con lo que la pendiente de la ola -más
altura en menos distancia- crece amenazadoramente. La ola puede romper si la
pendiente supera un límite. Si la costa tiene una pendiente muy suave el tsunami
se manifiesta como una “marea rápida”, en la que el nivel del mar sube muy
rápidamente: menos de 10 minutos. En ocasiones, si la pendiente de la ola es muy
grande, el tsunami se comporta como una “pared de agua” que avanza formando
un ángulo de unos 45º con el suelo. Es el caso más destructivo pero menos
frecuente.
Simulando los tsunamis del pasado
Finalmente queda comentar que los tsunamis pueden simularse en un
ordenador resolviendo numéricamente las ecuaciones que describen la dinámica
de fluidos. En nuestro grupo hemos realizado simulaciones para estudiar si un
tsunami pudo destruir la ciudad de Tartesos, en las actuales marismas del
Guadalquivir, o si otro pudo ser el responsable de la “apertura de las aguas” y
destrucción del ejército egipcio en el episodio del éxodo. Las respuestas,
publicadas en la revistas científicas Journal of Marine Systems y Marine Science
and Engineering, fueron ambas negativas.

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