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El hombre es un animal debido a su estructura. Pero gracias a su sistema nervioso es el animal más
alto en la escala y por lo tanto un ser humano. La mano del hombre difiere muy poco de la del mono
–en la posición y movimiento del pulgar- pero su sistema nervioso le permite usar los músculos y
huesos de la mano para hacer todo aquello que un simio antropoide no puede: los movimientos
manipulativos y finos específicos del ser humano tales como escribir, ejecutar un instrumento musical,
contar billetes, reparar un reloj, o enfocar un microscopio.
Movimiento
La mejor pauta con la que contamos para ver la actividad del sistema nervioso humano es el mov-
imiento. Los temblores, parálisis, ataxias, dificultad del habla y control muscular pobre indican daño o
desarreglo en las funciones de la corteza cerebral u otras zonas del sistema nervioso. El movimiento o
la ausencia del mismo muestran el estado del sistema nervioso, lo heredado y su grado de desarrollo.
El movimiento tiene lugar sólo cuando el sistema nervioso envía los impulsos que contraen los múscu-
los necesarios en los sistemas y secuencias correctas.
Al nacer, más que llorar o contraer los flexores en movimientos indiferenciados es poco el movimiento
voluntario que podemos realizar. Con la experiencia aprendemos a rolar, gatear, sentarnos, caminar,
hablar, correr, saltar, balancearnos, rotar, o cualquier otro movimiento que somos capaces al llegar a
adultos.
Nuestra conciencia se ajusta gradualmente a nuestro medio ambiente. Los primeros contactos con el
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afuera son a través de la piel y la boca. Más tarde aprendemos a usar partes de nuestro cuerpo por
separado y a regularlas gracias a que las podemos ver. La mayor dificultad esta en la diferenciación de
los movimientos. De esta manera el cuarto dedo permanecerá torpe a no ser que toquemos un instru-
mento musical o que hagamos especial hincapié en aprender a moverlo a voluntad. Sin embargo, por
lo general, logramos llevar esta respuesta del todo –o- nada de la contracción muscular primitiva a una
actividad voluntaria más o menos perfectamente diferenciada. Normalmente llegamos a esto natural-
mente, es decir, sin ser concientes del proceso involucrado, o del estado o grado de perfección
obtenido en nuestro entrenamiento. La mayoría de nosotros llega con suerte a una feliz mediocridad, lo
justo para convertirnos en uno más del montón.
El Método Feldenkrais
Mi técnica que consiste en lograr una mayor maduración de nuestro sistema nervioso utiliza la relación
reversible existente entre nuestra musculatura y el sistema nervioso. Ambos han evolucionado en un
campo gravitacional que establece las pautas para el desarrollo y aprendizaje de cada individuo y
también de la evolución de la especie en su totalidad.
El desarrollo extraordinario de los lóbulos frontales en el hombre demuestra que el funcionamiento de
los mismos es un progreso evolutivo y ayuda a la supervivencia del más apto. Este desarrollo del
cerebro humano se transforma en efectiva a través de su crecimiento a partir de su nacimiento y es
dirigido y moldeado a partir de la experiencia personal.
Oportunidad y Vulnerabilidad
Como resultado, el hombre posee no solo la extraordinaria oportunidad –que le es dada a ningún otro
animal- de modelar su cuerpo a partir de respuestas aprendidas sino también la especial vulnerabilidad
de que esto le salga mal, -cosa poco frecuente en los animales ya que sus respuestas a los estímulos
están conectados a su sistema nervioso en patrones de acción instintiva.
Lo que resulta aún más irritante, es que poseemos pocas posibilidades de darnos cuenta dónde
hicimos algo mal. Debido a que somos al mismo tiempo aprendices y los jueces de nuestro propio
aprendizaje, nuestro juicio dependerá y se verá limitado a nuestros logros en el aprendizaje.
Evidentemente para mejorar debemos reforzar nuestro buen juicio. Pero este juicio es al mismo tiempo
el resultado de un aprendizaje ya completado.
Aumento de Sensibilidad
Para romper este círculo vicioso debemos utilizar la cualidad básica de la zona supralímbica de nuestro
cerebro que es capaz de sentir y abstraer y en ocasiones expresar en palabras lo que sucede en
nuestro cuerpo. Al reducir los estímulos al mínimo, reducimos igualmente cualquier cambio en nuestra
sistema y sentido muscular e incrementamos así nuestra sensibilidad al máximo pudiendo distinguir los
más mínimos detalles que antes nos pasaban desapercibidos. Nos volvemos como personas que han
recuperado su capacidad de ver en color y no sólo en blanco y negro.
Una vez mejorada la habilidad de diferenciar, se pueden sentir mejor los detalles del medio ambiente de
uno mismo, somos concientes de lo que hacemos y no de lo que decimos que hacemos.
Lecciones en el Metodo
Para empezar las lecciones se realizan en posición acostado, de frente o espalda, para facilitar la
ruptura de los patrones musculares. La presión habitual en la planta de los pies y la consiguiente
configuración de las articulaciones en el esqueleto son así suprimidas.
El sistema nervioso no recibe el estímulo aferente de la gravedad y los impulsos eferentes no se hallan
ligados a los patrones habituales. Después de la lección, al recibir nuevamente el estímulo habitual uno
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se sorprende al descubrir un cambio en la respuesta al mismo.
Las lecciones se realizan lo más lento y placentero posible, sin tensión o dolor, el principal objetivo es
no recibir el entrenamiento sobre lo que uno ya conoce, sino descubrir reacciones desconocidas en
uno mismo y poder así aprender una mejor y más satisfactoria forma de actuar.
Los movimientos son livianos, a tal punto que luego de 4 o 5 repeticiones el esfuerzo inicial se reduce a
nada más que un pensamiento. Esto produce un máximo de sensibilidad y le permite a la persona
detectar los minúsculos cambios en el tono eferente y en la alineación de las diferentes partes del
cuerpo.
Al finalizar la lección uno siente su cuerpo pender suavemente de la cabeza, los pies no golpean el piso
y el cuerpo se desliza al moverse.
La cabeza que lleva todos los telerreceptores –ojos, oídos, nariz y boca- y que se mueve de derecha a
izquierda en casi todos los movimientos respondiendo a cambios en el espacio, debería moverse con
delicadeza. De todos lo telerreceptores, los ojos que también se mueven junto con la cabeza de
derecha a izquierda, deberían también rotar junto u opuesto a ella con delicadeza y soltura.
Resultados
Entrenar el cuerpo para perfeccionar las posibles formas y configuraciones de sus miembros, no solo
modifica la fuerza y flexibilidad del esqueleto y los músculos, sino que produce un cambio profundo en
la auto imagen y en las cualidades de la dirección del self.
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Entrenamientos similares se realizaron en Vancouver, B.C. (un curso especial para unas cien personas
mayores), Montreal, Londres, París, Tokio y otros lugares. En el Instituto Esalen de Big Sur, California se
ofrecen periódicamente talleres que integran este método.
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