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L D M N S “M ”
La palabra “mandamiento” en este caso no es nada acertada, porque Dios no nos
obliga a nada. Nunca nos ha puesto obligaciones y nunca lo hará.
El concepto de “mandamiento” es totalmente incompatible con Dios. Dios es
amor puro que ama todo lo que existe, y el primer requisito para amar una cosa es
darle libertad. No se puede querer a alguien y al mismo tiempo ponerle
mandamientos, porque esto sería robarle su libertad. Así que Dios no lo hace.
Dios nos ha dado libertad absoluta para vivir nuestra vida como queramos. Esto es lo
que hace un padre que ama a sus hijos. Esto es que lo que haces tú con tus hijos,
¿verdad? O como mínimo, seguro que lo intentas.
Pero los padres, aparte de dar libertad a los hijos, también nos preocupamos para
que las cosas les vayan bien. Queremos que hagan su camino, pero también
queremos que no sufran. Por esta razón, por mucho que lo intentemos, a veces nos
cuesta mantenernos al margen de su vida cuando creemos que se equivocan. Les
damos consejos, y opinamos sobre lo que creemos que deberían hacer, porque
queremos que sean felices.
Pues Dios también lo hace. Como a todo padre, le cuesta no intervenir en nuestras
decisiones. Por eso nos dio una lista de sugerencias para vivir una vida más feliz. Lo
que pasa es que nos la hemos tomado demasiado en serio, y nos hemos pensado
que estas sugerencias eran mandamientos.
E S R D M
Un nombre mucho más adecuado que el de “diez mandamientos ” sería diez
consejos para una vida feliz. Esto es lo que realmente son los diez mandamientos.
Todos los mandamientos, empezando por el primero, nos hablan de la importancia de
amar: amarás a Dios, no robarás, no engañarás, no mentirás, no matarás, honrarás a
tus padres, etc. Todo hace referencia a lo mismo: respetar y amar a los demás.
Pero Dios no nos dice que tenemos que amar porque sí, ni que sea una obligación,
sino porque quiere que seamos felices. Y sabe que no se puede ser feliz si se hace
daño a los demás.
Nuestra felicidad depende directamente de nuestra capacidad de expresar amor.
Cuanto más amor expresamos, más felices somos. Dios lo sabe, y por eso nos lo
recuerda en cada uno de los diez “mandamientos”.
Dios no nos dio los diez mandamientos pensando en Él, lo hizo pensando en nuestra
felicidad. Se preocupa por nosotros y nos ama, y precisamente por esto, nunca nos
obligará a nada.