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Por qué en hechos 2 dice se bautizaban en el nombre de Jesús.

¿Cuál es el
bautismo correcto?

Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo este usted, gracias por su pregunta,
muchos tratan de poner los contextos bíblicos en contra de otros versículos
como si fueran diferentes o como si la biblia se contradijera pero la biblia no se
contradice es un solo mensaje y Pedro lo sabía, para entender este versículo
debemos entender todo su contexto durante el Discurso de Pedro enseñó a
todos los presentes por medio de la Biblia que Jesús era El Mesías Hijo de Dios
El cual toda la Biblia hace referencia de ello por eso da muchos ejemplos del
antiguo testamento demostrando que Jesús era el único camino para el perdón
de los pecados, entonces dice la Biblia que le preguntaron ¿Que haremos?
Cuando le preguntaron ¿qué haremos? Pedro les contesta arrepiéntanse, la
palabra arrepentimiento significa gira tu mirada o cambiar de mente, lo que
quiere decir dejen de confiar en lo que estén confiando que no sea Cristo, si
confían que son hijos de Abraham o que el cordero que llevaban les personaría
su pecado, arrepentirse es el negarse totalmente a sí mismos y creer en Cristo
Jesús quien es el Mesías el Hijo de Dios, entonces al tener Fe en Cristo Jesús
tenían que seguir un sacramento un mandato sagrado que mismo Jesús ordeno
y Pedro muy bien los estableció aquí, de hecho esta es la primera vez que los
apóstoles establecen el bautismo en Cristo Jesús a todos los judíos y creyentes,
en ese momento Pedro estaba cumpliendo la gran comisión de Mateo 28:19 "Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;" pero ¿por qué no dice Pedro los tres
nombres y nada mas menciona a Jesús? Bueno lo que pasa es que Pedro no
estaba diciendo a los Judíos que dejaran de creer en Jehová o en el Espíritu
Santo, no los quería dividir si no les estaba enseñando que si quieren creer en el
Padre y el Espíritu Santo deben creer en Jesucristo, pues él es Dios y es el único
camino para llegar al padre, ahora Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo
son tres en uno, es algo que no podemos negar es una realidad muy clara y
enfatizada en la Biblia, entonces al ser uno el nombre de Jesucristo es el nombre
del Padre y del Espíritu Santo, no es como si menciono a Jesucristo no
menciono al Padre o al Espíritu Santo o viceversa los tres son uno, un solo
nombre por eso miramos en Mateo 28:19 “Por tanto, id, y haced discípulos a
todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo;” y marque la palabra nombre en este versículo por el motivo que
dice "en el nombre" no dice en los nombres, una gran diferencia ¿cierto? Es
como si el autor perfecto que inspiro esto demuestra que es una hermosa
trinidad, que son uno, un solo nombre, por eso lo que dice Pablo Bautícense en
el nombre de Jesucristo no es erróneo pues les demuestra a los Judíos que El
Padre El hijo y el Espíritu Santo son uno, el cual Dios se nos revelo a nosotros
en Jesucristo, pero la Respuesta para tu pregunta esta en Mateo 28:19
“bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” debe ser
el Bautismo, debe ser en el Nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo, pues
los tres deben llevar Gloria pues no pueden ser separados pues son una
hermosa Trinidad un solo Dios.

--
En Cristo Jesús
Eddy García
Iglesia Presbiteriana Ortodoxa
Iglesia del Señor Viviente
Santa Ana CA USA
¿Cual es el Bautismo Aprobado por Dios?

por Monroe E. Hawley

Jesús dijo: "porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? (Mateo 16:26). Cualquier tema que se refiera
a la salvación de nuestra más importante posesión-el alma-necesita un estudio cuidadoso.
Puesto que Jesús también dijo: El que creyere y fuere bautizado será salvo", el bautismo en
agua es un tema importante.

En esta leccion nuestro objetivo es determinar el lugar que el bautismo ocupa en el Nuevo
Testamento en vez de examinar su uso moderno. Trataremos de contestar estas preguntas:

1- ¿Qué método (inmersión, aspersión, o derramamiento) fue empleado?

2- ¿Qué era el propósito del bautismo?

3- ¿Quiénes fueron bautizados?

4- ¿Bajo qué nombre fueron bautizados?

Primero, sin enbargo, note que el bautismo en agua no debe ser confundido con el bautismo
del Espiritu Santo, el cual examinaremos en otra clase. Excepto por las seis veces que se
menciona el bautismo del Espiritu Santo. Casi todas las escrituras que mencionan la palabra
bautizar o bautismo son para referirse al bautismo en agua.

El Método

Un asunto importante es determinar si la inmersión, la aspersión o el derramamiento, o los


tres, son autorizados por la Biblia. Casi todos los eruditos del griego concuerdan en que la
palabra bautizar que emplea el Nuevo Testamento significa hundir o sumergir. Si ellos tienen
razón, esto puede determinarse por los usos de la palabra en el Nuevo Testamento. La primera
persona en bautizar, en los tiempos del Nuevo Testamento, fue Juan el Bautista. De él se dice:
"Juan bautizaba tambien en Enon, junto a Salim, porque había allí muchas aguas (Juan 3:23).
Estamos seguros que Juan sumergió, puesto que ni el rociamiento ni el derramamiento
requierren mucha agua. Sin embargo la inmersión la necesita. También leemos: "Y Jesús,
después que fue bautizado, subió luego del agua" (Mateo 3:16). Y cuando subió del agua vio
los cielos abiertos" (Marcos 1:10). Si Jesús no hubiera bajado al agua tampoco hubiera subido.
Además él no habria tenido que meterse en el Río Jordán hasta la cintura, si no hubiera sido
bautizado por inmersión. Todo indica que Jesús fue sumergido.

Se nos ha dicho acerca de la conversión del etiope: Y descendierón ambos al agua, Felipe y el
eunuco, y le bautizó. Cuando subieron del agua el Espíritu arrebató a Felipe" (Hechos 8:38-39).
Esto demuestra claramente que el eunuco fue sumergido.

Pablo identifica el agua del bautismo con una sepultura. "porque somos sepultados
juntamente con él en el bautismo"(Romanos 6:4). "sepultados con él en el
bautismo"(Colosenses 2:12). Solamente la inmersión puede llamarse sepultura. ¿Se usaron la
aspersión y el derramamiento en los días apostólicos? Un cuidadoso estudio del Nuevo
Testamento nos mostrará que ni el derramamiento ni la aspersión se mencionan en las
Escrituras. Ni fue empleado ni autorizado por los apóstoles.

El Propósito

Los que se bautizaron en tiempos apostólicos fueron sumergidos para la remisión o perdón de
pecados. "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para
perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hechos 2:38). "Levántate y
bautízate y lava tus pecados" (Hechos 22:16). Puesto que no podemos ser salvos sin el perdón
de los pecados, se concluye que el bautismo se hace necesario para la salvación. Así leemos: "
El que creyere y fuere bautizado será salvo" (Marcos 16:16). "El bautismo que corresponde a
esto ahora nos salva" (1 Pedro 3:21).

Pero ¿por qué nos salva el bautismo? Nos salva porque nos pone en Cristo de quien
obtenemos el perdón a travéz de su sangre. Pablo habla de "la redención que es Cristo Jesús"
(Romanos 3:24). El tambien enseña : "porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo,
de Cristo estáis revestidos" (Galatas 3:27). "¿O no sabéis que todos los que somos bautizados
en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?" (Romanos 6:3). De ahí que no podemos
ser salvos si no estamos en Cristo, de quien alcanzamos eterna redención por su sangre; y no
podemos estar en Cristo sin el bautismo.

También debemos concluir que el perdón de pecados nunca precedió al bautismo. El perdon
de pecados es resultado directo del bautismo. El bautismo es el acto por el cual uno llega a ser
cristiano.

Los Candidatos

Se pregunta a veces si la Biblia autoriza el bautismo de infantes o de adultos. Lo que se enseña


es el bautismo de creyentes. Jesús dice: "El que creyere y fuere bautizado será salvo" (Marcos
16:16). En Hechos 18:8 leemos: "Y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados".
No tenemos mandamiento para bautizar a los que carecen de facultad para creer. Además los
que se deben bautizar han de ser enseñados. En la gran comisión Jesús dice: "Id y haced
discípulos a todas las naciones, bautizandolos ..."(Mateo 28:19). Otra vez, el arrepentimiento
es un requisito para el bautismo: "Arrepentíos y bautícese..."(Hechos 2:38). El que no ha
pecado no tiene que arrepentirse; por lo tanto, tampoco se le manda ser bautizado.

Un infante que no cree, que no puede ser enseñado y que no puede arrepentirse no es
candidato para el bautismo. Además, no puede ser bautizado para la remisión de pecados
porque no tiene pecados que deban ser remitidos. No hay ningún pasaje en la biblia que
mencione el bautismo de infantes. Los defensores del bautismo de infantes citan Mateo 19:14
como autoridad. Este pasaje dice: "Dejad a los niños venir a mí , y no se lo impidáis; porque de
los tales es el reino de los cielos". Claro que Jesús aquí no se está refiriendo al bautismo.
Además los mencionados podían venir a el. Ciertamente él no dice, traigan los niñitos para que
sean bautizados. Un niño pequeño no llega a ser consciente del cielo sino hasta que empiece a
tener conciencia del pecado.
En Cual Nombre

En la gran comisión Jesús dice: "Bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo" (Mateo 28:19). Puesto que éstas son las palabras del Señor, no podemos estar
equivocados cuando bautizamos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. En
Hechos 2:38, Pedro mandó bautizar en el nombre de Jesucristo. La expresión "en el nombre
de..." a menudo significa "por la autoridad de..." Un policía que grita a un criminal fugitivo:
"¡Deténgase en nombre de la ley!", le quiere ordenar lo mismo que: ¡Deténgase por la
autoridad de la ley!"

Cuando uno es bautizado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, es bautizado en
el nombre de Jesús o por su autoridad, puesto que Jesús mismo fue quien dio el mandamiento.

Cuando ocurren cambios en tales aspectos resulta muy peligroso. Si deseamos una casa
celestial debemos ajustarnos a sus mandamientos.

PUNTO DE VISTA DE LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ

Bautizados en el nombre del Padre, del


Hijo y del espíritu santo
“Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos [...], bautizándolos en el
nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo.” (MAT. 28:19)

1, 2. a) ¿Qué suceso tuvo lugar en Jerusalén en el Pentecostés del año 33? b) ¿Qué impulsó a muchas
personas a bautizarse?

CORRE el año 33, y Jerusalén está abarrotada. Han llegado a ella grandes multitudes de diversos
países para celebrar el Pentecostés. Pero durante esta importante fiesta, ocurre algo insólito,
seguido de un emocionante discurso del apóstol Pedro. El efecto de sus palabras es
extraordinario: conmovidos, unos tres mil judíos y prosélitos se arrepienten y se bautizan,
uniéndose así a la naciente congregación cristiana (Hech. 2:41). Podemos imaginarnos la
conmoción que causó el bautismo de tantas personas en los estanques de la zona.
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¿Cuál fue el suceso insólito que llevó a tantos a bautizarse? La Biblia dice que unas horas antes
“ocurrió desde el cielo un ruido exactamente como el de una brisa impetuosa y fuerte”, tras lo
cual se llenaron de espíritu santo unos ciento veinte discípulos de Jesús reunidos en la planta
alta de una casa. Los hombres y mujeres reverentes que se acercaron a ver lo que sucedía
quedaron atónitos al escuchar a los discípulos “hablar en lenguas diferentes”. Luego, Pedro
pronunció su emocionante discurso, el cual incluyó francos comentarios sobre la muerte de
Jesús. Sus oyentes “se sintieron heridos en el corazón” y preguntaron qué debían hacer.
El apóstol respondió: “Arrepiéntanse, y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de
Jesucristo [...], y recibirán la dádiva gratuita del espíritu santo” (Hech. 2:1-4, 36-38).

3. ¿Qué tuvieron que hacer el día de Pentecostés los judíos y prosélitos arrepentidos?

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Pensemos por un momento en los judíos y prosélitos que escucharon a Pedro. Por su religión,
ya reconocían a Jehová como su Dios. Además, gracias a las Escrituras Hebreas, sabían de la
existencia del espíritu santo, la fuerza activa que Dios había usado tanto en la creación como
posteriormente (Gén. 1:2; Jue. 14:5, 6; 1 Sam. 10:6; Sal. 33:6). Pero les hacía falta algo más: tenían
que aceptar a Jesús como el Mesías, el medio de salvación que Dios había dispuesto. Por eso les
dijo Pedro que debían bautizarse “en el nombre de Jesucristo”. Poco después de resucitar, el
Maestro les había ordenado al apóstol y a sus compañeros que bautizaran a los discípulos “en el
nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo” (Mat. 28:19, 20). Analicemos el profundo
significado que tuvo este mandato en el siglo primero y que sigue teniendo hoy día.

En el nombre del Padre


4. ¿Qué cambio realizó Dios en su relación con los seres humanos?

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Como acabamos de mencionar, quienes respondieron al discurso de Pedro habían estado
sirviendo a Jehová y habían tenido una relación con él. Además, se habían estado esforzando
por obedecer la Ley. De hecho, los que venían de fuera estaban en Jerusalén precisamente por
cumplir uno de sus mandatos (Hech. 2:5-11). No obstante, Dios acababa de realizar un
importantísimo cambio en su trato con la humanidad: había rechazado a Israel como su nación
escogida. Por eso, ya no era posible obtener su favor cumpliendo con la Ley (Mat. 21:43; Col.
2:14). Si aquellas personas querían mantener viva su relación con Jehová, debían hacer algo más.

5, 6. ¿Qué hicieron muchos judíos y prosélitos del siglo primero a fin de tener una buena relación con
Dios?

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Obviamente, tenían que evitar a toda costa alejarse de Jehová, pues de él dependía su vida
(Hech. 4:24). En realidad, ahora podían comprender mejor que nunca lo compasivo que era su
Padre. Él había enviado al Mesías a rescatarlos e incluso estaba dispuesto a perdonar a aquellos
a quienes Pedro había dicho: “Sepa con certeza toda la casa de Israel que Dios lo hizo Señor y
también Cristo, a este Jesús a quien ustedes fijaron en un madero”. Quienes siguieran la
exhortación del apóstol tendrían muchas más razones para agradecer lo que el Padre había
hecho por todos los que deseaban acercarse a él(léase Hechos 2:30-36).
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Aquellos judíos y prosélitos vieron la necesidad de reconocer a Jesús como el medio por el que
Jehová les ofrecía la salvación; solo así podrían acercarse al Padre. Ahora comprendemos que se
arrepintieran de sus pecados, entre ellos haber colaborado —consciente o inconscientemente—
en el asesinato de Jesús. También se entiende que en los días sucesivos se dedicaran a absorber
“la enseñanza de los apóstoles” (Hech. 2:42). Tenían ante sí la oportunidad de acercarse “con
franqueza de expresión al trono de la bondad inmerecida” (Heb. 4:16).

7. Antes de bautizarse en el nombre del Padre, ¿qué cambios han hecho muchos en su forma de ver
a Dios?

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Hoy día, millones de hombres y mujeres de los más diversos orígenes han llegado a conocer la
verdad acerca de Jehová por medio de la Biblia (Isa. 2:2, 3). Algunos eran ateos o deístas,* pero
comprendieron que existe un Creador con quien se puede entablar una relación personal. Otros
creían en la Trinidad o veneraban imágenes, pero aprendieron que Jehová es el Dios
todopoderoso y comenzaron a dirigirse a él por su nombre. Ese conocimiento les permitió
obedecer el mandato de Jesús y bautizarse en el nombre del Padre.

8. ¿Qué tuvieron que reconocer acerca del Padre quienes no sabían la verdad sobre el pecado
heredado?

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Otra verdad que tuvieron que admitir estos estudiantes de la Biblia es que todos hemos
heredado el pecado de Adán (Rom. 5:12). Para entender la situación en que se
encontraban, pensemos en un hombre que, sin saberlo, padece una enfermedad. Quizás tenga
algún dolor pasajero u otros síntomas menores, pero como no ha recibido un diagnóstico, le
parece que su salud es buena. No obstante, en un reconocimiento médico le detectan el mal
(compárese con 1 Corintios 4:4). ¿Verdad que lo mejor sería buscar un tratamiento probado y
eficaz y someterse a él? Pues algo similar les ha sucedido a muchos que han aprendido la
verdad acerca del pecado heredado. Han aceptado el “diagnóstico” de la Biblia y han
comprendido que solo Dios ofrece el “remedio”. Así es, todos los que están alejados del Padre
deben acudir a él para recibir curación (Efe. 4:17-19).

9. ¿Qué ha hecho Jehová para que los seres humanos puedan restablecer las buenas relaciones con
él?

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Si somos cristianos dedicados y bautizados, ya sabemos lo maravilloso que es disfrutar de la
amistad de Jehová, nuestro Padre celestial, y comprendemos el gran amor que nos
tiene (léase Romanos 5:8). Aunque Adán y Eva pecaron contra él, tomó la iniciativa para
restablecer las buenas relaciones con sus descendientes —sí, con todos nosotros—. Pero para
lograrlo, tuvo que soportar un terrible dolor: ver morir a su Hijo en medio de grandes
sufrimientos. Sin duda, conocer este hecho nos lleva a amar más a Dios. Y ese amor nos impulsa,
a su vez, a reconocer su autoridad y obedecer sus mandamientos. ¿Qué hay de usted? ¿Se ha
dedicado y bautizado ya? Como hemos visto, hay excelentes razones para hacerlo.

En el nombre del Hijo


10, 11. a) ¿Qué deuda tenemos con Jesús? b) ¿Qué sentimientos le produce saber que Jesús dio su
vida para rescatarnos?
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Volvamos al discurso de Pedro. El apóstol hizo hincapié en la necesidad de aceptar a Jesús, lo
cual está directamente relacionado con el bautismo “en el nombre [...] del Hijo”. ¿Por qué era
eso tan importante, y por qué sigue siéndolo hoy? Porque aceptar a Jesús y bautizarse en su
nombre implica reconocer el papel que desempeña en nuestra relación con el Creador.
Pensemos en los beneficios que logró al morir en un madero de tormento. Para empezar,
eliminó la maldición de la Ley que pendía sobre los judíos (Gál. 3:13). Pero consiguió algo aún
más importante: suministró el rescate que necesitaba la humanidad (Efe. 2:15, 16; Col.
1:20; 1 Juan 2:1, 2). Para ello, tuvo que soportar injusticias, humillaciones y torturas, y finalmente
morir. ¿Cuánto aprecia usted ese sacrificio? Comprenderemos mejor el valor de lo que hizo
Jesús imaginando esta escena de la vida real: un niño de 12 años está viajando a bordo
del Titanic en el año 1912.* De pronto, el transatlántico choca con un enorme témpano de hielo
y comienza a hundirse. El niño intenta subir a un bote salvavidas, pero ya no hay espacio.
Entonces, un ocupante del bote se despide de su esposa con un beso, salta de vuelta a la
cubierta y lo sube en su lugar. ¿Cómo se habría sentido usted si hubiera sido ese niño?
Profundamente agradecido, ¿no es cierto? Pues bien, Jesús hizo mucho más que eso por usted:
murió para darle la oportunidad de vivir para siempre.
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¿Cómo se sintió cuando le explicaron por primera vez lo que el Hijo de Dios había hecho a
favor suyo? (Léase 2 Corintios 5:14, 15.) Muy agradecido, ¿verdad? De seguro, eso lo impulsó a
dedicarse a Jehová y a “no [vivir] ya para sí, sino para el que murió por [usted]”. Bautizarse en el
nombre del Hijo implica reconocer lo que Jesús ha hecho por nosotros y aceptar su autoridad
como “Agente Principal de la vida” (Hech. 3:15; 5:31). Antes de bautizarnos, no teníamos
ninguna relación con Jehová y carecíamos de una esperanza sólida para el futuro. Pero ahora,
gracias a nuestra fe en la sangre derramada de Cristo, somos amigos del Padre (Efe. 2:12, 13).
Es tal como escribió el apóstol Pablo: “A ustedes, que en otro tiempo estaban alejados y eran
enemigos porque teníanla mente puesta en las obras que eran inicuas, [Dios] ahora los ha
reconciliado de nuevo por medio del cuerpo carnal de [Jesús] mediante su muerte, para
presentarlos santos y sin tacha” (Col. 1:21, 22).

12, 13. Si nos hemos bautizado en el nombre del Hijo, a) ¿cómo debemos reaccionar ante las
ofensas?, b) ¿qué obligación tenemos?

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Aunque nos hemos bautizado en el nombre del Hijo, comprendemos que no por eso
desaparece nuestra inclinación al pecado. Ser conscientes de este hecho nos ayuda en el diario
vivir. Por ejemplo, ¿qué debería hacer el cristiano si alguien lo ofende? Recordar que tanto él
como la otra persona son pecadores, por lo que ambos necesitan recibir el perdón de Dios y
saber perdonar (Mar. 11:25). Jesús ilustró esta necesidad con la historia de un hombre que le
perdonó a uno de sus esclavos una deuda de sesenta millones de denarios (diez mil talentos).
No obstante, este mismo esclavo se negó más tarde a perdonarle a uno de sus compañeros una
deuda de solo cien denarios. El punto de Jesús era el siguiente: si no perdonamos a nuestros
hermanos, Jehová no nos perdonará a nosotros (Mat. 18:23-35). Quien se bautiza en el nombre
del Hijo no solo debe reconocer su autoridad, sino esforzarse también por seguir su ejemplo y
sus enseñanzas, entre ellas la del perdón (1 Ped. 2:21; 1 Juan 2:6).
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Aunque somos pecadores y no podemos imitar a Jesús a la perfección, tenemos que seguir sus
pasos al mayor grado posible y así cumplir con nuestra dedicación incondicional a Dios. Por eso
nos esforzamos día a día por desnudarnos de la vieja personalidad y vestirnos con la
nueva (léase Efesios 4:20-24). Cuando admiramos a un amigo, tratamos de copiar su ejemplo y
cualidades. ¡Con cuánta más razón deberíamos aprender de Cristo e imitarlo!

14. ¿De qué otra manera demostramos que reconocemos la autoridad de Jesús como Rey celestial?

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Otra manera de demostrar que entendemos lo que implica bautizarse en el nombre del Hijo es
reconociendo que Dios “sujetó todas las cosas debajo de sus pies, y [que] lo hizo cabeza sobre
todas las cosas en cuanto a la congregación” (Efe. 1:22). Eso exige que respetemos el medio por
el que Jesús dirige a sus discípulos. Al frente de cada congregación ha puesto a los ancianos,
hombres que, aunque no son perfectos, demuestran madurez espiritual. Y los ha nombrado con
el fin de “[reajustar a] los santos [...] para la edificación del cuerpo del Cristo” (Efe. 4:11, 12).
Si alguien comete un error, Jesús, el Rey Mesiánico, se encargará de resolver el problema del
mejor modo y en el momento más oportuno. ¿Confiamos en que realmente lo hará?

15. ¿Qué bendiciones ofrece la Biblia a quienes deciden bautizarse?

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Como mencionamos anteriormente, hay quienes todavía no se han dedicado a Jehová ni se
han bautizado. Si ese es su caso, tal vez los párrafos anteriores le ayuden a comprender que lo
más sabio es bautizarse en el nombre del Hijo. Así demostrará que reconoce y agradece la labor
de Jesús, y dará un paso que le permitirá recibir grandes bendiciones (léase Juan 10:9-11).

En el nombre del espíritu santo


16, 17. ¿Qué implica bautizarse en el nombre del espíritu santo?

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¿Qué significa bautizarse en el nombre del espíritu santo? Ya dijimos antes quequienes
escucharon a Pedro el día de Pentecostés sabían de la existencia del espíritu santo. De hecho,
fueron testigos oculares de que Jehová seguía utilizándolo, pues vieron cómo el apóstol y los
demás discípulos “se llenaron de espíritu santo y comenzaron a hablar en lenguas diferentes”
(Hech. 2:4, 8). Hay quienes afirman que la expresión “en el nombre del [...] espíritu santo” da a
entender que el espíritu es una persona, pero ¿tiene base sólida este razonamiento? No. Por
ejemplo, muchas veces decimos que algo se hace “en el nombre de la ley” sin dar a entender
por ello que la ley sea una persona. Eso mismo ocurre con el espíritu santo. Todo el que se
bautiza en su nombre entiende que no es una persona, sino la fuerza activa de Dios, y reconoce
el papel que desempeña en el propósito divino.
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Lo que sabemos acerca del espíritu proviene de nuestro estudio de la Biblia. Por ejemplo,
hemos aprendido que Dios lo utilizó para inspirar las Escrituras (2 Tim. 3:16). Al progresar en la
verdad, también comprendimos mejor la garantía de Jesús de que “el Padre en el cielo [dará]
espíritu santo a los que le piden”, incluidos nosotros (Luc. 11:13). Y de seguro hemos percibido
el efecto que produce en nuestra vida la fuerza activa de Dios. ¿Qué hay si usted todavía no se
ha bautizado en el nombre del espíritu santo? Entonces recuerde que si lo hace, verá cumplirse
la garantía de Jesús: recibirá esta poderosa fuerza y disfrutará de grandes bendiciones.

18. ¿Qué bendiciones reciben quienes se bautizan en el nombre del espíritu santo?

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Está claro que, como en el pasado, Jehová guía hoy a la congregación cristiana mediante su
espíritu. Ese espíritu también nos dirige individualmente en nuestras actividades cotidianas.
Quienes nos hemos bautizado en su nombre tenemos que reconocer y agradecer el papel que
desempeña en nuestra vida, y seguir su dirección. En el siguiente artículo veremos qué debemos
hacer para cumplir con nuestra dedicación a Dios y cómo puede ayudarnos el espíritu santo a
alcanzar ese objetivo.

OBJETIVO GENERAL
Analizar la eclesiología del Nuevo Testamento.

INTRODUCCIÓN

En Hechos 2:38 se encuentra la fórmula completa para ser salvo. Esta dispensación de gracia está
comprendida por tres partes:

a) Arrepentirse.
b) Bautizarse en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados.

c) Recibir el don del Espíritu Santo.

Estas tres partes para la salvación se fusionan en el individuo. Es decir, la salvación no funciona sin
una de estas partes.

En algunas ocasiones se presentan malentendidos por el mal enfoque que se le da al literal b


(Bautizarse en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados) debido a que, desde el 325 d.c se
cambió la fórmula y forma del bautismo. Se cambió la forma bíblica de inmersión (sumergimiento o
hundimiento) por los acuerdos: de aspersión (salpicadura o riego). La forma de expresión: en el
nombre de Jesucristo por la expresión en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

En nuestros días se sabe de muchos altercados con nuestros contemporáneos religiosos, personas
que intentan minimizar y restarle valor a la evidencia bíblica sobre el bautismo en agua en el nombre
de Jesús, diciendo: "yo prefiero obedecer a Jesús antes que a San Pedro". Dicen que bautizar en el
nombre de Jesús es seguir mandamientos de hombres. Eso es usar un tren de pensamiento muy
inconsistente, equívoco con la lógica y con la Biblia.
¡Tanto Mateo 28:19 como Hechos 2:38 fueron escritos por hombres! Ambos pasajes los conocemos
a través de los seguidores de Jesús, ya que Jesús no escribió ningún libro.
Jesús mismo le dijo a sus discípulos: "Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado
conmigo desde el principio" (Juan 15:27), y en su oración al Padre, Jesús también dijo: "Mas no
ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mi por la palabra de ellos"
(Juan 17:20). También dijo: "El que a vosotros recibe, a mí me recibe" (Mateo 10:40).

Además, tenemos ese pasaje fundamental que dice: "Edificados sobre el fundamento de los
apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo" (Efesios 2:20).

Si el bautismo en el nombre de Jesús es "mandamiento de hombres", entonces toda la Iglesia


Primitiva estaba basada y practicaba "mandamientos de hombres". Ellos, los cristianos de la iglesia
primitiva, sabían más que lo que nosotros sabemos hoy. La filosofía racionalista se recrea en el
decir “El agua es más pura cuanto más cerca esté a su fuente”.

Ahora, Jesucristo dijo: "bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo"
(Mateo 28:19), pero, ¿Qué hicieron los apóstoles? ¿Cómo bautizaron ellos? ¿Qué palabras decían o
usaban sobre los que estaban siendo bautizados?

EVIDENCIA EN EL LIBRO DE LOS HECHOS

El primer antecedente lo hallamos en el libro de los Hechos de los apóstoles en el capítulo dos
cuando San Pedro pronunció el primer discurso el día de Pentecostés. Cuando los ciento veinte
recibieron el Espíritu Santo, se congregó "toda Jerusalén" a causa de ese fenómeno. Al ver lo que
sucedía, la multitud se preguntaba ¿qué es esto? San Pedro siendo impulsado por el Espíritu Santo
que acababa de recibir, les declaró que lo sucedido fue lo dicho por el profeta Joel. Luego, sus
oyentes sintieron compungidos el corazón y dijeron a San Pedro y a los demás apóstoles: "varones,
hermanos, ¿qué haremos?”.

San Pedro respondió diciendo: "arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para el perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hechos 2:38).

La respuesta a la pregunta "¿qué haremos?" fue:


1. Que se arrepintieran.

2. Que se bautizaran en el nombre de Jesucristo.

3. Que recibieran el Espíritu Santo.

Hay varios puntos importantes que se deben observar aquí: Primero, esto ocurrió sólo diez (10) días
después de lo dicho por el Señor Jesús antes de ascender a los cielos. No un mes, ni un año o,
mucho tiempo más tarde, sino, sólo diez días.

El mandato del Señor Jesús todavía estaba fresco en la mente de los apóstoles. Sin embargo,
cuando San Pedro dice que se bauticen, no les dice que lo hagan en el nombre del Padre, y del Hijo
y del Espíritu Santo, sino en el nombre de Jesucristo. ¿Por qué? Porque ellos entendieron lo que
Jesús quiso decir y le obedecieron. Mateo 28:19 es el mandamiento pero, Hechos 2:38 es el
cumplimiento.

¿Será que San Pedro se equivocó? o ¿En un momento de emoción hizo una declaración errónea?
En lo absoluto. Las palabras de Cristo estaban frescas en su mente y, además, estaba hablando
bajo la unción o inspiración del Espíritu Santo que acababa de recibir. Dios tampoco permitiría que
un error de esa índole quedara registrado en la biblia, especialmente sin ser corregido y, mucho
menos, si este error era expresado el día de Pentecostés, precisamente el día del nacimiento de la
Iglesia.

En este momento, el apóstol, acababa de ser lleno del Espíritu Santo y daba el discurso de
inauguración oficial de la iglesia cristiana. Y ¿qué decir o pensar de las epístolas de San Pedro? ¿Es
razonable confiar creer en ellas? ¿Son verdaderas o están equivocadas?

Si hubiese sido un error, San Pedro lo habría corregido en otra ocasión pero, nunca lo hizo. Por otra
parte, la iglesia primitiva siempre bautizó en el nombre del Señor Jesús.

ANÁLISIS PARA LA COMPRENSIÓN DE LECTURA

Lo más curioso del caso es que Jesucristo no escribió ningún manual. Eso quiere decir que en
realidad le estamos creyendo al evangelista Mateo, quien escribió lo dicho por Jesús: “Bautizándolos
en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo...”.

Siguiendo esta misma línea de pensamientos sabemos que san Pedro no escribió el libro de "Los
Hechos", lo que quiere decir que al creer como dice el texto registrado en Hechos 2:38 le creemos a
Lucas quien escribió o reportó lo que San Pedro dijo.

Pero no se trata de creerle más a San Mateo o a San Lucas sino, al Espíritu Santo quien inspiró a
ambos. A San Pedro para que hablara y a San Lucas para que escribiera. Hay que tener en cuenta
que los escritores son humanos, pero el libro es de Dios.

Mateo estaba presente el día de Pentecostés, él aún no había escrito su evangelio, pues este fue
comunicado veintidós años más tarde. San Mateo, pudo corregir a San Pedro, si es que se trató de
un error. Por el contrario, San Mateo apoyó, con su silencio, la declaración de San Pedro.

En la casa de Cornelio. Once años después del día de Pentecostés hallamos a San Pedro en la
casa de un centurión romano llamado Cornelio. ¡Todavía mandaba que la gente se bautizara en el
nombre de Jesús! De nuevo, Si se hubiese equivocado, en once años tuvo el tiempo suficiente para
enmendar el error. Estimado lector: Él no cometió ningún error.

Cuando San Pedro vio como Dios había llenado a Cornelio y su casa con el Espíritu Santo, se
maravilló porque ellos eran gentiles y expresó: "¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no
sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros [Los Israelitas]?” y
mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. (Hechos 10:47-48).

Ahora bien, no sólo San Pedro bautizó en el nombre de Jesucristo, Felipe, el evangelista, también
bautizó en el nombre de Jesús (Hechos 8:5-8). Pablo fue bautizado en ese Nombre (Hechos 22:16);
quien a su vez, bautizó a los discípulos de Juan el bautista en la ciudad de Éfeso, en el nombre del
Señor Jesús (Hechos 19:1-5) y también, a los hermanos imperiales de Roma. (Romanos 6:3). A los
de la provincia de Galacia. (Gálatas 3:27). De igual manera a los filósofos y religiosos de Corinto (1.
Corintios 1:12-13). Una pregunta para razonar: ¿Se equivocaron también el evangelista Felipe y el
misionero Pablo?

Amigo lector, no se requiere de un estudio muy profundo del libro de Los Hechos para descubrir y
notar que todos los discípulos de la Iglesia primitiva fueron bautizados en el nombre de Jesucristo.
¡No hay ningún registro en la biblia de alguien que fuera bautizado "en el nombre del Padre, y del
Hijo y del Espíritu Santo"! ¿La razón? esta doctrina apareció en el año 325. d. c.
ANÁLISIS DE LA GRAN COMISIÓN
"Bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mateo 28:19). Este es el
único lugar en toda la biblia donde se halla esta expresión. Y si esas eran las palabras que se
debían decir sobre un candidato al bautismo, los apóstoles desobedecieron, porque no se encuentra
ningún ejemplo de ello en el Nuevo Testamento que fue, ciertamente, declarado libro sagrado por
las autoridades canónicas.

¿Por qué tiene que ser el bautismo en el nombre de Jesucristo? porque "en ningún otro hay
salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser
salvos" (Hechos 4:12; Mateo 1:21).

ANÁLISIS MINUCIOSO DEL CAPÍTULO DOS DE LOS HECHOS


El libro de lo Hechos 2:4 dice: “…y fueron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en
otras lenguas...”. Recordemos que en Marcos 13:10-11 hablando de la predicación del evangelio
ante todas las naciones se dice: “no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo
que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no soy vosotros los que habláis, sino el
Espíritu Santo”.

En el día de Pentecostés, que es la fiesta descrita en el capítulo dos de Los Hechos, estaban todas
las naciones reunidas en Jerusalén, por motivo de la fiesta de Pentecostés. En ese día se oyó algo
extraordinario, un estruendo del cielo como un viento recio que soplaba en cierta parte de la ciudad,
y el pueblo se conmovió con sus visitantes y todos en masa se trasladaron hacia ese lugar, donde
encontraron el aposento alto usado como lugar de oración de los discípulos del Señor Jesús.
El Espíritu Santo comenzó a manifestarse visiblemente en los discípulos que oraban: se les
aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos y fueron todos
llenos de Espíritu Santo.

Esta unción dada por el Espíritu Santo causó una sensación de asombro entre los demás asistentes
al punto que algunos empezaron a burlarse (se creía que estaban borrachos porque hablaban en
lenguas que no eran las suyas). Este hecho sirvió como introducción del primer mensaje del
evangelio para todas las naciones reunidas.

El espíritu Santo tomó las cuerdas bocales de San Pedro (quien días antes había dicho, “no os
preocupéis por lo que han de decir porque el Espíritu Santo les dará palabras”). San Pedro les
explicó el significado de la fenomenología percibida. Quienes a su vez exclamaron a San Pedro y a
sus acompañantes; (dicho de paso, allí estaba Mateo): “Varones hermanos ¿Qué haremos?” el
Espíritu Santo responde por boca de San Pedro: “arrepentíos y bautícese cada uno en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados y recibiréis el Espíritu Santo”.

¿POR QUÉ SAN PEDRO FUE EL ELEGIDO?


Recordemos que en San Mateo 16:19 a San Pedro se les dio las llaves del reino de los cielos. Y fue
justamente él quien abrió la predicación a los Israelitas en el capítulo 2 de los hechos y en el
capítulo 10 se muestra que también lo hiso con los gentiles por lo que se evidencia de la
conversación en casa de Cornelio. ¡San Mateo 28:19 encontramos el mandamiento (que es la
fórmula) y en Hechos 2:38 encontramos el cumplimiento (que es la medicina)!

Observemos lo que se le expresó a Saulo de Tarso: "¿Ahora pues, por qué te detienes? levántate,
bautízate y lava tus pecados, invocando su nombre" (Hechos 22:26). Desde el día de pentecostés
en adelante, hasta hoy, el mensaje ha sido el mismo; lo que se le dijo a Saulo de Tarso se nos dice
a todos nosotros si queremos ser salvos en esta dispensación de gracia (San Marcos 15:16).
¡Amigo y hermano sectario! investigue minuciosamente la doctrina del perdón de los pecados, no
sea que al fin, sus pecados aparezcan el día del juicio sin el perdón por no aplicar lo establecido por
el Señor Jesucristo. Recuerde el texto de San Mateo 28:19: Bautizándolos en el nombre (singular).
Para que esto se lleve a cabo, se debe saber cómo se “llama”, cuál es el “nombre” del “Padre” e
igualmente del “Hijo” y del “Espíritu Santo”. Porque estos son títulos y no son nombres. ¡Analice bien
las Escrituras!

Aclaratoria: ya hemos aprendido que la palabra “Padre” no es nombre, sino un “título que recibe
quien engendra”. La palabra “Hijo” tampoco es un nombre, sino un “título que recibe quien es
engendrado”. La palabra “Espíritu Santo” tampoco es nombre, sino “título de un género” (Dios
pertenece al género de los espíritus. (San Juan 4:24)) Y “Santo” tampoco es un nombre sino un
título de una cualidad o carácter venerable determinado en virtud e inviolable.
La doctrina de la manifestación de Dios en Cristo nos aclara: el “Padre” es el mismo “Espíritu Santo”,
porque “Padre” es quien engendra. El cuerpo de Jesús lo engendró el Espíritu Santo (el Espíritu
Santo al engendrar en María, recibe el título de “padre”, no son dos sino uno) (San Mateo 1:20). Al
analizar el pasaje detenidamente notamos que el título de Espíritu desaparece quedando solo el de
Padre.

Lo que fue engendrado por el Padre, el ángel lo llamó “Hijo de Dios” (San Lucas 1:35) pero, con un
nombre propio, Jesús (san Mateo 1:21).Y ese nombre, es el que San Pedro dice que no hay otro.
“Nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). San Pablo lo llamó “Dios
manifestado en carne” (1. Timoteo 3:16). Isaías lo llamó Emmanuel (Dios con nosotros) (Isaías 7:14)
y también lo llamó Dios fuerte, Padre Eterno y Príncipe de Paz (Isaías 9:6).

En el momento de su nacimiento, la escatología declaró a Jesús: Dios visitando a su creación


Antropológica (Isaías 7:14; San Juan 1:10,11) y al mismo tiempo haciéndose familia de ella,
precisamente, para defender su causa dilapidada desde el edén. (Hebreos 2:14).

La unicidad de Dios declara que, Jesucristo es la manifestación de Dios en carne y San Pablo lo
declaró la imagen del Dios invisible, “el primero de toda la creación” (Colosenses 1:15-17), quien a
su vez poseyó el nombre del padre para darlo a conocer (San Mateo 1:21; San Juan 5:43; 17:6,27).

La manifestación cristológica extracta en su información:

a. El Espíritu Santo y el Padre son el mismo (Uno solo) y tiene un nombre (San Mateo 1:20,21).

b. Jesús llamado (Hijo de Dios) y el Padre son el mismo (San Juan 14:10. 10:30; 1. Timoteo 3:16).

c. Jesús declaró que él es el Padre. Jesús dijo: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros” (San
Juan 14:18). ¿Quién es el que deja huérfanos? ¿No es el Padre?.

d. El Espíritu de Verdad es el mismo Jesús. “El Espíritu de Verdad, al cual el mundo no puede
recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará
en vosotros” (San Juan 14:17). Observe: “...vosotros le conocéis, porque mora con vosotros”; y
¿quiénes conocían y quién estaba allí con ellos? Jesús. Y estará en vosotros; el cual, vino en el día
de Pentecostés, y se quedó en la iglesia siendo llamado Espíritu santo.

e. Jesús le dio tanta importancia a su nombre, que lo utilizó para guardar a sus seguidores. “Cuando
estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre” (San Juan 17:12). En la oración
intercesora dijo “a los que me has dado, guárdalos en tu nombre” (San Juan 17:11). Y ¿cuál es ese
nombre? El que San Pedro dijo: “no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que
podemos ser salvos” (Hechos 4:12). Considere: Si los primeros seguidores de Jesús tenían que ser
guardados en su nombre ¿por qué los postreros no?

LOS PRIVILEGIOS DE SER BAUTIZADOS EN EL NOMBRE DE JESÚS


“De este dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyesen, recibirán perdón de
pecados por su nombre” (Hechos 10:43).

“Os escribo a vosotros hijitos porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre” (1
Juan 2:12).
“Porque todo lo que habéis sido bautizados en Cristo Jesús, de Cristo estáis revestidos” (Gálatas
3:27).

“Pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré” (Números 6:27).

“Dios visitó a los gentiles para tomar de ellos pueblo para su nombre” (Hechos 15:14).

“Para que los hombres busquen al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi
nombre” (Hechos 15:17).

Juan 1:12 dice "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de
ser hechos hijos de Dios". Este es un versículo frecuentemente citado, sin embargo, tiene un
significado más profundo de lo que la mayoría le atribuye.

A Jesucristo lo persiguieron los fariseos y religiosos de sus días por el nombre que llevaba, porque
ese nombre revelaba su identidad. Jehová salva, Jehová salvando a la raza humana.

“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para
que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y
debajo de la tierra” (Filipenses 2:9,10). Si somos Bautizados en ese nombre, estamos colocados en
él y todo tiene que doblegarse ante de nosotros por motivo de ese nombre.

Jesús en cierta ocasión dijo: "Padre, glorifica tu nombre”. Entonces vino una voz del cielo: “Lo he
glorificado y lo glorificaré otra vez" (Juan 12:28). Esa respuesta que vino del cielo fue válida para
ese momento y también lo es para hoy. ¡Dios glorifica su nombre! Si somos bautizados en ese
nombre, nos glorificará a nosotros también.

Luego, Jesucristo dijo que nosotros también seríamos “aborrecidos por causa de su nombre" (Mateo
10:22). "Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las
gentes por causa de ni nombre" (Mateo 24:9). ¡Al diablo no le gusta que se esté usando el nombre
de Jesucristo! ¡Él lo odia por lo que representa!

"Los Samaritanos cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el
nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres" (Hechos 8:12).

COMENTARIO EXEGÉTICO DE BAUTISMOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA Y APLICADO POR


DIFERENTES CREENCIAS

LO QUE SIGNIFICA EL BAUTISMO.

BAUTISMO: Esta palabra es procedente del latín Baptisma del verbo Baptizo. Este vocablo indica y
quiere decir: “Sepultar, enterrar, sumergir, zambullir, anegar, estar hundido, hundir totalmente al
candidato” y como materia, prima el agua. Este es el bautismo aplicado en el Nuevo Testamento.

Haciendo historia: en la antigüedad cuando un ministro anunciaba que había "bautismo" sólo tenía
que decir que los invitaba al "hundimiento o la inmersión" de fulano de tal o "vamos a sumergir" a un
grupo de personas.

CONDICIONES PARA SER BAUTISADO.


“El que creyere y fuere Bautizado, será salvo” (San Marcos 16:16).

Primera condición: "El que creyere". La persona antes de bautizarse debe creer, ¿y qué debe creer?
El evangelio.

Cuando un individuo comienza a creerle más a lo que Dios dice que a lo que dice su conciencia, ha
comenzado a morir. Debe creer que el día en que el Señor murió, él también murió y debe ser
sepultado figurativamente en las aguas bautismales.

Segunda Condición: Hechos 2: 38 "Arrepentíos". Arrepentirse es ir creyendo que se va andando por


el mal camino y reconocer que se está equivocado. También quiere decir cambiar de dirección, o
“morir al ego”. Si antes no hacemos esto, no podemos continuar. Aunque claro, a nadie le gusta
reconocer que está equivocado. Por ello, necesitamos la intervención del Espíritu Santo para que
nos convenza de pecado (San Juan 16:8).

Tercera condición: "¿Convertidos?" Se Debe amar la nueva forma de vida. Estos tres pasos
anteriores al bautismo dejan fuera a los bebés y los niños teniendo en cuenta que estas acciones
demandan un ejercicio razonado y ellos no pueden llenar dichos requisitos (1. Pedro 3:21).

Cuarta condición: El candidato, antes de ser “Bautizado” o sumergido en agua, debe poseer una
buena conciencia de su personalidad y de su relación con Dios (1. Pedro 3:21).
Quinta condición: Si cumplimos a cabalidad esta clase de “Bautismo”. Le confiere a quien lo reciba
la garantía de ser incorporado en el cuerpo de Jesús que es la iglesia (San Marcos 15:16. Gálatas
3:27).

EL BAUTISMO DIRECTAMENTE RELACIONADO CON LA SALVACIÓN


Antes de ascender a los cielos, Jesucristo, encomendó a sus discípulos la predicación del evangelio.
A este mandato se le conoce como: la gran comisión. Jesús dijo: "Id por todo el mundo y predicad el
evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado será salvo". Jesús no dijo: “El que
creyere y fuere salvo será Bautizado, sino el que creyere y fuere bautizado será salvo”. Es decir, la
salvación es consecuencia del “arrepentimiento y del bautismo”, no al revés (San Marcos 16:15-16)
También el Apóstol Pedro dice: "El bautismo que ahora corresponde a esto nos salva..." (1. Pedro
3:21).

El Apóstol Pablo dice en su carta a los Gálatas que "Los que somos bautizados en Cristo de Cristo
estamos revestidos". En esta experiencia el hombre desaparece como individuo para adquirir una
nueva identidad. Revestido, cubierto, tiene apariencia de “Cristo”, olor a “Cristo”. El que teniendo la
ropa de Cristo, también recibe su “olor” y su identificación.

El bautismo en el Nuevo Testamento siempre ha sido conectado con el “perdón de los pecados”.
Juan el Bautista predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados (San Marcos
1:4). También el apóstol Pedro en el día de Pentecostés proclamó el bautismo para el “perdón de los
pecados”: (Hechos 2:38).

De igual forma, Ananías enlazó la experiencia bautismal con el problema del pecado cuando ordenó
a Saulo de Tarso bautizarse. "Ahora pues ¿por qué te detienes? levante y bautízate y lava tus
pecados invocando su nombre” (Hechos 22:16).
EL BAUTISMO EN EL NOMBRE DE JESUCRISTO ALEJA Y PERDONA NUESTROS PECADOS.
La escatología del Antiguo Testamento nos enseña: “cuando Dios quiso alejar de nosotros nuestros
pecados, los “enterró o sepultó en las profundidades del mar” (Miqueas 7:19).

El Bautismo oficiado en esta dispensación de la gracia, transporta las mismas características. Al


sumergir al candidato en las aguas bautismales se realiza en forma de símbolo, de “entierro o
sepultura” que determina el fin de una vida vieja.

Al ser levantado de las aguas, el candidato, simboliza la “resurrección de un nuevo amanecer o el


traslado de una vida vieja a otra nueva;” como se hizo con el barco de Noé sacando a su familia de
una generación pecaminosa a una generación nueva.

APOLOGÉTICAMENTE, EXISTEN POR LO MENOS CUATRO RAZONES IMPORTANTES POR


LAS CUALES EL BAUTISMO DEBE ADMINISTRARSE EN EL NOMBRE DE JESÚS.
Dios no es caprichoso, debemos entender que cuando hace o establece algo es porque está
cargado de razones.

a. Hechos 4:17-22 dice que Jesús es la piedra que los edificadores rechazaron
y que ella precisamente, ha llegado a ser "cabeza del ángulo". Siendo la piedra
angular, se convierte en razón principal y sustento de la salvación.
b. Corintios 1:13 plantea estas interesantes preguntas: ¿Acaso está dividido
Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en nombre
de Pablo? La clara insinuación es que los Corintios habían sido bautizados en
el nombre del crucificado y no es para menos, puesto que el bautismo es una
identificación con la muerte del que a través de la muerte nos dio vida
(Romanos 6:3-5).
c. Porque "en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el
cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12).

EL BAUTISMO EN AGUA POR INMERSIÓN FUE EL MÉTODO APOSTÓLICO


El bautismo en agua se realiza por inmersión según la sagrada escritura “porque somos sepultados
juntamente con Él para muerte por el bautismo…” (Romanos 6:4). Y Colosenses 2:12 dice:
“Sepultados con Él en el bautismo…”. El ritual del entierro no consiste en poner el cadáver sobre el
suelo y rosearle un poco de tierra. Es, por el contrario, un acto en que se introduce un cadáver por
completo dentro de la tierra sin que este sea visible desde la superficie.

¿CUÁL FUE EL MODO DE BAUTIZAR UTILIZADO POR LOS PRIMEROS CRISTIANOS SEGÚN
EL MARCO HISTÓRICO?
ENCICLOPEDIA MUNDIAL. Vol. 1 Pág. 651 "En el principio todo bautismo fue por inmersión
completa".

ENCICLOPEDIA CATÓLICA: Vol. 11 Pág. 263 "En los siglos tempranos, todos fueron bautizados
por inmersión en arroyos, lagunillas o en bautisterios".

ENCICLOPEDIA BRITÁNICA: Vol. 111 Págs. 365-366 “La fórmula bautismal fue cambiada del
nombre de Jesucristo a las palabras Padre, Hijo y Espíritu Santo”.

ENCICLOPEDIA BRITÁNICA: Vol. 111 Pág. 82 “En las antiguas fuentes, se practicaba la fórmula
del bautismo es en el nombre de Jesucristo”.
ENCICLOPEDIA CANNEY: Pág. 53 "La iglesia primitiva, siempre bautizó en el nombre de Jesús,
hasta el desarrollo de la doctrina de la Trinidad en el siglo II".

ENCICLOPEDIA HASTINGS: Págs. 377-389 "El bautismo cristiano fue administrado usando las
palabras: en el nombre de Jesús. El bautismo fue siempre en el nombre de Jesús, hasta el tiempo
de Justino Mártir”.
HISTORIA DE LA IGLESIA CRISTIANA: Págs. 53, 95 "Esto se ve en la fórmula bautismal trinitaria
que estaba desplazando al antiguo bautismo en el nombre de Cristo”.

MANUAL DE LAS DOCTRINAS: Pág. 47 "El bautismo era comúnmente administrado en el nombre
de Cristo".

NUEVA ENCICLOPEDIA, CONOZCA DE RELIGIÓN: “El Nuevo Testamento registra solo un


bautismo, en el Nombre de Jesús, el cual se mantuvo incluso durante los siglos II y III”.
DICCIONARIO HASTING DE LA BIBLIA: “Una explicación pudiera ser que la forma original de las
palabras fueron "en el nombre de Jesucristo" o "en el nombre de Jesús". El bautismo en el nombre
de la trinidad fue una evolución posterior".

DICCIONARIO INTERPRETE DE LA BIBLIA: “La evidencia de Hechos 2:38; 10:48; 8:16; 19:5. Está
soportada por Gálatas 3:27, Romanos 6:3 y sugieren que ese era el bautismo administrado por el
Cristianismo Primitivo”.

ENCICLOPEDIA DE RELIGIÓN Y ÉTICA: “La fórmula usada en el bautismo fue "en el nombre del
Señor" u otra frase similar, no hay evidencia del uso del nombre trino. La fórmula más temprana,
representada en los Hechos, fue simple inmersión: En agua, el uso del nombre del Señor y la
imposición de manos".

COMENTARIO DE LA SAGRADA BIBLIA: “Sabelio Apologista (Obispo del tercer siglo), discute que
todos los bautismos realizados en el Nuevo Testamento son en el nombre de Jesús”.

BAUTISMO POR ASPERSIÓN


Rociando con agua al bautizando. Esta clase de bautismo es aplicada por los Romanos a los “niños
sin uso de razón”, aprobado en el concilio de Nicea en el año 325 d. c. y luego, admitido y
confirmado en el concilio de Trento, ordenándoles a los ministros la custodia de los libros en esta
área.

BAUTISMO POR INFUSIÓN


(Practicada por las Iglesias reformadas del Occidente, desde el Siglo XV).
Esta Forma de bautismo consiste en verter (derramar) agua sobre la cabeza de la persona a la que
se bautiza, o sea, derramando agua sobre la cabeza del candidato.

LA TIPOLOGÍA EN EL BAUTISMO
El bautismo es un tipo de la sepultura. El libro a los Romanos Capítulo 6:3 nos indica: “que los que
hemos sido bautizados en Cristo, hemos sido bautizados en su muerte”. Éste, también es un
argumento positivo a favor de la inmersión total.
BAUTISMO CRISTIANO COMO SÍMBOLO
El bautismo al ser “sumergido” simboliza la “Sepultura”, y al ser “levantado de las aguas”, simboliza
la “resurrección”. Esto tiene obligatoriamente que suceder en el individuo que se acoge a la
salvación (San Marcos 15:16).
El BAUTISMO CRISTIANO DIVIDE LA VIDA DEL INDIVIDUO EN DOS FASES
a. La primera fase va desde la vida vieja hasta el “bautismo o sepultura”, y el
bautismo para él, significa “darle fin a los escollos de la vieja vida”.

b. La segunda fase, de la resurrección: va desde el momento en que se sale de


las aguas Bautismales, como individuo singular, para dar inicio a una nueva
vida; experimentar un nuevo nacimiento; un reino diferente (Colosenses 3:1.3;
Romanos 6:3-4).

EN EL SUMERGIMIENTO DEL INDIVIDUO EN AGUA EN EL NOMBRE DE JESÚS, RECIBE LOS


SIGUIENTES BENEFICIOS:
1. Perdón de los pecados (Hechos 2:38. 1. San Juan 2:12; Hechos 10:43).
2. Recibir la bendición prometida (Números 6:27).
3. Recibir el nuevo revestimiento (Gálatas 3:27). También son mencionados en
otras cartas en forma imperativa (Colosenses 3:10; Romanos 13:14).
4. Para recibir éxito antes las adversidades infernales (Filipenses 2:9-11).
5. Para recibir el traslado de la vieja vida a la nueva (Colosenses 1:13).
6. Para recibir liberación del pecado (Romanos 6:17,18).

BAUTISMO EN EL LENGUAJE FIGURADO


Bautismo de fuego: (pruebas, dificultades personales) Es cuando el discípulo experimenta diversas
dificultades y permanece en combates constantes, o en situaciones difíciles, pero benéficas para
avanzar en su espiritualidad. “De un bautismo tengo que ser bautizado…” (Lucas 12:50). “Él os
bautizará con el Espíritu Santo y fuego... (San Mateo 3:11). “Amados no os sorprendáis del fuego de
prueba...” (1. Pedro 4:12). “…y ser bautizado con el bautismo (San Mateo 20:22; San Marcos 10:38).

Bautismo de sangre: La muerte de un mártir por amor a Cristo (San Lucas 21:16).Este Bautismo lo
quiso practicar San Pedro antes de tiempo (San Lucas 22:33.34 Hebreos 12:4. San Mateo 20:23;
26:33).

PREGUNTAS ADICIONALES CON SUS ACLARACIONES


Si el bautismo es para perdón de los pecados ¿Por qué el Ladrón de la cruz está con el Señor en el
paraíso sin ser bautizado?

Repuesta: Todo lector de las sagradas escrituras debe saber que la dispensación de la gracia en la
cual vivimos, comenzó en el día de Pentecostés, cincuenta días después de la muerte del Señor
Jesús y el ladrón.

Este señor, conocido como el “Ladrón de la cruz” es salvo pero, no hace parte de la iglesia porque,
él murió en otra dispensación, la “dispensación de la Ley” que es diferente a la nuestra.

La dispensación de la ley inició después que Moisés descendió del Monte Sinaí (Éxodo 19:7,8.) y la
dispensación de la gracia inició el día de Pentecostés. Cincuenta días después de la crucifixión
(Hechos 2:1-4).

Jesús duró tres años y medio, aproximadamente, en su ministerio personificado y en ese tiempo le
pudo decir a alguien: “tus pecados te son perdonados” e indudablemente los pecados le eran
perdonados porque era él, el Señor quien se lo decía. Él es el autor del perdón y de la vida; y no
tiene a quien pedirle permiso. Por lo tanto: todos los que vivieron en ese tiempo y se les perdonó
fueron bienaventurados.
El mismo Señor, antes de irse al cielo, dio una orden diferente a la iglesia: “…El que creyere y fuere
bautizado será salvo” (San Marcos 15:16). De igual manera, nosotros, que vivimos en este tiempo,
tenemos que obedecer este mandamiento para ser salvos. Eso fue lo que hizo la iglesia al nacer en
el día de Pentecostés: se bautizó en el nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados”.

Si el bautismo es para perdón de los pecados ¿Por qué fue bautizado el Señor Jesús por Juan en el
río Jordán si él no tenía pecados?

Repuestas:
1. El Bautismo aplicado al Señor Jesucristo por Juan, no era para perdón de los
pecados. Recuerde que Juan se le oponía y decía: Más bien yo debo ser
bautizado por ti, pero Jesús le replicó: “deja ahora, porque así conviene que
cumplamos toda Justicia” (San Mateo 3:13-15. Hechos 19:4).
2. Jesús tuvo varios bautismos:
a. En agua en el río Jordán por Juan (San Mateo 3:13-17).
b. De prueba en el Getsemaní (San Lucas 22:39-46. San Mateo 26:36-46. San
Lucas 12:50. San Pedro 1. Pedro 4:12-19).
c. En su muerte en el calvario (San Juan 12:24.) San Pablo, en un léxico
simbólico les habló de este tipo de muerte a los romanos (Rom. 6:4-5).
3. En el mundo oriental el bautismo servía como identificación:
a. De los educandos para identificar sus escuelas o a sus pedagogos.
b. De los seguidores de partidos políticos o a sus candidatos.

Jesús, en su bautismo en el río Jordán, fue identificado desde los cielos y fue usada la metodología
sistemática griega:

La visual (San Mateo 3:16) y la auditiva. Es decir, la oral (San Mateo 3:17).
Análisis: Si bíblicamente el bautismo por inmersión, en esta dispensación, es en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados, los que no han obedecido ¿se les perdonarán los pecados?

PENSAMIENTO INCOHERENTE
Entre el mundo religioso, se dice que “San Pedro mandó a bautizar en el Nombre de Jesucristo,
porque eran Judíos y, los judíos odiaban al Señor Jesús”.

Este argumento es muy pobre, pues escasea de sustancia bíblica. La biblia enseña en Efesios 4:5
que hay "un Señor, una fe y un bautismo". No se sugiere en ninguna parte que exista un evangelio
para una parte de los hombres y otro credo para el resto en virtud de su raza o nacionalidad.
Jesús dijo en San Marcos 15:16: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura".
Nótese que la palabra "evangelio" está en singular. La carta a los Gálatas en su primer capítulo
(Gálatas1:6-9) dice que “no hay otro [evangelio]”. El evangelio es un mensaje universal. Es cierto
que un gran número de bautizados de la iglesia primitiva era de origen judío, sin embargo, otra gran
cantidad no lo era.

Pongamos por ejemplo el caso de Cornelio registrado en el capítulo 10 de Hechos. Aunque algunos
se aventuren a decir que era un prosélito, esto escasea un poco de veracidad; el apóstol Pedro dijo
cuando llegó a esta casa: "ustedes saben cuan abominable es para un varón judío juntarse o
acercarse a un extranjero...". Los prosélitos no eran considerados extranjeros y este gentil fue
bautizado en el nombre de Jesús (Hechos 10:48).

Otro ejemplo más es el de los samaritanos, Israelitas emparentados con gentiles. Cuando ellos
creyeron en las enseñanzas del evangelio, Felipe los bautizó en el nombre del Señor Jesús (Hechos
8:12,16).

Recordemos que en el tiempo del Señor Jesús, hubo tres clases de gente: los judíos, los
samaritanos y los gentiles.

LA IMPORTANCIA DEL REINO DE DIOS ES NACER DE NUEVO

El Señor Jesucristo le dijo al docente Nicodemo “el que no naciere de nuevo, no puede ver el Reino
de Dios” (San Juan 3:3). Luego añade: “el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en
el Reino de Dios” (San Juan 3:5).

Notemos estos dos textos: el que no naciere de “nuevo”… de “agua y del Espíritu”.

A. ¿DÓNDE ESTÁ EL REINO DE DIOS QUE NO SE PUEDE VER, NI ENTRAR, SI NO SE NACE


DE NUEVO?

Recordemos que a San Pedro se le ofrecieron “las llaves” en Cesarea de Filipos para que abriera
las puertas del reino de los cielos.

En el día de Pentecostés, usando San Pedro las llaves de la predicación del evangelio por primera
vez, entraron como tres mil personas en el reino de Dios demostrándolo con el “arrepentimiento”,
“bautismo en el nombre de Jesucristo” y la “recepción del Espíritu Santo” (siendo esta la entrada al
reino de Dios, pues ya habían nacido; lógicamente, primeros siendo engendrados por la predicación
del apóstol).

El la casa de Cornelio, un gentil, San Pedro usó nuevamente las mismas llaves de la predicación por
segunda vez, abriendo de nuevo la puerta: para que entraran los primeros gentiles en el reino de
Dios siendo “bautizados en el nombre del Señor Jesús” y recibiendo la “recepción del Espíritu Santo”
(también nacieron de nuevo porque fueron engendrados en la predicación, y luego entraron en el
reino de Dios).

La frase: “el que no naciere de nuevo” en la comprensión de lectura alude a aquellas personas que
antes tuvieron el “primer nacimiento” porque primero es lo terrenal y luego lo espiritual (San Juan
3:6; 1 Corintios 15:46-49).

Nicodemo entendió la primera parte; la otra, le tomó un poco más de tiempo. Él preguntó: “y ¿cómo
puede hacerse esto?” (San Juan 3:9). Jesús le responde mediante cuatro puntos de vista:
1. “¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? en otras palabras: ¿de Israel
saldrá la salvación y la docencia no lo entiende todavía?
2. Jesús le explicó: “lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto,
testificamos… si te he hablado cosas terrenales, y no creéis ¿cómo creeréis si
os dijere las celestiales?” (San Juan 3:12). Nicodemo, el primer nacimiento es
tan conocido que todos lo vemos y lo sabemos, porque es terrenal, el cual
prefigura al celestial. Para que haya un primer nacimiento terrenal, tuvo que
haberse iniciado un engendramiento, una gestación y luego el nacimiento físico
(Génesis 4:1, 25).
3. “¿Cómo creeréis si os dijere las celestiales? nadie subió al cielo, sino el que
descendió del cielo; el hijo del hombre que está en el cielo”. Nicodemo,
Para que haya un nuevo nacimiento espiritual, tiene que descender la materia
prima del cielo (porque el primer hombre es terrenal, el postrero es espiritual).
“La palabra o el verbo que es Dios” al entrar al mundo, tomó un cuerpo y se
llamó Jesús.
4. Usa un ejemplo: como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así, es
necesario que el hijo del hombre “que está en el cielo (y estaba hablando con él
en la tierra) sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
más tenga vida eterna” (San Juan 3:14,15).

El nuevo nacimiento sería la llegada y la aceptación del “evangelio con la inspiración divina” a la vida
de los humanos y, conversión de lo humano a lo espiritual a través de un proceso de
“engendramiento, gestación y luego trasladados” como lo dice Colosenses 1:13-14. Un ejemplo
dado: Al igual que como sucedió en las bodas de Caná de galilea, convirtiendo el agua en vino.

EL HIJO DEL HOMBRE TUVO CUATRO LEVANTAMIENTOS

(Revisaremos tres y dejaremos el cuarto para un análisis personal de San Juan 12:32).
1. Jesucristo fue “levantado en un madero” en el calvario llamado “la cruz”.
Su cabeza no tocaba el cielo. Sus pies no tocaban el suelo. Fue un mediador
entre Dios y los hombres. En la cruz pagó lo que el hombre debía, venció a
todos los enemigos del ser humano, anuló el acta de los decretos que había
contra nosotros, quitándolas del medio y clavándola en la cruz y con ello, nos
quitó la maldición cuando fue hecho por nosotros maldito.

Si usted amigo lector presta atención, en el calvario se llevaron acabo tres


acontecimientos: a) se resolvió el problema del pecado del hombre en una
manera conforme a la justicia de Dios. b) Se hizo santo al hombre sin quitarle
libertad de su voluntad. c) Se renovó el compañerismo entre Dios y el hombre
que se había perdido en el Edén. Estos beneficios son imputados al hombre
cuando se convierte al Señor Jesús.
2. Jesucristo fue “levantado del sepulcro” por la resurrección (de la muerte a la
vida). Resucitó para nuestra justificación por medio de la resurrección venció a
la muerte haciéndose propietario de sus llaves y de todos sus dominios y como
algo especial, su cuerpo no vio corrupción.
3. Jesucristo fue levantado al cielo. Cuarenta días después de la resurrección,
fue a preparar moradas para su iglesia. Se sentó en la potencia celestial y a él,
están sujetas toda autoridad, dominio e imperio. De allí ha de venir a buscar un
pueblo redimido (esta doctrina es la esencia del evangelio).

Esta enseñanza fue la que el Señor Jesús le impartió al rabino Nicodemo y nos involucra a nosotros:
era necesario que el Hijo del hombre fuese levantado. Estos tres levantamientos son la materia
prima que nos lleva al nuevo nacimiento y a entrar en el reino de Dios por las aguas bautismales en
el nombre de Jesucristo.

Un ejemplo particular: la virgen María. En el momento en que creyó al ángel las palabras traídas del
cielo, en ese instante concibió en su vientre, y naturalmente dio a luz (San Lucas 1.30-38). Su
embarazo es semejante al nuevo nacimiento para salvación en el ser humano, si no le creemos a
Dios “no pasa nada”. Pero si le creemos, nos pasa al instante como le pasó a María.

Cuando el ser humano cree en el efecto de estos tres levantamientos, indudablemente concebirá en
su ser una nueva criatura que se renueva día a día hasta decir como el apóstol: “soy una nueva
criatura en cristo Jesús”. Esa nueva criatura se deleitará en las aguas bautismales en el nombre del
Señor Jesús.

Nacer de nuevo significa que el individuo primero tuvo que haber nacido de sangre y carne; luego
volver a nacer por la palabra. Leamos San Juan 1:12,3; 1. Juan 5:13; 1. Pedro 1:3,18-23; 1.
Corintios 4:15; Tito 3:4-6 y 1. Corintios 15:1-4.

Observe lo que dice Gálatas 4:4-7. Primero tenemos que nacer de nuevo, ser hijos de Dios, y luego
recibir el Espíritu Santo. Todas estas cosas las puede hacer Dios en un instante.
LAS AGUAS TIENEN PARTE, TANTO EN LA PRIMERA CREACIÓN COMO EN LA SEGUNDA.

La bibliología nos enseña que cuando Dios organizaba la creación el Espíritu de Jehová iba, venía y
se movía sobre la superficie de las aguas (Génesis 1:2. N. V. I.). Cuando Dios quiso hacer otra
nueva creación en el tiempo de Noé, lo sacó del barco navegante de las aguas del gran diluvio
(Génesis 7:17. 2. Pedro 2:6).

Cando los Israelitas salieron de Egipto, al entrar al desierto, cruzaron las aguas del mar rojo. Al
entrar a la tierra prometida tuvieron que pasar por las aguas del río Jordán (Éxodo 13:21,22; Josué
3:13). San Pablo hace mención de esto en 1 Corintios 10:2: “todos en Moisés fueron bautizados en
la nube y en el mar”. Los pasajes analizados nos llevan a pensar que siempre que Dios hace algo
nuevo, utiliza el agua como elemento primordial.

Para hacer un cambio metempsicosis de dos reinos contrarios el Señor Jesús usó el agua (Reino
mineral) para transmutarla en vino (Reino vegetal) (San Juan 2:6-10).

En Apocalipsis 22:1 cuando se habla de la nueva Jerusalén, se habla también de un río limpio de
agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios.

Cuando el Señor Jesucristo hace mención del “nuevo nacimiento”, no pasa por alto la primera
creación de Génesis 1:2. El Espíritu de Jehová iba y venía sobre la superficie de las aguas. Biblia N.
V. I. En el nuevo nacimiento es igual, opera el “agua” y el “Espíritu” como en el libro de Génesis; ya
que se realizará una nueva creación. Jesús dijo: “El que no naciere de Agua y del Espíritu no puede
ver, ni entrar en el reino de Dios” (San Juan 3:3,5). Ojo, la palabra Espíritu está en mayúscula, esto
quiere decir que es él mismo “Espíritu” de Génesis 1:2.
La palabra de Dios posee todos los ingredientes de las cosas creadas y puede actuar sin ellas para
satisfacer las necesidades físicas por las cuales fueron creadas (San Mateo 4:4).

La biología nos enseña que antes del nacimiento, un bebe viene a través de una fuente de agua en
la cual ha navegando por varios meses hasta que se encuentra con un nuevo mundo de respiros
pulmonares y de agua convertida en oxigeno. El cuerpo posee un 75.9 % de este líquido
fundamental para la subsistencia de todos los ecosistemas, grandes y pequeños.

SE HA DICHO QUE EL AGUA HA SIDO UN LÍQUIDO BENÉFICO PARA TODOS.


La unión de moléculas H2O, conocida comúnmente como “agua” contiene un componente inherente
que produce humedad y en el organismo humano es tan importante que, las células no pueden
funcionar sin ella; los tejidos pulmonares necesitan agua para incorporar el oxígeno; el agua
disuelve los materiales de los alimentos, elimina los sobrantes alimenticios y regula la temperatura
del cuerpo. Sin este líquido los riñones, pulmones, y los poros de la piel se podrían obstruir al
momento de la eliminación de residuos. Sin embargo, las aguas corrientes son vida permanente.
(San Juan 4:14).

El agua física con todas sus propiedades procede de “la palabra de Dios”. Dios puede satisfacer las
necesidades propias del agua sin utilizar el agua, repito: porque la palabra de Dios supera todas las
propiedades del agua y del resto de cosas creadas (2. Pedro 3:5).

Observemos en san Juan 13:8-10 cuando el Señor Jesús le dijo a Pedro: “si no te lavare, no tendrás
parte conmigo”. Pedro le dijo: “Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza”. Jesús
le dijo: “el que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros
limpios estáis, aunque no todos”.

Las palabras “vosotros limpios estáis aunque no todos” indicaban, que había lavado una parte del
cuerpo de los discípulos pero, faltaba otra parte, los pies. Lo demás ya lo había lavado y para hacer
la limpieza completa les lavó los pies, utilizando agua física. Para los demás miembros del cuerpo
utilizó la palabra.
San Juan 15:3 dice: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”. El agua es
importante a tal punto que las células no pueden funcionar sin ella, los tejidos pulmonares necesitan
este líquido para incorporar oxígeno. Sin embargo, Jesús le explicó a la mujer de Samaria
“cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; Pero el que beba del agua que yo le
daré, nunca más tendrá sed, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente que salte para
vida eterna”. Con esto el Señor le hace entender que existe un agua excelente con mejores
ingredientes que la que ella buscaba. Esta nueva agua, ofrecida por el divino maestro, fluiría
internamente en el individuo a manera de una fuente que lo conduciría hacia la vida eterna (San
Juan 4:5-14).

Cuando el señor Jesús quiso hablar del Espíritu Santo que recibirían quienes creyeran en él, usó el
tiempo oportuno de ingerir el agua. Exclamó: “si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. Y añadió: “El
que cree en mí, como dice la escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (San Juan 7:37-39).
La palabra y el Espíritu tienen los mismos ingredientes; ya que la Palabra y el Espíritu son lo mismo
(San Juan 6:63). Las primeras criaturas creadas, Adán y Eva, no “nacieron” porque no fueron
engendrados. Fueron creados con las manos del creador y no permanecieron en el reino de Dios ya
que fueron tentados por el maligno y fracasaron al pecar contra Dios.

Al recibir el pecado por la desobediencia, físicamente, recibieron la maldición de la “serpiente”


Génesis 3:1 “…polvo comerás todos los días de tu vida”. Al hombre se le dijo: Génesis 3:19 “…pues
polvo eres, y al polvo volverás”. En otras palabras serás alimento de la serpiente (polvo).

En el nuevo nacimiento, el hombre y la mujer quedan libres de estas maldiciones. Por las siguientes
razones:
a. Donde hay un nuevo nacimiento; primero debe haber un nuevo
engendramiento (1. Pedro 1:23; 1. Corintios 4:15).
b. El que ha nacido de nuevo está rodeado de muchas promesas positivas y
debe tener una nueva nacionalidad (1. Pedro 1:3-5).
c. El que ha nacido de nuevo, el maligno no le toca (1. Juan 5:18).
d. El que ha nacido de nuevo no practica el pecado porque la simiente de Dios
permanece en él (1 Juan 3:9,10).
e. Ahora somos hijos de Dios; nuevas criaturas; no de simiente corruptible es
decir, no de Adán (de polvo) sino, de cimiente incorruptible, por la palabra de
Dios (1. Pedro 1:23. 1. Juan 3:2).

LA MANIFESTACIÓN DE DIOS EN CARNE FUE PARA HACERSE FAMILIA DEL HOMBRE Y


LLEVAR ACABO LA REDENCIÓN DEL SER HUMANO. “LO IMPOSIBLE SE ENCAMINABA A
LO POSIBLE” HEBREOS 2:14

LA REDENCIÓN
La Doctrina de la redención muestra que el hombre se encontraba en las manos del diablo, del
pecado, como un esclavo y necesitaba ser redimido, libertado, rescatado por medio del pago de un
precio (Romanos 6:18-22).

La redención es la liberación obtenida a través del pago de un precio o, “pagar el precio, el monto
puesto para redimir a alguien que está en cautiverio permanente”.

EL QUE REDIME ES EL REDENTOR Y SU OBRA PROPICIATORIA SE LLAMA REDENCIÓN Y


DEBE REUNIR CIERTOS RESQUISITOS:
1. DEBE SER PARIENTE CERCANO DEL HOMBRE

Ningún hombre por bueno que haya sido podrá liberar a otro hombre porque,
un esclavo no puede liberar a otro esclavo. Ni los ángeles buenos, ni los
ángeles malos, ni ningún otro ser creado, nunca lograría, ni podría, redimir o
liberar al hombre, porque el hombre pertenecía a otra creación diferente (a la
creación terrestre). Según la ley, se debía ser familia del ser secuestrado o
embargado, además tener el valor del precio adecuado y la disponibilidad
personal para que lo pudiera redimir (Levítico 25:47-49).

Dios en su esencia de espíritu podía liberar al hombre, porque él es Dios y lo


que quiere lo puede hacer pero, no lo hizo sino que tomó una forma humana
corpórea, con todas nuestras debilidades para perfeccionar su poderío y darse
a conocer como ser corpóreo visible y así, redimirnos.

Para cumplir aquella ley dada por él mismo en levítico 25:47- 49 Dios tuvo que
hacerse familia del Hombre, naciendo de una mujer para ocupar el lugar de
hermano y así defender su causa (Isaías 49:24-26; Hebreos 2:14; Gálatas
4:4,5; Hebreos 2:11,17).
2. DEBE ESTAR DISPUESTO A REDIMIR O COMPRAR OTRA VEZ
No era simplemente ser pariente de la persona a rescatar, sino tener el precio y
estar dispuesto a pagarlo. En el libro de Rut vemos el caso de un hombre que
aunque era pariente y tenía con qué redimir, no tenía la voluntad para hacerlo
(Rut 4:1-10). Por el contrario, el Señor Jesús, siempre estuvo dispuesto a pagar
el precio de este rescate. Por ejemplo, en el poso de Jacob, dijo: “yo tengo una
comida que comer que vosotros no sabéis (San Juan 4:32-34). Otro ejemplo se
encuentra descrito en San Mateo 26:36-42, Jesús en el huerto del Getsemaní
oraba intensamente “No se haga mi voluntad…”.
3. DEBE TENER EL PRECIO DEBIDO.
El hombre no fue comprado por dinero (Isaías 49:24,25. Isaías 52:3). En la
parábola de San Mateo 13:44,45 se vislumbra el negocio a realizar. En primera
de Pedro encontramos el capital valeroso para adquirir la propiedad, la
realización de este negocio y el precio pagado (1. Pedro 1:18,19).

JESÚCRISTO REUNIÓ TODOS ESTOS REQUISITOS


1. “Siendo Dios, se manifestó en carne al nacer de una mujer” (Hebreos 2:14).
2. “Padeció por nosotros en la carne, con un propósito” (1. Pedro 3:18; 4:1).
3. “Se dio a si mismo por nosotros para redimirnos” (Tito 2:13,14).
4. “Siendo justificado gratuitamente por su gracia” (Romanos 3:24-26).
5. “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual
recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación" (1 Pedro 1:18-19).
6. “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en
vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" (1. Corintios 6:20).

Hemos sido comprados por un precio. ¿Cuál fue el precio? hay sólo una respuesta: la sangre de
Jesucristo derramada en la cruz del calvario.

Estudie las siguientes referencias: Levítico 25:47-49; Gálatas 3:13; Apocalipsis 5:9; Tito 2:14; San
Mateo 20:28; 1. Pedro 1:18,19; Isaías 52:3; Hebreos 2:14; Filipenses 2:6-9; Jeremías 15:21.

La palabra "redimir" en la locución bíblica, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento quiere
decir:
1. Comprar otra vez pagando el precio debido (Isaías 52:3).
2. Librar de la esclavitud pagando el precio completo (1. Pedro 1:18,19).
3. Comprar en un mercado y llevar de un mercado (Óseas 3:2).

PRIMER PUNTO:

COMPRAR OTRA VEZ PAGANDO EL PRECIO DEBIDO

Los redimidos en esta dispensación de gracia, nos debemos al Señor por dos
razones:

1. Él nos creó, nos formó y nos hizo. En “Adán”. (Isaías 43:7).

2. Nos redimió en “Cristo Jesús” porque éramos esclavos:


a. “del mundo” (San Juan 16:33) y a los redimidos se nos dice: no “améis al
mundo ni…” (1. San Juan 2:15).
b. “del pecado” (Romanos 6:18). A los redimidos, nos dice San pablo en
Romanos 6:14: “El Pecado no se enseñoreará…”.
c. “del diablo” (Colosenses 1:13). Para los que ya somos redimidos, dice San
Pedro en 1. Pedro 5: “Resistid al diablo y de vosotros huirá”.
d. “de los deseos de la carne” (Gálatas 5:1,24). Por eso San pablo aconseja en
Gálatas. 5:16 “No satisfagáis los deseos de la carne…”.
e. “del ego personal” (Gálatas 2:20.) San pablo, después de ser redimido dijo:
“con Cristo estoy juntamente crucificado…” (Gálatas 2:20; 1. Pedro 1:18:
Gálatas 4:3-5; 3:13; 1. Corintios 6:20).

SEGUNDO PUNTO:

LIBRAR DE LA ESCLAVITUD PAGANDO EL PRECIO COMPLETO

Jesucristo nos ha librado de la potestad de las tinieblas (Colosenses 1:13; Romanos 8:2; 6:17,18).

TERCER PUNTO:

COMPRAR EN UN MERCADO Y LLEVAR DE UN MERCADO.


Los mercados siempre estaban ubicados en lugares públicos y eran accesibles a todos los
habitantes. En la antigüedad, muchos de los lugares públicos de los países de oriente, estaban
ubicados en puentes, en puertos marítimos, en carreteras, en las afueras de las puertas principales
de las ciudades y en otros lugares más pequeños dispuestos para estos fines (Isaías 23:3; Sofonías
1:10,11).

Cuando Cristo nos compró lo hizo en un lugar público, en el lugar de la “calavera”. El calvario
quedaba en las afueras de la puerta principal de la cuidad de Jerusalén (Hebreos. 13:12). Allá fue
donde el Señor pagó el gran negocio (San Mateo 13:45,46). En el cerro del calvario se unían tres
caminos: el de los romanos, el de los griegos y el de los judíos (San Juan 19:20). Todos los
habitaron se dieron cuenta del pago que hizo el Señor Jesús (por el rótulo escrito en tres idiomas).

San Pablo a los Colosenses 2:13-15 habla del cambio de vida y el destronamiento del viejo imperio.
Estimado lector, me ha parecido bien ensanchar este tema con toda lucidez para tratar de que la
verdad bíblica alumbre todas las elucidaciones de nuestra mente Contemporánea, y así, poder salir
del mar de confusiones que opera entre el mundo religioso en nuestros días. Espero que el Señor
dueño de la mies alumbre cada momento nuestro sendero hasta hacernos a la verdad completa,
como lo dijera el apóstol san Pablo a los Colosenses 1:9. …Que seas lleno del conocimiento de su
voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual.

Estimado Lector:
Te invitamos a tener comunicación con nosotros a través de la Iglesia Pentecostal Unida, y
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Copyright y engrosado por el pastor.
York Anthony Shalom.
Licenciado en Sagrada Teología.
Magister en Divinidades Teológicas.
Jorgesalomserpa@hotmail.com
¿Debemos ser bautizados únicamente
en el nombre de Jesús?
¿Debemos ser bautizados solo en el nombre de
Jesús o en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu
Santo? ¿Son dos fórmulas diferentes para el
bautismo cristiano?

Muchos se han preguntado acerca de por qué en el libro de Hechos se habla de bautizar en el
nombre de Jesucristo (Hechos 2:38; 8:16; 19:5), si en otro lugar Jesús les había dicho a los
discípulos: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre
del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19).

No son formas distintas de bautizar, como algunos suponen.

“En el nombre de”


La frase “en el nombre de” significa “por la autoridad de”. Ya sea “en el nombre de Jesucristo”
o “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, el significado es el mismo. De
cualquier forma, significa que cuando los apóstoles bautizaban a alguien, ellos lo estaban
haciendo por la autoridad de Dios.
Esto era lo que los apóstoles estaban haciendo en las referencias anteriores del libro de los
Hechos. Estas referencias no nos dicen las palabras exactas que los apóstoles utilizaban cuando
llevaban a cabo los bautismos. Lo único que se indica es que los discípulos ejercían la autoridad
para bautizar que les había sido dada a ellos por Cristo y que ellos lo hacían en su nombre. Un
ministro de Jesucristo en la actualidad todavía bautiza por la autoridad de, o en el nombre de,
Jesucristo. Los ministros de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial, utilizan las palabras de
Mateo 28:19 cuando bautizan.

El significado de Mateo 28:19


En cuanto a este tema, debemos señalar que las palabras de Mateo agregan un entendimiento
único al referirse al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. En Mateo 28:19, el griego por “en” es eis
y puede significar “dentro” que es la forma apropiada para entenderlo en este contexto. Esto
significa que los pecadores son bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Esto implica que antes de llegar al punto del bautismo, la persona ha aprendido primero acerca
de Dios el Padre, su Hijo y el Espíritu Santo. Luego, por medio del bautismo, la persona entra
en una relación personal con Dios el Padre y el Hijo, recibiendo así “el nombre familiar” (vea
Efesios 3:14-15).

Dios vive en la persona convertida por medio del Espíritu Santo, permitiendo de esta forma, que
la persona pueda seguir viviendo como Dios espera.Las palabras de Mateo también revelan que
el Espíritu Santo es el poder de Dios, que hace la conversión posible. Dios vive en la persona
convertida por medio del Espíritu Santo, permitiendo de esta forma, que la persona pueda seguir
viviendo como Dios espera. Pablo explicó esto al citar del profeta Isaías: “Antes bien, como está
escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que
Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).

Pablo continua: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo
escudriña, aun lo profundo de Dios… Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el
Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que
proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido… Pero el hombre natural no
percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede
entender, porque se han de discernir espiritualmente” (vv. 10-14).

¿Está buscando la Iglesia que está detrás de Vida, Esperanza y Verdad? Vea nuestra página en
"Quiénes somos".

El proceso de conversión
En Hechos 2:38, Pedro estaba respondiendo a las personas que quedaron conmovidas con su
predicación, y le preguntaron que debían hacer entonces. Él dio un resumen del proceso de
conversión: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.

El proceso de conversión sigue siendo igual en la actualidad. Si usted llega al arrepentimiento,


va a tener una perspectiva real de lo que es el pecado y cómo usted ha pecado y estará haciendo
un esfuerzo consciente para darle un giro radical a su vida. La palabra griega para
“arrepentimiento” significa “cambiar la mente de uno”. La implicación es de un profundo
cambio en la forma de pensar que necesariamente va a provocar un cambio profundo en la
forma en que vive la persona.

Sólo después del arrepentimiento genuino es posible ser bautizado por un ministro de Dios en su
nombre.
Víctor pregunta:
“¿Quiénes fueron bautizados en
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo?”
En defensa del dogma de “Jesús solo”, se argumenta que el apóstol
Mateo no reprendió al apóstol Pedro cuando este mandó, en el día
de Pentecostés: “…bautícese… en el nombre de Jesucristo”.

Estanque de Siloé, en Jerusalén.


Juan 9:7. Rendición artística basada en hallazgos arqueológicos.
En Pentecostés del año 30 d. C., cuando fue establecida la iglesia, “como tres
mil”
fueron bautizados. ¿Dónde? Sin duda, en estanques tales como este.
¿En el nombre de quién o quiénes?
Esta cuestión constituye el tema principal de este intercambio.

El Sr. Víctor escribe…


"Qué el Señor Jesucristo los bendiga. Tengo una duda: ¿Quiénes fueron
bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo? Porque ya
busqué y nadie fue bautizado en la Trinidad. Ahora, si así fuera el bautismo,
¿por qué Mateo no dijo nada cuando Pedro dijo que fueran bautizados en el
nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados y recibirían el don del
Espíritu Santo? Porque si eran muy celosos de las cosas que el Maestro les
dijo que hicieran, Mateo lo hubiera reprendido en ese momento y le hubiera
dicho que no se hiciera así el bautismo. Saludos."
Respondemos

Estimado Sr. Víctor, la gracia de Dios abunde en usted y los suyos.


Pregunta usted: “¿Quiénes fueron bautizados en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo?”, refiriéndose a los bautizados en el siglo I de la Era
Cristiana, conforme a la historia relatada en el libro de Hechos escrito por
Lucas.
Tengo a bien contestar, para comenzar, con otra pregunta. Sabiendo que el
propio Jesucristo ordenó a los apóstoles a bautizar a los discípulos “en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19),
¿quiénes NO fueron bautizados “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo”, tal y cual mandó Cristo?
Sr. Víctor, usted responde a su propia pregunta, afirmando, en efecto,
que ninguno bautizado en aquel tiempo fue bautizado conforme a la
directriz muy precisa de Cristo en Mateo 28:19. “Porque ya busqué”,
apunta usted, “y nadie fue bautizado en la Trinidad”, deduciéndose que
quiere decir: “…nadie fue bautizado en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo”.
Por razones que dilucidamos en este estudio, su búsqueda arrojó resultados
que hemos de catalogar de extraños, distorsionados, contrarios a hechos
obvios y doctrinas sencillas del Nuevo Testamento de Cristo.
¿Qué palabras pronunciaron los apóstoles y demás predicadores inspirados del
siglo I cuando efectuaban el acto mismo de sepultar a personas en agua “para
perdón de los pecados”? Revisamos cuidadosamente todos los casos de
conversión relatados en Hechos donde se menciona el bautismo sin hallar
respuesta explícita, palabra por palabra, cita exacta, que responda a esta
pregunta.
Su búsqueda, don Víctor, no descubrió este hecho importantísimo, y no
dándose cuenta de él, usted llegó a una conclusión errónea sobre la cual
fabricó el argumento acerca de “reprender Mateo a Pedro” en Pentecostés.
Echemos un vistazo a losejemplos de bautismo en Hechos.
Más de tres mil bautizados en un solo día.
Se inserta esta fotografía con el solo propósito de ayudarnos a visualizar
los aproximadamente tres mil bautismos efectuados
en el día de pentecostés en Jerusalén.

1. Jerusalén. Día de Pentecostés. Hechos 2:1-47. “…como tres mil


personas” bautizadas (Hechos 2:41).
Estando en el agua, ¿qué palabras pronunciarían los que bautizaron
a aquellos miles? Este detalle no aparece en el texto. Supongamos
que los doce apóstoles bautizaran a los casi tres mil en estanques de
Jerusalén. ¿Qué dijeron, estando en el agua en el acto mismo de
zambullir a las personas arrepentidas? Entiendo que usted
contestaría: “Le bautizo solo en el nombre de Jesucristo”, o “Le
bautizo en el nombre de Jesús solo”. ¡Pura suposición! Suposición
que contradice abierta y osadamente la orden específica de Cristo en
Mateo 28:19. Suposición, sí, porque no se nos informa en el texto
sagrado las palabras exactas de los apóstoles al estar ellos en el
acto de efectuar los bautismos. ¿Se da cuenta ahora?
2. Samaria. Hechos 8:5-13. “…se bautizaban hombres y mujeres”,
incluso Simón, el mago. ¿Qué palabras pronunciaría el evangelista Felipe,
estando en el agua y efectuando estos bautismos? No lo dice el texto.

Felipe bautiza al “funcionario de Candace reina de los etíopes”, eunuco.


¿Qué palabras pronunciaría Felipe en el acto mismo del bautismo?

3. El eunuco de Etiopía. Hechos 8:26-40.


Al pedir este “funcionario de Candace reina de los etíopes” el
bautismo, Felipe descendió al agua con él “y le bautizó”. ¿Qué dijo
Felipe al bautizar al eunuco? ¿“Le bautizo en el nombre de Jesús
solo”, o “Le bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo”? Ni una palabra inspirada al respecto en el relato de aquel
bautismo.
4. Damasco. Saulo de Tarso. Hechos 9:1-19.
Curado en Damasco de la ceguera que le afectó al ver en visión al
Cristo resucitado, Saulo de Tarso “fue bautizado” por Ananías,
quién le instó: “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y
bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre”(Hechos
22:16), o sea, el nombre de Jesucristo. ¿Qué palabras pronunciaría
Ananías al zambullir a Saulo de Tarso en las aguas? No se nos
informa.
A Saulo de Tarso le correspondía invocar el “nombre” de Cristo.
Por otro lado, al predicador Ananías le atañía la responsabilidad
de bautizar a Saulo “en el nombre de…”. ¿En el nombre de quién
o quiénes? ¿Qué dijo Ananías cuando sumergió a Saulo de Tarso en
agua para que fueran lavados sus “pecados”? Simplemente, no se
nos informa.
5. Cesarea. Cornelio, parientes y amigos. Hechos 10.
Dispuestos el gentil Cornelio, “sus parientes y amigos más íntimos” a
obedecer al evangelio, el apóstol Pedro “mandó bautizarles en el
nombre del Señor Jesús” (Hechos 10:48). ¿En el nombre de Jesús
solo? ¿Solo en el nombre de Jesús? ¿Solo y exclusivamente en el
nombre de Jesús, sin mencionar, so pena de condenación, el nombre
del Padre, y del Espíritu Santo? ¿Qué palabras pronunciaron los que
bautizaron a aquellos gentiles en el momento preciso de efectuar los
bautismos? De nuevo, vemos que no se divulga este detalle en la
historia inspirada transmitida en Hechos.
6. Filipos. Lidia bautizada, y su familia. Hechos 16:11-15. “Y cuando fue
bautizada, y su familia…”
El apóstol Pablo y sus colaboradores encuentran a esta familia “fuera
de la puerta” de la ciudad, “junto al río”. Se asume que Lidia y su
familia fueran bautizadas en aquel mismo río. ¿Quién llevaría a cabo
los bautismos y qué palabras diría en el momento de bautizar?
Detalles no dados en el relato.
7. Filipos. El carcelero y su familia convertidos. Hechos 16:25-40.
Encarcelan a Pablo y Silas en Filipos. A medianoche, acaece un
terremoto. “…las cadenas de todos” los prisioneros “se soltaron”. El
carcelero “sacó la espada y se iba a matar”, pero Pablo le detiene.
Entonces, el carcelero, sacando a Pablo y Silas, pregunta: “Señores,
¿qué debo hacer para ser salvo?” Aquellos siervos de Cristo “…le
hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su
casa”. “…y en seguida se bautizó él con todos los
suyos”. ¿Dónde, por cuál de los predicadores, en el nombre de
quién o quiénes, y con qué propósito específico? Detalles no
anotados en el pasaje.
8. Corinto. Hechos 18:1-8. “Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó
en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo,
creían y eran bautizados” (18:8).
¿Dónde fueron bautizados, por quiénes, en el nombre de quién o
quiénes, y con qué propósito específico? Una vez más observamos
que no se nos informan tales detalles.
Sr. Víctor, vuelvo a citar sus palabras: “Porque ya busqué y nadie fue bautizado
en la Trinidad”. No encontrándose el vocablo “Trinidad” en la Biblia, sugiero que
usemos la cláusula bíblica “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo”. Así que, usted está diciendo, efectivamente, que buscó y halló
que “nadie fue bautizado” en el nombre de estos tres Seres.
A lo que respondemos: ¿Cómo lo sabe? Ningún caso de los ocho
presentados en Hechos sostiene, explícita o implícitamente, su
conclusión. Ninguna evidencia circunstancial la apoya. Ningún texto registra
que algún predicador inspirado del siglo I dijera: “bautícese solo y
exclusivamente en el nombre de Jesús”, “bautizarse en el nombre de Jesús,
pero no en el del Padre ni en el del Espíritu Santo”, o algo parecido.
1. En realidad, su conclusión que “nadie fuera bautizado en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”, se clasifica, en términos de la lógica,
como una inferencia suya propia basada en expresiones tales
como “…bautícese… en el nombre de Jesucristo” y “mandó bautizarles en
el nombre del Señor Jesús”.
Tomo la confianza de resumir su inferencia de la siguiente manera:
“Ya que se menciona en los casos de bautismo en Hechos el nombre
de Jesucristo, y no el del Padre o el del Espíritu Santo, infiero que los
apóstoles y demás predicadores del Siglo I bautizaban en el nombre
de Jesús solo. Solo en el nombre de Jesucristo, y no en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. He aquí su inferencia, la
cual equivale a su interpretación de lo dicho y hecho en aquellos
casos, y por ende, se concretiza en su posición doctrinal, la cual trae
al tiempo presente, enseñando, presumo, que hoy día se debiera
bautizar solo en el nombre Jesús.
2. Aunque usted no lo dice en sus cortos argumentos, algunos proponentes
de la doctrina de “Jesús solo” enseñan que los apóstoles
estaban interpretando el mandato de Cristo en Mateo 28:19 cuando
decían “bautícese… en el nombre de Jesucristo”. Que, según ellos, lo que
realmente quería decir Cristo era que se bautizara solo en el nombre de
Jesucristo.
No por nada se tilda semejante argumento de irracional,
descabellado, inherentemente contradictorio.
Así, porque: ¿Acaso no supiera Cristo expresarse con claridad en
Mateo 28:19?
Bien pudiera haber dicho “bautizándolos solo en mi nombre, solo en
el nombre de Jesucristo”, en vez de “bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.
Y en Pentecostés, Pedro y los demás apóstoles pudieran haber
aclarado el asunto, explicando: “Es cierto que Cristo dijo bautizar “en
el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”, pero el
verdadero sentido de su mandato es bautizar solo en el nombre de
Jesucristo”.
Mas, sin embargo, lo que dijo Cristo en Mateo 28:19 lo dijo con una
claridad inconfundible. En lo concerniente a los apóstoles en
Pentecostés, dada la importancia de “en el nombre de…” encuentro
del todo inconcebible que no declararan públicamente el supuesto
cambio de la orden de Cristo a “en el nombre de Jesús solo” y que no
se registrara, para futuras generaciones, tal supuesto cambio en el
relato inspirado. Bien que esta observación sea, en parte, subjetiva,
mi parecer es que no deja de tener bastante peso.
3. Afirmamos, categóricamente, que los apóstoles y demás predicadores
inspirados del siglo I no estaban “interpretando el mandato de Cristo en
Mateo 28:19” cuando decían “bautícese… en el nombre de Jesucristo”. No
estaban introduciendo el concepto de “Jesús solo”, que “Jesús es Jehová;
Jehová es Jesús”. Tampoco aceptamos como válida su inferencia, Sr.
Víctor, según la que solo se bautizara en los casos bíblicos en el nombre de
Jesús solo. A continuación, anotamos razones.
a) Consideremos: “…en el nombre de…” significa “por la autoridad
de…”.
Ahora bien, Jesucristo recibió plena autoridad para ejecutar el
plan divino de salvación cuando fue investido de “toda
potestad… en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18). Dotado por
su Padre celestial de “toda potestad”, dijo con autoridad: “Por
tanto” –es decir, parafraseando: “Ya que tengo tal potestad, tal
poder, les mando…”- “…id y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y
del Espíritu Santo” (Mateo 28:19). “Tengo toda potestad, y por
ende, toda autoridad, y lo que quiero, lo que ordeno, es que
bauticen no solo en mi nombre, o sea, por mi autoridad, sino en el
nombre de mi Padre y en el del Espíritu Santo. Es decir, también
por la autoridad de ellos.”
Así que, cuando decía el apóstol Pedro en
Pentecostés “bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo”estaba diciendo, efectivamente, “bautícese cada uno
por la autoridad de Jesucristo”, o sea, porque así manda él,
teniendo derecho absoluto de ordenar que cada uno se bautice. Y
teniendo toda autoridad para implementar el plan divino de
salvación, no solo puede mandar a que cada uno se bautice sino
puede estipular cómo y para qué.
El “cómo” lo fija al decir “…en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo…”.
Y el “para qué” al decir “…para perdón de los pecados”.
Referente al “cómo”, qué conste: no solo en el nombre del
Hijo sino también en el “del Padre… y del Espíritu Santo”.
Inferencia lógica: Cuando una persona acepta ser
bautizada “en el nombre de Jesucristo”, lo cual equivale a,
recalcamos, bautizarse por la autoridad de Cristo,
obligatoriamente ha de bautizarse “en el nombre del Padre,
y del Hijo, y del Espíritu Santo” porque así ordenó Cristo,
valiéndose de la plena autoridad que le fue conferida por el
Padre.
(1) ¿Por qué bautizar “en el nombre del Padre”, es decir, por la
autoridad de él? No hay nada complicado o misterioso en esta
exigencia. Sencillamente, porque el Padre es el autor original del
mensaje que predica el Hijo, mensaje que incluye el bautismo.
Escuchemos el testimonio, repetido una y otra vez, del propio
Jesucristo. “…pero él que me envió es verdadero; yyo, lo que
he oído de él, esto hablo al mundo” (Juan 8:26). “…nada
hago por mí mismo, sino según me enseñó el Padre, así
hablo” (Juan 8:28).
Entonces, el Señor remata esta enseñanza,
diciendo: “Porque yo no he hablado por mi propia cuenta;
el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que
he de decir, y de lo que he de hablar” (Juan 12:49).
¿Es necesario bautizarse “en el nombre… del Hijo”?
Indisputablemente. Con aún más razón es necesario
bautizarse “en el nombre del Padre”, o sea, por la autoridad de
él, pues la condición de sumergirse en agua “para perdón”,
naciendo “del agua” para ser recibido en el Reino de Dios
(Juan 3:1-7), la fijó el Padre antes de que el Hijo la proclamara
en la tierra.
Qué no perdamos de vista el testimonio de Jesús. “…el Padre
que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de
decir, y de lo que he de hablar.”
(2) ¿Por qué bautizarse “…en el nombre… del Espíritu
Santo”? Porque este Ser espiritual celestial, en su rol de “el
Consolador” y el de intermediario que transmite, por inspiración
divina, el Nuevo Testamento a la iglesia, se une al Padre y al Hijo en
enseñar el bautismo como necesario para recibir perdón y nacer de
nuevo. El Padre es quien envía al Espíritu Santo, “el Espíritu de
verdad” (Juan 14:16-17).
Este, recibiendo de Cristo “toda la verdad”, se lo revela por
inspiración a los apóstoles y demás siervos escogidos.
Testifica Cristo: “…cuando venga el Espíritu de verdad, él os
guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia
cuenta, sino que hablará todo lo que oyere… …tomará de
lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:13-15).
Entre los muchos mandamientos que transmite el Espíritu
Santo figura prominentemente el de bautizarse “cada uno… en
el nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados” (Hechos
2:38), mandamiento que proclama Pedro y los demás
apóstoles en el día de Pentecostés, estando ellos “llenos del
Espíritu Santo” (Hechos 2:4).
b) Estimado Sr. Víctor, todos estos textos, todas estas explicaciones en
la Biblia, nos dan a entender claramente que el Dios Padre Jehová es el
autor original del evangelio, que le ha placido encargar a su Hijo
Jesucristo la revelación de las buenas nuevas a la humanidad, y que
tanto el Padre como el Hijo emplean al Espíritu Santo en esta magna
tarea. Definitivamente, el bautismo figura entre los mandamientos
principales del evangelio, pese a que muchos teólogos e iglesias lo
quiten mérito, relegándolo a tercer plano.
Manda Jesucristo a sus apóstoles: “Id por todo el mundo
ypredicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere
bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será
condenado” (Marcos 16:15-16). Ennegrecemos “…y fuere
bautizado, será salvo…” para resaltar el hecho de ser el
bautismo uno de los mandamientos de la Gran Comisión,
mandamiento omitido por la inmensa mayoría de los predicadores
del presente en sus campañas o programas de evangelización.
¡Ay de ellos! ¡Y ay de los que causan trastornos y divisiones,
predicando “Jesús solo”, pese a los muchos textos bíblicos que
exponen tan lúcidamente los roles del Padre y del Espíritu Santo
en el plan divino de salvación!
c) No hay que ser teólogo o erudito para ver a tres Seres celestiales en
los pasajes que acabamos de citar. ¡Tres!, amigo Víctor, y no a Jesús
solo. Él no actúa solo. El Padre lo envió. Recibió el mensaje del Padre.
Recibe “toda potestad” del Padre. El Espíritu Santo acata su voluntad,
guiando a los apóstoles a toda la verdad. Tres Seres celestiales en el
escenario espiritual, cada uno con papeles y obras distintas. No
digo “Trinidad”, a la manera del dogma católico romano, sino tres Seres
espirituales distintos. “Deidad” es el término bíblico. Frente a estas
verdades bíblicas la tesis de “Jesús solo” se hace añicos, siendo del
todo insostenible.
“¿Quiénes fueron bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo?”, pregunta usted, don Víctor. A la luz de lo estudiado hasta el momento
la respuesta obligatoria sería: Todos los que obedecieron al mandamiento de
Cristo a bautizarse. Asimismo él había instruido, mediante la Gran Comisión,
que se bautizaran. Los apóstoles, guiados por el Espíritu Santo “a toda la
verdad”, no hubiesen malinterpretado el mandamiento de Cristo, ni lo hubiesen
contradicho u alterado.
Entonces, la inferencia correcta sería que todas las personas de los ocho casos
en Hechos donde se menciona el bautismo fueran bautizadas “en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo,” y además, “…para perdón de los
pecados”. En cambio, la inferencia de “bautismo solo en el nombre de Jesús”
carece enteramente de evidencias que la respalden.
Se desprende de estas verdades que si usted, respetado Sr. Víctor, rehúsa
bautizarse “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu”, “para perdón de
los pecados”, habría razón fuerte para culparle de sublevarse contra la
autoridad y la voluntad de Jesucristo. Él quiere, diciéndolo expresamente, que
usted, este servidor y toda persona que deseare salvarse, se bautice
exactamente como ordena, sin subterfugios, rodeos o especulaciones
relacionados con “trinidad, deidad, dios trino, Jesús solo, Jehová solo”,
etcétera. ¿Está usted dispuesto a someterse a su voluntad?
A la verdad, a todo “Jesús solo” le convendría, a nuestro humilde parecer,
reconocer y renunciar sus conceptos distorsionados sobre la Deidad, tomando
también el paso sabio de bautizarse conforme a la orden tan sencilla de
Jesucristo. “…en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo…” Y
a toda persona bautizada así, pero no “para perdón de los pecados”, el cual
es el designio establecido por la Deidad para el bautismo, repudiar la doctrina
errónea del “bautismo como símbolo, nada más, y como acto innecesario para
remisión de los pecados”, sumergiéndose en las aguas, plenamente consciente
de su propósito divino.
Nos resta tratar aquello de que Mateo hubiese corregido a Pedro cuando
Pedro dice “bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para
perdón de los pecados” (Hechos 2:38), si hubiese sido necesario bautizarse “en
el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.
La falacia sobre la cual se desarrolla este argumento ya quedó descubierta
completamente. Nos referimos a la inferencia equivocada formulada por usted,
Sr. Víctor, en su búsqueda ineficiente de la verdad.
Los demás apóstoles –ni Mateo, ni Juan, ni ningún otro, ni todos juntos-
reprendieron a Pedro porque comprendían, obviamente, que “en el nombre de
Jesucristo” significa “por la autoridad de Jesucristo”. Y “por la autoridad” quiere
decir “conforme a su voluntad y mandamiento”. Y “su voluntad y mandamiento”
era bautizar “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.
1. Fíjese: todos los apóstoles sabían lo que había ordenado el Señor sobre
cómo bautizar. Y todos sabían que la enorme multitud de oyentes
congregados en Jerusalén, en aquel Pentecostés, eran judíos y prosélitos
que ya creían en el Dios Padre. Pero la inmensa mayoría de aquella
muchedumbre no había creído que Jesucristo fuera el Hijo de Dios. De ahí,
el énfasis sobre Cristo en todo el discurso de Pedro, terminando con la
instrucción de bautizarse “cada uno… en el nombre de Jesucristo”.
2. Pues bien, amado, ahí no terminó el discurso de Pedro, sino que él sigue
predicando. “Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba,
diciendo: Sed salvos de esta perversa generación” (Hechos 2:40). ¿Habrá
enseñado de nuevo sobre el bautismo? ¿Habrá incluido la instrucción de
bautizarse “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”?
¿O habrá dicho algo como sigue? “Jesucristo es el mismo Dios
Padre. Él es Jehová. Así que, bautícese cada uno solo en el nombre
de Jesús, y el que rehúse creer que Jesús es el Padre Jehová, que
sea anatema.”
Nos parece no exagerar al observar que semejante declaración
hubiese provocado una revuelca espantosa entre los judíos. ¿Creer
que Jesucristo era el Hijo de Dios? Muy bien, asimismo se
identificaba, y ahora están presenciando pruebas indubitables de su
resurrección y glorificación a la diestra de Jehová. Pero, ¿creer que
Jesucristo fuera el mismo Jehová Dios? ¡Totalmente escandaloso! Es
más, ¡hasta blasfemo! Él nunca jamás se identificó como Jehová
encarnado. ¿Con qué justificación pronunciarlo tal a estas alturas?
a) De hecho, de haber el apóstol Pedro enunciado semejante doctrina
en relación al bautismo, toda la multitud hubiese tenido razón para
acusarle de inconsecuente, contradictorio, ilógico, fuera de sí.
Porque en aquel mismo día él ya había dicho lo siguiente: “A este
Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido
del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto
que vosotros veis y oís” (Hechos 2:32-33).
Y ahí mismo la multitud tiene frente de sí a tres Seres
espirituales.
Por extensión, también nosotros tenemos a los mismos tres frente
a nosotros. El Dios Padre Jehová que resucita a
Jesús. Jesús exaltado a la diestra de Dios. Jesús que recibe “del
Padre la promesa del Espíritu Santo”. El Espíritu
Santo derramado por Jesús sobre los apóstoles.
¡Tres! No fundidos en uno. Tres, con funciones y misiones
distintas. Los tres, interactuando.
A propósito, si Jesús es Jehová, ¿cómo explicar que él se sienta
en su propio trono, “exaltado por la diestra de Dios”? Si él es
Jehová Dios, ¿se sienta al lado de sí mismo? Preguntas que
resaltan lo absurdo de pensar o enseñar que “Jesús es Jehová”.
b) ¿Cómo pretender, pues, que Mateo corrigiera a Pedro, o que los
apóstoles repudiaran el mandamiento de Cristo respecto al bautismo
ordenado en la Gran Comisión según Mateo 28:18-20? Ellos sabían que
Jesús no era Dios Jehová. Sabían que él oraba a su Padre en los cielos,
afirmando “…el Padre mayor es que yo” (Juan 14:28), y que la
existencia del Padre Jehová en los cielos mientras el Hijo estaba en la
tierra no era una proyección ficticia y engañosa sino real y verdadera.
(1) Claro que Jesús dijo: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30),
pero también explicó cómo son uno, jamás queriendo decir que él
fuera el Padre Jehová y viceversa.
Su explicación sobre cómo son uno se halla en su oración
por los que habrían “de creer” en él por la palabra de los
apóstoles.
“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que
han de creer en mí por la palabra de ellos, para quetodos
sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que
también ellos sean uno en nosotros… para que sean uno,
así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mi,
para que sean perfectos en unidad…”(Juan 17:20-23).
Así que, el Padre y el Hijo son “uno” de la manera que los
verdaderos cristianos somos uno. Somos uno, pero no
fundidos el uno en el otro sino que mantenemos cada uno su
existencia independiente y su identidad propia.
Asimismo el Padre Dios y Jesucristo. Uno en esencia
espiritual, mente, atributos fundamentales, proyecciones,
metas, propósitos, ejecutorias, mas existiendo como seres
independientes, cada uno con identidad propia.
(2) Esta doctrina no la cambian los apóstoles en Pentecostés. A
través de los escritos inspirados compuestas después de
Pentecostés –en Hechos, en las epístolas de Pablo, Juan y Pedro,
en Apocalipsis- se sigue enseñando que el Padre, Jesucristo y el
Espíritu Santo mantienen sus roles y misiones distintas.
Por ejemplo, Pablo apunta en 1 Corintios 11:3
que “Dios” es “la cabeza de Cristo”. Cristo no es la cabeza
de Dios. En términos de potestad y autoridad él no es
absolutamente igual a Dios. El Padre Dios Jehová es
su“cabeza”.
Luego, en 1 Corintios 15:20-28, Pablo explica que el Padre ha
sujetado al Hijo “todas las cosas”, aclarando que hay una
excepción, a saber, el Padre mismo. “Y cuando dice que todas
las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa
aquel que sujetó a él todas las cosas.”
Vemos, pues, que hasta el día de hoy, Cristo, pese a
tener “toda potestad en los cielos y en la tierra”, sigue sujeto a
su Padre. Él no es su propio Padre; él no es Jehová Dios; él
es Cristo, el Hijo de Dios. Doctrinas que los “Jesús solo”
deberían aprender, desistiendo de causar disensiones y
divisiones a consecuencia de su promulgación obstinada de
“bautizar solo en el nombre de Jesús, Jesús es Jehová”,
etcétera.
Bendiciones para usted, Sr. Víctor. Qué Dios le ilumine y guíe en su búsqueda
de conocimiento e inteligencia espiritual (Colosenses 1:9), al igual que a este
servidor y a todo aquel que ama al Señor y su Segunda Venida en gloria.

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