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LIBRO 2 DE 3

El circo de la madrugada
JERMÁN ARGUETA

1
© Jermán Argueta, EL CIRCO DE LA MADRUGADA
NÚMERO ESPECIAL DE LA REVISTA
CRÓNICAS Y LEYENDAS MEXICANAS

Poesía y fotografías
Jermán Argueta

Diseño de cubiertas e interiores


Juana Araceli Ordaz Ortiz “El Ánima Sola”

Corrección de pruebas
David Elías Briseño

Impresión y consultoría
IMPRESÓPOLIS
Manuel M. Flores No. 63, Col. Obrera, México D.F.
Tel. 55781491 / 55880057
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Todos los derechos están reservados para nosotros,


pero sí pueden reproducir esta publicación de manera total
o parcial. Y cuando así lo hagan, será gratificante
que se lo hagan saber a esta casa editorial.
© D.R. 2010, Crónicas y Leyendas Mexicanas A.C.
Las Cruces 36-103, Col. Centro, D.F., México, 06090, Tel. 55 42 28 99
cronicas_leyendas@hotmail.com
www.cronicasyleyendasmexicanas.org
México, 2010.
CERTIFICADO DE LICITUD Y CONTENIDO EN TRÁMITE. NÚMERO DE RESERVA
AL TÍTULO EN DERECHOS DE AUTOR EN TRÁMITE. ISSN1665-577X

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Prólogo de Andrés Cardo 4
Los polvos son viejos polvos 7
Mayahuel 12
El cautiverio del sueño 15
Nocturno 19
El puerto en la ciudad 21
Soledad 23
Las llaves del Cielo 26
El circo de la madrugada 29
Ahí están los mismos hombres 36
Virgen 41
El muro de la iglesia de Regina 44
Las azoteas 47
La visión del viento 52
Ciudad impoluta 55
3
El circo de piedra

s la carpa de la noche en donde transcurren las cosas más ex-


trañas en la Ciudad, nos demuestra Argueta en esta función
oscura, con reflectores de luna. Medianoche es donde el día
comienza, dice la canción. Y así los curiosos de la muerte buscan
desenterrar la antigua ciudad que fue esta tierra. Como sepultureros
cargan la pala sobre su espalda para cavar en sí mismos hasta encon-
trar al extraviado que parecía los había abandonado.
Jermán ejerce ese ruido necesario, como la ostia envenenada
que es la irreverencia, y que es imprescindible para lograr que una
historia sea o parezca verdadera. Nos hace caminar por la cuerda
floja que guarda a los hijos de la calle cuando duermen junto a los
perros o pájaros que no alcanzaron lugar en el último árbol de la
calle. Nos aleja del quicio para darnos la mano envuelto en la túnica
de un monje ciego, pero que conoce a paso veloz el camino a la can-
tina en donde los enfermos de vida esperan sanar su angustia: una
extensa caravana de prostitutas y solitarios ansiosos de ser la enagua
misma de alguna virgen despistada.
El circo consiste en una especie de aquelarre para invocar a
las viejas a parir una noche fresca, y acaso volverla casi jardín de
especies deformes. El organillero es la orquesta entera extraviada
en este laberinto que cubre su rostro con máscara de hambre. O el
tuerto que sigue la geografía de los charcos tras la lluvia para leer su
destino; es el coro de gallos locos por robarse el día para guardarlo
en un huevo.
Este poemario recuerda el jardín de los esperpentos en donde
Valle Inclán hubiese recolectado canastas enteras de frutos. Apare-
cen las deformaciones humanas a manera de sombras, de sueños
y personajes oníricos: todos vueltos palabras embriagadas. Un solo
infierno que da vueltas hacia su centro mefítico, en donde Argueta
tiene acceso a las escaleras que llevan al ático de la cordura. Desde

4
ahí, nos mira como un iracundo (tentado al descenso sobre el quicio
de una iglesia), invocando la plegaria del suicida antes de sostenerse
para no caer de la “torre latino” sobre pleno Eje Central. Aquí es
donde “el tiempo no regresa al mismo tiempo y se muda de ropa”,
escribe, y así, sale a caminar con su traje nuevo y sorprende cómo
tanta estatua y tanto rostro puede ser cubierto con las gotas blan-
quecinas de las palomas. Es imposible borrar esta Ciudad. Cómo
asesinar a un muerto de piedra. Cómo arrancarle el alma a esta
ciudad sin ojos: sólo los que la caminan miran poseídos por ella,
desde la ventanilla del baño en un hotel que se volverá ruina en el
próximo terremoto.
Pero no es la tierra, son los tambores, escribe Argueta para
festejar esta lluvia en medio de la pista, son los truenos que anun-
cian la llegada del barco invisible de la historia al Zócalo, con su
enorme mástil de una sola vela, sucia de tanto aire, de tanto rojo
y verde, de tanto aletazo. Sopla este pájaro que sostiene a la mítica
serpiente tratando de abrirle los ojos. El circo es una marcha de
flores, transeúntes melancólicos de siglos, que caminan directo al
cadalso cotidiano, y aunque la lluvia lave sus pisadas, no borra el
llanto de estos peatones extraviados en busca de sus hijos muertos
hace ya 42 años. Este circo que reconstruye Jermán Argueta, es la
historia táctil de una ciudad que permanece intacta, con las cons-
trucciones monumentales en el equilibrio perfecto de los malaba-
ristas eternos, donde a los niños, el diablo los guarda en sus brazos
de trenes subterráneos.
El circo de la madrugada es un poemario de versos tan largos
como los cabellos mismos de la Ciudad, donde se trasluce a manera
de radiografía esa lista de pecados mortales que dan sosiego a sus
morosos habitantes. Cuántos fantasmas caben en un solo cuerpo,
sólo tú lo sabes, Ciudad enferma de vacío. Aquí la caravana se man-
tiene aferrada a la mortaja del tiempo, y las campanas levantan su
falda para mostrar su oro sonoro, su lengua de viento, para avisar
que ya es hora de que los habitantes de la noche se vuelvan ceniza
en el cenit de la luz, y desaparezcan en el blanco de la hoja, al tocar
tierra el primer rayo del sol.

Andrés Cardo
En la Ciudad de México, año 2010

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YA ES HORA DE PREGONAR A LOS CUATRO RUMBOS QUE ESTA CIU

DAD NUESTRA TAMBIÉN ES UN CEMENTERIO DE DIOSES...


CIEGO, MÚSICO DE VIOLÍN, TOCA A VIVALDI EN TU PORTAL, TEMPLO DE AGUAS BENDITAS.

Y DE
AHÍ A LA
PLAZA GA

Jermán Argueta
PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

Barrer las sombras


Calle de República de El Salvador, 2002.
6
Los polvos
son viejos polvos
He despertado en pantanos y pilotes de esta ciudad.
Anegada desde siempre recuerda sangre y agua.
De las calles, una es de viejas huellas,
las otras son de sudores agrarios.

La cita llega con un sol que osa atravesarse


en medio del arroyo.
Despiertos los pájaros bañan sus alas de viento.

Son los efluvios de la ciudad, amanece


siempre menesterosa.
Otros ojos duermen en las arterias subterráneas.

Los días de muertos obligan a los indios


a dormir en la iglesia de La Soledad.
Palmas y santos raspan manos callosas de tierra;
tercas se cuartean en la escritura del polvo.

¡Escarben dos metros para desenterrar


la vieja ciudad!

7
Prostituta de orinar sereno canta
tus ratos de monedas borrachas
y crucifijos sordos.
Novenario es el cliente del camastro.

A la casa de la Alhóndiga
hay que quitarle
la tiara papal,
un enfermo alcoholizado le puso cruz
y mierda a la bondad.
De la cantera querubines quieren vomitar
y volar la falda fastuosa de la virgen.

¿Quién lamenta sus noches?

Piedra bola de río erotiza mis pies,


y los pies de todos,
y mójense los pregones en vientos, balcones
y canoas extintas.
Oleajes vengan sin papel amate
a treparse en los placeres idos.
Demonios recen o caguen tizones.

Se me viene la angustia del amanecer que no duerme,


ni pepena a los hijos desventurados
que madrean penitencias.

8
La mascada duerme hijos noctámbulos,
apergolla su primer nacimiento,
corolario de camas en la calle y alfombras purulentas.

Bailen todos y que todos canten y duerman


a los niños mugrientos del folclor de la miseria
y de las putas ganas de ganar ilusiones
y de las putas ganas de inventarse viajes.
Es de día, ¿amanecieron todos?

Es el momento de abrir quirúrgicamente


la panza de la ciudad,
quiere parir la ciudad de allá abajo.
Tiendan las sábanas anegadas de humo y olvido.
Que sufran los muertos sin cruz y sin nombre.

No hay momento para que escriban los monjes


sus noches aciagas en sementeras añoradas.
Todo andar silencioso es la vuelta a la simiente
que no nacerá bajo los faldones mendicantes.

Todo el silencio es un rezo para alumbrar


la peregrinación de putas, beatos pecadores,
solteronas que sueñan falos que las persignan,
condes expulsados del paraíso, poetas estreñidos,
vendedores de reliquias y ángeles parturientos

9
de una ciudad que añora sus humedades tibias
en los presagios de una isla extinta.

Ya es hora, lo dice el forjador de hierro,


de que el mausoleo de las remembranzas
también diga que nuestra isla extinta
fue una ciudad lacustre y majestuosa
y que sus aguas fueron la bendición
y el sepulcro de hombres, mujeres,
viejos, niños y dioses.

Ya es hora de pregonar a los cuatro rumbos


que esta ciudad nuestra
también es un cementerio de dioses.

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YA ES HORA DE PREGONAR A LOS CUATRO RUMBOS QUE ESTA CIU

DAD NUESTRA TAMBIÉN ES UN CEMENTERIO DE DIOSES...


CIEGO, MÚSICO DE VIOLÍN, TOCA A VIVALDI EN TU PORTAL, TEMPLO DE AGUAS BENDITAS.

Y DE
AHÍ A LA
PLAZA GA

Jermán Argueta
PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

Camino al cielo
Calle de República de El Salvador, 2001.
11
Mayahuel
Y de ahí a la plaza de Garibaldi.
Pulquería de agave:
un litro de curado de limón.
Y la adolecente mira espejos adormecidos.
Afuera la marquesina de neón
es escaparate de un Chulo sin alcurnia.
Es de lino la manta
donde me besa la jovencita muda,
limpia mi mejilla del rubor sonriente.
¿A dónde vas sin habla besando sedientos duendes?

Y el tiempo no regresa al mismo tiempo.


Se muda de ropa.

¿Qué espera la mujer en el semáforo?


Está desnuda de la cintura hacia abajo.
Es la calle de Uruguay,
y el cartón y el ombligo caminan
en el arrollo del asfalto.
Están perplejos los ojos que descubren
vagina y sombra.
Es un monte lúbrico
que marcha marcial frente a los autos.

12
La luz roja para el tiempo en las nalgas desnudas
del tiempo.

Andares ofertantes en la mitad de la calle.


En la mitad del charco se asoma un borracho
ahogando vino y vida.
Y despierta la pereza holgada en su pascua.

Habla el alquimista,
ebrio de amor y vino,
y dice que ha caído un diluvio de estrellas
y que de la vida trasnochada
sólo necesita los cuatrocientos pechos
de Mayahuel para dormir.

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YA ES HORA DE PREGONAR A LOS CUATRO RUMBOS QUE ESTA CIU

DAD NUESTRA TAMBIÉN ES UN CEMENTERIO DE DIOSES...


CIEGO, MÚSICO DE VIOLÍN, TOCA A VIVALDI EN TU PORTAL, TEMPLO DE AGUAS BENDITAS.

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Jermán Argueta
PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

El sueno del martirio


Hidalgo, 2007.

14
El cautiverio
del sueño
Sueña aquelarres,
le llama la vieja.
Lo quiere jalar al cautiverio.
Ella alza su cristo y lo ofrenda al deseo.

Camina ridícula en la vieja ciudad,


exorciza su amor con su cristo de trigo.

Tiembla su boca y su locura,


quiere sueños en su cama triste.

Del pelo de la vieja llueve un ramillete de canas.


Las trancas no le sirven, quiere amor.
Persigna la boca y la soledad para bebérsela sola.

Noches de aquelarres.
Noches secas sin sal y sin cuerpo;
en el alba la vieja sigue en ayunas.
Quiere descender a los años húmedos,
quiere encender el musgo de su vientre.

15
Le llama la vieja.
Lo quiere jalar al cautiverio.

Ella mira su piel, sin tregua, sin agua.


Triste, sin agua.
Y sus grietas ya no serán surcos
donde germine la semilla.

Grietas y polvo sucio, viento desventurado.


Vieja piel que siempre pide calor y cobijo.
Piel hecha de tierra árida, herida.

Misa Negra.
Paren a la vieja y díganle que no puede tatuar
siniestras noches para lacerar martirios,
ni letanías para la pasión
ni ansias desdentadas del sexo.

Que se mire en su orfandad,


espejo por donde se le fugaron
sus miserables años.
Díganle que no pida carne tibia en cuaresma,
ni peregrinaciones en sus barracas.
Despójenla de la palabra
que exige polvos húmedos.
Quiere coger como si el puerto fuera atrio.

16
Quiere revolcar sueños y peces muertos.
Levántenle el velo y empótrenla.

Ya es hora de decirle
que de las cuencas de sus ojos
se fugaron los soles.

Que la atajen y la hagan santa,


que se flagele y haga penitencia.
Una hija en el pecado
debe sanar con su propia sangre.

El ritual suyo es de esperpentos.


Y la vieja brama en su vientre los lamentos.
El sueño ve venir esos malditos deseos.

Lo llama la vieja.
Lo quiere jalar al cautiverio.

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DAD NUESTRA TAMBIÉN ES UN CEMENTERIO DE DIOSES...


CIEGO, MÚSICO DE VIOLÍN, TOCA A VIVALDI EN TU PORTAL, TEMPLO DE AGUAS BENDITAS.

Y DE
AHÍ A LA
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Jermán Argueta

PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

Cuarto menguante
Azotea de El Salvador Núm. 3, 1999.
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Nocturno
En mis párpados ya está la neblina,
luces de neón del viejo hotel Madrid.
San Pablo mira su portón de madera.

Gente en su trajinar arrastra miasmas.


Acidez mugrienta de un malandrín.
Al cruzar, mi rostro
deja su aliento nocturno.

Lleva meses cargando su propia casa


en el carro de un supermercado,
miserias y desventura.

Deja la transpiración
de su próximo sepelio.

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CIEGO, MÚSICO DE VIOLÍN, TOCA A VIVALDI EN TU PORTAL, TEMPLO DE AGUAS BENDITAS.

Y DE
AHÍ A LA
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Jermán Argueta

PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

San Rafael Arcangel


Villa de Guadalupe, D.F., 2008.

20
El puerto
en la ciudad
Nadie llama.
La ciudad es un puerto
donde encallan navajas memoriosas.
Ha dejado la lluvia un lamento
en su franciscana huida.
Todos se van.

La ciudad navega con su Barca Real:


Una voz grita: ¡A Sotavento!

Los cigarrillos piden su viaje,


volutas en los aires juegan a la lotería.

La ciudad se marea.

Despejen el embarcadero;
la ciudad vuelve a parir tormentas.

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CIEGO, MÚSICO DE VIOLÍN, TOCA A VIVALDI EN TU PORTAL, TEMPLO DE AGUAS BENDITAS.

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Jermán Argueta
PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

Luna, hotel y campanario


Centro Histórico de la Cd. de México, 2005.
22
Soledad
Está la osamenta distraída en el camposanto,
las tumbas yacen muertas en el frío mármol.

Los santos óleos se visten de morado y tarde gris.


Hay que esperar que la difunta esté presente.

Soledad,
Soledad aguarda, espera.
No cabe con su vestido de santa en la caja blanca.

Una cruz de veladoras encendidas para llegar


a mirarte.
Un montón de cal para penetrar en el olor
de los muertos.
Una textura nacarada para tus labios de cera fría.

Ronda la rabia en el panal del duelo.


Queremos un rezo para la Soledad ausente;
las canas se asoman, el tinte negro también
se muere.

Huyen las hormigas del cirio pálido.


Hormiguea nuestra noche de velorio.

23
¿Por qué las flores acompañan a la vida
y a la muerte?

El silencio habla por los adentros del luto.


El luto quiere murmullos para acompañar almas;
las almas esperan a sus deudos hablando silencios.

Miren el incienso caminar recuerdos.


La pared está en ayunas, las penas se le acunan.
Llueve el verano en la herrería de los balcones
y los adoquines y charcos se esconden
en las faldas fatigadas.

Que no me tiemblen los ramilletes


de palabras terregosas,
se ha desfogado el pelo encanecido en la muerte.
Anochece el día en medio del árbol cicatrizado.

¿Se detiene mi boca seca en la sangre cuajada?

Todos esperan a que la noche se escape de las manos,


es mejor beber el café aromático para seguir callados;
dicen que los ebrios son escenografía
de una lámpara mortuoria.
¿Es hoy luna nueva, día de amuletos muertos?

24
Y la reverencia me crece con el coraje del cumpleaños
y la huida me lleva a la calle de siempre,
vuela su tarde.

No traes el vestido de lino viejo y encaje de suertes


—Que venga el rostro, me quieres saludar
sin saber tristezas—

La carne tornasol se pudrirá de olvido.


No querrán recordarte siempre con tus chocolates,
alguien hablará de la suerte en la ruleta de la calle.

La piel en el sol se apaga de llanto y neblina.

(En algunas noches tus amigas mirarán tu figura,


y a un cliente apresurará las sombras
en su fantasía sexual).

Al bajar el cajón a la tumba


todas se mirarán en ti, en tu infortunio,
en el espejo de la muerte violenta.

Llueve en la tumba que abraza tu cuerpo.

Una cruz persigna las flores de nubes blancas,


Llueve.

25
Las llaves
del Cielo
Exudada en un eclipse
miras pasar las sombras en la sábana.
Se va la sorpresa y la mano se tiñe de profecías,
de palomas muertas.

Una mano se llena de constelaciones.


Los niños bajan a la ceremonia
y dicen “que se está quemando el fuego”.

Respira entre las nubes la guitarra del hombre.


Las marionetas se acomodan entre el sol y el conejo:
un listón rojo en el ombligo de la parturienta
por el niño que nacerá,
y un ojo de venado para el mal de ojo.

La luna se comió el amuleto.

Caminan los espíritus a las cinco de la mañana,


arrastran la resaca y los vapores de las piedras.

El aire se enreda en los cables, luce zapatos gastados.

26
Una mujer va contigo. Las dos son ya viejos pasos,
se hunden en la arquería de la Plaza Mayor.

La ciudad sigue gris.


Los ciegos se acomodan en sus sombras.

En la Plaza Mayor, San Pedro


olvidó las llaves del cielo.

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PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

Un pegaso enamorado de la luna

Explanada de Bellas Artes, 2004.

28
El circo
de la madrugada
La ciudad los atrapa en su circo,
duermen infortunios y despiertan pesadillas.
A las entrañas de concreto le piden calor,
un viaje somnoliento de espejos silentes.

Todos los miran,


esconden pasiones de conmiseración;
las propias, las del pecado opulento.

Los tranvías ya no tienen rieles,


—la picota se los llevó—.
¿La ciudad también es óxido en el anfiteatro?

Ellos son esos rostros untados de polvo.


Al frío de las tres de la mañana
hay que espantarle el sueño.
Un juego de pelota para la luz de neón,
una fumarola para la alcantarilla.

La calle pelea su territorio,


fronteras de costra y juego.

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Y DE
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Jermán Argueta
PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

Presagio, tormenta
Azotea en la calle de Madero, D.F. 1998.

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Malabares, equilibrios del asfalto;
raudo llega el lanzafuegos,
raudos llegan otros malabares.
Payasitos nalgas de globos,
una mano suplicante, una mirada al insensible.

A la tierra llega el asfalto para callarla,


se le rinde tributo de sangre.

Arrastran sus harapos mugrientos,


soledades, sueños,
juguetes invisibles, invencibles.

La desolación los ve pasar en las mañanas,


fulgurantes de la nada, de todo por atrapar.
Cazadores de serpentinas y pay de queso.
Una cocacola para eructar la panza,
para ventear el alma risueña.

Ángeles y demonios
relumbran en la tierra negra,
en muñones del recuerdo.
Trastabilla el santo.

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Jermán Argueta

PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

El sol en la Moneda
Centro Histórico, 2007.

32
Unas luchas del enmascarado viandante espiritual,
la taza de café humea huesos en el muro.

Es la noche promiscuidad,
una suripanta busca cliente en el vino de colores.
El beso lleva labios enlutados y ternura tibia.

¿Quién regentea el hambre?


La voz dice que el pecado
es bacanal que no redime al pecado.

Son los habitantes hijos de Virgilio


y su catre está en el fondo de la nube gris,
esperpentos sin perfil.

Despiertan los faros en el sexo infantil,


penetran los olores el cenit del hombre-niño.

Un piso de piedra volcánica para calentar


el sueño,
hay que acurrucar al niño vagabundo
tierra de campo.
Necesita el frío un tacita de té serenado.

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Jermán Argueta

PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

Cupula en la luna llena


Catedral Metropolitana, 1998.
34
¡Bajen a los espantos del campanario!
Las campanas se escuchan
en el vientre del cielo.

Hay que caminar a la rejilla del inframundo.

Es la hora para que el tren subterráneo


vaporice y entibie los huesos niños
del circo de la madrugada.

35
Ahí están
los mismos
hombres
El olvido nos ayuda a sobrevivir,
nos aleja del dolor, me lo dijeron,
pero prefiero vivir
enterrando pasiones,
angustias.

La mulata tiene corazón.


Un día se lo prestó
al niño de la calle.
Una madre para la esperanza.

Y si al llegar la luz
no encuentro mis huellas,
no puedo salir a la ciudad.
Mis pasos se tienen que hundir
en calles con rostro,
en sombras que recorren
los mismos sitios.

36
A la fuente llega la paloma,
bebe... y la anciana lleva un cliente
al nicho de sábanas y ruidos.

Mirar por la ventana


me reconforta,
ahí están los mismos hombres:
unos temerosos por el tiempo que corre
y se les va la vida.

Otros dejando que el tiempo


los amamante de fantasía, ocio.

Francisco El tuerto, es devoto.


María es la Fe: él la deposita
en San Martín de Porres.

Frente a mi cara mojada


pasan las mismas mujeres
ensayando máscaras distintas.
Me regocija su ritual
de malabaristas de lunes a viernes.

Ciego, músico de violín,


toca a Vivaldi en tu portal,
templo de aguas benditas.

37
Ellas están de suerte,
es día de bonanza erótica.

Son las antiguas de la ciudad.


¿Cuántos años tendrán
las prostitutas de Loreto
trabajando ahí?
Es una lástima
que después de tantos años
en servicio,
de humedad erótica,
tengan como premio
sólo un rincón en la vejez
y una oración en la iglesia
de Santa Teresa la Nueva.

Sí, sí sienten
los cuerpos acumulados sobre su piel.
Se quedan con olores de hombres
del campo, exiliados del amor.

Un interludio
en las espirales mitigadoras
y fantásticas del humo de marihuana.
Robarle al tiempo su otro tiempo,
el mágico.

38
Ya son las diez.
Hoy quiero caminar por Loreto,
no quiero ver a los viejos
de siempre charlar
y piropear a prostitutas
alrededor de la fuente.
Mejor me voy al mercado de La Merced
a comer quesadillas de flores.

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DAD NUESTRA TAMBIÉN ES UN CEMENTERIO DE DIOSES...


CIEGO, MÚSICO DE VIOLÍN, TOCA A VIVALDI EN TU PORTAL, TEMPLO DE AGUAS BENDITAS.

Y DE
AHÍ A LA
PLAZA GA

Jermán Argueta
PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

Luna suripanta
Calle de 5 de Mayo, 2005.

40
Virgen
Para mis amigas, las Damas de la Caricia.

Eres tú la virgen que trasnochas


la noche de los ángeles
desangelados de amor.

Eres tú la virgen protectora


de los menesterosos
arropados de infortunio en la vida.

Vida de virgen amante,


devota de todos, de todos
los que a las tres de la mañana
comen tiempos vacíos de vida.
De los que odian el olvido,
el silencio de sus mujeres
y furtivos llegan a ti
para postrarse ante tu humedad.

Vida de virgen amante


medio rostro de mariposa
que posa y vuela
en las sombras
de una ciudad dormida.

Eres tú la virgen,
nicho donde el fuego
41
se alimenta de día y de noche
para que algunos de tus fieles
—negándote mil veces—
te sean infieles.

Eres tú la virgen
que levantas a Lázaro
y lo llevas a vivir
la luz de la vida.

Vida de inválidos,
válidos en el amor.
El que les brindas
como acto de unción sacramental.

Porque a ti llegan
después del cautiverio,
de la oscuridad alimentadora
de deseos inconclusos.
Ellos son, en el tiempo
los que abrevan en tu manantial
y juegan atrapando tus aromas,
los que apretujan en su piel.
Es el retorno al paraíso.

Eres tú la virgen
transfigurada en mantas, mantos:
sudario de rostros
bañando tus senos a diario.

42
Tú, lo dicen, no duermes
y en el desvelo abrigas
a los sobrevivientes de las sombras;
a los olvidados del amor;
a los que ayunan en soledades,
para llegar a ti depositando,
ardorosamente sus fantasías
acumuladas en vela.

Tú, lo dicen,
eres exhalación de peces,
fragancia de luna llena
que fenece y vuelve a nacer
en la piel de tus devotos.

Virgen mítica, real,


ritual de peregrinos,
los que andan sus huellas
de día y de noche,
no dejes que sus sueños
fantasiosos se vayan.
¡Protégelos!
¡Protégelos!

43
El muro de la iglesia
de Regina
Ella ahoga, ríe vino en su boca.
La bocanada de aire se me va
en las transparencias de esa mujer.

Los rincones tienen compañía.


Abandono paredes del bar,
se queda con su vaho de espejos.

Al caminar, distingue
los tiempos de una revista;
la madrugada del domingo despunta.

Olfateo la estoica ciudad


cuando sus entrañas hablan.
Es niebla de desamparados.

Viajo en siglos de olores vivos,


se ocultan de día,
silentes de noche.

Paso a paso la traza crece


y deja sensación de penitencia.

44
En un rincón se despierta la nostalgia;
susurro y canto.

La escucha me lleva al muro


de la iglesia de Regina.
Jadean dos cuerpos.
Se entregan pasiones en el portón
tallado de santos y querubines.

De la cúpula vuelan aves nocturnas.

Soy el pregón nocturno;


arrastro pasos de ayer,
de los tiempos.

45
YA ES HORA DE PREGONAR A LOS CUATRO RUMBOS QUE ESTA CIU

DAD NUESTRA TAMBIÉN ES UN CEMENTERIO DE DIOSES...


CIEGO, MÚSICO DE VIOLÍN, TOCA A VIVALDI EN TU PORTAL, TEMPLO DE AGUAS BENDITAS.

Y DE
AHÍ A LA
PLAZA GA

Jermán Argueta

PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

Agua que has de beber...


Tinaco de El Salvador, Núm. 3, 2001.

46
Las azoteas
Las azoteas son el follaje más alto de las ciudades
donde secretos y voces se escuchan y serenan
la calma del pensamiento.

En su génesis y a perpetuidad, las azoteas son


los rincones silentes donde la noche duerme
su piel, donde se abrazan el Cielo y la Tierra.

Las azoteas son la herencia mexica de techos planos


para mirar la escritura del Cosmos
y el cíclico viaje de los dioses. Espacio maravilloso
por donde lo mirado se humedece del inmenso
valle y de una laguna que abraza tiernamente
su ciudad; lugar donde llegaron presagios
con los cuatro vientos del caracol.

Son herencia de tiempos virreinales,


jardines extintos que se regocijan en el ocio
por las tardes, fragancias de flores y vino.
Cama que descansa en vigas apolilladas.
En ellas nunca habrá charcos de lluvia porque
la piedra roja —fuego espuma— del tezontle fénix
vuela humedades al cielo.

47
YA ES HORA DE PREGONAR A LOS CUATRO RUMBOS QUE ESTA CIU

DAD NUESTRA TAMBIÉN ES UN CEMENTERIO DE DIOSES...


CIEGO, MÚSICO DE VIOLÍN, TOCA A VIVALDI EN TU PORTAL, TEMPLO DE AGUAS BENDITAS.

Y DE
AHÍ A LA
PLAZA GA

Jermán Argueta

PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

Esta luz ya no es nuestra


Ciudad de México, 2006.

48
Alcahuetas de ángeles y demonios son rendija
de la noche por donde se miran constelaciones
al alcance de la mano y un Dios escudriña
lo que hacen sus finitos hijos. Mirador
por donde se atisba la vida que se mueve
lenta para descansar el trajinar y los gozos.

Las azoteas son también el seno, nicho


de los cuatro apóstoles, de un templo tibio
y un pezón ojo de linternilla donde beben vírgenes,
santos y beatos; un espíritu se recuesta en la nave
de medio punto. Enmohecen siempre las tejas.

Hoy, las azoteas son esos pechos que se enmarcan


tras una ventana furtiva; el desnudo cuerpo
de la mujer se unta de sol y de ganas que le acechan
en otro mirador. Las almenas se alistan guerreras.

A ellos llegan esos vientos que elevan los velos


de tendederos y, al grito del barlovento,
la ropa se alza en el oleaje del día y de la noche para
orear prendas íntimas y la flacidez y las bonanzas
de sus cuerpos prófugos.

Las azoteas son un puerto seguro y el faro que


parpadea sueños. Y en el maquillaje de la mañana,

49
YA ES HORA DE PREGONAR A LOS CUATRO RUMBOS QUE ESTA CIU

DAD NUESTRA TAMBIÉN ES UN CEMENTERIO DE DIOSES...


CIEGO, MÚSICO DE VIOLÍN, TOCA A VIVALDI EN TU PORTAL, TEMPLO DE AGUAS BENDITAS.

Y DE
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Jermán Argueta
PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

Una escalera al Cielo


Tinaco de El Salvador, Núm. 3, 2001.

50
una luna —desvelada y en cuclillas—
otea el encaje negro de una braga:
es bandera, duerme en lo más alto del mástil.

Cómplices, las azoteas son espacio donde la caricia


puede ser la primera que se moja de besos
y humedad; son el rincón furtivo,
monte donde se acomodan los cuerpos
y se llenan de lo efímero de un bostezo celestial.

Son el juego de sombras que se mueven y despiertan


los juegos de los niños. Exploran todo lo que está
al alcance de sus descubrimientos
y persiguen maullidos de gatos
y ruidos de aparecidos.

Refugio de hombres y mujeres del campo:


un gallo cuelga el pico en una antena
de televisión y unos borregos comen alfalfa
y berrean sintonizando el cuadrante de música
ranchero; se va la vida y la tierra, y los surcos
son una nostalgia cerca del cielo. Y en el amanecer
lento, la aurora oscurece la ciudad y portentosa ésta,
le nace un cementerio de cruces;
cruces-antenas que somnolientas
duermen las pesadillas de la caja mutante.

51
La visión
del viento
En una ciudad desnuda,
hiedra de los siglos,
brotan fantasías de la palabra
deseo y oración.
En el alba renace la herencia
ecos de imágenes.
Subterfugios y oquedades
para volver a vivir.

Vida que pende en los hilos de la vida


como todas las vidas.
Pero hay quienes son creadores de otras:
las del parto imaginario.
¿Qué pasión habrá en el espíritu
para hacer de la realidad
sueños conspiradores de sueños?

¿Qué pasión tendrán


que a mansalva tejen
lo milenario de la palabra,
niebla de los tiempos primordiales
sin olvido?
52
Hoy sólo sé que el viento es cómplice
y lleva figuras peregrinas
al borde de la provocación del tiempo,
trashumantes de una voz profunda,
recóndita en el alma.

Y ahí están
como amantes furtivos
de los pliegues de la memoria.

Y ahí están
bajo la bruma sacramental,
mirándose
en el espejo negro
de obsidiana.

Son nobles,
aman visiones y huellas.
Y orgullosos,
no dejan morir a sus muertos.

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PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

En el corazon del sol


Ciudad de México, 1998.
54
Ciudad
impoluta
Ciudad impoluta,
del ayuno de beatas y de la gula onírica,
del vicio que redime el cuerpo
y de Provida in castratis,
de la cantera barroca, rococó y del hierro forjado,
del cemento y de los cementerios
de cruces y sombras,
de las aves migrantes y de la migraña,
del gran canal del desagüe y del drenaje profundo,
de las aguas del Lerma y del Cutzamala,
de la zona roja y de la Zona Rosa,
de los mariachis de plata y de los niños de la calle,
de los rascacielos y de las láminas de cartón,
de las presas de agua y de las pequeñas lagunas,
del camino de tierra y del asfalto para surfear,
de los vientos del norte y de la polución
del automóvil,
de los IMECAS y de los cielos inmensamente rojos,
azules, anaranjados y dorados.
Ciudad mítica,
de los guerreros viajando con Huitzilopochtli

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PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

Ciudad de México, 2000.

56
y de las mujeres muertas en el parto,
del Colibrí a la izquierda del corazón y de Tonatiuh,
de los concheros y de los mexicatiahuis,
de las lumbreras y las olfacciones vomitivas,
de la mujer desnuda caminando por la calle,
y de la Mujer Dormida cobijada por la nieve,
del estertor de la muerte y el alquimista del alcohol,
y del grito del niño que nace y se suma
a la promiscuidad urbana.

Ciudad mefítica, golosa,


de las eses del borracho
y de las heces de los perros,
del aullido de los gatos nocturnos
y de los gemidos de una ninfómana,
de los templos purificadores
y de los curas cautivos del pecado,
de los tianguis de sabores y colores estridentes
y de los pregones ofertantes,
de las anoréxicas
y sus sueños en bacanales,
de la proliferación de obesos
y de los cautiverios televisivos,
de las garnachas con salsa verde
y del Burger king con sabor a polietileno.

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Las buenas companias


Cantina del Tío Pepe, 2001.

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Ciudad ramera, sicalíptica,
de los políticos ventrílocuos y la purificación
del pecado en el púlpito,
de la penitencia del presidente y la seguridad
de sus miedos,
de los cercos militares en el Zócalo y la ausencia
de progenitoras,
de los jueces millonarios que se untan el dinero
del erario y de los ladrones de cuello blanco,
de los dinosaurios Priístas y de sus asesinatos
en los archivos muertos,
de los líderes sindicales charros y de las infamias
en las ubres del poder,
de la izquierda que gobierna con el pensamiento gris
y de la mano derecha que se oculta de la izquierda,
del PAN hecho partido y de los tacos de lengua
de sus niños discapacitados,
de la desecación de una laguna y el orgullo
de San Salvador Atenco,
de la digna Marcha Indígena y la dignidad
que no se vende,
de la Cámara de Diputados y la cueva de ladrones
y algún inocente,
de la parodia de la política y la prostitución
de los políticos,

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PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

El ultimo dia del siglo XX


Ciudad de México, 31 de diciembre de 1999.
60
de la miseria espiritual de los millonarios
en lista de Forbes
y de los millones de pobres que son botín
de los de la lista de Forbes,
del reality show y el lavado de cerebro a domicilio,
de los domingos, día de descanso, en el pueblo
de la Alameda
(llena de caricias entre los árboles de la raza
de bronce y una que otra güerita de rancho)
y el acostón por devoción,
de los militares en los congales-cervecerías
y los deseos inconclusos,
de las suripantas de colores
y de sus escuálidos padrotes, los Tulancingo Lovers,
de la proliferación de fraudes en la venta
de departamentos en condominio
y de la multiplicación de la venta de condones
y el Viagra,
de los vendedores ambulantes
y de la destrucción de las casas coloniales
para entregárselas a los vendedores ambulantes.

Ciudad parlante,
de los milagros guadalupanos y de los amuletos
que llegan de Catemaco,

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DAD NUESTRA TAMBIÉN ES UN CEMENTERIO DE DIOSES...


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AHÍ A LA
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Jermán Argueta
PULQUERÍA DE AGAVE: UN LITRO DE CURADO DE LIMÓN. RIBALDI.

El mito del eterno retorno


Villa de Guadalupe, 12 de diciembre, 2006.
62
de la barbacoa de los domingos
y de la cruda de los lunes,
del smog en el aire
y de la muerte de las zonas verdes,
de los suicidas en el Metro
y sus apariciones en los vagones,
de la marihuana sin reglamento
y de las bebidas adulteradas,
de los cuerpos angélicos exudando
y del vértigo del amor,
del adulterio por amor
y de la muerte por ocio.

Ciudad amante, leal, imaginaria,


aquí me tienes ante tus pies,
hoy confieso tus pecados.

63
EL CIRC O DE LA MADRU GADA
se terminó de editar el viernes
5 de febrero del año 2010, fecha
en que festejamos a San
Felipe de Jesús, primer
santo mexicano.

Año de Dios
2010

Va mi gratitud para los amig@s y familiares


que son fuente de los veneros de lo imaginario
y la reinvención que me acompaña con la escritura,
así como a Araceli Ordaz El Ánima Sola
y a Raúl Herrera. Todos ellos están aquí voluntaria
e involuntariamente, con la palabra que viene
del rumor de la lluvia o el tatuaje del diseño.
Jermán Argueta

64

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