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TEXTOS: “LA REFORMA PROTESTANTE”

1. Un buhonero (mercanchifle ambulante) de las indulgencias predica una nueva


Cruzada de indulgencias.

“Sacerdote, noble, comerciante, doncella, casada, muchacho, anciano, acude a tu


iglesia, que, como ya he dicho es la de San Pedro, y visita la santísima cruz levantada para
ti y que te llama sin pausa...Piensa que en el mar agitado de este mundo están en medio de
muchas tormentas y peligros y desconoces si podrás llegar al puerto de salvación...
Deberías saber que quien se ha confesado y está contrito y deposita limosnas, como le
aconseja su confesor, recibirá el perdón completo de todos sus pecados y que, además, tras
la confesión y el año de jubileo, cada día haga una visita a la cruz y al altar, conseguirá
una indulgencia igual que si hubiera visitado en la iglesia de San Pedro aquellos siete
altares en los que se otorga indulgencia plenaria. ¿Por qué, pues, permanecéis inmóviles?
Corred todos a buscar la salvación de vuestras almas. Daos prisa y preocupaos por esa
salvación como os preocupáis por los bienes temporales, de los que no os desentendéis ni
de día ni de noche.”

Tomado de H.A. OBERMAN, o.c., pg. 228-229.

2. La justicia de Dios se revela en el Evangelio. Romanos 1, 17.

“Yo odiaba esta expresión de justicia de dios, pues se me había enseñado, según el uso
y la práctica de todos los doctores, a entenderla filosóficamente, en referencia a la llamada
justicia formal –o, con otras palabras, activa- por la que Dios es justo y condena
pecadores e injustos. Pero me era imposible amar al Dios justo que castiga al pecador;
más bien lo odiaba..
Yo estaba lleno de despecho contra Dios, y si bien no blasfemaba de Él en mi interior sí
murmuraba ruidosamente contra él y diciendo: ¿Es que no basta con que los míseros
pecadores, condenados par siempre por el pecado original, se vean oprimidos con todo
tipo de desgracias por la ley de los diez mandamientos? ¿Añadirá Dios con su evangelio
más sufrimientos a nuestro sufrir y nos amenazará por medio de él con su justicia y su
enojo?...
Incansablemente, día y noche, medité hasta caer en la cuenta del sentido de las palabras:
La justicia se revela en el Evangelio, según está escrito: El justo vive de la fe. Entonces
comencé a comprender la justicia de Dios como aquella por la que el justo vive, por así
decirlo, por don de Dios, o sea, por la fe, y advertí que este pasaje se había de entender de
la siguiente manera: por medio del Evangelio se manifiesta la justicia de Dios, es decir, la
calificada de pasiva, o sea, la justicia que recibimos y por la que Dios por gracia y
misericordia, nos hace justos por la fe...En este momento me sentí renacer completamente:
Se me habían abierto las puertas y había entrado en el mismo paraíso”.

Tomado de H.A. OBERMAN, O.C., P. 200.


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La predestinación según Juan Calvino.

“Llamamos predestinación al eterno decreto de Dios que con su Majestad ha


determinado lo que quiere hacer de cada uno de los hombres: porque Él no los cría a todos
en una misma condición y estado: más ordena los unos a vida eterna, y los otros a
perpetua condenación. Por tanto según el fin a que el hombre es criado, así decimos que es
predestinado o a vida, o a muerte. [...]
Decimos, pues (como la Escritura evidentemente lo muestra), que Dios haya una vez
constituido en su eterno e inmutable consejo aquellos que Él quiso que fuesen salvos, y
aquellos también que fuesen condenados. Decimos que este consejo, cuanto lo que toca a
los electos, es fundado sobre la gratuita misericordia divina sin tener respeto ninguno a la
dignidad del hombre: al contrario, que la entrada de vida es cerrada a todos aquellos que
Él quiso entregar a que fuesen condenados, y que esto se hace por su secreto e
incomprensible juicio, el cual con todo esto es justo e irreprensible. Asimismo enseñamos
la vocación ser en los electos un testimonio de su elección; item que la justificación es una
otra marca y nota, hasta tanto que ellos vendrán a gozar de la gloria en la cual consiste
su cumplimiento. Y la manera que el Señor marca a aquellos que Él ha elegido,
llamándolos y justificándolos, así por el contrario excluyendo los réprobos, o de la noticia
de su nombre, o de la santificación de su espíritu, muestra con estas señales cuál será su
fin, y qué juicio les esté aparejado.
No haré aquí mención de muy muchos desatinos que hombres vanos se han imaginado
para echar por tierra la predestinación. Porque no han menester ser confutados, pues
luego al momento que son pronunciados, ellos mismos muestran su falsedad y mentira.
Solamente me detendré en considerar las razones que se debaten entre gente docta, o las
que podrían causar algún escrúpulo y dificultad a los simples: o bien los que tienen
cualquier apariencia para hacer creer que Dios no sería justo, si fuese tal cual nosotros
tocante a esta materia de predestinación creemos que es...
Confirmación de esta doctrina por testimonios de la Escritura. Todas estas cosas que
habíamos dicho, no las admiten todos, más muy muchos hay que se oponen y contradicen:
y principalmente contra la gratuita elección de los fieles; la cual con todo esto siempre
queda en su ser. Comúnmente se piensan los hombres que Dios escoge de entre los
hombres a éste y a éste, según que Él ha previsto que los méritos de cada cual serán
indignos de su gracia: más a aquellos que Él sabe que serán inclinados a malicia y sin
piedad, que los deja en su condenación. Tales gentes hacen de la presencia de Dios como
de un velo, conque no solamente oscurecen su elección, más aún hacen creer que su origen
de ella depende de otra parte.
Y esta común opinión no es solamente del vulgo, mas en todos los tiempos ha habido
gente docta que la haya mantenido: lo cual libremente confieso, a fin de que ninguno se
piense que alegando sus nombres haya hecho gran cosa contra la verdad: porque la verdad
de Dios es tan cierta, cuanto lo que toca a esta materia, que no puede ser derribada, y es
tan clara, que no puede ser oscurecida por la autoridad de los hombres.”

JUAN CALVINO, Institución de la Religión Cristiana”. (1536). Tomado de MIGUEL ARTOLA, “Textos
Fundamentales para la Historia”, p. 277-278.

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