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CÓMO LA ESCLAVITUD AYUDÓ A CONSTRUIR LOS CIMIENTOS DE WALL

STREET
Zoe Thomas BBC News

Este mes se cumplen 400 años desde que los primeros africanos
esclavizados fueron llevados al territorio que hoy conocemos como Estados
Unidos.

En ese país, la esclavitud fue abolida oficialmente en 1865, y los historiadores


dicen que su legado no puede separarse de su impacto económico. En un
caluroso día de agosto, 25 personas se reúnen en torno a una placa
conmemorativa en el distrito financiero de Nueva York. El guía turístico les explica
que en ese lugar operaba uno de los mayores mercados de esclavos de
Estados Unidos. Hombres, mujeres y niños eran comprados y vendidos apenas a
dos calles de distancia de la actual Bolsa de Valores de Nueva York. "Esto no es
la historia de los negros. Esto no es historia de Nueva York o de Estados Unidos.
Esto es historia universal", dice Damaris Obi, la guía del tour. También
es historia económica.

Stacey Toussaint, la jefa de Inside Out Tours, que realiza el tour de la esclavitud
de Nueva York, dice que la gente con frecuencia se sorprende por el rol tan
importante que tuvo la esclavitud en esa ciudad. "Ellos no se dan cuenta de
que fueron esclavos los que construyeron la pared que le da a Wall Street su
nombre", señala. De acuerdo con algunas estimaciones, Nueva York recibió el
40% de los ingresos del algodón en Estados Unidos a través del dinero obtenido
por empresas financieras, negocios de transporte y compañías de seguros.

En lo que los académicos no se ponen de acuerdo es en cuán directo es el vínculo


entre la esclavitud y las prácticas económicas modernas en Estados Unidos. "La
gente en las áreas donde no había esclavos -Reino Unido y los estados libres de
EE.UU.- rutinariamente hacían negocios con los dueños de los esclavos y con
sus comerciantes", señala Gavin Wright, profesor emérito de historia económica
de la Universidad de Stanford. Pero opina que la "singularidad" de la contribución
económica de la esclavitud ha sido "exagerada" por algunos.

Colonos británicos y holandeses

La esclavitud prosperó durante el periodo colonial. Los colonos británicos y


holandeses dependían de los esclavos para ayudarles a establecer sus granjas y
construir los nuevos pueblos y ciudades que al final conformarían Estados Unidos.
Los esclavos eran llevados para trabajar en las plantaciones de algodón, azúcar
y tabaco. Las cosechas eran enviadas a Europa o a las colonias del norte, donde
eran transformadas en productos acabados. Las ventas de esos productores se
usaron para financiar viajes a África en busca de más esclavos que eran,
entonces, enviados a Estados Unidos. Este comercio triangular era un buen
negocio para los inversores. Para recolectar dinero para poner en marcha
muchas plantaciones nuevas, muchos futuros propietarios se dirigían a los
mercados de capitales en Londres, endeudándose para comprar barcos, bienes y
-al final- gente.

Más adelante, en el siglo XIX, los bancos estadounidenses y los estados sureños
vendieron títulos que ayudaron a financiar la expansión de las plantaciones de
esclavos. Para equilibrar el riesgo derivado de traer por la fuerza a personas
desde África hasta América compraban pólizas de seguro. De esta forma se
protegían ante la eventualidad de que el barco se hundiera y de los riesgos de
perder a algunos esclavos una vez que llegaran a Estados Unidos. Algunas de las
principales empresas de seguro de Estados Unidos -New York Lifer, AIG y
AETNA- vendían pólizas que garantizaban que los dueños de los
esclavos serían recompensados si estos resultaban heridos o morían.

Algodón y telas

A mediados del siglo XIX, las exportaciones de algodón representaban más de la


mitad de las exportaciones de Estados Unidos. La producción que no era vendida
en el extranjero era enviada a varios estados del norte, incluyendo Massachusetts
y Rhode Island, para ser convertida en telas.

El dinero que ganaban los dueños de las plantaciones del sur no podía ser
guardado debajo de los colchones. Los bancos estadounidenses aceptaban sus
depósitos y contabilizaban a los esclavos como un activo a la hora de estimar
la riqueza de alguien. En años recientes, bancos estadounidenses se han
disculpado públicamente por el papel que jugaron durante la esclavitud.

En 2005, JP Morgan Chase, actualmente el mayor banco de Estados Unidos,


reconoció que dos de sus subsidiarias -Citizen's Bank y Canal Bank en Luisiana-
aceptaban esclavos como respaldo de los préstamos. Si el dueño de la plantación
no honraba los pagos de su deuda, el banco asumía la propiedad de los esclavos.

Pero JP Morgan no era el único. Los predecesores de Citibank, de Bank of


America y de Wells Fargo se encuentran en la lista de instituciones financieras
estadounidenses bien conocidas que se beneficiaron del comercio de esclavos.
"La esclavitud era un elemento increíblemente importante en la economía
estadounidense", explica Sven Beckert, profesor de historia de EE.UU. en la
Universidad de Harvard. El profesor Beckert señala que si bien ciudades como
Boston nunca jugaron un papel importante en el comercio de esclavos, sí se
beneficiaron del comercio con estados que los explotaban. Los comerciantes de
Nueva Inglaterra ganaban dinero vendiendo madera y hielo al sur y al Caribe. A
su vez, los comerciantes del norte compraban algodón en bruto y azúcar.
Las fábricas de telas de Nueva Inglaterra jugaron un papel clave en la revolución
industrial de Estados Unidos. Pero su suministro de algodón provenía del sur, que
para recolectarlo dependía de esclavos. Marcas como Brooks Brothers, la más
antigua de Estados Unidos en ropa de hombre, convirtieron el algodón sureño en
una moda de alta gama. Domino's Sugar, que fue la refinería de azúcar más
grande de Estados Unidos, procesaba la caña de azúcar cultivada por esclavos.

Los ferrocarriles estadounidenses también se beneficiaron del dinero ganado a


través de los florecientes negocios que usaban esclavos. En el sur, los trenes
fueron construidos específicamente para transportar productos agrícolas
cultivados por personas esclavizadas, y los esclavos también fueron utilizados
como mano de obra para construir los rieles.

El valor de los esclavos

Algunos académicos argumentan incluso que el uso de esclavos dio forma a la


contabilidad moderna. La historiadora Caitlin Rosenthal señala que los propietarios
apuntaban la depreciaron del valor de sus esclavos como una forma de realizar
un seguimiento de los costos. En el siglo y medio desde que se abolió la
esclavitud en EE.UU., las leyes que impidieron a los antiguos esclavos y sus
descendientes participar plenamente en su economía han dado forma al país.
Después de la Guerra Civil, los intentos para pagar indemnizaciones a los
esclavos recién liberados fueron desestimados.

El presidente Andrew Johnson, quien asumió el cargo después del asesinato de


Abraham Lincoln, no quería enemistarse con los sureños blancos durante el
período de reconstrucción. Según los historiadores, las leyes que privaron
económica y políticamente a las personas que habían sido esclavizadas han
llevado a muchas de las desigualdades que sufre la sociedad hoy día. Los nuevos
intentos para pagar indemnizaciones están teniendo eco en la carrera por la
presidencia de Estados Unidos de 2020.

El senador de Nueva Jersey, Corey Booker, candidato a la nominación demócrata,


propuso un proyecto de ley para elegir un comité que estudiaría cómo se podrían
pagar esas reparaciones. Muchos candidatos demócratas dicen que respaldan
esa idea pero las encuestas revelan que la mayoría de los estadounidenses no
la apoyan. A solo 50 metros del letrero que indica dónde estaba el mercado de
esclavos de la ciudad se estableció la bolsa de valores de Nueva York.

Y aunque los políticos difieren en cómo abordar el legado de esclavitud de


Estados Unidos, los historiadores coinciden en que la proximidad de los dos
mercados es al menos una pista de la conexión entre la economía y el legado
de la esclavitud.
ABORTO: LOS HOMBRES QUE SE SIENTEN EXCLUIDOS DEL DEBATE
SOBRE LA INTERRUPCIÓN VOLUNTARIA DEL EMBARAZO EN EE. UU.
REDACCIÓN BBC NEWS MUNDO

El feroz debate sobre el aborto en Estados Unidos se centra en los derechos de la


madre y el feto. Pero la demanda en Alabama de un hombre que alega que su
novia abortó contra sus deseos agrega una tercera voz a la conversación, escribe
el periodista independiente James Jeffrey.

Después de que la ira se disipe, de superar el alcoholismo como mecanismo


para lidiar con ello, incluso después de que una nueva y hermosa familia
aparezca en escena, aún persiste una gran tristeza, y probablemente siempre
lo hará.

Ese es el mensaje de los hombres que hablan sobre su experiencia en relación


con el aborto, una voz que rara vez se oye en medio de las apasionadas
multitudes en el debate sobre el tema en Estados Unidos, aunque los partidarios
del derecho a la interrupción del embarazo argumentan que este grupo es un caso
aparte y no habla por la mayoría de los hombres afectados. Actualmente, los
puntos de vista masculinos que normalmente aparecen son los legisladores que
presionan para restringir los procedimientos del aborto, lo que provoca la ira de
los partidarios de la despenalización, quienes los acusan de intentar legislar sobre
los cuerpos de las mujeres. Pero ahora, hombres que lidiaron con un aborto están
hablando abiertamente.

"He pensado en ello todos los días durante 32 años"

Un hombre demandó a una clínica de Alabama después de que su novia abortara,


con seis semanas de embarazo, contra su voluntad en 2017. El caso es el primero
de su tipo porque el tribunal reconoció al bebé no nato como el demandante y al
padre como representante. "Estoy aquí por los hombres que realmente quieren
tener su bebé", le dijo a una agencia de noticias local en febrero. "Solo intenté
suplicarle y suplicarle, y hablar con ella sobre eso y ver qué podía hacer. Pero al
final, no había nada que pudiera hacer para que cambiara de opinión".

Actualmente en Estados Unidos, los hombres no tienen legalmente derecho a


obstaculizar el aborto de un embarazo del cual son responsables. La Corte
Suprema de EE.UU. ha revocado las leyes estatales que requieren que el padre
tenga voz y voto, o incluso que se le notifique sobre un aborto. "Estaba en mi
treintena, viviendo la buena vida de soltero en Dallas", dice Karl Locker, de 65
años sobre la época en la que una mujer con la que estaba saliendo le dijo que
estaba embarazada. Él dijo sentirse "como uno de esos lobos en una trampa".

Sin embargo, decidió que tenía que apoyarla a ella y al embarazo. "Lo intenté
todo, le ofrecí casarme con ella, llevarme al bebé yo mismo u ofrecerlo en
adopción", dice Locker, explicando que sentía que mantener el bebé era lo
correcto. "Dijo que nunca podría dar a su hijo en adopción". Al final llevó a la mujer
a la clínica y pagó el aborto. Luego se mudó a California, ya que dice que no podía
soportar lo que había hecho.

"No sabía cómo iba a sobrevivir, no iba a saltar de un puente, pero probablemente
habría bebido hasta la muerte", dice Locker, quien cree que volver a conectar con
su fe y formar una familia con otra mujer lo salvó. "He pensado en lo que sucedió
todos los días durante los últimos 32 años".

"Culpa y vergüenza"

Generalmente hay cuatro formas en las que los hombres están involucrados en un
aborto, cualquiera de las cuales puede dejarlos traumatizados cuando llegan a
reflexionar más tarde sobre sus roles. Así lo dicen los que dirigen grupos de
asesoramiento postaborto para hombres. A veces los hombres obligan a una
mujer a abortar contra su voluntad; otros dicen que apoyarán la decisión de la
mujer de cualquier manera. Algunos hombres se enteran del aborto por primera
vez después de hecho; o el aborto continúa en contra de sus deseos.

Las encuestas realizadas indican que la mayoría de las mujeres dicen que no
lamentan haber abortado, pero se han realizado menos estudios sobre las
reacciones de los hombres. Los datos que hay para los hombres provienen
de grupos de apoyo postaborto, que dependen de que los busquen, lo que
dificulta hacer observaciones estadísticas amplias. Pero los relatos incluyen
elementos comunes como sentimientos de ira, culpa, vergüenza y profunda
tristeza en las fechas de aniversario.

"Los hombres deben ser protectores, por lo que existe una sensación de fracaso:
no proteger a la madre y al feto, no ser responsables", dice Chuck Raymond, que
ahora tiene 61 años y cuya novia de 18 años a finales de los 70 tuvo un aborto
cuando él era un adolescente. "Hay una increíble culpa y vergüenza por no haber
hecho eso".

Raymond dice que pensó que un niño habría interferido en sus planes educativos
y su entrenamiento en la academia militar de West Point, donde a los cadetes no
se les permite casarse o criar hijos. "Una vez que participé en el entrenamiento,
me quedé atrapado y bloqueé lo que sucedió, manteniéndolo fuera de mi
conciencia. Sin embargo, años después, me di cuenta de que había ocurrido una
tragedia y habíamos tomado una decisión trágica". Él compara la angustia mental
y emocional que puede seguir a un aborto con el trastorno de estrés
postraumático en el campo de batalla.
Casos paradigmáticos
La histórica decisión de la Corte Suprema en el caso Roe vs. Wade, emitida el 22
de enero de 1973, es más conocida por haber legalizado el aborto en Estados
Unidos. Pero dos casos posteriores tuvieron un mayor impacto en los hombres,
dice Allen Parker, presidente de The Justice Foundation, un centro conservador de
derecho en Texas. Después de la decisión de 1976 de la Corte Suprema, en el
caso Planned Parenthood vs. Danforth, ya no se requería el consentimiento del
padre para un aborto. En su decisión de 1992, en el caso Planned Parenthood
vs. Casey, el tribunal fue más allá, diciendo que los padres no tienen derecho a
ser notificados sobre un aborto. "Hay tantas contradicciones en torno a todo
esto", dice el reverendo Stephen Imbarrato, un sacerdote católico y activista
antiaborto.

Antes de ingresar al sacerdocio, Imbarrato dejó a su novia embarazada en 1975 y


la condujo hacia un aborto, descubriendo décadas después que había estado
embarazada de gemelos. "Los hombres lamentan la paternidad perdida, ya que
los hombres están inherentemente llamados a ser padres".

El contexto
Gillian Frank, historiador de la sexualidad en la Universidad de Virginia, dice que
la decisión en el caso Planned Parenthood vs. Casey de 1992 encontró que "en la
mayoría de los contextos, donde había una relación estable y amorosa, hombres y
mujeres tomaron la decisión juntos". "Y cuando los hombres están ausentes de las
decisiones, a menudo es porque existe un riesgo de violencia o coerción en la
relación".

Existe un desacuerdo sobre la proporción de mujeres que tienen abortos sin


decírselo a los hombres, a pesar de ellos, o debido a ellos. Según el Instituto
Guttmacher, una organización de investigación y política que analiza el aborto en
EE.UU., la mitad de las mujeres que abortaron en 2014 dijeron que no querían ser
madres solteras o que tenían problemas con su esposo o pareja. "Se ha
reconocido una y otra vez que cuando las personas dicen que están
argumentando que se escuchen las voces de los hombres, en realidad se trata
más de poder controlar a las mujeres y regular sus decisiones", dice Frank.

"Y no veo que los hombres hayan estado ausentes, todo lo contrario, los hombres
siempre han hablado sobre la capacidad de las mujeres para controlar su destino
reproductivo". Antes del caso Roe vs. Wade, señala, esta situación se manifestaba
en que las mujeres tuvieran que ir frente a un panel de médicos, generalmente
hombres, para defender sus casos de aborto, y continúa hoy con "los hombres que
controlan los productos farmacéuticos y los hombres detrás de los escritorios
tomando decisiones".

"Fuera de nuestras clínicas, generalmente son hombres quienes lideran las


protestas", dice Sarah Wheat, quien trabaja para un centro de Planned Parenthood
(Maternidad Programada) en Austin, la capital del estado de Texas, un importante
campo de batalla sobre la legislación texana sobre el aborto. Planned Parenthood
es una organización que brinda servicios de atención a la salud sexual, de los
cuales alrededor del 6% involucra un aborto, explica Wheat. "Suelen ser protestas
ruidosas e intimidantes, diseñadas para avergonzar, estigmatizar e intimidar. Y
cuando vamos al Capitolio es muy similar con los legisladores. Desde nuestra
perspectiva, los hombres todavía están sobrerrepresentados".

De hecho, gran parte del rechazo contra la participación de los hombres en el


aborto está impregnado en el contexto histórico de un patriarcado que les dice a
las mujeres qué hacer.

"Desconexión"

"Hay una desconexión", critica Karl Locker. "Los hombres tienen la


responsabilidad, como deberían tener, de ahí que les descuenten directamente de
sus salarios la manutención de los hijos, pero al mismo tiempo no tienen derecho
sobre un aborto". "La gente no lo ve, mantiene a los hombres fuera", agrega Theo
Purington, de 34 años, cuya novia embarazada tuvo un aborto en 2006 en contra
de sus deseos, lo que lo dejó "deprimido y hecho un desastre".

La experiencia lo llevó a involucrarse en el activismo provida y dar apoyo


postaborto a hombres que pasan por situaciones similares. "Si los hombres
tuvieran que autorizar un aborto, creo que verían una caída del 50%, y es por eso
que (los proveedores de abortos) no quieren que los hombres participen", dice
Purington. "La mayor injusticia en este país hoy es que un hombre no puede
proteger a su hijo no nato del aborto, (de la misma manera que) los hombres que
protegen a sus hijos, es parte de nuestra responsabilidad".

"Beneficia a mujeres, hombres y familias"

Amy Hagstrom Miller, quien dirige Whole Woman's Health, una compañía que
administra siete clínicas que brindan servicios de aborto en cinco estados de
Estados Unidos, opina que "los hombres están claramente involucrados al
principio, en términos de embarazar a la mujer". "Cuando se trata de su cuerpo, se
dibuja una línea", agrega. "Es el embarazo de la mujer, lo lleva en su cuerpo y no
puedes decirle a alguien qué hacer con su cuerpo y obligar a llevarlo a término.
Una vez que lo haces, comienzas a entrar en áreas aterradoras".

Hagstrom Miller dice que el movimiento por el derecho al aborto no se ha ayudado


a sí mismo al enmarcar el aborto como un problema de mujeres. "El aborto
beneficia a mujeres, hombres y familias. Millones de hombres se han beneficiado
de tener acceso al aborto". Señala que más del 60% de las pacientes que pasan
por un aborto ya son madres, una cifra respaldada por el Instituto Guttmacher, y
que en su clínica aparecen muchas parejas batallando con un embarazo no
planificado y con los complejos problemas que lo rodean. Algunos factores que
consideran son el tamaño de la familia que quieren tener y cómo un nuevo niño
afectaría su situación actual o familiar.

"Sinergia tóxica"

Pero en contra del argumento de los involucrados en el asesoramiento postaborto,


es lo que puede suceder más adelante lo que no se reconoce o no se habla lo
suficiente debido a la política o la apariencia. "Debido a la retórica que existe, la
gente no puede abordar lo que hay ahí, que es una sensación de pérdida que
afecta a hombres y mujeres", dice Kevin Burke, un trabajador social y cofundador
de Rachel's Vineyard, que organiza retiros de fin de semana para hombres y
mujeres después de un aborto. "Pero no te dan permiso para hablar de nada de
eso, por lo que no puedes procesarlo".

Burke agrega que, a través de su trabajo de asesoramiento a hombres de


minorías raciales encarcelados, descubrió que las consecuencias de un aborto
pueden aumentar si un hombre previamente experimentó dificultades en su
infancia. "La experiencia del aborto en los hombres, especialmente en casos de
pérdida, abuso y traumas anteriores, puede contribuir a otros problemas que
pueden llevar a los hombres a expresar su dolor, pérdida y rabia desde el abuso
infantil y sus experiencias de aborto de manera destructiva", explica Burke. "Lo
que hemos aprendido es que parecen interactuar en una especie de sinergia
tóxica".

Muchos señalan que no tienes que ser un activista antiabortista para sentir pena
por un aborto, o que te persiga la duda sobre si hiciste lo correcto. Por lo tanto,
explica Burke, más tarde muchos hombres y mujeres cargan una gran cantidad de
heridas morales y espirituales. Hagstrom Miller dice que le gustaría ver un debate
que se aleje "de una conversación de derechos a una conversación sobre dignidad
y respeto, empatía y compasión", un punto no muy alejado de los sentimientos
sostenidos por algunas de las personas contra el aborto.

"Odio cuando hay personas fuera de las clínicas de aborto que gritan cosas como
'irás al infierno'", dice Locker, quien se ha unido a grupos de oración fuera de las
clínicas. "Por un lado, no se está haciendo el trabajo (de disuadir a la mujer), y no
muestras compasión; simplemente condenas a la madre, que también siente que
está atrapada".

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