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I.

TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 55

CAPÍTULO I
TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS
DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES

1. DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL


1.1. Definición
1.1.1. Derecho Procesal Constitucional como Derecho Constitucional
Concretizado
“15. Que el derecho procesal constitucional constituye un orde-
namiento complejo de naturaleza adjetiva, pero que debido a la natu-
raleza del ordenamiento sustantivo a cuya concretización sirve —la
Constitución—, debe ser interpretado e integrado atendiendo a la sin-
gularidad que este presenta respecto al resto del ordenamiento jurídi-
co. Es desde esta comprensión que el Tribunal Constitucional alemán
ha destacado la ‘particularidad del proceso constitucional’ [2]. Significa
ello que el derecho procesal constitucional ‘(...) implica necesariamen-
te un cierto distanciamiento del resto de regulaciones procesales’.
En este contexto, en consecuencia, el Código Procesal Constitu-
cional tiene que ser entendido como un ‘derecho constitucional con-
cretizado’. Esto es, al servicio de la ‘concretización’ de la Constitución.
Por ende, opera en beneficio de la interpretación de la Constitución
en cada uno de los procesos constitucionales que el juez y el Tribunal
Constitucional conocen con motivo de responder a una concreta con-
troversia constitucional planteada.
Por tal razón, esta concretización de la Constitución en cada con-
troversia constitucional, impone correlativamente que la hermeneúti-
ca de la norma procesal constitucional deba efectuarse conforme una
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‘interpretación específicamente constitucional de las normas procesa-


les constitucionales’, una interpretación del Código Procesal Constitucio-
nal desde la Constitución (Häberle habla de una ‘interpretación de la
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional Federal —alemán— ‘desde
la Ley Fundamental’).
Se trata, en definitiva, de una interpretación teleológica de la norma
procesal constitucional orientada a la concretización y optimización
de los mencionados principios constitucionales materiales.
(…)
20. Que el establecimiento de la norma, en cuanto acto de inte-
gración, debe orientarse a la realización y optimización de los fines del
proceso constitucional y, en particular, efectuarse en consideración de
la particularidad del derecho procesal constitucional en cuanto dere-
cho constitucional concretizado”.
Resolución No. 0025-2005-PI/TC y 0026-2005-PI/TC. Acumulados.
FJ 15 y 20

“Este Tribunal ha señalado que el Derecho Procesal Constitucio-


nal debe ser considerado como un Derecho Constitucional concreti-
zado (entre otros, sentencia del Expediente No. 4903-2005-PHC/TC),
y sus institutos deben ser relativizados, en pos de la protección de los
derechos constitucionales y la primacía de la Norma Fundamental.
Ello también se encuentra de la mano con la autonomía procesal cons-
titucional (entre otros, sentencias del Expediente No. 0025-2005-PI/TC
y 0026-2005-PI/TC y del Expediente No. 05033-2006-PA/TC).
El alejamiento del Derecho Procesal Constitucional de las cate-
gorías clásicas del Derecho Procesal se basa en que las distintas áreas
del Derecho tienen un ámbito sustantivo y adjetivo en paridad de
condiciones, tal como sucede, por ejemplo, en el Derecho Civil, donde
la regulación procesal tiene la misma jerarquía que la existente a la
sustantiva, pues tanto el Código Civil como el Código Procesal Civil
tienen el rango de ley. Esto no sucede, por el contrario, en el ámbito
constitucional. El Código Procesal Constitucional debe procedimenta-
lizar las cuestiones sustantivas que se encuentran en la Constitución,
norma que tiene claramente un nivel jerárquico superior, motivo por
el cual, y tomando en cuenta el principio institucional de la interpre-
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tación conforme a la Constitución (recogido, entre muchos, en el fun-


damento 4 de la sentencia de la sentencia del Expediente No. 1679-
2005-PA/TC o en el fundamento 8 de la sentencia del Expediente No.
0002-2003-AI/TC), el Código Procesal Constitucional debe ser enten-
dido, comprendido y analizado de acuerdo los contenidos existentes
en la Norma Fundamental. Tan cierto es eso que los fines del proceso
constitucional, que el propio Código reconoce en el artículo II de su
Título Preliminar, son la primacía constitucional y la protección de los
derechos”
STC No. 7873-2006-PC/TC. FJ 7

1.2. Elementos
1.2.1. Procesos Constitucionales
1.2.1.1. Fines
“5. Fines de los procesos constitucionales
La instauración de procesos específicos para la tutela de los dere-
chos fundamentales ha constituido uno de los objetivos más importan-
tes que la justicia constitucional ha conseguido. Ello se explica porque
en los procesos constitucionales se busca no sólo la protección de los
derechos fundamentales, sino también la constitucionalidad del dere-
cho objetivo. De ahí que se haya señalado que dichos procesos deben
ser capaces de comprender no sólo la tutela subjetiva de los derechos
constitucionales, sino también la tutela objetiva de la Constitución
(ZAGREBELSKY, Gustavo. “¿Derecho procesal constitucional?”. En: Re-
vista Peruana de Derecho Procesal, No. IV. Lima, 2001. pp. 409 y 415).
La doctrina constitucional comparada ha establecido que existen
básicamente dos tipos de procesos constitucionales. En primer lugar,
están los procesos destinados al afianzamiento de los derechos funda-
mentales; y, en segundo lugar, los procesos constitucionales que ase-
guran la supremacía de la Constitución (SAGÜÉS, Néstor P. Derecho pro-
cesal constitucional. Vol. I. Tercera edición. Buenos Aires: Astrea, 1992,
pp. 14-15).
Los procesos constitucionales destinados a la tutela de los de-
rechos fundamentales hallan su fundamento en el doble carácter de
dichos derechos. En efecto, los derechos fundamentales no son solo
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derechos subjetivos, sino también instituciones objetivas. En esta úl-


tima dimensión, los derechos fundamentales comportan valores que
informan todo el ordenamiento jurídico; de ahí que su tutela y pro-
tección no sólo sea de interés para la persona titular de ese derecho,
sino para la colectividad en general, pues su transgresión implica un
cuestionamiento al propio ordenamiento constitucional.
Por otro lado, existen procesos constitucionales que están desti-
nados a la defensa del principio de supremacía de la Constitución, lo
cual quiere decir que se busca asegurar la propia noción de Constitu-
ción, ya que sin la efectividad del principio de supremacía, las normas
constitucionales se descalificarían ubicándose al mismo nivel que ocu-
pan las normas legales ordinarias (DA SILVA, José Alfonso. “El proceso
constitucional”. En: Víctor Bazán (coordinador). Defensa de la Constitu-
ción. Garantismo y controles. Libro en reconocimiento del Doctor Germán J.
Bidart Campos. Buenos Aires: Ediar, 2003, p. 757)
Precisamente, el Código Procesal Constitucional (artículo II del
Título Preliminar) ha establecido que los procesos constitucionales tie-
nen como finalidad, por un lado, garantizar el principio jurídico de la
supremacía constitucional (artículo 51 de la Constitución) y, por otro,
preservar la observancia de la vigencia de los derechos fundamentales
de la persona (artículo 1 de la Constitución)”.
STC No. 266-2002-AA/TC. FJ 5

“5. El proceso constitucional tiene como objetivo asegurar el fun-


cionamiento adecuado del orden constitucional y la vigencia efectiva
de los derechos constitucionales, tal como lo ha previsto el artículo II
del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, el cual, a la
letra, dice:
Son fines esenciales de los procesos constitucionales garantizar la
primacía de la Constitución y la vigencia efectiva de los derechos
constitucionales.
De esta manera, el diseño del proceso constitucional se orienta
a la tutela de dos distintos tipos de bienes jurídicos: la eficacia de los
derechos fundamentales y la constitucionalidad del derecho objetivo,
toda vez que, por su intermedio, se demuestra la supremacía consti-
tucional. Y es que, gracias a ello, este Colegiado cumple sus funciones
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esenciales, tanto reparativas como preventivas (artículo 2 del Código


Procesal Constitucional)”.
STC No. 02877-2005-PHC/TC. FJ 5

1.2.1.2. Naturaleza
“6. Naturaleza de los procesos constitucionales
Los fines antes señalados, que los procesos constitucionales se
proponen alcanzar, permiten establecer distinciones entre estos y los
procesos ordinarios, pues ambos tienen una naturaleza muy distinta.
De modo general, este Colegiado considera pertinente formular tales
distinciones en cuatro niveles: por su finalidad, por el rol del juez, por
los principios que orientan los procesos constitucionales y por su na-
turaleza.
Una primera diferencia radica en los fines que persiguen ambos
tipos de procesos. En efecto, a diferencia de los procesos constitucio-
nales, los procesos ordinarios no tienen como objetivo hacer valer el
principio de supremacía de la Constitución, y no siempre persiguen la
tutela de derechos fundamentales.
La segunda diferencia estriba en la actuación del juez. En los pro-
cesos constitucionales, los jueces tienen —por razones más trascenden-
tes que en los procesos ordinarios— el deber de controlar la actuación
de las partes, a fin de conseguir, dentro de un plazo razonable, la tutela
efectiva de los derechos fundamentales (AA.VV. Código Procesal Cons-
titucional. Lima: Palestra Editores, 2004, p. 32).
La tercera se fundamenta en los principios que orientan los pro-
cesos constitucionales. Si bien es cierto que estos principios, nominal-
mente, son compartidos por ambos tipos de procesos, es indudable
que la exigencia del cumplimiento de principios como de publicidad,
economía procesal, socialización del proceso, impulso oficioso, elas-
ticidad y de favor processum o pro actione, es fundamental e ineludible
para el cumplimiento de los fines de los procesos constitucionales.
Finalmente, la cuarta tiene que ver con la naturaleza de ambos pro-
cesos, y que puede enunciarse básicamente en que, a diferencia de los
ordinarios, los constitucionales son procesos de tutela de urgencia”.
STC No. 0266-2002-PA/TC. FJ 6
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“(…)
11. De ahí que, en el estado actual de desarrollo del Derecho
procesal constitucional, los procesos constitucionales persiguen no
sólo la tutela subjetiva de los derechos fundamentales de las per-
sonas, sino también la comprenden la tutela objetiva de la Consti-
tución (ZAGREBELSKY, Gustavo. “¿Derecho procesal constitucional?”
En: Revista Peruana de Derecho Procesal. No. IV. Lima: 2001, pp. 409
y 415). Pues la protección de los derechos fundamentales no sólo es
de interés para el titular de ese derecho, sino también para el propio
Estado y para la colectividad en general, pues su transgresión supo-
ne una afectación también al propio ordenamiento constitucional.
Por ello, bien puede decirse que, detrás de la constitucionalización
de procesos como el de hábeas corpus, amparo, hábeas data y de
cumplimiento, nuestra Constitución ha reconocido la íntima co-
rrespondencia entre la doble naturaleza (subjetiva-objetiva) de los
derechos fundamentales y la doble naturaleza (subjetiva-objetiva)
de los procesos constitucionales. Siendo que las dos vocaciones del
proceso constitucional son interdependientes y se hacen necesarias
todas las veces en que la tutela primaria de uno de los dos intereses
(subjetivo y objetivo) comporte la violación del otro.
12. Por todo ello, la afirmación del doble carácter de los pro-
cesos constitucionales resulta ser de especial relevancia para el
análisis constitucional a realizar por este Colegiado, pues este caso
amerita una valoración de esta dimensión objetiva orientada a pre-
servar el orden constitucional como una suma de bienes institucio-
nales. En consecuencia, se hace necesaria la configuración de un
proceso constitucional en el que subyace una defensa del orden pú-
blico constitucional. Todo lo cual nos permite definir la jurisdicción
constitucional no en el sentido de simple pacificadora de intere-
ses de contenido y alcance subjetivos, sino del orden constitucional
(normatividad) y de la realidad social (normalidad) en conjunto;
pues, con relación a la Constitución, la jurisdicción constitucional
no actúa ni puede actuar como un órgano neutro, sino, por el con-
trario, como su principal promotor”.
STC No. 0023-2005-PI/TC. FJ 11-12
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1.2.2. Magistratura Constitucional


1.2.2.1. Poder Judicial
“La actividad jurisdiccional del Poder judicial tiene por función
constitucional el viabilizar la intervención del Estado mediante órga-
nos de fallo adscritos a una terceridad imparcial y compositiva, ten-
dentes a dirimir los conflictos interindividuales de naturaleza jurídica
con el objeto de restablecer la convivencia pacífica mediante la resolu-
ción de dichas controversias por la vía de la recta aplicación o integra-
ción de la ley en sentido lato”.
STC No. 2409-2002-AA/TC. FJ 1

“31. El Poder Judicial, en el Estado peruano, administra justicia


y cumple la función esencial de controlar el poder; es decir, fiscaliza al
Poder Legislativo y al Poder Ejecutivo, conforme al segundo párrafo del
artículo 138 de la Constitución. Para poder cumplir con esta función,
encomendada por la Constitución, es que el inciso 2) del artículo 139
de la Norma Suprema consagra el principio de independencia judicial
frente a los Poderes del Estado, órganos constitucionales, entidades
públicas y privadas, y ciudadanos en general. Al respecto, y en lo que
toca al principio de separación de poderes y la función jurisdiccional,
hemos establecido que dentro de: ‘(...) la función jurisdiccional merece
una especial atención, toda vez que constituye la garantía última para
la protección de la libertad de las personas frente a una actuación arbi-
traria del Poder Ejecutivo o el Poder Legislativo’. (Exp. No. 0023-2003/
AI, Fundamento No. 7). En esta oportunidad, este Colegiado añade
que la función jurisdiccional también constituye una garantía contra
las actuaciones arbitrarias de los particulares.
32. Asimismo, el Tribunal Constitucional ha sostenido que: ‘(...)
a efectos de precisar los alcances y contenidos del mandato constitu-
cional que nos define como una República Democrática, este Tribunal
considera que la eliminación de toda práctica violenta y autoritaria no
sólo debe limitarse a la vida política, sino también abarcar la conviven-
cia social y todos los ámbitos de la vida de los ciudadanos; por ello, es
de suma importancia enfatizar que en nuestro régimen constitucional
sólo debe imperar el diálogo y los medios pacíficos para resolver los
conflictos’. (Exp. No. 1027-2004-AA/TC, Fundamento No. 13). Está
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fuera de duda que el Poder Judicial es el órgano estatal que tiene como
principales funciones resolver los conflictos, ser el primer garante de
los derechos fundamentales y ejercer el poder punitivo del Estado, ca-
nalizando las demandas sociales de justicia y evitando que éstas se
ejerzan fuera del marco legal vigente”.
STC No. 0004-2004-PCC/TC. FJ 31-32

“13. (…) la Constitución prevé que ‘[l]a potestad de administrar


justicia emana del Pueblo y se ejerce por el Poder Judicial, a través de
sus órganos jerárquicos con arreglo a la Constitución y a las leyes’ (ar-
tículo 138 de la Constitución). Esta disposición concuerda con lo esta-
blecido en el artículo 45 de la Norma Suprema; y ello es así porque uno
de los principios fundantes de todo Estado Constitucional de Derecho
es aquél según el cual el poder del Estado emana del Pueblo, aunque
es bueno siempre reiterar que el ejercicio de ese poder se realiza dentro
de las limitaciones y responsabilidades que la Constitución y las leyes
establecen.
14. La potestad de impartir justicia por el Poder Judicial le ha sido
asignada por la Constitución, por la voluntad popular, aun cuando los
jueces no sean elegidos directamente por medio de sufragio directo
—salvo los jueces de paz, que son designados por elección popular
(artículo 152 de la Constitución)—. Sin embargo el ejercicio de dicha
facultad requiere que se realice dentro de un marco de observancia y
plenario respeto de los derechos fundamentales, de los principios y
valores constitucionales y de las atribuciones de otros poderes u órga-
nos constitucionales del Estado.
15. Uno de esos principios constitucionales que el Poder Judicial
debe respetar, como todo Poder del Estado y todo órgano constitucio-
nal, es el de separación del poder, reconocido en el artículo 43 de la
Constitución. Este principio no debe ser entendido en su concepción
clásica, esto es, en el sentido que establece una separación tajante y
sin relaciones entre los distintos poderes del Estado; por el contrario,
exige que se le conciba, por un lado, como control y balance entre los
poderes del Estado —checks and balances of powers— y, por otro, como
coordinación y cooperación entre ellos. Esto explica el hecho de que si
bien la Constitución establece que ninguna autoridad puede avocarse
a causas pendientes ante el órgano jurisdiccional ni interferir en el ejer-
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cicio de sus funciones (artículo 138 inciso 2), dimana de ella también la
prescripción de que el Poder Judicial no ha de turbar, ilegítimamente,
el ejercicio de las atribuciones de otros poderes del Estado”.
STC No. 0006-2006-PC/TC. FJ 13-15

1.2.2.2. Tribunal Constitucional


a. Tribunal Constitucional como supremo intérprete de la Constitución
“156. Tal como ha sido previsto en el artículo 201 de la Consti-
tución, el Tribunal Constitucional es su órgano de control. Ello, desde
luego, no significa que a este órgano resulte privativa la defensa de la
Carta Fundamental, pues, tal como se encuentra reconocido en su artí-
culo 38, ese es un deber residente en ‘todos los peruanos’.
Como ha tenido oportunidad de precisarse,
‘en el Estado social y democrático de derecho, la preservación de la
constitucionalidad de todo el ordenamiento, no es una tarea que, de
manera exclusiva, le competa a este Tribunal, sino que la compar-
ten, in suo ordine, todos los poderes públicos’. (STC 0006-2003-AI,
Fundamento 1).
En tal sentido, el artículo 201 de la Constitución no confiere a
este Colegiado una función exclusiva y excluyente, sino ‘suprema’. No
se trata, pues, de que a este Tribunal le haya sido reservada la ‘única’
interpretación de la Constitución. Simplemente, le ha sido reservada
la ‘definitiva’.
157. De ahí que la independencia que en todo Estado social y
democrático de derecho deben gozar los poderes del Estado (vg. la
independencia reconocida al Poder Judicial por el artículo 1393 de la
Constitución), no debe ser confundida con la capacidad de someter a
la ciudadanía a la más absoluta incertidumbre en relación al contenido
vinculante de las normas jurídicas, máxime si se trata de la Norma
Fundamental.
El artículo 201 de la Constitución, aunado al derecho fundamen-
tal a la igualdad ante la ley (artículo 22), una de cuyas manifestaciones
es la igualdad ‘en la aplicación de la ley’, y al principio de seguridad
jurídica, que se encuentra implícitamente reconocido en la Constitu-
ción (Cfr. STC 0016-2002-AI, Fundamento 5), sitúan al Tribunal Cons-
64 CÉSAR LANDA ARROYO

titucional, en lo que a la interpretación constitucional se refiere, en la


cúspide del Poder Jurisdiccional del Estado.
158. Es por ello que, en una correcta interpretación de concor-
dancia práctica de los derechos y principios constitucionales invo-
lucrados, la condición del Tribunal Constitucional como supremo
intérprete de la Constitución, proyectada desde la propia Carta Fun-
damental, ha sido reconocida a nivel legislativo. En efecto, el artículo
1 de la Ley No. 28301 —Ley Orgánica del Tribunal Constitucional—,
establece:
‘El Tribunal Constitucional es el órgano supremo de (...) control de
la constitucionalidad. (...)’.
Por su parte, el último párrafo del artículo VI del Título Prelimi-
nar del Código Procesal Constitucional, dispone:
‘Los jueces interpretan y aplican las leyes o toda norma con rango
de ley y los reglamentos según los preceptos y principios constitu-
cionales, conforme a la interpretación de los mismos que resulte de
las resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional’.
Mientras que el artículo 82 del Código Procesal Constitucional,
dispone que las sentencias del Tribunal Constitucional, recaídas en los
procesos de inconstitucionalidad que queden firmes,
‘tienen autoridad de cosa juzgada, por lo que vinculan a todos los
poderes públicos y producen efectos generales desde el día siguien-
te a la fecha de su publicación’.
159. En suma, las sentencias dictadas en un proceso de inconsti-
tucionalidad tienen efecto vinculante para todos los poderes públicos,
vinculación que, por sus alcances generales, se despliega hacia toda la
ciudadanía. En tal sentido, el Tribunal Constitucional, en su condición
de órgano de control de la Constitución (artículo 201 de la Constitu-
ción) y órgano supremo de interpretación y control de la constitucio-
nalidad (artículo 1 de la Ley No. 28301); considera que en el supuesto
de que alguna autoridad o persona, pretenda desconocer los efectos
vinculantes de esta resolución, resultará de aplicación el artículo 22 del
Código Procesal Constitucional, en el extremo que dispone que para el
cumplimiento de una sentencia el juez podrá hacer uso de multas fijas
acumulativas, disposición que es aplicable supletoriamente al proceso
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de inconstitucionalidad en virtud del artículo IX del mencionado cuer-


po normativo”.
STC No. 0020-2005-PI/TC. FJ 156-159

“5.3 ¿Por qué el artículo 1 de la LOTC establece que el Tribunal


Constitucional es el supremo intérprete de la Constitución?
46. Si bien entre los órganos constitucionales no existe una re-
lación de jerarquía, al interior del Poder Jurisdiccional sí existe una
jerarquía constitucional, pues aún cuando todo juez se encuentra obli-
gado a preferir la Constitución frente a las leyes (artículo 138 de la
Constitución) y, consecuentemente, facultado a interpretarlas, el Po-
der Constituyente ha establecido que el contralor, por antonomasia,
de la constitucionalidad es el Tribunal Constitucional (artículo 201 de
la Constitución).
En efecto, si es a través de los procesos constitucionales (artículo
200) que se garantiza jurisdiccionalmente la fuerza normativa de la
Constitución, y es este Tribunal el encargado de dirimir en última (en
el caso de las resoluciones denegatorias expedidas en los procesos de
amparo, hábeas corpus, hábeas data y cumplimiento) o única instancia
(procesos de inconstitucionalidad y competencial) tales procesos (artí-
culo 203), resulta que al interior del Poder Jurisdiccional —llamado a
proteger en definitiva (artículos 138 y 200 a 204) la supremacía norma-
tiva de la Constitución (artículos 38, 45 y 51)— el Tribunal Constitucio-
nal es su órgano supremo de protección (artículo 201) y, por ende, su
supremo intérprete. No el único, pero sí el supremo.
47. Es por ello que así lo tiene estipulado actualmente el artículo
1 de su Ley Orgánica —Ley No. 28301— y el artículo 1 del Regla-
mento Normativo del TC. Y es por ello que el artículo VI del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional, luego de recordar el
poder-deber de los jueces de inaplicar las leyes contrarias a la Cons-
titución (artículo 138 de la Constitución), establece que no pueden
dejar de aplicar una norma cuya constitucionalidad haya sido con-
firmada por este Colegiado en un proceso de inconstitucionalidad,
y que deben interpretar y aplicar las leyes o toda norma con rango
de ley y los reglamentos, según los preceptos y principios constitu-
cionales, conforme a la interpretación de los mismos que resulte de
66 CÉSAR LANDA ARROYO

las resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional. Éstas no son


creaciones ex novo del legislador del Código Procesal Constitucional,
sino concretizaciones de una interpretación conjunta de los artículos
138, 201 y 203 de la Constitución.
48. Desde luego, cuando se establece que determinados criterios
dictados por este Tribunal resultan vinculantes para todos los jueces,
no se viola la independencia y autonomía del Poder Judicial, recono-
cidas en el artículo 139, inciso 2, de la Constitución, sino que, sim-
plemente, se consolida el derecho a la igualdad en la aplicación del
ordenamiento jurídico (artículo 2, inciso 2); máxime, si es a partir del
reconocimiento de su supremacía normativa que la Constitución bus-
ca asegurar la unidad y plena constitucionalidad del sistema jurídico
y su consecuente aplicación (artículos 38, 45 y 51 de la Constitución).
Debe recordarse que ninguna garantía conferida a un órgano consti-
tucional tiene su última ratio en la protección del poder público en sí
mismo, sino en asegurar la plena vigencia de los derechos fundamen-
tales como manifestaciones del principio-derecho de dignidad huma-
na (artículo 1 de la Constitución).
49. De esta manera, deriva de la propia Constitución que al Tri-
bunal Constitucional corresponda la interpretación suprema de la
Constitución, pues es la única forma de asegurar, de un lado, la ga-
rantía jurisdiccional (artículo 200) que es inherente a su condición de
norma jurídica suprema (artículos 38, 45 y 51), y, de otro, el equilibrio
necesario a efectos de impedir que los otros órganos constitucionales
—en especial, el Congreso de la República—, se encuentren exentos de
control jurisdiccional, lo que tendría lugar si pudiesen desvincularse
de las resoluciones dictadas en el proceso que tiene por objeto, justa-
mente, controlar la constitucionalidad de su producción normativa”.
STC No. 0030-2005-PI/TC. FJ 46-49

b. Funciones generales
“En principio, el Tribunal Constitucional estima oportuno recor-
dar que entre sus funciones está la de racionalizar el ejercicio del poder
público y privado, velar por la supremacía de la Constitución Política
del Perú sobre el resto de las normas del ordenamiento jurídico, sean
estas las emanadas del Estado o de entidades privadas, velar por el
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 67

respeto y la protección de los derechos fundamentales de las personas


naturales o jurídicas, y ejercer la tarea de intérprete supremo de los
alcances y contenidos de la Constitución”.
STC No. 3574-2007-PA/TC. FJ 8

“1. (…)
A diferencia de la actividad jurisdiccional efectuada en sede judi-
cial, el Tribunal Constitucional tiene como tareas la racionalización del
ejercicio del poder, el cual se expresa en los actos de los operadores del
Estado, el mismo que debe encontrarse conforme con las asignaciones
competenciales establecidas por la Constitución; asimismo, vela por la
preeminencia del texto fundamental de la República sobre el resto de
las normas del ordenamiento jurídico del Estado; igualmente se encar-
ga de velar por el respeto y la protección de los derechos fundamenta-
les de la persona, así como de ejercer la tarea de intérprete supremo de
los alcances y contenidos de la Constitución.
Es evidente que el Tribunal Constitucional, por su condición de
ente guardián y supremo intérprete de la Constitución, y mediante la
acción hermenéutica e integradora de ella, se encarga de declarar y
establecer los contenidos de los valores, principios y normas consigna-
dos en el corpus constitucional.
En ese orden de ideas, el Tribunal Constitucional, en cuanto Po-
der Constituyente Constituido, se encarga de resguardar la sujeción
del ejercicio del poder estatal al plexo del sistema constitucional, la
supremacía del texto constitucional y la vigencia plena e irrestricta de
los derechos esenciales de la persona. De ahí que formen parte de su
accionar, la defensa in toto de la Constitución y de los derechos huma-
nos ante cualquier forma de abuso y arbitrariedad estatal”.
STC No. 2409-2002-AA/TC. FJ 1

c. Funciones del Tribunal Constitucional en el marco de los procesos de


inconstitucionalidad
“16. Finalmente, dadas las circunstancias especiales en las que
se ha actuado la municipalidad emplazada y teniendo en cuenta que
el Tribunal Constitucional, en su condición de órgano de control de
68 CÉSAR LANDA ARROYO

la Constitución (artículo 201 de la Constitución) y órgano supremo


de interpretación y control de la constitucionalidad (artículo 1 de la
Ley No. 28301), tiene, en el proceso de inconstitucionalidad, funcio-
nes esenciales tales como: a) la valoración de la disposición sometida
a enjuiciamiento, a partir del canon constitucional, para declarar su
acomodamiento o no a ese canon; b) la labor de pacificación, pues debe
solucionar controversias mediante decisiones cuyos efectos deben ser
modulados de acuerdo a cada caso; y, c) la labor de ordenación, toda
vez que, sus decisiones, ya sean estimatorias o desestimatorias, tie-
nen una eficacia de ordenación general con efecto vinculante sobre los
aplicadores del Derecho —en especial sobre los órganos jurisdicciona-
les—, y sobre los ciudadanos en general; considera que debe aplicarse
el artículo 22 del Código Procesal Constitucional, en el extremo que
dispone que para el cumplimiento de una sentencia el juez podrá ha-
cer uso de multas fijas acumulativas, disposición que es aplicable su-
pletoriamente al proceso de inconstitucionalidad en virtud del artículo
IX del mencionado cuerpo normativo”.
STC No. 0054-2004-PI/TC. FJ 16

“10. Cuando se resuelve un proceso de inconstitucionalidad, no


puede soslayarse su naturaleza dual, dado su carácter abstracto —u
objetivo—, por ser un proceso de puro derecho, y concreto —o subje-
tivo—, por las consecuencias económicas y sociales que producen sus
sentencias.
En tal contexto, este Colegiado valora subjetivamente la consti-
tucionalidad de actos concretos —relativos a la situación del sistema
pensionario—, pues tal valoración se impone como un canon interpre-
tativo de la Constitución; o, lo que es lo mismo, asume una ‘función de
valoración’ para la resolución de la controversia constitucional.
Asimismo, en un sentido objetivo, el control de constitucionali-
dad debe ejercerse según los valores y principios consagrados cons-
titucionalmente, es decir, como bien este Tribunal lo señalara en el
fundamento 2 de la Sentencia emitida en el Expediente No. 002-2005-
PI/TC, Caso Miguel Ángel Mufarech Nemy, sobre Inconstitucionali-
dad de Ley de Instalación de Planta de Gas Natural, el escrutinio que
realiza
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 69

‘(...) no se reduce, únicamente, a un mero examen de la ley, sino que


se orienta a hacer respetar la unidad o núcleo constitucional. Esto
es, promoviendo la superación de las situaciones reales conflictivas
de los diversos intereses que coexisten en el marco del Estado Cons-
titucional de Derecho, a fin de otorgar una razonable aplicación de
las normas constitucionales’.
STC No. 0050-2004-PI/TC. FJ 10

d. Labor y posición del Tribunal Constitucional en un Estado Social y


Democrático de Derecho.
“2. El Tribunal Constitucional con frecuencia debe hacer frente a
conflictos de la más alta trascendencia social y política. Esto supone,
muchas veces, que las decisiones jurisdiccionales que adopte, tengan
un impacto en los medios académicos y de comunicación social.
No obstante, el reconocimiento del Estado Social y Democrático
de Derecho como un espacio plural para la convivencia, hace posible
que la labor del máximo intérprete de la Constitución sea la de un au-
téntico componedor de conflictos sociales, función que se canaliza, en
forma institucional, a través de los procesos constitucionales.
3. La argumentación constitucional, es en este contexto, el me-
jor recurso de legitimación y persuasión con que cuenta este Tribunal
para la búsqueda del consenso social y el retorno de la armonía. De
este modo logra adhesiones y persuade y construye un espacio para
su propia presencia en el Estado Social y Democrático de Derecho,
erigiéndose como una institución de diálogo social y de construcción
pacífica de la sociedad plural.
(…)
6. Como ha señalado Peter Häberle, el Tribunal Constitucional,
a través de los procesos constitucionales, sobre todo de aquellos que
logran una ‘gran audiencia’ en la sociedad, se vincula cada vez más
con los actores directos, ‘se sociabiliza’, lo que permite que ‘(...) cuanto
más interviene en la conducción de la sociedad abierta, tanto más se
adhiere la sociedad a él (…)’ (HÄBERLE, Peter. “La jurisdicción cons-
titucional institucionalizada en el Estado Constitucional”. En: Brage,
Joaquín (Traductor). Nueve ensayos constitucionales y una lección jubilar.
Lima: 2004, p.122)
70 CÉSAR LANDA ARROYO

7. El Tribunal Constitucional participa como un auténtico órga-


no con sentido social, estableciendo, a través de su jurisprudencia, las
pautas por las que ha de recorrer la sociedad plural, advirtiendo los
peligros de determinadas opciones del legislador democrático, a tra-
vés de sus sentencias exhortativas, o, simplemente, llevando el mensa-
je de la Constitución a los lugares más alejados del país, a través de sus
audiencias descentralizadas. En un país que busca desterrar el trauma
de las dictaduras y las opciones autoritarias que aún rondan cercanas,
la labor del Tribunal, en cada caso, supone la convicción y la esperanza
de que es posible construir una sociedad justa y libre con garantía para
las diferencias y la pluralidad de opciones.
Como bien precisa Kelsen: ‘(...) no puede comprenderse la demo-
cracia partiendo de la sola idea de libertad; ya que ésta, por sí misma,
no puede fundar un orden social, cuyo sentido esencial es la vincu-
lación; y sólo una vinculación normativa puede establecer vínculos
sociales y establecer una comunidad. El sentido más profundo del
principio democrático radica en que el sujeto no reclama para sí, sino
para los demás; el ‘yo’ quiere que también el ‘tú’ sea libre, porque ve
en él su igual. De ese modo, para que pueda originarse la noción de
una forma social democrática, la idea de igualdad ha de agregarse a la
de libertad, limitándola’ (KELSEN, Hans. Esencia y valor de la democracia.
Segunda edición. Madrid: Labor, 1977, p. 138)”
STC No. 0048-2004-PI/TC. FJ 2,3,6 y 7

e. Tribunal Constitucional como vocero del Poder Constituyente


“17. El Poder Constituyente originario, por ser previo y sin con-
trol jurídico, tiene la capacidad de realizar transmutaciones al texto
constitucional, ya que este órgano representativo es el encargado de
‘crear’ la Constitución. Ello es así porque aparece como una entidad
única, extraordinaria e ilimitada formalmente.
Al respecto, debe precisarse cuál es la relación entre el Tribunal
Constitucional y el Poder Constituyente originario. Cuando resuelve
un proceso, y al haberse reconocido en el artículo 1 de la Ley Orgánica
del Tribunal Constitucional, que
‘(...) es el órgano supremo de interpretación y control de la consti-
tucionalidad’,
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 71

en el fondo se está admitiendo que este Colegiado, actuando con


lealtad constitucional y jurídica, es el intérprete de la voluntad del po-
der originario, atendiendo a que su fin es darle un sentido vivo, dúctil
y omnicomprensivo a la Constitución. Pero debe quedar claro, espe-
cialmente para esta sentencia, que esto no quiere decir que el Tribunal
Constitucional sea el Poder Constituyente; simplemente se convierte,
por así decirlo, en su ‘vocero’”.
STC No. 0050-2004-PI/TC. FJ 17

2. SENTENCIA CONSTITUCIONAL
2.1. Aspectos generales
2.1.1. Concepto
“Estas aluden a aquellos actos procesales emanados de un ór-
gano adscrito a la jurisdicción especializada, mediante las cuales se
pone fin a una litis cuya tipología se deriva de alguno de los procesos
previstos en el Código Procesal Constitucional. (…)”.
STC No. 0024-2003-PI/TC

2.1.2. Objetivo
“(…) Así, en los casos de los procesos de hábeas corpus, amparo,
hábeas data y cumplimiento, el fin de su expedición apunta a proteger
los derechos constitucionales, reponiendo las cosas al estado anterior
a la violación o amenaza de violación de un derecho constitucional, o
disponiendo el cumplimiento de un mandato legal o de un acto admi-
nistrativo; en los casos de los procesos de acción popular e inconsti-
tucionalidad su finalidad es la defensa de la Constitución frente a in-
fracciones contra su jerarquía normativa; mientras que en los procesos
competenciales tiene por objeto resolver los conflictos que se susciten
sobre las competencias o atribuciones asignadas directamente por la
Constitución o las leyes orgánicas que delimitan los ámbitos propios
de los poderes del Estado, los órganos constitucionales, los gobiernos
regionales o municipales.
En suma, permiten cautelar la supremacía jerárquica de la
Constitución y la vigencia plena de los derechos fundamentales de la
persona. Por ende, rebasan con largueza la satisfacción de un interés
72 CÉSAR LANDA ARROYO

particular o de beneficio de un grupo, ya que teleológicamente res-


guardan los principios y valores contenidos en la Constitución, que,
por tales, alcanzan a la totalidad de los miembros de la colectividad
política”.
STC No. 0024-2003-PI/TC

2.1.3. Elementos
“Para el cumplimiento de dicho cometido, el Tribunal Constitu-
cional considera necesario estipular que la estructura interna de sus
decisiones se compone de los siguientes elementos: la razón declara-
tiva-teológica, la razón suficiente (ratio decidendi) la razón subsidiaria
o accidental (obiter dicta), la invocación preceptiva y la decisión o fallo
constitucional (decisum).
Al respecto, veamos lo siguiente:
La razón declarativa-axiológica es aquella parte de la sentencia
constitucional que ofrece reflexiones referidas a los valores y princi-
pios políticos contenidos en las normas declarativas y telológicas in-
sertas en la Constitución.
En ese sentido, implica el conjunto de juicios de valor concomi-
tantes a la interpretación y aplicación de las normas técnicas y pres-
criptivas de la Constitución, que permiten justificar una determina-
da opción escogitada por el Colegiado. Ello a efectos de consolidar la
ideología, la doctrina y hasta el programa político establecido en el
texto supra.
La razón suficiente expone una formulación general del principio
o regla jurídica que se constituye en la base de la decisión específica,
precisa o precisable, que adopta el Tribunal Constitucional.
En efecto, esta se constituye en aquella consideración determi-
nante que el Tribunal Constitucional ofrece para decidir estimativa o
desestimativamente una causa de naturaleza constitucional; vale de-
cir, es la regla o principio que el Colegiado establece y precisa como
indispensable y, por ende, como justificante para resolver la litis.
Se trata, en consecuencia, del fundamento directo de la decisión;
que, por tal, eventualmente puede manifestar la basa, base o puntal de
un precedente vinculante.
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 73

La razón suficiente (la regla o principio recogida como funda-


mento) puede encontrarse expresamente formulada en la sentencia o
puede ser inferida por la vía del análisis de la decisión adoptada, las
situaciones fácticas y el contenido de las consideraciones argumenta-
tivas.
La razón subsidiaria o accidental es aquella parte de la sentencia
que ofrece reflexiones, acotaciones o apostillas jurídicas margina-
les o aleatorias que, no siendo imprescindibles para fundamentar la
decisión adoptada por el Tribunal Constitucional, se justifican por
razones pedagógicas u orientativas, según sea el caso en donde se
formulan.
Dicha razón coadyuva in genere para proponer respuestas a los
distintos aspectos problemáticos que comprende la materia jurídica
objeto de examen. Ergo expone una visión mas allá del caso especí-
fico; por ende, una óptica global acerca de las aristas de dicha ma-
teria.
En efecto, en algunas circunstancias la razón subsidiaria o acci-
dental aparece en las denominadas sentencias instructivas, las cuales
se caracterizan por realizar, a partir del caso concreto, un amplio desa-
rrollo doctrinario de la figura o institución jurídica que cobija el caso
objeto de examen de constitucionalidad. La finalidad de estas senten-
cias es orientar la labor de los operadores del derecho mediante la ma-
nifestación de criterios que pueden ser utilizados en la interpretación
jurisdiccional que estos realicen en los procesos a su cargo; amén de
contribuir a que los ciudadanos puedan conocer y ejercitar de la mane-
ra más óptima sus derechos.
Al respecto, son ilustrativas las sentencias de los casos Eleobina
Aponte Chuquihuanca (Expediente No. 2663-2003-HC/TC) y Taj Ma-
hal Discoteque (Expediente No. 3283-2003-AA/TC).
En la primera de las citadas, de manera pedagógica se precisaron
los alcances de los diferentes tipos de hábeas corpus; en tanto que en la
segunda se determinó académicamente la procedencia o improceden-
cia de una acción de garantía con sujeción al tiempo de realización de
los actos que requieren tutela constitucional.
Asimismo, el Tribunal Constitucional emplea la razón subsi-
diaria o accidental en aquellas circunstancias en donde, a través del
74 CÉSAR LANDA ARROYO

proceso de conocimiento de una determinada materia constitucional,


establece un criterio pro persuasivo o admonitorio sobre posibles de-
terminaciones futuras en relación a dicha materia.
Este pronunciamiento, a modo de dicta, permite a los operadores
jurisdiccionales y a los justiciables ‘predecir’ o ‘pronosticar’ la futura
manera de resolver aquella cuestión hipotética conexa al caso en don-
de aparece manifestada.
Como bien expone Ana Magatoni Kerpel (El precedente constitu-
cional en el sistema judicial norteamericano. Madrid: Mc Graw Hill, 2001,
p. 82) esta dicta tiene fuerza persuasiva.
Dicho ‘vigor convincente’, en razón del rango jerárquico de la
autoridad que la emite, auspicia que se garantice que en el futuro las
decisiones de los órganos jurisdiccionales jerárquicamente inferiores
no sean revocadas; o que los justiciables puedan preveer las conse-
cuencias de determinadas conductas dentro del marco de una even-
tual litis de naturaleza constitucional.
Al respecto, puede citarse la sentencia del caso Eusebio Llanos
Huasco (Expediente No. 976-2001-AA/TC), en donde se expusieron
las consideraciones del Tribunal Constitucional relacionadas con las
modalidades de despido laboral que generarían readmisión en el
empleo.
La invocación preceptiva es aquella parte de la sentencia en donde
se consignan las normas del bloque de constitucionalidad utilizadas e
interpretadas, para la estimación o desestimación de la petición plan-
teada en una proceso constitucional.
La decisión o fallo constitucional es la parte final de la sentencia
constitucional que, de conformidad con los juicios establecidos a tra-
vés de la razón declarativa-axiológica, la razón suficiente, la invoca-
ción normativa y, eventualmente, hasta en la razón subsidiaria u oc-
cidental, precisa las consecuencias jurídicas establecidas para el caso
objeto de examen constitucional.
En puridad, la decisión o fallo constitucional se refiere simultá-
neamente al acto de decidir y al contenido de la decisión.
El acto de decidir se encuentra justificado cuando se expone den-
tro de las competencias asignadas al Tribunal Constitucional; mientras
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 75

que el contenido de la decisión está justificado cuando se deriva lógica


y axiológicamente de los alcances técnicos y preceptivos de una nor-
ma perteneciente al bloque de constitucionalidad y de la descripción
de ciertos hechos consignados y acreditados en el proceso constitu-
cional.
En suma, la decisión o fallo constitucional constituye el pronun-
ciamiento expreso y preciso, por medio del cual el Tribunal Constitu-
cional estima o desestima el petitorio de una demanda de naturaleza
constitucional. En ese contexto, en dicha decisión puede surgir una
exhortación vinculante o persuasiva conforme a cánones establecidos
en el caso Edgar Villanueva N. y 64 Congresistas de la República (Ex-
pediente No. 0006-2003-AI/TC)”.
STC No. 0024-2003-PI/TC

2.1.4. Efectos en el tiempo


“(…)
Los efectos de las sentencias constitucionales con o sin preceden-
te vinculante.-
De manera genérica, debe precisarse que el cumplimiento y eje-
cución de las reglas y decisiones contenidas en las sentencias expedi-
das por el Tribunal Constitucional pueden ser observados en función
a los efectos personales o temporales que de ellos se derivan.
En cuanto a los efectos personales, estos pueden ser directos o
indirectos.
Los efectos directos de la sentencia se producen para las partes
vinculadas al proceso constitucional, frente al cual la sentencia expe-
dida pone fin a la litis.
Los efectos indirectos se producen para la ciudadanía en ge-
neral y los poderes públicos. En ese contexto, los citados quedan
‘atados’, en su comportamiento personal o funcional, a las reglas y
decisiones que una sentencia constitucional declare como precedente
vinculante.
En relación a los efectos en el tiempo, estos pueden ser irretroac-
tivos, retroactivos o de aplicación diferida.
76 CÉSAR LANDA ARROYO

Como se ha referido anteriormente, la aplicación diferida se


determina en una sentencia con vacatio setentiae; es decir, las conse-
cuencias jurídicas de una decisión se suspenden durante algún tiem-
po, atendiendo a la necesidad de preveer las derivaciones políticas,
económicas o sociales que ello alcance. Al respecto, no debe olvidarse
que todo Tribunal Constitucional tiene la obligación de aplicar el prin-
cipio de previsión mediante el cual se predetermina la totalidad de las
‘consecuencias’ de sus actos jurisdiccionales. En ese sentido, los actos
jurisdiccionales (tras la expedición de una sentencia) deben contener el
augurio, la proyección y el vaticinio de una ‘mejor’ realidad político-
jurídica y la cancelación de un otrora ‘mal’. En ese contexto, el efecto
diferido evita el hecho de corregir un mal creando otro mal, el cual
es evitable por la vía de la suspensión temporal de los efectos de una
sentencia con precedente vinculante.
Los efectos diferidos se manifiestan en los denominadas senten-
cias exhortativas y en los casos de sentencias con precedente vinculan-
te de eficacia diferida (prospective overruling).
Respecto a la aplicación con efectos irretroactivos o retroactivos,
cabe señalar lo siguiente:
a. Las sentencias sobre demandas de inconstitucionalidad, cumpli-
miento y conflictos competenciales, en principio, se aplican con
efectos irretroactivos; esto es, tienen alcances ex nunc.
b. Las sentencias sobre demandas de hábeas corpus, amparo y há-
beas data se aplican con efectos retroactivos; ya que su objeto es
reponer las cosas al estado anterior a la violación de un derecho
constitucional; es decir, tienen alcances ex tunc.
c. Las sentencias en los casos de procesos de inconstitucionalidad,
en donde se ventile la existencia de violación de los principios
constitucionales tributarios contenidos en el artículo 74 del texto
supra, deben contener la determinación sobre sus efectos en el
tiempo; e igual previsión debe efectuarse respecto de las situa-
ciones judiciales mientras estuvo en vigencia la norma declarada
inconstitucional. Entonces, cabe la posibilidad de que se esta-
blezca la aplicación del principio de retroactividad.
En consecuencia puede tener efectos ex tunc.
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 77

Al respecto, cabe recordar la decisión adoptada por el Tri-


bunal Constitucional en relación a la declaración de inconstitucio-
nalidad de los artículos 38.1, 39, Primera y Segunda Disposición
Transitoria de la Ley No. 27153 (Expediente No. 009-2001-AI/TC),
en donde de manera específica resolvió lo pertinente a las situacio-
nes jurídico-tributarias producidas mientras estuvo en vigencia la
citada ley.
d. Las sentencias en materia constitucional no conceden derecho a
reabrir procesos concluidos en los que se hayan aplicado normas
declaradas inconstitucionales, salvo en materia penal o tributa-
ria, conforme a lo dispuesto en los artículos 103 y 74 de la Cons-
titución.
En ese contexto, éstas pueden tener efectos ex tunc”.
STC No. 0024-2003-PI/TC

2.1.5. Importancia de la sentencia constitucional.


“Que por todo ello, el valor de la sentencia constitucional se en-
cuentra no sólo en la ponderación objetiva de su función en el marco
del ordenamiento constitucional, sino por los efectos derivados de la
vis subjetiva de la decisión judicial estimatoria que deviene en ejecu-
tada en sus propios términos; es decir, como componente esencial del
derecho a la tutela judicial efectiva (artículo 139 inciso 3 de la Cons-
titución) (El Tribunal Constitucional se ha pronunciado establecien-
do que ‘el proceso de ejecución de sentencias en sus propios términos
forma parte del derecho fundamental a la tutela efectiva, cuestión de
esencial importancia para dar efectividad al Estado democrático de
derecho, que implica, entre otras manifestaciones, la sujeción de los
ciudadanos y de la Administración Pública al ordenamiento jurídico
y a las decisiones que adopta la jurisdicción, no sólo juzgando sino
también ejecutando lo juzgado’ (STC 0161-2001-AA, de fecha 10 de
diciembre de 2002, caso Juana Zapata Quevedo de Negreiros y Otros
(fundamento 6)) y como la principal forma restitutiva de los derechos
fundamentales lesionados en la relación jurídica material que es lle-
vada a proceso, permitiendo que las situaciones inconstitucionales se
modifiquen o reviertan”.
Resolución No. 0168-2007-Q/TC. Considerando No. 6
78 CÉSAR LANDA ARROYO

2.1.6. Sentencia constitucional como sentencia de condena y constitu-


tiva de derechos vía interpretación.
“(…)
21. Sabido es que en la clásica clasificación de las sentencias, éstas
suelen identificarse en función del contenido de su parte dispositiva,
esto es, si declaran un derecho o una situación jurídica preexistente a
la sentencia (sentencias declarativas), si constituyen un derecho o una
posición jurídica con relación a un objeto o situación (sentencias cons-
titutivas) y si ordenan compulsivamente la realización de determina-
dos actos establecidos en el proceso tras verificarse la transgresión del
orden legal (sentencias de condena).
22. La condena es la consecuencia de la violación de un mandato
o de una obligación. Couture sostiene que ‘La condena consiste, nor-
malmente, en imponer al obligado el cumplimiento de la prestación,
en comunicarle a que se abstenga de realizar los actos que se le prohí-
ben, o en deshacer lo que haya realizado’ (COUTURE, Eduardo J. Funda-
mentos del Derecho Procesal Civil. Cuarta edición, Editorial B de F, 2002,
p. 260). La doctrina procesal ha propiciado en los últimos tiempos la
desvinculación de estas categorías con las posibilidades de ejecución,
recusando de este modo la afirmación según la cual sólo las sentencias
de condena se ejecutan inmediatamente y en forma incluso forzada
(SATTA, Salvatore. “Premesse generali alla dotrina de lla esecuzione
forzata”. En: Riv. Di Diritto Proc. Civ. Vol. 9, parte Primera, 1932, pp.
333 y ss.), o aquellas que dividían la secuela del proceso de la ejecución
de la sentencia que emana del mismo.
23. Como anota Ayarragaray (AYARRAGARAY, Carlos. Introducción
a la ejecución de sentencia. Buenos Aires: 1943, p. 51) , ‘(...) el proceso
es una unidad; tiende a la tutela de los derechos’; no existe, por tanto,
ninguna justificación para separar en dos momentos distintos el pro-
ceso de su ejecución.
No obstante, si siguiéramos, aunque sea en sentido metodológi-
co, la distinción propuesta, las sentencias que pronuncia el Tribunal
Constitucional en los procesos para la tutela de los derechos funda-
mentales serían, prima facie, sentencias de condena que contienen un
mandato ejecutivo y, por tanto, se trataría de decisiones que pueden
ser objeto de ejecución forzosa.
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 79

En este caso, la orden del juez constitucional está encaminada,


como lo establece el artículo 1 del Código Procesal Constitucional, a
‘(...) reponer las cosas al estado anterior a la violación o amenaza de
violación de un derecho constitucional’, o, en todo caso, a obligar a
la autoridad o poder público a cumplir ‘un mandato legal o un acto
administrativo’.
24. La condena, en consecuencia, viene impuesta a partir de la
verificación de que se ha violado o amenazado un bien o un derecho
de naturaleza constitucional (artículos 5.1 y 38 del mismo Código Pro-
cesal Constitucional). Si bien no es de conocimiento pleno, tratándose
de un proceso de tutela urgente, es deber del órgano que otorga la
tutela la constatación de los hechos que se alegan, a efectos de que lo
que se exige posteriormente en etapa de ejecución no sea el producto
de la arbitrariedad o del absurdo.
No obstante, esta consideración preliminar de identificar las
sentencias de tutela de derechos fundamentales como sentencias de
‘condena’ sólo anuncia los problemas que se presentan respecto de la
caracterización de las sentencias constitucionales y su ejecución. Una
mirada más detenida demuestra que el juez constitucional no sólo
‘ejecuta’ los mandatos de la Constitución referidos a los derechos fun-
damentales, sino que esta tarea es, a menudo, una ardua actividad de
valoración interpretativa, de ponderaciones, en síntesis de ‘creación’
y por tanto, en algún sentido, se trata también de sentencias constitu-
tivas.
Como lo ha puesto de relieve Spadaro, (SPADARO, Antonino. “Las
motivaciones de las sentencias de la Corte como técnica de creación de
normas constitucionales”. En: Palestra del Tribunal Constitucional. Lima:
abril de 2006, p. 539) ‘quien interpreta crea’, y más aún tratándose del
máximo Tribunal Jurisdiccional de un país. En tal sentido, ‘(...) quien
está en posibilidades de establecer qué cosa significa la Constitución
del Estado es, a todas luces, el órgano-sujeto que tiene el (mayor y
más auténtico) poder en el Estado’. No se trata, por ello, de un órgano
cualquiera que debe ejecutar aquello que es producto de la aplicación
mecánica de la Constitución o de la ley.
25. En tal sentido, las sentencias del Tribunal Constitucional no
son sólo actos retóricos o argumentativos en torno a la Constitución o
80 CÉSAR LANDA ARROYO

la ley, sino también actos de auténtico poder jurisdiccional. Las sen-


tencias constitucionales son, de este modo, piezas del orden jurídico y
de los derechos, que, a partir de los casos concretos, permiten el desa-
rrollo de los derechos frente a situaciones muchas veces no previstas
en el propio ordenamiento constitucional.
26. En este sentido, refiriéndose a la importancia de la juris-
prudencia constitucional en materia de derechos fundamentales y
su efecto ‘constitutivo’, Alexy, para el caso alemán, refiere lo si-
guiente: ‘Hoy en día no se puede colegir lo que representan los de-
rechos fundamentales a partir del sucinto texto de la Ley Funda-
mental, sino sólo a partir de los 94 volúmenes de Sentencias del
Tribunal Constitucional Federal que hasta la fecha ha registrado
en total su benéfica actividad desde el 7 de septiembre de 1951.
Los derechos fundamentales son lo que son sobre todo a través de
la interpretación’ (ALEXY, Robert. “Los derechos fundamentales en
el Estado constitucional democrático”. En: Carbonell Miguel (edi-
tor). García Figueroa, Alfonso (traductor). Neoconstitucionalismo(s).
España: Trotta, 2003). La interpretación es, pues, actividad, no de
‘descubrimiento’ de algo preexistente, sino ‘atribución de signifi-
cados’; lecturas actuales de textos que en muchos casos pueden ser
bastante antiguos.
27. Por ello, establecer que las sentencias constitucionales son
siempre sentencias de condena y, por consiguiente, ejecutables ‘for-
zosamente’ por responder a dicha naturaleza, no sólo deja al mar-
gen una buena cantidad de decisiones del Tribunal desconociendo
la labor creativa hermenéutica del máximo intérprete de la Consti-
tución; sino que, además, no aporta elementos para un estudio de
la ejecución de la sentencia constitucional y la problemática que
encierra su tratamiento.
La ejecutabilidad de la sentencia constitucional no se desprende
de la ‘naturaleza’ de condena o de lo que ella represente, sino de la
posición que le otorga el sistema constitucional a las decisiones del
máximo tribunal jurisdiccional del país”.
STC No. 4119-2005-PA/TC. FJ 21-27
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 81

2.1.7. Clasificación de sentencias constitucionales en función al tipo de


pretensión.
“(…)
28. Otra forma de presentar la misma clasificación es aquella que
incide esta vez ya no en la decisión, sino en el tipo de pretensión que
ha sido puesta a consideración del Tribunal. La clasificación entre de-
manda autodeterminada y heterodeterminada, que opera en el Derecho
Procesal Civil, también podría trasladarse en términos similares a los
procesos constitucionales, en base a la naturaleza del derecho invoca-
do por el actor.
29. En consecuencia, el objeto del proceso determinará el tipo de
respuesta del juez, que se pronunciará, consecuentemente, ya sea con
una sentencia declarativa, constitutiva o de condena. De este modo y
como se ha propuesto recientemente ‘(...) también en el proceso cons-
titucional el objeto (es decir, la naturaleza del derecho violado) influye
en el pronunciamiento del juez constitucional. En particular, se puede
distinguir el caso en el que, para eliminar la situación de ilegitimidad,
es suficiente la declaración de inconstitucionalidad del acto denuncia-
do (por cuanto el objeto del proceso está representado por un dere-
cho absoluto de primera o segunda generación); o bien cuando resulta
necesaria una ulterior actividad ‘positiva’ de parte del Estado (por-
que el objeto del proceso es, en este caso, un derecho considerado de
prestación). En otras palabras, podemos distinguir dependiendo de si
la sentencia sea o no self-executing respecto a la exigencia de tutela in-
dividual sobre la cual el proceso constitucional se ha puesto en movi-
miento (BAGNI, Silvia. “Modelos de justicia constitucional y defensa de
los derechos. Un ensayo preliminar para una nueva clasificación”. En:
Grández, Pedro (traductor). Justicia Constitucional. No. 2. Lima: 2006,
p. 204)’.
30. Esta perspectiva tiene la virtud de poner en evidencia que los
problemas reales respecto de la ejecución de las sentencias constitucio-
nales no se situarían tanto en el cumplimiento de aquellas sanciones
de actos u omisiones referidos a los derechos de libertad (entendida en
sus dimensiones positiva y negativa), sino, sobre todo, en el de aque-
llas ‘prestaciones’ de parte del Estado configuradas como ‘derechos
de prestación’. Sin embargo, como ocurre con toda clasificación, esta
82 CÉSAR LANDA ARROYO

perspectiva deja a salvo muchas otras variables que complican enor-


memente la ejecución de una decisión del máximo Tribunal, incluso
tratándose de los llamados derechos de libertad o de defensa. Sucede
así, por ejemplo, cuando el Tribunal tenga que ‘vigilar’ el cumplimien-
to de una decisión basada en la protección de un derecho como el de
asociación o de reunión. En ambos casos pueden presentarse situacio-
nes de desacato o necesidades de ‘hacer’ de parte del ente (público o
privado) denunciado para garantizar el derecho en cuestión.
31. Por tanto, una clasificación que en abstracto dé cuenta de to-
dos los supuestos en que se presentan situaciones de incumplimiento
o de dificultad para el cumplimiento de las decisiones del Tribunal,
parece no sólo difícil de encontrar, sino incluso hasta inconveniente
para enfrentar el problema de la ejecución de la sentencia constitucio-
nal como teoría general”.
STC No. 4119-2005-PA/TC. FJ 28-31

2.1.8. La sentencia constitucional como orden privilegiada y como “cosa


interpretada”
“(…)
32. Hasta aquí se ha llegado a la convicción de que la sentencia
constitucional no puede ser comprendida ni analizada desde las pers-
pectivas desarrolladas por la teoría general del proceso, ni desde las
teorías que estudian los efectos de las sentencias a partir de la perspec-
tiva civil o penal. La sentencia constitucional requiere, pues, no sólo
de una teoría nueva que la fundamente, sino también de nuevas he-
rramientas de actuación que abandonen la idea clásica de clasificación
entre actos de declaración del derecho y actos de ejecución.
Su dimensión como decisión que interpreta con la máxima fuer-
za jurídica las disposiciones constitucionales le otorga una posición de
primer orden entre las decisiones del Estado Democrático de Derecho.
Sus peculiaridades resultan por tanto:
1. Por la especial naturaleza de las pretensiones sobre las que se
pronuncia (bienes indisponibles);
2. Por el valor y la fuerza que le otorga el sistema jurídico a sus in-
terpretaciones (IV Disposición Final de la Constitución, artículos
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 83

1 de su propia Ley Orgánica y VI del Código Procesal Constitu-


cional), y
3. Por el poder extrapartes y su sometimiento sólo a la Constitución
y su Ley Orgánica con que actúa el Tribunal. Al respecto, veamos
lo siguiente:

a. Relevancia de objeto
33. La especial naturaleza de las pretensiones sobre las que se
pronuncia el juez constitucional implica que sus decisiones, en mu-
chos casos, pueden rebasar las propias alegaciones fácticas o jurídicas
de las partes. En efecto, a partir de determinados hechos presentados
por las partes, el Tribunal puede definir situaciones con implicancias
no sólo para éstas, sino también para terceros. Esto sucede, por ejem-
plo, con las decisiones donde el Tribunal se pronuncia sobre un estado
de cosas inconstitucional (Exps. 2579-2003-HD/TC y 3149-2004-AC/
TC). Esto sucede al margen de la competencia conocida de los Tribu-
nales Constitucionales con relación a la llamada inconstitucionalidad
por conexión propia de los procesos de control normativo (artículo 78
del Código Procesal Constitucional)
34. De otro lado, también en los procesos constitucionales de la
libertad, las propias normas de los procesos constitucionales hacen
ahora referencia a esta dimensión de las decisiones del máximo Tribu-
nal. Así, por ejemplo, el artículo 60 del Código Procesal Constitucional,
según el cual el juez constitucional, en vía de ejecución, puede ‘homo-
logar’ los casos que se presenten con decisiones ya pronunciadas o por
el propio juez o por el tribunal, a efectos de anular el trámite procesal
y convertir la admisión de la demanda en ejecución de una sentencia
anterior. Esto es impensable en otros procesos y sólo se justifica por la
especial relevancia y urgencia con que deben ser respondidas las pre-
tensiones en la vía constitucional.
35. La ejecución de este tipo de pronunciamientos supone, por
ello, un serio reto para la justicia constitucional, que requiere equipa-
rar al poder de decisión las competencias y poderes también en la fase
de ejecución. Es decir, quien decide con tal fuerza y deja en manos de
quien no tiene tal poder la ejecución de lo decidido, corre el riesgo
de perder en esta fase lo logrado con la sentencia. La advertencia en
este tramo está dirigida a otorgar potestades y competencias al juez de
84 CÉSAR LANDA ARROYO

ejecución, similares a las que tiene el máximo Tribunal al momento de


decidir.

b. Fuerza jurídica de las interpretaciones


36. Más que de ‘cosa juzgada’, que puede erosionar el concepto
mismo de la sentencia constitucional, es conveniente referirse aquí a
la ‘cosa interpretada’, siguiendo el nomen iúris que suele otorgarse a
los efectos de las decisiones de las instancias supranacionales respecto
de los estados sujetos a dicha jurisdicción (Véase en este sentido, RUIZ
MIGUEL, Carlos. La ejecución de las sentencias del Tribunal Europeo de Dere-
chos Humanos. Tecnos: 1997, p. 53 y ss.) . Tal dimensión puede eviden-
ciarse a partir de la concepción de un Tribunal como Supremo Intér-
prete de la Constitución (artículo 1 de la LOTC). Por tanto, no conviene
en muchos casos que sus decisiones se identifiquen con el valor de la
cosa juzgada en los términos tradicionales, ya que ello a menudo im-
plicaría una renuncia a que el Tribunal haga evolucionar su propia ju-
risprudencia, sometiéndose, por tanto, a ‘(...) una eliminación gratuita
y absurda de las mejores posibilidades de un Tribunal Constitucional
adaptando un texto constitucional a circunstancias y situaciones ine-
vitablemente variables’ (Cfr. GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y Tomás R.
FERNÁNDEZ. Curso de Derecho administrativo. Tomo II, Segunda edición.
Madrid: 1981, p. 174).
Como lo pone de manifiesto Ruiz Miguel, ‘(...) el efecto de cosa
interpretada es inseparable del problema del valor de la jurisprudencia
como fuente de derecho’ (RUIZ MIGUEL, Carlos. La ejecución de las sen-
tencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Tecnos: 1997, p. 53) .
El efecto de cosa interpretada de las decisiones del máximo tribunal se
expresa de dos maneras. Por un lado, supone que ningún juez puede
desatender las interpretaciones que realiza el Tribunal Constitucional
(TC) conforme lo exige el artículo VI del Código Procesal Constitu-
cional; y, por otro, que los efectos de cosa interpretada se proyectan
también no sólo a los jueces, sino a los terceros que llevan sus causas
ante la justicia constitucional, quienes podrán invocar tales interpreta-
ciones y hacerlas valer como doctrina jurisprudencial del Tribunal.
37. Esta dimensión de la sentencia constitucional en los proce-
sos de tutela de los derechos y libertades resulta especialmente rele-
vante, pues permite una función pedagógica y de protección no sólo
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 85

subjetiva, sino también objetiva de los procesos constitucionales. Las


interpretaciones del Tribunal valen acá ya sea como doctrina jurispru-
dencial o, llegado el caso y cuando así lo configure el propio Tribunal,
también como precedente vinculante para todos los poderes públicos.
(…)

c. Poder extrapartes y extraproceso


38. La configuración del proceso mismo queda sujeta, en buena
parte, a la capacidad procesal del Tribunal para ‘fijarse’ sus propios
límites (piénsese en el principio iura nóvit curia o en las propias lectu-
ras que suele hacer el Tribunal a partir de la narración propuesta por
las partes). El Tribunal ha encontrado, en más de una ocasión, una
pretensión distinta o, en algunos casos, incluso ha podido ‘convertir’
un proceso de cumplimiento en amparo a efectos de dar ‘una mejor
protección’ al recurrente (Cfr. Exp. 4080-2004-PC/TC, en esa ocasión
el Tribunal desarrolló nada menos que el derecho a la ejecución de una
sentencia a partir de la conversión de un proceso de cumplimiento en
uno de amparo y sólo así pudo atender el derecho a la tutela judicial
que, en el caso, había sido violado con el retardo en la ejecución de la
sentencia).
Estas ‘operaciones’ procesales del Tribunal han encontrado apo-
yo en la doctrina de Peter Häberle (Cfr. Entre otros, su trabajo “El De-
recho procesal constitucional como derecho constitucional concretiza-
do frente a la judicatura del Tribunal Constitucional”. En: Nueve Ensa-
yos y una lección jubilar. Lima: Palestra, 2004, pp. 23 y ss.), quien se ha
referido en feliz frase a la ‘autonomía procesal del TC’ (La más reciente
invocación puede verse en el auto de admisión de un proceso de in-
constitucionalidad (Exp. 0025-2005-PI/TC)), que ha permitido abrir el
camino para una verdadera innovación de sus propias competencias.
Esta capacidad para delimitar el ámbito de sus decisiones por parte
del Tribunal tiene como presupuesto la necesidad de dotar de todo
el poder necesario en manos del Tribunal para tutelar los derechos
fundamentales más allá incluso de las intervenciones de las partes,
pero sin olvidar que la finalidad no es una finalidad para el atropello
o la restricción. Este ‘sacrificio de las formas procesales’ sólo puede
encontrar respaldo en una única razón: la tutela de los derechos, por
lo que toda práctica procesal que se apoye en este andamiaje teórico
86 CÉSAR LANDA ARROYO

para atropellar los derechos o para disminuir su cobertura debe ser


rechazado como un poder peligroso en manos de los jueces”.
STC No. 4119-2005-PA/TC. FJ 32-38

2.2. Precedente constitucional vinculante.


2.2.1. Concepto
“(...)
49. El precedente constitucional en nuestro sistema tiene efec-
tos más generales. La forma como se ha consolidado la tradición
de los tribunales constitucionales en el sistema del derecho conti-
nental ha establecido, desde muy temprano, el efecto sobre todos
los poderes públicos de las sentencias del Tribunal Constitucional.
Esto significa que el precedente vinculante emitido por un Tribunal
Constitucional con estas características tiene, prima facie, los mis-
mos efectos de una ley. Es decir, que la regla que el Tribunal exter-
naliza como precedente a partir de un caso concreto, es una regla
para todos y frente a todos los poderes públicos; cualquier ciuda-
dano puede invocarla ante cualquier autoridad o funcionario sin
tener que recurrir previamente ante los tribunales, puesto que las
sentencias del Tribunal Constitucional, en cualquier proceso, tie-
nen efectos vinculantes frente a todos los poderes públicos y tam-
bién frente a los particulares. Si no fuese así, la propia Constitución
estaría desprotegida, puesto que cualquier entidad, funcionario o
persona podría resistirse a cumplir una decisión de la máxima ins-
tancia jurisdiccional”.
STC No. 3741-2004-PA/TC. FJ 49

“En ese orden de ideas, el precedente constitucional vinculan-


te es aquella regla jurídica expuesta en un caso particular y concreto
que el Tribunal Constitucional decide establecer como regla general; y,
que, por ende, deviene en parámetro normativo para la resolución de
futuros procesos de naturaleza homóloga.
El precedente constitucional tiene por su condición de tal efectos
similares a una ley. Es decir, la regla general externalizada como pre-
cedente a partir de un caso concreto se convierte en una regla precepti-
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 87

va común que alcanzar a todos los justiciables y que es oponible frente


a los poderes públicos.
En puridad, la fijación de un precedente constitucional significa
que ante la existencia de una sentencia con unos específicos funda-
mentos o argumentos y una decisión en un determinado sentido, será
obligatorio resolver los futuros casos semejantes según los términos de
dicha sentencia.
La competencia del Tribunal Constitucional para determinar un
precedente vinculante se encuentra sustentada en el Artículo VII del
Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, el cual precep-
túa que ‘(...) las sentencias del Tribunal Constitucional que adquieren
la autoridad de cosa juzgada constituyen precedente vinculante cuan-
do así lo exprese la sentencia, precisando el extremo de su efecto nor-
mativo. Cuando el Tribunal Constitucional resuelva apartándose del
precedente, debe expresar los fundamentos de hecho y de derecho que
sustentan la sentencia y las razones por las cuales se aparta del prece-
dente’”.
STC No. 0024-2003-PI/TC

2.2.2. Diferencia con la jurisprudencia constitucional vinculante o


doctrina constitucional
“42. La incorporación del precedente constitucional vinculante,
en los términos en que precisa el Código Procesal Constitucional, ge-
nera por otro lado, la necesidad de distinguirlo de la jurisprudencia
que emite este Tribunal. Las sentencias del Tribunal Constitucional,
dado que constituyen la interpretación de la Constitución del máximo
tribunal jurisdiccional del país, se estatuyen como fuente de derecho
y vinculan a todos los poderes del Estado. Asimismo, conforme lo es-
tablece el artículo VI del Código Procesal Constitucional y la Primera
Disposición General de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional,
No. 28301, los jueces y tribunales interpretan y aplican las leyes y re-
glamentos conforme a las disposiciones de la Constitución y a la inter-
pretación que de ellas realice el Tribunal Constitucional a través de su
jurisprudencia en todo tipo de procesos. La jurisprudencia constituye,
por tanto, la doctrina que desarrolla el Tribunal en los distintos ámbi-
88 CÉSAR LANDA ARROYO

tos del derecho, a consecuencia de su labor frente a cada caso que va


resolviendo”.
STC No. 3741-2004-PA/TC. FJ 42

2.2.3. Presupuestos para el establecimiento del precedente vinculante


“El Tribunal Constitucional estima que dichos presupuestos son
los siguientes:
a. Cuando se evidencia que los operadores jurisdiccionales o
administrativos vienen resolviendo con distintas concepciones o in-
terpretaciones sobre una determinada figura jurídica o frente a una
modalidad o tipo de casos; es decir, cuando se acredita la existencia de
precedentes conflictivos o contradictorios.
b. Cuando se evidencia que los operadores jurisdiccionales o ad-
ministrativos vienen resolviendo en base a una interpretación errónea
de una norma del bloque de constitucionalidad; lo cual, a su vez, ge-
nera una indebida aplicación de la misma.
c. Cuando se evidencia la existencia de un vacío normativo.
d. Cuando se evidencia la existencia de una norma carente de in-
terpretación jurisdiccional en sentido lato aplicable a un caso concreto,
y en donde caben varias posibilidades interpretativas.
e. Cuando se evidencia la necesidad de cambiar de precedente
vinculante.
En este supuesto, de conformidad con lo establecido en el Artícu-
lo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, el Tri-
bunal Constitucional debe obligatoriamente expresar los fundamentos
de hecho y de derecho que sustentan la sentencia y las razones por las
cuales se aparta del precedente”.
STC No. 0024-2003-PI/TC

2.2.4. Condiciones para el uso del precedente vinculante


“La naturaleza del precedente tiene una connotación binaria.
Por un lado, aparece como una herramienta técnica que facilita la
ordenación y coherencia de la jurisprudencia; y, por otro, expone el
poder normativo del Tribunal Constitucional dentro del marco de la
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 89

Constitución, el Código Procesal Constitucional y la Ley Orgánica del


Tribunal Constitucional.
En ese contexto, el uso del precedente se sustenta en las condi-
ciones siguientes:

a. Existencia de relación entre caso y precedente vinculante.


En ese sentido, la regla que con efecto normativo el Tribunal
Constitucional decide externalizar como vinculante, debe ser necesa-
ria para la solución del caso planteado.
El Tribunal Constitucional no debe fijar una regla so pretexto de
solución de un caso, si en realidad esta no se encuentra ligada directa-
mente con la solución del mismo.

b. Decisión del Tribunal Constitucional con autoridad de cosa juzgada.


La decisión del Tribunal Constitucional de establecer que un
caso contiene reglas que se proyectan para el futuro como precedente
vinculante se encuentra sujeta a que exista una decisión final; vale de-
cir, que haya puesto fin al proceso.
Más aún, dicha decisión final debe concluir con un pronuncia-
miento sobre el fondo; es decir, estimándose o desestimándose la de-
manda.
La consagración de la cosa juzgada comporta que la decisión de-
venga en irrevocable e inmutable.
El establecimiento de un precedente vinculante no debe afectar
el principio de respeto a lo ya decidido o resuelto con anterioridad a la
expedición de la sentencia que contiene un precedente vinculante; vale
decir, no debe afectar las situaciones jurídicas que gocen de la pro-
tección de la cosa juzgada. Por ende, no puede impedir el derecho de
ejecución de las sentencias firmes, la intangibilidad de lo ya resuelto y
la inalterabilidad de lo ejecutado jurisdicionalmente.
Dicha restricción también opera en el caso que el Tribunal Cons-
titucional, al amparo de lo previsto en la parte in fine del artículo VII
del Titulo Preliminar del Código Procesal Constitucional, resuelva
apartarse de un precedente y sustituirlo por otro.
90 CÉSAR LANDA ARROYO

Lo anteriormente expuesto debe ser concordado con lo previsto


en los artículos 74 y 103 de la Constitución, y 83 del Código Procesal
Constitucional, cuando de por medio existe una declaración de incons-
titucionalidad”.
STC No. 0024-2003-PI/TC

2.2.5. Cambio de precedente


“La competencia para el apartamiento y sustitución de un prece-
dente vinculante está sujeta a los tres elementos siguientes:
a. Expresión de los fundamentos de hecho y derecho que susten-
tan dicha decisión.
b. Expresión de la razón declarativa-teológica, razón suficiente e
invocación preceptiva en que se sustenta dicha decisión.
c. Determinación de sus efectos en el tiempo”.
STC No. 0024-2003-PI/TC

2.2.6. La aplicación del precedente vinculante


“El uso de los efectos normativos y la obligación de aplicación de
un precedente vinculante depende de:
a. La existencia de similitudes fácticas entre el caso a resolver y
aquél del que emana el precedente.
b. La existencia de similitudes y diferencias fácticas; las que en el
caso de estas últimas no justifican un trato jurídico distinto. Por ende,
es factible que a través del razonamiento analógico se extienda la regla
del precedente vinculante”.
STC No. 0024-2003-PI/TC

2.2.7. Distinción entre el precedente judicial y el precedente constitu-


cional
“(…)
47. Para que una decisión de este Colegiado, planteada en
forma de precedente vinculante pueda convertirse en una herramienta
útil en la expansión de los efectos de una sentencia que, en principio,
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 91

debiera tener solo efectos inter partes, resulta necesario establecer la


distinción entre los efectos del precedente vinculante emitido por un
Tribunal Constitucional, y lo que son los efectos del precedente judi-
cial en los sistemas del Common Law.
48. Es conocido que el precedente judicial en el sistema del Com-
mon Law se ha desarrollado como precedente vinculante en sentido
vertical; es decir, aplicable desde la Corte Suprema (para el caso norte-
americano) hacia las cortes y juzgados inferiores de todo el sistema ju-
dicial. Osea, el efecto vinculante se establece aquí básicamente respec-
to de los jueces. Cualquiera que invoque un precedente, para que éste
logre sus efectos, deberá acudir ante un juez, quien deberá aplicarlo en
un caso concreto.
49. El precedente constitucional en nuestro sistema tiene efectos
más generales. La forma como se ha consolidado la tradición de los
tribunales constitucionales en el sistema del derecho continental ha
establecido, desde muy temprano, el efecto sobre todos los poderes
públicos de las sentencias del Tribunal Constitucional. Esto significa
que el precedente vinculante emitido por un Tribunal Constitucional
con estas características tiene, prima facie, los mismos efectos de una
ley. Es decir, que la regla que el Tribunal externaliza como precedente
a partir de un caso concreto, es una regla para todos y frente a todos
los poderes públicos; cualquier ciudadano puede invocarla ante cual-
quier autoridad o funcionario sin tener que recurrir previamente ante
los tribunales, puesto que las sentencias del Tribunal Constitucional,
en cualquier proceso, tienen efectos vinculantes frente a todos los po-
deres públicos y también frente a los particulares. Si no fuese así, la
propia Constitución estaría desprotegida, puesto que cualquier enti-
dad, funcionario o persona podría resistirse a cumplir una decisión de
la máxima instancia jurisdiccional”.
STC No. 3741-2004-PA/TC. FJ 47 al 49

2.2.8. El precedente constitucional vinculante como forma de cubrir


lagunas normativas
“La función integradora del Tribunal Constitucional permite
que, a través de la constitución de un precedente vinculante, se resuel-
van las situaciones derivadas de un vacío normativo.
92 CÉSAR LANDA ARROYO

En ese orden de ideas, dicha función verificable mediante la ex-


pedición de un precedente vinculante se hace patente cuando, se acre-
dita la ausencia absoluta de norma; cuando, a pesar de la existencia de
prescripción jurídica, se entiende que esta se ha circunscrito a señalar
conceptos o criterios no determinados en sus particularidades; cuan-
do existe la regulación jurídica de una materia, pero sin que la norma
establezca una regla específica para solucionar un área con conflicto
coexistencial; cuando una norma deviniese en inaplicable por haber
abarcado casos o acarrear consecuencias que el legislador histórico
no habría establecido de haber conocido aquellas o sospechado estas;
cuando dos normas sin referencia mutua entre sí —es decir en situa-
ción de antinomia indirecta— se contradicen en sus consecuencias ju-
rídicas, haciéndose mutuamente ineficaces; cuando, debido a nuevas
circunstancias, surgiesen cuestiones que el legislador histórico no tuvo
oportunidad de prever en la norma, por lo que literalmente no están
comprendidas en ella, aunque por su finalidad pudieran estarlo de
haberse conocido anteladamente; y cuando los alcances de una norma
perteneciente al bloque de constitucionalidad no producen en la reali-
dad efectos jurídicos por razones de ocio legislativo.
En relación con lo anteriormente expuesto, debe precisarse que
la antinomia indirecta se entiende como la coexistencia de dos normas
incompatibles, que tienen la misma validez jerárquica en el tiempo y
en el espacio, pero que inspiran consecuencias jurídicas en fines o cri-
terios ideológicos contrapuestos (interés público y seguridad jurídica
de los particulares, etc.); en tanto que el ocio legislativo aparece como
consecuencia de la omisión, inactividad, inacción o non facere por par-
te de un órgano con competencias legislativas, lo que implica el des-
obedecimiento al mandato de una norma perteneciente al bloque de
constitucionalidad que hubiese establecido que el goce de un derecho
o el ejercicio de una competencia queda supeditada a la expedición de
una norma reglamentaria. Dicha omisión se constata por el vencimien-
to del plazo determinado para legislar complementariamente o por el
transcurso del plazo razonable para ello”.
STC No. 0024-2003-PI/TC
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 93

2.3. Prospective overruling


2.2.1. Concepto
“4. Vistas las consideraciones anteriores, es palmaria la necesi-
dad de reformar la jurisprudencia de este Colegiado sobre la materia,
a efectos de hacerla compatible con el nuevo marco normativo que
regula las ratificaciones y, al mismo tiempo, de optimizar el desarro-
llo y defensa de los derechos constitucionales involucrados en esta
materia.
La decisión de cambiar el rumbo de la jurisprudencia en un tema
puntual no es una práctica infrecuente tanto en los sistemas del civil
law, como en los sistemas que organizan su sistema de fuentes a partir
de pautas jurisprudenciales como es el caso del common law. En ambos,
el argumento que respalda las mudanzas es el mismo: la necesidad de
que la jurisprudencia responda de modo dinámico a las necesidades
de cada tiempo y, por virtud de ello, que el Derecho no se petrifique.
5. De este modo, aun en los sistemas donde el precedente es la
fuente principal de organización de su sistema jurídico, se han previs-
to mecanismos no sólo para ‘evadir’ sus efectos mediante la técnica del
distinguishing en el caso de los tribunales inferiores; sino incluso para
‘cambiarlo’ por un nuevo precedente, en el caso del propio Tribunal
que lo ha establecido con efecto vinculante.
Con relación al overruling, dentro del sistema del common law
norteamericano (Juez Kennedy, en la sentencia Patterson v. Malean Cre-
dit Union, 1989, 172), se ha sostenido lo siguiente:
Nuestros precedentes no son sacrosantos, porque nosotros hace-
mos Overruling respecto de decisiones previas cuando la necesidad
y prioridad así lo establecen. No obstante, hemos sostenido que,
‘cualquier salida de la doctrina de stare decisis demanda una espe-
cial justificación’.
En este sentido, la técnica del overruling permite cambiar un pre-
cedente en su ‘núcleo normativo’ aplicando el nuevo precedente, ya
sea al caso en análisis (eficacia retrospetiva) o, en la mayoría de los
supuestos, a casos del futuro (prospective overruling). Precisamente, la
técnica del prospective overruling se utiliza cuando un juzgador advierte
a la población del inminente cambio que va a realizar de sus fallos, sin
94 CÉSAR LANDA ARROYO

cometer la injusticia ínsita en una modificación repentina de las reglas


que se consideraban como válidas.
El cambio de precedente es también una práctica habitual en los
Tribunales Constitucionales de los sistemas del civil law”.
STC No. 03361-2004-PA/TC. FJ 4-5

“4. Al respecto, el criterio sentado por este Tribunal Constitu-


cional ha sido el de considerar que el pase a la situación de retiro por
causal de renovación en las Fuerzas Armadas y Policía Nacional es
una facultad discrecional del Presidente de la República, en su calidad de
Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional (STC
No. 1906-2002-AA/TC), y de que ‘(...) el ejercicio de dicha atribución
(...) no implica afectación de derechos constitucionales, pues el pase al
retiro no tiene la calidad de sanción derivada de un proceso adminis-
trativo-disciplinario, sino que su única finalidad es, como se ha dicho,
la renovación constante de los Cuadros de Personal, conforme al artí-
culo 168 de la Carta Magna’ (así señalado, últimamente, en la STC No.
3426-2003-AA/TC).
Esta línea jurisprudencial ha sido reiterada uniformemente por
este Tribunal.
5. Teniendo en cuenta el permanente propósito de optimizar la
defensa del principio de la dignidad de la persona humana —canon
valorativo vinculado directamente a los derechos fundamentales—,
este Colegiado estima necesario establecer lineamientos para la adop-
ción de un nuevo criterio jurisprudencial sobre dicha materia; aunque
—y es conveniente subrayarlo— dicho cambio sólo deberá operar lue-
go de que los órganos involucrados con las referidas acciones de per-
sonal puedan conocer los alcances del mismo y adopten las medidas
que fueren necesarias para su cabal cumplimiento, sin que, además,
se afecte lo institucionalmente decidido conforme a la jurisprudencia
preexistente.
En el derecho comparado, una técnica semejante, destinada a
anunciar la variación futura de la jurisprudencia, es lo que en su ver-
sión sajona se denomina prospective overruling, es decir, ‘un mecanismo
en base al cual cualquier cambio de orientación jurisprudencial (ove-
rruling) no adquiere eficacia para el caso decidido, sino sólo en relación
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 95

a hechos verificados con posterioridad al nuevo precedente sentado en


el overruling (CADOPPI, Alberto. “Introduzione allo studio del valore del
precedente giudiziale nel diritto penale italiano”. En: Vicenti, Umber-
to (A cura di). Il valore del precedenti giudiziali nella tradizione europea.
Padova: CEDAM, 1998, p. 126).
Precisamente, en base a ello, este Tribunal anuncia que con pos-
terioridad a la publicación de esta sentencia, los nuevos casos en que
la administración resuelva pasar a oficiales de las Fuerzas Armadas
y Policía Nacional de la situación de actividad a la situación de retiro
por renovación de cuadros, quedarán sujetos a los criterios que a con-
tinuación se exponen”.
STC No. 0090-2004-PA/TC. FJ 4-5

2.4. Doctrina constitucional (jurisprudencial)


2.4.1. Concepto
“(…) Por doctrina constitucional debe entenderse en este punto:
a) las interpretaciones de la Constitución realizadas por este Colegia-
do, en el marco de su actuación a través de los procesos, sea de control
normativo o de tutela de los derechos fundamentales; b) las interpre-
taciones constitucionales de la ley, realizadas en el marco de su labor
de control de constitucionalidad. En este caso, conforme lo establece el
artículo VI del Título preliminar del Código Procesal Constitucional,
una ley cuya constitucionalidad ha sido confirmada por el Tribunal,
no puede ser inaplicada por los jueces en ejercicio del control difuso,
a menos, claro está, que el Tribunal sólo se haya pronunciado por su
constitucionalidad formal; c) las proscripciones interpretativas, esto
es las ‘anulaciones’ de determinado sentido interpretativo de la ley
realizadas en aplicación del principio de interpretación conforme a la
Constitución. Se trata en este supuesto de las sentencias interpretati-
vas, es decir las que establecen que determinado sentido interpretativo
de una disposición legislativa resulta contrario a la Constitución, por
lo que no debe ser usado por los jueces en el ejercicio de la función
jurisdiccional que les corresponde”.
STC No. 4853-2004-PA/TC. FJ 15
96 CÉSAR LANDA ARROYO

“(…)
En ese sentido, es claro que para la Constitución tanto el Poder
Judicial como el Tribunal Constitucional son órganos constitucionales
productores de la fuente de derecho denominada jurisprudencia. Res-
pecto de esta última se ha sostenido que:
Jurisprudencia es la interpretación judicial del derecho efectuada
por los más altos tribunales en relación con los asuntos que a ellos
corresponde, en un determinado contexto histórico, que tiene la vir-
tualidad de vincular al tribunal que los efectuó y a los jerárquica-
mente inferiores, cuando se discutan casos fáctica y jurídicamente
análogos, siempre que tal interpretación sea jurídicamente correcta
(...) (MORENO MILLÁN, Franklin. La Jurisprudencia Constitucional como
fuente de derecho. Bogotá: Leyer. 2002, p. 33).
34. Consecuentemente, en nuestro sistema jurídico la jurispru-
dencia también es fuente de derecho para la solución de los casos con-
cretos, obviamente dentro del marco de la Constitución y de la norma-
tividad vigente.
Esta afirmación se confirma cuando la propia Constitución, en
el inciso 8 del artículo 139, reconoce el principio de no dejar de admi-
nistrar justicia por vacío o deficiencia de la ley. No requiere de una
disposición normativa expresa toda vez que dicha fuente deriva di-
rectamente de la función inherente a los órganos jurisdiccionales que
la Constitución configura. En efecto, es inherente a la función jurisdic-
cional la creación de derecho a través de la jurisprudencia. Por ejem-
plo, para el caso de la jurisprudencia constitucional, este colegiado ha
establecido que:
La noción jurisprudencia constitucional se refiere al conjunto de de-
cisiones o fallos constitucionales emanados del Tribunal Constitu-
cional, expedidos a efectos de defender la superlegalidad, jerarquía,
contenido y cabal cumplimiento de las normas pertenecientes al
bloque de constitucionalidad.
(…)”.
STC No. 0047-2004-PI/TC. FJ 33-34
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 97

“9. La jurisprudencia constitucional es una herramienta funda-


mental para la construcción y defensa permanente del Estado Social
y Democrático de Derecho, por cuanto permite que el modelo mismo
de organización política no sólo se consolide, sino que se desarrolle en
un diálogo fructífero y constante entre texto y realidad constitucional.
10. La jurisprudencia de este Tribunal Constitucional es también
una fuente de primer orden no sólo para los tribunales ordinarios y los
demás entes públicos, sino para el propio Tribunal a la hora de decidir
un nuevo caso. En cada sentencia de principio, un nuevo dispositivo
de nuestra Constitución es desarrollado sin olvidar que se trata de una
obra duradera en el tiempo y en constante movimiento. La jurispru-
dencia del Tribunal Constitucional es, en buena cuenta, Constitución
viviente de la sociedad plural”.
STC No. 0048-2004-PI/TC. FJ 9-10

2.5. Estado de cosas inconstitucional.


2.5.1. Concepto
“19. El problema, sin embargo, no es estrictamente procesal o se
basa en razones de eficiencia en la prestación de la justicia constitucio-
nal. El Tribunal estima que esa práctica también contrae un problema
que atañe a la propia naturaleza y el carácter vinculante que tienen los
derechos fundamentales sobre los órganos públicos. En diversas opor-
tunidades, en efecto, se ha advertido que, pese a existir una inveterada
tradición jurisprudencial en determinado sentido, diversos órganos
públicos han mantenido y, lo que es peor, continuado, la realización
de actos considerados como lesivos de derechos constitucionales.
¿Cómo explicar tal situación? Seguramente, entre muchas otras
opciones, debido al desconocimiento de aquellos criterios, pero tam-
bién por la desidia o los efectos patrimoniales que se pudieran gene-
rar. En efecto, resulta muy cómodo para un órgano público argüir que
tal o cual acto se justifica con el cumplimiento de una sentencia, antes
que justificarlo con una decisión unilateral, por ejemplo alegando que
se actúa de conformidad con los derechos fundamentales.
En tal concepción subyace, evidentemente, un problema de com-
prensión del significado y valor de los derechos fundamentales en el
Estado constitucional de derecho. Éste no es otro que asumir que tales
98 CÉSAR LANDA ARROYO

derechos sólo vinculan porque existe una sentencia que así lo estable-
ce. La interpositio sententiae se convierte, así, en una condición del ejer-
cicio pleno de los derechos fundamentales, y su ausencia, por decirlo
así, determina que los derechos apenas si tengan un valor vinculante.
Definitivamente no se puede compartir un criterio de tal natura-
leza. Sin embargo, el Tribunal no sólo puede limitarse a condenar el
desconocimiento del carácter vinculante de los derechos; es decir, la
insensatez de que no se comprenda que, en particular, todos los órga-
nos públicos tienen un deber especial de protección con los derechos
fundamentales, y que la fuerza de irradiación de ellos exige de todos
los operadores estatales que realicen sus funciones del modo que me-
jor se optimice su ejercicio. Es urgente, además, que adopte medidas
más audaces que contribuyan a hacer aún más efectiva su función pa-
cificadora de los conflictos de la vida constitucional. Por ello, dado que
este Tribunal es competente para fijar las reglas procesales que mejor
protejan los principios y derechos constitucionales, considera constitu-
cionalmente exigible que se adopte la técnica del ‘estado de cosas inconsti-
tucionales’ que, en su momento, implementara la Corte Constitucional
de Colombia, a partir de la Sentencia de Unificación No. 559/1997.
Ésta técnica, en un proceso constitucional de la libertad, compor-
ta que, una vez declarado el ‘estado de cosas inconstitucionales’, se
efectúe un requerimiento específico o genérico a un (o unos) órgano(s)
público(s) a fin de que, dentro de un plazo razonable, realicen o dejen
de realizar una acción u omisión, per se, violatoria de derechos funda-
mentales, que repercuta en la esfera subjetiva de personas ajenas al
proceso constitucional en el cual se origina la declaración.
Se trata, en suma, de extender los alcances inter partes de las sen-
tencias a todos aquellos casos en los que de la realización de un acto
u omisión se hubiese derivado o generado una violación generalizada
de derechos fundamentales de distintas personas.
Para que ello pueda realizarse es preciso que la violación de un
derecho constitucional se derive de un único acto o de un conjunto de
actos, interrelacionados entre sí, que además de lesionar el derecho
constitucional de quien interviene en el proceso en el que se produce la
declaración del estado de cosas inconstitucionales, vulnera o amenaza
derechos de otras personas ajenas al proceso. Y, tratándose de actos
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 99

individuales, esto es, que tengan por destinatarios a determinadas per-


sonas, la declaración del estado de cosas inconstitucionales se decla-
rará si es que se sustenta en una interpretación constitucionalmente
inadmisible de una ley o una disposición reglamentaria por parte del
órgano público.
20. Una modulación de los efectos de las sentencias dictadas en el
seno de estos procesos constitucionales de la libertad se justifica, como
lo ha expresado la Corte Constitucional colombiana, ‘(...) en el deber
de colaborar armónicamnte con los restantes órganos del Estado para
la realización de sus fines. Del mismo modo que debe comunicarse a
la autoridad competente la noticia relativa a la comisión de un delito
(artículo 11 de la Ley No. 23506), no se ve por qué deba omitirse la no-
tificación de que un determinado estado de cosas resulta violatorio de
la Constitución Política’.
‘El deber de colaboración se torna imperativo si el remedio ad-
ministrativo oportuno puede evitar la excesiva utilización de la acción
de (amparo, hábeas corpus o hábeas data). Los recursos con que cuen-
ta la administración de justicia son escasos. Si instar al cumplimiento
diligente de las obligaciones constitucionales que pesan sobre una de-
terminada autoridad contribuye a reducir el número de causas consti-
tucionales, que de otro modo inexorablemente se presentarían, dicha
acción se erige también en medio legítimo a través de la cual la Corte
realiza su función de guardiana de la integridad de la Constitución (ar-
tículo 201 de la Constitución) y de la efectividad de sus mandatos”.
STC No. 2579-2003-PHD/TC. FJ 19-20

“12. Este Tribunal en el caso Arrellano Serquen contra el Consejo


Nacional de la Magistratura, utilizó la técnica de la declaración del
Estado de Cosas Inconstitucional, desarrollado de manera creativa por la
Corte Constitucional colombiana, con el objeto de expandir los alcan-
ces de la sentencia en un proceso de tutela de derechos fundamentales
con efectos, prima facie, inter partes, evitando que otros ciudadanos
afectados por los mismos comportamientos violatorios tengan que in-
terponer sucesivas demandas con el fin de lograr lo mismo.
Con la declaración de una situación determinada como contra-
ria a los valores constitucionales (Estado de Cosas Inconstitucional), se
100 CÉSAR LANDA ARROYO

generan una serie de responsabilidades de parte de los órganos, insti-


tuciones o personas concretas involucrados en los actos vulneratorios,
permitiendo, de este modo, allanar el camino en la búsqueda y satis-
facción de los derechos comprometidos. Así lo dejamos establecido
en el caso Arrellano Serquén, precisando que: ‘(...) esta técnica, en un
proceso constitucional de la libertad, comporta que, una vez declara-
do el ‘estado de cosas inconstitucionales’, se efectúe un requerimiento
específico o genérico a un (o unos) órgano(s) público(s) a fin de que,
dentro de un plazo razonable, realicen o dejen de realizar una acción
u omisión, per se, violatoria de derechos fundamentales, que repercuta
en la esfera subjetiva de personas ajenas al proceso constitucional en el
cual se origina la declaración”.
STC No. 3149-2004-PC/TC. FJ 12

2.6. Sentencia constitucional y solicitud de aclaración


“1. Que de acuerdo con el artículo 121 del Código Procesal Cons-
titucional, el Tribunal Constitucional, de oficio o a instancia de parte,
puede aclarar algún concepto o subsanar cualquier error material u
omisión en que hubiese incurrido.
Mediante la solicitud de aclaración sólo se puede peticionar la
corrección de errores materiales manifiestos o errores aritméticos, la
aclaración de algún concepto oscuro, o la rectificación de alguna con-
tradicción manifiesta que se evidencie del propio texto de la sentencia,
sin necesidad de nuevas deducciones o interpretaciones”.
Resolución de Aclaración recaída en el Expediente No. 3680-2007-PA/
TC. Considerando 1.

3. PRINCIPIOS PROCESALES
3.1. Principio de economía procesal
3.1.1. Concepto
“17. a. Por lo que hace al principio de economía procesal, tene-
mos dicho que si de los actuados existen los suficientes elementos de
juicio como para emitir un pronunciamiento sobre el fondo, pese al re-
chazo liminar de la demanda, resulta innecesario condenar a las partes
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 101

a que vuelvan a sufrir la angustia de ver que su proceso se reinicie, no


obstante todo el tiempo transcurrido.
Con ello, no sólo se posterga la resolución del conflicto innecesa-
riamente, sino que, a la par, se sobrecarga innecesariamente la labor de
las instancias jurisdiccionales competentes”.
STC No. 4587-2004-PA/TC. FJ 17

“(…); por otro, del principio de economía procesal, el cual no


se restringe, en los procesos constitucionales, a la duración del mis-
mo, sino que exige aliviar en la mayor medida posible el esfuerzo de
tiempo y de medios económicos que supone desplazarse a la sede del
Tribunal Constitucional”.
STC No. 10340-2006-AA/TC. FJ 8

“8. En el proceso de amparo, por su propia naturaleza especial y


sumarísima, no cabe dilación alguna, tanto más si es ocasionada por la
propia autoridad judicial que, evidentemente, tiene participación —y
responsabilidad— directa en la tramitación —y resolución— de la causa
sometida a su conocimiento. Desconocer en todas las formas posibles los
plazos previstos para su tramitación comporta una situación intolerable
y arbitraria. Queda claro, sin embargo, que aun cuando existe un factor
por todos conocido como la inmensa carga procesal de la que adolece la
administración de justicia en general —e independientemente de la irre-
gularidad en el extraño archivamiento de la demanda de autos por casi 20
años—, ello no constituye causal de excusa para desnaturalizar el proceso
por completo, equiparando su tramitación a la de los procesos ordinarios
(no sólo en cuanto al excesivo tiempo transcurrido, sino respecto al extre-
mo procedimentalismo y la falta de sensibilidad constitucional de los jueces).
Ello no quiere decir que los procesos ordinarios deban durar eternamen-
te, pero queda claro que los de carácter constitucional deben revestir una
dosis especial de celeridad por la propia naturaleza de los bienes y valores
jurídicos que tutelan. Ignorar tales premisas significa desconocer todo el
derecho procesal constitucional, lo que es especialmente grave cuando
quienes conocen de dichos procesos son, precisamente, jueces encargados
de tutelar el orden constitucional”.
STC No. 2732-2007-AA/TC. FJ 8
102 CÉSAR LANDA ARROYO

3.1.2. Aplicación práctica


“2. En el presente caso, se ha producido un rechazo liminar de
la demanda conforme lo dispone el artículo 47 del Código Procesal
Constitucional. Sin embargo, considerando que el demandante cues-
tiona la existencia misma del proceso administrativo sancionatorio, se
observa que en el caso no se cumplen ninguno de los supuestos de
improcedencia a que se refiere el artículo 5 del referido Código; siendo
así, corresponde declarar la nulidad de todo lo actuado y disponer la
admisión a trámite de la demanda.
No obstante, este Tribunal estima que, pese al vicio en que se
ha incurrido, existen en el expediente suficientes elementos de juicio
para conocer del tema de fondo; por lo tanto, atendiendo al principio
de economía procesal, emitirá pronunciamiento respecto de si la sola
existencia del procedimiento administrativo y la posibilidad de impo-
ner una sanción administrativa al demandante implica una amenaza
de su derecho al debido proceso, concretamente de la garantía ne bis
in ídem”.
STC No. 5951-2005-PA/TC. FJ 2

“3. En tal sentido, este Colegiado, sustentándose en el principio


de economía procesal, recogido en el artículo III del Título Preliminar
del Código Procesal Constitucional, y atendiendo a la celeridad con
que deben atenderse las pretensiones en los procesos constitucionales,
no obstante advertir que el trámite seguido en las instancias judicia-
les no es propiamente el que correspondía a la pretensión propuesta
por el actor, decide resolver el presente caso adecuando su trámite al
de un proceso de Hábeas Corpus. En esta decisión pesa, además, una
razonable valoración sobre la improbable posibilidad de que trami-
tada conforme a las estrictas reglas del Hábeas Corpus, la pretensión
del actor merezca una decisión sobre el fondo distinta a la que en esta
oportunidad daremos”.
STC No. 4586-2004-AA/TC. FJ 3
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 103

3.2. Principio de elasticidad.


3.2.1. Concepto
“(…)
Por otro lado, y en función de los principios que el Código Pro-
cesal Constitucional ha incorporado, debemos tener presente que el
artículo III del Título Preliminar establece que
‘(...) el Juez y el Tribunal Constitucional deben adecuar la exigencia
de las formalidades previstas en este Código al logro de los fines de
los procesos constitucionales’.
Esta disposición impone a la jurisdicción ordinaria y a la constitu-
cional exigir el cumplimiento de las formalidades sólo si con ello se logra
una mejor protección de los derechos fundamentales. Por el contrario, si
tal exigencia comporta la desprotección de los derechos y, por ende, su
vulneración irreparable, entonces las formalidades deben adecuarse o,
de ser el caso, prescindirse, a fin de que los fines de los procesos constitu-
cionales se realicen debidamente —principio de elasticidad—”.
STC No. 266-2002-PA/TC. FJ 7

“(…)
Es por ello que, tal como lo señala el artículo III del Código Pro-
cesal Constitucional, el juez constitucional goza de una razonable valo-
ración en la adecuación de toda formalidad a los fines de los procesos
constitucionales, de manera tal que, en ningún caso, la supremacía de
la Constitución y la vigencia efectiva de los derechos constitucionales
(artículo II del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional)
quede subordinada al respeto de las formas por las formas.
8. Lo expuesto, desde luego, no supone en modo alguno que las
disposiciones del Código Procesal Constitucional puedan ser descono-
cidas por los jueces constitucionales. Significa tan sólo que ellas deben
ser interpretadas y/o integradas ‘desde’ y ‘conforme’ a la Constitu-
ción, de modo tal que resulte optimizada la finalidad sustantiva de los
procesos constitucionales (artículo II del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional)”.
STC No. 0005-2005-PCC/TC. FJ 7-8
104 CÉSAR LANDA ARROYO

3.3. Principio pro actione


3.3.1. Concepto
“(…)
Sin embargo, no sólo en el campo del derecho material, es decir,
en el ámbito del derecho cuya tutela se solicita, se privilegia la pro-
tección de la situación jurídica reclamada por el sujeto requirente,
sino que en el plano propio del instrumento predispuesto para la
tutela, es decir, del proceso constitucional a que da lugar la acción
de amparo, se configura también otro principio que refuerza la deci-
sión de preferir la continuación del proceso antes que su extinción,
frente a una eventual duda de carácter interpretativo. En efecto, se
trata del principio favor actionis o pro actione, según el cual ‘se impo-
ne a los juzgadores la exigencia de interpretar los requisitos y pre-
supuestos procesales en el sentido más favorable a la plena efectivi-
dad del derecho a obtener una resolución válida sobre el fondo’ (p.
49), y donde se establece, a su vez, que ‘los requisitos formales —en
el presente proceso, el cálculo del plazo para interponer la deman-
da— se interpreten y apliquen de modo flexible y atendiendo a su
finalidad y de que a su incumplimiento no se anuden consecuencias
desproporcionadas o excesivamente gravosas’ (p. 51) (PICÓ I JUNOY,
Joan. Las garantías constitucionales del proceso. Barcelona: Bosh, 1997,
en las páginas citadas). Por esta razón, si bien el Tribunal considera
que los días transcurridos durante la huelga del Poder Judicial no
deben ser incluidos en el cálculo del plazo para la interposición de
la demanda de amparo, en la hipótesis de una duda interpretativa,
puede igualmente ratificarse en dicho parecer, toda vez que, en vir-
tud del principio pro actione, la decisión igualmente debe dirigirse
por la continuación del proceso y no por su extinción. Téngase en
cuenta, finalmente, que la alternativa opuesta supondría invertir el
funcionamiento y el propósito de los procesos en general, y de los
procesos constitucionales en particular, pues implicaría convertir,
erróneamente, una duda interpretativa respecto de las formalida-
des propias del instrumento de tutela en un elemento determinante
para permitir el acceso a la tutela constitucional de los derechos,
cuando, en realidad, es el instrumento procesal el que debe ser ade-
cuado e interpretado decididamente —siempre y cuando no se res-
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 105

trinjan los derechos constitucionales de la contraparte— a fin de


consolidar una tutela constitucional más eficaz, oportuna y plena”.
STC No. 1049-2003-PC/TC. FJ 4

“En consecuencia, corresponde aplicar el principio pro actione


estipulado en el artículo 45 del Código Procesal Constitucional, se-
gún el cual, en caso de duda, se preferirá dar trámite a la demanda
de amparo. Dicho principio ya ha sido invocado por este Tribunal en
anteriores oportunidades, imponiendo a los juzgadores la exigencia
de interpretar los requisitos y presupuestos procesales en el sentido
más favorable a la plena efectividad del derecho de obtener una re-
solución válida sobre el fondo, con lo cual, ante la duda, la decisión
debe ser por la continuación del proceso y no por su extinción (cf. STC
1049-2003-AA/TC, STC 2302-2003-AA/TC). Por lo tanto, correspon-
de a este Colegiado proceder con la evaluación de la controversia de
fondo”.
STC No. 6512-2005-AA/TC. FJ 3

3.4. Principio Iura Novit Curia


3.4.1. Concepto
“(…), en aplicación del principio del iura novit curia constitucio-
nal, contemplado en el artículo VIII del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional, el Tribunal tiene el poder-deber de aplicar el
derecho que corresponda al proceso, aunque no haya sido invocado
por las partes o lo haya sido erróneamente”.
STC No. 02094-2005-PA/TC. FJ 1

“4. El artículo 200, inciso 4) de nuestra ley fundamental señala ex-


presamente que el proceso de inconstitucionalidad puede ser inter-
puesto ‘contra las normas que tienen rango de ley’, otorgándole dicha
cualidad a las ordenanzas municipales. En ese sentido, resulta correcto
que a través del presente proceso se esté evaluando la constituciona-
lidad de la Ordenanza Municipal No. 373-2006-MPA expedida por la
Municipalidad Provincial de Arequipa, guiados por el objetivo fun-
damental de defensa de la Constitución frente a infracciones contra
106 CÉSAR LANDA ARROYO

su jerarquía normativa, tal como lo establece el artículo 75 del Código


Procesal Constitucional.
5. Sin embargo, para que la función de control de constitucio-
nalidad pueda ser ejercida eficazmente se requiere que el actor que
promueve la demanda de inconstitucionalidad plantee con claridad
cuál es la norma o cuáles son las normas que cuestiona. Es el caso
que el recurrente peticiona la declaratoria de inconstitucionalidad de
la Ordenanza Municipal No. 373-2006-MPA, pero también en el escri-
to de su demanda solicita que se declare la inconstitucionalidad de la
Ordenanza Municipal No. 145-2002-MPA, sin embargo, del análisis de
autos se deja entrever claramente que las normas supuestamente vio-
latorias de la ley fundamental son las que se encuentran contenidas en la
primera ordenanza mencionada, por lo que centraremos el examen de
control de constitucionalidad únicamente en el contenido dispositivo
de dichas normas”.
STC No. 0019-2006-PI/TC. FJ 4-5

“(…) Y es que el iura novit curiae, reconocido en el artículo VIII


del Código Procesal Constitucional permite estimar la demanda sobre
la base de la afectación de otros derechos no invocados en la deman-
da, máxime si en el presente caso se advierte una negativa incidencia
de la resolución cuestionada en la libertad individual del recurrente,
basada en el rechazo por parte del órgano jurisdiccional emplazado,
de aplicar la gracia presidencial concedida al recurrente, este Tribunal
advierte que —al margen de los derechos invocados por la parte de-
mandante— la materia constitucionalmente relevante en el presente
caso versa sobre el conflicto que puede suscitar la institución de la
gracia presidencial (reconocida en el artículo 118 de la Constitución)
frente a otros bienes de relevancia constitucional que se ven protegi-
dos a través de la persecución penal”.
STC No. 4053-2007-PHC/TC. FJ 9

“El iura novit curia constitucional, contemplado en el artículo VIII


del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, establece que
‘(...) el órgano jurisdiccional competente debe aplicar el derecho que
corresponda al proceso, aunque no haya sido invocado por las partes
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 107

o lo haya sido erróneamente’. Respecto a dicho principio y a sus rela-


ciones con el principio de congruencia de las sentencias o, a su turno,
con la necesidad de que se respete el contradictorio, este Colegiado, en
el fundamento No. 4 de la STC No. 905-2001-AA/TC, aplicable mutatis
mutandis al caso de autos, ha establecido que no considera que estos re-
sulten ‘(...) afectados por el hecho de que el juez constitucional se pro-
nuncie por un derecho subjetivo no alegado por la demandante, pues
una de las particularidades de la aplicación del principio iura novit
curia en el proceso constitucional es que la obligación del juzgador de
aplicar correctamente el derecho objetivo involucra, simultáneamente,
la correcta adecuación del derecho subjetivo reconocido en aquel. Y
ello es así, pues sucede que el derecho subjetivo constitucional está, a
su vez, reconocido en una norma constitucional, norma ésta, como la
del inciso 7) del artículo 2 de la Constitución, que es indisponible para
el Juez Constitucional y que, en consecuencia, aunque no haya sido in-
vocada, debe aplicarse. Además, no puede olvidarse que el contradic-
torio en el amparo, por lo general, no se expresa de manera similar a lo
que sucede en cualquier otro ámbito del derecho procesal, en particu-
lar, si se tiene en cuenta la posición y el significado de la participación
de las partes (sobre todo, la demandada) en el presente proceso; de
manera que la comprensión y respeto del contradictorio en el amparo
ha de entenderse, no conforme a lo que se entiende por él en cualquier
otro proceso, sino en función de las características muy particulares
del proceso constitucional’”.
STC No. 1966-2005-PHC/TC. FJ 7

3.5. Principio de suplencia de la queja deficiente


3.5.1. Concepto
“(…) Tal facultad es otorgada a los jueces constitucionales en
nuestro ordenamiento jurídico, para adecuar su pretensión a fin de
otorgar protección constitucional al quejoso, en aquellos casos en los
que se advierta un error o una omisión en el petitorio.
Así, a diferencia de los jueces ordinarios, quienes en la mayoría
de los casos mantienen una vinculación rígida con la ley, el deber de
suplir los actos defectuosos es exigible ineludiblemente en el caso del
108 CÉSAR LANDA ARROYO

juez constitucional, debido al deber especial de protección de los de-


rechos fundamentales que informa los procesos constitucionales”.
STC No. 569-2003-PC/TC. FJ 3

“5. Precisamente a tal cometido sirve el principio de suplencia de


queja deficiente. Se trata de un principio implícito de nuestro derecho
procesal constitucional y que se deriva del citado principio teleológico
enunciado en el artículo II del Código Procesal Constitucional Confor-
me a él tiene el Juez Constitucional el deber de enmendar el petitorio
de la demanda cuando éste ha sido erróneamente formulado o expues-
to en forma ambigua u obscura”.
STC No. 04885-2007-PHD/TC. FJ 5

“(…) Este imperativo de suplencia de queja deficiente, constituye


para este supremo intérprete de la Constitución un principio implícito
de nuestro derecho procesal constitucional, que se infiere de la finali-
dad de los procesos constitucionales, conforme lo enuncia el artículo II
del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional; la vigencia
de este principio en nuestro ordenamiento se sustenta, además, en el
preeminente valor de los derechos cuya tutela se pretende y por cuan-
to el principio pro actione impone que el juez constitucional, en lugar
de optar por alternativas que supongan el estrechamiento del derecho
de acceso a la justicia, máxime a la justicia constitucional, debe acoger
aquéllas que impliquen, por el contrario, una optimización o mayor
eficacia del mismo”.
Resolución No. 00250-2008-PHD/TC. FJ 5

“(…), en aplicación del principio de suplencia de queja, en tanto


principio implícito de nuestro derecho procesal constitucional subya-
cente a los artículos II y VIII del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional, puede efectuar correcciones sobre el error o la omisión
en la que incurre el demandante en el planteamiento de sus pretensio-
nes, tanto al inicio del proceso como en su decurso”.
STC No. 6537-2006-AA/TC. FJ 14
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 109

3.5.2. Principio de suplencia de la queja deficiente y principio de con-


gruencia procesal
“8. En aplicación de los alcances del artículo 7 de la Ley 23506, el
Tribunal Constitucional es cuidadoso de no comprometer el principio
de congruencia de las sentencias. En vista de ello, únicamente podrá
desvincularse de lo planteado en la demanda a fin de otorgar una pro-
tección eficaz a los derechos constitucionales lesionados, cuando ello
devenga de una voluntad implícita del recurrente a pesar de no haber-
la planteado correctamente en la demanda, conforme se advierte en el
presente caso.
(…)
10. De otro lado, ‘(...) el juez debe calificar los hechos expuestos
por las partes y la relación sustancial, prescindiendo de la calificación
efectuada por los litigantes . Debe determinar la causa petendi y siem-
pre que no se aparte de los hechos afirmados ni modifique su objeto,
puede otorgar lo pedido sobre la base de una calificación de la causa
distinta a la que hicieron las partes’ (FENOCHIETTO-ARAZI. Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación, Comentado y Concordado. Tomo I. Argenti-
na: Editorial Astrea, 1983).
11. El objeto litigioso está constituido por dos elementos que la
doctrina denomina petitum y causa petendi. ‘Si el petitum consiste en la
solicitud de una resolución judicial idónea para la realización de un
bien de la vida (entendido en la acepción más amplia), la causa petendi
estará constituida por la indicación y la determinación del hecho cons-
titutivo del derecho al bien perseguido, además del hecho que deter-
mina el interés de obrar en juicio. La causa petendi es entonces la razón,
el porqué, o, más exactamente, aun el título de la demanda’(GIANNOZZI,
Giancarlo. La modificazione della domanda nel processo civile. Milano: Giu-
ffré, 1958, p. 15)”.
STC No. 569-2003-PC/TC. FJ 8, 10 y 11

3.5.3. Principio de suplencia de la queja deficiente y deber de protección


de los derechos fundamentales
“2. En efecto, aun cuando el accionante en su demanda alega
como actos lesivos el de haberlo hecho esperar por más de dos horas
o el de haber pretendido detenerlo, se advierte que lo que cuestiona
110 CÉSAR LANDA ARROYO

en puridad es el mantenimiento del impedimento de salida del país


impuesto en su contra, según refiere, pese a existir un mandato judi-
cial que ordena el levantamiento de dicha medida, lo cual constituiría
una afectación al derecho a la libertad individual en su expresión de
libertad de tránsito.
3. Respecto de dicho supuesto, el mismo que no ha sido cuestio-
nado de manera explícita por el recurrente, aunque sí de manera im-
plícita, este Tribunal Constitucional considera que deber ser analizado
de acuerdo con la suplencia de queja deficiente. Y es que el hecho de que
en la demanda no se alegue la afectación de un determinado derecho,
y que por lo mismo, el contradictorio constitucional no gire en torno a
él, no es óbice para que este Colegiado no pueda pronunciarse sobre
ese u otros derechos eventualmente lesionados; pues es facultad del
juez constitucional el adecuar la pretensión a fin de otorgar protección
constitucional al quejoso en aquellos casos en los que se advierta un
error o una omisión en el petitorio. A diferencia de los jueces ordina-
rios, quienes en la mayoría de los casos mantienen una vinculación
rígida con la ley, a los jueces constitucionales les es exigible suplir los
actos procesales defectuosos, precisamente debido al deber especial de
protección de los derechos fundamentales.
4. En efecto, este Alto Tribunal tiene atribuidas suficientes facul-
tades para realizar cuantas gestiones sean necesarias para formarse un
criterio sólido respecto a la existencia de actos que resulten lesivos a
los derechos fundamentales. Ello, entre otras cosas, supone que el juez
constitucional no está supeditado a lo alegado y a lo pretendido por
las partes en sus escritos iniciales, sino más bien se encuentra en apti-
tud de delimitar el objeto del proceso y pronunciarse sólo respecto de
aquello que sea de relevancia constitucional. No se trata de que el juez
constitucional se pronuncie respecto de todo lo alegado y pretendido
(sin omitir nada ni añadir cuestiones no hechas valer) sino, específicamen-
te, sobre aquello que forme parte de su convicción institucional. Lo
aquí expuesto no impide ni relativiza la tutela efectiva de los derechos
fundamentales, aun en el caso de que determinado extremo no forme
parte del petitum; pues es evidente que allí donde el ejercicio de una
atribución exclusiva vulnere o amenace un derecho fundamental, el
Tribunal Constitucional no sólo puede sino que debe, legítimamente,
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 111

pronunciarse sobre la eventual vulneración o amenaza de violación de


dicho derecho.
5. De modo similar, en anterior jurisprudencia (Exp. No. 0569-
2003-AC FJ 8), este Colegiado ha tenido la oportunidad de señalar que
el juez constitucional ‘(…) únicamente podrá desvincularse de lo plan-
teado en la demanda a fin de otorgar una protección eficaz a los dere-
chos constitucionales lesionados (esto es, siempre a favor del quejoso y
nunca en contra de él), cuando ello devenga de una voluntad implícita
del recurrente a pesar de no haberla planteado correctamente en la
demanda’, tal como se advierte en el caso constitucional de autos, pues
se estaría vulnerando el derecho a la libertad individual del recurrente
en su expresión de libertad de tránsito”.
STC No. 3016-2007-PHC/TC. FJ 2-5.

3.6. Principio de inmediación


3.6.1. Concepto
“[El funcionamiento descentralizado del tribunal favorece el cum-
plimiento] del principio constitucional procesal de inmediación, según
el cual el juez constitucional debe tener el mayor contacto posible tanto
con los sujetos —demandante, demandado, por ejemplo— como con
los elementos objetivos del proceso constitucional a resolver; (…)”.
STC No. 10340-2006-PA/TC. FJ 8

“(…) El principio de inmediación, por su parte, procura que el


juez constitucional tenga el mayor contacto con los elementos subjeti-
vos (intervinientes) y objetivos (documentos, lugares) que conforman
el proceso, para lograr una aproximación más exacta al mismo, lo cual
puede motivar la necesidad de una eventual actuación probatoria ante
la urgencia o inminencia de una tutela jurisdiccional constitucional
efectiva”.
STC No. 2876-2005-PHC/TC. FJ 23

“(…). Conviene enfatizar que el principio de inmediación no sig-


nifica necesariamente la exigencia de oralidad, pues entender la orali-
dad como condición sine qua non para la realización del principio de
112 CÉSAR LANDA ARROYO

inmediación en el proceso constitucional supondría deducir que cuan-


do no hay informes orales el Tribunal no puede resolver. Cosa distinta
ocurre en algunas etapas del proceso penal en las que la relación entre
la inmediación y la oralidad es mucho más intensa, de allí que, por
ejemplo, se haya dispuesto que no se puede realizar la preparación del
debate en el juzgamiento sin la presencia del procesado acusado.
6. Que así entendidos los principios procesales constitucionales,
como pautas de optimización que inspiran el establecimiento de las
reglas procesales y su interpretación, es que no es indispensable citar a
audiencia pública para que el magistrado llamado a dirimir la discor-
dia emita su voto”.
Resolución de Nulidad de Sentencia recaída sobre el Expediente No.
01317-2008-PHC/TC. Considerandos 5-6

3.6.2. Su fundamento en el derecho a ser oído.


“(…)
No otra es la exigencia que impone el Código Procesal Consti-
tucional sobre los jueces constitucionales cuando, al establecer cuáles
son los principios procesales que rigen a los procesos constituciona-
les, ha establecido que uno de ellos es el principio de inmediación. En
efecto, el derecho a ser oído también se titulariza en un proceso como
el de cumplimiento al que se refiere el inciso 6) del artículo 200 de la
Constitución.
Pero se trata de una exigencia cuyo respeto tiene necesariamente
que efectuarse en el contexto de las propias y particulares exigencias
que caracterizan a los procesos constitucionales. Con ello se quiere
significar que la amplitud e intensidad del contenido protegido por
el derecho a ser oído no puede ser el mismo en un proceso penal, en
un proceso civil o en un proceso constitucional, por poner algunos
ejemplos. La calidad de los derechos comprometidos, la finalidad de
los procesos, la peculiaridad del contradictorio en uno y otro proceso,
la obtención de cierto nivel de certeza en el juez para estar en aptitud
de poder resolver eficazmente la controversia, entre otros elementos,
son factores que el legislador deberá tener en cuenta para modular sus
alcances y exigencias en cada uno de ellos”.
Resolución No. 00197-2005-AA/TC. Considerando 5
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 113

3.7. Principio de Dirección Judicial del Proceso.


3.7.1. Concepto
“Que el principio de dirección judicial del proceso sitúa en la
figura del juez constitucional el poder-deber de controlar razonable-
mente la actividad de las partes promoviendo la consecución de los fi-
nes del proceso (artículo II del TP del Código Procesal Constitucional)
de manera eficaz y pronta. En tal sentido, corresponde al juez consti-
tucional detectar y desvirtuar aquella conducta procesal que, intencio-
nalmente o no, dilate los procesos ocasionando un gasto innecesario
de tiempo, energía y dinero, lo que contraviene el principio de econo-
mía procesal”.
Resolución de Admisibilidad del Expediente No. 00029-2007-PI/TC.
Considerando 9

“Que el principio de dirección judicial del proceso sitúa en la


figura del juez constitucional el poder-deber de controlar razonable-
mente la actividad de las partes, evitando una conducta procesal obs-
truccionista y promoviendo la consecución de los fines del proceso de
manera eficaz y pronta. En tal sentido, corresponde al juez constitucio-
nal detectar y desvirtuar aquella conducta procesal que, intencional-
mente o no, pretenda convertir al proceso en un ritualismo de formas,
antes que en un eficiente cauce para la protección de los derechos
fundamentales y el respeto por la supremacía normativa de la Cons-
titución”.
Resolución de 29 de agosto del 2006 recaída en el Expediente No.
00007-2006-PI/TC. Considerando 4

“(…)
En efecto, siendo la Constitución una Norma Fundamental abier-
ta, encuentra en el Derecho Procesal Constitucional y, específicamente,
en el Código Procesal Constitucional, un instrumento concretizador
de los valores, principios y derechos constitucionales, de manera tal
que, en última instancia, estos informan el razonamiento y la argu-
mentación del juez constitucional, por lo que el principio de dirección
judicial del proceso (artículo III del Título Preliminar del Código Pro-
cesal Constitucional) se redimensiona en el proceso constitucional, en
114 CÉSAR LANDA ARROYO

la medida en que la jurisdicción constitucional no es simple pacifica-


dora de intereses de contenido y alcance subjetivos, sino del orden
público constitucional en conjunto. Con relación a la Constitución, la
jurisdicción constitucional no actúa ni puede actuar como un órgano
neutro, sino, por el contrario, como su principal promotor”.
STC No. 00005-2005-PCC/TC. FJ 4

3.8. Principio de gratuidad en la administración de justicia


“5. El inciso 16 del artículo 139 de la Constitución establece que
uno de los principios que informa el ejercicio de la función jurisdic-
cional es ‘El principio de la gratuidad de la administración de justicia
y de la defensa gratuita para las personas de escasos recursos; y, para
todos, en los casos que la ley señala’.
Dicho precepto constitucional, en lo que al caso importa resal-
tar, contiene dos disposiciones diferentes: Por un lado, garantiza ‘El
principio de la gratuidad de la administración de justicia (...) para las
personas de escasos recursos’; y, por otro, consagra ‘(...) la gratuidad
de la administración de justicia (...) para todos, en los casos que la ley
señala’.
6. La primera disposición comporta una concretización del prin-
cipio de igualdad en el ámbito de la administración de justicia. Según
éste, no se garantiza a todos los justiciables la gratuidad en la admi-
nistración de justicia, sino sólo a aquellos que tengan escasos recursos
[económicos].
Como en diversas oportunidades ha advertido este Tribunal, el
principio de igualdad, que subyace en los términos de la gratuidad
en la administración de justicia aquí analizada, no obliga a tratar
igual a todos siempre y en todos los casos, sino a tratar igual a
los iguales y desigual a los desiguales. Dicho principio contiene,
—también se ha sostenido—,un mandato constitucional que exige
la remoción de los obstáculos que impidan el ejercicio pleno de los
derechos fundamentales.
En el ámbito judicial ese mandato se traduce en asegurar, a las
personas de escasos recursos, el acceso, el planteamiento y la obten-
ción de un fallo judicial que resuelva sus diferencias dentro de un pro-
ceso judicial gratuito.
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 115

La gratuidad en la administración de justicia, en los términos


constitucionalmente establecidos, ha sido desarrollada por el artículo
24 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, modificado por la Ley No.
26846, según el cual, se encuentran exonerados del pago de las tasas
judiciales, entre otros, los litigantes a los cuales se les ha concedido
auxilio judicial, institución que, por otro lado, está regulada por el ar-
tículo 173 y siguientes del Código Procesal Civil”.
STC No. 1607-2002-AA/TC. FJ 5-6

3.9. Principio de socialización del proceso


3.9.1. Concepto
“(…) El principio de socialización, consiste en el deber del juez
de evitar que las desigualdades materiales existentes entre las partes
impidan la consecución de una decisión judicial que sea reflejo cabal
de la objetividad del Derecho. En efecto, el principio de socialización
procesal es una de las manifestaciones del tránsito del Estado Liberal
hacia el Estado Social, de manera tal que la falacia formalista en vir-
tud de la cual el principio de igualdad sólo adquiere plena vigencia
con una conducta absolutamente pasiva y contemplativa del Estado,
sucumbe ante los principios del constitucionalismo social, según los
cuales, ante los múltiples factores que pueden situar a las partes en
una evidente situación de desigualdad, resulta imperativa la interven-
ción judicial a efectos de tomar las medidas correctivas que aseguren
un proceso justo”.
Resolución recaída en el Expediente No. 0048-2004-PI/TC.
Considerando 4

4. PRINCIPIO DE AUTONOMÍA PROCESAL


4.1. Concepto
“48. Por lo demás, dicho cambio de precedente se encuentra
amparado por el principio de autonomía procesal que informa a las
funciones de valoración, ordenación y pacificación de este Tribunal,
conforme al cual, dentro del marco normativo de las reglas procesa-
les que le resultan aplicables, éste goza de un margen razonable de
flexibilidad en su aplicación, de manera que toda formalidad resulta
116 CÉSAR LANDA ARROYO

finalmente supeditada a la finalidad de los procesos constitucionales:


la efectividad del principio de supremacía de la Constitución y la vi-
gencia de los derechos fundamentales (artículo II del Título Preliminar
del Código Procesal Constitucional).
El artículo III del Título preliminar del Código Procesal Constitu-
cional establece la obligación del juez constitucional de
‘adecuar la exigencia de las formalidades previstas en éste Códi-
go al logro de los fines de los procesos constitucionales’,
por lo que goza de cierto grado de autonomía para establecer de-
terminadas reglas procesales o interpretar las ya estipuladas, cuando
se trate de efectivizar los fines de los procesos constitucionales.
En efecto, mediante su autonomía procesal el Tribunal Constitu-
cional puede establecer reglas que tengan una pretensión de generali-
dad y que puedan aplicarse posteriormente a casos similares, siempre
que estas reglas tengan como finalidad perfeccionar el proceso consti-
tucional, y se encuentren limitadas por el principio de separación de
poderes, la ya mencionada vigencia efectiva de los derechos funda-
mentales y los principios de razonabilidad y proporcionalidad”.
STC No. 1417-2005-PA/TC. FJ 48

“18. Que descartada la aplicación analógica del Código Procesal


Civil en este tipo de proceso según la precedente consideración, queda
a este Tribunal la posibilidad de cubrir el vacío normativo en ejercicio
de la potestad derivada del principio de autonomía procesal del Tri-
bunal Constitucional.
19. Que este principio ya ha sido incorporado a la jurisprudencia
por este Colegiado [7]. Según él, este Tribunal detenta en la resolución
de cada caso concreto la potestad de establecer, a través de su jurispru-
dencia, normas que regulen el proceso constitucional, a través del pre-
cedente vinculante del artículo VII del Código Procesal Constitucio-
nal, en aquellos aspectos donde la regulación procesal constitucional
presenta vacíos normativos o donde ella debe ser perfeccionada o ade-
cuada a los fines del proceso constitucional. La norma así establecida
está orientada a resolver el concreto problema —vacío o imperfección
de norma— que el caso ha planteado y, sin embargo, lo trascenderá y
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 117

será susceptible de aplicación ulterior debido a que se incorpora, des-


de entonces, en la regulación procesal constitucional vigente”.
Resolución No. 0025-2005-PI/TC. Considerandos 18-19

4.2. Tribunal Constitucional como titular de la autonomía procesal.


“2. Que conviene precisar que ‘(...) toda concepción de la Cons-
titución trae consigo una concepción del procedimiento, como toda
concepción del procedimiento trae consigo una concepción de Cons-
titución’. El Tribunal Constitucional, como máximo intérprete de la
Constitución y órgano supremo de control de la constitucionalidad, es
titular de una autonomía procesal para desarrollar y complementar la
regulación procesal constitucional a través de la jurisprudencia, en el
marco de los principios generales del Derecho Constitucional material
y de los fines de los procesos constitucionales”.
Resolución No. 0020-2005-PI/TC. Considerando 2

“La configuración del proceso mismo queda sujeta, en buena


parte, a la capacidad procesal del Tribunal para ‘fijarse’ sus propios
límites (piénsese en el principio iura nóvit curia o en las propias lectu-
ras que suele hacer el Tribunal a partir de la narración propuesta por
las partes). El Tribunal ha encontrado, en más de una ocasión, una
pretensión distinta o, en algunos casos, incluso ha podido ‘convertir’
un proceso de cumplimiento en amparo a efectos de dar ‘una mejor
protección’ al recurrente (Cfr. Exp. 4080-2004-PC/TC, en esa ocasión
el Tribunal desarrolló nada menos que el derecho a la ejecución de una
sentencia a partir de la conversión de un proceso de cumplimiento en
uno de amparo y sólo así pudo atender el derecho a la tutela judicial
que, en el caso, había sido violado con el retardo en la ejecución de la
sentencia).
Estas ‘operaciones’ procesales del Tribunal han encontrado apo-
yo en la doctrina de Peter Häberle (Cfr. Entre otros, su trabajo “El De-
recho procesal constitucional como derecho constitucional concretiza-
do frente a la judicatura del Tribunal Constitucional”. En: Nueve Ensa-
yos y una lección jubilar. Lima: Palestra, 2004, pp. 23 y ss.) , quien se ha
referido en feliz frase a la ‘autonomía procesal del TC’ (La más reciente
invocación puede verse en el auto de admisión de un proceso de in-
118 CÉSAR LANDA ARROYO

constitucionalidad (Exp. 0025-2005-PI/TC)), que ha permitido abrir el


camino para una verdadera innovación de sus propias competencias.
Esta capacidad para delimitar el ámbito de sus decisiones por parte
del Tribunal tiene como presupuesto la necesidad de dotar de todo
el poder necesario en manos del Tribunal para tutelar los derechos
fundamentales más allá incluso de las intervenciones de las partes,
pero sin olvidar que la finalidad no es una finalidad para el atropello
o la restricción. Este ‘sacrificio de las formas procesales’ sólo puede
encontrar respaldo en una única razón: la tutela de los derechos, por
lo que toda práctica procesal que se apoye en este andamiaje teórico
para atropellar los derechos o para disminuir su cobertura debe ser
rechazado como un poder peligroso en manos de los jueces”.
STC No. 4119-2005-AA/TC. FJ 38

4.3. Límites a la autonomía procesal.


“Que, sin embargo, esta atribución está sujeta a tres límites:
-Primero, la regulación constitucional y legal en donde se han es-
tablecido los principios fundamentales del proceso constitucional, en
este caso el artículo 200 de la Constitución, el Código Procesal Consti-
tucional y la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, puesto que la
complementación a la cual puede avocarse el Tribunal no supone una
ampliación de sus competencias.
-Segundo, se realiza en base al uso del Derecho Constitucional
material, pero no de manera absoluta; es el caso, por ejemplo, de las
lagunas existentes en las prescripciones procesales legales que se de-
tectan y cubren mediante la interpretación que realiza el Tribunal, en
el cumplimiento de las funciones que le están encomendadas por la
Constitución, empleando para ello determinadas instituciones proce-
sales —como la del litisconsorte facultativo a la que se recurre en la
presente resolución—. El espectro es bastante amplio, por ejemplo res-
pecto a plazos, emplazamientos, notificaciones, citaciones, posibilidad
de modificación, retirada, acumulación y separación de demandas,
admisibilidad de demandas subsidiarias y condicionales, derecho por
pobre, procedimiento de determinación de costas, capacidad procesal,
consecuencias de la muerte del demandante, retroacción de las actua-
ciones y demás situaciones que, no habiendo sido previstas por el le-
I. TEORÍA GENERAL Y PRINCIPIOS DE LOS PROCESOS CONSTITUCIONALES 119

gislador, podrían ser el indicio claro de la intención del mismo de dejar


ciertas cuestiones para que el Tribunal mismo las regule a través de su
praxis jurisprudencial, bajo la forma de principios y reglas como parte
de un pronunciamiento judicial en un caso concreto. No obstante, esta
aplicación analógica no debe entenderse como una mera translación
mecánica de instituciones.
-Tercero, debe reconocer el lugar que ocupa el Derecho Proce-
sal Constitucional dentro del ámbito del Derecho Procesal general,
afirmándose la naturaleza del Tribunal Constitucional como órgano
jurisdiccional, sin que ello suponga negar las singularidades de la ju-
risdicción constitucional y los principios materiales que la informan; lo
contrario comportaría el riesgo de someterse a un positivismo jurídico
procesal basado en la ley”.
Resolución No. 0020-2005-PI/TC. Considerando 3

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