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LAS POTENCIAS DEL ALMA

“Mira hacia dentro de ti, encontraras la verdad en tu interior”. San Agustín.

¿Qué cosa es nuestra Alma, cuyas son estas potencias?

 Es un espíritu inmortal creado por Dios de la nada a su imagen y semejanza.


 El alma, es la fuerza que vuelve móvil a la materia, por instinto o por espíritu.
 Por acción del alma; Instinto y cinco sentidos; el hombre se relaciona con el exterior.
 Por el Espíritu; el hombre interpreta el exterior en su interior.

Las POTENCIAS del ALMA HUMANA permiten al hombre las facultades de recordar, conocer y querer, para
discernir lo que mejor le conviene.

*No confundamos potencias del alma con las facultades de esta.

Potencia: Capacidad para ejecutar algo o producir un efecto.

Facultad: Aptitud física o moral para hacer algo.

 Las potencias son tres: memoria inteligencia y voluntad.


 Las facultades son dos: la facultad de conocer y la facultad de amar.

1. Las potencias del alma son las capacidades de las que dispone el alma humana para realizar su
cometido más trascendente, obtener su salvación.
2. Las facultades de alma son las aptitudes (cualidad que hace apto para…) que tiene el alma usando
sus potencias para realizar su cometido.

Una persona carece de capacidad para poder elevarse por sí mismo sin ayuda de un objeto externo;
porque el hombre no posee alas, por lo tanto, no tiene la facultad de volar, pero si tiene capacidad de
desplazarse, porque tiene piernas, luego tendrá la facultad de andar, facultad esta que no tendría si
careciese de piernas.

“Nuestra alma tiene dos facultades. Una de ellas es la facultad de conocer y la otra es la facultad de amar.
Somos como los animales, en tanto en cuanto tenemos sensaciones y pasiones, pero el conocimiento y el
amor son específicamente humanos. El conocimiento pertenece al entendimiento o razón del ser
humano, el amor pertenece a su voluntad. El objeto del intelecto es la verdad. El objeto de la voluntad es
la bondad o amor”.

Santo Tomás de Aquino, por su parte, nos ofrece una detallada exposición de las facultades de la persona,
distinguiendo entre:

· las incorpóreas: que no necesitan de órganos corpóreos para ejercer su actividad: el entendimiento
y la voluntad. Son las que corresponden al alma.

· las corpóreas: que necesitan un órgano corporal para ejercitarse y son meros actos de órganos
corporales: las potencias sensitivas (sentidos del cuerpo: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Sentidos
internos: imaginación y memoria. Apetito sensible: deseos e instintos) y vegetativas (facultad locomotriz,
generativa, aumentativa o del crecimiento y nutritiva). Son las que corresponden al cuerpo.

“Lo que el hombre recuerda, lo que el hombre entiende, lo que el hombre hará”

—según san Agustín— las potencias del alma son tres, siendo exclusivas de los seres humanos. A saber:
memoria, entendimiento, y voluntad. Todo el bien y el mal que penetra en nosotros lo hace a través de
estas tres potencias o puertas.
Las potencias son las tres puertas del alma. Todo lo bueno y lo malo ingresan a nuestro ser a través de
estas tres puertas. Hay que cuidar las entradas a nuestra alma para que no entren cosas que nos puedan
dañar.

En el pasado “fui”, en el presente “soy”, y en futuro “seré”, pero en el pasado y en futuro, no soy.

El Ser, en estas tres divisiones del tiempo se impulsará por tres fuerzas:

 PASADO – MEMORIA
 PRESENTE – ATENCIÓN – ENTENDIMIENTO
 FUTURO – PREVISIÓN – VOLUNTAD.

*** Las tres potencias del alma son canales de crecimiento, de interacción con el mundo y de relación
interpersonal. Son la base de la identidad personal.

En las potencias del alma reside nuestra libertad (lo que recordamos, lo que entendemos y lo que
queremos) y es en esa libertad en la que se basan nuestras decisiones. Por eso el enemigo ataca estas tres
puertas a través del pecado. El pecado usa las potencias de forma incorrecta para dejar averías y semillas
del mal que no nos permitan recordar, entender y obrar en libertad y en la verdad. *** “nadie puede
entrar en la casa de un hombre fuerte y arrebatarle sus cosas si antes no lo ata; sólo así podrá saquear
su casa". Marcos 3,27

Tal como lo expresa Agustín de Hipona (San Agustín), la memoria determina el pensamiento y la voluntad.

Los estímulos percibimos por medio de nuestros cinco sentidos se trasladan al cerebro y las imágenes en
nuestra mente de las experiencias pasadas relacionadas al suceso, son nuestra memoria.

Por la memoria recordamos si fue agradable o desagradable la sensación obtenida al satisfacer un *deseo
y esto se convierte en el entendimiento (experiencia).

Tratamos de satisfacer un deseo, por necesidad o por placer, y por voluntad actuamos para obtenerlo o
no.

El deseo no satisfecho se convierte en obsesión, una obsesión persistente no cumplida se convierte en


frustración.

Por el deseo enfermizo de sexo, compañía, dinero, prestigio, comida, de sentir superioridad, etc. hemos
deformado nuestra personalidad.

Para Agustín, “el pecado no es hacer el mal, es dejar de desear lo bueno”, “La enfermedad es ausencia de
salud” “El escepticismo es la ausencia de fe” “la falta de fe es la ausencia de certeza”.

Dependiendo Del estado de nuestras potencias los procesos de sanación avanzan, retroceden, se
estancan o se cancelan.

Pero no basta con sanar, hay que realizar un proceso de santificación de las potencias para que la sanación
permanezca en el tiempo.

TODO CAMBIO REAL, PROFUNDO Y DURADERO DEBE COMENZAR CON LA SANACIÓN Y CONTINUAR
CON LA SANTIFICACIÓN DE NUESTRAS POTENCIAS.

 Reconocer la verdad para sanar y santificar la inteligencia.


 Decidir que verdades quiero recordar para santificar la memoria.
 Hacer resoluciones para buscar el bien es sanar y santificar la voluntad.
MEMORIA

Es la potencia, por medio de la cual el Hombre retiene, almacena y recuerda todo lo pasado.

La memoria representa El Poder. Lo que recuerdas es lo que tiene poder en tu vida. Lo que te ha impactado
para bien o para mal es lo que ha dejado una huella en tu vida (personas, libros, imágenes, sonidos, etc).

P.: ¿Para qué Dios no dotó de la memoria?

R: Para acordarnos de Él y de sus beneficios.

La memoria nos permite saber quiénes somos, al recordar aquello que más ha influido en nosotros, la
memoria determina mi evolución, la que me permite que yo no me encuentre en el mismo sitio en el que
me encontraba hace 10 años. Recordar lo bueno nos hace bien, mientras que recordar lo malo nos
disminuye, nos provoca dolor y nos hace propensos al mal. Si te la pasas recordando las cosas oscuras y
cosas de dolor, entonces tu vida se vuelve sombría. Al contrario, si te la pasas recordando las bendiciones
que tienes, la providencia de Dios, etc. tu vida se vuelve más luminosa.

La memoria tiene su propia potencia: la capacidad de elegir lo que quiero recordar. Aquello en lo que tú
pases tiempo recordando va a tener un poder especial en tu vida, en ti. Por ejemplo, los vicios se alimentan
de la memoria. Recordar cómo te sentiste al ingerir alcohol, al drogarte, al ver pornografía etc. Es la
sensación que se produce en ti por lo que recordaste lo que te hace recaer. La memoria es eso, es lo que
repetimos, lo que revivimos es lo que volvemos a sentir.

La maravilla de la memoria es que uno puede elegir qué es lo que quiero que tenga poder en mi vida. El
elegir no querer recordar lo negro de mi vida no significa que todo eso se anule o llegue a ser mentira en
algún momento. Lo que significa es que a esos eventos yo ya no les doy poder y los transformo.

El cerebro humano funciona por medio de conexiones que se llaman sinapsis. Cuando el ser humano
pelea, el cerebro nos hace este truco que es recordar aquellas cosas que están en función de la pelea.

Entonces, si una persona me cae mal y discuto con ella, yo solamente me acuerdo de lo malo. Aquí está
el aplicar la potencia, forzar a mi memoria a recordar algo bueno.

El poder de la palabra y la memoria

El poder que tienen las palabras de otros en mí y viceversa, están vinculadas al volumen de amor. La
persona que significa algo para mi es la que tiene más poder sobre nuestra mente y sobre nuestro corazón.
El amor supone entrega y al haber un vínculo de amor, se supone la entrega del ser y eso transfiere poder.
(La llave del corazón). Incluso aquellos que te hablan con amor adquieren un poder sobre ti, tiene el poder
de influenciarte.

¿Qué pasa cuando son las personas que más poder tienen sobre nosotros son las que nos hieren, nos
maltratan, nos desprecian o nos descalifican?

Son las heridas más profundas.

Es allí cuando el pecado afecta nuestra memoria, nuestra manera de recordar. Es el veneno que entra en
la memoria para que siempre recuerdes lo que te hicieron. Para que siempre tengas vivo el recuerdo del
dolor y que habites siempre en el recuerdo doloroso.

Las peleas mentales eternas y la falta de perdón son malos hábitos de nuestra memoria enferma.

Cuando la memoria se vuelve aliada del pecado hay que orar y entregar al señor todo lo que hay en ella
para sanar y no volver a pecar. Hay que drenar la mente de toda suciedad.
Los enemigos que dañan la memoria son tres: la superficialidad, la obsesión con el mal recibido, y el
olvido del bien recibido.

1. La superficialidad: Dejarse llevar por lo que se ve. Muchas veces vivimos en la superficie de
nosotros mismos. Nuestro juicio es visual, luego materialista y, por tanto, superficial. Vivimos
perpetuamente distraídos con lo exterior sin profundizar en lo interior. La superficialidad nos
vuelve caprichosos, exigentes y vanos.
La persona superficial no se conoce verdaderamente y tampoco puede conocer a los demás.

“Viviendo en la superficie del alma, se vive también en la superficie de las cosas, porque quien no
sabe penetrar en el fondo del alma tampoco sabe penetrar las profundidades de las cosas, se
ocupa solo de lo exterior y así solo da importancia a las pequeñeces.

Así en los deberes y en sus obligaciones, pone su cuidado en la corteza más que en la savia y en
el cuerpo más que en el alma. El alma atada a las prácticas exteriores no puede volar; está
aprisionada, encadenada y embotada. Viendo las cosas por su aspecto mezquino se achica y se
contrae”. La venerable Madre Esperanza de Jesús.

Una de las consecuencias de la superficialidad es la impericia para conservar las lecciones que
nos dan los sucesos vividos. Como resultado, la persona no forja una experiencia adecuada;
nunca llega a ser, lo que suele decirse “un hombre de experiencia”. La memoria, como aquí la
estamos considerando, es la primera de las piezas claves de la experiencia: “para la experiencia
se requiere tener memoria de muchas cosas”; porque para descubrir la verdad en las cosas
contingentes, cambiantes y variables, “hace falta recurrir a la experiencia... (y ésta) se forma de
muchos recuerdos”, dice Santo Tomás, apoyándose en Aristóteles. No se trata de cualquier
memoria, sino de aquella que más que el mero hecho material, retiene la lección que éste
enseña; es decir, es la memoria de los hechos “reflexionados”, que conserva las lecciones
aprendidas por la cogitativa (admoniciones, advertencias, etc.). La falta de memoria reflexiva es
causa de la superficialidad, esos hombres que “nunca terminan de aprender” la lección de sus
yerros y sus aciertos.

“La ceguera de la mente implica la privación total del conocimiento de los bienes espirituales”
Santo Tomas de Aquino.

La superficialidad es un notable obstáculo para la vida intelectual, moral y espiritual; y, sobre


todo, para la conversión. Porque el superficial se resiste a todo cambio profundo, y siente tedio
por todo trabajo verdaderamente interior que exija un esfuerzo prolongado y tenaz.

2. La obsesión con el mal recibido: Me niego a perdonar. Arrastramos pesares de toda la vida. Si
nuestra memoria está enferma nuestra afectividad también lo está. Falta de perdón engendra a
terroristas llevando bombas emocionales que revientan con granada de metralla en otros
corazones y almas.

3. Olvido del bien: Ingratitud. Dt. 8, 10-18

El primer ejercicio para sanar la memoria es el agradecimiento. (Salmo 92)

«El agradecimiento es la memoria del corazón». -Lao-tsé-

Santificar la memoria con recuerdos de la Gracia de Dios que hemos recibido.

La gratitud es la capacidad de valorar, saber apreciar las cosas y las personas, estimar su participación en
algo que sea útil a otro, que lo hace más feliz, sentirse mejor y más dispuesto a retribuir atenciones. La
gratitud es la expresión más auténtica del reconocimiento porque somos agradecidos si reconocemos
cualquier acción destinada a aumentar nuestro bienestar. La superficialidad nos hace inconformes, no nos
permite ver la profundidad de lo que realmente somos, no valoramos a las personas ni a nosotros mismos
por lo que valen sino por lo que aparentan ser. Nos vuelve ingratos.

Los que agradecen se conforman con lo que son y con lo que tienen y esa actitud les abre las puertas a
todo lo que quieren. Agradecen su condición, su salud, sus amistades, no sienten ni frustración ni angustia
y pueden vivir tranquilas.

Ejercicio de sanación y santificación: Oración de alabanzas y acción de gracias.

 Salmos 62, 2-9


 Salmo 149
 Daniel 3,57-88. 56
 Lmanetaciones

El segundo ejercicio es la oración

El gran antídoto contra la superficialidad es la oración verdadera; es decir, la que lleva al verdadero
contacto con Dios. No se puede rezar bien y caer en la superficialidad o continuar en ella. Si se reza mal,
ya es otra cosa. Porque si se reza bien, Dios golpea al alma purificándola, e invitándola a una continua
conversión y ascensión del alma hacia la santidad. Para alcanzar una oración profunda mucho ayuda rezar
con la Sagrada Escritura, por ejemplo, haciendo lectio divina.

Implantar la semilla de la Palabra de Dios y guardarla como un tesoro de la memoria. Así tendremos con
que defendernos. "Ustedes ya están limpios gracias a la palabra que les he anunciado," Juan, 15,3. (1-
17)

La repetición es la mejor manera de grabar: Una mentira dicha muchas veces se vuelve verdad.

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