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Siempre que uno lee o revisa trabajos sobre diagnósticos urbanos, que estudian
determinados lugares como espacios públicos o sobre zonas de interés común en la cuidad, su
esquema de análisis partía en la identificación de las personas con la cuidad y luego la
interacción que tienen con ella, resaltando las carencias o necesidades que reflejaban en dicho
trabajo.
Sobre este diagnostico rescato algo, que es, la identificación de las personas con el lugar,
donde tratare de mencionar algo más, que será, como se identifica el hombre, es ahí donde
utilizo el concepto de lo simbólico, pero lo simbólico existe en muchas formas, su presencia
como término aparece en cada ámbito de estudio. Es así que mediante los autores que
mencionare iré construyendo lo simbólico desde definición del hombre, hasta llegar con la
interacción con su entorno.
Pierce en su libro de la ciencia de la semiótica, hace entender que todo objeto que llegue al
interpretante se convierte en una representación, y con eso construye su regla de tricotomía,
donde hace ver que, para poder definir cualquier objeto, este debe convertirse en una
representación ( Peirce, 1986).
¿Entonces el ser humano puede ser un representamen?
Hubo un tiempo donde la imagen del ser humano era considerada divina su concepto en la
biblia lo delataba, nos simbolizábamos a través de ella, pero la imagen que teníamos sobre
nosotros era oculta, Cassirer (1971) afirma: “El dios de que nos habla es un deus absconditus,
un dios oculto; por eso tampoco su imagen, el hombre, puede ser otra cosa que misterio”
(pág. 16).
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La religión no es clara y racional; nos cuenta una historia oscura y sombría, una historia
del pecado del hombre, etc. así que no podemos definir al hombre a través de ella, tenemos
que avanzar un poco más en la historia.
Ni uno solo de nosotros ignora la densidad simbólica que posee la imagen del homo ad
circulum de Leonardo, desde hace siglos que occidente ha querido ver reflejada en ella, a
través de los invisibles armónicos que la recorren, una suerte de celebración a la
humanidad: de su perfección, de su simetría. (Arenas & Forgué, 2011)
Entonces se puede ver que el hombre siempre concluye con un representamen para
definirse a sí mismo. esta conclusión es desde un enfoque del hombre individual, haciendo
notar el cuestionamiento de, ¿quién soy?, viéndolo de manera personal, para poder estudiar al
hombre, no solo se tiene que ver desde su vida individual, sino su en vida sociedad.
El hombre, como si dijéramos, ha descubierto un nuevo método para adaptarse a su
ambiente. Entre el sistema receptor y el efector, que se encuentran en todas las especies
animales, hallamos en el cómo eslabón intermedio algo que podemos señalar como
sistema simbólico, el hombre no puede escapar de su propio logro, no le queda mas
remedio que adoptar las condiciones de su propia vida; ya no vive solamente en un puro
universo físico sino en un universo simbólico. (Cassirer, 1971)
Ernst Cassirer; define lo simbólico como una categoría cultural. Para el, el símbolo
diferencia a los hombres de los animales; estos se adaptan directa o automáticamente al
medio físico, mientras que los humanos se ven a ellos mismos en un universo simbólico
formado por el lenguaje, el mito, el arte y la religión. Esto constituyen los hilos que tejen la
red simbólica. (Vallverdú, 2005)
La cultura para Cassirer es ese enfoque que le da al ser humano su simbología en sociedad,
pero es una cultura que está en todas partes, como el describe casi en todo tipo de
manifestación del hombre con su sociedad, a todo ello Cassirer lo denomina como universo
simbólico, el universo simbólico actúa en el tiempo y espacio, esto denota que la realidad
siempre ira acompaña de estas, y que las variaciones que ocurran en ellas serán
trascendentales para poder entender el universo simbólico del hombre y su sociedad
(Cassirer, 1971).
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comportamiento humano, se podría decir que el concepto de espacio, es inherente a la
Arquitectura.
Pero para conocer el espacio, Bachelard en su libro de la poética del espacio, una obra que
trata de una exposición que gira en torno a lo que el autor denomina fenomenología de la
imaginación, describe que la categoría de espacio es descifrable en varios campos;
científicos, poéticos, simbólicos, técnicos y teóricos, lo que interesa es para él autor el
analizar el espacio habitado, que lo denomina como, el espacio de la experiencia (Bachelard,
1975).
“Si nos preguntaran cual es el beneficio mas precioso de la casa, diríamos: la casa alberga
el ensueño, la casa protege al soñador, la casa nos permite soñar en paz”. (Bachelard, 1975,
pág. 29)
Para Bachelard, los soñadores de casas son aquellos que recrean imágenes de ese primer
lugar que habitamos en el mundo, y que imagina activamente estos espacios y, más aun, todo
el que se ha detenido en las imágenes de lo habitado y de lo habitable, para el autor lo que
describe sobre la casa, es sobre esa casa de la infancia, de esa casa que nos alberga, y que
anhelamos todos en querer volver, y va describiendo cada lugar, cada rincón, identificando
cada espacio habitado y transformarlo en un espacio de la experiencia.
Nos haremos sensibles a esta doble polaridad vertical de la casa, si nos hacemos
sensibles a la función de habitar (…) Los pisos altos, el desván, son edificados por el
soñador, el los reedifica bien edificados, con los sueños claramente estamos (…) Pero en
cuanto al sótano, el habitante apasionado lo cava, y lo cava más, hace activa su
profundidad, haciendo ver que sus sueños no tienen límites. (Bachelard, 1975, pág. 38)
Entender que esa polaridad entre el desván y el sótano, significa el describir su memoria
sensible sobre la casa, el desván, es el lugar abierto, lleno de luz, donde el recuerdo de
libertad se hace mas presente, y el sótano se representa como el ser oscuro, donde se genera
algo oculto algo más íntimo.
Cuando Bachelard describe a la casa de una manera poética, lo hace sin tener preconceptos
sobre los elementos que describe, expresa que el simbolismo de las imágenes surge de la
conciencia como un producto directo del corazón y del alma (Bachelard, 1975). El autor lee
una casa, como si de un texto se tratara, cuenta una historia y lo trasforma en experiencia, y
así va construyendo todo lo que él interpreta como realidad.
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Menciono a Bachelard, por que es otro enfoque en como debemos reconocernos con la
realidad, con el entorno, con el espacio, describir que todo objeto puede textualizarse y
empezar a interiorizar, lo que significa para mi el lugar donde me encuentro emplazado, con
los conceptos ya establecidos de la arquitectura y tratando de describir mi realidad a través de
esos conceptos, deja un incierto, una duda, se que este tipo de aseveración suena muy poética
o muy sensible, pero creo que en esa sensibilidad se puede hallar lo que simbolizamos en el
lugar y como también el lugar nos simboliza.
Y concluyo que la Merced como lugar tiene mucho potencial, y reiterando la premisa en
los inicios del texto, la cual era la identificación de las personas con el lugar, pues si existe,
todo es categoría cultural, todo posee un grado de representación (Cassirer, 1971). El
problema es dar mayor notoriedad a esa carga simbólica o representativa, la plaza, la iglesia y
los parques así como el centro cívico, si funcionan si describen lo que son, y muestran a las
personas como interactúan con los espacios mencionados, puesto que cada cuidad siempre
mostrara lo que es, el problema surge con el usuario, puesto que no somos consiente del lugar
donde habitamos y ahí empiezan los problemas, pero hablar de usuario sería algo extenso y
pueda que no tenga resultado, nos definimos como sociedad y la sociedad nos define a
nosotros, pero hay momentos donde la definición no es suficiente, y buscan más terminología
para poder definirse, y eso es lo que ocurre con la Merced, se buscan más proyectos que
reformulen el entendimiento de la cuidad, lo que son en realidad , y según la poética
filosófica, da entender que no necesitamos de muchos preconceptos para poder definir lo que
nos rodea, y que cuando menciona el espacio feliz , hace ver el vínculo que existe entre las
personas y su realidad.
Bibliografía
Peirce, C. S. (1986). La ciencia de la semiotica. Buenos Aires: Nueva Vision.
Arenas, L., & Forgué, U. (2011). Planos de interseccion: Materiales para un diálogo entre
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Cassirer, E. (1971). Antropologia Filosofica. Mexico: Fondo de cultura Económica.
Garcia Morales, F. (19 de Octubre de 2012). El animal simbólico de Ernst Cassirer. Obtenido
de Ágora_FilosofiaEC: http://agorafec.blogspot.com/2012/10/el-animal-simbolico-de-
ernst-cassirer.html
Munichanchamayo.
http://reader.digitalbooks.pro/book/preview/28841/chap1.xhtml/-?1572663464820
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