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Unidad XI- Bourdieu.

“Thinking feminism with and against Bourdieu”

Autora: Terry Lovell

Alumno: Abel Amador Alcalá

Abstract:

En este artículo se argumenta que una unión positiva entre la sociología de la práctica y la
teoría feminista contemporánea. La sociología de la práctica, a través del concepto de
habitus, tiende hacia una visión 'sobredeterminada' de la subjetividad. La teoría feminista
contemporánea, ve la relación entre clase y género basados en Bourdieu, sobre todo en su
concepto de 'capital cultural'.

Para comenzar habrá que definir un concepto crucial, el habitus, que para Bourdieu
comprende las formas de hacer y de ser que los sujetos sociales adquieren durante su
socialización; se adquiere a través de la práctica (no ideológica y/o conscientemente).

La sociología de Bourdieu se basa en una explicación de lo que él llama “el sentido


práctico”, es decir, funcionar de manera efectiva dentro de un campo social dado, es el saber
cómo. Está indicado en el porte del cuerpo ("hexis") y en hábitos profundamente arraigados
de comportamiento, sentimiento y pensamiento.

Los feminismos contemporáneos y la sociología de la práctica de Bourdieu comparten un


enfoque común sobre el cuerpo. En sus discusiones sobre la dominación masculina, Bourdieu
atribuye su persistencia en gran parte al habitus de género.

Bourdieu apunta que en la sociedad posmoderna hay pocos “juegos” restantes ('campos
sociales de la práctica') totalmente reservados a los hombres. Ya que las mujeres tienen una
larga historia de 'colarse', incluso en la guerra (juego de honor).

Se plantea a partir de Butler, que la eliminación de las identidades opresivas, no se logrará


a través de la negación y la iteración de un yo más auténtico, sino a través de "queering the
pitch" (estropear la posibilidad de que alguien haga algo); desestabilizando las fijezas de la
identidad social a través de disfraces paradójicos o irónicos. La carne a veces se presenta
como un instrumento de la mascarada.

Tanto Bourdieu como Butler, utilizan el concepto de "performatividad". Las


interpretaciones (expresiones que promulgan o crean instancias o producen estatus sociales)
también son siempre actuaciones, pero tienen la fuerza de la institucionalización social. Para
Butler, las realizaciones socialmente integradas pueden ser desalojadas, sus significados
transformados, por actuaciones inspiradas que transgreden con autoridad.

El concepto de performatividad de Bourdieu en el que la autoridad de los performativos


deriva del poder de las instituciones sociales. El habitus que reconoce tácitamente esa
autoridad, no sugiere una libertad fácil para adaptarse o cambiar el yo.

Aunque nuestro habitus es adquirido y nuestra doxa (entendimiento común del mundo y
de nosotros mismos), son compuestos por los arbitrarios culturales, que son tan reales y
difíciles de cambiar, como cualquier atributo natural.

Para Butler, es el desempeño el que toma la parte activa, porque es en el desempeño,


irónico, juguetón o subversivo, que los enunciados pueden llegar a tener poder performativo:
"hay invocaciones del discurso que son actos insurreccionales"

Si bien la "sociología reflexiva" de Bourdieu permite la agencia política y el cambio


social, induce a veces un fuerte sentido de parálisis política.

Para Bourdieu, las niñas adquieren pronto los estigmas de la feminidad, los niños son
portadores de la masculinidad, debido a su inmersión en los "esquemas prácticos" de género
en los que se insertan desde el nacimiento, según lo dicta su sexo biológico y posición de
clase. Jacqueline Rose argumenta que la feminidad siempre es profundamente problemática,
un estado que nunca se acepta total y sinceramente, siempre se resiste.

Bourdieu vincula el sexo, la sexualidad y el género con demasiada fuerza, y esta es una
de las razones por las cuales las feministas toman en serio la acusación de
"sobresocialización” en sus teorías.

Para Butler, la posibilidad de resistencia es inherente a la naturaleza del poder o del


lenguaje. Una política feminista debe identificar las posibilidades de intervención para lograr
la transformación social, pero una política efectiva es aquella que reconoce la rigidez de las
restricciones que obligan a las mujeres a las circunstancias sociales en las que se encuentran.

Un problema con el trabajo de Bourdieu se refiere al alcance de sus afirmaciones


relativas a la dominación masculina. Para Bourdieu, siguiendo a Lévi-Strauss, las mujeres
son producidas socialmente como objetos que se intercambian entre hombres, y no como
sujetos. Como objetos, su circulación estratégica juega un papel clave en el mantenimiento y
la mejora del capital simbólico en manos de los hombres.

Skeggs identifica en el trabajo de Bourdieu tres formas de capital cultural, que existe: ‘en
un estado encarnado, en forma de disposiciones duraderas de la mente y el cuerpo; en el
estado objetivado, en forma de bienes culturales; y en el estado institucionalizado, lo que
resulta en cosas tales como calificaciones educativas. El tercer tipo de capital cultural de se
adquiere principalmente a través de la educación, y Bourdieu argumenta que la transmisión
del capital a través de las generaciones está cada vez más mediada por la educación formal.

Bourdieu argumenta que las mujeres desempeñan el papel principal en la conversión del
capital económico en capital simbólico para sus familias a través de la exhibición del gusto
cultural.

Skeggs enuncia: "La feminidad es inhabitable como una identidad completa y coherente",
argumenta que estas feminidades de la clase trabajadora tenían poco valor como "capital
simbólico". Las feminidades, como las masculinidades, pueden ser activos en el mercado
laboral, así como en el mercado del matrimonio y la familia, por lo tanto, intercambiables
por capital económico si no por capital simbólico.

La feminidad de la clase trabajadora puede comenzar a tener una ventaja competitiva en


el mercado en comparación con la masculinidad tradicional de la clase trabajadora, y este
cambio puede tener profundos efectos en "la dominación masculina". La dominación
simbólica no es el resultado de la lógica del pensamiento consciente, sino de la oscuridad de
los esquemas prácticos de habitus, en los que se inscriben las relaciones de dominación, a
menudo inaccesibles para la conciencia reflexiva y la voluntad.

Bourdieu defiende su proyecto de sociología reflexiva en términos de la posibilidad de


crear "un poder simbólico compensatorio en todo el continente". Pero la sociología reflexiva
enfrenta el mismo peligro que acecha al "feminismo académico", el de simplemente producir
nuevos campos y formas de ejercicio de la violencia simbólica.

El proyecto de muchos feminismos, como el que estableció el socialismo, fue el de


rehacer a nuestras comunidades con mayor justicia e igualdad. El trabajo de Bourdieu es de
gran importancia en la tarea de identificar las condiciones ocultas de existencia de las
comunidades intelectuales que se han enorgullecido de su apertura y objetividad.

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