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EL LLAMADO DE DIOS AL MINISTERIO

Henry Tolopilo
Pastor, Ministerio Hispano

INTRODUCCIÓN

Tanto el AT como el NT están repletos de información sobre la importancia del liderazgo en


relación con el pueblo de Dios.

Es obvio en la Escritura y en la experiencia, que el impacto ministerial y testimonio de una iglesia


están directamente relacionados con la calidad de sus pastores. Una congregación siempre es el
reflejo de sus líderes.

El elemento crucial, entonces, en la vida y ministerio de la Iglesia es su liderazgo.

Es imperativo, a la luz de esta verdad, que los líderes de la Iglesia sean hombres calificados y
capacitados para guiar. Dicha capacitación comienza, como vamos a ver en La Escritura, con el
llamado de Dios en la vida de un hombre.

Cada cristiano tiene el derecho y responsabilidad de ser testigo del Señor Jesucristo, y compartir
el evangelio. La propagación del evangelio no esta limitada a “unos pocos y fieles creyentes”.
Todo hijo de Dios ha sido dotado por el Espíritu Santo para ministrar en esta tierra, tanto entre los
santos como entre aquellos que no conocen a Dios.

Pero, la vocación ministerial que mueve a un hombre a servir en el pastoreado del rebaño de
Dios, que incorpora la enseñanza y gobierno de la Iglesia, requiere un llamado especial de Dios a
ciertos hombres.

I. LA REALIDAD DEL LLAMADO

Es obvio en la Escritura que Dios siempre escoge y llama a sus siervos para su servicio.
Existen numerosas ilustraciones a través de la Palabra de Dios que corroboran este hecho.

o Jeremías 1:5

o Ezequiel 2:1-3

o Hechos 20:28

o Gálatas 1:15
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o Hechos 9:15

o Efesios 4:11

Es obvio que Dios tiene que llamar a sus siervos antes de enviarlos a servir en su nombre. Un
hombre que se lanza al ministerio, pero que no ha sido llamado por Dios va a ser un fracaso y,
consecuentemente, su trabajo será nulo e improductivo.

o Jeremías 23:32: “...cuando yo no los envié ni les di órdenes, ni son de provecho alguno
para este pueblo...”

o Jeremías 1:4-9: “... a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande...”

o Ezequiel 2:1-3: “...Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel...”

Cuando vamos al NT, notamos que este método divino de llamar a ciertos individuos para un
ministerio de liderazgo entre su pueblo continúa:

o Marcos 3:14-14

o Hechos 9:15

o Gálatas 1:15-16

Ante estas afirmaciones alguno puede estar pensando: Bueno veo que ese es el llamado de Dios a
hombres especiales como profetas y apóstoles, pero yo soy un simple pastor que siento que Dios
me ha puesto en el ministerio y tengo ese carga, pero no puedo compararme con esos siervos de
Dios.
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Observe lo que Pablo dice a los ancianos, pastores de la iglesia en Éfeso:

o Hechos 20:28: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su
propia sangre”.

¿Quién colocó a estos hombres en el ministerio del pastorado? El Espiritu Santo. Él es el que los
llamó y colocó como pastores “para apacentar la iglesia del Señor”.

o Efesios 4:11-12: Y él mismo (Jesucristo v.9) constituyó a unos, apóstoles; a otros,


profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los
santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,

Dios es el que escoge y llama a un grupo selecto de hombres para servir como líderes, guías
espirituales, pastores de su pueblo.

En conclusión, todo hombre que sirve como líder del pueblo de Dios debe ser un hombre que ha
sido llamado por Dios y preparado por Él para ese ministerio. Este lugar de servicio especial no
es algo que un hombre escoge entre varias otras vocaciones o posibilidades de profesión o
trabajo, Dios es el que escoge y llama al pastorado.

II. EL LLAMADO ES ESENCIAL

El llamado al ministerio es esencial, ya que el líder espiritual guiará a su pueblo y será un modelo
a imitar, marcando el estándar a seguir. El profeta Oseas afirma: “...y será el pueblo como el
sacerdote...”. Éste es un principio de liderazgo básico en toda la Escritura.

El Señor Jesús lo expresó de esta manera:


“...¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?...”.

Un discípulo no es más ni menos que aquel quien fue su ejemplo, en precepto y conducta.

Por eso, es absolutamente esencial que los pastores de la Iglesia sean hombres cualificados. El
llamado de Dios en sus vidas es vital para la salud espiritual del rebaño.

Pablo podía decir con confianza a los creyentes en Corinto, sed imitadores de mí, así como yo de
Cristo, porque estaba seguro de su llamado al ministerio por el mismo Señor Jesucristo (Hechos
9:15; Gálatas 1: 15).

Existen varias razones en La Escritura que subrayan y expanden la importancia del llamado de
Dios en la vida de sus siervos.

1. El estándar de Dios para el ministerio es alto

2. El ministerio no es una profesión


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3. Las responsabilidades ministeriales son extraordinarias

4. El ministerio es exigente

III. EL LLAMADO ES RECONOCIDO

Si un hombre ha sido llamado por Dios para servir, este hombre va a reconocer ese llamado y
la iglesia lo confirmara. En otras palabras, el siervo de Dios y el pueblo de Dios reconocen el
llamado de Dios en un hombre.

1. El elemento subjetivo

2. El elemento objetivo

IV. EL LLAMADO ES LIMITADO

No cualquiera puede ser pastor. Nadie tiene el derecho de pararse a predicar en nombre de Dios
(Stg. 3:1).

1. Varones

2. “Irreprensibles”
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V. EL LLAMADO ES SINGULAR

Aunque el ministerio requiere dedicación a varias tareas, el NT subraya la proclamación de La


Palabra de Dios como el llamado primordial del ministerio.

Es un hombre quien fue llamado por Dios para hablar en nombre de Dios el mensaje de Dios. En
otras palabras, el hombre de Dios fue llamado a proclamar y enseñar Su Palabra.

o Romanos 10:13-15

Definición del hombre de Dios:

o El Hombre de Dios como predicador

o El Hombre de Dios como maestro

CONCLUSIÓN

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