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de la justicia de Dios,
parte 3
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John Piper
Lo que Talitha no sabe, pero puede aprender algún día es que en 1759, cuando
Cowper tenía 28 años, tuvo un colapso mental severo y había tratado de
cometer suicidio en tres formas diferentes. Estaba convencido de que estaba
maldito y sin esperanzas. En diciembre de 1763, fue internado en el Asilo St.
Albans, donde el Dr. Nathaniel Cotton atendía a los pacientes. Por algún
maravilloso designio de Dios, Cotton era también un creyente evangélico y
amante de Dios y del evangelio.
Cotton amaba a Cowper y le daba esperanzas constantemente a pesar de la
insistencia de Cowper de que estaba maldito y sin esperanzas. A los seis
meses en su estadía, Cowper encontró una Biblia (no por accidente) en un
banco del jardín. Primero miró en Juan 11 y vio “tanta benevolencia,
misericordia, bondad, y simpatía con los miserables, en la conducta de nuestro
Salvador” que sintió un rayo de esperanza. Después, fue a Romanos 3:25,
nuestro texto de hoy. Este fue momento fundamental de cambio para su vida.
Inmediatamente recibí la fuerza para creerlo, y toda la luz del sol de la justicia
brilló sobre mí. Vi lo suficiente que era la expiación que Él había hecho, mi
perdón sellado en su sangre, y toda la plenitud y la totalidad de Su
justificación. En un momento creí, y recibí el evangelio.
En Junio, 1765, Cowper dejó St. Alban y vivió y ministró durante 35 años —
no sin grandes batallas con la depresión, pero también no sin grandes frutos
para el reino, como los himnos “Hay una Fuente Llena de Sangre”, “Cuánto
Anhelo Caminar Junto a Dios” y “El Espíritu Se Mueve en Su Palabra”
[“There is a Fountain Filled with Blood", "O for a Closer Walk with God!" y
"The Spirit Breathes upon the Word”].
Así ha ocurrido una y otra vez en la historia. Alguna gran oración del
evangelio en el libro de Romanos ha despertado el alma de un corazón
angustiado —Agustín, Lutero, Wesley. Quisiera que así fuera hoy a medida
que fijamos nuestra atención en estas palabras. Los versículos 25-26 son,
quizás, las palabras más importantes en la Biblia (especialmente si se analizan
junto a los versículos 23-24, los cuales vimos la semana pasada).
Pero, ¿qué fue lo que creó ese problema? ¿Por qué Dios se encarga vindicar
públicamente su justicia? La respuesta está en la última frase del versículo 25
y al final del versículo 26: “pasó por alto los pecados cometidos
anteriormente”; y porque él es “el que justifica al que tiene fe en Jesús”.
Ahora bien, ¿qué significan esas dos frases: “a causa de haber pasado por alto,
en su paciencia, los pecados pasados” y “el que justifica al que es de la fe de
Jesús”? Significan que ahora, y durante siglos, Dios ha estado haciendo lo que
dice el Salmo 103:10: “No ha hecho con nosotros conforme a nuestras
iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados”. Dios ha estado
pasando por alto miles de pecados. Ha estado perdonándolos y dejándolos
pasar sin castigarlos.
A esto se refiere Pablo en Romanos 3:25, a pasar por alto los pecados
previamente cometidos ¿Pero por qué es esto un problema? Que Dios sea
amable con los pecadores es un problema para la mentalidad secular ¿Cuántas
personas fuera del alcance de la influencia Bíblica, luchan con el problema de
que un Dios Santo y Justo hace que el sol salga sobre buenos y malos, y envía
la lluvia sobre el justo y sobre el injusto (Mateo 5:45)? ¿Cuántos luchan con la
aparente injusticia de que Dios sea misericordioso con los pecadores? De
hecho, ¿cuántos cristianos luchan con el hecho que nuestro propio perdón, es
una amenaza para la justicia de Dios?
La mentalidad secular ni siquiera evalúa la situación como lo hace la mente
que conoce la Biblia ¿Por qué? ¿Por qué la mente secular piensa desde un
punto de partida radicalmente diferente? La mente secular no comienza con
los derechos de creador de Dios —el derecho de defender y demostrar el
infinito valor de su gloria, comienza con el hombre y asume que Dios estará
conforme con nuestros derechos y deseos. Pero en el contexto de Romanos, el
asunto es: ¿Cómo ha sido tratada la gloria de Dios?, y, ¿cuál es la respuesta
apropiada de Dios a este trato de su gloria?
Y Dios hubiera dicho, «El creador del universo, el diseñador del matrimonio,
la fuente de vida, el que te mantiene en vida, el que te hizo rey —el Único, Yo
el Señor, ¡y ni siquiera pensaste en mí! Sí, David. Es justo a esto a lo que me
refiero. Me menospreciaste”. Todo pecado antes de ser un daño a los
humanos, es un desprecio a Dios. Todo pecado es una preferencia por los
placeres fugaces del mundo, en lugar del eterno gozo que produce la
comunión con Dios. David menospreció la gloria de Dios. Él tuvo en poco el
valor de Dios. Deshonró el nombre de Dios. Eso es lo que significa pecar —
dejar de amar la gloria de Dios por encima de todas las cosas. “todos pecaron”
y “cambiaron la gloria del Dios”.
EL PROBLEMA: APARENTEMENTE DIOS MENOSPRECIA SU
PROPIA GLORIA
Por lo cual, el problema, cuando Dios pasa por alto los pecados de los
hombres, es que Dios parece estar de acuerdo con aquellos que desprecian su
nombre, y le dan poca importancia a su gloria. Parece estar diciendo, el hecho
de que mi gloria esté siendo despreciada no tiene importancia. Parece aceptar
el bajo aprecio de su valor. Esto es lo que sucede al pasar por alto los pecados,
al perdonar y justificar al impío (Romanos 4:5), parece estar comunicando: La
gloria de Dios, su nombre, y su valor, no es muy grande, realmente es como
nada. Y esa es la esencia de la injusticia. De modo que Dios parece ser, y de
hecho sería injusto, si pasara por alto los pecados sin salvarnos en un modo tal
que demostrase su infinita pasión por su gloria —que es su justicia.
Al final del versículo 26, Pablo muestra cuales eran los dos grandes objetivos
de Dios en la muerte de Jesús ¿Por qué murió Jesús? Fue “a fin de que él
[Dios] sea el justo, y el que justifica al que tiene fe en Jesús”. Su propósito era
ser justo, pero reconocer como justos a aquellos que no tienen su propia
justicia. Ambos propósitos parecen contradecirse uno al otro. La justicia de
Dios dictaría: Derrama tu ira sobre los pecadores que han cambiado tu gloria
por otros valores —seria justo. Pero, no derramar la ira contra el impío —sería
injusto. Pero si Dios quiere demostrar el infinito valor de su gloria, y justificar
al impío, entonces alguien —es decir, Jesucristo— tenía que soportar la ira de
Dios para mostrar que Dios no toma a la ligera el desprecio a su gloria. Por
eso es que la palabra “propiciación” en el versículo 25 es tan importante.
Cristo recibió la ira de Dios por nuestros pecados, y la alejó de nosotros.