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Desde una nueva perspectiva se empezó a interpretar los desastres como funciones de un
proceso social en marcha, su estructura de relaciones humanas y el marco más extenso de
los procesos históricos que han dado forma a dichos fenómenos (Hewitt 1983, p. 25). Esta
nueva perspectiva establece una relación entre los riesgos y las condiciones socio-
económicas.
Esta perspectiva plantea que los desastres son causados, pues existe una relación directa
entre el daño causado y las condiciones de subdesarrollo de los países afectados. Esta
perspectiva también sostiene que dichas condiciones y las fuerzas que las crearon has
desestimado las estrategias de adaptación desarrolladas a través de la experiencia sobre los
peligros de la región. Por lo tanto, es erróneo creer que el desastre es un evento extremo.
Para evaluar las condiciones de subdesarrollo en los andes es necesario ver los peligros
que caracterizan la región. En general, las bases naturales de esta condición se encuentran
en las dimensiones de la climatología y la geología.
Los factores climatológico y oceanográfico afectan a la región andina, siendo El Niño y los
andes también otros factores.
A fin de tener un mayor control sobre la población, arruinaron las estrategias indígenas de
adaptación a los ambientes peligrosos, ocurriendo en dos niveles; el específico y el
sistemático.
En palabras de Larson:
Los españoles no sólo ignoraban sino que desestimaban los conocimientos andinos sobre
territorialidad y modelos de asentamiento (1988, p. 35).
Las técnicas de construcción españolas y los diseños urbanos fueron utilizados en las
reducciones. Aquí se favoreció el modelo tradicional de calles angostas y perpendiculares
organizadas alrededor de una plaza central. Lo normal era construir calles angostas y casas
muy cercanas. Pese a que se siguió utilizando materiales de construcción que se usaban en
la época pre colombina, aparecieron cambios tanto en los materiales como en las técnicas
de construcción que las hacían muy vulnerables a los sismos. Todos estos cambios
aumentaron el peligro que dichas viviendas representaban para sus habitantes.
La naturaleza extractiva del sistema dio inicio a un modelo que ha ido creando una
infraestructura de extracción más que de integración y, finalmente, una nación agrícola
dependiente de los recursos externos. La red de carreteras y comunicaciones vinculó a las
regiones andinas con el centro de Lima, más no a una con otra.
Como consecuencia, la sociedad que enfrentó el tremendo sismo que ocurrió en la tarde
del 31 de mayo de 1970 era muy vulnerable a una catástrofe, por ello el peor desastre
“natural” acaecido en el hemisferio norte ocurrió aquí.
El terremoto afectó una zona de aproximadamente 83,000 Km2 […]. Ocasionó la muerte de
unos 70,000 habitantes, hiriendo a otras 140,000 personas y causando daños y destrozos a más
de 160,000 construcciones, […]. Más de 500,000 personas quedaron sin vivienda y las vidas de
otros tres millones de personas se vieron afectadas (1994, p. 11).
Los sistemas de electricidad, agua y atención médica fueron devastados por el desastre, al
igual que las carreteras, ferrocarriles, aeropuertos y comunicaciones, los cuales fueron
inhabilitados por el terremoto.
Los embotellamientos que se crearon en Lima fueron el primer síntoma del problema que
caracteriza a las sociedades dominadas por una ciudad primaria a través de la cual
tradicionalmente fluyen hacia afuera todos los bienes. No sólo tuvo que pasar por Lima la
ayuda del interior para la zona del desastre, sino que todas las decisiones acerca de la
región afectada se tomaron a nivel de una organización ministerial creada para este
propósito y localizada en Lima. El hecho de que el principal organismo encargado de la
mitigación y reconstrucción está ubicado completamente alejado de la zona del desastre
resultó en un caótico diseño burocrático y una desconcertante división de responsabilidades
de acuerdo al tipo de ayuda y la esfera de responsabilidad, trastornando seriamente la
entrega (Doughty, 1988: 50).
Los embotellamientos creados en Lima fue la principal consecuencia que esta sea una
ciudad por la cual fluyan los bienes y las decisiones hacia afuera. El hecho que el
organismo principal encargado de la mitigación y reconstrucción estuviera ubicado lejos
del lugar del desastre resultó en un caótico diseño burocrático y división de
responsabilidades.
Conclusiones
Los primeros años de la década de los setenta fueron duros debido a los intentos de
recuperación. La mayoría de la ayuda se concretó en las ciudades, aunque las carreteras,
aeropuertos y los servicios de electricidad y agua se encuentran en mejor estado de lo que
estaban antes del terremoto, pero muy poca ayuda llegó a la población rural gracias a la
pésima distribución de la ayuda y la falta de eficiencia de los organismos de apoyo incluso
varios años después del desastre.
Por último, gran parte de la devastación es consecuencia del colonialismo que trastornaron
las formas de adaptarse a los peligros ambientales diseñados por las poblaciones y culturas
andinas. Ergo, la gran vulnerabilidad de la región es un producto histórico. Pero pese a que
el colonialismo transtornó las formas de adaptación andinas, estas, con ayuda de una
investigación cuidadosa y la combinación de la experiencia técnica occidental, podrían
contribuir a reducir la vulnerabilidad.