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DORA BAZAN MONTENEGRO

1. TRAYECTORIA PROFESIONAL

La trayectoria académica profesional de la doctora Dora Bazán Montenegro esta ligada a la


enseñanza y la investigación universitaria. Docente universitaria en diversas universidades
peruanas, en especial, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1962-1987) y en
la Universidad Ricardo Palma (1969-1972) y 1987 hasta la fecha. Profesora de Educación
en la especialidad de Lengua y Literatura, Magíster en Filología Románica en la
Universidad de Madrid (por convalidación) y estudios de Magíster en Ciencia Política
(Universidad Ricardo Palma), Doctora en Educación, Doctora en Filología y Lingüística,
Doctora en Literatura (Universidad de San Marcos) y Doctora en Filología Románica
(Universidad de Madrid, actual Complutense) Investigadora en la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos (1962-1987) de donde es Profesora Emérita y en la Universidad
Ricardo Palma ( 1985-1986 y 1987 a la fecha), donde es Directora del Instituto de Estudios
Clásicos Occidentales y Orientales (IECOO). Asesora de investigaciones en la Universidad
de San Marcos (1970-1987 y esporádicamente, por ser Emérita) y la Universidad Ricardo
Palma (1972) y (1982-1985, a la fecha). Autora de varios libros y numerosos artículos en
revistas especializadas, de divulgación y en periódicos, además de Directora y editora de
libros y revistas. Conocedora de varios idiomas y traductora al castellano del francés,
italiano portugués, catalán y en especial latín clásico, medieval y eclesiástico, griego
clásico y eclesiástico y sánscrito védico. Ponente y organizadora de congresos nacionales e
internacionales, mesas redondas y conferencias en Perú y el extranjero en especial, Madrid,
México, Ecuador, Estados Unidos (Nueva York), India y otros.

2. LOS CURSOS QUE ENSEÑÉ

El año 1969 significó la convocatoria a un curso público para cubrir las plazas docentes en
una Universidad de la que nunca antes había oído hablar, la Universidad Ricardo Palma.
Acababa de llegar de Europa, luego de haber disfrutado de la beca de Ofines, convocada
para trabajar sobre las normas cultas de América y quería tener la experiencia de otras
universidades fuera de San Marcos.

Recuerdo que preparé mis papeles para el concurso en forma solitaria y también que, en la
cola que se había formado para entregarlos, conocí a la Dra. Elena Figueroa que me seguía
en ella. Para entonces tenía tres doctorados y saqué fotocopias chiquitas que no engrapé
sino que puse ante la señorita que recibía los papeles como si fueran naipes. Allí, en el
escritorio coloqué mi grado de bachillerato de Letras de San Marcos, el título de Profesora
en Educación (San Marcos) y los grados de Doctora en Educación (San Marcos) y Doctora
en Filología Romántica (Universidad Complutense, Madrid). A éstos se agregaron
fotocopias de constancias, libros, folletos, etc.

Pese a ello, en el concurso sólo alcancé la categoría de Asociada. Como yo era Principal en
San Marcos y reunía todas las condiciones para la categoría, presenté una solicitud de
reclamo, casi de inmediato. Al poco tiempo me llegó una Resolución Rectoral en la que se
me decía que había existido un error y que no se me habían computado todos mis
documentos por lo que se me consideraba como Profesora Principal y no Asociada.

El grupo que ingresó en este primer concurso, en mi campo, era de lo más selecto en las
áreas de Humanidades. Me encontré con Luis H. Ramírez, Miguel Cetraro, Elena Figueroa,
Enrique Ballón, Maureen Ahern; a algunos los conocía de San Marcos y otros los acababa
de conocer entonces.

Aunque parezca mentira, de mis recuerdos se ha borrado el lugar en el que enseñé. Me


acuerdo tan sólo que uno de mis cursos era el de Latín, que tenía alumnos de educación,
escasos y que, entre mis alumnos, se encontraban las hoy profesoras Amanda Orellana y
Zunilda Rondón.

En latín apliqué el mismo método que en San Marcos, esto es, por ejemplo, los verbos no
se estudiaban conjugación por conjugación como ocurría en Europa, sino que se estudiaba
cada tiempo en las cuatro conjugaciones.

Los alumnos tuvieron algunas dificultades al comienzo pero, poco a poco, las fueron
superando, y al final, todos quedaron muy satisfechos de su aprovechamiento.
Como eran alumnos de Educación, en la especialidad de Lengua y Literatura, también les
explicaba de qué forma el latín llegó al español, aunque no de manera muy detenida. En
latín, el método también incluía un detenido análisis morfosintáctico de oraciones escritas
ad hoc y algunos textos sencillos de Carmina Burana. Tenía sólo tiza y pizarra y los
ejercicios de cada clase los corregía conforme iban resolviéndolos, carpeta por carpeta.

Otro curso que enseñé fue el de castellano para Ingeniería. Lo dictaba en el local de la
avenida Arequipa que me parecía frío y tétrico.

Uno de mis alumnos de aquella época enseña actualmente en la Facultad de Ingeniería y


siempre que lo encuentro me hace recuerdos simpáticos y alegres. Nunca antes había
enseñado a estudiantes que no se interesaran por el lenguaje y las lenguas pero, aunque con
esfuerzo, siempre logré capta su atención.

Aparte de las clases, sólo teníamos reuniones esporádicas con los profesores y presididas
por el Jefe de Departamento; pero, cuando no habían clases, había que hacer permanencia
y, como no existían bibliotecas, lo único que podía hacer era conversar. Lo hacía muy
frecuentemente con Luis Ramirez, Maureen Ahern, Elena Figueroa y, sobre todo, Enrique
Ballón quien indicaba que la semiótica era la ciencia que había superado a la filología y a la
estilística. Lo quería entender cómo y en qué, pero él nunca me respondió concretamente
sino que me describía detalladamente sus trabajos sobre puntos específicos. Tampoco me
alcanzó libro alguno y me tenía intrigada, aunque claro está, yo seguía trabajando con los
métodos filológicos y estilísticos fundamentalmente.

Durante años y, especialmente en la Ricardo Palma, seguía a Enrique Ballón para que me
revelara sus secretos, pero sólo hasta que Desiderio Blanco y Raúl Bueno publicaran su
libro Metodología del análisis semiótico y hasta que Ballón dio a conoces su Vallejo como
paradigma, bajo el sello de la editorial del Instituto Nacional de Cultura, no entendía que
ese método no sustituía a la Estilística en absoluto y que sólo servía para textos que no me
interesaban manejar.

Cuando San Marcos me concedió la dedicación exclusiva y, deseando no ser incompatible,


abandoné la Universidad Ricardo Palma para poder dedicarme más a la investigación. No
pedí licencia, no me cancelaron los beneficios sociales que me correspondían. Simplemente
dije adiós.

Hacia 1974 el Dr. Mario Villarán solicitó mi colaboración para la novísima Facultad de
Lenguas Modernas. Por ello, el Rector de San Marcos Dr. Juan de Dios Guevara me
concedió el permiso necesario, mediante una Resolución Rectoral.

Y así llegamos a los 80 en que la Dra. Rosa Filipchuk me invitó a enseñar en la Facultad.
Entonces sólo quería investigar y por ellos le expresé que sólo regresaría si había algo
relacionado con la investigación. Eso ocurrió en 1985, para el curso de seminario de a
Tesis. Se trataba según se me dijo de una nueva experiencia, para lo cual no era necesario
que asistiera a la Universidad. Los alumnos, que eran mujeres todas, venían a mi casa. Me
fue algo difícil enseñar aquello que yo sabía hacer: investigar.

Con permiso específico del Decano de la Facultad de Letras de San Marcos, Dr.
Washington Delgado dirigí tesis de Traductología, Estilística Comparada y Terminología
de 1985 y 1986. En 1987 me retiré de San Marcos y desde entonces hasta 1990 dirigí pre-
tesis a razón de 1 hora semana por alumno. En 1991 la metodología del curso varió pues se
empezó en forma de taller, modo que empleo hasta la actualidad, habiendo llegado a
experimentar que este es un método más productivo que el anterior. Esto ha sido mostrado
a la comunidad a través de las Convenciones de Bachillerandos en las que los alumnos
exponían los resultados de sus trabajos.

3. EL QUEHACER INTELECTUAL

A lo largo de su trayectoria vital, la doctora Dora Bazan ha realizado numerosas


investigaciones en el campo de las humanidades y las lenguas modernas.
Dora Bazán

Mujeres, ideas y estilo en las tradiciones de Palma (2001)

Mujeres, ideas y estilo en las Tradiciones de Palma consta de tres partes: la


primera, “La mujer en las Tradiciones”, analiza a este personaje como elemento
esencial, la que por la frecuencia con que aparece y por la forma en que se
desenvuelve su presencia, más que un medio argumental es un rasgo de estilo
que nos permitirá descubrir, en parte, la estructura de la obra maestra de Ricardo
Palma. La segunda, “Los nombres en Palma”, muestra la importancia que éstos
tienen para Palma. Se examina los aciertos del tradicionista como estudioso de la
antroponimia. La tercera es la más larga, procede parcialmente de la tesis Palma y
España (presentada en la Universidad Complutense de Madrid y dirigida por
Dámaso Alonso), en la que se analiza, con criterio sistemático, tanto la estructura
profunda como la superficial de todas las Tradiciones. La tipología se basa no solo
en los títulos y temas, sino en la presentación y caracterización de los personajes;
la nominación y los rasgos estilísticos del lenguaje empleado, entre otros. Al final
no solo se muestra la perspectiva sincrónica, sino también la diacrónica y,
refiriéndonos a las fuentes de Palma, se incluye un capitulo ejemplificando el
llamado “zurcido palmista”.

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