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Características fundamentales
Tras la delimitación de los bloques occidental y soviético a finales de la década de los cuarenta, las
relaciones internacionales empiezan a caracterizarse por un estado de permanente tensión entre las
dos superpotencias. Las características de la Guerra Fría fueron las siguientes:
Tras el fin de la guerra, las potencias occidentales comenzaron a sentirse abiertamente desafiadas al
constatar el fuerte avance del comunismo por Europa oriental. En menos de un año, la URSS, había
logrado ampliar su radio de influencia instalando gobiernos afines en casi todos los territorios liberados
por sus tropas luego de la invasión nazi. Polonia, Hungría, Rumania, Bulgaria y Albania funcionaban ya
como satélites rusos, sin considerar la estratégica
presencia soviética sobre una de las cuatro franjas en
las que había sido dividida Alemania. La reacción no se
hizo esperar y en 1946, Winston Churchill propuso
formar una Alianza Occidental que contuviera la
pretensiones soviéticas de expandir “su poder y sus
doctrinas” al resto del mundo. De este modo, como
resultado de la Segunda Guerra se instaura un nuevo
orden mundial en el que desaparecen las alianzas y los equilibrios de poder que habían establecido las
naciones europeas desde fines del siglo XIX.
El primer escenario del enfrentamiento entre los dos grandes bloques fue, recién acabada la Segunda
Guerra Mundial, Alemania; su capital, Berlín, dividida en 4 zonas de ocupación, se encontraba en pleno
territorio controlado por los soviéticos, que decidieron cerrar todas las fronteras y aislar el sector
occidental de la ciudad (bloqueo de Berlín).
Los Estados Unidos en el año 1961, por iniciativa de las autoridades de Berlín-Este, se alzó un muro que
dividió la ciudad (Berlín) en dos partes, y que finalmente se convirtió en el símbolo más evidente de la
Guerra Fría. El muro detuvo la huida hacia el Oeste y algunos, en intentar atravesarlo de manera
clandestina, perdieron la vida.
Si bien la política de bloques no permitía la neutralidad, varios países del mundo se plantearon el tema
de la independencia política y económica respecto de las grandes potencias. Se trató del Movimiento de
Países No Alineados, que tuvo entre sus principales líderes a los presidentes de Yugoslavia, India y Egipto.
Por el hecho de estar en el área de influencia estadounidense, Chile también experimentó los efectos de
la Guerra Fría. En 1948, se promulgó la Ley de Defensa permanente de la Democracia, llamada “Ley
Maldita”, que prohibía la existencia del Partido Comunista, eliminaba a sus militantes de los registros
electorales y desataba la detención y persecución de cientos de comunistas. En las décadas de 1960 y
1970, se vivió con más fuerza la lucha ideológica entre las ideas capitalistas y las socialistas. La recepción
de la ayuda de la Alianza para el Progreso permitió la implementación de programas de adelanto en
diferentes áreas, como salud y educación; sin embargo, no logró detener el avance del socialismo y de los
movimientos revolucionarios. La mayor tensión se alcanzó cuando en 1970 resultó electo Presidente el
socialista Salvador Allende, primer gobernante de esa tendencia que llegaba al poder por vía
democrática, quien fue derrocado por el Golpe de Estado en 1973. Durante su gobierno Chile estuvo en
el centro de atención de las superpotencias.
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