Sie sind auf Seite 1von 3

ARQUIDIÓCESIS DE BARQUISIMETO

UNIVERSIDAD CATÓLICA “SANTA ROSA”


INSTITUTO DE ESTUDIOS SUPERIORES ECLESIÁSTICOS “DIVINA PASTORA”
IV DE FILOSOFÍA

EL PODER TRANSFORMADOR DEL CELAM EN MEDELLÍN (1968)


(ENSAYO)

Autor: Salas Ortiz, Rafael Alejandro.


C.I.: V-25.649.090.

La historia de Latinoamérica se ha venido desarrollando con un largo recorrido desde


nuestros aborígenes, seres humanos que tenían conciencia de su existencia y que
necesitaban continuamente de otras personas, resaltando una antropología social cuyo gran
valor era cooperar para un mayor y mejor desarrollo en sus civilizaciones indígenas. Con la
colonización se trajo a nuestras tierras el poder del Evangelio de Jesucristo; mas, también
llegó el poder de la barbarie colonizadora que destruyó y sometió a muchos pueblos a
fuerza de espada, esclavitud y deshumanización. Esta parte de la historia no quedó del todo
abolida con el ímpetu de las Guerras de Independencia, pues se han mantenido –aun hoy
día- rastros de esclavitud y zozobra en esta América Latina. Es por ello que, en 1968, los
obispos de este continente Sudamericano decidieron reunirse, por segunda vez, en la ciudad
de Medellín para tratar la gran problemática que existe en estas tierras, aunque no de igual
manera a como se vivió en los años 1500, pero demostrando la importancia y el valor de la
persona humana en este mundo cambiante.

Los obispos han centrado su mirada en el compromiso evangélico que Jesús les dejó: “Id
y haced mis discípulos a todas las naciones” (Mt 28, 19), poniendo sobre el paredón el
dolor que a ellos atañe la grandes crisis que pasan los pueblos más desfavorecidos
económicamente y donde se les ha quitado de raíz el sueño de progreso como personas
dignificadas, capaces de trascender. Y que, aunque existen personas y entes
gubernamentales que se solidarizan con los más desfavorecidos, se acrecienta cada vez más
el hambre y la miseria; las enfermedades masivas; las altas tasas de mortalidad infantil; el
analfabetismo; la marginalidad; desigualdades económicas en las clases sociales; la
excesiva violencia; y, la inoperatividad del pueblo en las opiniones que favorezcan a su
crecimiento humano, social, cultural, económico y político.

Ahora bien, siguiendo la influencia del gran Concilio Vaticano II, los Padres
Latinoamericanos se han centrado –tal como lo señala el Documento Final de Medellín- en
dos aspectos importantísimos en los cambios del Continente: La Promoción Humana y La
Iglesia visible y sus estructuras. El primer aspecto está dividido en nueve puntos, a saber: la
justicia; la paz; la familia y demografía; la educación; la juventud; la pastoral popular;
pastoral de las élites; la catequesis; y, la liturgia. Todos ellos están provistos en una
reestructuración del sistema eclesiástico, promoviendo el desarrollo del Pueblo de Dios con
una visión propia de cada región que ocupa el Continente, variado en su totalidad; así como
la formación de conciencias rectas, capaces de intervenir en el proceso de cambio en estas
naciones en vías de desarrollo, rechazando modelos e ideologías que alienen y roben la
dignidad propia, de igual modo a su relación social e individual, así como económica,
política y religiosa. Por otro lado, el segundo aspecto va dirigido a los laicos y personas
religiosas, llamadas a promover la vida humana y a no permanecer estáticos ante las
agravantes que se vislumbran en el horizonte de nuestros países, sino amoldarse –sin
olvidar su misión Evangélica- y ser pioneros en demostrar la caridad proveniente de Dios a
cada uno de los individuos que ocupen nuestras calles y plazas, campos y empresas,
escuelas y seminarios, Iglesias y parques, para lograr “ser uno con Dios” (Cf. Jn 17,11).

Siguiendo este mismo orden de ideas, en cuanto a la educación en Latinoamérica, los


obispos consideran necesario el compromiso de la Iglesia en el proceso de transformación
de los pueblos, primero observando que existen graves crisis educativas en nuestras
sociedades: analfabetismo (especialmente en los indígenas); el insuficiente alcance de la
educación en la Región, así como los métodos de aprendizaje incomprensibles para muchos
que no permiten la formación de un espíritu crítico; la imperatividad de la enseñanza como
vía para tener más, en vez de buscar que cada individuo logre ser más. En segundo lugar, la
Iglesia propone una necesaria “liberación” de los modelos de aprendizaje rudos para
nuestros países; de igual manera, de una proliferación de este nuevo modelo, capaz de ser
creadora del nuevo tipo de sociedad, esforzándose en la personalización de las nuevas
generaciones, de su dignidad humana, su autodeterminación y, con ello, el verdadero
sentido comunitario. Para ello, los Padres proponen una integración de todos los educadores
y educandos para establecer y dar forma a este nuevo modelo “liberador”, a través de la
Educación de Base –proporcionando la alfabetización a los marginados-; la adecuada
selección y promoción del profesorado; la apertura de las escuelas y universidades católicas
alas comunidades locales, nacionales e internacionales, para poder, de esta manera,
responder a las exigencias del propio país; y, no contraponer la escuela confesional con las
no confesionales, sino, al contrario, crear vínculos que permitan el desarrollo humano y
social de cada persona que a éstas acudan.

En efecto, la Iglesia alzó su voz –tras su II Conferencia General del Episcopado


Latinoamericano- para hacer frente a las grandes problemáticas halladas para la época, con
miras a lo que pudiese suceder en un futuro y que ahora nosotros podemos palpar. Muchas
advertencias se hicieron por ejemplo, en el plano político, acerca de las ideologías que
martirizan a nuestros países, como lo son el socialismo y el capitalismo, atrayentes para los
habitantes de nuestros pueblos que sólo abusan del poco desarrollo que -en todos los
ámbitos- se poseen. De igual manera, es necesario formar conciencias, más que edificios y
empresas, para que surjan de estas tierras, aún en crecimiento, hombres y mujeres capaces
de ejercer el dominio de su vida con criterios y valores bien fundamentados, sobretodo en
los cristianos llamados a ser “sal y luz en medio del mundo” (Cf. Mt 5, 13-16).

Das könnte Ihnen auch gefallen