Sie sind auf Seite 1von 10

UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

PROFESOR:

Luis Gerardo Rejas Borjas

CURSO:

Historia Mundial Contemporánea

TEMA:

Derechos de la mujer en el siglo XX

INTEGRANTES:

 Inga Soto, Marlit del Rosario


 Minchola Gonzales, Alessa
 Mendivil Contreras, Lucía

EAP: Trabajo Social

Lima-Perú

2019-II
Índice

Introducción…………………………………………………………………………………..….. 3
Cap. 1 : Antecedentes y limitaciones…………………………………………………...……....... 4

1.2. Supremacía de la ideología patriarcal…………………………………………………. 4

1.1. Los roles de las mujeres en las sociedades antiguas ……..….……………………….. 5

Cap. 2: Principales movimientos de lucha……………………………………………………….. 8

2.1. Movimiento Feminista: Flora Tristán…………………………………………………8

2.2. Principales actores ........................................................................................................ 9

Cap. 3: Repercusiones, logros y ejemplos....................................Error! Bookmark not defined.

3.1. Repercusiones en el mundo y Latinoamérica ...............Error! Bookmark not defined.

3.2. Leyes y derechos establecidos .....................................Error! Bookmark not defined.

Objetivo general:

Identificar cuales fueron las circunstancias sociales para que la mujer pueda alcanzar sus derechos
políticos (voto), sociales y económicos (acceso al mercado laboral)

Objetivos específicos:

1. ¿Cuanto han cambiado los movimientos específicos de siglos pasados con los actuales?
¿Realmente promueven el cambio?
2. Estos movimientos. ¿Tuvieron la misma repercusión hoy en la actualidad que en los siglos
anteriores? ¿A que se debe esto?
Introducción
1- Antecedentes y limitaciones

Los derechos de la mujer han sufrido vaivenes históricos, avances y retrocesos, en el largo
camino hasta llegar a la situación actual, que para muchos todavía está lejos de ser idónea y
equitativa. Algunos de los avances de la mujer, considerados en la sociedad están los de: poder
vestirse con libertad, es decir, usar un jean y no ser estigmatizada por el hecho de que estos eran
usados solamente por varones, derecho a la integridad, al control del propio cuerpo, derecho
al sufragio, derecho a ocupar cargos públicos, derecho al trabajo, derecho a una remuneración justa
e igualitaria, derecho a poseer propiedades, derecho a la educación, derecho a servir en el ejército,
derecho a firmar contratos legales, y derechos matrimoniales y parentales (divorcio), etc. Para que
se hayan podido dar estos cambios, existieron muchas limitaciones para obtener los derechos de la
mujer.

1.1. Supremacía de la Ideología Patriarcal

El patriarcalismo básicamente es una forma de organización política, económica, religiosa y


social basada en el predominio de los hombres sobre la naturaleza, las mujeres (sea madre, esposa o
hija) y sobre la línea de descendencia materna. Esta idea de dominio durante varios siglos se ha
establecido como aquella única estructura posible.

Desde muchos años atrás, se han venido dando una serie de acontecimientos que han hecho
que la mujer sea relegada poco a poco y que el varón tome el papel principal. Con la división del
trabajo y la propiedad privada, se dio toda una reorganización de las sociedades causando que estas
dejen de ser “matriarcales” para dar paso al patriarcalismo.

Desde tiempos prehistóricos se identifican diferencias entre los hombres y las mujeres, no solo
físicas sino de género, que determinaban la supremacía y el poder que ejercía un sexo sobre el otro.
Para algunos investigadores y pensadores como Engels y Marx, en tiempos prehistóricos a las
mujeres se les vinculó con el espacio del hábitat; consideradas como acompañantes y objetos
sexuales, cuyo papel principal era la reproducción. El status que se ofrecía a los hombres no era el
mismo que a las mujeres, a ellos se les otorgaba el derecho de mandar, basándose en una supuesta
superioridad biológica y social. En este sentido, Frappant sostiene que la organización social de los
primeros homínidos estaba formada por un macho dominante que gobernaba el destino de los otros
machos del clan y la cópula con hembras era decisión suya.
En las primeras grandes civilizaciones como Roma y Grecia, las mujeres eran denegadas de todos
sus derechos e incluso se creaban teorías para justificar su trato hacia ellas, nuevamente
observándose que era porque el varón es superior y el único racional “la mujer es un hombre
disminuido” y existe para recibir órdenes del varón, pues él era el más apto para darlas.

Durante la edad Media este pensamiento no cambio, pues se justificaba por el hecho de que la mujer
fue creada de la costilla del varón y por tanto es dependiente de él. La mujer no podía tener una vida
pública sino contaba con un varón que la acompañase. Se le relegaba a las tareas domésticas y sin
poder ejercer su participación ciudadana.

Para el patriarcalismo, la mujer que toma sus propias decisiones fomenta una actitud
subversiva. En el patriarcalismo, el toque de queda para las mujeres es permanente. La
vigilancia es implacable. Cualquier varón puede sentirse autorizado a ejercer esa
vigilancia, como si las mujeres careciéramos de lo más elemental de la dignidad
humana: el libre albedrío, la autonomía de la voluntad y la libertad de pensar, sentir y
actuar. (Escalante, 2019)

Para las mujeres la lista de cosas que no podían realizar era extensa, sin embargo, con
el siguiente paso de la humanidad hacia la era moderna, la mujer comenzaría una lucha
constante para lograr que su voz sea escuchada, se abrirían nuevos horizontes para el espíritu
femenino moderno, como mujeres modernas: libres, autónomas y empoderadas.

2.2. Los roles de las mujeres en las sociedades antiguas

El estudio de la historia humana reafirma que somos seres sociales y que la sociedad
decide sus formas propias de organización a través de las tradiciones culturales; de allí que
existan diferencias en las teorías que intentan explicar estas formas de estructuración social y
familiar de los primeros seres humanos.

La reflexión sobre la importancia de las diferentes actividades para sobrevivir y el papel


que desempeñaron mujeres y hombres en el paleolítico, el neolítico y la edad de bronce, se
conoce por los hallazgos de diversos objetos encontrados en cavernas y sitios de exploración
arqueológica. Para la directora del Museo de Prehistoria en Valencia en España, Helena
Bonet (2006), gran parte del análisis de estos hallazgos se ha reconfigurado a través de lo
que en la actualidad se conoce como arqueología de género, que no es más que una
disciplina surgida al calor de los movimientos feministas de los años sesenta del pasado
siglo. La arqueología del género persigue resaltar, a través de publicaciones sobre la cultura
prehistórica basadas en el registro arqueológico, la importancia y función que tuvo la mujer
tanto en la vida privada como en la vida pública.

Desde tiempos prehistóricos se identifican diferencias entre los hombres y las mujeres,
no solo físicas sino de género, que determinaban la supremacía y el poder que ejercía un
sexo sobre el otro. En todas las sociedades ha existido una división del trabajo por sexos
(Engels y Marx, 1846). Esta separación no implica que un grupo realice tareas menos
importantes que el otro, sino que es una estrategia social para la explotación de los recursos.
Algunas teorías apuntan a que en este período histórico fue fundamental la vinculación de las
mujeres con el trabajo de cuidado de los hijos/as, ya que estos requieren una atención
constante durante los primeros años de vida. En las sociedades prehistóricas la lactancia de
los infantes era un recurso fundamental, esto vinculó a las mujeres a las actividades de
mantenimiento y al espacio doméstico, sin que significara necesariamente desigualdad o
subordinación. Sobre este aspecto Sánchez Romero indica:

Las mujeres realizaban labores esenciales en el mantenimiento de sus sociedades y al igual


que los hombres, intervenían en todas las actividades propias de un grupo, desde las
religiosas, hasta las de provisión de alimentos. También las mujeres se dedicaban a la caza,
a pescar, a cultivar el campo, a recolectar, a atender a los niños y a lo que hiciera falta
(Sánchez, 2007: 1).

El papel activo que desempeñó la mujer en todos los ámbitos, no sólo en lo doméstico, nos hace
reflexionar sobre la veracidad de ideas prevalecientes acerca de que solo los hombres se dedicaban
a la caza y a otras actividades que requerían de fuerza mayor (Martínez, 2003).

Desde el siglo XIX, las investigaciones sobre la prehistoria desarrolladas en Europa han
proporcionado un conocimiento exhaustivo de los modos de vida de las sociedades del pasado.
Según la arqueóloga Begoña Soler (2006), es fácil comprobar cómo la presencia de la mujer en la
mayor parte de los textos y en las imágenes de exposiciones divulgativas es casi nula: por lo general
aparece el hombre prehistórico, el neutro masculino, como protagonista. En este sentido, Soler y
Alcántara (2006), sostienen que:

(...) los hombres y mujeres de nuestro pasado más lejano formaron grupos de personas que
se unieron para obtener mejor calidad de vida, que compartieron esfuerzos y recursos para
sobrevivir.
La diferencia de quienes deben salir del hogar a buscar el sustento y quienes deben quedarse
cuidando los hijos/as, establece los primeros indicios de la creación de sistemas de
organización social y política; es decir, lo que conocemos como mundo público y privado.

En la Edad Media, solo la mujer noble podía gozar de ciertos privilegios: se encargaba
del cuidado y la educación de los hijos/as, de la organización de los empleados de la casa y
de la economía; ocupaban un lugar importante durante la ausencia del esposo, común en
épocas de guerras y cruzadas. Frecuentemente eran utilizadas como moneda de cambio de las
uniones matrimoniales que servían para sellar pactos estratégicos o políticos. Eran también
transmisoras de la dote, aunque no disponían de ella ni casadas ni viudas.

El humanista Juan Luis Vives (1492-1540), uno de los pedagogos más importantes del siglo XVI,
publicó en 1523 y 1528 dos textos: La formación de la mujer cristiana y Los deberes del marido.
En el primero describió una doctrina de la educación femenina dirigida a doncellas, mujeres casadas
y viudas; estableció ideas, preceptos, costumbres y normas que, según él, toda mujer cristiana desde
el momento del nacimiento debía seguir (Beltrán, 1994). Este se considera el primer tratado
sistemático sobre la condición femenina; despertó un inusitado interés por el tema e influyó
fuertemente en el ejercicio de los educadores de la época, marcando pautas notables y significativas
en muchos escritores posteriores. Se realizaron cuarenta ediciones del libro en el siglo XVI y fue
traducido a cinco idiomas. Las ideas básicas que presenta el libro se describen en tres aspectos: a)
cómo concebía Vives a la mujer cristiana, b) cómo debía comportarse, y c) qué educación debía
recibir. Estos aspectos son considerados muy conservadores, discriminatorios y falsos sobre el papel
de la mujer en el ámbito familiar, social y educativo. En una parte del texto se expone:

¿Qué otro quehacer realizará con mayor y mejor capacidad cuando esté libre de las labores
domésticas? Puede que pase el día hablando con hombres o con otras mujeres; pero, ¿de qué
temas?, ¿estará siempre fuera de conversación?, ¿jamás llegará a callarse?..., el pensamiento de la
mujer es ágil y por lo general, voluble, impreciso, inexperto y no alcanzo a saber hasta qué extremo
llega su inconsistencia (Vives, 1523: 46).

En la Edad Moderna, todos los grandes estados siguen un modelo patriarcal que restringe a la
mujer a un papel subordinado, aunque existen excepciones de mujeres con un pequeño papel
intelectual, sobre todo en el siglo XVII. Existían algunas damas cultas sabían leer y escribir, y que
asistían a academias literarias y a salones nobiliarios, siempre ante la mirada satírica de algunos
autores masculinos. En la nobleza y la alta burguesía, las mujeres nobles aprendían la doctrina
cristiana, a leer y a escribir, costura y a veces, música. La educación se desarrollaba bien en casa,
con sus madres o con profesores particulares, bien en conventos. Las amas de casa supervisaban la
educación de sus hijos y dirigían a sus sirvientes. Las mujeres no podían formar parte de los
ejércitos (aunque algunas desatacaron en el campo de batalla, como la famosa Juana de Arco), ni
podían ser notarias, ni escribanas, como tampoco podían ocupar cargos de representación en los
parlamentos locales. Únicamente podían participar en la supervisión de algunos hospitales. Tanto en
las clases altas como en las bajas, la mujer destacaba por su papel de madre. La maternidad era su
profesión e identidad. Las mujeres ricas tenían más hijos que las pobres para asegurar la
descendencia y también porque tenían capacidad para mantenerlos. Siguiendo con las mujeres de
las clases altas, existía una negativa generalizada a amamantar a los hijos, por lo que tenían sus
propias amas de cría, que podían ser campesinas que habían perdido a sus hijos o ya los habían
destetado y que necesitaban algún salario extra.

Durante este período se pueden identificar algunos aspectos de importancia, como la


clara identificación que se hiciera de los roles y funciones que desempeñaban hombres y
mujeres. Desde entonces ellas asumen ''actividades de mantenimiento en el espacio privado'',
mientras que ellos lideran los espacios públicos ejerciendo poder y dominio. Los sistemas de
organización social refuerzan estas funciones, se comienza a establecer no solo a las mujeres
como ''subordinadas'', sino a quienes eran considerados como inferiores en el ámbito social y
político.

2. Principales movimientos de lucha

A lo largo de las épocas los movimientos sociales organizados por los sectores más
afectados de la sociedad, han dejado un punto marcado en la historia, uno de estos fue el
movimiento feminista que desde el comienzo tuvo un papel importante en grandes hitos histórico.

“(…) Es recién a mediados del s. XIX cuando comienza una lucha organizada y colectiva.
Las mujeres participaron en los grandes acontecimientos históricos de los últimos siglos como el
Renacimiento, la Revolución Francesa y las revoluciones socialistas, pero en forma subordinada.

2.1. Movimiento feminista

Este movimiento nace bajo las influencias de algunas ideas del Iluminismo, la que proponía la
universalidad de las leyes, sin embargo, esta no recaía sobre las mujeres. La Revolución Francesa
les demostró que necesitaban cambiar las cosas, y empiezan a formarse las organizaciones para
lograr el sufragio de todas las mujeres. La magnitud de este movimiento llegó a todo el mundo. Los
diferentes países mostraban la desigualdad que se vivía en cuestión al sexo-género con respecto a
diferentes categorías de la sociedad. La escritora francesa Olimpia De Gouges (1745-1793), es
considerada también una de las precursoras del feminismo; fue fundadora de la Sociedad Popular
de las Mujeres en 1791, y precursora de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la
Ciudadana en 1789, en respuesta a la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano
propuesta en la revolución francesa. Este documento reconoce y declara los derechos de las mujeres
y es considerado uno de los discursos más brillantes y radicales en favor de las reivindicaciones
femeninas. De Gouges reclamó un trato igualitario de la mujer con respecto al hombre en todos los
aspectos de la vida, públicos y privados, entre estos el derecho al voto, a ejercer cargos en el
gobierno, a hablar en público sobre asuntos políticos, a la propiedad privada, a la participación en el
ejército, a tener igualdad de poder en la familia y en la iglesia, así como a la educación

“Entre 1870 y 1880 hubo movimientos de mujeres en Yucatán, México; San Felipe, Chile; Río
Grande do Sul, Brasil y en Lima, Perú. (Vitale, Hahner, Macías). Estos movimientos recayeron y
volvieron a aparecer a principios de siglo por el sufragio femenino principalmente, pero también
por mejor educación para las mujeres, por la paz, etc. Esta lucha tuvo un retroceso, volvió a resurgir
en los años 20 (Chile, Argentina, Brasil, México, Perú) de nuevo decayó y volvió con más fuerza en
algunos países en los 30, en donde no sólo se luchó por el voto femenino, sino que también hubo
una lucha claramente feminista a favor del divorcio y el aborto libre y gratuito”

2.1.1. Primer movimiento feminista: Flora Tristán

Los primeros movimientos feministas nacen en Francia, como oposición al régimen que se estaba
viviendo. Buscan la igualdad laboral entre todos. Olimpia de Gouges, en su "Declaración de los
Derechos de la Mujer y la Ciudadana" (1791), afirma que los "derechos naturales de la mujer están
limitados por la tiranía del hombre, situación que debe ser reformada según las leyes de la
naturaleza y la razón". Esto cambia con la llegada de nuevas ideas basadas en la razón. La segunda
ola del feminismo está centrada en los Estados Unidos e Inglaterra, esta se concentraba en conseguir
la igualdad ante el voto en ambos y la igualdad de derechos en el matrimonio. En 1830 y 1840
destaca Flora Tristán, una de los iconos más importantes de la historia feminista del mundo
moderno con obras como La emancipación de la mujer.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Escalante, S. (2019) Mujeres Modernas. RPP Noticias. Lima Perú. Recuperado de


https://rpp.pe/columnistas/mariasoledadescalantebeltran/mujeres-modernas-noticia-
1173305

Das könnte Ihnen auch gefallen