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luminoso

de plasma que mantiene su forma gracias a su propia gravedad. La estrella más cercana a
la Tierra es el Sol.1 Otras estrellas son visibles a simple vista desde la Tierra durante la noche,
apareciendo como una diversidad de puntos luminosos fijos en el cielo debido a su inmensa
distancia de la misma.2 Históricamente, las estrellas más prominentes fueron agrupadas
en constelaciones y asterismos, y las más brillantes fueron denominadas con nombres
propios. Los astrónomos han recopilado un extenso catálogo, proporcionando a las
estrellas designaciones estandarizadas. Sin embargo, la mayoría de las estrellas en
el Universo, incluyendo todas las que están fuera de nuestra galaxia, la Vía Láctea, son
invisibles a simple vista desde la Tierra. De hecho, la mayoría son invisibles desde nuestro
planeta incluso a través de los telescopios de gran potencia.
Durante al menos una parte de su vida, una estrella brilla debido a la fusión
termonuclear del hidrógeno en helio en su núcleo, que libera energía la cual atraviesa el
interior de la estrella y, después, se irradia hacia el espacio exterior. Casi todos los elementos
naturales más pesados que el helio se crean por nucleosíntesis estelar durante la vida de la
estrella y, en algunas de ellas, por nucleosíntesis de supernova cuando explotan. Cerca del
final de su vida una estrella también puede contener materia degenerada. Los astrónomos
pueden determinar la masa, edad, metalicidad (composición química) y muchas otras
propiedades de las estrellas mediante la observación de su movimiento a través del espacio,
su luminosidad y espectro, respectivamente. La masa total de una estrella es el principal
determinante de su evolución y destino final. Otras características de las estrellas, incluyendo
el diámetro y la temperatura, cambian a lo largo de su vida, mientras que el entorno de una
estrella afecta a su rotación y movimiento. Una gráfica de dispersión de muchas estrellas que
hace referencia a su luminosidad, magnitud absoluta, temperatura superficial y tipo espectral,
conocido como el diagrama de Hertzsprung-Russell (Diagrama H-R), permite determinar la
edad y el estado evolutivo de una estrella.
La vida de una estrella comienza con el colapso gravitacional de una nebulosa gaseosa de
material compuesto principalmente de hidrógeno, junto con helio y trazas de elementos más
pesados. Cuando el núcleo estelar es lo suficientemente denso, el hidrógeno comienza a
convertirse en helio a través de la fusión nuclear, liberando energía durante el proceso.3 Los
restos del interior de la estrella portan la energía fuera del núcleo a través de una combinación
de procesos de transferencia de calor por radiación y convección. La presión interna de la
estrella evita que se colapse aún más bajo su propia gravedad. Cuando se agota el
combustible de hidrógeno en el núcleo, una estrella con al menos 0,4 veces la masa del Sol se
expandirá hasta convertirse en una gigante roja,4 en algunos casos fusionando elementos más
pesados en el núcleo o en sus capas alrededor del núcleo (como el carbono o el oxígeno).
Entonces la estrella evoluciona hasta una forma degenerada, expulsando una porción de su
materia en el medio interestelar, donde contribuirá a la formación de una nueva generación de
estrellas.5 Mientras tanto, el núcleo se convierte en un remanente estelar: una enana blanca,
una estrella de neutrones, o (si es lo suficientemente masiva) un agujero negro.
Los sistema binarios y multiestelares constan de dos o más estrellas que están unidas
gravitacionalmente entre sí, y por lo general se mueven en torno a otra en órbitas estables.
Cuando dos estrellas poseen una órbita relativamente cercana, su interacción gravitatoria
puede tener un impacto significativo en su evolución.6 Las estrellas unidas gravitacionalmente
entre sí pueden formar parte de estructuras mucho más grandes, como cúmulos
estelares o galaxias.
Históricamente, las estrellas han sido importantes para las civilizaciones en todo el mundo,
han sido parte de las prácticas religiosas y se utilizaron para la navegación celeste y la
orientación. Muchos astrónomos antiguos creían que las estrellas estaban fijadas
permanentemente a una esfera celeste y eran inmutables. Por convención los astrónomos
agrupaban las estrellas en constelaciones y las usaban para rastrear los movimientos de los
planetas y la posición inferida del Sol.7 El movimiento del Sol contra las estrellas de fondo (y el
horizonte) fue utilizado para crear calendarios, que podrían ser utilizados para regular las
prácticas agrícolas.9 El calendario gregoriano, utilizado actualmente casi en todo el mundo, es
un calendario solar basado en el ángulo del eje de rotación de la Tierra con respecto a su
estrella local, el Sol.
La carta estelar más antigua con fecha precisa fue un logro de la antigua astronomía
egipcia en 1534 a. C.10 Los primeros catálogos de estrellas conocidos fueron compilados por
los antiguos astrónomos babilónicos de Mesopotamia a finales del segundo milenio antes de
Cristo, durante el período casita (ca. 1531-1155 aC).11
El primer catálogo de estrellas en la astronomía griega fue creado
por Aristilo aproximadamente en 300 AC, con la ayuda de Timocharis.12 El catálogo de
estrellas de Hiparco (siglo II aC) incluía 1020 estrellas, y se utilizó para ensamblar el catálogo
de estrellas de Ptolomeo.13 Hiparco es conocido por el descubrimiento de la
primera nova (nueva estrella) registrada.14 Muchas de las constelaciones y nombres de
estrellas en uso hoy en día derivan de la astronomía griega.
A pesar de la aparente inmutabilidad de los cielos, los astrónomos chinos fueron conscientes
de que podrían aparecer nuevas estrellas.15 En 185 d. C., fueron los primeros en observar y
escribir sobre una supernova, ahora conocida como SN 185.16 El evento estelar más brillante
registrado de la historia fue la supernova SN 1006, que fue observada en 1006 y descrita por
el astrónomo egipcio Ali ibn Ridwan y varios astrónomos chinos.17 La supernova SN 1054, que
dio origen a la Nebulosa del Cangrejo, también fue observada por astrónomos chinos e
islámicos.181920
Los astrónomos islámicos medievales dieron nombres árabes a muchas estrellas que todavía
se usan hoy e inventaron numerosos instrumentos astronómicos con los que poder calcular
las posiciones de las estrellas. También construyeron los primeros grandes institutos de
investigación y observatorios, principalmente con el propósito de producir catálogos Zij de
estrellas.21 Entre ellos, el astrónomo persa Abd Al-Rahman Al Sufi escribió el Libro de las
Estrellas Fijas (964), que observó varias estrellas, conglomerados de estrellas (incluidas
los Omicron Velorum y los cúmulos de Brocchi) y galaxias (incluida la Galaxia de
Andrómeda).22 Según A. Zahoor, en el siglo XI, el erudito polímata persa Abu Rayhan
Biruni describió la galaxia de la Vía Láctea como una multitud de fragmentos que tenían las
propiedades de estrellas nebulosas y en 1019 también dio las latitudes de varias estrellas
durante un eclipse lunar.23

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