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Hoy sabemos que a pesar de las normas de convivencia que se llevan a cabo siguen
habiendo cuestiones que causan preocupación ya que uno de los mayores problemas que
existen está relacionado al bullying.
Pese haber una ley nacional que avala la regulación para la intervención y futura resolución
a estos conflictos, la discriminación, las burlas, la estigmatización de los conflictos sociales
que acontecen en las realidades de cada chico o chica, terminan reflejando y
manifestándose en las aulas.
Un claro ejemplo es el tiempo actual en el que se vive debido al gobierno neoliberalista que
promueve la desigualdad de derechos y esto conlleva a estas problemáticas, provocando
malestares y en su máximo esplendor, violencia; que se puede apreciar en la sociedad en
general y a su vez pasa a la escuela, porque después de todo las “expresiones de
xenofobia, racismo y estigmatización que caracterizan la época actual y que se observan en
las prácticas de humillación presente en el aula [...]” suceden en la vida cotidiana del
estudiante, su entorno social, religioso, económico y muchas más influyen en sus relaciones
escolares y puede o no ocurrir casos violencia.
Los consejos escolares de convivencia son un dispositivo que la escuela ofrece a sus
miembros como parte de su tarea de enseñanza. Los responsables de la experiencia son
los profesionales docentes que intervienen en ella directa o indirectamente. El ámbito
escolar se encuentra atravesado por diferentes tensiones que supone la convivencia con
otros. La conflictividad y la violencia en la escuela se han instalado como objeto de
preocupación en nuestra sociedades.
Se propuso garantizar el derecho a una convivencia pacífica, integrada y libre de violencia
fisica y psicológica asi como orientar la educación hacia criterios que eviten la
discriminación y fomenten la cultura de la paz y la ausencia de todo tipo de maltrato.
Se prohíbe el castigo corporal en cualquiera de sus formas, los malos tratos y cualquier
hecho que lesione o menoscabe física o psíquicamente a los/as niños/as o adolescentes.
Las investigaciones sobre el sistema educativo (escuela y universidad) está puesto, en
comprender las formas simbólicas en la producción y reproducción de las desigualdades
sociales. El poder simbólico del docente torna más eficaz sus nominaciones sobre los
estudiantes.
Aunque, como toda forma de ejercicio de poder, genera una fuerza contraria que se podría
traducir en prácticas de resistencia o de contrapoder.
La escuela como institución promotora de la ampliación de igualdad de posibilidades y la
superación de la asimetrías sociales de origen; concluye que la institución escolar, bajo el
postulado de la igualdad formal de todos los alumnos, transmuta la herencia social de las
clases privilegiadas en los méritos,talentos,inteligencias dadas e individuales.
En ese tiempo, en que la institución escolar funcionaba como homogeneizadora pero a la
vez seleccionadora estaba atravesada por una matriz excluyente y la ideología del don le
era funcional. La escuela, en su función ideológica, ejerce una violencia simbólica a
legitimar valores y prácticas culturales de las clases dominantes y desestimar aquellos
propios de los sectores subalternos.
Las búsquedas para poder ayudar al docente y romper etiquetas, a ampliar el abanico de de
las expectativas que produce sobre los estudiantes. La escuela busca encontrar modos de
contribuir a que los alumnos puedan imaginar un futuro distinto al de su condición de origen.
Debido a diversas formas de agresión que se expresan de manera sostenida en el tiempo.
No necesariamente implican agresiones de orden físico.
Las conductas con estas características no deben confundirse con peleas puntuales o
eventuales.
Si bien el conflicto suele expresarse por medio de manifestaciones de uno o varios alumnos,
sería erróneo individualizarlo y desconocer las relaciones o vínculos que se hubieran
establecidos previamente en la institución y el contexto social donde se encuentran
inmersos los alumnos. La violencia siempre es relacional, socialmente construida y refiere a
una multiplicidad de fenómenos y representaciones sociales.Se debe tambien dejar de
nombrar y pensar las situaciones de hostigamiento o acoso como escolares, para poder
analizarlas, más bien, como situaciones que se presentan y manifiestan tanto en la escuela
como escenario escolar como en muchos otros contextos.
Se pretende problematizar la categoría del bullying para dar cuenta de la posición que
ocupan los sujetos en determinada situaciones, esta categoría refiere a tipologías binarias al
estilo de víctimas y victimario.
En esta línea surgen caracterizaciones que vinculan al supuesto victimario con figuras
cercanas a los llamados liderazgos negativos, convalidando así desde los propios adultos
los roles de fortaleza, poder o influencia sobre todo, atribuyendo debilidad con fragilidad
emocional a las supuestas víctimas. Estas clasificaciones basadas en supuestos atributos
personales, contribuyen a la consolidación de estereotipos que convalidan o sostienen en el
tiempo vínculos estigmatizadores. Dicho de otra manera esta estigmatización derivara en la
identificación de grupos designados como culpables, seguramente el estigma de violentos y
pasarán a conformar las poblaciones de riesgo. De igual modo, la lógica binaria indica que
los agresores son impulsivos, belicosos, con alta autoestima, los agredidos reforzarán su
carácter pasivo, débil, inseguro, sensible.
Olweus sostiene la perspectiva a reducir el conflicto atribuyendo a determinadas personas
con ciertos rasgos de personalidad y negando o invisibilizando la complejidad de una
problemática que se inscriben en las relaciones vinculares y, por lo tanto, es dinámica y
modificable.
Se desestima cualquier intento clasificatorio en relación a la tendencia a adjudicar improntas
que vuelven patológicos rasgos diferenciados entre víctimas y victimarios, o que promueven
la idea de reducir la complejidad de estas problemáticas al área de lo fenomenológico.
El escenario escolar.