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Los años 1000 en argentina

Los agricultores con cerámica como los guaraníes y las culturas andinas y
derivadas. A partir del segundo milenio, los avá (un pueblo amazónido conocido
desde el siglo XVII por los españoles como «guaraníes») invadieron el NEA y el
Litoral argentino; eran cultivadores de mandioca y avaty o maíz en forma de roza
(tala y quema de florestas) y por ello semisedentarios. Las culturas centradas en
la agricultura y ganadería del NOA eran puramente sedentarias, y habían
desarrollado redes comerciales englobadas en el conjunto actualmente llamado
«diaguita»; tras establecer un sistema cuasi-estatal en torno a señoríos locales,
fueron sometidos por el imperio incaico hacia el año 1480. Influidos por estas
culturas andinas, otros pueblos como los henia - kâmîare, tonocotés y huarpes
desarrollaron una agricultura y ganadería de menor desarrollo, adaptada a las
condiciones de las regiones llanas y serranas del centro de la actual Argentina y
de Cuyo.33

En los siglos XIV y XV, el Imperio incaico conquistó parte de las actuales
provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, el extremo oeste de la provincia de
Tucumán, parte oeste de las provincias de La Rioja y San Juan, el noroeste de la
provincia de Mendoza y, probablemente, el norte de la de Santiago del Estero,
incorporando sus territorios al Collasuyo, que era la parte sur del Tahuantinsuyo
o regiones de tal imperio. Tradicionalmente, se atribuye la conquista al monarca
inca Túpac Yupanqui. Varios señoríos de la región, como los omaguacas, los
likanantai (atacamas), los huarpes, los diaguitas y otros, intentaron resistir, pero
los incas lograron dominarlos, trasladando a sus territorios a los mitimaes o
colonos deportados de las tribus de los chichas, que habitaban en lo que es el
suroeste del actual territorio boliviano. Otros, como los sanavirones, los lule-
tonocoté y los henia-kâmîare (popularmente llamados «comechingones»),
resistieron con éxito la invasión incaica y se mantuvieron como señoríos
independientes.

EL TAHUANTINSUYO: EL IMPERIO INCAICO El Imperio incaico o inca fue


un estado sudamericano con el dominio más extenso en la historia de la América
precolombina.2 Al territorio del mismo se denominó Tahuantinsuyo (del quechua
tawantin suyu, «las cuatro regiones o divisiones») y al periodo de su dominio se
le conoce además como incanato y/o incario. Floreció en la zona andina del
subcontinente entre los siglos XV y XVI, cerca de 2 millones de kilómetros
cuadrados entre el océano Pacífico y la selva amazónica, desde las cercanías de
Pasto (Colombia) en el norte hasta algún lugar entre el río Maipo, río Cachapoal
y el río Maule (Chile) por el sur. Los orígenes del imperio se remontan a la
victoria de las etnias cuzqueñas (Región Sur del actual Perú), lideradas por
Pachacútec, frente a la confederación de estados chancas en 1438. Luego de la
victoria, el curacazgo incaico fue reorganizado por Pachacútec, con quien el
Imperio incaico inició una etapa de continua expansión, que prosiguió con su
hermano Cápac Yupanqui, luego por parte del décimo inca Túpac Yupanqui, y
finalmente del undécimo inca Huayna Cápac, quien consolidó los territorios. En
esta etapa la civilización incaica logró la máxima expansión de su cultura,
tecnología y ciencia, desarrollando los conocimientos propios y los de la región
andina, así como asimilando los de otros estados conquistados.

Luego de este periodo de apogeo el imperio entró en declive por diversos


problemas, siendo el principal la confrontación por el trono entre los hijos de
Huayna Cápac: los hermanos Huáscar y Atahualpa, que derivó incluso en una
guerra civil. Entre los incas la viruela acabó con el monarca Huayna Capac,
provocó la guerra civil previa a la aparición hispana y causó un desastre
demográfico en el Tahuantinsuyo, que antes de la llegada de los españoles
contaba con 14 millones de habitantes, mientras hacia el siglo XVIII contaba con
apenas 1,5 millones. Finalmente Atahualpa vencería en 1532. Sin embargo su
ascenso al poder coincidió con el arribo de las tropas españolas al mando de
Francisco Pizarro, que capturaron al inca y luego lo ejecutaron. Con la muerte de
Atahualpa en 1533 culminó el Imperio incaico. Sin embargo, varios incas
rebeldes, conocidos como los «Incas de Vilcabamba», se rebelaron contra los
españoles hasta 1572, cuando fue capturado y decapitado el último de ellos:
Túpac Amaru I. El Imperio incaico abarcó los actuales territorios
correspondientes al extremo suroccidental de Colombia en la frontera, pasando
por Ecuador, principalmente por Perú, el oeste de Bolivia, la mitad norte de Chile
y el norte, noroeste y oeste de Argentina. El imperio estuvo subdividido en cuatro
suyos: el Chinchaysuyo (Chinchay Suyu) al norte, el Collasuyo (Qulla Suyu) al
sur, el Antisuyo (Anti Suyu) al este y Contisuyo (Kunti Suyu) al oeste. La capital
del imperio fue la ciudad de Cuzco, en el actual Perú.

El imperio Incaico en su apogeo en 1532

los cuatro suyos en su conjunto se extendían a lo largo de más de dos millones de


kilómetros cuadrados y llegaron a abarcar, en su período de apogeo (hacia 1532),
parte de las actuales repúblicas de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y
Argentina. Poseían aproximadamente cuatro mil kilómetros de costa en el océano
Pacífico. La expansión se inició con el Inca Pachacútec y llegó a su apogeo con
el Inca Huayna Cápac. Se atribuye la máxima expansión al Inca Túpac Yupanqui.
Son muy poco nítidos sus límites con ésta debido a las esporádicas expediciones
de exploración de la selva por parte de los habitantes del imperio debido a la gran
cantidad de enfermedades y el miedo que los nativos poseían a esas zonas, pero
se sabe que dominaban las actuales ciudades de Potosí, Oruro, La Paz y
Cochabamba en Bolivia y prácticamente toda la sierra peruana. Hacia el sureste,
el imperio incaico llegó a cruzar la cordillera de los Andes (lo que en geopolítica
moderna se conoce como encabalgarse), llegando un tanto más allá de lo que
ahora se conoce como las ciudades de Salta y Tucumán en Argentina. El
territorio incaico de la actual Argentina, conformó una zona especial que se
denominó Tucma o Tucumán, que abarcaba las actuales provincias de La Rioja,
Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy. Hacia el sur, existen pruebas de que el
Imperio incaico llegó a abarcar hasta el Desierto de Atacama (actual III Región
de Atacama) en dominio efectivo, pero con avanzadas hasta el río Maule (actual
VII Región del Maule de Chile), donde debido a la resistencia de los purumaucas
(o picunches, pertenecientes a la etnia mapuche) no pudo seguir avanzando.
Hacia el oeste, si bien el Imperio Incaico limitaba con el océano Pacífico, hay
quienes además postulan que los Incas habrían incluso llegado a mantener, a
pesar de las limitaciones navales de la época, una cierta relación comercial con
algún pueblo desconocido de la lejana Polinesia (Oceanía). Su capital se
encontraba en la ciudad del Cuzco —que, según la Constitución peruana, es la
"capital histórica" de Perú—, en donde los cuatro suyos se encontraban. División
política: Suyos o regiones[editar] Artículo principal: Suyos del Imperio incaico

Los cronistas afirmaron que el imperio incaico estuvo dividido en cuatro distritos
conocidos como suyos (del quechua suyu): Chinchaysuyo, Antisuyo, Collasuyo y
Contisuyo. El centro de esta división era el propio Cuzco. Se ha atribuido al inca
Pachacútec la creación de este sistema de organización del territorio; sin embargo
sabemos que se trataba de una práctica que antecedió al gobierno de este gran
reformador. Antes de consolidarse el dominio incaico en el Cuzco, el espacio en
torno de esta ciudad estuvo también dividido en cuatro partes. Las divisiones
entonces correspondían a los territorios de los señoríos del área. Cuando Manco
Cápac y sus clanes se establecieron en la zona, crearon los cuatro suyus incaicos
a partir de esta división.

Conquista definitiva Española a Incas: Athaualpa y muerte de Athaualpa


Atahualpa (quechua: Ata-wallpa «gallo»1 ) (~1500-1533) fue el décimo tercer
inca o soberano del imperio incaico. Su padre, Huayna Cápac, murió en torno a
1525 sin dejar nombrado a un sucesor. Esto dio lugar a la sangrienta guerra civil
incaica por la sucesión entre Atahualpa y su hermano Huáscar. Atahualpa se
hallaba entonces en Quito, al mando del ejército incaico del Norte y a cargo del
gobierno de esa región, que estaba subyugada al imperio incaico. Huáscar se
coronó inca en el Cuzco.2 Tras una larga campaña, Atahualpa logró vencer a
Huáscar en 1532 cerca del Cuzco.3 Atahualpa se hallaba en Cajamarca, de
camino al Cuzco para coronarse inca, cuando recibió la visita de una expedición
española al mando de Francisco Pizarro. Pizarro le capturó por medio de un
ardid.4 Atahualpa ofreció pagar un enorme rescate a cambio de su libertad y
Pizarro aceptó su oferta. Pero los españoles temieron un ataque indígena y
decidieron deshacerse de Atahualpa. Tras recibir el rescate lo acusaron de
traición, de conspiración contra la corona española, y de asesinar a Huáscar.5Lo
sometieron a juicio, lo sentenciaron a muerte y lo ejecutaron por
estrangulamiento.6

Pese a que Atahualpa tuvo sucesores nombrados por los españoles se le considera
el último gobernante del Imperio inca.

Guerra civil incaica

En torno a 1525 Huayna Cápac murió en Quito de una enfermedad desconocida,


posiblemente la viruela.38 La misma enfermedad mató en Tomebamba a Ninan
Cuyuchi, que había sido designado heredero del imperio. La epidemia llegó al
Cuzco y mató a dos de sus cuatro gobernadores. Huáscar sobrevivió, se convirtió
en el preferido de los cuzqueños para asumir el gobierno y fue entronizado

Atahualpa permaneció en el norte del imperio, subordinado al gobierno del


Cuzco. Pidió a su hermano Huáscar que le nombrara incap rantin (gobernador) de
Quito, y este se lo concedió entre 1527 y 1528. Huáscar le encargó el mando de
una campaña militar para someter a los pueblos huancavilca y puná, que se
negaban a pagar tributos.40 Huáscar fue víctima en el Cuzco de un golpe de
estado fallido.40 Acusó infundadamente de sedición a a los nobles que habían
llevado al Cuzco la momia de Huayna Cápac, les torturó y les mató.41 Esto le
atrajo la enemistad de la panaca (grupo aristocrático) Hanan Cuzco, de la que
eran miembros los nobles ejecutados. Huáscar quiso entonces pasarse al bando de
los Hurin Cuzco, rivales de los Hanan Cuzco.42

Preocupado por la estrecha relación de Atahualpa con el poderoso ejército


norteño, Huáscar le ordenó regresar al Cuzco. Los generales norteños temieron
que Huáscar quisiera ejecutarle y le convencieron de que no acudiera. Atahualpa
envió a Huáscar emisarios con obsequios como muestra de buena fe, pero este
tomó los obsequios como una afrenta. Huáscar torturó a los emisarios y les envió
de regreso con regalos infamantes (vestidos y joyas de mujer). Atahualpa se
enojó ante la ofensa y marchó hacia el Cuzco con las veteranas legiones quiteñas
al mando de Quisquis y Calcuchimac. Huáscar envió a su propio ejército al norte,
iniciándose así la guerra civil inca.43

Atahualpa contó con el apoyo del ejército incaico del norte, formado por
soldados quiteños y comandado por los generales Quisquis y Calcuchimac.44
También le apoyaron varios pueblos del norte del imperio incaico (pastos,
carangues y cayambis), deseosos de vengarse de las masacres cometidas por los
cuzqueños años antes durante la guerra de conquista incaica.41 Huáscar contaba
con el ejército incaico del Cuzco y sus aliados del sur del imperio, y sus fuerzas
eran más numerosas. Sin embargo, debido a las intrigas de los nobles cuzqueños
descontentos con Huáscar, varios jefes huascaristas se cambiaron de bando
durante la guerra, equilibrando así las fuerzas.

Atahualpa regresó a Quito y reunió un gran ejército. Atacó enseguida


Tomebamba, derrotó a sus defensores y arrasó la ciudad y las tierras circundantes
de los Cañari. Llegó a Tumbes, desde donde planeó el asalto de la isla Puná en
balsas de guerra. Durante la operación naval resultó herido en una pierna y
regresó a tierra firme. Aprovechando su retirada los punaneños (habitantes de
Puná) atacaron Tumbes. Dejaron la ciudad arrasada, y así fue como la
encontraron los españoles a principios de 1532.46

Retrato de Atahualpa.

Desde el Cuzco los huascaristas atacaron al mando del general Atoc y derrotaron
a Atahualpa en la batalla de Chillopampa. Pero los generales atahualpistas
reaccionaron rápidamente. Reunieron a sus tropas dispersas, contraatacaron y
vencieron a Atoc de forma contundente en Mulliambato. Capturaron a Atoc, le
torturaron y le ejecutaron.47

Las fuerzas atahualpistas siguieron obteniendo victorias gracias a la habilidad


estratégica de Quisquis y Calcuchimac. Atahualpa empezó un lento avance hacia
el Cuzco, y estando en Marcahuamachuco, envió un emisario a consultar el
oráculo de la huaca (deidad) Catequil, que le vaticinó que tendría un mal fin.
Furioso por la profecía, fue personalmente al santuario, mató al sacerdote y
ordenó destruir el templo.48 Llegaron entonces las primeras noticias de la
presencia de la expedición de Pizarro en el imperio.49

Huáscar nombró como nuevo general de su ejército a Huanca Auqui, que fue
derrotado por Quisquis y Calcuchimac en Cusipampa, Cochahuaila, Bombón, y
Yanamarca (valle del Mantaro). Huáscar nombró entonces como nuevo general a
Mayta Yupanqui, pero su situación adversa no revirtió.45

Ante el avance de los atahualpistas Huáscar decidió salir del Cuzco para conducir
a sus tropas personalmente. Contaba con las fuerzas aliadas del Contisuyu y
Collasuyo. Las batallas finales se libraron en los alrededores de Huanacopampa o
Cotabamba, cerca del Cuzco. Huáscar fue derrotado, capturado, y tratado de
manera cruel. Las tropas de Quisquis y Calcuchimac tomaron la ciudad del
Cuzco. Los miembros de la familia de Huáscar y de otras panacas cuzqueñas
fueron torturados y ejecutados.

Mientras sus generales marchaban hacia el Cuzco, Atahualpa se dirigió a


Cajamarca. Según Pedro Cieza de León tomó esa decisión al enterarse de la
presencia de la expedición de Pizarro en Tumbes y Piura, y una vez allí invitó a
Pizarro a encontrarse con él.51 Pizarro aceptó la invitación, y llegó a Cajamarca
el 15 de noviembre de 1532 al mando de dos escuadrones de caballería y dos de
infantería. Atahualpa se hallaba en Pultumarca (actual Baños del Inca), a media
legua de la ciudad, con sus tropas acampadas. Pizarro envió a Hernando de Soto
con veinte jinetes y el intérprete Felipillo para avisar de que estaba en Cajamarca.
Cuando Pizarro consiguió ver a lo lejos el inmenso campamento inca temió que
sus hombres sufrieran una emboscada y envió a su hermano Hernando Pizarro
con otros veinte jinetes y el intérprete Martinillo.52

Soto y Hernando Pizarro llegaron ante el palacete del Inca y requirieron su


presencia. Atahualpa demoró en salir, a tal punto que inquietó a Hernando
Pizarro, quien ofuscado, vociferó a su intérprete: «¡Decidle al perro que
salga...!»53 Al fin, se animó a salir Atahualpa e invitó a los españoles a tomar la
chicha o licor de maíz, como señal de hospitalidad. Envalentonado Soto, se quiso
lucir con su caballo; picó espuelas y se dirigió sobre el inca, como si fuera a
atropellarlo, pero frenó a poca distancia. El inca no se inquietó en ningún
momento, manteniendo la serenidad.54 Atahualpa dio finalmente su respuesta a
los españoles, prometiendo ir a Cajamarca al día siguiente.55 Masacre y captura
en Cajamarca[editar] Artículo principal: Captura de Atahualpa

Al día siguiente los españoles tramaron una celada para capturar al inca
aprovechando el factor sorpresa. Pizarro, que conocía otros episodios de la
conquista española de América, sabía lo importante que era la captura del
caudillo indígena para allanar el camino del triunfo.56

Los españoles esperaron la llegada de Atahualpa escondidos en los principales


edificios de la plaza cajamarquina. Sobre una pequeña torre que dominaba la
plaza se apostó el griego Pedro de Candía, con ocho o nueve arcabuceros y un
falconete o pequeño cañón.54

El plan de Atahualpa era capturar a los españoles. Confiando en la abrumadora


superioridad de su ejército no creyó que fuera necesario luchar con armas; pensó
que mostrar su poder sería suficiente para que los españoles se rindieran.

Atahualpa llegó a la plaza de Cajamarca sobre una litera cargada por sus
servidores, acompañado por un séquito de entre 6000 y 7000 personas57 que
incluía bailarines, nobles y guardias. Encontró la plaza vacía y uno de sus
capitanes le dijo que los españoles se habían escondido en los galpones porque
estaban asustados.58 El fraile Vicente de Valverde, acompañado por el soldado
Hernando de Aldana y el intérprete indígena Martinillo, se dirigió a Atahualpa.
Valverde, con un breviario abierto en la mano, inició una ceremonia de
Requerimiento, pidiendo al inca que aceptara el cristianismo como religión
verdadera y se sometiera a la autoridad del rey Carlos I de España y del papa
Clemente VII.59 Atahualpa pidió al fraile que le entregara el breviario, lo
examinó y lo arrojó al suelo, mostrando desprecio. Luego dijo a Valverde que los
españoles debían pagar todo lo que habían robado de su imperio. El fraile,
asustado, se alejó corriendo, seguido de Aldana y del indio intérprete, al tiempo
que gritaba a Pizarro: «¡Qué hace vuestra merced, que Atahualpa está hecho un
Lucifer!»60

Pizarro dio entonces la señal de ataque. Los soldados de la torre dispararon el


falconete y los arcabuces. La caballería atacó a los sorprendidos incas.61 Los
caballos causaron pánico a los indígenas, que intentaron huir de la plaza. En su
huida formaron pirámides humanas para llegar a lo alto del muro que rodeaba la
plaza y muchos muriendo asfixiados por la aglomeración. Finalmente el muro se
derrumbó debido a la enorme presión y los sobrevivientes huyeron por la
campiña. Los jinetes españoles les persiguieron y mataron a todos los que
pudieron.62

Mientras los soldados mataban a los indígenas, el inca seguía sobre su litera
cargada por sus sirvientes. Cuando unos morían, otros se apresuraban a
reemplazarlos. Un soldado español intentó herir al inca de un cuchillazo, pero
Pizarro se interpuso (lastimándose la mano al hacerlo) y ordenó que «nadie hiera
al indio so pena de la vida...» Por fin cayó la litera y el inca fue capturado y
llevado preso.63 El cronista Francisco de Jerez calcula que los españoles
masacraron a unos 2000 nativos en Cajamarca, que no se defendieron.64Entre las
víctimas se hallaban el señor de Chincha (que acompañaba a Atahualpa en su
calidad de gran potentado del imperio) y varios capitanes y nobles incaicos.65
Prisión[editar]

Estando prisionero en un edificio de Cajamarca, Atahualpa se mostraba


desenvuelto, alegre y conversador con los españoles. Sus captores le permitieron
tener comodidades y ser atendido por sus servidores y sus mujeres. Le dejaron
también que continuara administrando su imperio. Muchos curacas acudían a la
prisión a tener audiencia con él.66

Atahualpa cenaba y conversaba todas las noches con Francisco Pizarro a través
de un intérprete. Hizo amistad con Hernando Pizarro. Demostraba tener una
inteligencia superior; hacía preguntas que admiraban a los españoles y hablaba
con agudeza. Aprendió un poco de español. El cronista Pedro Cieza de León
afirma que también aprendió a jugar ajedrez

En una de esas conversaciones Francisco Pizarro se enteró de que los seguidores


de Atahualpa tenían a Huáscar prisionero cerca del Cuzco. Pizarro hizo prometer
a Atahualpa que no mataría a su hermano y le pidió que lo hiciera llevar a
Cajamarca. Atahualpa ordenó que le llevaran a Huáscar, pero este fue asesinado
durante el trayecto por sus propios custodios.

Atahualpa se dio cuenta de que los metales preciosos tenían un gran valor para
los españoles y les ofreció una gran cantidad de oro y plata a cambio de su
libertad: ofreció llenar con piezas de oro la sala donde se hallaba, hasta donde
alcanzara su mano alzada; y dos veces la misma sala, con objetos de plata. La
sala, conocida ahora como el Cuarto del Rescate, medía 22 pies de largo y 17 de
ancho, según datos transmitidos por el cronista Francisco de Jerez. Atahualpa
prometió reunir toda esa cantidad de metales preciosos en un plazo de dos meses.
Pizarro aceptó y plasmó la promesa por escrito en un acta ante escribano.69

Atahualpa mandó la orden a todo el imperio inca de que enviasen la mayor


cantidad posible de oro y plata a Cajamarca. En los días siguientes fueron
llegando los primeros cargamentos. Dos contingentes de españoles fueron a
Pachacámac y al Cuzco para acelerar el acarreo.70

En mayo de 1533, antes de que se llenaran las habitaciones, los españoles


empezaron a fundir las piezas de oro y plata, a excepción del trono del inca, que
quedó en poder de Francisco Pizarro.71 El 17 de junio, terminada la fundición,
Pizarro ordenó y presidió el reparto del botín.72 La suma total era de 1 326 539
pesos de oro y 51 610 marcos de plata. Cada uno de los españoles de Cajamarca,
desde los capitanes hasta los soldados de a pie, recibió una fortuna.71
Proceso[editar]

Pizarro abrió un proceso al inca para tener una justificación para matarle.73
Atahualpa fue juzgado por un consejo de guerra presidido por el propio Pizarro.
Probablemente los otros integrantes fueron el escribano Pedro Sancho de la Hoz,
el tesorero Alonso de Riquelme, el alcalde mayor Juan de Porras, el fraile
Vicente de Valverde, y algunos capitanes. También estuvieron presentes un
fiscal, un defensor del reo y diez testigos. El juicio fue sumario: se inició el 25 de
julio y terminó al amanecer del día siguiente.74 Se sospecha que las respuestas
de Atahualpa y las declaraciones de los testigos fueron amañadas y modificadas
por el intérprete Felipillo, que odiaba al inca.75 76 Según Inca Garcilaso de la
Vega, las preguntas que se formularon durante el proceso fueron las siguientes:76
¿Qué mujeres tuvo Huayna Cápac? ¿Era Huáscar hijo legítimo y Atahualpa
bastardo? ¿Tuvo Huayna Cápac otros hijos aparte de los citados? ¿Cómo llegó
Atahualpa a adueñarse del Imperio? ¿Fue Huáscar declarado heredero de su
padre o este le destituyó? ¿Cuándo y cómo tuvo lugar la muerte de Huáscar?
¿Atahualpa forzaba a sus súbditos a sacrificar a sus dioses mujeres y niños?
¿Fueron justas las guerras que promovió Atahualpa y en las que murió mucha
gente? ¿Derrochó las riquezas del Imperio? ¿Favoreció a sus parientes en estos
derroches? Hallándose preso, ¿dio órdenes para que se diese muerte a los
españoles? Atahualpa fue hallado culpable de idolatría, herejía, regicidio,
fratricidio, traición, poligamia e incesto; y fue condenado a morir quemado en la
hoguera. La sentencia se dio al terminar el juicio y su ejecución se programó para
ese mismo día. Atahualpa, que no entendía de qué lo acusaban, solicitó hablar en
privado con Pizarro, pero este se negó.77 El historiador José Antonio del Busto
considera que Pizarro se vio presionado por las circunstancias para firmar la
sentencia de muerte y cita el testimonio del cronista Pedro Pizarro (sobrino y paje
del conquistador), que en su crónica dice: «yo vi llorar al marqués [Francisco
Pizarro] de pesar de no poderle dar la vida.»75 Muerte[editar]

En la noche del 26 de julio, Atahualpa fue llevado al centro de la plaza de


Cajamarca. Rodeado por los soldados españoles y el cura Valverde, le ataron a
un tronco clavado en el medio de la plaza y arrimaron leños a sus pies. Un
español se acercó con una tea encendida.78 Atahualpa, al ver que lo iban a
quemar, se alarmó, pues según la religión incaica, su cuerpo debía ser
embalsamado para lograr su resurrección en el otro mundo, lo cual no sería
posible si era consumido por las llamas.79 Dialogó entonces con Valverde, que le
ofreció como alternativa ser bautizado como cristiano y luego ahorcado en el
garrote vil; de esa manera su cuerpo podría ser enterrado. Atahualpa aceptó y allí
mismo le bautizaron con el nombre cristiano de Francisco. A continuación le
estrangularon.

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