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Los agricultores con cerámica como los guaraníes y las culturas andinas y
derivadas. A partir del segundo milenio, los avá (un pueblo amazónido conocido
desde el siglo XVII por los españoles como «guaraníes») invadieron el NEA y el
Litoral argentino; eran cultivadores de mandioca y avaty o maíz en forma de roza
(tala y quema de florestas) y por ello semisedentarios. Las culturas centradas en
la agricultura y ganadería del NOA eran puramente sedentarias, y habían
desarrollado redes comerciales englobadas en el conjunto actualmente llamado
«diaguita»; tras establecer un sistema cuasi-estatal en torno a señoríos locales,
fueron sometidos por el imperio incaico hacia el año 1480. Influidos por estas
culturas andinas, otros pueblos como los henia - kâmîare, tonocotés y huarpes
desarrollaron una agricultura y ganadería de menor desarrollo, adaptada a las
condiciones de las regiones llanas y serranas del centro de la actual Argentina y
de Cuyo.33
En los siglos XIV y XV, el Imperio incaico conquistó parte de las actuales
provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, el extremo oeste de la provincia de
Tucumán, parte oeste de las provincias de La Rioja y San Juan, el noroeste de la
provincia de Mendoza y, probablemente, el norte de la de Santiago del Estero,
incorporando sus territorios al Collasuyo, que era la parte sur del Tahuantinsuyo
o regiones de tal imperio. Tradicionalmente, se atribuye la conquista al monarca
inca Túpac Yupanqui. Varios señoríos de la región, como los omaguacas, los
likanantai (atacamas), los huarpes, los diaguitas y otros, intentaron resistir, pero
los incas lograron dominarlos, trasladando a sus territorios a los mitimaes o
colonos deportados de las tribus de los chichas, que habitaban en lo que es el
suroeste del actual territorio boliviano. Otros, como los sanavirones, los lule-
tonocoté y los henia-kâmîare (popularmente llamados «comechingones»),
resistieron con éxito la invasión incaica y se mantuvieron como señoríos
independientes.
Los cronistas afirmaron que el imperio incaico estuvo dividido en cuatro distritos
conocidos como suyos (del quechua suyu): Chinchaysuyo, Antisuyo, Collasuyo y
Contisuyo. El centro de esta división era el propio Cuzco. Se ha atribuido al inca
Pachacútec la creación de este sistema de organización del territorio; sin embargo
sabemos que se trataba de una práctica que antecedió al gobierno de este gran
reformador. Antes de consolidarse el dominio incaico en el Cuzco, el espacio en
torno de esta ciudad estuvo también dividido en cuatro partes. Las divisiones
entonces correspondían a los territorios de los señoríos del área. Cuando Manco
Cápac y sus clanes se establecieron en la zona, crearon los cuatro suyus incaicos
a partir de esta división.
Pese a que Atahualpa tuvo sucesores nombrados por los españoles se le considera
el último gobernante del Imperio inca.
Atahualpa contó con el apoyo del ejército incaico del norte, formado por
soldados quiteños y comandado por los generales Quisquis y Calcuchimac.44
También le apoyaron varios pueblos del norte del imperio incaico (pastos,
carangues y cayambis), deseosos de vengarse de las masacres cometidas por los
cuzqueños años antes durante la guerra de conquista incaica.41 Huáscar contaba
con el ejército incaico del Cuzco y sus aliados del sur del imperio, y sus fuerzas
eran más numerosas. Sin embargo, debido a las intrigas de los nobles cuzqueños
descontentos con Huáscar, varios jefes huascaristas se cambiaron de bando
durante la guerra, equilibrando así las fuerzas.
Retrato de Atahualpa.
Desde el Cuzco los huascaristas atacaron al mando del general Atoc y derrotaron
a Atahualpa en la batalla de Chillopampa. Pero los generales atahualpistas
reaccionaron rápidamente. Reunieron a sus tropas dispersas, contraatacaron y
vencieron a Atoc de forma contundente en Mulliambato. Capturaron a Atoc, le
torturaron y le ejecutaron.47
Huáscar nombró como nuevo general de su ejército a Huanca Auqui, que fue
derrotado por Quisquis y Calcuchimac en Cusipampa, Cochahuaila, Bombón, y
Yanamarca (valle del Mantaro). Huáscar nombró entonces como nuevo general a
Mayta Yupanqui, pero su situación adversa no revirtió.45
Ante el avance de los atahualpistas Huáscar decidió salir del Cuzco para conducir
a sus tropas personalmente. Contaba con las fuerzas aliadas del Contisuyu y
Collasuyo. Las batallas finales se libraron en los alrededores de Huanacopampa o
Cotabamba, cerca del Cuzco. Huáscar fue derrotado, capturado, y tratado de
manera cruel. Las tropas de Quisquis y Calcuchimac tomaron la ciudad del
Cuzco. Los miembros de la familia de Huáscar y de otras panacas cuzqueñas
fueron torturados y ejecutados.
Al día siguiente los españoles tramaron una celada para capturar al inca
aprovechando el factor sorpresa. Pizarro, que conocía otros episodios de la
conquista española de América, sabía lo importante que era la captura del
caudillo indígena para allanar el camino del triunfo.56
Atahualpa llegó a la plaza de Cajamarca sobre una litera cargada por sus
servidores, acompañado por un séquito de entre 6000 y 7000 personas57 que
incluía bailarines, nobles y guardias. Encontró la plaza vacía y uno de sus
capitanes le dijo que los españoles se habían escondido en los galpones porque
estaban asustados.58 El fraile Vicente de Valverde, acompañado por el soldado
Hernando de Aldana y el intérprete indígena Martinillo, se dirigió a Atahualpa.
Valverde, con un breviario abierto en la mano, inició una ceremonia de
Requerimiento, pidiendo al inca que aceptara el cristianismo como religión
verdadera y se sometiera a la autoridad del rey Carlos I de España y del papa
Clemente VII.59 Atahualpa pidió al fraile que le entregara el breviario, lo
examinó y lo arrojó al suelo, mostrando desprecio. Luego dijo a Valverde que los
españoles debían pagar todo lo que habían robado de su imperio. El fraile,
asustado, se alejó corriendo, seguido de Aldana y del indio intérprete, al tiempo
que gritaba a Pizarro: «¡Qué hace vuestra merced, que Atahualpa está hecho un
Lucifer!»60
Mientras los soldados mataban a los indígenas, el inca seguía sobre su litera
cargada por sus sirvientes. Cuando unos morían, otros se apresuraban a
reemplazarlos. Un soldado español intentó herir al inca de un cuchillazo, pero
Pizarro se interpuso (lastimándose la mano al hacerlo) y ordenó que «nadie hiera
al indio so pena de la vida...» Por fin cayó la litera y el inca fue capturado y
llevado preso.63 El cronista Francisco de Jerez calcula que los españoles
masacraron a unos 2000 nativos en Cajamarca, que no se defendieron.64Entre las
víctimas se hallaban el señor de Chincha (que acompañaba a Atahualpa en su
calidad de gran potentado del imperio) y varios capitanes y nobles incaicos.65
Prisión[editar]
Atahualpa cenaba y conversaba todas las noches con Francisco Pizarro a través
de un intérprete. Hizo amistad con Hernando Pizarro. Demostraba tener una
inteligencia superior; hacía preguntas que admiraban a los españoles y hablaba
con agudeza. Aprendió un poco de español. El cronista Pedro Cieza de León
afirma que también aprendió a jugar ajedrez
Atahualpa se dio cuenta de que los metales preciosos tenían un gran valor para
los españoles y les ofreció una gran cantidad de oro y plata a cambio de su
libertad: ofreció llenar con piezas de oro la sala donde se hallaba, hasta donde
alcanzara su mano alzada; y dos veces la misma sala, con objetos de plata. La
sala, conocida ahora como el Cuarto del Rescate, medía 22 pies de largo y 17 de
ancho, según datos transmitidos por el cronista Francisco de Jerez. Atahualpa
prometió reunir toda esa cantidad de metales preciosos en un plazo de dos meses.
Pizarro aceptó y plasmó la promesa por escrito en un acta ante escribano.69
Pizarro abrió un proceso al inca para tener una justificación para matarle.73
Atahualpa fue juzgado por un consejo de guerra presidido por el propio Pizarro.
Probablemente los otros integrantes fueron el escribano Pedro Sancho de la Hoz,
el tesorero Alonso de Riquelme, el alcalde mayor Juan de Porras, el fraile
Vicente de Valverde, y algunos capitanes. También estuvieron presentes un
fiscal, un defensor del reo y diez testigos. El juicio fue sumario: se inició el 25 de
julio y terminó al amanecer del día siguiente.74 Se sospecha que las respuestas
de Atahualpa y las declaraciones de los testigos fueron amañadas y modificadas
por el intérprete Felipillo, que odiaba al inca.75 76 Según Inca Garcilaso de la
Vega, las preguntas que se formularon durante el proceso fueron las siguientes:76
¿Qué mujeres tuvo Huayna Cápac? ¿Era Huáscar hijo legítimo y Atahualpa
bastardo? ¿Tuvo Huayna Cápac otros hijos aparte de los citados? ¿Cómo llegó
Atahualpa a adueñarse del Imperio? ¿Fue Huáscar declarado heredero de su
padre o este le destituyó? ¿Cuándo y cómo tuvo lugar la muerte de Huáscar?
¿Atahualpa forzaba a sus súbditos a sacrificar a sus dioses mujeres y niños?
¿Fueron justas las guerras que promovió Atahualpa y en las que murió mucha
gente? ¿Derrochó las riquezas del Imperio? ¿Favoreció a sus parientes en estos
derroches? Hallándose preso, ¿dio órdenes para que se diese muerte a los
españoles? Atahualpa fue hallado culpable de idolatría, herejía, regicidio,
fratricidio, traición, poligamia e incesto; y fue condenado a morir quemado en la
hoguera. La sentencia se dio al terminar el juicio y su ejecución se programó para
ese mismo día. Atahualpa, que no entendía de qué lo acusaban, solicitó hablar en
privado con Pizarro, pero este se negó.77 El historiador José Antonio del Busto
considera que Pizarro se vio presionado por las circunstancias para firmar la
sentencia de muerte y cita el testimonio del cronista Pedro Pizarro (sobrino y paje
del conquistador), que en su crónica dice: «yo vi llorar al marqués [Francisco
Pizarro] de pesar de no poderle dar la vida.»75 Muerte[editar]