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Análisis de la Conferencia Magistral: La democracia en

América Latina realizada por César Cansino.

MIGUEL ÁNGEL KARAM ENRÍQUEZ

ÍNDICE PÁGINA
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HIPOTESIS……………………………………………………............3

INTRODUCCIÓN……………………………………………………...3

DESARROLLO……………………………………………………......5

CONCLUSIONES……………………………………………………..9

BIBLIOGRAFÍA…………..……………………………………….....10

▪ HIPÓTESIS
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Las democracias en América Latina están por hacerse; no existen condiciones políticas,
jurídicas, sociales ni culturales para que se consoliden conforme a su calidad
democrática.

▪ INTRODUCCIÓN
El tema central que se abordó en esta conferencia fue precisamente el de las
democracias en América Latina, poniendo como caso a México en casi la mayoría del
tiempo. Teniendo como subtemas las reconfiguraciones de los sistemas políticos
latinoamericanos, la pérdida de confianza en las instituciones públicas, la creciente
degradación de los sistemas electorales y de partidos, calidad de las democracias,
aspectos que conforman la evaluación a las democracias, el papel de la sociedad civil y
sus nuevas posibilidades como actor insustituible del escenario político ante la presente
fase crítica por la que atraviesan los gobiernos latinoamericanos.

La democracia moderna es una forma de vida, que tiene a la sociedad como protagonista.
En términos prácticos, la sociedad democrática tiene asegurada condiciones mínimas de
libertad e igualdad ante la ley.

El panorama latinoamericano se torna preocupante si se observa la decadencia en los


factores indispensables para la gobernabilidad democrática, tales como una prensa libre,
una sólida protección de los derechos humanos, un poder judicial independiente y
vigoroso, el respeto absoluto a la ley por parte de todos los actores políticos, entre otros
muchos indicadores que nos hablan del grado de materialización real del Estado de
derecho democrático o, para utilizar una terminología más reciente, del grado de “calidad
democrática”. En los últimos años, el estudio de la política latinoamericana ha
experimentado una transformación sustantiva. Una vez que la democracia se ha
extendido prácticamente por toda la región, uno de los temas fundamentales investigar
es la calidad democrática.

Para Cansino el modelo de calidad democrática busca establecer en qué punto se


encuentran nuestros países en términos del desarrollo institucional de la vida
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democrática. Es decir, la categoría de calidad de la democracia nos permite, en teoría,


observar, identificar y proponer el mejoramiento integral de los regímenes políticos
existentes en la actual reorganización de la moderna democracia representativa.

● DESARROLLO
La calidad de la democracia, a pesar de la popularidad que ha ido adquiriendo, es un
concepto complejo, que no goza de un consenso respecto a su definición. Un error común
es el de confundir la calidad de una democracia con el nivel de democratización de un
régimen político. Sin embargo, los análisis de calidad sólo pueden aplicarse a aquellas
sociedades que han asumido un mínimo grado de democratización, esto es, aquellas que
cumplen los requisitos elementales de una democracia.
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Como bien lo refiere Cansino en su intervención, Guillermo O'Donnell (2004) anuncia los
requisitos fundamentales para cualificar una democracia de calidad:

● Rule of law: Nadie está por encima de la ley. Ausencia de corrupción y abuso de
Autoridad. No hay impunidad e ilegalidad. Ausencia del sometimiento de poder judicial a
la voluntad de un individuo.
● Rendición de cuentas, transparencia gubernamental.
● Libertad en todo sentido, cuando se ha ampliado el derecho a sectores minoritarios
hasta ahora excluidos de sus defensas particulares y desprotegidos.
● Reciprocidad.
● ¿Para quién trabajan nuestras democracias? Como se distribuye la democracia.

La importancia de este enfoque radica en considerar a la democracia desde el punto de


vista del ciudadano; es decir, qué tanto una democracia respeta, promueve y asegura los
derechos del ciudadano en relación con sus gobernantes.
Así, entre mayor sea la capacidad de los ciudadanos de elegir, sancionar, vigilar, controlar
y exigir a los representantes que toman las decisiones acordes a sus demandas y
necesidades, mayor será la calidad de dicha democracia y viceversa. En el caso de
América Latina, más allá de poder elegir a sus representantes periódicamente, los
ciudadanos carecen de toda posibilidad normativamente establecida para influir en los
asuntos públicos. De esta forma se rompe el concepto de democracias delegativas.

En palabras de O'Donnell (2001), "la democracia no es tan sólo un régimen democrático,


sino también un modo particular de relación, entre Estado y ciudadanos y entre los
propios ciudadanos, bajo un tipo de estado de derecho que, junto con la ciudadanía
política, sostiene la ciudadanía civil y una red completa de rendición de cuentas".

La democracia no sólo implica ciertos procedimientos para seleccionar y controlar el


poder político, sino también objetivos y resultados que se pretenden alcanzar, tales como
el desarrollo económico, la justicia social o la igualdad. Por lo tanto, al examinar las
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democracias latinoamericanas se atenderá tanto a la calidad de los mecanismos que


pautan el acceso al poder político como a la calidad de los mecanismos que controlan el
ejercicio del poder político.

“Una democracia de calidad o buena es aquella que presenta una estructura institucional estable
que hace posible la libertad e igualdad de los ciudadanos mediante el funcionamiento legítimo y
correcto de sus instituciones y mecanismos” (Morlino, 2005: 38).

Precisamente, en el caso de América Latina uno de los problemas de calidad democrática


que más se destaca es la debilidad de los mecanismos de control del poder político
existentes. Como se ha indicado, no existe un consenso general respecto a los patrones
de análisis de la calidad democrática.

Las elecciones constituyen el principal instrumento que permite a los ciudadanos


expresar que proyecto político desean que se lleven a cabo. La participación es otra
importante expresión de salud democrática; una de las razones es que a mayor nivel de
participación, mayores serán las probabilidades de que el gobierno y sus decisiones
representen las preferencias de un extenso número de ciudadanos.

Esto va de la mano de la rendición de cuentas (o accountability). En una democracia tanto


el gobierno como los representantes políticos están sujetos a tres tipos de mecanismos
que ponen límites a posibles abusos de poder: i) rendición de cuentas vertical: a través
de elecciones regulares y justas; ii) horizontal: a través de ciertas instituciones
estatales; iii)social: a través de diferentes grupos de la sociedad civil o incluso individuos
(O'Donnell, 2004). La dimensión restante es el estado de derecho.

La calidad de una democracia también se mide por la existencia de un sistema legal que
hace efectivos los derechos políticos, las libertades civiles y los mecanismos de rendición
de cuentas. Sin un vigoroso estado de derecho, defendido por un poder judicial
independiente, la igualdad y la dignidad de los ciudadanos están en riesgo.
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Por un lado, un sistema de partidos débilmente institucionalizado plantea problemas para


la representación electoral, en la medida en que se hace más fácil el acceso al poder de
políticos outsiders o "antipartidistas" que implican riesgos para la calidad democrática.
Por otro lado, el ejercicio del control político a través de las elecciones se ve resentido,
ya que en los sistemas poco institucionalizados los ciudadanos deben afrontar mayores
costos de información sobre la acción de los partidos y los líderes políticos. En los
sistemas de partidos débilmente institucionalizados es común la relevancia del
clientelismo. Esta institución informal constituye un obstáculo para la calidad democrática,
entre otras razones porque incentiva el particularismo en el trato a los ciudadanos y en la
distribución de bienes públicos.

Vivir en democracia en América Latina es vivir al borde de los peligros que la amenazan,
son tantos que apostar por su consolidación resulta en ocasiones ingenuo. Ahí están, por
ejemplo, los peligros de la remilitarización, del predominio de los poderes fácticos, del
imperialismo estadunidense, de la corrupción desmedida, del populismo, de la
desigualdad social y de la informalización de la política. Pero vivir en democracia en
América Latina, será poder decir que ninguna decisión que no haya emanado de la propia
sociedad, de sus necesidades y expectativas, de sus valores y posicionamientos, será
ilegítima e impopular. Vivir en democracia es, en suma, hacer democracia, generándola
todos los días en los espacios públicos, en el encuentro cotidiano con los otros, es
corroborar que somos nosotros, los ciudadanos, los verdaderos sujetos de la política a
condición de participar en los asuntos públicos, debatiendo y opinando.

● BIBLIOGRAFÍA
.CANSINO, César, (2008) La muerte de la ciencia política. Buenos Aires, sudamericana.

CANSINO, César e Israel Covarrubias, (eds.), (2007) Por una democracia de calidad.
México después de la alternancia. México, ______, Educación y Cultura.

MORLINO, Leonardo, (2003) Democrazie e democratizzazione. Boloña, Il Mulino (trad.


Esp: Democracias y democratizaciones. México, Ediciones Cepcom, 2005).
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O’DONNELL, Guillermo,
_____, (2001) “Democracy, Law and Comparative Politics” en Studies in Comparative
International Development. Vol. 36, Núm. 1, pp. 11-26.
_____, (2004) “Human Development, Human Rights, and Democracy” en O’Donnell,
Guillermo, Vargas Cullell, José y Osvaldo M. Iazzetta (eds.), _ e Quality of Democracy.
_ eory and Applications. Notre Dame, University of Notre Dame, pp. 9-92.

● CONCLUSIONES
La mayor parte de los estudios comparados de calidad democrática en América Latina
ha partido de una concepción mínima de democracia y ha centrado la atención en la
garantía de un conjunto de derechos democráticos elementales.

Pese a que las condiciones de libertad e igualdad a las que se refiere la noción de calidad
democrática se mantienen en nuestros países muy por debajo de las conquistadas en las
democracias más avanzadas del mundo, ello no ha sido impedimento para la
consolidación de una ciudadanía cada vez más crítica, demandante y participativa.

Es claro que las naciones latinoamericanas tienen más desafíos que resolver en esta
materia, por lo que la inmovilidad y la apatía pueden marcar la diferencia entre una
sociedad sometida y una en movimiento. Además, si en el pasado autoritario todavía
reciente de nuestros países, la inexistencia de condiciones mínimas de libertad e igualdad
no fue impedimento para la acción y la contestación de muchos ciudadanos, con más
razón ahora, en el seno de democracias en construcción, observamos cotidianamente
una ciudadanía más involucrada en los asuntos públicos y menos predispuesta a la
opacidad a la que quieren reducirla sistemáticamente las elites políticas y las oligarquías.

Por lo demás, como ya se estableció, ninguna de las jóvenes democracias de la región


califica cuando se las mide con la calidad democrática, por más que se puedan establecer
diferencias de grado o magnitud en cada uno de sus indicadores de un país a otro. Más
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aún, considerando los múltiples sondeos realizados en la región, donde se corrobora que
el grueso de nuestras ciudadanías ha dejado de creer en sus autoridades y
representantes, es importante redoblar esfuerzos.

Finalmente, preguntarse sobre qué tan buena es la democracia actual en América Latina
resulta un ejercicio sensato y oportuno, porque ello puede ser un indicio para saber cuál
es la verdadera situación en la que nos encontramos políticamente hablando: Al mismo
tiempo, con un diagnóstico más acabado y profundo de su estado de salud, se habilita la
posibilidad de transformar y mejorar nuestras democracias realmente existentes.

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