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Su reto principal es conseguir beneficios para su empresa. Para ello debe ser una
fuente continua de generación de ideas. Además debe ser capaz de marcar
objetivos, establecer retos y planes de acción, así como ejecutarlos con éxito. Por
tanto, es fundamental que el directivo sea un líder capaz de asumir las siguientes
funciones estratégicas para su compañía:
Competencias nucleares
Los profesores de la London Business School, Gary Hammel y Prahalad, acuñaron este
término en 1990 para definir las competencias diferenciales de la empresa frente a sus
competidores. Desde entonces, muchas organizaciones han puesto en marcha programas
de competitividad que identifican, mejoran y fomentan las denominadas “core
competencies”.
Muchas de las prácticas anteriores ya no sirven por lo que es necesario adoptar otras
nuevas. Así, aparecen nuevos modos de organización, incompatibles con anteriores
estructuras empresariales, y se tiende a virtualizar la estructura siguiendo el “modelo
Trébol”, propuesto por Charles Handy. Esta nueva organización se caracteriza por:
Un grupo central profesionalizado compuesto por pequeño y reducido número de
trabajadores. Son las personas esenciales para la organización, tienen una
consagración y un alto compromiso con la empresa a la que pertenecen. El número
de personas de este grupo supondrá, en el futuro, un 20 ó un 30 por ciento de las
actuales y realizarán el 70 u 80 por ciento de lo que hoy hace la organización.
Dedicarán su vida al trabajo en la empresa, por lo que obtendrán una amplia
recompensa y estarán altamente capacitados para la gestión del negocio. La
supervivencia laboral dependerá de su dedicación y compromiso vital con la
organización y de su capacidad para aprender, lo que estará directamente
relacionado con la flexibilidad y capacidad de cada uno de ellos para provocar,
manejar y adaptarse al cambio.
Un grupo periférico de trabajadores, que mantendrán una relación contractual
distinta a la actual. Si las grandes empresas reducen el número de trabajadores y
respetan un pequeño grupo central, deben subcontratar las actividades o áreas críticas para
su verdadero negocio. Ello mejorará la calidad del resultado y reducirá los costes de
producción. Aparece así un nuevo modelo de relación entre un gran astro-empresa, que es
completado por la actividad de pequeñas firmas satélite muy especializadas y optimizadas.
Sin duda, los negocios virtuales se impondrán en los próximos años y veremos cómo acaban con el
concepto tradicional de trabajo, o mejor dicho, con el empleo según hoy lo entendemos.
LA EMPRESA COMO SISTEMA
La empresa es siempre una unidad de individuos únicos y con conductas diferentes a las
de otras organizaciones.
Es un todo interrelacionado, según el cual ninguna de las partes puede conocerse sin tener
en cuenta la repercusión en el todo.
Tiene una serie de valores que deben inspirar sus decisiones. Es obligado que dichos
valores estén en sintonía con los valores imperantes en el sistema mayor en el que está
inmerso.
Debemos considerar, por tanto, que las organizaciones no son elementos aislados dentro
del sistema social, sino que son una parte importante del mismo; que viven de él y con el
que contraen una responsabilidad social; responsabilidad que debe condicionar sus
políticas de actuación. Los datos avalan que las empresas con una mayor responsabilidad
social son aquellas que están cosechando mejores resultados. La emergencia de
estrategias empresariales relacionadas con la mejora del medio ambiente, la solidaridad, la
salud pública, etc., no hacen sino poner de manifiesto el compromiso social de la empresa
con su colectividad, lo que a la larga mejorará su cuenta de resultados.
Pero ¿en qué fundamentos debe basarse el diseño y crecimiento de nuestra nueva
empresa? Para empezar, es preciso ampliar los valores clásicos, capital, recursos
naturales, fuerza de trabajo, que mencionaron Adam Smith o David Ricardo, para añadir un
nuevo y fundamental factor, el conocimiento.
A partir de aquí, resulta fundamental rescatar las características de las empresas del siglo
XX y compararlas con las condiciones que son imprescindibles en nuestros días. En esta
línea, quizás uno de los enfoques más interesantes sea el aportado por Kotter:
1.3. ENFOQUE DE CONTINGENCIAS
A Charles Kindleberger, economista reconocido en todo el mundo, le agradaba decir
a sus alumnos en el MIT que la respuesta a cualquier interrogante importante de la
economía es: “depende”, y que la tarea del economista consiste en especificar de
qué depende y cómo.
“Depende” también es una respuesta adecuada para los aspectos importantes de
la administración. La teoría de la administración pretende determinar las relaciones
pronosticables entre situaciones, actos y resultados. Por tanto, no es raro que un
enfoque de reciente data quiera integrar las diversas escuelas del pensamiento de
la administración concentrándose en la interdependencia de los muchos factores
que implica una situación administrativa.
¿Qué es el enfoque de contingencias?
Es un punto de vista según el cual la técnica administrativa que sirve mejor para
alcanzar las metas de la organización puede variar de acuerdo con las situaciones
o circunstancias.
El enfoque de contingencias (llamado también enfoque situacional en algunas
oportunidades), fue concebido por gerentes, asesores e investigadores que trataron
de aplicar los conceptos de las escuelas más importantes a las situaciones reales
que vivían.
Bibliografía
El directivo del siglo XXI, Autor: José Manuel Casado, edición ilustrada editor
Planeta Publishing Corporation, 2000