Sie sind auf Seite 1von 12

ENSAYO

INVESTIGACION CONTABLE A UN CONTEXTO SOCIAL

ACTIVIDAD # 7

DOCENTE:
OSCAR ANDRES CABALLERO ESTEVEZ

ESTUDIANTES:
CHRISTIAN STRAUSS VALDERRAMA
ID: 399197

ASIGNATURA:
INVESTIGACION FORMATIVA

CORPORACIÓN UNIVERSITARIA MINUTO DE DIOS


ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS V SEMESTRE
BARRANCABERMEJA
2019
INTRODUCCION

En este Ensayo se analiza una de las principales consecuencias de la


confrontación armada interna en Colombia, el desplazamiento forzado, las víctimas
que lo padecen y la influencia en su calidad de vida. Para tal fin se realiza un
recuento de la situación social y de la violencia en Colombia, luego se hace una
revisión de la normatividad y responsabilidad institucional ante la calidad de vida
exponiendo algunos aportes científicos que contextualizan la problemática.
Finalmente, se presenta una mirada crítica al estado de la calidad de vida en los
desplazados en Colombia.

El desplazamiento forzado es un problema que aqueja a una amplia


población de Colombia, es el resultado de la confrontación político-militar interna
entre grupos al margen de la ley y el estado. Las acciones belicosas han dejado
víctimas inocentes que tuvieron que abandonar su hogar y lugar de trabajo para
salvar la vida y la de su familia. Es esta situación inusual y el cambio drástico de
contexto que padecen, lo que hace pensar de qué manera cambia la calidad de vida
en estas personas.
EL VERDADERO DRAMA EN LA REPARACION DEL DESPLAZAMIENTO
FORZADO

El propósito de este ensayo acerca de la realidad de la Reparación del


desplazamiento forzado en situaciones que obligan a los desplazados a buscar
incansablemente la mendicidad por la ausencia de la institucionalidad en Colombia.

De acuerdo con las normas adoptadas en nuestro país, es persona en


situación de desplazamiento por la violencia, toda persona que se haya visto forzada
a migrar dentro del territorio nacional abandonando su localidad de residencia o
actividades económicas habituales, porque su vida, su integridad física, su
seguridad o libertad personal han sido vulneradas o se encuentran amenazadas,
teniendo en cuenta cualquiera de las posibles causas como pueden ser: conflicto
armado interno, disturbios y tensiones interiores, violencia generalizada, violaciones
masivas de los Derechos Humanos, infracciones al Derecho Internacional
Humanitario u otras circunstancias emanadas de las situaciones anteriores que
puedan alterar o alteren drásticamente el orden público.

El país está intentando juzgar y reparar varias décadas de desprotección que


dieron lugar a cifras desmesuradas de personas y territorios afectados, tanto como
a la naturalización de este delito; por lo tanto, pese a los importantes avances
logrados en la ley, a partir del reconocimiento de la vulnerabilidad a la que son
expuestas las personas desplazadas, y pese a la creación de instituciones que velan
por el cumplimiento de sus derechos como víctimas, es necesario insistir en que
todavía son opacas para la gran mayoría.

Este trabajo se enfoca más en la reparación hacia este gran grupo de


victimas de desplazamiento forzado que asciende a los casi 7.9 millones para finales
del año 2017 según estudio de la ACNUR, el interrogante ¿Son eficaces las políticas
de reparación aprobadas por el congreso? ¿Están llegando los recursos a sus
destinatarios? ¿Tiene el estado colombiano la cifra real de cuantas personas
víctimas de desplazamiento forzado han sido reparadas en su totalidad?
Estos interrogantes, me dejan inquieto, en miras a que conozco de
información de primera mano que hay muchos desplazados que aun después de 25
años de ser víctimas, siguen esperando su reparación. Partiendo de esta premisa
comienza el recuento de la cruda realidad, necesitamos un político, un padrino
concejal, un padrino alcalde, para que los recursos a los que tienen derecho esta
población por culpa de una guerra de más de 50 años, de las que el estado
colombiano no protegió, donde grandes terratenientes, grupos al margen de la ley,
por la fuerza pública con sus falsos positivos, se beneficiaron quedándose con
innumerables hectáreas de tierra productiva.

Es dispendioso hacer retroactivo e investigar porque hay que esperar


décadas para reparar a los desplazados, si cada año en el presupuesto salen las
partidas a las instituciones encargadas de realizar la parte administrativa para la
reparación, entonces como desplazado, como profesional, como persona
preparada, informada, documentado, llego a una hipótesis, si el dinero esta hay, las
victimas están, ¿por qué no entregan las ayudas asignadas? Y la respuesta es
menos alentadora, nos encontramos con el cáncer político de todo estado, enemigo
de los menos favorecidos aparece esta enfermedad sin cura LA CORRUPCION.

La corrupción está presente en todo, no deja nada al azar, es la realidad del


contexto ya que para nadie es un secreto que, en los censos realizados para la
respectiva reparación, se tiene en cuenta el núcleo familiar, y vemos que hay
familias que sus adultos mayores ya fallecieron, que sus infantes, no pueden recibir
hasta tener la mayoría de edad. Y si les cuento es ahí donde comienza un viacrucis
de rodillas y por una trocha. Es desesperante esperar por más de 20 años una ayuda
para dar el primer paso de comenzar, pero con 30 salarios mínimos para una vida
de sufrimiento de necesidades, de ausencia, no es suficiente para el peso que se
lleva en una familia.

Los conflictos en general se dan por el control de los recursos, las riquezas,
la búsqueda del poder y del pluralismo, también pueden ser culturales y hacer
referencia a la diferencia de ideología, etnia, raza, religión, y, por último, puede ser
un conflicto de medios que hace referencia a la búsqueda de un objetivo que en el
caso de Colombia es la paz por medio de diferentes maneras.

La existencia de conflictos al interior de una sociedad es un fenómeno natural


pues siempre existirán grupos sociales con intereses divergentes, la resolución no
violenta de estos conflictos, sin embargo, depende de la capacidad que tengan los
mecanismos institucionales de esa sociedad para proveer arreglos relacionados con
los incentivos de los diferentes grupos sociales y las preferencias de los individuos
que los conforman.

Los conflictos violentos que se pueden dar dentro de una sociedad por
naturaleza, se dan por los grupos que intervienen en la confrontación violenta, las
víctimas y los métodos mediante los cuales se ejerce la violencia. Asimismo, como
los intereses que mueven a los grupos en confrontación, las condiciones en las que
surge el conflicto y las fallas institucionales que permiten que la violencia continúe
siendo un mecanismo de resolución de disputas y de apropiación de recursos.

Los actores al margen de la ley mediante el uso de la fuerza y la violencia


buscan cumplir sus objetivos como el disputarle el control territorial al Estado en la
mayor parte del territorio colombiano.

Una primera premisa en materia de reparación es la distinción que tiene que


haber entre política social y reparación, pues tienen diferentes orígenes, bases
normativas diferentes, propósitos diferentes, beneficiarios diferentes, miradas
temporales diferentes y sea por buenas o malas intenciones los Estados no pueden
pretender igualarlas. De igual modo, al momento de crear una legislación que
propenda por la reparación de las víctimas esta debe ir acompañada de estrategias
de desarrollo, con políticas sociales que ataquen la pobreza y desigualdad, pues
esto sería un sistema armonioso que replicaría tanto en las víctimas del conflicto
como en la población menos favorecida y en el desarrollo del país. Además,
necesariamente debe contar con las expectativas y carencias que padecen las
víctimas.
Cuando hablamos de reparación, en ocasiones se generan problemas
conceptuales pues se equipará reparación a indemnización. Por una parte, la
reparación es entendida como ese derecho de las víctimas del conflicto que tiene
base en la responsabilidad del Estado derivada del incumplimiento a una obligación
preexistente. De allí, que deba asegurar en la medida de lo posible la plena
restitución de la situación anterior de la víctima o la compensación de los daños
ocasionados a través de medidas de restitución, indemnización, satisfacción,
rehabilitación y garantías de no repetición, las cuales estarán garantizadas a su vez
por el derecho a la justicia y el derecho a la verdad. Cuando se determine que una
persona física o jurídica u otra entidad se obliga a dar reparación a una víctima,
deberá concederla a la víctima o indemnizar al Estado si este ya la hubiese
reparado.

Los desplazados han sido tratados peyorativamente, discriminándolos por su


condición, misma que nunca buscaron, siendo los protagonistas de diversas
estadísticas e indicadores por parte de las agencias gubernamentales y otras de
tipo independiente que han limitado su intervención y resultados a meros números
como indicadores. Se entiende que calidad de vida no solo se restringe a la
satisfacción de necesidades básicas y en este sentido no puede hablarse de calidad
de vida porque se dio un suministro de medicinas, dinero y en algunos casos
vivienda que, si bien son satisfactores que estabilizan el estado físico, la calidad de
vida sigue estando en juego por el estado emocional de la víctima, producto del
evento traumatizante.

La pérdida de los seres queridos, el abandono de la tierra, y la salida de su


región producen en las personas diversos sentimientos de impotencia, tristeza,
ansiedad y depresión que corren el riesgo de convertirse en comportamientos
hostiles hacia ellos mismos o hacia su entorno” entonces, la pérdida aparte de ser
física es emocional pues genera un vacío psicológico nutrido por la inestabilidad
psíquica. Además de la disgregación de sus redes sociales, el cambio brusco
producido por el desplazamiento suscita niveles de estrés altos en las víctimas,
cambios conductuales y emocionales negativos que pueden llevarles al deterioro
físico, social y personal.

Si bien Colombia cuenta hoy con un marco jurídico de protección y garantía


del derecho a la reparación integral de las víctimas de violaciones de derechos
humanos, alcanzar tal reconocimiento no fue una tarea fácil. El camino que debieron
recorrer las víctimas, así como diferentes actores nacionales e internacionales
presentó diferentes desafíos jurídicos, políticos y sociales.

Tales desafíos lograron sortearse ubicando en la agenda nacional a las


víctimas y la necesidad de reconocer el derecho a una reparación integral. Este
derecho no contaba con un desarrollo y marco de aplicación, que permitiera su
exigibilidad en Colombia. Pero si tenía un desarrollo en el campo internacional
gracias a la transnacionalización del discurso de derechos humanos y a la
constitucionalización de los mismos en los años noventa. De modo que, al igual que
en otros contextos de derechos humanos, el derecho a la reparación en Colombia,
ha sido y es, el resultado de la lucha de quienes han sufrido directamente las atroces
consecuencias de las violaciones de sus derechos humanos, así como de quienes
con empatía se han sumado a tal conquista.

Las víctimas por su parte, pese a los contextos de fuerte violencia que se
presentaban y con amplias limitaciones en el acceso a la justicia ya que no existía
un marco legal de reparación, buscaban la manera de que sus derechos fuesen
reconocidos. Impulsadas por la indignación que produjo la ley de Justicia y Paz se
organizaban exigiendo mayor visibilidad y mecanismos eficaces de reparación.

La barrera económica tiene que ver con el problema de la desfinanciación de


la ley de víctimas. La rápida difusión de este modelo de reparación podría no
ajustarse a los recursos locales actuales. Ya que en la mayoría de casos con
relación al derecho internacional de los derechos humanos los Estados han
progresado más en el área de los compromisos que en el cumplimiento. Es
frecuente la falta de recursos y la falta de capacidad administrativa que impide el
cumplimiento de las reparaciones.
Sobre los criterios de priorización creados por el gobierno, en lugar de
mejorar el acceso a la indemnización, lo que ha sucedido es que se han creado más
barreras y se han excluido a más personas: la indemnización se demora demasiado,
las rutas de acceso no son inmediatas, las víctimas deben esperar largos periodos
de tiempo, la información recolectada no es bien tratada y se solicitan cada vez más
documentos. ¿vemos cómo al día de hoy, subsisten barreras económicas,
institucionales, políticas y culturales que no permiten el acceso eficaz a la justicia.
Pues bien, si el acceso a la justicia ha de entenderse como ese derecho social
fundamental que tiene una persona de utilizar un sistema legal donde se garanticen
y hagan efectivos todos los derechos de los que se es sujeto. Sin ese acceso a la
justicia no se podría disfrutar de esos otros derechos, ya que al no existir los
mecanismos para su goce efectivo carecerían de sentido.

Así pues, resulta pertinente asumir acciones de intervención y/o prácticas


que ante todo respeten los derechos humanos, entre ellos la dignidad, la autonomía
y la libertad de los individuos y de sus comunidades, velando por su protección y
garantía; conectándolas con prácticas que incidan sobre los procesos de decisión
pública para evitar profundizar o alargar el sufrimiento, la revictimización, la
inequidad, la dependencia, la exclusión y la subordinación de los sectores sociales
afectados; aportando en la transformación positiva de los conflictos, en el
fortalecimiento de las capacidades locales y en la consolidación de procesos de
desarrollo participativo, sostenible y de paz con justicia social; a favor de la
promoción de la ciudadanía política de derecho, de la equidad, con enfoque
diferencial y en armonía con el medio ambiente; Interiorizando y sensibilizando la
movilización y exigibilidad social, jurídica y política de los derechos humanos como
garantías para la dignidad humana.

Acompañar a las víctimas no implica, en lo absoluto, no asistirlas


materialmente; por el contrario, es supremamente importante generar las
condiciones materiales de vida mínimas (vivienda, servicios de salud, educación,
trabajo o ingresos estables, etc.) sobre las cuales estos sujetos puedan sobrevivir y
reconstruir sus trayectorias vitales (individual y colectivamente). Pues es ilógico
pensar que, con los afanes y angustias de la cotidianidad, desde las urgencias que
implican vivir el día a día de la sobrevivencia (como en la mayoría de las situaciones
donde las víctimas hacen parte de los sectores más empobrecidos de la sociedad:
campesinos, comunidades etnicoterritoriales, sectores populares de las ciudades,
etc.), las víctimas podrían siquiera dedicar algunos momentos a elaborar sus
pérdidas. Es claro como tales condiciones de vulnerabilidad social, la mayoría de
las veces producto de su situación de víctimas, lo que hace es incrementar las
angustias existenciales, las penurias cotidianas, afectando la salud mental con
miedos, odios, alteraciones biofísicas, daños y hasta traumas, aspectos que
engloban un circuito de la violencia mucho mayor a los actos de barbarie al que
fueron sometidos en la lógica de la guerra.

Para el Estado colombiano es un reto garantizar y saldar la deuda histórica


con las víctimas, ello implica no asumirlas como receptoras ni beneficiarias pasivas
de una dádiva pública, expresada en un subsidio, o indemnización, producto de
buena fe de los gobernantes. El gobierno concebía la reparación administrativa
subsidiada como un acto de solidaridad con las víctimas y no como su
responsabilidad perpetua; estas posturas poco ayudan a dilucidar con claridad el
papel del Estado frente a sus asociados y por el contrario muestra una imagen
mesiánica y patriarcalista de unas ramas del poder público que no se corresponden
con la función social de un Estado moderno.

Así pues, el reto estriba en la capacidad de un gobierno para asumir su


responsabilidad social y ello quiere decir reconocer a las víctimas como sujetos de
derecho y su función como Estado en términos de la responsabilidad que le
corresponde por las omisiones o las acciones con las que se permitieron las
violaciones a los derechos humanos.
Conclusión

En Colombia, el desplazamiento forzado muestra una crítica situación


causada por los efectos del conflicto armado sobre la población civil, además, de
una de las más graves situaciones en materia de desplazamiento interno en el
mundo. La violencia generada por grupos al margen de la ley, específicamente en
zonas rurales del país ha ocasionado el desalojo de sus lugares de residencia
habitual a muchas familias campesinas donde los más afectados son mujeres
cabeza de familia, niños y ancianos.

Esta razón militar es la principal precursora del desplazamiento en el país,


pero es la razón económica la que lleva a la población afectada a desplazarse
principalmente a las ciudades pues es en éstas donde se cree encontrar una mejor
prestación de servicios y a su vez una mayor calidad de vida.

Este fenómeno por su magnitud y sus características no solo ha representado


una de las más graves violaciones a los derechos humanos, civiles y políticos, sino
que ha contribuido a incrementar las condiciones de pobreza y vulnerabilidad de la
población. Es por eso, que el Estado colombiano, con una clara presión de los
organismos nacionales e internacionales, respondió frente a esta realidad, con la
aprobación de la ley 387 en 1997 sobre la atención integral al desplazamiento
forzado.

El desplazamiento forzado no es una situación que deba apaciguarse con


leyes y decretos que obliguen al Estado a dar ayudas que solo quedan en el
asistencialismo; por el contrario, es una situación que debe ser visibilizada y ante la
cual se debe tomar medidas que lleguen al fondo del conflicto y permitan prevenir
que los colombianos tengan que abandonar sus tierras y vidas, a raíz de un conflicto
del cual no forman parte.

Además, es importante reconocer que los desplazados son una población


afectada, golpeada, por la violencia, por la indiferencia, en este sentido, deben tener
la oportunidad de expresar sus sentimientos y de ser tratados con equidad,
brindándoles todas las ayudas que sean necesarias para garantizarles la restitución
de sus derechos, así como una vida digna.

En Colombia la condición de desplazados es un problema real donde las


víctimas de este flagelo han tenido que sufrir el destierro obligatorio de su territorio,
soportando además la discriminación social y la readecuación en un espacio donde
no les brindan las garantías para restablecer su cotidianidad y ante todo su
estabilidad física y emocional.

La calidad de vida de los desplazados en Colombia ha sido vulnerada y no


se ha manejado adecuadamente aun cuando existen ingentes esfuerzos
gubernamentales y de ONG´S por ayudar a este tipo de víctimas, cuya atención se
ha limitado a aspectos básicos de subsistencia, que, aunque importante, no son
suficientes. El daño psicológico en un desplazado esta hecho, el trauma vivido por
el evento ha generado en éste diferentes síntomas de malestar psicológico que
pueden degenerar en consecuencias y hasta en enfermedad mental permanente y
en conductas lesivas para sí mismo y su entorno. Por tanto, la intervención social y
psicológica es un evento necesario y de obligatoria incorporación en los programas
de ayuda y atención, que no se ha realizado en Colombia

La calidad de vida de un desplazado es un tema que debe tratarse desde esa


mirada global que permita fomentar una adecuada intervención en el momento que
se requiera.
Bibliografía

COLOMBIA, DEFENSORÍA DEL PUEBLO. El Desplazamiento Forzado en


Colombia. Bogotá D.C.: s.n., 2004.

PÉCAULT, Daniel. La pérdida de los derechos, del significado de la


experiencia y de la inserción social. A propósito de los desplazados en Colombia.
Estudios Políticos nº 14, Medellín: enero-junio. 1999, p. 13-31.

Resumen Estadístico. Desplazamiento interno en Colombia. El caso de


Antioquia y Medellín 1985-1998. Instituto de Estudios Políticos, Universidad de
Antioquia, marzo de 2000, (Mímeo) p. 176-185.

URIBE DE H. María Teresa. Las Dinámicas Bélicas en la Colombia de Hoy.


In: MONSALVE, Alfonso y DOMÍNGUEZ, Eduardo (Compiladores). Democracia y
Paz. Medellín: Editorial Universidad Pontificia Bolivariana, p 165-180.

CARACOL RADIO, Colombia el país más feliz del mundo, 2010,


<http://caracolradio.com/nota.aspx?id=783262>

MEDIOS PARA LA PAZ, Cifras de Desplazamiento Forzado en


Colombia,2005, <http://www.mediosparalapaz.org/imagenes>

CODHES, Desplazados 1997: Éxodos, miedo y pobreza, 1997,


<http://www.codhes.org.co/>

CODHES, “Conflicto armado y crisis humanitaria sostenida. Desplazados en


el Limbo, 2004, <http://www.actualidadcolombia.org/archivo/despa>

Constitución Política de Colombia, Ed. Temis, Bogotá, 1999.

Das könnte Ihnen auch gefallen