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Acción Paulina

DEFINICION

Consiste en el poder del acreedor de demandar judicialmente para que se


declaren ineficaces respecto de él los actos con los cuales su deudor renuncia a
sus derechos (renuncia a legados, constitución de patrimonio familiar, etc.) o con
los que disminuya su patrimonio conocidos disponiéndolo (donación, venta, etc.) o
gravándolo (hipoteca, garantía mobiliaria, etc.), de tal forma que le cause perjuicio,
imposibilitándolo o dificultando el recupero de su crédito. Declarando ineficaz, el
acreedor accionante podrá ejecutar su crédito sobre los bienes objeto del acto
fraudulento, no obstante que ya no pertenezcan al deudor.

Con esta acción se tutela el derecho de los acreedores, protegiendo al mismo


tiempo el derecho de los terceros adquirientes o subadquirientes a titulo oneroso y
de buena fe. Coloca a los bienes materia de la enajenación fraudulenta en
situación de que puedan ser embargados y rematados judicialmente por el
acreedor. Satisfecho el interés del acreedor, subsiste el acto celebrado entre el
deudor que enajeno y el tercero que adquirió.

Si el patrimonio del deudor constituye garantía patrimonial común de sus


obligaciones o expectativa de ellas (cuando se trata de obligaciones sub
conditione), está obligado actuar con responsabilidad, diligencia y honestidad en
los actos de renuncia a derechos, o de disposición o gravamen de sus bienes,
conservando lo necesario para cumplir con sus obligaciones. Sobre este
fundamento radica la acción pauliana, conferido por la ley a los acreedores para
impugnar los actos de los deudores que perjudiquen su derecho, a fin de que
puedan ejecutar los bienes integrantes de la garantía general.
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Desde un punto de vista operativo, es muy difícil la prueba de un fraude subjetivo.
Resulta muy dificultoso probar el ánimo que movió al deudor y al tercero en su
accionar, lo que podría impedir la práctica de la acción pauliana. Es por esa razón,
que la ley establece presunciones de fraude. Asi por ejemplo, se presume
fraudulenta las enajenaciones gratuitas.

Pero hay circunstancias en las que la prueba del ánimo de defraudar no será
necesaria porque los actos son en sí mismos lesivos. Esto quiere decir, que no se
requerirá la prueba de las intenciones cuando la lesión lo provoco el mismo acto
jurídico, independientemente de la intención que motivo al deudor y al tercero. Tal
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Curso del Acto Jurídico. Francisco Javier Romero Montes. Pág.245

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sucede, por ejemplo, cuando el deudor insolvente paga la deuda de un tercero o,
el deudor que acepta en la repartición de herencia una cuota inferior a la que
corresponde; o por el caso de un deudor que vende su único bien inmueble por un
precio vil con relación al del mercado. En estos casos, implícitamente, se aprecia
el fraude al acreedor, sin interesar la intervención.
Esto significa que estamos frente a un fraude objetivo.

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Josserand, la acción pauliana presenta los siguientes caracteres:
a)es estrictamente individual
b) sanciona un abuso de derecho: el <<fraudator>> abuso del derecho de
conservar libremente su patrimonio.

c) es personal, ya que no concibe que un derecho de crédito sea sancionado por


una acción real
d) no es una acción indemnizatoria.

e) no es una acción revocatoria ni de nulidad,

ORIGEN HISTORICO
La acción pauliana tiene su origen en el Derecho Romano y aparece como
remedio contra el fraus creditorum cuando la responsabilidad de los deudores se
fue tomando solo patrimonial.

Si bien el rigen es coincidente con el surgimiento de la responsabilidad patrimonial


no existe consenso en la doctrina para reconocerle la autoria al pretor Paulus, de
quien deriva su nomen iuris.

Castan Tobeñas, La acción fraudatoria fue el resultado de la unificación, llevada a


cabo por los compiladores justinianos, de algunos recursos o acciones existentes
en el antiguo Derecho Romano, y que fueron tres: el interdictum fraudatorium, la
restitutio in integrum ob fraudem y la actio personalis in Facttum o ex delicto. Sin
embargo, la más generalizada versión es la de que la instituyo como un remedio
contra los actos de enajenación efectuados por el deudor con el propósito de
eludir el cumplimiento de sus obligaciones.
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En los primeros tiempo la acción de ejecución recaía sobre la persona del deudor,
<<manus iniectio>>.Si el deudor no ejecutaba su prestación, estando confeso o
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(Derecho civil, Bosch, Buenos Aires, 1950, t. II, vol.1, p. 571)

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condenado el acreedor podía solicitar su adjudicación, conducirlo preso, hacerlo
trabajar, etc.: la persona del deudor era la garantía del crédito. Luego se introdujo
la <<missio in bona>> que autorizaba al acreedor a vender los bienes del deudor e
indemnizarse con su precio. Así por la bonorum venditio el acreedor podía
satisfacer su crédito. Condenado o confeso el deudor, el pretor concedía la missio
entrando el acreedor en posesión de todo el patrimonio del deudor o en
consecuencia con otros acreedores después de transcurrir algún tiempo ofrecía
los bienes en venta (bonorum prescritio), siendo adjudicándose masa al mejor
postor <<per universitatem>>; el bonorum emptor sucedía en el patrimonio del
deudor a titulo universal. Con la bonorum venditio, el deudor sufría una capitis
diminutio máxima. Posteriormente se empleo la <<bonorum distractio>>,
consistente en la venta en detalle. Vino entonces la <<cessio bonorum>> a favor
del deudor insolvente exento de culpa, equivalente a la quiebra. Finalmente, el
<<pignus ex judicati captum>>, mediante el cual el acreedor puede obtener del
deudor un derecho de prenda por intermedio del pretor, la <<pignoris capio>>,
susceptible de recaer también sobretodo el patrimonio.

La <<missio in bona>> despertó en los deudores la necesidad de defraudar a sus


acreedores alienando alguna de las cosas comprendidas en la posesión común.
No pudiendo funcionar la acción directa, el pretor concedió al acreedor la
<<vindicatio utilis>>, mediante la cual podía reivindicar del tercero <<comcius
fraudis>> la cosa enajenada, como si fuera propietario de ella. Como el deudor
podía enajenar cosas incorporales contra las cuales no procedía la <<vindicatio
utilis>> y, además, no era fácil para el acreedor presentar la prueba de la
propiedad del deudor, el pretor otorgo el <<interdictum fraudatorium>>, supuesto
que bastaba probar que la cosa había estado en el patrimonio del deudor.
Después el pretor acordó la <<actio in Facttum>> , que a diferencia del interdicto
que solo procedía contra el tercero, podía ejercitarse contra el <<nesciens
fraudis>> y luego contra el <<sciens fraudis>>, terminando por sustituirlo, viniendo
a constituir lo que se llamo la accion pauliana.

La distinción entre la acción pauliana y la <<actio in rem rescisoria>>, la <<actio in


Facttum>> y el <<interdictium fraudatorium>> no se ha reproducido en el Derecho
moderno. Pero la acción pauliana sigue cumpliendo la misma función que le
asigno el Derecho romano clásico y luego el Justinianeo. El pretor castigaba al
fraus creditorum, exigiendo el cumplimiento previo de las conocidas condiciones:
Exigimus el consilium fraudis el aventus. Tres eran estas: a) que el acto
impugnado hubiera ocasionado, realmente, la disminución o empobrecimiento del
patrimonio del deudor; b) el eventos danni, el perjuicio para el acreedor; c)
cosilium fraudis, o sea el conocimiento del deudor de su insolvencia, o la excientia

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Fraude del Acto Jurídico. Gaceta Jurídica. Pág. 648

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(representación subjetiva de su situación económica); y además la complicidad del
tercero.

La acción procedía contra los actos de transferencia de muebles, inmuebles,


dinero, derechos, remisión de deudas, gravámenes a favor de terceros, etc. El
tercero adquiriente beneficiado fraudulentamente debía restituir el bien con los
frutos y ganancias que hubiere logrado.
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El Código Civil peruano de 1936, recogió en cinco artículos el tema referido al
fraude de los actos jurídicos.

La acción pauliana buscaba el reingreso del bien al dominio del deudor. Solo
beneficiaba al acreedor que planteo la demanda. Es decir, el acreedor obra en
nombre propio y demanda que quede sin efecto el acto realizado por su deudor,
que importa una disminución en el patrimonio que podía conducir a la insolvencia
al no existir medios para pagar la deuda. Debía pues existir perjuicio en el
acreedor y fraude por parte del deudor.

El Código vigente recoge el tema de la acción pauliana en los artículos 195 al 200,
teniendo como precedente al Código Italiano.

LA ACCION PAULIANA EN EL CODIGO CIVIL


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El Código de 1936, en sus artículos 1098 al 1102 legislo sobre el fraude de los
actos jurídicos. El Art. 1098 considero que los actos de disposición a titulo gratuito
practicado por el deudor insolvente o reducido a insolvencia por causas de dichos
actos, podían ser revocados a instancia de los acreedores. En cuanto a los actos
onerosos el Art. 1099 disponía que podían ser anulables, cuando la insolvencia
fuere notoria, o hubiese fundado motivo para ser conocida del otro contratante.

El Código de 1936 exigía para la procedencia de la acción pauliana el perjuicio al


acreedor y el fraude de parte del deudor. Lo que pretende el acreedor es evitarse
un perjuicio, que se da cuando el deudor con el acto practicado con el tercero
disminuye su patrimonio de tal modo que no responde frente a la acreencia del
acreedor. En consecuencia, es la insolvencia del deudor lo que da lugar a la
procedencia de la acción pauliana.

En cuanto el fraude podemos decir que se da cuando el deudor tiene conciencia


del perjuicio que se cause al acreedor y que por lo tanto no se podrá pagar.

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Curso del Acto Jurídico. Francisco Javier Romero Montes. Pág.249
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Curso del Acto Jurídico. Francisco Javier Romero Montes. Pág.253

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Simplemente hay que tener en cuenta si el acto es a titulo gratuito, en cuyo caso
deudor y tercero actuaron fraudulentamente. Por el contrario, si el acto de
enajenación fue a titulo oneroso hay que tener en cuenta respecto al
subadquiriente si fue de buena fe o de mala fe.

El Código peruano de 1984, sostiene que se puede pedir la eficacia de los actos
cometidos por el deudor, por los cuales renuncia a derechos o disminuya su
patrimonio conocido y perjudique el cobro del crédito de sus acreedores.

El artículo 195, en su primer párrafo se refiere a los actos jurídicos a titulo gratuito;
y en la segunda parte, a los actos jurídicos a titulo oneroso. De manera que dicho
dispositivo contiene la posibilidad de plantear la acción pauliana en las
circunstancias indicadas, lo que significa la revocatoria del acto fraudulento, con la
finalidad que l patrimonio del deudor, transferido a un tercero, retorne al dominio
del transfiriente deudor para que responda frente al crédito del acreedor
accionante. Nuestro Código no habla de revocatoria sino de ineficacia

CREDITOS IMPUGNABLES POR LA ACCION PAULIANA


Es necesario distinguir el crédito privilegiado del crédito quirografario. En el caso
del primero, el acreedor tiene preferencia para ser pagado, frente a otro u otros
con los bienes del deudor, de ahí su denominación de crédito privilegiado o
preferente. Estos acreedores tienen garantizados sus créditos y por ende el
correspondiente pago, mediante la ejecución excluyente de los bienes que en
forma específica han garantizado el crédito, tal por ejemplo, la hipoteca, la penda,
el anticresis, que pueden recaer sobre propiedades del deudor o de un tercero que
se constituya en garante.

En estos créditos, claro esta no puede utilizarse la acción pauliana porque se


encuentran debidamente garantizados, luego los actos jurídicos de disposición no
pueden ser impugnados. El patrimonio grabado ya responde por el monto del
crédito. Luego, la acción revocatoria no procedería en el crédito privilegiado, salvo
que los bienes que constituyan garantía se hubieran devaluado y no sean
suficientes para pagar la deuda en cuyo caso los acreedores podrían utilizar la
acción pauliana, respecto a sus bienes.

Diferente es la situación del crédito quirografario, también denominado simple o


común, que se da cuando el mismo no goza ninguna preferencia para ser pagado
con relación a otros créditos. De ahí que frecuentemente se siga que el acreedor
es quirografario cuando no esta respaldado por una garantía real.

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Todas las garantías no son reales, en la medida que existan otras de carácter
personal como es la fianza por la que el fiador se obliga frente al acreedor a
cumplir determinada prestación, en garantía de una obligación ajena, si esta no es
cumplida por el deudor (Art. 1868CC). En cambio la prenda (Art.1055 CC), la
anticresis (Art. 1091) y la hipoteca (Art. 1097CC) si son garantías reales.

Los deudores quirografarios si están pendientes del patrimonio del deudor o del
fiador y no gozan de preferencia alguna para el cobro de su crédito. Por lo tanto,
deben disputarse con otros acreedores para poder cobrar lo que se les debe, al
carecer de garantías reales que les permita un proceso de ejecución sobre las
mismas. Pero a la vez goza del derecho de impugnar mediante la acción pauliana,
los actos que realice su deudor y que en las circunstancias ya señaladas pueden
resultar fraudulentas, a fin de que tales actos queden sin efecto o no tengan
eficacia. De esta manera se dota a este acreedor para que por este medio, logre el
mantenimiento del patrimonio del deudor.

Pero hay que tener presente que la acción pauliana no impide que el deudor
pueda disponer de sus bienes. Puede suceder que la venta de un inmueble
constituya un acrecentamiento del patrimonio del deudor, lo cual puede beneficiar
al acreedor. Tal como sostiene Boffi: La acción pauliana solo procede cuando el
acto de disposición de los bienes constituye un fraude, en cuya circunstancia tal
acción es una especie de salvaguarda del patrimonio del deudor y del derecho de
acreedor.

CONSIDERACIONES ACERCA DE LA INEFICACIA

La ineficacia es la carencia de efectos jurídicos de un acto jurídico.


Se denomina ineficacia a aquel estado sobrevenido que se atribuye a un acto
jurídico determinado y por el cual no debe surtir sus efectos prácticos y
jurídicamente normales y, de haberse ya producido se consideran como si no se
hubieran realizado para el accionante

Cuando se plantea una acción pauliana, el acreedor solicita al juez una sentencia
por la que se considera como si la enajenación del bien no hubiera tenido lugar.
Tal situación solo beneficiare al acreedor accionante y hasta por la cuantía del
crédito. Esto significa que para los acreedores que no accionaron, la enajenación
hecha por el deudor a favor de un tercero adquiriente surte sus efectos y por lo
tanto, es eficaz.

El acreedor ha demandado en nombre propio y no representando a los demás; b)


El acreedor no actúa en nombre del deudor invocado por el la resolución de un

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acto. Por el contrario, el acreedor actúa por si y para si c) Finalmente, el principio
de la cosa juzgada no consiente que los pronunciamientos judiciales redunden en
pro ni en contra de los acreedores que no fueron parte en el proceso.

De manera que los actos jurídicos que celebra el deudor con el tercero son
objetivamente validos. Cuando un acreedor se sienta perjudicado con dichos
actos, en el sentido que no puede cobrar lo que el deudor le adeuda, acude ante
un juez para que mediante sentencia se le quite los efectos naturales del acto
fraudulento. En tal circunstancia los bienes retoran a poder del deudor y salen del
dominio del tercer adquiriente, hasta que el acreedor cobre su crédito.
Desaparecido el inconveniente, el acto jurídico recobra sus efectos. La ineficacia
no anula el acto de transferencia, es decir no lo destruye; simplemente se
considera para el acreedor accionante como si no se hubiera celebrado, de suerte
que el negocio aunque fraudulento sigue en pie.

La ineficacia es una revocación del acto jurídico, ejercida por un acreedor y cuyos
efectos permanecerán vigentes hasta que el acreedor haga efectivos sus
derechos.
La acción pauliana es una pretensión por la que el acreedor puede preparar las
condiciones para una ejecución posterior sobre los bienes que volvieron a poder
del deudor. Para mayor claridad es necesario afirmar que la acción pauliana no
tiene como finalidad directa e inmediata el cobro de la suma adecuada, sino la
existencia de un patrimonio sobre el que recaiga la acción de cobranza.

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